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Temario General de la ESTT - OEP 2011

Grupo de Materias Generales


Elaborado en 2011

TEMA:
ESTADO, NACIÓN Y TERRITORIO. NACIÓN POLÍTICA Y NACIÓN CULTURAL

1. ESTADO, NACIÓN Y TERRITORIO.

En el siglo XIX se identifican, por primera vez, las ideas de nación, pueblo y Estado. Son aún nociones
difusas que están por definir. La nación se identifica con un grupo de personas que tienen en común algo.
Pero ese algo es diferente según el grupo de intereses que se definan. La nación la suele constituir un
pueblo, que se identifica con un territorio (el concepto de pueblo también es difuso). Para que una nación
pueda considerarse como tal, se entiende que debe tener un Estado independiente, con lo que se identifica
Estado y nación. La visión romántica del asunto pretende que cada pueblo, para ser tal, debe luchar por
tener un Estado. Lo que sí estaba muy claro era qué era un Estado: un conjunto de instituciones que
administra y gobierna un territorio.

Sin embargo, actualmente encontramos situaciones diversas:

a) Menos del 10% de los estados-nación lo son completamente (en el sentido de que el Estado
se corresponde con una única Nación) Como ejemplos, puede citarse Japón.

b) En la mayoría de los casos hablamos de estados plurinacionales cuyos miembros pertenecen


a identidades colectivas diferentes. En ocasiones esta pluralidad es asumida sin tensión, pero en
otras puede causar situaciones de conflicto. El caso de España es paradigmático, así como otros
múltiples ejemplos como Bélgica, China, etc.

c) Existen naciones sin estado. Kurdistán, Cataluña, Québec.

d) Igualmente hay estados sin nación. P.ej. Mónaco.

e) Finalmente hay naciones divididas por más de un estado. P.ej. Corea

La nación es una e indivisible, y está compuesta por un conjunto de ciudadanos con soberanía indiscutible
que se expresa en la formación de un Estado. El derecho a tener un Estado, de los pueblos, supone, así,
un derecho natural anterior a la creación del mismo. Pero este concepto implica, también, el de democracia
participativa, puesto que es en el pueblo en donde reside la soberanía, y el que se concede un determinado
tipo de Estado.

Sin embargo, en la práctica, jamás se definió lo que era un pueblo, y los Estados nación se constituyeron
sin atención a etnias, lenguas o religiones, ni a diferencias culturales. Lo que identificaba el sentimiento
nacional era el bien común frente al privilegio, y el sentimiento, irracional, de pertenecer a una misma
comunidad. El imperialismo demuestra que tampoco la identificación con un territorio era motivo para la
creación de una nación. Además, existen naciones sin territorio, como los judíos o los gitanos.. El
ciudadano es el que pertenece a un pueblo soberano que forma un Estado. Pero en esta época, el
concepto de nación no se forma por exclusión de una frente a otras, sino que pretenden aglutinar en un
Estado nación a todos los que de alguna manera se pueden identificar como pertenecientes a un mismo
pueblo: son los pannacionalismos.

Italia, Alemania y Austria-Hungría son los tres Estados nacionales que surgen en el siglo XIX. Los tres son
grandes Estados con un peso específico dentro de las potencias europeas.

A pesar del empuje del nacionalismo como ideología, no todos los Estados son nacionales, ni todas las
naciones tendrán Estado. En realidad, la formación de un Estado es independiente del concepto de nación,
y en todos los Estados hay varias naciones o pueblos. Es un problema de escala: el Estado para que sea
viable económicamente ha de tener un determinado tamaño mínimo, que viene definido por el mercado
para los productos industriales. Los Estados se crean a raíz de la formación de un mercado nacional libre
de trabas aduaneras. El debate de la nación Estado se plantea fuera de la ideología liberal, que en última
instancia es la que predomina a la hora de crear Estados reales. La complejidad para definir lo que es una
nación y lo que es un pueblo, que tienen derecho a un Estado, es, ante todo, metodológica.

