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Derecho Penal II - Unidad 1

Derecho Penal II (Universidad de Aquino Bolivia)

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Descargado por Diego A. García Justiniano (garciajustinianodiego@gmail.com)
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1. INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA PARTE ESPECIAL DEL DERECHO PENAL


1.
División de la materia del Derecho Penal.
1
  1.1.1 Contenido de la Parte Especial y de la Parte General. Relación entre ambas.
  1.1.2 Sistematización de la Parte Especial. Criterios básicos.
1. Análisis de las figuras delictivas. Elementos.
2 Tipicidad.

1.1. DIVISIÓN DE LA MATERIA DEL DERECHO PENAL.


El derecho penal material o sustantivo se distingue científica y legislativamente, en
Parte General y Parte Especial.
Según Núñez, el conocimiento y la legislación del Derecho penal sistemáticamente
divididos en una Parte General y en una Parte Especial son el resultado de la ciencia
del Derecho Penal, la cual comienza a alcanzar su pleno desarrollo, en ambos
aspectos, entrada ya la segunda mitad del siglo XVIII.
Entonces ya, en plena época de la codificación, el Derecho Penal legislado aparece
clara y metódicamente dividido en dos partes:
La primera, contiene las reglas necesarias para aplicar la otra;
La segunda, contiene el catálogo de delitos, sus penas y sus principios especiales.
1.1.1. Contenido de la “Parte Especial” y de la “Parte General” del derecho
penal. Relación entre ambas.
Desde el punto de vista formal, a la “Parte General” pertenecen aquellas regulaciones
que pueden ofrecer interés para la totalidad de los preceptos penales de la “Parte
Especial” y permiten, por eso, que se los extraiga de ésta.
La “Parte Especial” contiene las diversas clases de delitos, así como las
disposiciones complementarias que las afectan.
En síntesis, a la “Parte Especial del Derecho Penal” le corresponde determinar la
intensión o connotación de las figuras delictivas (ej. la definición de robar), para
ello se vale de las herramientas que le provee la “Parte General” (ley aplicable, modo
de interpretación, estratos analíticos del concepto delito y caracterización de las
distintas clases de penas).
Es competencia de la Parte General disponer la intensión o connotación del
concepto de delito, mientras que la Parte Especial, se compromete con la
extensión o denotación (matar, injuriar, abusar sexualmente, privar de la libertad,
robar, otros).
Desde un punto de vista material la Parte Especial recoge tanto las descripciones
delictivas como las sanciones penales y, con ello, los preceptos básicos para la
fundamentación del injusto jurídico-penal, mientras que la Parte General cumple una
función complementaria en sus disposiciones relativas al injusto sin que nunca tenga
importancia autónoma en la determinación del mismo.
En síntesis, la Parte General da las pautas dentro de las cuales deben
analizarse, en particular los delitos y las sanciones penales de la Parte
Especial.

1.1.2. Sistematización de la Parte Especial.

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El Código Penal argentino, como la mayoría de los códigos penales del mundo, incluye
las distintas figuras delictivas en su segundo libro (De los delitos), partiendo de los
distintos bienes jurídicos merecedores de protección penal.
A partir de los derechos lesionados por los distintos grupos de delitos, se los distingue
en clases (títulos), que a su vez se las especifica en capítulos, de acuerdo con las
distintas modalidades de los grupos de conductas que lesionan un mismo derecho.
Por último, a las distintas especies (capítulos) de una misma clase (Títulos) se las
divide en modos particulares de conductas agraviantes de cada especie, que son las
figuras delictivas.
Es importante no confundir el artículo del código penal con la figura delictiva, el
artículo puede receptar en su seno más de una figura delictiva (Ej. art. 140 del
CP).
Método del Código Penal: Nuestro Código Penal adopta un método objetivo porque
apunta al objeto jurídico de los delitos, es decir que los delitos están agrupados de
acuerdo al bien jurídico protegido, y no se atiende al titular del bien sino al bien en sí.
El CP tiene 2 libros: 1º Disposiciones generales (Arts. 1 al 78) 2º De los delitos
(Arts. 79 al 306).
En los títulos se ubica el bien jurídico protegido. Ej. “Delitos contra las personas”.
Cada título tiene capítulos que contienen delitos de la misma clase, Ej. Capítulo 1 del
Título 1 “Delitos contra la vida” Capitulo 2 del Título 1 “Lesiones”, etc.
Cada figura delictiva tiene tres elementos:
1) Subjetivo: Referente al estado de la persona. Ej. Emoción violenta, “sabiendo
que…” “con conocimiento de…”, etc.
2) Normativo: Relacionado con objetos jurídicos o culturales; “ilegítimamente”,
“cosa ajena”, “justa causa”, es una valoración de orden jurídico o cultural.
3) Objetivo: Relacionado con las cosas, con los elementos físicos, involucrados en el
delito.
Criterios sistemáticos:
1) Criterio de los bienes jurídicos protegidos como pauta clasificatoria: A
partir de Carmignani este ha sido el criterio elegido como pauta para agrupar los
distintos tipos, viendo en modos particulares de su ataque el elemento unificador
para separar los grupos principales en subgrupos y los códigos han seguido tal
sistemática, parece inconveniente que la doctrinase esfuerce por arrancar pautas
distintas.
Es cierto que, muchas veces, en un mismo tipo se conjuga la protección de varis
bienes jurídicos, pero la idea del legislador al incluirlo en un título que agrupa a los
delitos referidos a un determinado bien jurídico, indica lo predominante de la
protección de este dentro de aquel espectro, y aunque su criterio pueda merecer
censuras de política legislativa, no puede dejar de ser el fundamento de la
interpretación.
2) Otras pautas de clasificación: El afán sistemático llevo a intentar otras
clasificaciones de los delitos que se aparta de las que traen los códigos, pensando
que así se facilita la exposición y se la torna más científica.
Von Liszt propugno, por ejemplo, una clasificación fundada en los medios de que se
vale el agente para atacar los bienes jurídicos según el cual los grandes capítulos de
la parte especial serian: delitos de violencia y fuerza, los de intimidación, los de
engaño (falsedad y fraude), los de abuso y algún otro más esta forma de exposición,
que últimamente parece haber adquirido nuevas fuerzas en catedráticos que opinan
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que con ella se puede aliviar lo pesada que resulta la explicación oral de la materia,
obliga a realizar un doble esfuerzo: constituir una teoría general de los medios y
aplicarla luego a los tipos particulares, con lo cual no se obvia la exposición
fragmentaria y exegética.
Lo mismo puede decirse de otras clasificaciones como las que se formulaban basadas
en las motivaciones del autor (Sauer), o en criterio apoyados en otras pautas
diferentes (el sujeto activo, individuos privados o funcionarios, los resultados, el
sujeto pasivo, individuo familia sociedad, etc.)
Criterios de clasificación de los delitos:
1) De acuerdo a la modalidad de la acción:
a) Pública: Ej. Homicidio. Características:
- Publicidad: Porque hay un interés social.
- Oficialidad: Interviene el Ministerio Público Fiscal.
- Obligatoriedad: Porque deben denunciarse si se conocen, y su no denuncia está
tipificada.
- Irretractabilidad: Porque no puede levantarse la denuncia entablada.
b) Dependiente de instancia privada. Ej. Abuso sexual.
Características: - Publicidad. - Oficialidad. - Irretractabilidad.
c) Privada: Ej. Delitos contra el honor.
Características: - No hay oficialidad. - No es pública (Solo hay interés de parte). - No
es obligatorio. -Puede retractarse.
2) De acuerdo a la naturaleza del delito:
a) De acción: El agente ejecuta un hacer prohibido por el Código Penal
b) De omisión. El agente no hace algo que está obligado hacer por la ley.
c) De comisión por omisión: Está relacionado con una posición de garante. Ej. La
madre que mata a su hijo (comisión) por no amamantarlo (omisión). Hay un deber
que exige un cuidado específico, como el que tienen los padres con los hijos, el
médico con su paciente, etc.
3) De acuerdo con la duración de la acción: (importante para la prescripción)
a) Instantáneos: se consuman en un solo acto.
b) Permanentes: Generalmente están identificados por el verbo de la acción en
participio Ej. “Privado”. El día que cesa ese estado, es el día de consumación del
delito.
c) Instantáneos con efecto permanente: Ej. Sustracción de cadáver con pedido de
rescate.
d) Continuados: Son varios hechos dependientes, homogéneos, del mismo tipo
delictivo (idénticos). Ej. El robo de energía eléctrica, el robo de un collar de perlas de
una perla a la vez.
4) De acuerdo al resultado del delito:
a) Delitos materiales (o de resultado): requieren para su consumación un resultado.
Ej. Homicidio requiere la muerte, el robo el desapoderamiento, y al requerir resultado
admiten tentativa.

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b) Delitos formales: No requieren resultado. Ej. La instigación, ya que, aunque el


instigado no cumpla la conducta, el instigador ya cometió el delito. No admiten
tentativa.
El Libro Segundo del Código Penal argentino se compone de XII Títulos. La
clasificación comparte la tendencia actual de distinguir dos grandes categorías de
delitos:
1. Los delitos que atacan bienes jurídicos individuales (ej. delitos contra la
vida).
2. Los delitos que atacan bienes jurídicos de naturaleza supraindividual o
colectiva (ej. delitos contra la administración pública).
Libro Segundo - De los delitos
Título I: Delitos contra las personas
Capítulo I: Delitos contra la vida
Art. 79 Homicidio Simple Art. 80: Homicidios calificados
Art. 81: Inc. 1º a) Homicidio en estado de emoción violenta
Inc. 1º b) Homicidio preterintencional.
Art. 82: Homicidio calificado en estado de emoción violenta o preterintencional.
Art. 83: Instigación al suicidio Art. 84: Homicidio culposo.
Art. 85: Aborto (figura básica) Art. 86: Aborto profesional
Art. 87: Aborto preterintencional Art. 88: Aborto de la mujer
Capítulo II: Lesiones
Art. 89: Lesiones leves Art. 90: Lesiones graves.
Art. 91: Lesiones gravísimas. Art. 92: Lesiones agravadas por homicidio.
Art. 93: Lesiones atenuadas por estado de emoción violenta.
Art. 94: Lesiones culposas.
Capítulo III: Homicidio o lesiones en riña.
Art. 95: Muerte o lesiones graves o gravísimas en riña
Art. 96: Lesiones leves en riña.
Capítulo IV: Duelo. (Art. 97 a 103)
Capítulo V: Abuso de armas. Art. 104: 1º Párrafo - Disparo con arma de fuego. 2º
Párrafo - Disparo con toda arma
Título II: Delitos contra el honor Título III: Delitos contra la honestidad
Título IV: Delitos contra el estado civil Título V: Delitos contra la libertad

Título VI: Delitos contra la propiedad Título VII: Delitos contra la


seguridad pública
Título VIII: Delitos contra el orden público Título IX: Delitos contra la
seguridad de la Nación
Título X: Delitos contra los poderes públicos y el orden constitucional
Título XI: Delitos contra la Administración pública Título XII: Delitos contra la fe
pública
1.2. ANÁLISIS DE LAS FIGURAS DELICTIVAS.
1.2.1. Elementos. Tipicidad
Los elementos estructurales que comprende el tipo son cuatro:
1- La conducta típica. 2- Los sujetos. 3- Los objetos. 4- La
situación típica.
1- La conducta típica: presenta una parte objetiva, otra subjetiva y en ciertos
supuestos una normativa.
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En este punto, corresponde aclarar, Nuñez no distingue entre parte objetiva y


subjetiva en el estrato analítico de la tipicidad, puesto que su autor, quien se enrolaba
en la escuela positivista, incluía todo lo referente al aspecto subjetivo de la figura en
la categoría sistemática de la culpabilidad. No obstante, ello en este manual siguiendo
las más moderna y actual escuela dogmática funcionalista, distinguiremos ya, en el
campo de la conducta típica una parte objetiva otra subjetiva.
a) Parte objetiva: abarca el aspecto empírico-externo (principio de exteriorización). Ej.
La acción de apoderarse, de acceder carnalmente, de defraudar, de matar, otros.
b) Parte subjetiva: se halla constituida siempre por la voluntad –consiente, como en el
dolo- o sin conciencia suficiente de su concreta peligrosidad para el soporte material
del bien jurídico, como en la culpa- y a veces, por especiales elementos subjetivos –
dolo específico en palabras de Núñez-, por ejemplo, una intención “sacar rescate” en
la figura del Art. 170 del CP –secuestro extorsivo-. Asimismo, nuestro sistema tiene
prevista una categoría intermedia de delitos, los denominado
“preterintencionales”.
De acuerdo al principio de proporcionalidad, la conducta dolosa siempre tiene que ser
más grave –y se conmina en abstracto con una amenaza de pena o sanción mayor-
que la culposa.
c) Parte normativa: comprende los criterios de valor utilizados por el legislador en su
plan político criminal, los cuales no son perceptibles por medio de los sentidos y sólo
se pueden captar por un acto de valoración. Según la distinta naturaleza de la
valoración se clasifican en:
 Valoraciones jurídicas: algunos tipos contienen referencias a conceptos jurídicos,
dentro de los cuales se distinguen, aquellos que adelantan sistemáticamente la
antijuricidad del hecho al momento del examen de su tipicidad y son incompatibles
con la concurrencia de causas de justificación. Ej.; ilegítimamente (Art. 162 CP.),
ilegalmente (Art. 141 CP), y las valoraciones que no deciden sobre la antijuridicidad
del hecho, Ej. Cheque (Art. 175 Inc. 4, 302 CP), cosa mueble total o parcialmente
ajena (Art. 162 CP).
 Valoraciones culturales: ciertos tipos contienen elementos con significación
cultural, Ej. El carácter pornográfico de las imágenes, material o espectáculos del
Art. 128 CP.
 Valoraciones científicas: algunos tipos contienen juicios de índole científica por
parte de profesionales de la salud, como la determinación de la lesión produjo
debilitación permanente de la salud, de un sentido, de un órgano, otros. (Art. 90 CP).
2- Los sujetos: los sujetos que pueden aparecer como componentes del tipo penal
son: a) sujeto activo y sujeto pasivo.
a) El sujeto activo: al que también se lo denomina agente, es quien realiza el tipo.
b) El sujeto pasivo: es el titular o portador del interés cuya ofensa constituye
la esencia del delito. Pueden ser sujetos pasivos las personas físicas, incluso los
inimputables, las personas jurídicas, la sociedad civil y el Estado.
3- Objetos: comprende el objeto material y el objeto jurídico.
El material se halla constituido por la unidad psico-corporal, cosa, valor social o
económico sobre la que ha de recaer físicamente la acción del sujeto activo. El objeto
material debe distinguirse del resultado, que es la modificación del mundo exterior,
ya que el primero está vinculado al bien jurídico protegido por la figura.
El objeto jurídico equivale al bien jurídico, es decir, al bien objeto de la protección de
la ley.

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4- La situación típica: también se las denomina “modalidades de la acción”.


Están constituidas por circunstancias que determinan la punibilidad de la parte
objetiva de ciertos tipos, o condicionan su atenuación o agravamiento. Entre
ellas se destacan:
 Sitios o lugares: se refiere a la localización espacial del algún elemento del tipo. Por
ejemplo: archivo de datos personales, lugar del establecimiento, cárceles de
detenidos, morada o casa de negocio (CP Art. 117 bis, inc. 1º y 2º, 142 inc. 5º, 143
inc. 4º, 149 ter inc. 2 ap. b, 150)
 Tiempo: hace referencia al ámbito temporal para sustentar la punibilidad, la
agravación o atenuación de la sanción. Ej.: más de un mes (CP Art. 90).
 Modo: alude a algún aspecto particular de la conducta típica. Ej.: ensañamiento,
alevosía, en banda, otros. (CP Art. 80 incs. 2 y 6, 163 inc. 4º).
 Medios: está constituido por aquello de lo que se vale el sujeto activo para llevar a
cabo la acción según el tipo respectivo. Ej.: violencia, amenaza, abuso coactivo o
intimidatorios de una relación de dependencia, nombre supuesto, calidad simulada,
falsos títulos, influencia mentida, abuso de confianza (CP arts. 119 primer y segundo
párrafo, 172).
 Vínculos: se alude a relaciones de parentesco, profesionales, laborales,
administrativas, que generalmente, agravan la conducta (CP Art. 80 Inc. 1º).

2 UNIDAD 2
2.
Delitos contra las personas.
1
2.1
  Bien jurídico protegido.
.1
2.1 Delitos contra la vida. Concepto legal de muerte. Ley 24.193 (Actualizada) de
 
.2 ablación y trasplantes de órganos y material anatómico.
2.
Homicidios.
2
2.2 Homicidio simple. Su determinación por la ley. Estructura del delito. Regla de
 
.1 subsidiariedad.
2.2 Homicidios agravados. Sistematización, características y fundamentos de cada
 
.2 uno de ellos.
2.2 Homicidios atenuados. Homicidio en estado de emoción violenta. Exigencias de
 
.3 la fórmula legal. Homicidio Preterintencional.
2.2
  Parricidio circunstanciado y circunstancias extraordinarias de atenuación.
.4
2.2
  Homicidio culposo. Su estructura. Agravantes.
.5
2.2
  Instigación y ayuda al suicidio.
.6

2.1. DELITOS CONTRA LAS PERSONAS.

(Nuñez) – La persona puede ser sujeto pasivo de distintos delitos. Puede serlo de
delitos que la priven de su vida o que atenten contra su integridad personal. Pero
también puede ser objeto de delitos que lesionen su libertad, su honor, su integridad
sexual o su tranquilidad.

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Bajo el título de delitos contra las personas, el CP solo protege la persona física (su
vida y su integridad personal). En títulos distintos protege el honor, la integridad
sexual y la libertad de las personas.
De esta manera, el CP castiga como delitos contra las personas los que la privan de su
vida o lesionan su integridad personal (delitos de daño) y los que, exponiéndolas a
riesgos de ser dañadas, ponen en peligro a aquella o esta (delitos de peligro).
Las lesiones atentan contra la integridad personal de los individuos desde el
nacimiento hasta su muerte.
El abuso de armas es un delito de peligro efectivo para la vida o la
integridad personal del individuo. Son, en cambio, delitos de peligro
presumido contra la vida o la integridad personal, el duelo y el abandono de
personas, pues son hechos que originan la posibilidad de un daño para los bienes de
la persona. Ambos se agravan por sus resultados mortales o lesivos y solo pueden
tener como sujetos pasivos a personas ya nacidas.

2.1.1. Bien jurídico protegido.


Concepto de “bien jurídico” como fundamento y fin del derecho penal. Díez Repolles
señalaba que el concepto de bien jurídico, surgido de la profundización en la idea de
la antijuricidad material frente a la mera antijuricidad formal propia del más estricto
positivismo jurídico, se había configurado en los últimos tiempos como un
instrumento técnico-jurídico de primordial importancia en la determinación penal de
los presupuestos esenciales para la convivencia social. Señalaba el autor que por
medio de él se dotaba al Derecho penal de un catálogo de bienes con las cualidades
necesarias para acomodarse a los principios estructurales de la intervención penal,
singularmente al de lesividad, y capaces por otro lado de configurar, en su entorno,
preceptos que describían conductas que los lesionen o ponían en peligro.
Nuestro Código Penal agrupa las distintas figuras de acuerdo al bien jurídico
que la conducta del eventual autor podría lesionar. Los “delitos contra las
personas” están regulados en el Título 1º del Libro Segundo del CP. Allí se intenta
abarcar todas las situaciones en donde la persona puede ser sujeto pasivo de un
delito, desde conductas que pongan en peligro su vida hasta atentados contra su
integridad personal. Estos son justamente los bienes que se intentan proteger
mediante la inclusión de estas figuras en el elenco penal.
Generalmente el legislador toma como principio clasificatorio al bien jurídico tutelado.
Aquí, se hace referencia a su titular.
El codificador agrupa bajo la denominación de "delitos contra las personas" a los
delitos contra la vida (homicidio/aborto), a los que afectan la integridad
corporal y la salud (lesiones), tanto como aquellas conductas que crean
peligros considerables para la vida, integridad corporal o salud (duelo,
abuso de armas, abandono).
La denominación del Título muestra que hace referencia a la persona desde un
aspecto muy restringido: no incluye entre los delitos contra las personas a los
delitos que ofenden el honor o la protección de la libertad individual.
El Código usa el concepto de persona restringido a la noción de persona física y su
protección penal se da en la totalidad de sus manifestaciones : vida, estructura
corporal y el desarrollo de las actividades mentales.
La protección de atributos vitales, orgánicos y funcionales, se cumple mediante
delitos de resultado (homicidio, aborto, lesiones), de peligro (duelo sin lesiones,
abuso de armas, abandono de persona), o que se pueden dar tanto como delitos

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de resultado como de peligro, como por ejemplo el caso de la instigación al


suicidio (dependiendo de si el suicidio se comete o no).
En este título el Código Penal ha hecho una excepción, y para rubricarlo no ha hecho
referencia al bien jurídico protegido sino al sujeto portador del mismo. En este título
solo queda comprendida en la protección penal el interés por la integridad física y
psíquica del hombre en todas sus manifestaciones, su vida, su estructura corporal, la
plenitud de su equilibrio fisiológico y el desarrollo de sus actividades mentales. Los
demás atributos de la persona, como su honor, su estado civil, su libertad, tienen
amparo en otros títulos.
En los puntos que siguen analizaremos específicamente qué bien se afectaría de
desplegarse la conducta prohibida.
2.1.2. Delitos contra la vida. Definición legal de muerte. Ley 24.193 de
ablación y trasplantes de órganos y material anatómico.
Delitos contra la vida: En este título se buscar brindar protección a la vida humana.
Las otras formas de vida también poseen protección penal, pero su tratamiento está
ubicado sistemáticamente en otra sección del C P.
Los delitos contra la vida, amparan la vida humana, puesto que la vida animal y
vegetal está protegida en otros títulos o leyes especiales.
En general puede decirse que hay una vida humana allí donde una persona existe,
cualquiera sea su etapa de desarrollo, desde que es concebida (inicio del desarrollo)
hasta la extinción del funcionamiento orgánico vital (muerte). Este concepto clásico
de la vida humana, se ve afectado en la actualidad a causa de los adelantos de la
ciencia biológica, que han trastocado estos criterios, al influir artificialmente tanto
sobre la concepción del ser (inseminación artificial, concepción in vitro, etc.) como en
su extinción (viabilidad autónoma de los órganos utilizados para trasplantes, etc.) y
por ello hay que interpretar estas nuevas realidades de acuerdo a nuestro sistema
jurídico positivo, con las posibilidades de interpretación progresiva que ellos nos
permiten.
- Lo protegido en este título es el funcionamiento vital y no cualquier manifestación
de vida. Se destruye una vida humana cuando se hace cesar la actividad del complejo
orgánico que es el ser humano, en cualquier estadio de su evolución. La ley no
protege la actividad autónoma de un órgano ni de un conjunto de órganos separados
del organismo que constituye el ser.
- La ley protege la vida desde el momento de la concepción, pero de acuerdo con los
conceptos civiles de vida y con las nociones que surgen de su protección penal por
medio de los tipos del aborto, tiene que tratarse de una vida que esté en el seno de
la mujer, cualquiera sea el medio que se haya utilizado para lograr la concepción
(natural o artificial). Por ello el producto de la concepción que aún no ha sido
implantado en el seno materno y que se sostiene de modo artificial fuera de él, no es
lo que la ley protege en este título, aun cuando su destrucción pueda afectar otros
intereses y constituir otros delitos, en cambio si ya ha sido implantado, la protección
legal por medio del delito del aborto se extiende desde el momento de la
implantación hasta el alumbramiento, cualesquiera que sean las posibilidades de su
viabilidad, basta con que funcione como un complejo vital.
- La tutela legal se extiende desde el momento de la concepción hasta la
muerte y durante toda su evolución, cualquiera fuera su capacidad de
subsistencia. No hay vida humana cuando el complejo vital ha dejado de funcionar
como tal, aunque algunos órganos sigan haciéndolo autónomamente, pero sigue
existiendo vida cuando ese complejo funciona precariamente aunque haya cesado el
funcionamiento de algunos órganos que lo componen, como en el caso de que se
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hayan paralizado los riñones o el estómago, y en principio no interesa si ese


funcionamiento se debe a la actividad natural del organismo o si es mantenido por
medios artificiales, en cuanto estos no reemplacen todo el funcionamiento
orgánico, vive en el sentido de la ley penal, quien lo hace ayudado por un pulmotor,
un marcapasos, con un aparato que suple el funcionamiento de los riñones, pero no
se puede decir que vive aquel cuyas funciones vitales han sido reemplazadas
totalmente por medios artificiales.

Delitos contra la vida. Concepto de persona. Comienzo y fin de la vida


humana: El capítulo 1 del Título 1º protege la vida humana desde la gestación en el
seno materno hasta la muerte. Para la doctrina, la concepción fuera del seno
materno, sin implantación, si bien es vida desde el punto de vista biológico, no es lo
que protege la ley penal: la concepción, como inicio de la vida humana susceptible de
protección penal, se fija en el momento en que se produce la anidación del óvulo
fecundado en el útero de la mujer. En Argentina, Art. 70 Cód. Civil, la personalidad se
adquiere desde la concepción en el seno materno. En el ámbito penal, la protección
tiene su razón en que el feto es vida humana en el seno materno, sin importar su
personalidad. El nacimiento de la persona separa las figuras de aborto y las del
homicidio. La vida no tenía en Argentina antes de 1994 un reconocimiento
constitucional expreso, no obstante, lo cual, la doctrina asume que es el bien jurídico
más relevante. A partir de 1994 el Derecho a la vida tiene consagración
constitucional, con la incorporación de los Tratados Internacionales de DDHH.
Como la vida no es un fenómeno estático, la ley no le asigna valor único. La
concepción y el nacimiento son los momentos determinantes de ese cambio de
valoración. Con la concepción, se marca el inicio de la tutela jurídica. El nacimiento
marca el momento de atribución al ser humano, del carácter de persona, con su
capacidad de ser titular de Derecho y obligaciones.
Se ha discutido el contenido del Derecho a la vida. Un sector considera que la vida es
un concepto natural, sólo determinado conforme a criterios biológicos y fisiológicos.
Así, de cumplirse con los presupuestos bio-fisiológicos, debe reconocerse la existencia
de vida, cualquiera sea el estado, condición o capacidad de su titular. Otros entienden
que esa posición es incompleta: sostienen que un estudio sobre el Derecho a la vida
debe contener un enfoque de análisis valorativo o social. Muñoz Conde afirma que el
Derecho penal contempla la vida humana como un fenómeno bio-sociológico
inseparablemente unido. El Derecho a la vida debe ser entendido, para Buompadre,
como Derecho a la vida digna, lo que es sólo posible concebir a partir de un juicio de
valor.
Otra cuestión generadora de debate que involucra el Derecho a la vida es la derivada
de los avances tecnológicos. La biología molecular, la ingeniería genética tienen
indudable incidencia en la vida de las personas en el presente, pero la regulación
jurídica tradicional resulta en ocasiones insuficiente u obsoleta para abarcar esos
fenómenos y, además, resulta necesario un continuo seguimiento y análisis desde la
bioética para no sobrepasar los límites que el hombre debe ponerse en resguardo de
lo dignidad humana.
Concepto legal de muerte. Ley 24.193 de ablación y trasplantes de órganos
y material anatómico. Este tema será tratado en lo que a la materia interesa en el
acápite referido al “Homicidio simple”.
2.2. HOMICIDIO.
El verbo típico es “matar” (se define resumidamente como “la muerte de una persona
por otra”).

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(Nuñez) Definición – El homicidio es la muerte de una persona por otra (CP art.
79). Los autores clásicos definen al homicidio delictuoso como la injusta muerte de
hombre por otro hombre.
La fórmula “muerte de una persona por otra” no desconoce esa verdad, pero señala
que el tipo o figura del homicidio consiste solo en la muerte de un hombre por otro
con prescindencia de la justicia o injusticia del hecho.
Se insiste en definírselo como “la privación arbitraria de la vida humana…”, según lo
ha hecho la CIDH ya que permite diferenciar del homicidio la muerte cometida en
legítima defensa de la persona del autor o de sus derechos o de un tercero, sin
incurrir en excesos o con ajuste al ius belli o en cumplimiento de una sentencia
condenatoria a pena capital donde no hubiera sido abolida.
Bien protegido – La represión del homicidio (en su forma simple, agravada o
atenuada) protege la vida (mayor bien de la persona) presupuesto ineludible para
gozar de todos los demás, preexistente a toda legislación positiva y a la que
garantizan la CN, los tratados internacionales, las Constituciones Provinciales y las
leyes. Es así, aunque el recién nacido carezca de viabilidad o se tratare de una
persona moribunda, no hay valor sin vida.
Concepto de eutanasia – La verdadera voluntad de morir en esos casos extremos
que otorga seriedad al pedido del paciente no puede extraerse con total seguridad
solo de las palabras de una persona (expresión del deseo de morir expresado a otra
persona), sino únicamente de su acción (el suicidio). Muchas veces la causa del
pedido de una persona de que se le de muerte se halla en depresiones que pueden
resultar pasajeras o debidas a un motivo falso (diagnóstico equivocado) que no
pueden reputarse serias.
El castigo de la eutanasia es el correspondiente al homicidio. Actualmente hay
legislaciones que castigan con una escala más benigna debido a que quien la lleva a
cabo obra impulsado por razones humanitarias.
El consentimiento del paciente, en nuestra legislación, no es una causa de
justificación autónoma, pero constituye, en ciertos casos, una condición que posibilita
el ejercicio de esa causa como cumplimiento del deber de actuar en ciertas
circunstancias o el legítimo derecho de hacerlo que le acuerda el título habilitando.
Se excluyen las situaciones en las que media un estado de necesidad frente al cual no
importa si medió o no consentimiento, aunque no se admite que esa causa de
justificación concurra siempre que corra riesgo la vida.
No configura eutanasia la acción de dejar morir mediante el retiro de remedios
artificiales extraordinarios o desproporcionados a los resultados no curativos.
Una conducta opuesta a la eutanasia es la ortotanasia (equivale a la adistanasia), no
iniciar o no proseguir tratamientos que, en razón del estado del paciente resultan
inútiles para obtener los resultados que de aquellos que podrían esperarse; acción de
aumentar la dosis de morfina u otros calmantes en la medida necesaria para suprimir
el dolor, a falta de otros medios, aunque esa dosis, sin pretenderlo, pero aun
previéndolo, acelere su muerte.
La distanasia (encarnizamiento terapéutico) importa prolongar una agonía cosa que
no debe hacerse si el paciente no lo desea.
Especies de homicidio – este puede ir acompañado de accidentes que aumenten o
disminuyan su criminalidad. Esos accidentes (de distinta naturaleza) son las llamadas
circunstancias agravantes (calificantes) o atenuentes.
ESPECIE HOMICIDIO SIMPLE – es el que no presenta circunstancias que agraven
S o atenúen su criminalidad
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HOMICIDIO AGRAVADO (o calificado) POR SUS CIRCUNSTANCIAS


HOMICIDIO ATENUADO POR SUS CIRCUNSTANCIAS

Homicidio. Modos y medios de ejecución: Art. 79: “Se aplicará reclusión o prisión
de 8 a 25 años, al que matare a otro, siempre que en este Código no se estableciere
otra pena” (Homicidio simple). [Ley 23184, 1985, se incrementaron en 1/3 las penas
mínimas y máximas de este Art. y de los 81 Y 84 cuando los hechos se cometan con
motivo u ocasión de un espectáculo deportivo, en estados de concurrencia pública o
inmediatamente antes o después de él].
La acción consiste en matar a otro, implicando esto la destrucción de la vida humana.
El tipo objetivo del delito de homicidio está constituido tanto por la acción
de matar como por el resultado muerte de otro ser humano, unido por una
relación de causalidad.
Es no punible el suicidio, ni su tentativa porque la acción se dirige hacia la vida del
autor.
Es punible la eutanasia, en forma activa o pasiva.
En relación a los medios, la ley no ha distinguido, todos son típicos.
Los medios serán directos cuando actúan hacia o contra la víctima de forma
inmediata y sin interferencia (golpes, disparo); indirectos cuando actúan de modo
mediato, por influencia de un factor extraño (empleo de un animal para causar la
muerte).
Los medios materiales serán los que actúan físicamente sobre la víctima, a través
de vías de hecho, pueden ser objetos o instrumentos (cuchillos, garrote) o el empleo
de fuerza física (castigos corporales, ahogamiento, etc.).
Parte de la doctrina discute la posibilidad de comisión de homicidio por un medio
moral, medios que actúan sobre el psiquismo del individuo produciendo la muerte
debido a la influencia sobre lo orgánico, por ejemplo, un gran susto. El problema
radica en la relación de causalidad y en la adecuación al tipo concreto.
Este delito es de los denominados "tipos prohibidos de causar" en los que la ley sólo
prohíbe la producción de un resultado sin determinación del comportamiento típico.
Son tipos de injusto que no determinan el modo ejecutivo.
Es un delito de comisión, pero puede cometerse por omisión impropia. En estos casos,
es un tipo especial propio: solo puede ser cometido por un número limitado de
personas que estén calidad de garantes de la no producción del resultado.
En la teoría moderna se remarca la insuficiencia de la verificación del nexo causal
para imputar el resultado al autor de la acción: Son necesarios criterios normativos
para fundamentar la imputación objetiva.
Son criterios en tal sentido la creación de un riesgo no permitido y la producción del
resultado dentro del ámbito de protección de la norma infringida.
El sujeto activo puede ser cualquier persona.
El pasivo debe tratarse de un ser humano que haya nacido, ya que el nacimiento
delimita el delito de homicidio del de aborto. La mayor parte de la doctrina admite
que el nacimiento se produce desde el comienzo de los primeros dolores que
identifican el principio del parto natural o con el inicio de provocación artificial del
parto o de la extracción quirúrgica del feto. El criterio surge de la interpretación del
art. 81 (derogado) que atenuaba el homicidio cometido por la madre durante el
nacimiento.

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A partir de ese argumento, se afirma que el hombre es sujeto pasivo de


homicidio desde el comienzo de su nacimiento. Tras la derogación del
infanticidio, algunos autores pasaron a sostener que habrá aborto si quien nace aún
no ha respirado y habrá homicidio desde que respiró.
Otra parte de la doctrina, Art. 70 Cód. Civil, entiende que habrá homicidio sólo a partir
de la plena separación del cuerpo de la madre mediante el corte del cordón umbilical.
La cuestión es importante frente a supuestos de imprudencia o mala praxis médica,
ya que el aborto culposo no se encuentra tipificado.
Otro problema está dado por el fin de la vida. Antes de la vigencia de la ley de
Ablación de Órganos, se ubicaba el fin de la vida a partir de la paralización
irreversible de los sistemas circulatorios sanguíneos y respiratorios, vinculada con la
pérdida de toda actividad del sistema nervioso central seguida de la de toda célula y
tejido del organismo. Se entiende en doctrina que el criterio legislativo es el que más
se ajusta a la esencia humana ya que la destrucción de las células cerebrales trae
como consecuencia el irremediable y progresivo proceso de destrucción de todo el
organismo. Buompadre, entiende que el concepto de muerte a los fines de los tipos
penales que tutelan la vida humana, debe extraerse del Art. 103 del Código Civil y por
tanto el criterio que asume como adecuado es el de la muerte real o natural y no el
de la muerte cerebral.
Analizando el tipo subjetivo se indica que el homicidio simple exige el dolo,
directo, indirecto o eventual. El dolo desaparece cuando hay error de tipo, por
ejemplo, cuando el autor cree que dispara a un maniquí en práctica de tiro y mata a
una persona y siempre que el error por las circunstancias fácticas fuera invencible.
Cuando hay error en la persona, es decir que el autor quiere matar a un sujeto y mata
a otro, el error es irrelevante, dado el valor del bien jurídico.

2.2.1. Homicidio simple. Su determinación. Su determinación por la ley.


Estructura del delito. Regla de subsidiaridad
Homicidio simple, art. 79 del CP. El bien jurídico protegido es - naturalmente - la
vida humana. La figura simple funciona siempre y cuando el hecho no configure un
homicidio agravado o atenuado (regla de subsidiariedad), o sea desplazado por un
tipo penal especial (por ejemplo, por otras figuras delictivas que aumentan la escala
penal cuando como resultado de la conducta se produce la muerte de la víctima -art.
142 bis del CP).
(Nuñez) – Homicidio simple – Incurre en un homicidio quien mata a otro siempre que
para el hecho no esté establecida otra pena que es lo que ocurre cuando el hecho
configure un homicidio agravado o atenuado o lo desplace un tipo especial. Es el
homicidio voluntario o el homicidio doloso.
Autor puede ser cualquier persona cuya vinculación con la víctima no agrave el
homicidio. Su autor no puede ser la misma víctima, quien acaba con su vida comete
suicidio (para nuestra ley no es punible). El que se mata violentado, coaccionado o
engañado por un tercero, no es un autor responsable con arreglo a la figura del
homicidio, sino un instrumento del tercero (autor mediato).
El homicidio se consuma con la muerte de la víctima, ahora bien ¿Cuándo
podemos decir que una persona ha fallecido? La ley 24.193 -de ablación y trasplantes
de órganos y material anatómico- (modificada por la ley nro. 25.281), señala que
deben darse de modo acumulativo y durante un mínimo interrumpido de
tiempo, los siguientes signos a los fines de poder afirmar un fallecimiento:
a) ausencia irreversible de respuesta cerebral con pérdida absoluta de conciencia;
b) ausencia de respiración espontánea;
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c) ausencia de reflejos cefálicos y constatación de pupilas finas no reactivas;


d) inactividad encefálica corroborada por medios técnicos y/o instrumental
adecuado.
Esta es la denominada muerte clínica o cerebral que se comprueba mediante un
encefalograma, concepto que puede contraponerse al de muerte biológica
(tradicional) según el cual esta acaece cuando el corazón deja de latir y la respiración
y circulación sanguínea se detienen.
Básicamente el fallecimiento podría producirse o por el cese del funcionamiento del
corazón o del pulmón (cese irreversible de la función cardio-respiratoria), que
detendría la irrigación de oxígeno a todo el organismo; o por el cese irreversible de la
función cerebral (cerebro), órgano que regula y controla al resto del organismo.
En lo que aquí respecta, la “muerte cerebral” se produce cuando la persona sufre una
lesión cerebral catastrófica que provoca el cese total e irreversible de la actividad
cerebral. Esta circunstancia puede, no obstante, permitir que el resto de los órganos
vitales puedan funcionar durante un tiempo –variable- si la persona es mantenida
artificialmente con vida (ejemplo respirador).
Estos casos deben ser diferenciados de los estados de coma, y aún del llamado coma
irreversible. La persona que se encuentran padeciendo un coma, se encuentra
sufriendo una enfermedad neurológica, pero se encuentra con vida. La persona que
se encuentra conectada a un respirador artificial (con muerte cerebral) moriría si se lo
desconectara1.
1
Ver en documentos ilustrativos el “CASO KAREN ANN QUINLAN”, “Muerte humana” y
“Muerte encefálica”.
El homicidio puede cometerse mediante actos positivos y conductas negativas. Una
conducta negativa responsabiliza por homicidio si es omisa, es decir, si es violatoria
del deber de resguardar la seguridad física del sujeto pasivo (madre que tiene el
deber de su hijo).
Para Zaffaroni, si no existió dolo de matar, el hecho no encuadra en la figura de
homicidio sino en la de abandono de persona o en la de omisión de auxilio (106 y 107
CP).
El autor puede utilizar medios materiales o medios morales. Lo esencial es que
causen la muerte de la víctima. Esa relación causal sucede cuando (ciencia médica) la
muerte del sujeto pasivo es el efecto físico del medio utilizado por el autor. No sucede
esto si ese efecto proviene de la interferencia de otra fuente causal independiente y
preponderantemente del efecto letal. La relación causal no se interrumpe por la
concurrencia de otra fuente causal que carezca de esas condiciones (concausa).
Nuñez llama concausa a las condiciones preexistentes (enfermedad padecida al
momento del hecho), concomitantes (infecciones o agravaciones mortales propias de
ciertas lesiones o complicaciones debidas a las particulares circunstancias de lugar,
tiempo u ocasión del hecho o la omisión de un tratamiento adecuado por parte de la
propia víctima) o sobrevinientes (riesgos propios de una intervención quirúrgica
posterior impuesta por la conducta del agente) que hayan cooperado con el curso
causal determinado por este.
Comete homicidio tanto el que dirige sus actos a tal fin como el que, debiendo
resguardar la seguridad física del sujeto pasivo, por su omisión, permite que ocurra.
El homicidio simple, subjetivamente, exige dolo, en cualquiera de sus tres
formas: directo, indirecto o eventual.

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La premeditación es compatible con el homicidio simple; un autor obra con


premeditación cuando ha formado el designio de matar fríamente de antemano y lo
ha ejecutado fríamente.
El homicidio se consuma con la muerte de la víctima y admite tentativa.
Repasemos unos conceptos básicos que nos ayudarán con relación a todos los tipos
penales que analizaremos en el cursado.
ELEMENTOS DEL DOLO
Conocimiento. El autor debe saber que realiza el hecho,
COGNOCITIVO
qué hecho realiza y las circunstancias que lo rodean
DOLO
Intención o voluntad de realización del tipo penal. El
VOLITIVO
sujeto debe querer realizar el hecho.

Clases de dolo: Los elementos cognoscitivos y volitivos del dolo se pueden dar con
distintas intensidades. La combinación de sus variantes, permiten diferenciar tres
clases de dolo:
Dolo Directo - Cuando la acción o el resultado típico constituyen el objetivo
perseguido por el sujeto. Ejemplo: el sujeto quiere matar a otro, sabe que está
desarrollando esa conducta querida, y mata.
Dolo Indirecto - Esta clase de dolo abarca los resultados no queridos directamente
por el autor, pero que aparecen unidos de modo necesario e ineludible al resultado
comprendido en la intención del sujeto. Ejemplo: la actitud de quien coloca la bomba
en un avión para matar a un pasajero determinado. La muerte del resto de los
pasajeros de la aeronave es una consecuencia no buscada por el autor, pero ligadas
inexorablemente al efecto querido.
Dolo Eventual - Cuando el sujeto que realiza la conducta conoce que probablemente
se produzca el resultado típico, y no deja de actuar por ello. Este es el umbral mínimo
de dolo. La representación de la eventualidad del resultado se equipara a quererlo.
Teorías según se ponga el acento en la esfera del conocimiento de la persona o en
la de su voluntad:
- Teoría de la voluntad o del consentimiento: Exige que el autor se haya
representado el resultado lesivo como probable y que en su esfera interna lo haya
consentido.
Crítica → la posibilidad de descifrar la actitud interna del sujeto.
- Teoría de la probabilidad o representación: Esta teoría intenta objetivar la
configuración del dolo eventual.
La definición del dolo dependerá del grado de probabilidad del resultado advertido
por el autor con el conocimiento que dispone de la situación.
Mayer → Se afirma el dolo cuando el sujeto consideró sumamente probable que se
produjere el resultado y pese a ello no desistió de proseguir su comportamiento.
Welzel → Si el grado de probabilidad no es elevado, estamos ante la culpa
consciente y no frente al dolo, atento a que en tal caso el autor no tenía
necesariamente que contar con el resultado.
No importa la actitud interna del autor, sino su intención de seguir actuando a
pesar de conocer el grave peligro de realización del resultado como consecuencia
de su obrar.
Esta teoría resulta preferible.
Ejemplos:
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Homicidio simple cometido con dolo directo: Ver “SENTENCIA NÚMERO DIECISIETE”,
dictada el veintisiete de abril de dos mil cuatro, en autos: "Moreyra Luís Alberto p.s.a.
Homicidio simple", Expte. M0303, por la Excma. Cámara Duodécima del Crimen
(también abarca los temas “ACTIO LIBERA IN CAUSAE - CAUSA EFICIENTE DE LA
MUERTE”). Otro ejemplo en donde se realiza una diferenciación entre los tres tipos de
dolo es el fallo dictado en autos “19139.- LEGAL JORGE s/homicidio simple. Int. 4ta.
3/110. I.” (17-julio-2002).
Homicidio simple cometido con dolo indirecto: Puede utilizarse el ejemplo
mencionado, fallo dictado en autos “19139.- LEGAL JORGE s/homicidio simple. Int.
4ta. 3/110. I.” (17-julio-2002). También se incluye la sentencia dictada por la SALA DE
CASACION PENAL DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA - Santa Fe de Bogotá (D. C.,
seis de junio de dos mil), en el proceso Nº 12853 en autos N° 12.853 “C/ CARLOS
ARTURO LIZCANO CARDENAS”.
Homicidio simple cometido con dolo eventual: ver en documentos adjuntos el
dictamen del Procurador General de la Nación en autos "Pirola, Javier Emilio y otros s/
homicidio simple".

