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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE SALTA

ABOGACÍA
CURSO DE INGRESO A LA VIDA UNIVERSITARIA- 2020

ABOGACÍA

CIVU ESPECÍFICO 2020

UNIDAD3: APROXIMACIÓN AL
DERECHO PÚBLICO

DOCENTE: ABG. JESÚS BERTRÉS

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I. HOMBRE, SOCIEDAD, CULTURA Y CONSTITUCIÓN
Para aproximarnos al concepto de constitución es necesario partir de la relación
natural, necesaria y dinámica que existe entre el hombre, la sociedad y la cultura.
Aristóteles advierte que "la naturaleza no hace nada en vano, y el hombre es el único
animal que tiene palabra", lo que pone de manifiesto su naturaleza social, en virtud de
la cual a éste "sólo se lo puede conocer naturalmente viviendo en sociedad".
Decimos que esta relación "hombre-sociedad-cultura", que con tanta profundidad
desarrolla y explica Fernando Martínez Paz, es una relación natural y necesaria,
porque surge de la naturaleza misma del hombre y porque los tres elementos que la
integran son absolutamente imprescindibles, de modo que no pueden existir
"naturalmente" el uno sin el otro.
El hombre no es tal sino en sociedad porque éste "no sólo vive, sino principalmente
convive" y, por otra parte, es obvio que sin hombres no puede existir sociedad. Ahora
bien, ¿cuál es el papel de la cultura en esta relación?
Sabemos que la sociedad no es una mera yuxtaposición de hombres. Es algo más que
la suma de los individuos que la componen, éstos no alcanzan a conformar una
sociedad sin que exista un elemento unificador que los integre en un todo y esa
función es cumplida por la cultura.
La cultura, en primer término, es lo que hace posible la interrelación entre los hombres,
ya que proporciona los medios o instrumentos necesarios para ello, desde los que son
requisitos "sine qua non" para la comunicación entre ellos (lenguaje, gestos, signos,
símbolos, hechos dotados de sentido), pasando por un conjunto de soluciones
comunes a los requerimientos y necesidades individuales y colectivas, hasta los
principios, valores y creencias aceptadas por el conjunto social y que impregnan el
tejido de relaciones humanas que conforma la sociedad.
La cultura es creada por el hombre, por impulso de su propia naturaleza que es una,
única y universal, sin perjuicio de los accidentes que diferencian entre sí a los hombres
y grupos de hombres. Entonces las diversas culturas han de reconocer aspectos
esencialmente comunes, por encima de las particularidades con que cada sociedad
interpreta la condición natural del hombre, descubre los principios que de ella derivan y
los vuelca en las "soluciones de vida" que propone.
Lo universal, Lo particular y concreto que deriva de la naturaleza que surge de las
circunstancias del hombre históricas de la vida de cada sociedad están presentes en
mayor o menor medida en todas las culturas.
Sin embargo debemos tener presente que no obstante los elementos comunes y
universales, la cultura es lo que define la identidad de cada sociedad, al expresar los
rasgos particulares que la caracterizan y la diferencian de otras. Aquellos que, en
suma, la individualizan y la hacen ser ella misma dentro del conjunto de la
humanidad.-
Podemos concluir entonces admitiendo que existen tantas culturas como sociedades
existen o han existido en la historia de la humanidad. Cada sociedad se configura a sí
misma en el proceso permanente dinámico de elaboración de su cultura, mediante el
cual "los hombres construyen día a día su mundo".
Cada sociedad elabora su propia cultura y es esa cultura la que le da a esa sociedad
sus caracteres propios y diferenciadores que la hacen ser esa y no otra, definiendo su
particular manera de ser, aunque siempre sobre la base de la naturaleza humana
común a todas.

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En este sentido nos dice Frías: "Ni una cultura fundada en la naturaleza ni una cultura
fundada en la historia son ajenas al hombre: porque el hombre dirá la última palabra y
el hombre es naturaleza y es historia"