2. NACIÓN POLÍTICA Y NACIÓN CULTURAL.

Autor: Ernesto Abati García-Manso . Página 1 de 9


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El concepto de nación empezó a ser utilizado a finales del S. XVIII para designar a la comunidad humana
que forma el sustrato indispensable de un estado.
Dos son las versiones que se han atribuido al término de nación:

1. TRADICIÓN FRANCESA: La nación está integrada por todos aquellos que manifiestan el deseo de
convivir en una misma comunidad política, más allá de cualquier diferencia lingüística, cultural, religiosa o
étnica. Para esta versión (Sieyès, 1789) una nación existe cuando hay una voluntad compartida por ejercer
colectivamente el poder. La nación tiene un fundamento subjetivo en la voluntad política de sus miembros,
que se manifiestan principalmente en contra de la monarquía absoluta//.

2. TRADICIÓN ALEMANA: La nación está integrada por quienes participan de determinados rasgos
como la lengua, la cultura, la mitología histórica. La nación tiene un fundamento sustantivo basado en las
señas de identidad colectivas. Aquí no es la nación frente al monarca absoluto; es la //nación (homogénea)
frente a otras naciones.

Según la versión de nación que se tenga en cuenta, se distinguen dos procesos diferentes en la forma
política estatal:

2.1. NACIÓN POLÍTICA: El estado precede a la conciencia de nación. Los poderes estatales fueron
quienes impulsaron la construcción de la nación como una “comunidad imaginaria” con características
diferenciales tales como una lengua, unas tradiciones culturales, unos rasgos étnicos, etc. De este modo la
nación y la conciencia de una identidad nacional, se va construyendo desde el mismo estado, que es quien
tiene el poder. La consigna clara es que “cada estado debe contar con su propia nación”.P.ej. Francia

2.2. NACIÓN CULTURAL: La nación es la que conduce hacia el estado. La movilización de un colectivo
en torno a determinadas señas compartidas de identidad (principalmente, según Castells, la historia y la
//lengua, //que// es la verbalización del pasado común/) se convierte en algún momento en reivindicación de
personalidad política. Éste es el sentido de los movimientos y partidos nacionalistas que aspiran a la
creación de su propio estado. En este caso se trata de que “cada nación consiga su propio estado”.

En ambos casos, ni la nación ni el estado son realidades naturales, sino “artificiales”, construidas por la
acción humana a lo largo de la historia.

Nación política

En el campo del derecho político, la nación política es el titular de la soberanía cuyo ejercicio afecta a la
implantación de las normas fundamentales que regirán el funcionamiento del Estado. Es decir, aquellas que
están en la cúspide del ordenamiento jurídico y de las cuales emanan todas las demás.

Han sido objeto de debate desde la Revolución francesa hasta nuestros días las diferencias y semejanzas
entre los conceptos de nación política y pueblo, y por consiguiente entre soberanía nacional y soberanía
popular. Las discusiones han girado, entre otras cosas, en torno a la titularidad de la soberanía, a su
ejercicio, y a los efectos resultantes de ellos.

Una distinción clásica, con respecto a la mencionada Revolución, ejemplifica en la Constitución de 1791 la
soberanía nacional, ejercida por un parlamento elegido por sufragio censitario (visión conservadora), y la
soberanía popular en la Constitución de 1793, en la que el pueblo es entendido como conjunto de
individuos, lo que conduciría a la democracia directa o el sufragio universal (visión revolucionaria). Sin
embargo, estos significados ya se difuminaron en la misma época revolucionaria, en la que varios autores
emplearon los términos de otra forma. Según Guillaume Bacot las diferencias fueron prácticamente
terminológicas y desde 1789 a 1794 hubo en el fondo un mismo concepto revolucionario de soberanía.

En 1789 el abate Sieyès usó, con un fuerte carácter socio-económico, nación y pueblo como sinónimos.
Pero poco después modificó su significado, estableciendo una diferencia fundamental para su idea de la
soberanía y del Estado constitucional. Concibió entonces la nación como propia del Derecho natural,
anterior al Estado (Derecho positivo), y al pueblo como determinado a posteriori. En síntesis, para Sièyes la
nación es titular de la soberanía, ésta se ejerce mediante el poder constituyente, y después, tras el

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"establecimiento público" (Constitución), quedaría definido el pueblo como titular del poder constituido. Así
pues, el pueblo sería para el abate la nación jurídicamente organizada.

