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Auto 330/06

SENTENCIA DE LA CORTE CONSTITUCIONAL-


Improcedencia de recursos/NULIDAD SENTENCIA DE LA
CORTE CONSTITUCIONAL-Procedencia excepcional por
vulneración del debido proceso

NULIDAD SENTENCIA-Procedencia excepcional por afectación


al debido proceso y donde medie argumentación de quien la alega

NULIDAD SENTENCIA DE LA CORTE


CONSTITUCIONAL-Causales

INCIDENTE DE NULIDAD-No se entiende como nueva instancia


procesal sino como mecanismo encaminado a salvaguardar el
derecho al debido proceso

NULIDAD SENTENCIA DE LA CORTE


CONSTITUCIONAL-Procedencia por demostración ostensible,
probada, significativa y trascendental al debido proceso

NULIDAD SENTENCIA DE LA CORTE CONSTITUCIONAL


POR CAMBIO DE JURISPRUDENCIA-Debe ser decidido por la
Sala Plena

DESCONOCIMIENTO DE JURISPRUDENCIA-Formas en que


se presenta

La causal de “desconocimiento de jurisprudencia” puede ser


comprendida de distintas maneras: (i) como desconocimiento de una
sentencia cuya ratio decidendi coincide con el problema jurídico sobre
el que versa la sentencia cuya nulidad se solicita; (ii) como una
contradicción con cualquier sentencia anterior, bien sea en su ratio
decidendi o en su obiter dicta; (iii) como una segunda instancia de lo
decidido por la Sala de Revisión.

JUEZ CONSTITUCIONAL-Decisiones deben seguir los


postulados de fallos precedentes más aún si tienen supuestos
fácticos similares

PRECEDENTE CONSTITUCIONAL-Reglas judiciales


emanadas de la interpretación de una norma superior para la
solución de un caso concreto/JUEZ CONSTITUCIONAL-Debe
ser consistente con sus decisiones previas/CORTE
CONSTITUCIONAL-Modificación de precedente debe ser
efectuado por Sala Plena y no por Salas de Revisión

El respeto a los precedentes constitucionales, entendidos como reglas


judiciales emanadas de la interpretación de una norma superior para la
solución de un caso concreto, cumple funciones esenciales en los
ordenamientos jurídicos, incluso en los sistemas de derecho legislado
como el colombiano. Por ello, tal y como esta Corte lo ha señalado,
todo tribunal, y en especial el juez constitucional, debe ser consistente
con sus decisiones previas, debido a (i) elementales consideraciones de
seguridad jurídica y de coherencia del sistema jurídico; (ii) una
caprichosa variación de los criterios de interpretación pone en riesgo la
libertad individual, así como la estabilidad de los contratos y de las
transacciones económicas, pues las personas quedan sometidas a los
cambiantes criterios de los jueces, con lo cual difícilmente pueden
programar autónomamente sus actividades; y (iii) en virtud del
principio de igualdad, puesto que no es justo que casos iguales sean
resueltos de manera distinta por un mismo juez. De allí que, si bien la
Sala Plena puede, excepcionalmente, por razones de justicia material y
adecuación de sus fallos a los cambios históricos y sociales, modificar
un precedente constitucional, tal decisión le está vedada a las Salas de
Revisión, so pena de incurrir en una causal de nulidad.

SALAS DE REVISION DE LA CORTE CONSTITUCIONAL-


Autonomía interpretativa y desarrollo del pensamiento jurídico
racional de las materias sometidas a su decisión

NULIDAD FALLO DE TUTELA-Divergencia entre la decisión y


el precedente constitucional debe contrariar abiertamente la ratio
decidendi

INCIDENTE DE NULIDAD CONTRA FALLO DE LA


CORTE CONSTITUCIONAL-No constituye segunda
instancia/FALLO DE TUTELA-Sala de Revisión constituye
órgano de cierre de los asuntos sometidos a su conocimiento

SOLICITUD DE NULIDAD SENTENCIA DE LA CORTE


CONSTITUCIONAL POR CAMBIO DE JURISPRUDENCIA-
Procedencia si hay modificación sustancial de un precedente
concreto y no frente a cualquier doctrina
jurisprudencial/PRINCIPIO DE AUTONOMIA JUDICIAL-Sala
Plena no puede establecer si Sala de Revisión acertó en la existencia
o no de una vía de hecho
Si se hace alusión a la causal de cambio de jurisprudencia para motivar
la solicitud de impugnación de un fallo, será procedente sólo si el
cambio consiste en la modificación sustancial de un precedente que se
refiere a un problema jurídico concreto y no frente a cualquier doctrina
contenida en la jurisprudencia. De igual manera, le está vedado a la
Sala Plena entrar a establecer, por vía del incidente de nulidad, como si
se tratase de una segunda instancia, si una determinada Sala de Revisión
acertó al momento de establecer la existencia o no de una vía de hecho
judicial, por cuanto se estaría violando el principio de autonomía
judicial.

SOLICITUD DE NULIDAD SENTENCIA DE LA CORTE


CONSTITUCIONAL-Requisitos de procedibilidad

SOLICITUD DE NULIDAD SENTENCIA DE LA CORTE


CONSTITUCIONAL-Error manifiesto al citar la sentencia T-
482/04 pues en el fallo se hace referencia a la sentencia T-487/04

SOLICITUD DE NULIDAD SENTENCIA DE LA CORTE


CONSTITUCIONAL-Oportunidad en sentencia T-1319/05 pues se
impetró antes de la notificación de fallo de revisión

SOLICITUD DE NULIDAD SENTENCIA DE LA CORTE


CONSTITUCIONAL-Legitimación activa en sentencia T-1319 de
2005

SOLICITUD DE NULIDAD SENTENCIA DE LA CORTE


CONSTITUCIONAL-Cumplimiento de carga argumentativa
señalando como causal el desconocimiento de la jurisprudencia en
sentencia T-1319/05

SOLICITUD DE NULIDAD SENTENCIA DE LA CORTE


CONSTITUCIONAL-Actor no cita precedente sentado por la Sala
Plena sino decisiones proferidas por Salas de Revisión

SOLICITUD DE NULIDAD SENTENCIA DE LA CORTE


CONSTITUCIONAL-No se configura cambio de jurisprudencia
sobre caducidad del dato negativo reportado a las centrales de riesgo
por evolución jurisprudencial

CAMBIO DE JURISPRUDENCIA-Declaración de la
prescripción de la acción ejecutiva en proceso ejecutivo
PRECEDENTE JURISPRUDENCIAL VINCULANTE-
Términos de caducidad del dato negativo de deudor reportado a una
central de riesgo

CADUCIDAD DEL DATO NEGATIVO-Supuestos cuando


prosperan las excepciones propuestas por el demandado en proceso
ejecutivo

CORTE CONSTITUCIONAL-Sentencia unificada cobijó la


prescripción de la deuda como hipótesis de extinción del dato
negativo

PRESCRIPCION DE LA ACCION EJECUTIVA-No existe


regla jurisprudencial en materia del tiempo de caducidad del dato
negativo

FALLO DE TUTELA-Sentencia T-1319/05 siguió precedente


sobre el límite temporal para la conservación del dato negativo ante
supuestos fácticos similares

SOLICITUD DE NULIDAD SENTENCIA DE LA CORTE


CONSTITUCIONAL-No se incurrió en causal de nulidad de
desconocimiento de la jurisprudencia en sentencia T-1319/05

Referencia: solicitud de nulidad de la


sentencia T-1319 de 2005

Acción de tutela instaurada por Diva


María Gonzáles López, Adolfo
Gonzáles y Fabiola Bedoya Vélez
contra la Cooperativa de Ahorro de
Inversión Social Ltda.,
“COOSERVIR en liquidación”.

Magistrado ponente:
Dr. HUMBERTO ANTONIO
SIERRA PORTO

Bogotá, D.C., veintidós (22) de noviembre de dos mil seis (2006)

Procede la Sala Plena de la Corte Constitucional a decidir sobre las


solicitudes de nulidad de la Sentencia T-1319 de 2005, proferida por la
Sala Séptima de Revisión.
I. ANTECEDENTES

1. Antecedentes del proceso de tutela que dio lugar a la expedición de


la Sentencia T-1319 de 2005

Los ciudadanos Diva María González López, Adolfo González y Fabiola


Bedoya Vélez, por medio de apoderado, interpusieron acción de tutela
contra la Cooperativa de Ahorro e Inversión Social Ltda., “COOSERVIR
en liquidación”, con el objeto de que se ampararan sus derechos
fundamentales al habeas data, a la intimidad y al buen nombre,
consagrados en el artículo 15 de la Constitución Política. Manifestaron
los accionantes que la Cooperativa demandada en tutela inició proceso
ejecutivo en su contra ante el Juzgado Noveno Civil Municipal de
Santiago de Cali, proceso que finalizó con la sentencia No. 073 del 29 de
julio de 2003, mediante la cual el Juzgado declaró probada la excepción
de prescripción de la acción ejecutiva. Una vez proferido este fallo
solicitaron al liquidador de “COOSERVIR en liquidación”, la
rectificación de la información crediticia que dicha entidad había
reportado a las diferentes centrales de riesgo. La entidad no accedió a las
pretensiones de los peticionarios, razón por la cual interpusieron acción
de tutela pues a su juicio una vez finalizado el proceso ejecutivo
adelantado por la entidad accionada en su contra, era obligatorio que
“COOSERVIR en liquidación” procurara la rectificación y actualización
de la información crediticia reportada a las centrales de riesgo.