Cultura y constitución
En el intento de comprender la relación entre el hombre, la sociedad y la cultura, nos
hemos aproximado al concepto mismo de constitución, en su acepción primigenia.
Aristóteles concibe a la "Politeia" (constitución) como "modo de ser" de la comunidad,
como el "orden" que le sirve de causa formal, es decir que la "informa". Nos referimos
a lo que Sánchez Agesta llama "constitución interna" y que Sampay ha denominado
constitución real, en oposición a la constitución jurídico-formal.
Cada cultura trae en sí un conjunto de principios, de creencias y de valores, que
vienen de la tradición y que son compartidos y aceptados, en mayor o menor medida,
por la generalidad de los miembros de la comunidad. Ahora bien, dentro de ese
conjunto, es posible distinguir un núcleo, formado por aquellos contenidos de la cultura
que la comunidad considera irrenunciables.
Bidart Campos razona diciendo que "los hombres que conviven no pueden estar de
acuerdo en todo, pero para convivir tampoco pueden estar en desacuerdo en todo". Es
decir, parece claro que la convivencia de los hombres en sociedad supone un mínimo
de coincidencias que actúa como "núcleo convocante".
Ese núcleo está conformado por esos principios, creencias y valores básicos de la
cultura de la sociedad a los que se asigna el carácter de fundamentales, y por lo tanto
están fuera de toda discusión o negociación. De ahí que, siguiendo a Martínez Paz le
llamaremos "núcleo no negociable".
Al encontrarse al margen de todo cuestionamiento en la sociedad, sirven de
presupuesto a la misma convivencia en ella y, por tanto, de basamento de la
organización social. En otras palabras ese núcleo de principios, creencias y valores
constituye el fundamento del orden social.
Ese "núcleo no negociable", sumado a las reglas de convivencia básicas y a las
formas de organización social que de él se derivan, determina el "modo de ser" de
cada comunidad o, lo que es lo mismo conforman su constitución en el sentido en que
venimos utilizando el término hasta aquí.
Constitución real y constitución escrita (o formal)
La constitución real.
Hemos llegado así a esbozar un concepto de constitución como realidad de carácter
socio-cultural, antes que normativo. A esta acepción del término constitución le
llamaremos constitución real (o constitución material), para diferenciarla de otras que
veremos más adelante.
El "núcleo no negociable" de la cultura, junto a las reglas básicas de convivencia y
formas de organización social que derivan de aquél, es lo que define la esencia y
calidades de una sociedad y, por tanto, la "constituye" tal diferenciándola de las
demás. Es entonces su constitución real.

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Por tanto, la constitución real se nos muestra más como "vida humana en convivencia"
que como norma o conjunto de normas, ya que éstas "por ser entes lógicos,
menciones o descripciones de conductas, resultan incapaces por sí mismas para
conseguir que la realidad de la que esa normas dicen algo, sea como ellas dicen".
Es a este concepto al que parece referirse Joseph de Maistre cuando afirma que "la
razón y la experiencia histórica se juntan para confirmar que la constitución
fundamental de una Nación es obra divina, preexistente y determinante de la
constitución jurídica". También parece ser éste el concepto que tuvo Alberdi cuando
dijo "Dios, en efecto, da a cada pueblo su constitución o manera de ser normal, como
la da a cada hombre. El hombre no elige discrecionalmente su Constitución gruesa o
delgada, nerviosa o sanguínea; así tampoco el pueblo se da por su voluntad una
constitución monárquica o republicana, federal o unitaria. El recibe estas disposiciones
al nacer: las recibe del suelo que le toca por morada, del número y de la condición de
los pobladores con que empieza, de las instituciones anteriores y de los hechos que
constituyen su historia".
Este enfoque nos muestra cómo la constitución real participa de la dimensión de la
cultura como "forma de vida", a la que se ha llamado también "idiosincracia popular" o
"genio de un pueblo".
Sintetizando, podemos decir que la constitución real de un pueblo es el núcleo de
principios, valores y creencias de su cultura, sumado a las reglas básicas de
convivencia y a las formas de organización social que de ellas derivan.
Decimos que ese fenómeno socio cultural es Constitución porque:
1.- Determina la forma en que está "constituida" la sociedad al expresar su manera de
ser;
2.- Es la base o fundamento del orden social;
3.- Conforma un marco al que deben necesariamente adecuarse todos los miembros
de la comunidad, tanto gobernados como gobernantes, por ser fuente de legitimación.
Desde este punto de vista es evidente que todos los pueblos tienen y han tenido
siempre su constitución, no sólo aquellos que se han dado constituciones escritas
conforme al modelo del liberalismo. Dice Bidart Campos que "todo estado tiene
Constitución, y no puede dejar de tenerla, en cuanto está constituido de alguna
manera, y ese estar constituido es su Constitución".
Características de la constitución real
Podemos señalar las siguientes características de la constitución real:
a.- Se nos muestra antes como fenómeno socio cultural que como norma.
No surge de un acto de decisión formal de un órgano investido de facultades para
dictarla, sino que es creada y recreada en forma espontánea por la comunidad en el
proceso de creación de su cultura. Es claro que de ella se desprenden reglas de
conducta, pero no necesariamente las habremos de encontrar formuladas lógicamente
como tales, ni escritas, ni formalmente sancionadas mediante un procedimiento
predeterminado que condicione su validez.