Nicolas de Condorcet sólo emplea el término pueblo, pero coincide con Sièyes al hacer énfasis en la
distinción entre poder constituyente y poder constituido como base para el buen funcionamiento del Estado
liberal y democrático.

Para estos dos autores, el papel del titular de la soberanía (llámese nación o pueblo) se agota tras el
ejercicio del poder constituyente. Tan sólo quedaría, en estado latente, como "recordatorio" del fundamento
del Estado, y podría manifestarse excepcionalmente para rebelarse contra la opresión de una eventual
tiranía.

De los mencionados argumentos de Sieyès y Condorcet se deriva una idea básica respecto al Estado
constitucional, que perdura hasta hoy, según la cual, como señalan, por ejemplo, Martin Kriele e Ignacio de
Otto, en dicho Estado no hay soberano. Esto se basa en que si consideramos la soberanía como summa
potestas o poder ilimitado (y por tanto con facultad para crear leyes sin ningún freno a priori), ello es
incompatible con la existencia de una norma fundamental que establezca su supremacía. Otros autores 2
sostienen que el proclamar la soberanía nacional tiene por objetivo propugnar o establecer una estructura
constitucional propia del Estado liberal de Derecho: al atribuir la titularidad (que no el ejercicio) de la
soberanía a un ente unitario y abstracto, se proclaman como no originarios los órganos estatales, evitando
que cualquiera de ellos reclame para sí poderes que considere anteriores a la Constitución, lo que además
favorece la articulación policéntrica de dichos órganos (pues ninguno prevalecería sobre los demás).

Internacionalmente hablando, la nación no es sujeto de Derecho, característica que sí posee el Estado.

Nación cultural

El concepto de nación cultural es uno de los que mayores problemas ha planteado y plantea a las ciencias
sociales, pues no hay unanimidad a la hora de definirlo. Un punto básico de acuerdo sería que los
miembros de la nación cultural tienen conciencia de constituir un cuerpo ético-político diferenciado debido a
que comparten unas determinadas características culturales. Estas pueden ser la lengua, religión, tradición
o historia común, todo lo cual puede estar asumido como una cultura distintiva, formada históricamente.
Algunos teóricos[cita requerida] añaden también el requisito del asentamiento en un territorio determinado.

El concepto de nación cultural suele estar acoplado a una doctrina histórica que parte de que todos los
humanos se dividen en grupos llamados naciones. En este sentido, se trata de una doctrina ética y
filosófica que sirve como punto de partida para la ideología del nacionalismo. Los (co)nacionales(n1)
(miembros de la nación) se distinguen por una identidad común y generalmente por un mismo origen en el
sentido de ancestros comunes y parentesco.

La identidad nacional se refiere especialmente a la distinción de características específicas de un grupo.


Para esto, muy diferentes criterios se utilizan, con muy diferentes aplicaciones. De esta manera, pequeñas
diferencias en la pronunciación o diferentes dialectos pueden ser suficientes para categorizar a alguien
como miembro de una nación diferente a la propia. Asimismo, diferentes personas pueden contar con
personalidades y creencia distintas o también vivir en lugares geográficamente diferentes y hablar idiomas
distintos y aun así verse como miembros de una misma nación. También se encuentran casos en los que
un grupo de personas se define como una nación más que por las características que comparten por
aquéllas de las que carecen o que conjuntamente no desean, convirtiéndose el sentido de nación en una
defensa en contra de grupos externos, aunque éstos pudieran parecer más cercanos ideológica y
étnicamente, así como en cuestiones de origen (un ejemplo en esta dirección sería el de "Nación por
Deseo" (Willensnation), que se encuentra en Suiza y que parte de sentimientos de identidad y una historia
común).