El conocimiento de la tutela correspondió en primera instancia al


Juzgado Cuarto Penal Municipal de Santiago de Cali, el cual mediante
sentencia del dieciséis (16) de mayo de dos mil cinco (2005), decidió
declarar improcedente el amparo constitucional solicitado por los
ciudadanos Diva María González López, Adolfo González y Fabiola
Bedoya Vélez, por cuanto consideró le asistía razón a la entidad
accionada en mantener el reporte en la correspondiente base de datos,
dado que esa era una información veraz, correspondiente a la realidad
crediticia de los peticionarios y sólo debía ser rectificada, en caso de que
se demostrara la cancelación del crédito adeudado. Impugnado el fallo de
primera instancia fue confirmado por el Juzgado Quince Penal del
Circuito de Santiago de Cali, mediante sentencia del cinco (5) de julio de
dos mil cinco (2005).

2. La sentencia T-1319 de 2005.

Seleccionado los fallos de tutela proferidos en primera y segunda


instancia para su revisión, la Sala Séptima de Revisión de la Corte
Constitucional decidió el asunto sometido a su consideración mediante la
sentencia T-1319 de 2005. En las consideraciones del fallo de revisión
inicialmente se hizo referencia al marco jurisprudencial sobre las bases
de datos para luego abordar el tema de la caducidad del dato negativo.
Sobre este último extremo se consignó:

“Al respecto, hay que afirmar que ello –el término de


caducidad del dato negativo- infaliblemente corresponde ser
reglamentado por legislador, sin embargo, hoy es notoria la
ausencia de disciplina y regulación al respecto, razón por la
cual la jurisprudencia constitucional ha determinado un término
razonable que evite el abuso del poder informático y preserve
las sanas prácticas crediticias, en aras a la prevalencia del
interés general.

En dicho sentido, la Corte ha reiterado en diversas ocasiones lo


señalado por la sentencia SU-082 de 1995, que al respecto
estableció tres supuestos de hecho distintos, que correctamente
fueron sintetizados en la sentencia T-565 de 2004, estos son:

- Pago voluntario de la obligación con mora inferior a un año: la


información financiera negativa reportada en la central de
riesgo caduca en el doble de tiempo que duró la mora.
- Pago voluntario de la obligación con mora superior a un año: la
información financiera negativa reportada en la central de
riesgo caduca en dos años.
- El pago dentro del proceso ejecutivo (sin que prosperen
excepciones que pongan fin al proceso – salvo prescripción – y
sin que se verifique el pago al momento de notificar el
mandamiento de pago), la información financiera negativa
reportada en la central de riesgo caduca en cinco años.

12.- Para la resolución de este caso en particular, debe prestarse


especial atención a lo señalado en el último acápite, pues si el
demandado en un proceso ejecutivo invoca excepciones que
tengan como fin especifico extinguir la obligación y estas
prosperan mediante sentencia que profiera el juez de
conocimiento, el antecedente que conserve el banco de datos al
respecto debe desaparecer. Así lo señala esta Corporación, pero
se exceptúa de la regla anteriormente expuesta el caso en que la
excepción que prospere dentro del proceso ejecutivo sea la de
prescripción, puesto que no ha habido pago. En este evento
específico, la obligación ha sido incumplida, pero el acreedor
quirografario no puede hacer uso de la acción de la cual era
titular, pues ésta caducó. Bajo este supuesto, dispuso esta
Corporación que la inscripción en la base de datos debe
continuar vigente a pesar de haber prescrito las acciones legales
(Sentencia SU-082 de 1995).

13.- Sin embargo, es indispensable preguntarse cual sería el


limite temporal instituido para la conservación del dato
negativo de aquellas personas que no han cumplido con sus
obligaciones financieras, caso en el que indiscutiblemente se
encuentran quienes en un proceso ejecutivo alegan la
prescripción del título valor que daba respaldo a la misma,
pues, se reitera, allí no se ha cancelado la obligación.

Con relación a ello, la sentencia T-487 de 2004 señaló que


dado que el término de caducidad del dato no puede ser el
mismo, para aquel deudor que cancela, en relación con aquel
deudor que no ha cancelado, y ante la evidencia del vacío legal
mencionado, el juez debe llenarlo acudiendo al razonamiento
analógico, que enseña que donde existe la misma razón debe
aplicarse la misma disposición, en este caso, la regla general de
la prescripción de la acción ordinaria civil y debe señalar que el
término de almacenamiento de datos de individuos que no
hayan cancelado sus obligaciones financieras será de diez años
termino similar al establecido por el Código Civil para la
prescripción de la acción ordinaria”.

Luego la Sala de Revisión abordó el estudio del caso concreto y


determinó que el problema jurídico a resolver se centraba en decidir si,
declarada probada la excepción de prescripción en el proceso ejecutivo
adelantado en contra de Diva María González López, Adolfo González y
Fabiola Bedoya Vélez, por parte de “COOSERVIR en liquidación”, el
dato crediticio reportado por esta última a las centrales de riesgo
financiero respecto de los deudores, debía permanecer, y si la respuesta
es afirmativa, por cuanto tiempo. Para solucionar este tópico se acudió al
precedente sentado en la sentencia T-487 de 2004, decisión en la cual se
sostuvo que el almacenamiento de datos de quienes no cancelaran sus
obligaciones financieras debía tener un término definido, y se señaló que
en estos casos, el término de caducidad del dato sería de diez años, el
cual comenzará a contarse desde la fecha en que la obligación se haga
exigible, término que coincide con el establecido por el Código Civil
para la prescripción de la Acción Ordinaria Civil.

Hechas las anteriores consideraciones la Sala Séptima de Revisión


decidió:
PRIMERO.- CONFIRMAR la sentencia proferida en el
proceso de la referencia por el Juzgado Quince Penal del
Circuito de Santiago de Cali, en consideración a las razones
anteriormente expuestas.

SEGUNDO.- Señalar que dentro de los datos de los


peticionarios reportados a las centrales de riesgo financiero,
debe aparecer que en el proceso ejecutivo que se llevaba en su
contra se declaró probada la excepción de prescripción.

TERCERO.- LÍBRENSE por Secretaría las comunicaciones


de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los
efectos allí contemplados.

3. La solicitud de nulidad de la sentencia T-1319 de 2005

El treinta (30) de marzo de dos mil seis (2006) fue recibida en la


secretaría de la Corte Constitucional la solicitud de nulidad de la
sentencia T-1319 de 2005 presentada por Omar Fernando Suárez Gómez,
quien afirma actuar como apoderado judicial de los señores Diva María
Gonzáles López, Adolfo Gonzáles y Fabiola Bedoya Vélez.

El peticionario formula su solicitud de nulidad contra las sentencias T-


1319 de 2005 y T-482 de 2004 “esta última por constituir basamento
argumentativo de la primera”. Fundamenta su solicitud en que ambas
decisiones constituyen un “cambio arbitrario y tácito de precedente
sentado por la Honorable Corte Constitucional mediante sentencias T-
414 de 1992 y T-022 de 1993”. Sostiene el peticionario que en las
anteriores decisiones la Corte Constitucional fijó su postura respecto a la
caducidad del dato negativo ante las centrales de riesgos, una vez
concluido el término establecido por la ley para la prescripción, en los
siguientes términos:

Por todo lo anterior, esta Sala encuentra reprochable en grado


sumo la conducta de la Asociación Bancaria al negarse
rotundamente a acceder a la solicitud que le hiciera el
peticionario en dos ocasiones en el sentido de que lo retirara de
la lista de deudores morosos. En efecto, en el expediente obra
prueba de que por sentencia debidamente ejecutoriada el
Juzgado 16 Civil del Circuito de Bogotá había declarado
prescrita la obligación del Arquitecto Argüelles desde el 27 de
Abril de 1987.
Sorprende igualmente que dicho quejoso haya tenido que
impetrar, por medio de apoderado, la presente acción de tutela
ante el Juzgado 110 de Instrucción Criminal de Bogotá para
que se le retirara de la lista de deudores morosos y se
actualizara y rectificara la información que sobre él existe en el
banco de datos de la Asociación Bancaria. Porque es lo cierto
que por virtud de lo dispuesto en el reglamento de la Central, él
tenía perfecto derecho a la actualización de las informaciones
que le concernían, en particular, que su obligación con el
Banco de Bogotá había sido declarada prescrita por sentencia
judicial desde abril de 1987 y no tenía por qué seguir figurando
en la condición de deudor moroso de dicha entidad financiera.

Como consecuencia de todo lo anterior, esta Sala reitera que es


voluntad expresa del Constituyente plasmada en el texto del
artículo 1o. la primacía del ser humano con sus atributos
fundamentales sobre otras categorías simplemente accesorias,
como las de haber o tener.

Ello quiere decir, en otros términos, que el ejercicio del


derecho a la información en que, según la Asociación Bancaria
de Colombia, se fundamenta la Central de Información que
dicha entidad administra, no puede conducir en manera alguna
a la vulneración de la dignidad humana. Tal como ha ocurrido
en el caso del señor Argüelles. La misma limitación pesa sobre
el ejercicio del derecho a la protección del crédito como
proyección del derecho de propiedad.

(…)

Los datos tienen por su naturaleza misma una vigencia limitada


en el tiempo la cual impone a los responsables o administradores
de bancos de datos la obligación ineludible de una permanente
actualización a fin de no poner en circulación perfiles de
"personas virtuales" que afecten negativamente a sus titulares,
vale decir, a las personas reales.

