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TEMA 7: DE 1970 A LA ACTUALIDAD

Hacia 1970 se produce un cambio en la poesía española. Observaremos ese cambio


rápidamente para entrar posteriormente en la producción poética de los 10-15 últimos años
del siglo XX.
El cambio cultural del franquismo se produce entre el año 1965 y el ‘70, poco antes de la
muerte de Franco. Así, durante los últimos años de los ‘60 comienza una crisis en la poesía
social, incluso dentro de la más refinada que cultivaba, por ejemplo Gil de Biedma, que ni
siquiera podría clasificarse plenamente dentro de este subgénero. De hecho, el último
poemario de este autor carece de preocupación social, por cuestiones tanto personales como
culturales.
Las antologías suelen ser relevantes para comprender el cambio poético. Así sucede en esta
época, en la que la antología de Castellet, bajo el título de Nueve Novísimos poetas españoles
(1970), supone un cambio radical, al causar la muerte de la poesía social. Este volumen reúne a
poetas muy dispares, ninguno de los cuales cultiva poesía social. Esta diversidad hace muy
difícil definir la orientación poética que sigue, aunque está claro que NO es social.
Podemos definir dos orientaciones principales en la poesía de los Nueve Novísimos, que se
prolongarán a lo largo de los años ‘60: una muy intelectualista y otra muy refinada, la llamada
poesía de los venecianos. Esta corriente también se conoce como culturalista. Su nombre
responde a la ambientación poética de sus obras: frecuentemente, en lugares culturalmente
muy prestigiosos, como Venecia o el París del siglo XIX. Este tipo de poesía está llena de
referencias a la cultura clásica, y es una corriente clave en los ’70. En el año 1971 se publica
una antología de cinco poetas madrileños, Espejo del amor y de la muerte, que perpetúa esta
tendencia. En ella participa Luis Alberto de Cuenca, que estaba terminando la carrera de
Filología Clásica al escribir los poemas que en ella figura. Eso explica las continuas referencias a
la cultura clásica y los trovadores. Las dos corrientes (intelectualista y culturalista) rechazan la
poesía social y la que se basa en confesiones (poesía de la experiencia). Este último rasgo les
aleja de Jaime Gil de Biedma, que afirma hablar en su poesía casi exclusivamente de sí mismo.
Unos se apartan de esta idea porque escriben sobre cultura (referencia a momentos históricos
prestigiosos, en lugares prestigiosos) y otros porque se expresan desde su intelectualidad, no
desde su experiencia o sensibilidad. Por tanto, existe una mayor afinidad en cuando a quien se
oponen que en el contenido real de sus obras: los intelectualistas no se dedican a “recopilar”
referencias clásicas.

“Elogio de Linneo” es de Carnero, que figuraba en la antología de los Nueve Novísimos. El


propio Carnero y sus críticos conciben este poema como una declaración de “arte poética”. En
ella proclama que la poesía pretende dar orden al mundo: Carnero es un poeta muy cerebral.
El intelecto tiene que intervenir en la poesía, que no es sólo intuición: la poesía exige
categorizar, y por eso mismo, precisa la lógica de la razón. Pero la poesía tampoco renuncia a
la expresión de los aspectos menos comprensibles de la realidad (“desvaríos de la lógica”). Por
eso habla de las “aves zancudas”, porque no todo debe ser siempre lógico en poesía, sino que
hay lugar para la digresión y las asociaciones libres.
La poesía se encarga de restablecer otro orden lógico en la realidad, que preste atención a
los aspectos menos “relevantes” de la misma (las aves zancudas encarnan esa idea). Este es el
tipo de poesía representativo de los nueve novísimos, carente de elementos autobiográficos y
con poca tendencia a la sentimentalidad. Es de corte intelectualista (racional) y en ella a veces
proliferan referencias culturales clásicas.