2.2.2. Homicidios agravados. Sistematización, características y fundamentos


de cada uno de ellos.
Se impondrá reclusión perpetua o prisión perpetua, pudiendo aplicarse lo dispuesto
en el art. 52, al que matare:
1) A su ascendiente, descendiente o cónyuge, sabiendo que lo son;
2) Con ensañamiento, alevosía, veneno u otro procedimiento insidioso;
3) Por precio o promesa remuneratoria;
4) Por placer, codicio, odio racial o religioso;
5) Por un medio idóneo para crear un peligro común;
6) Con el concurso premeditado de dos o más personas;
7) Para preparar, facilitar, consumar u ocultar otro delito o para asegurar sus
resultados o procurar la impunidad para sí o para otro o por no haber logrado el fin
propuesto al intentar otro delito;
8) A un miembro de las fuerzas de seguridad pública, policiales o penitenciarias, por
su función o cargo o condición;
9) Abusando de su función o cargo cuando fuere miembro integrante de las fuerzas
de seguridad, policiales o del servicio penitenciario. Cuando en el caso del inciso
primero de este artículo mediaren circunstancias extraordinarias de atenuación, el
juez podrá aplicar prisión o reclusión de ocho a veinticinco años.
Art. 52 del Código Penal. Se impondrá reclusión por tiempo indeterminado, como
accesoria de la última condena, cuando la reincidencia fuere múltiple de forma tal que
mediaren las siguientes penas anteriores: 1) Cuatro penas privativas de libertad,
siendo una de ellas mayor de tres años; 2) Cinco penas privativas de libertad, de tres
años o menores. Los tribunales podrán, por única vez, dejar en suspenso la aplicación
de esta medida accesoria, fundando expresamente su decisión en la forma prevista
en el art. 26.
Fundamento: debe basarse en la “…personalidad moral del condenado, su actitud
posterior al delito, los motivos que lo impulsaron a delinquir, la naturaleza del hecho y
las demás circunstancias que demuestren la inconveniencia de aplicar efectivamente
la privación de libertad…” (Art. 26 del CP.).
Tal como lo señala el manual de Núñez la previsión de reclusión por tiempo
indeterminado prevista en el art. 52 del CP fue declara inconstitucional por
la CSJN. Se adjunta al presente el fallo completo en donde se trató esta delicada
cuestión2.
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2
Ver en documentos adjuntos el fallo de la CSJN en “RECURSO DE HECHO - Gramajo,
Marcelo Eduardo s/ robo en grado de tentativa - causa N° 1573. G. 560. XL.
Es decir que el homicidio puede agravarse por: el vínculo; el modo; la causa o
motivo; y el medio.
Homicidio agravado por el vínculo (parricidio): para que funcione esta agravante
no sólo debe existir el vínculo exigido por la ley3, sino que, además, el autor debe
conocer su existencia (requisito o elemento subjetivo del tipo). El parentesco por
adopción no permite la configuración de la agravante. El vínculo requerido se
comprueba mediante las pautas de la ley civil (ascendiente o descendiente, sin límite,
en el caso de hijos, matrimoniales o no).
En cuanto a lo referente a los matrimonios anulables y las uniones civiles del mismo
sexo, ver manual páginas 39/40. El error sobre el vínculo puede provocar el
desplazamiento de la agravante.
3
Ver en documentos adjuntos cómo distintos tribunales tratan la agravante vincular
cuándo existe separación de hecho. Este tema se encuentra actualmente
controvertido, existiendo posturas que se aferran a una categorización de tipo clásica,
y otra que señala que cuando los deberes de respeto y protección emergentes del
vínculo matrimonial no existen al momento del hecho –por ejemplo, como
consecuencia de una separación- la agravante debería ceder.

HOMICIDIOS AGRAVADOS EN VIRTUD DEL ART. 80 CP.

ARTICULO 80. - Se impondrá reclusión perpetua o prisión perpetua, pudiendo


aplicarse lo dispuesto en el artículo 52, al que matare:
1º A su ascendiente, descendiente, cónyuge, ex cónyuge, o a la persona con quien
mantiene o ha mantenido una relación de pareja, mediare o no convivencia. (Inciso
sustituido por art. 1° de la Ley N° 26.791 B.O. 14/12/2012)
2º Con ensañamiento, alevosía, veneno u otro procedimiento insidioso.
3º Por precio o promesa remuneratoria.
4º Por placer, codicia, odio racial, religioso, de género o a la orientación sexual,
identidad de género o su expresión. (Inciso sustituido por art. 1° de la Ley N° 26.791
B.O. 14/12/2012)
5º Por un medio idóneo para crear un peligro común.
6º Con el concurso premeditado de dos o más personas.
7º Para preparar, facilitar, consumar u ocultar otro delito o para asegurar sus
resultados o procurar la impunidad para sí o para otro o por no haber logrado el fin
propuesto al intentar otro delito.
8° A un miembro de las fuerzas de seguridad pública, policiales o penitenciarias, por
su función, cargo o condición. (Inciso incorporado por art. 1° de la Ley N° 25.601
B.O.11/6/2002)
9° Abusando de su función o cargo, cuando fuere miembro integrante de las fuerzas
de seguridad, policiales o del servicio penitenciario. (Inciso incorporado por art. 1° de
la Ley N° 25.816 B.O.9/12/2003)
10 A su superior militar frente a enemigo o tropa formada con armas. (Inciso
incorporado por art. 2° del Anexo I de la Ley N° 26.394 B.O. 29/8/2008. Vigencia:
comenzará a regir a los SEIS (6) meses de su promulgación. Durante dicho período se
llevará a cabo en las áreas pertinentes un programa de divulgación y capacitación
sobre su contenido y aplicación)
11. A una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia
de género. (Inciso incorporado por art. 2° de la Ley N° 26.791 B.O. 14/12/2012)
12. Con el propósito de causar sufrimiento a una persona con la que se mantiene o ha

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mantenido una relación en los términos del inciso 1°. (Inciso incorporado por art. 2°
de la Ley N° 26.791 B.O. 14/12/2012)
Cuando en el caso del inciso 1° de este artículo, mediaren circunstancias
extraordinarias de atenuación, el juez podrá aplicar prisión o reclusión de ocho (8) a
veinticinco (25) años. Esto no será aplicable a quien anteriormente hubiera realizado
actos de violencia contra la mujer víctima. (Párrafo sustituido por art. 3° de la Ley N°
26.791 B.O. 14/12/2012)

Homicidios Agravados: Cuando en el caso del inc. 1 de este artículo, mediaren


circunstancias extraordinarias de atenuación, el juez podrá aplicar prisión o reclusión
de 8 a 25 años".
1) Homicidio calificado por el vínculo: El requisito del tipo, además de los básicos, es
que el sujeto pasivo sea ascendiente, descendiente (in límite de grado) o cónyuge del
autor, y éste sepa de la existencia del vínculo. El fundamento de la agravante por el
vínculo está dado por el desprecio hacia esa unión vincular por parte del autor.
Quedan fuera de la agravante los vínculos colaterales y los adoptados y adoptantes
ya que, si bien la adopción plena confiere al adoptado una filiación que sustituye a la
de origen, la ley penal habla de ascendientes y descendientes. Respecto al uxoricidio
(muerte del cónyuge), la ley funda agravante en el menosprecio por el respeto mutuo
que se deben los esposos. Se excluye el concubinato y, con el divorcio, desaparece la
agravante. La separación personal, al no disolver el vínculo, mantiene la agravante.
Para el caso del matrimonio viciado de nulidad absoluta, Art. 166 CC, al no haber
vínculo no existe el elemento objetivo de la agravante. En los casos de matrimonios
anulables, durante el lapso en que continúe vigente el vínculo, si se produce la
muerte de un cónyuge por el otro, habrá homicidio calificado. Se requiere como
elemento subjetivo el efectivo conocimiento de la relación con la víctima. No resulta
suficiente el deber saber y cualquier tipo de error, de hecho o Derecho excluye la
agravante. El tipo agravado no se aplica cuando se da error in personam y el autor
cree matar a quien es su ascendiente, descendiente cónyuge, pero mata a quien en
realidad no lo es. Si el error se da con quien también está vinculado al autor (cree
matar a su cónyuge, pero mata a su hijo) el error es irrelevante, por tratarse de
vínculos equivalentes, dándose todos los requisitos objetivos y subjetivos del tipo
agravado.
Las circunstancias extraordinarias de atenuación del art. 80 in fine: Denomina la
doctrina a este supuesto como parricidio extraordinario o excepcional. No se indica en
qué consisten dichas circunstancias y la doctrina ha dicho que son aquellas que
colocan al agente en una situación tal que los vínculos tenidos en cuenta para la
agravación pierden vigencia.
Doctrinariamente se las ha definido como aquellos supuestos ocurridos fuera del
orden habitual o común, circunstancias graves o inusuales que no fundamentan la
emoción violenta pero tampoco encuadran en circunstancias comunes a un parricidio.
Estas circunstancias pueden referirse: a) las relaciones entre autor y víctima. b) un
estado o situación de desgracia ajena a la voluntad o actuación de la víctima y autor.
c) a situaciones referidas a la víctima, pero sin significar una inconducta de ésta.
El homicidio debe estar motivado en las circunstancias extraordinarias: No basta con
que existan si no determinaron la acción del autor. No es obligatoria la reducción, sino
facultativa.
2) Homicidio con ensañamiento, alevosía, veneno u otro procedimiento insidioso: El
ensañamiento es el "modo cruel de matar", implica el propósito de matar haciendo
sufrir, provocando padecimientos físicos o psíquicos a la víctima, innecesarios para

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causarle la muerte. No configura la agravante el padecimiento que es consecuencia


necesaria del medio usado para matar.
El elemento objetivo es la producción de males innecesarios.
El subjetivo consiste en querer causar el dolor más allá del necesario para matar. Los
autores han afirmado la imposibilidad del ensañamiento mediante omisión, pero
Bacigalupo admite la posibilidad para el caso de que se mate dejando morir de sed.
No se configura la agravante cuando hay error en la efectiva existencia de
padecimiento o cuando crea el autor que los dolores son indispensables para lograr el
fin homicida.
La ley no ha definido la alevosía, pero la doctrina sostiene que es la muerte dada
ocultamente a otro; asegurando su ejecución por evitación de todo riesgo. Consiste
en el empleo de medios, modos o formas en la ejecución que tiendan a asegurar el
homicidio sin riesgo para el autor. Objetivamente se requiere una víctima
desprevenida o indefensa que no pueda oponerse al ataque. La indefensión puede
haber sido procurada por el autor o aprovechada por él.
Subjetivamente se requiere que el autor obre sobre seguro, sin el riesgo que puede
significar la reacción de la víctima o de tercero para oponerse a la agresión. La
doctrina ha entendido que la exigencia típica consistente en el "animo de
aprovecharse de la indefensión de la víctima" constituye un elemento subjetivo del
tipo distinto del dolo pues la sola existencia de la indefensión de la víctima no basta
para que el tipo penal se configure.
El veneno u otro procedimiento insidioso: El fundamento de la agravante radica en as
menores posibilidades de defensa de la víctima ante la insidia que constituye el uso
de medios a que refiere la ley, no en la efectividad de ellos. Por veneno debe
entenderse toda sustancia que introducida en el cuerpo humano mata en virtud de
las transformaciones químicas que produce. Es indiferente la vía y el medio de
suministrarlo. La administración de veneno no basta para que el accionar sea típico,
porque ésta se apoya en la insidia de su administración, es decir, ocultándosele a la
víctima la calidad de la sustancia o induciéndola a error sobre ella para que se la
introduzca o se la deje introducir. Si tal insidia no está presente se tratará de un
homicidio simple. Toda otra sustancia distinta del veneno con capacidad letal
empleada de igual modo, ubica la situación en la agravante "otro procedimiento
insidioso".
3) Homicidio por precio o promesa remuneratoria: El fundamento de la agravante
reside en el bajo motivo del autor y el peligro social que representa el homicidio
lucrativo. Supone la intervención de dos sujetos ya que se trata de un homicidio por
mandato. Además, se exige la existencia del pacto y el precio o promesa
determinantes de la acción homicida.
La agravante se caracteriza por el pacto expreso, quedando excluidos los convenios
tácitos. Tampoco configura la agravante la recompensa no pactada anteriormente
que un sujeto entregue al homicida en agradecimiento al crimen cometido, ni la
esperanza del homicida de recibir una recompensa no pautada.
El precio o promesa puede ser en dinero o cualquier bien apreciable pecuniariamente.
Quedan excluidas las retribuciones o recompensas que no puedan evaluarse en
dinero. El precio supone el pago efectivizado antes del hecho y la promesa
remuneratoria, un ofrecimiento de pago posterior al hecho. En este caso no es
necesario que la promesa se cumpla para la aplicación de la agravante. Siempre que
haya sido el estímulo de la acción. El homicidio se agrava tanto para el mandante
como para el mandatario.

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4) Homicidio por placer, codicia, odio racial o religioso: Se agravan por la mayor
perversidad demostrada por el autor.
Placer: sensación de satisfacción que produce cierto hecho. Quien mata por placer lo
hace por el gusto que le produce el acto sin otra motivación. El tipo exige un requisito
subjetivo que implica la finalidad de satisfacer el deseo de sentir placer, que es lo que
debe mover la actuación del agente.
La codicia es el afán de lograr ganancias mediante la obtención de dinero, bis o
liberándose de cargas u ocupando posiciones que puedan suministrar ventajas
patrimoniales. Se agravará el homicidio sólo si el autor fue motivado por su espíritu
codicioso, siendo insuficiente la simple intención de obtener una ganancia, ya que la
codicia involucra al ánimo de lucro, pero va más allá. Para determinar la existencia de
codicia no debe estarse sólo al monto del beneficio a obtener sino, especialmente, a
las condiciones personales y económicas del autor. El requisito subjetivo del tipo es
que la ventaja económica debe ser el móvil que lleva al agente a actuar.
Odio es la aversión que el autor siente por una persona o grupo, pero debe tratarse
de un odio que tenga como motivo la aversión a determinada raza o religión. El delito
exige la muerte de una o más personas y en el móvil determinante en el autor sea el
odio racial o religioso hacia la víctima. El odio debe tener su génesis o causa
determinante en la pertenencia a la raza o religión. El error del agente que da muerte
a quien no pertenece a la raza o religión cuyo odio motivó el homicidio, no excluye la
calificante, puesto que quedará cumplido el requisito del móvil de obrar por odio
racial o religioso.
5) Homicidio cometido por un medio idóneo para crear un peligro común: Para que
sea agravado es necesario que se emplee como medio uno de los previstos en el
Título VII (delitos contra la seguridad pública). Es necesario, además, que sean usados
de modo que puedan generar un peligro común para las personas o los bienes, sin
que resulte necesario que el peligro realmente se haya producido. Los delitos contra
la seguridad pública contienen agravantes cuando resultare la muerte de una
persona, pero la diferencia con esta agravante radica en que, en aquellas figuras, es
que la muerte no estaba prevista en el dolo del autor y se produce, generalmente,
como un resultado preterintencional. La figura agravada del Art. 80, es objetiva y
subjetivamente un homicidio.
El hecho es matar a una persona y el dolo del autor está dirigido a alcanzar ese
resultado, seleccionando como medio para ello, un medio idóneo para crear un
peligro común.
6) Homicidio cometido con el concurso premeditado de dos o más personas: La
agravación de pena tiene su fundamento en las menores posibilidades de la víctima
para defenderse frente a la actividad de más de un agresor. Desde el aspecto
objetivo, se requiere que el sujeto activo actúe y mate con concurrencia de al menos
dos personas: deben participar tres personas como mínimo (el agente y al menos
otras dos). No alcanza la mera actuación eventual de dos o más personas con el
agente, sino que es requisito la premeditación para "matar entre todos". Los que
concurren pueden actuar como coautores, o cómplices necesarios secundarios. No
quedan comprendidos el instigador ni el auxiliador posterior, ya que la razón de la
agravante es la pluralidad que aminorar la defensa de la víctima.
7) Homicidio cometido para preparar, facilitar, consumar u ocultar otro delito o
asegurar sus resultados o procurar la impunidad para sí o para otro o por no haber
logrado el fin propuesto al intentar otro delito: dos modos de conexión entre el
homicidio y el otro delito: 1) homicidio cometido para, 2) homicidio cometido por.
1) El homicidio finalmente conexo: El fundamento de la agravante es subestimación
de la vida y la comisión del homicidio como medio para otro. Subsiste la agravante
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aun cuando el autor crea erróneamente que el homicidio posibilitará la concreción


del fin propuesto y aun cuando no esté convencido lograrlo, En los primeros casos, el
homicidio es un hecho previo. No es necesario que el otro delito se haya cometido
efectivamente o se haya tentado, o realizado algún acto preparatorio. El homicidio
se comete para preparar cuando con él se buscan los medios que permitan la
ejecución de otro delito o colocarse en posición para ejecutarlo; para facilitar cuando
con él se intentan mejorar las posibilidades de ejecución o concreción del resultado
del otro delito; para consumar cuando es el medio para ejecutar el otro delito, para
ocultar cuando se busca que el otro delito no sea conocido realizando para ello el
homicidio. En los casos para ocultar otro delito o asegurar sus resultados o procurar
la impunidad para sí o para otro, el homicidio es posterior al delito fin y la conexión
puede ser con otro delito doloso, preterintencional o culposo. Siempre el autor del
homicidio puede ser persona diferente al autor del delito fin.
2) El homicidio causalmente conexo: En estos casos, el agente mata por no haber
logrado el fin propuesto al intentar otro delito. El hecho debe estar impulsado por el
resentimiento, a diferencia del homicidio finalmente conexo, impulsado por una
esperanza ilícita. En estos casos, es necesario al menos que el otro delito se haya
tentado. Un sector de la doctrina entiende que el otro delito puede haberse
consumado, si se da el caso de que el autor no haya obtenido los resultados
propuestos o no se hayan producido los efectos que se había propuesto conseguir.
8) Homicidio de un miembro de las fuerzas de seguridad pública, policiales o
penitenciarias por su función, cargo o condición: El sujeto pasivo puede ser todo
integrante de las fuerzas policiales, de la Gendarmería Nacional, Prefectura Naval,
Policía Aeronáutica Nacional y Servicios Penitenciarios, sin distinción de jerarquías o
cargos.
Además de los agentes en servicio, comprende los convocados o comisionados y
quienes, retirados, no hayan perdido la condición policial, pues pueden volver al
servicio activo, al mantener esa condición. No es necesario, desde el punto de vista
típico que el agente se encuentre en ejercicio de la función. Se requiere el dolo
directo o eventual.
Es requisito típico que el homicidio haya sido cometido por revestir el sujeto pasivo
esa condición, por lo que se requiere en el sujeto activo el conocimiento de la
condición del sujeto activo y específica motivación de matarlo por dicha pertenencia.
9) Homicidio cometido abusando de su función o cargo, por un miembro integrante
las fuerzas de seguridad, policiales, o del servicio penitenciario: Es aplicable el
análisis anterior. No es suficiente que acción sea cometida por los agentes de las
fuerzas referidas, sino que, además el exige el abuso de su función o cargo.

(Nuñez) – El homicidio se agrava en razón:


a) del vínculo entre el actor y la víctima (80/1)
b) del modo elegido por el autor para cometerlo: con ensañamiento, alevosía, veneno
u otro procedimiento insidioso (80/2); con el concurso premeditado de dos o más
personas (80/6) o con abuso de su función o cargo cuando fuere miembro integrante
de las FFSS, policiales o del Servicio Penitenciario (80/9).
c) de la causa o motivos por los que el autor los cometió: por precio o promesa
remuneratoria (80/3); por placer, codicia, odio racial o religioso (80/4); homicidio
criminis causa (80/7) y por la función, cargo o condición de miembro de las FFSS
pública, policiales o penitenciarias ejercidas por el sujeto pasivo (80/8).
d) del medio usado por el autor para cometerlo (80/5).

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La pena de reclusión o prisión perpetua prevista para estos homicidios calificados por
distintas circunstancias no dejan límite para acumular los máximos en los casos en los
que concurran más de una de aquellas circunstancias.

Homicidios agravados en razón del vínculo.


Art. 80… Cuando en el caso del inciso primero de este artículo mediaren
circunstancias extraordinarias de atenuación, el juez podrá aplicar prisión o reclusión
de ocho a veinticinco años (último párrafo).
Estas circunstancias concurren en el autor al momento de la realización del hecho
delictivo y, por ende, tienen naturaleza subjetiva. Se indica en el manual que “… el
autor tiene que haber sido impulsado al homicidio calificado por el vínculo por un
hecho…” que haya operado como detonante (causa motora) hacia el crimen, y que
hayan implicado una influencia excepcional con arreglo a las circunstancias a él
preexistentes y concomitantes.
Ascendiente o Descendiente: en el homicidio del ascendiente o descendiente la ley ha
tomado en cuenta, para catalogarlo como agravado, el menosprecio que el autor ha
tenido para con el vínculo de sangre. Si el homicidio es contra hermanos, tíos, primos,
etc. habrá homicidio simple. Tampoco quedan comprendidos en la agravante los
adoptantes y los adoptados, ya que, pese al vínculo de familia que la ley crea entre
ellos, no pueden considerarse ascendientes y descendientes en el sentido del
presente artículo.
Cónyuges: en el homicidio del cónyuge se dice que el agravamiento se funda en el
menosprecio del respeto que se deben mutuamente los cónyuges.
La calificante requiere la actual existencia de un matrimonio válido, lo que lleva a
tratar 3 cuestiones:
· Existencia de Divorcio: en los casos en que media divorcio, la doctrina
preponderante argumenta que, si bien no se disuelve el vínculo, el divorcio hace
desaparecer el deber de respeto que se deben mutuamente los cónyuges y, por lo
tanto, sitúa el homicidio en la figura básica del artículo 79.
· Matrimonio Anulable: en cuanto al matrimonio anulable, mientras no se haya
declarado la nulidad, la muerte de un cónyuge a manos del otro es un homicidio
calificado.
· Matrimonio Nulo: no funciona la agravante salvo que se trate de un matrimonio
putativo (es aquél que se celebra con un impedimento legal, pero en el cual ambos
cónyuges o uno de ellos, es de buena fe, es decir, cree que están casados).
Si en el matrimonio putativo uno de los cónyuges mata al otro, ¿Hay homicidio simple
o agravado por el vínculo? Algunos sostienen las siguientes opiniones:
1). Si el homicida es el cónyuge de buena fe en el matrimonio hay homicidio agravado
por el vínculo, porque él creía que estaba matando a su cónyuge.
2). Si el homicida es el de mala fe, hay homicidio simple, porque él sabe que la
víctima no es su cónyuge.
3). Si ambos son de buena fe, el homicidio de cualquiera de ellos por el otro, es
agravado por el vínculo.
Elemento Objetivo: debe existir vínculo de parentesco.
Elemento Subjetivo: el agente debe matar al ascendiente, descendiente o cónyuge,
sabiendo que lo son.

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Conforme a esto, no existe parricidio cuando el autor del hecho no sabe que mata a
su pariente, por ejemplo: A dispara contra B y lo mata, pero sin saber que B es su
padre (Error in Personam). Tampoco existe parricidio si se dispara contra un tercero y
muere un pariente (Aberratio Ictus o Error en el Golpe).
Tentativa y Participación: la figura admite la tentativa y también admite la
coparticipación (Art. 48 CP), siempre que el coparticipe tenga conocimiento del
parentesco entre el autor y la víctima.

(Nuñez) – El homicidio se agrava si el autor, sabiéndolo, en el momento del hecho


está ligado con la víctima por una relación parental ascendente o descendente o por
matrimonio (80/1).
Es el crimen que en Roma era llamado parricidio. Comprende de la muerte de todos
los ascendientes y descendientes, de la esposa, sobrinos, tíos, primos, suegro y la
suegra, nuera, yerno y el amo.
La ascendencia o descendencia puede tener su fuente en el matrimonio o fuera de él.
El CP no hace distinción entre el llamado parricidio propio (muerte de los padres o des
los ascendientes o descendientes sin limitación) o el impropio (tiene por víctima a los
esposos o a otros parientes que no sean los padres). El parentesco por adopción no
califica el homicidio como parricidio. La existencia del matrimonio como de la filiación
debe probarse.
La razón del agravamiento es la violación de los deberes de respeto y protección
emergentes del vínculo de sangre o matrimonial. El autor muestra un desafecto.
Subjetivamente el parricidio requiere que el autor mate sabiendo que la víctima es su
ascendiente o descendiente o cónyuge. Si lo ignorase solo se cometerá homicidio.
Circunstancias extraordinarias de atenuación – el juez podrá aplicar prisión o reclusión
de 8 a 25 años. El autor tiene que haber sido impulsado al homicidio calificado por un
hecho que sea la causa motora hacia el crimen, de poder excepcional con arreglo a
las circunstancias preexistentes o concomitantes. Por ejemplo: a las relaciones del
autor con la víctima o a situaciones que, aunque referidas a la víctima, no se deben a
su inconducta. La disminución de la pena no es obligatoria para el juez, sino
facultativa.

Circunstancias Extraordinarias de Atenuación: “Cuando en el caso del Inciso 1º de


este artículo mediaren circunstancias extraordinarias de atenuación, el juez podrá
aplicar prisión o reclusión de 8 a 25 años”. Las circunstancias extraordinarias de
atenuación son aquellas que no alcanzan a estar comprendidas dentro de la emoción
violenta. Ejemplos: el hecho de que la víctima fuese muy agresiva, o de que hubiese
sometido a malos tratos al homicida, etc. De cualquier manera, estas circunstancias
quedan a consideración del juez.
Para demostrar, qué causas pueden ser consideradas en la especie, y cómo se
valoran estas “circunstancias extraordinarias de atenuación” se extrae a continuación
un párrafo del fallo “Tejerina” en donde la CSJN repasa los elementos tenidos en
cuenta por los tribunales de la causa a los fines de encuadrar la conducta en la figura
legal correspondiente y establecer el monto de pena que consideraron adecuado al
caso: “…Después de situar el comportamiento de Tejerina en la figura del homicidio
agravado, los jueces evaluaron las circunstancias previas y concomitantes al
desenlace mortal, tras lo cual concluyeron que aquéllas disminuían el grado de
reproche que merecía Tejerina. En tal sentido, tuvieron especialmente en cuenta la
falta de contención y apoyo familiar durante su infancia y adolescencia que
confluyeron con diversos desórdenes psíquicos desencadenados durante el parto,

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que, si bien no habían provocado un estado de inimputabilidad, le dificultaron la


aceptación de la niña que había dado a luz como su hija, a partir de la evaluación de
estos presupuestos entendieron que concurrían en el caso las "circunstancias
extraordinarias de atenuación" previstas en el último párrafo del referido artículo 80.1
del Código Penal, y por lo tanto la pena debía graduarse dentro de la escala de ocho a
veinticinco años, prevista, en su artículo 79, para el homicidio simple. Finalmente,
dentro de los límites de la escala atenuada, valoraron la gravedad del hecho y la
situación personal de la imputada. De este modo, si bien los jueces, al decidir qué
pena correspondía a Tejerina, partieron de la pena perpetua a prisión o reclusión, con
la mediación de las particulares circunstancias que aminoraron la plena culpabilidad
por el hecho, arribaron a la de catorce años de prisión como respuesta punitiva por el
homicidio de su hija…”.
Homicidio calificado en razón del modo:

(Nuñez) – El agravamiento del homicidio en razón del modo de cometerlo, atiende a la


mayor criminalidad que al hecho de matar le asignan ciertas formas o maneras de la
conducta del homicida, como son, los modos crueles (ensañamiento) y los traicioneros
(la alevosía y el empleo de veneno u otro procedimiento insidioso). Se debe agregar el
homicidio cometido con el concurso de dos o más personas o por miembro de las
FFSS pública, policiales o penitenciarias, abusando de su función o cargo.
Con el concurso de dos o más personas
Homici Con abuso de las funciones o cargo desempañado por el sujeto activo en las
dio FFSS.
califica Cometido con ensañamiento
do en Cometido con alevosía
razón Cometido con Con veneno insidiosamente suministrado
del veneno u otro Con otro procedimiento insidioso
modo procedimiento
insidioso

Homicidio cometido con ensañamiento:


(Nuñez) - Mata con ensañamiento el que deliberadamente, en el acto mismo de
matar, somete a la víctima de sufrimientos físicos innecesarios (acto de crueldad,
requerimiento subjetivo). Objetivamente se requiere que la agonía de la víctima
signifique para ella un padecimiento innecesario ya sea por el dolor o por la
prolongación del padecimiento. Esta circunstancia no se configura cuando el
sufrimiento es una consecuencia directa del medio utilizado, y no se busca lograr
mediante esa conducta la consecuencia gravosa en la víctima. Presupone un plan de
conducta, pre-ordenado, orientado a causar o infligir el sufrimiento no necesario.
No implica ensañamiento la simple modalidad objetivamente cruel de la consumación
homicida (repetición de golpes y gran número de heridas) ni la implica la crueldad
que ya no se traduce en sufrimiento de la víctima.
Constituyen tormentos propios del ensañamiento, no solo el emparedamiento, la
flagelación y otros actos que producen dolor físico, sino también otros que, como la
asfixia por sucesivas inmersiones o sofocación, producen desesperación.
Requisitos Objetivos: objetivamente, requiere que la agonía de la víctima signifique
para ella un padecimiento no ordinario e innecesario, sea por el dolor que se le hace
experimentar, sea por la prolongación de ella. Tales requisitos no se dan cuando el
padecimiento extraordinario es una consecuencia necesaria del medio utilizado por el
autor, sin pre-ordenación al sufrimiento, o cuando la condición de la víctima no le
permite padecer el sufrimiento (por ejemplo: un descerebrado que carezca de toda
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sensibilidad). Véase que objetivamente el ensañamiento no requiere una determinada


magnitud del daño inferido (una herida pequeña producida en un centro nervioso
puede originar mayores padecimientos que un gran número de otras lesiones).
Requisitos Subjetivos: subjetivamente, el padecimiento infligido a la víctima debe ser
un acto de crueldad del agente. Su acción tiene que ir deliberadamente dirigida a
matar haciendo padecer a la víctima de aquel modo; la elección de los medios para
matar ha de estar pre-ordenada por el autor a la acusación del sufrimiento
extraordinario y no necesario. Cuando falte ese requisito previo no se dará la
agravante, aunque haya existido en la víctima el sufrimiento extraordinario como
consecuencia del medio utilizado (por ejemplo: quien al disparar sobre su
contrincante lo hiere en el abdomen y el herido muere tras larga agonía).
Veamos cuándo entiende la jurisprudencia que no se puede tener por configurada la
agravante de ensañamiento:
“...No entiendo procedente la calificación del homicidio por su comisión con
ensañamiento, toda vez que, si bien objetivamente se ha infligido a la víctima un
sufrimiento salvaje, lo cierto que ello fue a los fines de obtener la información que
buscaban sobre el destino del dinero y no con el fin de darle muerte a través de dicha
modalidad. Por el contrario, los sujetos que le produjeron las diversas heridas vitales a
la víctima, necesitaban que éste estuviera con vida para que les dijera dónde estaba
el dinero, razón por la cual mal podían, en ese momento, tener dolo de matar. Es con
posterioridad, cuando aparece la decisión de quitarle la vida a C. y, por otra
motivación a la que me referiré seguidamente, y es allí cuando se le aplica el golpe en
el cráneo que le produce la muerte... En este sentido ha dicho Soler que: „...la
agravación del homicidio por el ensañamiento se produce cuando además de existir
en el agente una clara voluntad tendiente a causar la muerte, existe en él el propósito
de causarla de determinada manera, que aumenta el mal y el sufrimiento de la
víctima, y de esa forma ejecuta el hecho...El fundamento de la agravación está
precisamente en ese desdoblamiento de la voluntad, que separadamente se dirige a
dos fines claramente discernidos: el de matar y el de hacerlo de determinado modo...‟
(Sebastián Soler. Derecho Penal Argentino. T. III. Ed. TEA, Pág. 28). Amén de ello, no
puedo dejar de señalar también que según surge del protocolo de autopsia, hubo una
rápida pérdida de conciencia de la víctima, lo que relativiza la prolongación del
sufrimiento. Es por ello que no encontrándose acreditado que al momento de producir
los padecimientos a la víctima los sujetos activos tuvieran dolo homicida, no
corresponde la aplicación de dicha agravante...”. (Del voto del Dr. Angulo al que
adhirieron los Dres. Conti y Simaz “FUSTER, Andrés Rafael y otro homicidio
triplemente agravado, C. 2401, sent. del 2/10/06). “... El imputado fue claro y
contundente cuando nos dijo que explotó, que por eso reaccionó mal, porque se había
sentido engañado y defraudado. Personalmente creo que el mismo puede estar
siendo veraz en sus dichos, pero también creo que la furia demostrada en su actuar
no fue ciega. El origen de su enojo fue emotivo y pasional, pero su actuar fue
premeditado y feroz: supo qué hacer, cómo y con qué hacerlo. Las lesiones que le
provocó a la víctima, en casi la totalidad de su integridad corporal no tuvieron otro
designio que inferir el mayor castigo posible, precisamente, porque se sintió
defraudado y humillado por la misma, y ello resulta claro, por cuanto estaba siendo
engañando. Empero, puede advertirse con meridiana claridad, de la simple lectura de
los informes médicos, que los golpes propinados a la víctima tuvieron el inequívoco
propósito de causar dolor. Prueba de ello es el elemento contundente elegido por el
autor para llevar a cabo su conducta... Objetivamente no me queda la menor duda
que se le ha infligido a la víctima un sufrimiento salvaje, ello es un dato objetivo, una
circunstancia fáctica acabadamente demostrada en este juicio. En tanto, el elemento
subjetivo que exige la agravante tratada, tengo para mí, se halla plenamente
verificado sobre la base de las consideraciones precedentes. La agravación de un
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delito por el ensañamiento se verifica cuando, además de existir en el agente una


clara finalidad tendiente a lograr un propósito determinado (en nuestro caso, las
lesiones corporales), existe en él la intención de lograrlo de una manera específica y
determinada, elegida con anterioridad al comienzo de la conducta: aumentar
sufrimiento de la víctima...”. „... En el plano subjetivo, la agravante exige un elemento
de actitud interna que en doctrina alemana pertenece en parte al injusto y en parte a
la culpabilidad, y consiste en matar (en este caso lesionar) cruelmente causando
especiales dolores o torturas a la víctima por una actitud inmisericorde y sin
sentimientos...‟ (ver Roxin, „Derecho Penal‟, Parte General, t. I, Civitas, 1.997, p.
315), que convierte al hecho de matar „en un homicidio potenciado‟. Y este aumento
deliberado „...debe ser inhumano y referido al dolor del ofendido, sea psíquico o
físico...‟ (Bustos Ramírez, „Derecho Penal, parte especial‟, PPU, Año 1994, p.577) ...”.
(Del voto del Dr. Conti al que adhirieron los Dres. Simaz y Angulo, “HEREDIA, Genaro
Omar s/ abuso sexual agravado”, C. 2.840, sent. del 9/10/2006) …” (Tribunal en lo
Criminal Nº 2 del Departamento Judicial Mar del Plata -Periodo agosto 2006/agosto
2.007).
Sí se da la agravante –para la Sala II de la Cámara Nacional de Casación Penal
integrada por el doctor Pedro R. David como Presidente y los doctores Raúl R.
Madueño y Juan E. Frégoli- en el siguiente caso:
“… En virtud de lo expuesto, considero que el delito de homicidio cuya autoría se
atribuye a los procesados Pereyra y Alonso no se encuentra calificado por alevosía,
aunque como se verá a continuación, en mi opinión queda igualmente encuadrado en

las previsiones del inciso 2del artículo 80 del Código Penal por su comisión mediante
ensañamiento. En efecto, del plexo colectado en el debate según consta a fs. 865 vta.
-especialmente los resultados de la autopsia glosada a fs. 31/36, la ampliación del
informe pericial de fs. 42, los informes histopatológicos de fs. 189 y 210, el informe
del especialista en histopatología Dr. Eugenio Caputi glosado a fs. 830 conforme lo
ordenado en el debate según consta a fs. 867 vta., y las vistas fotográficas agregadas
a fs. 75 y ss.- resultan a mi juicio elocuentes indicadores de que la muerte del menor
A. significó para él un padecimiento extraordinario e innecesario, y constituyó a su
vez un acto de crueldad deliberada por parte de los autores del hecho, verificándose
los requisitos objetivos y subjetivos comprendidos en la agravante. Así, siguiendo a
Creus puede señalarse que el homicidio es perpetrado con ensañamiento cuando
objetivamente, la agonía de la víctima significa para ella un padecimiento no ordinario
e innecesario en el caso concreto, tanto sea por el dolor que se le hace experimentar
como por su prolongación; por su parte, subjetivamente el padecimiento infligido al
sujeto pasivo debe ser un acto de crueldad del agente, esto es, su acción tiene que ir
deliberadamente dirigida a matar haciendo padecer a la víctima de aquel modo.
(confr. Carlos Creus, Derecho Penal, parte especial, tomo 1, tercera edición, Buenos
Aires, 1991, pág. 26). En el mismo orden de ideas, señala López Bolado que el
ensañamiento exige para su configuración la suma de los siguientes elementos, a
saber, el hecho físico de la muerte que sea innecesariamente dolorosa; además
requiere la intención definida de matar y, por último debe concurrir el ánimo de
causar un sufrimiento inútil para ese fin pues se elige la forma de hacerlo con el
mayor dolor, lo que demuestra que el elemento psíquico tiene una preponderancia
relevante para la figura pues está integrado con la intención de causar
deliberadamente males innecesarios para el delito. Es que al ánimo de dar muerte
propia de todo homicidio se une un elemento subjetivo independiente que es el
propósito de hacerlo en forma perversa y cruel, requisito subjetivo éste que le da la
tónica al hecho calificado. (confr. Jorge López Bolado, ob. cit. pág. 85). Tengo para mí
que los autores de la muerte violenta del menor A. perpetraron el hecho bajo la
modalidad arriba descripta. Ello, por cuanto se ha acreditado en el debate más allá de
toda duda razonable que el incapaz fue cruelmente golpeado durante varios días, al

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menos a lo largo de una semana, ocasionándole lesiones de diversa etiología y


gravedad cuya magnitud fue tal que resultaban reconocibles a simple vista por
cualquier persona de su entorno -ver fs. 916 y 944 vta.-. Señalaron los peritos que las
lesiones descriptas en la autopsia desde el punto de vista de la conducta del afectado
provocan llanto, irritabilidad, expresión de dolor -síntomas éstos reconocidos por los
propios agresores- falta de apetito, regurgitación, trastornos de la deglución por las
lesiones abdominales y bucales, focos de irritación neurológica y vómitos entre
muchos otros, siendo que la expresión histopatológica del sufrimiento y los cambios
de conducta se expresan a través de la hemorragia medular adrenal -ver fs. 916 y
944 vta.-. Los informes y las explicaciones de los especialistas son concluyentes en
cuanto a las manifestaciones externas de la brutal golpiza que le fue propinada al
menor a lo largo de los días y que concluyeran con el fatal desenlace hoy investigado,
manifestaciones que resultaron visibles tanto en el cuerpo del menor como en su
estado anímico conforme lo detallado ut supra. En apoyo de todo cuanto vengo
sosteniendo basta con reparar en las elocuentes imágenes fotográficas glosadas al
sumario a fs. 75, que dan cuenta del tremendo hematoma escrotal, los múltiples
traumatismos en su cara, cráneo, glúteos, torso y espalda, lesiones que le fueron
ocasionadas en días sucesivos, y que conforme las conclusiones de los facultativos,
provocaron un intenso sufrimiento en el menor que no podía pasar en modo alguno
desapercibido para sus agresores, quienes integraban el grupo conviviente de la
criatura y conocían -según sus propios dichos- que el menor se sentía mal,
descompuesto, lloroso, quejoso y malherido -ver fs. 938 vta.-. Tan contundente
cuadro probatorio me lleva a concluir que la víctima de autos sufrió un padecimiento
extraordinario que fue conocido y procurado por sus agresores, que acrecentaron a
sabiendas su dolor mediante sucesivas golpizas prolongadas en el tiempo propinadas
en el domicilio de la Avenida Rivadavia 5669, planta baja, de esta ciudad, que
culminaron en un último ataque que produjo el fallecimiento por politraumatismos
múltiples y hemorragias interno cerebrales, torácica y abdominal-pelviana, deceso
que ocurrió el 25 de octubre de 2002 cuando era trasladado al Hospital Durand
constatándose su muerte por paro cardio-respiratorio. En definitiva, encuentro
probado el tipo objetivo del injusto a través de las contundentes conclusiones de los
informes periciales acerca de la magnitud y etiología de las heridas sufridas por el
menor, así como el padecimiento que provocan en el damnificado tales lesiones. Por
su parte, la estructuración del tipo subjetivo la estimo verificada a partir de las
múltiples exteriorizaciones corporales y anímicas del sufrimiento que padeció el
infante, las cuales según los especialistas eran evidentes para sus agresores quienes,
no obstante ello, continuaron a lo largo de los días propinándole sucesivas y cada vez
más severas golpizas, prolongando así la agonía hasta su mortal desenlace; de tal
guisa, el hecho psíquico de la figura entendido como la deliberación de matar
haciendo padecer innecesariamente a la víctima resulta a mi juicio indubitable (Causa

n5218, del registro de esa Sala, caratulada: “Pereyra, Lorena Elizabeth y Alonso
Williams Domingo s/recurso de casación”).
Homicidio cometido con alevosía:
(Nuñez) – el autor mata con alevosía si pre-ordena su conducta para matar sin peligro
para su persona, proveniente de la reacción de la víctima o de un tercero. Es, en otras
legislaciones, una especie de asesinato. La traición del homicida ha sido y es un
agravante del delito debido a la indefensión de la víctima sino también por la perfidia
del autor. Al ocultamiento de la intención o de la agresión homicida, el autor le
agrega la cobarde finalidad de obrar sin riesgos para su persona.
Obra con alevosía quien pre-ordena el modo proditorio (violación de la confianza de la
víctima despertada por el autor) o insidioso (ocultamiento en acecho o del medio
material) de matar para no correr peligro personal proveniente de la reacción de la

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víctima o de u tercero. La pre- ordenación no exige la premeditación (esta


normalmente ocurre en el hecho alevoso).