De otra parte, es bien sabido que las sanciones o informaciones


negativas acerca de una persona no tienen vocación de
perennidad y, en consecuencia después de algún tiempo tales
personas son titulares de un verdadero derecho al olvido.

Este derecho le fue abiertamente negado al peticionario tanto por


la Asociación Bancaria de Colombia como por el Banco de
Bogotá, con lo cual lo condenaron, sin fórmula de juicio, a una
exclusión del sistema crediticio por término indefinido. Ello pese
a que ambas entidades sabían que desde el 27 de abril de 1987
un Juez de la República, con la autoridad que le confiere la ley
declaró prescrita la obligación contraida por el peticionario con
el Banco de Bogotá.

Por eso es a todas luces censurable la rebeldía del banco a


reconocerle efectos a esta sentencia. Como lo es también, en
mayor grado, la complicidad manifiesta con dicha conducta por
parte de una entidad llamada a velar por los mejores intereses del
gremio, como es el caso de la Asociación Bancaria de Colombia.

(…)

A manera de conclusión general, esta Sala reitera que en el


presente caso no sólo no existe otro medio de defensa judicial,
por las razones expuestas en su oportunidad, sino que además se
ha vulnerado la intimidad, la libertad personal y la dignidad del
petente mediante el abuso de la tecnología informática y del
derecho de y a la información. La vulneración de tales derechos
constitucionales fundamentales se materializa en la renuencia de
la Asociación Bancaria de Colombia a cancelar su nombre de la
lista de deudores morosos y actualizar inmediatamente la
información de su banco de datos computarizado, a sabiendas de
que mediante sentencia del 27 de abril de 1987 debidamente
ejecutoriada, un Juez de la República declaró prescrita la
obligación del señor Argüelles con el Banco de Bogotá.

Cita, finalmente algunos numerales la parte resolutiva de la anterior


decisión que a continuación se trascriben:

PRIMERO. - REVOCAR la providencia proferida por el


Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá el
día 4 de Febrero de 1992 y en su lugar, ORDENAR la
inmediata cancelación del nombre del peticionario
FRANCISCO ARGÜELLES NORAMBUENA de la lista de
deudores morosos de la Central de Información, organizada y
administrada bajo la responsabilidad de la Asociación Bancaria
de Colombia.

(…)
QUINTO.- Solicitar al Procurador General de la Nación que
en uso de su facultad de iniciativa legislativa y en desarrollo
del artículo 15 de la Carta y demás normas concordantes,
considere la conveniencia de presentar a la brevedad posible
ante el Congreso de la República un proyecto de ley que
proteja eficazmente la intimidad y la libertad informática de los
colombianos.

SEXTO.- En todos aquellos casos similares al presente por sus


hechos o circunstancias, siempre que hayan ocurrido abusos o
intromisiones arbitrarias o ilegales en la recolección,
almacenamiento, tratamiento, uso y divulgación no autorizada
expresamente de datos personales, por cualquier medio o
tecnología, que amenacen vulnerar la intimidad y libertad
informática de la persona, la doctrina constitucional enunciada
en esta sentencia tendrá CARACTER OBLIGATORIO para
las autoridades, en los términos del artículo 23 del decreto 2067
de 1991.

Luego afirma el peticionario que la sentencia T-022 de 1993 reiteró el


anterior precedente y cita amplios apartes de esta última decisión, los
cuales se transcriben a continuación:

E. Derecho al olvido: prescripción y cancelación de datos

Plenamente consciente de la neta prevalencia de la categoría


del ser sobre la del tener o del haber y en el marco de ese
hondo y genuino humanismo que debe presidir los actos de los
encargados de administrar justicia en todos los niveles del
sistema jurídico, esta Corte ha señalado que:

"Los datos tienen por su naturaleza misma una vigencia


limitada en el tiempo, la cual impone a los responsables o
administradores de bancos de datos la obligación ineludible
de una permanente actualización a fin de no poner en
circulación perfiles de "personas virtuales" que afecten
negativamente a sus titulares, vale decir, a las personas
reales.

De otra parte, es bien sabido que las sanciones o


informaciones negativas acerca de una persona no tienen
vocación de perennidad y, en consecuencia, después de
algún tiempo tales personas son titulares de un verdadero
derecho al olvido1.

Esta Corporación observa con sorpresa que algunos jueces y


tribunales inspirados en principios y criterios de derecho
privado preconstitucional consideren que para cancelar los
datos económicos personales recolectados y almacenados en
bancos de datos de entidades financieras sea indispensable
acreditar previamente la declaratoria judicial de prescripción de
la deuda.

Olvidan que aquí está en juego un claro conflicto entre el


derecho patrimonial de propiedad y el fundamental de la
libertad personal que debe ser resuelto garantizando la
prevalencia del ser sobre el haber, en consonancia con los
valores, principios y preceptos de la Constitución de 1991.

De otra parte, debe también tenerse en cuenta que desde la


perspectiva de la seguridad jurídica, la finalidad primordial de
la prescripción es la de clarificar la existencia o inexistencia de
un derecho a partir de la actividad o inactividad de su titular
durante un lapso determinado.

Si esto es así, es obvio que su esencia reside en la conducta


observada por dicho titular en el término establecido por el
precepto legal, por lo cual la declaración judicial -que la
seguridad jurídica requiere en algunos casos- tiene un carácter
eminentemente declarativo.

Ubicado justamente en el contexto de los principios


constitucionales y del profundo alcance del artículo 228 de la
Carta de 1991, el conflicto real o aparente entre propiedad y
libertad debe resolverse en el sentido de que el beneficiario de
la prescripción pueda extraer de ella sus consecuencias
liberatorias con la demostración de que ha transcurrido el lapso
que la ley exige para que dicho modo extintivo o adquisitivo
produzca plenos efectos. Tal como ya ocurre, por ejemplo, en
-materia no leve y en donde está comprometido un claro interés
público y social- con la cancelación de oficio de los
antecedentes relativos a fallos condenatorios penales proferidos
por la justicia.

(…)

1
Cfr. Corte Constitucional, Sala Primera de Revisión. Sentencia T-414.
En estas condiciones, es claro que cuando haya transcurrido un
tiempo igual o mayor al establecido por la ley para la
prescripción de la deuda, el deudor de una entidad financiera
podrá solicitar también la cancelación de su nombre del
respectivo banco de datos.

De otra parte, esta Corte ha tenido ocasión de señalar que una


vez satisfechos los presupuestos para solicitar su cancelación,
ésta deberá ser total y definitiva. Vale decir, la entidad
financiera no podrá trasladarlos ni almacenarlos en un archivo
histórico. Tampoco limitarse a hacer una simple actualización
del Banco de datos cuando lo procedente es la exclusión total y
definitiva del nombre del peticionario favorecido con la tutela.
Porque ello no sólo iría en menoscabo del derecho al olvido
sino que se constituiría en instrumento de control apto para
prolongar injerencias abusivas o indebidas en la libertad e
intimidad de su titular2

De las anteriores citas jurisprudenciales deduce el peticionario que la


Corte Constitucional había sentado un precedente en materia de
caducidad del dato negativo cuando en el curso de un proceso ejecutivo
se hubiera declarado probada la excepción de prescripción de la
obligación, precedente del cual se habrían apartado las sentencias T-1319
de 2005 y T-482 de 2004.

II. CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS

1. Competencia

La Sala Plena de la Corte Constitucional es competente para conocer de


la solicitud de nulidad formulada en el presente caso, según lo dispuesto
en el artículo 49 del Decreto 2067 de 1991.

2. La jurisprudencia respecto a la nulidad de las sentencias de la


Corte; cuestiones previas al análisis de los cargos de la solicitud de
nulidad de la sentencia T-1319 de 2005.

El artículo 49 del Decreto 2067 de 1991 prevé que “contra las


sentencias de la Corte Constitucional no procede recurso alguno” y que
las nulidades de los procesos ante la Corte sólo podrán alegarse antes de
proferido el fallo, “únicamente por violación al debido proceso”. No

2
Cfr. Corte Constitucional, Sala Primera de Revisón, Resolución N°. 001 del 20 de noviembre de
1992.
obstante, cuando la irregularidad alegada nace de la misma sentencia,
esta Corporación ha admitido la posibilidad de solicitar la nulidad de una
sentencia con posterioridad a su emisión.

En materia de sentencias de tutela la jurisprudencia constitucional ha


considerado, de tiempo atrás, la posibilidad de declarar la nulidad de las
sentencias proferidas por las Salas de Revisión, en ciertos eventos
realmente excepcionales, que supongan una grave afectación al debido
proceso y previo el cumplimiento de una exigente carga argumentativa
por parte de quien alega la existencia de una nulidad, en el sentido de
explicar de manera clara y expresa los preceptos constitucionales
transgredidos y su incidencia en la adopción adoptada.

En tal sentido, la Corte Constitucional ha definido jurisprudencialmente


las causales de procedencia de peticiones de nulidad contra sentencias
proferidas por las Salas de Revisión en el siguiente sentido:

“(i) Cuando una Sala de Revisión modifica o cambia el criterio de


interpretación o la posición jurisprudencial fijado por la Sala Plena
frente a una misma situación jurídica. En la medida en que el art.
34 del Decreto 2591 de 1991 dispone que todo cambio de
jurisprudencia debe ser decidido por la Sala Plena de la
Corporación, el cambio de jurisprudencia por parte de una Sala de
Revisión desconoce el principio del juez natural y vulnera el
derecho a la igualdad.

