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*El deseo de hijo: de la carencia
ala produccién deseante
*+Lelicia Glocer Fiorini
El tema central de este trabajo gira alrededor de la nocién de deseo que
sustenta la idea de maternidad, en el marco de una légica falica.
Para abordar esta tematica, tomé como punto de partida los dilemas cli-
nicos y éticos que suscitan las nuevas técnicas reproductivas. Entre estos
dilemas adquiere una resonancia especial el modo en que se conceptuali-
za el deseo de hijo en el campo psicoanalitico. También de esto tratan la cli-
nica y la ética.
En el trayecto elegido incluyo la postulacién de otra concepcién del
deseo, que excede la légica falica y que, a la vez, coexiste paradéjicamente
con ella.
|. Esterilidad y fertilizacion asistida
La nocién de esterilidad se nos presenta como la sombra del deseo de hijo.
En el curso de los tiempos fue considerada un estigma y, a pesar de que
puede afectar a uno u otro sexo, tradicionalmente fue adjudicada a las muje-
res, La contraparte, el otro polo, del concepto de esterilidad es la maternidad
en un sentido reproductivo. En esta tiltima acepci6n seria una condicién ine-
ludible para toda mujer, tanto si se la entiende como un mandato de la natu-
raleza como si se la considera, desde los discursos sociales, un destino fun-
damental de la sexualidad femenina. Si el destino univoco de toda mujer es
ser madre, si la femineidad se realiza a través de la maternidad, en ese caso
la esterilidad debe ser solucionada, al estilo de una enfermedad que se debe
curar. Esto puede conducir a la conformacién de mandatos de adopcién sin
teflexionar sobre la disponibilidad psiquica de cada sujeto o, en el contexto
de los avances biotecnolégicos actuales, a generar ofertas de fertilizacién
asistida en forma indiscriminada. Por lo cual se hace necesario enfatizar los
*Trabajo presentado en el XLII Congreso Internacional de Psicoanilisis, Niza, 22-26 de
julio de 2001
**Miembro titular en funcién didéctica de la Asociacién Psicoanalitica Argentina.
Direceién: Crémer 1635, 9 “C” (1426) Ciudad Auténoma de Buenos Aires, R.
Argentina. Correo electronico: .966 Lenicn GLocer Fionn!
riesgos de una sujeci6n incondicional a los avances de las técnicas médi-
cas que pasarian a ser depositarias de un “saber universal” sobre la mater-
nidad, al considerar esta condicién como un “destino” privilegiado para
las mujeres. Los innegables aportes de las técnicas de fertilizacion asistida
no excluyen la necesidad de una evaluacién cuidadosa de sus beneficios y
también de sus riesgos, en el amplio campo de las infertilidades.
Por otra parte, el desarrollo en las Gltimas décadas de tecnologias
médicas destinadas a dar respuesta a las maternidades o paternidades no
realizadas se inscribe en un contexto mas amplio. La vulnerabilidad de los
lazos sociales, el auge de los fendmenos de androginia, el debilitamiento
de los universos simbolicos, constituyen algunas de las marcas del cambio
de siglo que acompafian a situaciones inéditas generadas por propuestas
biotecnoldgicas cada vez més sofisticadas. En este contexto se plantean
problematicas que desaffan la teoria y la practica psicoanaliticas y sobre
las que todavia no existen respuestas claras 0 generalizadoras.
A partir de una referencia clinica relacionada con el campo de las fertili-
zaciones asistidas se abren en este trabajo dos lineas de desarrollo. Una de
ellas esté vinculada a los dilemas éticos que las nuevas técnicas reproducti-
vas ponen en juego, y la otra corresponde a la necesidad teérica de revisar
la nocidn de deseo de hijo, activada a partir de estas nuevas realidades.
Referencia clinica
El hecho de solicitar una consulta sobre fertilizacién asistida no es sufi-
ciente, esto es recién el comienzo de una busqueda cuyo final no conoce-
mos con anticipacién.
