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La degradación de suelos en México

En México, la desertificación forma parte de un problema de orden


nacional que es la degradación de suelos en usos agropecuarios y
forestales en tierras secas y montañosas principalmente. La
desertificación es ante todo un problema de desarrollo sostenible.
Es una cuestión de pobreza y bienestar humano, así como de la
preservación del medio ambiente. Los problemas sociales y
económicos, de seguridad alimenticia, migraciones y la estabilidad
política, están estrechamente relacionados con la degradación de
suelos y con otras cuestiones ambientales como son, el cambio
climático, la diversidad biológica y el abastecimiento de agua
potable.
El 1 de junio de 1995, mediante decreto que se promulga en el
Diario Oficial de la Federación, México ratifica la adhesión a la
Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la
Desertificación en los países afectados por la sequía grave o
desertificación (CCD). Para efectos de la convención y para el país,
desde este decreto de promulgación y hasta principios de 1999, se
entendió que la desertificación es la degradación de suelos de
zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, resultante de
factores diversos, tales como las variaciones climáticas y
actividades humanas. Esta definición incluye tres elementos
distintos y con requerimientos diferentes como son las sequías
recurrentes (en periodos cortos), fluctuaciones climáticas a largo
plazo y degradación de suelos por actividades humanas. Un aspecto
de mayor importancia en esta definición es el concepto
degradación de la tierra, que es sumamente diferente,
conceptualmente, a degradación del suelo ya que en la primera no
sólo se contempla la degradación del suelo sino de cualquier otro
de los elementos biológicos y físicos del terreno, como son la
cubierta vegetal, la biota animal, los recursos hídricos, etcétera.
Acerca de las causantes principales de la degradación del suelo,
destacan sobremanera las actividades humanas, pues la
satisfacción de las necesidades materiales del hombre supone la
transformación de los recursos naturales y con frecuencia la
alteración del medio ambiente.
Esta visión de la naturaleza ha provocado que cerca de la mitad de
los suelos del país presente actualmente problemas de degradación
en algún grado.
El proceso más importante de degradación del suelo en México es
el químico. Los efectos más dramáticos se presentan por la
declinación de la fertilidad y la reducción del contenido de materia
orgánica, lo que deriva en zonas improductivas para cualquier
actividad económica. De la misma manera, la erosión también
afecta las capas superficiales de las tierras, donde si bien es posible
seguir desarrollando actividades agropecuarias y forestales, se
presenta una baja considerable en la producción y en estas áreas
donde es posible revertir el fenómeno mediante un uso sustentable
del recurso. Otro tipo de degradación de gran importancia es la
erosión hídrica (con pérdida del suelo superficial), es un tipo de
degradación que afecta principalmente a las zonas de bosques de
coníferas y encinos.
Se ha identificado que la mayor degradación de los suelos del país
se debe a la deforestación asociada a cambios de uso del suelo
hacia actividades agropecuarias. El deterioro de los suelos
relacionado con tales actividades se debe a prácticas de producción
inadecuada tales como la aplicación excesiva de riego, la quema de
residuos de cosecha, el exceso de labranza y la falta de prácticas de
conservación de suelo y agua.
Retos en la lucha contra la degradación de tierras y la
desertificación
Si bien México ha realizado numerosos esfuerzos para prevenir y
controlar la degradación de suelos y la desertificación, también es
cierto que hay todavía mucho por hacer.
Dado el carácter multisectorial de la degradación del suelo, sus
causas y consecuencias, en un primer reto se ubica la construcción
de una adecuada coordinación intersecretarial que permita el
diseño y aplicación de problemas integrales, que ayuden a abordar
problemáticas como el cuidado en el aprovechamiento de los
recursos naturales, el mejoramiento de las actividades productivas,
la suficiencia alimentaria y la lucha contra la pobreza, entre otras.
