Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
BM KT PDF
BM KT PDF
Índice
Staff 2
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Sobre la autora
3
Staff
Moderadora de traducción 4
Traductoras
Je_tatica Gaz Mary Jose
Mokona Celemg Blinda
ஓ¥anliஓ Nelshia
Viqijb Marijf22
Electra
Moderadora de corrección
Marta_rg24, Pily & Grizelda
Correctoras
Marta_rg24 Blinda Liraz
Pily Andrea95 AriannysG
Tamis11 Viqijb *Elis*
Revisión final
Pily & Marta_rg24
Diseño
Lectora
Sinopsis
5
Nicole ha estado felizmente casada durante diez años con el abogado y
pez gordo Dominic Rose. Sin embargo, poco después de su aniversario, él se
vuelve frío, como si ella no existiera. Mientras tanto, otro hombre ha estado
persiguiéndola a distancia, demasiado atentamente para su comodidad.
August Corinth es un vampiro maldito de seiscientos años. Debe matar y
sufrir el dolor de sus víctimas cada noche hasta que pueda encontrar a una
mujer que puede resistirse a ser su esclava, su compañera de sangre. Una vez
que la encuentra, no hay ninguna línea que no cruzará para reclamar la
salvación prometida, incluso si esto quiere decir que debe llevarse todo y a
todos los que ella ama.
Capítulo 1
6
Traducido por Blinda y SOS ஓ¥anliஓ
Corregido por tamis11
1
Juego de palabras entre August que en inglés es agosto.
encontraran sus huesos siete meses más tarde en el fondo de un barranco.
—Aquí tiene Nicolette. —El camarero la pasó las dos bebidas de café,
una fría, una caliente.
Tomó las bebidas y se fue directamente afuera.
La campana sobre la puerta sonó otra vez, y supo que la había seguido.
Su corazón retumbaba en su garganta. Otro bloque hasta su coche y todo
estaría bien. Fuera estaba brillante y soleado. Había gente. No iba a agarrarla. 14
¿Y qué? ¿Arrojarla al suelo en medio de la calle y hacerlo con ella? Se estaba
excitando. Imaginando cosas.
—¡Nicolette, espere!
—Aquel estúpido camarero y su costumbre de usar su nombre de pila.
Esto era un gran motivo para pagar en efectivo.
La melancolía en su tono la cogió desprevenida y se dio la vuelta. La
sorprendió que él se hubiera movido tan rápido sin siquiera jadear.
Simplemente no parecía estar en gran forma. Si decidiera perseguirla, ella no
podría adelantarlo. Trató de no parecer aterrorizada. Dominic le perdonaría si
lanzara su café en la cara de este hombre si eso la mantuviera segura.
—Lo siento. No sé qué hice mal allí atrás. No creí que la asustaría o que la
haría sentirse incómoda. Tengo un día raro —ofreció con sonrisa avergonzada.
Sus campanas de alarma vibraron tan ruidosas. Todo dentro de ella le
advirtió que debía poner tanta distancia entre ella y este hombre como fuera
posible. Y rápido.
—Está bien —dijo, tratando de retirarse de la conversación, apoyándose
sobre su Lexus plateado mientras hablaba.
—Quizás podríamos tomar un café algún día.
—Lo siento, no puedo, estoy casada.
Su mirada se detuvo demasiado tiempo sobre su anillo antes de que la
mirara de nuevo a los ojos con una desnuda esperanza que asustó aun de más a
Nicole.
—¿Felizmente? —se aventuró.
—Sí, mucho. Lo siento me tengo que ir. El café de mi marido se está
enfriando. —Se forzó a darse vuelta alejándose, luchando con cada instinto que
lo consideraba imprudente.
Contuvo la respiración hasta que estuvo encerrada dentro de su coche y
salió con seguridad a la calle. Lamentó mirar por el espejo retrovisor y
encontrarlo de pie en el camino, con una decidida expresión en su cara
morena.
Capítulo 2
15
Traducido por Blinda
Corregido por AriannysG
August observó a Nicolette durante todo el mes pasado. Cada día ella
parecía estar más demacrada y desolada que el día anterior. Había pensado
que si él podía quitarle el brillo de Dominic Rose, sería suya, pero ahora que
había llegado el momento para hacer su movimiento, se dio cuenta de que
haberla secuestrado aquel primer día habría sido la decisión más
misericordiosa.
Era cruel manipular su corazón de esta manera, pero si ella supiera lo
que él había sufrido... lo entendería con el tiempo. Y ahora que Dominic no era
ningún premio ¿Esa comprensión no llegaría mucho antes? Todo lo que August
había querido era que ella viniera a él sin tener que ver a su fealdad, sin tener
que temerle, pero a pesar de que no podía controlar su mente, estaba
controlándola a ella.
La maldición era específica. No había nada normal en la coerción o
fuerza no mágicas. Lo único que importaba es que ella estuviera de acuerdo;
como fuera que él la llevara hasta ese punto; en ser su compañera de sangre y
seguir con eso hasta el final.
Tomó una respiración profunda y la siguió a la tienda de comestibles. En
la sección de productos, se tropezó con ella entre la lechuga romana y el
calabacín.
—Oh, perdón —dijo, encendiendo el encanto, empujando el
remordimiento a un segundo plano. Si veía su malestar huiría como un conejo
asustado, era mucho más observadora que las mujeres que estaba
acostumbrado a tratar.
Su corazón se rompió por ella. Tenía los ojos enrojecidos e hinchados.
Podría derrumbarse allí mismo, en la tienda de comestibles. August extendió la
mano, necesitando consolar a la persona más valiosa en su mundo, la que iba a
proteger a toda costa, pero que en este momento estaba lastimando por un
bien mayor.
Retrocedió, mientras sus ojos se iluminaban con reconocimiento y un
indicio de miedo.
Él apartó la mano.
—Lo siento, parecías triste. ¿Por qué no dejas tu carro y vienes conmigo a
tomar un café al lado? Puede ser útil hablar de ello.
Cualquier otra mujer habría batido sus ojos, emocionada por su atención,
el control mental anulando cualquier instinto de conservación que pudiera
advertirle de un depredador, a menos que la mujer no fuera consciente de sus
instintos y no requiriera de sugestión alguna en absoluto. Pero Nicolette estaba
insegura, asustadiza.
—Y-yo no lo creo, pero gracias. —Tomó una bolsa y la llenó con el
calabacín que estaba detrás de él y comenzó a empujar su carro en la dirección
opuesta.
Si ella se alejaba de él esta vez, no tendría otra oportunidad de hacer
esto de la manera agradable. Un tercer acercamiento la haría sentir acechada y 21
erigiría barreras más fuertes contra él. Un cuarto podría ser igual a una orden
de restricción sin importar cuán separados fueran sus encuentros. La siguió,
tratando de borrar la desesperación de pánico que sin duda ella había
experimentado, en su primer encuentro semanas atrás. Esa emoción intensa no
haría nada para calmar sus temores.
—Nicolette, espera. —Su voz era más controlada que el día que la había
perseguido fuera de la cafetería.
Se detuvo, pero no se volvió, sus hombros irradiaban tensión. Cuando
llegó a su carro, dijo:
—Recuerdas mi nombre.
—Y tú te acuerdas de mí. —No estuvo un cien por ciento seguro de que
su miedo no fuera debido a una desconfianza natural hacia los hombres que no
conocía. Algunas mujeres eran así, y considerando todas las cosas, era bueno
tener un instinto así. Y no solo cuando se trataba de vampiros.
—Serías difícil de olvidar —admitió.
No estaba seguro de que fuera un cumplido, pero lo aceptaría.
—Un café. Te sentirás mejor.
***
Otro mes pasó. August estaba de pie entre los arbustos al lado de
Dominic y la ventana de la cocina de Nicolette. El marido acababa de llegar a
casa. Últimamente volvía más tarde cada noche durante semanas.
—Preparé tu favorito. —La voz de ella era esperanzadora.
Había intentado de todo para encender de nuevo el interés de su marido.
Ropa interior. Comida de lujo. Entradas de teatro. Pero nada influiría en la
orden que el vampiro había integrado en su cerebro.
—Comí en la oficina —dijo Dominic. Su voz se desvaneció, y August
sabía que se estaba yendo al estudio a trabajar, dejándola fuera otra vez.
—¿Hay alguien más?
La puerta se cerró sin la cortesía de una respuesta, y se deshizo en
lágrimas, los grandes sollozos que reflejaban el dolor de August todas las
noches después de la alimentación.
Debería haberla tomado ya, pero una vez que cruzase esa línea, estaría
cruzada. Nunca podría hechizarla y devolverla a su mundanal vida, nunca sería
prudente. Había querido darle otra posibilidad para venir a él de buen grado.
Las cosas serían tanto más fáciles para ella si se abriera a él.
Había evitado rotundamente acercarse a ella otra vez, sabiendo que se
sentiría cazada. En su lugar, había dado un paseo por delante de la floristería
en la que ella trabajaba. Había puesto una máscara de sorpresa cuando la vio
por la ventana, sonrió, y la saludó con la mano, pero ella se había dado la vuelta
alejándose y se había ido al cuarto trasero.
Nunca vendría por sí sola a él.
No había previsto la profundidad del amor por su marido o cuan fiel sería
ella a pesar de su negligencia. Veía a August como una amenaza a su
matrimonio, incluso después del triste estado de aquella relación todavía lo
protegía como semilla germinada que podía brotar en algo impresionante.
Podía haber puesto otra orden en la mente de Dominic. Podía haber hecho que
su marido la amenazara físicamente. Luego August podía ser el hombre que la
rescatase y protegiese del bruto bastardo. Hacerla correr en busca de
seguridad. Pero nunca la arriesgaría. Nunca. Si la indiferencia de su marido no
hacía el impacto necesario para traerla hasta August, él tenía que tomarla.
Miró por la ventana como se sentaba ante la meseta y tomaba la cena que
minuciosamente colocó junta. Vertió una copa de vino de la botella que había
comprado para preparar la cena especial. En la licorería, había tanta esperanza
en sus ojos cuando reunía el dinero de su monedero. Siempre que veía la cruda
esperanza, lo aplastaba. Se odiaba por ello, y sin embargo, nada de lo que él
pudiera hacerle alguna vez podría igualar lo que debía hacer cada noche. Ella
era una víctima justificable en su guerra contra la maldición.
En una relación humana normal había momentos buenos y malos. A
menudo un compañero se quedaba mucho tiempo por delante del punto en que
deberían haber abandonado, porque seguían recordando y esperando que los 25
buenos momentos regresaran, y a veces lo hacían, si bien brevemente.
Pero el control de mente vampírico no tuvo en cuenta las vislumbres de
esperanza. Desde el momento en que August se había introducido dentro de la
cabeza de Dominic, Nicolette era un molesto mosquito para él. Inconsecuente.
Esto había conducido a una persistente tristeza que se tornaría en una completa
y jodida depresión si él no liberara al marido o tomara a la esposa.
Escuchó en las sombras como ella raspaba su plato y zumbaba el
triturador de basura, luego vació la basura y dio un paso fuera.
El paño acre estaba sobre su nariz y su boca antes de que lo viera. Esto
era lo mejor.
—Shhhh, shhh, shhh —la calmó él cuando ella luchó entre sus brazos. Se
quedó laxa y no hubo más tiempo para sentirse culpable.
***
***
37
44
***
***
Clink. Clink. Clink.
August despertó en el charco de su propia sangre. Era el sonido de balas
excavando su salida y tintineando en el piso de madera lo que lo despertó
mientras su cuerpo se apresuraba a sanar.
Tres balas. La familia de Nicolette tenía que ser miembros de la NRA. 49
Mientras su atención había estado en el padre, Lois había ido a conseguir una
segunda pistola y le disparó. Dos en la espalda, una en la cabeza.
Él respiró de forma moderada, aumentando el volumen de inhalaciones
poco a poco así no se marearía. Había perdido mucha sangre antes de que su
cuerpo hubiera obligado a las balas a salirse y sellado las heridas.
—August, por favor. No les hagas daño. Ellos solo estaban tratando de...
El olor del miedo de Nicolette era penetrante en el aire. Su cabeza giró
para encontrarla frente a sus padres, bloqueándolos con su cuerpo,
protegiéndolos, con los brazos extendidos. Como si pudiera detener cualquier
cosa que un vampiro decidiera hacer. Por su parte, sus padres se veían como si
hubieran visto sobrevivir de forma imposible a una criatura de alguna película
de terror y levantarse para seguir acechando a sus presas. Sus mentes se
negaban a aceptarlo.
Él extendió la mano, usando toda su fortaleza para obligar al temblor en
su brazo a que se estabilizara.
—Ven aquí, Nicolette. —No se había alimentado de ella lo suficiente la
noche anterior. Con el vínculo recién formándose, no había querido arriesgarse
a lastimarla, sobre todo con su desnutrición.
Se movió sobre sus piernas temblorosas en su dirección mientras él
observaba a sus padres, a la espera de que otra arma se materializara.
Tenía los brazos extendidos en un gesto conciliador, su voz suave, como
si tratara de calmar la rabieta de un niño pequeño.
—Por favor, no te enojes.
—No estoy enojado, pero te necesito. —Cuando llegó a su lado, él la
agarró del brazo, y manteniendo un ojo en sus padres para asegurarse de que
no aparecería ninguna bala próximamente, mordió su muñeca.
Ella dejó escapar un grito de sorpresa, sus instintos iniciando una lucha,
pero él la sostuvo con firmeza. No se molestó en detenerse después de unos
sorbos. Ahora que estaban unidos, no tenía que hacerlo. Podría atiborrarse de
ella, y no provocaría ningún daño duradero.
Una figura se movió en su visión periférica, y August levantó la cabeza.
La sangre de Nicolette goteaba desde sus colmillos hasta su mano y su brazo
mientras él le gruñía en voz baja al padre. Lois sabiamente había elegido
permanecer resguardada en un rincón, acurrucada y encogida.
—Vuelve con tu esposa —gruñó August.
El hombre, incapaz de resistirse a la orden, se trasladó de nuevo a la
esquina donde observaron, indefensos, como un monstruo bebía la sangre de
su hija. Pronto, ellos no recordarían nada de esto, así que no importaba. Él bajó
la cabeza nuevamente al brazo de Nicolette y bebió hasta quedar satisfecho.
Cuando terminó, arrastró su lengua sobre su muñeca para limpiar el desastre y
ayudar a sellar las heridas.
August se limpió la boca.
—Bueno —dijo, observando a la pareja aterrorizada—. Creo que han
descubierto que soy un vampiro. —Se volvió hacia Nicolette que se había
escabullido hacia la pared, entumecida y traumatizada—. ¿Estás bien?
—S-sí —contestó ella, incapaz de mirar a sus padres. 50
—¿Te sientes débil o mareada?
—N-no. —Ella miró su muñeca, limpia y sin marcas; no había ni rastro de
su mordedura.
—Porque yo te puedo ofrecer algo de mi sangre, si la necesitas, para
acelerar la regeneración.
Ella levantó la vista de repente.
—Tú dijiste que no tenía que...
Él se acercó y envolvió sus brazos alrededor de ella a pesar de su
resistencia a su abrazo.
—No tienes que hacerlo, muñeca. Pero haría que te sintieras mejor más
rápidamente.
—Estoy b-bien.
Él la soltó cuando ella persistió en su lucha contra él.
A su propio ritmo.
—¿Mi hija es un vampiro? ¿Es por eso que está tan delgada y pálida? ¿Es
un monstruo? —Lois había encontrado su voz.
—Ella no es un vampiro. Es mi compañera. Es humana. Más o menos.
—Pero Dominic... —dijo Lois.
—Bórralo. Haz que se olvidan de esto ahora, por favor —dijo Nicolette, la
vergüenza pesaba en su voz.
August asintió y se encargó de ello.
***
***
54
No tardó mucho en descubrir August que la floristería había contratado a
un nuevo miembro del personal para reemplazar a Nicolette. Se habían
preocupado por su ausencia, pero dada la indiferencia de Dominic habían
supuesto que ella lo había dejado y había estado demasiado angustiada para
molestarse con un preaviso de dos semanas. Todos habían sabido que no había
tenido que trabajar con el salario de su marido.
August hojeó los anuncios personales, utilizó un poco la sugestión para
volver el reemplazo de Nicolette en el trabajo, ajustó recuerdos de todo el
mundo, y ahora estaba lista para regresar a trabajar en los próximos días, tan
pronto como recuperara el peso de nuevo.
En circunstancias normales se necesitarían semanas de estar bien
alimentada para volver a la plena salud y vitalidad, pero el lazo le había
cambiado de una manera que ella no comprendía totalmente por un tiempo.
Volvió a su casa a tiempo para oír el final de hacer el amor con Dominic.
La lluvia había comenzado de nuevo, repiqueteaba suavemente contra el
mundo. August se paró junto a la ventana, permitiendo que el agua cayera
sobre él mientras escuchaba a escondidas.
Se sintió aliviado al oír lo feliz que parecía, como si los últimos meses en
el sótano nunca hubieran sucedido. A pesar de las promesas, no había estado
seguro de que le quitaría el mal que había hecho, o minimizarlo para que
pudiera volver a reír. Si el bono no hubiera hecho el trabajo completo,
reencontrarse con Dominic lo haría.
Casualmente dio un vistazo dentro de la ventana. Los dos amantes eran
una maraña de retorciéndose, ramas desnudas. Presionó su mano contra el
cristal mojado, dejando una impresión atrás.
—Te veré pronto, querida.
Capítulo 7
55
Traducido por Mary Jose
Corregido por Andrea95
***
***
August había conducido durante cinco días, parando solo para dormir a
un lado de la carretera. La muerte y la decadencia se levantaban a su
alrededor, con su rostro y el cuerpo habiéndose vuelto horripilantes por la falta
de alimentación. Cada vez que cogía su camino, lo perdía de nuevo. Y cuanto
más débil se ponía, más difícil era recogerlo.
Necesitaba alimentarse. Necesitaba matar a alguien. Después de la
neblina roja que se había apoderado de él con Dominic, la creencia
momentánea de que podía matar sin remordimiento, August fue de nuevo hacia
una sensación de temor ante la perspectiva. ¿Cuál era el punto de tomar a
Nicolette, de destruir su vida, si él volviera a matar? Si se permitía sucumbir a
sus impulsos, cada fragmento de lo que él había sido una vez se perdería para
siempre, y el sacrificio de ella dejaría de tener sentido.
De cualquier manera, ella estaría sola por ahí. Cuando su esposo y su
familia y amigos se hubieran ido, ella estaría sola, como él. La necesitaba. Ella
lo necesitaba. No lo sabía todavía. Él no la dejaría como un monstruo solitario
para enfrentar sin cambios el mundo envejeciendo.
A excepción de su pie en el acelerador, tenía el cuerpo completamente
inmóvil. La sentía cerca. Había dejado de moverse. Corrió hacia adelante,
como si ella le estuviera tirando por una correa invisible. Se preguntó si
tendría una repentina sensación de miedo, pánico, si sabía que él iba a ir a por
ella en el momento de huir.
Sonrió cuando vio el Lexus plateado aparcado junto a la última habitación
de un motel destartalado. Los moteles eran lugares públicos. No necesitaba
invitación.
August no se molestó en llamar o emitir amenazas, sino que abrió la
puerta y entró. Estaba tumbada en una de las camas dobles, viendo un
programa en la televisión. Sus ojos se levantaron hacia él, abriéndose y
luciendo horrorizados cuando él cerró la puerta. Se arrastró de la cama para ir
al baño, pero la agarró antes de que llegara allí.
—¿Planeabas salir del país volando? —Ella había elegido un motel junto
a un aeropuerto. Si hubiera volado lo suficientemente lejos él no podría haberla
encontrado, al menos no sin matar a unas cuantas personas en primer lugar.