(ii) Cuando las decisiones no sean tomadas por las mayorías


legalmente establecidas. Esto ocurre, en los casos en que se dicta
sentencia sin que haya sido aprobada por las mayorías exigidas en
el Decreto 2067 de 1991, el Acuerdo No. 05 de octubre 15 de
1992 y la Ley 270 de 1996.

(iii) Cuando se presente una incongruencia entre la parte motiva y


resolutiva del fallo, generando incertidumbre con respecto a la
decisión tomada. Esto ocurre, en los casos en que la decisión es
anfibológica o ininteligible, cuando se contradice abiertamente o
cuando carece totalmente de fundamentación en la parte motiva.
Cabe precisar que los criterios utilizados para la adecuación de la
sentencia, tanto de redacción como de argumentación, no
configuran violación al debido proceso. Al respecto, señaló la
Corte que: ‘[E]l estilo de las sentencias en cuanto puedan ser más
o menos extensas en el desarrollo de la argumentación no incide
en nada para una presunta nulidad. Además, en la tutela, la
confrontación es entre hechos y la viabilidad de la prosperidad de
la acción y nunca respecto al formalismo de la solicitud como si se
tratara de una demanda de carácter civil’.

(iv) Cuando en la parte resolutiva se profieran órdenes a


particulares que no fueron vinculados al proceso y que no tuvieron
la oportunidad procesal para intervenir en su defensa.

(v) Cuando la Sala de Revisión desconoce la existencia de la cosa


juzgada constitucional respecto de cierto asunto, caso en el cual lo
que se presente de parte de ésta una extralimitación en el ejercicio
de las competencias que le son atribuidas por la Constitución y la
ley (...)”3.

No cabe, entonces, entender el incidente de nulidad como una nueva


instancia procesal, en la cual se reabran debates y discusiones culminados
en relación con los hechos y la apreciación de las pruebas, sino tan sólo
como un mecanismo encaminado a salvaguardar el derecho fundamental
al debido proceso. De allí el carácter excepcional que ofrece dicho
incidente y la carga que tiene el accionante de enmarcar adecuadamente
su petición dentro de alguna de las causales reconocidas por la
jurisprudencia constitucional, pues si la solicitud de nulidad no
demuestra la existencia de al menos una de dichas causales de
procedencia, la naturaleza excepcional y extraordinaria que identifica
este tipo de incidentes debe conducir a la denegación de la solicitud
impetrada.

En conclusión, para poder decretar la nulidad en cada caso en concreto es


necesario que se cumplan las exigencias reiteradas y reconocidas por esta
Corporación, es decir que los vicios que se invoquen impliquen una
verdadera afectación del debido proceso, cuya demostración sea
“ostensible, probada, significativa y trascendental, es decir, que tenga
repercusiones sustanciales y directas en la decisión o en sus efectos”4.

Puesto que los recurrentes fundamentan la solicitud de nulidad en un


supuesto cambio de jurisprudencia por parte de la Sala de Revisión, es
necesario detenerse en el alcance de esta causal.

3. El alcance de la causal de nulidad de “desconocimiento de la


jurisprudencia”.

La causal de nulidad de cambio de jurisprudencia es la única


expresamente señalada por las disposiciones que regulan los

3
Auto 162 de 2003.
4
Auto 031 A de 2002
procedimientos ante la Corte Constitucional. En tal sentido, el artículo 34
del Decreto 2591 de 1991 establece que todo cambio de jurisprudencia
debe ser decidido por la Sala Plena; en consecuencia, si una de las Salas
de Revisión se apropia de dicha función se extralimita en el ejercicio de
sus competencias con grave violación del debido proceso.

Pues bien, la causal de “desconocimiento de jurisprudencia” puede ser


comprendida de distintas maneras: (i) como desconocimiento de una
sentencia cuya ratio decidendi coincide con el problema jurídico sobre el
que versa la sentencia cuya nulidad se solicita; (ii) como una
contradicción con cualquier sentencia anterior, bien sea en su ratio
decidendi o en su obiter dicta; (iii) como una segunda instancia de lo
decidido por la Sala de Revisión.

De las anteriores posibilidades la única que se ajusta al real sentido de la


causal en estudio es la primera, pues tanto la segunda como la tercera
manera de concebir su alcance vulneran la autonomía y la independencia
judiciales de las Salas de revisión de tutela por las razones que se
exponen a continuación.

En efecto, resulta indispensable que los jueces constitucionales, al


proferir sus fallos, los motiven conforme a las directrices
jurisprudenciales previamente establecidas, de manera tal que se genere
una continuidad de los criterios desarrollados por esta Corporación. Esto
implica que sus decisiones posteriores deben seguir los mismos
postulados de los fallos precedentes y más aún si tienen supuestos
fácticos similares. Con todo, si lo que se pretende es proceder a un
cambio de interpretación jurisprudencial que obligue a una nueva
hermenéutica del sistema jurídico frente a hechos ya considerados, será la
Sala Plena quien estará legitimada para establecer esa nueva manera de
interpretación. De tal suerte que, la procedencia de la causal de cambio
de jurisprudencia está limitada a aquellos casos en los cuales se
demuestre que la Sala de Revisión modificó un precedente
constitucional, creado a partir de la resolución de un caso concreto, y no
frente a cualquier doctrina contenida en un fallo anterior proferido por la
Sala Plena.

El respeto a los precedentes constitucionales, entendidos como reglas


judiciales emanadas de la interpretación de una norma superior para la
solución de un caso concreto5, cumple funciones esenciales en los
ordenamientos jurídicos, incluso en los sistemas de derecho legislado
como el colombiano. Por ello, tal y como esta Corte lo ha señalado, todo
tribunal, y en especial el juez constitucional, debe ser consistente con sus

5
E. Alonso, La interpretación de la Constitución, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1994.
decisiones previas6, debido a (i) elementales consideraciones de
seguridad jurídica y de coherencia del sistema jurídico; (ii) una
caprichosa variación de los criterios de interpretación pone en riesgo la
libertad individual, así como la estabilidad de los contratos y de las
transacciones económicas, pues las personas quedan sometidas a los
cambiantes criterios de los jueces, con lo cual difícilmente pueden
programar autónomamente sus actividades7; y (iii) en virtud del principio
de igualdad, puesto que no es justo que casos iguales sean resueltos de
manera distinta por un mismo juez. De allí que, si bien la Sala Plena
puede, excepcionalmente, por razones de justicia material y adecuación
de sus fallos a los cambios históricos y sociales, modificar un precedente
constitucional, tal decisión le está vedada a las Salas de Revisión, so
pena de incurrir en una causal de nulidad.

En todo caso esta Corporación ha reconocido que cada sala de revisión


puede ejercer “su autonomía interpretativa y desarrollar su pensamiento
jurídico racional”, en cada una de las materias sometidas a su decisión.
Así, por ejemplo, en Auto 276 de 2001 se manifestó:

“Es conveniente precisar que aunque la Corte en el devenir


histórico jurisprudencial y en cumplimiento de su función ha
venido trazando pautas y directrices acerca de los aspectos que se
deben tomar en cuenta para determinar la eficacia del medio
judicial ordinario y cuándo el perjuicio tiene el carácter de
irremediable y cuándo no, lo cierto es que tales pautas y
directrices, objetivamente consideradas, no pueden constituirse en
una especie de obstáculo o “camisa de fuerza” que le impida a los
jueces constitucionales de tutela el ejercicio de su autonomía
interpretativa y desarrollar su pensamiento jurídico racional, en la
medida en que esas pautas y directrices las deben aplicar en el
caso particular que en determinado momento les corresponde
resolver, el cual, en razón de su naturaleza puede presentar
matices o circunstancias ausentes en los eventos que han sido
objeto de examen por la Corte Constitucional.

(...) Enfocada de esa manera la situación, a juicio de la Corte, en la


Sentencia T-104, de 31 de enero de 2001, la Sala Séptima de
Revisión de Tutelas, en modo alguno, en términos de la
peticionaria, “cambió la jurisprudencia de la Sala Plena de la Corte
Constitucional” sobre la materia. Bien puede, entonces, respetarse
el hecho de que la doctora BEATRIZ GONZALEZ REINOSO
discrepe de los argumentos expuestos en la sentencia que

6
Ver, por ejemplo, entres otras, las sentencias T-193 de 1995 y C-400 de 1998.
7
Sentencia SU 047 de 1999.
cuestiona e interprete que en ese fallo la Sala Séptima de Revisión,
en casos como el allí tratado, adicionó el requisito o condición de
que el accionante debe estar “desempleado” para que el amparo
prospere; empero, esos no son elementos suficientes para que su
pretensión de que se anule la providencia judicial esté llamada a
tener éxito”.

En suma, cualquier ligera divergencia que pueda observarse entre la


decisión adoptada por una Sala de Revisión y un precedente
constitucional sentado por la Sala Plena, no constituye una causal de
nulidad de un fallo de tutela; se precisa entonces, que este último
contraríe abiertamente la formulación general de un principio, regla o
razón que constituyen la base de una decisión judicial específica, más allá
de las particularidades irrelevantes del caso, es decir, la ratio decidendi.

Por las mismas razones antes expuestas el incidente de nulidad de un fallo


proferido por una sala de revisión tampoco constituye una segunda
instancia para que la Sala Plena examine la sentencia de tutela y se
pronuncie sobre la apreciación de los hechos o la interpretación de la
Constitución hechas por la sala de revisión. Tal como esta regulada la
revisión de los fallos de tutela por el Decreto 2591 de 1991 cada sala de
revisión constituye el órgano de cierre de los asuntos sometidos a su
conocimiento, de manera tal que la Sala Plena no opera como segunda
instancia de sus decisiones.

