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agudeza y la gravedad en los sonidos; el sonido es una afección del aire cuando es
el oído y la razón, pero no de la misma manera7, sino que el oído8 está relacionado
con la materia y la afección, mientras que la razón lo está con la forma y la causa9,
ya que es determinada y cumplida la materia tan sólo por la forma, y las afecciones
por las causas de los movimientos, y de ellas, aquéllas son propias de la percepción
son determinadas y cumplidas por las racionales, al someterles primero las diferen-
cias tomadas de forma más general, al menos en las cognoscibles por medio de la
Y esto ocurre porque la razón es simple y sin mezcla, y por ello indepen-
diente, ordenada y siempre igual en relación a las mismas cosas, mientras que la
percepción tiene que ver con la siempre mezclada y fluyente materia13; de forma
de los que permanecen siempre los mismos se observa idéntica en relación a lo que
razón. Así pues, igual que un círculo dibujado tan sólo con la vista16, parece ser a 4
menudo exacto, hasta que el que está construido con la razón conduce la percepción
al reconocimiento del que es en realidad exacto, así, si sólo de oído fuese aprehen-
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que ni está falta ni sobrada de su medida; pero si se ajusta la obtenida a través de la
que, en general, juzgar algo es más fácil que hacerlo (como, por ejemplo, juzgar
una pelea que pelear, una danza que danzar, una melodía de auló que tocarlo, o un
canto19 que cantar). Ciertamente, tal inferioridad de los sentidos para reconocer lo
de la verdad, ni tampoco para observar los excesos20 de aquellas cosas que se dife-
rencian entre sí, al menos tomadas en partes más grandes de lo que son. Pero en las
en ellas; y aún más en las divisiones mucho más pequeñas. La causa es que lo que
se desvía de la verdad, aun siendo una sola vez muy poco, cuando ha habido pocas
Entonces, dada una línea recta, es muy sencillo tomar una más corta o más
larga que ella con la vista, no sólo porque tal cosa se produce en una extensión, sino
porque también hay una única comparación. Y dividirla en dos o duplicarla es to-
davía sencillo, si bien no del mismo modo al producirse sólo dos comparaciones.
Tomar un tercio o triplicarla es más difícil, porque ya se combinan aquí tres ajustes
con medidas mayores cuando tomemos por sí mismo aquello que se indaga: por
ejemplo, una séptima parte o un séptuplo, y no a través de algo más sencillo, como
en el caso de una octava parte, primero con un medio, un medio de éste y aún un
medio de éste último; o un óctuplo primero con un doble, un doble de éste y aún un
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doble de éste último. Pues ya no será la octava parte del uno o su óctuplo lo que se 5
ha tomado, sino las mitades o los dobles de más cosas desiguales.
Pues bien, puesto que también ocurre de manera similar con los sonidos y el
oído22, lo mismo que para los ojos es necesario algún criterio racional para aquello
por medio de instrumentos adecuados (por ejemplo, para lo recto mismo, la regla23,
y para el círculo y la medida de sus partes, el compás), del mismo modo también a
los oídos, como sirvientes24, sobre todo con los ojos, de la parte teórica del alma25 y
que contiene la razón, les es necesario algo que proceda de la razón para aquellas
cosas que no pueden, por naturaleza, juzgar con exactitud; un método26 al que los
Pues bien, el instrumento de tal método se llama canon armónico29, que to-
sería preservar en todo momento las hipótesis racionales del canon31 (de ninguna
manera en conflicto con los sentidos según la opinión de la mayoría)32, como el del
sus trayectorias observadas, ya que las hipótesis mismas han sido tomadas también
zón, lo particular tan exactamente como sea posible. Pues en todas las cosas es pro-
pio del investigador teórico y entendido mostrar que los trabajos de la naturaleza
están moldeados con una cierta razón, una causa ordenada y en absoluto de modo
azaroso, y que nada se ha llevado a cabo por aquélla de modo casual o azaroso y
sobre todo en las más bellas disposiciones33, las que alcanzan a los más racionales
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Este propósito, en verdad, unos parece que no lo han atendido del todo, de-
6 sobre todo los pitagóricos y los aristoxénicos, y ambos se equivocan. Pues los pita-
góricos, al no haber atendido a la aplicación del oído ni en los casos en que era ne-
cesario para todos, ajustaron a las diferencias entre los sonidos razones inapropia-
das absolutamente a los fenómenos, de modo que con tal criterio35 inspiraron una
desavenencia entre quienes tenían diferente opinión. Por su parte, los aristoxénicos,
la razón como de algo accesorio para el método, contra ella misma y contra el fe-
nómeno36. Contra ella, porque no ajustan los números, es decir, las imágenes de las
razones37, a las diferencias entre los sonidos, sino a los intervalos38 entre ellos; y
a las confirmaciones39 de los sentidos. Cada una de estas cosas que van a ser expli-
mente delimitado.