Pero mientras Dominic estuviera vivo, no iba a dejar el país sin él. August se
alegraba de haber resistido la tentación de matar al abogado.
—Yo... um…
—Cierra los ojos.
—¿Qué?
Aquellas, evidentemente, no eran las palabras que había esperado de él
después de cinco días de estar cazándola.
—Cierra los ojos. —No debía sentirse mal porque ella tuviera que
soportar la mordedura de un feo y putrefacto vampiro. Era culpa suya que
hubiera llegado a este estado. Su huida. 63
—¿Vas a hacerme daño?
—¿Por qué iba a hacerte daño?
—Huí.
—Y no tenía sentido. ¿Lo tenía? ¿Qué creíste que lograrías? ¿Es así como
deseas ir por el resto de la eternidad conmigo? ¿Corriendo y quedando
atrapada por un monstruo grotesco cada pocos días? ¿No preferirías que me
alimentara de ti de una forma más atractiva?
—No.
Allí estaba. Esa culpa ridícula suya. El complejo de mártir.
—Vas a tener que beber mi sangre esta noche.
Ella trató de liberarse de su agarre.
—¿Qué? ¡No! Dijiste…
—A menos que quieras sufrir. Con la cantidad de sangre que tendré que
tomar de ti en este momento, sanará, pero va a ser doloroso sin mi ayuda,
incluso con el vínculo entre nosotros. Te dije que no permitiría que sufrieras
innecesariamente. Te di mi palabra.
También había prometido que Dominic iba a morir por causas naturales y
que podía quedarse con su marido hasta entonces. Y, sin embargo, casi había
roto esa promesa.
August no tenía que ser capaz de leer su mente para saber que ella tenía
un deseo de muerte ya. Había visto un reflejo de sus propios ojos en los de ella;
la caída de los hombros, la resignación, la ardiente necesidad de escapar de
todo. Ella era su espejo.
—Nicolette, tenemos que estar juntos. Nos volveremos locos de lo
contrario. Puedes pensar que no me necesitas ahora, pero lo harás. Y te
necesito. No tienes idea de cuánto.
Se sorprendió cuando la dejó tirar de ella hacia sí, con los ojos
fuertemente cerrados, como él había pedido. Atacó su garganta, alimentándose
lo más rápido posible. Ella se encogió contra él, y no estaba seguro de si era
por su fealdad y la decadencia actual o si el vínculo entre ellos aún causaba que
la picadura se sintiera placentera.
Saborear su sangre era algo para otro momento. La vació como si
estuviera drenando un cuerpo seco. Apenas la saboreó. Solo necesitaba
recomponerse. El olor que se había levantado de su carne durante los dos
últimos días se desvaneció en la nada. Su rostro perdió su forma encogida y
palidez cenicienta. Su piel se curó, tapando la horrible verdad de lo que podía
llegar a ser tan rápidamente sin la sangre humana. Se volvió perfecto otra vez.
Se detuvo cuando escuchó el gemido de dolor escapar de sus labios. A
pesar de sus protestas anteriores, ella no luchó cuando él le llevó su muñeca
sangrante hacia la boca.
—Bebe. Te sentirás mejor. Lo prometo.
Su boca se pegó alrededor de la herida y ella bebió durante varios
minutos, con algo profundo y primigenio agarrándose a ella. Cuando terminó,
fue ella quien inició el beso, con sus labios presionando contra su
desesperación febril.
Los ojos de August se abrieron. Solo era el vínculo cada vez más fuerte, 64
la alimentación mutua causando que su deseo se saliera de su control. No era
real. Solo un espejismo. Ella se sentiría angustiada más tarde. Le culparía por
"tomar ventaja", a pesar de que ahora ella era la que lo estaba desnudando y
bajando de un tirón sus pantalones, a una velocidad impresionante.
Mantuvo sus muñecas apretadas, forzando a sus ojos a encontrarse con
los suyos.
—Auuuu. August, me estás lastimando.
—Bien. —El dolor era lo único real entre ellos.
Su camisa se abrió para revelar la parte superior de sus senos
enrojecidos. Él arrancó el resto de su cuerpo y tomó su sujetador también.
—¡Pantalones, fuera! —gruñó, demasiado impaciente para lidiar con la
logística de su ropa y demasiado ocupado con la suya. Se había alimentado
hasta estar lleno, estaba bien de nuevo, pero quería saborearla, quería beber
más de ella.
August la empujó contra la pared con paneles de madera sintética y
hundió sus colmillos de nuevo en su garganta. Ella se retorció contra él hasta
que él movió sus caderas y estuvo dentro de ella, entonces se quedó inmóvil y
comenzó a llorar.
La acunó.
—Shhhh, muñeca. Siempre iba a suceder. Estás luchando contra la
naturaleza y el destino y la sangre. No se puede luchar contra esto. No puedes
luchar. No quieres hacerlo.
Los minutos pasaron, con sus cuerpos así, inmóviles, como una escultura
de amantes abrazados congelados en el tiempo.
Por último, las caderas de Nicolette comenzaron a moverse y frotarse en
su contra en un consentimiento tardío de su propia destrucción.
—Sí, así de fácil —susurró él. Regresó a alimentarse mientras se follaba a
sí misma en él. Cuando había tenido su banquete de sangre, cerró la herida y
luego la trasladó a la cama para terminar lo que había empezado. Se movió
dentro y fuera de ella hasta que ambos llegaron, y luego sus colmillos estaban
en su garganta de nuevo, tomando solo un poco más. Siempre un poco más.
Se tumbaron en la cama, jadeando, con su aliento recuperando poco a
poco el ritmo. Él la atrajo hacia su cuerpo y cerró los ojos.
—Duerme ahora. Volveremos por la mañana.
***
Nicole estaba en los brazos del vampiro, con sus lágrimas asfixiándola.
¿Cómo había permitido...? ¿Cómo podía haber iniciado...? Todas las ilusiones
se fueron, como la ilusión de que podía mantener las cosas estrictamente en
sangre. Había asumido que él trataría de follarla en algún momento, pero nunca
se hubiera imaginado que sería ella la que se arrojara a él, rogándole que la
tomara. No había dicho esas palabras. No había dicho ninguna palabra, pero su
cuerpo lo había dicho todo. 65
Ahora lo único que quedaba era la vergüenza y la determinación de que
nunca podía volver a ocurrir. Nunca podría traicionar a Dominic así otra vez.
Las manos de August le acariciaron los pechos, y ella se estremeció.
—Tú empezaste esto. Saltaste sobre mí como si fuera tu última fuente de
oxígeno.
Ella trató de retirarle la mano, pero él no se movió, y ella no quería que
se moviera. Su mano presionada contra su piel le daba ganas de abrir las
piernas y guiarlo de vuelta dentro de ella.
Como respondiendo a sus pensamientos, le acarició la carne entre sus
piernas hasta que ella comenzó a moverse contra él.
—Sabías lo que estaba pidiendo cuando te dije que te darías a mí. Sabías
de qué se trataba y lo que significaba este bono. No te mentí. Te dije desde el
principio que eras mi compañera, y que de una manera u otra cederías y
aceptarías. No puedes echarte atrás, y, ahora que he estado dentro de ti, habrá
mucho más de donde vino eso. Puedes contar con ello.
—¿Lo veré de nuevo? —No podía imaginar que August le permitiera
volver a su marido ahora. No después de esto.
—Desde que Dominic cree que estás con tu tía, sigue con esa mentira. Te
quedarás conmigo por un tiempo, haciendo exactamente lo que yo te diga que
hagas, no importa lo que te pida, y luego voy a pensar en perdonarte y dejarte
verlo de nuevo. Desobedece una orden y estará fuera de tu vida para siempre.
Si la alimentación la volvía loca, a August aún más. La posesión de su
sangre lo alcanzó, por lo que los pequeños hilos de la humanidad que había
visto ya habían comenzaron a deshilacharse. Nicole no estaba segura de que
incluso obedecer todos sus caprichos le permitiera volver a su marido, en ese
punto.
—Me follarás exactamente como lo exija, entonces te lo follarás a él. Nos
follarás a ambos, y te va a gustar. Algún día podría hacerte follarnos a los dos a
la vez.
—Él no puede saber acerca de esto.
—Ya veremos.
Ella abrió las piernas más mientras él deslizaba la otra mano entre ellas.
Usó los dedos de una mano para follarla y los dedos de la otra para frotar su
clítoris, y luego la mordió, y ella llegó de nuevo, yendo contra él.
***
A la mañana siguiente, un nuevo tipo de energía zumbaba por debajo de
la superficie del vampiro. Nicole estaba en la cama, con las sábanas enredadas
alrededor de ella, contemplando si estaba dispuesta a sentarse ya. August
estaba vestido con un traje negro, una camisa gris medio y una corbata negra.
Se sentó en una silla en un rincón junto a la ventana, bebiendo una taza
de café. Su rostro estaba tan iluminado que Nicolette se preguntó si estaba
enchufado a una toma de corriente en alguna parte. 66
—Buenos días, querida, ¿has dormido bien?
—Bonito traje.
—Encontré una tienda para hombres en el aeropuerto.
La habitación era una pesadilla. Habían destruido tanto las camas que era
difícil saber si era sexo o una masacre lo que había ocurrido, a causa de la
sangre que habían intercambiado. Las lámparas estaban tiradas y uno de los
focos estaba roto en el suelo. Los cuadros estaban torcidos, y uno se había
caído de la pared. La pared en sí estaba abollada donde él se había estrellado
contra ella, o cuando su mano se había cerrado de golpe para tomar la fuerza
para que el cuerpo de ella no tuviera que hacerlo.
—Esta habitación parece la escena de un crimen.
Él se inclinó en el lado derecho de la mesa y dejó la taza humeante de
poliestireno en ella, entonces sacó un vestido que había estado en su maleta. Su
ropa ya estaba empacada.
—Vístete. Es hora de volver a casa.
No podría llegar allí lo suficientemente rápido.
—¿Qué pasa con mi coche?
—Cautivé a alguien para que lo lleve de vuelta. Otra persona está
conduciendo mi coche a casa. ¿De verdad quieres ir en coche durante días?
—Entonces, ¿cómo vamos a llegar a casa? —¿Se había referido a la casa
de él como a la suya?
—Volando. Alquilé un avión en el aeropuerto en el que planeabas
escapar.
Ella solo deseaba haber tenido el coraje de salir del país. Solo había
estado demasiado cansada para conducir más. No había notado el aeropuerto
hasta que había estado en la habitación por más de una hora y seguía
escuchando aviones por encima.
—¿No vas a hacer nada con esta habitación?
—¿Por qué habría de hacerlo? ¿Está tu ADN en una base de datos?
—No... pero...
—Voy a la oficina para hacerme cargo de la cuenta y borrar la memoria
del secretario. Te espero afuera en cinco. No me hagas esperar. Y, Nicolette,
huye de nuevo y no voy a ser tan amable cuando te encuentre.
Capítulo 9
67
Traducido por electra
Corregido por AriannysG
Cuando el avión aterrizó, alquilaron un auto para que los llevara las
últimas horas a la mansión. Era tarde en la noche cuando llegaron a casa.
August no tuvo que mirar hacia atrás para saber que Nicolette lo había
seguido por las escaleras. No iba a aceptar tan fácilmente si no fuera porque la
amenazó con no volver a ver a su marido.
Todo lo que quería era una oportunidad. Si pudiera ver lo fácil que
podían ser las cosas si acabara de aceptar a otros hombres en su cama y no
solo uno.
Mantuvo la puerta abierta para ella cuando llegaron al dormitorio. Ella
echó un rápido vistazo y luego se precipitó delante de él.
—Sin zapatos, muñeca. Es una alfombra cara. —Se quitó los zapatos y
calcetines junto a la puerta.
Ella se deslizó sus sandalias, y August captó la breve felicidad en su
rostro mientras sus pies se hundían en la alfombra gruesa y suave, de color
rojo. Era roja debido a que una vez le gustó la idea de traer comida a su
habitación. El color enmascararía cualquier derrame. Al final, no podía matar y
dormir en la misma habitación. Ahora se sentía más natural extraer sangre en
ese lugar que en cualquier otro. Alimentarse bajo el suelo parecía bizarro y
profano.
Cerró la puerta, tomó su celular del bolsillo y lo sacó.
—Aquí, llámalo.
—¿Qué?
—Llama a tu marido y hazle saber que estás bien. Estoy seguro que está
acostumbrado a oírte todos los días.
Ella retrocedió un par de pasos; lo miró con desconfianza.
—¿Y cuánto me va a costar usar el teléfono?
—Nada, no te pediré nada en todo caso.
Nicolette lo miró, tomó el celular y marcó. Se acurrucó en la silla de la
esquina, tratando de tener un poco de privacidad. Pero él no permitía ese tipo
de lujos.
—Dominic.
—Hola. —August podía oír la risa del otro hombre por teléfono. Su
marido se rió entre dientes—. Me echas de menos ¿verdad? —bromeó.
Nicolette sonrió. Una sonrisa genuina, la tensión se desvaneció ante el
sonido de su voz.
—Por supuesto que te extraño.
—Bien, porque pensé que buscabas una manera de dejarme poco a poco
para que no me fuera tan doloroso. —Él aún le tomaba el pelo, pero la sombra
que cayó sobre su rostro delataba sus pensamientos. Ella lo iba a dejar poco a
poco. Y el pobre tonto no lo sabía.
Levantó la vista hacia August, una pregunta en su mirada. ¿Vas a alejarlo
de mí ahora? Ella podía haber pronunciado eso en voz alta. Sus ojos transmitían
más de lo que sus labios jamás podían haber hablado. 68
—Entonces, ¿cómo está tu tía hoy? —preguntó Dominic, sin darse cuenta
de la tensión y el drama al otro lado de la línea.
—Igual que ayer. Podría tomarle un tiempo mejorarse, pero no es
sumamente grave.
La mentira salía de sus labios con una facilidad que sorprendió al
vampiro.
—¿Cuándo vas a venir a casa? Extraño a mi puta insaciable.
El vampiro sonrió ante eso, y Nicolette miró su regazo. Si tenía alguna
duda de que el vampiro podía oír ambos lados de la conversación, se había ido
ahora.
—No estoy segura. Te haré saber cuándo ella esté mejor y pueda irme.
Su voz bajó una octava.
—Así que… ¿Qué llevas puesto?
Nicolette miró su vestido de verano.
—Yo.... no puedo decir eso ahora.
—Ohh.
—Niños en la habitación.
August quedó impresionado por la rapidez de su mentira. Era una buena
cosa el hecho de que ella fuera del tipo leal, porque sus mentiras sonaban como
verdaderas. El vampiro casi lo podía creer, incluso sabiendo la verdad.
—¿Esta tarde? —preguntó Dominic.
—Bien, lo sabes, niños.
—No, en realidad no.
—Bueno, ahora lo sabes. Chico, sabes esquivar una bala —bromeó. Se
encontraba casi en sí misma por ese minuto, la feliz y despreocupada mujer
que se reunió con el vampiro en la cafetería. Ellos tenían una manera muy fácil
entre ellos.
—En efecto. ¿Me llamarás mañana? ¿Cuándo no hayan menores de edad
corruptibles alrededor?
—Lo intentaré —dijo ella.
—Te amo, nena, te extraño.
—Te amo y también te extraño. —Colgó la llamada antes de que pudiera
empezar a llorar y le devolvió el teléfono a August—. ¿Voy a volver a casa?
—Eso depende de ti. ¿Puedes manejar a los dos? Porque es ambos o solo
yo.
—No lo puedo perder. Él es lo único seguro en mi vida. —Sus ojos le
rogaban con más fervor que su boca.
Asintió.
—Espero que algún día me veas como algo seguro en tu vida. Sé que
estoy jugando sucio. Me gustaría poder obligarme a ser más noble por tu bien,
pero mi sangre grita por la tuya. Si supieras lo que está dentro de mi cabeza.
Martilla mis oídos como un corazón desbocado. Cada parte de mi ser dice que
me perteneces. No puedo resistirlo por más que lo intente.
August se desabrochó su chaqueta y la puso sobre la silla que se
encontraba al lado de la que se sentaba Nicolette, se aflojó la corbata y se la
pasó por encima de su cabeza. La vio tensa mientras lentamente se 69
desabrochaba cada botón de su camisa y deslizó la ropa de sus hombros.
—No voy a competir con Dominic. No eres más de él.
Lágrimas rodaron por sus mejillas.
—Tú vas a quitármelo. No vas a respetar tu palabra. He sacrificado todo,
y tú vas a llevártelo.
—La única persona que ha faltado a su palabra eres tú, muñeca. ¿Quién
te llevó de vuelta inmediatamente a tu amante después del día que la unión
estuvo completa? ¿Quién murió de hambre durante cinco días cazando su
comida prometida?
Ella apartó la mirada.
—Eso es lo que pensé. No soy un ser humano tonto. No me importa
compartir. Lo que importa es este constante intento tuyo de negar lo que soy
para ti ahora. Si quieres mantenerlo hazme creer que lo entiendes. Él no es más
tu alma gemela. Él es temporal. Yo eterno. Será mejor que metas esa mierda en
tu cabeza.
Se estremeció, pero no le importó. Estaba harto de apaciguarla. La
ingratitud de ella lo tomó a la primera oportunidad que pudo correr y haciendo
que le hirviera la sangre.
—A decir verdad, me sorprende que te escaparas y dejaras a tu precioso
Dominic atrás.
—Solo necesitaba unos pocos días. Necesitaba espacio de ti, de todo.
¿Por qué no entiendes lo que me has hecho?
Se abrió la cremallera de los pantalones y los empujó sobre sus caderas,
junto con sus boxers.
—He comprendido qué tomaba de ti en el momento en que te saqué de
tu casa. ¿Por qué crees que me fui lejos para conseguir que vinieras a mí
voluntariamente? Sabía lo que te hacía. ¿Te hubieras permitido conseguir
escapar de la maldición eterna si tuvieras la oportunidad?
—No hubieras escapado. Hubieras vuelto. Por él. Tú solo me herías.
Su voz se elevó por la ira, y la sacó de la silla en la cual se había
acurrucado más y más como queriendo desaparecer de su vista.
Él la sostuvo en sus brazos y deslizó sus manos por su espalda para
desabrochar su vestido. Se quedó allí, llorando silenciosamente mientras él
deslizaba sus tirantes y empujaba el vestido hacia el suelo.
—Mírame.
Obedeció, sus labios temblorosos, lágrimas contenidas en los ojos. Su
mirada se posó en el pulso de su garganta, ese pequeño golpe, pum, pum
ligero, mientras la sangre se empujaba a través de la vena y se presionaba
contra la piel con un ritmo hipnótico que lo volvía loco.
Se obligó a mirarla de vuelta a sus ojos.
—Si nunca hubieras conocido a Dominic, ¿me querrías?
—No lo sé —evadió.
Él gruñó.
—Lo sabes. Maldición, dilo.
—Sí. ¿Eso es lo que querías oír? Sí, sí. Maldición, sí. Te desearía. Pero esa
no fue la historia que tuvimos. No puedo ser lo que tú quieres que sea. ¿Por qué 70
no puedes aceptar eso?
Ella no peleó cuando August la acostó sobre la cama y separó sus
piernas.
Sus colmillos se hundieron en la arteria de su muslo. Su sabor era
exquisito, cada vez que él la tomaba. Mientras bebía la acarició a través de sus
bragas y sintió su humedad en su unión, la traición de su deseo sin siquiera
tomar una gota de su sangre en su interior.
Pasó la lengua por las marcas de punción, aunque su tiempo de curación
se había acelerado y las heridas ya se sellaban. Luego deslizó sus bragas.