En tal sentido en Auto 131 de 2004, se expuso:

“[Las] Salas de Revisión de la Corte Constitucional gozan


como todo juez de la República, de una amplia competencia
para apreciar razonablemente las circunstancias que
constituyen una vía de hecho. En efecto, la función de
administrar justicia implica necesariamente la valoración de
conductas, y como no todos los comportamientos son
exactamente idénticos, no pueden imponerse modelos
autómatas o de ‘igualdad ciega’ para la resolución de casos. En
este orden de ideas, la valoración judicial y las herramientas
para llevarse a cabo no constituyen per se vías de hecho, pues
si se ajustan a los parámetros constitucionales de razonabilidad
y legalidad, no puede pretenderse su ineficacia”.

En conclusión, para poder decretar la nulidad en cada caso en concreto es


necesario que se cumplan las exigencias reiteradas y reconocidas por esta
Corporación, es decir que los vicios que se invoquen impliquen una
verdadera afectación del debido proceso, cuya demostración sea
“ostensible, probada, significativa y trascendental, es decir, que tenga
repercusiones sustanciales y directas en la decisión o en sus efectos” 8.
Conforme a lo expuesto, si se hace alusión a la causal de cambio de
jurisprudencia para motivar la solicitud de impugnación de un fallo, será
procedente sólo si el cambio consiste en la modificación sustancial de un
precedente que se refiere a un problema jurídico concreto y no frente a
cualquier doctrina contenida en la jurisprudencia. De igual manera, le
está vedado a la Sala Plena entrar a establecer, por vía del incidente de
nulidad, como si se tratase de una segunda instancia, si una determinada
Sala de Revisión acertó al momento de establecer la existencia o no de
una vía de hecho judicial, por cuanto se estaría violando el principio de
autonomía judicial.

4. Procedibilidad de la solicitud de nulidad de la sentencias de


tutelas proferidas por las salas de revisión.

Adicionalmente a la causales de procedencia, la jurisprudencia


constitucional ha definido los requisitos de procedibilidad de la
solicitudes de nulidad dirigidas contra sentencias proferidas por las salas
de revisión de tutelas. Tales requisitos son esencialmente los siguientes:

a) La presentación oportuna de la solicitud constituye el primer


requisito de procedibilidad del incidente de nulidad de una
sentencia de tutela proferida por una sala de revisión. De
conformidad con la jurisprudencia constitucional el término para
proponer o alegar la nulidad de cualquier sentencia proferida por
la Corte Constitucional es de tres (3) días contados a partir de la
notificación de la misma9.
8
Auto 031 A de 2002
9
Sobre el plazo para interponer la solicitud de nulidad de una decisión proferida por la Corte
Constitucional se afirma en el Auto 163A de 2003:
“El artículo 31 del Decreto 2591 de 1991 señala: “Dentro de los tres (3) días siguientes a
su notificación el fallo podrá ser impugnado por el Defensor del Pueblo, el solicitante, la
autoridad pública o el representante del órgano correspondiente, sin perjuicio de su
cumplimiento inmediato...”.
“La Sala considera que ante la ausencia de norma legal expresa que indique el término
dentro del cual se debe proponer o alegar la nulidad de cualquier sentencia proferida por
esta Corporación que se origine en la misma, procede hacer uso de la aplicación
analógica y aplicar el término de los tres (3) días señalado en el artículo 31 antes citado
para proponer cualquier nulidad que se origine en la sentencia, por considerar además
que se dan los tres (3) presupuestos básicos para acudir a la aplicación del principio de la
analogía, así:
“a) Ausencia de norma que establezca el término procesal dentro del cual ha de
presentarse la solicitud de nulidad de las sentencias que profiera la Corte Constitucional.
“b) Se trata de dos (2) situaciones similares en cuanto en los dos (2) eventos se
ataca la decisión o sentencia que pone fin a una instancia o actuación; se refieren los dos
(2) casos a situaciones de orden procesal dentro de la acción de tutela, y además se trata
de actuaciones que se surten con posterioridad a la decisión de una instancia o actuación.
b) El incidente debe ser propuesto por un sujeto que cuente con
legitimación activa para solicitar la nulidad, esto es, la solicitud
debe ser presentada por quien haya sido parte en el trámite de la
acción de tutela o un tercero que resulte afectado por la órdenes
proferidas en sede de revisión.

c) Quien alega la existencia de una nulidad debe cumplir con una


exigente carga argumentativa, en el sentido de señalar de manera
clara y expresa la causal de nulidad invocada, los preceptos
constitucionales transgredidos y su incidencia en la adopción
adoptada10.

5. Estudio del caso concreto.

La solicitud de nulidad presentada por el Sr. Omar Eduardo Suárez


Gómez, quien actúa como apoderado judicial de los peticionarios en el
proceso de a referencia, se fundamenta en la causal de cambio de
jurisprudencia por modificar la sentencia T-1319 de 2005 el precedente
sentado en las sentencias T-414 de 1992 y T-022 de 1993, sin embargo,
esta Corporación encuentra que la causal invocada no es procedente en la
medida que entre las sentencias invocados como precedente y la
“c) La razón o fundamento de la existencia de un término perentorio para la
presentación del escrito de impugnación del fallo es el bien jurídico fundamental y
superior de la seguridad jurídica que motiva a ésta Corporación a establecer un término
perentorio para la presentación de la solicitud de nulidad, como es, el determinar en
forma clara y precisa la oportunidad para el ejercicio de una facultad procesal, en virtud
del principio de la preclusión que orienta en forma general la actividad procesal y en aras
de salvaguardar valores del derecho como la seguridad jurídica y la justicia.
“Dicho término deberá contarse a partir de la fecha en que se notifique a las partes, la
sentencia respectiva. Al respecto, el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991 establece que
las sentencias en que se revise una decisión de tutela deberán ser comunicadas
inmediatamente al juez o tribunal competente de primera instancia, el cual notificará la
sentencia de la Corte a las partes por el medio que éste considere más expedito y eficaz
de conformidad con lo previsto por el artículo 16 ibídem.
“En conclusión, de conformidad con el artículo 49 del Decreto 2067 de 1991 contra
sentencias de la Corte Constitucional proferidas en desarrollo de los numerales primero,
segundo, tercero, cuarto, quinto, sexto, séptimo, octavo y décimo del artículo 241 de la
Constitución Política Colombiana, no procede recurso alguno ni solicitud de nulidad
alguna. Excepcionalmente y como única excepción procede la solicitud de nulidad
contra las sentencias que dicten las Salas de Revisión por irregularidades cometidas en la
sentencia; y la única causal de nulidad es la violación al debido proceso; o sea del
artículo 29 de la Constitución. Todas las irregularidades cometidas antes de la sentencia
no pueden ser alegadas, después de producida la sentencia y quedan saneadas al ser
proferida la misma.
“La solicitud de nulidad de las sentencias que profieran las Salas de Revisión de esta
Corporación, debe ser presentada dentro de los tres (3) días siguientes a la notificación
de la misma; acto de notificación que cumple el juez o tribunal que profirió el fallo de
primera instancia; debiendo dejar constancia de la fecha de la notificación y del medio
empleado y que el juez consideró más expedito y eficaz de conformidad con lo previsto
en el artículo 16 del Decreto 2591 de 1991.”
10
Cfr. Autos 162/03, A-146A/03, A-029A y A031A de 2002, A-256/01. Ver también los autos
232/01, 053/01, 082/00, 050/00, 074/99, 013/99, 026ª/98, 022/98, 053/97, 033/95 y 008/93.
sentencia T-1319 de 2005 se produjo un paulatino viraje jurisprudencial
en materia de caducidad del dato negativo, especialmente a partir de la
SU-082 de 1995, tal como se expondrá a continuación.

Empero, antes de abordar el estudio de la causal alegada es preciso


verificar si se cumplen los requisitos de procedibilidad de la solicitud de
nulidad de una sentencia de revisión señalados en el acápite anterior de
esta providencia. Para dilucidar estos extremos es preciso realizar
algunas consideraciones previas. En primer lugar, la solicitud de nulidad
respecto de la sentencia T-482 de 2004 no se abordará en el presente caso
por ser claramente improcedente de acuerdo con las reglas precisadas en
el acápite anterior de esta decisión. Además el peticionario incurre en un
error manifiesto al citar las sentencias cuya nulidad alega por servir de
fundamento a la decisión que fue contraria a sus intereses, pues en la
sentencia T-1319 de 2005 se hace referencia a la sentencia T-487 de
2004 y no a la sentencia T-482 del mismo año.

Respecto de los requisitos de procedibilidad frente a la solicitud de


nulidad de la sentencia T-1319 de 2005 cabe señalar que esta decisión
fue proferida el catorce (14) de diciembre de dos mil cinco (2005) y
comunicada al Juzgado Cuarto Penal Municipal de Cali mediante oficio
No. STB-068/2006 de fecha diecinueve (19) de enero de dos mil seis
(2006) y la solicitud de nulidad fue presentada el treinta (30) de marzo
del mismo año. Inicialmente la Secretaría General de la Corte
Constitucional dirigió al Juzgado Cuarto Penal Municipal de Cali el
Oficio STB 004/2006 con fecha treinta y uno (31) de marzo de dos mil
seis (2006) mediante el cual solicitaba se informara la fecha de
notificación de la sentencia de revisión, ante la ausencia de respuesta el
despacho judicial en cuestión fue nuevamente requerido mediante el
oficio STB-009 de cinco (5) de julio de dos mil seis (2006), ante este
último requerimiento el Juzgado respondió con el Oficio 513 de seis (6)
de julio del año en curso, mediante el cual informó que el expediente de
la acción de tutela se extravió. Finalmente el Juzgado Cuarto Penal con
funciones de control de garantías de Cali notificó la sentencia T-1319 de
2005 al apoderado de los accionantes y al Liquidador y Representante
Legal de “COOSERVIR en Liquidación” mediante oficios enviados el
día diecisiete (17) de julio de dos mil seis (2006). Se tiene entonces que
el Juzgado notificó el fallo de revisión seis meses después de haberle sido
comunicado, y que adicionalmente extravió el expediente de la acción de
tutela de la referencia, razones por la cuales se compulsarán copias a la
Sala Disciplinaria del Consejo seccional de la Judicatura del Valle para
que adopte las medidas pertinentes.