Una mujer, de 48 anos, comienza una serie de entrevistas, a raiz de que
habia comenzado a plantearse la posibilidad de tener un hijo. Habia surgido
esta opcién en el momento de la menopausia y como consecuencia de una
consulta al ginecélogo en el marco de sus controles habituales. La propues-
ta del médico fue recurrir a una donacién de évulos y fertilizacién in vitro.
Se habia casado ocho anos atras. Tuvo un breve matrimonio a los 29
afios. No tuvo hijos y nunca los habia deseado conscientemente.
Se encuentra muy angustiada, aparentemente por el dilema de tener
que elegir entre la donacién de évulos propuesta o la adopcién de un nifio.
Esto ocurre en un complicado contexto porque sentia que su edad estaba
marcando un limite a la maternidad; ademas, el marido se negaba a consi-
derar esas opciones, ya que él tenia una familia anterior, con hijos propios.
Comienza el andlisis y en su transcurso aparece una gran ambivalencia en
relaci6n con la posibilidad de tener un hijo. El rechazo de un embarazo que
pueda modificar su cuerpo se une al miedo a quedar atrapada en ese mismo
cuerpo, que se convierte en un cuerpo extrafio y la deja sin salidas posibles.
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El horror a la sangre, ligado a una saga familiar referida a una mujer
que habia muerto en el parto junto con su bebé, convierte al embarazo en
algo amenazante y del orden de lo ominoso.
La relacion con su propia madre siempre estuvo tenida por una gran
ambivalencia. Segtin el relato de la paciente, su madre siempre quiso un
hijo var6n, y le insistfa en las desventajas del matrimonio y lo desagrada-
ble de los embarazos, el parto y los hijos en general. Ella estaba destinada
a acompafiar a su madre y compartir su vida, lo que efectivamente ocurrid
después de la muerte del padre, un hombre débil y sometido a la madre.
La fantasia de tener un hijo con su propia madre, que surge a partir de
algunos suefios y de un sintoma histérico de embarazo, estaba en las raices de
su maternidad no realizada. Se apoyaba en una relacién dual, de caracteristi-
cas fusionales, con un trasfondo amenazador, enlazado a un goce incestuoso.
El hecho de formar una pareja, el de dejar de convivir con su madre, el
de haber podido dar expresiones creativas a sus actividades laborales,
aparecieron en el transcurso de su anélisis como manifestaciones de una
tendencia al quiebre de ese marco, aunque con un fuerte trasfondo de
angustia. En esta zona de transicién apareci6 la fantasia del hijo.
La consulta inicial sobre la opcién entre fertilizacién asistida 0 adop-
cién gener6 otros itinerarios en su recorrido analitico.
En consecuencia, la discusién sobre las técnicas propuestas es en si
misma inconducente desde el punto de vista psicoanalitico, si no se discu-
ten las premisas tedricas que sustentan el concepto de deseo de hijo y sino
se toma en cuenta la fantasmitica individual. Inevitablemente esto impli-
cara también deslindar los conceptos de maternidad, femineidad y sexuali-
dad femenina (Glocer Fiorini, 1998, 2001). La posicién tedrica que se adop-
te determinara las caracteristicas de la escucha en la practica clinica. A esto
se agrega la consideracion de variables tales como duelos sin elaborar,
deseo inconsciente de un hijo 0 su rechazo, situacion de la pareja o su ine-
xistencia, relacién con la propia madre, modalidades de la resolucién ed{-
pica.
Interrogantes éticos
Las fantasmaticas vinculadas a las propuestas de fertilizacion asistida y
os dilemas éticos que se presentan abren un campo de derivaciones insos-
pechadas y plantean problemas a veces de dificil resolucién (Doria
Medina, 1999).
Desde los padres: gcomo se estructura la fantasmdtica puesta en juego
en los casos de donaci6n anénima de gametas? ;Qué consecuencias sur-
gen de una induccién de la demanda que genere una eventual perturba-
cin, por parte del hijo, de una relacién dual preexistente en la pareja?968 Lenicn GLocer Fionn!
