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Yo pregunto sobre su tumba cavada en la montaña: ¿no habrá manera de que Colombia, en vez
de matar a sus hijos, los haga dignos de vivir?
Elegia a desquite
Gonzalo Arango
Este ensayo se pregunta sobre cómo se han forjado como consecuencia del conflicto
armado los diferentes roles de la juventud colombiana en el marco de los hechos y
acontecimientos de la última década. Haciendo una revisión del concepto de juventud en
Colombia a la luz de como el contexto ha caracterizado esta parte de la población.
Inicialmente se desarrollara el concepto de juventud a partir de distintas
perspectivas incluyendo la reglamentación y normatividad que propende por los derechos
de la juventud, en segundo lugar se presenta una clasificación del joven en los roles del
conflicto armado colombiano desde la orilla de las víctimas y los victimarios y finalmente
desde la orilla de los líderes y jóvenes que han surgido de la guerra pero con propuestas
para la trasformación social.
Según Montoya 2008, “Colombia se encuentra como uno de los treinta países donde
los niños/as sufren más a causa del conflicto armado, y el cuarto país entre los
países del mundo con mayor número de niños/as y jóvenes en los grupos armado ilegales,
después de la República Democrática del Congo, Ruanda y Myanmar (ONU, 2006)”
Es en este contexto en el que se justifica pensar los diferentes roles sociales que
nuestra juventud ha desarrollado. Hay que decir en este apartado inicial que se entienden en
Colombia como niños a los menores de edad (menores de 18 años) y jóvenes a los que se
encuentran en el rango de los 14 a los 28 años. Sin embargo estos menores en muchos casos
se vuelven adolescentes pasando al rango de edad estimado como el rango de la juventud.
Esto para aclarar que en el análisis de los jóvenes en el conflicto colombiano, abarca
necesariamente a los niños, porque a la guerra llegan como niños y salen como jovenes,
dejando de lado la clasificación que la ley ha hecho, pues la permanencia de estos
individuos en el conflicto y el análisis no permite hacer una separación por edad del flagelo
social que han vivido. Sin embargo la pregunta de este documento se interesa por la agencia
de los jóvenes presentada en diferentes conceptos como los siguientes.
A nivel Latinoamericano las últimas décadas cientistas sociales se han dedicado a
generar diversas nociones de la juventud, mucho más amplias que la tan reducida
concepción etaria y que permite entender al joven no solo biológicamente. Al respecto,
autores como Bourdieu (2002), Vommaro (2014), y Taguenca (2008), coinciden en
afirmarla como una construcción social que además es histórica y que adquiere los matices
de acuerdo al contexto en el que decida estudiarsela.
Sobre este concepto el autor repara en entender las nuevas formas de participación
política de los jóvenes en la Argentina actual, sobre lo cual se ha referido a la existencia de
una generación despolitizada. Sin embargo desde esta perspectiva se entiende un
alejamiento por parte de los jóvenes hacia las instituciones “clásicas”. Lo que no implica
una despolitización, más bien es otra forma de entender esta participación, en este sentido
se busca “visibilizar formas alternativas que hablan del renovado compromiso de las
juventudes contemporáneas con lo público y lo colectivo” (Vonmaro,2014)
“Artículo 3º. Juventud. Para los fines de participación y derechos sociales de los que trata la
presente ley, se entiende por joven la persona entre 14 y 26 años de edad. Esta definición no sustituye
los límites de edad establecidos en otras leyes para adolescentes y jóvenes en las que se establecen
garantías penales, sistemas de protección, responsabilidades civiles y derechos ciudadanos.
Artículo 4º. Para los efectos de la presente ley se entenderán como:
a) Juventud: Entiéndese por juventud el cuerpo social dotado de una considerable influencia en el
presente y en el futuro de la sociedad, que puedan asumir responsabilidades y funciones en el progreso
de la comunidad colombiana” (ley 375 del 97)
Por otro lado, aunque este estatuto en varios de sus artículos menciona por un lado
el principio de territorialidad y a la ruralidad como una condición joven, y también
contempla la condición de victimas lo cual es un avance. Aún es muy superficial para hacer
efectivos los mecanismos de implementación y sigue teniendo muchos sesgos a la hora de
definir al joven como sujeto de derechos. Existe una brecha conceptual en la que pareciera
que por ser “ciudadanía juvenil”, los jóvenes de la ruralidad que nunca han conocido la
ciudad, ni la ciudadanía están muy lejos de hacerse parte de las demandas que pueda
producir esta ley.