De conformidad con los hechos relacionados anteriormente la solicitud


de nulidad de la sentencia T-1319 de 2005 fue interpuesta de manera
oportuna, pues el apoderado de los accionantes la impetró incluso antes
que fuera notificado del fallo de revisión.

Por otra parte el Sr. Suárez Gómez cuenta con legitimación activa para
solicitar la nulidad de la sentencia T-1319 de 2005 en su condición de
apoderado judicial de los Sres. Diva María González, Adolfo Gonzáles y
Fabiola Bedoya Vélez.

Finalmente el escrito mediante el cual se solicita la nulidad del fallo de


tutela proferido por la Sala Séptima de Revisión señala claramente cual
es la causal invocada, a saber “desconocimiento de la jurisprudencia”, y
cita las decisiones precedentes supuestamente trasgredidas por la
sentencia T-1319 de 2005, cumple por lo tanto con la carga
argumentativa exigible en este tipo de incidentes.

Ahora bien verificados los requisitos de procedibilidad se abordará la


cuestión de si la sentencia T-1319 de 2005 desconoce decisiones
precedentes de esta Corporación en la materia. En la solicitud de nulidad
objeto de estudio el peticionario cita como precedentes jurisprudenciales
supuestamente desconocidos en la sentencia T-1319 de 2005 dos fallos
proferidos por la Sala Primera de Revisión de la Corte Constitucional, las
sentencias T-414 de 1992 y T-022 de 1993, en esa medida no se trata de
un precedente sentado por la Sala Plena de esta Corporación, sino de
decisiones proferidas por salas de revisión de fallos de tutela.

No obstante, el supuesto cambio de jurisprudencia alegado no se


configura con la sentencia T-1319 de 2005 porque esta decisión, como
antes se anunció, sigue el precedente sentado por la sentencia SU-082 de
1995, pues en materia de caducidad del dato negativo reportado a las
centrales de riesgos se ha presentado una interesante evolución
jurisprudencial, la cual desconoce deliberadamente el peticionario.

En efecto, éste cita para fundamentar su solicitud de nulidad una


sentencia del año 1992 y otra del año 1993, ambas de la misma sala de
revisión, sin embargo no hace alusión a las decisiones posteriores
adoptadas por esta Corporación sobre esta misma materia que reflejan
una nueva postura jurisprudencial.

Al respecto cabe señalar que inicialmente sostuvo la Corte Constitucional


que cuando la acción ejecutiva prescribiera, así no se hubiera declarado
la prescripción en un proceso ejecutivo, debía cancelarse el dato del
deudor del banco de datos respectivo11, no obstante esta línea
jurisprudencial fue modificada a partir de la Sentencia SU-228 de 1993
decisión en la cual la Sala Plena afirmó que el juez de tutela en estos
11
Sentencias T-414 de 1992 y T-022 de 1993.
casos no podía verificar directamente la prescripción de la acción
ejecutiva, sino que la excepción de prescripción debía declararse en un
proceso ejecutivo12.

Posteriormente la sentencia SU-082 de 1995, decisión de Sala Plena y


por lo tanto el precedente jurisprudencial vinculante en la materia, hizo
expresa alusión a los términos de caducidad del dato negativo de un
deudor reportado a una central de riego bajo diferentes hipótesis. En lo
relacionado con la caducidad del dato negativo cuando prosperase la
excepción de prescripción en un proceso ejecutivo sostuvo:

Igualmente debe advertirse que si el demandado en proceso


ejecutivo invoca excepciones, y éstas prosperan, y la obligación
se extingue porque así lo decide la sentencia, el dato que posea el
banco de datos al respecto, debe desaparecer. Naturalmente se
exceptúa el caso en que la excepción que prospere sea la de
prescripción, pues si la obligación se ha extinguido por
prescripción, no ha habido pago, y, además, el dato es
público.

12
Sostuvo la Corte en esa oportunidad:
.Es preciso que la Sala Plena de la Corte cambie la jurisprudencia en este punto concreto
por cuanto, de aceptarse la tesis según la cual puede acudirse directamente a la tutela
para pedir que retiren el nombre de la persona de un banco de datos alegando
prescripción de las obligaciones que dieron lugar a su registro, el juez de tutela estaría
desplazando al ordinario competente en la definición de un derecho ajeno al asunto
mismo sobre el cual recae el amparo del artículo 86 constitucional, que consiste
únicamente en la protección del derecho fundamental consagrado en el artículo 15
Ibidem: que se actualicen y rectifiquen las informaciones recogidas sobre el peticionario
en bancos de datos o en archivos de entidades públicas o privadas.
En otros términos, la acción de tutela -que tiene por objeto específico según la
Constitución el de proteger los derechos constitucionales fundamentales cuando ellos
sufren violación o amenaza- tendría aplicación para ordenar que se retirara del banco de
datos el nombre de una persona que allí permanezca previa estar prescrita su obligación.
Pero, desde luego, en cuanto al juez de tutela no le consta que ello en verdad haya
ocurrido, pues no tiene a su cargo la definición de derechos que sí atañe a los jueces
ordinarios en la órbita de sus respectivas competencias, únicamente puede asumir que ha
operado el fenómeno de la prescripción si se le acredita que así lo ha declarado el juez
competente. No es, entonces, la tutela el medio apto para declarar prescripciones.
Aceptarlo implicaría prohijar la intervención indebida del juez de tutela en el campo
reservado a otra jurisdicción.
En los procesos que ahora se revisan, el peticionario admite en todos los casos que
contrajo obligaciones con las entidades financieras contra las cuales dirige sus
demandas, pero alega que tales obligaciones están prescritas y pretende que, en
consecuencia, se ordene el retiro de su nombre de los archivos y bancos de datos
correspondientes.
Considera la Corte que ello no es posible, pues en ninguno de dichos procesos aparece
acreditada en el expediente la prescripción judicialmente declarada.
Por tanto, serán confirmadas las providencias revisadas que negaron la tutela y
revocadas aquellas que la concedieron.
Hay que aclarar que el dato en este caso es público, porque la
prescripción debe ser declarada por sentencia o providencia
judicial que tenga la fuerza de ésta (…)

Se advierte expresamente que todo lo que se ha dicho sobre el


término de caducidad refleja los criterios generales que la Corte
estima razonables a la luz de la Constitución. Pero naturalmente,
el legislador, al dictar la ley estatutaria correspondiente, podrá,
según su buen criterio, apartarse, determinando lo que él mismo
estime razonable, siempre y cuando se ajuste a la Constitución. Y
podría, por ejemplo, llegar a establecer una caducidad especial
en los casos en que la obligación se extingue por prescripción”
(negrillas fuera del texto original).

Se tiene entonces que la Sala Plena de esta Corporación, respecto a la


caducidad del dato negativo cuando prosperan las excepciones
propuestas por el demandado en el proceso ejecutivo diferenció dos
supuestos, a los cuales asignó consecuencias distintas: (i) cuando se trata
de excepciones distintas a la prescripción de la acción ejecutiva, caso en
el cual el dato negativo “debe desaparecer”, (ii) cuando se trata de la
excepción de prescripción de la acción ejecutiva, supuesto al cual la
sentencia en comento aparentemente no le asignó una consecuencia
expresa, sino que se limitó a constatar de acaecer esta hipótesis “no ha
habido pago, y, además, el dato es público”. Sin embargo, la estructura
sintáctica de la proposición examinada permite concluir en todo caso que
en este último evento, es decir, cuando prospera la excepción de
caducidad de la acción ejecutiva el dato negativo no desaparece, a
diferencia de lo que sucede cuando se declara probada cualquier otra
excepción, precisamente“porque la prescripción debe ser declarada por
sentencia o providencia judicial que tenga la fuerza de ésta” y en esa
medida es un dato público. Más adelante se afirma en la misma decisión
que el legislador podría “llegar a establecer una caducidad especial en
los casos en que la obligación se extingue por prescripción”.

Podría argumentarse que la sentencia SU-082 de 1995 no constituye un


precedente vinculante en la materia porque el supuesto fáctico que se
examinaba en esa oportunidad no era el de la declaratoria judicial de
prescripción de una deuda, pero esta postura carece de asidero
precisamente porque esta Corporación puso de manifiesto en la sentencia
de unificación examinada su pretensión de cobijar las distintas hipótesis
de extinción del dato negativo, entre las cuales se incluye el caso de
prescripción de la deuda.
Cobra así pleno sentido la aseveración consignada en la sentencia T-1319
de 2005, en el sentido que no existe una regla jurisprudencial expresa en
materia del tiempo de caducidad del dato negativo cuando prospera la
excepción de prescripción de la acción ejecutiva, pero en todo caso la
jurisprudencia ha previsto que bajo este supuesto el dato no caduca de
manera inmediata por ser público al haber sido declarada la prescripción
mediante una sentencia judicial.

