Está en la página 1de 6

canon / ciudad letrada 53

lonial que fue introducida a las Américas Andes, 2000; Zanetti, Susana, “Algunas consi-
por los colonizadores, que fue indispensable deraciones sobre el canon literario latinoame-
para la fundación de la cultura nacional au- ricano,” en Susana Cella (comp.), Dominios de
tónoma y que ha sido propiedad casi exclu- la literatura. Acerca del canon, Buenos Aires,
siva de las clases dominantes (2). Beverley, Losada, 1998, pp. 87-105.
al reconocer tanto la nueva hegemonía cul-
tural de los medios masivos, que tienen la [ana rosa domenella;
capacidad de alcanzar a sectores sociales luz elena gutiérrez de velasco]
mucho más amplios y diversos que la litera-
tura, como la importancia de buscar estra-
tegias para comprender desde la academia ciudad letrada
las culturas subalternas de grupos que no
buscan acceso a las instituciones de la ciu- “Ciudad letrada” es un término acuñado por
dad letrada, adopta una postura “en contra el crítico literario y cultural uruguayo Ángel
de la literatura”, la cual implica, finalmente, Rama (1926-1983), en la obra inconclusa del
una afiliación con el proyecto crítico de los mismo nombre. La ciudad letrada fue publi-
estudios culturales. cada póstumamente en 1984, de manera casi
simultánea en Estados Unidos (Ediciones del
obras de consulta. Beverley, John, Against Norte) y en Uruguay (Comisión uruguaya
Literatura, Minneapolis, University of Minnesota pro Fundación Internacional Ángel Rama).
Press, 1993; Bloom, Harold, El canon occiden- El libro tuvo varias reediciones posterio-
tal, Barcelona, Anagrama, 1995; Cella, Susana res y fue traducido al inglés en 1996 (Duke
(comp.), Dominios de la literatura: acerca del University Press). Desde su publicación, el
canon, Buenos Aires, Losada, 1998; Eliot, T. S., volumen, una de las contadas contribucio-
Ensayos escogidos (selección y prólogo de Pura nes latinoamericanas a la teoría cultural,
López Colomé), México, Universidad Nacional ha ejercido una perdurable y generalizada
Autónoma de México, 2000; Guillory, John, influencia en los estudios culturales lati-
Cultural Capital: The Problem of Literary Canon noamericanos, en particular en los estudios
Formation, Chicago, University of Chicago coloniales y del “largo siglo xix.”
Press, 1993; Gutiérrez Estupiñán, Raquel, Esta influencia responde a diversas razo-
Una introducción a la teoría literaria, México, nes. Por una parte, Rama ensaya una am-
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, biciosa historia cultural de América Latina
2004; Mignolo, Walter, “Entre el canon y el cor- desde la refundación de Tenochtitlán en 1521
pus” en Nuevo texto crítico, año vii, núms. 14-15, hasta el México de mediados del siglo xx. El
1995, pp. 23-36; Pozuelo Yvancos, José María y libro tiene una rara coherencia de enfoque,
Rosa María Aradra Sánchez, Teoría del canon ya que desarrolla un único problema: el de
y literatura española, Madrid, Cátedra, 2000; la “clase” letrada latinoamericana, su cons-
Rama, Ángel, La ciudad letrada, Hanover, N. titución, consolidación, transformaciones y
H., Ediciones del Norte, 1984; Sánchez Prado, ampliaciones, su sorprendente persistencia
Ignacio, El canon y sus formas: la reinvención a través del tiempo, la dinámica de sus re-
de Harold Bloom y sus lecturas hispanoamerica- laciones tanto con las metrópolis coloniales
nas, Puebla, Secretaría de Cultura, Gobierno del y poscoloniales como con los grupos subal-
Estado de Puebla, 2002; Showalter, Elaine, “La ternos sobre los que gravita. Asimismo, el
crítica feminista en el desierto” en M. Fe (co- libro de Rama ensaya un productivo camino
ord.), Otramente: lectura y escritura feministas medio entre la epistemología y el análisis
(trad. A. Rodríguez), México, Fondo de Cultura estético, para el que Román de la Campa
Económica, 1999, pp. 75-111; Tomachevski, acuñó el neologismo “epistética.”
