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Módulo 4

Seguros. Transporte.
Servicios
Profesionales.
Contrato de consultoría
A continuación nos dedicaremos a un contrato que, si bien no se encuentra
reglamentado en nuestra legislación, se encuentra “tipificado”
socialmente, teniendo el público en general gran conocimiento acerca del
mismo: es el contrato de consultoría.

Estas “nuevas” estructuras nos obligan a dejar de lado aquellos esquemas


tradicionales establecidos en la legislación, y nos llevan en echar un vistazo
a las nuevas posibilidades que nos ofrecen estas nuevas categorías de
contratos, según los conceptos y términos tratados en el Módulo 1 de la
presente materia.

Tenemos que tener en claro, que el hecho de que un contrato determinado


“socialmente” no se encuentre tipificado en la normativa del derecho
privado, no implica “parámetros Standard” circulando dentro del escenario
de una comunidad internacional, es más, algunos hasta llegan a establecer
posiciones de negociación o normas de conducta, lo cual, en alguna
medida, llega a unificar formas de negociación.

El contrato de consultoría tuvo sus orígenes a fines del siglo XIX, con el fin
de regular asuntos referidos a la producción, ya sea relacionada por
empleo, o a la eficiencia en máquinas y la productividad en fábricas, ya que
en aquella época se trataba de asuntos de gran importancia para los
empresarios.

Es importante destacar que durante la Segunda Guerra Mundial, los


consultores desarrollaron un papel importante, ya que optimizaron el
esfuerzo bélico, ampliando y mejorando todos aquellos métodos
destinados a acrecentar la productividad en las industrias de armamentos,
así como en la definición y contenido de cargos en los “staff gerenciales”.

Hoy por hoy, gracias a los grandes lineamientos establecidos por el Banco
Mundial para prestatarios y consultoras, se establece que los servicios de
consulting encierran a su vez cuatro áreas bien definidas:

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1) estudios previos a la inversión,
2) servicios de preparación,
3) servicios de implementación,
4) servicios de asistencia técnica.

Resulta importante, asimismo, establecer la diferencia entre “consultoría”,


entendida como aquel conocimiento que posibilita infinita posibilidades y
derivaciones y “consulting”, como aquella rama o área del anterior.

Teniendo en cuenta la naturaleza de las actividades llevadas a cabo por los


actores de este contrato, definimos al contrato de consultoría como aquel
cuyo objetivo consiste en la prestación de servicios realizado por
especialistas o técnicos de distintas disciplinas, que adoptando alguna
forma jurídica, llevan a cabo proyectos de ingeniería en general,
dedicándose a su vez a tareas administrativas y tareas de gestión durante
el curso de la realización de las obras como también aquellas tareas de
asesoramiento técnico en las distintas y concatenadas fases de ejercicio y
manutención de la obra misma.

A su vez, debemos tener presente la ley 22.460, creada para regular la


contratación y promoción de los servicios de consultoría en el espacio
estatal. Esta ley definió al contrato de consultoría en su Art. 2,
estableciendo que es toda prestación de servicios profesionales, científicos
y técnicos de nivel universitario, cumplidos bajo forma de locación de obra
intelectual o de servicios, y realizadas por firmas consultoras o consultores.

Según el Banco Mundial, los servicios de consultoría son desarrollados por


los siguientes sujetos activos que, por lo general, se corresponden con
organizaciones como las siguientes:

1) estudios profesionales,
2) sociedades y empresas de consultoría privadas, públicas o
corporaciones,
3) firmas asistentes del gobierno (no pertenecientes o descentralizadas
de él),
4) empresas estatales,
5) organizaciones privadas sin fines de lucro,
6) organizaciones internacionales por acuerdos multiestatales,
7) universidades.

Existen asimismo, distintas modalidades de contratación, que analizaremos


a continuación:

A) CONVENCIONAL: Es aquella en donde se le otorga a la sociedad o


grupo contratado la función de CONSULTOR ENCARGADO de actividades
técnicas, excluyendo aquellas actividades operativas y actividades de
gestión. Bajando a la práctica, las funciones de consultor abarcarían en
este caso, la preparación del “proyecto”, como así también el cuidado

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en la selección para la elección de la empresa o grupo de empresas
adjudicatarias de los trabajos. Lo dicho ut supra, no significa que en
forma conexa o paralela, la consultora cumpla funciones relacionadas
con la dirección de los trabajos y el asesoramiento de su comitente, en
todo a lo que concierne para la adquisición de bienes y servicios que son
necesarios para la realización de la obra.

B) IN HOUSE: En este tipo de forma contractual hay un mayor grado de


presencia del comitente junto con toda su estructura organizacional,
junto con todas aquellas fases en que pueda desmembrarse la
realización de la obra, incluyendo a veces, aquellas actividades de
construcción.

C) PROJECT MANAGEMENT: Es aquella modalidad considerada “típica”,


en donde las empresas o grupos dedicados al consulting se hacen cargo
de todas aquellas responsabilidades relacionadas con las actividades
intelectuales en las que puede ser desglosada la realización de una obra.