Requisitos Objetivos: objetivamente, es necesario que la víctima se encuentre en


situación de indefensión, que le impida oponer resistencia que se transforme en un
riesgo para el agente. No es indispensable la total ausencia de resistencia, sino que la
alevosía es compatible con la posibilidad de una resistencia, mínimamente riesgosa
para el ofensor, procedente de la actividad de la víctima misma o de terceros que
deban o puedan oponerse a la acción y no que simplemente puedan reaccionar
después de su ocurrencia (quien en un bar concurrido aprovecha el estado de
ebriedad de una persona para darle muerte, puede hacerlo con alevosía, aunque
afronte el riesgo de la reacción posterior de los contertulios).
La indefensión puede proceder de la inadvertencia de la víctima o de los terceros
respecto del ataque (por ejemplo: disparar por la espalda) o de las condiciones en que
aquélla se encuentra (parálisis, desmayo, sueño).
Puede haber sido procurada por el autor (por ejemplo: ocultándose en acecho u
ocultando sus intenciones criminales por medio de un acercamiento amistoso hacia la
víctima), o simplemente aprovechada por él (quien mata a la persona que encuentra
dormida).
Requisitos Subjetivos: la indefensión de la víctima no basta por sí sola para que se dé
alevosía; ésta plantea una exigencia subjetiva: el autor debe querer obrar sobre
seguro, esto es, obrar sin el riesgo que puede implicar la reacción de la víctima o de
terceros dirigidas a oponerse a su acción. No se tiene en cuenta aquí la reacción
posterior al ataque que pueden asumir los terceros, sino el riesgo que procede del
rechazo del ataque mismo. Ello requiere una pre-ordenación de la actividad del
agente para actuar con esa seguridad, es decir, la procuración o el aprovechamiento
del estado de indefensión, lo cual no implica, necesariamente, una premeditación
(serena y fría deliberación del contexto del hecho a realizar), puesto que, si la
premeditación importa pre-ordenación, ésta puede darse sin aquélla (como ocurre en
el caso de quien, al encontrar dormida a la víctima, decide en ese momento darle
muerte, sin haberlo premeditado). La premeditación no es una agravante en nuestro
derecho.

Al respecto señala el Tribunal Superior de Justicia de Córdoba: “… es pacífica la


doctrina en señalar que la alevosía exige, objetivamente, una víctima que no esté en
condiciones de defenderse, o una agresión no advertida por la víctima capaz y en
condiciones de hacerlo. Y subjetivamente, que es donde reside su esencia, requiere
una acción pre-ordenada para matar sin peligro para la persona del autor,
proveniente de la reacción de la víctima o de un tercero. La incapacidad o la
inadvertencia de la víctima puede ser provocada por el autor o simplemente
aprovechada por él (Conf. Núñez, Ricardo C., Derecho Penal Argentino, Parte Especial
III, Omeba, p. 37, en el mismo sentido, Creus, Carlos, “Derecho Penal”, Parte especial,
Tomo 1, 6ª, edición actualizada y ampliada, 2ª reimpresión, Astrea, Bs. As., 1999, p.
20; Donna, Edgardo Alberto, “Derecho Penal Parte especial” Tomo I, Rubinzal-Culzoni,
Santa fe, 1999, p. 41; Soler, Sebastián, “Derecho Penal Argentino” T.E.A., Bs. As.,
1970, T. III, p. 23 y sgtes.)...” (Sentencia Numero: 27, 17-abril-2006, autos "SALVAY,
Daniel Arnaldo p.s.a. Homicidio calificado –Recurso de casación-” - Expte. "S”, 42/04).
Por su parte la Sala Tercera de la Cámara Nacional de Casación Penal, sostiene: “…
Teniendo ello presente, adviértase entonces que si bien la empeñosa defensa señala

que para configurarse la agravante prevista en el artículo 80 inciso 2del Código Penal
“no basta con la situación objetiva ni con el conocimiento de la misma previo a la
voluntad homicida o concomitantemente con ella, sino que se exige un elemento del
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ánimo, esto es, la particular orientación a aprovecharse de la indefensión”, dicha


afirmación confronta con los hechos tenidos por ciertos por el Tribunal de mérito, que
expresamente señaló que “Senet perpetró su ilícito accionar con total frialdad y
evidente pre-ordenación habiendo elegido ese día y hora con absoluta conciencia y a
sabiendas de que encontraría a su víctima durmiendo y en total estado de
indefensión”. Por lo demás, y para una mejor respuesta del recurrente, cabe añadir
que si bien el Tribunal Oral tuvo por fehacientemente acreditado que Senet concurrió
al domicilio de su víctima sabiendo que lo encontraría durmiendo, en caso de que ello
no hubiera sucedido así -es decir, que el imputado hubiere encontrado, para su
sorpresa, a Volontieri dormido- dicha circunstancia no obsta a la configuración de la
agravante de la que se duele la defensa. Al respecto, se ha señalado que “En la faz
subjetiva [del homicidio calificado por alevosía] el autor debe querer obrar sobre
seguro o sea sin el riesgo de una reacción por parte de la víctima, lo cual requiere una
pre-ordenación para actuar con dicha seguridad, como ocurre cuando se dispara
contra el que se halla de espaldas y sin armas o en el caso de quien, al encontrar
dormida a la víctima, decide en ese momento darle muerte, sin haberlo premeditado,
pues si bien la premeditación importa pre-ordenación, ésta puede darse sin aquella

(...)” (conf. causa nro. 161 caratulada “Avila, Juan Carlos s/ recurso de casación”, reg.

Nro.161 del 26/8/94, Sala II de este Tribunal). También se señaló en el precedente
evocado que la alevosía requiere “una acción pre-ordenada para matar sin peligro
para la persona del autor, ya sea provocada por el agente o simplemente
aprovechada por él” (Causa N4376, caratulada “Senet, Horacio Alberto s/recurso de
casación”).

Homicidio cometido con veneno u otro procedimiento insidioso:


En este caso, no sólo debe utilizarse “veneno”, sino que debe utilizárselo en forma
insidiosa (oculto, a escondidas, otros).
Veneno es toda sustancia animal, vegetal o minera, sólida, líquida o gaseosa que
introducida en el cuerpo, produce la muerte, por acción química o bioquímica. No se
incluye en este espectro a las sustancias que matan mecánicamente o térmicamente,
como el vidrio molido.
Si se utiliza veneno (u otro…) pero no se oculta este elemento no es de aplicación la
agravante. El ejemplo clásico es el de la persona que cree estar recibiendo una
medicina, y en cambio, el autor, le administra una sustancia venenosa. La víctima
está totalmente consciente de estar recibiendo “algo” pero está equivocada en
cuanto “al qué”.
Bajo “otro procedimiento insidioso” podemos encontrar la misma conducta, un modo
oculto de usar una determinada sustancia que provoca la muerte de la víctima. Los
casos abarcados incluyen sustancias como “vidrio molido”, y se admiten las formas
mecánicas o térmicas de producir la muerte.
(Nuñez) – un procedimiento homicida es insidioso si implica el ocultamiento material
del acto homicida a la víctima. La razón del agravamiento reside en el modo oculto de
usarla (por ejemplo, la naturaleza venenosa de la sustancia usada por el actor). El
vidrio molido no es un veneno, pero su uso con ocultamiento agrava el homicidio. Lo
mismo que lo califica el empleo oculto de cualquier otra sustancia que destruya la
vida humana no solo por acción química como el veneno, sino también por acción
térmica o mecánica.

Fundamentos de la Agravante: la razón de ser de la agravante se determina por las


menores defensas de la víctima ante la insidia que constituye la utilización de los
particulares medios a que se refiere la ley.
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Noción de Veneno: se entiende por veneno, aquella sustancia (animal, virus


orgánicos, vegetal, mineral, sólida, líquida o gaseosa) que introducida en el cuerpo
humano por cualquier vía (bucal, inyectable, por osmosis) normalmente mata en
virtud de las transformaciones químicas que produce.
Noción de Procedimiento Insidioso: es procedimiento insidioso todo aquel que, sin
constituir administración de veneno, implica un engaño o artificio que no permite a la
víctima conocer su dañosidad. Por ejemplo: ingestión de vidrio molido.

Homicidio calificado “con el concurso premeditados de dos o más personas”:


Fundamento: la agravante responde a las menores posibilidades de defensa de la
víctima ante la actividad de varios agentes. El fundamento de la agravante es la
menor posibilidad defensiva de la víctima, todo en razón de la pluralidad de
partícipes, accionar previamente concertado (requisito subjetivo de la figura, la
premeditación, así como la convergencia intencional).
Concurso de Agentes: matar con el concurso de 2 o más personas supone que a la
acción del agente han concurrido 2 o más personas (debe darse, pues, un número
mínimo de 3 personas: el agente y 2 más), sea realizando actos materiales que
constituyan (golpear todos ellos) o no (por ejemplo: alcanzar el arma) ejecución de
violencia sobre la víctima, sea por medio de actos de carácter moral (dirección,
aliento).
Los que concurren pueden actuar como coautores o como cómplices necesarios o
secundarios (por ejemplo: el que avisa sobre la presencia de terceros). No quedaría
comprendido el instigador.
Aspecto Subjetivo: la agravante requiere algo más que la simple participación de
varias personas en la muerte de la víctima; y esto es que los agentes se hayan puesto
de acuerdo para matar en concurso.
A los fines de determinar cómo y cuándo funciona esta agravante se incluye en el
material adjunto un dictamen del Procurador Nacional ante la CSJN (A. 393. XXIX), en
autos “RECURSO DE HECHO - Agüero, Luís Miguel y otros s/ homicidio calificado
“causa N° 171/01” (también puede ser utilizado como ejemplo de cómo puede ser
mal utilizado el agravante “criminis causa”).
HOMICIDIO AGRAVADO EN RAZÓN DE LA CAUSA O EL MOTIVO:
(Nuñez) – son casos en los cuales el homicidio se agrava por el motivo o razón que
tiene el autor para matar o por el impulso que lo lleva al crimen.

POR PRECIO O PROMESA REMUNERATORIA (80/3)


HOMICIDIO
POR PLACER, CODICIA, ODIO RACIAL O RELIGIOSO (80/4)
AGRAVADO EN
CRIMINIS CAUSA (80/7)
RAZON DE LA CAUSA
FUNCION, CARGO O CONDICION DE LA VICTIMA, DE MIEMBRO
O DEL MOTIVO
DE FFSS PÚBLICA, POLOCIAL O PENITENCIARIA (80/8)

Por “precio o promesa remuneratoria”: en estos supuestos el autor mata para


otro, por un precio (Ej. suma de dinero) o promesa de pago. La agravante tiene su
fundamento en la peligrosidad que representa una persona que sin motivo alguno
(más allá de precio o promesa remuneratoria) provoca la muerte de otro. Si el
mandato existe, pero no precio dado o prometido, la agravante no funciona, aun
cuando el sicario espere que se le pague. El delito se consuma con la muerte, no con
el pago o promesa de pago, que sólo constituyen actos preparatorios. Tampoco
constituyen tentativa, ésta requiere para el caso, actos ejecutivos del homicidio. Si el

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ejecutante desiste voluntariamente, no beneficia con ello al mandante, cuya conducta


representaría tentativa acabada.
(Nuñez) – el mandante y el ejecutor son partícipes necesarios del delito ya que el
precio o la promesa presume la intervención del mandante para que el delito se
consume. El delito se consuma con la muerte y no con el pacto de entrega del precio
o el cumplimiento de la promesa ya que estos son actos preparatorios.

Fundamento: el bajo motivo que inspira al ejecutor y el peligro que socialmente


representa el homicidio lucrativo, dan pie a la intensificación de la punibilidad.
El Pacto: el núcleo de la finalidad agravatoria reside en el pacto y en su contenido. El
ejecutor debe haber aceptado el mandato de un tercero para matar y haber actuado
en cumplimiento de él; si, pese a recibir y aceptar el mandato, obra al margen de esa
motivación, la agravante quedaría excluida, a no ser que el agente haya obrado con
ambas finalidades.
El pacto tiene que existir explícitamente con relación a un determinado homicidio,
cualquiera que se la forma que adopte (escrito o verbal). No quedan comprendidos
los entendimientos tácitos y, menos aún, la muerte producida por el agente con la
esperanza de recibir un precio por ella.
Precio: es cualquier suma de dinero o cualquier otro objeto de valor o cualquier bien
que constituya recompensa apreciable en dinero. Se da antes de ejecutar el hecho.
Promesa Remuneratoria: puede ser cualquier beneficio apreciable económicamente,
remunerativo, y este puede serlo tanto el dinero, como un documento, como una
cosa, como la promesa de un empleo. Se da después de ejecutado el hecho.
Consumación: el hecho queda consumado como homicidio calificado, con la muerte
de una persona en virtud del pacto, aunque la víctima, por error del ejecutor, no sea
la indicada por el mandante.
Responsabilidad del Instigador y del Ejecutor: la comisión del hecho a raíz del pacto,
los sitúa en un plano de igualdad como autores.
Tentativa: la formalización del pacto no entra en los límites de la tentativa, es un acto
preparatorio y, como tal, impune en nuestro derecho. La tentativa se da con la
agravante cuando realmente se ha intentado la muerte.
Pero, producida la tentativa, el desistimiento voluntario del ejecutor no favorece al
mandante, a cuyo respecto se da un supuesto de tentativa acabada; éste únicamente
si llega a impedir, con su intervención, la consumación del delito, podrá beneficiarse
con la impunidad prevista por el artículo 43 (arrepentimiento activo).
Participación: los partícipes del homicidio estarán comprendidos por la agravante
cuando hayan obrado con conocimiento del pacto, aunque no intervengan en los
beneficios de la retribución.
Punibilidad Accesoria: si el hecho ha sido cometido con ánimo de lucro, podrá
agregarse a la pena privativa de libertad una multa, aun cuando no esté
especialmente prevista o lo esté sólo en forma alternativa con aquella. Cuando no
esté prevista, la multa no podrá exceder de $90.000.
Por placer: el fundamento de la agravante está dado por la mayor perversidad que
demuestra quien mata para experimentar placer, para sentir agrado o deleite. Es
justamente esa finalidad de satisfacción (sentir placer) lo que moviliza al agente a
cometer el acto, a desarrollarlo de esa forma (requisito subjetivo).
Requisito Objetivo: se trata del individuo que mata para lograr una sensación
agradable, un sentimiento de satisfacción. En otras palabras, un individuo que mata
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porque le gusta matar. Quedan comprendidos aquellos que matan por el placer de la
sangre o porque matar le produce un placer sexual.
Requisito Subjetivo: la finalidad de satisfacer el deseo de sentir placer es la que debe
mover la actuación del agente.
Por codicia: no debe identificarse con el simple ánimo de lucro, éste se agota en la
finalidad de obtener un beneficio económico. La codicia importa una inclinación
extremada del agente a la ganancia, al lucro. Los objetivos del codicioso pueden
abarcar cualquier ganancia (no solo dinero, por ejemplo, la obtención de una
herencia), aunque esta pueda parecer exigua. “Codicia” en definitiva es el afán de
lograr provecho mediante dinero o bienes, o liberándose de determinadas cargas,
otros.
Requisito Objetivo: es el afán de lograr ganancias o provecho material mediante la
obtención de dinero, bienes, o liberándose de cargas, u ocupando posiciones que
puedan suministrar ventajas patrimoniales. Por ejemplo: el hombre que mata a su
hermano para quedarse con toda la herencia de sus padres, el que mata a otro para
no tener que pagarle una deuda, etc.
Requisito Subjetivo: la ventaja económica debe ser el móvil que ha decidido al agente
a actuar.
Por odio racial o religioso: se identifica al odio como una aversión que sufre el
agente por una persona o grupo de ellas. La agravante funciona cuando el autor mata
motivado en ese sentimiento y no cuando el odio proviene de otra fuente, o cuando
se mata sin odio a una persona que pertenece a otra raza o religión distinta a la del
autor. El art. 2 de la Ley 23.592 indica que se eleva en un tercio el mínimo y en un
medio el máximo de la escala penal de todo delito reprimido cuando sea cometido por
persecución u odio a una raza, religión o nacionalidad, o con el objeto de destruir en
todo o en parte a un grupo nacional, étnico, racial o religioso.
Requisito Objetivo: el odio es la aversión que el agente siente por una persona o
grupo de personas; pero, en la especie, debe tratarse de un odio que tenga como
motivación la aversión o la adhesión a una raza o religión. Por ejemplo: el que mata a
otro por el solo hecho de ser negro, blanco o amarillo; o por ser judío, católico,
mahometano, etc.
Requisito Subjetivo: el odio racial o religioso debe ser la motivación principal de la
muerte.
Indiferencia Típica del Error in Personam: el hecho de que por error el agente haya
dado muerte a quien no pertenecía a la raza o religión cuyo odio motivó el homicidio,
no excluye la calificante, puesto que igualmente obró por odio racial o religioso.
Diferencia con el Genocidio: se entiende por genocidio cualquiera de los actos
mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o
parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal:
· Matanza de miembros del grupo.
· Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo.
· Sometimiento intencional del grupo, a condiciones de existencia que hayan de
acarrear su destrucción física, total o parcial.
· Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo.
· Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo.
Homicidio criminis causa: el homicidio se agrava, con prisión o reclusión perpetua,
entre otros supuestos, al que matare “para preparar, facilitar, consumar, y ocultar

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otro delito o para asegurar sus resultados o procurar la impunidad para sí o para otro
o por no haber logrado el fin propuesto al intentar otro delito” (CP., 80, 7º). Lo que
caracteriza esta calificante es la conexión ideológica entre la muerte producida por el
autor y la comisión de otro delito. La conexión ideológica puede ser final (el “otro
delito” ha sido el motivo para matar) o impulsiva (se mata por haberse logrado el fin
propuesto, primeramente).
Conexión Final y Conexión Impulsiva: el homicidio criminis causa se conecta
ideológicamente con el otro delito.
Esa conexión puede ser final o impulsiva. Es final cuando el otro delito ha sido el
motivo que ha inducido al agente a actuar; es lo que ocurre cuando el homicidio se
comete para preparar, facilitar, consumar u ocultar otro delito o procurar la
impunidad para el mismo agente o para otro que ha cometido un delito. Es impulsiva
o propiamente causal cuando el otro delito ha sido la razón por la que el agente
actuó; es el caso en que el agente mata por no haber logrado el fin propuesto al
intentar el otro delito.
Casos de Conexión Final:
· Para preparar el robo a una empresa, el delincuente mata al empleado que tiene las
llaves de la caja fuerte y se apodera de las mismas.
· Para facilitar el secuestro de un individuo, el delincuente mata al chofer que guía el
automóvil en que aquél viaja.
· Para consumar un robo nocturno en un negocio, el delincuente mata al sereno.
· Para ocultar la violación, el delincuente mata a la víctima.
· Para asegurar los resultados del asalto a un banco, el delincuente mata al policía
que lo persigue mientras se escapa con el dinero.
· Para procurar la impunidad para sí, el delincuente mata al testigo que presenció la
comisión del delito.
· Para procurar la impunidad para otro, el amigo de un procesado por estafa, mata al
individuo que posee documentos que pueden servir de prueba contra su amigo.
Carácter del Delito Fin: en los casos de preparación, facilitación y consumación es
evidente que el otro delito debe ser doloso, pero en los de ocultamiento y procuración
de la impunidad puede ser tanto doloso como preterintencional o culposo.
Casos de Conexión Causal: en estos casos, el autor mata como un impulso, como una
reacción, ante el fracaso de no haber podido consumar el otro delito. Por ejemplo: el
que, por despecho, por resentimiento, mata a la mujer que infructuosamente intentó
violar.
A diferencia de los casos de conexión final, aquí es preciso que haya existido
tentativa del otro delito.
Diferencia con el Homicidio en Ocasión de Robo (Art. 165 CP): la diferencia radica en
que supone que resultare un homicidio con motivo u ocasión de robo, esto es, que la
muerte de una persona se produce accidentalmente por tal hecho y sin que el autor
tuviera la intención de causarla.

(Nuñez) – el homicidio también se agrava por el medio o razón que lleva al autor a
cometerlo. Concurre la calificante cuando el autor mata a otro para preparar, facilitar,
consumar u ocultar otro delito o para asegurar sus resultados o la impunidad para sí o
para otro o por no haber logrado el fin propuesto al intentar otro delito.

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No solo abarca el homicidio ejecutado con finalidades lucrativas, sino, también, su


conexión con cualquier otro delito, consecuente o precedente.
Es fundamental diferenciar esta figura de la de “homicidio en ocasión de robo”. A
tales fines se incluye un impecable fallo del Tribunal Superior de la Provincia de
Córdoba (SENTENCIA NUMERO: VEINTIDOS), del 19 de abril de 2004, autos
caratulados "Caro, Javier Lino p.s.a. homicidio en ocasión de robo, otros. Recurso de
casación" ("C", 15/2003), y el dictamen del Procurador General ante la CSJN en el
“RECURSO DE HECHO - Agüero, Luís Miguel y otros s/ en el suceso los requisitos por
ella requeridos. Homicidio calificado en razón del medio utilizado (medio idóneo para
crear un peligro común). La razón de la agravante es el medio del que se vale el
autor, que dificulta la posibilidad de defensa de la víctima, creando un peligro general,
tanto para otras personas y como para distintos bienes.
El requisito objetivo está conformado por un medio idóneo para crear un peligro
común (ejemplo iniciar un incendio). El subjetivo es el de utilizar ese medio
seleccionado para matar a la víctima.
Por un medio idóneo para crear un peligro común
Aspecto Objetivo: la figura requiere que se mate empleando un medio idóneo para
crear un peligro común.
Estos delitos catastróficos pueden ser cualquiera de los previstos en el Título VII
(Delitos Contra la Seguridad Pública): incendio, explosión, inundación,
desmoronamiento, atentados contra medios de transporte, etc.
Pero la sola utilización de estos medios no basta para configurar esta agravante, pues
el medio debe ser empleado en circunstancias en que pueda producir un peligro
común. Por ejemplo: si para matar al capitán de una nave se provoca el naufragio de
la misma en un momento que el capitán navega solo, la agravante no funciona; en
cambio, funciona la agravante si el buque va cargado de tripulantes o de pasajeros.
No es preciso que el peligro común se produzca efectivamente; basta que el medio
empleado (en las circunstancias en que se emplea) sea idóneo, es decir, sea capaz de
crear el peligro común.
Ejemplo: si para matar a la víctima, el homicida le prendió fuego al departamento de
ésta, hay homicidio agravado, aun en el caso de que el fuego no alcance a
propagarse a los demás departamentos. El peligro común, si bien no se concretó,
existió, ya que se pusieron en peligro los bienes y las vidas de los moradores de los
departamentos vecinos.
Aspecto Subjetivo: la intención o finalidad del delincuente debe ser matar. Es preciso
que el medio catastrófico sea utilizado dolosamente por el autor para matar. Esto nos
permite distinguir esta figura de los delitos del Título VII, ya que, en dicho título, la
intención es crear un peligro común, y no matar, aunque este resultado pueda
producirse preterintencionalmente.

Homicidio calificado en razón de ser la víctima un miembro de las fuerzas de


seguridad pública, policiales o penitenciarias, por su función o cargo o
condición:
El requisito objetivo está constituido por la calidad que debe revestir la víctima.
Subjetivamente se requiere, no que se mate -por ejemplo- a un policía, sino que se
“mate” a una persona por ser policía.
Ver a los fines de ejemplificar la agravante el dictamen del Procurador General de la
Nación ante la CSJN, en autos: "Tarditi, Matías Esteban s/homicidio agravado por

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haber sido cometido abusando de su función o cargo como integrante de la fuerza


policial (causa n1 1822, S.C. T. 763; L. XLII).
A un miembro de las fuerzas de seguridad pública, policiales o
penitenciarias, por su función, cargo o condición; Es decir que si una persona
mata a un policía sin saberlo (porque estaba vestido de civil), la agravante no
funcionaría y sería un homicidio simple. En este inciso encuadra: el ladrón que mata
al policía que lo persigue; el preso que mata al carcelero, etc.
Abusando de su función o cargo, cuando fuere miembro integrante de las
fuerzas de seguridad, policiales o del servicio penitenciario; Inciso
incorporado por la Ley 25816 a raíz de numerosos casos de abuso policial. Se
requiere que el autor sea miembro de las fuerzas de seguridad y que mediando abuso
de su función cause la muerte de alguien. Por ejemplo: policía que obliga al detenido
a tirarse de noche al Riachuelo.

2.2.3. HOMICIDIOS ATENUADOS. HOMICIDIO EN ESTADO DE EMOCIÓN


VIOLENTA. EXIGENCIAS DE LA FÓRMULA LEGAL. HOMICIDIO
PRETERINTENCIONAL
Homicidios atenuados. En estos casos, el autor no es arrastrado al delito por su
sola voluntad, sino que la conducta de la víctima -que lesiona sus sentimientos- lo
impulsa a cometer el delito, dificultando el pleno dominio de sus acciones. En ese
estado, mientras éste perdura, el autor produce la muerte de otro (emoción violenta).
Son requisitos para la configuración de la atenuante: a) estado psíquico de “emoción
violenta”; b) valoración del estado emocional; c) excusabilidad de la emoción; d)
relación o vinculación causal entre el estado emocional y el homicidio.
Homicidios Atenuados: Art. 81, inc. 1: "Se impondrá reclusión de 3 a 6 años o
prisión de 1 a 3 años: a) Al que matare a otro, encontrándose en un estado de
emoción violenta y que las circunstancias hicieren excusable; b) Al que, con el
propósito de causar un daño en el cuerpo o en la salud produjese la muerte de alguna
persona, cuando el medio empleado no debía razonablemente: ocasionar la muerte."
Homicidio emocional. Examen de los elementos descriptivos, psicológicos y
valorativos: Algunos autores, señalan la autonomía de este tipo penal pues contiene
en su redacción toda la indicación sobre el contenido de conducta prohibida, sin
referencia a ningún otro tipo penal. En cuanto a la pena, algunos como entienden que
es una figura atenuada del homicidio (Soler), o según Núñez "no es otra cosa que
homicidio simple anímicamente circunstanciado. Si se excluye la circunstancia
subjetiva, el estado emocional, reaparece la figura del homicidio simple “.
El estado de emoción violenta: La emoción debe ser violenta, de modo que no toda
emoción lo es. La emoción violenta se traduce en una perturbación grave que lleva a
la persona a quedar a merced de los impulsos y automatismos, actuando al margen
del pleno dominio de la voluntad. El estado emocional debe disminuir o relajar los
frenos inhibitorios del autor sin implicar un estado de inimputabilidad (art. 34). El
autor debe encontrarse en estado de emoción violenta al momento de realizar la
acción de matar.
Causas: La ley requiere una causa externa al autor como provocadora de la emoción,
que no debe haber sido provocada por él y puede ser de cualquier naturaleza sin que
deba ceñirse a motivos éticos.
Relación temporal entre causa y efecto: Soler entiende que no puede haber
discontinuidad entre el hecho provocante inmediato y la reacción, pero explica que:
"este principio no debe entenderse en el sentido de que un estado anterior excluye la
reacción emotiva siempre que en el momento mismo haya un hecho
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desencadenante". Donna afirma que debe existir una relación causal entre la emoción
violenta y el homicidio. Entre el estímulo generador y la reacción emotiva puede
transcurrido un tiempo, corto o largo, y no obstante ser de aplicación la atenuante. Lo
relevante es que la reacción tenga su causa en la emoción y ésta sea un estímulo
externo al autor de entidad tal que haga excusable esa emoción. La doctrina ha
entendido al tiempo como un criterio relativo a analizar en cada caso concreto.
Homicidio preterintencional. Discusión sobre su naturaleza:
“Preterintencional” obedece al prefijo latino "preter" que significa "más allá", significa
entonces: "más allá de la intención". El tipo penal supone un mix de dolo y culpa. En
su aspecto objetivo requiere una agresión con medios no letales y que, no obstante,
ello, ocasiona la muerte a la víctima. En el plano subjetivo exige la actuación con dolo
de agredir que no incluya la muerte como resultado querido o aceptado, aunque sí
previsible. Preterintencional significa “más allá de la intención”. Por lo tanto, el
homicidio preterintencional es aquél en el cual la acción del sujeto produce un
resultado que va más allá de la intención del agente; el agente quiso causar un daño
en el cuerpo o en la salud, pero causó la muerte. Por ejemplo: una persona golpea a
otra con el puño, con el propósito de lesionarla, pero la mata.
Se diferencia del homicidio simple, en que no se ha querido ni representado la
muerte; del homicidio culposo en que existe dolo en la conducta inicial del agente, es
decir, en las lesiones; y de las lesiones, en que el resultado las ha excedido, es decir,
se ha producido algo más que lesiones, se produjo la muerte.
1) El medio empleado: No debía razonablemente ocasionar la muerte de la víctima.
2) El propósito de dañar: Se requiere dolo directo (o eventual también para parte de
la doctrina) de causar daño en el cuerpo o en la salud. Si la muerte fue querida o
aceptada por el autor se tratará de un homicidio doloso, no preterintencional.
3) La muerte: Debe existir un nexo causal entre la acción del autor y resultado
muerte. El resultado debe ser previsible pero no considerado en caso concreto. Si es
imprevisible, sólo podrán imputarse al autor lesiones dolosas.
Elementos: en esta figura hay que tener en cuenta dos aspectos:
· Aspecto Subjetivo (se tiene en cuenta la intención del agente): se requiere del autor
lo siguiente:
Que haya actuado con el propósito de causar un daño en el cuerpo o en la salud. O
sea, que haya dolo en las lesiones. Si no hubo dolo en las lesiones, hay homicidio
culposo.
Que no haya actuado con intención de matar. Si hubo dolo en la muerte, hay
homicidio simple.
· Aspecto Objetivo (se tiene en cuenta el medio empleado): se requiere que el medio
que se ha empleado no debiese razonablemente ocasionar la muerte.
Art. 82. - "Cuando en el caso del inc. 1 del Art. 80 concurriere alguna de las
circunstancias del inc. 1 del artículo anterior, la pena será de prisión o reclusión de 10
a 20 años." La ley extiende la atenuación de pena del art. 81 inc.1 del CP., a los casos
homicidio vincular. Es la única figura del Art. que puede atenuarse por casos de
emoción violenta o preterintencional, dadas características de los restantes casos
previstos, que exigen ya determinados medios o fines que excluyen la admisión de
las atenuantes del arto 81 CP.
Instigación y ayuda al suicidio: Art. 83.- "Será reprimido con prisión de uno a
cuatro años el que instigare a otro al suicidio o le ayudare a cometerlo, si el suicidio
se hubiere tentado o consumado". Incurre en suicidio el que se quita voluntariamente
la vida. La palabra proviene de las voces latinas sui (de sí mismo) y cidium (muerte).
El suicidio no es delito porque sé si se consuma carece de sentido la pena y si es

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tentado a penalización pues implicaría agregar un motivo para insistir con la muerte.
Además, de acuerdo al Art. 19 CN,
se trata de un ámbito en el cual el estado no debe ingresar. El suicidio tuvo castigo en
la Antigüedad: en Grecia se lo condenó, pero entre los estoicos (fue aceptado. El
Digesto Romano previó la confiscación de bien cuando la muerte se producía con el
objeto de sustraerse a la pena de deportación. Durante la Edad Media, influida por la
Iglesia, la penalización se mantuvo. En los Siglos XVI y XVII, en Francia y Alemania el
suicidio tenía doble pena: prohibición de funerales cristianos y confiscación de
patrimonio. En España, Las Partidas imponían la pena del homicidio a quien prestare
medios al suicida. La lucha contra estas ideas la realiza el Iluminismo y Beccaria y
Filangeri fueron propugnadores de la despenalización. Actualmente no figura en los
CP. GB fue uno de los pocos países que mantuvo el castigo hasta su abolición en el S.
XIX, en tanto la tentativa lo fue a través de la Suicide Act de 1961.
Elementos del delito: El bien protegido es la vida humana. El CP castiga la
participación consistente en determinar, inducir, incitar, ayudar o facilitar en el
suicidio o intento de suicidio de otro, revelador en el autor de un desprecio por la vida
ajena.
El sujeto activo o pasivo puede ser cualquier persona.
La víctima debe comprender el carácter del acto pues sino la acción del sujeto activo
va dirigida hacia un inimputable, colocándose la en el tipo de homicidio pues la
víctima actúa como mero instrumento.
- Instigación al suicidio: El agente persuade a un sujeto determinado de quitarse la
vida a sí mismo. Esta acción puede implicar cualquier forma siempre que no llegue a
la eliminación de la voluntad el sujeto pasivo. Puede ser expresada por cualquier
medio (escrito, verbal, simbólico, etc.).
- Ayuda al suicidio: Implica una intervención material, consistente en la realización de
actos para que la víctima que se ha determinado al suicidio por sí o por la instigación
de otro, lo ejecute. La distinción entre la ayuda y el homicidio radica en que en ella el
agente no debe realizar acciones materiales sobre el cuerpo de la víctima que
impliquen la acción de matar. La ayuda no tiene el dominio del hecho, de lo contrario
se estaría ante un homicidio con consentimiento de la víctima.
- Resultado: Es necesario que el suicidio se haya consumado o tentado, es decir, que
el suicidio debe haber tenido principio de ejecución.
En cuanto al aspecto subjetivo el delito requiere la voluntad de instigar a una
determinada persona a que se suicide o de contribuir a ello. Quedan fuera del tipo los
actos negligentes o imprudentes y aquellos en los que el autor haya perseguido una
finalidad diferente, aunque haya aceptado la posibilidad del resultado. El delito se
consuma con el comienzo de los actos de ejecución del suicidio. No es admisible la
tentativa de este delito.

Homicidio en estado de emoción violenta – emocional - (art. 81 inc. 1ero.


CP).
Art. 81: 1º.- Se impondrá reclusión de tres a seis años, o prisión de uno a
tres años: a) Al que matare a otro, encontrándose en un estado de emoción
violenta y que las circunstancias hicieren excusable;
(Nuñez) - El que matare a otro, encontrándose en un estado de emoción violenta que
las circunstancias hicieren excusable, merece una pena menor que para homicidio
simple (81/1/a).

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El homicida no es arrastrado al delito por su sola voluntad, sino que es la conducta de


la víctima, lesionadora de los sentimientos del autor, la que impulsa a este a matar.
Las causas pueden reducirse a: Provocación (ofensas inferidas al propio homicida
mediante agravios e insultos y las inferidas por golpes o violencias contra sus
personas) o Justo dolor (agravio por la inconducta sexual del cónyuge o descendiente
y otras ofensas inferidas a personas queridas y los atentados contra los bienes
propios).
Estas fórmulas han sido abandonadas por el CP ampliando el contenido de la
atenuante. La emoción violenta requiere:
- El estado psíquico de emoción violenta (conmoción violenta del ánimo del autor,
causada por la ofensa inferida por la víctima a sus sentimientos que relaja el pleno
gobierno de sus frenos inhibitorios que conduce a la acción homicida) Furor, ira,
irritación, dolor, miedo. Este estado es compatible con un estado pasional que haya
ido minando la resistencia del agente y facilita el impulso emocional frente a causas
que aparentemente no deberían generarlo. No es suficiente el estado de emoción,
sino que es imprescindible que tenga un grado tal que, por su violencia, arrastre al
autor al atentado. No se trata de un caso de inimputabilidad, el autor no se
encuentra privado de la conciencia de la criminalidad de su conducta; es una
situación de menor responsabilidad criminal.
- La valoración del estado emocional (excusabilidad con arreglo a las circunstancias
en las cuales se ha producido. No es necesario que el autor haya sido impulsado al
homicidio por un motivo ético. Solo es necesario que las circunstancias lo
justifiquen.
La emoción debe estar justificada en su causa; s necesario que la emoción y grado
obedezcan a la incitación de una causa extraña al autor y eficiente, con arreglo a las
circunstancias para producirlos. La causa es extraña al autor cuando no proviene de
su propia manera de ser y no ha provocado o facilitado a sabiendas las condiciones
para que opere. No es eficiente la causa que resulta fútil en el contexto del
acontecimiento. Deben considerarse las reales apreciaciones del autor incluyendo sus
errores e ignorancias, aunque sean reprochables (siempre que excluyan la mala fe).
La causa de emoción violenta debe estar objetivamente justificada (debe ser
jurídicamente admisible). Ni la venganza (reacción propia del que obra con su ánimo
conmovido por la ofensa que repele) ni la crueldad (propia de los estados emocionales
de furor) excluyen la ilegitimidad objetiva de la emoción.
- La vinculación causal entre el estado emocional y el homicidio. El autor debe matar
encontrándose en estado de emoción violenta. Es necesario que la conducta
homicida tenga su causa en el impulso emocional.

Fundamento: la ley atenúa el homicidio porque el autor ha sido impulsado al delito


por la fuerza de las circunstancias que han conmocionado su ánimo.
Emoción Violenta: es un estado de ánimo de una intensidad tal que genera en el
individuo la vibración de los frenos inhibitorios, producida esta liberación por eventos
ajenos a la voluntad del autor y que no le hacen perder la conciencia.
Requisitos Estructurales: se construye sobre una circunstancia idónea y externa al
autor que ha producido en él un estado de emoción violenta, dentro del cual toma la
determinación de matar, ejecutándola sin que su estado de emoción haya pasado.
Actualidad de la Emoción: la aplicación del tipo atenuado requiere la actualidad de la
emoción con respecto a la acción de homicidio.

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El Medio Empleado: por lo general, el homicida no realiza operaciones complicadas; lo


normal es que actúe con torpeza, con brutalidad, con improvisación, y en la mayoría
de los casos, se nota el uso de abundancia de medios para matar (por ejemplo: matar
aplicando 120 puñaladas).
Circunstancias Excusables: actualmente se entiende que lo que hace excusable al
estado emocional son las circunstancias que lo rodearon. La determinación y
valoración de esas circunstancias debe quedar a criterio judicial: debe ser el juez
quien valore si en el caso concreto hubo o no emoción violenta excusables. Y en esta
valoración jurídica, el magistrado podrá tomar en cuenta los distintos factores que
rodearon al hecho, como ser: la causa provocadora de la emoción violenta, los
motivos éticos o puramente humanos, el temperamento del homicida, la calidad
personal y el ambiente del imputado, el tiempo entre estímulo y reacción, el
conocimiento previo, etc.
Observemos a través de dos fallos dictados por el TSJ cómo se analiza una situación
particular o hecho concreto a los fines de determinar cuándo se actúa en estado de
“emoción violenta”.
1º ejemplo:
SENTENCIA 198 (17/08/07). Autos "CANTARINI, Rubén Alberto, p.s.a. de homicidio
simple -Recurso de Casación-" (Expte. "C", 31/05). Se señala “…el factor
desencadenante del trastorno transitorio de la personalidad de Cantarini se inició el
día anterior al del hecho acusado (más precisamente con la sustracción de
mercaderías que había sufrido en el negocio comercial de su esposa); que el
nombrado tenía la íntima convicción de que uno de los autores de tal sustracción era
la víctima del presente; que éste pasó -el día del hecho y solo unos momentos antes-,
por frente dicho local, insultó y amenazó a Cantarini y que tal proceder lo reiteró e
intensificó instantes antes de que el resultado mortal tuviera lugar (donde incluso
Héctor Rubén Sosa le anunció que abusaría sexualmente de su hija, siendo que
Cantarini conocía que aquél había purgado una condena por el delito de violación),
puede concluirse que ciertas circunstancias tomadas como agravantes por el a quo a
la hora de individualizar la pena y dentro de ese contexto, han sido indebidamente
escogidas. Es que, si se tiene en cuenta que la sentencia estableció que en tal
escenario Cantarini actuó “arrastrado”, con su personalidad trastornada
transitoriamente por obra de actos de la propia víctima y que ello no obedecía a
rasgos de intemperancia o intolerancia de su carácter, no resulta correcto achacarle
al acusado, por ejemplo, que haya ido a la búsqueda de Sosa con el arma de fuego
cargada o que siendo ya un hombre que por su edad, instrucción y situación familiar,
contara con cierta experiencia de vida como para evitar el desenlace, cuando se ha
establecido lo anterior, esto es, que circunstancias externas (emanadas del ofendido e
idóneas) fueron las que conmocionaron su ánimo y le dificultaron el pleno dominio de
sus acciones. Dicho de otra manera, en tal contexto emocional, no podía exigírsele al
imputado prudencia o actos reflexivos aptos para evitar el resultado acaecido, porque
precisamente, existieron factores externos que dieron lugar a la alteración de la
personalidad del acusado. Por último, la restante circunstancia que fuera ponderada
en el fallo de marras como agravante, se hace referencia a los actos llevados a cabo
por el encartado inmediatamente después de acaecido el hecho sub-examen,
tampoco debió computarse como circunstancia agravante, toda vez que no resulta
reveladora de peligrosidad penal. En otras palabras, tal suceso no autoriza a predicar
o inferir que el imputado volverá a delinquir, teniendo presente las circunstancias en
que se cometió el hecho ilícito…”.
2º ejemplo:

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SENTENCIA 66 (03/05/07). Autos "ORTIZ ROJAS Sebastián Emanuel y otro p.s.a.