{C6mo juega la inclusién de un tercero (donante, médico, técnico) en la
decision y concrecién del proyecto? {Qué sucede con la hostilidad y la
angustia que surgen en este contexto? ;Cudles serian las diferencias, si las
hay, entre los proyectos de fertilizacién asistida y los de adopcion, en rela-
cién con las fantasias que eventualmente surjan al respecto?
Por otra parte, y desde el hijo: g¢6mo se configura la fantasmatica
correspondiente en un nifio cuyo material genético no corresponde a los
padres, sino que proviene de gametas de una mujer anénima y de un
banco de semen? ;Qué ocurre en su travesia edipica, en la organizacion de
su deseo y de sus identificaciones, si es gestado en el titero de otra mujer?
Qué relaciones y diferencias puede haber con las angustias y los con-
flictos de los nifios adoptados? ¢Existe un anonimato de los origenes que
marque diferencias con los nifios adoptados, por la imposibilidad de
representar un padre o una madre aun en una virtualidad?
Se conforma un campo complejo en el que las fantasmaticas y los con-
flictos generados en ambos campos, parental y filial, se entrecruzan e inte-
ractian, potenciando sus efectos.
Por un lado, es indudable que algunas de estas propuestas proveen
asistencia a aquellas mujeres y hombres que desean y no pueden tener
hijos. Por el otro, la concepcién de que toda mujer debe ser madre impli-
ca el riesgo de ofrecer “soluciones” indiscriminadamente, generando
demanda de lo que pasa a ser un producto considerado necesario. Esto se
inscribe en una concepcidn instintivista de la maternidad
Es necesario destacar que la maternidad es un acontecimiento propio de
Jo humano y, como tal, implica una nocién desplazada de lo natural. El pasa-
je a la cultura constituye al sujeto humano y, en este sentido, el deseo de hijo
ya no sera, por definicién, sdlo instintual. No niega su apoyatura en lo natural,
pero la sobrepasa ampliamente, inscribiéndose en el registro de la cultura, en un
universo simbélico. Este desplazamiento trascendera falsos dilemas binarios
como la oposicién naturaleza/cultura. El concepto de pliegue, en el limite
entre la naturaleza y la cultura, aporta otra forma de pensar estas relaciones.
Kristeva (1983) sefala que hay una heterogeneidad insubsumible por el sig-
nificante, que estalla violentamente con el embarazo, en el umbral de la cul-
tura y la naturaleza, y que hace de la mujer un ser de pliegue.
Por otro lado, y a partir de los desarrollos biotecnolégicos, la procrea-
cién ya no dependeria de la unién sexual de la pareja. Si bien es cierto que
estas propuestas alcanzan a una minima parte de la poblacién, tienden a
marcar una disociacién cada vez mayor entre unién amorosa o sexual y
procreacién. De modo que, en esta desarticulacién puede quedar acen-
tuado el caracter meramente reproductivo de lo materno y difuminarse su
condicion deseante.
La alteracién de los sistemas de parentesco y de los modos de filiacion
atraviesan las problematicas singulares e implicaran modificaciones en los
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procesos de subjetivacin. Para M. Tort (1992), “dichas transformaciones
alcanzan las propias estructuras de los sistemas simbélicos que rigen la
identificacién de los sujetos en todas las sociedades conocidas (nombra-
mientos, filiacién, maternidad y paternidad, identidad sexuada)”.
Constatamos que se genera un campo de limites imprecisos entre, por un
lado, nuevas y posibles formas de organizacién simbolica y, por el otro,
propuestas que tenderfan a un borramiento de la subjetividad.
