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Las montañ as acogieron con ternura al sol, que fue introduciéndose por los recovecos de

su dureza. Todo se volvió naranja y cá lido y un sú bito frío envolvió el ambiente. Olía a
limpio. Los pá jaros cantaban la feliz unió n. Gorjeos de pura felicidad. Poesía mecá nica.
Las nubes tapaban la montañ a. La oscuridad se cernía sobre la ciudad. El cielo iba
tintá ndose de un azul progresivamente má s oscuro. Pequeñ as motas de algodó n
adornaban la cú pula añ il, que se perdía en el horizonte. Un olivo se cernía triunfante
sobre la azotea de un edificio. Reinaba soberbio, corona de laurel perfumando el
glorioso espectáculo. Un perro ladraba a lo lejos. Las hojas rosadas de un cerezo se
mecían al son del viento. Todo palpitaba vida.

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