Un mejor entendimiento de los procesos de la degradación de
suelos, y particularmente de la desertificación y sus vínculos con la
sequía, representa otro tema en el que como país se deberá
profundizar para lograr mejores resultados en la aplicación de
medidas para controlar y revertir el deterioro de tierras. Las
variaciones climáticas están afectando sensiblemente las
características de las sequías, las cuales se constituyen como la
principal causa natural que origina el deterioro de las tierras secas,
por lo que la comprensión de sus efectos puede ayudar además a
establecer las sinergias necesarias con la Convención Marco de
Cambio Climático.
México formuló en 1994, antes del establecimiento de la
Convención de Lucha Contra la Desertificación y la Sequía, un
documento guía llamado Plan de Acción de Combate a la
Desertificación. Este plan si bien orienta de manera general las
acciones, requiere ser actualizado de acuerdo con los avances en
diagnóstico, marco jurídico e institucional y participación social. El
reto de actualizar el plan de acción incluye además mecanismos y
compromisos claros para la elaboración y operación de programas
y proyectos, así como ampliar el concepto de degradación de suelos
en el ámbito de su aplicación.
No obstante, persiste el reto de incrementar y fortalecer la
participación social, no sólo a partir de mecanismos
institucionalizados, sino también en el marco del principio del
desarrollo participativo que promueve la Convención y que otorga
un papel protagónico a las comunidades locales para la
identificación, planeación, puesta en marcha y evaluación de sus
proyectos relacionados al tema.
Participación social para la lucha contra la desertificación y la
degradación de tierras
La planificación tradicional para el desarrollo se ha realizado con
demasiada frecuencia "de arriba-abajo": los expertos externos, que
comienzan el proceso definiendo las metas, actividades, y
resultados previstos, visitan algunas veces la zona para consultar a
las autoridades locales, informales acerca del contenido del plan e
invitar a la comunidad a colaborar en la ejecución de los proyectos.
La Convención cambia radicalmente este método de trabajo. El
espíritu y los términos de la Convención reflejan la filosofía del
desarrollo participativo; los programas de acción para luchar contra
la desertificación se organizarán ahora en el ámbito local y se
basarán en una participación local genuina.
Para combatir la degradación de tierras y la desertificación, México
ha adoptado también este enfoque de desarrollo participativo y
pone un fuerte énfasis en la participación de la sociedad civil,
particularmente de las comunidades, las cuales poseen una valiosa
experiencia y un conocimiento especial de su propio entorno.
Cuando no asumen la responsabilidad para gestionar los recursos
naturales, su aprovechamiento y de esos recursos se vuelve muy
ineficiente y ello lleva a menudo a la degradación de suelos. El
desarrollo participativo reconoce el derecho que poseen las
comunidades locales sobre sus recursos, pues son los primeros
interesados en aumentar la productividad agrícola, velando por
mantener el equilibrio ecológico de sus frágiles tierras a largo plazo.
Además, la participación local en la planificación y toma de
decisiones es un elemento esencial para consolidar las capacidades
locales.
En 1997 surge la Red Mexicana de Esfuerzos contra la
Desertificación y la Degradación de los Recursos Naturales (RIOD-
Méx) que agrupa a 46 organizaciones no gubernamentales,
organizaciones de productores y representantes del sector
académico, quienes en un esquema de corresponsabilidad entre el
gobierno y la sociedad están realizando diferentes acciones
orientadas a lograr una mayor conciencia social sobre la gravedad
del problema de la degradación de tierras, así como hacia el
fortalecimiento de las capacidades locales y regionales para
enfrentar esta problemática y sus efectos.
Deben ser participantes activos aquellas personas que intervienen
directamente en la gestión y aprovechamiento de las tierras. En el
caso de la degradación de los suelos, los pequeños agricultores,
pastores, silvicultores, y otros usuarios locales son indispensables
para la buena marcha de este proceso, ya que están en contacto
más estrecho con la tierra. Las autoridades tradicionales (por
ejemplo, ancianos, comisariados ejidales y representantes de
grupos comunitarios), así como funcionarios regionales y
nacionales son también imprescindibles para hacer dinámicas las
actividades. También es indispensable contar con la participación
de expertos técnicos, investigadores, organizaciones no
gubernamentales (ONG's), y asociaciones de voluntarios, por la
pericia y conocimientos técnicos que puedan aportar.