Como psicoanalistas nos encontramos en una zona de transicién. Se
entrecruzan la necesidad de una ética interdisciplinaria que delimite pau-
tas y que configure un marco general para estas problematicas, campo que
hasta ahora esta en retraso con relacién a las nuevas propuestas médico-
tecnol6gicas, y una ética que se definira en la singularidad de cada andli-
sis, de acuerdo con la travesia fantasmatica individual. Cabe subrayar que
si bien el campo de la ética es uno solo, sus zonas de aplicacién requieren
especificaciones.
Eneste contexto se hace imprescindible re-pensar la categoria deseo de
hijo, aun cuando pareciera que ya todo esta dicho acerca de esta cuestion
Es necesario, pero no suficiente, sostener la nocién de maternidad deseante; se
debe debatir también con qué nocién de deseo nos manejamos, y dentro de qué pre-
misas tebricas y éticas.
Il, Desde el campo psicoanalitico
El concepto de deseo de hijo no es univoco, si bien histéricamente estuvo
indisolublemente ligado al “destino femenino” por excelencia. El hijo
otorg6 representacion en las diversas culturas a las mujeres y catectizé
como valor representable y positividad, lo que en la otra cara de la mone-
da era una femineidad carente de representacion.
Las iconograffas y significaciones maternales constituyen imagenes
tranquilizantes frente al denominado enigma femenino, y permiten des-
plazar ansiedades primordiales referidas a la diferencia sexual.
En la obra freudiana (1925, 1931, 1933), el deseo de hijo en la nina surge
a través de una larga serie de sustituciones, comandadas por la envidia
del pene. En “Sobre las trasposiciones de la pulsi6n, en particular del ero-
tismo anal”, Freud (1917) despliega su concepto de ecuacin simbélica, en
el cual el deseo de hijo aparece, en el marco de las teorias sexuales infan-
tiles, como una categoria sustentada en equivalencias y sustituciones de
un deseo mayor. De esta manera, el hijo surge como sustituto simbélico
del pene, a través de la ecuacion pene-nifio. Senala diversas vias en las que
se despliegan las permutaciones en el marco del erotismo anal: del pene al
hijo, de las heces al hijo, o del regalo al hijo. En estas constelaciones, o bien970 Lenicn GLocer Fionn!
el hijo aparece como un sustituto del pene o bien el varén puede aparecer
como apéndice del pene. Se configuran fantasias de deseo infantiles que el
adulto conserva, que el inconsciente atemporal atesora.
Esta conceptualizacion de la maternidad dentro de una logica falica
implica la consideracién del hijo como un sustituto simbolico a partir de
una carencia fundamental. La madre, en tanto es significada como caren-
te, debe adquirir un valor félico que la complete. Esto se liga con las
teorias sexuales infantiles organizadas en términos de la polaridad pre-
sencia/ausencia. En este contexto se configura la figura de la madre falica
como una categoria de un universo félico-deseante, es decir, sustentada
en reglas falicas del deseo. En el marco de esta légica, la subjetivacion
femenina se lograria fundamentalmente a través de la maternidad.
En estos desarrollos es necesario incluir otro camino, ya sefialado por
Freud (1931): el juego con mufiecas. Se trata de una posicién activa, pre-
edipica, basada en identificaciones imaginarias con la madre, que contri-
buyen a motorizar el deseo.
Para M. Klein (1930), “el simbolismo no solamente constituye los fun
damentos de todas las fantasfas y sublimaciones, sino que sobre él se
estructura también la relacién de! sujeto con el mundo exterior y con la
realidad en general”.
El debate habia comenzado: para K. Horney (1924) y Ruth Mack-
Brunswick (1944), el deseo del hijo era primario e innato, no secundario a
la envidia del pene. Posteriormente otras analistas discutieron la envidia
primaria del pene. M. Torok (1964) destacé que la envidia del pene era la
envidia del pene idealizado, en un intento de desarticular el fundamento
originario de este concepto. Pero la polémica con Freud se mantenia en el
registro de las dicotomias, dentro de las premisas y los términos propios
de la logica falica, binaria.
