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América es el segundo continente más grande del planeta Tierra. Tiene una superficie de más de
43.300.000 km² y concentra cerca del 12% de la población mundial. Descubre a continuación
cuántos países forman parte de América, su distribución y sus principales características culturales
y demográficas.
Antes de nombrar a todos los países que tiene América, es necesario tener en cuenta que este
continente se divide tradicionalmente en América del Norte, América Central y América del Sur,
debido a su gran tamaño y a sus características geográficas. En la actualidad, América se divide en
35 naciones soberanas, 1 Estado Libre Asociado y 24 territorios independientes, tal y como
enumeramos a continuación:
Antigua y Barbuda, Argentina, Bahamas, Barbados, Belice, Bolivia, Brasil. Canadá, Chile, Colombia,
Costa Rica, Cuba, Dominica, Ecuador, El salvador, Estados Unidos, Granada, Guyana, Haití,
Guatemala, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República
Dominicana, San Cristóbal y Nieves, San Vicente, Santa Lucia, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay
y Venezuela.
Asimismo, te interesará saber que las mayores aglomeraciones urbanas de América las
encontramos en las siguientes ciudades: Ciudad de México, Nueva York, São Paulo, Los Angeles y
Buenos Aires.
TÍTULO PRIMERO.
Artículo 1.- En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos
reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano
sea parte, así como de las garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni
suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones que esta Constitución establece.
Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con esta
Constitución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo en todo tiempo a las
personas la protección más amplia.
Está prohibida la esclavitud en los Estados Unidos Mexicanos. Los esclavos del extranjero que
entren al territorio nacional alcanzarán, por este solo hecho, su libertad y la protección de las
leyes.
Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las
discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las
preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y
tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.
RESUMEN:
Volviéndose un principio guía para los jueces nacionales en la interpretación del contenido de
algunos derechos y en la argumentación y justificación de sus decisiones con respecto a
determinados casos jurídicos.
La brecha que existe entre el escenario universal y el nacional nos lleva a las siguientes preguntas:
¿Cómo un principio universal encaja en un contexto social, político y cultural específico?; ¿Puede
mantener la dignidad humana sus características de principio abstracto y general en un contexto
local?; y por último, ¿Se puede hablar de un significado común de la dignidad humana en su
aplicación en un ámbito judicial determinado?
Para responder a las primeras dos preguntas, de entre las diferentes estructuras
La constitución mexicana incorporó el principio de dignidad humana con las reformas de1946 en
su artículo tercero, fracción II, inciso c) dentro del contexto de la finalidad de la educación; y con
las reformas de 1983 en su artículo 25 en el ámbito del desarrollo nacional.
Algunos autores comentan, que la reforma en derechos humanos del 2011, pudo haber sido
“oportunidad para que el constituyente permanente reconociera a la dignidad humana como
supra valor o meta norma del sistema jurídico” sin embargo, no precisaron la definición de
dignidad “como principio o valor del orden jurídico-político” del Estado, como se ha hecho en
otras constituciones.
DECLARACIÓN ÉTICA señala que “la dignidad humana no se identifica ni se confunde con un
precepto meramente moral, sino que se proyecta en nuestro ordenamiento como un bien
jurídico circunstancial al ser humano, merecedor de la más amplia protección jurídica,
reconocido actualmente en los artículos 1o., último párrafo; 2o., apartado A, fracción II; 3o.,
fracción II, inciso c); y 25 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. En efecto,
el Pleno de esta Suprema Corte ha sostenido que la dignidad humana funge como un principio
jurídico que permea en todo el ordenamiento, pero también como un derecho fundamental que
debe ser respetado en todo caso, cuya importancia resalta al ser la base y condición para el
disfrute de los demás derechos y el desarrollo integral de la personalidad. Así las cosas, la
dignidad humana no es una simple declaración ética, sino que se trata de una norma jurídica
que consagra un derecho fundamental a favor de la persona y por el cual se establece el
mandato constitucional a todas las autoridades, e incluso particulares, de respetar y proteger la
dignidad de todo individuo, entendida ésta en su núcleo más esencial- como el interés inherente
a toda persona, por el mero hecho de serlo, a ser tratada como tal y no como un objeto, a no ser
humillada, degradada, envilecida o cosificada”.