El concepto de nación tiene un fuerte componente ideológico, que se define en el «amor a la patria», y se
concreta en la investigación de las peculiaridades que definen al pueblo y en el conocimiento de la
geografía nacional. Es la época en la que aparece el excursionismo y las sociedades de amigos del país.
Sin embargo, existe una contradicción fundamental entre el nacionalismo que excluye a los demás, al
definirse como diferente a los otros, y el internacionalismo que aboga por la supresión de todas las barreras

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económicas. La teoría liberal se formó atendiendo a empresas individuales, y a expensas de las nacionales,
que pretendían tener el mayor espacio posible libre de trabas comerciales.

Todos los grandes teóricos de la política y la economía del siglo XIX intentan definir lo que es una nación.
Para Adam Smith una nación es la que tiene un Estado territorial. Según esto, sólo son pueblo, y por lo
tanto nación, aquellos que tienen Estado. Schoenberg dudaba que el concepto de renta nacional elaborado
por Smith tuviera algún sentido, ya que implicaba al conjunto de los ciudadanos y a la renta de un territorio.
Sin embargo, el interés individual no tenía porqué coincidir con el nacional. La teoría liberal abogaba por la
no intervención del Estado, pero el Estado controlaba ciertos monopolios que se consideraban básicos para
el funcionamiento del país: la moneda, las finanzas, la normativa fiscal y aduanera, etc. Los Estados
constituían espacios homogéneos y libres para ejercer las actividades de las empresas capitalistas, pero
estaba restringido a sus habitantes. Llegado el caso, en épocas de crisis, se podía restringir el mercado con
el exterior tomando medidas proteccionistas. Estas medidas las solían adoptar los Estados menos
desarrollados.

El sistema implica la formación de una economía nacional, en la que el país debe tener un tamaño
suficiente para que el mercado pueda consumir lo que la industria produce, y la nación sea así viable
económicamente. La nación Estado tiene que estar integrada, lo que se consigue gracias al transporte, que
crea los mercados nacionales. Y además tiene que tener en su territorio los recursos naturales que emplea
su industria. Es el principio del colonialismo.

En el siglo XIX se esperaba que los movimientos nacionales fuesen en favor de la unificación y de la
expansión, pero también fueron en favor de la división. Serbios y croatas se separaron del Imperio otomano
intentando crear una unidad política sin precedente histórico: Yugoslavia. Y lo mismo hicieron checos y
eslovacos, o los suizos (algo antes).

Se pensaba que las naciones sin Estado estaban condenadas a desaparecer, por que la imposición de la
cultura dominante acabaría barriendo los sentimientos nacionales populares menores. Pero estos
sentimientos se mantuvieron gracias a los nacionalismos políticos que surgieron en todos los países, y que
mantuvieron este sentimiento nacional separatista dentro de las grandes naciones que se formaron en el
siglo XIX.

3. EL ESTADO. NATURALEZA, CONCEPTO Y ORÍGENES.

Con el término Estado nos referimos a un tipo de fenómeno social caracterizado por rasgos esenciales,
como:
a) una relación de autoridad y subordinación entre sus integrantes
b) el monopolio del ejercicio de la violencia por quienes son titulares de la autoridad;
c) la existencia de un orden jurídico
d) dimensión institucional.
El "Estado" no es sino un tipo determinado de conducta social regulada jurídicamente, que se da en una
situación espacio- temporal definida.

El Estado no es un fenómeno físico susceptible de percibirse por los sentidos, sino un hecho social que
conlleva la interacción jerárquica de sus miembros, regulado por un orden jurídico. Han Kelsen, en su obra
"Teoría General del Estado dice que el Estado no son los hombres que vemos y tocamos y que ocupan un
espacio, sino únicamente un sistema de normas que tienen por contenido una cierta conducta humana.

El carácter espacio-temporal del Estado se halla definido por la vigencia del orden jurídico en un territorio y
en un período determinados. El orden jurídico de un Estado no es válido eternamente, ni tampoco para
todos los estados. Su validez es restringida a un cierto ámbito territorial y durante un cierto periodo.

En suma, el Estado es un fenómeno social complejo, cuyo rasgo distintivo es la regularización coactiva de
la conducta humana a través de un orden normativo. El Estado es sociedad más poder (tomémosle a este
en el sentido de autoridad), o sea una sociedad políticamente organizada.