Así pues, si se constituye la diferencia en los sonidos40 (al igual que también
facilidad a qué género de los mencionados hay que referir la diferencia entre agu-
deza y gravedad, antes de haber examinado las causas42 de tal distribución, que de
alguna manera creo que son comunes también a las variaciones en las demás percu-
siones. Pues resulta, en efecto, que las afecciones43 derivadas de ellas difieren se-
gún la fuerza de lo que percute, según las disposiciones corpóreas de lo que es per-
cutido y de aquello mediante lo cual tiene lugar la percusión; y aún, según la dis-
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tancia entre lo que es percutido y el comienzo del movimiento. Pues, evidentemen-
te, siendo las demás condiciones las mismas44, cada uno de los factores menciona-
dos produce algo propio en la afección, en el caso de que él mismo varíe de alguna
forma.
o bien no se produce del todo o bien, al menos, no es perceptible, por ser así tam-
vedad46. Pues con los mismos condicionantes, no vemos que se produzca ninguna 7
modificación tal en los sonidos (por ejemplo cuando hablamos en voz baja o en voz
da, o más vigorosa, o más fuerte), sino solamente que lo más grande sigue a lo más
se adquiere aquí según las disposiciones originales del cuerpo; es decir, por las que
cada cosa es rara o densa, fina o gruesa, lisa o áspera, e incluso según sus figuras48
(¿pues qué tienen en común las cualidades más afectivas –me refiero a los olores,
los sabores y los colores– con la percusión?49). Por medio de la figura produce, en
aquello que admite tal cosa (como la lengua y la boca)50, unas configuraciones51 –
como unas maneras– a los sonidos, en virtud de las cuales se acuñan vocablos de
ruidos, estrépitos, voces, griterío y muchísimos otros de tal clase; y nosotros imita-
mos cada una de las configuraciones, por tener el hombre el más racional y hábil
su vez, una única cualidad, según la cual se dicen ciertos sonidos con la misma pa-
labra, lisos o ásperos, porque también éstas son cualidades en sentido propio. Por
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medio de las cualidades de la rareza o la densidad, y del grosor o la finura, produce
otras según las cuales, a su vez, decimos con la misma palabra, densos o raros,
porque, también, al ser cada una de ellas una cualidad de las disposiciones
en igual volumen, tiene más sustancia; y más grueso que cosas de similar
disposición, lo que en igual extensión tiene más sustancia. Producen lo más agudo,
lo más denso y lo más fino56, mientras que lo más grave lo producen lo más raro y
lo más grueso. Y aun en las demás cosas, lo más agudo se dice que es tal por ser lo
más fino, como también que lo más débil es tal por ser lo más grueso; pues percute
más compactamente lo más fino porque puede penetrar57 más rápidamente, en tanto
que lo más denso lo hace más. Y por esto el bronce58 y la cuerda producen un
sonido más agudo que la madera y el lino respectivamente, pues son más densos; y
entre bronces de similar densidad e iguales, lo hace el más fino; entre cuerdas de
similar densidad e iguales, la más delgada59; las cosas huecas, más que las sólidas;
8 y, a su vez, de entre las tráqueas, las más densas y más finas son las más agudas en
el tono. Y cada una de estas cosas no sucede propiamente a causa de lo denso o fino
en sí mismo, sino por la tensión60, porque a tales cosas les sucede que son más
tensas, y lo más tenso resulta más vigoroso en las percusiones: esto resulta más
Por ello, aun cuando resulte más tenso de algún otro modo (por ejemplo,
porque sea más duro o completamente más grande), produce un sonido más agudo,
prevaleciendo, en aquellas dos cosas en las que hay algo que produce lo mismo, el
exceso61 conforme a la otra razón, como cuando el bronce produce un sonido más
agudo que el plomo, puesto que es mucho más duro que él de lo que éste es más
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denso que aquél. Y a su vez, cualquier bronce mayor y más grueso produce un so-
nido más agudo que uno menor y más fino, cuando la razón respecto a la magnitud
es mayor que la razón respecto al grosor62. Pues el sonido es una cierta tensión63
continua del aire, que se propaga desde el aire que rodea las cosas que producen las
percusiones, hasta el del exterior; y por esto, en virtud de la fuerza con que cada
una de las cosas por las que tienen lugar las percusiones sea más tensa, resulta un
Y por estas razones, ciertamente, parece que la diferencia entre los sonidos
respecto a lo agudo o lo grave es una cierta forma de cantidad65, y que sobre todo
aquello que percute66. Pues se constituye en la cantidad de éstas con total evidencia,
siguiendo la agudeza a las distancias más pequeñas por el vigor causado por la
modo que los sonidos son modificados en sentido inverso67 a las distancias68. Pues,
tal como es la distancia mayor desde el origen con respecto a la menor, resulta el
