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María Rocío Koloffon Arias

Curaduría: discurso
Lo cotidiano: entre la vida y la muerte.

Van Gogh, Un par de zapatos, 1886. Museo van Gogh, Ámsterdam.

Can Togay y Gyula Pauer. Zapatos a orillas del Danubio (Shoes on the Danube Bank),
2005. Budapest, Hungría.
“Un par de zapatos” de van Gogh, es una obra que ha inspirado algunos de los
debates filosóficos más importantes de la historia del arte del siglo XX. Filósofos como
Heidegger, Shapiro, Derrida, Craig Owens, Stephen Melville, James Elkins, Fredric
Jameson, y Michael Ann Holly, entre otros.

En su contexto histórico, lo cotidiano era un discurso que apenas permeaba en el


realismo academicista de los Países Bajos, y para la situación en la que se
encontraba el pintor, no merecía realmente importancia. Sin embargo, como dijo el
filósofo Heidegger: “hasta ahora el arte se ocupaba de lo bello y la belleza, y no de la
verdad [… ] es precisamente en una obra semejante, siempre que sea obra, donde
está obrando la verdad. La verdad obra en la obra.”

Van Gogh resalta la belleza de lo cotidiano y el valor de la vida con la simpleza y


humildad de su obra. Le otorga una función a la obra, en la que los zapatos son más
que el objeto mismo o la representación del objeto, son las historias, los pasos que
dieron, la vida que caminaron, el paso de tiempo. La vida del hombre traducida a un
lienzo.

Pero de forma contraria, en la obra de Can Togay y Gyula Pauer, los zapatos
realizados en acero (con la finalidad de quedarse, de permanecer intactos e inertes)
son la completa paradoja de la vida que se acaba y se representa en el uso del objeto.
Estos zapatos son eternos, como no lo fueron aquellos judíos arrojados al Danubio
durante la II Guerra Mundial. Se quedan a observar los días y las noches, vacíos de
los pies que los llevaron, al contrario de van Gogh, vacíos de vida, de belleza, de
pasos y de tiempo.

Estos zapatos no eran de un artista, ni nos muestra la belleza de lo cotidiano; eran de


hombres, mujeres y niños, que dejaron marcada su ausencia y vacía la lista con sus
nombres. Cada zapato es una historia, los de van Gogh nos muestran lo efímero y lo
bello de la vida, aquellos de Can Togay y Gyula Pauer, nos muestran lo eterno de la
memoria, y el dolor. Recordando a Heidegger: “…La verdad obra en la obra”.

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