Ahora bien, puesto que en la sentencia SU-082 de 1995 se sostiene que


en estos casos el dato no desaparece por ser público, podría acogerse la
postura que bajo esta hipótesis el dato negativo puede ser mantenido a
perpetuidad en los bancos de datos de las centrales de riesgo. Sin
embargo, esta tesis iría en contravía de una línea jurisprudencial
constante de esta Corporación en el sentido que “la vigencia de la
información, particularmente la que se refiere al incumplimiento de las
obligaciones de una persona, no puede permanecer de forma indefinida
en los bancos de datos ó centrales de riesgo”13 y sería además una
restricción desproporcionada de los derechos de los deudores.

Por esta razón la Sala Séptima de Revisión decidió seguir el precedente


sentado por la Sala Primera de Revisión en la sentencia T-487 de 2004,
providencia que resolvió un supuesto fáctico similar al examinado en la
sentencia T-1319 de 2005, pues se trataba de la acción de tutela
presentada por una persona reportada a una central de riesgo que había
sido demandada en un proceso ejecutivo y finalmente había sido
exonerada del pago sin haber sido satisfecha la obligación. Para resolver
el caso objeto de estudio la Sala Primera planteó el siguiente problema
jurídico:¿Con base en nuestro ordenamiento jurídico, cual sería el límite
temporal instituido para aquellas personas que no han cumplido con sus
obligaciones financieras provenientes de un proceso ejecutivo?
Interrogante al que se le dio la siguiente respuesta:

Por cuanto el término no puede ser el mismo, para aquel


deudor que cancela en relación a aquel deudor que no ha
cancelado, esta corporación , ante la evidencia del vació legal
ya mencionado, el juez debe llenarlo acudiendo al
razonamiento analógico; que enseña que donde existe la misma
razón debe aplicarse la misma disposición, en este caso, la
regla general de la prescripción de la acción ordinaria civil y
debe señalar que el término de almacenamiento de datos de
individuos que no hayan cancelado sus obligaciones
financieras será de diez ( 10 ) años; término similar al

13
Sentencia T-060 de 2003.
establecido por el Código Civil14 para la prescripción de la
Acción Ordinaria.

Ahora bien, este término comenzará a correr desde el momento


que la obligación sea exigible. En otras palabras, una
obligación “ pura y simple “ será exigible cuando para su
cumplimiento no es necesario aguardar el transcurso del tiempo
o el acaecimiento de determinada circunstancia.

No obstante, cuando la obligación este circunscrita a un plazo,


a una condición, a unos requisitos, a una especial actuación del
acreedor, entre otras; el término de diez (10) años referido,
comenzará a contarse desde la ocurrencia de estas
circunstancias específicas que la hagan exigible.

En resumen, el término de almacenamiento de datos de


individuos que no hayan cancelado sus obligaciones
financieras será de diez (10) años. Por consiguiente, la
oportunidad jurídica de reportar en una base de datos un deudor
incumplido, comenzará a correr desde el día siguiente a aquel
en el cual se hizo exigible la obligación.

Enfrentada a unos supuestos fácticos similares, pues en el caso que se


examinaba en esa ocasión la obligación de los accionantes se había
declarado extinguida en un proceso ejecutivo por prescripción, más no
por el pago de lo adeudado, la Sala Séptima de Revisión en la sentencia
T-1319 de 2005 decidió seguir el precedente sentado por la Sala Primera
de Revisión en la sentencia antes trascrita y sostuvo:

13.- Sin embargo, es indispensable preguntarse cual sería el


limite temporal instituido para la conservación del dato
negativo de aquellas personas que no han cumplido con sus
obligaciones financieras, caso en el que indiscutiblemente se
encuentran quienes en un proceso ejecutivo alegan la
prescripción del título valor que daba respaldo a la misma,
pues, se reitera, allí no se ha cancelado la obligación.

Con relación a ello, la sentencia T-487 de 2004 señaló que


dado que el término de caducidad del dato no puede ser el
mismo, para aquel deudor que cancela, en relación con aquel
deudor que no ha cancelado, y ante la evidencia del vacío legal
mencionado, el juez debe llenarlo acudiendo al razonamiento
14
Artículo 2536 Modificado por la ley 791 de 2002 artículo 8.
analógico, que enseña que donde existe la misma razón debe
aplicarse la misma disposición, en este caso, la regla general de
la prescripción de la acción ordinaria civil y debe señalar que el
término de almacenamiento de datos de individuos que no
hayan cancelado sus obligaciones financieras será de diez años
termino similar al establecido por el Código Civil para la
prescripción de la acción ordinaria”.

De la anterior exposición se concluye que la Sala Séptima de Revisión


en la sentencia T-1319 de 2005 no incurrió en la causal de nulidad de
desconocimiento de la jurisprudencia fijada por Sala Plena sino que, por
el contrario, siguió el precedente fijado por otra sala de revisión ante
supuestos fácticos similares.

En mérito de lo expuesto la Sala Plena de la Corte Constitucional,

RESUELVE:

Primero: DENEGAR la nulidad de la sentencia T-1319 de 2005 proferida


por la Sala Séptima de Revisión.

Segundo: ORDENAR que, por la Secretaría General de la Corporación,


se compulsen copias de esta providencia y se remitan a la Sala
Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Seccional de la Judicatura del
Valle para que adopte las medidas que estime pertinentes.

Tercero: Contra esta providencia no procede recurso alguno.

Notifíquese, comuníquese, cúmplase, insértese en la Gaceta de la Corte


Constitucional.

JAIME CÓRDOBA TRIVIÑO


Presidente

JAIME ARAUJO RENTERÍA


Magistrado
MANUEL JOSÉ CEPEDA ESPINOSA
Magistrado
CON ACLARACION DE VOTO

RODRIGO ESCOBAR GIL


Magistrado

MARCO GERARDO MONROY CABRA


Magistrado

NILSON ELIAS PINILLA PINILLA


Magistrado

HUMBERTO ANTONIO SIERRA PORTO


Magistrado

ALVARO TAFUR GALVIS


Magistrado

CLARA INÉS VARGAS HERNANDEZ


Magistrada

MARTHA VICTORIA SÁCHICA DE MONCALEANO


Secretaria General
ACLARACIÓN DE VOTO DEL MAGISTRADO
MANUEL JOSÉ CEPEDA ESPINOSA
AL AUTO 330 de 2006

Referencia: solicitud de nulidad de la


sentencia T-1319 de 2005

Acción de tutela instaurada por Diva María


Gonzáles López, Adolfo Gonzáles y
Fabiola Bedoya Vélez contra la
Cooperativa de Ahorro de Inversión Social
Ltda. “COOSERVIR en liquidación)

Magistrado Ponente:
HUMBERTO ANTONIO SIERRA
PORTO

En esta oportunidad me limitaré a reiterar lo que he señalado en otras


aclaraciones o salvamentos de voto, puesto que no considero pertinente
explicar en extenso mi posición sobre lo decidido en la presente
sentencia. Basta con señalarla públicamente al votar y firmar la
sentencia, y con expresar mi criterio sobre las opiniones disidentes.

A diferencia de lo que sucede en otros países de tradición romano-


germánica, en Colombia existe una sólida y saludable tradición de
pluralismo en el ejercicio de la magistratura. 15 Esta se refleja en tres
aspectos: (i) el voto de los magistrados es conocido y divulgado,
usualmente en un comunicado oficial de la Corte, lo cual permite a los
ciudadanos conocer la posición de cada magistrado, (ii) las sentencias
son firmadas por todos los magistrados, lo cual le permite a cada uno
señalar públicamente, debajo de su rúbrica, si aclara o salva el voto, (iii)
las deliberaciones constan en un acta accesible al público inmediatamente
después de ser aprobada por el Pleno de la Corte donde se recogen los
argumentos de cada magistrado, y (iv) a la correspondiente sentencia se
deben adjuntar las opiniones disidentes de los magistrados, si las hay, o
sea, los salvamentos o aclaraciones de voto. Además, la Secretaria
General puede certificar cómo voto cada magistrado, si un interesado así
lo solicita.

15
Desde el siglo XIX los magistrados han podido salvar o aclarar el voto. Sin remontarnos más allá de
la vigencia de la Constitución de 1886, cabe resaltar que en la primera sentencia en la cual se juzgó, en
control previo, un acto del legislador, se presentaron salvamentos de votos.
Estos cuatro aspectos - que constituyen una de las fortalezas de nuestra
tradición judicial - son separables, como lo demuestra el derecho
comparado.16 O sea que es perfectamente posible que un magistrado opte
por disentir, pero deponga su interés en criticar la sentencia
correspondiente, cultivar el individualismo, hacer gala de su
conocimiento o mostrar soluciones alternativas que considera más
apropiadas. Todo en aras de contribuir a fortalecer a la institución
judicial a la cual pertenece y a que las sentencias fijen el sentido de la
Constitución con sólida autoridad.

Habrá, por supuesto, casos en que dicha contribución se logre mejor


escribiendo una opinión separada, siempre dentro del mayor respeto por
la institución. Así lo estimé necesario, por ejemplo, en la sentencia sobre
el aborto (C-355 de 2006), la cual compartí enteramente. Escribí una
aclaración de voto a dicha sentencia para agregar algunos argumentos
fundados en el derecho comparado, con el fin de dar elementos de juicio
orientados a impulsar desarrollos futuros en la materia, no para criticar la
sentencia.17 En cambio, en la primera sentencia en la cual participé sobre
la igualdad de las parejas del mismo sexo (SU-623 de 2001), escribí un
salvamento de voto conjunto para tratar de abrir el camino hacia
evoluciones jurisprudenciales encaminadas a proteger a las parejas del
mismo sexo, como en efecto sucedió varios años después sobre bases
distintas a las que en el 2001 dividieron a la Corte.