Destacan igualmente en un segundo plano las decisiones del máximo tribunal mexicano, donde se
invoca la dignidad humana en un plano ontológico en relación con el derecho al mínimo vital o
procura existencial, desde asuntos de carácter fiscal y laboral, principalmente enfocados a
proteger el salario mínimo. En clave hermenéutica, para la definición de dignidad humana en
sentido ontológico y subjetivo existen precedentes que auxilian a comprender de manera más
amplia la esencia y fin de los derechos humanos, pero la riqueza jurisprudencial generada a partir
de la fórmula de no instrumentalización de la persona humana es mayor, al alcanzar un mayor
número de precedentes judiciales.
El contenido esencial de la dignidad humana no debe quedar reducido al mero aspecto ontológico
o una simple declaración ética, sino que debe ser parte de un sistema objetivo de valores
constitucionales a partir del cual el ordenamiento jurídico en su conjunto adquiera sentido. La
propuesta es que, a partir de un concepto mínimo de dignidad, los tribunales puedan reformular el
contenido esencial de los derechos humanos a través de la hermenéutica constitucional
empleando diversas técnicas que brinda el derecho comparado, tales como la fórmula de no
instrumentalización de la persona humana, y explorar así nuevas temáticas, o bien enfocar desde
otras perspectivas (género, derechos diferenciados, mínimo vital, etcétera) conflictos de cualquier
materia (civil, mercantil, fiscal, etcétera) bajo un concepto abierto y dinámico de persona humana.
Finalmente, cabe concluir que todo proceso de construcción de una categoría como la dignidad e
imagen de la persona humana desde la Constitución debe ser realizado bajo distintos horizontes
de comprensión del fenómeno jurídico, tal y como he explicado en líneas anteriores. El desarrollo
de nuevas tecnologías nos arroja dilemas éticos que deben ser resueltos a partir de una
comprensión integral y holística del fenómeno en cuestión. Delimitar y circunscribir el tema de la
dignidad humana al ámbito estrictamente jurídico nos dejaría fuera de la enorme riqueza
conceptual de otras ciencias y áreas afines, que finalmente también ayudan a comprender e
integrar armónicamente el derecho.
la acción directa de inconstitucionalidad incoada por Johanny Elizabeth Castillo Sabari, Francisco
Tamares Cubilete y Elizabeth Rodríguez contra los artículos 2, literales a, b, y c; 4; 5 párrafos I, II y
III; 7; 10 y 12 párrafo único del Decreto núm. 122-07, que crea el Reglamento sobre el Registro de
Datos sobre Personas con Antecedentes Delictivos.
África es el tercer continente más extenso, ubicado en la zona central del globo terráqueo tras Asia
y América. Está situado entre los océanos Atlántico, al oeste, e Índico, al este. El mar Mediterráneo
lo separa al norte del continente europeo; el punto en el que los dos continentes se hallan más
cercanos es el estrecho de Gibraltar de 14,4 km de ancho. El mar Rojo lo separa al este de la
península arábiga y queda unido a Asia a través del istmo de Suez, en territorio egipcio. Posee una
superficie total de 30 272 922 km² (621 600 km² en masa insular), que representa el 20,4 % del
total de las tierras emergidas del planeta. El continente se divide en 54 estados soberanos siendo
uno de ellos, Egipto, transcontinental, además de dos estados con reconocimiento limitado y dos
territorios dependientes. Hay quienes señalan que son 57, pero lo cierto es que hay 2 países no
reconocidos: República Árabe Saharaui Democrática y Somalilandia.
El país más grande del continente es Argelia, con una superficie de 2,38 millones de kilómetros
cuadrados y 43 millones de habitantes. En el lado opuesto del ranking está la República de
Seychelles, el país más pequeño, cuya superficie es de apenas 451 kilómetros cuadrados.
