Está en la página 1de 153
FRANCISGO SUAREZ Disputaciones metaftsicas PRESENTACION DE SERGIO RABADE ROMEO ESTUDIO PRELIMINAR DE FRANCISCO LEON FLORIDO R.P FRANCISCVS SVAREZ Granatentis E SOCIETATE IESV DOCTOR THEOLOGVS et inConnimbricenfi Academia primatins Profelfor Obit anne 3817.25 Seprembris, eats fire 70 Retrato del jesuita granadino que ya en vida obtuvo el ceconocimniento ficial como Dacto: Eximio gracias a su labor como jurisconsullo espe- cializado en la definiciéa de una nueva jerarquia legislativa y, como Tago, en su condicién de maximo reprecentante de la corrient filosstica 0s denominada vescoléstica del Bartoco». Reservados todos los derechos. EI contenido de esta obra esté protegido ppor la Ley, que establece penas de prisién y/o multas, ademas de las Correspondientes indemnizaciones por datos y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren publicamente, en {edo o en part, una obra liteara, artista o clentifica, 0 Su transtormacién, interpretacién © ejecucién atistice, jada en cuakquier tipo de soporte 6 ‘combnicada a través de cualquler medio, sin la praceptiva autorizaci6e. © Del Estudio preliminar: Faancisco Ledw Fiokio0, 2011 © De la seleccion y preparacién de fos textos: FRANCISCO LEON FLORIDO ‘Ana Matin. CARMEN MINECAN, 2011 De la traduccion: $eRci0 RABADE ROMEO, Sa:VAOR CABALLERO SANCHEZ yAMTORO PuLGctRVER ZANON, por gentileza de Sergio Rébade, derechos Tesewados, 2011 © Dela presentacién: Sercio Ravant Roweo, 2011 © De las imagenes, ARCHIVO ANAYA (GARCIA PELAYO, A MARTIN, J.) salvo la del pigna 4 popicdad de Prisma, 2011 © EDITORIAL TECNOS (GRUPO ANAYA, 9. A, 2011 Ivan lenacio Luca deena 15~ 20027 Madhid ISBN"878-84-309-5283.0 Depisito legal: M-38.042-2011 Printed in Spa ipreso en Espafia por Lavell PRESENTACION .. ESTUDIO PRELIMINAR |. Francisco Suarez (1548-1617): Contexto biografico e intelectual se II. La modlemidad de las Disputaciones en la historiogratia contempordnea.... ne 1. La deuda escoldstica de Descartes. 2. Sudrez y el nacimiento de la ontologia..... 3. La construccién suareciana de! sistema metali- $1C0 nn 4, Lametatisica de Suérez como eje de la estructura de pensamiento moderna. IM Las Disputaciones y fas docirinas metafisicas mo- der 8 av 1. De la metafisica a la ontologia . 2. La doctrina de las distinciones y ia nueva episte- mologia. IV. Ef problema dela libertad y la fundamentacion cel poder politico. 1. Nuestra seleccién fl 8 Inpice BIRLIOGRAFIA sssnssntecninsnniensesei 6 DISPUTACIONES METAFIGICAS.-snsnsencn nen 67 APENDICE: RELACON DE AUTORES QUE APARECEN EN LA SELECOION... 303 Presentaci6n por Sergio Rabade Romeo Una obra sobre Sudtez debe siempre ser bien recibida por parte de quienes se dedican a la filosofia y rastrean gustosos las aportaciones hechas desde Espafia al desarrollo hist6rico del filosofar. No deja de resultar decepcionante que con fre- cuencia se dé casi por descontado que el pensamiento espa- jiol se absuelve en Ortega y Gasset y Unamuno. Del resto se conoce el nombre y poco mas. Suarez es un caso destacado de autor cuyo conocimiento apenas rebasa el de su nombre, dejandolo perdido en la penumbra del pasado, Por tanto no podemos menos de aplaudir fa publicacién de una obra rei- vindicativa del filésofo espafiol que mereci6 ya de sus con- temporéneos el ilustre sobrenombre de «Doctor Eximios, Por eso nos produce satisfaccién la obra del Dr. Leén Floride. No hace falta decir que Francisco Suarez no es solo exi- mio en filosofia, sino que lo es asimismo en el plano juridico y en el teoldgico. Mas, a nuestro parecer, la presencia e ine fluencia del autor granadino en fa cultura europea destaca so- bre todo en el campo de la filosoiia. Si en el generoso catélogo. de sus obras se quiere buscar aquella que nos sirva para perfi- {9} 10 SERGIO RABADE ROMEO lar su figura, creemos que esa obra la constituyen sus famosas Disputaciones metafisicas. ¥ a esta obra esté dedicado el libro del Dr. Leén Florido. Se trata de una antologia que trata de espigar, en las densas dos mil paginas de la produccién ori nal del pensador granadino, un elenco de cuestiones que, si por el lenguaje expositivo nos parece algo abstruso y hasta remoto, el analisis del contenido los hara familiares al estudio so de la flosofia. Como toda antologia, es posible que ésta no cuente con el aplauso de todos los estudiosos de Suérez. Esta situacida es inevitable en un autor de una obra tan amplia y compleja como la que nos ocupa. Sin embargo, no debe du- darse de que en el libro que presentantos esién recogidas pro- blemas nucleares del fildsofo jesuita. A través de las paginas que se nos ofrecen podremos entrar en famitiaridad con el pensamiento de un fildsofo, miembro insigne de la Orden que fund6 Ignacio de Loyola, reclutando sus primeros miembros entre alumnos y profesores de la uni- versidad de Paris. No