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UNIDAD 10 punto 3
Pero, es conveniente hacer referencia cuatro importantes restricciones que obstaculizan ese
objetivo. Primero, el financiamiento del régimen de previsión social; segundo, los desequilibrios y
asimetrías regionales que dificulta la posibilidad de establecer indicadores objetivos para el reparto
entre provincias; tercero, la exigencia de la unanimidad que requiere una ley convenio; y en cuarto
lugar, la facultad permanente del gobierno nacional de establecer asignaciones específicas en
detrimento de los recursos coparticipables.
En primer término, al analizar la distribución primaria, que es la manera en que se distribuyen los
recursos tributarios entre la Nación y el conjunto de las provincias y la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, surge la restricción: financiamiento del régimen de previsión social.
Al leer la ley de coparticipación federal de impuestos número 23.548 y sus modificatorias surge
que a la Nación le corresponde el 41,64 por ciento (incluye 1,40 por ciento correspondiente a la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires), el 57,36 por ciento para conjunto de las provincias, y el 1 por
ciento para los Aportes del Tesoro Nacional (ATN). Pero, ¿reciben las provincias 57,36 por ciento
de los recursos tributarios coparticipables?. No, porque en el primer pacto fiscal federal de 1992
(ley nacional 24.130) se autoriza al Estado nacional a retener un 15 por ciento para atender pago de
obligaciones previsionales nacionales y otros gastos operativos que resulten necesarios.
Además, por otras numerosas leyes, se detrae para ese mismo fin, el 11 por ciento del IVA. Del
impuesto a las ganancias se lleva el 20 por ciento de su recaudación y una suma fija de 120
millones anuales. También, se destina a éste fin, el 100 por ciento del impuesto a los combustibles
(gasoil), el 21 por ciento del impuesto a los combustibles (nafta), el 70 por ciento del monotributo
y otros.
Es por éstos motivos que dicha restricción es denominada por algunos especialistas provincia -
seguridad social, aunque otros estudiosos prefieren llamarla tercer socio en cuestión: Nación,
provincias y atención a las obligaciones previsionales.
Distribución secundaria
En segundo término, corresponde tratar la distribución secundaria, es decir, los parámetros del
reparto entre todas las provincias y la Ciudad de Buenos Aires. Antes de abordar en detalles sobre
el tema, es necesario comentar que existe el fondo del conurbano bonaerense, el cual surge del
10% del impuesto a las ganancias o hasta llegar a la suma de 650 millones anuales. Luego, nace el
fondo del conurbano santafesino, materializado en la ley 24.443. Esto fue posible porque la
provincia de Buenos Aires resignó parte del fondo de infraestructura correspondiente al impuesto a
los combustibles hasta la suma de 30 millones de pesos anuales.
Esta situación genera el reclamo permanente de los conurbanos cordobés, mendocino y tucumano.
A su vez, es de crucial importancia tener presente que las provincias que poseen recursos
hidrocarburíferos y mineros han sido beneficiadas por último párrafo del artículo 124 de la
Constitución Nacional el cual dice que "corresponde a las provincias el dominio originario de los
recursos naturales existentes en su territorio".
Esta cuestión, en el año 2005, significo casi 2.700 millones de pesos anuales en concepto de
regalías petroleras y 581 millones de pesos anuales originadas en las regalías gasíferas, aunque no
se tiene información sobre las regalías mineras.
Esto ha generado el pedido legítimo, pero de difícil aplicación práctica, de las provincias de la
Pampa Húmeda: las regalías agropecuarias.
Por otra parte, el tercer párrafo del inciso 2 del artículo 75 de la Constitución Nacional expresa que
"la distribución entre la Nación, las provincias y la ciudad de Buenos Aires y entre éstas, se
efectuará en relación directa a las competencias, servicios y funciones de cada una de ellas,
contemplando criterios objetivos de reparto; será equitativa, solidaria y dará prioridad al logro de
un grado equivalente de desarrollo, calidad de vida e igualdad de oportunidades en todo el
territorio nacional".
En tercer término, la restricción que implica la sanción de una ley convenio. El segundo párrafo del
inciso 2 del artículo 75 de la Constitución Nacional prescribe: "Una ley convenio, sobre la base de
acuerdos entre la Nación y las provincias, instituirá regímenes de coparticipación de estas
contribuciones, garantizando la automaticidad en la remisión de los fondos". Es decir, se requiere
que la ley aprobada por el Congreso Nacional sea ratificada en los mimos términos por las 23
legislaturas provinciales y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. No podrá ser modificada por
ninguna jurisdicción.
Finalmente, el inciso 3 del art. 75 de nuestra Constitución nos depara otra cláusula que preocupa a
cualquier gobernador: "Establecer y modificar asignaciones específicas de recursos
coparticipables, por tiempo determinado, por ley especial aprobada por la mayoría absoluta de la
totalidad de los miembros de cada Cámara".
Esto implica, que una vez logrado el acuerdo de distribución federal de los recursos tributarios, la
Nación por medio de ley que requiere una mayoría especial — pero que no necesita ser una ley
convenio— puede afectar una parte de los recursos para un objetivo determinado. Por más legítimo
que sea dicho fin, generará un cambio en las reglas de juego.
Y si agregamos la existencia de inciso 3 del art. 75 de nuestra Carta Magna, que permite que la
Nación pueda establecer y modificar asignaciones específicas en detrimento de recursos
coparticipables, nos muestra su dificultad de plasmarla en la práctica.