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Santiago Martinez Cód.

42182010 – Reseña - El mundo y sus demonios

Las personas en su mayoría tienen un interés natural por las maravillas del
universo, muchos quieren saber de ciencia, pero lamentablemente la ciencia ha
sido alterada antes de llegar a ellos, muchos prefieren captar su realidad a como
es en comparación que les gustaría que fuera y así no persistir en el engaño o la
mentira satisfactoria. Pero las falsas ciencias no dejan de distraernos,
proporcionando respuestas fáciles apelando a nuestros temores,
convirtiéndonos practicantes rutinarios, siendo así víctimas de la credulidad.
La falsa ciencia pretende utilizar métodos de la ciencia real, cuando en realidad
es desleal a su naturaleza, con esto normalmente cuando algo se cree que es
verdad se ignoran otros posibles caminos que puedan dirigir a otras direcciones,
esto hace que las pruebas que se presenten sean completamente insuficientes o
simplemente se vuelven contradictorias, de esta manera podemos decir que
están llenas de incredulidad y es más fácil que la persona que quiera encontrar
la verdad a través de la cultura popular, encuentre mucha más desinformación
que en la misma información real.
Evidentemente la falsa ciencia es mucho más fácil de inventar que la verdadera,
hay una mayor disposición a evitar la confrontación de ideas, es por esto que es
más sencillo que sea absorbida por un público en general.
Los seres humanos necesitamos conseguir respuestas rápidas a todas las
preguntas o incógnitas que tenemos ya que hace parte de nuestra naturaleza,
por esto la falsa ciencia complace estas necesidades emocionales que la real no
resuelve, convirtiéndose en un problema grave ya que si nunca se ha oído
hablar de verdades absolutas nunca se podrá distinguir de una ciencia falsa o
verdadera, por esto es tan importante saber que es la ciencia real, no es
adecuado confiarnos de nuestra intuición ya que los sentidos nos engañan y
podemos ver lo que no existe, llevándonos a cometer errores.
La sabiduría se basa en comprender nuestras limitaciones y ahí es donde
fallamos, pero si nos negamos constantemente en caer en el error estamos
seguros que estaremos equivocándonos constantemente.

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