conviene olvidar esto: estamos frente a una Orden religiosa surgida en el ambiente culturalmente denso e inquicto del Renacimienio, ambiente caldeado por todas las polémicas que provocaron en el mundo cultural eu- ropeo tanto ta Reforma como la Contracreforma. Sudrez vive en una época de transicién entre la filosoffa medieval y el pensamiento modemo. La filosofia medieval ha- bia cristalizado en dos sistemas principales: el tomismo y el escotismo, Pero estos sistemas no Mlegaron inedlumes a la mo- dernidad. En efecto, las crticas nominatistas los atacaton, de- Jandolos casi reducidos a los dominicos y a los iranciscanos. En une y otro caso se trataba de orientaciones bien vistas en ambientes eclesidsticos. La ‘inquieta situacién religiosa que acompafia al Renacimiento y se desmanda con Lutero exigia ‘estos sisternas como refugio. Para encontrar un nuevo camino hace falta contar con nuevos personajes capaces de ventear Jos nuevos aires de la cultura. Entre esos hombres destaca Sud- rez. Sabe mirar por encima de aquella situacién de crisis y ‘encontrar nuevos senderos para el pensamiento. Empez6 por adquirir una formacién filesdfica y teolégica relevante en contacto con los centros donde esa formacién era PRESENTACION, u aleanzable. Recordemos: alumno de la Universidad de Sala ™manca marcada con la impronta de Vitoria, Soto, etc. Ingresa- do en la Compaiiia de Jestis, tras hacer sus primeras armas en colegios de la Peninsula, el prestigio rapidamente adquirido lo convirtié en candidato indiscutible al centro de maxima pres- tancia que tenia la Compaiiia: e! Colegio Romano, dondealter- 1n6 su funcién docente con un elenco de destacados maestros, De ahi vendrd a la joven Universidad de Alcala de Henares, en ia que los jesuitas asumian una rectoria intelectual comparable a la que los dominicos tenian en Salamanca. Desde aqui una ‘vez més su prestigio hace que Felipe Il [o envie a la universidad mas destacada de Portugal, a Coimbra. No creo que sea desca- bellado afirmar que en Coimbra aprovecharé la huella fecunda de uno de los grandes estudiosos de Aristételes en ese momen- to histdrico. Obviamente, nos estamos refiriendo al padre Fon- seca, por quien Sudtez manifesta un innegable respeto, Arist6teles va a ser uno de los anclajes a los que se aferra en toda su trayectoria [a filosafia de Suarez. Fs curioso que, siendo Aristételes el fil6sofo mas citado en las Disputaciones, Platén tiene una presencia mucho menor, lo cual nada tiene de extrafio, si se tiene en cuenta que el filosofar para Suarez, al igual que para Aristételes, no arranca de cosmovisiones con petfiles de totalidad, sino que afirma los primeros pasos en un planteamiento claro del problema y en el andlisis de los cone ceptos sobre los que pivota el planteamiento. Estamos frente a filésofos que hacen de! anélisis la herramienta de la que ha- cen uso para desentrafiar los problemas. Uno de los métitos, a pesar del barroquismo de la época que afecta, a veces mis de lo debido, sus exposiciones, es la artlleria Conceptual que, segtin testimonian muchas de sus paginas, ofrece sobre todo al comienzo de las respectivas disputaciones: se trata de reco- gery aplicar con estricto rigor la bater'a de conceptos de Aris tételes, tal como aparecen en las obras del Estagivita, por ejemplo, en ef libro V de la Metafisica, Con esto estamos aludiendo, si bien indirectamente, a la vincutacién del pensar de Sudrez con ia tradicién, Esto es un hecho y constituye una de las perspectivas desde las que hay que entocar su estudio, No renuncia a la tradicién, sino que se 12 ‘SERGIO RABADE ROMEO incardina en ella, si bien manteniendo siempre una actitud personal de independencia. Pero se precisa tener en cuenta algunas otras perspectivas, que s6lo podemos enumerar: la or- anizaciGn y exposicién de los temas segan las exigencias que Tes son propias, sin pagar parias, a pesar de su devocién a Aris- tételes, al adicional método del comentario. Es decir, redacta un tratado, no un comentario de la Metafisica, tal como habta sido el modo de tratar los problemas metaffsicos. Por eso las Disputaciones constituyen una obra innovadora en la que no ¢5 disparatado columbrar el modelo de las Meditaciones Me- tafisicas del Descartes educado en el seno de un colegio je- suita. En la obra suareziana nos encontramos con una obra abierta de la que podran alimentarse fildsofos posteriores a é1 de muy diversa orientaci6n. Y no cabe olvidar, en la innegable conexién que tiene con la tradicién, la concepcién de su que- hacer como un servicio a la teologia, como él mismo hace constar en la primera disputacién, en la que trata precisamen- te de fijar la naturaleza y funciones del saber metalisico. La obra del Eximio no pudo menos de suscitar el interés, tanto de sus contemporéneos como de filésofos y tedlogos de ‘generaciones