Boris, “Temática” en Tzvetan Todorov (ed.), Finalmente, aunque Rama sea conside-
Teoría de la literatura de los formalistas rusos, rado uno de los fundadores de los estudios
Buenos Aires, Ediciones Signos, 1970; Volek, culturales latinoamericanos, su práctica
Emil (ed.), Signo, función y valor. Estética y escrituraria (en términos “literarios” tanto
semiótica del arte de Jan Mukarovsky (trad. J. como políticos) está firmemente enraizada
Jandová), Bogotá, Plaza y Janés-Universidad en la tradición del ensayo latinoamericano
Nacional de Colombia-Universidad de los poscolonial. Es indudable la vinculación
54 ciudad letrada

de La ciudad letrada con el pensamiento de reciente) en la multisecular historia de la


Michel Foucault (sobre todo con las nocio- ciudad letrada y de sus conflictos internos.
nes de episteme y formación discursiva del Por otro lado, ciudad letrada nombra al
Focuault más o menos temprano), tal como grupo de individuos (los “letrados”) que ob-
la rastrea Román de la Campa. Es también tienen una identidad social diferenciada por
del todo pertinente su comparación con otros su pertenencia a las instituciones antes men-
textos de análisis cultural contemporáneos cionadas. En esta acepción, ciudad letrada
como Orientalism (1978) de Edward Said e tiene un significado cercano (pero mucho
Imagined Communities (1983) de Benedict más amplio) que el término que lo preexiste,
Anderson. Pero, aún más importante es la fi- el de “república de las letras”. Haber afirma-
liación política y escrituraria del volumen de do una unidad de linaje que va desde el bu-
Rama con las obras de los ensayistas latinoa- rócrata colonial del siglo xvi al autodidacta
mericanos, de Simón Rodríguez a Ezequiel de tendencias anarquizantes del xx, pasando
Martínez-Estrada, pasando por José Martí, por los “doctores” de mediados del xix y los
José Enrique Rodó, Alfonso Reyes y Pedro viajeros cosmopolitas y los científicos positi-
Hénriquez Ureña (véase Mabel Moraña). Por vistas de finales del xix, es uno de los logros
todos estos motivos, La ciudad letrada se ha de Rama, más allá de las críticas al hecho de
convertido en un texto que define la práctica que Rama deja de lado notorias diferencias
de los estudios culturales latinoamericanos entre las diferentes encarnaciones de su “per-
en las dos Américas. sonaje conceptual” (Deleuze y Guattari).
Ciudad letrada es una noción híbrida, ya Finalmente, ciudad letrada nombra las
que conjuga à la Foucault diversos niveles prácticas discursivas que sostienen el predo-
de análisis en una totalidad dinámica. Por minio de las instituciones e individuos antes
un lado, nombra el conjunto de instituciones mencionados. Estas prácticas son rituales
que hacen de la propiedad y administración de incorporación, reconocimiento o exclu-
de la tecnología de la letra la condición de sión, ceremonias de fundación o de toma de
su existencia y funcionamiento, a la vez que posesión, escrituras, peticiones, actas, coro-
la base de su poder y de su prestigio. Entre naciones de poetas, dictámenes, leyes, cons-
dichas instituciones se cuentan las diversas tituciones, filiaciones, proclamas, sonetos,
reparticiones del estado colonial y nacional arcos de triunfo, antologías, relatos de viaje.