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Analizar la naturaleza y orígenes del Estado, es un medio conexo al de los elementos de su trama, que con
la sociedad, el poder y el derecho, de un lado; y por otro, como elementos constitutivos, se tiene la territorio,
la población y la autoridad.

Al Estado no lo advertimos en su forma corpórea sino a través de sus acciones, o sea a través de la
legislación, de la administración pública, de la fuerza armada y de los símbolos. De ahí que su naturaleza
aparezca inaprensible, y es que el Estado es un ente concreto, ante todo. Su realidad se concreta en la
sociedad.

El concepto sociedad es más extenso que el de Estado; el primero representa el género, y el segundo la
especie. No es un orden normativo, por más que las normas reflejen la estructura que decide darse. No
está formado por hombres sino por actividades humanas.

Carnelutti, viejo pensador del derecho, nos enseña que una sociedad se llama Estado en tanto y en cuanto
produce derecho.

La Filosofía del Derecho nos explica el sentido radical de lo jurídico en la vida humana y en el universo. Nos
presenta la sociedad como convivencia humana bajo unos mismos principios; según definición de Ortega y
Gasset, filósofo español, el cual aclara que el Estado es también sociedad, pero no toda ella, sino un modo
de ella.

Con un fin didáctico, puede definirse el Estado como "la colectividad humana, organizada políticamente
sobre un territorio".

Definirlo por sus elementos, es didáctico, pero equivale a una presentación heterogénea, que pugna con la
esencia unitaria homogénea del Estado, sumar sus elementos es una manera aritmética de definirlo, pero
no brinda la concepción unitaria que le corresponde. Con todo, en calidad de aproximación al personaje
Estado, es válido definirlo por sus tres elementos: pueblo, territorio y poder o autoridad, agregando la
finalidad que la anima, o sea el bien común. El poder y el fin son los datos que fundamente el orden
jurídico, el cual es la textura institucional del Estado.

Naturaleza del Estado.

La palabra Estado es moderna y corresponde a la unificación política lograda después de la era medieval.
Para los griegos, la palabra "polis", o sea ciudad, expresaba la comunidad diferenciada por un modo de
vida propia. El Estado era entendido por los romanos como "res pública" o "civitas". Del uso de las
expresiones tales como "status rei romanae", pude provenir la voz Estado. Al extender su dominación,
Roma llamó "imperium" a su organización política, acentuando así el elemento decisivo del concepto
"Estado", que es el imperio o potestad de mandar. En el derecho germánico también se acentuó el
elemento de dominio, pues el Estado fue llamado "Reich", voz que procede de "regnum", o sea mando de
un príncipe.

El Estado moderno en cuanto construcción consistente u obra de arte, apareció en la Italia de los siglos CIV
y XV, cuando se centralizó el poder por reacción contra el feudalismo. La denominación "Estado" fue
acuñada por Maquiavelo, desde las líneas iniciales de su obra "El Príncipe" (ver bibliografía). Tal acepción
de l palabra "stato", deriva de la voz latina "status", que expresa un orden, vino a responder a una
necesidad general qua que ninguna de los voces antes usadas servía para denominar la pluralidad de
formas políticas existentes en la Italia renacentista. Unido al nombre de una ciudad como Florencia, Génova
o Venecia, el término "stato" dio expresión a todas las formas, fueran republicanas, monárquicas o tiránicas,
o bien aplicada sólo a una ciudad o sea a toda una región sometida a una misma autoridad. La nueva
denominación fue adoptada antes de dos siglos por los principales idiomas y su uso se convirtió en
universal.

El Estado es el resultado de una larga evolución de la convivencia humana de la convivencia humana.


Aparece con la civilización sedentaria, cuando el grupo pasa de la vida nómada a la vida agraria. Esto es
que el Estado surge cuando la sociedad se divide en clases sociales.