posteriores, debido en buena medida a las nove- dades que él intraduce en temas y conceptos. Piénsese, por ejemplo, en el concepto objetivo, de generosas resonancias en la filosoffa posterior; piénsese en ja teoria de los modos, tan necesaria para entender, por ejemplo, a Descartes y més atin a Spinoza; recuérdese que los modos acartearén un nueva con- sideracién de la teoria de las distinciones; tengase en cuenta fa concepcién de la esencia real como aptitud para exi clara antecedencia de Leibniz, quien convertird esa aptitud en exigencia de existencia; importante recordar la causalidad por resultancia, que nos recuerda a Spinoza, etc. Cabria afadir més casos, como las consecuencias de la no-distinciGn real entre esencia y existencia. Esto, dicho de otra manera, signifi- ca que la exisiencia no afiade nada a la esencia. Esta concep- cidn Hega a Leibniz y a Baumgarten. En Kant esté presente al afirmar que la existencia no es un predicado real. ¥ no hay que olvidar que la Metaphysica de Baumgarten fue una especie de libro de texto en los primeros afios de la docencia de Kant, PRESENTACION B Una de las sombras negativas que se suelen proyecter so- bre Sudrez es acusarlo de estat influido por et nominalismno, convirtiendo en defecto y semillero de errores esa iniluencia. Por supuesto, en Sudrez hay generosa presencia del nomina- lismo. Asi se ve en la preeminencia del individuo como tnica auténtica realidad. Convertir en defecto haber recibido in- fluencias del nominalisrno constituye, a nuestro modo de ver, caer en el viejo tépico de los que juzgan despectivamente el nominalismo del xv al calificarlo como la edecadencia de la escolisticas, sin entrar a estudiar esa flosofia del xtv, que es un claro prenuncio de la modernidad. Suarez estudid ese no- minalismo en Salamanca e incorpord a su sistema algunas tesis fundamentales que, a través de él, Hegan a la moderni- dad. Piénsese, por ejemplo, en la intuicién del singular, o en la tesis de un posible Dios omnipotente que nos puede enga- jiar si quiere, en clara antecedencia del deus decepter de Descartes. En la proyeccién de Suérez en la modernidad no cabe ha- cer omisi6n de la dilatada influencia de Suarez en Alemania durante el siglo xvi. Es una época de un fuerte despertar del pensar en el pais germanico. Decimos del epensars y no de la clilosofias, porque en el siglo xvi en Alemania se piensa des- de una fuerte dependencia de las polémicas que brotaron al socaire de la Reforma y de la Contrarreforma. De ahi que se suscitasen constantemente polémicas entre protestantes y ca- t6licos. En general, la victoria solfa caer del lado de los catdli- cos, entre los que sobresalian los jesuitas. Al preguntarse sus adversatios de dénde sacaban la municign de sus armas dia- leécticas, hubo casi general reconocimiento de que tales armas se las suministraba Sudrez. La consecuencia fue que las pro- testantes acudieron también a las paginas del jesuita espatiol De acuerdo con Heerbord en Holanda se califica al Eximio como omnium metaphysicorum papa en reconocimient de su autoridad en el campo de la filosoffa teGrica y de sus apli- caciones a la teologia. En el campo protestante se empieza a leer al granadino, convirtiéndolo en generosa fuente de ergu- mentos. En este quehacer hay que recordar a J. Martin, a Tim- pler y, sobre todos, a Scheibler, apodado «Suarez protestantes 14 SERGIO RABADE ROMEO debido a su autoria del Opus Metaphysicum, obra que refleja y defiende las tesis bsicas del granadino. No quisiéramos dejar pasar la ocasién de apuntar otra po- sible novedad en la filosofia de Suarez. Se trata de la afirma- cién del dinamnismo y actividad de la conciencia del hombre. Para él, en el caso del conocimiento, la conciencia no es es- pejo que reduzca su papel a reflejar las cosas tal como sono se le presentan: no canoce las cosas prout in se sunt, sino qué hay actividad de la mente © conciencia en los procesos cog- oscitivos, Se apuntan aqui atisbos del dinamismo de la men- te que prenuncian tanto a una conciencia dotada de ideas innatas, como a una conciencia que realiza, 0 colabora en la constitucién del objeto de conocimiento, teorfas de amplia presencia en la filosoifa moderna. Todo lo que venimos apuntando nos lleva a considerar acertada la afirmaci6n de Heidegger en Die Grundprobleme der Phanomenologie: que Suarez es el autor que ha influido més {uertemente en la filosofia moderna. Se pueden sumar a Este otros muchos juicios favorables, tanto al sistema mismo de Suarez como a la dilatada y profunda influencie en la filo- sofia dentro del arco histérico que va de Descartes a Kant. Es justo reconocer que al estudioso de hoy la filosoffa de Suarez puede exigirle un esfuerzo|laborioso: hay quefamiliarizar secon las formas de expresidn escolastica que, desde a tradicién medieval, constituyen una especie