(la policía, el sistema judicial, las aduanas, Rama (y este gesto renovó los estudios colo-
el poder legislativo, el registro civil o regis- niales y del xix) no analiza estas prácticas
tro de las personas, el registro de propiedad, discursivas exclusivamente (ni siquiera pri-
las reparticiones encargadas de censos y es- mariamente) a partir de sus contenidos ex-
tadísticas), las corporaciones educativas, plícitos. Las aborda como performances
artísticas, comerciales y financieras, las pro- cuyo objetivo es la reproducción y perpetua-
fesiones liberales (medicina, derecho, perio- ción del orden letrado como centro del or-
dismo, notariado), el clero, los partidos po- den social. Esto, señala agudamente Alonso,
líticos, las sectas, los cenáculos, ciertas permitió cortar el nudo gordiano en que la
organizaciones guerrilleras (los focos), las teoría de la dependencia (contemporánea de
academias. La literatura ocupa un lugar en Rama) había atrapado al análisis literario y
esa nómina, desde luego, un lugar que cultural. Así, más allá de que el letrado lati-
Rama, cercano tanto intelectual como pro- noamericano copiara o adaptara modelos
fesionalmente a la literatura, no deja de pri- metropolitanos (como en los casos de la
vilegiar en el libro. Pero para Rama ese lu- aparentemente anacrónica fidelidad a las
gar debe ser examinado, al menos en estéticas gongorina, neoclásica, o romántica
principio, a partir de las profundas comuni- cuando ya habían sido abandonadas en sus
dades que la ligan a esas otras instancias, y lugares de origen), su actividad escrituraria
no, como quiere la ideología de la literatura estaba orientada a sostener sus prerrogati-
desde la modernización, a partir de sus di- vas como administrador de una tecnología
ferencias y su pretendido privilegio episte- distribuida de manera desigual (en México,
mológico. Esa afirmación de la diferencia y en vísperas de la Independencia, menos del
el privilegio de la literatura es, para Rama, 5% de la población sabía leer y escribir).
sólo un avatar más (un avatar relativamente Incluso cuando parece que la autonomía in-
ciudad letrada 55

telectual letrada claudica frente al prestigio peculiar morfología de la ciudad hispano-


de las formas metropolitanas, en realidad americana, con su subdivisión en damero.
esas imitaciones (muchas veces monótonas En el centro (la plaza central) de la ciudad
ad nauseam) son prácticas exitosas y del se agrupaban las instancias de poder y de
todo relevantes a su contexto de emergen- prestigio: la Catedral o la Iglesia, el Palacio
cia. La noción de ciudad letrada permite Virreinal (luego presidencial o municipal), la
entonces analizar la dinámica cultural lati- Audiencia (luego los tribunales) el montepío
noamericana por fuera de la dicotomía (de (luego el Banco), la aristocracia local. Esta
linaje romántico) entre imitación de los mo- concentración optimizaba la administración
delos metropolitanos / originalidad vernácu- y la defensa. Pero, asimismo, la disposición
la. Asimismo, permite entrever cómo la ins- en el espacio reduplicaba el lugar de cada
titución letrada fue (y es) mucho más sujeto (de cada familia o de cada corpora-
poderosa, adaptable y relevante de lo que ción) al seno de la jerarquía colonial: cuando
previamente se había concebido. Por lo mis- más alejado, mas lejos del centro (material
mo, la noción de ciudad letrada permitió y simbólico) del poder. Así, la ciudad hispa-
pensar de manera nueva los desafíos éticos noamericana colonial (y hasta cierto punto,
a los que se enfrenta el intelectual latino- la moderna) tuvo una organización anular.
americano (un tema de enorme relevancia a El anillo interior coincide con el núcleo de
mediados de los años ochenta donde el sur- poder, y cada anillo exterior implica un paso
gimiento del testimonio, por ejemplo, pare- abajo en la jerarquía (sucesivamente criollos
cía anunciar un cambio radical en la mane- pobres, castas, indios).