Homicidio Calificado -Recurso de Casación-" (Expte. "O", 20/2005). Se señaló: “… los
encartados actuaron bajo un estado psíquico de conmoción violenta de su ánimo a
causa de las ofensas inferidas por la víctima a sus sentimientos, que sin privarlos de
la posibilidad de comprender la criminalidad de su conducta y dirigir sus acciones,
afectó seriamente sus facultades de poder controlarse a sí mismos (fs. 582). Esta
figura exige –señaló-, un estado psíquico de conmoción violenta del ánimo del autor a
causa de una ofensa inferida por la víctima o un tercero a sus sentimientos que sin
privarlo de la posibilidad de comprender la criminalidad de su conducta y de dirigir
sus acciones, afecta seriamente su facultad de controlarse a sí mismo, facilitando la
formación de la resolución criminal. La causa de la alteración anímica debe
encontrarse fuera del sujeto y debe ser eficiente en relación a quien la padece para
provocar la crisis emotiva. En el caso, no hay duda que los insultos, amenazas de
muerte, maltrato psíquico y físico, la sumisión y presión a que eran sometidos los
miembros de la familia por la propia víctima por largos años, fueron las causas
exógenas generadoras de la emoción violenta y eficientes para quienes la padecieron
para provocarle la crisis emotiva... En el hecho, la dinámica del mismo, la reacción de
los imputados –contraria a la personalidad tranquila, pacífica y tolerante-, la gravedad
y cantidad de lesiones inferidas y el estado en que se encontraban a posteriori –
acorde con lo relatado por sus propias novias y lo dictaminado por los peritos
psiquiátricos, psicólogos y neurólogos- ponen de manifiesto que mataron
encontrándose bajo el estado de emoción violenta; en el momento del suceso
padecieron un estrechamiento del campo de su conciencia que les provocó una
marcada disminución en la comprensión de sus actos, en el control de sus impulsos y
en la dirección de sus acciones. Las circunstancias antes, durante y después del
hecho ponen de manifiesto que hubo disminución y no anulación de la conciencia…
En el fallo, se evaluó la particular magnitud de la reacción de ambos jóvenes, distante
de sus personalidades, para sostener que el que disminuyó su culpabilidad, a causa
de las ofensas inferidas por el agredido a sus sentimientos, afectando seriamente sus
facultades de poder controlarse a sí mismo, facilitando la formación de la resolución
criminal. Los insultos, maltrato psíquico y físico, la sumisión y presión a que eran
sometidos los miembros de la familia por la propia víctima a través de los años, se
consideraron como causa exógena eficiente, generadora de la crisis emotiva padecida
por el imputado y sobre ella se asentó la valoración de la excusabilidad. Ese cúmulo
de circunstancias fueron valoradas en favor de Sebastián Ortiz Rojas a los efectos de
encuadrar su comportamiento en la figura atenuada de homicidio…”.

Homicidio Preterintencional (art. 81.1 inc. b del CP)


b). Al que, con el propósito de causar un daño en el cuerpo o en la salud,
produjere la muerte de alguna persona, cuando el medio empleado no debía
razonablemente ocasionar la muerte.
(Nuñez) – el homicidio preterintencional o ultra intencional es una figura distinta
a las previstas de homicidio doloso (o simple o intencional) y el culposo. El CP lo
castiga con pena menor a la del homicidio doloso, pero mayor que la del culposo. El
que, con el propósito de causar daño en el cuerpo o en la salud, produjere la muerte
de alguna persona, cuando el medio empleado no debía razonablemente ocasionarla.
Para Carrara este homicidio requería que se demostrara que el agente no quiso o no
previó la muerte, sino que solo tenía el ánimo de dañar. El CP requiere dos
condiciones: a) Que se haya producido la muerte de una persona; b) Que el homicidio
haya hecho ocurrido fruto del propósito de causar un daño en el cuerpo o en la salud
(se quiere lesionar).

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La muerte de la víctima tiene que derivar físicamente de la conducta del autor, sin
interferencia de otra fuerte causal autónoma y preponderante. El criterio para
establecer la intención que requiere la figura es la frase final del texto normativo
“cuando el medio (en el sentido de procedimiento) empleado no debía
razonablemente ocasionar la muerte”.
La razonabilidad letal del medio empleado no reside exclusivamente en su capacidad
vulnerante, sino, también, en el modo como fue usado, en los conocimientos del autor
sobre la capacidad ofensiva del medio y en la condición de este y de la víctima. El
juicio de la razonabilidad del medio le corresponde al juez de acuerdo a las
circunstancias del caso.
El homicidio preterintencional es un delito de resultado material que se consuma con
la muerte de la víctima y no admite tentativa. Puede atenuar la pena del parricidio.
¿Cómo se analiza en el caso concreto la figura? Nuevamente recurrimos a un
precedente del TSJ.
Hecho: “Se atribuye al nombrado la comisión del siguiente hecho: Que con fecha
siete de enero de dos mil tres, en horario que no ha podido establecerse con
exactitud pero durante el transcurso de la mañana y hasta las 13:30 hs.
aproximadamente, en momentos en que Débora María Quiroga salió al centro junto
con su hija Solange, el imputado Rubén Eduardo Pez se quedó en la casa, sito en calle
José Pizarro Nº 337 de Bº Ciudadela de esta ciudad, junto con los menores Gastón
Farías, de un año y once meses de edad, César Masnovo, de diez años de edad,
ambos hijos de su cuñada y sobre los cuales ejerce la guarda, junto a su esposa, y con
Pablo, de trece años de edad, hijo biológico de él. Que durante esa mañana Pez le
propinó múltiples golpes, en distintas partes del cuerpo, en la cabeza y fuertes
sacudidas a Gastón Farías lo que le provocó la pérdida de conocimiento e lipotimia.
Momentos más tarde, cuando llegó Débora Quiroga a la casa y al ver como se
encontraba Gastón, llamó al 107, y como no la atendieron, lo llevaron junto con Pez al
dispensario, pero el mismo se encontraba cerrado, por lo que lo trasladaron hasta el
Hospital de Niños de Nuestra Santísima Trinidad, sito en calle Bajada Pucará s/n de
esta ciudad, ingresando a las 14:30 hs. aproximadamente, con traumatismo de
cráneo, en coma, Glasgow 4 con Hipotonía, repuesta extensora al dolor, con paro
respiratorio y bradicardia, Midriasis Paralítica, múltiples hematomas evolucionadas en
rostro y tronco, y lesiones cicatrizales en miembros por lo que el menor quedó
internado en la Unidad de Terapia Intensiva. Que con fecha ocho de enero de dos mil
tres, siendo alrededor de las 20:00 hs., se produjo el deceso de Gastón Farías siendo
la causa eficiente de la muerte Traumatismo Craneoencefálico el cual sería
consecuencia de los golpes propinados por el incoado Pez, según conclusiones de las
autopsias de fs. 16 y ampliación de autopsia…”.
Análisis legal: “…No obstante tener acreditado con certeza que las lesiones fueron
intencionales, que el acusado fue su autor y, además, sin que sea necesario, las
probables causas de su conducta, el debate no acreditó el medio que Pez se valió
para causar tales lesiones. ¿Fue con sus puños o con un objeto contundente o lo
arrojó contra el piso, la pared o un mueble? El informe médico de fs. 49 y el croquis
de fs. 50 da cuenta de equimosis en pabellón auricular bilateral. Dicho de otra
manera, detrás de ambas orejas. Lesiones muy sugerentes. ¿Sirvieron de “manijas”
para que Pez sacudiera al niño? Recuérdese que el Dr. Fontaine habló de sacudida o
sacudida impacto y de ser así, tales sacudones ¿pudieron obrar como agente
potenciador de un hematoma subdural anterior? Estos interrogantes no tienen
respuesta. La duda al respecto, constitucional y legalmente, debe favorecer al
imputado y por ello concluyo que Pezacusado actuó lesionó al niño Gastón Emmanuel
Farias utilizando un medio que racionalmente no debió causarle la muerte…”

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(CAMARA EN LO CRIMINAL 2 Nominación, autos “PEZ, RUBÉN EDUARDO –p.s.a.


HOMICIDIO-”).
Otros casos analizados por distintos tribunales:
1) Registro n° 5013.2, autos “Llambías Pravaz, Marcelo Alberto s/recurso de casación”
(26/06/02 - Causa n°: 3862) - Cámara Nacional de Casación Penal - Sala: II.
“… Sin previsibilidad del resultado no puede hablarse de preterintencionalidad, pues
así lo exige el principio de culpabilidad, siendo que para que un hecho encuadre en la
figura del homicidio preterintencional debe mediar dolo en el principio y culpa en el
remate, esto es, dolo de lesiones y resultado de muerte pues no pudo ser ajeno al
agente la previsibilidad de lo ocurrido. Cabe concluir que la descripción fáctica
realizada por el tribunal de a quo encuadra en la preterintencional propia de la figura
prevista por el art. 81 inciso 1° b del C.P., por lo que la calificación escogida en el
veredicto se encuentra ajustada a derecho.” (Voto del Dr. Madueño -en minoría-).
2) Registro n° 8944.1, autos “Vequi Martínez, Josué s/recurso de casación” (01/06/06 –
Causa n°: 6908) - Cámara Nacional de Casación Penal - Sala: I.
“… Aún de aceptarse que el acusado no tenía en un principio el dolo directo de matar
y sólo el de lesionar a su esposa; la falta de razonabilidad en el medio empleado me
lleva a descartar el elemento subjetivo; ya que aún por dolo eventual, debió haber
previsto que el objeto utilizado –maza para machacar milanesas- dirigida a la cabeza,
podía razonablemente causar la muerte. Lo expuesto, aunado a las demás
circunstancias que rodearon al hecho y que fueron tomadas en consideración por el
tribunal de mérito: el medio utilizado para agredir, así como la dirección del golpe -al
costado de la cabeza- y las características físicas tanto de la víctima como del
victimario; llevan a descartar la preterintencionalidad del homicidio…” (Voto del Dr.
Madueño, adhieren los Dres. Bisordi y Catucci).
3) Autos “MAGNASCO, Hernán” (21/09/99 - c. 11.435). Cámara Nacional en lo Criminal
y Correccional - Sala IV.
“… Los imputados agredieron con golpes de puño y puntapiés a la víctima lo que le
generó problemas respiratorios y su posterior fallecimiento. Esta actividad aparece
encaminada a una conducta dolosa restringida a la persona física de la víctima que
excluye la muerte como resultado querido o aceptado con un medio (no referido
exclusivamente al instrumento, sino al procedimiento empleado por el autor) que
razonablemente (atañe a la capacidad o idoneidad letal del medio empleado que
normalmente es apto para causar la muerte ya sea por su finalidad o por su
capacidad vulnerante) no debía ocasionar la muerte…”.
4) Autos “ELORZA, Matías E. y otros” (18/01/02 - c. 163B). Cámara Nacional en lo
Criminal y Correccional - Sala de feria B.
“… Se configura el delito de robo agravado por homicidio (art. 165, C.P.) y no
homicidio preterintencional, cuando, más allá de la intención del sujeto, el medio
empleado -arma de fuego- y las circunstancias que rodearon el desenlace -amenaza
de quitar la vida apuntando con el arma cargada a una zona vital del cuerpo-,
advierten "ex ante" que tal resultado podía acontecer pues el medio resultaba
razonablemente idóneo para ocasionar la muerte...”.

2.2.4. PARRICIDIO CIRCUNSTANCIADO Y CIRCUNSTANCIAS


EXTRAORDINARIAS DE ATENUACIÓN

(Nuñez) - Homicidio atenuado por responderá un sentimiento de piedad – No


normado, también llamado “a ruego”. El que por sentimientos de piedad y por un

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pedido inequívoco de quien esté sufriendo una enfermedad incurable o terminal


causare o no evitara la muerte del enfermo. Condiciones: sentimiento de piedad en el
autor; una situación objetiva y terminal en el sujeto pasivo; y el pedido inequívoco de
este
Parricidio en estado emocional – el parricidio cometido en estado de emoción violenta
es un caso previsto por la ley en donde existe concurrencia de agravante o atenuante.
El agravante está dado por el vínculo parental o matrimonial y la atenuante
emocional. Prevalece el peso del vínculo por sobre la emoción.

2.2.5. HOMICIDIO CULPOSO. SU ESTRUCTURA. AGRAVANTES.


Introducción: el delito culposo: repaso general. Vamos a realizar una distinción básica
y de sentido común a la cual luego iremos agregando elementos técnicos jurídicos
hasta llegar al concepto que es lo que nos interesa.
Comencemos con un simple ejemplo: JUAN CAUSA LA MUERTE DE PEDRO
JUAN puede causar la muerte de PEDRO mediante una acción o mediante una
omisión. Además de esto podemos decir que la muerte de PEDRO -ocasionada por
JUAN- puede ser “querida” o “no querida” por él.
Ejemplo de muerte “querida”: JUAN dispara con un arma de fuego mecánicamente
apta contra PEDRO y lo mata. Ejemplo de muerte “no querida”: JUAN conduce su
vehículo por Av. Colón a una hora pico y a 100 Km. por hora. En esas circunstancias, y
cruzando un semáforo en rojo, atropella a PEDRO y lo mata.
En este segundo supuesto, en donde lo que JUAN quiere en realidad es llegar rápido a
algún lugar, o no perder la onda verde, o sobrepasar un colectivo que lo venía
molestando hace varias cuadras (pero nunca causar la muerte de nadie) ¿Cómo se
define su conducta desde el punto de vista del DP?
Desde el punto de vista de nuestra materia, lo que JUAN hace es infringir un deber de
cuidado, con lo cual pone en peligro un bien jurídico, superando con su conducta el
riesgo permitido, causando así un resultado (muerte de PEDRO) que podría haber
previsto y evitado.
JUAN provoca la lesión del bien jurídico vida por desarrollar un actuar descuidado o
negligente.
La conducta de JUAN puede entonces ser definida desde el punto de vista del DP
como culposa.
Tipos de culpa:
Por su representación por parte del autor: culpa consciente y culpa inconsciente. Cabe
aclarar primeramente que esta es una clasificación teórica que no importa una
consecuencia práctica. Esto se debe fundamentalmente a que ambos tipos de actuar
culposo tienen la misma escala penal. Distinta es la diferencia entre dolo y culpa, y,
en definitiva, entre culpa consciente y dolo eventual que veremos a continuación.
En la culpa inconsciente el autor actúa sin representarse de ninguna manera la
posible lesión del bien jurídico. Ejemplo: el conductor que maneja por una Av. en
forma correcta, con cinturón de seguridad, por su carril, a la velocidad adecuada y
segundos antes de llegar al semáforo que le daba paso, se agacha por un instante e
intenta recoger un CD que se le había caído mientras lo colocaba en el estéreo. En
ese instante el semáforo cambió y dio paso a los de la mano contraria, produciéndose
un grave accidente con lesiones para varias personas. El autor sabía lo que estaba
haciendo, pero nunca se representó una lesión al bien jurídico, y, por ende, tampoco
el resultado típico.

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Por otra parte, el que actúa representándose la posible lesión al bien jurídico, pero
confiando que por X circunstancia que ella no ocurrirá, actúa con culpa consciente.
Ejemplo: otro conductor, pero ésta vez uno más intrépido, conduce por una Av. a 120
Km. por hora cuando el límite de velocidad es de 30. En ese curso atraviesa un
semáforo en rojo, sin intentar frenar, y pudiendo observar que desde el otro carril los
automóviles que tenían paso habían comenzado su marcha. A esa velocidad impacta
contra dos vehículos produciendo la muerte instantánea de tres personas. En este
caso, podemos observar que el conductor previó la posibilidad del resultado lesivo,
pero confiando en algo –que bien podría ser en su pericia como conductor, en la
suerte, en que los demás autos iban a verlo e iban a frenar, o lo que sea- creyó que
éste no se produciría. El conductor no quería causar la muerte de nadie, en realidad,
quería llegar velozmente a algún lugar, no obstante, el hecho ocurrió por su
responsabilidad.
Tengamos en cuenta por último que un hecho ocurrido con culpa consciente no
necesariamente debe ser más grave que uno cometido en forma inconsciente, basta
pensar a tales fines que en el primer ejemplo el conductor distraído podría haber
ocasionado de todas formas la muerte de alguna persona, y en el segundo caso, el
intrépido, podría haber solo chocado con otro vehículo, produciendo así solamente
lesiones.
Distinción entre dolo eventual e imprudencia (distinción entre dolo y culpa)
FORMAS SUBJETIVAS DEL OBRAR HUMANO
DOLO: DIRECTO – INDIRECTO - EVENTUAL
CULPA: CONSCIENTE - INCONSCIENTE
A los fines de clarificar este punto vamos a repetir necesariamente algunos conceptos
que ya tratamos. La actitud subjetiva del autor se analiza en el segmento del “tipo
subjetivo”. Esta actitud puede variar desde su grado máximo –dolo directo- hasta la
culpa inconsciente –su grado mínimo- En el ínterin el autor puede vivir distintas
actitudes subjetivas: dolo indirecto, eventual y culpa consciente. Vamos a señalar las
características de cada uno de ellos para marcar de forma más precisa las diferencias.
Dolo directo: la acción y el resultado típico constituyen el objeto perseguido por el
sujeto: quiere matar a otro y lo mata.
Dolo indirecto: abarca los resultados que, aunque no queridos directamente por el
autor, aparecen unidos de modo necesario e ineludible al resultado comprendido en la
intención del sujeto: poner una bomba en un lugar donde hay varias personas para
matar una de ellas, sabiendo que matará al resto.
Dolo eventual: quien realiza la conducta conoce que probablemente se producirá el
resultado típico, y no se detiene por ello. Es el umbral mínimo de dolo, y se dice que
el sujeto le es indiferente la representación de la eventualidad del resultado. Se
resigna ante la posibilidad de resultado, de buena o mala gana. Esta indiferencia
hacia el resultado se equipara normativamente a quererlo.
Entonces podemos decir que en las tres representaciones del dolo la representación
del hecho en cuanto a la comprensión de la criminalidad del acto es más o menos
semejante. Lo que varía es la aptitud anímica: en el dolo directo el autor desea el acto
y dirige su conducta hacia él, quiere el hecho representado; en el dolo indirecto el
autor, si bien no lo desea, lo admite resignadamente por su vinculación necesaria con
el hecho principal directamente querido; en el dolo eventual el autor tiene la
comprensión de la criminalidad del acto, y ante la eventualidad asume una actitud de
menosprecio, desdén o indiferencia respecto del eventual resultado lesivo.
En los tipos culposos el agente no pretende lesionar el bien jurídico, pero su conducta
descuidada produce su afectación. Aquí la conducta no está dirigida por la voluntad
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del autor contra la norma que le prohíbe dañar el bien jurídico, y, muy por el
contrario, se limita a infringir una norma de cuidado. Estos comportamientos –los
culposos- tienen una gravedad diferente a la de los dolosos, circunstancia que se
traduce en la intensidad de la pena a aplicar a los infractores, generalmente inferior a
la prevista para los culposos. Ejemplo: la figura básica del homicidio doloso tiene una
escala penal en abstracto que va de 8 a 25 años de prisión o reclusión; por su lado, la
figura básica del homicidio culposo tiene una escala penal en abstracto que va de 6
meses a 5 años de prisión o reclusión.
Culpa consciente: se represente el resultado, pero considera que este no ocurrirá. La
imprudencia consciente (con representación del posible resultado lesivo) también
requiere una voluntad; pero es una voluntad negativa porque el sujeto no quiere la
lesión del bien jurídico y confía en que no se producirá. Es decir que la diferencia
entre culpa consciente y dolo eventual pasa por el plano volitivo, de la voluntad,
aunque en el plano cognitivo sean iguales.
Ejemplo del conductor con culpa consciente: sabe que va en exceso de velocidad, y
sabe que puede ocasionar la lesión o la muerte de unos transeúntes que están
cruzando la calle a 40 metros de distancia de su inminente recorrido, se representa
como posible ese resultado, pero está convencido –por ejemplo- de que éstos
advertirán su paso y se abstendrán de continuar caminando. Los peatones no
advierten el paso del automóvil y son atropellados.
Culpa inconsciente: no se representa el resultado.
Clasificación de los delitos culposos de acuerdo a su modalidad: negligencia,
impericia, imprudencia y violación de reglamentos.

TIPOS DEFINICIÓN CASO


T Negligencia Es negligente el Ej. Niñera que olvida la plancha
I comportamiento descuidado. conectada, armero que entrega
P Se identifica más con un un arma cargada a un cliente,
O comportamiento omisivo. otros.
S Imprudencia Es imprudente el Conducir a alta velocidad muy
D comportamiento riesgoso, cerca de la vereda atestada de
E atrevido, o peligroso para las peatones, conducir estando
C personas o bienes ajenos. Se ebrio, otros.
U identifica más con una
L acción.
P Impericia Es la culpa profesional. Es El médico que a consecuencias
A una forma de imprudencia o de falencias en su conocimiento
negligencia en el ejercicio del causa lesiones a terceros.
propio arte o profesión, es Oculista que trata de coser una
decir, sin el saber, herida grave.
experiencia o habilidad
mínima exigible.
Inobservanci Es una forma de culpa en El mismo oculista que trató la
a de donde la precaución exigible herida del paciente sin tener la
reglamentos, está predeterminada por las pericia suficiente violó un
ordenanzas normas de una actividad o reglamento específico de su
o deberes cargo. profesión (lex artis).
del cargo

Se trata en realidad de distintas clases de culpa, y la diferenciación es meramente


terminológica. Sin embargo, parte de la doctrina ha considerado de relativa
importancia su distinción. Tratando de ensayar una diferenciación entre negligencia e
imprudencia podemos decir que en la primera consistiría en un comportamiento
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omisivo y descuidado con relación a la norma (ejemplo: no controlar a un bebé que se


lesionó estando al cuidado de la enfermera de guardia en el hospital); mientras que la
segunda surgiría de un actuar comisivo y temerario contra la norma (atravesar una
calle con semáforo en rojo causando lesiones).
Por su parte las fórmulas “violación de reglamentos o deberes a su cargo” señalan
comportamientos que deben interpretarse como especiales reglamentaciones o
deberes que les incumben a determinadas personas conforme a la actividad que
desempeñan. Por ejemplo: no controlar cada 45 minutos -conforme la directiva laboral
nro. 9- la presión de una caldera cuyo estallido hiere a varias personas.
La “impericia” (en el arte o la profesión) está referida a deficientes ejercicios de
profesiones u oficios reconocidos públicamente. Es imperito el médico que, a
consecuencia de falencias o defecciones en el conocimiento o la práctica de sus
respectivas actividades, causaren resultados lesivos a terceros
Una misma conducta a su vez puede encuadra en varios de los supuestos
mencionados. Por ejemplo: un médico cirujano, pero no especializado en cardio-
cirugía, decide realizar una operación vascular. Esta persona obra con impericia
(porque evidentemente no tiene pericia para realizar el acto en concreto), pero al
asumir una responsabilidad que sobrepasa su capacidad obra culposamente, y viola
con ello reglamentos médicos específicos.
Sistema del Código Penal Argentino respecto del delito imprudente.
Se han ideado básicamente dos sistemas reguladores de los delitos culposos. El
primer sistema es el que prevé una cláusula genérica que se incluye en la parte
general, es decir, que influye o tiene incidencia en toda la parte especial, en donde se
establece que cada delito doloso puede a su vez ser cometido en forma culposa
(sistema abierto).
Este sistema fue el seguido por ejemplo por el código penal español y que fue
abandonado aproximadamente en 1995 debido principalmente a que atentaba contra
principios de legalidad. En efecto, quedaba un poder amplísimo en manos de jueces o
fiscales que debían decidir en cada caso concreto si una conducta podía o no ser
cometida en forma culposa. Esto presentaba en la práctica graves contradicciones e
inconvenientes y de hecho podría ocurrir que existieran diferencias entre la
interpretación de distintos magistrados, resultando -por ejemplo- posible que una
parte -o uno de ellos- considerara una conducta como delictiva y otros la consideraran
atípica.
El otro sistema –que es el seguido en nuestro país- es de “número cerrado”. Aquí se
establecen ya en la parte especial los tipos culposos especialmente determinados.
Es decir que en nuestro derecho los delitos culposos están específicamente
determinados en la parte especial del CP, y si bien no contamos con una cláusula que
señale que sólo se castigará una conducta como culposa cuando expresamente lo
disponga la ley (como sí lo tienen España y Alemania), es a través del art. 18 de la CN
en donde encontramos el principio de legalidad y la limitación necesaria para no
expandir el margen de punibilidad, es decir que –como dijimos- lo que no está
expresamente prohibido, está permitido.
Homicidio culposo (art. 84 del CP)
El autor causa la muerte de una persona debido a su comportamiento culposo. Sólo se
responde por culpa si una disposición así lo establece. La razón de la culpa reside en
la voluntad contraria a la precaución que el autor está obligado a observar en
determinadas circunstancias, todo con el objetivo de no dañar intereses ajenos. El
hecho recién adquiere tipicidad cuando se ocasiona un resultado lesivo para el bien
jurídico.
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SENTENCIA NUMERO: VEINTIDOS Córdoba, ocho de julio de dos mil cinco, siendo la
oportunidad fijada para que tenga lugar la lectura de los fundamentos de la Sentencia
cuya parte dispositiva fue dictada el día veintinueve de junio del corriente año, en los
autos caratulados “MURUA, Silvio Armando y otro p.s.a. Homicidio Culposo, otros."
(Expte. “M” 64874/03), se constituyó el Tribunal Unipersonal en la sala de audiencias
de la Excma. Cámara del Crimen de 8ª Nominación,
Hecho: “… Con fecha dieciocho de noviembre de dos mil tres, siendo alrededor de las
dieciséis horas, en la Base de la Patrulla Preventiva Norte del Distrito V, sita en la
intersección de las calles Melián y Arriola de Bº Quintas de San Jorge de esta ciudad
de Córdoba, más precisamente, en el interior del recinto denominado “Sala de
Armas”, ubicado en los fondos de la Dependencia Policial aludida, en circunstancias
en las que se encontraban conversando allí el Oficial Principal René Fabián Nieto,
junto con el Cabo Primero Alfredo González y el Cabo Primero Luís Marcelo Sánchez,
se habría hecho presente el imputado Cabo Silvio Armando Murúa, quien no ingresó a
dicho recinto, sino que parado a la vera de la ventana con rejas de la Sala de Armas
que da la playón de estacionamiento del lugar, se incorporó a la conversación desde
la ventana del mismo. Que así las cosas, mientras Luís Marcelo Sánchez se
encontraba sentado en una banqueta ubicada al costado de la ventana que da al
playón de estacionamiento , (dándole la espalda a la pared), René Fabián Nieto por su
parte, estaba sentado en otra banqueta sita al lado de Sánchez y al frente de Alfredo
Eulogio González, y mientras Sánchez conversaba con Murúa por cuestiones
habituales y normales entre compañeros de policía, el incoado Murúa, sin decir
palabra y en cuestión de un instante, habría extraído con su mano derecha de la
pistolera que pendía de su cintura el arma que le fuera provista por la Institución
Policial, un arma de fuego corta o de puño, de carga múltiple, pistola semiautomática
de carga automática, correspondiente al calibre 9 x 19 mm, de origen español, marca
“Astra”, modelo “A-100”, matrícula original Nº 07987-95-A, la cual estaba cargada y
en aptitud de ser disparada, y dirigiéndola hacia Luís Marcelo Sánchez (cuya cabeza
se encontraba a la altura de la ventana sobre la que estaba parado el imputado
Murúa) inmediatamente, prácticamente sin dar lugar a reacción alguna de parte de
Sánchez ni de los demás presentes en el interior de la Sala de Armas, accionó el
gatillo, descerrajándole un disparo en la cabeza (que habría ingresado en el cachete
izquierdo de Sánchez, puesto que éste se encontraba dado vuelta, conversando con
Murúa). A raíz de esto, el Cabo Primero Luís Marcelo Sánchez se desplomó, quedando
sobre la banqueta en la que se encontraba gravemente herido, siendo trasladado por
sus compañeros al Hospital Córdoba de esta ciudad, desde donde es derivado al
Hospital San Roque de esta ciudad; lugar éste desde el cual a su vez, es derivado al
Hospital de Urgencias de esta ciudad Sala de Terapia Intensiva, donde con fecha
veintitrés de noviembre de dos mil tres, siendo aproximadamente las veintidós horas
con cincuenta minutos, como consecuencia de la citada herida fallece, víctima de
herida por arma de fuego en tronco encefálico, pese a los numerosos esfuerzos
realizados por los diversos facultativos médico s que lo socorrieron..”.
Análisis legal:
“… llego a la conclusión de que Murúa no obró accidentalmente, ni jugaron factores
extraños e imprevisibles. Nada de eso ocurrió, y el justiciable tiene responsabilidad en
la producción del trágico evento: irrumpió en una conversación, tomó el arma
conociendo perfectamente su manejo, apuntó en dirección a la cabeza de Sánchez
con el que tenía buena relación con la intención de sumarse al clima de distensión
que se respiraba en la Sala de Armas, accionó voluntariamente la cola del disparador
y , para sorpresa de todos y desgracia de Sánchez, el proyectil que se hallaba en la
recámara y que Murúa por imprudentemente había omitido verificar, fue expulsado,
produciendo el lamentable resultado. Es evidente que su confianza radicaba, insisto,
en la creencia de que el arma estaba descargada. Ninguna otra razón que la señalada
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pudo ser hallada para desentrañar cuales fueron las verdaderas motivaciones que
generaron tal comportamiento. Descarto absolutamente que hubiese actuado con
dolo homicida ni aún con dolo eventual, que supone la representatividad del resultado
en el agente y su desprecio por el mismo. La prueba es categórica y definitiva sobre
las características de las vinculaciones que relacionaban al justiciable con Luís
Marcelo Sánchez, y ellas descartan toda posibilidad, aun la más lejana, de que
hubiera querido ultimarlo sin más, o que el resultado que produjo le hubiese sido
indiferente. Su conducta posterior fue más que reveladora acerca de la sorpresa y
espanto que le causo ver a su compañero herido de muerte, al que, entre llantos,
desesperadamente le pedía que aguantara mientras le sostenía su cabeza en la caja
de la camioneta policial rumbo al Hospital, y le hacía masajes en el corazón para
evitar lo irremediable. Fue necesario que los facultativos lo medicaran y ni siquiera
debió advertir cuando en esos acongojantes momentos de espera le fue retirada por
el Cabo Carrizo su arma reglamentaria “sin decírselo previamente y desde atrás”.

Homicidio culposo. Agravantes:

Art. 84: "Será reprimido con prisión de 6 meses a 5 años e inhabilitación especial en
su caso, por 5 a 10 años el que, por imprudencia, negligencia, impericia en su arte o
profesión o inobservancia de los reglamentos o de los deberes a su cargo, causare a
otro la muerte. El mínimo de la pena se elevará a 2 años si fueren más de una las
víctimas fatales o si él hecho hubiese sido ocasionado por la conducción imprudente,
negligente, inexperta o antirreglamentaria de un vehículo automotor”.
El CP no define la culpa: el concepto se construye a partir de los tipos culposos que
aparecen en la parte especial. Los delitos imprudentes solo son punibles si el tipo
delictivo esté expresamente contemplado en la ley, de modo que no hay
correspondencia simétrica entre los tipos dolosos y los culposos, salvo en los casos en
que el tipo legal contempla tanto la forma dolosa como culposa, por ejemplo, el
homicidio (art. 84); lesiones (art. 94).
En el tipo doloso la conducta se ciñe a una descripción, pero en el culposo ésta queda
indeterminada, determinable en el caso concreto. La culpa en nuestra ley aparece
como una violación al deber de cuidado estructurada directamente sobre la
previsibilidad del resultado típico.
El delito culposo se estructura bajo la forma numerus clausus: son culposos solo los
delitos que como tales se encuentran específicamente tipificados. Hay tipificadas
cuatro formas de culpa: imprudencia, negligencia, impericia e inobservancia de los
reglamentos o deberes del cargo (todas las formas reconducen a la circunstancia de
que hay un deber de cuidado violado). El delito tiene prevista pena conjunta de
prisión e inhabilitación especial, para cuyos efectos son de aplicación los arts. 20, 20
bis y 20 ter del CP.
La ley 25189 modificó parcialmente el Art. 84: se agrava la pena mínima de prisión a
2 años: a) cuando el obrar culposo haya producido dos o más víctimas fatales o b) el
resultado sea consecuencia del manejo imprudente de un automotor. La primer
calificante se aplica en cualquier actividad y constituye una agravación de pena por el
resultado. El segundo supuesto agravado, se refiere al medio. Según Creus, quedarían
incluidos las motocicletas, ciclomotores y bicicletas. Otros, en cambio sostienen que
la conducción e motocicletas, ciclomotores y bicicletas, no están previstas en la
norma, en base en el art. 5 de la ley de tránsito que define el "automóvil".

2.2.6. INSTIGACIÓN Y AYUDA AL SUICIDIO.

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(Nuñez) – el delito consiste en instigar a otro al suicidio o en ayudar a cometerlo, si el


suicidio se ha tentado o consumado (83 CP – 1 a 4 años).
El suicidio (acto de matarse voluntariamente) - (la muerte todo lo termina)
no está penado en nuestro sistema legal. En la antigüedad esto sí estaba
permitido mediante la mutilación –u otros métodos- aplicados sobre el cadáver del
suicida. Tampoco se castiga la tentativa de suicidio, aun cuando en estos casos la
pena podría provocar efectos preventivos. Principalmente se trata de no agregar
motivos en el ánimo del autor que lo lleven a intentar repetir esa conducta.
El derecho penal castiga concretamente la intervención en el suicido de otro, ya sea
que instigue o ayude al suicida. La instigación es un modo de intervención moral en el
suicidio de otra persona, consiste, en el despliegue de actos que inducen a la víctima
a suicidarse (ejemplo aconsejar a la víctima que quitarse la vida es lo mejor que
puede hacer, otros).
Por su parte, la instigación requiere la determinación consciente y voluntaria de la
víctima al suicidio. Si la muerte se produce por engaño o por violencia, no se
responde por instigación al suicidio sino por homicidio (tentado o consumado).
La ayuda al suicidio es un modo material de intervención en el suicidio de otro,
consiste en actos principales y accesorios, de cooperación o auxilio para que la
víctima que se ha determinado al suicidio por sí o por instigación de un tercero, lo
ejecute. Esta “ayuda” no incluye actos sobre el cuerpo de la víctima que impliquen
acción de matar. El suicida debe mantener el dominio del curso causal del hecho
(ejemplo: proporciona una ayuda quien coloca el nudo de la cuerda con la que el
suicida se ahorcará, pero participa en una acción de matar, quien patea la silla en
donde se encontraba parado).
La instigación o ayuda se consuma con el suicidio o su tentativa. Es el instigado o
ayudado quien debe haber tentado o consumado, requiriendo la figura dolo directo.

3. DELITOS CONTRA LAS PERSONAS (CONTINUACIÓN).


3.1 Delitos contra la vida de las personas por nacer.
3.1. Aborto. Razones de su especialidad y fundamentos de su punibilidad. Objeto
 
1 protegido.
3.1.
  Tipos legales. Agravantes, Abortos profesionales Tipos.
2
3.1.
  Tentativa impune.
3
3.2 Delitos contra la integridad personal. Lesiones.
3.2.
  Lesiones. Bien jurídico protegido. Modos de ataque. Sistematización
1
3.2. Lesiones dolosas. Lesiones leves, graves y gravísimas. Lesiones calificadas y
 
2 atenuadas.
3.2.
  Lesiones culposas. Persecución penal de las lesiones leves.
3
3.3 Homicidio y lesiones en riña y agresión Bien jurídico protegido
3.3.
  Concepto de riña y agresión.
1
3.3.
  Estructura del delito.
2
3.3.
  Diferencias y semejanzas con la participación criminal.
3

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3.1. DELITOS CONTRA LA VIDA DE LAS PERSONAS POR NACER.


El castigo de este tipo de conducta no fue siempre integrante del elenco penal. Por
ejemplo, en el derecho Romano, era considerado como un derecho de la mujer de
disponer de su propio cuerpo. El feto era considerado parte de las entrañas de la
mujer.
3.1.1. Aborto. Razones de su especialidad y fundamentos de su punibilidad.
Objeto protegido.
Aborto es la interrupción del embarazo debido a la muerte del feto causada
por la madre o por un tercero, con o sin expulsión del seno materno.
Una vez que se acepta que el aborto es delito, se discute sobre cuál sería
correctamente el bien que esta conducta lesiona o intenta lesionar (contra la familia,
contra la moralidad, contra la vida, contra la especie, otros.). Más allá de las
discusiones teóricas, nuestro ordenamiento considera al aborto como un delito
contra la vida.
La acción lesiona el derecho a la vida de un ser al que la legislación reconoce calidad
de persona (ver arts. 63 y 70 del CC). El castigo –atenuado- de esta conducta -como
aborto y no como homicidio- se ha justificado –entre otras razones- porque se está
atacando un “germen”, una esperanza de vida, y no una vida definitivamente
adquirida.
Ahora bien ¿a partir de qué momento podemos afirmar que existe vida? Este es un
tema en donde existen posturas muy divergentes, donde se mezclan distintos
conocimientos científicos, se combinan diferentes métodos, otros, lo que provoca
además una cierta complejidad, sin mencionar los factores morales, religiosos, otros.,
que influyen en gran medida. Basta mencionar aquí las distintas posturas, debiendo el
estudiante recurrir al manual para ampliar el contenido.
Posturas:
A) Desde la concepción.
B) Desde que existe actividad cerebral en el feto.
C) Desde el momento de la anidación del óvulo fecundado en el útero (a los 14 días
de la fecundación).
Art. 85 "El que causare un aborto será reprimido: 1. Con reclusión o prisión de 3 a 10
años si obrare sin consentimiento de la mujer. Esta pena podrá elevarse hasta 15
años, si el hecho fuese seguido de la muerte de la mujer; 2. Con reclusión o prisión de
1 a 4 años, si obrare con consentimiento de la mujer. El máximum de la pena se
elevará a 6 años, si el hecho fuere seguido de la muerte de la mujer".
El CP no define el aborto, pero puede hablarse de dos conceptos: a) médico y b)
jurídico.
Médicamente, el aborto atiende a la expulsión prematura del producto de la
concepción.
Jurídicamente, como delito contra la vida, refiere a la muerte provocada del feto, con
o sin expulsión del seno materno.
El bien jurídico protegido es la vida del feto. La tutela de la vida del feto no sólo surge
del CP, ya que en 1994 se incorporaron a la CN los Tratados Internacionales de DDHH
de los que se desprende que el Derecho a la vida debe respetarse desde la
concepción.
La existencia de las personas comienza desde la concepción en el seno
materno. A pesar de que especialistas precisan que la existencia comienza en el
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momento de la concepción, dentro o fuera del seno materno, la doctrina penal


coincide que fecundación in vitro no cuenta con la protección que brindan las figuras
de aborto. No existe acuerdo en desde cuándo hay protección de la vida humana.
Para algunos, desde la fecundación del óvulo (teoría de la fecundación). Para otros se
requiere fijación del óvulo fecundado en las paredes del útero (teoría de la anidación).
La CSJN parece haber adoptado la primera.
- Aborto sin consentimiento de la mujer: El sujeto activo puede ser cualquiera. El
pasivo debe ser un feto vivo, independientemente de su desarrollo. Además de la
vida del feto tutela la libertad de la madre que es sometida - sin su voluntad- a los
riesgos de las maniobras abortivas practicadas.
La acción típica es matar al feto, ya sea que la muerte se produzca dentro del seno
materno o como consecuencia de la expulsión provocada. Si el ser nace con vida y la
muerte se causa por un acto posterior, se tipifica el delito de homicidio. La muerte del
feto debe ser consecuencia directa de la acción del sujeto activo. Se requiere que la
mujer no haya prestado consentimiento.
El aborto se agrava cuando la mujer sometida a maniobras abortivas, muere. Se trata
de un delito calificado por el resultado, que no está abarcado por el dolo del autor. El
deceso es un resultado preterintencional, que debe ser consecuencia del aborto. La
agravante se aplica sólo si se logra el aborto. Si no podrá calificarse la conducta como
homicidio culposo y tentativa de aborto en concurso ideal.
- Aborto con el consentimiento de la mujer: En este caso el aborto se realiza con el
permiso de la mujer a un tercero para que realice las maniobras abortivas. El
consentimiento puede ser escrito o verbal, pero debe ser válido y prestado en
libertad, explícita o implícitamente. No debe confundirse el consentimiento implícito
con el presunto que no es válido ya que no demuestra con claridad la voluntad
abortiva de la madre. La doctrina considera que la capacidad exigida para prestar
consentimiento es la capacidad penal, de la que están excluidos los menores, los
inimputables y los que actúan bajo error o amenaza. No pueden prestar el
consentimiento los representantes como padres, tutores o curadores. El
consentimiento puede ser retractado hasta el momento de la consumación y en ese
caso, la mujer no está sujeta a pena por existir un desistimiento voluntario (art. 43 del
CP).
El tercero que realiza las maniobras abortivas, a partir de la retractación obra sin
consentimiento. También en este caso, la muerte de la mujer agrava la pena.

3.1.2 Tipos legales. Agravantes. Abortos profesionales. Tipos.


Art. 86. Incurrirán en las penas establecidas en el artículo anterior y sufrirán, además,
inhabilitación especial por doble tiempo que el de la condena, los médicos, cirujanos,
parteras o farmacéuticos que abusaren de su ciencia o arte para causar el aborto o
cooperaren a causarlo. El aborto practicado por un médico diplomado con el
consentimiento de la mujer encinta, no es punible: 1) Si se ha hecho con el fin de
evitar un peligro para la vida o la salud de la madre y si este peligro no puede ser
evitado por otros médicos; 2) Si el embarazo proviene de una violación o de un
atentado al pudor cometido sobre una mujer idiota o demente. En este caso, el
consentimiento de su representante legal deberá ser requerido para el aborto.
Art. 87. Será reprimido con prisión de seis meses a dos años, el que con violencia
causare un aborto sin haber tenido el propósito de causarlo, si el estado de embarazo
de la paciente fuere notorio o le constare.