D) TURN KEY: Puede suceder que se le encargue a una consultora la


realización de un proyecto sobre la base de un contrato "llave en
mano”; en esta oportunidad, la sociedad de consulting actuará
prestando servicios de consulta, evaluación y selección de ofertas que se
encuentren interesadas para la realización material de la obra. A su vez,
elige a las empresas que van a ser adjudicatarias participando en la
realización de la misma, representando al comitente (en todos sus
efectos) en sus relaciones con la empresa.

¿Qué alcances tiene las funciones del consulting?

Con respecto al ámbito de actuación de las firmas de consultoría, podemos


afirmar que con el tiempo se ha ido extendiendo significativamente,
volviéndose incluso cada vez más complejo, siendo una consecuencia
directa de la complejidad de los negocios en los que se aplica.

En efecto, desde los orígenes del contrato, las consultoras se encargaban


principalmente del tiempo y del movimiento y en cuanto a la disciplina, la
consultora marchaba junto con la Ingeniería Industrial. Una vez
transcurrida la etapa fundacional, entendida como las primeras épocas de
este siglo, el “consulting” avanzó hacia un estadio relacionado con el
anterior, donde focalizó todo su objetivo en el análisis de la disposición de
las plantas fabriles, el estudio del trabajo y el control de la producción, lo
cual siguió así hasta fines de la década del 50. Es así como, a partir de allí,
tenemos que destacar que los consultores, no sólo ayudaron y colaboraron
con sus clientes a superar problemas que se les iban presentando durante
la marcha de la actividad, sino que también cooperaron a abandonar, por
la crisis que estaban pasando, las cooperativas importantes, por medio de

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la realización de planes futuros, para así, más tarde, pasar a administrar los
proyectos y a colaborar en su ejecución.

En la actualidad, los entendidos en la materia, establecen que existen


cuatro áreas generalmente abordadas por las grandes empresas de
consulting:

a) la consultoría en estrategia y reestructuración corporativa,


b) la consultoría en efectividad organizacional,
c) la consultoría de tecnología de información,
d) la asesoría funcional.

En los últimos años, las consultoras con más prestigio en el mundo apuntan
a dirigir sus objetivos hacia la consultoría sobre planificación financiera, ya
que por medio de ella, se trata de aconsejar a los clientes sobre la forma de
asegurar los activos que poseen de sus carteras de inversión y de qué clase
de colocaciones elegir, en donde indirectamente, tratan, por otro lado
activamente de buscar gestores con dinero y evaluar su actuación.

Es así como, según la guía del Banco Mundial, el contrato de consultoría o


“consulting” es aquel que consiste en realizar previamente estudios sobre
temas importantes como la inversión, los servicios de preparación, los de
implementación y de asistencia técnica. Es más, este contrato de
consultoría, suele ir más allá, ya que es posible que su objeto consista en
estudios importantes, tales como: factibilidad técnica y económica, el
presupuesto de costos y la previa determinación de los planes de
amortización de los mismos, realización de proyectos preliminares, el
desarrollo del proyecto general, junto con los respectivos pliegos técnicos,
además, de la preparación de proyectos de ejecución, el requerimiento de
ofertas dirigidas a los posibles clientes-empresas- interesados en la
realización de las tareas, junto con la selección y evaluación obras y
elección de adjudicatarios, la supervisión y el control de todas y cada una
de las actividades desarrolladas por la obra, entre otros.

Debido a la gran cantidad de tareas que puede llegar a desarrollar una


consultora en el ejercicio de su función y ante el requerimiento de sus
clientes, es necesario destacar las distintas áreas de responsabilidad en la
que esta se desempeña y el alcance de esta en relación a circunstancias en
donde se produzca un hecho dañoso.

Muchas veces, esta responsabilidad se desarrolla paralelamente y con


independencia de una forma contractual en donde se hayan establecido
normas de conducta de manera recíproca, y otras veces, frente a la
responsabilidad que surge como consecuencia de la realización del
contrato, las partes limitan específicamente su conducta determinándola
en el mismo contrato. Por lo tanto, en el primer supuesto, estamos frente a
una responsabilidad extracontractual, en cambio, en el segundo supuesto,
nos colocamos frente a una responsabilidad contractual.

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Nos ubicaremos dentro del contrato de consultoría, frente a una
responsabilidad de tipo contractual, donde los límites de conducta estarán
fijados por los papeles que las partes han firmado al momento de
perfeccionamiento del contrato entre el comitente y la consultora.

Más aún, ya habiendo desarrollado los diferentes tipos de modalidad


contractual que tiene el consulting, y en virtud de los diferentes tipos de
relación entre cliente-consultor, en donde vimos que van desde el
“convencional” hasta el “turn-key”, es notorio que las responsabilidades en
cada uno de ellos, van in crescendo, debido a la mayor injerencia con que
el consultor participa sobre las operaciones llevadas a cabo y del giro social
del cliente con respecto a la anterior.

