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ae er mnstante de la fuerza de gravedad ontolégica bsistenciay por superacién con cndencia hacia la caducidad, una llama. instante de existencia es una superacién del no-ser, See aa is caida, un nuevo comenzar a existir. Por eso, el contingen- sistencia 2Menido de continuo en el ser, necesita de continuo empezar sar elo, precisa tambien constantemente del Ser fundamentante y 4a Fodos log comienzos de existir: del Ser Creador. La conservacign es una -continuada, 5 . ‘oda creatura es, pues, tn algo suspendido, mientras existe, sobre la sda; ncapaz en absoluto de mantener por si misma la flotacién. «Dios, en dice Salmerén_—, st dona a toda creatura, en tanto que esta en_ ella conserovin- Par ug re, ia ai su rio, Hai nad, de. donde Hodas las cosas... 10 mismo gue las manos sostienen el célamo, para que no se es- asi Dios conserva perpetuamente de la nada todas las cosas» (In. Joan.-XVI-L. 1. p-1V-203-24) ST Qué sensacion de angusta no sufrria la creatura que se conocise a si sma ental suspensién sobre la nada, desfalleciente de horror, faltandole -acada instante Ia energia, sujeta al vértigo y a laterrible ley de su propio _ pondts que le inclna ireemesiblemente hacia el oscuro. temeroso abismo;_y con la insjuridad de que la mano misteriosa y fuerte que ahora lo sostiene, ~ losiga haciendo en el siguiente instante? "Pues hay una tal creatura: el hombre. Y una tal angustia: la existencial A toda creatura le ocurre esa terrible contingencia de su contingencia. Pero ete el hombre se da cuenta de ella. Y a ese darse cuenta, a ese cono- ‘cer la propia radical labilidad, es a lo que la filosofia existencial parece llamar __particularmente exisincia, : ke Fut el rao especil del ser personaly conscinte, del hombre ACFE tee pcetindar tances comagenes M (ene eek lo esencial del hombre es ser no sélo subsistente, sino existente De ge, atid hidageiano, el cul indica viva inquisicidn sobre el a consciente de la angustia metafisca) sandy odo gue ln xistncia es anto mas existenca o tanto més auténia tides cuoete pa Sst Por el sentido de ser, cuanto esti mas poblada de aks Intensamente vive con angustia moral o existencial aquella ngustlaontlépca propia de todo lo contingentes n° meena a > —19- EXTREMENOS DE OTRORA Alonso Hurtado de Mendoza, fundador de La Paz Pox Moists MARCOS DE SANDE # paz, Hlonse Hartado de Mendoza, fundador dela ciudad sudamericana de La ’az, efué garrovillano? He aqui una interrogante que dejo abierta para que la cierren los doctos enamorados de la hermosa Cio; pero en tanto no se me demuestre lo con- trario, sostendré que fué garrovillano, Si estudiamos la genealogia extremefia, veremos con harta frecuencia la ‘mutacin de los apellidos Hurtado y Mendoza, hasta el punto de hacer sur- sir la proverbial frase: «No hay Hurtado que no sea de Mendoza, ni Monte- Fo que no sea de Espinosa», que Publio Hurtado recoge aunque sea para ne- gar el aserto (1). El pfopio autor al tratar del apellido Hurtado en las familias Cacerefas, demuestra que en su mayoria eran oriundos de Garrovillas, inclu 50 el citado autor. ‘Ahora bien, el capitin Alonso de Mendoza, natural de dicha villa, y del que Publio Hurtado (2) afirma que era amigo de Velizquez, y que desde Ia Fernandina marché con Garay ala Jamaica, acompanéndole a la conquista dle Pénuco, después de cuya desgraciada empresa se acogié ala villa de San- tisteban del Puerto, de la que se le extrafié por levantisco y sedicioso, por lo que hubo de marchar al Perit donde se mezcl6 en los disturbios y_ resultas {que ensangrentaron dicho pais, cpudo merecer, dados estos antecedentes, la Conflanza de La Gasea hasta el punto de que éste le encargara la Fundacion dle La Paz, actual capital de Bolivia, para conmemorar la finalizacién de las luchas con Gonzalo Pizarro? ‘Lo cierto es que el famoso pacificador del territorio de los Incas, encar- 4 al capitan Alonso de Mendoza la creacién de una ciudad entre Cuzco y a Plata, y que el sabado 20 de Octubre de 1548, fué al valle de Chuquiyapr para fundar la poblacion de Nuestra Sefora de la Paz, conmemorandose. asi la concordia entre los partidarios de Pizarro y Almagro. Fué el propio Mendoza el primer Regidor de la nueva ciudad, siendo su primer acto ef de erigir en la plaza de Chunibamba la picota 0 rollo como. Signo de sumisién jurisdiccional de aquellas tierras al primero de los reyes Carolingios espa‘ioles. El dia 20 de Noviembre del mismo afio se pusieron los cimientos de una iglesia bajo Ia advocacién de San Pedro, dato interesan: tisimo por lo que mis adelante se dird. En el escudo de armas de la ciudad figura tin yelmo en alto y una paloma con un ramo de olivo en el pico, en el centro una corona, debajo de ésta un leén y enfrente un cordero, ambos en actitud pacifica, En lontananza aparece una montafa nevada de cuyas faldas nace un tio, y en ia orla la siguiente leyenda: (1). Publio Hareado.