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Art. 88. Será reprimida con prisión de uno a cuatro años, la mujer que causare su
propio aborto o consintiere en que otro se lo causare. La tentativa de la mujer no es
punible.
Aborto cometido con dolo. Elementos:
1) Embarazo de la mujer. Según Creus, las maniobras abortivas practicadas sobre una
mujer no embarazada son atípicas (se carece del sujeto pasivo: el feto). Para Núñez
esto constituiría un delito imposible por falta de idoneidad del objeto sobre el que
recae la acción.
2) Resultado típico: muerte del feto causada por la madre o un tercero. Es indiferente
la maniobra utilizada (medios físicos, químicos, otros., se admite la forma comisiva
por omisión). La acción de matar un recién nacido (feto nacido con vida) constituye
homicidio.
3) Dolo del autor: debe obrar con dolo de causar el aborto.
Consentimiento de la mujer: la escala penal se incrementa cuando el autor (tercero)
obra sin el consentimiento de la mujer. En este caso, el consentimiento está
constituido por el permiso dado por la mujer a un tercero para que realice el sobre
ella las maniobras abortivas. En estos casos ella no es partícipe del aborto, sino que
consiente que este tercero cometa el delito (aun cuando este “consentir” este penado
con idéntica escala –art. 88- ). El consentimiento puede ser expreso o tácito, y se
requiere capacidad penal (imputable). Si no se cumple este requisito no existe
consentimiento válido.
Agravación por el uso de ciencias o artes / Abortos no punibles:

Art. 86: "Incurrirán en las penas establecidas en el Art. anterior y sufrirán, además,
inhabilitación especial por el doble tiempo que el de la condena, los médicos,
cirujanos, parteras o farmacéuticos que abusaren de su ciencia o arte para causar el
aborto o cooperaren a causarla.
El aborto practicado por un médico diplomado con el consentimiento de la mujer
encinta, no es punible: 1º Si se ha hecho con el fin de evitar un peligro para la vida o
la salud de la madre y si ese peligro no puede ser evitado por otros medios. 2º Si el
embarazo proviene de una violación o de un atentado al pudor cometido sobre una
mujer idiota o demente. En este caso el consentimiento de su representante legal
debe ser requerido para el aborto." Sostiene parte de la doctrina que este Art. es una
alteración a las reglas de la participación criminal, ya que, con independencia de la
calidad y grado de intervención de los profesionales mencionados quedan sometidos
a la pena del delito, más la de inhabilitación.
Algunos autores sostienen que la razón de esta normativa está en la carga de
mayores imposiciones de moralidad que tienen ciertos profesionales y determinadas
facultades científicas, que no poseen los particulares.
La segunda parte del artículo describe los casos de abortos impunes.
Las condiciones comunes a ambos casos son: a) que sea realizado por médico
diplomado y b) que se cuente con el consentimiento de la mujer embarazada.
1) El aborto terapéutico: Es una causa de justificación fundada en el conflicto de
intereses entre la vida en formación y la vida o salud de la madre. Para algunos
autores c trata además de un estado de necesidad. Ese conflicto debe ser de
imposible solución por otra vía que no sea el aborto. En ese contexto, la muerte del
feto es la solución menos perjudicial, que define la colisión entre los dos bienes
jurídicos que en nuestra legislación tienen diferente valía, dándose preponderancia a
la vida de la madre. El consentimiento no puede ser tácito. El peligro requerido por la

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ley puede ser para la vida o la salud de la madre, incluyendo no solo el


funcionamiento físico, sino también el psíquico.
2) El aborto eugenésico: La exigencia legal es que exista una mujer idiota o demente
embarazada a partir de una violación o atentado al pudor. La idiotez o demencia
debían existir al momento de la violación o atentado al pudor. Las expresiones idiota
y demente no deben ser interpretadas en términos estrictamente científicos: se ha
tendido por demencia a todas las afecciones mentales susceptibles de ocasionar taras
hereditarias, sin ser necesaria la declaración judicial de demencia. No se exige que el
representante que debe prestar el consentimiento lo sea de acuerdo al CC, bastando
con ser el guardador de la mujer idiota o demente.
Aborto preterintencional (art. 87 del CP).
Este tipo penal sólo puede ser desarrollado por un tercero. El sujeto comete el hecho
sin tener ese propósito (requisito subjetivo), si el embarazo es notorio –cualquiera
puede advertirlo sin esfuerzo- o le consta –el autor tiene la certeza de que la mujer
está embarazada-.
Art. 87.- "Será reprimido con prisión de 6 meses a 2 años, el que con violencia
causare un aborto sin haber tenido el propósito de causarlo, si el estado de embarazo
de la paciente fuere notorio o le constare". Se trata de un delito preterintencional,
pues contiene un hecho de base ilícito y doloso (ejercer violencia) se provoca un
resultado previsible pero no deseado (aborto). Para algunos se trata de un aborto
culposo. El uso del término violencia es genérico, de modo tal que quedan entro del
mismo todos los malos tratos o traumatismo s que se aprecien direccionados contra
la mujer, pero no contra el feto. Resulta indiferente el consentimiento que pueda
haber prestado la mujer para el ejercicio de violencia.
El tipo penal exige como resultado la muerte del feto y que este resultado sea dado
por la violencia. Si la violencia solamente coexiste con el proceso de aborto que es la
causa principal de la muerte del feto, la violencia desplegada en la mujer será
castigada en base a otros tipos penales, por ejemplo, lesiones.
El requisito subjetivo del tipo es el conocimiento del que despliega la violencia sobre
la mujer, de su estado de preñez ya sea por la notoriedad del mismo o porque le
constare de otra forma.
La duda del sujeto activo sobre la existencia el embarazo excluye el tipo. Las
violencias ejercidas sobre la mujer no pueden tener por finalidad causar el aborto.
Art. 88.-"Será reprimida con prisión de 1 a 4 años, la mujer que causare su propio
aborto o consintiere en que otro se lo causare. La tentativa de la mujer no es
punible."
El sujeto activo de este delito sólo puede ser la mujer embarazada. El artículo
diferencia dos acciones típicas: 1) causar su propio aborto y 2) consentir en que otro
lo cause. La 1° situación contempla el auto aborto. Si existen cómplices que
participen en el aborto, su punibilidad se regirá por los Art. 45 y 46, excepto que se
trate de médicos, cirujanos, parteras o farmacéuticos: Art. 86. En la 2° situación
requiere, es punible la mujer por consentir que un tercero haya consumado o tentado
el delito. No hay comienzo de ejecución con el simple consentimiento sino con las
maniobras ejecutadas por el otro. Se trata de un delito doloso. El Art. declara impune
la tentativa de aborto realizada por la por mujer embarazada.
Doctrinariamente se entiende que, además, se excluye la punibilidad de los partícipes
que no hayan hecho más que colaborar con ella, conforme los principios generales de
la participación, pues la ley no instaura una exención personal pena sino declara
expresamente no punible el hecho.

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Veamos un ejemplo de un hecho que fue encuadrado por la jurisprudencia como


“aborto preterintencional”.
Autos “BAZAN, Oscar Arturo p.s.a. aborto preterintencional Recurso de Casación”
(Expte. "B", 47/04) (AUTO 28 – 23/02/05), TSJ Cba.
Hecho “…fueron los golpes recibidos en la región lumbar los que ocasionaron el
aborto. En efecto, junto con el Dr. Jorge Maguna, suscribió el informe de fs. 47, donde
previo afirmar que el cuadro se ajusta "a la lógica médico-legal", expone que hasta la
fecha del hecho la víctima cursaba un embarazo "sin factores ni patologías que
promuevan aborto espontáneo. Que el embarazo hasta antes del 29/3/04 ha
progresado normalmente. No hay constancias en autos sobre inconvenientes previos
al trauma en este embarazo. Dentro del marco de las 24 hs. siguientes de los golpes
referenciados en la denuncia y constatados en fs. 39 y 40 de autos, comienza con
sintomatología concerniente de 'amenaza de aborto'. Por lo precedentemente
expuesto, se deduce que la lesión o lesiones provocadas tienen una relación temporal
con el final conocido (aborto espontáneo). La sintomatología de aborto espontáneo se
conjuga y concilia armónicamente con la etiología traumática referenciada...". En
consecuencia, concluyó De Uriarte que "existe suficiente acreditación del vínculo
entre el resultado y la acción, pues entre el trauma y el desencadenamiento de la
sintomatología del aborto espontáneo ha sido inferior a 24 hs., porque son hechos
paralelos y coetáneos entre sí... los golpes recibidos tienen relación con la pérdida del
embarazo..." (fs. 47 y vta., el resaltado es nuestro). En función de ello, debieron los
impugnantes justificar qué relevancia tenía la alusión a un elemento de
características diversas a un trozo de manguera, teniendo presente además de lo
dicho en el párrafo precedente que la utilización de este instrumento fue referida
inmediatamente después del hecho por la víctima a su madre, cuando concurrió al
domicilio de ésta a solicitar ayuda (fs. 283 vta.) …”.

3.1.3. Tentativa impune.


Aborto causado por la mujer (art. 88 del CP) - La autora es la propia mujer que
causa el aborto obrando sobre su cuerpo. Se requiere dolo directo. El aborto se
consuma con la muerte del feto dentro del seno materno o mediante la expulsión.
Sólo la tentativa de aborto de un tercero es punible.
Figuras agravadas - Se agrava con el resultado de muerte de la mujer, exista o no
consentimiento. La muerte de la mujer es un resultado preterintencional, ya que si las
maniobras abortivas tienen la finalidad de causar su muerte entramos en la figura de
homicidio. Las lesiones no agravan la conducta, quedan absorbidas por el hecho
abortivo.
Aborto profesional punible (art. 86) - Sólo se limita a los profesionales nombrados
en la ley (lo contrario sería analogía). Requiere dolo directo.
Aborto profesional impune (art. 86). Inciso 1º: no requiere que se configure un
estado de necesidad. Lo que justifica la acción es que sea indispensable para la vida o
la salud de la madre. La evaluación de esta circunstancia queda a criterio del
profesional interviniente en el suceso. Inc. 2º: es el llamado aborto eugenésico. Se
practica a los fines del perfeccionamiento de la raza, circunstancia que es considerada
de interés superior al derecho de conservación de la vida del feto. Debe haber sido
concebido producto de una violación o atentado contra el pudor. La mujer debe ser
“idiota o demente” al momento de la concepción (no abarca el aborto “sentimental”,
es decir el producido por violación de una mujer que no responde a esas
características).
Elementos extra a tener en cuenta con relación a este tema es el del “secreto
profesional” que debe guardar el facultativo que toma conocimiento de hechos de
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esta naturaleza y que la jurisprudencia a tratado de la siguiente manera: “…Si la


causa fue iniciada a raíz de la intervención de personal policial, cuya presencia fue
requerida por personal del "Hospital Argerich" ante la posibles maniobras abortivas
desplegadas por la imputada y de las constancias médicas se desprende que las
lesiones constatadas en su cuerpo al momento de presentarse en el hospital eran de
carácter grave a punto tal que debió ser intervenida quirúrgicamente a efectos de
extraerle el útero como consecuencia de la sepsis que presentaba, ello permite inferir
que ante la seriedad de su estado de salud la imputada se vio en la necesidad de
concurrir al nosocomio para preservar su salud razón por la cual resulta aplicable la
doctrina sentada en fallo plenario "Natividad Frías", "en tanto establece que: "No cabe
instruir sumario en contra de una mujer que ha causado su propio aborto o consentido
que otro lo causara, sobre la base de una denuncia efectuada por un profesional del
arte de curar que haya conocido el hecho en ejercicio de su profesión o empleo-oficial
o no." El derecho a vivir -que no pierde quien ha delinquido- y el de no acusarse –que
tiene precisamente en aquel caso su pleno sentido- no deben ser situados en posición
de conflicto irreducible. Se trata de derechos humanos esenciales, y es preciso no
sacrificar uno al otro. Ello está en el interés no sólo del individuo titular de esos
derechos, sino también, al mismo tiempo, en el de la sociedad, que, como sociedad
de personas -solidaria, por tanto, con éstas-, reconoce como lo más valioso del bien
común la vigencia de los derechos esenciales inherentes a la personalidad, y su
primacía incluso sobre la facultad estatal de reprimir los delitos, la cual tiende a
salvaguardar bienes jurídicos y no a allanar los más fundamentales. El que nadie está
obligado a declarar contra sí mismo es expresión constitucional de esa primacía. Y es
norma de derecho positivo que conduce directamente a la solución de la cuestión
planteada en esta convocatoria: Si es injusto obligar a quien delinquió a que
provoque, acusándose, su propia condena, es igual y, consiguientemente injusto
condenarla sobre la base de una autoacusación a la que se vio forzada nada menos
que por la inminencia de perder su humano derecho a sobrevivir a su delito. Por ello,
habida cuenta de que no se ha podido determinar la existencia de terceras personas
que pudieran haber colaborado con la imputada en la conducta que se investiga,
corresponde confirmar el sobreseimiento decretado con la expresa mención de que la
formación de este sumario no afecta el buen nombre y honor del que gozare (art. 336,
inc. 5° del C.P.P.N.) …” (Autos: COTTO, Claudia - 23/11/05 - c. 28.183. – Cámara
Nacional Criminal y Correccional - Sala V).
3.2. DELITOS CONTRA LA INTEGRIDAD PERSONAL. LESIONES.

3.2.1. Lesiones. Bien jurídico protegido. Modos de ataque. Sistematización

El CP protege en este Capítulo el Derecho a la indemnidad de su cuerpo y salud. El


bien jurídico protegido es la integridad física, la salud física y mental (se incluye el
aspecto anatómico y el fisiológico). Las lesiones implican una disminución en la
integridad corporal, un daño en la salud o una incapacidad para el trabajo.
La salud es un estado en el cual el ser orgánico ejerce sus funciones.
En el delito se comprende a cualquier alteración del normal funcionamiento del
cuerpo, ya sea por pérdida de sustancia corporal o inutilización funcional de cualquier
miembro (integridad), ya sea por enfermedad física o psíquica (salud).
Las lesiones puedes ser leves o simples (89), graves (90) o gravísimas (91). Todas
pueden cometerse con circunstancias calificantes (92) o atenuantes (93).
Art. 89. Se impondrá prisión de un mes a un año, al que causare a otro, en el cuerpo o
en la salud, un daño que no esté previsto en otra disposición de este Código.

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Art. 90. Se impondrá reclusión o prisión de uno a seis años, si la lesión produjere una
debilitación permanente de la salud, de un sentido, de un órgano, de un miembro o la
dificultad permanente de la palabra o si hubiere puesto en peligro la vida del
ofendido, le hubiere inutilizado para el trabajo por más de un mes o le hubiere
causado una deformación permanente del rostro.
Art. 91. Se impondrá reclusión o prisión de tres a diez años, si la lesión produjere una
enfermedad mental o corporal, cierta o probablemente incurable, la inutilidad
permanente para el trabajo, la pérdida de un sentido, de un órgano, de un miembro,
del uso de un órgano o miembro, de la palabra o de la capacidad de engendrar o
concebir.
El bien jurídico protegido en este tipo de delitos es el derecho de cada individuo a la
incolumidad de su cuerpo y su salud.
Cuestiones relacionadas con el consentimiento y la autolesión:
Autolesión: El sujeto pasivo tiene que ser otro. La autolesión es impune. Esa
impunidad se extiende a los partícipes de la autolesión (salvo que tengan el deber
jurídico de evitarla), pero no a quien la produce como autor, aunque lo haga
cumpliendo con la voluntad expresada por la víctima. Obsérvese que no son
autolesiones los casos en que la víctima se daña actuando como instrumento de otro
(por su incapacidad para comprender el carácter de la acción que realiza o por el
error a que fue inducido por el agente) o cuando el daño proviene de la situación en
que la acción ilícita del agente colocó a la víctima; en tales casos, quien usó a la
víctima como instrumento o creó la situación en que se produjo el daño, es el autor
de las lesiones.
El consentimiento del lesionado: Si la víctima consiente expresamente la lesión al
bien jurídico, la conducta es atípica. Para que el consentimiento sea válido es
necesario que el bien jurídico amenazado sea susceptible de disposición privada: la
integridad física lo es, pero no de modo absoluto: No es posible admitir el
consentimiento cuando el hecho afecta la dignidad de la persona. La validez del
consentimiento está sujeta a que la víctima tenga capacidad para comprender la
situación en la que consiente, y que actúe voluntariamente, sin error, engaño o
intimidación. Además, el consentimiento debe ser anterior a la acción y mantenido
hasta el último momento. Para que el consentimiento produzca todos sus efectos no
alcanza con que haya sido pronunciado, sino que se exige que el autor lo haya
conocido.
Si el autor obra desconociendo la existencia del consentimiento, deberá ser penado a
título de tentativa. Si el autor cree erróneamente estar frente a un consentimiento
que objetivamente no existe, si el error radica en el campo de los hechos, cabe
considerar la existencia de un error de tipo; si en cambio, descansa sobre
concepciones jurídicas equivocadas, estaremos frente a un error de prohibición.
El consentimiento presunto obra como una causa de justificación cuando el
consentimiento expreso no existe ni puede ser recabado a tiempo, porque el titular
del bien jurídico, o su representante, no resultan localizables, o porque el enfermo
precisando urgentemente un tratamiento ha perdido el conocimiento, pero cuya
prestación hubiera sido previsible con seguridad según una consideración objetiva y
ex ante de todas las circunstancias.
Lesiones quirúrgicas y deportivas:
Las lesiones terapéuticas: Muchas prácticas terapéuticas implican la acusación de una
lesión en la víctima. Lo fundamental para excluir la punibilidad de estas conductas es
el consentimiento del paciente. El titular del bien jurídico es el único que se encuentra
facultado para consentir alguna intervención en su organismo. El deber del médico

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nunca puede ir más allá de la voluntad del paciente, salvo que éste se encuentre
incapacitado para consentir.
Ley 17.13233: "los profesionales que ejerzan la medicina están obligados a respetar
la voluntad del paciente en cuanto sea negativa a tratarse o internarse, salvo los
casos de inconsciencia, alienación mental, lesiones graves por causa de accidentes,
tentativas de suicidio o de delitos. En las operaciones rutilantes se solicitará la
conformidad por escrito del enfermo, salvo cuando la inconsciencia o alienación o la
gravedad del caso no admitiera dilaciones. En los casos de incapacidad, los
profesionales requerirán la conformidad al representante del incapaz". Por ello que
para la licitud de las intervenciones médicas es preciso que el paciente haya prestado
su consentimiento en forma libre, habiendo recibido previamente toda la información
necesaria por parte del profesional. Sólo es posible presumir el consentimiento de un
paciente en estado de inconsciencia, cuando se pueda inferir que, sobre la base de la
debida explicación médica acerca del estado de su salud, aquél probablemente
hubiera consentido la operación.
Lesiones deportivas: Las lesiones causadas en el deporte, y dentro de sus reglas,
constituyen un caso de "conducta socialmente adecuada" excluyente de la tipicidad.
A diferencia de las causas de justificación, no se trata de permitir una conducta con el
fin de solucionar una situación concreta de conflicto, sino de que representan un
obrar correcto, un mandato de conducta. El problema está en establecer un límite a la
impunidad de tales lesiones. Entendemos que debe considerarse atípico todo aquello
que resulte tolerable teniendo en cuenta las reglas de cada disciplina. Sin embargo,
no pueden quedar impunes las lesiones que se producen mediante infracción dolosa o
gravemente imprudente a las reglas deportivas.
Sujeto pasivo del delito: Una cuestión importante es si sólo quedan comprendidas
en la ley las lesiones provocadas a personas nacidas o también las causadas al por
nacer. La doctrina considera que el sujeto pasivo debe ser el mismo que en el delito
de homicidio. Como este es el ser humano, el cual es tal desde que comienza el
nacimiento hasta que se produzca la muerte, las lesiones al feto son atípicas salvo
que constituyan tentativa de aborto.

3.2.2 Lesiones dolosas. Lesiones leves, graves y gravísimas. Lesiones


calificadas y atenuadas.
Lesiones leves: es una figura subsidiaria que se aplica siempre que la lesión no
integre otro delito (por ejemplo, el duelo). El daño o la lesión deben provenir de otra
persona ya que la autolesión no es punible.
Daño en el cuerpo: es la alteración -por leve que sea- de la contextura física de modo
que altere su conformación corporal. Este daño puede ser interno o externo, y no es
necesario que cause un perjuicio en la víctima. Algunos autores discuten sobre si el
corte de cabello o las uñas pueden configurar el delito de lesión, existiendo posturas
en ambos sentidos. Si lo es su daño fisiológico. La alteración corporal puede
presentarse bajo la forma de contusión, excoriación, herida, fractura, mutilación, etc.
Daño en la salud: es el detrimento funcional, parcial o general, físico o mental, del
organismo de la persona, cualquiera que sea la importancia del perjuicio causado. El
daño en la salud puede consistir en una enfermedad corporal o mental (un proceso
patológico) o puede consistir en desequilibrios físicos o mentales pasajeros, como son
los desmayos, los vómitos, las lagunas mentales, etc. Pueden también presentarse
como un malestar funcional manifestado por una sensación de dolos, asco, etc.
La lesión puede causarse usándose un medio, violento o no, que obra materialmente
en la persona de la víctima (medio material); o usándose un medio que obra

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moralmente en ella (medio moral), como son las amenazas, los mensajes falsos, los
sustos o cualquier otro medio destinado a perturbar mentalmente.
El comportamiento lesivo puede ser una acción o una omisión (comisión por omisión)
Por ejemplo no alimentar a la víctima estando legalmente obligado.
La lesión simple requiere, para ser cometida, dolo directo, indirecto o eventual.
Art. 89: " Se impondrá prisión de un mes a un año, al que causare a otro, en el cuerpo
o en la salud, un daño que no esté previsto en otra disposición de este Código."

Se trata de la figura básica.


Para que se configure una lesión leve es necesario que el daño producido no esté
previsto en otra disposición del CP. La acción típica es "causar un daño en el
cuerpo o en la salud'.
Concepto de daño en el cuerpo y daño a la salud: Debe entenderse por daño
en el cuerpo, toda alteración en la estructura corporal humana, interna o externa,
causada por extirpación de una parte del cuerpo, destrucción de tejidos o de
pigmentaciones, independientemente de la existencia de dolor. La doctrina ha
entendido que se preserva a través de esta norma el Derecho a conservar la
estructura corporal que se tiene, por defectuosa que sea. Habrá daño en la salud
cuando se verifique un cambio en el equilibrio funcional del organismo de la víctima.
Debe existir una alteración del orden normal de las funciones fisiológicas, resultando
suficiente para su configuración la mera sensación desagradable que posea
intensidad y duración.
El tipo es doloso, directo o eventual.

Lesiones graves:
Art. 90 "Se impondrá reclusión o prisión de 1 a 6 años, si la lesión produjere
debilitación permanente de la salud, de un sentido, de un órgano, de un miembro,
dificultad permanente de la palabra o si hubiere puesto en peligro la vida del
ofendido, lo hubiere inutilizado para el trabajo por más de un mes o le hubiere
causado un daño, permanente del rostro."
Son debilitamientos funcionales permanentes (no perpetuos) comparados
con el estado anterior que gozaba la víctima. El art. reza al enumerar las
circunstancias agravantes “… produjere una debilitación permanente de la salud, de
un sentido, de un órgano, de un miembro o la dificultad permanente de la palabra o si
hubiere puesto en peligro la vida del ofendido, le hubiere inutilizado para el
trabajo por más de un mes o le hubiere causado una deformación
permanente del rostro…”. Todas tienen la característica de ser de larga duración
en el tiempo, aunque exista la posibilidad de sanar o curar, de forma más o menos
rápida.
a) Debilitaciones permanentes: de la salud, de un sentido, de un órgano, de un
miembro o una dificultad permanente en la palabra. Permanencia y debilitación son
rasgos comunes. Debilitación significa disminución de ciertas funciones vitales. No
debe perderse la función sino debe conservarse debilitada. La debilitación se mide
respecto al estado anterior a la lesión y no en referencia un estado ideal. La
permanencia implica la persistencia de dicha debilitación durante un lapso
considerable de tiempo durante el cual no pueda ser curable según los
procedimientos ordinarios de curación (No importa que pueda revertirse mediante
procesos extraordinarios como ortopedia).

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La debilitación permanente de la salud consiste en la disminución de las funciones


físicas y psíquicas del individuo. Es la disminución del equilibrio anatómico-funcional,
que constituye para la salud. La debilitación permanente en la salud no debe
confundirse con la acusación de enfermedad cierta o probablemente incurable,
constitutiva de lesión gravísima. La debilitación no es un proceso patológico en curso,
como sí lo es la enfermedad, sino que es el estado en que el organismo queda
disminuido en sus capacidades funcionales. Por ej., se puede causar una enfermedad,
que no sea incurable pero que sí tenga como consecuencia ocasionar una debilidad
permanente de la salud (meningitis).
La debilitación permanente de un sentido se configura cuando se altera el
funcionamiento de éste. Un sentido es la facultad por medio de la cual se reciben los
estímulos externos (oído, vista, tacto, olfato y gusto). El término sentido corresponde
a la totalidad de la función, debe ser considerado en su aspecto fisiológico y no
anatómico, ya que varios órganos pueden servir para el ejercicio de una única
función, de modo que puede ser que se produzca un debilitamiento permanente sin
que se afecte el órgano que ejerce el sentido. Cuando el sentido se ejerce mediante
órganos bilaterales, como la vista, la pérdida de uno de ellos constituye un
debilitamiento permanente pues el sujeto pasivo sigue viendo, aunque de modo
deficiente.
La debilitación permanente de un órgano se da cuando existe una disminución de su
función. El término órgano comprende al conjunto de las partes que integran una
determinada función. Varios órganos puede que sirvan para una única función, de
manera que la pérdida de uno de ellos implica simplemente un debilitamiento. Si a un
individuo le extraen un riñón, el órgano renal puede seguir funcionando, por lo que
existirá sólo debilitamiento.
La ley, cuando habla de miembro lo hace refiriéndose a brazos y piernas, excluyendo
cabeza y miembro viril. La protección se discierne en forma individual para miembro,
no por pares. Debilitación permanente de un miembro se produce cuando con motivo
de lesión, se pierde parcialmente la función del miembro o su capacidad de servicio.
Así, la pérdida de un solo dedo, por ejemplo, constituye solo un debilitamiento del
miembro por lo tanto la lesión es grave.
La dificultad permanente de la palabra alude a la presencia de inconvenientes
duraderos que la lesión causa en la aptitud de las personas para la comunicación a
través del lenguaje oral. Se configura la agravante, cualquiera sea el inconveniente
producido (mecánico, psíquico, etc.). Quedan comprendidos, por ej., la afasia
sensorial (pérdida de conexión entre el concepto que se tiene de una cosa y la
palabra que se emite), dificultad en la perfección fonética, el ceceo y la tartamudez.
b) El peligro para la vida del ofendido: Hace referencia a un juicio futuro de probable
producción y no a un diagnóstico concreto y real. Para configurarse la agravante no
alcanza la potencialidad del peligro ni de los medios usados en la lesión, sino que es
necesario constatar que la víctima haya sufrido un peligro real para su vida. Para
aplicar la figura hay que considerar la situación concreta de peligro sufrido por la
víctima, siendo imposible determinar en forma apriorística qué clase de lesiones caen
en este tipo penal. Se requiere además relación causal entre la acción del autor y el
peligro en cuestión. Siendo un delito doloso, es necesario que el peligro para la vida
haya sido una situación conocida por el autor. El peligro es un elemento más del tipo
objetivo debe ser abarcado por el dolo del sujeto activo.
c) La inutilidad para el trabajo por más de un mes: El criterio legal de la inutilidad
para el trabajo es objetivo y refiere a la capacidad general, comprensiva del trabajo
habitual y el transitorio, lo que no significa que no se tienen cuenta las ocupaciones
previas de la víctima. La amplitud de la fórmula permite abarcar los casos del

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desocupado, el estudiante, el rentista e incluye tanto el trabajo artístico como


intelectual.
d) La deformación permanente del rostro: No es necesaria una alteración que
produzca repulsión, o que sea grosera o repugnante. Se requiere una desfiguración
fisonómica que rompa la simetría del rostro o de alguna de sus partes. Por rostro
debe entenderse la parte anterior de la cara, desde la base frontal hasta la
extremidad del mentón y desde una a otra oreja. Algunos autores extienden el rostro
hasta ciertas partes del cuello, invocando razones de orden social. La ley toma en
cuenta el afeamiento de su aspecto, que puede ser igualmente ocasionado por la
destrucción o alteración de partes situadas fuera de esos límites, pero que
trascienden a la estética de las facciones. La permanencia remite a la no
previsibilidad de desaparición por medios normales, siendo indiferente que pueda
eliminarse por medios artificiales o que pueda simularse.
Lesiones gravísimas: implican pérdidas funcionales de carácter definitivo (aquí se
encuentra la diferencia con las lesiones graves).
Art. 91 "Se impondrá reclusión o prisión de 3 a 10 años, si la lesión produjere una
enfermedad mental o corporal, cierta o probablemente incurable, la inutilidad
permanente para el trabajo, la pérdida de un sentido, de un órgano, de un miembro,
del uso de un órgano o miembro, de la palabra o de la capacidad de engendrar o
concebir. "
Supuestos: “…Enfermedad es el estado de alteración orgánico funcional que exige
cuidados, curaciones o vigilancias especiales para no progresar. Es cierta o
probablemente incurable si, con certidumbre o verosimilitud, los conocimientos
médicos no pueden curarla o sanarla.
(Nuñez) – la lesión gravísima es la que produce una enfermedad mental o corporal,
cierta o probablemente incurable, la inutilidad permanente para el trabajo, la pérdida
de un sentido, de un órgano, de un mimbro, de la palabra o de la capacidad de
engendrar o concebir. La característica común de estas lesiones es la de
implicar pérdidas funcionales de carácter definitivo.
La diferencia esencial entre Art. 90 y 91 es la que existe entre el debilitamiento y la
pérdida de una función vital, de un sentido o de una capacidad. En este,
además, tipo se exige la perpetuidad de la consecuencia.
a) La enfermedad mental o corporal cierta o probablemente incurable: La enfermedad
es un proceso patológico claramente definido que no debe confundirse con una mera
debilitación. La salud equivale sano equilibrio anatómico-funcional y que cuando este
equilibrio se rompe, podrá debilitarse o perderse transitoria o definitivamente. Lo
primero genera un debilitamiento, lo 2° una enfermedad. Le ley exige además que la
enfermedad sea cierta y probablemente incurable. Es ciertamente incurable cuando
la ciencia no cuenta medios para sanada o revertir el proceso y es probablemente
incurable cuando la curación solo puede producirse excepcionalmente.
b) La inutilidad permanente para el trabajo: Se da en a los casos en los que la
prolongación en el tiempo y el diagnóstico indican la probabilidad de que la víctima
no vuelva a su estado de eficacia labora en toda su vida. La incapacidad debe ser
permanente, esto es, de una duración persistente.
c) La pérdida de un sentido, de un órgano o de un miembro o del uso de un órgano o
de un miembro: Importa una pérdida funcional absoluta que puede originarse en una
pérdida anatómica o manifestarse en la ausencia irreparable de toda efectividad
funcional. Se considera que la lesión extingue la funcionalidad aún en los casos en los
que estuviera disminuida. Un residuo funcional insuficiente tampoco elimina la
calificación ya que aquella está perdida. Algunos entienden que la pérdida de un

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miembro o de uso, aun cuando formen parte de un órgano que sólo resulte debilitado,
constituye lesión gravísima, toda vez que la ley tutela cada miembro por separado,
tanto debilitamiento como en su pérdida física o de uso.
d) La pérdida de la palabra: La doctrina entiende que esta hipótesis se refiere a la
pérdida palabra como posibilidad de articulación, aun cuando puedan emitirse
sonidos.
e) La pérdida de la capacidad de engendrar o concebir: Equivale a la extinción de la
capacidad de reproducirse, por ablación de órganos de la reproducción o por
cualquier medio. Para la existencia del delito basta que se destruya esa capacidad en
el sujeto pasivo, ya sea presente o futura. No se da en los casos en los que la lesión
produce la impotencia para realizar el acceso carnal, pero la facultad de reproducción
permanece incólume.
Concurrencia de circunstancias: Art. 92. "Si concurriere alguna de las
circunstancias enumeradas en el Art. 80, la pena será, en el caso del Art. 89, de 6
meses a 2 años; en el caso del Art. 90, de 3 a 10 años; y en el caso del Art. 91, de 3 a
15 años." Art. 93 "Si concurriere la circunstancia enunciada en el inc. 1 del arto 81, la
pena será: en el caso del Art. 89, de 15 días a 6 meses; Art. 90, de 6 meses a 3 años y
en el caso del Art. 91, de 1 a 4 años." Las lesiones, cualquiera sea su gravedad, se
atenúan si el autor se encontrara en estado de emoción violenta que las
circunstancias hicieren excusable.
Concurrencia de atenuantes y agravantes: El supuesto de concurrencia en una
misma lesión, de la atenuante de emoción violenta con un agravante del Art. 80 fue
resuelto con diferentes criterios. 1) Conflicto de leyes penales coexistentes y lo
resolvió siguiendo el principio de la ley o tipo penal más benigno, correspondiendo
aplicar el arto 93. 2) Concurso ideal (art. 54 del CP) ya que un solo hecho de lesiones
cae bajo más de una sanción penal por la concurrencia en él de una circunstancia
subjetiva, como es la emoción violenta y una de las circunstancias agravantes, por lo
que correspondería aplicar el arto 92.
Veamos ahora a los fines de abundar lo ya visto, cómo trata o analiza un hecho típico
de lesiones la jurisprudencia del TSJ de la Provincia de Córdoba. Fallo dictado en autos
"SAMPO RUBEN ROBERTO - p.s.a. Lesiones gravísimas, otros. -Recurso de Casación-"
(Expte. "S", 11/2000) – (27/11/00).
Análisis – Hechos – Calificación legal: “…El yerro que le atribuye al Tribunal a quo,
finca en la interpretación que realiza sobre la circunstancia fáctica que estructura un
elemento normativo del tipo en análisis, cual es la pérdida de un órgano. Así, para el
recurrente la extirpación del bazo, no tiene el alcance que requiere el tipo, toda vez
que el concepto de "órgano", en el sentido de la ley, no es anatómico sino funcional.
Por ello, entiende que, de acuerdo a los conocimientos de la ciencia médica, el bazo
constituye una glándula vascular integrante del sistema linfático, cuya función
principal, al igual que los demás órganos linfoides, es la formación de glóbulos
blancos. Es así, que aún en caso de su extracción puede ser suplida por los demás
órganos linfoides mencionados; razón por la cual no cabría hablar de pérdida en el
sentido funcional, sino eventualmente de un debilitamiento de la misma, lo que
resulta encuadrable en el figura de lesiones graves del art. 90 del C.P. Aduce, que
tratándose el órgano de un elemento normativo del tipo penal en cuestión, su
valoración como tal, por parte del juzgador, se encuentra supeditada a la apreciación
de pautas científicas no siempre inmutables, a las cuales la ciencia jurídica debe
avenirse conforme el avance del conocimiento científico respectivo. Por último,
propicia el cambio del encuadramiento legal, debiendo aplicarse el art. 90 C.P.,
solicitando a su vez una reducción de la pena impuesta a su asistido, arreglada a la
nueva escala penal aplicable. Para ello teniendo en cuenta el criterio aplicado por el a

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quo, (que entendió procedente el mínimo de la escala prevista en el art. 91 del C.P.),
pide se fije en un monto cercano al mínimo previsto en el art. 90 ib., de modo tal que
con su unificación no supere los tres años de prisión. III.1. El Tribunal de mérito al
establecer la plataforma fáctica -en lo que a este delito interesa- , determinó que el
imputado Sampó, extrajo de la cintura un revólver y disparó en contra de Carlos
Reynoso a quien hirió en el flanco izquierdo de su vientre, con un orificio de entrada
redondeado de un centímetro de diámetro, interesó tejidos blandos y perforó su
intestino, por lo cual debieron intervenirlo quirúrgicamente, para realizar una
resección yuyenal segmentaria y extirparle el bazo, heridas que pusieron en peligro
su vida y por las cuales le asignaron cuarenta y cinco días de inhabilitación para el
trabajo (fs. 227), razón por la que, al considerar esta lesión como pérdida de un
órgano, subsume los acontecimientos en los términos normativos del art. 91 C.P (fs.
230). 2. Conforme lo establece el artículo 91 del C. Penal, "se impondrá reclusión o
prisión de tres a diez años, si la lesión produjere una enfermedad mental o corporal,
cierta o probablemente incurable, la inutilidad permanente para el trabajo, la pérdida
de un sentido, de un órgano o un miembro, del uso de un órgano o miembro, de la
palabra o de la capacidad de engendrar o concebir". Entrando al análisis del planteo
formulado por el recurrente, el núcleo central radica en examinar cual es el alcance
de la extirpación del bazo en los términos del dispositivo aplicado. 3. Adelanto mi
opinión y estimo que la calificación legal del hecho atribuido al imputado como
Lesiones Gravísimas, es correcta. Doy razones: a. Según se expresara en el
precedente "Montivero, Julio Alberto p.s.a. homicidio preterintencional - Recurso de
Casación", S. nº 56, del 13 de agosto de 1998, dictada por este Sala, se expuso los
siguientes fundamentos: La ley penal castiga en el art. 91 con mayor severidad, entre
otras situaciones, cuando la lesión del actor produce la pérdida del órgano o de su
uso. El cuestionamiento del recurrente en cuanto a que las funciones que el bazo
comúnmente desarrolla no son insustituibles, lo es con prescindencia de lo
establecido por la ley interpretada (C.P., 91) que reprime tanto la pérdida de un
órgano como su uso. "La ley no se refiere a la pérdida de una función sino a la pérdida
de una estructura orgánica destinada a una función, aunque no sea la fuente
exclusiva de ella" (Núñez, Ricardo C., "Derecho Penal Argentino", Pte. Especial III, 207,
Ed. Bibliográfica Argentina, 1965). Así también lo entendió autorizada doctrina (Soler
Sebastián, "Derecho Penal Argentino", t. III, 129, Ed. Tea, 1970; Fontán Balestra,
"Tratado de Derecho Penal", T. IV, 280, Ed. Abeledo Perrot, 1968; Laje Anaya-Gavier,
"Notas al Código Penal Argentino", t. II, Pte. Especial, Ed. Lerner, 1995, 63; Laje
Anaya, Justo, "Comentarios al Código Penal", Parte Especial, vol. III, 79 y 75; Creus,
Carlos, "Derecho Penal", P.E., t. I, 84, Ed. Astrea, 1983). Si conforme se comenzara en
estos considerandos, la ley indica como lesiones gravísimas por un lado la "pérdida"
de un órgano y por otro del "uso" de un órgano, se están indicando dos tipos de
afectación que no pueden superponerse. El uso es funcional, la pérdida es anatómica,
aunque la función del órgano sea sustituida por otros (En igual sentido, Cámara de
Acusación de Córdoba, 16/9/88, "Brandan"; Lucero Ofredi, "Estudios de las figuras
delictivas", dirigido por Daniel P. Carrera, Ed. Advocatus, Córdoba, 1994, págs.
128/129). En la jurisprudencia, la solución adoptada es seguida por: C.C. Concepción
del Uruguay, 30/11/61, L.L. 102-488. S.T. Entre Ríos, 17/6/53, L.L. 71-429, J.A.
1953.IV.369, citados por Rubianes, "Código Penal", t. 2, 595, Depalma, 1974; C.C.
Cap. s. 21/12/78, "Lanitte", cit. por Rubianes, ob. cit. 3º actualización, Ed. Depalma,
1980, p. 198; C.N.Cr. y Corr., sala IV, diciembre 21-1978, "Lanitte", L.L. 1979-A-447;
S.C. Buenos Aires, 24/8/82, "Suárez"; C.Cr. Sta. Fe, sala I, 18/4/80, citados por L.L.,
Digesto, t. VI, p. 737/738, Bs. As., 1996). En tal entendimiento, agrego que, la
privación puede originarse entonces, por dos causales: a) pérdida anatómica y b)
ausencia de toda efectividad funcional (pérdida del uso), las que actúan en forma
indistinta. La pérdida anatómica de un órgano sólo se considera lesión grave por
disminución funcional, en los supuestos en que la función es cumplida por órganos

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dobles. Contrariamente, en aquellos órganos anatómicamente únicos, como el bazo,


que contribuye a una función común con otros distintos, la extirpación de esa pieza
anatómica da lugar a la lesión gravísima (Cfr. CREUS CARLOS, "Derecho Penal", Parte
Especial, Tomo I, Ed. Astrea, 1983, pág. 84) …”.

3.2.3 Lesiones culposas. Agravantes.


Las mismas conductas que fundamentan la imputación de homicidio culposo, lo hacen
respecto de las lesiones culposas. La lesión será culposa si el autor por
imprudencia, negligencia o impericia en su arte o profesión o inobservancia
de los reglamentos o deberes de su cargo le causa a otro un daño en el
cuerpo o en la salud, cualquiera que sea su gravedad.
Art. 94. Se impondrá prisión de un mes a tres años o multa de mil a quince mil pesos
e inhabilitación especial por uno a cuatro años, el que, por imprudencia o negligencia,
por impericia en su arte o profesión, o por inobservancia de los reglamentos o
deberes a su cargo, causare a otro un daño en el cuerpo o la salud. Si las lesiones
fueran de las descriptas en los artículos 90 o 91 y concurriera alguna de las
circunstancias previstas en el segundo párrafo del artículo 84, el mínimo de la pena
prevista en el primer párrafo, será de seis meses o multa de tres mil pesos e
inhabilitación especial por dieciocho meses.
- Sujeto activo puede ser cualquier persona. También puede ser cualquier persona el
sujeto pasivo. La conducta del sujeto activo debe ser violatoria de un deber de
cuidado.
El resultado requerido es el daño en el cuerpo o salud de la víctima y exige el nexo de
causalidad entre la acción violatoria del deber de cuidado y la producción del daño.
El delito se consuma con las lesiones sufridas por la víctima y por tratarse de delito
culposo no resulta admisible la tentativa. El 2° párrafo del artículo contiene un
agravante, para los casos en los que lesiones fueren graves o gravísimas y
concurriera alguna circunstancia de las previstas en el 2° párrafo del Art 84. Así
resulta que, las lesiones leves culposas causadas por la conducción imprudente de un
vehículo automotor o cuando hubiere más de una víctima, quedan comprendidas en
el tipo básico del Art. 94.
No se agravan y tipifican la figura básica, las lesiones culposas graves gravísimas
cuando no hubiere pluralidad de víctimas o cuando no hayan sido causadas por la
conducción imprudente de un vehículo automotor.
El Art. 94 no establece distinción respecto al máximo de la escala penal prevista para
el caso en que en forma culposa se causare lesiones leves, graves o gravísimas. Esto
tiene importancia si se observa que las lesiones leves dolosas merecen un máximo de
1 año de prisión (art. 89), mientras que las lesiones culposas tienen un máximo de 3
años de prisión, sin distinción sobre su gravedad.
A continuación, se incluyen algunos ejemplos de hechos que encuadran en el tipo de
lesiones culposas, y otros en donde sus elementos componentes no lo permiten. A los
fines de su análisis, los jueces de la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional
utilizan la “teoría de la imputación objetiva”, por ello, se recomienda su repaso del
manual obligatorio de la materia “Derecho Penal Parte General”.
1) Hecho: La imputada fue procesada en orden al delito de lesiones culposas. Se le
atribuyó el no haber controlado debidamente a su perro, cuando el 21 de septiembre
de 2007 lo paseaba sin llevar correa ni bozal colocados, y se abalanzó sobre una
persona a la que le mordió su brazo derecho y le provocó lesiones de leve entidad.
Fallo: "(...), el riesgo creado que se concretó en las lesiones causadas a (...), ha sido la
consecuencia directa de una conducción irresponsable del animal, siempre que por no
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llevar dispuesto el bozal, ni la correa reglamentaria, agredió al damnificado. (...).


