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Factores de riesgo
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12/11/2004
ZENIT
A pesar del gran número de matrimonios estables que están lista de espera para adoptar
un niño, algunos países contemplan la posibilidad de ofrecerlos en adopción a parejas
homosexuales, sin tener en cuenta las implicaciones que tendrán para los pequeños,
constata Dale O'Leary, escritora e investigadora de la Asociación Médica Católica de
Estados Unidos. En esta entrevista concedida a Zenit, O'Leary profundiza en algunas de
las posibles consecuencias.
-Aunque a la gente le gusta idealizar la adopción, de hecho ser dado en adopción por los
propios padres biológicos es una experiencia dolorosa. Pretender que la adopción es
como tener tu propio hijo biológico y que no hay problemas adicionales en realidad no
ayuda a los hijos adoptivos a hacer un esfuerzo por comprender ni contribuye al amor
heroico que se requiere de los padres adoptivos. Los padres adoptivos cuentan a los
niños cómo sus madres tomaron la valiente decisión de procurar para sus bebés casas
con un papá y una mamá pensando que era lo mejor para ellos.
Sin embargo, a pesar de todas las palabras tranquilizantes de los padres adoptivos y de
su amor y cuidados, un niño adoptado casi siempre se pregunta: «¿Por qué? ¿Por qué mi
madre me entregó? ¿Dónde estaba mi padre?». Estas preguntas a menudo persisten
incluso en la vida adulta. Se requiere una estabilidad emocional y psicológica por parte
de los padres adoptivos para poder dar a los niños una respuesta a estos interrogantes.
Ser adoptado por un hombre y una mujer feliz y fielmente casados, proporciona un
ambiente saludable para el niño que ha sido entregado por sus padres biológicos. El
amor comprometido de fidelidad del padre a su mujer y a su hijo enseña al niño
adoptado que no todos los hombres se desentienden de sus responsabilidades hacia los
hijos. La fuerza de la madre adoptiva ante los problemas enseña al niño que, aunque su
madre biológica no pensó si estaba preparada para tener un hijo, la madre adoptiva sabe
hacer frente a las crisis y nunca deja de amar ni renuncia a su hijo. La experiencia
cotidiana de ver a un padre y a una madre que se aman, que se sacrifican y perseveran,
da al niño adoptado una imagen de verdadero amor matrimonial y paternal que puede
ser un modelo para su propia vida.
Ésta es sin duda la razón de que, a pesar de la herida inicial, la mayoría de los niños
adoptados se convierten en adultos sanos y felices que saben elegir con quién casarse y
se convierten en buenos padres.
-¿Cuál es la diferencia entre un niño adoptado por una pareja del mismo sexo y por una
heterosexual?
-Si los niños adoptados por un matrimonio preguntan «¿por qué fui dado en adopción?»,
¿qué preguntarán los que han sido dados a una pareja del mismo sexo? ¿No les
asombrará el por qué han sido entregados a una familia a la que siempre faltará un padre
o una madre? Más pronto o más tarde, el niño preguntará: «¿Por qué fui abandonado
por mi padre, dado en adopción por mi madre y luego tratado por la sociedad como un
bebé de segunda clase, que tenía que ser colocado en una situación de segunda clase?».
Las personas atraídas por el mismo sexo que adoptan, aman a sus hijos, y los hijos los
aman, pero aunque hay amor habrá también rechazo.
Las parejas del mismo sexo no serán capaces de admitir el daño que han hecho a los
niños que aman y atribuirán sus problemas a la «sociedad» y a la «homofobia». Los
niños no serán capaces de expresar su insatisfacción y al mismo tiempo se sentirán
culpables por no ser agradecidos. Los niños podrán llegar a sentir que hay algo
equivocado en su deseo natural de tener un padre del sexo opuesto. Ya hemos visto un
caso de este tipo. A Rosie O'Donnell, conocida lesbiana y partidaria de la adopción
lesbiana, se le preguntó qué haría si su hijo adoptado deseara un padre. Según
O'Donnell, su hijo ya ha expresado este deseo. Cuando tenía seis años, dijo «quiero
tener un papá». O'Donnell respondió: «Si hubieras tenido un papá, no me habrías tenido
a mí como mamá porque soy el tipo de mamá que quiere a otra mamá. Tu mamá es así».