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b.- Es fundamental, ya que aún sin tener carácter normativo, ese núcleo de principios,
creencias y valores de la cultura que la conforman sirve de base o fundamento a la
convivencia y a la organización de la sociedad; hace las veces de "común
denominador", es el punto de referencia obligado en relación al cual habrán de ser
valoradas positivas o negativamente y, por ende, aceptadas o rechazadas las
conductas, relaciones y soluciones que se propongan en esa sociedad. Aquellas que
tengan un punto de apoyo directo o indirecto en el núcleo cultural podrán ser admitidas
como legítimas, las que no, carecerán de sustento y serán rechazadas por la
sociedad.
c.- Es suprema, en cuanto al ser la base de sustentación de la legitimidad de las
conductas, relaciones y soluciones, conforma un marco que está jerárquicamente por
encima de toda autoridad y obliga no sólo a los gobernados, sino también a los
gobernantes, dado que éstos no encuentran sino en aquélla la legitimación de su
propio poder.
En este sentido Sánchez Viamonte señala que aún entre los pueblos de la antigüedad
se reconocía la existencia de una voluntad superior que se imponía a todos los
miembros de la comunidad: Los hebreos, los babilonios y los hindúes, por ejemplo,
veían en el rey un "ejecutor de la voluntad divina" y, por tanto, debía sujetarse a las
leyes divinas contenidas en los libros sagrados, ya que la misma legitimidad de su
poder dependía de su sujeción a tales normas.
d.- Encuentra fundamento en la naturaleza del hombre, porque la sociedad surge de la
tendencia natural del hombre a la convivencia, ésta requiere de un orden y éste a su
vez, de la existencia de una autoridad que lo garantice armonizando derechos e
intereses de los hombres entre sí y con el bien común. Pero esa autoridad, para ser
legítima, ha de tener entre sus finalidades y como límite de su actuar, el respeto por
los derechos fundamentales que surgen de la condición natural del hombre, en
particular de su dimensión trascendente, que le da a éste una especial dignidad que lo
hace "sujeto natural de derechos que nadie puede violar", y que son lógicamente
previos a todo tipo de relación, a la misma sociedad y a la constitución.
e.- Es producto de la cultura, porque cada sociedad va construyendo día a día y
generación tras generación su Constitución Real, en el mismo proceso en que
construye día a día su propia cultura. El hombre no tiene un conocimiento innato de los
principios jurídicos que están en su propia naturaleza, sino solamente la "capacidad
para conocerlos", y ésta admite grados de desarrollo y perfeccionamiento. El hombre
no posee por naturaleza la verdad, pero sí es "un ser que busca la verdad" y "esta
búsqueda abierta de la verdad, que se renueva en cada generación, caracteriza la
cultura de la Nación.
f.- Es dinámica. Aun cuando la tradición cultural tiene una fuerte incidencia en su
conformación, la constitución real no es algo estático y sólo producto del pasado, sino
que es esencialmente dinámica porque, al estar determinada por la cultura que es una
realidad humana, debemos concluir también que ambas son además "realidades
vivientes".
La constitución escrita o formal
El racionalismo y el liberalismo de los siglos XVII y XVIII, a través de las grandes
revoluciones, la inglesa, la francesa y la norteamericana, realizan un aporte
trascendental al proceso de construcción del mundo jurídico, cuando elaboran el
concepto de constitución como ley escrita, que sirve de instrumento para poner freno
al poder absoluto del Estado.

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Ésta no es otra cosa que un esfuerzo de la razón humana para reflejar el fenómeno
socio-cultural de la constitución real, como límite y freno al poder del Estado, en una
estructura lógico-racional de carácter normativo que, al adquirir certeza respecto de
sus contenidos por encontrarse reflejada en un texto escrito que puede ser fácilmente
conocido por todos, brinda mayor seguridad.
El carácter de "fundamental" y la consiguiente "supremacía", que en la constitución
real aparecen como consecuencia necesaria de la realidad cultural y de la naturaleza
humana, en la constitución escrita o formal se muestran como una supremacía lógico
jurídica en la jerarquía de las normas, porque esta última, al ser dictada por el Poder
Constituyente, obliga no sólo a los gobernados, sino también a los gobernantes
(poderes constituidos) y, en consecuencia tiene una jerarquía superior a las leyes
ordinarias que emanan de éstos.
Este aporte del racionalismo y el liberalismo significó un avance formidable en cuanto
a la protección de los derechos fundamentales del hombre y a la limitación del poder
estatal, en tanto permitió instrumentar en textos escritos y dotados de las garantías
jurídicas necesarias para asegurar su supremacía sobre todas las leyes y demás actos
de gobierno, una transacción de la sociedad acerca del contenido y alcance del núcleo
no negociable de la cultura de la sociedad y de las reglas de convivencia y
organización social derivadas de aquél. Ello importó un notable avance en relación a la
seguridad jurídica, aún frente a las dificultades que ofrecía en cuanto a su adaptación
al cambio social.
Sin embargo, en ocasiones se incurrió en el error de absolutizar el valor de ese
esquema lógico normativo reflejado en un texto escrito, considerándolo como si éste
fuera toda la constitución; ello como consecuencia de un excesivo racionalismo
positivista, e incluso se pretendió emplearlo como medio para poder "modelar" a
cualquier sociedad sobre principios y pautas uniformes, aún ajenas a su cultura.
Así puede ocurrir, por ejemplo cuando se impone a un pueblo una constitución escrita
que refleja instituciones nacidas de la realidad social y cultural de otro pueblo, o
cuando el legislador constituyente hace prevalecer su ideología por sobre los
contenidos del núcleo no negociable de la cultura de la sociedad.
II. EL ESTADO ARGENTINO Y SU ENCUADRE CONSTITUCIONAL