“Una de las situaciones que afecta la vida cotidiana y las posibilidades de desarrollo de niños, niñas,
adolescentes y jóvenes es el riesgo y la práctica del reclutamiento ilícito por los grupos armados, relacionada
directamente con la dinámica del conflicto armado y las estrategias de guerra de los armados. En las
comunidades donde el gmh adelantó su trabajo investigativo, el reclutamiento ilícito convirtió los espacios
donde vivían los adolescentes, jóvenes y sus familias en lugares amenazadores e inseguros. Al intentar
proteger a sus hijos e hijas del reclutamiento, las familias huyeron y con ello lesionaron sus vínculos de
amistad, vecindad y convivencia, y perdieron sus grupos y lugares de referencia. Mientras que en algunos
casos los armados lograron seducir a algunos y algunas adolescentes y jóvenes, quienes terminaron por
vincularse a los grupos armados, en otros casos el reclutamiento constituye una amenaza que produce miedo y
los obliga a transformar sus actividades cotidianas o huir hacia las ciudades, en muchas ocasiones sin sus
familias” (Basta Ya; pag,321)
En este sentido hay un joven como víctima y como victimario, una identidad que
está en doble vía. Cuando se da un proceso de desmovilización que incluye la reintegración
dependiendo del éxito o no de estos procesos el decidirá si ser víctima o sus pasos lo
llevaran a seguir ejerciendo la violencia como victimario. En escenarios diferentes, pero
con la formación con la que la guerra lo moldeo, caso de las personas desmovilizadas de las
AUC, que deciden integrar las bandas criminales.1
“Los jóvenes constituyen la población mayoritaria en las filas de todos los actores armados, por lo
cual han sido una población particularmente estigmatizada. Por ser señalados como guerrilleros o
informantes, se han enfrentado de manera constante a la persecución, la amenaza y el miedo. Por cuenta de
esta circunstancia, ellos y ellas han sido víctimas de ejecuciones extrajudiciales y de la llamada limpieza
social.” (Basta ya;pag,321)
1
No se establecen aquí las repercusiones causadas por la violencia experimentada durante el conflicto armado
que en la vida adulta puedan tener los daños ocasionados en la infancia, adolescencia y juventud. Sin
embargo, es menester señalar que la muerte de niños, niñas, adolescentes y jóvenes, así como la destrucción
de sus referentes y expectativas de vida y de sus espacios de formación y socialización, tienen relación con un
asunto de mayor alcance: la estructuración tanto de la identidad y de la vida cotidiana de una sociedad, como
de los procesos de aprendizaje social o de repetición de contextos de muerte y guerra. (basta ya; pag,321)
La limpieza social es una de las manifestaciones de la guerra que alcanzo a los jóvenes de
las ciudades y sobre todo a los que nunca empuñaron un arma de fuego, como líderes
estudiantiles y comunales. Esta como manifestación de la estigmatización, ejercida también
por fuerzas del Estado ha sido de las más oscuras etapas de los jóvenes como víctimas.
Por otro lado está el reclutamiento legal o ilegal 2 por parte de las fuerzas militares, que ha
sido impuesto como una obligación para el mantenimiento de las filas del ejército y la
defensa nacional. Con la voluntad y contra la voluntad dependiendo del caso, los jóvenes de
más bajos recursos en Colombia han sido el caballito de batalla, la carne de cañon de una
guerra que ellos no iniciaron, pero que si tienen que ejecutar. En este sentido, también se
puede ver este dilema entre ser víctima o victimario en el estado en el que se hace parte de
un conflicto en el que no se quiere participar, y también en el que las fuerzas militares en
muchas ocasiones han actuado como victimarios, en nombre de la legitima defensa o de la
defensa nacional.