Luego, como ha sido entendido, "quien posee en su esfera de dominio una fuente de
peligro (...animales...) para bienes jurídicos, es el responsable de que tal peligro no se
realice." (1). Así, puede concluirse en que, del deber de control de fuentes de peligro
que operan en el propio ámbito de dominio, se deriva la posición de garante, que
implica asumir el control correspondiente que tiende a velar por la indemnidad de los
bienes jurídicos (2). En consecuencia, se verifica conformado el juicio de convicción
exigido por el artículo 306 del Código Procesal Penal, en la medida en que dable es
sostener, con el convencimiento que requiere esta etapa del proceso, que las lesiones
de la víctima encuentran como nexo causal la imprudente actividad de la encausada,
al no mantener el efectivo dominio del animal que, bajo su custodia, se encontraba
sin el bozal reglamentario colocado. Por ello, esta Sala del Tribunal RESUELVE:
CONFIRMAR el auto documentado a fs. 51/54, en cuanto fuera materia de recurso.
(...)".
Autos: “SIGAL, Martha B. - 11/07/08 - c. 34.579”, Sala VII.
2) Hecho: En los delitos culposos a fines de acreditar la responsabilidad penal del
acusado, se debe verificar necesariamente la existencia de una violación al deber
objetivo de cuidado, que haya creado o aumentado un riesgo jurídicamente
desaprobado y que tenga una relación directa con el resultado típico. "...las
intervenciones médicas sobre el paciente pueden generar peligro..."; "…la norma
prohíbe solamente aquellas que sobrepasan el nivel del riesgo permitido: sobre éstas
recae el enfoque del sistema penal...". Si la lesión sufrida por la damnificada al
efectuarse un tratamiento estético (peeling químico), no fue producto de una
negligencia o imprudencia del encausado en su lex artis, sino una reacción propia,
posible e inevitable de la técnica a la que se sometió, corresponde confirmar el
sobreseimiento dispuesto en orden al delito de lesiones culposas”.
Autos: “SUAREZ VARAGOT, Osvaldo - 20/07/06 - c. 29.591”, Sala IV.
3) Hecho: "quien posee en su esfera de dominio una fuente de peligro (...animales...)
para bienes jurídicos, es el responsable de que tal peligro no se realice". Del deber de
control de fuentes de peligro que operan en el propio ámbito de dominio, se deriva la
posición de garante, que implica asumir el control correspondiente tendente a velar
por la indemnidad de los bienes jurídicos. El imputado al no haber observado el
reglamento que le imponía el deber de conducir a su can de raza "rottweiler" con
correa o bozal, omitió el deber de control provocando las lesiones en el cuerpo del
damnificado. Por ello, corresponde confirmar el auto decisorio que dispuso el
procesamiento del encausado en orden al delito de lesiones culposas”.
Autos: “MELGAREJO MIRANDA, Luis - 28/06/06 c. 29.342”, Sala VII.
4) Hecho: “Si bien todo conductor debe tener en cuenta las contingencias del tránsito,
no puede elevarse esta previsión a un principio absoluto de responsabilidad, cuando
un conductor que realizó el cruce correctamente, con luz habilitante, a velocidad
normal, resultando evidentemente imprevisible la aparición del damnificado a bordo
de su bicicleta, quien con su actuar, en principio desaprensivo, se habría autocolocado
en situación de riesgo, al efectuar una maniobra peligrosa. "Sin embargo, ... mayor
importancia práctica... la tenga aquellos otros supuestos en los que la víctima con su
propio comportamiento da la razón para que la consecuencia lesiva le sea imputada;
casos en los que, por lo tanto, la modalidad de explicación no es la " desgracia", sino
la lesión de un "deber de autoprotección" o incluso la "propia voluntad"; las
infracciones de los deberes de autoprotección y la voluntad se agrupan aquí bajo el
rótulo de "acción de riesgo"...Al igual que el autor no puede comportarse de modo
arriesgado distanciándose de las consecuencias de su comportamiento, tampoco la
víctima puede asumir un contacto social arriesgado sin aceptar como fruto de su
comportamiento las consecuencias que conforme a un pronóstico objetivo son
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previsibles..." (*). "...el daño ha de ser la consecuencia del riesgo corrido y no de otros
fallos adicionales, y el sujeto puesto en peligro ha de tener la misma responsabilidad
por la actuación común que quien lo pone en peligro. Y además aquél, al igual que ya
sucede en la autopuesta en peligro, ha de ser consciente del riesgo en la misma
medida que quien lo pone en peligro. Si se dan estos dos presupuestos, habrá
"asumido" el riesgo". El damnificado asumió la consecuencia de la conducta atribuida
al imputado, desde que efectuó el cruce de la avenida en diagonal, existiendo una
"asunción del riesgo" por parte del mismo, puesto que el resultado - las lesiones
padecidas- fue producto del riesgo corrido, como así también, éste era consciente del
mismo, por lo que debe revocar el procesamiento del incuso y ordenar su
sobreseimiento”.
Autos: “VERON, Antonio - 8/06/06 - c. 29.659”, Sala VI.
5) Hecho: “Debido a su condición de guía turístico, el encartado revestía la calidad de
garante y en función de ello tenía el deber de proteger al contingente escolar,
estacándose que tanto el lugar donde se asienta la cantera como sus inmediaciones,
eran particularmente peligrosos debido a los elementos que se manipulaban. También
el encargado de voladuras de la cantera revestía la posición de garante y quedaría
bajo su responsabilidad evitar la presencia o por lo menos el acceso de particulares a
los explosivos diseminados por ese lugar o sus alrededores. Resulta intrascendente si
el contingente escolar contaba o no con autorización para la recorrida y si la visita se
llevó a cabo durante una jornada en la que no se desarrollaban tareas en la cantera.
Por tanto, corresponde confirmar el procesamiento de los imputados en orden al
delito de lesiones culposas graves”.
Autos: “BENEDET, Mario D. - 21/03/06 - c. 28.261”, Sala IV.
6) Hecho: “Si está demostrado que en su condición de experto médico a cargo (jefe
de radiología), nunca constató si la sonda fue bien o mal colocada, porque "no tenía la
mirada fija en la paciente al momento de la colocación" o "no pudo ver dónde estaba
colocada, es decir si estaba vía anal"; demuestra sin ambages que incumplió el art. 20
de la ley 17312 que prohíbe "delegar en su personal auxiliar, facultades, funciones o
atribuciones inherentes o privativas de su profesión", en el caso, al menos ejercer el
control debido de lo que su auxiliar efectuaba. La "división de tareas" o "la sencillez
de la práctica" no lo eximen de su compromiso profesional, porque era su obligación
fiscalizar la maniobra que le encomendaba al técnico radiólogo, quien cometió un
error grosero en la colocación de la sonda. En materia de responsabilidad médica, la
culpa se debe apreciar únicamente, cuando ésta deviene de circunstancias que
revelen imprudencia o negligencia contrarias a las normas del arte o profesión. Es que
el principio de confianza, en particular en la cooperación con división del trabajo, debe
retroceder cuando los intervinientes (caso del médico que dirige la operación) poseen
especiales deberes de vigilancia o concretas misiones de control. En esa dirección,
"quien aparece como jefe o encargado del mismo [equipo médico] siempre tiene bajo
su responsabilidad una serie de aspectos residuales de control que están
ineludiblemente a su cargo sin perjuicio de la delegación. De alguna forma el jefe es
el garante del adecuado funcionamiento del equipo y de que la división de roles sea
un beneficio y no un peligro que se concrete en perjuicios al paciente". Fue el técnico
radiólogo quien, violando el deber de cuidado, provocó la lesión excediendo las
facultades propias de su cargo, porque sabía que, en todo caso, su función como
auxiliar sólo le permitía "la colocación de los chasis y aplicar la técnica
correspondiente en el teclado del aparato de rayos". Incumplió las obligaciones del
art. 85 de la ley 17.132 que le compele a "actuar únicamente por indicación y bajo
control médico ... directo y en los límites de su autorización", exceso que no puede
excusarse tan sólo con el argumento de que "se limitó a cumplir con las órdenes del
médico ... en virtud de obediencia debida", ya que aun cuando le pudo ser
encomendada esa tarea, la debió ejecutar conforme a las reglas de la lex artis o bien
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pudo negarse a ejecutarla por resultar legalmente prohibida en esas condiciones. En


la imprudencia penal no ingresan lo fortuito o el acaso sino lo previsible o evitable. De
ahí que, en el ámbito de los profesionales de la salud, surgen dos reglas básicas: el
deber de actuar prudentemente en situaciones de riesgo y el deber de omitir acciones
peligrosas. Deviene procedente confirmar el procesamiento de los imputados en
orden al delito de lesiones culposas…”.
Autos: “ARONOW, Isaac y otro - 14/02/06 - c. 28.349”, Sala VII.
Las lesiones graves y gravísimas son perseguibles de oficio. Las leves son
dependientes de instancia privada (art. 72 CP), salvo que mediaren razones de
seguridad o interés, en cuyo caso, se procede de oficio. Se dan estas razones cuando
por su naturaleza o circunstancia, el hecho resulta sintomático de un peligro potencial
para las personas o los bienes. Concurren razones de interés jurídico cuando su
conocimiento y juzgamiento resulta útil para el orden o bienestar de la comunidad.

Persecución penal de las lesiones leves.


(Nuñez) – la voluntad del que sufrió las lesiones leves es la determina el sometimiento
a procedimiento y posterior castigo del autor. Más la persecución no está totalmente
sometida al interés privado de la parte agraviada, sino que sobre él privan las razones
de seguridad o interés público que aconsejan la promoción de la acción de oficio en el
caso particular de ser dañosas o peligrosas para la seguridad general de los
individuos.
También se autoriza la persecución de oficio las lesiones que involucran atentados
contra los intereses sociales que, por las circunstancias, resulta aconsejable hacer
respetar como ser las lesiones sobre personas envestidas de autoridad o las
cometidas en lugares o circunstancias especiales.
Existe también interés público en la persecución de la lesión leve si ella se vincula a la
investigación de un delito perseguible de oficio. En estos casos la acción de oficio está
autorizada en tanto exista la razón de seguridad o interés públicos, por consiguiente,
el tribunal examinar, incluso en la sentencia, si concurre esa condición de punibilidad.

3.3 HOMICIDIO Y LESIONES EN RIÑA Y AGRESIÓN. BIEN JURÍDICO PROTEGIDO


Art. 95. Cuando en riña o agresión en que tomasen parte más de dos personas,
resultare muerte o lesiones de las determinadas en los artículos 90 y 91, sin que
constare quiénes las causaron, se tendrá por autores a todos los que ejercieron
violencia sobre la persona del ofendido y se aplicará reclusión o prisión de dos a seis
años en caso de muerte, y de uno a cuatro en caso de lesión.
Art. 96. Si las lesiones fueron las previstas en el artículo 89, la pena aplicable será de
cuatro a ciento veinte días de prisión.
3.3.1 Definición de riña y agresión.
La riña o agresión sigue la teoría de la “incertidumbre sobre el autor”, ya que en la
riña no existe lo que se denomina complicidad. La riña es un acontecimiento recíproco
(ataque y defensa de todos los intervinientes) que impide poder individualizar al autor
de las lesiones o muerte. La agresión es un acontecimiento de varios contra uno u
otros que se limitan a defenderse pasivamente porque si la defensa es activa,
devolviendo las agresiones, volvemos al tipo de riña.
Este tipo penal tiene como característica la ausencia de conocimiento del autor del
resultado dañoso: la muerte o la lesión. De allí resulta la escala privilegiada de la
pena en relación al homicidio y a las lesiones dolosas. El bien jurídico protegido es
la vida humana y la incolumidad de la salud (física o psíquica).
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El sujeto activo, será quien participó en la riña o agresión y ejerció violencia sobre el
ofendido, siempre que no constare quién causó la muerte o lesión (si se sabe quiénes
fueron los autores, el hecho es punible sometido a las reglas del homicidio o de las
lesiones). Es indispensable e intervengan en la riña más de 2 personas. Si bien en el
caso de la riña se requiere la intervención de un mínimo de 3 personas, en el caso de
la agresión deben intervenir por lo menos 4 cuatro: si uno es el agredido, los
atacantes deben ser 3, al exigir la norma "más de 2", pues son éstos los que toman
parte en la agresión.
La acción típica no es matar o lesionar sino ejercer violencia sobre alguien, en el
marco de una agresión o riña. Esta acción sólo es típica en el caso de que de la
violencia ejercida resultaren lesiones o muerte, sin que se sepa quién es el autor.
Por riña se entiende el súbito y recíproco acometimiento de hecho (ataque y defensa)
que se ejerce entre 3 personas por lo menos. No puede considerarse riña al
acometimiento de varios contra uno porque es necesaria la reciprocidad de las
acciones.
La agresión es el acometimiento de varios contra uno u otros que se limitan a
defenderse pasivamente (parando golpes, huyendo), ya que, si la defensa es activa,
se está en presencia de riña. Las lesiones que pudieran causar los atacados no son
consideradas por la figura pues son actos en su defensa.
Se exige una intervención dolosa a la riña o agresión, pero los agentes, deben actuar
queriendo desplegar violencia, pero sin proponerse el conjunto ningún resultado
concreto; se exige la espontaneidad de la riña o agresión, que importa ausencia de
pre-ordenación.
Hay delito en la medida en que resulten lesiones o muerte a causa de las violencias
ejercidas en la riña o agresión. Por los caracteres del delito, no resulta admisible la
tentativa.
Art. 96 "Si las lesiones fueren de las previstas en el Art. 89, la pena aplicable será de
4 a 120 días de prisión".
Se exige instancia de la acción por parte de la víctima, toda vez que las lesiones
descriptas en el arto 89 CP, quedan comprendidas en el arto 72 inc.2 del CP. También
merece resalto la pena mínima con que se amenaza el resultado, ya que resulta la
pena de menor gravedad prevista en el CP.

3.3.2 Estructura del delito.

(Nuñez) - Para que se configure este tipo deben darse algunos requisitos:
1) que en ella tomen parte súbita y tumultuosamente, como recíprocos agresores
(riña) o como agresores de quien no agrede (agresión) más de dos personas;
2) que entre los intervinientes no exista complicidad para matar o lesionar;
3) que de la riña o agresión resultare muerto o lesionado uno o más participantes de
ella;
4) que se ignore quién fue el autor de la muerte o lesiones;
5) que, por el contrario, se conozca quién o quiénes ejercieron violencia sobre la
persona del o de los ofendidos (que se haya individualizado al interviniente o
intervinientes en la riña que ejercieron violencia física sobre o contra la persona del o
de los ofendidos.
El dolo requerido es el de intervenir en la riña o agresión desplegando violencia.

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Solo los intervinientes en la riña o agresión son punibles y las penas, menos graves
que las correspondientes al homicidio y a las lesiones, dependen de la gravedad del
resultado causado.
La riña sin resultado mortal o lesivo no es un delito. Puede ser una contravención. El
homicidio o lesiones en riña o agresión se consuma con la muerte o lesión de uno de
los corrientes o agredidos.
El delito no admite tentativa por la propia naturaleza súbita de la riña.
Para la Sala II de la Cámara Nacional de Casación Penal señala: “Para que se
configure el delito de homicidio por agresión (art. 95 del C.P.) la acción de los
agresores debe ser el fruto del impulso de la particular decisión exaltada de cada uno,
no pudiendo ser concertada, pre-ordenada, o improvisadamente. Si existió una
verdadera participación criminal, una concertación de voluntades, un actuar conjunto
y un final ordenado; se configura la mentada convergencia y debe descartarse la
figura del art. 95 del CP. La jurisprudencia ha admitido la responsabilidad penal por
homicidio a título de coautor en quien no hubiere asestado la puñalada mortal (CSJN,
L.L. 17-654) y la Suprema Corte de Buenos Aires, ha condenado por homicidio a
quien, a pesar de no haber sido él sino su cómplice quien infirió a la víctima la lesión
mortal, tomó parte en la ejecución del hecho en virtud de un acuerdo previo y en
acción conjunta (Registro Nº 1063, autos "Canevaro, Ignacio R. y otros s/ recurso de
casación", 12/09/96, Causa Nº: 749.
Por su parte –ante distintos supuestos- la Cámara Nacional en lo Criminal y
Correccional sostiene:
1) “…Para que sea aplicable la figura de homicidio en riña (art. 95 del C.P.) resulta
necesaria la presencia de distintas condiciones -desde el plano objetivo-: a) que no
conste quiénes causaron la muerte; b) que la muerte resulte de una riña o agresión;
c) que se haya ejercido violencia sobre la víctima. Si se ha demostrado quien ha sido
el autor de los hechos denunciados, no se da la primera condición indispensable para
la procedencia del tipo legal y por dicha razón, resulta innecesario el estudio de los
demás requisitos. Por tanto, corresponde confirmar la resolución que dispuso el
procesamiento del imputado en orden a los delitos de homicidio simple en concurso
real con el de lesiones leves…” (Autos: “GARCIA, Pedro - 12/06/06 - c. 29.881”, Sala
VI).
2) “…Corresponde encuadrar en la figura de homicidio por agresión, entendida ella
como el acometimiento de varios contra otro u otros limitado o limitados a
defenderse, al hecho que los testigos refirieron como un gran tumulto del cual el
damnificado apareció gravemente herido, luego muerto, sin que exista riña previa
como ataque y defensa de todos los intervinientes…” (Autos: “LUNA, Rafael - 7/06/02
- c. 18.644”, Sala IV).

3.3.3 Diferencias y semejanzas con la participación criminal.


Como señala Ricardo Núñez la riña tipificada en nuestro ordenamiento legal penal
sigue la teoría de la “incertidumbre sobre el autor”, lo cual, de acuerdo a su origen,
implica que en la riña “no hay complicidad”, “… cada uno responde por sus propios
golpes, y si no se alcanza a descubrir quién fue el matador, ninguno es responsable
de homicidio” (citado por el autor, Carrara, Programa, § 1304). No obstante, esa regla
que conducía a la impunidad de los partícipes en la riña con resultado de muerte “…
fue complementada sacándose un argumento, expresado a los fines del resarcimiento
del daño por la ley Ítem Mela § ed si pluses, Digesto, ad legem Aquiliam en cuanto
disponía que si muchos hirieron al siervo y no constare quien lo hizo todos se
obligan”. Esta regla traducida a la figura en cuestión señala que si en una riña hubo
como resultado un homicidio y se ignora quién entre los corrientes fue su autor, todos
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los intervinientes en aquella deben ser sometidos a una pena extraordinaria más
benigna (citado por el autor Carrara, Programa, § 1305…, Núñez pág. 76 y ss.).
(NO ESTÁ EN EL PROGRAMA) - Duelo, diversas figuras: Su origen está en los
bárbaros que lo llevaron hacia Europa, a partir de la caída del Imperio Romano. Se
populariza en pueblos germánicos durante la Edad Media. La prueba de duelo, fue un
remedio para establecer la verdad y castigar el falso testimonio y se basaba en la
creencia de que Dios protegía al que se expresaba con verdad. Fue castigado por el
Concilio de Trento de 1562, luego de intentar se inútilmente el abandono de su
práctica, por reglamentaciones de reyes y de la propia Iglesia. A partir de dicho
Concilio perdió el carácter oficial y procesal. Históricamente, las legislaciones adoptan
3 actitudes diferentes: declararlo impune, conformar una figura especial con escalas
penales atenuadas respecto al homicidio y lesiones; o no diferenciar el hecho de las
lesiones y homicidio por su modo e realización. En nuestra historia se reflejan esas 3
actitudes: El Proyecto Tejedor lo regulaba como delito especial y atenuado, el
Proyecto de 1891, lo declara impune. La regulación vigente deriva del Proyecto de
1906: Art. 97 "Los que se batieren en duelo, con la intervención de 2 o más padrinos,
mayores de edad, que elijan las armas y arreglen las demás condiciones del desafío,
serán reprimidos: 1° Con prisión de 1 a 6 meses, al que no infiriere lesión a su
adversario o sólo le causare una lesión de las determinadas en el Art. 89; 2° Con
prisión de 1 a 4 años, al que causare la muerte de su adversario o le infiriere lesión de
las determinadas en los Art. 90 y 91."
Duelo: combate singular con previa determinación de las circunstancias en que ha de
realizarse y por motivos de honor. Es un delito de excepción, ya se acuerda un cierto
privilegio a quienes maten o lesionen a otro en esas circunstancias.
El duelo de este Art. se denomina duelo regular y consiste en un combate singular y
con armas, en condiciones de igualdad preestablecidas por 3° y determinado por
motivos de honor. Bien jurídico protegido: la ubicación sistemática del delito muestra
que el fundamento de la punibilidad está en el peligro que entraña para las personas.
Este delito es un delito doble cual es necesario que dos individuos tengan calidad de
autores, al momento del combate, sin perjuicio de la eventual impunidad de los
duelistas. Es un caso de codelincuencia, requiriéndose la coincidencia subjetiva, que
debe abarcar el móvil.
La lucha entre más de dos personas, es riña y no duelo. Para que exista el duelo,
basta el enfrentamiento armado con acometimiento, aunque éste sea unilateral.
Los sujetos activos son aquellos que se baten a duelo (duelistas).
El pasivo es el adversario, ya que si resulta lesionada otra persona (un padrino) la
conducta debe ser calificada como homicidio o lesiones.
La tentativa es posible para Núñez y Fontán Balestra, porque admiten que el delito se
consume al comienzo del combate. El duelo es un combate con armas y en nuestro
Derecho no exige que las armas sean mortíferas. Para que el duelo sea regular, es
importante es que las armas sean iguales. Las condiciones del lance, la elección de
las armas, la determinación del lugar y tiempo deben ser predeterminadas con
relación al combate en sí.
Es necesario que intervengan terceros mayores de edad en la fijación de las
condiciones y que sea un desafío personal e inmediatamente aceptado y realizado. La
acción típica es batirse a duelo. El duelo regular es punible por sí mismo, con
independencia de que produzca los resultados de muerte o lesiones.
La consumación del delito está dada en el momento de la iniciación de la lucha, que
es el momento en el que se crea el peligro para las personas, motivo de la
incriminación. La acción de batirse reclama el dolo directo, pero en cuanto a los
resultados lesivos de muerte o lesiones puede el dolo ser directo o eventual. No será
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duelo el combate que esté determinado por motivos que no sean de honor. Si bien no
es un elemento que la ley exija, la doctrina unánimemente lo incluye, como una
exigencia histórica, propia de la tradición caballeresca y como resultado de la
interpretación a contrario del arto 100 del CP., que penaliza el desafío el dar causa a
él, persiguiendo un interés pecuniario o inmoral.
Art. 98 "Los que se batieren, sin la intervención de padrinos, mayores de edad, que
elijan las armas y arreglen las demás condiciones del desafío, serán reprimidos: 1º.-
el que matare a su adversario, con la pena señalada para el homicidio; 2º. el que
causare lesiones, con la pena señalada para el autor de lesiones; 3º. el que no
causare lesiones, con prisión de 1 mes a 1 año". En este Art. se regula el duelo
irregular. Este duelo se caracteriza por realizarse sin intervención de padrinos
mayores de edad o con la intervención de padrinos que no posean la edad legal.
Deben concurrir las exigencias del duelo regular. La participación se rige por las
reglas comunes, pero en relación con el duelo, no los resultados producidos. El Art.
contiene una remisión a los fines de la pena, a las lesiones y al homicidio, y por tanto
a los autores, coautores o partícipes no les alcanzan las agravantes ni las atenuantes
correspondientes a las estructuras delictivas, sino solo las penas previstas por las
figuras básicas.
Art. 99 "El que instigare a otro a provocar o a aceptar un duelo y el que desacreditare
a otro por no desafiar o por rehusar un desafío, serán reprimidos: 1º.- Con multa de
$15000, si el duelo no se realizare o si realizándose, no se produjere muerte ni
lesiones o sólo lesiones de las comprendidas en el arto 89; 2º.- Con prisión de 1 a 4
años, si se causare muerte o lesiones de las mencionadas en los arts. 90 y 91".
a) El sujeto activo de la instigación puede ser cualquier persona, ajena a los posibles
duelistas. La acción típica es determinar a provocar o aceptar batirse duelo a quien no
está determinado. Esta instigación se trata de simplemente de una incitación dolosa,
que incluso puede resultar ineficaz, es decir, que el duelo no produzca.
El artículo alcanza a los dos tipos de duelo, regular e irregular y el instigado ser
cualquier persona. No se trata de un reto a duelo a otro o de una aceptación a un
duelo. La instigación a provocar o aceptar un duelo debe ser una verdadera incitación
dolosamente dirigida. No ha de perseguir la incitación un interés pecuniario.
b) La desacreditación pública por no desafiar o por rehusar un desafío se denomina
coacción moral al duelo o vilipendio por causa caballeresca. La acción típica es
desacreditar públicamente a otro por no desafiar o por rehusar un desafío. Configura
una injuria por descrédito (art. 110 del CP.) caracterizada por la publicidad de la
ofensa. Es un delito de peligro concreto, y no alcanza la amenaza del descrédito, sino
que requiere haber proferido la injuria. Sujeto activo puede ser cualquier persona, un
tercero como el desafiante cuyo desafío se ha rehusado o el ofensor que cuenta ser
desafiado.
Art. 100 "El que provocare o diere causa a un desafío, proponiéndose un interés
pecuniario, u otro objeto inmoral, será reprimido:
1º Con prisión de 1 a 4 años, si el duelo no se verificare o si efectuándose, no
resultare muerte ni lesiones;
2º Con reclusión o prisión de 3 a 10 años, si el duelo se realizare y resultaren
lesiones: 3º Con reclusión o prisión de 10 a 25 años, si se produjere la muerte". Este
delito se caracteriza subjetivamente por el móvil que ha de ser un interés pecuniario
o inmoral. La acción típica es provocar directamente un desafío o dar causa (hacerlo
indirectamente) para que se produzca un desafío. Autor puede ser tanto el que incita
o desafía como el que se hace desafiar o hace desafiar a un tercero.
El interés pecuniario es toda ventaja en dinero o que sea traducible económicamente.
Objeto inmoral es todo cálculo despreciable a cuyo servicio se pone el duelo, por ej.,
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el propósito del amante de eliminar al marido de la mujer. Todo interés pecuniario es


para la ley un objeto inmoral, pero no necesariamente así a la inversa, pues puede
perseguirse un objeto inmoral que no tenga contenido económico.
Art. 101 "El combatiente que faltare, en daño de su adversario, a las condiciones
ajustadas por los padrinos, será reprimido: 1º.- con reclusión o prisión de 3 a 10 años,
si causare lesiones a su adversario; 2º. – con reclusión o prisión de 10 a 25 años, si le
causare la muerte" Esta figura es otro supuesto de duelo irregular. El Art. recepta y
castiga el obrar desleal de uno o ambos duelistas, en perjuicio del otro. Es una
violación dolosa de las reglas pactadas por los padrinos, cuya ejecución causa alguno
de los resultados previstos por la ley. Es necesario que exista relación causal entre la
conducta desleal del duelista y el daño. La deslealtad penalizada puede provenir de
un acontecimiento premeditado, anterior al duelo o producirse durante el combate. La
conducta es dolosa y debe descartarse la posibilidad de dolo eventual.
Art. 102. "Los padrinos de un duelo que usaren cualquier género de alevosía en la
ejecución del mismo, serán reprimidos con las penas señaladas en el Art. anterior,
según fueren las consecuencias que resultaren". Se penaliza la actuación de los
padrinos, generalmente exentos de pena (arts. 97 y 98). Sujetos activos sólo pueden
ser los padrinos del combate. La norma refiere a un duelo regular, en el que los
padrinos emplean alevosía en la ejecución. La infracción se comunica a quienes
conocen esta violación de las reglas del duelo y actúan en consecuencia. La ley exige,
además, que se produzcan algunos de los resultados del arto 101. El delito se
consuma cuando se ocasiona un daño o la muerte a alguno de los adversarios o a
ambos. Subjetivamente el o los padrinos deben actuar dolosamente, con dolo directo.
Art. 103 "Cuando los padrinos concertaren un duelo a muerte o en condiciones tales
que de ellas debiere resultar la muerte, serán reprimidos con reclusión o prisión de 1
a 4 años, si se verificare la muerte de alguno de los combatientes. Si no se verificare
la muerte de alguno de ellos, la pena será de multa de $750 a $30.000".
Aquí la punibilidad no depende de la verificación de los resultados previstos en la ley,
sino de la realización del acto mortal en sí mismo, aunque no se lleve a cabo el duelo.
Se trata de un duelo regular que se toma irregular sólo para los padrinos que han
celebrado un acuerdo o han arreglado el duelo de manera que su realización derive
en la muerte de uno o ambos duelistas. La acción típica es acordar el duelo a muerte
o en condiciones tales lleven a la muerte. Es un delito de peligro. La verificación de la
muerte del adversario hace variar la penalidad. Las condiciones de un duelo a muerte
deben inferirse, a falta de pacto expreso de las circunstancias de tiempo, lugar y
modo. El sujeto activo sólo puede ser el padrino del duelo. Sujeto pasivo son los
combatientes.

4. DELITOS CONTRA LAS PERSONAS (CONTINUACIÓN) DELITOS DE PELIGRO


CONTRA LA VIDA E INTEGRIDAD PERSONAL.
4.1 Abuso de armas Bien jurídico protegido. Sistematización.
Disparo de arma de fuego. Estructura del delito. Subsidiariedad. Agravante,
  4.1.1
atenuantes, (Ley 24.193 y 23.592).
Agresión simple con toda arma. Estructura del delito. Agravante y
  4.1.2
atenuantes.
4.2 Abandono de personas. Bien jurídico Protegido. Sistematización.
  4.2.1 Colocación en situación de desamparo. Estructura del delito.
  4.2.2 Abandono a su suerte. Estructura del tipo penal. Agravantes de ambos tipos.
4.3 Omisión de auxilio.
  4.3.1 Concepto.
  4.3.2 Estructura del tipo penal.
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4.1. ABUSO DE ARMAS BIEN JURÍDICO PROTEGIDO. SISTEMATIZACIÓN.


El art. 104 castiga bajo el título de abuso de armas, el disparo de arma de fuego y la
agresión con arma. Son delitos cuya incriminación atiende al peligro real que implican
para la seguridad de las personas.
Art. 104. Será reprimido con uno a tres años de prisión, el que dispare un arma de
fuego contra una persona sin herirla. Esta pena se aplicará, aunque se causare herida
a que corresponda pena menor, siempre que el hecho no importe un delito más
grave. Será reprimida con prisión de quince días a seis meses, la agresión con toda
arma, aunque no se causare herida.
Este Artículo contempla el disparo de arma de fuego (párrafo 1) y agresión con arma
(párrafo 3). La agresión (acometimiento que se realiza sobre una persona, generando
para ella una situación de peligro) es la figura genérica de este artículo que
experimenta alteraciones según varíen sus elementos. La figura genérica es la del 3er
párrafo y la del 1º es una agresión calificada por el medio empleado. El bien jurídico
protegido es la seguridad personal. Ambas figuras son de peligro concreto y de
actividad. La consumación se produce con la acción material que el tipo describe.
4.1.1. Disparo de arma de fuego. Estructura del delito. Subsidiariedad.
Agravante, atenuantes, (Ley 24.193 y ley 23.592).
Conducta: disparar un arma de fuego contra una persona sin herirla, o que le cause
herida a la que corresponda pena menor, siempre que el hecho no importe un delito
más grave.
El bien jurídico que se intenta proteger en este caso es el peligro “real” (no abstracto)
que implica para la seguridad de las personas el desplegar estas conductas.
(Nuñez) - “Arma de fuego” es un arma de disparo, pero no toda arma de disparo es
un arma de fuego. Arma de disparo es la que puede lanzar proyectiles, llamas o
gases. De fuego es la que dispara proyectiles en virtud de un mecanismo de
explosión. Existen otros tipos de armas que disparan elementos pero que no
responden a este mecanismo (Ej. lanzallamas, aire comprimido, ballesta, arco y
flecha, otros.).
La intención del sujeto activo, el autor debe disparar el arma, debe hacer que el arma
despida el proyectil mediante el mecanismo pertinente. No basta accionar este
mecanismo sin éxito.
El arma debe ser disparada contra una persona. El proyectil ha ido en dirección de
una o varias personas determinadas o indeterminadas creando un peligro real y
concreto para ellas. No es suficiente que el disparo vaya fortuitamente hacia una
persona o que por mera culpa del autor suceda esto.
El disparo de arma de fuego es un delito de peligro, subsidiario de cualquier otro
delito más severamente penado que de él resulte. Si el disparo solo es el medio
causante o un componente de un delito más grave, la calificación y la pena serán las
propias de este delito.
Subsidiariedad:
a) objetiva. El tipo del disparo de arma puede ser absorbido por su propio efecto
sobre su víctima (Ej. en caso de lesiones graves o gravísimas o de un homicidio).
También puede ser absorbido por otro delito que lo contenga como elemento, ejemplo
un disparo que es abarcado por un hecho de robo con uso de arma de fuego.
b) subjetiva. La subsidiaridad funciona cuando, a falta de consumación de un delito
más grave, la intención del autor transforma el hecho en una tentativa de delito más
severamente penada que el disparo (ej. tentativa de homicidio). No obstante, la

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intención de matar no puede deducirse del solo disparo, sino que debe resultar de
circunstancias subjetivas (que rodean al actor) y objetivas –que rodean el hecho.
La figura es un delito formal que se consuma con el propio disparo. Los actos
ejecutivos del propósito de disparar el arma sin lograrlo, constituyen una tentativa.

Requiere que se dispare un arma de fuego, es decir, que se accione su mecanismo y


salga despedido el proyectil.
Arma: es todo instrumento que aumenta el poder ofensivo de la persona.
Para que se dé el tipo es necesario que el sujeto activo utilice el arma como tal. Están
excluidas para esta figura, las armas que no sean de fuego.
Es arma de fuego toda la que dispara proyectiles por medio de un mecanismo basado
en la ignición de sustancias que producen gases que los impulsan. No es arma de
fuego la que arroja proyectiles por medios impulsores mecánicos (ballesta). Tampoco
los rifles de aire comprimido porque la compresión de gases no se produce por
ignición sino mecánicamente.
En el tipo subjetivo, el dolo del delito presupone el conocimiento del carácter del
arma y la voluntad de dirigir el disparo contra la persona de la víctima. El tipo es
compatible con el dolo eventual.
El delito se consuma al efectuarse el disparo y salir el proyectil en dirección a la
víctima. Para algunos autores admite tentativa y para otros no.
Según Donna, si el disparo, una vez efectuado, no se dirige a una persona, por una
causa externa al agente se está igualmente ante un delito consumado pues el peligro
se ha creado igualmente hacia el bien jurídico.
El tipo penal tiene una función absorbente de los daños que se castigan con penas
menores y una función subsidiaria respecto de los delitos más graves perpetrados con
la misma conducta de disparar un arma de fuego.
Veamos cómo es utilizada la figura prevista en el art. 104 del CP en un caso concreto
(“disparo un arma de fuego contra una persona sin herirla”). A tales fines se extrae
parte de la sentencia nro. 41, del 12 de octubre de 2005, dictada autos caratulados:
"GAUNA CLAUDIO ALEJANDRO p.s.a. de HOMICIDIO SIMPLE EN GRADO DE TENTATIVA"
(Expte. Letra "G", N° 05/05), por la Sala Unipersonal N° 2 de la Excma. Cámara de
competencia múltiple de la Novena Circunscripción Judicial con asiento en la ciudad
de Deán Funes. En esta sentencia (cuyo texto completo se incorpora en carpeta de
“Fallos y dictámenes Unidad 4”), se delimita el elemento subjetivo de la figura,
contraponiéndolo al que requiere la figura de homicidio (en grado de tentativa).
Hechos y calificación legal: “Mérito de la Causa: (existencia del hecho y autoría): El
examen de los elementos de prueba precedentemente enunciados me permite
adelantar que el hecho tuvo existencia histórica y que el acusado fue su autor, con la
salvedad que no medió intención homicida, ni que las pequeñas lesiones que presentó
la víctima hayan sido consecuencia de los disparos de arma de fuego. En efecto, la
plena acreditación del hecho y la participación del imputado Gauna no ofrecen
mayores dificultades probatorias, toda vez que contamos con los firmes dichos de los
jóvenes agredidos, Erika Aliendo y José Santi quienes brindaron un pormenorizado
relato del suceso cuya autoría adjudican a Gauna. Bien se puede inferir de estos dos
testimonios que el imputado, ex novio de la joven Aliendo, movido por el rencor y
despecho en razón de que ésta había entablado nuevas relaciones sentimentales con
Santi, y en ocasión en que ambos se encontraban sentados en la puerta de la
vivienda de la novia se acercó hasta una distancia entre los dos y tres metros y
extrajo un revólver calibre 38 con el que efectúo primero dos disparos de arriba hacia

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abajo que pasaron a escasa distancia de los jóvenes, sin dar en el blanco,
incrustándose en la pared de la vivienda, a la altura del zócalo, según muestras las
fotografías de fs. 68, 70 y 71 para luego efectuar dos disparos más hacia la casa en
donde se había refugiado Erika, los que también terminaron uno en la pared a la
altura de la chapa que individualizaba el número de la casa (ver fs. 73) y el otro en el
marco de la puerta de entrada (ver fotografías de fs. 74/75), para finalmente un
quinto disparo dirigirlo hacia el joven Santi cuando escapaba del lugar intentando
ponerse a resguardo (Ver fotografía de fs.77). Cuadra destacar por cuanto se trata de
una cuestión fáctica que la finalidad de matar que le atribuye el documento
acusatorio se desvanece al examinar las circunstancias objetivas que rodearon la
balacera. La corta distancia hacia las víctimas en que se colocó el agresor, entre dos y
tres metros, para efectuar los dos primeros disparos, plantea el siguiente
interrogante: ¿Por qué razón no dio en el blanco?, si efectivamente el tirador se ubicó
en la posición que da cuenta la fotografía de fs. 69, vale decir, bien parado, frente a
las víctimas, las que conformaban un blanco fijo. La respuesta al interrogante
planteado, conduce a mi modo de ver a sostener la falta de intención de matar en la
actividad final del acusado. Abonan esta tesis, las declaraciones de los testigos Luis
Alfredo Gariglio, policía, quién confeccionó el Acta de Inspección Ocular de fs. 3 y el
Croquis de fs. 4, y de su colega Carlos Andrés Soria, especialista de la sección Huellas
y Rastros, quién tomó las fotografías agregadas a la causa e incorporadas al debate,
los que fueron contestes en afirmar que por las comprobaciones efectuadas en el
lugar del hecho (ubicación del tirador respecto a las víctimas, y huellas dejadas por
los disparos), resultaba evidente que no quiso dar en el blanco, ya que era más difícil
errar que acertar. En igual sentido declaró el joven Santi. Finalmente resta considerar
si las pequeñas lesiones que presentó la víctima Erika Marisel Aliendo (de piel en
hombre izquierdo y tercio antero superior de brazo izquierdo) según el certificado
médico obrante a fs. 9 puede atribuirse a uno de los disparos de arma de fuego
efectuado por Gauna como lo sostiene la acusación. La prueba aportada para resolver
esta circunstancia fáctica resulta de una insuficiencia patente, deficiencia probatoria
que me impide compartir la postura del señor Fiscal de Cámara. Ni del certificado
enunciado, ni del testimonio del médico que lo emitió, Pablo Semeniuk, se puede
inferir que dichas lesiones sean compatibles con las producidas por el proyectil
disparado por un arma de fuego, en este caso de un revolver de grueso calibre (38),
cuya aptitud para su uso específico no se ha sido puesta en tela de juicio por cuanto
la pericia balística de fs.86/89 disipa toda duda al respecto. Sin embargo sobre la
naturaleza del elemento empleado para producir la lesión, peligro de vida,
inhabilitación para el trabajo, tiempo de curación otros., circunstancias que de rigor
deben investigarse con el aporte de la medicina legal, nada se ha dicho en la causa,
por el contrario el Dr. Semeniuk se limitó a consignar sólo la presencia de una "herida
de piel en hombro izquierdo" y en brazo del mismo lado, refiriendo al tiempo de
prestar declaración que dado el tiempo transcurrido no podía afirmar si era de arma
de fuego (ver fs. 90), que se trataba de una herida superficial, sin trascendencia (ver
fs. 253 vta.). Como corolario de todo lo expuesto tengo por acreditado el siguiente
HECHO: En la medianoche del diez de enero de dos mil cinco, el prevenido Claudio
Alejandro Gauna munido de un revólver calibre 38, marca "Taurus", cargado con seis
proyectiles aptos para su uso específico que ocultaba entre su ropa, se apersonó
hasta el frente de la vivienda sita en calle Hipólito Irigoyen N° 692 de la localidad de
San José de la Dormida (Depto. Tulumba, Pcia. de Córdoba), en donde se encontraba
su ex novia Erika Aliendo sentada en la verja junto a su actual novio José Augusto
Santi. Movido por el rencor y el despecho hacia la nueva pareja y tras acercarse hasta
el cordón de la vereda ubicándose de frente a los nombrados a una distancia
aproximada entre dos y tres metros, extrajo el arma que portaba y apuntando hacia
los jóvenes efectúo dos disparos de arriba hacia abajo que pasaron a escasa
distancia, sin dar en el blanco, incrustándose en la pared de la vivienda, a la altura del

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zócalo, para luego efectuar dos disparos más hacia la casa en donde se había
refugiado Erika, los que también terminaron uno en la pared a la altura de la chapa
que individualizada el número de la casa y el otro en el marco de la puerta de entrada
para finalmente un quinto disparo dirigirlo hacia el joven Santi cuando escapaba del
lugar intentando ponerse a resguardo sin herirlo. Vale decir que el hecho acreditado
resulta sustancialmente coincidente con el contenido en la pieza acusatoria originaria,
con exclusión de la intención homicida allí contenida y de las lesiones leves que
presentaba la joven Aliendo, que no pueden atribuirse con certeza al accionar del
acusado. En consecuencia, dejo así fijado el suceso acreditado (CPP art. 408 inc. 3) y
contestada la primera cuestión planteada. A LA SEGUNDA CUESTION PLANTEADA DOY
LA SIGUIENTE RESPUESTA: Conforme a las circunstancias fácticas fijadas al resolver la
cuestión precedente, la intención homicida por parte del imputado ha sido
descartada. Para mayor fundamento acerca de la condición subjetiva de la tentativa
de homicidio, me remito a mi voto en la causa "Caamaño" (Sent. N° 3 del 22/12/92) y
en igual sentido a la causa "Barrera" (Sent. Crim. N° 6 del 21/03/02, Sala Unipersonal
N° 1) ambos de este tribunal, pronunciamientos en donde se adhiere a la doctrina que
sólo admite dolo directo en la tentativa (Núñez y Fontán Balestra). Sin embargo, no
puedo desconocer que hoy, parte de importante doctrina considera que el dolo de la
tentativa no se diferencia del dolo del delito consumado, vale decir que, si para la
consumación es suficiente con el dolo eventual, también será suficiente para la
tentativa (Conf. Bacigalupo, Lineamientos de la Teoría del Delito, 3er. Ed. Hammurabi,
pags.154/155). Desde este último punto de vista, en el sub judice no podemos afirmar
que el acusado Gauna se haya representado como posible o probable la realización
del tipo de homicidio, precisamente por todas aquellas circunstancias que rodearon el
iter criminis. En efecto, si pese al alto poder de fuego del arma empleada; a la escasa
distancia en que efectúo los disparos y a la trayectoria de los mismos, no dio en el
blanco, resulta evidente que no medio propósito homicida, máxime cuando ningún
obstáculo ajeno a su voluntad le impedía su consumación. Como corolario de todo lo
expuesto la conducta del encartado Gauna configura el delito de Abuso de Armas
reiterado (dos hechos) en los términos del art. 104 primer párrafo del C.P. que
reprime al que disparare un arma de fuego contra una persona sin herirla. Que en la
emergencia ha mediado concurso real (C.P. art. 55) por cuanto primero dirige su arma
y dispara en contra de la pareja de novios, lo cual configura un hecho, y luego al huir
del lugar el joven Santi, le apunta y efectúa el último disparo, por ello es que se
configuran dos hechos independientes, que se concursan materialmente. Dejo así
respondida la segunda cuestión planteada…”.