Él permitió que sus colmillos se retrajeran y tomó dentro de su boca
mientras ella tragaba, chupó cuando ella se retorcía contra él, sus manos
enredándose en su cabello. Al momento en que ella llegó, él se deslizó por su
cuerpo y se acomodó en su húmeda y acogedora calidez interior, tan mojada
después de venirse.
Su boca encontró el pulso de su garganta y la mordió, drenándole su
febrilidad mientras él se conducía dentro de ella, persiguiendo el placer de su
sangre y el de su coño envuelto alrededor de su polla, hasta que ambas
sensaciones se mezclaron en un solo y propio orgasmo enviando gruñidos que
arrancaron de su garganta.
Ella se tensó ante el sonido animal.
Él se quedó dentro de ella, sus cuerpos entrelazados por un momento,
luego la besó la frente y se retiró.
—Quédate en la cama. Te traeré algo de comer.
En la cocina, golpeaba los cajones y armarios mientras le hacía un
sándwich y cortaba una manzana. Antes de Nicolette el sexo había hecho la
necesidad de matar más urgente, hacerlo más violento. La unión hizo lo
contrario. El sabroso sabor de la sangre de ella en su lengua le hizo sentir la
necesidad de follarla. Y sin embargo, no importaba cuánto el cuerpo de ella
quería el de él.
Cómo era de correcto entre ellos esta unión física, ella era como una
infeliz dueña de casa teniendo que cumplir con sus deberes de sexo.
¿Cuántos años debería estar Dominic muerto antes de que ella realmente
pudiera entregarse a August, sin reservas ni remordimiento, sin reservar las
pequeñas partes de si misma que mantenía cerradas fuera de su alcance? Podía
tocar cada centímetro de ella, penetrarla con los colmillos y su polla, sin
embargo nunca iba a llegar a nada real.
La maldición era una cruel broma.
Cuando le trajo la comida, la encontró acurrucada sobre sí misma,
sollozando.
—Nicolette.
Ella no lo miró.
Dejó la bandeja en una pequeña mesa y fue a la cama. La movió para que
se sentara, inclinada contra su pecho y mordió su muñeca.
—Bebe, muñeca.
Cuando pudo recobrarse de su miseria lo suficiente como para ver su
brazo sangrante, luchó. 71
—¿Qué? No, no voy a beber tu sangre más. Me jode.
—Solo quiero usar la unión para tomar tu dolor. Por favor.
—Su agonía era algo palpable en la habitación, flotando entre ellos,
tratando de succionar toda la vida y oxigeno llevándolos lejos—. Por favor,
Nicolette déjame hacer una cosa por ti. Déjame hacerlo más fácil.
Ella buscó en su cara durante varios minutos antes de ceder finalmente.
La herida en la muñeca se había sellado, de modo que abrió una nueva, la
sostuvo en sus brazos y le acarició el cabello mientras bebía. —Esa es una
buena chica. No quiero herirte. Te llevaré de vuelta a casa mañana. No voy a
retenerte aquí en contra de tu voluntad.
Él la quería lejos de la influencia de su marido casi más de lo que quería
su sangre. Pero no podía soportar la forma en que la destruía, lo mucho que su
dolor doblaba su dolor, mientras más la hería, más la maldición seguía
prosperando de fondo, volviendo a la vida en una forma nueva y mejorada.
Capítulo 10
72
Traducido por Je_tatica & Mokona
Corregido por Viqijb
Nicole se sentó en el lado del pasajero del coche de alquiler, aún sin
creer que August decidió devolverla con su marido tan pronto. Y, sin embargo,
no quiso dejar de venir a ella. No quiso dejar de alimentarse y follarla. Él no
paraba de robar lejos todas las piezas de su angustia emocional para
mantenerse sintiéndose culpable como él tomó y tomó y tomó un poco más de
ella. Un poco cada vez, fue borrando de ella. Su honor, su dolor, su
arrepentimiento, las cosas que eran reales, y reemplazándolos con su
oscuridad y su mordedura.
A pesar de que había jurado que no iba a correr de nuevo, era mentira
que no pudiera reunir toda la vergüenza. Ya no era necesaria, por unos pocos
días, para escapar. Tenía que escapar de un futuro que ella misma había
sellado. Su insistencia en que su naturaleza debe permanecer en secreto
martilleaba por su mente una y otra vez en el camino a casa mientras formulaba
un plan que la liberara del vampiro.
Él había cambiado tan drásticamente del hombre roto que la había
mantenido encerrada en su sótano durante meses. El hombre al que casi había
llegado compadecer. Si él fuera verdaderamente libre, tendría que
permanecer fuera de su alcance durante una semana, dos a lo sumo. Una vez
que se descompusiera y se alimente de otra persona, una vez que llegara el
gusto por la sangre sin el dolor, él no la necesitara más. Él podría ser un
depredador y podía ser libre. Su obsesión se desvanecerá.
Trató de no pensar en la vasta extensión de la eternidad, como el tiempo
marcharía eternamente sin Dominic, cómo iba a perder a alguien que estuviera
cerca de ella. Algún día ella podría buscar a August, cuando la soledad se
hiciera demasiado grande para soportarla. Si ese tiempo alguna vez llega, ella
esperaba que él la perdonara por lo que debía hacer ahora. Era su última
oportunidad de salvarse a sí misma, aunque fuera brevemente.
—Estás muy callada, querida. ¿Estás segura de que puedes manejar
esto? — Nicole le disparó al vampiro una mirada de disgusto.
Tenía que convencer a su marido de correr con ella. Era la única manera.
Ellos dos juntos, poniendo tanta distancia entre ellos y el vampiro como sea
posible, el océano, si es necesario, las zonas horarias de media docena, lo que
fuera necesario.
—Sí —dijo ella con los dientes apretados—. Puedo manejar ser su esposa
y tu puta. ¿Es esa la respuesta que querías? ¿Eso es el que más te emociona?
Su mano se deslizó por la parte interior de su muslo.
—Tal vez.
Nicole cerró los ojos y respiró, tratando de que el espacio entre sus
piernas dejara de palpitar. Pero no tenía sentido. Se sentía húmeda y caliente y
con comezón. Ella quería arrastrarse fuera de su piel y en la suya. Sería mejor
cuando estuviera en brazos de su marido. Esto se desvanecería. Tenía que
hacerlo. Lo que tenía con Dominic era real; con August era una especie enferma
de magia que la había arrastrado a su red. 73
—¿Quieres que vaya contigo? —le preguntó mientras giraba el
encendido.
—Ya me las arreglaré.
August abrió el maletero y sacó sus maletas.
—Te voy a dejar el coche de alquiler.
Nicole recibió su equipaje a la puerta en dos viajes y tocó el timbre.
Cuando Dominic abrió la puerta, Nicole estaba decidida que podría
correr del vampiro, siempre y cuando llevándoselo renunciando y dejarla ir.
Ese hoyuelo. Oh, Dios, cómo había extrañado ese hoyuelo. Todo lo que
quería hacer era lanzarse a él y follar como conejos durante los próximos tres
años sin parar, y encontrar una manera de borrar la huella de August de su
cuerpo y su mente.
Pero podrían follar en la fuga. Esto tenía que terminar ahora.
—No me lo esperaba tan pronto —dijo.
—El primo de la tía Norah llegó anoche a ayudar, así que regrese.
Dominic le ayudó a traer sus bolsas en el interior, a continuación, sus
brazos estaban alrededor de ella, con la boca mordisqueando su cuello, dedos
deslizando debajo pantalones y bragas.
—Espera. —Jadeó en busca de aire mientras lo apartó de ella—. No
podemos hacer eso ahora mismo.
—¿No podemos? ¿El tiempo de exposición con los niños de Norah te
asusto del sexo? ¿Demasiado riesgoso? —Él movió sus cejas sugestivamente, y
a pesar de todo, ella se echó a reír.
Lo tomó de la mano.
—No, necesito que vengas conmigo. Tengo algo importante que decirte.
Con Dominic cualquier cosa era un juego. Él dejó que lo arrastrara hacia
el coche de alquiler y empujarlo en el asiento del pasajero.
—¿Qué pasó con el Lexus?
—Te lo explicaré más tarde. —Revisó sus espejos antes de salir y se fue
directamente a la casa de sus padres.
—¿Qué es todo esto?
—Ya lo verás. Tengo que decirles a mis padres, también.
Si ella le decía a los tres la verdad acerca de August, sobre lo que le
había hecho a ella, tal vez una versión editada sobre lo que había hecho con
ellos, sin duda, uno de ellos sería capaz de romper la esclavitud de recordar el
vampiro y ver la verdad. Entonces ella y Dominic podrían correr.
—¿Lois y Raymond? Oh Dios, ¿estás embarazada?
—No. Sólo tienes que esperar, así puedo hablar con todos a la vez.
Pasaron varios golpes en casa de sus padres antes que respondiera su
padre.
—Nicole, cariño, qué agradable sorpresa. —No sería agradable por
mucho tiempo.
—Necesito hablar contigo y con mamá.
—Claro, claro. Vamos, entra. Acabamos de terminar el desayuno. ¿Has
comido? ¿Quieres que revueltos tus huevos? Tengo un poco de tocino y
galletas aún calientes en la estufa. 74
—No, gracias. —¿Quién podría comer huevos en un momento como este?
Cuando todo el mundo se reunió en la sala de estar, el plan comenzó a
sentirse menos sólido.
Se paseó mientras su madre bebía té de una taza de color lila pintada a
mano del hibisco en el lateral. Sus cejas apretadas juntas en la frente.
—Dios mío, Nicole, sea lo que sea, escúpelo. ¿Murió alguien?
Oh, muchas personas murieron.
—Tal vez por así decirlo.
Su papá encendió una pipa; un viejo hábito nervioso.
—Ray, sabes que odio cuando haces eso —dijo su madre, pasando
rápidamente al otro extremo del sofá.
Dominic se sentó en el sillón, mirando todo menos fácil, con los músculos
rígidos y enrollado como una pantera esperando a saltar sobre la presa, o como
presa listo para correr por su vida.
—Me fui por dos meses —dijo. Nicole Tal vez empezar con algo fácil.
—¿Ahora? —preguntó Dominic, desconcertado—. Has estado fuera unos
días.
—No, antes. Mamá, papá... ¿sabes cuándo…?
—¿Te refieres a ese período que no me llamaste? —dijo Lois un poco
acongojada.
—¡Sí! Esto será difícil de creer, pero fui secuestrada por un hombre, por
un... un vampiro. —Oh Dios, eso sonaba loco.
Los tres se echaron a reír.
—Lo digo en serio. Dominic, ¿no te acuerdas? August te hizo pensar que
no me amabas, nos separó. Ha borrado tu memoria en un par de ocasiones,
también. —Su marido estaba encontrando la broma menos divertida—. Mamá,
papá, él me trajo aquí para verte y borrar su memoria de mi ausencia. Pero
mamá le disparó con la pistola. Tres balas. Luego se levantó justo como si nada.
Lois puso su taza de té en la mesa de café, con la mano temblorosa,
mientras que Raymond dio otra larga calada del tabaco de pipa.
Dominic parecía congelado en la confusión entre depredadores y presas.
¿Atacar o correr?
—Había tres balas que faltaban en la pistola la última vez que la limpié.
La mantenemos cargada —dijo su padre.
Nicole sonrió a pesar de la tensión. Sí. Esto podría funcionar.
—No seas ridículo. Todo esto es una broma de mal gusto —dijo su
madre—. Escucha lo que está diciendo... recuerdos borrados y manipulados,
disparando a un vampiro. Es una tontería. —Se volvió hacia Nicole, poniendo su
cara severa de mamá—. Para en este mismo instante. La broma no tiene gracia,
Nicole.
—No es una broma. Tienes que recordar. Trata de recordar. Por favor. Mi
vida, mi libertad, depende de ello.
Estaba segura de que una chispa podría venir a uno de ellos. ¿Cómo
podían recordar algo tan dramático y no ser capaz de suscitar la memoria? No
podría haber desaparecido. Tenía que estar ahí en algún lugar. Sólo tenía que
desbloquearlo, desencadenarlo de alguna manera. Todo lo que tomaría era 75
para uno de ellos empezar a recordar, a continuación, los demás caerían como
fichas de dominó.
—¡Ya está bien! —dijo su padre, con el rostro cada vez más rojo—. No sé
qué demonios te crees que estás haciendo, pero eso es suficiente. ¡Maldita sea!
—Dominic. —Ella se volvió hacia su marido, seguro que vendría en su
ayuda. Este fue el hombre que la amaba más que a la vida, el hombre con el
que compartió todo. Tenía que recordar.
—Estoy preocupado por ti, Nicole. ¿Cuánto tiempo has tenido estos
engaños?
Una vez que Dominic había hecho la sugerencia de la ilusión, era como si
una pequeña histeria se apoderara de la sala. La idea anclada en cada uno de
sus cerebros, poco dispuestos a dejarlo ir.
Lois se levantó y se acercó a Nicole, con los brazos extendidos, como si
esperara que su hija encajara en cualquier momento.
—Déjame hacerte una buena taza de té.
—Mamá, no quiero té. Esto es serio. Tienes que recordar.
Sus padres intercambiaron miradas de preocupación, como si tuvieran
esto todo resuelto. Nuestra pobre niña está loca. Ellos no tienen que decirlo en
voz alta. La demencia daba miedo, pero era real. Había métodos en lugares
para tratar con esto. ¿Vampiros y control mental? No tanto.
Ella había estado preocupada por cómo iba a bordear algunos de los
detalles más valorados-X de su tiempo con August. Esa había sido una
preocupación inútil.
—Llama Dr. Cronan —dijo Raymond—. Él te ayudó mucho cuando tuviste
esa depresión.
Lois asintió, ahora llena con un propósito.
—Buena idea.
—Yo no estoy loca. Dominic, tú vives conmigo. Diles que yo No estoy
loca.
Dominic le tomó la mano y la miró como si ella fuera nueva para él.
—Sólo quiero que te pongas mejor, cariño. Nosotros te ayudaremos.
Verás a alguien. Tal vez ellos te escribirán una receta. Sé que esto da miedo,
pero podemos superarlo juntos.
Su madre ya estaba marcando el teléfono.
¿Estoy loca? La idea se filtró en su mente por un momento aterrador.
Había estado tan ocupada con la enormidad de todo, que ella no había
considerado ninguna otra opción. ¿Y si fuera cierto? ¿Y si se había roto de
alguna manera un día? El tío Chuck solía ver brillantes mariposas
resplandecientes en su inodoro. Habían dicho siempre cosas buenas de todo el
mundo. Había sido inofensivo. No era como si las mariposas le preguntaran por
asesinar personas. Ninguno pensaba que fuera necesario medicarlo. Era sólo
una peculiaridad extraña familiar.
Esto fue lo más lejos que se podía obtener de mariposas imaginarias. ¿Su
enfermedad había pasado a través de la familia? ¿Acaso su padre tiene un gen
que se había expresado con fervor excitado en ella?
Nicole revisó los hechos tal y como su padre le sirvió una taza de té. 76
Dominic se sentó junto a ella, sosteniendo su mano mientras su madre hablaba
en voz baja por teléfono al Dr. Cronan.
Un vampiro antiguo con una maldición que de alguna inexplicable razón
sólo ella podía curar. ¿Delirios de grandeza? Su mordida dolió como el infierno
y luego de alguna manera… no dolió más. Oh, allí estaba el pinchazo inicial,
pero de alguna manera la experiencia daba paso a excitación y placer. La había
mantenido en un sótano por dos meses, había matado gente frente a ella, y aun
así su cuerpo lo deseaba ahora y nada de eso importaba. ¿Vínculo vampírico o
media aproximación a la demencia? Él había manipulado la mente de aquellos
a quienes ella amaba… y de repente era más creíble la versión de los hechos
de su familia.
No había marcas en su cuello que indicaran que había sido mordida por
algo. Convenientemente él podía curarle las marcas que de otra forma se
verían. No había una evidencia física de nada de lo que ella había
experimentado. Todos los regalos que August le había comprado estaban…
convenientemente en su casa. Ellos convenientemente… habían alquilado un
carro que había sido pagado a su nombre. ¿Luego qué? ¿Él se había convertido
en un murciélago y se había ido? El solo… se había ido como una escena que
cambia en una película. Ella no lo había visto irse. Asumió que él había utilizado
algún súper rápido movimiento vampírico. ¿Se sentía esto más como un sueño
que como el mundo real? ¿O una ilusión, soñar despierta?
En un sueño, uno no sabe que está soñando. Esta despierto y vivo
realmente hasta la mañana. Las ilusiones son iguales, excepto que a veces las
mañanas no llegan.
Nicole bebió el té y trato de mantenerse en la realidad. Sea la que sea.
Esto había sucedido. Tenía que haber sucedido. ¿Cierto? ¿Pero qué pasaba con
el tío Chuck? Él siempre había declarado con altibajos en su charla que las
mariposas brillantes eran reales. Sin importar que tan bizarra sonara la historia,
él había creído en ella con cada gramo de su ser.
Así como creía en August.
¿Pero qué sucedió cuando estuvieron todos juntos? ¿No podría haber
alucinado yendo a casa de sus padres, y los disparos, y…?
—¿Qué sucede con las balas que faltan? —espetó, sonando más como
una lunática a cada segundo que pasaba—. Faltan las balas. ¿Cómo podrían
estar perdidas? Papá, tú no eres descuidado con tus armas. Sabes cuantas balas
tienes en ellas.
Eso era una especie de evidencia física, la única cosa que se ajustaba a la
historia.
—No lo sé, cariño. El Dr. Cronan nos ayudara a entender más como
funciona esto —dijo él como si estuviera tratando de calmar a una mujer loca. Y
claramente pensaba que eso hacía.
***
77
Nicole estuvo en la oficina del Dr. Cronan por horas. Sus padres y
Dominic tenían permiso para estar allí.
Ojos gris pizarra, brillantes como vidrio pulido, la observaban desde
detrás de lentes bifocales. Tenía arrugas en las esquinas de los ojos y líneas de
sonrisa lo que sugería que podía disfrutar de un buen chiste. Pero no parecía
encontrar divertidos a los vampiros.
—Sólo relájate, Nicole, y trata de recordar. ¿Qué hiciste con las balas del
arma? —habló el doctor en ese tono de voz en el que le hablas a la gente loca,
como si fueran niños que no entendían el arrastre de las palabras; cuando uno
puede ir a la deriva en el mar del sonido mismo y perder el ritmo o el hecho de
que las palabras tienen algún significado, y tú tienes que escucharlo por eso.
—Ya le dije. No hice nada con las balas. August y yo vinimos. Mis padres
entraron en pánico. Mamá le disparó. Él se alimentó de mí y les borró la
memoria.
Ella estaba tan cansada, hace mucho que no le importaba como sonaba
eso. Todo a lo que tenía que aferrarse era: este show de terror tenía que ser
verdad… eso o estaba loca. Estar loca no era una opción. Antes había tratado
de escapar de August, ahora trataba de arrastrarlo aún más cerca en su
consciencia para hacerlo más real, más sólido. Porque no podía estar loca. No
podía.
Dr. Cronan era como una pizarra de borrón y cuenta nueva, tratando de
sacudir nueva evidencia de escepticismo, pasaba de tabla en blanco a ganar su
confianza, haciendo que ella dijera más palabras para poder incriminarla,
hacerla aparecer más inestable así podría alegremente hacer un diagnóstico.
Si estuviera loca, lo sabría, ¿verdad? ¿Podrían los que alucinan tener
chispas de entendimiento? ¿Podrían ser conscientes de lo que los rodea?
—Cuando él se alimentó, ¿te mordió? —Nicole descorrió manga para
mostrar su brazo desnudo—. ¿Y le dejó una marca?