Por otra parte, la Ley de Desarrollo Rural Sustentable (08-
diciembre-2001) establece la creación de los mecanismos de
coordinación y concurrencia, no sólo a nivel federal, sino también
en el ámbito de los estados, municipios y distritos de desarrollo
rural, lo cual tiene como objetivo un fortalecimiento de las
instituciones locales para garantizar una mejor participación de los
actores locales en las decisiones relativas al desarrollo.
Primer Informe Nacional de la Aplicación de Lucha Contra la
Desertificación y la Degradación de Tierras (versión resumida)
La atención a los problemas de degradación de los recursos
naturales y su relación con la pobreza que se presenta
principalmente en el medio rural, han sido motivo de atención por
parte de diferentes sectores sociales, económicos y políticos, cuya
gestión hacia la consolidación de políticas y programas de
desarrollo sustentable, ha estado inmersa en los diversos esfuerzos
que mundialmente se han gestado para la protección y
conservación de la naturaleza.
Con la plena convicción de que los acuerdos internacionales son
importantes para que los países asuman responsabilidades sobre
problemas de carácter global e impulsan la necesaria relación entre
países, a la vez que se enriquecen de las experiencias locales,
México participó en la Convención de Lucha contra la
Desertificación y la mitigación de los efectos de la sequía (CCD)
desde la fase de negociaciones tendientes a su establecimiento,
firmando y ratificando su adhesión a la CCD a inicios de 1995.
Cuando México asumió la responsabilidad de aplicar los mandatos
de la CCD , contaba ya con un diagnóstico global sobre la
desertificación en el país, además, había elaborado su Plan de
Acción de Combate a la Desertificación (PACD-México) que
involucró a diferentes actores de la sociedad, lo que refleja la alta
prioridad que para el país tiene este tema.
La implementación de la CCD en México, se aborda desde una
perspectiva nacional, con base en el reconocimiento de diversas
regiones. De esta manera, a través del desarrollo regional se busca
la aplicación diferencial de planes, programas y estrategias
adecuados a distintas condiciones naturales, socioculturales y
económicas. Este enfoque, de desarrollo regional permite la
articulación inter-sectorial, la concentración de esfuerzos, un mejor
uso de los recursos disponibles y una mayor participación social.
Los planteamientos y objetivos del PACD fueron puestos en práctica
a través de una amplia gama de programas y proyectos que
abordan los campos de la conservación de recursos naturales, el
mejoramiento de los sistemas productivos rurales y el combate a la
pobreza.
Este primer informe nacional, además de informar a la Conferencia
de las Partes sobre la situación del país con respecto a las medidas
tomadas para la aplicación de la CCD, constituye un importante
ejercicio de auto evaluación que deberá retomarse en el proceso de
actualización del PACD para garantizar una efectiva participación a
todos los niveles de los diferentes sectores de la sociedad mexicana
en la lucha contra la desertificación.
Asimismo, el Inventario Nacional de Suelos ha implementando la
Evaluación de la Degradación del Suelo causada por el hombre en la
República Mexicana, escala 1:250 000, la cuál servirá de base para
una planeación estratégica de conservación y restauración de
recursos forestales y de suelos, por regiones, ecosistemas y
cuencas, en apoyo a la Lucha contra la Desertificación y Sequía en
México.
Fuente: Inventario Nacional de Suelos / Semarnat, 2002, con base en:
Informes de CONAZA / SEDESOL, Plan de Acción para Combatir la
Desertificación en México, (PACD-México, 1994), México; Diario Oficial de la
Federación (D.O.F.) del 1 de junio de 1995 (Págs. 5 a la 36); Informes de
Semarnat / PNUMA, 1999.
Convención de las Naciones Unidas de lucha contra la desertificación.
Informe de México 2000-2002. SEMARNAT, Dirección General de Estadística
e Información Ambiental, 2006 con base en: Semarnat y Colegio de
Postgraduados, «Evaluación de la Degradación del Suelo Causada por el
Hombre en la República Mexicana, escala 1:250 000. Memoria Nacional
2001-2002». México. 2003.

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