“Novalis”, no es un poema de tipo intelectual. En el mismo título del libro (Sepulcro de


Tarquinia) encontramos una referencia a la cultura antigua (la etrusca). El título del poema es
otra referencia cultural, esta vez al romanticismo alemán. Toda la composición es un homenaje
a la época: el diálogo con la noche y con la luna, las lágrimas… Este poema se encuentra a
medio camino entre el culturalismo y el romanticismo. El primer movimiento empieza a
decaer a mediados de los ‘70. Pervive en Colinas, aunque también empieza a decaer en este
volumen, donde muchos de los poemas no tienen esas referencias culturales. El lenguaje
empleado se opone desde luego a la poesía social, usando un estilo muy cuidado que contrasta
con el de este movimiento. Encontramos un lenguaje muy literario que rompe incluso con la
generación de los ’50, con escritores como Jaime Gil de Biedma o Ángel González. En el uso de
un lenguaje deliberadamente literario es herencia de los novísimos, como los son algunas
referencias culturales: se da por hecho que el lector conoce Novalis, etc. Pero hay ya una
sentimentalidad que desmarca el poema del intelectualismo y de los venecianos.

En los ‘80 hay una tendencia de carácter romántico. Durante los últimos veinte años, en el
panorama poético destaca una corriente próxima a la poesía de la experiencia (término más
técnico y menos omnicomprensivo), también conocida como realismo lírico (término más
intuitivo). Pueden apreciarse sin embargo unas cuatro o cinco corrientes, es una poesía muy
heterogénea y difícil de clasificar. Pero la poesía de la experiencia es sin duda dominante. Este
tipo de poesía se identifica por la contextualización marcada, el empleo de un lenguaje
coloquial, un marcado sentido del humor…

“La mentirosa” La caja de plata, 1985 (de Luis Alberto de Cuenca). El estilo de este autor es
una verdadera revolución. La corriente del realismo lírico triunfa por lo menos hasta el año
2000. Se aprecia claramente la diferencia con Colinas. Se emplean palabras cotidianas, de un
tipo de cotidianidad concreto: el del mundo urbano. Todos estos poetas viven en una gran
ciudad, muchos de ellos incluso nacen en grandes ciudades. Utilizan un vocabulario claramente
urbano. Vinculado también a una clase concreta, a un grupo social más o menos acomodado.
Encontramos palabras como “piscina”, expresiones como “preparas un examen”, que remiten
a un grupo acomodado. Aunque no hay emociones explícitas sí que se expresan de alguna
manera a través de la ironía (“pensaré en un buen suicido”). El vocabulario es muy coloquial,
hasta el punto de que la construcción de las mismas frases lo indica. La ironía que se esgrime
es menos amarga que la de Jaime Gil de Biedma. Estas expresiones coloquiales (“vida mía”) se
intercalan con frases de clara vinculación literaria: “El premio del engaño es el olvido”, verso
que contrasta con lo demás. Muchos de estos poetas compartían el “Romanticismo en
sordina” que encarnaba Gil de Biedma (si bien en este poeta es más exagerado, se comparte
con él una nueva sentimentalidad que combina emoción y humor). Destaca también la
circunstalización muy precisa en un lugar y en un momento, que se comparten con este poeta.
Todos ellos se mueven en un mundo relativamente fácil, al contrario de lo que ocurre en la
poesía de Jaime Gil. Aunque él tuviera situación igualmente fácil, la sentía como difícil (rencor