El Estado es una realidad social, una institución, que se constituye cuando en un


territorio determinado se organiza política y jurídicamente un grupo humano.
Es un grupo humano, que se organiza en territorio con un poder originario
autolimitado por el derecho y por medios coactivos legítimos para dominar sobre sus
miembros, a fin de satisfacer las necesidades de ese grupo y de lograr el bien común
público.
Los nombres del Estado
El Estado argentino surge en 1853 y se organiza con la constitución de ese mismo
año. Sin embargo, su ciclo de poder constituyente originario permanece abierto hasta
1860, en que concluye y se clausura con la incorporación con la incorporación de la
provincia de Buenos Aires.
Nuestro Estado recibe, a través de esta constitución, diversos nombres, todos ellos
igualmente oficiales, que derivan de la tradición y el uso histórico a partir de 1810. el
art. 35 dice que : “las denominaciones adoptadas sucesivamente desde 1810 hasta el
presente, a saber: Provincias Unidas del Río de la Plata, República Argentina,

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Confederación Argentina, serán en adelante nombres oficiales indistintos...”. Pero en
la formación y sanción de las leyes el citado artículo obliga a emplear el nombre
“Nación Argentina”. De estos cuatros nombres, el uso actual mantiene sólo dos:
República Argentina y Nación Argentina. La propia constitución, desde la reforma de
1860, emplea habitualmente el segundo.
De todos estos nombres oficiales, el que personalmente nos resulta más sugestivo es
el de las Provincias Unidas. En primer lugar, tiene ancestro histórico muy significativo.
En segundo lugar, es el que mejor se adecua a la realidad federativa de nuestro
Estado por que en verdad ¿qué es la República Argentina?. Una unión de provincias –
catorce preexistentes, y las demás surgidas dentro del mismo territorio originario por
provincialización de territorios nacionales-. Hoy no queda ningún espacio geográfico
que no sea provincial, y la ciudad de Buenos Aires, que es sede de la capital federal,
tiene un régimen de gobierno autónomo con la reforma de 1994.
Los elementos del Estado
Nuestro Estado se compone de los cuatros elementos que integran a todo Estado, a
saber: población, territorio, poder y gobierno.
B) El territorio: es la base física o el espacio geográfico donde se asienta la población.
El territorio –que no está en el “haber” del Estado porque no es “propiedad” suya, ni
siquiera a título de dominio eminente- circunscribe el ámbito del poder estatal en dos
formas: a) negativamente, excluyendo de su área el ejercicio de todo poder político
extranjero; b) positivamente, sometiendo a jurisdicción del Estado a las personas y los
bienes que se encuentran en el mismo territorio, o que estando fuera tiene algún punto
de conexión con él. Los límites del territorio, o fronteras internacionales, deben ser
“arreglados” por el Congreso, conforme al art. 75 inc. 15 de la constitución.
El territorio como elemento del Estado abarca: a) el suelo; b) el subsuelo; c) el espacio
aéreo; d) un espacio marítimo a partir del litoral marítimo.
Dada la estructura federal es factible distinguir los siguientes:
1) El territorio argentino (art. 14 Const. Nacional), es el territorio global o total,
descripto en el art. 15 como el “territorio de la República”, y en el art. 75 inc. 2,
como “todo el territorio de la Nación”. Puede llamarse también “territorio
nacional”.
2) El territorio federal, formado por la Capital Federal, que es una zona
federalizada (art. 3, CN); los territorios nacionales, cuando existían: art. 75 inc.
15, y el mar territorial argentino y su plataforma continental, situada fuera de la
franja perteneciente a las provincias.
3) El territorio de las provincias, asiento de éstas, mencionadas por el art. 6 de la
CN, sumado al espacio aéreo del caso, más la franja costera marítima y el
subsuelo accesorio. Tanto en el territorio federal como en el territorio de las
provincias, existen territorios municipales.
La población
La población o elemento humano consta de hombres que, en su convivencia, forman
grupos, asociaciones, instituciones, etc, y se relacionan en interacciones y procesos
sociales. El texto constitucional se refiere de diferentes maneras al elemento humano
del Estado argentino, y con acepciones no siempre nítidas.
a) Pueblo. Esta palabra aparece varias veces en la Constitución; por ejemplo, en el
Preámbulo (“Nos los representantes del pueblo”); en el art. 22 (“El pueblo no delibera