de embrionario lenguaje for mal que, para el experto en su manejo, son una herramienta de expresién exacia que, ademas, debido a su aceptacién general, con frecuencia hace innecesatias prolijas explicaciones. Cerremos ya esta presentacién. E! Dr. Leén Florido ha te- nido que familiarizarse con la obra magna de Suarez. De acuerdo con su criterio ha seleccionado un elenco de textos que cumplen la doble funcién de recoger las lineas basicas del sistema de Suarez, dando, de paso, entrada a otros textos que apuntan en la direccién de la importante proyeccién del Dr. Eximio en el nacimiento y consolidacién de las primeras centurias de la Filosofia moderna. Deseamos que esta obra no sea un simple episodio transitorio, sino un estimulo al estudio del acaso més profundo filésofo espaitol, Estudio preliminar Cabe plantearse la cuestién de si hay motivas para que una obra como las Disputaciones metafisicas de Francisco Suérez pueda suscitar el interés del lector actual. En contra pueden alegarse multiples razones. La primera y més evicente. ‘65 que se trata de un compendio monumental y farragos de toda la tradici6n escolistica que se habfa desarrollado durante los cuatro siglos anteriores a través de la actividad magistal y los comentarios de los filésofos y tedlogos cristianos, escrita en un latin hipertecniticado, y que da par conacidas muchos supuestos doctrinales y conceptuales propios de esa tradicion, La obra se presenta como un ejemplo especialmente significa- tivo de la «Segunda Escolasticar que se desarroll6 particular. mente en la Peninsula Ibérica, una cortiente —se diré— que fra ya anacrénica en una época en que Nalia o Francia esta- ban alumbrando los producios intelectuales y artsticos del re- nacer de la cultura, sobre la base, precisamente, de la critica a ese modo de pensamiento que ejemplifica la obra de Suarez, Ala dificultad intrinseca del texto, hay que afiadir la extraordi naria erudicién del autor, que introduce continuas referencias a los fildsofos y tedlogos escolésticas medievales y modernos en una estructura argumentativa marcada por el debate, ha- Us) 16 FRANCISCO LEON FLORID ciendo justicia al titulo: «Disputacioness, lo cual no facilita precisamente la posibilidad de seguir el hilo conductor de la argumentaci6n para unos lectores como son los actuales, ha- bituados a una trama lineal axiomatica. Por no hablar de la temitica que se aborda, la cual, bajo el manto de un comen- tario a la Metafisica de Aristoteles, consiste, més bien, en el tratamiento de las més importantes cuestiones filosdticas, pero también teolégicas, que habian sido y eran atin tratadas en Las Escuelas cristianas. Asi, no es extrafio encontrar en el trata miento de problemas como el de la constitucién de la natura leza ola libertad referencias a las relaciones entre las Personas divinas en la Trinidad, la esencia de los angeles o la explica- cién del misterio de la transustanciacién en la Eucaristia Estos son algunos de los motives que parecen abonar la suposicin de que las Disputaciones suarecianas carecen de interés, salvo el meramente historiogréfico, para un lector que hoy se interese por el pensamiento filos6fico. ¥, sin embargo, sin pretender que esos argumentos no contengan cierta dosis de plausibilidad, creo que pueden llegar a ser apreciados de un modo muy distinto, siempre que nos situemos en el con- texto apropiado. Para comenzar, un lector espaiio! deberia es- tar particularmente interesado en conocer a un representante especialmente cualificado de la Gltima época en que nuestro pais ha sido gufa para la cultura intelectual europea. Un cierto radicalismo ilustrado ha pretendido que fueron los siglos que siguieron a la unificacién de los reinos hispanicos tras la con- quista de Granada, los que sentaron las bases del retraso y ell aislamiento cultural del que Espaita ya nunca se repondrfa, por la imposicién de la mentalidad eclesial que impidié la absorcién de [as corrientes: progresistas europeas. Se olvida que, justamente en esos siglos, autores que formaban parte de las instituciones escolares catélicas elaboraron doctrinas teo- logicas, metalisicas, jurfdicas, sociolégicas y politicas, que sentaron las bases de doctrinas moderas, que, ocultando cui- dadosamente esa deuda, en otros paises alcanzaron mayores efectos propagandisticos. ‘Obra escolistica, teolégica y metafisica, las Disputaciones exigen, indudablemente, del lector una contenclon y un es- ESTUDIO PRELIMINAR 7 fuerzo que, aparentemente, no reclaman los textos de un Descartes, un Rousseau 0 un Sartre, y no digamos de los guias intelectuales de nuestro tiempo. Pero, lo que hay que pregun- tarse es si aun esos textos aparentemente sencillos y que son del gusto actual deben ser comprendidos y no sélo degusta- dos, y si para ello hay que buscar las explicaciones: el de dén- de, el