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María es esa ventana limpia y pura que trasluce y nos permite contemplar el sublime María sigue pidiendo para

ndo para nosotros, a Jesús, el vino. El mejor. El que el Señor ha


paisaje que es Cristo. reservado para el final. Porque de su mano, el final es siempre mejor para todos. Y
por eso, tenemos esperanza.
Hemos sido invitados a las bodas, a una fiesta, las bodas del Cordero, la fiesta de Dios
y de su bienaventurada Madre. Hoy estamos aquí, junto a María. Hemos llegado con  Sirvientes hacen caso: gesto inútil, hasta el tope. De ntra parte: vasijas llenas,
distintas motivaciones: pedir, agradecer, alabar, o simplemente: estar con J y María. el milagro corre por cuenta del Señor.
 Tinajas = ntro corazón. Nos toca llenarlas hasta el borde.
Qué hermoso es congregarse, o mejor: dejarse congregar por Dios y la Virgen para  Vino = alegría, amor. Cristo hace que la alegría sea desbordante.
rezar, para estar. Hoy no es un día de precepto y sin embargo estamos aquí. Bendito  La vida se avinagra cdo falta el vino que nos da Cristo. Y Cristo nos ofrece el
Dios, admirable María que nos han traído a esta fiesta. La fiesta profunda de la fe. vino de su Sangre en la Eucaristía.
 Para Dios hay siempre un brindis pendiente
El evangelio nos queda grande, siempre, hacemos aguas por todos lados. A veces  El 1° signo de Jesús es en torno a la gracia de la alegría. Todo lo demás es para
nuestra vida se va quedando sin vino, y sólo nos queda agua: sin sabor, sin color, sin la fiesta.
alegría. Por eso María, mirándonos, vuelve a decirle a Cristo: no tienen vino (alegría,
esperanza, consuelo, paz, fe, amor). Son muy pocas las palabras de María que nos trae el evangelio de Juan. Pero cada una
de ellas es una perla, un tesoro para guardar muy adentro. Hoy la Madre nos dice:
María se da cuenta, como buena madre siempre atenta, de nuestras necesidades. “Hagan todo lo que él les diga”. Todo un programa de vida en una pequeña frase. Ella
María no es indiferente a nuestras necesidades, a nuestros dolores. Incluso antes de hace todo lo que su Hijo dice y nos invita a lo mismo.
que le pidamos algo, ella se da cuenta, como pasó en las bodas de Caná.
Cuidemos siempre las tinajas del corazón, recurramos a María cuando se nos acabe el
Hacemos muy bien en acercarnos a ella hoy y siempre. Acercarnos y hablar con vino de la alegría, de la esperanza, del amor, para que ella interceda por nosotros y
María, porque ella vive, escucha, sostiene. ¿Querés que no se acabe el vino de la así Cristo nos colme con la dulzura de su amor.
verdadera alegría? Acercate a María.

María suplica por nosotros a su Hijo querido: no tienen vino. María nos contempla,
nos mira, e intercede por nosotros: no tienen vino. Ella es camino seguro hacia Cristo.

¿Y qué hijo puede negar algo a esta tierna y dulce Madre? Mucho menos Cristo, el
mejor Hijo.
María apura la hora de Jesús, porque ella sabe que solo Él es el portador de la
verdadera y definitiva alegría que anhela el corazón humano.
Pero antes de conceder el favor, Jesús le responde: Mujer, mi hora no ha llegado
todavía.
La hora es la hora de la cruz. La hora en que vuelve a decir a su madre de pie junto a
la cruz: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Y al discípulo dijo: «Aquí tienes a tu madre». Y
desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. De manera que para
comprender en profundidad este primer signo que realiza Jesús de convertir el agua
en vino, habrá que mirar la cruz, porque desde allí brota, desde allí se nos da la
verdadera Bebida, el Vino de la Sangre de Cristo, el Cordero de Dios.

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