El niño dijo: «Ok, me quedo contigo».
-¿Qué otros peligros amenazan a los niños adoptados por parejas del mismo sexo?
-Los niños dados en adopción han sido separados de sus madres biológicas y a menudo
también de cuidadores transitorios. Esto puede llevar a desórdenes de afectividad. El
contacto con una única figura materna durante los primeros ocho meses de vida es
crucial para el desarrollo emocional. Criar a un niño con un desorden de dependencia
afectiva requiere una sensibilidad especial por parte de sus padres adoptivos. Una
amiga, que adoptó un niño de Europa del Este, descubrió que su hijo adoptado sufría un
grave desorden afectivo. El especialista le dijo que su capacidad de confianza estaba tan
deteriorada que no podría separarse de él por largos periodos durante varios años.
Debido a que los niños entregados en adopción han sufrido ya una gran pérdida, es muy
importante colocarlos en la situación más estable posible. Las parejas del mismo sexo
son las menos estables. Las parejas de varones tienen muchas probabilidades de
romperse; incluso si permanecen juntos, raramente tienen plena confianza sexual el uno
en el otro. Las parejas lesbianas tienen más probabilidades de permanecer unidas pero
no son tan estables como las parejas heterosexuales.
Por esta causa, con una pareja del mismo sexo, el niño corre un riesgo mayor de una
segunda gran pérdida durante la infancia. La investigación sobre los efectos del divorcio
en los niños es clara e inequívoca: el divorcio produce un daño profundo. El daño es
necesariamente mayor para un hijo adoptado. Michael Reagan --que fue adoptado por el
presidente Ronald Reagan y su primera mujer, matrimonio que acabó en divorcio--,
habla del divorcio como de dos adultos que van a la habitación de los niños, rompen
todo lo que hay de más valioso en ella y luego dejan que sea el niño el que intente
componer las piezas rotas. Mientras la prensa presenta una imagen feliz de las parejas
del mismo sexo que adoptan niños, existe otro lado de la moneda: rupturas tremendas y
luchas por la custodia.
Los trabajadores sociales y las familias de acogida que protestan sufren a veces las
consecuencias. Laurie Ellinger, que acoge niños para la adopción, protestó por la
adopción de un niño de color por parte de una pareja masculina gay; se le suspendió
temporalmente la acogida de niños porque había hecho público el caso. Dos
matrimonios cristianos habían tratado de adoptar al niño y por eso la madre natural del
bebé, que tiene el control de la adopción, protestó ante los trabajadores sociales.
-Nuestra primera preocupación debería ser el bienestar de los niños adoptados por
homosexuales. Ahora bien, hay que reconocer que también afecta negativamente a
nuestras familias. Aprobando la adopción homosexual, el Gobierno aprueba la conducta
homosexual. Una cosa es que el Estado tenga tolerancia por lo que se produce a puertas
cerradas y otra decir que es igual al matrimonio. ¿Cómo afrontarán el problema los
centros escolares, sobre todo los infantiles? La cuestión no es teórica. Las escuelas de
Massachusetts y otras áreas de los Estados Unidos están ya enseñando a los niños de la
escuela elemental a equiparar las relaciones homosexuales a las del matrimonio entre un
hombre y una mujer.
Esto sitúa a los padres creyentes ante una posición insostenible. Tienen el deber de
educar a sus hijos en la verdad. Por otra parte, no desean entrar en particulares sobre la
homosexualidad con un niño pequeño. Ni desean que se añada un dolor adicional a los
niños obligados a crecer con una pareja del mismo sexo. La única respuesta para
muchos padres es retirar a sus hijos de esas escuelas públicas. Cuando las escuelas
públicas son usadas como instrumentos de adoctrinamiento contra la religión, los padres
creyentes son discriminados.