Lacan (1958), al postular el falo como significante del deseo, propone des-
centrarlo de su referente anat6mico. Pero no es facil comprender la carencia
falica de la madre si los términos se refieren a la carencia en términos
lingitisticos: en este caso, y como efecto de la estructura del lenguaje, seria
propia de ambos sexos. Este autor efectita un nuevo descentramiento en los
matemas de la sexuacién al introducir el registro del goce femenino o suple-
mentario, mas alla de la trama significante. Sin embargo, aquello que exce-
derfa el universo significante, aquello de lo que no se puede hablar, estaria
localizado, segtin Lacan (1972-73), en la mujer. De esta manera, y cerrando el
circuito, se daria forma a una nueva versién del enigma femenino.
Por su parte, Green (1997) enfatiza la necesidad de recuperar la condi-
cién deseante de la experiencia maternal, incluyendo su cualidad amoro-
sa y sus connotaciones erdticas. Mientras que Aulagnier (1992) sefiala los
riesgos tanto de renunciar al deseo, como equivalente de la muerte p:
quica, como de no poder aceptar los limites de su realizacién, que puede
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concluir en un resultado igualmente catastréfico.
Mas alla de una concepcién sustitutiva: el deseo como produccién
Siguiendo la légica freudiana, la nina seria objeto de un perjuicio: “no
haber sido dotada del genital correcto” (Freud, 1925). A partir de este
punto, Freud sefiala tres caminos posibles que puede transitar el desarro-
Ilo psicosexual de la nifia, guiados por la envidia del pene y empujados
por la hostilidad hacia la madre: la inhibicién 0 apartamiento de la sexua-
lidad, el complejo de masculinidad y/o la maternidad. Esta ultima seria la
salida esperada, “normativa”: el acceso a la femineidad a través del deseo
de hijo. En este contexto, la nocién de envidia del pene apareceria como
una categoria necesaria para esta serie de encadenamientos y sustitucio-
nes simbélicas que se proponen explicar el cambio de objeto, de la madre
al padre, y configurar asi la trama edipica y el deseo de hijo.
A partir de estas consideraciones, se plantean varios problemas:
1. La linea sustitutiva, si bien se apoya en un trabajo simbélico, acentiia
una faz compensatoria de la maternidad a partir de una carencia (“fali-
ca”) originaria localizada imaginariamente en la nifia. Esta nocién se
superpondria al concepto de carencia como categoria comtin a ambos sexos, que
marca incompletud.*
2. No queda espacio para la consideracién, en un plano tebrico, de un camino para
a sexualidad femenina mas alld de la maternidad y que no se enmarque en la
frigidez, la histeria 0 la homosexualidad. La sexualidad femenina no
tendria sustento representacional, simbdlico, en el marco de los tres
caminos sefialados por Freud.
3. La linea sustitutiva, guiada por la envidia del pene, que se propone para
la nifia no permitiria explicar la paternidad desde el punto de vista del
deseo de un hijo, en un sentido de triangulacién edipica. S6lo se podria
explicar desde ecuaciones sadicoanales (heces-dinero-hijo) vinculadas
a la investigacién sexual infantil, y/o a partir del deseo, propio de los
discursos sociales, de perpetuar el patronimico y las posesiones.
4, La faz compensatoria de las sustituciones ecuacionales acentia el caracter
de hijo-falo; la maternidad puede convertirse en un espacio de insisten-
cias repetitivas, que concentra anhelos de completud narcisista. Se sobrein-
viste la figura de la madre fiflica, pasaje necesario, pero no suficiente. Esta con-
dicin no permitiria dilucidar por qué la madre incluiria un tercero en ese
circulo perfecto. Por supuesto que la primera respuesta es que esto
depende de la propia resolucién del complejo de Fdipo-castracién simbé-
lica en la madre y s cin en un universo simbélico que le permita
ins
1. Hay un malentendido bésico en la homologacién de la polaridad presencia/ausen-
cia con la polaridad falico/castrado. Se trata de equivalencias que deberian descen-
trarse para articularse eventualmente en una relacién compleja (Glocer Fiorini, 1994).972 Lenicn GLocer Fionn!