hacia su clase). Se critica a estos poetas este aspecto, muestran un mundo muy sencillo.
También se les reprocha el que expresen una sentimentalidad aproblemática. Es cierto que el
poeta se propone establecer una serie de filtros entre sus emociones y la poesía (entre los que
destaca la ironía), pero este hecho no hace nada determinante. La caja de plata marca un
cambio en la dirección poética española. Cuenca, un poeta veneciano, publica un poemario
que se adscribe a una tendencia comenzada a principios de los ’80, con otros poetas. Así, se
proclama la primacía de esta corriente sobre las otras.
“Poema de Bogart”. Claramente, se trata de poesía de la experiencia: se crea una ficción
conversacional con un tú en segunda persona (como hacía Gil de Biedma). Si bien no hay una
segunda persona explícita, parece una conversación con alguien. También destaca la
cotidianeidad no solo de la situación, sino del vocabulario empleado. Otro rasgo clave en este
tipo de poesía es la intertextualidad: el autor remite a otros poemas, al cine, o a los medios de
masas. De nuevo, encontramos la pantalla de la ironía y del humor, más bien un humor
situacional (un personaje que se viste igual que Humphrey Bogart). El matadero podría
funcionar como una sugerencia al suicidio, si bien podría ser, simplemente, una referencia
topográfica (Cuenca juega aquí con el doble sentido). Se aborda un tema muy característico de
Gil de Biedma, la amistad: un amigo consuela al poeta por un desamor. El amigo le salva de su
desesperanza. La composición tiene un carácter claramente autobiográfico, se finge una
conversación en la que el lector es alguien conocido: por eso se emplean nombres propios sin
aclarar quiénes son. Es un recurso que también emplea Jaime. Se intercalan frases de profunda
carga poética. Cuenca emplea aquí las referencias culturales de un modo radicalmente distinto
a cómo lo hace en sus poemas de corte veneciano: “somos el sueño de una forma” es una
referencia cultural intertextual que no se percibe como un fin en sí mismo, sino que se integra
en el poema para aportar un significado (además, en boca de uno de los personajes). La
narratividad también es característica de este tipo de poesía.
Es llamativo el empleo de formas muy clásicas en las que se encuadra un tipo de vocabulario
coloquial (aquí, el soneto). En este poema, parece inspirarse en La antología griega. En ella, se
incluyen epigramas y composiciones cortas. Son poemas de carácter muy claramente
narrativo, que cuentan con un epígrafe de carácter introductorio que narra lo mismo que el
poema. Este es el recurso del que Cuenca se vale en este poema, y que probablemente extrae
de este volumen. Podría haber sido influido por la poesía barroca española, en la que también
encontramos este tipo de composiciones con epígrafe: esto explicaría el uso del soneto en
este caso. Hay un intento de recrear la atmósfera de las películas de Bogart, por lo que se
coloca a sí mismo en un “escenario” de corte neoyorquino. Puede haber una influencia de la
poesía de la experiencia en ciertos cantautores (Sabina, Serrat), aunque no está claro en qué
dirección se establece, o si la influencia es externa e influye a ambas corrientes.
En conclusión, destaca la utilización de un lenguaje cotidiano que no excluye la utilización del
lenguaje literario y la intertextualidad presente tanto en la referencia a la cultura popular,
como en las referencias a una cultura más clásica.

