Uribe es el parasito de nuestro país Colombia, junto a los políticos corruptos a la orden del narcotráfico, el gobierno hizo lo imposible para acabar los acuerdos de paz lo que provoco más militares muertos, los policías que prometen cuidar al pueblo, y son ellos mismos los que terminan siendo los delincuentes, sacan cualquier excusa para aprovecharse de los vendedores deambúlales, el pueblo se mata mientras el gobierno sentado en sus comodidades observa reflexión en general en torno a las masacres que se han perpetuado en Nariño Nuestro departamento está pasando por una fuerte violencia, y no solo nuestro departamento también todo el país, normalmente esto se debe a que en nuestra región confluyen campesinos, afrocolombianos e indígenas, además de “factores de persistencia del conflicto armado” como la pobreza, desigualdad y racismo, así la violencia continúa pareciendo no tener fin y más aún en zonas urbanas y rurales golpeadas por la continuidad del conflicto armado, y el gobierno no hace nada para detener esto, además son los jóvenes las victimas más comunes en las masacres, a consecuencia de esta crueldad la comunidad vive con un gran miedo, y eso seguirá así por un gran tiempo ya que el gobierno no hace nada para proteger el pueblo noticia política y una económica. una delgada línea nos separa del autoritarismo La concentración de poder, los abusos policiales, la censura del periodismo independiente y los ataques a los opositores perpetrados por el actual gobierno no son propios de un régimen democrático. No se trata de casos aislados En los últimos días se han registrado tantos casos de abuso policial que es difícil creer que se trata de episodios aislados. Los vídeos que circulan en redes sociales recuerdan los actos represivos perpetuados por regímenes autoritarios como el de Nicolás Maduro. Ningún defensor de le democracia debería estar tranquilo: la línea que nos separa del autoritarismo cada vez es más delgada. El 9 de septiembre, Día Nacional de los Derechos Humanos, al menos 11 jóvenes murieron en Bogotá y Soacha por culpa de una reacción desproporcionada e injustificada de la fuerza pública contra los manifestantes. Al referirse al homicidio de Javier Ordóñez, el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, ofreció unas disculpas frías y descartó la existencia de un problema estructural. También anunció que los uniformados involucrados –las “manzanas podridas”– ya habían sido retirados de sus cargos, pero no dijo nada sobre el uso excesivo de la fuerza, los tratos degradantes, los abusos sexuales, y las amenazas contra la prensa ejercidas por la Policía los días posteriores. Por su parte, la Policía elaboró un “Informe de inteligencia” sobre las manifestaciones que tuvieron lugar en Bogotá y afirmó que los actos violentos fueron perpetrados por disidencias de las FARC y por células barriales del ELN. Lo más inquietante es que aparentemente la institución ni siquiera se siente identificada con la teoría de las “manzanas podridas”. Las imágenes publicadas por varios policías en servicio sugieren que no condenan el homicidio de Ordóñez ni sienten arrepentimiento, sino que se consideran víctimas de una sociedad que los critica injustamente.