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Con el Estado se alcanza el grado más alto de la organización social, el de la unidad colectiva dotada de
capacidad para la autodeterminación y regida por una ordenación jurídica. El hecho de que el Hombre esté
naturalmente destinado a la convivencia fue lo que determinó las formas primitivas de la vida social y la
aparición del Estado

Los elementos humanos más próximos del Estado no son los individuos, puesto que la sociedad no es un
agregado de átomos, sino las comunidades locales y las familias. Se ha constituido históricamente por las
asociaciones de los grupos naturales, o sea la familia y comunidades locales, las cuales formaron un grupo
superior en cuyo desarrollo se fueron distinguiendo las funciones que hacen necesario el poder.

La primera sociedad natural, fue sin duda la familia. Por extensión o crecimiento espontáneo de la familia, o
bien por agregación de otras, se formaron el clan y la tribu. Esta fundó la ciudad, realidad permanente que
arraiga al hombre a un territorio. Las necesidades de la defensa común y el intercambio comercial
favorecieron la agregación de ciudades dentro de una más vasta unidad social: la nación. Sólo dentro de
ella puede el hombre realizar sus destinos y alcanzar el mayor grado posible de perfección.

Históricamente, ha sido el Poder el que ha creado el Estado, organismo social encargado de realizar el
derecho. Lo más probable es que el Estado reconozca su origen en el acatamiento tácito de la autoridad de
quienes asumieron el Poder por un simple impulso de voluntad. La coexistencia de familias, o bien quizá de
sujeción de unas familias a otras, añadida a la descendencia común en una estirpe, no bastan para dar
nacimiento a la sociedad civil, que es específicamente distinta de la familia. Se precisa siempre un factor de
asentimiento a las obligaciones recíprocas, de costumbre o aceptación tácita, para explicarse la formación
del Estado.

Elementos constitutivos del Estado.

El Estado es una comunidad política cuyos elementos constitutivos son el territorio, la población (el
pueblo) y la autoridad, en el sentido equivalente a gobierno.

1. El territorio es la base espacial del Estado, aún cuando el Estado es un fenómeno social no podría
existir sin un sustento físico, material. Esta base física es, pues, una de las condiciones que hace
posible la existencia del Estado, sin ella no podría ni siquiera concebirse un Estado en el mundo real.
Sin territorio no hay Estado, aunque naturalmente su ámbito espacial puede variar en el tiempo. Esto
ocurre, por ejemplo, cuando a causa de una guerra el Estado derrocado pierde parte de su territorio o
cuando el Estado vencedor lo amplía. Fenómenos como la expansión colonial que dan origen a
grandes imperios son también una de multitudes formas en que un Estado extiende su ámbito
territorial. En estos casos las áreas coloniales pertenecen al territorio del imperio, a pesar de las
grande distancias y la heterogeneidad socio-cultural que hay entre las metrópolis y ellas.

El territorio es el ámbito de un Estado ocupado por su población y en el cual tiene plena vigencia la
autoridad ejercida por la élite a través de las normas jurídicas.

Uno de los objetivos fundamentales de las élites que no están al servicio de potencias extranjeras a
garantizar la integridad territorial del Estado, para lo cual emplean diversos medios que van desde la
diplomacia hasta la guerra, La defensa de la integridad territorial exige, por otro lado, la demarcación
cuidadosa de las fronteras de cada Estado, así como su fijación en documentos de Derecho
Internacional como son, por ejemplo, los tratados.

El nacimiento y desaparición de los Estados está esencialmente vinculadas al territorio; ello explica
que su integridad sea materia de los más agudos conflictos.

Conviene recordar que el territorio de los Estados comprende: el suelo, el subsuelo, el espacio aéreo
y el mar territorial, y que no se reduce a lo que se llama tierra firme. Ello significa que el Estado ejerce
su autoridad soberana en dichos ámbitos, estando facultado a defenderlos de la intervención externa
de otros Estados o de particulares.