lo mismo que en las balanzas: tal como es la mayor distancia del peso respecto a la
esto es obvia en los sonidos producidos a través de una cierta longitud, como los de
las cuerdas, los de los aulós y los de la tráquea; pues, aun permaneciendo lo demás
invariable, en las cuerdas resultan de forma absoluta más agudos los producidos 9
con distancias menores entre los puentes que con distancias mayores; en los aulós,
los que suenan en los agujeros más cercanos al hifolmio70, es decir, más cerca de lo
que percute, que los que están más alejados71; y en la tráquea, los que tienen el co-
mienzo de la percusión más arriba y más cerca de lo que es percutido, que los que
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lo tienen más profundo: pues también lo que concierne a la tráquea se parece a un
cierto auló natural, diferenciándose sólo en que en los aulós, al ser fijo el lugar de la
el recurso de los agujeros; en tanto que en la tráquea sucede lo contrario: al ser fijo
instrumento, los lugares en la tráquea desde los que las distancias hacia el aire exte-
rior, en proporción a los excesos entre sí mismos, llevan a término las diferencias
Así pues, quede esbozado con esto cómo se constituyen la agudeza y la gra-
vedad de un sonido, y que su forma es una cierta cantidad72. Adviértase que tam-
bién sus incrementos son infinitos en potencia, pero en realidad limitados73 (como
también lo son los de las magnitudes), y que hay dos límites para éstos: el propio de
los sonidos mismos, y el del oído; y que es mayor éste que aquél74. Pues al variar
progresivamente en sus disposiciones lo que produce los sonidos, aun cuando las
distancias entre cada uno desde el más grave al más agudo no varíen en nada consi-
derable, sin embargo sus dos límites diferirán en muchos casos bastante, unos hacia
lo más grave y otros hacia lo más agudo75. Pero el oído también percibe sonidos
más graves que el más grave, y más agudos que el más agudo, por cuanto en la fa-
En efecto, siendo esto así, hay que distinguir a continuación que, de los so-
10 nidos, unos son iguales en tono y otros desiguales en tono77. Iguales en tono son los
que no varían respecto al tono, mientras que los desiguales en tono varían. Pues el
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así llamado “tono”78 sería un género común a la agudeza y a la gravedad, entendido
comienzo. De los desiguales en tono, por su parte, unos son continuos y otros deli-
mitados79. Los continuos son los que tienen los lugares de los cambios hacia cada
dirección poco claros, o ninguna de cuyas partes es igual en tono a intervalo per-
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ceptible, igual que les ocurre a los colores del arcoiris . Tales son también los que
suenan cuando las cuerdas se tensan o se destensan81; a su vez, hacia lo más grave,
el final de los mugidos, y hacia lo más agudo, los aullidos de los lobos82. Los
delimitados, por su parte, son los que tienen claros los lugares de los cambios,
mo83, de manera que, al contrario que lo propio de las ciencias, ni por una defini-
ción ni por una razón pueden ser aprehendidos84; en cambio éstos últimos son pro-
pios de ella, al estar definidos por los límites de las igualdades de tono y al ser
efecto, denominar notas85 a los de tal clase, porque una nota es un sonido que
mantiene uno y un mismo tono86. Por ello también, cada una, sola, es irracional87,
pues es una e indiferenciada con respecto a sí misma, mientras que una razón es una
relación88 y ocurre entre dos números primarios89; pero en la comparación entre uno
y otro sonido, cuando son desiguales en tono, produce una cierta razón por el
melódico90. Son melódicas cuantas, al ser enlazadas unas con otras, resultan
aceptables al oído, mientras que no melódicas las que no son así. Y aún, afirman
que son consonantes (acuñando la denominación a partir del más hermoso de los
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do la denominación a partir del más hermoso de los sonidos, la voz) cuantas pro-
porcionan una percepción uniforme a los oídos, y disonantes, las que no son así91.
quinta (cuyo exceso se denomina tono93), y la octava; y aún la octava más cuarta, la
octava más quinta y la doble octava. Para nuestro presente propósito, queden al
margen las que exceden a éstas94. El razonamiento de los pitagóricos sólo excluye
una de ellas, la octava más cuarta, siguiendo sus propias hipótesis, que adoptaron
todo95, según el cual números iguales serán asignados a notas iguales en tono, y
igual que hay dos formas primarias de notas desiguales en tono entre sí, la de las
también hay dos variedades primarias de razones entre los números desiguales: una,
particulares98 y múltiples99, siendo mejor también ésta que la de aquéllas por la sim-
una mayor. Una vez que han ajustado, por esto, las razones superparticulares y múl-
razones, la doble es la mejor, aquélla por ser lo más próximo a la igualdad de tono,
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