Lo mismo hice en temas menos “duros” pero importantes en el contexto


colombiano, como la posibilidad de subsanar algunos vicios de
procedimiento (C-333 de 2005). Mi orientación anti-formalista me
conduce a declarar el vicio pero también a admitir, como lo dice
expresamente la Constitución desde 1991, que si se reúnen ciertas
16
En efecto, en Francia están prohibidas las opiniones disidentes en el Consejo Constitucional, pero
las actas de sus deliberaciones son públicas, varias décadas después de su aprobación. En Estados
Unidos están permitidas las opiniones disidentes, pero no existen actas de las deliberaciones. Mucho
de la evolución del pensamiento de la Corte estadounidense queda consignado por escrito en los
memorandos y notas oficiales que se cruzan los magistrados, los cuales son públicos también después
de varias décadas. En Alemania, después de un complejo y extenso proceso, se pasó de la interdicción
de las opiniones disidentes a su admisión. Ello sucedió a raíz del famoso caso Spiegel, resuelto en
1966, en el cual los magistrados se dividieron 4 contra 4. Ante la ausencia de mayoría por la
inconstitucionalidad, el acto controvertido en dicho caso se consideró convalidado. Para entonces, las
opiniones disidentes no estaban permitidas. Entonces, la Corte Constitucional alemana optó por
publicar las dos opiniones enfrentadas como parte de la sentencia misma, sin divulgar los nombres de
los magistrados. Ello suscitó un debate sobre si las opiniones disidentes deberían ser permitidas. En
1968 se llevó a cabo un debate apasionado al respecto en el Congreso de Derecho, organizado por la
asociación de juristas. Luego de una votación, los juristas se inclinaron a favor de permitir las
aclaraciones y salvamentos de voto, a pesar de que los magistrados que integraban las cinco altas
cortes alemanas votaron en contra (158 contra 65). En 1970, el Parlamento modificó la Ley Orgánica
de la Corte Constitucional Federal alemana para permitir las opiniones disidentes.
17
Inclusive respecto de estas cuestiones tan álgidas, algunos magistrados han preferido abstenerse de
hacer públicas las razones de su posición. En Alemania, en la primera sentencia sobre el aborto, dos
magistrados escribieron sus opiniones disidentes. Por eso, se cree que la votación fue 6 contra 2. No
obstante, en realidad fue una sentencia 5 contra 3, ya que uno de los magistrados de la minoría decidió
no escribir un salvamento de voto.
condiciones la ley puede ser devuelta para que la falla en el
procedimiento pueda ser subsanada. Así sucede ahora frecuentemente
con las leyes aprobatorias de tratados públicos. Es que en nuestro
contexto hay cuestiones constitucionales de enorme relevancia sobre las
cuales cabe anticipar una evolución, lo cual es un aliciente para que la
opinión disidente sea escrita, no para atacar a la Corte, sino para sentar
bases sólidas que propicien un cambio de jurisprudencia. Ello también
ocurrió, por supuesto, antes de la Carta de 1991. Un buen ejemplo de ello
es el salvamento de voto del magistrado Luis Sarmiento Buitrago a favor
del control material de los decretos declarativos de un estado de
excepción durante la vigencia de la Constitución de 1886. Si bien la
Corte Suprema de Justicia nunca dio ese paso, en la Constitución de 1991
se plasmaron los fundamentos para que la Corte Constitucional avanzara
en esa dirección, como en efecto aconteció.

Fue este espíritu constructivo el que me animó a abstenerme de seguir


repitiendo el mismo salvamento de voto (ver, por ejemplo, el que escribí
a la T-080 de 2006) a las sentencias de tutela que ordenaban la
terminación indiscriminada de cualquier proceso ejecutivo hipotecario
denominado en UPAC18. Una vez que la Sala Plena decidió asumir el
conocimiento de varias tutelas acumuladas con el fin de unificar la
jurisprudencia, dejé de escribir una opinión disidente en las Salas de
Revisión en las cuales participé y tampoco lo hice en la sentencia de
unificación donde la Corte construyó un enfoque diferente sobre nuevas
premisas compartidas por casi todos los magistrados (SU- 813 de 2007).

Ahora bien, las sentencias de la Corte cumplen una misión trascendental


consistente en fijar el significado de la Constitución. Por lo tanto, la
decisión de escribir una opinión separada o disidente también implica
una responsabilidad primordial: articular una crítica útil a la sentencia de
la Corte, en especial cuando dicha sentencia puede llegar a constituirse
en un precedente. Si una opinión separada o disidente no puede ser
orientada en ese sentido, el juez que salve o aclare su voto puede
satisfacer sus convicciones jurídicas simplemente anunciado que no esta
de acuerdo con la Corte.

Así interpretó el famoso jurista Roscoe Pound el dilema de escribir o no


opiniones disidentes, en un artículo publicado en 195319. Para Roscoe
Pound la actitud de varios jueces movidos por la vanidad o el orgullo
personal, que creían que tenían que escribir una opinión individual para
cualquier caso, era contraproducente desde el punto de vista del progreso
18
Los puntos de mi disenso se originaron en que a mi juicio la tutela no debía ser concedida sin
verificar si el interesado había solicitado la terminación del proceso, si el inmueble estaba
efectivamente destinado a vivienda, si el deudor había aceptado la reliquidación del crédito o si el
inmueble ya había sido adjudicado a una familia que lo adquirió de buena fe para vivir en él
19
Roscoe Pound. Cacoethes Dissentiendi: The Heated Judicial Dissent. 39 A.B.A.J. (1953), 794.
del derecho. Por eso destacó el siguiente canon de ética judicial: “Un
juez no debe ceder a la vanidad de su opinión ni valorar de manera más
alta su reputación individual que la de la Corte a la cual le debe
lealtad.” (Canon 19, parágrafo 3, ABA, 1924). De tal forma que hay una
diferencia entre anunciar un desacuerdo y, adicionalmente, escribir en
extenso una crítica de la sentencia de la cual el magistrado difiere.

Frecuentemente se pasa por alto que inclusive en Estados Unidos donde,


a diferencia de Europa, existe una larga tradición de admitir las opiniones
disidentes, varios magistrados entendieron que, en determinadas
circunstancias, tanto la certeza del derecho como la solidez de la Corte
aconsejan reducir el disenso y promover la unanimidad. Es bien sabido,
por ejemplo, que el jurista Earl Warrem trabajó arduamente para
conseguir que la sentencia Brown v. Board of Education – mediante la
cual se puso fin a la segregación racial en los colegios públicos- fuera
unánime. Así mismo, John Marshall solo escribió nueve opiniones
disidentes en cuarenta y cuatro años de ejercicio de la magistratura,
puesto que comprendió que el nacimiento del control constitucional y la
consolidación de la Corte investida de la autoridad para decir qué dice la
Constitución, requería de una clara cohesión institucional. Por esa misma
razón, Marshall aceptó ser magistrado ponente de sentencias con las
cuales estaba en desacuerdo.20

Además, en este caso el ímpetu de afinar la pluma para criticar la


sentencia se ha desvanecido después de tranquilas reflexiones en torno al
sentido de las opiniones separadas o disidentes. Estas me han llevado a
darme cuenta de que aun los juristas admirados por la claridad,
elocuencia, pertinencia y seriedad de sus opiniones disidentes, estimaban
que no tenía sentido insistir, una y otra vez, en escribir de manera
individual la posición que expresaron en las deliberaciones y mucho
menos las que habían sostenido a lo largo del tiempo. No se debe olvidar
que Oliver Wendel Holmes - denominado el gran disidente - sostenía que
cuando un magistrado escribe un salvamento o aclaración de voto debe
recordar que “esta dando su punto de vista sobre el derecho, no peleando
con otro gallo”. Esto llevó en múltiples ocasiones al magistrado Holmes
a señalarles a los colegas de la Corte con los cuales compartía una
opinión disidente, que debían modificar los términos empleados en el
escrito correspondiente para respetar el principio ético de la civilidad en
el disentimiento.

No se trata de seguir una regla de consenso, inapropiada en un contexto


pluralista y en todo caso superada por la divulgación de los votos de cada

20
El justicia Antonin Scalia, un vigoroso disidente en la Corte Suprema de Justicia de los Estados
Unidos, critica esta actitud en un ensayo sobre la opinión disidente. Ver The Dissenting Opinion. 1994
J. Sup. Ct. Hist. 33.
magistrado. El objetivo esencial es contribuir a la consolidación de una
institución que, como la Corte Constitucional, adopta decisiones que
definen el rumbo del país en temas que despiertan enorme sensibilidad,
tienen un impacto profundo o están sujetos de manera recurrente a la
dura prueba del litigio constitucional.

Entonces, honro esa responsabilidad consustancial a la administración de


justicia, que ha de ser tenida en cuenta por el juez constitucional cuando -
más allá de hacer pública su posición al advertir que salva o aclara el
voto - decide escribir una opinión disidente: la voz individual del
magistrado debe contribuir a esclarecer el derecho, en lugar de confundir,
y debe inscribirse en el respeto por la majestad de la justicia, en lugar de
tratar de deslegitimarla.

Fecha ut supra,

MANUEL JOSÉ CEPEDA ESPINOSA


Magistrado

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