—¿Parece que hubiese dejado una? —¿Él creía que ella estaba
imaginando feas marcas que eras estratégicamente cubiertas por la ropa que
usaba?—. Se lo dije. El me hizo algo con su sangre. Me curo más rápido.
Sobrenaturalmente rápido. Córteme. Ya vera. Córteme con algo.
El doctor escribió furiosamente en su cuaderno. Aparentemente esas
fueron las palabras incorrectas. Ella solo pudo imaginar que estaba
escribiendo. Deseos de auto infringirse daño. Peligrosa para sí misma y para
otros.
—¡Le mostrare! —Nicole agarró un abre cartas del portalápices en el
escritorio y lo levantó en el aire. Ella apretó los ojos, soportando el impacto.
¿Por qué no lo había hecho antes? Ellos lo verían, frente a sus propios ojos ella
podría curarse. Entonces tendrían que creerle. ¿Qué otra explicación podría
tener su habilidad de cerrar las heridas así?—. ¡Ow!
Los ojos de Nicole se abrieron cuando alguien agarró sus muñecas,
torciéndolas atrás de su espalda, empujándola al suelo sobre sus rodillas. El
abre cartas cayó inservible de su mano mientras giraba la cabeza hacia un lado
y encontraba a su esposo. Ella luchó contra él.
Nunca antes había odiado su fuerza. Esos músculos por lo que había 78
pasado la lengua en muchas noches llenas de estrellas y días lluviosos después
de satisfacerse con fresas y champagne. Esos músculos que la habían hecho
sentir tan a salvo, tan protegida… eran usados en su contra.
—¡Déjame! ¡Puedo mostrarte! ¡Puedo probar que mi historia es real!
¡Puedo probar que esto es real! ¿Por qué no me dejas mostrarte?
Su abrumador cuerpo presionado contra ella, moviéndose a un sofocante
abrazo al revés, sosteniendo sus brazos, evitando que pateara. Era como si se
hubiese convertido en un pulpo, como si le hubiesen crecido seis brazos más
para contenerla fácilmente.
—Oh, bebé. ¿Cómo no lo vi? Lo siento mucho, no divise las señales —
dijo Dominic.
Oh, rayos. Por supuesto. Porque apuñalarse a sí mismo con un abre
cartas es de locos. Nadie lo pensaría, pero es una prueba física. ¿No podían dar
marcha atrás en todo esto y ver la lógica en su comportamiento?
—Me temo que esto cambia las cosas. Quiero tenerla en observación. Por
unos pocos días. Lograremos estabilizarla, ver cómo le va, y cuando no sea un
peligro para sí misma, podrá ir a casa. Podrán encontrar la clase de drogas que
le daremos en este catálogo. Mucho más efectivos que los anteriores anti-
psicóticos. Debería volver a su vida normal en poco tiempo.
Eso hizo que Nicole luchara de nuevo, arañando a Dominic hasta que un
rastro de sangre bajó por su brazo.
—No puedes dejar que me hagan eso. No puedes dejar que me droguen.
¡Esas drogas son peligrosas, y no hay nada malo conmigo! No estoy tan loca,
¿cómo me fui por meses sin que sospecharas que me había ido?
Sus ojos se iluminaron al ver las señales de sangre moviéndose por el
brazo de su esposo. Por supuesto. No necesitaba un abre cartas. Si podía llevar
sus uñas hasta su propio brazo… luchó y torció, golpeando y sacudiéndose
contra él hasta que se desbalanceó y la liberó por un segundo. Eso fue
suficiente.
Ella siseó mientras enterraba sus uñas a través de la carne, y la sangre
empezaba a fluir.
—¡Miren, miren esto! Miren mi brazo. ¡Miren esto!
Ellos fueron muy lentos, debido a que sentían pena por ella, no le creían.
Ella se curó antes que lo vieran. Si hubiesen visto el daño, ¿habrían creído en
sus ojos?
—Cariño, esa es la sangre de Dominic —dijo su madre, gentilmente.
Una parte era sangre de Dominic. Una parte era sangre de ella. Se había
curado demasiado rápido como para que vieran las heridas que se había
infringido.
Si ella fuese capaz de ver por encima, habría visto el punto de todos los
demás. Su cabello en un salvaje y desaliñado embrollo, maquillaje y ropa
desordenadas, gritando, ojos hinchado. ¿Pero no podría perder el control una
persona sana en esta clase de condiciones? ¿En un momento en que la gente no
cree la verdad? ¿Cuándo se rehúsan a ver las pruebas?
Estar en una habitación por horas, hablándoles una y otra vez a personas
que no creen tu historia. Cualquiera se agitaría. Cualquiera luciría así. Como un 79
paciente loco. Tal vez todos en la casa de locos estaban perfectamente sanos,
pero fueron llevados a la exasperación por esta loca y empalagosa
condescendencia.
Cuando se dio cuenta lo inútil que era pelear contra la fuerza de Dominic,
en especial con tantos otros allí para sostenerla, ella se detuvo y miró hacia el
Dr. Cronan, reuniendo fría calma a su alrededor.
—Si me encierra, él lo cazara, y asesinara.
Su valentía se desinfló, y sus ojos se ensancharon cuando vio la camisa de
fuerza, y su lucha continuó.
—Calma, ahora… fácil, Nicole. No usaras esto por mucho tiempo.
Necesitamos transportarte de manera segura al hospital, y prefiero no darte
drogas aun. Esperaremos hasta que estés registrada, hasta que estés
establecida, entonces resolveremos cual es el mejor tratamiento.
—¡No, no, no, no, no, no, NO! —gritó lastimando sus propios oídos. El
pánico crecía más y más, y no había la cantidad suficiente de tranquilizante
equino que pudiera callarla.
Les tomo a ambos, su padre y Dominic, ponerla entre la camisa de fuerza
mientras su madre permanecía de pie a su lado, apretando un montos de
pañuelos en sus manos, jugando a la indefensa, languideciendo.
¿Cómo podía hacerle esto? Su padre y su esposo… los dos hombres más
importantes en su vida. Los que la habían amado, protegido, la estaban
poniendo en una camisa de fuerza sin compasión.
—¡Los odio a ambos! ¡Los odio! Debí quedarme con él. Sacrifiqué todo
para regresar contigo, Dominic, todo. Me entregué a él, por ti. ¡Por ninguna
razón! ¡Miserable bastardo! —Apenas podía creer las palabras que estaban
saliendo disparadas de su boca. Y por supuesto sonaban como locuras para
aquellos pendejos que no la escuchaban. Quienes no podían oír.
Ella les contó la historia claramente. Se las explicó en gran detalle. Y
estos malditos retrasados no podían concentrarse lo suficiente como para oírla
toda. No, estaban muy ocupados en sus malditas cabezas planeando sus
propias palabras. ¿Qué podríamos decir para ayudar a esta pobre chica loca?
En lugar de escuchar. ¿Por qué molestarse en escuchar cuando sabes que estas
en lo correcto? Dominic la llevo entre sus brazos, atando la camisa de fuerza,
ella gritaba obscenidades hacia él. El acarició su cabello.
—Shhhh, bebé. Sé que es confuso ahora, pero haremos que mejores. Sé
que no tuviste la intención de nada de esto.
Como el infierno que no. Como el maldito infierno. Quería escupirle,
pero se contuvo a tiempo. Tal vez él tenía razón. Tal vez ella lamentaría todo
esto después, pero el único momento que existía era el ahora. Y ahora no había
el suficiente espacio en el universo para contener su estallido solitario de odio.
Ella se sentía hinchada, su cabello enredado en una mancha de lágrimas
en su rostro, llevándola más allá del punto de los pensamientos racionales. No
podía levantar sus brazos para alejarlo de su piel. Se sentía como una anguila
culebreando por su mejilla.
—M-mi cabello —se las arregló por decir. Estaba llena con demasiada
rabia hacia su esposo como para conseguir pedirle que hiciera algo por ella. El 80
resto de las palabras no salieron. Solo: mi cabello.
Grandes manos, incongruentes al tener un trabajo legal, alejaron las
hebras que colgaban en su rostro. Tibios labios presionados contra su frente.
—Shhhh. Está bien. Te tengo.
Capítulo 11
81
Traducido por Marijf22
Corregido por Marta_rg24
2
Infección en los senos paranasales.
gente adquiere.
—Nunca voy a salir de aquí —susurró.
—Mírame. —Él la giró torpemente hacia él, sosteniéndola estable así ella
no perdería su equilibrio—. Te amo. Voy a proteger tus derechos. No vas a
permanecer encerrada para siempre. Sólo unos días, mientras deciden el
mejor medicamento para que tomes. Si tienes una mala reacción, ¿no te
gustaría estar en el hospital dónde puedan ayudarte? 82
Él sabía cómo pensaba ella acerca de las drogas. Difícilmente tomaba un
analgésico cuando se le partía la cabeza.
—No dejes que me droguen. Por favor. Estoy bien. No necesito las
drogas. —Pero los dos sabían que habrían drogas.
La miró con tristeza.
A pesar de todo, ella quería aferrarse a él, pero no podía envolver sus
brazos alrededor de él; como si fuera una mera proyección de su mente. Como
si él fuera la ilusión. Antes de que pudiera hiperventilar de pensar en su
encierro, el Dr. Cronan se apartó de la recepción con una nada amenazante
sonrisa, con la que encaraba a los pacientes, en su rostro.
El hecho de que pudiera encerrarla en el manicomio y todavía sonreír
suavemente, le dijo todo lo que necesitaba saber acerca de él. Si August se lo
comía, ella podría bailar en la sangre.
—Vamos, Nicole, vamos a instalarte para que pases la noche. Todo va a
parecer mejor en la mañana. —Juntos, el médico y Dominic la ayudaron a
ponerse en pie.
Su marido se inclinó para besarla, pero ella volvió la cabeza hacia otro
lado.
—Si me besas ahora mismo, te juro por Dios que voy a presentar cargos
por asalto. Si estoy loca y atada, ¿cómo puedo consentir en algo?
Él se echó hacia atrás, y ella fue casi feliz por la mirada de dolor en sus
ojos. Esa sensación la pilló desprevenida. Ellos nunca habían sido ese tipo de
pareja. La pareja que se atacaba el uno al otro y decía cosas odiosas. ¿Había
sido sólo la relativa facilidad de su vida que había hecho que su relación fuera
tan perfecta? ¿Qué tan fuerte era su amor si no pudiera soportar el obstáculo
más simple? Ella quería desesperadamente amarlo en este momento, pero él
era el enemigo, al participar en mantenerla en el hospital en contra de su
consentimiento. Él la había traicionado, cuando debería haber sido su pareja.
Un pensamiento zigzagueó por su mente, August nunca habría hecho
esto. Ella trató de sofocarlo fuera de la existencia, pero ya estaba allí, riendo
como un gato de Cheshire3.
Mientras el Dr. Cronan la conducía por el camino, ella no miró hacia
atrás. Ellos tres estaban muertos para ella ahora mismo. No podía soportar
evocar la imagen de sus rostros en su mente. Todos eran libres. Estaban sanos
y normales, y nadie quería atarlos o darles medicamentos. Nadie quería
controlar sus vidas y al diablo con su consentimiento porque habían sido
3
Gato ficticio, personaje en las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas; y tiene una
característica sonrisa maliciosa.
considerados incompetentes.
Cuando la puerta se cerró detrás de ellos, el Dr. Cronan dijo:
—Vamos a quitarte esto. Sé que debe ser terriblemente incómodo. A mí
también me daría pánico en él. ¿Estás lo suficientemente tranquila para eso?
—Sí, doctor. —Su voz fue monótona como si ya hubiera sido drogada.
Como con esas sustancias pegajosas que estaban corriendo por sus venas
adhiriéndose a sus pensamientos y mutándolos en algo más aceptable. Algo 83
para la mayor comodidad de la sociedad.
—¿Vas a hacerte daño a ti misma?
—No. —Como si fuera a contárselo si lo planeara. ¿Cuán estúpida creía
que era?
Cuando él desabrochó la chaqueta, la agonía de la situación la golpeó.
Enferma o no, no había escapatoria. Conseguir que Dominic le creyera había
sido la única esperanza que tenía de conseguir que huyera con ella.
El médico la llevó a un pequeño escritorio donde una mujer estaba
sentada con un montón de vasos de papel pequeños lleno de píldoras. Le habló
en voz baja y luego se volvió hacia Nicole con un vaso de papel con una píldora
de color naranja en la parte inferior, y un segundo vaso lleno de agua tibia.
Ella dio un paso atrás y sacudió la cabeza.
—No, no quiero tomar eso.
—Es un sedante suave para ayudarte a dormir. Hablaremos acerca del
plan para tu tratamiento mañana.
Sacudió la cabeza de nuevo.
—No.
—Sí. Ahora tienes que dejar que te atendamos. Estamos tratando de
ayudarte a mejorar. Cuanto más te resistas, más difícil será.
Los hombres en batas de color gris aparecieron en su visión periférica.
Se quedaron en el fondo, pero estaban listos para entrar en acción si ella
causaba problemas.
—Por favor, no me gustan las drogas. Si se trata de un sedante, yo
debería ser capaz de elegir si quiero tomarlo o no. ¿No estoy aquí por
alucinaciones? Esos no son temas relacionados. —Trató de sonar razonable,
pero el pánico subió a su garganta envolviéndose alrededor de sus cuerdas
vocales como una serpiente constrictora hasta su discurso salió en un tono muy
agudo y casi demasiado suave para ser escuchado.
—Necesitas dormir para que podamos trabajar mañana. Es un gran día y
no tenemos mucho tiempo para prepararte. —Se refería, a antes de que nadie
pudiera legalmente retenerla allí. A menos que él pudiera convencerlos de que
estaba enferma y obtener una orden judicial de los tribunales de internarla a
largo plazo.
—Conozco mis derechos. Si comienzas a darme porquerías que no
necesito por el placer de ello, voy a demandar al hospital. —Cuando
retrocedió, el médico y los enfermeros se movieron hacia delante,
encerrándola, imposibilitando su escape.
—Por favor, hagamos esto por las buenas —dijo él, como si fuera incapaz
de detener los grandes matones del hospital de hacer que las cosas fueran
difíciles y feas.
Sabía que debía tomar la píldora. Se encontraba en un hospital. Estaría
bien. Pero el horror del pequeño círculo de color naranja era demasiado
grande. Su mente se bloqueó en torno a su elección, la terquedad levantándose
como paredes de acero a su alrededor, mientras su cuerpo se tensaba en
respuesta, todo comprimido; cada músculo, su boca presionada en una línea
firme. 84
—No se acerquen más a mí —advirtió después de un minuto—. ¿Sabes lo
que es una locura, el Dr. Cronan? Una locura es forzar a alguien en contra de su
voluntad a tomar un medicamento. Una locura es encerrarlos porque usted no
entiende sus experiencias. Esto es una locura. —Estaba segura de que él estaba
rompiendo una treintena de normas ya, a pesar de que fingía operar según los
libros al ingresarla.
Le diría a Dominic. Suponiendo que él siquiera le creía. Después de todo,
¿se podía confiar en un paciente delirante para dar testimonio de los hechos de
su abuso? Su familia tenía algunas imágenes bastante vívidas de cuando ella
había estado de pie con un abrecartas lista para cortar su piel para demostrar
que tenía poderes mágicos.
—Nicole. —El Dr. Cronan y los enfermeros ignoraron su advertencia de
permanecer atrás. ¿Por qué August no podía haberle dado poderes útiles?
Como escupir ácido.
—Mi marido es abogado. Usted no puede hacer esto. Conozco mis
derechos. Esto no es 1922. No puede tratar a los pacientes de esta manera.
—Has demostrado que eres un peligro para tí misma y otros. La ley dice
que tengo veinticuatro horas.
En su mente, ella vio todo fallar e ir terriblemente mal antes de que
actuara, pero era un animal acorralado en una esquina, su cerebro de lagarto
promulgó, preocupado por la supervivencia. Sus instintos gritaban vida o
muerte. Lucha o huida. Ellos habían eliminado la opción de huida. Este era el
escenario que habían creado.
Trató de impulsarse a través del médico y los enfermeros, logrando
deslizarse entre dos de ellos. Pero eran demasiado rápidos. La arrastraron a
una habitación con paredes grises y parpadeantes luces fluorescentes.
Forcejeó y gritó mientras la ataban a una cama.
—¡No! ¡Jodidos psicópatas! ¿Es así como la sociedad normal civilizada se
supone que se comporta? ¿Atando a la gente? August va a matar a cada uno de
ustedes cuando llegue aquí —gritó ella, escupiendo saliva de su boca como una
persona enloquecida.
Sus ojos se abrieron ampliamente cuando la aguja se acercó.
—Por favor, por favor, no hagan esto. Voy a ser buena. Voy a calmarme.
Estoy bien. Voy a ir a dormir por mi cuenta. Por favor, por favor...
Ella hizo una mueca y trató de apartarse de la aguja, entonces sus rostros
se volvieron borrosos y todo desapareció.
***
Nicole llevaba en el hospital tres días. Había pasado una hora en su
sesión diaria antes de que el Dr. Cronan sacudiera la cabeza y dijera:
—Debes tener la constitución de un caballo. Me sorprende que estés tan
alerta después de los tranquilizantes que te dimos. —La drogaron cada noche.
Nicole se sentó en su oficina trazando un centenar de maneras de 85
matarlo. Pero en el exterior estaba tranquila, sumisa, porque ella había visto los
resultados de la rebelión abierta. Si no sanara tan rápido, tendría moretones.
Eso habría sido una demanda. De ninguna manera su marido aprobaría la forma
en que había sido maltratada. No era una vagabunda sin hogar y sin familia o
amigos para defenderla.
Verían lo competente que era cuando perdieran su financiación del
gobierno.
El segundo día el Dr. Cronan la había mantenido en su oficina durante
horas sin alimento, agotándola hasta que ella accedió a internarse a sí misma
por una semana. Solamente una semana. Tenía miedo de que fueran a tratar de
mantenerla por más tiempo si ella voluntariamente firmaba por cualquier
periodo de tiempo, pero seguramente Dominic no les permitiría mantenerla
por más tiempo. Se lo había prometido.
En la luz del día, con el sol brillante de la tarde irradiando a través de la
ventana, August se sentía como un sueño. Ella había estado segura de que
vendría por ella, pero ahora... ¿después de tres días? ¿Por qué no había
venido? Estaría envejeciendo rápidamente para ahora.
Como si le leyera el pensamiento, el doctor dijo:
—Veo que tu vampiro no se ha aparecido para sacarte de aquí todavía.
Nicole no podía decir si se estaba burlando de ella. Luego decidió que
no lo estaba. Tenía una estrategia más profunda que emplear.
—No sé por qué no ha venido por mí. —Porque no es real. Esta es la
verdad. Este lugar horrible y drogas y los médicos.
—Yo creo que sí sabes. Él no ha venido porque no puede. Es un producto
de tu mente. Algo ahí dentro está funcionando mal y dándote imágenes y
recuerdos de cosas que nunca sucedieron. Sé que es aterrador, pero tenemos
una droga llamada Risperidona que creo que podría ayudar. Por otra parte, hay
un nuevo medicamento en el mercado que acaba de ser aprobada que ha
demostrado una gran promesa en ensayos clínicos. Antes de que te
ingresáramos, dijiste que nos estabas contando todo porque querías alejarte de
él. ¿No lo ves? Eso es un grito de ayuda, una súplica para detener la ilusión.
Cualquiera que sea la necesidad o el propósito que él estuviera llenando ha
cesado. Ahora, se ha convertido en algo aterrador; algo de lo que quieres
alejarte.
