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EL MITO DE FAUSTO

ANTECEDENTES Y TRASCENDENCIA

En 1587 el librero Johann Spies, de Francfort del Meno, publicó Historia von D.
Johann Fausten, de un supuesto autor anónimo proveniente de Espira. Esta versión
es conocida como «el Fausto de Spies» o Volksbuch (Libro popular). Aunque no se
destaca por su calidad literaria, la obra tuvo una gran acogida por parte del público,
por lo que pronto fue traducida a otros idiomas. Es considerada la primera
manifestación literaria del mito fáustico. En el Volksbuch se narra cómo el Doctor
Johann Fausten, teólogo y practicante de magia negra, invoca al Diablo para tratar de
someterlo a sus órdenes. Por medio de un pacto, Mefistófeles, demonio súbdito del
Diablo, accede a obedecer y dar información de todo aquello que intrigue a Fausto
durante veinticuatro años, al término de los cuales el alma de éste será propiedad del
Diablo. Durante esos años, Fausto oscila entre los excesos mundanos y el
arrepentimiento; sin embargo, el Diablo nunca le permite llegar al arrepentimiento
completo, amenazándolo y atemorizándolo, por lo que, pasados los veinticuatro
años, Fausto muere de una manera violenta y es llevado al Infierno. Un rasgo
particular del Fausto de Spies es la presencia constante de un tono moralizador. En
su «Prólogo al lector cristiano», y a través de las abundantes citas bíblicas y las
amonestaciones presentes a lo largo de toda la narración de las andanzas de Fausto,
pareciera ser evidente la necesidad de justificar la publicación de una obra que
trataba temas delicados para la moral de la época y que probablemente excitaban el
morbo del público, por lo que, seguramente, desde antes de su publicación ya se
antojaba como un futuro best-seller.

A pesar de que la edición de 1587 de Spies es, sin lugar a dudas, la más difundida y
conocida, existe también un manuscrito del Volksbuch que fue hallado en el siglo
XIX en la Herzog August Bibliothek, una de las bibliotecas más importantes de
Europa, localizada en Wolfenbüttel. Este manuscrito, conocido comúnmente como
Wolfenbüttler Handschirft, fue publicado por primera vez en 1892 por su
descubridor, el bibliotecario Gustav Milchsack (1850–1919), quien sostenía que el
manuscrito databa de 1580. Se supone que también pudo escribirse originalmente en
latín en 1570, para ser traducido algunos años después al alemán, quizá en 1575. El
Wolfenbüttler Handschrift difiere principalmente del Volksbuch de Spies en que no
contiene el «Prologo al lector cristiano».

Tan sólo algunos meses después de haber sido publicado el Fausto de Spies, se
preparaba ya en la ciudad de Tubinga una versión rimada del Volksbuch, conocida
hoy como Tübinger Reim-Faust. Había sido tan grande el éxito comercial que tuvo
Spies con su publicación que Alexander Hock, impresor y editor en Tubinga, decidió
intentar algo similar, por lo que encargó a Johannes Feinaug, estudiante de teología
en la universidad de esa ciudad, que compusiera una versión rimada del Volksbuch
que estuviera lista antes de terminar el año de 1587. La obra no fue publicada sino
hasta el 7 de enero de 1588. La versión de Feinaug tampoco destaca por su calidad
estética; sin embargo, tomando en cuenta la rapidez con que realizó el encargo, se
puede decir que hizo un «milagro». No obstante, la publicación fue un fracaso
editorial, pues no obtuvo por parte del público la respuesta que Hock había previsto,
y, aun más, él y Feinaug fueron llevados a prisión por no haber cumplido, en su
carrera contra el tiempo, con los estatutos de censura que la universidad imponía
ante la publicación de cualquier libro. Es probable que, además del castigo con
cárcel, la mayor parte de los ejemplares fueran destruidos, de tal forma que hoy sólo
se conserva un único ejemplar, resguardado en la Biblioteca Real de Copenhague.

En 1592 (cuatro años después de que Spies publicara la Historia von D. Johann
Fausten) Christopher Marlowe (1564-1593, joven escritor contemporáneo de William
Shakespeare) escribió el drama The Tragicall History of Dr. Faustus, basado en la
traducción inglesa de la Historia. El Fausto de Marlowe comparte con el de Spies
varios aspectos morales medievales, tales como su aspecto general de obra edificante
y las alegorías sobre la muerte, el Juicio final y el infierno; o como un desfile de los
Siete pecados capitales. No obstante, en otros aspectos, su Fausto es declaradamente
renacentista, en cuanto a la utilización de elementos del teatro clásico, como el coro;
o también por la profundidad psicológica con que Marlowe retrata a su protagonista,
un Fausto con una personalidad humanista, renacentista.

