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Para el concepto de utilidades existen varias acepciones relativas.

Por un lado, están aquellas que


responden a criterios jurídicos, y por otra, están las que parten de disposiciones contables.

Desde el punto de vista legal, se habla de utilidades repartibles para designar la proporción de las
ganancias de la sociedad sobre la cual los asociados tienen derecho de percibir los dividendos o
participaciones sociales.

Desde la perspectiva contable, la utilidad se subdivide en diferentes conceptos, tales como la


utilidad bruta, la utilidad neta y la utilidad repartible. Este último concepto surge de la aplicación
de cálculos derivados de la técnica y los principios contables, por cuyo efecto se suman y deducen
múltiples variables para efectuar la depuración de la renta.

Las utilidades en derecho societario están estrechamente relacionadas con el concepto de ánimo
de lucro subjetivo. Esta es la posibilidad legal de percibir sumas de dinero justificadas en balances
fidedignos de final de ejercicio, es decir, en balances dignos de ser creídos o que merecen crédito.

A pesar de que la ley permite, bajo ciertas circunstancias, el reparto de utilidades en especie
mediante la liberación de participaciones de capital a favor de los asociados, este expediente
constituye un mecanismo excepcional sobre su distribución en dinero efectivo.

Por lo demás, las simples economías o la eliminación de gastos en que podrían haber incurrido los
asociados, no pueden recibir el tratamiento de utilidades en sentido jurídico. De ahí que pueda
afirmarse con acierto que la utilidad implica un "superávit ganado" y no una mera posibilidad de
ahorro.

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Así mismo, es necesario poner de relieve la distinción semántica y jurídica que existe entre los
conceptos de distribución y reparto de utilidades.

Mientras que el primer concepto trata de la ordenación de las diferentes porciones en que se
dividen las ganancias obtenidas por la sociedad de acuerdo con las previsiones normativas y
estatutarias, el segundo término habla de la efectiva entrega que debe hacerse a los asociados de
lo que les corresponda luego que se ha hecho la distribución legal de las utilidades.

Esto lo que nos quiere decir es que el reparto corresponde al prorrateo del saldo de las utilidades
sociales, cuando ya se han efectuado las apropiaciones para el pago de los impuestos a cargo de la
sociedad y se han producido las detracciones o reservas ordenadas por la ley, los estatutos o el
máximo órgano social.

También conviene hacer la distinción técnica entre los llamados dividendos, entendidos como las
utilidades a que tienen derecho los accionistas en las sociedades anónimas y en comandita por
acciones, y las denominadas participaciones, que corresponden al nombre técnico que se le da a
las mismas utilidades cuando estas se aprueban a favor de los socios de compañías colectivas, de
responsabilidad limitada y en comandita simple.

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