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NOMBRE: YADER GUAMPE ACOSTA

AREA: CIENCIAS SOCIALES


GRADOS. OCTAVOS A Y B

NOVENA CLASE
Estimados estudiantes, les recomiendo tener en cuenta los
siguientes aspectos.

1. Todos los trabajos se deben realizar en el cuaderno. NO SE


ACEPTAN TRABAJOS EN COMPUTADOR
2. Colocar en cada una de las hojas de su cuaderno su nombre
y grado.
3. Para el envío de las actividades por favor realizarlo solo por
uno de los siguientes medios: correo electrónico o la
plataforma del colegio.
4. Reportar su trabajo en las fechas publicadas.

PARA TENER EN CUENTA: FAVOR ENVIAR LA TAREA EN LOS


TIEMPOS SEÑALADOS, LA PRESENTACIÓN DE LA TAREA DESPUES
DE LA FECHA ASIGNADA YA NO SE CALIFICA SOBRE CINCO.

Fecha de entrega: entre el 19 de octubre al 2 de noviembre de 2020.


Medios de entrega:
iesocialesyader2020@gmail.com

Plataforma del colegio:


TEMA: LA DOCTRINA MONROE
PLAN DE ACTIVIDADES
1. Con sus propias palabras redacte un concepto de la doctrina Monroe
2. Identifique dos causas de la doctrina Monroe
3. Señale dos consecuencias de la doctrina Monroe
4. Cuáles son las características de la doctrina Monroe
5. Porque se considera a Estados Unidos como la primera potencia mundial

6. Explique la siguiente expresión: La doctrina Monroe. “América para los


americanos”; América Latina su “patio trasero”
7. Con base en la actividad desarrollada redacta con tus propias palabras un
escrito de una página por un solo lado, sobre la doctrina Monroe.
LA DOCTRINA MONROE

“La Doctrina Monroe fue una declaración hecha por el presidente de los EE.UU.
James Monroe en 1823 delineando la política norteamericana hacia Latinoamérica. 
La doctrina establecía como punto central que los EE.UU. protegerían activamente la
soberanía de las nuevas naciones independientes latinoamericanas y que trabajarían
para prevenir que ninguna potencia europea tratara de restablecer un imperio colonial
en la región.

“Esta política fue propuesta originalmente por el ministro de exteriores británico


George Canning, quien buscaba asegurar el acceso comercial de la Gran Bretaña a
los mercados latinoamericanos.  A lo largo del período colonial los británicos habían
presionado agresivamente para entrar en las economías mercantilistas fuertemente
controladas de las colonias españolas y portuguesas.  Comerciantes y líderes
políticos querían asegurar que los mercados latinoamericanos permanecieran abiertos
y temían que esas potencias europeas intentaran reconquistar América Latina en el
siglo XIX.  Canning recomendaba una política bilateral en la que los EE.UU. y la Gran
Bretaña protegieran a Latinoamérica de la amenaza de otras incursiones europeas. 
Los líderes estadounidenses respaldaban el espíritu de esta política, pero algunos
desconfiaban de los motivos de los británicos.  El secretario de Estado John Quincy
Adams pensaba que los británicos tenían sus propios objetivos imperiales y proponía
que una política unilateral serviría mejor a los intereses norteamericanos.  Siguiendo
el consejo de Adams, Monroe presentó esta política unilateral en un discurso ante el
Congreso el 2 de diciembre de 1823.

“La Doctrina Monroe se convirtió en la base de la política estadounidense con


respecto a Latinoamérica durante el resto del siglo XIX, y su influencia en las
relaciones norteamericano-latinoamericanas continuó en el siglo XX.  Los tres
aspectos principales de esta política definen el rol que los EE.UU. tendrían en
América Latina.  Primero, sugería que las Américas y Europa se ubicaban en “esferas
separadas”.  Los sistemas políticos y culturales del “Nuevo Mundo” y del “Viejo
Mundo” eran fundamentalmente diferentes, y la común herencia americana hacía a
los EE.UU. especialmente calificados para salvaguardar el bienestar del resto de la
región.  Segundo, la noción de no colonización proponía que las Américas no estaban
abiertas ya a la colonización europea.  La doctrina afirmaba que los EE.UU.
considerarían cualquier intento europeo de interferir en América Latina como un
ataque a los propios EE.UU.  Tercero, de acuerdo al concepto de no intervención, los
EE.UU. se comprometían a no involucrarse en los asuntos internos de Europa.  La
doctrina también establecía que los EE.UU. no interferirían en las pocas colonias
europeas que aún quedaban en las Américas.

“La Doctrina Monroe tuvo una variada recepción en América Latina.  Mientras que
algunos la interpretaron como una declaración progresista de anticolonialismo, otros la
vieron con suspicacia, especialmente cuando se hizo evidente que los EE.UU.
carecían de la habilidad de hacer cumplir sus disposiciones.  Los líderes
norteamericanos protestaron ante el intento de invasión española a México en 1829,
frente a incursiones francesas contra México en 1838 y en la década de 1860, y
contra el restablecimiento del dominio colonial español en la República Dominicana en
la década de 1860.  Pero, en las primeras décadas del siglo XIX, las fuerzas armadas
estadounidenses no eran lo suficientemente numerosas ni poderosas como para
ofrecer alguna protección real a Latinoamérica, mientras que la Guerra Civil impidió la
aplicación plena de la Doctrina Monroe en la década de 1860.