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ni gobierna, sino por medio de sus representantes”); en el art. 33 (hay derechos
constitucionales no enumerados “que nacen del principio de la soberanía del pueblo”),
y el art. 45
Es discutible si la Constitución, cuando habla de pueblo, se refiere a toda la población
(hombres, mujeres, menores de edad, extranjeros, transeúntes, etc), o sólo a una
parte de ella. En sentido lato, población y pueblo coinciden. No obstante pueden
hacerse una serie de distinciones. A la población estable la podemos denominar
“pueblo”. A la flotante meramente “población”. También se llama pueblo a la parte de
la población con derechos políticos, o más correctamente, pueblo es el cuerpo
electoral.
b) Habitantes. Esta expresión es utilizada en muchos artículos de la Constitución (14,
16 a 19 y 45). En principio, comprende a cualquier persona, incluyendo a los
transeúntes.
Sin embargo, en algunos casos, la palabra habitante puede ceñirse a los residentes
(por ej. en el art. 45, con el fin de determinar la base poblacional para elegir
diputados).

Bidart Campos asocia la palabra “habitantes” con los hombres que integran la
población. Dicha terminología es correcta porque, en la vinculación política del hombre
con el Estado, alude a la especificación más amplia posible. En el elemento humano o
población en sentido lato podemos incluir a tres clases de hombres: a) los que
habitualmente y con cierta permanencia habitan en el territorio; b) los que residen en él
sin habitualidad permanente; c) los transeúntes.
c) Población. El art. 4° emplea esta palabra, al referirse a quién debe pagar los
impuestos y contribuciones. Su sentido es también amplio.
d) Ciudadanos. La Constitución hace uso de esta expresión muchas veces, con
sentido diversos: “ciudadano de cada provincia”, en el art. 8; “ciudadano nativo”, en el
art. 89; “ciudadano por naturalización”, en el art. 21; “ciudadano extranjero”, art. 116, y
en el art. 20 habla de “ciudadano”, a secas, pero parece referirse al habitante
argentino.
La palabra ciudadano no tiene, pues, en la Constitución, un uso claro.
e) Argentinos. El art. 29 refiere a “la vida, el honor o las fortunas de los argentinos”.
Comprende tanto a argentinos nativos como por opción.
f) Extranjeros. Son los no argentinos.

La nacionalidad y la ciudadanía
El pueblo o población se compone solamente, según nuestra constitucional formal, de
dos clases hombres: a) los nacionales o ciudadanos, y b) los extranjeros no
naturalizados.
Conforme al texto de la misma constitución ella equipara nacionalidad y ciudadanía,
como surge del art. 20, donde reconoce a los “extranjeros” los mismos derechos civiles
del “ciudadano” (no dice: del “nacional”), no desvirtuándose esta identidad por el hecho
de que el actual art. 75 inc. 12 haya sustituido la terminología “ciudadanía natural” del
anterior art. 67 inc. 11 por la de “nacionalidad natural”. En las normas de la
constitución, pues, todo ciudadano es nacional, y todo nacional es ciudadano. Quien
no es ciudadano o nacional es extranjero.

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Un cuadro lo resume mejor:

nativos
Argentinos
(nacionales y
ciudadanos) (son originariamente
naturalizados los extranjeros que se
naturalizan
Habitantes “argentinos).

Extranjeros (los que no se “naturalizan” argentinos)

La protección de nacionales y extranjeros


Nacionales y extranjeros gozan de los mismos derechos civiles; así surge del art. 14,
que al reconocer esos derechos los titulariza en los habitantes; y de la expresa
afirmación del art. 20: “los extranjeros gozan en el territorio de la nación de todos los
derechos civiles del ciudadano”.
La equiparación nos permite anticipar que en la población de nuestro Estado todos los
hombres son iguales en libertad jurídica, capacidad jurídica, derechos, en su calidad
de personas y sin acepción de nacionalidad, raza, religión, etc.
El derecho constitucional de los extranjeros
Normalmente, el primer aspecto de la vinculación de un extranjero con nuestro Estado
está dado por: a) el derecho de entrar en su territorio, y b) la admisión por parte del
Estado.
El derecho de ingreso, y el consiguiente de admisión, no son absolutos. El ingreso no
consiste en una mera entrada física que coloca al extranjero dentro del territorio. El
ingreso se institucionaliza, al contrario, mediante condiciones razonables que la ley
establece, y con cuya verificación y aceptación se produce la “admisión” con fines de
cierta permanencia (lo cual no excluye algún tipo de control sobre la entrada sobre la
entrada de extranjeros en calidad de simples “transeúntes”).
La jurisprudencia de nuestra Corte Suprema tiene reconocida la facultad del Estado
para reglar y controlar el ingreso de extranjeros conforme con los preceptos
constitucionales, del modo y en la medida que lo requiera el bien común en cada
circunstancia. Este derecho de regular y condicionar la admisión de extranjeros no es
incompatible con los derechos individuales que ampara la constitución.