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En el mundo moderno la problemática del territorio de los Estados se ha complicado, un tanto, por la
emergencia de los fenómenos como el colonialismo y el neo-colonialismo. Como ya es harto
conocido, la dominación colonial clásica tenía como consecuencia la incorporación del territorio de las
pareas periféricas al imperio. De este modo se configuraba una dependencia política, administrativa y
económica abierta, apoyada en la superioridad militar de las metrópolis imperiales. De allí que , el
nacimiento de los nuevos Estados independientes implique para el imperio, la pérdida de territorios
que antes le pertenecía. Esto es lo ocurrió precisamente en la emancipación latinoamericana, frente
al imperio español en el siglo XIX, y en la descomposición del imperio colonial británico, francés,
belga, holandés y portugués, respectivamente, desde la segunda guerra mundial. Los nuevos
Estados independientes ocuparon áreas territoriales que antes formaban parte de los imperios.

Al entrar en crisis el colonialismo clásico en la forma en que los hemos descrito, no por ello se
garantizó la plena integridad de los nuevos Estados, apareciendo el fenómeno neo-colonial. En la
dominación neo-colonial se respeta la autonomía jurídica de los nuevos estados en la comunidad
internacional, pero los Estados dominantes ejercen de hecho un enorme poder sobre los
dependientes, hasta tal extremo de vulnerar la soberanía de éstos sobre partes de su territorio.

Esto ocurre, por ejemplo, cuando los Estados dependientes ceden parte de su territorio para la
instalación de bases militares extranjeras sobre las cuales carecen de control alguno, o cuando los
recursos naturales de una determina zona de territorio son sometidos a una explotación extensiva que
en poco o nada beneficia al Estado dependiente. Naturalmente que en estos casos el Estado no
pierde su territorio en términos globales, pero si se restringe su autoridad sobre partes de él,
constituyéndose enclaves militares o económicos que escapan a su control.

Otra forma en que los Estados reducen su autoridad en parte del territorio es a través de la ocupación
por tropas extranjeras que se mantienen allí a pesar del rechazo de la población.

Finalmente, un Estado ve reducida su autoridad en parte del territorio cuando como consecuencia de
una insurgencia guerrillera los rebeldes establecen las llamadas "zonas liberadas". Estas zonas son
formalmente áreas territoriales del Estado, pero sus gobernantes carecen de autoridad real sobre
éllas; ya que los líderes insurgentes crean órganos de administración más o menos embrionarios,
según los casos, y poseen el control militar, físico, de las zonas mencionadas.

Por lo expuesto, es fácil concluir que un territorio relativamente estable y que garantizada su
integridad en una condición esencial para la existencia del Estado. Y es en torno al control de la base
física del Estado que se desencadena gran parte de los conflictos políticos internos y externos.

2. El segundo elemento constitutivo del Estado es la población, es decir, la comunidad humana


asentada en su territorio y que se halla subordinada a su autoridad. Aquí aparece la problemática de
la nación, así como la relación entre la nación y el Estado.

La nación puede caracterizarse de modo genérico como un grupo social relativamente extenso cuyos
integrantes poseen un sentido de pertenencia a él debido a rasgos culturales y a una conciencia
histórica comunes, Los integrantes de una nación tiene una conciencia más o menos explícita, según
los casos, de formar parte de una comunidad distinta a las demás. Esta conciencia nacional implica la
identificación con valores culturales comunes, así como vínculos efectivos de solidaridad entre los
integrantes de una nación. La nación se define, por lo tanto, en términos esencialmente socio-
culturales e históricos. Ello significa que a pesar de la diferenciación social y económica que haber al
interior de una nación, subsisten vínculos comunes que establecen la solidaridad nacional. Es decir
que las diferencias entre las castas, los estamentos y las clases sociales que hay en una nación no
impiden el desarrollo de la conciencia y el sentimiento de pertenecer a una comunidad nacional
distinta a las demás. La nación es un fenómeno colectivo en el cual puede coexistir la heterogeneidad
de subgrupos, con intereses sociales y económicos específicos, con la homogeneidad de la
conciencia y el sentimiento nacional. Es por ello que la nación es una comunidad integradora frente a
los subgrupos que la conforman.