porqus, el para qué de las ideas de los pensadores mo- demos y actuales. Y si es asi, eso exige —creemos— una referencia l6gica y argumentative que esta «Segunda Escclésti- ca» ibérica puede proporcionar. Los autores que la conforman, con SuSrez a la cabeza, escuchan 2 una tradicién ya lejana, medieval y griega y hablan 2 una modernidad incipiente, a la que le ofrecen las claves para la comprensién de los prodctos de la razén humana. En el subsuelo de a racionalidad actual estan los métodos, los temas, los conceptos y las doctrinas es- colésticas, aunque ef dominante tratamiento ideolégico de lo textual impuesto por la maquina mediética oculte ese trasfon- do intelectual. Es cierto que en una sociedad del consurro in- mediato, del ruido, de la propaganda que busca efectos irstan- taneos en las conciencias, no es fécil percibir el interés que puede tener para entender nuestro mundo el conocer [os mo- dos en que puede explicarse la composicién de la materia y la forma, cémo Dios se relaciona consigo mismo y con su crea- ChE Lewaltes, Spantsch-jesuitische und devtsch-luterische Metaphy- sik des 17 lakrhundlerts, 9.37 e€ passin. tbero-amerikanische Studien, 9° 4 1935, rep. Darmstadt, 1967. 28 FRANCISCO LEON FLORIDO. niz y Kant, cuya «Dialéctica trascendentals revela claramente 1 influjo de la pars specials de la metaiisica suareciana. 1. La DauDA ESCOLASTICA DE DESCARTES En lo que respecta a la historiografia, el reconocimiento de la modernidad de las Disputaciones tiene ya una tadicin cen- tenaria. A finales del siglo xncse dejaba constancia de que nume- rosas expresiones cartesianas tenfan un claro origen escoléstico (objectum materiale et formale, distinctio realis, modalis, etc., causae universales et particulares, amor concupiscentiae et be- nevolentiae, substantia completa et incompleta, praedicatio uni- vyoca et analogica, informare, causa formalis,etc.). Aunque au- tores del xvt, como Chauvin, habian visto en la escoldstica y el cartesianismo dos vias paralelas que no ilegan a encontrarse, denominando a unos philosophi, scholastic’ o veteres y a ottos recentiores 0 dependientes de la filosofia de Cartesius, Etienne Gilson confirmé la existencia de unas fuentes recibidas de la ensefianza de fa Escuela en las obras de Descartes. Fruto de su trabajo para encontrar estas fuentes fue el Index scolastico-carté sien’, que significé no sdlo ia apertura de una interpretacién que hacia a la filosofia moderna deudora de la escolistica medieval, sino también el reconocimiento del papel de la metafsica de Francisco Suarez en la educaci6n de Descartes y del espiritu europeo moderno. Con ello se afianzaba la tesis sostenida ante- ‘iormente por Freudenthal® respecto a {a filiacién escolastica de octrinas cartesianas tales como la del tiempo, los elementos y cualidades de los cuerpos, la distincién entre concepto format ¥ concepto objetivo, la de Dios y de los atributos divinos, las > Gof, Herling, Descartes Beziehung zur Scholastk. Kel, Bayer. Akad. Wissen. Sitzber phil hist. Clase, 1897, pp. 339-381; 1899, pp. 3-36. En el diccionario de Baldwin (Dictionary of Piilosophy and Psychology. Art {atin and scholastic Terminology) se sefala la presencia de un gran némero cde expresiones escoldsticas en las obras de Descartes ip. I). Glienre Gilson, Index Scolestico-cartésion, Burt Franklin, ars, 1972. 5 fc J, Freadenthal, Spinoza und die Scholastke, Phifosophische Auf satze, Lespaig, 1867 (oimnp. 19621, pp. 83-118. ESTUDIO PRELIMINAR, 25 Retrato de René Descartes (1596-1650). Desde finales del siglo mx todos los estudios especializados y los andlisis comparativos filos6iicos con- Firman la deciziva influencia del renevado pensamiento escoldatico de Suérez en el racionalismo cartesiano. 26 FRANCISCO LEON FLORID pruebas de su existencia, de la creacién y ta conservacién det mundo, la sustancia y de sus relaciones con los accidentes, las ideas innatas y nuestra mado de conocer, los estados activos y ppasivos del alma, las relaciones entre voluntad e inielecto 0 las relaciones ene la filosofia y [a religion’. Gilson considera a Descartes y Wolff como discipulos de Sustez y, a su vez, a Espinosa como discipulo ce Descartes, sién- cdo Kant discipulo de Wolff, to que haria del filésofo granadino el maestro de toda la filosofia europea moderna. La modernidad de la metafisica suareciana consistiriaen la distincién entre una teo- * Larelacién de conceptos cartesianos de los que Gilson encuentra an- Aevedentes en las Dispulaciones suarecianas es ta siguiente: Accidente: Acc cdentiarealia (isp. XVI, 1, 3-4) Un accicente puede ser el sujeto de otro ac- cidente (disp. XIV, 4, 6:7). Acci6n: Accién y pasién son la misma cosa (disp XAVIN 1, 9; 2, 2-3 y 12-13), Atomo: Los Stomos, su imposiilidad (isp. Xl 2, 25), Causa; Causa material isp. Xl 3, 2-3; Xl, 7, 2-61. Quitadala causa esapareve el efecto; una causa puede contener su efecto formalmente 0 ‘eminentemente (isp. XXX, 1, 9-12; XXV1, 1, 2. La causa debe contener al ‘menos tanta perfecci6n como el efecto (disp. XXVI, 1, 5-6). Concept: Con- ‘cepto formal; existencia objetiva y existencia formal (disp. I, 1, 1). Dios: Demestracicn de a enistencia de Dios (disp. XX0X, 3, 1-2) La idea de Dios 5 inmata (isp. XXIX, 3, 34-36), Distineidn: Tres disinciones, rab, modal y fernal; real, modal y de raz6n; a distincién formal de Escoto no dtfiere dela modal disp. | 7, 13, 16 y 20); distincién real (disp. Vil, 2, ?