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La permanencia y la expulsión de extranjeros
Los residentes “ilegales” son los que ingresan y permanecen en el territorio argentino
sin haberse sometido a los controles de admisión reglamentarios y razonables, o que
se quedan en él después de vencer el plazo de la autorización de permanencia
concedida al entrar.
Puede negárseles el ejercicio de algunos derechos (trabajar, comerciar, ejercer
industria, abrir cuenta bancaria, etc.), pero no otros; así, es imposible negar que gozan
del derecho a la vida o a la salud; como es imposible decir que si acaso se hacen
parte en juicio se les puede negar la garantía del debido proceso y de la defensa.
Los residentes “temporarios” son los que han recibido autorización para permanecer
legalmente durante un lapso determinado, a cuyo término deben salir del país si no se
les renueva la residencia o si no se los reconoce como residentes “permanentes”.
Los residentes “permanentes” son habitantes, porque su permanencia es legalmente
regular. El derecho judicial de la Corte permite interpretar que quien ingresa y
permanece ilegalmente en nuestro territorio puede bonificar el vicio y adquirir calidad
de “habitante” si, no expulsado inmediatamente después de su ingreso, acredita
durante el lapso de permanencia ilegal su buena conducta.
Latamente, puede involucrarse en el término “expulsión” toda su salida de una persona
que se encuentra en territorio argentino, dispuesta coactivamente por el Estado, tanto
si su presencia es legal como si es ilegal.
El gobierno
La C.N. establece en su art. 1 que la Nación adopta como forma de gobierno la forma
republicana y representativa (el sistema federal es una forma de organizar el estado).
Nuestro ordenamiento normativo adopta el sistema de gobierno que posee EE.UU.,
aunque adaptándolo a nuestra historia y realidad social.
A pesar de no mencionarse expresamente, la forma de gobierno es un DEMOCRACIA
REPRESENTATIVA. La democracia puede ser:
1.- Directa o pura: el pueblo por sí mismo se da sus leyes y ejerce las funciones del
Estado.
2.- Indirecta o representativa: es la adoptada por nuestra constitución, ya que es el
pueblo el que gobierna pero por medio de sus representantes, art. 22 CN;
3.- Las formas de democracia semidirecta: agregadas por la reforma constitucional de
1994 en los art. 39 y 49.
República: "comunidad política organizada sobre la base de la igualdad de todos los
hombres, cuyo gobierno es simple agente del pueblo, elegido por el pueblo de tiempo
en tiempo y responsable ante el pueblo de su administración."
Los caracteres que representan a la República:
- Igualdad ante la ley.
- Elección popular de las autoridades.
- División de poderes.
- Periodicidad de los mandatos de los representantes.
- Responsabilidad de los funcionarios públicos.
- Publicidad de los actos de gobierno.

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- Consagración de derechos-obligaciones y garantías individuales.
Artículo 22 Soberanía Popular
Reiterando, la forma que adopta la C.N. es la democracia popular elegida como
expresión de la soberanía popular. Pero este pueblo no delibera ni gobierna sino a
través de sus representantes, dice el art. 22 el gobierno federal gobierna en
representación del pueblo.1
1 Caso Alem - Corte Suprema 1893. "Todos los funcionarios públicos son meros
mandatarios que ejercen poderes delegados por el pueblo, en quien reside la
soberanía originaria."
El art. 22 impone límites al derecho de peticionar. La violación de este principio
configura el delito de sedición, el cual consiste en atribuirse los derechos del pueblo y
peticionar en nombre de este, vulnerando los mecanismos representativos. El delito
tipificado en el art. 22 puede ser cometido por alzamientos militares, cívico-militares o
civiles que se militarizan. Los golpes de estado por militares asumen mayor gravedad,
dado que las fuerzas armadas son instituciones de la C.N. y emplean fuerza dada por
la República para su defensa, en la destitución de la autoridad legítima.
La ley 23.077/84 de Protección del orden constitucional y la vida democrática modifica
el Código Penal agregando estos delitos.

Las formas semidirectas de participación popular


Estas formas pretenden profundizar y ampliar la participación del pueblo en la vida
política, sobre todo en aquellas cuestiones políticas de interés público. La participación
del pueblo en la cosa pública no puede limitarse a la emisión esporádica del sufragio.
La reforma del año 1994 incorporó en el Capítulo II "Nuevos derechos y Garantías" la
iniciativa popular (art. 39) y la consulta popular (art. 40).
La iniciativa popular: habilita a la población (cuerpo electoral o fracción del mismo) a
formular propuestas al Congreso sobre nuevas leyes, derogación o modificación de
leyes vigentes. A diferencia de la consulta popular, la iniciativa pone en actividad a los
órganos del estado, no decide.
Los proyectos deben ser presentados ante la Cámara de Diputados y el Congreso
debe tratarlos dentro de los 12 meses. Estos proyectos no pueden tratar sobre reforma
constitucional, tratados internacionales, tributos, presupuestos o materia penal.
La ley 24.747 reglamentó el art. 39 de la C.N.
- Se necesita de la firma de un número de ciudadanos no inferior al 1,5% del último
padrón electoral utilizado para elegir diputados nacionales, y deberá representar por lo
menos a 6 distritos electorales.
- La justicia electoral corroborará por muestras de autenticidad las firmas.
- La Cámara puede rechazar la propuesta solo por no dar cumplimiento con el número
de firmas pertinentes, sin recurso alguno.
Consulta Popular: engloba dos institutos:
- El plebiscito: que es la consulta al cuerpo electoral para que responda, sobre asuntos
de interés fundamental para el estado.
- El referendum: se consulta al electorado mediante el sufragio (por sí o por no) sobre
un asunto público, generalmente de carácter normativo.