Veamos ahora distintos supuestos de responsabilidad en el contrato bajo


análisis en la presente lectura:

1) Cuando la consultora se retrasa en el cumplimiento de las


prestaciones asumidas: Puede suceder que una de las partes, en este
caso la consultora, se atrase en la entrega comprometida de informes,
estudios o proyectos convenidos, en virtud de un plazo establecido
convencionalmente por medio de cláusulas establecidas en el mismo
contrato. Frente a tal situación, el comitente tiene la facultad de exigirle
recuperar retrasos en las distintas etapas del proyecto, incluso, exigirle
un aumento de personal idóneo para la realización de la tarea.

Por otro lado, la consultora tiene la obligación de hacerse responsable


frente a los daños que ocasionalmente se hayan producido frente al
cliente por aquel retardo en la entrega de la tarea asignada, resarciendo
según lo estipulado en el contrato por medio de lo establecido en
cláusulas penales, o teniendo en cuenta los parámetros legales
ordinarios.

2) Cumplimiento incompleto de las prestaciones establecidas


contractualmente: Es común que se establezca entre las partes, por
medio de una cláusula especial redactada en el contrato, que frente al
cumplimiento parcial de la consultora frente a su cliente, en este caso el
comitente, podrá éste exigirle a aquélla, dentro del plazo preestablecido
en el contrato o a fijarse por las partes, las soluciones que correspondan
frente a la naturaleza de las fallas; en este caso concreto el
cumplimiento de la prestación debida. Más aún, frente al hipotético
caso de que la consultora persista en su conducta negativa, vale decir
continúa y se rehúsa al cumplimiento completo de la prestación, deberá
responder por todos los daños producidos.

3) Rescisión contractual: Es necesario aclarar, que esta solución sólo es


llevada a cabo en casos excepcionales, ya que producirá sus efectos
cuando frente a una posible solución arbitral, que se encontrare
redactada por medio de cláusulas establecidas en el contrato, ésta no

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hubiese podido concretarse. Frente a este caso, la solución se llevará a
cabo por lo que las partes hayan establecido en el contrato y,
supletoriamente, por los principios generales del derecho aplicables a la
materia.
Frente a las disposiciones relativas a la limitación de la responsabilidad
establecidas en el contrato por las partes, las mismas, solo producirán
efectos dentro de un marco contractual, subsistiendo la responsabilidad
plena e ilimitada cuando ella se origine de actos absolutamente ilícitos.

Por otro lado, las disposiciones referentes a la limitación o exoneración de


responsabilidad contractual, están indefectiblemente obligadas a
confrontarse con normas que conforman un ordenamiento jurídico (por lo
menos aquellos que siguen el lineamiento del sistema europeo
continental) donde establecen la inderogabilidad de la nulidad de cláusulas
de exoneración frente a casos de culpa grave e indiscutiblemente los de
dolo.

La siguiente aclaración que se debe realizar, es que nada prohíbe que se


establezca contractualmente un límite máximo a la responsabilidad
patrimonial del consultor, pero éste nunca tendrá la suficiente validez
dentro de la órbita aquiliana.

También es necesario aclarar que existe una vasta problemática


relacionada con el “deber de reserva” o “pacto de confidencialidad”, en
donde su violación acarrea responsabilidad civil, y en determinados casos
penal, para aquel consultor infiel.

Esto es debido a que, como estas grandes firmas consultoras poseen


acceso a información absolutamente confidencial de sus clientes, la cual les
es imprescindible para realizar un “cuadro de situación”, y así luego estas,
proponer proyectos y realizar estrategias.

Como última acotación; el campo de responsabilidad contractual de las


consultoras es extenso, y mantiene una relación inmediata con la influencia
o eventual control que pueden llegar a ejercer sobre sus clientes, frente a
particulares situaciones.

A partir de lo leído, habrás observado, que existe una relación inmediata


con los alcances de las firmas de consultoría en las crisis, y hasta que cae
en cesación de pagos y/o quiebra de algunos de sus clientes.

Tenemos que tener en claro, que los trabajos realizados entre consultora y
comitente, puede consistir en un gran conjunto de actividades que abarcan
desde la creación de un simple “Informe sobre el estado financiero-
patrimonial del cliente”, hasta la creación, funcionamiento y
gerenciamiento de un mega proyecto, en donde sabemos, ya que a estas
alturas la consultora ha aceptado compartir los riesgos y actual como un
verdadero compañero de su cliente.

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Ya que, en la medida en que se pueda llegar a sostener que hubo influencia
dominante o algún particular vínculo entre la consultora y el cliente,
generando un marco que se tipifica de “conjunto económico”, no es
descabellado pensar que un juez laboral, entendiese la existencia del clima
necesario para hablar de una extensión de la responsabilidad, (ya sea
comercial, laboral, y provisional) y aún, podría darse en aquellas
situaciones de quiebra, ya que con seguridad alguien podría plantear el
reclamo pertinente, destinado a hacer responsable a la consultora por los
daños sufridos por su comitente.

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