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El tratamiento por ebullición

La aplicación del tratamiento por ebullición es también relativamente sencilla. Permite


matar todos los gérmenes y microorganismos presentes en el agua. Para ello, esta debe
filtrarse o decantarse previamente y después hervirse en grandes cantidades (no basta con
que rompa a hervir) durante un minuto en altitudes bajas y durante tres minutos a más de
2.000 metros. El agua tratada por ebullición puede tener un sabor soso. Este problema
puede solucionarse agitándola enérgicamente para reoxigenarla o añadiéndole un poco de
sal.

a) Ventajas

- Sencillez de aplicación.
- Mata todos los gérmenes patógenos.

b) Inconveniente

- Necesita madera (alrededor de 1 kg por litro de agua) y un recipiente resistente al calor.

Resumen ejecutivo
La ebullición del agua potable con combustible es el método de tratamiento de agua
doméstico más antiguo y comúnmente utilizado. Según la Organización Mundial de la Salud
(OMS), el agua debe calentarse hasta la aparición de las primeras burbujas grandes para así
garantizar que esté libre de patógenos. Muchas organizaciones recomiendan hervir el agua
tanto para su tratamiento en los países en desarrollo, como para proporcionar agua potable en
situaciones de emergencia en todo el mundo, aunque es un proceso bastante laborioso y
consume mucha energía. La ebullición sólo mata los patógenos y no elimina la turbidez o la
contaminación química (por ejemplo, arsénico) del agua potable. Por lo tanto, antes de hervir,
el agua se puede purificar mediante un método de sedimentación o filtración.
Ventajas
Elimina de forma efectiva la mayoría de los patógenos
Es un método de desinfección fácil, simple y ampliamente aceptado
Casi todos los hogares tienen el material necesario (ollas y fuego) para hervir agua, por lo que
los gastos de inversión serían nulos

Desventajas
Puede llegar a ser costoso debido al consumo de combustible
El uso de combustible tradicional (leña, queroseno / gas) contribuye a la deforestación y la
contaminación del aire en el interior de los hogares
Es posible que al usuario no le guste el sabor del agua
Riesgo de lesiones (especialmente cuando los niños están cerca)
No elimina la turbidez, productos químicos, sabor, olor, color
Es un proceso que requiere de mucho tiempo
El agua debe enfriarse antes de su uso a menos que sea para bebidas calientes

Introducción
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La ebullición es el tratamiento de agua potable doméstico más antiguo y efectivo. Se
promueve tanto en países en desarrollo, donde habitualmente la calidad microbiana del
agua es dudosa, como en países desarrollados cuando falla el tratamiento convencional del
agua o se interrumpen su suministro debido a desastres u otras emergencias. La OMS
recomienda llevar el agua a un punto de ebullición como indicación de que se ha logrado
una temperatura de desinfección (OMS 2011). El hervir el agua correctamente representa
uno de los métodos de tratamiento más efectivos para matar o desactivar toda clase de
patógenos presentes en el agua, incluyendo esporas bacterianas y quistes de protozoos que
han demostrado resistencia a la desinfección química, así como virus que son demasiado
pequeños para ser eliminados mecánicamente por microfiltración (BLOCK 2001). Se ha
demostrado que el calentamiento del agua a incluso 55 °C mata o inactiva la mayoría de las
bacterias, virus, helmintos y protozoos patógenos que comúnmente son transmitidos por el
agua (FEACHEM et al. 1983). Se debe usar un recipiente limpio tanto para hervir el agua,
como para almacenarla una vez hervida; este último, además debe estar cubierto y
manipularse con cuidado (no debe ponerse ningún utensilio en contacto con el agua) para
minimizar la recontaminación. A pesar de su efectividad y simplicidad, la ebullición tiene
la desventaja, por un lado, de necesitar un combustible económico y suficiente para poder
hervir el agua adecuadamente con el fin de consumirla de forma habitual y, por otro, que es
un proceso bastante laborioso.
Consideraciones de diseño
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La ebullición del agua es un proceso bastante sencillo y común por lo que no existe un
requerimiento específico de diseño o fabricación, más allá de los materiales que se
necesitan y que pueden conseguirse en cualquier parte. En este sentido, sólo se necesita
combustible (por ejemplo: madera, carbón vegetal, queroseno, butano, electricidad, entre
otros), un área segura para calentar el agua (por ejemplo: una cocina) y contenedores (ollas,
etc.) limpios con su tapa tanto para hervir el agua como para también, posteriormente,
almacenarla.