4.1.2 Agresión simple con toda arma. Estructura del delito. Agravante y
atenuantes.
Art. 104… Será reprimida con prisión de quince días a seis meses, la agresión con
toda arma, aunque no se causare herida.
Art. 105. Si concurriera alguna de las circunstancias previstas en los artículos 80 y 81
inciso 1, letra a), la pena se aumentará o disminuirá en un tercio respectivamente.
En este caso se castiga toda agresión con arma, aunque no se cause herida. Al
igual que la figura anterior, se trata de un delito formal y de peligro, que se consuma
con la agresión misma, y que se excluye por resultado que cause lesión o su
tentativa.
(Nuñez) – agrede con arma no solo el que inviste con ella a otra persona, sino también
el que, sin investirla, utiliza contra ella el arma (ej. le lanza el arma). Solo en este
sentido se puede decir que la agresión con arma es un acometimiento con ella. El
ataque a golpes de puño no es una agresión punible como tampoco la agresión verbal
y el ademán de usar arma o su exhibición.
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Armas son tanto las propias como las impropias. Son “propias” los instrumentos
destinados para el ataque o la defensa. Son “impropias” los instrumentos susceptibles
de aumentar el poder ofensivo por el uso que se le dé (básicamente, cualquier
elemento). Se requiere que el elemento posea alguna capacidad ofensiva.
Es un delito formal y de peligro. Subjetivamente es un delito intencional, incompatible
con la culpa y el dolo eventual.

Agresión con armas (párrafo 3): Consiste en atacar a otro empleando un arma, de
modo que coloque peligro la incolumidad física del agredido. Se admite cualquier
arma, propia o impropia, siempre que las de fuego no sean empleadas como tales. Es
un delito de peligro concreto y doloso, incompatible con el dolo eventual.
El dolo consiste en el conocimiento del carácter del arma o de que se utiliza como
arma el instrumento que no es tal y en la voluntad de acometer a la víctima para
dañar su cuerpo de alguna manera.
El dolo directo excluye el dolo de agresión para dar paso al dolo directo de las
particulares tentativas de homicidio o lesiones.
Art. 105 "Si concurriera alguna de las circunstancias previstas en los arts. 80 y 81
inc.1 a), la pena se aumentará o disminuirá en 1/3 respectivamente".
Si concurre alguna de las circunstancias del Art. 80 las penas aumentarán en un 1/3
en sus mínimos y máximos. La escala entonces será de 1 año a 4 años de prisión en
el caso de abuso con arma de fuego y de 20 días a 8 meses en el caso de agresión
con cualquier arma.
Si concurre la circunstancia prevista en el Art. 81, inc.1a) (emoción violenta), las
penas disminuirán en 1/3. Así la escala penal para el abuso de armas será de 8 meses
a 2 años de prisión y la de agresión con toda arma de 10 días a 4 meses de prisión.

4.2. ABANDONO DE PERSONAS. BIEN JURÍDICO PROTEGIDO.


SISTEMATIZACIÓN.

Art. 106 - "El que pusiere en peligro la vida o la salud de otro, sea colocándolo en
situación de desamparo, sea abandonando a su suerte a una persona incapaz de
valerse y a la que deba mantener o cuidar o a la que el mismo autor haya
incapacitado, será reprimido con prisión de 2 a 6 años. La pena será de reclusión o
prisión de 3 a 10 años, si a consecuencia del abandono resultare grave daño en el
cuerpo o en la salud de la víctima. Si ocurriere la muerte, la pena será de 5 a 15 años
de reclusión o prisión".
(Nuñez) – comprende tres delitos sustanciales diferentes:
LA EXPOSICION AL PELIGRO DE UNA PERSONA, COLOCANDOLA EN SITUACION DE
DESAMPARO
LA EXPOSICION A PELIGRO DE ABANDONO A SU SUERTE DE UNA PERSONA INCAPAZ
DE VALERSE Y A LA QUE DEBA MANTENER O CUIDAR O A LA QUE EL MISMO AUTOR
HAYA INCAPACITADO
LA OMISIÓN DE AUXILIO

Todos son delitos de peligro para la seguridad personal de los individuos y el segundo
implica una violación de un deber de asistencia del autor a la víctima. La acción
resulta creadora de un peligro para la integridad física de la persona.
Abandono de personas, causas de agravación. Omisión de auxilio: El Cap. VI
contiene delitos de peligro para la vida o salud y cuyo sujeto pasivo es siempre la
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persona física. Solo se tipifica entonces el abandono de persona en el sentido de


colocación en riesgo de vida o salud. Las figuras previstas son activas y omisivas,
propias e impropias.
El delito consiste en poner en peligro la vida o la salud del sujeto pasivo mediante el
abandono o la colocación en situación de desamparo. No alcanza el mero abandono.
Se agravan los 3 casos previstos si se produce grave daño en el cuerpo o en la salud
de la víctima y aún más si se causa la muerte.

Bien Jurídico Protegido: es la vida y la integridad física (cuerpo y salud). Son figuras
de peligro, pues para que el delito exista es suficiente con la posibilidad del peligro,
sin necesidad de que el mismo se concrete.
Figura Básica: El delito contemplado es denominado tradicionalmente “abandono de
personas” y prevé dos formas de comisión: “el desamparo” y “el abandono”.
Desamparo y abandono, genéricamente consisten en privar a una persona de los
cuidados, asistencia o protección que ella requiere para que no corra peligro su vida o
su salud.
El delito se puede consumar: a) Colocando en situación de desamparo. b)
Abandonando a su suerte.
Ambos casos tienen un requisito común: que esas conductas “pongan en peligro la
vida o la salud” de la víctima.
Si no existe este peligro, no se configura el delito. Si el daño se concreta, la figura se
agrava (párrafos 2º y 3º).
Respecto a la consumación y tentativa, Creus dice: “el delito no se consuma con la
acción de abandonar o la de colocar en situación de desamparo, sino cuando ellas
concretamente han suscitado una situación de peligro para la vida o la salud de la
víctima. Si no se puede afirmar que ésta efectivamente corrió el peligro, la adopción
de esas conductas con la finalidad de lograr ese resultado queda como tentativa del
delito, ya que constituyen actos ejecutivos de él”. En contra de ésta postura está
Soler.

4.2.1 Colocación en situación de desamparo. Estructura del delito.


La primera parte del primer párrafo del art. 106 sanciona al que pusiese en peligro la
vida y la salud de otro colocándolo en situación de desamparo.
Sujeto Activo: puede ser cualquiera; no se requiere que tenga la obligación de
mantener o de cuidar a la víctima.
Sujeto Pasivo: puede ser cualquiera; no se requiere que sea incapaz.
La conducta típica consiste en “poner en peligro la vida o la salud de otra persona”
mediante su colocación en una situación de desamparo. El autor crea la situación de
desamparo y coloca (pone) en ella a la víctima. Generalmente, se trata de casos en
donde se traslada a la víctima de un lugar donde está protegida a otro donde está
desamparada. Por ejemplo: un guía lleva a una persona a la selva y la deja allí, sin
armas ni alimentos y sin posibilidad de retornar a la civilización.
Modalidades: el autor coloca a la víctima en esa situación, si por su encierro,
aislamiento o abandono, la priva de la posibilidad de proporcionarse la asistencia
física que necesita de acuerdo con su condición o de que otro se la proporcione,
creando así un peligro para su vida o su salud.

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El desamparo requiere dolo (admite dolo eventual), es decir, conciencia y voluntad de


abandonar. Es un delito de peligro concreto, y admite tentativa.
Colocación en situación de desamparo: la acción típica es "colocar a otro, por
cualquier medio, en situación de desamparo, de la que resulte peligro para la vida o
la salud.". Esto se da cuando se lo priva de la posibilidad de la ayuda o asistencia que
requiere o se rodea a la víctima de circunstancias tales que impiden que solicite
auxilio que su estado exige. Solo admite el dolo que comprende el conocimiento de la
situación en que se encuentra la víctima y en la que queda y del peligro que correrá
su vida y su salud.

4.2.2 Abandono a su suerte. Estructura del tipo penal. Agravantes de ambos


tipos.
(Nuñez) - Este delito puede cometerse de dos formas.
Exposición a Abandono a su suerte a una persona incapaz de valerse a la que
peligro por el autor debe mantener o cuidar
abandono de una Abandono a su suerte a una persona incapacitada por el propio
persona a su autor
suerte

Abandono a su suerte a una persona incapaz de valerse a la que el autor debe


mantener o cuidar: solo pueden ser sujetos activos y pasivos del delito personas
vinculadas por un deber jurídico (no solamente moral) de mantenerla o cuidarla,
derivado directamente de la ley (deber de los padres del menor con respecto a sus
hijos), o de una convención (por ejemplo el guía de montaña), o de una conducta
precedente del autor que lo obliga a garantizar la incolumidad personal de la
víctima(autor que genera un peligro que luego debe neutralizar).
El sujeto pasivo –cualquiera de los mencionados- debe ser incapaz de valerse, no
puede gestionar o proveer a su propia manutención o cuidado por su menor edad,
enfermedad, senectud, alcoholismo, drogadicción u otra causa. Puede ser ajena a la
condición física de la persona y deberse a otras circunstancias siendo ejemplo el que
tiene la incapacidad de no saber nadar.
El abandono se logra tomando distancia (se desentiende de su manutención o
cuidado del incapaz) de la víctima, o manteniéndola, pero sin prestar ayuda o sin
desarrollar la conducta que el sujeto activo debería desplegar. No se configura el
hecho si el sujeto pasivo puede valerse por sí mismo, o si terceros pueden auxiliarlo o
ayudarlo (su vida no corrió peligro).
El delito es de peligro y no de simple conducta, es doloso y se consuma con la
efectiva producción del peligro. Se requiere dolo, admite el eventual, y la tentativa.
Abandono de persona incapaz de valerse: Sólo puede ser sujeto activo quien está
obligado a prestar los auxilios necesarios por un deber jurídico preexistente, que
provenga de la ley (deber de asistencia de los parientes); convención (obligación de
los médicos que tome su cargo la atención del paciente); o de una conducta
precedente.
El sujeto activo está en una posición de garante. La exposición al peligro por medio de
abandono, sólo puede recaer sobre persona que no sea capaz de obtener los auxilios
necesarios por sí misma.
Se considera abandonada a la víctima cuando se la deja privada de los cuidados que
le son debidos e imprescindibles para mantener su vida o salud. El sujeto activo debe
tener la efectiva posibilidad de realizar la conducta debida. Se requiere, además, el
nexo de evitación, que se determina comprobando que, con la hipotética realización
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de la conducta debida, el resultado se evita. Desde el punto de vista subjetivo, el


sujeto activo debe tener el dolo directo de abstenerse de la conducta debida y
conocer posición de garante que ocupa y las características exigidas respecto del
sujeto pasivo.
Abandono a su suerte a una persona incapacitada por el propio autor: El sujeto activo
o pasivo de este delito puede ser cualquiera. Lo caracteriza la situación de la víctima
(el propio autor la ha incapacitado). El autor incurre en este delito si, después de
haber incapacitado a otro, se desentiende de su asistencia de una manera que, con
arreglo a la incapacidad sufrida por la víctima y a las circunstancias del caso, crea un
peligro para la vida o la salud de ella.
El acto del agente debe haber incapacitado a la víctima, que no puede esperar el
oportuno auxilio de terceros para salvar por sí el peligro que la amenaza a raíz del
abandono del autor. El mal esperable puede consistir en el agravamiento del
producido por el autor o la víctima o en otro mal distinto.
El acto del agente puede ser un acto penalmente inocente (incapacidad derivada de
intervención quirúrgica) o un acto delictivo culposo (incapacidad ocasionada
culposamente por el automovilista a la víctima del accidente de tránsito), en este
caso el acto culposo concurre en forma real con el abandono.
Si a raíz del acto culposo la víctima perdió la vida entonces queda excluida la
posibilidad del delito de abandono.
Si el acto causante de la incapacidad es un acto delictivo y doloso (lesión) este acto
concurre materialmente con el abandono, si a la conciencia del autor se le ha
presentado en forma clara la posibilidad de un daño extraño causado por él a la
víctima.
Abandono de persona que el mismo autor haya incapacitado: Su fundamento reside
en la necesidad de penalizar las conductas de quienes se alejan luego de producir un
accidente, dejando sin socorro al lesionado. Se trata de un delito especial de autor:
sólo puede serlo el autor, quien haya incapacitado a la víctima. La incapacidad puede
tener origen en una conducta anterior, inocente, culposa y dolosa.

Agravantes: Párrafos 2° y 3° Art. 106. El daño en el cuerpo o en la salud o su muerte


deben resultar directamente del abandono, no de la conducta precedente del autor.
Los graves daños deben ser entendidos en el sentido de las lesiones de los arts. 90 y
91 del CP. Las lesiones leves quedan absorbidas por la figura básica.
Art. 107 "El máximum y el mínimum de las penas establecidas en el artículo
precedente, serán aumentados en 1/3 cuando el delito fuere cometido por los padres
contra sus hijos y por éstos contra aquéllos, o por el cónyuge". Se agravan las penas
para los casos de delitos cometidos entre padres e hijos o por el cónyuge. Es
necesario el conocimiento, por parte del sujeto activo, de la relación vincular que lo
une a la víctima, pues el error sobre la existencia del vínculo deja el caso en la figura
básica. Como la ley no habla de ascendientes y descendientes, muchos consideran
que es aplicable al vínculo por adopción.
Como vemos en los párrafos 2º y 3º, el delito se agrava por el resultado, el cual
puede consistir en grave daño para el cuerpo o para la salud de la víctima o en su
muerte. La doctrina entiende que habrá “grave daño”, cuando resulten lesiones
graves o gravísimas. Si las lesiones fueren leves, el hecho encuadraría en la figura
básica del 1º párrafo, y no en la agravada. Tanto el grave daño como la muerte deben
ser resultados preterintencionales, es decir, no comprendidos en la intención del
autor. Si fuesen intencionales, se aplicarían las figuras de lesiones o de homicidio,
según el caso. Para que procedan las agravantes, el abandono debe ser la causa del

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grave daño o la muerte; si éstos se producen por otra causa ajena al abandono no
procede la agravación.

4.3. OMISIÓN DE AUXILIO.

4.3.1. Concepto.

Art. 108: “Será reprimido con multa de $750 a $12500, el e encontrando perdido o
desamparado a un menor de 10 años o a una persona herida o válida o amenazada
de un peligro cualquiera, omitiere prestarle el auxilio necesario, cuando pudiere
hacerla sin riesgo personal o no diere aviso inmediatamente a la autoridad. ".

Esta es una figura de omisión. Se castiga la omisión del deber de prestar auxilio a
quien se halle perdido o desamparado.
Sujeto Activo: puede ser cualquier individuo, sin necesidad de que tenga el deber
específico de cuidar o mantener a la víctima.
Sujeto Pasivo: debe ser un menor de 10 años, o una persona mayor de esa edad que
este herida, inválida o amenazada de un peligro cualquiera. En todos estos casos, la
víctima debe hallarse perdida o desamparada.
Está “perdido”, quien hallándose en un lugar que no conoce, no puede dirigirse (o no
sabe hacerlo) a un lugar que conozca, o donde alguien pueda conocerle u orientarle.
Está “desamparado”, aquel que no puede por sí o por otros, lograr la asistencia o los
resguardos físicos que le son necesarios.
Acción: la conducta consiste en no prestar auxilio a la víctima, sea en forma:
a). - Directa (por sí mismo): constituye delito siempre y cuando, prestando dicho
auxilio, el sujeto no corra un riesgo personal, ya que la ley no puede imponer al
hombre común, la conducta de un héroe.
Por riesgo personal, debe entenderse un riesgo en el cuerpo, la vida o la salud del que
auxilia. No puede invocar riesgo personal, quien no auxilió a la víctima por
repugnancia, por no perder tiempo, por no comprometerse o por no arriesgar sus
bienes materiales. Tampoco puede invocarlo, quien está obligado a soportarlo, por
ejemplo: el guardavida, el bombero, etc.
El riesgo personal debe contemplarse en cada caso concreto, pues depende de las
particularidades del caso, y de la capacidad y posibilidades del auxiliador. Ejemplos:
no podría socorrer personalmente a alguien que se está ahogando, el individuo que
no sabe nadar; y aun sabiendo nadar, un hombre que pesa 60 Kg. Difícilmente podría
salvar a un ahogado de 180 Kg., salvo que tenga oficio de guardavidas.
Solo cuando el auxilio directo implica riesgo personal para el auxiliador, éste podrá
recurrir al auxilio indirecto.
De modo que incurre en el delito quien, pudiendo auxiliar directamente sin riesgo
personal, en vez de proceder al auxilio directo, opta por dar aviso a la autoridad.
b). - Indirecta (dando aviso a la autoridad): quien no puede socorrer personalmente a
la víctima sin riesgo personal, debe dar aviso inmediatamente a la autoridad que
corresponda según el caso, por ejemplo: policía, médico, guardavida, bombero, etc. el
aviso puede ser por cualquier medio (en forma personal, oral o escrito, o bien por
teléfono, por telegrama, por e-mail, etc. según las particularidades del caso), siempre
que sea en la forma más rápida posible.

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Consumación y Tentativa: el hecho se consuma con la omisión, sin necesidad de que


se haya producido resultado alguno (fuera de la situación peligrosa); la figura no
admite la tentativa dado que es una figura de omisión.

4.3.2. Estructura del tipo penal.


Es un delito de pura omisión, formal y doloso, no admite tentativa, y se consuma con
la omisión. No se agrava por los resultados dañosos que pueda sufrir la víctima. El
dolo requiere conocer la situación de peligro, y no prestar el auxilio o dar el aviso a la
autoridad conforme se expone en el artículo.
La razón de la existencia de la figura está dada por el deber de solidaridad social, de
ayuda y asistencia mutua que nos debemos por ser miembros de la sociedad. Sujeto
activo puede ser cualquier persona, y pasivo los enumerados en el artículo. El autor
omite prestar auxilio, pudiendo hacerlo, y dar aviso inmediato a las autoridades. El
autor no delinque si al auxiliar concurre para él un “riesgo personal”. Ahora bien, para
ese caso la ley prevé la obligación de “dar aviso inmediato a la autoridad”.
El delito se consuma con la omisión, y no se requiere un resultado distinto a la misma
situación de peligro. Se tiene por consumado, aunque la víctima haya sido socorrida
por un tercero.
Se trata de un delito propio de pura omisión (Se penaliza una conducta omisiva).
El sujeto activo puede ser cualquier persona.
En cuanto al sujeto pasivo, la norma describe dos clases: a) La persona perdida o
desamparada menor de 10 años; para este supuesto es suficiente que el niño menor
de diez años se encuentre perdido o desamparado porque se presume por su edad la
situación de peligro que ello comporta. b) La persona herida, inválida o amenazada de
un peligro cualquiera: En estos casos la herida, invalidez o el peligro deben tener
relación directa con la vida o integridad personal.
El tipo objetivo se exterioriza con la no prestación de auxilio o en el no dar aviso a la
autoridad en forma inmediata. El deber de actuar no es alternativo o delegable (no
puede elegir entre auxiliar o dar aviso), sino que es un deber principal (debe auxiliar y
si no es posible, debe aviso). El riesgo personal del autor se convierte en el límite del
cumplimiento entre una y otra obligación.
Veamos cómo es utilizada las figuras previstas en los arts. 106 y 108 del CP en
distintos supuestos extraídos de fallos dictados por la Cámara Nacional en lo Criminal
y Correccional Federal.
Hechos y calificación legal: 1) “, Dos son las imputaciones que se han formulado. Una
relacionada con una presunta mala praxis en la que habrían incurrido los médicos que
atendieron a la víctima en la clínica y otra referida al abandono de persona que se
atribuye al chofer y camillero. Si bien han sido motivo de análisis esas dos situaciones
de hecho, descartándose su posible concurrencia en el caso, en lo que respecta a la
primera (mala praxis) el juez de grado no ha individualizado de un modo concreto
sobre qué personas recaía esa imputación, sino que sólo realizó en los considerandos
manifestaciones genéricas en tal sentido. Y esa deficiencia se torna más evidente en
la parte resolutiva, donde únicamente dispuso el sobreseimiento del chofer y
camillero, quienes resultan ajenos a todo lo concerniente a la atención de la víctima
en la clínica, en tanto sólo se les atribuyó el delito de abandono de personas (art. 106,
CP). Así, nos encontramos ante un vicio de entidad que trae aparejado la nulidad de la
resolución cuestionada, toda vez que la individualización de la persona sobre la que
recae el reproche penal es un requisito indispensable para el dictado de un auto de
sobreseimiento, conforme la regulación que sobre ese acto procesal prevé el CPPN.
(art 334 y sgtes.). "La indicación del imputado a quién beneficia [el sobreseimiento]
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deviene indispensable. El efecto de la forma anticipada de concluir el proceso penal


no se extiende 'erga omnes'. La nueva persecución (art. 1°, última oración) sólo se
impide respecto de aquel que resultó amparado por el sobreseimiento". Conforme
básicos principios constitucionales, la imputación es individual y dirigida a personas
concretas, extremo que al no haberse cumplido implicó una vulneración a los
derechos de esos Sujetos. Sin esa precisa determinación de la identidad de las
personas sobre las que recaía la imputación por mala praxis, se las ha privado de la
posibilidad de ejercer su derecho de defensa (art. 18, CN), ya sea en la instancia
anterior o ante esta instancia. En consecuencia, habrá de decretarse la nulidad de la
resolución. No obstante, la decisión nulificatoria, por motivos de economía procesal,
cabe hacer referencia, al menos en líneas generales, al sobreseimiento dispuesto
respecto del chofer y camillero en orden al delito de abandono de personas (art. 106,
CP). El deber especial que recaía sobre los imputados sólo estaba constituido por la
obligación de trasladar a la víctima desde el sanatorio hasta su domicilio; es decir, la
posición de garantes que tenían respecto de la víctima, cuya fuente era el contrato
que unía a la obra social de aquélla con la empresa propietaria de la ambulancia, sólo
comprendía esa obligación, que cumplieron satisfactoriamente, por lo que debe ser
descartada la figura penal mencionada. Sin embargo, a partir del momento que los
imputados arribaron al domicilio de la víctima su deber para con ella pasó a ser el
general de solidaridad de asistir a otro, que le corresponde a todo ciudadano, y que
está previsto en el art. 108 del CP (omisión de auxilio), hipótesis delictiva que, en
principio, no podría ser descartada. Ello por cuanto se encontraba en presencia de
una persona que estaba amenazada por un peligro (en el caso para su vida), situación
que no podían alegar desconocer por carecer de conocimientos médicos (recuérdese
que se trataba de un chofer y un camillero de una ambulancia). Ello, no sólo por la
particular situación de la damnificada, que era una paciente que acababa de ser
externada de un sanatorio luego de una operación que cualquiera podría catalogar
como compleja en atención a su avanzada edad (73 años), sino porque otras personas
(vecinos) que se encontraban en el lugar, que en modo alguno poseían conocimientos
de medicina, advirtieron rápidamente la gravedad de lo que ocurría. Pese a ello
tenemos que, en principio, los imputados se habrían negado a prestar el auxilio
necesario (en el caso trasladar de modo inmediato a la víctima al hospital más
cercano, que, conforme las constancias de autos, se encontraba a escasas cuadras
del lugar), aun cuando ningún riesgo personal (referido puntualmente a un daño físico
considerable) les impedía llevar a cabo esa tarea. Corresponde, declarar la nulidad de
la resolución que dispuso el sobreseimiento de los imputados. Autos: “ETCHART,
Fernando A. y otro - 16/08/07 - c. 31.746”, Sala I.
2) “… El abandono de persona es un delito constituido por una acción creadora de un
peligro para la integridad física y psíquica del sujeto pasivo. Esta conducta converge
en la puesta en peligro de la vida o la salud de una persona incapaz de valerse, a la
que el autor deba mantener o cuidar o a la que el mismo agente haya incapacitado, al
colocarla en situación de desamparo o al abandonarla a su muerte. Si estos peligros
no se han corrido concretamente, el hecho es penalmente impune. La situación de
desamparo se presenta cuando el autor rodea a la víctima de una serie de
circunstancias que le dificultan o le impiden obtener los auxilios que precisa, más, aun
cuando ello ocurra, no es igualmente típica la acción cuando el agente no pone en
peligro la integridad física de la persona afectada. El abandono de persona se produce
cuando se la deja privada de los auxilios o cuidado que le son imprescindibles para
mantener su vida o la integridad actual de su salud, porque la persona no puede
suministrarse por sí misma los que le son imprescindibles o se encuentra en una
situación en que no pueden prestárselos los terceros. Si la querellante recrimina al
cirujano haberla dejado sin atención personalizada luego de la intervención por
haberse ausentado al exterior y no se ha evidenciado en las constancias médicas que
la nombrada se encontraba en la situación de peligro requerida por el tipo, pues pudo
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ser auxiliada por el colega reemplazante y en caso de no resultar de su confianza, por


cualquier otro profesional, ha de homologarse la solución liberatoria sustentada en el
art. 336, inc. 3° del CPPN. Autos: “FERRIOLS, Alberto - 7/07/06 - c. 28.058”, Sala IV.
3) “… El abandono de personas constituye un delito de omisión impropia cuya
configuración requiere desde lo objetivo, la puesta en peligro de la vida o la salud de
una persona incapaz de valerse, derivada de la colocación en situación de desamparo
o del abandono por parte de quien tiene la obligación de mantenerla o cuidarla y la
posibilidad objetiva de evitar el riesgo por medio de la conducta debida, y desde lo
subjetivo, el conocimiento de aquellos extremos, especialmente, de la situación
objetiva de peligro concreto para la vida o la salud. Abandonar significa colocar al
sujeto pasivo en una situación de desamparo material. Ello no ocurre cuando la
víctima, de acuerdo con las circunstancias especiales del caso, pueda recibir
asistencia en forma inmediata o si el amparo puede prestarlo otra persona. Es de los
denominados delitos puros de omisión, es decir que es la inacción la que se convierte
en delictiva, el sujeto activo debe actuar por imperio legal y no lo hace, dejando de
prestar los auxilios o cuidados necesarios. Para que sea punible esta conducta se
requiere indefectiblemente la comprobación que se puso en peligro la vida o la salud
del sujeto pasivo o en una situación de desamparo de la que resulte peligro para la
vida o salud, en otras palabras, un abandono peligroso y capaz de repercutir en la
vida o en la integridad física de una persona. El abandono de persona supone la
existencia de un dolo en el autor referido al desamparo de la víctima y al peligro
corrido en la situación en concreto, lo que significa que a nivel intelectual debe
incluirse la representación de la posibilidad de que se producirá un peligro de lesión al
bien jurídico protegido. No basta con la comprobación de quehaceres descuidados o
negligentes, que no sobrepasan el límite de la culpa, puesto que el molde legal en
estudio no prevé la forma culposa de comisión. El dolo, directo o eventual, que exige
y/o admite la figura en análisis, no puede presumirse, sino que debe acreditarse
mediante elementos de juicio probatorios idóneos que hagan surgir sin dudas
razonables la existencia de aquél. Por ello, el dolo específico que impone el tipo,
demanda de parte del autor que se desentienda del incapaz y lo prive de una
protección en sentido amplio. Este delito no puede ser cometido por cualquier
persona, sino que pueden perpetrarlo aquellos que tienen un especial deber de
cuidado, quien ocupa una posición de garante, de lo que se desprende que el sujeto
activo debe mantener o cuidar a la persona incapaz de valerse. No se reúnen los
elementos del tipo penal si el imputado no colocó al incapaz en situación de
desamparo, no existió peligro para su integridad física, es decir, no se lo privó de los
auxilios y cuidados que ele eran imprescindibles para mantener su vida y su salud ni
tampoco se le obstaculizó o impidió obtener los auxilios que su condición exigía. Por
ello, corresponde confirmar la sentencia que absuelve al imputado en orden al delito
de abandono de persona seguido de muerte. Autos: “GONZALEZ DAZZORI, Edgardo
José - 8/11/05 - c. 46.202”, Sala VII.
4) “… A fin de que una conducta pueda encuadrarse bajo el tipo legal de abandono de
persona, resulta necesario que se ponga en peligro la vida o la salud de una persona,
ya sea colocándola en situación de desamparo o abandonándola a su suerte. Para ello
debe realizarse por parte de los que se hallan obligados a actuar -denominados
garantes-, una conducta que ponga en peligro a una persona que no se hallaba en esa
circunstancia, u omitir prestar toda colaboración a una persona incapaz de valerse por
sí misma; impidiendo, asimismo, que terceras personas presten la colaboración
necesaria a fin de hacer cesar dicho peligro. Si los denunciados no han colocado en
peligro al denunciante, la actitud desaprensiva y desinteresada hacia el padecimiento
de su enfermedad podrá ser valorada desde el punto de vista moral, pero si no ha
creado un peligro para aquél según lo exigido por el tipo penal en cuestión, debe

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confirmarse el auto por el cual se desestiman las actuaciones por inexistencia de


delito. Autos: “L., I. S. y otros - 25/10/05 - c. 26.860”. Sala I.
5) “… Si los profesionales médicos que atendieron a la paciente en ningún momento
dejaron de prestarle la ayuda médica necesaria, no se puede encuadrar la conducta
de ellos dentro del delito de abandono de persona. Dicha figura constituye un delito
de omisión impropia cuya configuración requiere desde lo objetivo la puesta en
peligro de la vida o la salud de una persona incapaz de valerse derivada de la
colocación en situación de desamparo o de abandono por parte de quien tiene la
obligación de mantenerla o cuidarla y la posibilidad objetiva de evitar el riesgo por
medio de la conducta debida y, sede lo subjetivo, el conocimiento de aquellos
extremos, especialmente, de la situación objetiva de peligro, del deber y capacidad
de actuar y de la posibilidad de evitación del resultado lesivo. Por ello, al no poder
encuadrar la conducta del Sanatorio en el delito omisivo doloso que establece el tipo
penal de abandono de persona, dado que la decisión del Sanatorio fue de no
continuar con la asistencia de la paciente una vez externada del mismo, debe
confirmarse la desestimación de la denuncia por inexistencia de delito…”. Autos:
“SANATORIO GÜEMES - 15/07/04 - c. 22.788”, Sala I.

5. DELITOS CONTRA EL HONOR.


5.1 Bien jurídico protegido, Sistematización.
5.2 Injurias.
  5.2.1 Concepto, medios, aspecto subjetivo.
  5.2.2 Prueba de la verdad.
  5.2.3 Injurias recíprocas y en juicio
5.3 Calumnia.
  5.3.1 Concepto.
  5.3.2 Estructura del delito.
5.4 Figuras comunes.
Publicación o reproducción de la calumnia e injuria ajena. Propagación de la
  5.4.1
injuria o calumnia por la prensa. Retractación.
  5.4.2 Art. 117 bis del C.P.
  5.4.3 Delitos contra el honor y la libertad de prensa.
  5.4.4 La acción penal en los delitos contra el honor.

5.1. DELITOS CONTRA EL HONOR - BIEN JURÍDICO PROTEGIDO.


SISTEMATIZACIÓN.

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En este tipo de figuras el bien jurídico que la norma intenta proteger, y que la acción
del autor lesiona, es el honor. El honor es la propia personalidad, entendida como la
suma de cualidades físicas, morales, jurídicas, sociales y profesionales, valiosas para
la comunidad y atribuibles a las personas.
La tranquilidad de cada uno y la paz social exigen que la honra y el crédito de la
persona sean respetados.
El honor subjetivo u honra, está constituido por las cualidades que se atribuye el
propio interesado. En cambio, cuando son terceros los que atribuyen esas cualidades
al interesado, se habla de “honor objetivo” o crédito. No es requisito que el sujeto
pasivo de la ofensa posea realmente las cualidades valiosas que se le niegan, se
presupone que siempre existe honor.
Subjetivamente los delitos contra el honor reclaman el conocimiento del carácter
ofensivo de las expresiones por parte del sujeto activo, y la voluntad de ofender al
sujeto pasivo con el desarrollo de esa conducta.
Delitos contra el honor. Bien jurídico protegido. Honor subjetivo y objetivo:
Definir al bien jurídico honor es difícil: "es la suma de todas las cualidades, incluidos
no sólo los atributos morales, sino también los valores jurídicos, sociales y
profesionales valiosos para la comunidad, que se pueden atribuir los individuos a sí
mismos, o la buena opinión y fama que tienen los terceros respecto de uno mismo".
Existen dos aspectos del "honor", uno subjetivo que "es la propia ponderación que
tiene toda persona de sí misma", es decir, es un concepto propio e íntimo que cada
uno realiza, con independencia de lo que consideren los demás, y otro objetivo,
entendido como "la reputación social que otros hacen de la personalidad del sujeto,
condicionada por el momento histórico dado". Es el crédito que una persona tiene
como consecuencia de la valoración social que realizan los terceros. Estos dos
aspectos se encuentran relacionados, ya que el honor es inherente a la persona y
forma parte de la dignidad humana, pero puede sufrir variaciones según las
circunstancias de tiempo, modo y lugar.
Por ello, existen posiciones que proponen un concepto de honor que tienda a
garantizar al sujeto una posición en su relación social y en el desarrollo de sus
actividades: "es el conjunto de condiciones de las que depende una persona en
sociedad; concretamente, las condiciones éticas, intelectuales, físicas y toda otra que
contribuya a formar el valor de una persona". Por lo tanto, se puede afirmar que tanto
la fama como la autoestima deben ser interpretadas de manera normativa, de
acuerdo a lo establecido por el orden jurídico. Con ello se debe dejar de lado un
concepto meramente fáctico del honor, llevándolo a un concepto normativo-fáctico,
que tenga en cuenta tanto el honor que realmente posea la persona, como el que
esté basado en la dignidad de la persona. Sin embargo, la idea que subsiste en el
Código Penal y en los comentaristas está más cerca del llamado concepto fáctico que
del normativo.
Sujetos pasivos: En principio todas las personas, físicas y jurídicas, son susceptibles
de ser sujetos pasivos de los delitos contra el honor. Sin embargo, se discute en
doctrina si determinadas personas detentan el bien jurídico honor y
consecuentemente si pueden resultar afectadas por los ilícitos:
1. Los llamados individuos sin honor: No existen personas deshonradas, pues la
palabra honor se emplea como equivalente a dignidad humana. Sin embargo, en
algunos casos el ataque al honor no afecte la faz objetiva, pero sin lugar a dudas
podrá menoscabarse el "honor subjetivo" del sujeto.
2. Menores: Es opinión general considerar a los menores como sujetos pasivos de los
delitos contra el honor, pero la mayoría de los autores defienden una distinción según
se trate de una injuria o de una calumnia. En el 1º caso, la mayoría entiende que los
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menores pueden resultar sujetos pasivos de tal delito. El fundamento radica en la


vulneración al honor objetivo. Si bien en algunos casos no podrán comprender el
carácter deshonrante de la expresión inferida, ésta podrá constituir un descrédito,
afectando su reputación frente a los demás. El problema es si un menor podrá
resultar agraviado por una calumnia. Para algunos, si un menor de 16 años no es
punible penalmente, no será posible que se le atribuya una acción calificable como
delito. Otros, como Soler, interpretan que no es justo exigir que el hecho imputado
pueda dar lugar a una condena penal, pues si bien el menor de 16 años no es punible,
por la imputación de delitos, se pueden pronunciar medidas tutelares
considerablemente gravosas. Donna sostiene que los menores de 16 años podrán ser
calumniados, pues el menor comete hechos delictivos pero que no son punibles y que
pueden dar lugar a disposiciones tutelares respecto de ellos. A pesar de esto se
discute si no existe un impedimento procesal para que el menor entable la
correspondiente querella criminal. Art. 75 CP: "La acción por calumnia o injuria, podría
ser ejercitada sólo por el ofendido", impidiéndose de esta manera la intervención de
los representantes del menor. Art. 76: "En los demás casos del Art. 73, se procederá
únicamente por querella o denuncia del agraviado o de sus guardadores o
representantes legales". En base a ello, Núñez afirma que no le será posible querellar
al menor, ya que el artículo 75 no menciona a los guardadores ni a los
representantes. El menor podrá interponer su acción si adquiere la mayoría de edad
penal antes de la prescripción del ilícito. De todas formas, el criterio, en cuanto a la
imposibilidad procesal de los menores y de sus representantes de accionar por
injurias o calumnias, no es unánime.
3. Incapaces: La alienación no le quita a la persona su dignidad, de modo que no se
alcanza a ver el motivo de la restricción. Existe también en este caso la limitación
procesal que prevé el artículo 75 del Código Penal.
4. Muertos: Los muertos no poseen personalidad, lo que impide que pueda tutelarse
su honor (el honor es un Derecho de la personalidad y ésta se extingue con la
muerte), de modo que las ofensas dirigidas directamente contra los muertos no se
encuentran tutelada por nuestro ordenamiento positivo. Puede darse el caso de que
las manifestaciones deshonrosas dirigidas en contra del muerto lesionen el honor de
personas vivas. Aquí lo que se ofende es el honor de personas vivas y no de los
difuntos. En el caso de la ofensa hecha a una persona viva que posteriormente
fallece, habiendo iniciado la acción contra el sujeto activo, entra en juego el Art. 75
que establece quiénes podrán continuar la acción penal después de la muerte del
ofendido (cónyuge, hijos, nietos o padres sobrevivientes).
5. Personas colectivas: Los entes colectivos, en sí mismos, no tienen honor. Pero
pueden gozar de una posición en la sociedad a causa de la confianza que inspiran
como institución, y de ahí que se los considere como sujetos pasivos de delitos contra
el honor, mediante figuras especiales que protegen su buen nombre o su crédito. Sólo
durante la vigencia de los decretos-leyes 17.567 y 21.338 existió una norma expresa
referente a las personas colectivas: "El que propalare hechos falsos concernientes a
una persona colectiva o a sus autoridades, que puedan dañar gravemente el buen
nombre, la confianza del público, o el crédito de que gozara, será reprimido con
prisión de dos meses a dos años. Esta acción puede ser promovida por las
autoridades representativas de la persona". Esta norma fue derogada en el año 1973,
recobrando vigencia en 1976, siendo nuevamente derogada en 1984.
Doctrinariamente se distinguen 2 posturas, basadas en la inclusión de la palabra
“asociación” en el Art. 117: a) la de que el honor es un bien jurídico del que sólo
puede ser titular el hombre, pero no la persona colectiva, por lo cual, cuando es sobre
ésta que se vierte la ofensa, ella únicamente resultará punible si trasciende a los
hombres que como individuos componen la colectividad, y b) la de que, presentando
las personas colectivas características que las convierten en tenedoras de un honor
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objetivo, él puede ser autónomamente lesionado. Para Soler sólo los individuos
pueden ser sujetos pasivos de los delitos contra el honor y lo que la ley ha querido
significar, con el agregado incluido en el art. 117, "es que puede ofenderse el honor
de la persona ofendiendo a la sociedad de que forma parte" por medio de una injuria
o mediante de una calumnia. Moreno señalaba que las personas colectivas
únicamente podían ser víctimas del delito de injuria, pero no del de calumnia, ya que
la sociedad no puede delinquir. Ésta es, también, la tesis de Núñez. La derogación de
la difamación de persona colectiva como delito autónomo de ninguna manera
significa, por sí misma, la desincriminación de las acciones que podían constituirlo,
conforme surge de la interpretación del art. 117.
Sujetos activos: Toda persona física puede ser sujeto activo, siempre que sea
penalmente punible.

5.2. INJURIA
Art. 110. El que deshonrare o desacreditare a otro, será reprimido con multa de $
1.500 a 90.000, o prisión de un mes a un año.
Injuria. Los verbos típicos. Elemento subjetivo. La “exceptio veritatis”:
a) Deshonrar: Significa quitar a una persona la honra, despreciar a alguien con
ademanes y actos ofensivos. La honra es la estima y el respeto a la dignidad propia;
la buena opinión y la fama que ha sido adquirida por la virtud y el mérito. Se
deshonra (contumelia) cuando se ofende la honra de la persona, es decir, su honor
subjetivo, por medio de imputaciones agraviantes que violan el respeto debido a
aquélla en su carácter de tal y que son dirigidas al mismo sujeto pasivo. La deshonra
debe ser dirigida al ofendido personalmente, por cualquier medio.
b) Desacreditar: Se desacredita cuando se vierten imputaciones ofensivas ante
terceros que pueden menoscabar la reputación (crédito) de que goza, como persona,
el sujeto pasivo ante ellos. Se lama difamación y requiere la trascendencia de la
imputación a terceros, con lo cual es indiferente la ausencia o presencia del ofendido.
Lo lesionable es el honor objetivo.
- Las expresiones injuriantes pueden manifestarse verbalmente, por escrito o
simbólicamente. Pero en todos estos casos la conducta del agente debe tener un
significado ofensivo para el honor según las pautas sociales vigentes para el
momento dado y debe ser asumida por el autor como ofensa. Es un delito formal que
se consuma en la realización de la conducta deshonrante o desacreditante, aunque el
ofendido no se haya sentido deshonrado. Lo que sí se requiere es que el descrédito
haya llegado a oído de terceros o del ofendido solo. Las injurias cometidas por la
prensa, se consuman con el conocimiento obtenido en el acto de la impresión y no
con el acto de la publicidad. En cuanto a la palabra hablada o en televisión, el delito

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se consuma en el momento en que se emite la palabra y sea escuchada por un


tercero o por la persona ofendida. Se ha admitido tentativa en los casos en que se
dan actos ejecutivos injuriantes que no lleguen a trascendencia de tercero o del
ofendido. El honor es un bien renunciable, por lo cual el consentimiento expresado
expresa o tácitamente elimina el carácter delictuoso de la injuria. El consentimiento
tiene efecto en el sentido de que, al ser un delito de acción privada, el ofendido no
iniciará querella. Una vez iniciada, y de acuerdo al Art. 59, inciso 4o del Código Penal,
extingue la acción penal. El delito de injuria exige en el tipo subjetivo el dolo, directo
de 1º y 2º grado y eventual, bastando que el sujeto activo tenga conciencia de que lo
que dice es capaz de ofender la honra o el crédito ajeno o admitir la probabilidad de
que su conducta tenga esa capacidad y pese a ello quiera manifestarlo. El dolo debe
referirse al contenido injurioso de la declaración, así como a que la víctima, o un
tercero, entiendan el contenido ofensivo de ella.

5.2.1. Concepto, medios, aspectos subjetivos.

(Nuñez) - La injuria es la ofensa genérica al honor ajeno. Es una ofensa a la honra de


la persona (honor subjetivo) o una ofensa al crédito de ella (honor objetivo).
Como ofensa a la honra, la injuria es una lesión al derecho que tienen las personas a
que los terceros respeten las cualidades que, según la propia estimación, le asignan a
su personalidad.
Como ofensa al crédito, la injuria es una lesión al derecho de las personas a que no se
perjudique la opinión que sobre su personalidad tengan o puedan tener los terceros
(fama o reputación).
Por su contenido, la injuria, como deshonra o descrédito, consiste en la imputación de
una calidad, costumbre o conducta socialmente disvaliosa.
Jurídicamente no se puede admitir que la personalidad pueda sufrir un desmedro en
razón de una imputación que solo el afectado considere disvaliosa.
La injuria admite distintos modos de ejecución. Puede ser consumada verbalmente o
por escrito o mediante actos o hechos que la signifiquen.
No solo las acciones, sino también las conductas negativas, tienen un sentido
injurioso cuando son el medio para imputar implícitamente una cualidad, costumbre o
conducta deshonrante.
El hecho de negar el saludo o de no conceder una precedencia no es sí mismo
delictuoso.
La injuria es un delito doloso, pero no exige un particular animus injuriandi.
La calumnia, que es otro delito contra el honor, es una ofensa especializada por la
naturaleza de la imputación.

