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El hacer del canto
1. Ninguna apologia supo nunca cuestionar de una
manera tan radical esta forma inquietante y especifica del
hacer, de la producci6n, que une el verso y Ia pintura, la
escultura y a misica -ninguna exaltacion supo hacerlo-
con un desprecio tal de la doxa, cuestionar Jas antinomias
constitutivas tanto como la condena platénica. Es cierto
que la investigacién esta a veces bien disimulada: si, en
efecto, no se trataba mas que de technai relativas a la orna-
mentacién (peri ton kosmon), 0 de un juego de nifios
(pdignion), sin ninguna intencién seria (Politica, 288 c),
zcémo explicar la afirmacién que da inicio al libro X de la
Repiiblica: “Y por cierto [...] si tengo otras razones para
creer que nuestra ciudad ha sido fundada de la manera
més correcta posible, es sobre todo softando con nuestras reglas
acerca de la poesia” (peri poiéseos) (idem, X, 595 a)? La im-
que ae mos Otorgar a la critica precedente (y
‘a ontology! ente la ee
ee ahh ih
tes del “gran final”, doncle Platon muestea, entee ottow
a ay il NW muestra, entre otros,
qué tipo de mythos podria tener derecho de ciudadanta en
su utopia) es por lo tanto excepcional, Es evidente, ade-
MW
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mis, que esta critica concierne precisamente a las technai
recién evocadas, dicho de otra manera, que estas was
designan una “famil La insiste cia on
idea de techne oen la etimologia de la palabr a pes, pies
saria para comprender el contexto y el origen mismo de
esas formas especificas de produccién (cuyo alcance miti-
co, que esta estética ignora, veremos), puede conducir a
sobrevolar el problema que emerge aqui y solo aqui, del
que solo esas obras dan prueba, en suma: del que solo esas
obras constituyen la “verdad”! La palabra péiesis es un ter
mino vasto y complejo; y si, siguiendo la célebre defini-
cion de el Banquete, la péiesis es la causa “que hace pasar algo
del no-ser ala existencia” (cf. también el Sofista, 265 b), de
manera que los poietai son Jos artesanos de todas las artes
los oficios, estos filtimos, sin embargo, son Ilamados con
otros nombres y los poietai ahora designan tnicamente a
los “artesanos” de la mtsica y de la métrica. En total “una
sola porcion puesta aparte del conjunto de la poest [...] se
Ilama como el género entero” (Banquet, 205 b-c). Ahora
bien, es solo sobre esta “porcién” que, en la Repitblica, en
la Politica o en las Leyes, fandan el juicio y | “conder
platénica. La complejidad de la idea de poiest ampoco
puede reducirse a una fenomenologia de los diferentes
a virtud La yirrud no es BES
rdlad, aletheue!
1. La alétheia constituye el ergon de tot!
que la disposicion a través de la cual se EXD!
one
Como sabemos, sein Aristdteles, estas dispos
conttas fa reehne tiene por objeto la puiesis el product (Erie a Niven
VI, 263). Asi pues, tanto la rechre como kis disposiciones yperiores del
alma estén comprendidas en ka alerhena: dicen tt vind, dicho de Oe
manera, hacen aparece, descubren. Fr emus decir que ht teues
cidental encuentra aquf su origen, pero elle de
an arte”?
roblema platénico: gqué es i
problema platénico: gqué es lo que Ia paiesis nos rev
eCudl es la forma de su alethenein?
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El hacer del canto
productos, 0 poiémata, pero implica una diferencia en la
forma misma de la producci6n, una diferencia inherente
al pasaje del no-ser a Ja existencia. En suma, la emergencia
de una péiesis claramente distinta del conjunto de la pro-
duccion, de una techne poietica sui generis, no podra sino
volver mis complejo y problematico este pas je en sf mis-
mo, 0 mejor atin, no podra sino iluminar de otro modo,
siguiendo sus propias perspectivas, el problema general.
Me parece que solo en este sentido podemos explicar el
juicio de Plawén (y también en este sentido su discurso
constituye una interrogacion radical sobre el hacer artisti-
co): esta péiesis (que el Banquete suprime del conjunto) vio-
Jala forma general del pasaje del no-ser a Ja existencia que
caracteriza toda produccién, o al menos, no parece poder
relacionarse con ella.
Cada rechne, en efecto, tiene asignada un lugar bien de-
finido en la organizaci6n de la polis. Una vez. establecido el
jado el Tiempo que abarca to-
orden jerarquico, una vez fi
dos los movimientos especificos, una vez admitida la su-
perioridad de Ia totalidad sobre las partes (las cuales no
forman simplemente la totalidad, siendo la totalidad “mas”
que el conjunto de las partes singutares), y por lo tanto de
la ciencia politica sobre el conjunto de las competencias y
de las funciones, los diferentes demiurgos participardn con
su obra necesaria a la vida de la polis, que los guardianes
tendran por tarea defender de toda forma de corrupcién.
Lo que amenaza a las artes “buenas” para !a polis, ya la
polis entera, es la péiesis del metro, de la miisica y de la
pintura. Se trata de dos formas de péiesis, que no solo se
diferencian, sino que se oponen entre si; ahora bien, esta
iltima clase de pdiesis debe ser rechazada, condenada, cen-
surada, incluso desterrada. Su poder aparece, pues, como
terriblemente serio. :Pero en qué consiste exactamente?
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¢Cual es la raz6n esencial del terrible peligro
senta? Las respuestas que nos da Platén . a repre-
. ee son tan conocida
que es sin duda intitil enumerarlas, Podemos disti it
los argumentos hist6rico-éticos, discutidos en los bres
y II, de los argumentos gnoseolégicos contenidos en el
libro X, pero el razonamiento plat6nico aparece como ri-
gurosamente unitario solo si se interpreta a la luz de la
pregunta previamente formulada. La filosoffa misma, en
tanto tal -y, por lo tanto, el principio que esta “obligada” a
gobernar (VII, 520 b y sigs.)— tiene como origen una de-
cisién* irrevocable e irreversible respecto dle esta péiesis. Por
cierto, la filosoffa reconoce en ella un peligro, un princi-
pio de corrupcion en relacién con el orden de la polis. Sila
filosofia debe “condenar” esta poesia, no es simplemente
porque contradice los principios que regulan la Utopia,
que los filésofos construyen y de la cual quieren ser los
guardianes, sino porque constituye e/ adversario, e? peli-
gro de los fundamentos mismos de su logos. La poesia
constituye el “no” de ese logos, el “no” que es logos oye
absolutamente desterrar y que se niega para siempre 3 de-
venir o a volver a devenir, ese “no” que lo define en sus
propios términos y en su propia timé, Si penetrara en la
polis, si participara de la Utopia filoséfic seria como St
negara el principium firmissimum: ese “no” prohibido, que
el Jogos quiere asegurarse de que no existira jams, erm
naria por expresarse en el interior de la esfera delimitada
del logos. Y el logos, entonces, en el interior de sus Pro~
pios limites, serfa a la vez si m i
y no seria al mismo tiempo.
de si, serta
4 El término decidir debe ser entendido, en Cac
le su sentido etimoligico (cortar, sepurar cortando). [Nota de la tea
cién al francés.}
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