Nicole miró por la ventana hacia el exterior. Eso no era correcto en
absoluto. No es como si August hubiera empezado como una fantasía romántica
del héroe vampiro, deslumbrándola por completo, mostrándole el mundo y
comprándole cosas elegantes. La había mantenido encerrada en un sótano
durante dos meses la primera vez que había rechazado sus avances. Sólo había
sido después de eso que él había hecho algún esfuerzo para hacer su vida con
él más soportable.
Pero el médico, al igual que el resto de ellos, recordaba lo que quería
recordar, sólo lo que encajaba en su teoría favorita.
Revolvió sus notas, hizo algunos hmmms o mmm-hmmms y luego levantó
la vista, su mirada gris clavándose en la de ella.
—Veo que eres escéptica. 86
Que brillante evaluación. Ella cruzó los brazos sobre el pecho y apretó la
boca con tensión. Podrían inyectarle lo que quisieran, pero no podían hacerla
participar en esto.
—Los delirios son cosas resbaladizas, Sra. Rose. No siempre está
sucediendo en tiempo real. Dijo que te mantuvo durante dos meses en un
sótano. Eso no significa que pasara dos meses enteros teniendo esa parte de la
ilusión. Si lo hubieras hecho, ¿no crees que tu marido se habría dado cuenta de
que algo andaba mal? No, los delirios pueden haber comenzado mucho más
tarde en la línea de tiempo de lo que me has dado, entonces, como una medida
de auto-preservación, tu cerebro llenó de recuerdos anteriores de manera
retroactiva para mantener la fantasía como algo real y asistirte a que buscaras
ayuda. Se hizo demasiado para ti. Y eso está bien.
El Dr. Cronan parecía pensar que el cerebro era un elemento místico.
Ella no estaba convencida, y la expresión en su cara decía que él lo sabía.
—Déjame intentarlo de esta manera. Si hubieras sido mantenida en un
sótano oscuro durante meses con otros presos, si hubieras visto a un vampiro
matar gente delante de ti... ese tipo de experiencias podrían causar síntomas
que no exhibes. Estrés post-traumático, por ejemplo.
—Es el vínculo. Puede usarlo para protegerme.
Ahora fue el turno del Dr. Cronan de ser escéptico.
—Creo que eso es lo más lejos que podemos llegar hoy. Voy a empezar a
darte la Risperidona esta noche. Si lo haces bien el resto de la semana, puedes
ir a casa. Piensa en esto como unas vacaciones, un espacio seguro donde
August no puede llegar a ti.
—Quiero ir a casa ahora. —Sonó como un preadolescente enfurecido por
una injusticia menor, en lugar de la gravedad de lo que era. La habían
secuestrado como lo había hecho August. Por lo menos el vampiro tenía una
razón convincente para que necesitara que ella viera las cosas a su manera.
Ellos sólo necesitaban la comodidad de mantener su visión de la realidad en su
lugar.
—Puede volver a su habitación, Sra. Rose. Voy a ponerme en contacto
con usted esta tarde. No se olvide de la cena a las cinco.
Lo último que quería era consumir croquetas de pollo de fábrica y
gelatina verde. ¿Cómo podía la medicina moderna reclamar autoridad en
cualquier cosa acerca de la salud si los pacientes eran alimentados con gelatina
coloreada artificialmente y subproductos de pollo como si fueran el elixir de la
sanación?
Nicole salió disparada por los pasillos como un zombi, de vuelta a su
habitación, la habitación en la que había sido puesta después de la primera
noche atada a la cama. Tenía una compañera de habitación llamada Stacy que
se tiraba y comía su propio pelo. La chica tenía parches de calvicie, pero no
podía detenerse. De todas las compulsiones a tener.
No estaba segura de por qué un trastorno mental menor debería requerir
de hospitalización, pero por lo que dijo Stacy, interfería con su trabajo y su
vida, y sus padres la estaban enloqueciendo por la enfermedad. Así que esta
era la venganza de la salud; donde ella era la que se vengaba. 87
Por lo menos, estaba funcionando para alguien aquí.
Nicole se sentó en la cama, mirando por la ventana. A diferencia de la
oficina del Dr. Cronan, esta ventana tenía barrotes. En su oficina, era casi como
la vida normal. Ella casi podía fingir que estaba aquí por su propia voluntad.
Pero en su habitación, los barrotes de la ventana le recordaban que eso se
trataba de una cárcel sin el debido proceso.
Se las había arreglado para mantener las dudas fuera de su cabeza
durante la mayor parte del día. Había tenido una respuesta para todas las
objeciones que el Dr. Cronan había planteado a su historia de vampiros, pero
ahora, a solas, comenzaban a roerla como una rata que trabaja su manera a
través de una pared, haciendo un túnel a través de la verdad.
¿Por qué August no había venido por ella? Había pensado que vendría por
ella la primera noche, o al menos la segunda. ¿Pero tres días sin alimentación?
Excepto cuando huyó, se había alimentado todas las noches. No sería difícil
encontrarla con el vínculo más fuerte que nunca. En el peor de los casos, podría
obligar a Dominic a que le dijera dónde estaba, luego borrar el interrogatorio
de su mente.
Y, sin embargo, lo único real en este momento era que Nicole Rose
estaba sentada en una institución mental, plagada de historias que nadie más
creía; al igual que el tío Chuck.
Dentro de la austera habitación gris, no estaba tan segura de su versión
de los hechos. Tal vez había quitado las balas de la pistola e hizo algo con ellas
pero no lo recordaba. Una clase borrosa de memoria flotó en su mente de ella
haciendo precisamente eso. Pero, era un recuerdo real, o la visualización de lo
que podría haber sido como... como una historia que alguien te ha dicho una y
otra vez acerca de tu vida que crees que recuerdas, pero en realidad sólo lo
visualizaste. Su madre solía contarle historias de las cosas que había hecho
cuando era una niña pequeña. No tenía recuerdos de tan atrás en el pasado,
pero podía imaginarlos en su cabeza después de haberlos oído tan a menudo.
Alineadas, esas imágenes eran tan reales como cualquier colección verdadera.
Tal vez se había imaginado sus rasguños sanando ante sus ojos,
demasiado rápido para que alguien lo viera. Tal vez realmente fue la sangre de
Dominic aquella noche. Tal vez necesitaba que fuera parcialmente suya porque
había demasiada, y la culpa la había carcomido por arremeter de esa manera.
Si podía alucinar a un vampiro completo y elaborar una historia que lo hizo ser
su salvador, heridas que sanaban en segundos eran nada.
La voz del Dr. Cronan hizo eco en su mente. Más temprano en la sesión le
había preguntado:
—¿Te sientes útil en tu vida? Tal vez necesitas sentirte más necesitada.
Ella creía que Dominic la necesitaba, pero no se sentía como una verdad.
Su marido la amaba, pero él no la necesitaba. Si estuviera siendo honesta, su
empleo en la florería había sido un trabajo de ama de casa acomodada y
aburrida. La sacó al mundo, haciéndola interactuar con otros. ¿Pero la hacía
sentirse útil, como si estuviera contribuyendo con algo de valor al mundo? No
como el trabajo de su marido.
¿Se había cortado un día? Miró su muñeca desnuda. Le habían quitado el 88
brazalete de encima cuando le pusieron la camisa de fuerza. ¿August realmente
le había permitido quedárselo todo el tiempo que estuvo en el sótano? ¿Era eso
realista, dados sus supuestos objetivos? ¿Su criterio estaba volviendo a la
realidad?
Escudriñó cada pedazo de su memoria, buscando señales que podrían
causar que la ilusión se desvaneciera como un mal sueño y trajera la verdadera
realidad a ella.
Tal vez algo había ocurrido poco después de que su marido le hubiera
dado el brazalete. Trató de obligarse a recordar. Tal vez no hubiera sido tan
dramático como lo que su mente había creado, pero tal vez ellos se habían
distanciado. ¿Había llenado ella los huecos con un hombre que la necesitaba?
¿La necesidad le dio un propósito más elevado que el amor? Pero ella ni
siquiera podía engañar a su marido con una ficción, un fantasma. ¿Es por eso
que había finalmente tuvo que escapar?
Se deslizó por la cama hasta que su espalda estuvo presionada contra la
pared, y observó la puerta. Esperó a que se abriera, que August irrumpiera a
través de ella y la sacarla de allí, pero se mantuvo cerrada. El hospital vibraba;
un lugar donde la magia no podría existir; y cerró los ojos.
Nunca existió un August.
Capítulo 12
89
Traducido Marijf22 & SOS por Blinda
Corregido por Viqijb
***
Nicole no se movió. Había esperado que viniese a ella, pero ahora que él
estaba aquí, ahora que podía ver la cólera en sus ojos…
Y él había envejecido bastante. No había comenzado aún aquella cosa
horrible de putrefacción, pero parecía cercano. La combinación de tal hambre,
dolor y cólera la hizo vacilar. Él estaba enloquecido.
Además, hasta ahora había mantenido todas las promesas. Le había
dejado volver con su marido. Había salvado las vidas de sus padres. Había
salvado la vida de Dominic. Había liberado al resto de la gente en las jaulas. No
la había hecho daño la primera vez que se había escapado, pero no había sido
este enfado la primera vez, tampoco. Hubo una advertencia, una expectativa de
que esa muestra de piedad ante el crimen de huir sería indulgente una vez.
Pero ahora era la segunda.
¿Si extendiera la mano y tomara la de él, sería sólido? ¿O se descoloraría
en el aire como niebla?
—Nicolette, mi oferta de clemencia expirará pronto. Debes venir
conmigo ahora. Prometo que te mostraré piedad.
Cerró sus ojos y lo alcanzó, le sorprendió cuan caliente se cerraba la
sólida carne alrededor de su mano, sobresaltada por el sentido de seguridad
en él y porque ella confió en él.
En cuanto hubo tomado su mano, él la tuvo encajada contra la pared, sus
colmillos en su garganta, bebiéndola como si fuera era la última corriente en un
desierto. Las lágrimas bajaron precipitadamente sobre sus mejillas cuando
encontró que su cuerpo reaccionaba como siempre lo hacía. Con necesidad y
deseo. Deseo.
Ella no había visto a Dominic desde la noche en que la habían
chequeado. Fue August el que había venido para llevarla de este horrible
lugar. No estaba segura de que lado, del que se suponía, estaba. A quién
debería querer. A quién debería ser leal. Las líneas del Dominic Bueno, August
Malvado se volvían borrosas entre la succión de la boca del vampiro sobre su
garganta. 92
Finalmente, se arrancó de ella, su juventud y vitalidad restaurada.
—Vamos.
—¿C-cómo escaparemos? ¿Vas a matar a la gente? —Su cólera y alarde
cuando ella había amenazado a otros con la muerte a manos del vampiro se
habían difuminado. Ahora, la idea de una matanza sangrienta en el hospital la
aterrorizó, y no podía aguantar ser en parte responsable de tener la sangre
sobre sus propias manos.
Llamaron a la puerta, y el Doctor Cronan dio un paso dentro.
—Sra. Rose, conoce nuestras reglas sobre las puertas.
August se giró hacia el doctor, protegiendo a Nicole. Se había vuelto
territorial. Era un perro, y ella era su sustancioso hueso, y él el desafortunado
idiota que trataba de sacarlo de sus mandíbulas.
El doctor estaba alucinado por la presencia de un hombre extraño en el
cuarto.
—Tampoco ha tenido autorización para recibir visitas. ¿Y quién podría
ser usted? —El Doctor Cronan giró su atención hacia el vampiro.
Nicole no podía ver la cara de August, pero podía imaginarse la sonrisa
como colmillos empujados por gomas.
—Soy la alucinación de Nicolette. Estoy encantado de conocerle.
La cara del Doctor Cronan se tornó tan gris como las paredes, como si
fuera un camaleón, que armonizaba para su seguridad. Pero era demasiado
tarde para eso.
August se volvió borroso a través del cuarto y agarró al doctor por la
garganta, empujándolo contra la pared de modo que sus pies colgaran como
los de un niño en el asimiento de un matón de patio de recreo.
—Me dirá todo lo que le hizo a mi compañera o le enterraré detrás del
aparcamiento. Y todo habrá terminado antes de que un solo camillero haya
notado su ausencia.
—La traje para observación. N-nosotros no sabíamos que usted era real.
¿C-cómo podríamos? Le dimos unos sedantes, eso es todo.
—Ha hecho más que eso. Debe haberlo hecho. ¿Nicolette? ¿Qué pasó?
—Eso n–no fue lo malo.
—¿Qué. Paso?
—Me sometieron y me pusieron una camisa de fuerza. Cuando no tome
un somnífero me arrinconaron y me ataron con correas y empujaron una aguja
en mi cadera. D-después de eso no luche. Me asustaron con lo que me harían.
Solo me dieron drogas de noche, y también tuve miedo de luchar después de la
primera noche.
Ella había visto demasiadas películas de terror sobre clínicas
psiquiátricas. ¿Si ellos le impusieran una camisa de fuerza y la ataban con
correas para sedarla ¿Le darían ellos baños helados? ¿Electroshock?
¿Aislamiento? Cada una de aquellas posibilidades había sido demasiado
espantosa para contemplarla. Incluso cuando la lógica dijo que Dominic
vendría a verla pronto y ella podría irse a casa, temió que el Doctor Cronan
convenciera a su marido y a un juez de que no estaba en sus cabales para ser
liberada, y luego ella estaría bajo su merced indefinidamente. 93
El miedo de estar mentalmente enferma, lo que de algún modo podría
ser contagioso y extenderse como el patógeno de la locura, a menudo impedía
a otros hacer lo que era correcto. Considerando que había sido traída aquí para
empezar, era difícil saber dónde estaba la línea de Dominic. O la de sus
padres. Si el miedo por ella y por ellos mismos los había conducido, entonces
allí podría estar bajo cualquier atadura que la mantuviera segura. Tontamente
no habían confiado en ella ya que estaban de su lado ¿Podría ser eso
congruente?
August se distanció y permitió que el doctor cayera, luego lo arrastró y lo
lanzó sobre el suelo a los pies de Nicole.
—Suplique para su vida. No tenía ningún derecho a tocarla o de obligarla
hacer algo. Ella es mía. No suya. Pídale perdón, y tal vez ella le salve.
Nicole no podía llevar para mirar al doctor.
—P-por favor, Sra. Rose. Sabe que creí que estaba enferma. Estaba
intentando ayudarla. Por favor, no le deje matarme. —Por su expresión, el
doctor tenía un recuerdo claro de los gritos de Nicole sobre que el vampiro lo
mataría cuando viniera por ella.
August sacudió su cabeza, y soltó un resoplido burlón.
—Creo que es la disculpa más patética que alguna vez he tenido la
desgracia de oír. ¿Te persuadió esa lamentable demostración, Nicolette? ¿Vive
él o muere?
—V-Vivo. —Como si hubiera duda. Como si pudiera permitir que el
doctor fuera asesinado por esto. El miedo sobre ser encerrada y drogada
apareció bajo la luz de su rescate. ¿Por qué la trastornó esto tanto más que sus
recuerdos del sótano?
Se pellizcó, tratando de averiguar si estaba realmente engañándose a sí
misma. Tal vez nada de esto estaba pasando.
August agarró al doctor por el cuello y lo elevó hasta que sus ojos
estaban a nivel y lo inmovilizó.
—Nos escoltará personalmente a la salida. No se entretendrá con
ninguna pregunta sobre quien soy o por qué nos marchamos. Inmediatamente
después de que nos hayamos ido, destruirá sus registros y olvidará que
cualquiera de nosotros existe.
Liberó el cuello del Doctor Cronan y el doctor tropezó hacia la puerta.
—El camino —dijo, desorientado, pero obediente.
Antes de que Nicole pudiera protestar, August la alzó.
—P-puedo andar.
—No.
El doctor los condujo a través de los pasillos. August tomó la oportunidad
de instruir a cada ordenanza, enfermera y portero que vio con:
—Olviden a Nicolette Rose. —Terminando con el recepcionista antes de
que el Doctor Cronan tocara el timbre de salida.
El vampiro no la dejó hasta que alcanzaron el Bugatti. Abrió el lado del
pasajero, espero a que ella entrarse, luego cerro sin una palabra.
—¿A-august? —dijo, cuando él entró sobre su lado y giró la puesta.
—Ahora mismo no, Nicolette. 94
—P-pero dijiste…
—Te perdono por esto, pero está será la última vez. Sabías que podría
encontrarte. Sabías que nuestro vínculo se había hecho más fuerte. ¿ Por qué
intentar algo que era imposible y podría enfadarme?
Nicole miró sus manos. ¿Por qué debería sentirse como un niño
desobediente sobre esto?
—Pensé que si podía conseguir que Dominic viera la verdad él huiría
conmigo. Si te evadiéramos el bastante tiempo, te alimentarias de alguien más.
Eres libre ahora, luego podrías ser un vampiro sin el sufrimiento, y luego…
finalmente no te preocuparía por mí. M-me dejarías ir.
—Nicolette. —Su tono hizo que ella elevara la mirada para ver la traición
sobre su cara—. No puedo creer que hicieras esto. No quiero ser un asesino.
¿Cómo sería mejor ser un impenitente?
Ella se encogió. No soy el tipo malo. Pero ella apenas podía lograr
mantener ese pensamiento en su cabeza. Siguió rompiéndose aparte.
Montaron el Bugatti en silencio durante varios minutos antes de que él
hablara otra vez.
—No es sobre el asesinato. No más. Con o sin asesinato, siempre te
encontraría. Deberías estar agradecida por eso. Te habrías podrido en aquella
institución. Aquel doctor estaba determinado a mantenerte.
—Dominic no me dejaría a…
—No me hables de Dominic. Él dejó que el doctor te tomara. ¿Por qué no
le dejaría mantenerte? Ellos no pueden manejar nuestro mundo, Nicolette. Son
demasiado débiles. ¿Qué harías sin mí? ¿Cómo te arreglarías?
—Suenas como un maltratador. Es la clase de cosa que diría un
maltratador.
—¿Incluso si resulta ser verdad? Eres mi compañera. Mi prioridad más
alta ahora es mantenerte segura.
—No querrías perder tu conveniente cena —dijo ella amargamente.
—No negaré que tu sangre es la más dulce que alguna vez he tenido,
pero te has parado a considerar porque es que estoy satisfecho cuando he
terminado y tú no estás muerta. Increíblemente todavía estas allí, y no he hecho
nada maligno para comer.
—Sólo la maldad de esclavizarme a mí para siempre.
—Esa fue tu elección.
—Hecha bajo coacción. Hecha por compasión.
Sus manos agarraron el volante con tanta fuerza que estuvo sorprendida
de que el coche no se saliera. Durante un morboso momento fantaseó sobre el
hecho de estrellarse y morir.
Pero desde luego no podía pasar. Se levantaría como un zombi
sangriento de sus cenizas, su cuerpo se hilvanaría de nuevo en una
demostración caprichosa de incorruptibilidad. Pasaste la maldición. Ahora
ambos la tenemos en una forma diluida.
—Lo sé.
Estuvo sorprendida por que no discutió, no trató de defenderse a sí
mismo o de hacer cualquier justificación. No trató de torcer su mente con 95
racionalizaciones. Nicole miró los árboles pasar, deseando más que todo en el
mundo excepto poder bajar a un movimiento lento así ella podría correr otra
vez y quedarse un paso por delante para siempre.
Todo en lo que alguna vez podría pensar ahora sería en huir. Había
tenido muchas ganas de que August acudiera en su rescate, pero ahora que
estaba aquí… la realidad con él no era tan segura como la fantasía. La realidad
con él se convirtió a su regreso en una puta engañosa, sólo que dentro de las
chillonas paredes de su propia mente.
—¿En qué piensas, mi amor?
—No me llames así.
—Contéstame.
—¿Cómo pudo Dominic haber hecho esto? Pensé que él estaba de mi
lado. Pensé que éramos él y yo contra el mundo. ¿Cómo pudo volverse contra
mi así? ¿Cómo pudo no creerme?