-8),distincion ‘modal (dsp. Vil, 1, 18-19); distinct ratonisratiocinants y distinct rationis ratiocinatae disp. Vil, 1, 4) Exerc: Distincién de la exencia y la enistercia (Gisp. XXX1, §, 13-15), Ser: Ens.a se y ab ato (disp, XXVIIl, 1, 6-7), Falsedad: Falsedad formal y material ido. (X, 2,4) Fora: Forma, naturaleza, sustan- ia, especie (isp. XV, 5,21. Infinite: Dios s inefable porque incomprensible (disp. XXX, 13, 1). Conecimiento confuse de Dios (disp. XXX, 12, 6-11 pas: sim), Libertad, libre arbirio, La libertad slo es conacida por experiencia in- tema iKant ics. XIX, 2, 13), Luz: uz natural y luz sobrenatural (isp. XXX, 14, 48), Mal: El males una privacién idsp. XI, 1,3). Materia: La Eseuela hace dela materia una pura potencia (disp. Xt, 2, 1-18), Naturaleza: Naturaleza, eencia 0 forma (disp. XV, 2, 3-4). Pereceidn: Perfecto‘ lo que posee le que s¢ debe por naturaleza (disp. X. 1, 15). Flosota: La metafsica es a que pro- pporciona lo principios alas owas ciencias isp 4,4. Principio: Principios de eonocimiento (disp. XI), 1,3}. Privacin: Privacion y negacion (isp. LIV, 3, 8) Potencia: Potencia y acto disp. XIl, 5, 7). Sustancia: Alma y cuerpo ‘come sustancia (disp. XXXIM, 1, 5-6: XXXIl, 1, 11), No conoverns fa sustan- ‘ia més que como sujet de lor secientes isp. XXXVIN, 2.8.9) Temper El tiempo ests dividido en partes dscretas (disp. £, 9, 203 ESTUDIO PRELIMINAR, 27 logfa natural, cuyo objeto es el Ser en cuanto ser, y una ontologta Ccuyo objeto es el ser en cuanto ser liberado de la precisi6n de la existencia actual. Posteriormente, en su obra sobre el ser y la esencia’, Gilson pone de relieve cémo la solucién escotista a la ccuestin de la relacién entre la esencia y la existencia, de in- fluencia decisiva en Suarez, ha dado origen a la ontologia camo la doctrina moderna della filosoffa primera. Esta ontologia esmo- dema en un sentido «esencialista» en cuanto que el ente que posee el ser resulta ser indiferente a la existencia, siendo una sesencia real» porque la existencia le resulta indhiferente, sienpre que sea posible, es decir, siempre que sea un objeto posible de la creaciGn divina por su poder absoluto, pero teniendoen cuen- ta que ontolégicamente, esto es, al margen de su ser como tura, es una esencia inclferente a la existencia o a la no-existen- Cia, una esencia real, un ser objetivo, que admite la consideracién como objeto del intelecto divino antes, in instanti temporis, de su Ccreacién (Escoto} 0 como concepto objetivo de un intelectc hu- mano antes del acto de judicacién en el que la voluntad toma partido en favor o en contra de su existencia, siendo este acto de judicacién contingente, discursivo, en el hombre, y necesario, por la identificacién de intelecto y voluntad, en Dios (Descartes) 2. SUAREZ ¥ EL NACIMIENTO DE LA ONTOLOGIA. Una década después de la publicacién del Index gilsonia- no, Martin Heidegger inicia en sus cursos de Marburgo la teflexién sobre la influencia del pensamiento medieval en la filosoffa moderna, no sélo cartesiana sino también kantia- na, rechazando el establecimiento simple de conexiones di rectas entre, por ejemplo, |a nocién del cogito y las expresio- nes similares que aparecen en Agustin, aduciendo que no se tiene en cuenta el muy diverso contexto metafisico y teol co. En este sentido, Suarez aparece, a los ojos de Heidegger, como un antecedente mucho mas seguro, dentro de la tradi- cidn escoléstica, de la bisqueda posterior de la autonomia 7 Wétre et Fessence, Vrin, Pars, 1962. 28 FRANCISCO LEON FLORIDO. (Selbstandigheit de |a metafisica, esto es, de la creacién de la ontologfa liberada de la teologia, que los intérpretes medie- vales del aristotelismo como Tomés de Aquino, la fuente b- sica supuesta por Gilson. En efecto, Sudrez habria presentado su proyecto en las Disputaciones como una ordenacién de la teologia natural, a fin de reconstruir la estructura interna de las cuestiones planteadas en la Metafisica de Aristételes con una intencién racional que recondujera el sermo de Deo ac Givinis rebus, caracteristico de la teologia cristiana, a las com- _munes rationes entis de la metalisica ontologizada. Pero, sobre todo, Heidegger ve en Suarez al maestro escolastico que ha ido con mayor ciaridad la diferencia