Un sector de la crítica reprocha a la poesía de la experiencia que es poco crítica con la situación
social y el propio estado emocional. Parece “aceptarse todo”. En cuanto a la sentimentalidad,
nunca hay desgarramiento. Se les critica también porque “cuentan demasiado su vida”. Acaba
convirtiéndose en una especie de “amaneramiento”, muchos de los poetas de la época se
adscriben a esta tendencia. Por el sentido común al aburrimiento es un artículo que habla
sobre la poesía de la experiencia. Concluye con que es muy fácil identificarse con ella, pero que
el sentido común acaba ocasionando “aburrimiento”. Cuando se acaba la novedad, resulta
tediosa. Si bien triunfó, acabó despertando ampollas.

Roger Wolfe, es un poeta de la época, de padre inglés, pero que desarrolla en España casi toda
su labor poética en España. Suele identificarse con la poesía de la experiencia. Sin embargo, él
mismo rechaza esa vinculación con este tipo de poesía: argumenta que toda poeta habla de su
propia vida, y que aunque su poesía sea “personal” en ese sentido no puede vincularse con es
movimiento, con el que no se identifica totalmente.

El ambiente retratado en este primer poema es totalmente cotidiano, se emplea además un


tono conversacional y narrativo, y aparecen nombres propios. No hay un género de prosa que
corresponda a esta temática: la poesía de la experiencia ha permitido introducir narraciones
de pequeñas escenas, que están recogidas en narrativa. El micro-relato juega con un final
inesperado, por lo que no es exactamente equivalente; suele contar con una trama más
concreta y sorpresiva, no refleja estos retazos de la propia vida que componen los poemas. La
narratividad se marca aún más con el diálogo en estilo indirecto (“que si salgo me pregunta”).
Es muy urbano. Roger Wolfe argumenta para desmarcarse de la poesía de la experiencia que
su ambiente es distinto, porque no parece encontrarse tan “a gusto” en su propia atmósfera.
Su mundo social es distinto, por lo que su mundo poético refleja una actitud más combativa,
disconforme: se queja de las “moscas”, el “alquiler”, etc. Aunque comprendamos que no va
totalmente en serio se emplea una cierta ironía “me gustaría romperle todos los dedos de las
manos”: quiere ser el antihéroe. Referencia meta-literaria (a un libro), igual que en toda la
poesía de la experiencia. El carácter de lengua hablada está muy marcado ya desde el primer
verso, “Manolo”, sin introducción previa, sólo el nombre. Cierta ironía por parte de Wolfe. Se
hace muy evidente el rechazo de las grandes palabras líricas. La amistad también está muy
presente: de forma radicalmente distinta a como la describe Gil de Biedma. Wolfe lo hace
como mucho más “espontánea”, como algo diario y mundano, Gil de Biedma más “elevada”.
Aún así, parece que la amistad tranquiliza a Wolfe frente a toda su incomodidad.

“La música”: lenguaje brutalmente coloquial “fiambre”. Se aleja todavía más del realismo
social, porque relata un episodio de clara vinculación social sin posicionarse o indignarse…. Es
típico de Wolfe situar un elemento positivo “en medio del infierno” (infierno y mirlo). En
poemas como este se ve más claramente la distancia entre el mundo de la poesía de la
experiencia y el de Wolfe. La cotidianeidad de Wolfe incluye una jeringa que cuelga de un
brazo y un registro léxico más bajo (fiambre). Además, esgrime indignación, descontento
radical respecto a la realidad, salvado por un detalle: la música. Esta desazón casa un poco con
Gil de Biedma, si bien de forma distinta, sobre todo en el tratamiento del tema (se parece en
incluir algo positivo dentro de lo mundano). El realismo sucio del autor puede considerarse un
tipo de poesía de la experiencia.

Este realismo se caracteriza por una voluntad de lengua hablada, por una visión caracterizada
por el descontento, por el hastío frente a la realidad, que contrasta con el tono mucho menos
polémico de la poesía de la experiencia

LUIS GARCÍA MONTERO es el poeta de la experiencia más conocido junto con Luis Alberto de
Cuenca. Emplea un realismo lírico más parecido al de Cuenca que al de Wolfe.
En el primer poema relata como se queda solo en la ciudad cuando su novia se ha ido en la
playa y él sigue en Granada: destaca el carácter anecdótico. Se trata de una experiencia muy
concreta, con una localización muy concreta también. Sin embargo, no hay rastro del tono
irónico desgarrador de Gil de Biedma. Se emplea un tono conversacional. El ambiente es
urbano, por lo que el léxico también lo es: teléfonos, comunicando, tráfico, ambulancias. De
nuevo alternancia de tono: algunos versos “convencionalmente líricos” y otros marcadamente
conversacionales. No solamente es el escenario el que recurre a imágenes urbanas, sino que
las propias metáforas utilizan vocabulario ligado a una época concreta (mi corazón sin tráfico).
Instalación cómoda en la realidad, frente a la sensación de malestar de la obra de Wolfe. Se
presenta un ambiente acomodado (ella se ha ido a la playa), y una actitud relativamente
conforme o satisfecha: desde luego socialmente. Emocionalmente tampoco se alcanza la
acritud de Gil de Biedma.