El enciclopedista y escritor alemán Gotthold Ephraim Lessing fue el primero en


pensar que el personaje se redimiera, en un drama del que sólo se conoció un
fragmento en 1760.

En 1831, Richard Wagner compuso siete canciones para la primera parte del Fausto
de Goethe.

En 1829, el escritor alemán Christian Dietrich Grabbe publica Don Juan und Faust,
obra de teatro en cuatro actos en que hace coincidir estos dos personajes de la
literatura universal, que representarían, respectivamente, el espíritu mediterráneo y
el espíritu nórdico.

Berlioz y su libretista, Gerardo Gandonniere, decidieron en 1846 que Fausto se


quedara en el Infierno a cambio de la salvación del alma de su amada Margarita,
ambigua escena en la que puede entenderse que el mago de todos modos se redime.

En 1859, Charles Gounod compuso una ópera llamada Faust; el libreto, escrito por
Jules Barbier y Michel Carré, está basado en el Fausto de Goethe. En 1866, esta ópera
se presentó en el primer Teatro Colón de Buenos Aires. Ese mismo año, el poeta
argentino Estanislao del Campo escribió su Fausto criollo, un humorístico poema en
el que un gaucho, Anastasio El Pollo, cuenta a otro llamado Don Laguna sus
impresiones durante su asistencia a la presentación de la ópera de Gounod en el
Teatro Colón. Este poema se considera fundador de la literatura gauchesca en
Argentina.

En 1947, el escritor Thomas Mann publica la novela Doktor Faustus, historia de un


músico que vende su alma al diablo para superarse en su arte, paralela a la «venta»
intelectual y cultural de Alemania al nacionalsocialismo.

Los escritores Heinrich Heine y Paul Valéry también se ocuparon de él.

En 1975, el grupo Queen lanza el álbum "A Night at the opera" en donde la recordada
Bohemian Rhapsody trata sobre un hombre joven que ha matado accidentalmente a
alguien y, como Fausto, vendió su alma al diablo. En la noche antes de su ejecución
llama a Dios en arábigo, Bismillah, y con la ayuda de ángeles recupera su alma.

EL FAUSTO DE GOETHE

La tragedia de Fausto es la tragedia de una época en la cual los seres humanos han
llegado a confiar en el poder omnímodo de la ciencia, creyendo que por medio de
ella habrán de alcanzar el conocimiento de todas las leyes de la Naturaleza, que
podrán dominar las fuerzas de la Naturaleza, descubrir y servirse de todas las reglas
que rigen el mundo y la Creación.

De lo que se trata, entonces, es de marcar los límites al poder del hombre y de la


ciencia. En ese sentido, el mensaje es profundamente filosófico y religioso a la vez.
Una vez más, se procura destacar que las potencialidades de la racionalidad, no
bastan por sí solas para habilitar al hombre a vivir en concordancia con las reglas
divinas, con las reglas morales, con los imperativos de los impulsos espirituales; y
poner de manifiesto que incurrir en la convicción de lo contrario es caer en una
soberbia que solamente permitirá al hombre, a la poster, advertir su propia
pequeñez frente a la grandeza de la Naturaleza y la Creación.
En este sentido, es visible la total afinidad con los conceptos y postulados
fundamentales sustentados por el “Sturm und Drang”; en particular el
cuestionamiento del racionalismo y la inclinación mística.

En la obra de Goethe, Fausto es médico, al igual que lo había sido su padre.


Ejemplifica, en consecuencia, al individuo que ha volcado toda su fe en la ciencia;
aunque luego, otros momentos de la tragedia, pondrán en evidencia que no tuvo
escrúpulos en recurrir a procedimientos nada científicos, valiéndose de artificios
mágicos, incursionando en los misterios del oscurantismo, de lo cual no estaba
totalmente desligada la inclinación científica en su época.

Su obsesión por investigar y adquirir todo el conocimiento, lo ha alejado del mundo


y de la sociedad. Habita una vieja casa gótica, pasa todo su tiempo en un gabinete de
estudio, cubierto de estanterías llenas de antiguos libros, donde también se
encuentran instrumentos de experimentación química con todo tipo de sustancias.
Su única compañía es Wagner, quien es a la vez su discípulo y asistente, y compensa
las enseñanzas que recibe fungiendo como su criado.