1. Angola: Luanda
2. Argelia: Argel
3. Benín: Porto Novo
4. Botswana: Gaborone
5. Burkina Faso: Uagadugú
6. Burundi: Gitega
7. Cabo Verde: Praia
8. Camerún: Yaundé
9. Chad: N’Djamena
10. Comoras: Moroni
11. Congo: Brazzaville
12. Costa de Marfil: Yamoussoukro
13. Djibouti: Djibouti
14. Egipto: El Cairo
15. Eritrea: Asmara
16. Etiopía: Adís Abeba
17. Gabón: Libreville
18. Gambia: Banjul
19. Ghana: Accra
20. Guinea: Conakry
21. Guinea Bissau: Bissau
22. Guinea Ecuatorial: Malabo
23. Kenia: Nairobi
24. Lesoto: Maseru
25. Liberia: Monrovia
26. Libia: Trípoli
27. Madagascar: Antananarivo
28. Malawi: Lilongüe
29. Malí: Bamako
30. Marruecos: Rabat
31. Mauricio: Port Louis
32. Mauritania: Nuakchot
33. Mozambique: Maputo
34. Namibia: Windhoek
35. Níger: Niamey
36. Nigeria: Abuja
37. República Centroafricana: Bangui
38. República Democrática del Congo: Kinshasa
39. Ruanda: Kigali
40. St. Tomé y Príncipe: Santo Tomé
41. Senegal: Dakar
42. Seychelles: Victoria
43. Sierra Leona: Freetown
44. Somalia: Mogadiscio
45. Sudáfrica: Ciudad del Cabo
46. Sudán: Jartum
47. Sudán del Sur: Yuba
48. Swazilandilandia: Mbabane
49. Tanzania: Dodoma
50. Togo: Lomé
51. Túnez: Túnez
52. Uganda: Kampala
53. Zambia: Lusaka
54. Zimbabue: Harare
Para efectos de nuestra exposición abordaremos dos aspectos de la Constitución en comento: los
derechos fundamentales (bill of rights) y la Corte Constitucional. En relación al primer punto cabe
subrayar que se aprecia una marcada influencia de la ley de Bonn (1949),16 que queda patente su
trascendencia de positivizar la dignidad humana, que sirve en ambos casos, no como principio,
sino como norma vinculante a la magistratura constitucional para resolver los litigios
constitucionales y los procesos abstractos de inconstitucionalidad; lo anterior permite apreciar la
idea del constituyente de establecer las orientaciones constitucionales marcando principios y
valores, elementos propios del constitucionalismo de nuestros días.
Esto es fundamental para la labor que desempeña la Corte Constitucional ya que, le permite
fundamentar y razonar sus fallos desde vertientes amplias, que incitan a un activismo de sus
magistrados, lo que se verificará cuando abordemos la jurisprudencia constitucional en materia de
derechos fundamentales.
Por su parte la sección 36 establece la limitación del ejercicio de los derechos fundamentales,
regla semejante a la estipulada en el primer párrafo del artículo 1º de nuestro ordenamiento
fundamental federal, donde se regula la posibilidad de restringir o suspender los derechos en los
casos que el propio ordenamiento lo determine; ello nos lleva a colocar la tesis de la vigencia
relativa de las libertades, que no se consideran absolutas; el citado precepto sujeta dicha
excepción a la razonabilidad y justificación de la medida extrema, atendiendo a una sociedad
abierta y democrática, basada en la dignidad humana, igualdad y libertad, tomándose en cuenta
todos los factores relevantes, incluyendo: la naturaleza del derecho, la importancia del propósito
de la limitación, la naturaleza y extensión de la limitación, la relación entre la limitación y el
propósito. Lo anterior resulta relevante en la tarea judicial, sobre todo en aquellos casos
litigiosos21 donde exista colisión de derechos fundamentales, cuya resolución dependerá de los
criterios de proporcionalidad que utilicen los jueces y magistrados en la función jurisdiccional, que
ha sido una herramienta trascendental en la interpretación de las Cortes Constitucionales,
principalmente en la sustanciación de los recursos constitucionales de amparo.