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Ahora bien, la población del Estado puede estar constituida por una sola nación o ser multinacional.
En la actualidad hay muchos Estados multinacionales, como por ejemplo el caso peruano, el
británico, el belga, el suizo, entre otros, cuyas respectivas poblaciones pertenecen a grupos
nacionales distintos. Aún cuando la autoridad política del Estado se impone sobre diversos grupos
nacionales que coexisten en su territorio, con frecuencia las relaciones entre ellas son tensas y en
casos extremos conflictivas. En los Estados multinacionales, el conflicto interno puede poner en
peligro la estabilidad política, al parecer movimientos separatistas que buscan constituir un Estado
autónomo. En algunas ocasiones, los movimientos separatistas llevan a cabo la lucha armada en
forma de guerrilla y terrorismo para alcanzar la ansiada independencia nacional, como es el caso de
los vascos.

Por lo expuesto, puede apreciarse que todo Estado se sustenta por lo menos en una nación, aunque
con cierta frecuencia se desarrollan Estados multinacionales. También es claro que aunque no hay
estados sin base nacional, si puede haber naciones sin Estado. Como fue el caso de la nación hebrea
antes de la creación del Estado de Israel en 1948, y el de la nación palestina que hasta el presente no
ha logrado constituir un propio Estado. En suma, la nación es una condición necesaria pero no
suficiente para la formación del Estado; para ello hacen falta un territorio y una autoridad
gubernamental, esto es, un gobierno.

3. El tercer elemento constitutivo del Estado es la autoridad, es decir, la relación de supraordinación


y subordinación que se da entre la élite política y el resto de la sociedad.

La élite política impone coercitivamente su autoridad, valiéndose para ello de las normas jurídicas.
Como se sabe, las normas jurídicas se imponen coercitivamente en la medida que su violación faculta
a los Órganos del Estado a aplicar sanciones. La autoridad se ejerce a través de dichas normas y a
ellas apelan los gobernantes y el aparato administrativo para encauzar la conducta de la masas. Las
normas jurídicas establecen lo que debe de hacerse, aunque su cumplimiento nunca se a plenitud. En
la medida en que un Estado la mayoría de la población acate dichas normas se dice que tiene
eficacia.

La autoridad política es, en ese sentido, reguladora de la conducta de los integrantes de un Estado,
ya que las normas motivan su conducta. En el Estado, los hombres se hallan sometidos al sistema
jurídico establecido y aplicado por la élite y el aparato burocrático. Naturalmente que dicho sistema no
es neutral con respecto a los intereses de los diversos grupos y clases existentes en una sociedad
determinada. Es justamente a través de él que los grupos hegemónicos en una sociedad imponen
coactivamente su voluntad. La autoridad de los gobernantes, apoyados en un aparato de violencia
institucionalidad (tribunales, fuerza represiva, cárceles, etc), pueden aplicar sanciones previstas por el
sistema jurídico.

Es pertinente señalar que la autoridad de la élite política en el Estado es de carácter institucional.


Vale decir, que no hay que confundir a las personas que circunstancialmente ejercen dicha autoridad
con la autoridad misma que pertenece a la comunidad política que llamamos Estado y que existe en
el marco de un proyecto global de los grupos hegemónicos en una situación dada. Las personas que
integran la élite cambian, pero la autoridad institucional del Estado no por ello desaparece, salvo en
los casos en que dicho cambio vaya acompañado de la disolución del Estado por causas diversas,
como por ejemplo, una guerra civil, o el sojuzgamiento ante otro Estado.

Finalmente, la autoridad del Estado es soberana, es decir que se erige como autoridad suprema en
su territorio y como autónoma en la comunidad internacional. Ello significa que la autoridad estatal es
jurídicamente superior a la de cualquier otra institución en su ámbito territorial. En el ámbito
internacional, la soberanía se expresa en el hecho de que las autoridades de un Estado no tienen la
obligación jurídica de cumplir órdenes de otros Estados.

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En suma, el Estado es una unidad política constituida por una comunidad humana nacional o
multinacional, fijada en un territorio determinado, en la que existe un orden jurídico establecido y
mantenido por una élite que monopoliza la autoridad institucionalizada, dotada con poderes de
coacción.

BIBLIOGRAFÍA

KELSEN, Hans: Teoría general del Estado (trad. de Luis Legaz Lacambra), Editora Nacional,
México, 1979.
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Autor: Ernesto Abati García-Manso . Página 9 de 9

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