¿Se imaginó ella la pequeña sonrisa que encorvaba la boca del vampiro?
¿La satisfacción que él tenía ahora?
—Un humano no puede anular un esclavo. Simplemente no puede
hacerlo. El cerebro no se le permitirá. Nunca podría haberte creído. Desde
luego nunca escaparías sin mí. Soy el único que totalmente puede entender.
Soy el único del que puedes depender, y huyes de mí.
Nicole limpió las lágrimas de sus ojos. No iba a hacer que se sintiera
avergonzada por tratar de conseguir su vida de vuelta.
—No me preocupa lo que dices. Dominic es mi compañero de alma. —
Frotó su muñeca desnuda. Su marido tenía su pulsera, y con ello él había
tomado el último fragmento de objeto físico que le permitía sostener su amor.
Durante todo su tiempo en el sótano de August, durante todo el inducido
abandono de Dominic, esa pulsera había sido el amuleto que sostuvo la semilla
de su amor dentro suyo. Mientras lo tenía, de algún modo todavía tenía a
Dominic, pero ahora que su amor era libre… se fugó y se disipó en el viento
salvaje, diluido hasta al punto de la desaparición.
—Si eso es verdad, si es realmente tu compañero de alma, has tomado
una estúpida elección dándote a mí.
Como si ella necesitara recordarlo. Si solo pudiera haberse resistido a la
seductora oferta de estar de regreso en los brazos de Dominic. Si solo pudiera
haber pasado hambre o dejado que August perdiera el control y la matara. Ella
sería libre en el otro lado, separada de su marido un ratito hasta que las manos
de tiempo lo empujaran de vuelta en sus anhelantes brazos en el mundo de
espíritu. Ahora ella lo tendría un ratito, solo para ser separada de él más tarde
para siempre. Eso si… August le permitía verlo otra vez.
El Lexus de Nicole estaba aparcado en el camino de entrada cuando
alcanzaron su casa.
—No quiero verlo ahora mismo, llévame a casa —dijo ella. August salió
del Bugatti, camino hasta su lado, y abrió la puerta—. Todavía estoy rabiosa con
él.
—No me preocupa. No pruebes mi paciencia ahora mismo, Nicolette. No
tienes ni idea como de duro debo contener mi cólera sujeta después de tu 96
último truco.
¿Así que luchar por la libertad de uno ahora era un truco?
Esperó durante otros pocos minutos antes de que Nicole tomara su mano
y le permitiera sacarla del coche y dirigirla a la puerta de entrada. Dominic
confuso contestó:
—¿Quién…? ¿Qué…?
August se empujó dentro de la casa.
—¿Nicolette? —dijo, volviéndose hacia Nicole.
Ella permanecía de pie tontamente en la puerta, un millón de preguntas
zumbando por su mente… a lo principal entre ellos… ¿Por qué estamos aquí?
¿Por qué está August aquí?
—Nicole, pensé que estabas… ¿quién es este hombre?
Su cara aumento su enrojecimiento.
—Este hombre, no es ningún monstruo, he estado jodiendo a tu
espalda. Lo siento, querido. —Ella dio un paso para adentrarse
completamente.
—Soy August. Soy el vampiro sobre el que su amada intentó advertirle.
¿Querías que él lo supiera, cierto, Nicolette?
August desnudó sus colmillos, y su marido dio un paso atrás. Cualquiera
sería cogido con la guardia baja ante la revelación de los vampiros, sobre todo
tan cercana y personalmente, pero algo en esa acción la enfureció.
¿Instintivamente no debería él moverse para protegerla de la amenaza?
De repente August y Dominic estaban compitiendo… en una lista de
pros/contras en su cerebro. Éste hizo esto, pero eso fue lo único. August la
había tomado del hospital. Dominic no la había creído.
Dominic había dado un paso atrás. Un paso. Atrás. Pero August había
puesto esta pesadilla en movimiento, así que, ¿nada era culpa de Dominic?
Ella cerró los ojos para bloquear todo hacia fuera. ¿Por qué coño no
podían ambos dejarla sola? De pronto quería estar en un cuarto oscuro,
tranquilo. Quería la sensación de ser el único ser humano en el planeta, no
tener a nadie más a quien contestar, nada de lo que preocuparse, excepto su
propia básica existencia. Seguramente sin otra gente, la vida de algún modo
sería más simple.
Cuando logró abrir sus ojos otra vez, los dos hombres estaban en una
competición de intensas miradas. La expresión de Dominic todavía sostenía
dudas. Ya estaba tratando de borrar la visión del conocimiento de sus colmillos.
Tal vez los remanentes de la esclavitud del vampiro todavía se adherían a las
esquinas de su mente.
Los colmillos no eran lo bastante reales para él. Tenía que ser algo más,
algo que se imprimiría sobre su cerebro para siempre, algo que nunca pudiera
negar. Captó un cuchillo para pelar en la entrada de la cocina. Este estaba
sobre la encimera al lado de una manzana que Dominic debía haber estado a
punto de pelar. Ella fue al otro cuarto a conseguirlo antes de que alguien
pudiera pararla y volviera a encontrarse con los machos mirándose fijamente
todavía cercanamente unidos como si ella no existiera en absoluto.
Ella gritó cuando la lámina se deslizo contra su palma. El olor atrajo a 97
August, pero fue el grito de dolor el que captó la atención de su marido.
La herida se selló mientras Dominic la miraba con incredulidad.
—Te dije que podría demostrarlo. Te dije que no estaba loca.
—Deja el cuchillo y ven aquí. —La voz de August era mortalmente seria,
tan seria que tuvo miedo de desobedecerlo.
—Por favor, solamente vayamos a casa. —No se animó a encontrar los
ojos de Dominic cuando lo dijo. ¿Eso era una elección, verdad? No era lo único
que ella quería. Ella quería borrar al vampiro y volver hasta los días cuando
todo era correcto, cuando las hojas olían como un prado y el sol era brillante y
los pájaros cantaban a lo lejos fuera de la ventana, cuando el hoyuelo de
Dominic hacía que su mundo girara y su luz iluminaba la excitación dentro de
ella, cuando todo era tan simple y hermoso.
August la empujó entre sus brazos. Ella trató de escaparse, pero sus
colmillos estaban ya en su garganta. Si hubo alguna vez un momento en el que
ella quiso que aquello le doliera otra vez, fue ahora.
Dominic vería la dicha sobre su cara mientras el vampiro bebía.
Para crédito de su marido, trató de intervenir, pero August lo bateó
lejos.
—¡Nicole!
Dejar que la tierra la tragase. El pensamiento vino una y otra vez a su
mente. Como un mantra, un cántico, un hechizo. ¿Si fuera algo más que
simplemente humana ahora, no había allí una posibilidad de que esto pudiera
funcionar? ¿No podían los cimientos de su casa simplemente derrumbarse y
que algún mal se deslizase de las profundidades hacia la superficie de la tierra
y se los llevase ambos?
August levantó su cabeza, accidentalmente lamiendo el lugar sobre su
cuello donde él había mordido para conseguir las últimas gotas de sangre que
se derramó. Su mano la frotaba haciendo calmantes círculos en su parte baja, y
tuvo que luchar para no sentarse a horcajadas sobre su pierna y follarse en
seco contra él. Todo en lo que ella podía pensar era en su mano, frotando
aquellos círculos calmantes en su más íntimo lugar, entre sus piernas,
corriéndose para él como su pequeña buena hembra.
—Está bien —dijo August—. No le hago daño. ¿No te contó sobre
nosotros? Cuando estés muerto y bien muerto será mía, para siempre. Ya es
mía. Pero te la dejaré en préstamo si quieres. Eres bienvenido a disfrutar de sus
encantos…, mientras juegues agradablemente conmigo.
Nicole sabía que debería estar ofendida, que le debería doler que
hablara de ella como si estuviera siendo una puta chuleada al mejor postor,
pero el efecto de su mordedura era todavía fuerte, su poder tarareaba en sus
venas… vibrando. El vínculo entre ellos hizo que su necesidad de ser mordida
fuera tan fuerte como su necesidad de morder. Una especie segura de mutua
autodestrucción.
Todo dejó de tararear ante la palabra susurrada por el vampiro.
—Desnúdate.
—August, no... yo... ¿Qué? —La sangre se le subió a la cara.
Deja que la tierra me trague. Deja que la tierra me trague. Deja que la 98
tierra me trague.
Pero en lugar de una bestia con tentáculos saliendo del suelo para
consumirla, los dedos de August jugaron en los bordes de su clavícula, su voz
follándola mientras hablaba, causando que su cuerpo se arqueara cada vez más
cerca, cada vez que pronunciaba su nombre.
—Nicolette...
No pudo detener el impulso de volverse hacia Dominic, temerosa de ver
el asco, pero incapaz de evitar el enfrentamiento con él.
—Tú la dejarás ir en este instante. —Su marido tembló de rabia.
La expresión del vampiro era tranquila.
—No. Tú la dejarás ir. No fuiste lo suficientemente fuerte como para
mantenerla. Tu debilidad causó esto.
Dominic miró de August a Nicole.
—No le hagas caso. Él va a tergiversar cualquier cosa —dijo Nicole.
August se dirigió a su marido y lo agarró por las solapas de su cuello. Por
un momento escalofriante, ella pensó que estaba a punto de ver morir a
Dominic, pero en su lugar, August miró a los ojos del hombre y le dijo:
—Es el momento de recordar lo mal que trataste a tu esposa, la forma en
que la empujaste a mis brazos.
El vampiro presionó los recuerdos de los meses de abandono en la
mente de Dominic. Era como una cosa física abriéndose camino a través de la
carne y el hueso directamente en su cerebro.
—¡Basta! —gritó Nicole. Pero ya era demasiado tarde. Dominic ya lo
había visto.
—¿Ves? La mente de Nicolette es fuerte. Tu mente es débil. Tuve que
romperla pieza a pieza para poseerla, pero ahora ella es mía. Es la
supervivencia del más apto, la naturaleza no es algo personal. Si te sirve de
consuelo, creo que ella todavía te ama, aunque no puedo imaginar cómo es que
le atraes. Ahora siéntate. —August señaló hacia un sillón acolchado, y Dominic
se dejó caer en éste, incapaz de resistir la orden.
—August, por favor, vamos a casa. Voy a dejarlo ir, simplemente no
hagas esto, por favor.
Los ojos del vampiro brillaban cuando su cabeza giró hacia ella.
—Dejó que te encerraran. No puedo perdonarlo por eso. Estabas
asustada y sola.
August regresó a su lado; su aroma era como una droga. Las feromonas
vampíricas bailaron alrededor de su nariz. Puede ser que él no fuera capaz de
controlarla en la forma en que podía controlar a los demás, pero el vínculo
hacía que fuera demasiado difícil de resistir.
La abrazó, su boca deslizándose sobre el borde de la oreja. Luego le
susurró palabras que arrojaron agua fría sobre su excitación.
—Voy a dejar que elijas. ¿Cuál crees que alteraría menos a tu marido:
ver que te entregas a mí y disfrutas de ello, o verme simplemente tomándote?
—Él había enloquecido por completo, su ira superando cualquier pretensión de
civilidad.
—Pensé que habías dicho que me perdonabas. Pensé que habías dicho 99
que me mostrarías misericordia.
August retrocedió para mirarla. La locura bailaba en sus ojos.
—¿Y qué te imaginas que es la misericordia para un vampiro? Hay cosas
que podría hacer más horribles que tu peor pesadilla. El hecho de que no las
esté haciendo debe interpretarse como misericordia. Puedo borrar su memoria
una vez que esté hecho. Pero si armas un escándalo, él va a tener que recordar
el día de hoy por el resto de su vida. Piensa en ello.
—Te odio. Desearía que me hubieras dejado en ese maldito hospital. No
puedo creer que haya querido que me rescataras, incluso durante dos
segundos. Por lo menos allí estaba libre de tu presencia y tus manipulaciones
constantes.
—¿Qué dijiste? —La oscuridad desapareció de su rostro, sustituida por la
conmoción y cierta debilidad innombrable, como si no pudiera imaginar y casi
no se atreviera a esperar que por alguna pequeña fracción de un momento, él
habría sido por quien ella había pedido. No Dominic.
—Quería que me sacaras de allí.
La máscara de ira volvió a caer en su lugar.
—No, yo era el único que podía salvarte. Yo era el único lo
suficientemente fuerte. Tú me querías porque era práctico. Si tu marido se
hubiese sacado la cabeza del culo por dos segundos, tú le habrías elegido.
Siempre lo elegirás él. Ahora, desnúdate. —Espetó la última palabra con tanto
veneno que ella dio un paso atrás, el mismo paso involuntario que había
mantenido contra Dominic minutos antes.
***
Nicole no podía mirar a Dominic. Sin embargo, buscó su ropa, algo para
cubrirse y ocultarse. Se dio vuelta mientras se deslizaba la camisa sobre la
cabeza y se ponía los jeans. No se molestó con la ropa interior. Ella solo quería
cubrirse.
—Nicole, ven aquí, cariño.
A pesar de las millones de razones que podía pensar para salir corriendo
de la casa y nunca dejar de correr, cruzó la habitación hasta él. La visión de sus
brazos extendidos hacia ella hizo que su corazón se clave en su garganta.
—Ven aquí.
Se sentó en su regazo y sus brazos llegaron alrededor de ella. Ella
comenzó a llorar de nuevo.
—Siento no haber creído en ti. En mi defensa, los vampiros no son reales.
No pudo evitar la pequeña y nerviosa risa.
—¿Todavía me amas? —Tenía miedo de oír la respuesta pero no pudo
reprimir la urgencia de preguntar.
—No es tu culpa. Si él me podía controlar de esa manera…
Quería decirle la verdad. Era su culpa. Era su culpa por haber permitido
el enlace y ella misma atarse a él. Y no fue hechizada; no como Dominic lo
había sido. Él no había tenido la libre voluntad de resistirse a las órdenes del
vampiro. Ella simplemente no había tenido la fuerza de voluntad, no con la
mordedura de August y su sangre. La sangre hizo que dejara de preocuparse
por un rato, pero no quitó su libre voluntad.
Pero si ella le decía eso, estaría disgustado, y ella todavía necesitaba una
persona en el mundo que pudiera amarla. Alguien humano.
—¿Dónde está mi brazalete?
Él abrió el cajón de la mesita y lo sacó. Cuando el cierre hizo el sonido
de clic contra su piel, ella dejó escapar un suspiro.
—Esto era lo único que me mantenía cuerda cuando él me había
encerrado.
Dominic le acarició el cabello y la besó en la frente.
—Nos vamos a escapar, como tú querías. A la primera oportunidad, nos
iremos.
Nicole sacudió la cabeza.
—Ya es demasiado tarde. Nunca me va a dejar fuera de su vista de
nuevo.
—No. No lo haré. —August estaba en la puerta de la cocina, con una
botella de cerveza en la mano. Él estrechó sus ojos—. ¿No hacen ustedes dos
una pareja acogedora?
—¿Celoso?
Nicole se tensó ante la burla de Dominic.
—¿De qué? ¿Un tonto humano que envejecerá y morirá, mientras yo voy
a tenerla para siempre? ¿Literalmente?
Dominic no se molestó en ocultar su desprecio. 103
—Por el amor que no puedes tener. Apuesto a que pensaste que esa
visualización me haría odiarla. Querías que la rechace así tú podrías abrazarla y
consolarla y hablar sobre cómo nunca podría entenderlos a ustedes dos. Soy un
abogado. Lidio con la rajadura del trasero de la humanidad sobre una base
diaria. No eres más que otro matón para mí.
Un segundo más tarde, Nicole se encontró extendida en el sofá, arrojada
allí por 90 kilogramos de vampiro enojado. Los colmillos se hundieron en el
cuello de Dominic.
Ella se apresuró a sacarlo fuera de su marido, pero el vampiro la sacó
fuera como si fuera una molesta mosca, gruñendo mientras vaciaba al hombre
que ella amaba.
—Por favor, August, no lo hagas. No lo lastimes. —Apenas podía exprimir
los sonidos de sus cuerdas vocales ya que habían quedado tensas por el miedo.
August dejó caer a Dominic, borrando la sangre con su brazo, fue a
recoger la cerveza al otro lado de la habitación. Dio un par de sorbos
lentamente.
Nicole corrió al lado de su marido, presionando sus dedos en el lado no
marcado de la garganta para encontrar su débil pulso, luchando para mantener
el ritmo de la vida.
Apenas lo veía a través de las lágrimas que nublaban su visión.
—Por favor… tú puedes salvarlo.
—Se ha ido demasiado lejos. Si le doy mi sangre, él se convertirá.
Nicole gritó, un lamento interminablemente largo, como si pudiera
romper los vidrios. Como si pudiera romper al vampiro, y el universo se
inclinaba a su capricho solo para hacerla parar. Tiró a su marido a sus brazos,
sin importarle la sangre que manchaba su ropa.
—Por favor, Dominic. Por favor… no te vayas. No puedo perderte, por
favor. —Ella levantó la vista hacia el techo, desamparada—. Por favor, Dios, por
favor. Tráelo de vuelta. Por favor. —Lo acunó en sus brazos, sollozando,
rogándole al universo, August, Dominic, Dios, cualquier cosa que pueda estar
por ahí, cualquier cosa o cualquiera que pudiera tener posiblemente el poder
de deshacerlo. Haría cualquier cosa, cerraría cualquier trato para deshacerlo.
Estaría enojada con Dominic más tarde. Burlándose de un vampiro así.
¿Cómo podía haber olvidado tan reciente lección practica? ¿Cómo podía su ira
haber desbordado el conocimiento de lo que esos colmillos podían hacer?
¿Cómo ellos podían triturar, desgarrar y revelar la fragilidad de la vida
humana?
Lo sacudió, le temblaban las manos mientras le sacaba el cabello de los
ojos. Presionó los dedos en su garganta de nuevo. Más lento, más tenso. Casi
detenido. Casi terminado.
—Dios, no. Por favor, Dominic, por favor, no me hagas esto, por favor,
por favor, por favor. Dios, por favor, tráelo de vuelta. No puedo vivir aquí sin él.
No se dio cuenta de August detrás de ella, no hasta que él le quito el
inerte cuerpo. Ella vio con horror cómo rasgó su muñeca y forzó su sangre en la
garganta de Dominic.
—¡NO! Dijiste que él se convertiría. ¡No puedes! —Ella lo golpeó, pero 104
era como golpear una roca.
—Basta, Nicolette. Le suplicaste a Dios. Yo soy Dios. Y tú lo sabes. Soy el
único Dios aquí que puede responder tus oraciones.
Cuando el vampiro pareció satisfecho de que Dominic tenía suficiente
sangre para el cambio, recogió a su marido y lo cargo hasta el coche.
***
***
4
Zona Crespúsculo realidad: La frase hace referencia a la novela paranormal de Stephanie
Meyer “Crepúsculo” y a su vez con esto trata de referirse a una realidad del tipo reality show.
La enfermera dio una corta y nerviosa risita que probablemente se
suponía que pasara como una risa y una disculpa.
La banana estaba muy blanda y definitivamente sabía real. El cereal y la
leche estaban igual. Y ella bebió un jugo de naranja, Nicole corrió sus dedos
sobre las vetas de la mesa. ¿Eran vetas de madera… o un plástico convincente?
Se sentía real y sólido, lo que sea que fuera.
Trató de recordar que había pasado con August y Dominic. ¿Cuán real se 111
había sentido? No le molestaba mirar fijamente o tocar las vetas. Demasiado
había estado pasando. No había razón para preguntarse la realidad de lo que
estaba sucediendo.