“Chico Wrangler” (Ana Rossetti). La autora ha escrito la poesía erótica más conocida de los
últimos años, la ha vinculado con reivindicaciones feministas. El poema es prueba de la
pluralidad de registros que pueden darse dentro del realismo lírico, y como éste impregna
muchas manifestaciones poéticas. Aquí se relata lo anecdótico: “Wrangler” es una marca, muy
ligada a una época. Podría ser un anuncio publicitario, lo que nos situaría todavía más en el
momento urbano. Hay en toda su poesía una separación entre amor y sexo que se refleja en
este poema: el personaje es muy impersonal, tan impersonal que podría ser un anuncio
publicitario. No hay intención de mantener relación afectiva, sino una mera relación erótica.
Esto es poco frecuente en poesía masculina, aún menos en la femenina. La impersonalidad
llega al punto de que el rasgo definitorio del personaje es su marca de vaqueros. Nuevamente
encontramos frases de carácter muy literario, que se señalan con la utilización de hipérbatos.
Sintagmas que podrían interpretarse perfectamente en un contexto épico adquieren un
significado distinto en este poema “dulce corazón mío…”

Hay poemas eróticos que pueden ser “atemporales”, pero este está muy marcado. Así que
poesía de la experiencia es una denominación ambigua, porque parece haber invadido casi
todas las corrientes de la época: las manifestaciones más “puras” son las Cuenca o Montero,
pero también encontramos muchos rasgos en Wolfe, así como en la poesía erótica de Rossetti,
que debería ser quizás otra corriente diferenciada

“Tanto abril en octubre”. Riechmann. Poema escrito durante una enfermedad de su mujer.
Muy afín a la poesía de la experiencia: encontramos pequeños detalles de la cotidianeidad
(medicinas en vasos de plástico). Evidentemente, una fuerte narratividad domina el poema:
está contando una experiencia muy específica y muy concreta que ocurre a lo largo de tres
semanas. La incomodidad por la enfermedad le aleja de los planteamientos idílicos de la
experiencia de García Montero o de Cuenca. Es una experiencia “brutal”. Aquí encontramos
realismo lírico, pero la actitud que toma y los temas tratados se alejan de los de otros autores
del movimiento. Posteriormente, Riechmann evolucionará además hacia el “realismo cívico”,
en el que comenta la realidad social, y toma una actitud crítica frente a ella. Es decir, el tono es
distinto aunque las técnicas sean similares: la poesía de la experiencia lo invade todo, lo
erótico en Ana Rossetti, y la poesía dramática de este autor.
“La rosa es sin porqué” emplea la intertextualidad al modo de Gil de Biedma: prácticamente,
invierte el significado de los versos del autor original (un místico alemán). En este poema
sirven para explicar la idea de un mundo regido por el azar, la imposibilidad de explicar las
cosas. Tras un vocabulario deliberadamente frío oculta una emoción muy intensa. Esta
sentimentalidad oculta aflora en el verso final: no nos sorprende, se intuye durante todo el
poema. El “te amo” está muy “trillado” en poesía, pero en este verso queda bien. Recupera
todo su sentido después del ambiente retratado. Se reflejan experiencias psicológicas
específicas (“desaparece la impaciencia).

Como se ha señalado, la poesía de la experiencia o realismo lírico es la línea dominante del


1985 al 2000 (llegando incluso a influir otros géneros, como la poesía erótica o la dramática),
pero no es la única. Destacan, por ejemplo, la poesía elegíaca y la neoépica.

Poesía elegíaca, está “obsesionada” por el paso del tiempo, y en particular por la pérdida de la
infancia y la juventud: tema recurrente en Jaime Gil de Biedma, pero a través planteamientos
muy distintos a los de este autor. Poetas nacidos entre 1965, 1960. Destacan dos,
principalmente.

No hay narración, escribe sobre distintos momentos de su vida, pero no relata ninguna
experiencia concreta. No hay tampoco una localización exacta: la ambientación es muy difusa.
Aparece la nieve, pero la nieve está en muchos momentos de la vida. Se emplea un léxico más
típicamente lírico: no se usan palabras tan vinculadas a la cotidianidad concreta. Por ejemplo,
“zapatos” es cotidiano, pero tampoco es dependiente de una época, no es una marca, ni un
vaso de plástico. Quien ha escrito esto no ha aceptado esa regla de circunstalización del
poema: se emplea un léxico “universal”, mucho menos anclado a una situación histórica.
Porque el tema planteado tampoco depende de una situación histórica. El que los niños
jueguen con la nieve es atemporal. Se trata un tema recurrente en Jaime Gil (paso del tiempo),
pero su influencia no se aprecia en el tratamiento del mismo: no hay ironía (quizás en lo de la
tumba). Poema tradicional, el dirigirse al lector al final del poema es un golpe de efecto.