ontoldgica entre esencia (Wassein, essentia) y existencia (Vorhandensein, exis- tentia) —que constituye, como se sabe, la clave de la propia filosofia heideggeriana—, a partir de la distincién tradicional cristiana entre el ente creado ¢ increado, pero prescindiendo singularmente de la orientacién tealdgica. Es aqui donde co- bra mayor trascendencia la reflexién suareciana en torno al concepto objetivo y al concepto formal, el primero siendo la esencia, el contenido real del ente, obtenido en la compre- hensién que se efectia en el concepto formal. La identifica- cin suareciana del ente y la res que se realiza a través del Concepio objetivo se traslada en Kant a la relacién entre rea- lidad (Reaiitat) y coseidad (Sacheit). Y Heidegger se sumerge también en la distincién de Suarez entre esencia y existencia, distincign de raz6n que parte de la soluciGn escotista, y que considera como el primer eslatyin de la cadena Sudrez-Des- cartes-Kant hacia la definicién del existir como un estar-pre- sente-a la mana» (Vorhandensein) En su obra Das Schicksal der Metaphysik von Thomas zu Heidegger’, Gustav Siewerth ha intentado una sintesis herme- niéutica en fa que retoma el motivo heideggeriano de la época de la metafisica coma la del olvido de la cuestidn del ser, y el gilsoniano de la pérdida progresiva del acto de ser tornista en el camino de su esencializacion. En los dos casos, segdn ® Das Schicksal der Metapiysik von Thomas 2u Heidegger. Johannes Verlag, Einsiedeln, cop. 1959. ESTUDIO PRELIMINAR 29 eth, en ese recortido Sudtez ocuparfa un lugar desiaca- do. A diferencia de Tomés, para quien el ente, en cuanto ens in commune, no es objeto de la metatisica, sina su sujeto, por lo cual Dios no podria caer bajo ese objeto, en Susrez, Dios es objetivado a la luz natural de los conceptos trascendertales considerados univocamente. En Suérez se encontrarian impli- ccadlas tres cuestiones fundamentales para el destino tanio de la teologia como de la metafisica: una progresiva reduccién légica o ™. 4, La METAFISICA DE SUAREZ COMO EIE OE LA ESTRUCTURA DE PENSAMIENTO MODERNA Una interpretacién particular dentro de la historiogratia actual en relacién con el teria de la modernidad ce Suérez es la defendida por el profesor suizo André de Muralt, un autor que no tiene una obra especttica dedicada al analisis de las Disputaciones, pero que ha subrayado en su interpretacién de la historia de la filosoffa el papel fundamental que ha repre- sentado ef Doctor Eximio en la formacién de la metafisica y de las doctrinas politicas modernas" Para Muralt, es la obra de Suarez la que ha labrado el pensamiento de toda la Europa erudita del siglo xvi, y en particular la de Leibniz. Lo hace a partir de la nacién de ser (ens), de la que establece su estatuto conceptual y analdgico para separar después sus atributos for- males propios, s6lo conservando tres de los cinco trascenden- '© Constantino Esposito, Apéndice a Francisco Suérez, Disputeciont ‘metafisiche (nueva ¢d.), Bompiani, Milan, 2007, p. 612. "A. de Murali, Lonité de la philosophie polique de Scot, Occam et Suérez 2u libsraisme contemporain, rin, Pars, 2002. Hay traducciGn par Cia) al castellano de. Fernndez Polanco'y F, Ledn Flori. ia estructura de fa flosofa poltica madera. De Ockham 2 Rousseau, Isimo, Madrid, 2002 ESTUDIO PRELIMINAR 35 tales: el uno, la verdad, ef bien, en lo que influird en toda la escoléstica escotista modema, hasta Wolf y Kant". En su ex- posicién de la metafisica de lo que es, el orden estricto. que se ha destacado como «sistema suareciano», Sustez no se desvia por el estudio de problemas conexos, como el proble- ma de la unidad individual y de su principio a propésita del uno trascendental, de lo verdadero y de lo falso en el coroci miento a propésito de lo verdadero trascendenial, etc,, can lo ‘cual Murait insiste en el mado en que la metafisica suareciana presentada en las Disputaciones rompe definitivamente con et cardcter inductivo de la metaffsica aristotélica, lo que e, sin duda, el aspecto decisivo de su madernidad, Tampoco la de~ mostraciGn de la existencia de un primer motor o de una inte- ligencia que se intelige a s{ misma, aparece como el resultado de la totalidad orgénica de las diversas disciplinas filossiicas. Pues con Suarez se divide la metafisica en metaphysica gene ralis, que tata del ens in communi segiin el orden deductivo del sujeto a sus propiedades propias, y la metaphysica specia- Jis, que trata de los seres realmente existentes segdn el crden deductivo de la creacién misma, de Dios a la criatura expiri- tual y después ala criatura material”. Asi pues, frente a un Aristoteles que, por la estructura de su propio pensamento empirico e inductivo, no podfa elaborar su metafisica segin el modelo cientffico de la demostraci6n silogéstica, en cambio la ‘empresa metafisica