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El art. 40 C.N. prevé dos tipos de consulta popular:
- La consulta popular no vinculante (párrafo 1ro) Son convocadas por el Presidente o
por el Congreso, dentro de sus competencias. En este caso, la consulta no será 2 Las
acciones llevadas a cabo con la finalidad de llamar la atención de la opinión pública y
presionar a las autoridades con cortes de ruta, caminos o calles encuadra en la
prohibición constitucional.
Quiroga Lavie entiende "que ningún justificativo existió para restringirle al pueblo su
derecho de iniciativa en esas materias. Debió haberse reconocido sin limitación
alguna".

No es obligatoria, como tampoco el voto y sus resultados (incluso el gobierno puede


decidir en forma contraria al resultado).
- La consulta popular vinculante (párrafo 2do) La votación popular solo se da ante
solicitud del Congreso "es una sanción popular de las leyes" (P. Sagües). El congreso
somete a consulta popular un proyecto de ley y el voto afirmativo del pueblo lo
convertirá en ley (la promulgación es automática) La decisión es obligatoria para los
órganos gubernamentales.

III. LOS DERECHOS EN LA CONSTITUCIÓN


Declaraciones, derechos y garantías
El capítulo I de nuestra C.N. consagra tres tipos de normas:
1.- Las Declaraciones: son enunciados solemnes, manifestaciones políticas,
económicas, sociales, religiosas y culturales que configuran la Nación Argentina. Por
ej. La forma de gobierno u de estado, la relación con la Iglesia Católica.
2.- Los Derechos: consagra facultades de hacer, no hacer, de exigir determinado
comportamiento del estado o de terceros.
3.- Las Garantías: son instrumentos creados a favor de las personas que protegen los
derechos consagrados en la C.N. De las declaraciones y derechos subjetivos se
infieren otras garantías institucionales como la división de poderes, el derecho a la
jurisdicción y limitación del poder, la libertad de prensa,... Es así que la Constitución de
1953, sancionada siguiendo los lineamientos del constitucionalismo clásico del siglo
XVIII, reconoce a los habitantes los derechos individuales por los cuales se limita al
estado y da seguridad a los mismos.
Este primer capítulo consagra los valores y la ideología de las democracias liberales.
La ideología de este constitucionalismo es el liberalismo. La C.N. otorga facultades a
los hombres, o sea, otorga derechos, pero también "reconoce" ciertos derechos que se
consideran inherentes al hombre por su calidad de persona, ellos se llaman
DERECHOS NATURALES, la ley no los crea, los reconoce porque ya existen,
independientemente de que sean plasmadas en el texto constitucional o no.
En la declaración de derechos de la C.N. existen derechos expresamente reconocidos,
los enumerados y derechos no enumerados, también llamados implícitos. Todo
derecho esencial del hombre debe considerarse incluido en la Constitución, esté
enumerado o no. El art. 33 de la C.N. establece que "las declaraciones, derechos y
garantías que enumera no serán entendidos como negación de otros derechos y
garantías no enumerados, pero que nacen del principio de soberanía del pueblo y de
la forma republicana de gobierno". No solo alude a derechos de tipo político, sino a

