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FOBIAS: CUANDO EL MIEDO ES EXCESIVO

La fobia está comprendida dentro de un grupo de trastornos cuyo rasgos


característicos son síntomas de angustia, ansiedad y conductas de evitación.
Los trastornos por angustia no son habituales pero se evidencian más a partir de
las personas que buscan tratamiento ; en tanto que los trastornos por ansiedad son los
que aparecen con mayor frecuencia entre la población general y, entre ellos, el más
común es la fobia simple.
Sucede que la fobia es una forma más de expresión, es una forma más de
exteriorizar la ansiedad : ante distintas circunstancias algunos se mantienen indiferentes,
otros gritan, otros se deprimen... y otros desarrollan fobias ; esa suerte de miedo
irracional o exagerado.
Es preciso aclarar aquí que el miedo es, en verdad, un recurso que posee toda
persona como dispositivo de alarma o de seguridad que le permite estar atenta ante el
peligro ; sin embargo, el problema aparece cuando ese miedo o ese temor se agiganta
desmesuradamente y se transforma en fobia llegando, incluso, a incapacitar la
realización de las tareas normales de la vida cotidiana.

Angustia, ansiedad y miedo

El trastorno por angustia se manifiesta en la persona a través de períodos


concretos de miedo o temor intensos en forma de crisis inesperadas ; esto es, que no
aparecen de manera inminente antes o durante (asociados a) la exposición a una
situación que pueda generalmente causar ansiedad.
Ante la crisis de angustia surge una repentina sensación de terror profundo y de
catástrofe, además de síntomas orgánicos como la falta de aliento o sensaciones de
ahogo, mareos, palpitaciones, sudoración, escalofríos, etc. Y, en algunos casos, se
asocia el miedo a morir o el temor a volverse loco, a perder el control.
Cuando este trastorno por angustia se sigue de un miedo a encontrarse en lugares
o situaciones de los cuales resulte difícil escapar o en los que no sería fácil obtener
ayuda en el caso de que la crisis se produjese, se deriva lo que se conoce como
agorafobia. Por ella, la persona restringe su capacidad de desplazamiento o demanda
algún tipo de compañía cuando se encuentra fuera de su casa.
Ahora bien, si se produce un temor que eleva la ansiedad a niveles muy altos, al
punto de perder el control de la situación (abandonar una fiesta, no hablar en público,
etc.), sugiere una fobia social ; es decir, un miedo persistente a acontecimientos sociales
en donde la ansiedad puede, además, aparecer en forma anticipatoria y a partir de allí la
persona busque evitar la exposición. Es muy común escuchar de ella excusas tales
como : “no puedo ir...”, “tengo otro compromiso...”, etc. ; así, la fobia social la limita y
le impide realizar una vida normal.
En este caso no hay que confundir con la timidez que en cada uno puede
provocar cierta sensación de incomodidad, pero que de alguna manera se supera ;
diferente es, la timidez exacerbada ante cualquier evento social que incapacita para
hacer cosas que de otro modo serían más fáciles.
Y, finalmente, si el miedo se circunscribe a un único estímulo (objeto o
situación), entendemos que se trata de una fobia específica o simple ; esto es, por
ejemplo, el miedo a ciertos animales, a los espacios cerrados, a las alturas, etc. La sola
exposición al estímulo genera invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad y
ésta aumenta o disminuye según sea la orientación y naturaleza del mismo.

Mayor autoconfianza

Generalmente, quien sufre los síntomas fóbicos no tiene una explicación o una
respuesta razonada por lo que le pasa ; sí conoce que no puede ejercer control alguno
sobre sus miedos y mucho menos de la angustia o la ansiedad. Por eso, el tratamiento es
un camino efectivo pero siempre y cuando el paciente quiera hacerlo y preste su
colaboración a la terapia.
De todos modos, es importante que el paciente recobre su confianza en sí mismo
no sólo mediante el proceso terapéutico, sino también a través del apoyo y la
contención afectiva de la familia.
La duración del tratamiento va a depender mucho del caso y la terapia elegida ;
aún así, es imprescindible una visión integral para este tipo de proceso en donde se
conjuguen lo biológico, lo psicológico, lo social y lo espiritual. Sería en vano tratar de
suprimir, por ejemplo, sólo los síntomas más evidentes como el temblor, la náusea
mediante medicamentos.
La sugerencia de realizar actividades alternativas como el canto, la natación, la
musicoterapia, etc. pueden ayudar a la persona a sobrellevar la ansiedad o la angustia ;
pues, el manejo de la voz, una mejor respiración y una mejor postura corporal pueden
ofrecer, quizá, una mayor seguridad en sí mismo.
Siempre puede haber recaídas, el punto es no desanimarse y continuar con el
tratamiento, porque la fobia es, de alguna manera, un indicador de aquello que no
conocemos de nosotros mismos ; o sea, cualidades que no hemos desarrollado o que
faltan desarrollar aún más pero que las negamos y no las reconocemos como propias.
Aceptarlas implicaría un camino cierto hacia la salud, aceptarlas implicaría una camino
cierto de mayor autoconfianza.

Lic. Daniel Zatti

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