de Sudrez es propia, nueva y original La posicién suareciana sobre el fundamento metaiisico primero de la unidad entitativa de la materia como conse- ‘cuencia no de su formalidad, sino de su finalidad, muestra, en efecto, segdn Muralt, que sus principios esiructurales se asien- tan sobre una nueva sintesis de Tomds, Escoto y Ockham. De Escoto reconoce la distincién nocional de la materia y la for ‘ma que se constituyen como entidades formalmente separa- das; de Ockham, la dependencia de La existencia actual sepa- rada de la materia de una accién dentro del orden causal real, ya que la causa formal viene a coincidir con la causa final en ® Disputationes metaphysicae XL ” Ibid, desde asp. xi 36 FRANCISCO LEON FLORIO el acto creador; por tiltimo, mas matizadamente, de Tomés, adopia el reconocimiento de que la entidad de la mat se hace efectiva sino en el momento de su devenir a la existen- cia, en el momento en que es el término final de un acio crea- dor divino. Al aplicar ef método de las analogias estructurales, Murat observa cémo se da una analogia entre ef modoen que Suérez deduce las nociones trascendentales del sujeto de de- mastracién deductiva, que es la nocidn de ser, y c6mo Kant dedluce las categorias del entendimiento a partir del sujeto ‘que es la apercepcién trascendental,e incluso, llevando mas lejos la analogia, podria seguirse en Hegel una peculiar adap- tacién de la deduccién suareciana para expresar la con: ccidn dialéctica de la realidad abjetiva como resultado para si a partir del en si subjetivo" ‘Otro punto destacado por Muralt es la influyente posicién suareciana ante la cuestidn del origen del poder politico, en relacién con el tema de la voluntad y la libertad, que sera obje- to de una amplia reflexidn en sus obras juridicas, pero de la que también se ocupa en las Disputaciones. Suérer, enfrentado al tradicional tema escoléstico de la voluntad antecedente y con- secuente, que trataba de solucionar et problema de la compa- tibilidad entre el poder y omnisciencia divinas y la libertad del hombre, se inclina hacia una libertad —que le ileva, incluso, a abrir una puerta a la posibilidad del derrocamiento del tirano— fundada sobre la derivacién del poder de su fuente divina, en el ‘mismo sentido en que interviene también en la polémica moli- nista sobre la simultaneidad de las causas. En Sudrez, la volun- tad de Dios es absoluta en su necesidad de modo antecedente, y, sin embargo, el acto humano es libre contingentemente, tor rnandose necesario por la voluntad consecuente de Dios, que actia, ast, como causa eficaz, sancionando el acto libre huma- no a posteriori, con una eficacia consecuente a la necesidad absoluta de su voluntad, Andlogamente, en el campo politico, el poder del principe deriva antecedentemente de la potencia absoluta de Dios, pero se precisa el acto social de la eleccién ccontingentemente libre, de manera que el pueblo es, en este Doctrina dei derecho, pat.2, 4. ESTUDIO PRELIMINAR 37 sentido, el que legitima el poder del principe. A este acto iegi- timador hay que afiadit, no obstante, la sancién consecuent= de Dios, por la que e! acto de sumisién al poder det princize se toma irreversible por praceder de la voluntad consecuenie di- vina, causa eficaz de su institucién, Muralt insiste en como, ‘con esta, como siempre, equilibrada doctrina, Suérez constru- ye el fulcro a partir dei que podran alzarse las mas variadas doctrinas modemas sobre la naturaleza de la sociedad y sobre la legitimacién de! poder politico, conformando su papel cen- tral para la modernidad filoséfica europea. II LAS DISPUTACIONES Y LAS DOCTRINAS METAFISICAS MODERNAS En la seleccién que hemos Hlevado a cabo de textos de las Disputaciones aparecen algunas de las mas importantes doc- trinas que justifican la consideracién de Suarez como maestro del pensamiento de la Europa moderna. La amplitud y profun- didad de esta influencia hacen, desde luego, impensable tratar de abordar esa cuestién en estas pocas paginas introductorias. Por ello, nos limitaremos a destacer tres aspectos en tomo a Jos cuales se aglutinan multitud de doctrinas y de debate: que marcan el trénsito desde el pensamiento escoléstico tardio al pensariento moderno maduro: La transformacién de la meta- fisica en ontologia, el papel nuclear del uso de las distinciones cn la nueva epistemofogia y el tema de la libertad y del poder politico. En todos ellos, las Disputaciones pueden consicerar- se como la obra fundacional de un tratamiento nuevo, que, al mismo tiempo, arrastra tras de sf toda la carga de una tradi- cién milenaria, 1. DE LANETAFSICA A LA ONTOLOGIA Pese a su aparente filiaciGn aristotélica, |a filosofia de Es- cuela del xvi al xvul no ha sido fiel, no s6lo al pensamiento originario del filésolo de Estegira, sino tampoco al aristolelis-

También podría gustarte