Idoneidad
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El tratamiento de hervir el agua en casa, para su consumo, es uno de los procesos más
antiguos y sencillos y lo que busca principalmente es matar los posibles patógenos o
microorganismos presentes en ella para hacerla más segura. En muchos casos, es un
tratamiento que se aplica en momentos puntuales como desastres y/o emergencias y, va
acompañada de otros procesos como una filtración previa y una cloración posterior (OMS
2006). En general, el hervido, la desinfección con cloro y la filtración con filtros de
cerámica o bioarena son métodos de tratamiento de agua no sólo sencillos sino también
muy económicos, por lo que como técnicas seguras en el hogar son idóneas para cualquiera
de los escenarios establecidos, incluidos aquellos con escasa disposición de agua, sin
recursos ni capacidades.
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Si se alcanza el punto de ebullición, o sea, que la temperatura del agua alcance los 100°C, se
logra que el proceso sea efectivo para matar bacterias, virus, protozoos, helmintos y la
mayoría de los patógenos que pueden estar presentes en el agua que se va a consumir. La
inactivación incompleta de patógenos en agua hervida se atribuye a los usuarios que no
calientan el agua hasta el punto de ebullición y/o recontaminan el agua hervida durante
el almacenamiento. De igual manera, no se logra eliminar la turbidez, los productos químicos
(por ejemplo, arsénico), el sabor, el olor o el color del agua, por lo que, antes de hervirla se
requiere de otro tratamiento en el hogar como por ejemplo la sedimentación o la filtración con
tela, filtración lenta de arena o filtración de bioarena.
A continuación, se presenta una tabla con datos de efectividad del tratamiento del agua con
ebullición, tanto en laboratorio como en campo, respecto a patógenos como bacteria, virus,
protozoos y helmintos y turbiedad:
También, hay que tener en cuenta que hay elementos que no se reducen o eliminan si el agua
es hervida, como por ejemplo el nitrato.  Por más que se hierva el agua los niveles de este no
se reducirán; es más, podría darse el caso que el nivel fuese ligeramente más alto debido a la
evaporación del agua (CDC 2016).

Operación y mantenimiento
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La operación y mantenimiento de este tratamiento son muy sencillas. Se debe calentar agua
sobre un fuego o a través de diferentes fuentes de energía hasta que hierva. El uso de la
fuente de energía dependerá de la disponibilidad económica del hogar, así como de la zona
en la que se viva. Para reconocer que el agua está hirviendo vivamente, sólo hace falta ver
que aparezca un burbujeo continuo del agua.  El tiempo de ebullición recomendado cambia
entre varias organizaciones reconocidas. Por ejemplo, para la OMS el agua debe calentarse
hace alcanzar el punto de ebullición (OMS 2011). La Agencia de Protección Ambiental de
Estados Unidos especifica que si el agua esta turbia, lo primero que debe hacerse es filtrarla a
través de un paño limpio o incluso un filtro de café (paso 1 de la figura), para luego proceder a
hervirla por al menos 1 minuto (paso 2 de la figura); en el caso de una altitud superior a 1000
metros se debe hervir el agua por 3 minutos (EPA 2015). Los centros para el control y
prevención de enfermedades de Estados Unidos recomiendan calentar el agua hasta que las
burbujas salgan de forma rápida y continuar calentándola por un minuto más con el fin de
asegurarse que se alcance el verdadero punto de ebullición para, finalmente, dejarla enfriar y
proceder a almacenarla en un contenedor o recipiente limpio cubierto con tapa (CDC 2016).
Existe un riesgo muy común que se ha convertido en uno de los principales problemas en este
tratamiento de agua y es la recontaminación de la misma. En muchos casos, al cambiar el
agua de la olla a los recipientes o contenedores de almacenamiento, estos están sucios o
no son tapados de forma adecuada (CAWST 2011; EPA 2015), por lo que es recomendable
que los envases donde se almacenará el agua estén limpios previamente. En algunos casos,
este tratamiento, además de realizar una filtración previa, posteriormente se clora el
agua como medida adicional de desinfección (paso 4 de la figura), tan sólo 5 gotas de cloro
por cada litro de agua son necesarias.
Al hervir el agua, el oxígeno disuelto se escapa de ella haciendo que, para algunas personas,
sepa insípida. Para mejorar el sabor se debe agitar o mover con fuerza el agua o verterla
repetidas veces de un recipiente limpio a otro (paso 3 de la figura), con el objetivo de
aumentar el contenido de oxígeno disuelto perdido (CAWST 2011; EPA 2015).
¿Cómo SE POTABILIZA EL AGUA?

uando falta el agua por tubería uno, diez, veinte días, tratamos de
recolectar agua como sea: buscamos manantiales o quebradas,
contratamos camiones cisternas y abrimos pozos. La almacenamos en
tobos, bidones y tanques para tener una reserva. La necesidad de
almacenar agua supera la preocupación por su calidad. Aunque se vea
cristalina, el agua puede causar enfermedades. Virus y bacterias se
reproducen en ella si las condiciones son propicias. Como no se perciben
a simple vista, los podemos ingerir.