Una lágrima se deslizó por su mejilla. Y ella la quitó con el revés de su
mano. No había forma de que pudiera decir que no fue engañada. Estaba en
medio de un delirio. Tampoco era éste mundo o el mundo con los vampiros en
él. ¿Y qué tenía más sentido? Si sabes que estás delirando, un hospital
psiquiátrico era más probable que sea real.
Parada en la bodega anoche con August, ella se recordó queriendo que
él no fuera real. ¿Pudo él haber hecho algo?, ¿haber creado esto?, ¿pero cómo
pudo? Su mente era muy fuerte como para que él pudiera controlarla. Quizás la
conexión la hizo más vulnerable. Eso obviamente la hacía quererlo más. O
quizás él mintió desde el principio. Quizás no había nada especial en su mente
después de todo. Quizás él realmente no había matado gente. Quizás sólo
estaba obsesionado con ella. Pero ese punto volvía a la locura, porque, ¿por
qué ella era especial?
—Sra. Rose, ¿cómo se siente ésta mañana?
Nicole estaba irritada de ser interrumpida por el Dr. Cronan mientras
ella trataba de clasificar que era real y que no lo era. Ambas realidades se
sentían igualmente reales e igualmente ilusorias. Quizás ninguna de ellas era
real. Quizás había una tercera opción que era aún más rara. ¿Podría ser
gracioso? Contuvo la risa ante esa idea. Sería como hacerse ver loca por tener
un ataque de risa maníaca sobre el pastoso cereal.
—Estoy bien —dijo, bajando lo último del jugo de naranja.
—Puede dejar su bandeja aquí, vamos a mi oficina para hablar.
Nicole dejó la bandeja y siguió al doctor por varios corredores
levemente alumbrados hasta que llegaron a la esquina de su oficina. Hizo señas
para que ella entrara primero.
Ella eligió la silla de cuero azul marino frente a su escritorio, no el sillón.
No estaba ni un poco lista para entregarse al proceso, sea lo que sea que
significaba. Carecía de poder aquí donde estaba. No había razón para hacer la
desigualdad más áspera.
El Dr. Cronan tomó su silla de cuero de espaldar alto del otro lado del
escritorio. La silla giró en una forma indigna cuando él se sentó, haciéndolo ver
como un niño pequeño tratando de crecer. Aclaró su garganta y tomó su
anotador y un pluma.
—Quiero hablar con mi esposo.
El Dr. Cronan levantó la vista, su cara creció en desaprobación.
—Ahora, hablaremos acerca de eso, Sra. Rose. Acordamos después de
algunas sesiones con su esposo que la seguridad de su tratamiento sería más
fácil si tenemos un periodo sin intrusión del otro lado del mundo. Dominic es
parte del mundo que usted habita con los delirios. Trataremos de crear un
espacio diferente para usted aquí. Un espacio seguro.
—Pero no pueden retenerme sin mi aprobación al menos de un juez…
—Sra. Rose, ¿Qué piensa sobre ésta época?
—Lo siento, ¿qué? 112
—¿La época? ¿Qué fecha es en el calendario?
—Yo… —Ella no sabía la fecha, de todos modos. Había estado muy
ocupada clasificando los conflictos de información que su cerebro había estado
tratando de procesar desde el momento en que conoció con August como para
lidiar con la fecha.
—Déjeme preguntarlo de otro modo. ¿Cuánto tiempo cree que ha estado
aquí?
—Tres días… creo. —¿O eran cuatro ahora?
El Dr. Cronan garabateó algunas notas en su bloc oficio frente a él.
—Usted ha estado con nosotros tres meses, pero no me sorprende que
esté perdida en el tiempo. Las drogas pueden tener efectos colaterales, y aún
no hemos encontrado la combinación correcta.
—Está mintiendo.
—Por favor no haga esto de nuevo, Sra. Rose. Tratamos de ayudarla.
Nicole se paró y comenzó a caminar de un lado al otro en la habitación.
—Esto no es real. Usted miente. Esto es un error. Yo estaba sólo con
August y Dominic. Las cosas sucedieron, perturbadoras, pero sucedieron.
August me quiere fuera de aquí, como él diría.
Los ojos del Dr. Cronan se mantuvieron en una clase de pena paternal
mientras sacudía su cabeza.
—No. Eso no es lo que pasó. Hemos tratado ese delirio hace dos
semanas.
—Entonces esto es un sueño. Lo último que recuerdo es con Aungust,
yendo hacia mi habitación a dormir, así que debe ser que estoy soñando.
—Está comenzando a perturbarse, Sra. Rose. ¿Puede, por favor,
sentarse? Me gustaría volver a nuestra discusión previa, y no puede hacerlo si
usted se impacienta. —Él le señaló la silla vacía—. Por favor. Siéntese.
Tanto si era la realidad o el delirio, más información no podía echar a
perder la situación. Nicole se sentó y trató de parecer calmada aunque todo
dentro de ella gritaba. Papeles rotos en una rápida sucesión mientras el doctor
ojeaba retraídamente su anotador.
—Bien, aquí estamos. Estoy interesado en hablar acerca de que deseo
por August no es real, porque creo que es la clave para ayudarla. Un delirio
tiende a merecer un propósito en la vida de una persona y les da una sensación
de control. ¿Recuerda la sesión que tuvimos con su esposo hace un par de
meses?
Nicole negó con la cabeza mientras el doctor sacaba el audio y ordenaba
varios mini casetes hasta encontrar el que buscaba.
Cuando puso play, La voz de Dominic vino de la grabación.
—Siento que en parte soy culpable por todo esto.
—¿Por qué dice eso? —La voz del Dr. Cronan.
—La he descuidado. Tenía una gran carga de trabajo, y la seguí
arrastrando mes tras mes. La saqué por nuestro aniversario y traté de estar allí
con ella, pero sé que ella no creía que yo estaba allí.
Nicole casi podía oír al Dr. Cronan asentir sobre la grabación.
—Veo hacia dónde va con eso. Sí, hablamos acerca de cómo un delirio 113
puede crear una sensación de poder. Si el mundo de uno se sale de control,
uno posiblemente invente una fantasía que le haga bien de nuevo. Nicole, ¿cree
que usted inventó a August para que alguien le pusiera atención, que la
quisiera, incluso necesitara al grado que su compañero real había dejado de
sentir?
—No es así… él no… —Hubo una larga pausa—. Quizás.
El Dr. Cronan apagó la grabación.
—¿Recuerda esa sesión, Sra. Rose?
Nicole sacudió su cabeza. Esa fue la primera vez que la realidad había
enojado porque recordó el descuido de Dominic, del trato hacia ella como si no
existiera y no le importara, como si ella fuera alguna molestia con la que él
tenía que lidiar entre los importantes asuntos de ser un gran abogado. Eso
nunca fue de esa manera antes. De alguna manera, él siempre se había hecho
tiempo para ella, y luego de repente fue como si ellos se dejaran caer a un
acantilado, a algún punto sin retorno donde la relación no podía volver a
sentirse bien de nuevo.
¿Pero inventar un vampiro de todo eso? No era una respuesta normal.
¿Pero las mariposas en el baño del tío Chuck lo eran? Y si un delirio estaba
controlándolo… ¿qué estaba tratando de controlar su tío? ¿Qué bien le
podían hacer las mariposas a él?
—Creo que está lista para dejar ir a August. ¿No lo cree? Su esposo real
la ama. Está preocupado por usted y quiere que vuelva a casa.
Sí, Dominic estaba preocupado ahora. Ahora que ella estaba
presuntamente… mentalmente inestable y hospitalizada, era probablemente
todo lo que él pensó. ¿Y no fue lo que hizo probablemente que August no fuera
real? Porque Dominic realmente la había descuidado. Quizás esa no era la
salida, no un vampiro que había hecho de alguna manera que él dejara de
amarla.
—Sra. Rose, ¿Quiere que August sea real ahora?
—No lo sé. —Era cierto. Siempre que estaba con él, esperaba que algún
aplazamiento la salvara de una vida que no podía terminar. Sin fin. Una vida sin
Dominic, sin su familia. Pero ahora, en el hospital de frente con la casi
seguridad de que era una chiflada, ser la inmortal víctima de un vampiro
parecía menos trágico.
Él era una fuerza externa actuando sobre ella, no el enorme y
aterrorizante vacío dentro de su propia mente. Si su cerebro realmente
trabajaba de éste modo… o fallaba para trabajar así… ¿cómo podría saber que
era lo real? ¿No era August mejor que eso? ¿Tan malo como era? ¿No era mejor
ser una víctima del sonido de su mente?
Hubo un golpe en la puerta y otro doctor entrometió su cabeza.
—Disculpe, Dr. Cronan, ¿puedo hablar con usted en privado?
Tan pronto como estuvo sola, Nicole corrió hacia el lado del escritorio
del Dr. Cronan para ver las notas que él había escrito sobre ella, pero eran
todos garabatos. No la ilegible letra de un doctor, sino literalmente garabatos
que no eran y no podían ser palabras. Jamás podían haber sido verdaderas
palabras. Puso play a la cinta de grabación. 114
—Los murciélagos vampiros se alimenta exclusivamente de sangre, un
rasgo llamado Hematofagia. Éste de distingue de los murciélagos frugívoros,
debido a su hocico corto, con forma de cono. —Una monótona voz femenina
musitó. Nicole pulsó el botón de expulsar. La etiqueta del casete decía: “El
Círculo de la Vida y Hábitat del Murciélago Vampiro.”
Corrió hacia el otro lado de la oficina. Una cortina de gasa blanca cubría
la ventana, privando a la luz del sol de filtrarse en la habitación a través de la
diáfana tela. Ella abrió las cortinas, frenética por abrir una ventana y conseguir
un poco de aire fresco, pero no había ventana, ni sol. Sólo una sólida, pared de
ladrillo con una grafiti en aerosol blanco que se leía “pobre, chica loca.”
Volvió detrás del escritorio, su mirada fija en la iluminación sobre el
abrecartas. Lo agarró y cortó su brazo, observándolo cicatrizar ante sus ojos.
¿Qué significaba eso? O no se había cortado a sí misma... o August era real y
esto no lo era.
El Dr. Cronan volvió para descubrirla parada, demente con un
abrecartas sostenido con fuerza en su mano.
—Sra. Rose, baje eso. No nos dañamos a nosotros mismos aquí.
Ella tuvo un repentino destello de ser manguereada y mantenida en un
agujero negro aquí en el hospital. No, no nos dañamos a nosotros mismos aquí.
Herimos a otra gente. Así es cómo trabajamos.
—¿Hay sangre en mi brazo, Dr. Cronan?
Nicole no podía ver nada. Casi tan pronto como ella cortó su brazo, antes
de que la sangre pudiera acumularse correctamente, se había cerrado.
—Necesito que baje eso, ahora.
—¡Respóndame! ¿Hay sangre en mi brazo?
—Por supuesto que no, y no queremos eso aquí, por lo que por favor
bájelo.
El Dr. Cronan bordeó su escritorio, como si ella estuviera reteniendo
rehenes, y pulsó el botón rojo.
Antes de que ella pudiera procesar el giro de los eventos, dos fuertes
caladores rompieron en el cuarto y torcieron el abrecartas de su mano. Ellos la
arrastraron por el pasillo mientras ella gritaba. Sabía que la demencia le
representaba lo peor de lo que sea que le podría haber sucedido, pero no
podía evitar la histeria burbujeando.
A medio camino del pasillo fue empujada en una habitación. La puerta se
cerró detrás de ella. Algo suave rompió su caída. Dios querido, era una celda
acojinada, literalmente. ¿Era reales estas cosas? ¿Ésta gente las usaba? ¿Tenía
sentido para proteger a alguien de sí mismo, o era un mito? ¿Una idea de
cultura popular?
¿De dónde vienes sus ideas acerca de las instituciones mentales? De
películas. De películas Irreales. Entonces si lo que le pasó aquí fuera como esas
películas, ¿luego no haría de eso un delirio? Trató de agarrar el destello que
tuvo en la oficina del Dr. Cronan… Siendo manguereada en una habitación
oscura. Nadie lo hace. ¿Ellos sí? ¿Éstas personas la manguerearían ahora?
Nicole cerró sus ojos apretados y trató de calmarse, respirando lento,
inhalando y exhalando, permitiendo que las imágenes y los recuerdos fluyeran 115
sobre ella. Había una habitación con una caja, un sintonizador y gritos, sus
gritos. Pero todo estuvo tan silencioso y tranquilo por un rato antes que… hasta
que se enfadó de nuevo. Había habido un rechinido como estática justo antes
de los gritos.
Otro momento… baños helados. Otro, correas y agujas. Montones de
píldoras. Montones de visiones borrosas. Sin esperanzas de irse jamás. ¿Qué le
había dicho él a Dominic? ¿Cómo el Dr. Cronan lo había convencido? ¿Cómo
había convencido al jurado? Era como un sueño donde todo salta de un evento
al siguiente sin una conexión. Entonces era un sueño, tenía que serlo. Y luego
despertaría… ¿con August? ¿Era mejor eso? Sostuvo su cara en sus manos.
No puede ser real. No puede ser real. No tiene sentido.
¿Pero August tenía más sentido? Trató de entender cómo podía
posiblemente no estar traumatizada por meses en su celda sin importar lo que
él le dijera acerca del poder de los vínculos, sin importar cuánto de su sangre
ella consumiera para hacer que se aleje. Pero si esto era el mundo real, ¿cómo
podía no recordar sus meses aquí? ¿Qué le hicieron a su cabeza? ¿Habían
hecho algo que destruyó su memoria? ¿Habían sido los tratamientos de
electroshock? ¿O una droga con malos efectos colaterales?
Ya nadie hacía esas cosas. Así no era como trabajaban ahora los hospitales
mentales.
¿Pero cómo lo sabía? Y si no era real, ¿por qué se sentía como si lo fuera?
¿No era igual de loco de cualquier forma?
Gateó hasta el rincón más alejado y puso sus rodillas en su pecho. ¿Le
traerían comida? Una banana y cereal pastoso no le durarían mucho. ¿Cuán
drogada estaba?
Había sido abandonada por ambos; Dominic y August.
¿Qué versión del infierno prefería? La de tener un posiblemente muerto
o posiblemente vampiro Dominic o un definitivamente loco vampiro August.
Esto era de locos en todos los sabores y estilos flotando por los pasillos,
colándose en el aire, flotando a gritos.
—No quiere ser delirante. No puedo serlo. —Como si decirlo fuerte
pudiera de algún modo demandar que la realidad tomara forma alrededor de
esas palabras.
La puerta la sorprendió cuando se abrió. El Dr. Cronan arrastraba una
silla plástica con voluminosas patas que se inclinaban sobre el acojinado.
—¿Está lista para hablar de forma razonable ahora?
—No quiero ser delirante —murmuró.
—Eso es algo cercano al progreso.
¿Él estaba siendo sarcástico? ¿Eso hacían en la institución mental?
—Quiero hablar con Dominic. Quiero a mi esposo, ahora. Es mi abogado,
y tengo derechos.
—Va a ver a su esposo cuando tengamos oportunidad de prepararla.
—No. No tendrán oportunidad. Quiero ver a Dominic, o no voy a
cooperar.
Él sacudió su cabeza y miró hacia el anotador que contenía sus garabatos
sin contenido. 116
—No fue bueno para ti la última vez que diste ese ultimátum.
—¿Es una amenaza? —Dominic no la abandonaría, ¿lo haría? Pero… en
cualquier realidad la trajo aquí. La imagen de August se deslizó dentro de su
mente—. Prefería el otro mundo. —Se alejó, asumiendo que el Dr. Cronan
tomaría la indirecta, recogería su silla y su anotador de tonterías y se iría. Pero
no hizo.
—Interesante. Pensé que estaría lista para dejarlo ir. ¿Le importaría
decirme por qué?
Nicole escogió un hilo suelto en la pared.
—¿Por qué preferiría éste mundo? El único donde obviamente no tengo
oportunidad de recuperarme. Pudriéndome en éste lugar detrás de las rejas
con lunáticos y demasiada medicación para recordar la mitad de esto. Tan malo
como alguna de las otras realidades puede ser, hay un mundo entero por
explorar y tiempo infinito para explorarlo. August no dejaría que nadie más me
hiriera. Y quizás Dominic estaría bien. Funcionaría de alguna forma.
—¿Dominic? ¿Usted integraba a su marido en su delirio?
—August lo convirtió en un vampiro. Él no nos separó. Yo lo conservaría.
Nicole saltó cuando una mano agarró su hombro.
—Nicolette…
Abrió los ojos y saltó fuera de la cama, poniendo distancia entre ella y el
vampiro. Le tomó un momento darse cuenta dónde estaba mientras sus ojos
corrían a toda velocidad sobre la habitación, tratando de darle sentido a las
cosas.
—¿Tú lo hiciste… tú me hiciste esto?
—¿Hacerte qué? ¿Dejarte dormir?
El sueño había sido demasiado real. No fue como si ella usualmente se
diera cuenta de que era un sueño mientras soñaba, la mayoría de la gente no lo
hacía, pero ese sueño había sido híper real, de alguna manera le preocupaba si
era la verdadera realidad y ésta era simplemente un delirio. ¿Cuán a menudo
los sueños hacían eso? Si esto era posible, el sueño se había sentido más real
que soñar despierto. ¿Entonces cómo sabía que estaba despierta ahora?
—No estoy segura de qué es real. No sé si eres real o si estoy en una
habitación acolchada justo ahora alucinando.
Los ojos de August se abrieron.
—Oh.
—¿Oh?, ¿oh, qué?
—Te alimenté con mi sangre mientras mis emociones eran erráticas.
Puede haberte afectado a ti y tus sueños.
—Creí que no podías controlarme.
Él rodó sus ojos.
—Obviamente puedo controlarte en varios sentidos. Pero no eres mi
mascota mental. No puedo hechizarte. Puedo incitarte. Puedo hacer que me
quieras como nunca has querido nada más, pero lo que hagas con ese deseo es
tuyo. Pero el intercambio de sangre… nunca pensé acerca de sus efectos
colaterales, me disculpo.
Quitó sus manos de ella, pero ella lo observaba con desconfianza. 117
—¿Dirigiste el contenido de mi sueño? ¿Hiciste intencionalmente que
algo de eso pasara?
—No funciona así.
—¿Cómo lo sabes? ¿Cómo puedo confiar en eso? —De hecho, más
pensaba sobre eso, más idiota se sentía escuchando todo lo que él decía acerca
de cualquier cosa. Como que no conocía las reglas de su mundo o su
naturaleza, él no podía hacer nada y ella no tenía elección para seguir adelante
con esto. Sólo porque él decía algo no significaba que ella debiera sonreír,
asentir y seguir con esto como si fuera la obvia verdad.
—Nicolette, no tengo idea de qué soñaste. Así que si vas a acusarme de
algo, ten la amabilidad de darme suficiente información para saber qué es tan
malo.
Ella se dejó caer en la cama.
—Era en un hospital. Dijeron que había estado allí por meses. Que era un
delirio.
—¿De nuevo? Nicolette, nunca has estado loca. ¿Entiendes que no
puedes ser una delirante y tienes una mente demasiado fuerte como para que
un vampiro la controle? Es totalmente ilógico.
—¿Entiendes que esos vampiros no eran reales, y es perfectamente
lógico suponer que si estoy viendo uno y viviendo con uno esa sería un normal
cuestionar esa realidad y mi cordura?
—Entiendo que has tenido una experiencia muy intensa en los meses
pasados. Toda la vida va a normalizarse y sabrás que es real. Siento que hayas
tenido un sueño que te aterrorizada demasiado y llamara a cuestionarte todo.
No voy a darte mi sangre cuando esté así de molesto de nuevo. —Él comenzó a
irse.
—August, espera.
—¿Sí?