José Gutiérrez: El poeta renuncia a la voluntad de apresar el tiempo. La literatura se concibe


tradicionalmente como una forma de fijar el paso del tiempo, nos rescata de él: es una idea
romántica. Ni siquiera en esto cree Gutiérrez, “triste moneda de unos versos”, visión pesimista
de la poesía, que se desmarca de la idea tradicional de escapar del tiempo escribiendo. Poesía
parecía prometer un rescate del paso del tiempo (a eso se dedica durante mucho tiempo),
luego se da cuenta de que no es posible escapar de él. Bécquer conserva una cierta esperanza
en la poesía, aunque el lenguaje humano es insuficiente. Gutiérrez niega en este poema la
posibilidad de salvarse a través de la palabra. Este es un tema recurrente en la novela y poesía
españolas desde el XIX, y sobre todo durante todo el siglo XX. Resume la actitud de muchos
escritores sobre su propio oficio: salvarse por la poesía. Gutiérrez dice que la experiencia es
insustituible. El título muestra el deseo de recuperar el antiguo significado de la palabra
“comercio”, en el sentido de trato: Gil de Biedma también lo intenta en su texto “Del comercio
con los héroes·: probablemente se debe a una influencia, igual simplemente los dos intentan
recuperarlo. El vocabulario no está contextualizado en ninguna época, sino que se emplea un
vocabulario clásico, alejado de la poesía de la experiencia. Recuerda a la poesía del
renacimiento y del barroco. Estos poetas tienen una clara vinculación con Quevedo. Este
poema podría estar vinculado con los Ensayos de Montaigne, otro de las obras que influyó a
los poetas del ’85 hasta el 2000. Este autor tiene un ensayo que se llama los tres comercios
(mujeres, amigos, libros). Montaigne despertó además la admiración de Quevedo, poeta que
leían y admiraban los poetas elegíacos. Encontramos en general en sus obras un trasfondo de
la literatura clásica.

La tercera orientación de la poesía de los ’80 es la poesía épica, que también constituye un
intento de ruptura con la tradición lírica si bien es casi opuesto a la ruptura que encarna la
poesía de la experiencia.

Julio Martínez Mesanza. Europa es un poemario que ha ido ampliando sucesivamente. La


primera publicación se dio en el año 1983, posteriormente se reeditó con más poemas en los
años 1986, 1988 y 1990. Cada edición cuenta con un número mayor de poemas. Hay en su
obra un palpable intento de actualizar la épica enfrentándola a la experiencia cotidiana. Parece
hablar de los mongoles en “Estela victoriosa” y “El camino”. Este último habla de la conquista
de China y de Europa, al menos de la intención de conquista. Los personajes muestran un
descontento por la democracia. Levantan una enmienda a la totalidad de nuestra civilización.
Se le acusa de escribir literatura fascista, sus defensores arguyen que la voz lírica no puede
confundirse con la opinión del autor. Cuestiona todos los supuestos de la civilización
Occidental “intrigas de la razón”. Hay un primitivismo vinculado al de Lorca, se emplean los
tártaros porque encarnan ese primitivismo. Se critican “leyes para las usuras”, legalizar los
bancos, etc. Ni las finanzas, ni la razón, ni la democracia: este mundo le repele (o repele a sus
personajes). Mezcla en su poesía todo tipo de críticas: se critica la democracia pero también el
sistema financiero, etc. Restaurar la épica y el mundo en el que esta épica era posible.
Neoépica crítica. Contrapone presupuestos primitivistas a las ideas actuales. La épica
constituye un ideal de vida al que hay que contraponer el actual: hay que ver las ventajas de
uno frente las ventajas del otro.

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