Si se trata apropiadamente en plantas potabilizadoras, el agua que llega


por las tuberías es apta para el consumo. En Venezuela, el agua
tratada puede no ser potable.

Al menos 9,7 millones de venezolanos estuvieron sometidos a cortes


formales en el suministro y recibieron 48 horas de agua corriente en
promedio a la semana entre 2016 y 2017. Prodavinci analizó esos
resultados en el especial Vivir sin agua. Cuando la vivienda no dispone
de tuberías o se interrumpe el servicio, el agua se almacena en tobos y
tanques y aumenta la posibilidad de que se contamine y cause
enfermedades. Después de los apagones de marzo de 2019, la escasez
de agua corriente se agravó.

La calidad del agua se percibe por su color, olor y sabor. El agua de


pozos profundos y manantiales, aunque no esté turbia, debe ser
potabilizada antes de consumirla o almacenarla.

La potabilización es un proceso diseñado por el hombre para asegurar


que el consumo del agua no cause enfermedades. Es necesario filtrar y
desinfectar el agua para destruir bacterias, virus, hongos, lombrices y
protozoos (como la amoeba, que causa amebiasis). Hay virus y bacterias
tan pequeñas que pueden pasar a través de los filtros. Se puede
desinfectar el agua en casa utilizando métodos como cloración, ebullición
o exposición solar.

Fernando Morales, químico de la Universidad Simón Bolívar con


posgrado en Biología, explica que las enfermedades surgen cuando la
concentración de microorganismos patógenos en el agua supera las
defensas del cuerpo humano.
¿Qué pasa si se toma agua contaminada?
Dentro de las 10 principales causas de muerte en el mundo está la
diarrea, una afección relacionada con el agua no tratada. Las
enfermedades más comunes vinculadas con el agua son:

1. Por ingesta de agua contaminada: cólera, diarrea, fiebre tifoidea,


hepatitis infecciosa.

2. Por insectos que se reproducen en el agua: malaria, dengue,


chikungunya y zika.

3. Por organismos que están en el agua: por ejemplo esquistosomiasis,


que surge cuando las larvas del parásito penetran la piel de la persona
durante el contacto con agua infectada.

4. Por inhalación de aerosoles contaminados: legionelosis.

5. Por deficiencias de saneamiento e higiene del suelo: helmintiasis.

¿Cuáles son las normas sanitarias para almacenar y


potabilizar el agua?
Cuando se almacena el agua en casa hay que eliminar los sólidos y
luego desinfectarla para que se pueda beber y sirva para preparar
alimentos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece:

1. Utilizar ropa limpia y lavar las manos con jabón antes de recolectar,
clarificar o desinfectar el agua.

2. Filtrar el agua para separar los sólidos, reducir la turbidez y la


presencia de agentes patógenos. Es ideal usar tela limpia de algodón
(medias, franelas o un colador de café nuevo).

3. Desinfectar el agua por algún método casero: hervir el agua, utilizar


radiación solar, ozono o cloro no jabonoso.
Es importante que el agua sea transparente. Los métodos de
desinfección no potabilizan agua sucia ni potencialmente contaminada.

¿Qué debo hacer cuando almaceno agua?


1. Evitar sacar el agua con utensilios que no han sido lavados ya que
pueden estar contaminados. Es ideal que los recipientes de
almacenamiento tengan un grifo o tubo de salida que permita una
extracción higiénica.

2. Utilizar recipientes que no tengan grietas.

3. Mantener los recipientes de almacenamiento cubiertos para evitar la


reproducción de mosquitos, la proliferación de agentes infecciosos y la
contaminación con heces de animales.

4. Tener cuidado al deshacerse de las sustancias utilizadas para la


limpieza y desinfección de los tanques. Las aguas residuales deben
descargarse en una alcantarilla o en un tanque séptico, no en ríos u
otras fuentes de agua, ya que los materiales orgánicos y los altos
niveles de cloro pueden matar peces y plantas.

5. No hacer la descarga de forma súbita porque puede causar erosión


o inundaciones localizadas. Asegurar que el agua siga sin obstáculos
hasta su punto de disposición final.

Métodos de desinfección de agua en casa

Hay varios métodos que se pueden utilizar para desinfectar y potabilizar


el agua en casa. En orden de menos a más complejo:

Hervir el agua
Las bacterias proliferan cuando la temperatura del agua es cálida, por
debajo de 50 grados centígrados. Hay bacterias resistentes al calor, pero
la mayoría muere cuando la temperatura está por encima de 50 grados
centígrados.
Las algas, protozoarios, hongos y parásitos mueren en temperaturas de
entre 40 y 60 grados centígrados. Para asegurarnos de matar a estos
agentes infecciosos, el agua debe alcanzar el punto de ebullición, cerca
de los 100 grados centígrados. No es apta para este método el agua
contaminada con heces, residuos industriales, mercurio, y otros
contaminantes, y que tenga mal olor.

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