“Otros detractores de la doctrina insistían en que era simplemente una careta bajo la
cual los EE.UU. podrían expandir su influencia en Latinoamérica en el espíritu del
“Destino Manifiesto”.  Ciertamente, los EE.UU. expandieron su control territorial,
económico y cultural en muchas áreas de América Latina en el siglo XIX (Guerra con
México en 1846-1848, Guerra con España por Cuba, Puerto Rico y las Filipinas en
1898).  A inicios del siglo XX el presidente norteamericano Theodore Roosevelt
propuso un “corolario” a la Doctrina Monroe para justificar la expansión de la influencia
norteamericana, ocasionando nuevas críticas en Latinoamérica”.

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“Destino Manifiesto fue un concepto utilizado por los líderes norteamericanos para
justificar la expansión territorial en el siglo XIX.  Las adquisiciones territoriales
basadas en la noción del Destino Manifiesto en esa época [1840-1850] estuvieron
limitadas principalmente al Territorio de Oregón en el Oeste y a los territorios
mexicanos que hoy forman el Sudoeste de los EE.UU.  Al final del siglo XIX los
promotores del Destino Manifiesto utilizaron la teoría para justificar la expansión de la
influencia política y económica norteamericana mediante un ‘imperialismo informal’.

“Según el Destino Manifiesto, los EE.UU. poseía características políticas, religiosas,


económicas y culturales superiores.  Los adherentes a este pensamiento creían
firmemente que los EE.UU. no solo tenían un derecho, sino una especie de misión
religiosa, para difundir estas características superiores a través del continente.  De
este modo, el Destino Manifiesto proponía que era la voluntad de Dios que el ‘sistema
[anglo] americano’ se expandiera por el continente de América del Norte.  En su
núcleo el Destino Manifiesto partía de la idea del ‘excepcionalismo [anglo] americano’,
una idea basada en la creencia de los puritanos [del siglo XVII] que los [norte]
americanos tenían una misión encomendada por Dios, de ser un modelo de
democracia, libertad, ambición e integridad religiosa en el Mundo.  Como el líder en
estas virtudes, los EE.UU. debían trabajar para expandir sus características a través
de Norteamérica.  Signos de estas creencias empezaron a evidenciarse en las
primeras décadas del siglo XIX, cuando los líderes estadounidenses consiguieron
nuevos territorios mediante la compra de Luisiana [a Francia, 1803] y la adquisición de
Florida [de España, 1819].

“La frase ‘Destino Manifiesto’ se hizo popular en la década de 1840, cuando el


periodista y miembro del Partido Demócrata John O’Sullivan lo utilizó en un ensayo
para explicar la necesidad de la expansión [anglo] americana.  O’Sullivan y otros
comentaristas expresaron originalmente la idea del Destino Manifiesto en relación a si
los EE.UU. debían anexar Texas tras la “revolución texana” [rebelión de los
colonizadores angloamericanos de esta provincia mexicana, proclamando su
independencia en 1836].  La campaña electoral de 1844 entre James K. Polk y Henry
Clay se centró en la expansión territorial y ayudó a llamar la atención sobre la noción
de Destino Manifiesto.  El interés en el Territorio de Oregón y en Texas ayudó a llevar
a Polk a la victoria, pero sus políticas expansionistas llevaron a que las tensiones se
incrementaran entre los EE.UU. y México.  Esas tensiones culminaron en la Guerra
Mexicano-Americana [de 1846-1848]. […]

“Para fines del siglo XIX, los líderes estadounidenses ya no buscaban activamente la
expansión territorial como la forma de cumplir el Destino Manifiesto.  Desde el final de
la Guerra con México, los EE.UU. cambiaron su atención hacia el asentamiento de las
tierras adquiridas en el Oeste.  Además, surgieron en los EE.UU. varios movimientos
anti-imperialistas para protestar contra el expansionismo del gobierno.  Para inicios
del siglo XX el significado del Destino Manifiesto se había matizado y muchas políticas
norteamericanas dirigidas a expandir su influencia económica y cultural mediante un
‘imperialismo informal’, en lugar de la adquisición directa de territorios.  La
participación norteamericana en lograr la independencia de Cuba y en adquirir los
territorios de Puerto Rico y las Filipinas en la Guerra [con España] de 1898, se
consideran entre los mejores ejemplos del Destino Manifiesto en el contexto del
‘imperialismo informal’.  La influencia norteamericana, especialmente en América
Central y el Caribe, se incrementó en las primeras décadas del siglo XX.  El gobierno
aseguró el dominio norteamericano negociando el tratado [1903] para construir un
Canal en Panamá [inaugurado en 1914], y expandiendo su presencia militar a través
de la región.  Intereses económicos privados [de compañías norteamericanas]
obtuvieron una posición dominante en las economías locales, y las políticas
gubernamentales estadounidenses con frecuencia buscaron proteger esos intereses a
expensas de la soberanía latinoamericana”.

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