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Disturbios en La Boca se suceden después de una reunión de inmigrantes
anarquistas y su intento de imprimir folletos para difundir sus ideologías subversivas que
corrompen a nuestras juventudes.
09:30 am. Tropas de la infantería llegan a Filiberto 564 donde se encontró una
imprenta ilegal al fondo de una panadería del inmigrante italiano Augusto Conte. En el lugar,
se amotinaron estos peligrosos individuos con armas blancas que fácilmente podrían haber
lastimado a las unidades de la Policía Federal si no fuera por la valentía de nuestros
hombres del Regimiento de Patricios que se acercaron y entraron al local a la fuerza. Así, se
daba por finalizado este pernicioso motín. ¡Pero no fue el único! Pues esta sarta de
malandrines ha infectado todas las zonas bajas de nuestra amada ciudad.
Así, se ve que no les alcanzó con acceder al voto a estos descarriados que aun así
siguen causando caos y corrompiendo el orden social. ¡Y el gobierno de Yrigoyen no hace
nada! Se los debe reprimir con más ferocidad y se los debe deportar, porque como bien decía
don Cané, este país, pues, se ha convertido en un laboratorio de crímenes - y de los más
bárbaros que pueden imaginarse - al amparo de la más absoluta impunidad. Malditos
radicales que han corrompido nuestro más preciado bien, la paz social. Es inaceptable que
en una ciudad europea como lo es Buenos Aires estas voces no sean aplastadas por el peso
de la ley, es un infortunio porque a este ritmo nos encontramos cada vez más cerca de una
revolución bolchevique.
A las 10, a las 11, a las 12 hubieron revueltas, motines y disturbios de todo tipo que
no fueron contenidos por el gobierno de la barbarie radical, y así surge preguntar ¿qué
podemos esperar? A este ritmo, nos terminarán fusilando una bandada de comunistas y
anarquistas que vinieron a la Argentina a instalar sus estilos pervertidos de vida. Es por esto
que exigimos desde el diario La República que se revierta esta situación y se vuelva a
instaurar el orden de una sociedad que está cansada de tolerar estos comportamientos
incívicos.