Asamblea Nacional (sección 37.1), destacando una serie de prerrogativas humanas que no pueden
derogarse (sección 37.5.c): igualdad, dignidad humana, derecho a la vida, libertad y seguridad de
las personas, esclavitud, servidumbre y trabajos forzados, derechos de los niños, arrestos,
detenciones y persona acusadas (secciones 9,10, 11, 12, 13, 28 y 35, respectivamente). Esta
decisión legislativa es susceptible de ser demandada a través de los procesos constitucionales ante
la Corte Constitucional, lo cual permite la fiscalización del cumplimiento de las obligaciones
constitucionales de los poderes nacionales y provinciales (sección 167.7);22 dicha competencia
acoge la doctrina de la judicialización de los actos políticos de manera expresa, ya que durante
mucho tiempo se mantuvo un debate sobre la exclusión del control constitucional de los llamados
actos de gobierno.23
Sobre el particular véase SANTIAGO (H), Alfonso, La Corte Suprema y el control político, Buenos
Aires, Ábaco, 1998, pp. 125 y ss.; donde se hace constante referencia a la experiencia
jurisprudencial del Derecho constitucional norteamericano.
Por último, referiremos dos aspectos torales de la Constitución en comento: la protección de los
derechos fundamentales (sección 38) y su interpretación (sección 39); ambas disposiciones
fundamentales se encuentran relacionadas, ya que el significado y alcance de los derechos
fundamentales es más recurrente ante las Cortes a través del planteamientos de los casos litigios
en la materia. El derecho a la protección jurisdiccional es una prerrogativa genérica que se
encuentra sustentada en la
Declaración Universal de Derechos Humanos (artículo 8º) y, que la carta sudafricana retoma del
principio jurídico: a todo derecho corresponde un remedio judicial.
Vale apuntar desde una visión sistemática de la Constitución que, la garantía procesal puede
instarse bien ante una Corte (sección 38) o bien ante la Corte Constitucional (sección 167.6 incisos
a y b); como disposición complementaria se enuncian presupuestos de procedencia importantes,
sustantivos y procesales; en el primero de ellos, corresponde a los intereses de agrupo, intereses
públicos, ya sea derivado de una asociación; se aprecia una apertura en el tema de las
legitimaciones ad causam, con lo que se derriban ideas del garantismo formal hacia un tránsito de
la tutela judicial efectiva.
Debemos agregar las reglas de interpretación de los derechos (sección 39), que a decir verdad son
dignas de seguir; el punto de partida en esta interesante función es para las Cortes, Tribunales o
foros, es la promoción de los valores constitucionales (dignidad humana, igualdad y libertad) que
sustentan una sociedad democrática y abierta, tomando como cartabón al derecho internacional y
al derecho extranjero. Ello, propicia la utilización de fuentes legales y jurisprudenciales,24 ya sea
de Tribunales continentales (Corte Interamericana de Derechos Humanos y el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos), o bien órganos jurisdiccionales nacionales, ya sean Cortes Supremas (Canadá
y Estados Unidos) o bien de Cortes Constitucionales (Alemania y Hungría), además cuando se trate
de la interpretación de alguna legislación ésta debe ceñirse al desarrollo del common law o del
derecho consuetudinario, por lo que los órganos judiciales deben atender al espíritu y objeto de
los bill of rights. Asimismo, la sección 39.3 dispone una cláusula abierta25 de derechos
fundamentales: “La declaración de derechos no niega la existencia de otros derechos o libertades
reconocidas o conferidas por el common law, el derecho consuetudinario o la legislación, en el
sentido de que ellos son considerados por la declaración constitucional”. 182 • Gumesindo García
Morelos
Cuando se habla de los derechos humanos en un lugar, se está refiriendo a la capacidad que tiene
cada ciudadano de ver su vida y sus pertenencias protegidas por la ley de su país. Y esta ley ha de
ser justa, promulgada con la finalidad de alcanzar el bien común.