Fausto es presa de la angustia y la frustación provocada por el fracaso de sus intentos


de alcanzar la máxima sabiduría. No ha logrado penetrar hasta la esencia misma; y,
entretanto tampoco ha logrado el reconocimiento de sus semejantes hacia su
talento, ni las riquezas materiales que otros inferiores a él han cosechado.
No encuentra sentido alguno a su vida y a sus esfuerzos. Oscila su ánimo entre la
euforia y la depresión. No bien convoca exitosamente a un espíritu que le revelará la
esencia del saber y de la vida, éste lo rechaza despectivamente y se aleja. Se inclina al
suicidio, y en el último momento es rescatado por los cánticos angelicales que alaban
la resurrección de Jesucristo. Recupera en cierto grado el aprecio hacia la vida, sólo
para encontrarse con Mefistófeles, que volverá a tentarle y a conducirlo por la senda
del mal.

Fausto no se amilana por la propuesta del Maligno. Su personalidad espiritual ya


había sido suficientemente expuesta, dominada por la obsesión de sí mismo, por una
ambición individualista de ser él la expresión máxima del saber, el que superara a
todos los otros ejemplares del género humano. Ya había declarado antes, que no
sentía temor por el Infierno, si ése era el precio de alcanzar el conocimiento
supremo.

En definitiva, la tragedia de Fausto es la soberbia del hombre, de querer igualar a


Dios; la ambición del hombre que, por medio del culto irrestricto de la ciencia,
pretende convertirse él en el árbitro último de todos los elementos de la Creación, y
el riesgo que con ello afrontará de perderse definitivamente, de entregar en tal
empresa lo más esencial de sí mismo, su alma. Seguramente, no faltan en ello
elementos para que se perciba el sentido universal y permanente de ese mensaje.
El reto de Mefistófeles a Fausto, remeda la historia inicial de Adán; la manzana que
la serpiente -bajo cuya forma se presentara el Maligno- le ofrece, es ahora la Ciencia.

La ambición insaciable del hombre, falto de aquella humildad ante la Creación que
en el prólogo expondrá el Arcángel Rafael, tanto se manifiesta frente a su sed de
conocimientos, como respecto de los placeres sensuales. En ese sentido, Fausto es un
ejemplar típico del Sturm und Drang, cede fácilmente al impulso de los instintos y se
deja llevar irreflexivamente por sus pasiones. Enfrentado a la pasión del amor, ella
nubla totalmente su entendimiento; cae en todo tipo de acciones reprobables con tal
de lograr su objetivo de seducir a Margarita, aprovechando la superioridad de su
intelecto frente a su inocencia y a su ingenuidad.

Moralmente, la figura de Fausto no resulta muy valorable. En el principio de la obra,


a pesar de sus conocimientos científicos como médico, declara que no es su objetivo
aliviar los sufrimientos de sus semejantes; sino que está dominado por la búsqueda
de la fama emergente de ser el máximo y por la ambición de ser el primero en
alcanzar el conocimiento de lo esencial. Cuando se propone conquistar a Margarita,
se vale de todos los medios; y cuando la ha conquistado y ella se encuentra
embarazada, se enfrenta con su hermano, lo mata, y la abandona en la forma más
cruel e inescrupulosa.

Pero la personalidad de Fausto es continuamente oscilante entre el Bien y el Mal; de


modo que posteriormente se arrepiente y se esfuerza por rescatarla. Esa duplicidad
de conductas, todas ellas de dimensiones trágicas, parecería que constituyen el
modo con que Goethe procura evidenciar que en el hombre no existen en forma
absoluta ni la bondad, ni la maldad; sino que la personalidad humana es compleja,
variable, como luego lo sustentaron recurriendo incluso a ejemplificar en base a sus
personajes, los primeros investigadores de la psicología y la personalidad, sus
compatriotas Freud y Jung. Desde el punto de vista teológico y ético, la tragedia de
Fausto es la tragedia del hombre en su vida; su permanente incertidumbre respecto
del Bien y del Mal. Pero en definitiva, imparte el mensaje optimista de la religión, en
cuanto su alma alcanza la definitiva salvación a pesar de todos sus errores, por la vía
del arrepentimiento sincero y del triunfo esencial y final del Bien.

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