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I. INTRODUCCIÓN:
La coyuntura actual ha afectado a todos los sectores sociales, sin importar su naturaleza,
pues ha generado una reducción acelerada de empleos, un cambio en las prioridades de
consumo y una transformación de los hábitos de millones de ciudadanos alrededor del
mundo.
Si bien la Covid-19 ha simbolizado una coyuntura difícil para la sociedad a nivel global,
evidentemente, pasará a la historia, como otras pandemias que han ocurrido a lo largo del
tiempo, y a la sociedad le quedará el enorme desafío de salir adelante. Por este motivo,
las organizaciones desde ya deben de repensar sus formas de trabajo, cómo será la
nueva articulación entre los equipos de colaboradores, de qué manera gestionarán su
nueva realidad, entre muchas otras cuestiones que pueden surgir.
Un reto clave recae entonces en los líderes, que se verán enfrentados a navegar un
panorama incierto, desconocido y para algunos tal vez, aterrorizador. Por este motivo
debemos enfocarnos en ¿Cuál será el rol de liderazgo de las personas competentes
en sus organizaciones educativas? ; Por ende; una persona líder es aquella que
tiene la capacidad para identificar situaciones problemáticas, aprender y utilizar sus
habilidades, conocimientos y motivaciones para actuar y resolver estos problemas
y conseguir los resultados perseguidos con un alto estándar de desempeño.
Consideremos entonces la razón de éxito de estos individuos es el alto desarrollo que
poseen de sus competencias, que en conjunto son sus aptitudes, actitudes,
conocimientos, habilidades y destrezas, y que les permiten desarrollar con un alto nivel de
excelencia gran parte de sus actuaciones. Ser competentes en el ejercicio de nuestras
obligaciones o desempeñando implica; actuar para conseguir resultados; nada se produce
sin acción. Pensar para elegir las acciones más adecuadas a la situación y de acuerdo a
los resultados perseguidos. Para pensar y actuar con eficacia necesitamos disponer de
los conocimientos, habilidades y motivación necesarios que nos hagan capaces de
acometer y resolver problemas y conseguir resultados. (Coronel, Moreno y Padilla, 2002;
Cuadrado, 2003; Hargreaves, 1998; Muñoz y Marfán, 2011), Subrayan que el impacto del
liderazgo participativo está orientado a estimular la iniciativa del profesorado, practicar la
delegación de funciones y propiciar la accesibilidad de todas las personas hacia el líder
institucional, concretadas estas características en el papel pedagógico que ha de
caracterizarlo.
Fernández y Quintero también explican que los líderes transformacionales logran dar
respuesta rápida a las demandas del entorno porque cuentan con seguidores que fueron
influidos. Este tipo de líder transformacional “tiene cualidades para asumir riesgos, hacer
cambios ante las situaciones presentes y posee una visión que le permite ver
oportunidades, las cuales aprovecha, y, además, logra transmitir el interés e inspira a sus
seguidores para que crean y asuman los mismos proyectos” (p. 60).
Los líderes exitosos han aprendido a ver el ambiente de su organización desde un punto
de vista holístico; este enfoque amplio es lo que el concepto de cultura escolar le ofrece a
los directores y a otros líderes dándole un marco más amplio en el cual trabajar para
comprender problemas difíciles y relaciones complejas dentro de las instituciones
educativas. Al profundizar su comprensión de la cultura escolar estos líderes estarán
mejor preparados para formar en valores, las creencias y las actitudes necesarias para
promover un ambiente de aprendizaje estable y beneficioso.
En este sentido, como argumentamos en este trabajo, una asignatura pendiente es el
modelo actual de dirección de los establecimientos escolares, que impide el ejercicio de
un liderazgo pedagógico (Weinstein, 2009; Bolívar, 2006). Se requiere un quiebre en
atribuciones y competencias de los directivos, de forma que potencie su incidencia en la
mejora de los aprendizajes de los respectivos establecimientos educacionales.
Desde luego que los autores antes mencionados también advierten sobre los riesgos de
hacer uso perenne de liderazgos como el coercitivo. Por ello, hemos llegado a la
conclusión de que el liderazgo es un conjunto de habilidades y decisiones complejas que
deben ejecutarse para atender necesidades organizacionales, dentro de un contexto de
relaciones interpersonales que requieren determinación constante y objetivos firmes. Por
tal razón, es que el ejercicio del liderazgo se desarrolla en climas de cambio, desorden y
ambigüedad, los mismos que requiere liderazgo, y sobre este último concepto versará el
lacónico contenido de este ensayo.
II. ARGUMENTACIÓN:
El liderazgo pedagógico que han de asumir los responsables de la mejora de los centros
educativos y de sus programas requiere de la competencia de gestión, que conlleva la
claridad en la toma de decisiones y la coherencia, mediante los cuales adoptará las
acciones más valiosas, que propicien la transformación de los centros y el desarrollo de
proyectos de mejora (Coronel, Moreno y Padilla, 2002; Cuadrado, 2003; Hargreaves,
1998; Muñoz y Marfán, 2011). El desarrollo de los programas de mejora aplicados en los
centros depende de la capacidad de coordinación y del estilo de motivación del líder para
que se ejecute el programa desde una cultura y clima de colaboración, en el que todas las
personas se sientan miembros activos y creadores de sentido en la Comunidad
Educativa. Esta tarea es la base de la gestión del liderazgo, consiguiendo el compromiso
de otras organizaciones, emprendedores y administraciones que serán incorporadas
como corresponsables de estas prácticas innovadoras (Medina y Gento, 1996; Grant y
Ray, 2009; García, M., 2011; Gento, 2012).
- Tienen un efecto positivo y unificador. Ayudan a establecer la visión, los valores y las
creencias.
- Conducen al cumplimiento de metas. Ayudan a establecer metas y crear un ambiente
participativo en el cual los demás puedan cumplir con éxito las actividades laborales.
Como puede ver, cualquiera puede ser un líder en este contexto, y un buen líder no solo
permite y anima a los demás a asumir funciones de liderazgo, sino que también crea el
ambiente y las oportunidades para que lo hagan. El líder designado se responsabiliza de
asegurar que la visión se articule y comunique, que el grupo defina metas y que los
miembros desarrollen las herramientas y los recursos necesarios para alcanzar el éxito en
el cumplimiento de la misión. El líder hace esto de una forma regular y consistente.
Otro punto que nos atañe es respecto a los líderes creativos es que instintivamente
los líderes reconocen que la creatividad y la innovación son el sustento de su
organización. Las ideas nuevas pueden guiar a programas que son superiores a otros en
desarrollo o planeados por la organización y que se hubieran desechado o nunca iniciado
si hubiera aparecido una mejor idea o programa. Por eso, la misión de todo líder debería
ser buscar continuamente ideas y programas que sean superiores a los que la
organización está desarrollando actualmente. En una palabra, a esto se le llama progreso.
Sin embargo, para completar el proceso creativo hace falta más que originalidad. Los
pensamientos originales que no se examinan críticamente no se pueden refinar en
conceptos útiles y correctos; las personas menos creativas tienden a juzgar o rechazar
ideas con demasiada rapidez. Las personas creativas piensan cuidadosamente lo que
están buscando, y aclaran las razones de sus reacciones a las ideas emergentes.
Tienden a dedicar más tiempo a buscar pensamientos originales que puedan mejorar o
incluso reemplazar las ideas emergentes.
III. CONCLUSIONES:
Alvear, L.H. (2012). “Liderazgo institucional o liderazgo del sistema: una investigación
sobre un liderazgo en Chile”. Educar, 48 (1) 43-68.