ra de concebir la práctica escrituraria). Para Esta reduplicación donde el mapa visible
el Rama de La ciudad letrada, la vinculación de la ciudad reproduce el mapa de la jerar-
entre letra y poder, en tanto violencia epis- quía al seno del impero fue un proyecto
temológica ejercida por el letrado, es ines- consciente. Rama liga este proyecto a la
capable, y la conciencia de esa vinculación episteme renacentista y al modelo analógico
debe ser el paradójico punto de partida de que la regiría, tal como lo describe Foucault
toda reflexión. en Les mots et les choses; une archéologie des
Esta máquina semiótica llamada ciudad sciences humaines (1966), y la considera un
letrada (que operativamente hemos descrito hecho fundacional en la historia hispano-
de manera tripartita) tiene una localización americana. Esta reduplicación establece,
precisa: la ciudad hispanoamericana, de la desde el inicio de la incorporación del con-
que es a la vez criatura y origen. Para Rama, tinente al “Occidente” en formación, la pri-
la ciudad colonial surgió como un “parto de macía de la letra ligada al poder (los planos,
la inteligencia”. A diferencia de las ciudades las ordenanzas reales, las actas y protocolos
europeas, formadas a partir de la sedimen- de fundación sobre los que se estructura el
tación de procesos históricos multisecula- proyecto urbano) sobre la “realidad” colo-
res (y en muchos casos multiculturales), nial. De allí en adelante, cuando esta reali-
las ciudades coloniales hispanoamericanas dad no se adecue al diseño letrado, será
fueron cuidadosamente concebidas y pla- marginalizada en tanto subalterna o anóma-
neadas como instancias fundamentales en la. Así, la ciudad letrada, lejos de ser un
la empresa de construcción y expansión del mero intermediario burocrático entre el im-
imperio español, donde una ínfima minoría perio y los recursos y las poblaciones ame-
de origen metropolitano (o sus descendien- ricanas, legitimó y sostuvo un imperio cuya
tes, los criollos) dominaba vastas poblacio- base militar fue siempre frágil. Controlando
nes según las necesidades de la corona. La vastas extensiones, poblaciones dispersas y
ciudad colonial no se organizó prioritaria- difícilmente disciplinadas, con potencias ex-
mente en función de los requerimientos de tranjeras siempre al acecho, el imperio no
una economía local autosuficiente, sino de podría haber sobrevivido sin la máquina se-
los la economía y la administración impe- miótica de asiento urbano que “actuaba”
rial. Pero además, la ciudad misma tenía cotidianamente el imperio desde el despa-
como función hacer visible el Imperio. Esta cho, el púlpito, el atrio o la cátedra. El ba-
doble necesidad (administrativa por un rroco de Indias es un ejemplo fundamental
lado, performativa por otro) dio origen a la de esta dinámica.
56 ciudad letrada

Rama no concibe la emancipación del disputan abiertamente el derecho de regular


poder español y las luchas que la siguieron las relaciones sociales en trance de moder-
como una crisis terminal de la ciudad letra- nización). Por otro lado, el mercado de bie-
da (aunque desde luego implicara transfor- nes culturales y la industria cultural pasan
maciones y sustituciones, muchas veces vio- a jugar un papel fundamental, redefiniendo
lentas). Contrariamente al consenso de la relaciones de poder, expectativas y prácticas
historiografía liberal decimonónica, que al seno de la ciudad letrada. Asimismo, se
describió el periodo como épica devenida asiste a un proceso generalizado de demo-
catástrofe, Rama enfatiza cómo los letrados cratización de la cultura, ya que la alfabeti-
criollos adquirieron durante el periodo nue- zación masiva permite el acceso de nuevos
va influencia y nueva legitimidad, ya que la sectores a la tecnología de la letra, que dis-
instancia última de decisión al seno del or- putan el privilegio epistemológico del viejo
den letrado (la corona) ya no residía allende núcleo letrado. Así surgen experiencias
los mares, y había sido reemplazada por “anómalas” como el teatro popular, el folle-
criollos. Si las guerras de independencia tu- tín criollista, el periodismo popular, el par-
vieron efectos centrífugos en muchas ins- tido de masas, instancias todas cuyo funda-
tancias de decisión (la disgregación de los mento es la letra, pero que no se dejan ya
virreinatos en múltiples repúblicas es uno definir del todo de acuerdo a los antiguos
de los ejemplos más obvios, el surgimiento protocolos de inclusión / exclusión de la ciu-
del caudillismo y las guerras civiles entre dad letrada (por ejemplo, la posesión de un
liberales y conservadores, centralistas y fe- título universitario, la pertenencia a ciertos
deralistas son otros), tuvo un efecto induda- clubes o la publicación en ciertos periódi-
blemente centrípeto a otro nivel: eliminó la cos). En esta sección, Rama realiza un no-
referencia transatlántica que descentraba la table trabajo (apoyándose en sus previos
ciudad letrada, y ésta se convirtió (al menos trabajos sobre literatura y modernización en
idealmente) en instancia exclusiva de sobe- América Latina) caracterizando esos desa-
ranía, en tanto origen de las leyes y dictá- fíos, y los modos según los cuales los letra-
menes que regulaban el nuevo orden repu- dos latinoamericanos los enfrentaron. Uno
blicano. Como adláteres de los caudillos, de ellos, fue la apropiación de las culturas
como redactores de las leyes y las constitu- orales previamente marginalizadas en fun-
ciones que definían las nuevas unidades po- ción de una reinvención de las culturas na-
líticas, como abogados y jueces que decidían cionales y una redefinición de su lugar al
los renovados conflictos en torno a la pro- seno de las mismas: estos fueron los casos
piedad o la ciudadanía, como literatos que del americanismo y el criollismo literario.
