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1. No eres lo que los demás dicen que eres: Si eres hijo(a) de Dios,
eres también Su heredero(a), y eres coheredero(a) con Cristo: “Y si
hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con
Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente
con él seamos glorificados” (Romanos 8:17).
Los maestros de la ley y los fariseos llevaron entonces a una mujer sorprendida en
adulterio, y poniéndola en medio del grupo le dijeron a Jesús: Maestro, a esta mujer
se le ha sorprendido en el acto mismo de adulterio. En la ley Moisés nos ordenó
apedrear a tales mujeres. ¿Tú qué dices? (Juan 8:3-5)
Ella era culpable. Ella había sido sorprendida en el acto de dormir con
un hombre que no era su marido.
Luego fue arrastrada en frente de una multitud para un juicio
improvisado.
La multitud quería darle la pena de muerte.
Aquí están las preguntas que el texto no responde.
¿Cómo se llamaba?
¿Estaba ella casada? ¿Tenía hijos?
¿Cuáles eran sus talentos, dones, y sueños para su futuro?
Todo lo que sabemos de ella es su pecado. Cuando la gente la miraba, era todo lo
que veían. Tal vez has oído hablar de la clásica historia La letra escarlata. La trama
fue arrancada de esta historia, excepto que la mujer adúltera fue obligada a llevar
una letra A gigante en su camisa, como castigo por su pecado. Apuesto a que
muchos de ustedes saben lo que es eso.
Cometiste un error.
No te ves como todo el mundo.
Tu personalidad es peculiar.
Odias tu cuerpo.
Alguien te llamaba con un nombre, y se pegó.
Sea lo que sea, puede ser que también lleves un signo de ello grapado en el pecho
porque estás segura de que son todas las personas que lo ven cuando te miran.
Pero la Palabra de Dios nos recuerda quienes somos realmente. Jesús puede
arrancar las etiquetas que tienes si se lo permites.
Perdonada
Valorada
Amada