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todos los derechos del hombre que nacen de su propia naturaleza, derechos que les
son debidos y que las leyes sólo pueden reconocer. Por ej. El derecho a la vida, a la
dignidad humana, al honor, etc. Los derechos implícitos, para su determinación en el
caso concreto, dan a los jueces un margen de discrecionalidad para definirlos y
controlarlos. El art. 33 tiene por objeto evitar que el estado o particulares, lleguen a
desconocer derechos esenciales del hombre, del sistema democrático y de la
soberanía del pueblo, por el solo hecho de no estar expresamente enumerado.
Estos derechos del hombre en cuanto persona, constituyen DERECHOS CIVILES y
pertenecen no solo a los nacionales o ciudadanos sino también a los extranjeros (art.
20 C.N.) "Los extranjeros gozan en el territorio de la Nación de todos los derechos
civiles del ciudadano..." Rigen en todo el territorio del país, a todos los que lo habitan y
no pueden ser desconocidos por el estado federal ni por las provincias.
En el Capítulo II de la 1ra. Parte de la C.N. se incluyó expresamente en el art. 37 los
DERECHOS POLITICOS, basados en el principio de la soberanía popular, que antes
de la Reforma de 1994 se consideraba contenida en el art. 33 como derecho implícito.
Incluye el derecho al sufragio, activo y pasivo, a constituir partidos políticos o integrar
uno, el derecho de reunión y manifestación. Los derechos políticos son derechos
humanos que se refieren a la participación del hombre en la organización política del
estado y en la vida interna de los partidos políticos.
Derechos Sociales
Al finalizar la 1ra. Guerra Mundial cobra auge el constitucionalismo social que tiene
como finalidad resolver la "cuestión social", la relación entre patrones y obreros,
incorporando a los textos constitucionales los llamados derechos sociales. El hombre
ya no es considerado aisladamente, sino como formando grupos, tales como la familia,
asociaciones, gremios de trabajadores. El estado que hasta esa época contemplaba,
se limitaba a no hacer, a no violar los derechos, ahora se veía en la obligación de
hacer, de proveer que esos derechos sean gozados, a intervenir. La reforma
constitucional de 1957 plasma los derechos sociales fundamentales en el art. 14 bis.
A partir de la reforma de 1994, a través del art. 75 inc. 22 se le dio a ciertos tratados
sobre derechos humanos jerarquía constitucional, superior a las leyes. Estos tratados
deben ser entendidos como complementarios de los derechos y garantías de la C.N.,
no derogan artículos de la 1ra. Parte de la C.N. Entre estos tratados se destaca la
Convención Americana sobre derechos humanos Conocido como el Pacto de San
José de Costa Rica, firmado en el año 1969 y aprobado por la Argentina según ley
23054 de 1984. Esta convención expresamente consagra derechos y deberes del
hombre y de los estados, varios de los cuales hasta la reforma de 1994 se
encontraban incorporados en nuestro texto constitucional.
IV. REGLAMENTACIÓN DE LOS DERECHOS
Relatividad
Los derechos que consagra la C.N. no son absolutos, sino relativos, o sea,
susceptibles de ser limitados o reglamentados.
La posibilidad de reglamentación surge del art. 14 cuando dice "Todos los habitantes
de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten
su ejercicio".
Esas leyes reglamentarias son las emanadas del Congreso, facultad concordante con
el art. 75 inc. 12. Indirectamente el poder ejecutivo, a través del art. 99 inc. 2 puede
reglamentar los derechos constitucionales, al hacer aplicables las leyes. No obstante

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ello, las normas constitucionales que reconocen derechos deben considerarse
operativas, o sea que deben aplicarse, aún a falta de reglamentación.
De todo lo expuesto hasta aquí se desprenden dos principios:
1.- No hay derechos absolutos.
2.- Solo la ley puede reglamentarlos.
El primero se corresponde con el principio de relatividad de los derechos y el segundo
con el principio de legalidad.
La reglamentación de los derechos deviene en necesaria, ya que imponer límites al
obrar facilita la convivencia social y el bienestar general.
La relatividad de los derechos le da base constitucional a la teoría del abuso del
derecho, teoría que parte de la concepción de que todos los derechos deben cumplir
una función social. El Código Civil acoge este principio al establecer: "la ley no ampara
el ejercicio abusivo de los derechos. Se considera tal el que contraríe los fines que
aquella tuvo al reconocerlos o al que exceda los límites impuestos por la buena fe, la
moral y las buenas costumbres."
El principio de Legalidad está expresado de modo genérico en el art. 19 de la C.N.
"Ningún habitante de la Nación está obligado a hacer lo que no manda la ley, ni
privado de lo que ella no prohíbe."
La finalidad de este principio es la seguridad individual. La ley predetermina las
conductas debidas o prohibidas, así los hombres pueden conocer de antemano lo que
pueden hacer y lo que no, para no depender de la voluntad de quien manda en ese
momento. Sabe con anticipación las consecuencias de sus actos. Este postulado se
complementa con otro, base de la libertad jurídica: "todo lo que no está prohibido está
permitido."
El derecho de cada uno encuentra sus límites en la libertad y en los derechos de los
demás, y el deber que conlleva el bien común. Únicamente la ley puede prohibir y
ordenar, es el límite y la garantía de la libertad. Solo ella puede reglamentar los
derechos.
El principio de razonabilidad
El art. 28 de la C.N. fija el límite de la facultad reglamentaria del Congreso. Las leyes
reglamentarias no pueden alterar los principios, garantías y derechos reconocidos en
la Constitución.
Lo que la ley mande o prohíba debe ser justo, lo que constitucionalmente quiere decir
"razonable", sino es arbitrario. La Razonabilidad alude al debido proceso material, o
sea, al contenido de esa ley y consiste en una valoración jurídica de la justicia, por ello
la finalidad de este principio es preservar el valor justicia.
El principio de legalidad y razonabilidad en definitiva demarcan las facultades del
poder.

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