disputaban la existencia de una cultura na- Otro de esos modos fue la invención de gé-
cional o hemisférica, la emancipación pro- neros históricos (como la “tradición” de
veyó oportunidades para la expansión y re- Ricardo Palma o las novelas memorialistas
definición de la ciudad letrada. como Juvenilia de Cané o La gran aldea de
Los desafíos que la emancipación no pre- López) que recuperan un pasado en trance
sentó, los presenta sin embargo la moderni- de desaparición, o de géneros que traducen
zación que tuvo lugar a partir del último (y por ello reterritorializan) a partir de los
tercio del siglo xix. Por un lado, la exitosa códigos letrados las nuevas realidades (como
incorporación de América Latina al orden la crónica urbana o de viajes). Las revolu-
capitalista global del xix en tanto productor ciones (la mexicana y, sorprendentemente,
de materias primas para la exportación, pro- la uruguaya) que inauguran el siglo xx son
dujo el crecimiento y la diversificación ace- el último avatar de la ciudad letrada que
lerada de la población de las ciudades (efec- Rama analiza, avatar que, aunque prolonga
to de migraciones internas y externas) y de el prestigio de la letra al seno de las socie-
la infraestructura productiva y administra- dades, también permite avizorar rupturas
tiva al interior de esas ciudades. Surgen por cruciales. Quizá el intento más radical para
ello sectores cuyas prácticas letradas son prolongar el impulso de La ciudad letrada,
apenas compatibles (literatos contra cientí- ya que prolonga la historia cultural latinoa-
ficos sociales, dos funciones que no existían mericana a partir de esas líneas de fisura,
de manera separada un siglo antes, y que sea el reciente volumen de Jean Franco The
ciudad letrada 57

Decline and Fall of the Lettered City (2002) letra) su centro (cultura audiovisual o digi-
que verosímilmente podríamos concebir tal, testimonio, grafitti, crónica, etc.).
como la conclusión (esta vez en el registro En todo caso, incluso cuando se la con-
de la monografía académica) que Rama voca para señalar sus límites y excederla, la
nunca pudo dar a su ensayo. El volumen de noción de ciudad letrada no ha dejado de de-
Franco estudia cómo, en el marco de la gue- marcar un horizonte teórico y escriturario.
rra fría, se asiste a la pérdida por parte de Un concepto como el de ciudad letrada,
la ciudad letrada (que en el caso de Franco que se propone como una clave de interpre-
equivale a la literatura y a un sector de las tación para una experiencia hemisférica
ciencias sociales) del privilegio epistemoló- multisecular, no podía dejar de atraer críti-
gico sobre el cual basó su predominio, y su cas de diversa índole. Cerraremos esta pre-
lugar eminente (hasta el Boom inclusive) sentación con algunas de ellas.