incluir una categoria tercera. Pero esto s6lo aportarfa uno de los elemen-
tos de la trama. La cuesti6n remite a cudles serian los factores especificos
propios de la subjetivacién materna que permitirian esa configuracién en
terceridad. Por un lado, qué es lo que posibilitaria la desarticulacién de la
homologacién falo-pene, tarea dificil dentro de este marco tebrico; por el
otro, si el concepto de maternidad félica agota la comprensién del deseo
de hijo. Esto implica revisar la noci6n de deseo puesta en juego.
Entonces, existe una alternativa a la concepcion sustitutiva, ecuacional,
del deseo de hijo?
Frente a estas cuestiones, considero de interés incluir los desarrollos de
Deleuze (1995), quien postula una nocién productiva del deseo como posi-
bilidad de apertura ante los eventuales estancamientos que se producen
en el campo clinico y teérico. Para Deleuze, el deseo no se define por nin-
guna carencia esencial. Ese autor sefiala que la carencia remite a una po:
idad del deseo y no el deseo a una negatividad de la carencia. Se apoya
en la obra de Nietzsche, quien sostiene el caracter autoafirmativo de las
fuerzas, que para Deleuze son fuerzas deseantes
La nocién de deseo como produccién proviene del campo de la filo-
sofia y, por lo tanto, esta alejada del concepto corriente de positividad. Las
fuerzas deseantes, en tanto creadoras, afirman la produccién de diferencia
y novedad. Asimismo, destaco la diferencia entre el concepto de carencia,
la nocién de ausencia (que implica una operacion mental de envergadura
para constituirse como tal) y la nocién de incompletud, a la que se adviene
en los procesos de subjetivacién.
EL hijo como produccién deseante implica otra concepcién del deseo, descen-
trada de la filosofia de la carencia como filosofia de lo negativo. La propuesta de
concebir el deseo como produccién abriria la posibilidad de conceptualizar al hijo
como algo més que un sustituto de una carencia fundamental
Permite, ademas, pensar en otros caminos, otros deseos, no maternales,
para la subjetivacién femenina (Glocer Fiorini, 1999). Posibilitaria configurar
un camino teérico para la comprension de la sexualidad femenina més alla
de la maternidad y de las configuraciones histéricas. Laplanche (1980) sefia-
la en sus desarrollos que éste es un campo de interrogacién en la teoria.
La maternidad como consecuencia de equivalencias sustitutivas encuentra sus
limites en Ia insistencia repetitiva, sin produccién de diferencia. Conduce a que
el hijo no pueda ser registrado en su alteridad radical y dificulta o impide
los procesos de separacién y corte simbélico. Por el contrario, el concepto
de produccién deseante esta mas allé de la repeticién ciega y de las sustiluciones
2. Hay una doble faz en el concepto de ecuacion simbolica: por un lado, aporta elemen-
tos para la comprensién de un ordenamiento simbolico del campo pulsional, a partir de
la investigacion y construcci6n de las teorias sexuales infantiles; por el otro es, a nues-
tro critorio, insuficiente para comprender el deseo de hijo mas alla de la légica falica
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ecuacionales como camino excluyente: implica diferencia: En esta linea, cuando
el deseo de hijo se aleja de una concepcién sustitutiva y sortea el campo
de la repeticién sin diferencia, cuando se aleja de lo igual, de las equiva-
lencias compensatorias, se podra conceptualizar como produccién,
La relaci6n entre el concepto de poiesis, como creacién, y las nociones
de producci6n deseante y de generacién de diferencia estan en la base de
estos desarrollos.
