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Reseña La paideia y la construcción de la República platónica

En la siguiente reseña, se hablará desde una perspectiva critica y analítica del texto La
paideia y la construcción de la República platónica. Este texto fue escrito por Alberto
González García, académico de la Universidad de León y de la Universidad Complutense
de Madrid, especializado en Historia Antigua. En esta obra, González García se dedica a
esbozar la construcción histórico-filosófica de la paideia platónica como proyecto político
ateniense. Para ello, el autor se basa en el modelo espartano (agogé), que él dice, fue
perfeccionado por los atenienses para evitar el fraccionamiento estatal, fenómeno conocido
como stasis, fenómeno que, finalmente, deriva en el polemos. González García distribuye
su texto en siete acápites. En estos, de forma paulatina y detallada, ofrece conclusiones
parciales que van enlazando las ideas y proposiciones que realiza. El proceso utilizado
permite que las conclusiones generales, extraídas en el último apartado, recojan de manera
satisfactoria todas las premisas anteriormente descritas. Por otra parte, el autor delimita su
investigación dentro del estudio historiográfico de Lacedemonia y las relaciones filosófico-
teóricas establecidas con Platón, permitiendo que, desde el enfoque histórico, el agogé sea
visto como un predecesor de la paideia propuesta por el ateniense. Una metodología o
enfoque que resultan, en primera instancia, comparativos en aspectos conceptuales-teóricos,
pero, en segunda, de alguna forma lineales en el ámbito historiográfico.
En primera instancia, González García introduce al lector en los problemas antiguos donde
se gestaron las preguntas y proposiciones platónicas. La decadencia política, expresada por
Aristóteles como el paso de la democracia a la demagogia, o, en palabras de Polibio, el
salto de la democracia a la oclocracia; fue el precedente histórico de las preguntas
platónicas. En un momento donde primaba el relativismo moral expresado en el auge
sofista, Platón expresaría a la educación o paideia como el proceso que readecuaría la polis.
Platón, por boca socrática, expresaría a la politeia como resultado de la paideia. Por ello,
Platón propondría su paideia desde un enfoque ontológico, hacia el cultivo del alma
filosófica, alma que puede controlar a las concupiscible e irascible. La paideia, entendida
como las costumbres, técnicas y demás ideas de normalidad aceptadas en sociedad por las
cuales se inmiscuye el individuo a la vida común (González García, 2012); terminaba,
desde las ideas platónicas, por tornarse un acto político. En algún punto, la idea platónica
de la paideia, correspondiente al Estado o politeia ideal; empezaba a corresponderse con la
idea de un Estado educador que, desde las concepciones popperianas de ingeniería social,
fue fuertemente criticado como supresor de la libertad. Esto último, pasará a ser descrito
por el autor como una suerte de anacronismo historiográfico a partir de ejemplos que, con
pretensiones similares, fueron vehementemente desastrosos (marxismo, socialismo,
anarquismo, nacionalsocialismo, socialdemocracia) (González García, 2012).
Sentado lo anterior, el autor pasa a hablar desde las ideas de Griswold, de como la
educación propedéutica de Platón terminaba siendo un proyecto teleológico de
perfeccionamiento ciudadano. Un perfeccionamiento que, intrínsecamente, propendiese por
el bien de la politeia, sin recompensas individuales ulteriores. A continuación, son
presentados por el autor, dos hechos históricos de la antigüedad que aluden a la necesidad
de un sistema que tienda por el bien colectivo de forma per se. En primer lugar, se
encuentra la desviación de la regente aristocracia, en la variante timocrática. Esta, según
Platón, se debía a la carencia de pensadores-filósofos que pudiesen orientar los fines de la
polis, a algo más que la mera satisfacción de la acumulación de riqueza. En segundo lugar,
se presenta la desviación de la libertad democrática en el despotismo de los demagogos. La
anterior, presentaba a la atomización de la polis, como una consecuencia del saber libre y el
relativismo moral culmen del sofismo. De lo anterior, según González García y a través de
un recuento filosófico-historiográfico, se establece la inspiración de la paideia platónica, en
un modelo que redujera aquella atomización e individualización de los propósitos políticos.
En su tercer, cuarto y quinto acápite; González García permite establecer las relaciones
entre la paideia platónica y el agogé lacedemonio, tanto desde las bases conceptuales de los
mismos, como desde argumentos históricos rigurosos. Recordando la faceta anti-atomista
de la paideia platónica, el autor, retomando a Cicerón, habla de Esparta y la inmovilidad
que le caracterizan, como un elemento donde pese a los problemas internos que podían
existir, había unas características y rasgos esenciales que, por primitivos que fueran en
comparación de la polis ateniense, suprimían la individualidad de forma no consensuada,
generando una solidez colectiva dentro de la polis; aspecto muy importante dentro de la
paideia platónica. No obstante, Platón no plantea a la polis lacedemonia como la más
exitosa, por el contrario, tiende a destacar lo mejor de la misma (anteposición de la
colectividad e inexistencia del fenómeno atomista) con la finalidad de tomarlo y disgregar
las partes que no son de su agrado. Estas partes que consideró impertinentes para su
paideia son el carácter violento, excesivo, hipócrita y militar de los educados por el agogé
(idea trabajada desde la síntesis platónica de Jaeger). Así pues, Platón, según la
argumentación presentada por el autor, quería retomar el espíritu lacedemonio mas no sus
instituciones. Retomar la idea de un Estado pedagogo, uno que logre que sus individuos
sean virtuosos para anteponer la colectividad por encima de los bienes ulteriores de la
individualidad. Por último, darle el carácter sin qua non a la educación para ser polites.
Tras esbozar la relación lacedemonio-platónica, el componente histórico dentro de la
cadena argumental se ve relegado por las distintas soluciones que ofrece Platón al problema
propuesto. Tal parece, Platón sopesó varias opciones a lo largo de su ejercicio filosófico-
político, respecto de lo que debía ser y como debía formarse la ley frente a la educación.
Primero, notando la innocuidad de establecer normativas morales, pues, según él, los
individuos virtuosos terminarían por actuar de forma virtuosa. Después, cambiando un poco
y proponiendo la idea del Rey-filosofo como una solución al problema a través de un
sistema educador de educadores, o lo que, agarrado con muchas pinzas (algo muy
rescatable), denominó González García como máquina de adoctrinar. Sin embargo, éste
también tenía varias críticas, tanto desde el pensamiento aristotélico, como desde paradojas
implícitamente planteadas en Fedro. Para concluir, esta obra de González García, desde el
análisis historiográfico, es destacable por la interlocución proposicional que hace con la
historia y la teoría, llevándolas al mismo plano. Sin embargo, conforme se deja el apartado
historiográfico antiguo atrás, algunas de las proposiciones, a mi juicio, pierden un poco de
relevancia frente a los que sí lo tienen. Ejemplo de lo último puede ser el apartado
Educación y Ley, donde el análisis dotado de temporalidad, radica en cómo y qué propuso
Platón. Por último, para el campo hermenéutico de la filosofía y el análisis ideológico, ésta
sería una gran obra de cara a las discusiones facilitadas por un posible proto-totalitarismo
existente en las propuestas platónicas, pues la discusión acerca de si esto es o no un
anacronismo, es destacable.
Referencias:
 González García, A. La paideia y la construcción de la República platónica. (2012).
Revista Historia Autónoma. 1. 8. pp. 22-36.
 Alberto González García: University of Leon- Universidad de León. (s.f.).
Recuperado de https://unileon.academia.edu/AlbertoGonzálezGarcía

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