como instancia privilegiada de intérprete y A pesar de su impronta foucaultiana, las
guía de la comunidad nacional. nociones de letrado y ciudad letrada unifi-
La noción de ciudad letrada ha fecunda- can de manera problemática prácticas cul-
do al menos tres líneas de investigación. turales no obviamente compatibles. Esta es
Hay, por un lado, empresas crítico-teóricas una crítica que Julio Ramos lleva adelante
que buscan prolongar o afinar las intuicio- en Desencuentros, un libro que, por otra par-
nes de Rama por medio de estudios de caso te, no podría haber sido concebido sin el
que precisan los patrones de funcionamien- (reconocido) antecedente de La ciudad letra-
to y transformación de la ciudad letrada. da. Desde luego, podría decirse que esta
Entre estas indagaciones, además del ya ci- arriesgada apuesta por una unidad de visión
tado volumen de Franco, podemos mencio- es también aquello que da al ensayo su in-
nar los estudios en torno al barroco colonial dudable fuerza.
y el surgimiento de la conciencia criolla (en- Otros, como Mabel Moraña, indica que la
tre ellos, el volumen de Mabel Moraña Viaje visión de Rama, aunque surge de (y es fiel
al silencio: exploraciones del discurso barro- a) el pensamiento de izquierda latinoameri-
co, de 1998), los estudios en torno a la lite- cano, no deja de tener una impronta cultu-
ratura de la emancipación como continua- ralista, impronta omnipresente en el ensa-
ción y ruptura de los paradigmas de la yo de interpretación latinoamericano, con
práctica letrada del siglo xviii, y los estudios pocas excepciones como la de José Carlos
en torno a la literatura de la modernización Mariátegui. Por ello, no concede debida
latinoamericana. atención a los procesos productivos que han
Otra línea de estudios busca poner de re- hecho posible la perpetuación de ciudad
lieve los modos en los que la ciudad letrada letrada. Toda vez que la díada letra /orali-
latinoamericana ha concebido a sus “otros” dad se convierte en la categoría de análisis
(la ciudad real, o el campo y sus respectivos privilegiada del ensayo de Rama, se dejan
sujetos), o los procesos (como la moderni- de lado otras categorías como clase o raza
zación) que introdujeron cruciales transfor- (aunque la noción de ciudad letrada sea no-
maciones al seno de la ciudad letrada. El tablemente eficaz para describir la dinámica
volumen de Doris Sommer (Foundational cultural diglósica al seno de comunidades
Fictions, 1991) es un ejemplo de la primera coloniales o poscoloniales multiétnicas)
empresa. El de Julio Ramos Desencuentros John Charles Chasteen señala que, aun-
de la modernidad en América Latina, 1989) que la argumentación de Rama se propone
de la segunda. como una visión válida para toda América
Una última línea de estudios busca defi- Latina, trabaja por medio de énfasis no
nir y dar cuenta de aquellas instancias cul- siempre indiscutibles. Para el caso colonial,
turales que exceden los límites de la ciudad Rama privilegia los contextos novohispano
letrada, ya sea instancias escriturarias que y peruano, sin discutir adecuadamente con-
no se avienen al paradigma dominante de la traejemplos tomados del contexto brasileño.
ciudad letrada en un momento dado (escri- El imperio lusitano (y las ciudades brasile-
tura de mujeres o minorías), o medios que ñas) no parecen responder del todo al mo-
no hacen de la letra (o de las instancias do- delo de Rama. Por su parte, la sección sobre
minantes de producción y recepción de la la modernización es examinada de manera
58 ciudad letrada / crítica cultural

casi exclusiva a partir ejemplos rioplatenses. ciudad letrada, Hanover, NH, Ediciones del
Así, desplaza el centro de gravedad de su Norte, 1984; Remedi, Gustavo, “Ciudad letra-
argumentación hacia aquellos estudios de da: Ángel Rama y la espacialización del aná-
caso que mejor prueban su tesis preexisten- lisis cultural”, Ángel Rama y los estudios lati-
te, dando así la imagen de una sincronía noamericanos, 97-122, Pittsburgh, PA, Instituto
continental ilusoria. Internacional de Literatura Iberoamericana,
Quizá la crítica más radical sea la de 1997 <http://search.ebscohost.com>. Ríos,
Francoise Perus. Ella objeta el fundamento Alicia (coord.), “Homenaje a Ángel Rama”,
mismo del edificio conceptual de Rama: el Estudios 22/23.10/11, 2003-2004; Szichman,
modelo analógico a partir del cual se esta- Mario, “Ángel Rama: Más allá de la ciudad
blece la relación letra /ciudad y la primacía letrada”, Espejo de escritores: Entrevistas con:
de aquella sobre ésta. Por un lado, señala Borges, Cortázar, Fuentes, Goytisolo, Onetti,
Perus, no queda claro cuál es el respaldo Puig, Rama, Rulfo, Sánchez, Vargas Llosa,
intelectual en el imperio español para esa Hanover, NH, Ediciones del Norte, 1985, pp.
concepción. Rama recurre a Descartes y a 197-221.