Destaco que el concepto de produccién deseante no excluye la concepcién ecua-
cional, sustitutiva, ya que ésta, dentro de los limites ya mencionados, provee un
marco de trabajo simbolico. La cuestion es ampliar y complejizar el campo a través
de un trabajo de convergencias y divergencias entre ambas categorias (Glocer
Fiorini, 2001). Se trata de nociones que no son homogéneas, pero que coexis-
ten. Cada una explicaria de manera incompleta un aspecto de la realidad ps‘.
quica y material.
Por otra parte, 10 habria un deseo de hijo, como un universal, sino una plu-
ralidad deseante. Esto incluye la posibilidad de existencia de deseos encon-
trados. Asimismo, el deseo de hijo puede encontrarse con un tope: la
angustia de embarazo, en un marco resistencial.
En continuidad con estos desarrollos, el concepto de terceridad, como
posibilidad de acceso a un universo simbélico, adquiere otra dimension.
Remite a una complejidad mayor, que se apoya en la funcion paterna
como una metafora de la funcién simbolica, pero que considera también
los elementos de discriminaci6n, limites, corte simbélico, propios del
espacio intermedio generado en la diada madre-hijo.
Ademés, todo esto permite ahondar acerca de si hay desde la madre
elementos para promover la separacién con el hijo como corte simbélico.
La concepcién poiética del hijo, no sustitutiva, permitiria pensar con mas
propiedad en una figura diferente de la poderosa figura imaginaria de la
madre atrapante y devoradora, o de la madre que no incluye en sf ele-
mentos para promover un corte simbélico con el hijo, en el marco de un
encierro narcisista.
En este contexto, considero que es necesario diferenciar la diada de las con-
Jfiguraciones fusionales. La diada permite la inclusion virtual de un elemento ter-
cero, es decir que ser dos no implica que no haya terceridad. En cambio, las Ila-
madas configuraciones fusionales, por definicion, excluyen la posibilidad
de triangulacion.
El fenémeno del doble forma parte de la relacion madre-hijo; en el caso
de las configuraciones fusionales, sus caracteristicas ominosas (Freud,
1919) adquieren una presencia y permanencia poderosas. Siguiendo estos
desarrollos, el espacio transicional (Winnicott, 1966) seria pensable en tér-
minos de diada y no de fusién.
En esta linea, el deseo de hijo trasciende el campo de la demanda y de
la ecuacién simbélica, para pasar a ser proyecto y creacién en una dimen-974 Lenicn GLocer Fionn!
sién temporal. La maternidad félica es un camino que el deseo de hijo
puede recorrer, pero no describe la totalidad del campo deseante para lo
femenino-materno. Entiendo que se abren otras posibilidades de com-
prensi6n si se piensa en la maternidad como produccién deseante que, a
su vez, entra en relaciones complejas con la maternidad ecuacional falica.
Asimismo, destaco que estas consideraciones sobre la nocién de deseo
exceden el marco de la maternidad; podrian extenderse a otras areas del
campo psicoanalitico.
EI hijo como un Otro heterogéneo
Estos debates conducen a preguntarse acerca de qué tipo de relaciones u
oposiciones habria entre la maternidad para una mujer o para una nifia
que, en el contexto edipico y guiada por la envidia del pene, desea un hi
del padre
Como habia sefialado,
sto implica interrogarse acerca de si es catego-
rizable un deseo de hijo mis alla de los limites de la ecuacién simbolica,
del sistema de equivalencias propias de las teorias sexuales infantiles.
Considero que la concepcién del deseo inconsciente en el sentido de produccién
trabajaria en relaciones de conjuncién/disyuncién con la concepcién sustitutiva,
ecuacional, de la maternidad. Por otra parte, cada una de estas categorias
encuentra su limite en la otra
En esta propuesta queda implicita la diferencia entre el hijo como cons
cuencia de la demanda, el hijo como valor falico a partir de la ecuacién simbélica,
xy el hijo como produccién deseante.
