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LA “DIDACHÉ”: MINISTERIOS ITINERANTES Y ESTABLES

DIMENSIÓN ECLESIAL DEL MINISTERIO EN LA PATRÍSTICA

1. CONCEPCIÓN INICIAL DEL MINISTERIO


Hay distintas maneras de plantear el ministerio en la Iglesia de los siglos I y II.
Coinciden en fundamentar la naturaleza del ministerio en la misió n apostó lica, y en vincular la
sucesió n apostó lica al ministerio sacerdotal.
Difieren en el modo de concretar dicha sucesió n en el ejercicio del ministerio.
¿De qué modo los Padres de finales del siglo I coincidieron al afirmar el origen divino del ministerio,
con la consiguiente fundamentación de la sucesión apostólica, y hasta qué punto discreparon al
ofrecer la estructura de los ministerios?
Escritos de los Padres que precisan la sucesió n apostó lica, aunque sin determinar los tres grados
ministeriales: Didaché, Clemente, el Pastor de Hermas y Policarpo.

1. La “Didaché”: ministerios itinerantes y estables


Es el documento má s importante de la era postapostó lica y la má s antigua fuente de la legislació n
eclesiá stica (Quasten).
a. Los ministros en la comunidad
Son de dos tipos: itinerantes o estables. En la situació n misionera de la Iglesia del siglo II se
cumple el mandato recibido marchado de una comunidad a otra, sin tener residencia fija. Eran los
apó stoles, profetas y maestros. La garantía para ser recibidos por la comunidad es la fidelidad a la
doctrina que han de enseñ ar: “Todo el que viniere a vosotros y os enseñ are todo lo anteriormente
dicho, recibidle. Mas si, extraviado el maestro mismo, os enseñ are otra doctrina para vuestra
disolució n, no le escuchéis; si os enseñ a, en cambio, para acrecentamiento de vuestra justicia y
conocimiento del Señ or, recibidle como al Señ or mismo” (Did XI, 1-3). Se advierte una clara
insinuació n a la sucesió n apostó lica a través de la fidelidad con que se guarda la doctrina recibida,
y aparece claramente sostenido que el profeta no se legitima desde sí mismo, sino desde el
cometido de su misió n: la enseñ anza de la palabra del Señ or.
Las primeras noticias sobre el ministerio son densamente teoló gicas, pero no aportan todavía
una noticia sobre la relació n del ministerio con la Iglesia. Este paso se da en la Didaché con la
aparició n de los obispos y de los diá conos en relació n con los profetas y los maestros, en el
contexto de una reflexió n en torno a la celebració n semanal de la Eucaristía. Se establece como
norma que la comunidad elija obispos y diá conos dignos del Señ or: hombres mansos,
desinteresados, verdaderos y probados. Son ministros estables en la comunidad que suplen a los
apó stoles y profetas en vista a la celebració n de la Eucaristía. Así queda vinculado al culto el
ministerio del obispo, como sucesor de los profetas. Esta estructura eclesial es constatable en
Clemente de Roma y en el Pastor de Hermas. En el momento histó rico de la Didaché los
ministerios mantienen todavía el estilo itinerante derivado del NT, aunque se ha iniciado ya un
proceso de evolució n con el que se abre el camino hacia el servicio ministerial estable,
representado por los obispos y los diá conos. Con esta fijació n del ministerio jerá rquico las
comunidades cristianas comienzan a conseguir su definitiva estructura integrada por el pueblo y
la jerarquía.
b. La finalidad de los ministerios
Es necesario analizar qué competencias tenían los profetas para describir las funciones de los
obispos, sucesores de aquéllos en la vida de la comunidad. Al profeta le competía hablar en

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Espíritu; era un pedagogo que estimulaba a la comunidad instruyéndola y animá ndola para seguir
la doctrina del Señ or; tenía la facultad de dar gracias en la Eucaristía de manera tan prolongada
como deseara.
En resumen, los profetas tenían la doble competencia de anunciar el evangelio y de celebrar la
Eucaristía. Como la figura eclesial del episcopado ya era conocida a partir de los testimonios del
cuerpo paulino, podemos sacar estas dos consecuencias: 1. A pesar de la imprecisió n
terminoló gica referida a los ministerios, se puede afirmar que los profetas y los obispos en orden a
la predicació n de la palabra y a la celebració n de la Eucaristía, tenían un ministerio idéntico,
aunque cambia en el modo de realizarlo: itinerante para los profetas, y estable para los obispos. 2.
Literalmente el obispo aparece vinculado a la comunidad, y tiene como finalidad ser cabeza de la
comunidad que preside.
c. Llamada para el ministerio
En el texto de la Didaché se le confiere a la comunidad la facultad de elegir a los obispos, pero
nada se dice sobre el rito de la ordenació n: “Elegíos obispos y diá conos”. La brevedad de este
mandato y su silencio ritual, se ha prestado para mú ltiples interpretaciones: la de la escuela
protestante liberal que niega la sacramentalidad del episcopado y su vinculació n directa con los
Apó stoles. Así lo expresa J. Martin, quien escribe que afirmar de los ministerios que proceden en
línea directa e ininterrumpida de los Apó stoles es una ficció n histó rica, ya que en la Didaché los
obispos y los diá conos no son en sí mismos una institució n. Hay que reconocer que la Didaché no
habla directamente de la ordenació n, aunque no tenía por qué hacerlo, ya que el texto de la
Didaché refiere las competencias de la comunidad, y la ordenació n no lo era. Lo propio de la
comunidad era elegir, y lo exclusivo de los ministros ordenar. Segú n el testimonio de los Hechos
de los Apó stoles, así ocurrió ya en el caso de los Siete, cuando la comunidad presentó los elegidos y
los Apó stoles les impusieron las manos (Hch 6,3.6).
En conclusió n, segú n el contenido doctrinal de la Didaché sobre el ministerio en la Iglesia:
1. La estructura de la comunidad se apoya en un primer momento en los ministerios
itinerantes y después en los estables.
2. Al disponer que en toda comunidad haya obispos y diá conos, establece como norma la
existencia del ministerio estable al frente de la comunidad.
3. En la Didaché tan só lo se conocen dos ministerios, el de los obispos y el de los diá conos.

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