La situación de los derechos humanos en África no puede ser homogénea ni es prudente comparar
un país con otro. Todo depende de la evolución política, económica, social y cultural de cada uno y
los problemas que pueda tener. Es importante recordar que cuando hablamos de África, nos
estamos refiriendo a 54 países de trayectorias y situaciones diferentes.
Desde las independencias, en los años 1960, cada país africano ha seguido su camino, aunque se
pueda vislumbrar una línea común en lo que se refiere a la estructura política.
La guerra es el primer hachazo a los derechos humanos. Es imposible proteger a las personas y sus
bienes donde las bombas destruyen vidas. Los países en conflictos son a menudo los que menos
respeto tienen hacia las personas. Las fuerzas del orden suelen comportarse de manera violenta,
las estructuras judiciales están en mal estado, o son muy parciales. En esos países encuentras a
miles de desplazados hacinados en campamentos habiendo perdido todo lo que poseían.
Las violaciones son numerosas e impunes mientras que la tortura se convierte en una vía rápida
para conseguir información. En muchos casos los asesinatos extrajudiciales son utilizados
sistemáticamente como métodos persuasivos para desanimar al adversario y sembrar el miedo.
Cuando se trata de conflictos étnicos o religiosos, es peor todavía ya que los grupos armados, en
general, escapan a todo control del Estado. En esta categoría de países, los derechos humanos
brillan por su ausencia.
En los países dictatoriales, la situación es más compleja. En general, las autoridades se presentan
como garantes de la justicia y del derecho. Pero en la práctica, los tres poderes tradicionales
(legislativo, ejecutivo y judicial) se confunden. Los dirigentes se ponen, a menudo, por encima de
la ley y los jueces no se atreven a proteger al perjudicado.
La justicia suele estar muy politizada y las fuerzas del orden expolian al pueblo o lo atemorizan. La
corrupción reina en todos los niveles de la administración del Estado y las cárceles suelen ser
lugares inviables.
Una de las características de esos países es la existencia de presos políticos o de opinión, y existe
una carencia de libertad de expresión. Allí, aunque las autoridades den una apariencia de orden, el
espacio político está muy mermado o es directamente inexistente.
Luego vienen los países democráticos, que progresivamente van aumentando poco a poco en
África.
Son aquellos países donde se organizan las elecciones libres y donde se va favoreciendo la
alternancia en el poder. En esos países, la situación de los derechos humanos igual que otras
dimensiones de la vida social ha mejorado mucho. La libertad de expresión ayuda a
desenmascarar los abusos y la justicia tiende a hacer su trabajo. También, aunque todo esté por
mejorar, se notan mucho los resultados de la lucha contra la corrupción y los intentos para
proteger al ciudadano son notables.
Últimamente ha surgido otra categoría de países que se encuentran a medio camino entre la
dictadura y la democracia. Allí se organizan las elecciones fraudulentas y aunque la situación
tiende a mejorar, no hay un cambio radical en las prácticas abusivas de las instituciones.
En esos países, la prensa es medianamente libre, no hay presos políticos y la oposición tiene
palabra. Sin embargo, la corrupción y los excesos siguen su camino por falta de voluntad política
de los dirigentes y del debilitamiento de la oposición.
Como se ve, la situación de los derechos humanos varia de un país a otro en África. Hay que
valorar cada país y analizar su evolución social y política. Lo único que se puede afirmar es que
cuanto más se profundiza en la democracia, mayor es el respeto de los derechos humanos.
CARTA AFRICANA SOBRE LOS DERECHOS HUMANOS Y DE LOS PUEBLOS (CARTA DE BANJUL)
Artículo 5 Todo individuo tendrá derecho al respeto de la dignidad inherente al ser humano y al
reconocimiento de su status legal. Todas las formas de explotación y degradación del hombre,
especialmente la esclavitud, el co-mercio de esclavos, la tortura, el castigo y el trato cruel,
inhumano o degradante, serán prohibidas.