Lógica de Port-Royal, ejemplos indudable-
mente tomados de su lectura de Foucault, [juan pablo dabove]
pero insuficientes para abonar un caso
estrictamente latinoamericano. Por otro,
Rama hipostasía la idea de “racionalidad crítica cultural
occidental”, la existencia de la cual, Perus
argumenta, era problemática en la penínsu- La “crítica cultural” no es algo que se puede
la con el carácter que Rama le atribuye, definir en términos precisos porque, a dife-
rencia de los “estudios culturales”, nunca ha
obras de consulta. Adorno, Rolena, “La ciudad existido como una práctica institucional for-
letrada y los discursos coloniales” Hispamérica: mal. En un plano general, bajo la etiqueta
Revista de Literatura, 1987 16.48, 1987, pp. de crítica cultural parecerían caber una se-
3-24; Alonso, Carlos, “Rama y sus retoños: rie de preocupaciones ligadas a un deseo de
Figuring the Nineteenth Century in Spanish cambio social y perfeccionamiento del ser
America”, Revista de Estudios Hispánicos, xx- humano, entre ellas, el papel del intelectual
viii.2, 1994, pp. 283-292; Campa, Román de la, en la sociedad; el funcionamiento del poder
“El desafío inesperado de La ciudad letrada”, y las instituciones; el lugar del subalterno;
Ángel Rama y los estudios latinoamericanos, la relación entre centro y periferia, alta cul-
Pittsburgh, PA, Instituto Internacional de tura y cultura popular; la naturaleza de las
Literatura Iberoamericana, 1997, pp. 29-53; prácticas sociales; y un cuestionamiento del
Campa, Román de la, Latin Americanism, concepto de lo canónico. Para profundizar
Minneapolis, MN, University of Minnesota estos problemas, la crítica cultural recurre
Press, 1999; Castro-Gómez, Santiago, “Los a una amplia gama de metodologías (análi-
vecindarios de La ciudad letrada: Variaciones sis textual, encuestas, entrevistas, indaga-
filosóficas sobre un tema de Ángel Rama”, ción histórica, etc.) y aboga por una salida
Ángel Rama y los estudios latinoamericanos. de la rígida compartimentación de las disci-
Pittsburg, PA, Instituto Internacional de plinas académicas (Preminger: 262).
Literatura Iberoamericana, 1997, pp. 123-133; Una tensión que históricamente ha divi-
Chasteen, John Charles, “Introduction”, en dido a los practicantes de la crítica cultural
Ángel Rama, The Lettered City, Dirham, Duke concierne a la separación entre miradas eli-
University Press, 1996; Moraña, Mabel, “De La tistas y no elitistas a la cultura. Perspectivas
ciudad letrada al imaginario nacionalista: tempranas como la de Matthew Arnold
contribuciones de Ángel Rama a la invención (Cultura y anarquía, 1869), por ejemplo, pri-
de América”, Políticas de la escritura en vilegian a la poesía y el arte (en un sentido
América Latina: de la Colonia a la Modernidad, neoplatónico) como formas superiores para
Caracas, Venezuela, 1997, pp. 165-173; Perus, el fomento del cambio social y la disemina-
Françoise, “¿Qué nos dice hoy La ciudad letra- ción de los valores. El intelectual, como el
da de Ángel Rama?”, Revista Iberoamericana que tiene la capacidad de discernir el “buen
71.211, 2005, pp. 363-372; Rama, Ángel, La gusto”, se eleva en la concepción de Arnold

También podría gustarte