5.2.2. La prueba de la verdad.

El Art. 111 afirma que el acusado de injurias sólo podrá probar la verdad de la
imputación en los casos siguientes:
1) Si la imputación hubiere tenido por objeto defender o garantizar un interés público
actual;
2) si el hecho atribuido a una persona ofendida hubiere dado lugar a un proceso
penal;

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3) si el querellante pidiere la prueba de la imputación dirigida contra él.


En estos casos, si se probare la verdad de las imputaciones, el acusado quedará
exento de pena.
En la injuria - diferencia con la calumnia- la falsedad de la imputación es, en principio,
irrelevante, de modo que la prueba de la verdad sólo es permitida en casos
excepcionales, enumerados taxativamente por la ley (art. 111 del Cód. Penal).
a) Interés público actual: La ley permite al imputado la prueba de la verdad de su
imputación, si existe un legítimo interés público. Público no significa que afecte a
muchas personas, sino que concierne al gobierno y a la administración y el interés
debe ser actual, debe estar vigente. Será necesario que el autor haya querido
defender un interés de tales características. Pero no alcanza el propósito del autor,
sino que se exige la realidad del interés.
b) Si el hecho atribuido a la persona ofendida hubiere dado lugar a un proceso penal:
Se basa en que el Derecho no puede ser contradictorio, pero el Art. está de más ya
que si se llegó a la absolución, nada se podrá hacer en el juicio de injuria, y si fue
condenado tampoco sería importante, ya que además de la pena tendrá la
imputación de haber cometido un delito. Una parte de la doctrina afirma que el inciso
se refiere a un proceso cualquiera, ya sea presente o pasado. Otra corriente
doctrinaria explica que este supuesto se refiere a las imputaciones de delitos de
acción privada o dependientes de instancia privada, ya que los delitos de acción
pública dan lugar a una querella por calumnias.
c) Si el querellante pidiere la prueba de la imputación dirigida contra él: El
fundamento de este inc. radica en la decisión adoptada por el ofendido de despejar
toda duda respecto de su honor demostrando por completo la falsedad de lo que le
fue atribuido. La prueba de la verdad tiene que ser pedida por el querellante. Una vez
solicitada, el querellado tiene el Derecho a producirla, no pudiendo retractarse la
parte querellante. El pedido de prueba se puede asimilar al consentimiento, de modo
que no puede presumirse, sino que debe ser expreso. La prueba sólo puede referirse
al hecho de la imputación, el querellado no podrá extenderse y el querellante no
podrá pedir pruebas que no versen sobre el hecho.
Una consecuencia del modo objetivo de proteger el honor, es la prohibición de “la
prueba de la verdad”, salvo que un interés social más valioso que el honor individual
exija la acreditación.
(Nuñez) - Solo en los tres casos indicados en el art. 111, admite la exceptio veritatis,
esto es el derecho del querellado de probar la verdad de la imputación hechas por el
querellante (demostratio veritatis) y a quedar exento de pena si la prueba.
El primer caso de admisibilidad de la excepción de la verdad obedece a la
preponderancia del interés, en el caso concreto, de conocer la verdad de la
imputación hecha en defensa de lo que en ese momento resulta útil o beneficioso
para la sociedad sobre el interés en proteger, con reserva de la verdad, el honor del
querellante. Se trata de una causa de justificación de la injuria porque la exención de
pena obedece a la prevalencia del interés público protegido por el art. 111/1 sobre el
interés del acusador protegido por el art. 110.
El segundo caso ofrece dificultades (inaplicable o está completamente demás). La
admisibilidad de la prueba de la verdad procede ya que frente al proceso instaurado
en razón del mismo hecho que le imputa el querellado al querellante, carece de
sentido y resulta arbitrario prohibirle al querellado que se beneficie con la verdad a
establecerse en ese proceso, cuya prueba, una vez instaurado ese proceso, es de
interés público.

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El tercer caso concurre cuando el querellante pide la prueba de la imputación dirigida


contra él. Obliga al ofendido a solicitar la prueba so pena de caer en el descrédito
público, le da oportunidad al querellante inocente para convertir el juicio de injuria en
un cabal juicio de honor.
La prueba de la verdad debe ser hecha en la querella, pues contribuye a determinar
los extremos de la acción ejercida y así a respetar la defensa del querellado. La
prueba de la verdad de la imputación por el querellado no justifica la injuria, pero
excusa a su autor porque ha obrado con arreglo a la verdad.

Con relación a la figura que estamos analizando, y en comparación la el delito de


“calumnia”, el TSJ señaló lo siguiente: “…la doctrina actualmente afirma en forma
unánime que los delitos contra el honor ofenden a las personas de manera directa e
inmediata en su personalidad, vale decir, en el conjunto de las cualidades morales,
jurídicas, sociales y profesionales, apreciadas como valiosas por la comunidad,
atribuibles a las personas (Ricardo C. Núñez, Derecho Penal Argentino, Omeba,
Buenos Aires, 1964, T. IV, ps. 18/19; Sebastián Soler, Derecho Penal Argentino, T.E.A.,
Buenos Aires, 1970, T. III, p. 184; Carlos Fontán Balestra, Tratado de Derecho Penal,
Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1968, T. IV, p. 401; Carlos Creus, Derecho Penal: Parte
Especial, Buenos Aires, Astrea, 1999, T. 1, p. 125). Con respecto a este bien jurídico,
el Código Penal prevé solamente dos tipos fundamentales de delitos contra el honor:
el de injurias es el tipo genérico, y consiste en "deshonrar o desacreditar a otro" (art.
110 C.P.); el delito de calumnias es un tipo específico en relación al anterior, porque
consiste en imputar falsamente a otro un delito que dé lugar a una acción pública (art.
109 C.P.) (Ricardo C. Núñez, op. cit., p. 55; Carlos Creus, op. cit., T. 1, p. 131). Ahora
bien, en lo que aquí concierne, es conveniente destacar el carácter imputativo de la
conducta injuriosa. En efecto, la injuria, como deshonra o como descrédito, es
siempre una conducta significativa de desmedro para las calidades estructurantes de
la personalidad. Debe estar constituida, por consiguiente, por imputaciones de
calidades, costumbres o conductas susceptibles de ser apreciadas como peyorativas
para la personalidad del ofendido, por éste o por los terceros. Para arribar a esta
conclusión, se sostiene que el art. 110 del Código, apartándose del Proyecto Tejedor
(part. II, tít. VII, art. 1), el Código de 1886 (art. 179) y el Proyecto de 1891 (art. 138),
inspirados a su vez en el Código peruano de 1862 (art. 281) y en el Código español de
1848 (art. 379), abandonó el menosprecio como forma constitutiva de injuria y
mantuvo la deshonra y el descrédito como tipos posibles de este delito. Pero al
proceder así, el legislador no entendió comprender en la deshonra el menosprecio,
esto es, la conducta que sin imputarle a la víctima de ella una calidad, costumbre o
conducta deshonrante, la tiene en menos de lo que merece por su dignidad o decoro.
Tanto es así, que el artículo 111 supone que la injuria implica siempre una imputación
al ofendido susceptible de probarse por el querellado. Esto no puede ocurrir respecto
del simple menosprecio, el cual no señala calidad, costumbre o conducta de la víctima
sometibles a prueba. Además, cuando la ley ha querido castigar las infracciones al
decoro, lo ha hecho específicamente (como ocurría con el desacato del art. 244, Cód.
Penal, que derogó la ley 24.198) (Cfr. Ricardo C. Núñez, op. cit., p. 58; Carlos Fontán
Balestra, op. cit., p. 432; Carlos Creus, op. cit., p. 125) …” (16/11/99, autos "Querella
formulada por Clara Bomheker c/ Isaac Jacobo Plotnik p.s.a. injurias e incumplimiento
de los deberes de asistencia familiar -Recurso de Casación-" – Expte. "Q", 04/98).

5.2.3. Injurias recíprocas y en juicio. Injurias equívocas y encubiertas.


Injurias recíprocas: Art. 116. Cuando las injurias fueren recíprocas, el tribunal
podrá, según las circunstancias, declarar exentas de pena a las dos partes o a alguna
de ellas.

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Las injurias no adquieren el carácter de recíprocas porque el querellante y el


querellado se hayan injuriado uno a otro (simultáneamente). Este carácter se
adquiere cuando una de las injurias tiene su causa en la otra, es decir, debe existir
entre ambas una relación de causalidad subjetiva (se injuria en razón de una injuria
sufrida anteriormente, y a causa de ésta). No es necesario que las “injurias” sean
equivalentes, simultáneas (que se hayan dado en un mismo contexto), ni que se
encuentren temporalmente próximas. La facultad del juez constituye una excusa
absolutoria (si bien es facultativa, no implica que pueda ser discrecional).
Injuria a personas colectivas.
Injurias recíprocas: Las injurias requeridas para este supuesto son las previstas en
el Art. 110, y además de ser injurias consumadas se requiere que la 2º de las injurias
tenga su causa en la 1º: debe haber una relación de causalidad entre ellas. Además,
se requiere que las injurias hayan sido mutuas, esto es de persona a persona y de
ofensa a ofensa. La eliminación de la pena no excluye el carácter delictivo de las
expresiones y se podría encuadrar este caso dentro del instituto de "excusas
absolutorias". Las injurias deben ser típicas, no deben estar justificadas y se deben
relacionar entre sí, lo que no significa que deban tener una continuidad temporal. La
aplicación de esta norma es facultad potestativa de los jueces. Sin embargo, para
poder aplicar el Art. 116 a la parte querellante deberá realizarse la contraquerella,
dado el carácter privado de la acción.
Publicación y reproducción de injurias y calumnias: Art. 113: se reprime "como
autor de las injurias o calumnias" al que "publicare o reprodujere, por cualquier
medio, injurias, o calumnias inferidas por otro". El fin de la ley es impedir que quien
pública o reproduce la ofensa pueda escudarse en el pretexto de que fue otro su
autor. La ley tipifica la acción de publicar o reproducir como delito autónomo, distinto
de la simple participación en el delito del autor original de la ofensa y de los tipos de
injuria o calumnia en que puede radicarse la acción de éste. Reproduce la injuria o la
calumnia formulada por otro quien, en distintas circunstancias e independientemente
de la conducta del autor original, repite la especie ofensiva, llevándola a
conocimiento de personas que no la habían captado cuando el autor original la
produjo, divulgándola así entre un número mayor o menor de personas. Pública la
ofensa el que la reproduce de modo que pueda llegar a conocimiento de un número
indeterminado de personas. Lo que se reproduce o pública es la ofensa, aunque no
sea punible como calumnia o injuria y puede hacerse por cualquier medio.
El tipo no requiere resultado; ni siquiera es indispensable que se haya logrado la
divulgación. Se trata de un delito de peligro que admite la posibilidad de la tentativa.
El dolo, en su doble aspecto cognoscitivo y volitivo, se estructura con las mismas
características que en la calumnia y en la injuria. El error sobre el carácter ofensivo
de la imputación puede llegar a excluir la culpabilidad.
Injurias en juicio: Art. 115. Las injurias proferidas por los litigantes, apoderados o
defensores, en los escritos, discursos o informes producidos ante los tribunales y no
dados a publicidad, quedarán sujetas únicamente a las correcciones disciplinarias
correspondientes.
Esta excepción funciona para las injurias, y no para los supuestos de calumnias,
debido a que en estos casos existe un interés social en que se averigüe la posible
comisión de un delito.
Ofensas vertidas en juicio: Art. 115- Las injurias proferidas por los litigantes,
apoderados o defensores, en los escritos, discursos o informes producidos ante los
tribunales y no dados a publicidad, quedarán sujetos únicamente a las correcciones
disciplinarias correspondientes. Las injurias proferidas entre las partes en litigo
durante el juicio y en relación directa con lo que se debate quedan sometidas al
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Derecho disciplinario. La calumnia queda excluida debido a su interés social. El Art. se


basa en el Derecho constitucional a defensa en juicio, pero ningún Derecho es
absoluto, por ello queda reglamentado que este tipo de injurias quedan sujetas a las
correcciones disciplinarias. No es una causa de justificación, sino es una excusa
absolutoria. La norma abarca también a los tribunales administrativos. Las injurias
deben haberse vertido tanto oralmente como por escrito, pero siempre en la causa y
como parte del ministerio que se ejerce. No es necesario que las injurias tengan una
relación estricta con la causa: la ley no ha hecho diferencias sobre el punto.
Sujeto pasivo de estos ilícitos puede ser tanto otra parte en proceso como alguien
absolutamente extraño al mismo. Por último, como se trata de una excusa
absolutoria, para que funcione debemos encontrarnos frente a una ofensa que reúna
el carácter de injuria.
Este supuesto no presenta mayores dificultades. No obstante, conviene resaltar los
siguientes aspectos señalados por la jurisprudencia de la Cámara Nacional en lo
Criminal y Correccional Federal:
1) “…No es procedente aplicar la excusa absolutoria prevista en el art. 115, C.P. -de
aplicación si las expresiones prima facie injuriantes son proferidas en juicio y no son
dadas a publicidad-, cuando las frases injuriantes habrían sido pronunciadas
directamente ante periodistas en el marco de una entrevista televisiva. La expresión
"en juicio" se refiere exclusivamente a los escritos, discursos o informes que se
produzcan ante los Tribunales. Es que el motivo de esta norma es el resguardo del
derecho a la libre defensa en juicio, es decir, en los procesos judiciales en los que se
dirima un litigio, sea dentro del principal o en sus incidentes. No puede extenderse a
cualquier otro ámbito en que se pretenda desmentir una acusación. El giro "dadas a
publicidad" se refiere a que las expresiones sean sacadas intencionalmente por el
autor del ámbito desaparece la necesidad de resguardar el ejercicio de la defensa en
juicio. Autos: “SOAJE PINTO, José M - 8/08/02 - c. 17.813”, Sala VI.
2) “… Si los términos considerados injuriosos por el querellante habrían sido vertidos
en el trámite de procesos judiciales, es aplicable la exención contemplada en el art.
115 del código sustantivo. "Pensamos que el art. 115 se refiere también a las injurias
proferidas contra terceros. La norma es amplia pero no ilimitada (...) El límite de las
injurias comprendidas está, pues, fijado por la naturaleza de su contenido vinculado a
la controversia, sean dirigidas a las partes o a terceros". "Las injurias a las que se
refiere el art. 115 del C.P. son las que se profieren en los escritos presentados por los
litigantes en un juicio y mientras se desarrollen dentro de ese contexto y no sean
dadas a publicidad, se los exime de responsabilidad. La expresión "en juicio" se
refiere exclusivamente a los escritos, discursos o informes que se produzcan ante los
Tribunales. Es que el motivo de esta norma es el resguardo del derecho a la libre
defensa en juicio, es decir, en los procesos judiciales en los que se dirima un litigio,
sea dentro del principal o en sus incidentes". Si las cuestiones vertidas en el juicio no
fueron comunicadas a terceros ajenos al juicio, no se han dado a publicidad, sino que,
en todo caso, fueron conocidas por las partes interesadas en los pleitos y por los
órganos estatales encargados de investigar y juzgar. Por ello, corresponde confirmar
el auto que desestima la causa por inexistencia de delito…”. Autos: “FILANDINO,
Lucrecia R. - 23/05/06 - c. 28.943”, Sala VI.
3) “…Si las actuaciones se iniciaron a raíz de la querella incoada por el apoderado de
la querellante quien indicó que las calumnias habrían sido proferidas al momento de
la presentación de un escrito por parte de la querellada en el Juzgado Comercial en
los autos que allí tramitan, el hecho investigado, de adecuarse a algún tipo penal
sería el de injurias y no el de calumnias. "La imputación calumniosa requiere que se
atribuya un delito determinado o, cuando menos, determinable como hecho real; no
basta, por consiguiente, atribuir un delito según la calificación exclusivamente penal;
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es imprescindible que la determinación se establezca en virtud de sus circunstancias


fácticas (víctima, lugar, tiempo, objeto, medios, otros), aunque no contenga a todas,
pero sí las que basten para permitir la individualización".
"Es suficiente con que la injuria se profiera en las circunstancias típicas del art. 115
para que sea procedente la exención, aunque no concierna específicamente al objeto
del juicio en el cual se produce". "Se ha puesto de acuerdo la doctrina en que la
publicidad mencionada por la norma no es el procedimiento destinado a que la ofensa
tome estado público con su conocimiento por un número indeterminado de personas,
sino la circunstancia de que ese conocimiento haya sido llevado, por obra intencional
del agente, a terceros ajenos al juicio, antes de la presentación de la instancia en el
tribunal (...) o después de ella ...”.
"Las injurias a las que se refiere el art. 115 del C.P. son las que se profieren en los
escritos presentados por los litigantes en un juicio y mientras se desarrollen dentro de
ese contexto y no sean dadas a publicidad, se los exime de responsabilidad. La
expresión "en juicio" se refiere exclusivamente a los escritos, discursos o informes
que se produzcan ante los Tribunales. Es que el motivo de esta norma es el resguardo
del derecho a la libre defensa en juicio, es decir, en los procesos judiciales en los que
se dirima un litigio, sea dentro del principal o en sus incidentes". En consecuencia,
debe confirmarse el auto que desestima la querella. Autos: “BARBERO, Delfina -
18/04/06 - c. 29.055”, Sala VI.
Injurias equívocas o encubiertas. Art. 112. El reo de calumnia o injuria equívoca o
encubierta que rehusare dar en juicio explicaciones satisfactorias sobre ella, sufrirá
del mínimun a la mitad de la pena correspondiente a la calumnia o injuria manifiesta.
La calumnia o injuria es encubierta sólo si la ofensa no es manifiesta por ser dudosa
su existencia. Esto es así por cuanto el contenido ofensivo depende de la
interpretación que se le pueda dar a las expresiones del agente.
Este tipo requiere que se den dos circunstancias: - como se dijo - Que sea una injuria
o calumnia no manifiesta, por ser equívoca o encubierta y que el sujeto activo se
rehúse a dar en juicio explicaciones satisfactorias. Lo “equívoco” puede estar en el
contenido o en la dirección.
Injurias y calumnias equívocas o encubiertas: Art. 112: "El reo de calumnia o
injuria equívoca o encubierta que rehusare dar en juicio explicaciones satisfactorias
sobre ella, sufrirá del mínimum a la mitad de la pena correspondiente a la calumnia o
injuria manifiesta". La tipicidad depende de: a) que se esté en presencia de una
injuria o calumnia no manifiesta, sea por su equivocidad, sea por resultar encubierta,
y b) que el agente se rehúse a dar en juicio explicaciones satisfactorias (se niegue a
darlas, o las que haya dado no sean satisfactorias).
a) Injuria o calumnia no manifiesta por ser equívoca: La equivocidad puede ser:
1) Por el contenido: Casos en que el contenido de la pretendida ofensa puede asumir
una doble significación: una inocente, ofensiva la otra. Pero no son tales ni la ofensa
implícita (expresión o actitud de materialidad no ofensiva, pero que presuponen una
imputación no deshonrante), ni la sutil (la que no se puede distinguir a 1º vista como
ofensiva, pero cuyo examen revela ese carácter), porque ninguna de ellas es
susceptible de doble significación: tienen una única significación ofensiva, aunque
ofrezca dificultades el descubrirla.
2) Por la dirección: La dirección de la ofensa puede revertir sobre la persona del
querellante o sobre otra distinta, pero no comprender a ambas a la vez.
b) Injuria o calumnia no manifiesta por ser encubierta: Se da cuando la materialidad
de las expresiones o actitudes no revela ofensividad; pero adquieren dicha calidad

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por las circunstancias particulares a que refieren o en que se producen como la


llamada injuria indirecta.
Tanto la injuria como la calumnia pueden asumir carácter equívoco o encubierto. El
otro elemento típico, que describe concretamente la conducta prohibida, es que el
agente rehusare dar en juicio explicaciones satisfactorias.
Serán explicaciones satisfactorias aquellas por medio de las cuales el agente asigne a
la materialidad de su expresión o actitud, el sentido no ofensivo o muestre que la
ofensa no se dirigía a la persona del querellante. A diferencia de en la retratación, el
agente no reconoce aquí la ofensa para retractarse de ella, sino que demuestra que
no hubo ofensa o que no la hubo para el querellante. La calidad de las explicaciones
es materia a decidir por el juez, pero si ellas son consideradas satisfactorias por el
mismo querellante, su voluntad debe ser aceptada por el magistrado. Se rehúsa a dar
explicaciones satisfactorias quien no las da ante el requerimiento que se le formula.
Quedan comprendidos en el tipo tanto quien se niega a responder como el que,
respondiendo, da explicaciones que no son satisfactorias. Si no ha mediado
requerimiento no puede haber rehusamiento y, por tanto, faltará tipicidad. Las
explicaciones deben ser dadas en el juicio.

5.3 CALUMNIA.
5.3.1 Definición.
Art. 109. La calumnia o falsa imputación de un delito que dé lugar a la acción pública,
será reprimida con prisión de uno a tres años.
(Nuñez) – es una injuria especializada por la naturaleza particular de la imputación
deshonrante hecha por el acusado al ofendido. En la calumnia la conducta está
tipificada (no en la injuria) ya que la imputación puede tener por contenido un delito
que dé a lugar a la acción pública. Está más severamente reprimida que la injuria.
La imputación calumniosa consiste en la atribución a otra persona determinada,
hecha verbalmente, por escrito o por otro acto significativo, en forma pública o
privada, judicial o extrajudicialmente y a sabiendas de la falsedad de la atribución, de
ser autora o partícipe de un delito determinado perseguible por acción pública.
Sujeto activo: puede ser cualquier persona física.
Sujeto pasivo: solo puede ser una persona física. Los entes colectivos que pueden ser
sujetos pasivos de una injuria, no pueden serlo de una calumnia (carecen de
conciencia y voluntad).
La esencia de la calumnia es subjetiva, no es suficiente la inexistencia objetiva del
hecho imputado. Es indispensable que la imputación sea falsa (mentirosa). Es tal si el
autor la hace a sabiendas de que por una u otra ración ella no se atiene a la verdad
objetiva. La imputación subjetivamente falsa de un hecho cierto no es una calumnia
sino un falso testimonio.
La calumnia es un delito formal que se consuma cuando la imputación llega a
conocimiento del ofendido o de un tercero. Admite tentativa.

Calumnia. Definición legal de la figura. Falsedad de la imputación.


Diferencia con el delito de falsa denuncia: Es una injuria calificada por la
conducta ofensiva, radicando la mayor punibilidad del autor en la afectación al honor
y en el peligro que corre la víctima frente a la posibilidad de ser investigada
penalmente por el delito que se le atribuye falsamente.

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La acción consiste en atribuirle a otro la comisión de un delito (no es calumnia la


atribución de una falta administrativa). Esta atribución debe tratarse de un hecho
concreto (lugar, tiempo y espacio) y debe recaer sobre persona determinada. Es
indistinto que se impute el delito a título de autor, cómplice o encubridor.
Pueden ser sujeto pasivo los inimputables, pues ellos pueden cometer delitos, aunque
no sean culpables. No las personas jurídicas, ya que éstas no pueden cometer delitos.
Autores entienden que la imputación de un delito prescripto es calumnia, toda vez
que cuando el Art. menciona "que dé lugar a acción pública" no se refiere a la
posibilidad concreta de ejercitar la acción. Otros doctrinarios consideran que la
prescripción extingue la acción penal, con lo cual la imputación de un delito
prescripto nunca podrá dar lugar a una acción y consecuentemente nunca será
calumnia.
Respecto a la falsa atribución de un delito justificado, la opinión dominante se inclina
por considerarla calumniosa. Cuando la ley se refiere a "delito", lo hace respecto al
hecho regulado típicamente como tal y no al injusto completo con todos sus
elementos. En los casos de los delitos en los cuales la persona esté amparada por una
excusa absolutoria, al no ser la pena un elemento integrante del delito, su imputación
constituye el delito de calumnia.
Es calumnia la falsa atribución de un delito de acción pública (art. 71, Cód. Proc), y no
lo es la falsa atribución de un delito de acción privada (art. 73 CP.). La discusión
radica en los delitos dependientes de instancia privada (art. 72), aunque partiendo de
la base de que esta clase de delitos son de acción pública, supeditados a la instancia
privada. El problema surge ya que si el ofensor (imputado) puede probar la veracidad
de sus dichos, esta prueba desconocería la razón de ser de las limitaciones
establecidas en el artículo 72 del Código Penal y con la vulneración del secreto se
estaría poniendo legalmente en manos de un tercero extraño la acción, que es lo que
la ley no quiere.
Se considera calumniosa la imputación de un delito dependiente de instancia privada
"siempre que se haya instado la acción". Pues ocurrido ello, al ser la acción de
carácter público queda removido el obstáculo procesal ya que la propia parte, en
favor de la cual existe el beneficio, ha decidido ventilar el hecho delictivo en un
proceso penal. La calumnia no solo consiste en la imputación de un delito doloso, sino
que también puede ser culposo o preterintencional.
La imputación debe ser falsa objetiva y subjetivamente. El agente debe conocer esa
falsedad y querer manifestarla (se exige el dolo directo). Si el agente cree
erróneamente que ha existido, y lo manifiesta en consecuencia, es un caso de error
de tipo.
El delito se consuma cuando la falsa imputación ofensiva llega a conocimiento de un
tercero. Hay autores que admiten la tentativa en los casos de existir una secuencia
de actos ejecutivos que pueden interrumpirse antes de alcanzar la consumación.
Es aplicable la exceptio veritatis -prueba de la verdad- en este delito, toda vez que se
privilegia el interés social (averiguación acerca del delito imputado) sobre el interés
particular (honor del ofendido). La carga de la prueba incumbe a quien ha formulado
la acusación. Si en el juicio promovido por el delito imputado resulta una condena,
devendrá irremediablemente la absolución del querellado. Pero si en se dicta una
absolución, no será necesaria esta prueba en el proceso por calumnias, pero sí podría
producirse otro tipo de prueba, por ejemplo, el error de tipo en el que se encontró
incurso el imputado. La prueba de la verdad excluye la tipicidad.

5.3.2 Estructura del delito.

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Mientras que en la injuria los términos ofensivos no están tipificados, en la calumnia si


(delito que dé lugar a la acción pública). Se justifica que esta conducta esté más
severamente penada por la naturaleza de la imputación y el peligro que para el
ofendido implica la eventualidad de verse sometido a un proceso penal.
La calumnia consiste en atribuir a una persona determinada –verbalmente, por escrito
o por otro acto- y a sabiendas de la falsedad de la imputación, ser autor o partícipe de
un delito perseguible mediante acción pública.
Sujeto activo y pasivo: sólo personas físicas. No es suficiente atribuir una conducta
criminal indeterminada (ejemplo “Ud. es un ladrón”), ya que esa conducta tipificaría
como injuria. Resulta imprescindible que se señalen las circunstancias del hecho
delictivo que se atribuye al sujeto pasivo. No estaremos ante una calumnia si el hecho
(tal como fuera descripto por el sujeto activo), ocurrió realmente.
La calumnia se consuma cuando la falsa imputación llega al propio sujeto o a un
extraño. Admite tentativa.
En cuanto a esta figura, el TSJ de la Provincia de Córdoba, señaló “… en el plano
objetivo, para que se configure el delito de calumnias es necesario que la imputación
delictiva realizada sea falsa; la falsedad de la imputación es un requisito
expresamente contemplado (T.S.J., Sala Penal, S. Nº 3, 10/03/04, “Querella Riutort De
la Sota c/ Martínez García”; Núñez, Ricardo C., Derecho Penal argentino, Bibliográfica
Omeba, Buenos Aires, 1964, T. IV, ps. 57, 58 y 134; Soler, Sebastián, Derecho Penal
Argentino, T.E.A., Buenos Aires, 1970, T. III, ps. 219 y 240; Fontán Balestra, Carlos,
Tratado de Derecho Penal, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1968, T. IV, p. 457 y 483;
Creus, Carlos, Derecho Penal. Parte Especial", Astrea, Buenos Aires, 1999, T. I, ps. 136
y 143; Vázquez Rossi, Jorge, La protección jurídica del honor, Rubinzal-Culzoni, Santa
Fe, 1995, p. 67; Pérez Barberá, Gabriel, Libertad de prensa y derecho al honor:
Repercusiones dogmático-penales de la doctrina constitucional de la "real malicia",
Alveroni, Córdoba, 1999, p. 41). En consecuencia –se agregó– la esencia de la
calumnia es subjetiva, y la imputación es falsa cuando el autor, conociendo en forma
cierta que la víctima es inocente o en la duda sobre ello, le atribuye un delito incierto,
o un hecho cierto con circunstancias inciertas que lo vuelven delictivo, o una
responsabilidad inexistente en un delito cierto (v. Núñez, op. cit., ps. 133 y 134; Soler,
op. cit., ps. 253 y 254; Creus, op. cit., 136; Vázquez Rossi, op. cit., 65. T.S.J., Sala
Penal, S. nº 100, 2/11/01, "Sarsfield Novillo c/ Croce"; “Querella Riutort De la Sota c/
Martínez García”, cit.). Es que, con acierto ha señalado Carlos Creus, la falsedad
objetiva de la imputación no implica de por sí el dolo (Carlos Fontán Balestra, op. cit.,
p. 495) …” (04/09/07, autos “Querella presentada por Grahovac, Walter Mario c/ Julia
Antonia Azzetti por injurias y calumnias -Recurso de Casación-” - Expte. “Q”, Nº
3/05)1.

5.4 FIGURAS COMUNES.

5.4.1 Publicación o reproducción de la calumnia e injuria ajena. Propagación


de la injuria o calumnia por la prensa. Retractación. Ley 25.326, art. 117 bis
del CP.
Art. 113. El que publicare o reprodujere, por cualquier medio, injurias o calumnias
inferidas por otro, será reprimido como autor de las injurias o calumnias de que se
trate.
Para este tipo penal no interesa la responsabilidad del “otro”. El que pública es ajeno
a la ofensa.
Propagación de la injuria o calumnia por la prensa.

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Art. 114. Cuando la injuria o calumnia se hubiere propagado por medio de la prensa,
en la Capital y territorios nacionales, sus autores quedarán sometidos a las sanciones
del presente Código y el juez o tribunal ordenará, si lo pidiere el ofendido, que los
editores inserten en los respectivos impresos o periódicos, a costa del culpable, la
sentencia o satisfacción.
Se trata de una medida reparatoria para el ofendido por la injuria o calumnia
publicada por un medio de prensa.
Injurias o calumnias propagadas por medios de difusión. Doctrina de la real
malicia:
Art. 114: "Cuando la injuria o la calumnia se hubiere propagado por medio de la
prensa, en la Capital y territorios nacionales, sus autores quedarán sometidos a las
sanciones del presente Código y el juez o tribunal ordenará, si lo pidiere el ofendido,
que los editores inserten en los respectivos impresos o periódicos, a costa del
culpable, la sentencia o satisfacción".
La CN asegura a todos el Derecho a la libertad de expresión, no sólo escrita sino
también oral. La limitación del Art. 114 a la Capital y territorios nacionales, tiene su
fundamento en el Art. 32 CN y la interpretación concordante de la CSJN, que había
afirmado que el Congreso de la Nación no podía legislar sobre ellos, quedando su
represión reservada a las legislaturas provinciales. Lo que debe publicarse es la
sentencia condenatoria firme, o la satisfacción dada por el querellado. La publicación
debe ser ordenada por el juez y a pedido de parte, que deberá ser hecho en la
interposición de la querella o en la audiencia de conciliación. La publicación deberá
ser hecha en el mismo periódico en donde se propagó la ofensa. Frente a la ausencia
del diario no corresponde hacer la publicación en otro. No se estipula ninguna
alternativa en caso de imposibilidad de publicación en el mismo periódico que
propagó la ofensa. La norma omite referirse a la forma en que debe ser publicado, ni
señala las condiciones de lugar, características o cantidad de ejemplares. La
sentencia deberá ser publicada a cargo del culpable. Con la palabra prensa se señala
las expresiones publicadas por un editor y no se extiende a otros medios de
publicidad como el radial o televisivo. El contenido de la publicación es la sentencia o
satisfacción, que se refiere al caso de retractación; no es necesario que ésta se
extienda a todo el fallo, alcanza con la parte dispositiva y la misma no se puede
ordenar de oficio, procede sólo a pedido de parte. Está claro que si la parte no cumple
sólo podrá demandarse el cumplimiento de la obligación por vía civil.
La doctrina de la real malicia: Se refiere a los casos en donde las publicaciones
afecten a un funcionario público, en éstos se da una inversión de la carga de la
prueba: el funcionario público debe acreditar que las expresiones fueron hechas con
conocimiento de que eran falsas o con culpa grave porque no intentaron averiguar si
las mismas eran falsas.
Este tema fue una elaboración pretoriana a partir del caso “New York Times v.
Sullivan”, donde en una publicación de este diario, se publicó una solicitada en la
cual se denunciaban las agresiones sufridas por Martín Luther King, señalándose
como uno de los autores a un funcionario público de Alabama: Sullivan. Este se
presenta ante la Corte reclamando una indemnización por difamación. La Corte
rechaza la demanda porque sostuvo que se debe probar que la declaración ha sido
realizada con “actual malice”, es decir, con conocimiento de que era falsa o con
desinterés acerca de si era falsa o no y eso en ese caso eso no había sucedido.
5.4.2. Ley 25.326, art. 117 bis del CP.
Inserción de datos falsos: Art. 117 bis: "1- Derogado. 2- La pena será de 6 meses a
3 años, al que proporcionara a un tercero a sabiendas información falsa contenida en
un archivo de datos personales. 3- La escala penal se aumentará en 1/2 del mínimo y
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del máximo, cuando del hecho se derive perjuicio a alguna persona. 4- Cuando el
autor o responsable del ilícito sea funcionario público en ejercicio de sus funciones, se
le aplicará la accesoria de inhabilitación para el desempeño de cargos públicos por el
doble de tiempo que el de la condena”.
El inc. 2 requiere la previa inserción de un dato falso en una base de datos. La
sanción penal es para quien proporciona a un tercero ese dato falso. Es un tipo doloso
en el que se requiere un “plus” de dolo, ya que además de querer y saber que se está
proporcionando un dato se debe conocer su falsedad. Cualquiera puede ser sujeto
activo. Se entiende por archivo personal cualquier acopio de información, informático
o no, que contenga distintos datos personales e individuales de personas de
existencia visible (aunque hay distintas opiniones sobre los registros de personas
jurídicas). No incluye las bases de datos estadísticas o los registros de información
genérica.
En el inc. 3 la producción de perjuicio constituye una agravante. Debe propagarse a
terceros a sabiendas, información falsa contenida en un registro de datos personales
y dicha propagación debe haber generado un perjuicio, un menoscabo en un interés.
Es un delito de resultado. El inc. 4 aumenta la pena si quien lo hace es un funcionario
público.
Art. 117 bis: 1°. Será reprimido con la pena de prisión de un mes a dos años el que
insertara o hiciera insertar a sabiendas datos falsos en un archivo de datos
personales.
2°. La pena será de seis meses a tres años, al que proporcionara a un tercero a
sabiendas información falsa contenida en un archivo de datos personales.
3°. La escala penal se aumentará en la mitad del mínimo y del máximo, cuando del
hecho se derive perjuicio a alguna persona.
4°. Cuando el autor o responsable del ilícito sea funcionario público en ejercicio de
sus funciones, se le aplicará la accesoria de inhabilitación para el desempeño de
cargos públicos por el doble del tiempo que el de la condena.

Bien Jurídico Protegido: La presente ley tiene por objeto la protección integral de los
datos personales asentados en archivos, registros, bancos de datos, u otros medios
técnicos de tratamiento de datos, sean éstos públicos, o privados destinados a dar
informes, para garantizar el derecho al honor y a la intimidad de las personas, así
como también el acceso a la información que sobre las mismas se registre, de
conformidad a lo establecido en el artículo 43, párrafo tercero de la Constitución
Nacional.
· Caso del Inciso 1º: Insertar o hacer insertar datos falsos. La acción consiste en
insertar o hacer insertar datos que no son verdaderos en un archivo de datos
personales. Se requiere que haya dolo, es decir, que se ejecute a sabiendas. El delito
se consuma cuando se realiza la acción de insertar o hacer insertar (por otro) los
datos falsos.
· Caso del Inciso 2º: Divulgación de información falsa. La conducta consiste en
proporcionar a un tercero información falsa existente en un archivo de datos
personales. Al igual que en el inciso 1º, se requiere que el autor actúe a sabiendas de
que la información es falsa, de ahí se deduce que la figura también es dolosa.
· Caso del Inciso 3º: Perjuicio. La escala penal aumenta al doble cuando se cause un
perjuicio a persona alguna.
· Caso del Inciso 4º: Funcionario Público: si el responsable fuere un funcionario público
en ejercicio de sus funciones, además de la pena correspondiente para el delito que
cometa, se le aplicará la accesoria de inhabilitación para desempeñar cargos públicos.
A los fines de la presente ley se entiende por:
— Datos personales: Información de cualquier tipo referida a personas físicas o de
existencia ideal determinadas o determinables.
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— Datos sensibles: Datos personales que revelan origen racial y étnico, opiniones
políticas, convicciones religiosas, filosóficas o morales, afiliación sindical e información
referente a la salud o a la vida sexual.
— Archivo, registro, base o banco de datos: Indistintamente, designan al conjunto
organizado de datos personales que sean objeto de tratamiento o procesamiento,
electrónico o no, cualquiera que fuere la modalidad de su formación,
almacenamiento, organización o acceso.
— Tratamiento de datos: Operaciones y procedimientos sistemáticos, electrónicos o
no, que permitan la recolección, conservación, ordenación, almacenamiento,
modificación, relacionamiento, evaluación, bloqueo, destrucción, y en general el
procesamiento de datos personales, así como también su cesión a terceros a través
de comunicaciones, consultas, interconexiones o transferencias.
— Responsable de archivo, registro, base o banco de datos: Persona física o de
existencia ideal pública o privada, que es titular de un archivo, registro, base o banco
de datos.
— Datos informatizados: Los datos personales sometidos al tratamiento o
procesamiento electrónico o automatizado.
— Titular de los datos: Toda persona física o persona de existencia ideal con domicilio
legal o delegaciones o sucursales en el país, cuyos datos sean objeto del tratamiento
al que se refiere la presente ley.
— Usuario de datos: Toda persona, pública o privada que realice a su arbitrio el
tratamiento de datos, ya sea en archivos, registros o bancos de datos propios o a
través de conexión con los mismos.
— Disociación de datos: Todo tratamiento de datos personales de manera que la
información obtenida no pueda asociarse a persona determinada o determinable.

5.4.3. Delitos contra el honor y la libertad de prensa. Como bien lo señala


Ricardo Núñez, el honor y la libertad de prensa son bienes muchas veces enfrentados.
El primero, el honor, como derecho personalísimo del hombre, es resguardado
mediante la figura de la injuria, aun cuando lo que se exponga de una persona sea
cierto. El segundo un derecho de los hombres, ganado no a costa de pocos sacrificios,
que implica o se relaciona directamente con la libertad institucional. Son los jueces los
que deben decidir cuándo este segundo derecho avasalla legítimamente al primero,
imponer los límites, y en su caso, las sanciones que correspondan.
Retractación: Art. 117. El culpable de injuria o calumnia contra un particular o
asociación, quedará exento de pena, si se retractare públicamente, antes de
contestar la querella o en el acto de hacerlo.
La “retractación” es el acto por el cual el culpable, arrepentido, se desdice en el
trámite del juicio de la imputación injuriosa o calumniosa. No es necesario que asuma
que mintió, sino que la retractación supone que el ofensor se reconoce culpable y que
en un acto de arrepentimiento afirma la inexactitud de sus dichos. De esta forma se
excusa la responsabilidad penal, no la civil.
Retractación: La retractación consiste, si se trata de una calumnia, en reconocer la
falsedad de la imputación, y si se trata de una injuria, en retirar los términos de la
misma. La retractación no es una pena, porque no está entre las sanciones
enumeradas en el Art. 5, y porque es una forma de evitar la pena: es una excusa
absolutoria que tiene su fundamento en el arrepentimiento del autor que busca
reparar el delito.
La retractación es el acto mediante el cual el sujeto activo revoca y se desdice de lo
expresado, si es una calumnia debe manifestar que lo mencionado es falso y si es una
injuria debe retirar lo dicho. La retractación, entonces, tiene que ver con el elemento
subjetivo de la injuria o de la calumnia, esto es, el reconocimiento de que al formular
la imputación se obró con desprecio hacia la verdad.
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No se considera retractación si el imputado niega haber pronunciado la calumnia o


injuria, ya que debe expresar haberlas dicho y luego retractarse. Por ende, se exige
un reconocimiento de la culpabilidad sobre el hecho.
La ley especifica el momento en que el imputado debe retractarse; pasado éste se
considera como confesión del delito. El juez tiene la facultad de evaluar el alcance de
la retractación y si ésta opera como eximente.
Las ofensas retractables son las destinadas a un particular o asociación y las dirigidas
contra un funcionario público con motivo de su función.
La ley no exige una forma especial para retractarse, sólo prescribe que debe ser
pública, pero esto no significa que debe publicarse, salvo el supuesto del Art. 114;
basta que sea conocida en el juicio ante el juez, ya sea en audiencia o por escrito.
Además, la ley consagra un requisito procesal para la admisibilidad de la retractación,
ésta debe ser formulada antes de contestar la querella o en el acto de contestarla.
Este requisito procesal integra el tipo excusatorio, con lo cual no puede ser
modificado por la ley procesal local. De tal modo, la retractación fuera de las
oportunidades previstas no producirá efectos, salvo que sea aceptada por el
querellante, lo cual se entenderá como una renuncia a la acción entablada.
Se trata de una excusa absolutoria que se fundamenta en el arrepentimiento activo
del ofensor que procuraría reparar por este medio el honor del querellante. Ello indica
que la admisibilidad o no de la retractación no queda librada al arbitrio de la
contraparte, sino a la decisión del magistrado actuante. Asimismo, su admisión
excluye la punibilidad, pero no las consecuencias civiles de los delitos cometidos. Se
termina el proceso por sobreseimiento, con costas a la parte.
5.4.4. La acción penal en los delitos contra el honor.
(Núñez) - La acción penal que nace de las ofensas contra el honor es privada (73/2).
La regla no admite excepción cualquiera sea el tipo de ofensa. Los delitos
incorporados en el 117 bis no han sido expresamente mencionados en el 73. No
obstante ello, una interpretación sistemática obliga a tenerlos como de acción
privada.
Puede ser ejercida solo por el ofendido mientras viva, personalmente o por
mandatario especial, y después de la muerte por su cónyuge, hijos, nietos o padres
sobrevivientes (75). Si bien la acción es personal, la muerte del ofendido no extingue
la acción.
La acción penal por injuria o calumnia no está sometida a ninguna cuestión prejudicial
o previa.

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