—eAyantamiento y familias eacerenses», pig. 54. {@), Pablio Hureado,—sndianos cacerehosy, pig. 96. a «Los discordes en concordia con paz € amor se ayuntaron pueblo de Paz fundaron para perpetua memoriay. ‘A este Mendoza, la Enciclopedia Espasa lo hace, erréneamente, origina. erat mitico xmericano, Vel auin Viu y Vena en carta fechada el 5 de Abril de 1935, que obra en mi poder, pedta al pérroco de Garrovillas, | dedicha villa y fundador por mandato de La Gasca dela ciudad mencionada ide Nuestra Senora dels Paz, capital de Bolivia, como recuerdo y feliz. rema- te de las luchas con el oco de Gonzalo Pizarro, que terminaron en la batalla de Huarina (aunque yo creo que la ultima batalla de esta contienda fué en “tiga Ia de Kequixaguana, segtn sienta Enrique Lebrun en su «Historia de le ista del Pert —edicion de 1862, pags. 250 y 245) eniendo en cuenta todos estos datos, realzados por el hecho, antes ‘mencionado, dela ereccion de la iglesia de San Pedro por Mendoza, recor- dando con seguridad Ia en su villa existente, asi como la abundancia ‘en Ga srovilas de los apellidos Hurtado y Mendoza, a veces aislados y a veces for. mando apelido compuesto, y no-perdiendo de vista el extreme elocuente de usen Don Benito no exstni ba existido ninguna iglesia dedicada al Padre os Apéstoles, nos inclin a creer, con grandisimas probabilidades de acier- to, quel tl caitn Alonso de Mendozs 0 Alonso Hurtado de. Mendozs, ‘a invasion de los franceses a principios del siglo pasado, que provocé | __ennestra patra a Guerra de la Independencia, Seecre uence © Garrovillas, que fueron quemados por los invasores, lo que impide la confir- ‘acionireragable dela hipctesis xpucsta, Goa ‘No obstante, los datos citados estén contestes en que el tal Mendoza ecalamente en los revotosos suceios del en setrata de un solo personaje, y no de dos en lang some aera que la mayoria de los textos citados le dan fe Some epee 0% tenemos, pese a que Publio Hlurtado lo. con- ds Gasca por sr cao"™, Pues con todo, bien pudo merecer la cononsa tra de Parr pce tee net le apoys.como ex probable en con- do cesta taj ego; uber ido su adversario, haba cat oeiendo la miss mrs Set Verdugo, dada fa alta categoria que ocupsba, Be came ue otros pariguales, de lo que no hay constan- Por todo ello conctsim: o Hurtado de Mendoza, fa 10s afirmando que ef capitin Alonso de Mendoza, stor de basta see oo Mend \y | aaa —u— ESTAMPA DE OTROS TIEMPOS. LA FERIA DE MALPARTIDA Por «DANHUR» La feria de Malpartida despertaba en la juventud cacerefia un desbor- dado entusiasmo, no por lo que de aparatosa visualidad tienen. estas fiestas, pues ya es sabido en qué pueden consitr las de los pueblos: el rodeo que solo se visitaba por los que tenian algo que compar o vender alli—unas modestisimas tiendas de juguetes, algunos puestos de turrones y golosinas y las indispensables ruedas de la rifa rodeadas de mozos y chiquillos que, por cinco o diez céntimos Ia tirada, aspiraban a que les tocase el ntimero donde se hallaba el cigarro puro artisticamente bordado o la cilindrica cajetilla de sesenta. Pero, ey los bailes? jAquellos bailes de organillos o de guitarra y acor- deén, que duraban hasta las tantas de la madrugada! Esos no se olvidaban facilmente y era tema propicio de afioranzas en el transcurso del ano. Y si no, que se lo pregunten a los que tuvieron la dicha de disfrutarlos. —Irds a la feria zno es ¢s0? —Ya lo creo que iré; con mi hermana y con sus amigas, y con otros més. vee Eso no se pregunta. Si me haces un hueco en el carro, contar conmi- g0. Qué dia, el primero o el segundo? Puede que los dos dias. Pero sobre lo de hacerte sitio en el earro no te lo puedo asegurar; somos ya lo menos veinte y tendrias que hablar con Segundo, que es el que nos lleva. Ademés, que yo sepa, van también los carros de Juan el Sordo, de Pedro Alonso, el del Feo y el del Cuadradbo.. —Y sino, me voy en bicicleta, o un pie tras otro; déspués de todo dos leguas, total, hora y media de camino; nada, un pase: " 'Y'lo cierto es que tal y como lo pensaban lo hacian. Con los doce kil6- metros en el cuerpo, un trago del tintillo y lo. que pudiera encontrarse en el pueblo para comer-que nunca faltaba un buen trozo de chorizo, un cu Feroneito de queso y un melén o sandia de Ia tierra.—se pasaban todo el emparejados con las simpsticas malpartidenas, vestidas con sus tipicos refajos ¥y paiiuelos de cien colores; peinadas con su bien trenzado mono de picapor- te, adornadas con pendientes de calabaza y garzantilla de gruesas cuentas de bien macizo y contrastado oro de 18 kilates. Nada de pinturas, pues enton- ‘ces no habia llegado aqui Ia barrita para los labios, ni el «rimmel para los ojos, ni el carboncilllo para acentuar las ojeras. Las oferas eran_naturales después de un dia de holgorio y una noche de bale, y los colores rompian el aterciopelado cutis, y los labios eran rojos pétalos de fresca rosa: Es tu boca de rubies purpaicea granada abierta, que en el estio convida # apagar [a sed en ella» Yesto que decimos de las de fuera de casa, era comon en las lindas cacerefias: también tocadas con ricos y vistosos ‘pafiolones, hermosas gar-

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