En el marco de esta tillima categoria se crearia el espacio para la consideracion
del hijo como un Otro heterogéneo (Glocer Fiorini, 1996). Fl concepto de elec-
cién de objeto en relacion con la resolucién ed{pica no abarca el campo de
Ja relaci6n con el Otro. Esta dltima es una referencia a una heterogeneidad
radical con el si mismo, que ataca las certezas absolutas del yo (Levinas,
1947). No es tampoco el otro especular, engafioso, sino que, a nuestro cri-
terio, es el reconocimiento de esa heterogeneidad como condicién inelu-
dible de un corte simbélico, El reconocimiento de una alteridad radical en
el hijo genera la posibilidad de lo novedoso, del reconocimiento de lo dife-
rente, de creacion de una experiencia mis alla de las fronteras del narci-
sismo, y sobrepasando también la relacién de objeto.
Esto dependera de que la madre haya podido transitar su propia trama edi-
pica, identificaciones y deseos, sus duelos, en la significacion del hijo para ella.
En consecuencia, se entrecruzan diferentes planos: el hijo como objeto
de la necesidad, de la pulsién, del deseo, del amor, el hijo como ideal, y el
reconocimiento del hijo en su otredad.
Estos desarrollos implican necesariamente el reconocimiento, junto al
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campo deseante, de otros registros como la capacidad de cuidados, el
apego (Bowlby, 1969), la sensualidad en los contactos (Alizade, 1992), la
empatia, que generen las condiciones de constitucién de un campo imagi-
nario que permita la estructuracién narcisista del yo y que facilite el des-
pliegue de la seduccién materna, de los sentimientos tiernos de meta inhi
bida. Se reconoce una organizacién en complejidad en que la pluralidad de varia-
bles y niveles debe ser pensada en términos de permeabilidad de limites y fronte-
ras (Morin, 1990), es decir, en intersecciones de categorias.
Las concepciones del deseo en un sentido poiético permitirian conceptua-
lizar el deseo de hijo en un marco multicéntrico, e implican:
1. La posibilidad de aportar un plus al sistema de sustituciones propios de la ecua-
cién simbélica pene-nifio, basada en una carencia original, y que comanda en
Ia teoria freudiana Ia resolucién edipica de la niiia y una salida “normativa”
en Ia maternidad. Implica no solamente conceptualizar una maternidad
deseante, sino también reconocer en el deseo de hijo un caracter pro-
ductivo que excederfa las sustituciones simb6licas propias de la logica
falica. Aporta otras variables para descentrar el sobreinvestimiento de
la maternidad falica y especificar con mayores precisiones el estableci
miento de un lugar tercero desde la madre.
2. Un trinsito de Ia ecuacién simbélica, que eventualmente puede derivar en una
repelicién sin diferencia, al trabajo deseante, en produccion. En este trdnsito se
despliega la posibilidad de generar diferencia. Estos dos ejes no se excluyen, tra-
bajan en relaciones de oposicin y enlace, por lo que implican una ampliacién de
los limites de la ecuacién simbélica.
3. El aporte de elementos que posibiliten el reconocimiento de la heterogeneidad
radical del hijo en su otredad, que creard las condiciones de corte simbilico.
4. La confluencia de estos factores en la consideraciGn del deseo de hijo como pro-
duccién deseante, en la medida en que puede traspasar eventualmente la iner-
cia de la repeticion.
5. La ampliacién de los tres caminos descriptos por Freud para explicar el desarrollo
psicosexual de la nifta, y la apertura de un espacio para pensar la sexualidad femse-
nina mis alld de la maternidad, el complejo de masculinidad, ta histeria 0 la fri-
gide2. Podria también setalar un camino para reflexionar acerca de la paternidad.
DESCRIPTORES: DESEO DE UN HUIO / FERTILIDAD ASISTIO® | ETICA / DESEO / MATERNIDAD
KEYWORDS: DESIRE FOR A CHILD / ASSISTED FERTILITY / ETHICS / DESIRE / MOTHERHOOD976 Lenicn GLocer Fionn!
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