Nicole fue hacia él y le permitió que la abrace. No estaba segura ahora
que estaba supuestamente despierta de querer que esto sea su vida, pero sabía
que no quería su vida estando en habitaciones acojinadas y drogas e
incontrolable.
—¿Por qué no subes y comes algo?
Ella no se quejó mientras él la guiaba hacia la cocina.
—No hay mucho. Sólo algunas cenas congeladas.
—Cualquier cosa estará bien.
Él tomó una caja del congelador y la disparó en el microondas luego se
sentó frente a ella, con preocupación en sus ojos.
Ella corrió sus dedos sobre las vetas de la mesa. Era no más o menos real
que la mesa en la institución que había… ¿soñado? ¿Entonces cómo sabría cual
mesa era la real?
August se inclinó cerca y presionó su muñeca en la frente de ella como si
estuviera chequeando si tenía fiebre.
—Tu piel está un poco sudada. Estoy preocupado.
—Bueno, no puedo morir, ¿cierto?
—¿Entonces no debo preocuparme si experimentas algún malestar en la 118
vida? ¿Desde que eres inmortal, mi preocupación es inoportuna?
—No es lo que quise decir.
El microondas repicó, salvándola de tratar de imaginar que quería decir
o cómo expresarlo. Él le deslizó la caja a ella y recuperó un tenedor del lavabo.
—Te necesito lúcida. Dominic va a ponerse de pie pronto. Tendrás que
alimentarlo.
Nicole no se había dado cuenta de que sería tan rápido o quizás durmió
mucho más de lo que pensaba. ¿Quién sabe cuánto dura un sueño inducido por
la sangre de un vampiro? No estaba segura de sí estaba lista aún para ver a su
esposo en su nuevo estado. No estaba segura de cómo se sentiría acerca de él
poniéndose de pie del todo.
—Él no va a ser como yo. Sabremos inmediatamente si él puede
alimentarse de ti. Si puede, no tendrá que matar. —Miedo genuino brilló en los
ojos del vampiro, quizás miedo de haber maldecido a Dominic destinándolo a
lo que él había acarreado por siglos.
—Si él tiene que matar, nunca voy a… —Su voz tembló.
—Lo sé. No voy a perdonarme a mí mismo, tampoco.
Nicole fue detrás del filete Salisbury, habichuelas verdes y papas
machacadas. Sabía cómo a cartón, como todas las otras comidas congeladas
que existían. Las papas estaban particularmente revueltas. Estaban cubiertas
en una agria salsa espesa marrón que enmascaraba las papas. Pero nada podía
enmascarar la espesa salsa. Era como si dos tipos de horrible pelearan por
disfrazar al otro y ambos fallaran miserablemente.
Las fosas nasales del vampiro se ensancharon y sus ojos resplandecieron.
Su cabeza se volteó rápidamente hacia la puerta de la cocina.
—¿August?
Él mantuvo una mano arriba.
—Shhh. —Miró fijamente en dirección al corredor como si viera… u
oyera algo—. Tu marido despertó. Ve a alimentarlo. —Retiró la llave de su
bolsillo y la presionó en la mano de ella.
—Yo… pero… ¿sola?
—Bueno, estoy seguro que no deseo observar.
—¿Por qué no? Hiciste que él observe.
August gruñó.
—No me analices ahora, Nicolette.
Capítulo 15
119
Traducido por Blinda
Corregido por Pily
***
August cerró sus ojos ante la vista de ellos juntos. Leyéndose la mente el
uno al otro. Teniendo conversaciones privadas que nunca serían privadas para
él. Él tenía la misma capacidad con Dominic, pero la conexión mental directa
con Nicolette era algo que nunca sentiría. De algún modo, Dominic tenía mayor
poder sobre ella.
Pero él era un vampiro joven. Todo lo que August necesitaba era que
Dominic perdiera el control y abusara de sus habilidades una vez. Entonces ella
vendría corriendo a su compañero para su protección. Abrió sus ojos para
encontrarlos a los dos haciendo el amor. No se preocuparon porque él se
encontraba allí, o lo habían olvidado. Se dio vuelta y bajó al vestíbulo oscuro,
parándose ante las puertas de cristal.
Los grillos y las ranas dejaron de cantar cuando alcanzó el aire fresco,
dando aspecto de soledad a una noche brumosa iluminada por la luna llena,
brillante. Todo excepto las personas se volvía completamente tranquilo y
silencioso en su presencia.
A veces August pensó que sería un mayor desafío cazar algo del bosque
en vez algo de la alameda, pero durante siglos nunca había tenido el lujo de
probar aquella teoría, ya que era la sangre humana la que lo sostenía.
El impulso llegó despacio, aliviando sus sentidos. No era la estúpida
necesidad de alimentarse. No era hambre. No estaba acompañada por culpa o
angustia, solamente un paseo simple, tranquilo para matar algo, apagar la vida
como una vela solitaria en un cuarto oscuro. El sentimiento sociópata enfrió su
sangre.
Pero él no pensaba matar gente. Pensaba cazar en los bosques. La gente
cazaba en los bosques. La población de ciervos locales había crecido
rápidamente. Estaba abierta la temporada de caza. Incluso la gente decía que
estaba bien.
Acechó por el bosque, explorando el follaje por un par de ojos negros y
cándidos, algo inocente que matar.
Eventualmente, los sonidos de la noche continuaron. Los grillos, las
ranas. Pequeñas criaturas correteaban por los bosques localizando sus
guaridas.
Descubrió un ciervo hembra antes de que ella lo descubriera. Cuando
comprendió que había sido vista, se lanzó entre los árboles.
August comenzó la persecución, un sentimiento de regocijo corría por él.
Cuando atrapó el gamo, la sostuvo por la garganta y hundió los colmillos en su
carne. Se ahogó, jadeó y escupió la sangre.
—Es asqueroso —dijo a cualquier fauna que oyera su queja.
Sujeta sobre la tierra, estaba sufriendo, así que le rompió el cuello de un
tirón brutal.
Ahora que Dominic debía quedarse allí, August necesitaba una salida.
Quizás la caza le permitiría quemar el vapor necesario para tener paz en
su nueva vida. ¿Realmente había pensado que alguna vez la tendría? Si Dominic 129
hubiera muerto, el espectro de su marido siempre colgaría sobre ellos,
atormentando cada momento que compartieran. El fantasma en su mesa, en su
cama.
Cuando volvió a la casa, encontró a Nicolette en el patio trasero. Se había
puesto una bata lavanda sobre su pijama, aunque no hubiera ningún peligro
aquí fuera que se pudiese advertir por nadie.
—Espero que no cubrieras ese cuerpo encantador por mi culpa —dijo él.
Sus ojos se ensancharon cuando se acercó. —¿August? ¿Q-qué has
hecho?
¿Estaba mal disfrutar de su incomodidad?
—¿Qué piensas qué hice? Di un paseo.
Debía haber sangre sobre su boca o sobre su pecho. Y desde luego ella
pensaría que era sangre humana. Desde luego pensaría que él cruzaría esa
línea en su celosa rabia, que iría y tomaría una vida humana cuando estaba sin
la maldición… por ninguna otra razón que el mal humor escarpado. ¿Pensaba
tan poco de él?
Agarró su brazo mientras él pasó por delante de ella.
—¿August? ¿Quién? ¿Por qué?
Él se la quitó, molesto. —La madre de Bambi. Desahogo.
Brincó al balcón de un gran salto sobrehumano y entró de nuevo por las
puertas de cristal. Nicolette se forzó a volver dentro de forma normal.
Se paró en el baño de invitados y aclaró la suciedad de sus pies, luego
limpió la pizca de sangre de ciervo de la esquina de su boca y de su pecho. Los
pasos de Nicolette aporrearon encima de la escalera cuando él cruzó el pasillo
a su espacio y subió en la cama. Estuvo a punto de chasquear la lámpara de
cabecera cuando golpearon la puerta.
—¿August?
—Márchate, Nicolette. Los últimos días han sido largos y complicados.
Necesito descansar. —Lo que él necesitaba era beber de ella, lejos de Dominic,
forzarla a recordar el placer de su mordedura, una adicción que no se
marcharía. Pero no estaba preparado para aparecer débil y empalagoso en
este momento.
La puerta pulsó suavemente, y ella dio un paso en el cuarto. August saltó
de la cama y se emborronó hasta la puerta, surgiendo sobre ella, una mano
encima de su cabeza sosteniéndola cerca, otra vuelta al cerrojo.
Su pulso revoloteó en su garganta, y sus ojos se ampliaron. De repente
lucía, no como alguien al que no pudiera matar, sino como cualquier frágil
humano. Como cualquier comida que hubiera mantenido encerrada en una de
sus jaulas. Parte de él apenas podía recordar esa vida, como si se hubieran
alejado miles de millones de años desde ese momento.
—No deberías venir a mi cuarto a no ser que yo envíe por ti. —Él tiró del
cinto sobre la bata y deslizó la tela sedosa de sus hombros.
—¿Yo… August… yo… era un ciervo? ¿Realmente?
Hizo rodar sus ojos y gruñó.
—Sí, era un ciervo. ¿Pensaste que había matado un humano? ¿Aquí fuera
en medio de en ninguna parte? 130
—Te mueves rápido. Podrías haber ido bastante lejos.
—¿Debo entender que la única razón por la que querrás ahora hacer algo
conmigo es para impedirme asesinar gente? —Mientras su irritación creció, los
colmillos empujaron a través de sus encías.
—N - no. No es como eso. Dominic dijo que estaba bien…
August envolvió una mano alrededor de su garganta.
—¿Imaginas que necesito el permiso de Dominic para tomar lo qué es
mío?
—N..no dijo nada de eso. Él dijo … dijo que estaba bien para mí amarte.
—Las últimas palabras salieron en un susurro, menos reales que el resto de la
oración. Pero él las había oído.
August la liberó bruscamente. Su mano moviéndose para frotar las
contusiones que se descoloraban ya.
¿Amor? Él trabajó para mantener la expresión sobre su cara con aire de
suficiencia divertida, pero estaba seguro de que no la había conseguido.
La idea de que ella pudiera o quisiera alguna vez amarlo en cualquier
momento futuro… que Dominic consideraría tal cosa, y le permitiría … No, que
uno pudiera permitir sentimientos. De todos modos decir que estaba bien
dejarla ir y sentir algo, para su marido implicaba que no mantendría el rencor,
que la compartiría francamente, era inesperado.
Ella se ruborizó y bajó la mirada.
—¿Qué te hace pensar que requiero tu amor? Todo lo que quiero es tu
sangre y tu cuerpo cuando lo exija. Puedes ahorrar tu suave y dulce compasión
para tu marido. No la quiero.
Había asumido que ella se había enfadado, pero cuando ella comenzó a
gritar en cambio, las chispas de su conciencia se encabritaron. No la
escucharía. No permitiría que sus sentimientos humanos lo afectaran. La
vulnerabilidad que él podría haberse permitido mostrarle si fueran solo ellos
dos, nunca podría ser ahora. Ella siempre escogería a Dominic. Incluso si
convertirse en vampiro le hacía posible a su marido compartir, ella todavía era
humana y probablemente siempre pensaría como una. No merecía la pena el
dolor de nunca tenerla realmente.
—Entra en la cama —gruñó él.
—Pero…
—Cuando vienes aquí sin haber sido convocada y te digo que te vayas y
persistes, entonces harás lo que diablos te digo que hagas cada vez que estés
dentro de mi habitación. Ponte. En. La. Cama. —La fulminó con la mirada y
señaló.
—¿Por qué eres así? Me tienes. No voy a ninguna parte. ¿Pensé que
dijiste que seriamos eternos? Que era tu compañera. Ahora actúas como si solo
soy comida y una puta para ti.
—¿Bien, verdad?
August empujó la repulsión ante sus lágrimas, pasando del impulso
instintivo de consolarla. ¿El vínculo la esclavizaba? Esto lo esclavizaba, a sus
caprichos, a su dolor, a todo lo que ella quería o sentía. No era como si alguna
vez hubiera sido indiferente a ella. A partir del momento que descubrió que no 131
podía adentrarse en su cabeza, ella se había convertido en algo raro y
precioso.
Pero esos sentimientos que le roían habían crecido desde que había
tenido su sangre, desde que los había vinculado juntos en un matrimonio impío.
—S…supongo que no tienes que fingir más. Dado que Dominic es un
vampiro ahora, y sabes que no huiré otra vez. Estamos atados todos juntos, así
que puedes ser tú. —Su voz tomaba su garganta como si las lágrimas la tuvieran
de alguna forma agarradas alojadas allí dentro.
Él no contestó.
—¿Nunca ibas a preocuparte para mí, verdad? —preguntó ella.
El hecho de que ella no entendiera como el vínculo lo había afectado era
una pequeña comodidad en medio de todo lo que ahora lo hacía aguantar.
Nunca podía dejarle saber su poder. Eso dolería demasiado.
—Tienes a Dominic. ¿Y eso qué importa? ¿Esperas que crea que después
de todo lo que ha sido revelado entre nosotros que de repente tienes
sentimientos románticos hacia mí? ¿Qué tengo tu corazón? ¿Piensas jugar
conmigo como con algún idiota?
Su mirada giró alejándose de él.
—Cuando estaba en el hospital, quise que vinieras y me llevaras porque
sabía que eras el único que podría. Eras el único que entendía. Eras el único
que tenía el poder de liberarme de aquel lugar.
—Pero ahora Dominic entiende. Así que, ya no es más necesario que
finjas o te adhieras a mí.
—Pero algo cambió cuando estuve allí dentro. Lo odié durante el más
breve momento. No sabía que podía odiarlo, pero cuando comparé el modo en
que lo odié con el modo en que te había odiado, no pude calcular la diferencia.
Quise que me llevaras lejos de allí, de Dominic, del hospital, de todos y de
todo. Ellos me traicionaron. No podía imaginar que alguna vez me abandonaras
así.
La mandíbula de August se apretó. Sus bonitas palabras no lo desharían.
Dejó que la rabia se cociera a fuego lento. Podría habérsela llevado. Podrían
haber sido ellos dos si su cólera no hubiera exigido venganza. Él había tenido
que complacerse en la dulce venganza de dejar a Dominic ver el horror de la
verdad, de saber lo que Nicolette había hecho, lo que ella se había hecho, que
sus historias sobre su amante vampiro no eran una locura. Él había querido
frotarlo en la cara del hombre.
—Las cosas que piensas que sientes no son verdad. Eso es nuestro
vínculo. Nunca será real.
¿Esto era lo que quería creer? ¿Cuántos siglos tendría que sentir esta
necesidad de ella antes de que lo aceptara como la otra versión de la realidad?
Ella había dejado de llorar, pero lucia como si pudiera arrancar otra vez
en cualquier momento.
Se unió a ella sobre la cama y se sentó a horcajadas sobre ella,
sosteniéndola entre sus brazos. Su mordedura la tarjeta de triunfo que sostenía.
Dominic no podía reproducirlo. Nunca podía esperar darle el mismo intenso
placer. Si ella lo empujara, August simplemente podría retener su piedad, 132
hacerla sufrir la agonía de los colmillos de Dominic sin el contrapeso de su
propia mordedura. Este era el único poder que le había dejado, perverso sin
embargo. Y sabía incluso que aunque lo pensara, nunca lo haría.
La mordió y bebió profundamente mientras ella se retorció y gimoteó
bajo él.
Dominic nunca tendría un momento privado como este. August siempre
estaría en lo alto de esta cadena alimenticia y Nicolette siempre permanecería
en la parte baja.
Arrancó su boca de su garganta.
—Mírame.
Su mirada fija y ausente se deslizó de mala gana hacia él. Vergüenza.
Deseo. Anticipación. Miedo. Aborrecimiento, por ella o por él, no podía estar
seguro. ¿Cuál era la diferencia?
—Te morderé cuando Dominic se alimente para impedirle que te haga
daño, pero te tendré cada día en privado primero. ¿Lo entiendes?
Asintió rápidamente.
—Dilo. Quiero oírlo. No alguna inclinación leve de su cabeza que más
tarde puedes negar.
—S…si entiendo.
—Buena chica.
August levantó su peso de ella. Nicolette estaba enrojecida. Con tanto
como él bebió, una persona normal estaría muerta o tan pálida que sería difícil
encontrar la diferencia.
—Puedes dormir con tu marido esta noche.
Ella se levantó y lo paso deslizándose hacia la puerta. Hizo una pausa
cuando llegó allí, luego se volvió y le ofreció un casto beso. —Gracias.
—¿Por qué?
—Por permitirme tenerlo.
Él suspiró.
—Te dije que te daría todo, cielo.
August miró su ida. Pasaron unos minutos antes de que oyera los sonidos
de amor intercambiados entre su compañera y Dominic pasillo abajo. Trató de
no visualizar sus miembros enredados juntos, cada uno adherido al otro como
una balsa salvavidas perdida en un oscuro océano sin fin.
Se agarró al borde del tocador y enfocó su reflejo, como si mirándose lo
suficiente durante mucho tiempo y bastante profundamente pudiera
desenredar todos los fragmentos de él que había enredado en los siglos
pasados. Como si de algún modo pudiera cualquiera de ellos tener sentido, o
superponer un significado más profundo o como con el propósito de una nueva
capa de pintura sobre una vieja ventana.
Era lo que la gente hacía. Era lo que había hecho una vez. Ser capaz de
volver a aquel mundo donde las cosas debían tener sentido. Donde todo se
encerraba junto en un complejo rompecabezas que ningún hombre entendía en
su totalidad, pero en el que seguramente todo sería brillantemente explicado
en algún sitio en la vida tras su muerte.
Se había equivocado. No era su humanidad lo que él había percibido las 133
noches que había rezado por la capacidad de morir. No había tenido ningún
tiempo o espacio para rememorar sobre lo que significaba ser humano cuando
su existencia había girado alrededor del singular momento de placer de la
alimentación antes de que el mundo cayera cada noche.
Aún ahora, una nueva eternidad se revelaba ante él. Y una nueva
necesidad. La necesidad de amor, aceptación, familia. La necesidad de no
ceder ante el monstruo debajo, al que le podría gustar demasiado matar.
Eterno o finito, la vida era sufrimiento, y había siempre un modo nuevo y
más creativo de sufrir.
Sostuvo su mirada clavada en el espejo mientras recogía la joya del
aparador y aseguraba la cruz alrededor de su cuello. El peso familiar colocado
contra su pecho desnudo, la quemazón de la plata través de cada capa de piel
para quemar directamente sobre su alma. El humo elevándose dramáticamente
de su carne como el momento de niebla en un ballet clásico. Su corazón
revoloteó en una cadencia incierta y curiosa. Más el embotado, estable
tamborileo, marchando, iba más allá de los bordes del universo y seguía
yendo. Era un nuevo golpe. Uno que podría cambiar. O terminar un día.
A través del humo, August vislumbró el fantasma de una sonrisa.
Fin
Sobre la autora
134
Kitty Thomas escribe literatura dark erótica que explora la dinámica del
poder y la sexualidad. Estas obras son ficción y van dirigidas a un público
adulto. El autor no respalda ni aprueba ninguna de las conductas realizadas por
los personajes de sus historias.
Su trabajo no es “el romance erótico”, a menudo, en un cierto nivel, es
sobre el amor y/o la obsesión. A menudo, la pareja de alguna manera terminan
“juntos”, pero no se debe esperar que el trabajo siga las convenciones de
cualquier tipo del género romántico, erótico, u otro tipo. Si usted está buscando
género romántico (erótico u otro tipo), por favor, lea un autor diferente. El
romance erótico es “romance más explícito”. Esto es algo diferente.
La inspiración para el trabajo de Kitty viene de muchas fuentes, entre
ellas: Story of O, Nueve semanas y media, y el trabajo de Claudia D. Christian.