Finalmente desde la orilla del joven como actor y promotor de la transformación social se
presenta, la clasificación tan marcada del joven campesino y de los “demás jóvenes”; y el
ejemplo de algunas manifestaciones de resistencia, desde el concepto de Hanna Arendt
sobre la acción política.
2
Ver: http://www.elespectador.com/tags/batidas-ilegales
culturales y sociales y en muchos casos irrumpiendo en la dignidad de campesino heredada
por las generaciones anteriores.
“Para los jóvenes que han sido desplazados por la violencia, son notorios los cambios que se presentan en su
desarrollo social y en su cotidianidad. Mientras en el campo la educación primaria se puede estar terminando
a los 13 o 15 años, y se presenta un “normal” acceso a la producción agropecuaria, en la ciudad el joven
enfrenta serios traumatismos tanto en el aspecto educativo como en lo laboral. Los jóvenes desplazados por
la violencia, en el mejor de los casos, logran conseguir un trabajo que no es bien remunerado, sin seguridad
social, con largas jornadas de trabajo y sin ninguna expectativa de progreso social y económico; tienen que
comenzar a desempeñar roles para los cuales nunca estuvieron preparados, dando paso a una nueva cultura
urbana. Los niños y niñas en situación de desplazamiento son sometidos a espacios físicos completamente
diferentes a los que tenían antes. Las posibilidades de correr y jugar libremente se reducen, la habitación se
comparte con toda la familia en condiciones de hacinamiento y se modifica drásticamente el entorno social y
urbano. Para ayudar económicamente a sus padres, o a la mujer que es cabeza de familia, terminan vinculados
al comercio informal o a trabajos como ayudantes de construcción. En el caso de las niñas, el servicio
doméstico y en algunas ocasiones la prostitución, se convierten en las únicas alternativas” (codhes; pag,177)
En el contexto de la guerra el joven dejo sus botas y sombrero, por huir a la ciudad como
desplazado por la guerra o por la pobreza, por ir al monte obligado o en búsqueda de
oportunidades diferentes a las del campo, motivado por una cultura de consumo más
atractiva y rápida que la cultura del campo. Sin embargo hay un joven que se resiste a dejar
de ser campesino, que se organiza en torno a los problemas sociales y resiste por medio de
sus acciones transformadoras. Este rol no es solo del joven campesino, surge también desde
las ciudades desde donde también se reivindica el respeto por la vida, por los recursos
naturales y por las raíces culturales arraigadas en el campo.
“Desde la filosofía política de Hannah Arendt (1998) entendemos que el fin de la política no es
el acceso al poder del Estado, tal y como ha sido concebida por algunas corrientes hegemónicas
en el mundo moderno; tampoco puede ser asociada a la búsqueda del consenso de ideas e
intereses y mucho menos a la intención de voto para acceder a prácticas representativas de la
democracia liberal. La política tiene como fin la transformación de la historia, y este desafío no
se consigue a través de un sujeto trascendente, sino de sujetos de carne y hueso, con rostro y
con cuerpo, con biografía y subjetividad […] La acción es, así entendida, la capacidad humana
para introducir algo nuevo en el mundo, para introducir nuevos sentidos, significados y
prácticas que inciden en el flujo de la existencia humana y que cobra vida en el “entre-nos”
(Avarado, Gomez, Sanchez, 2014)
“Según Escobar (en Lander, 2005), el lugar es central para pensar acerca de la construcción de
la política, el conocimiento y la identidad, pues los individuos arraigados a un lugar, con
capacidad para entenderlo y vincularse a él como nicho o morada de vida, son cada día más
capaces para negociar todo el proceso de la construcción del mundo” (Avarado, Gomez,
Sanchez, 2014)
Alvarado Sara Victoria, Humberto Gómez Ariel, Sánchez León María Cristina. Jóvenes y
participación política en el mundo contemporáneo: de la apatía a la antipatía por modos
hegemónicos de vida (cap 6) . En “En busca de las condiciones juveniles latinoamericanas” (2014)
compiladores Sara Victoria Alvarado; Pablo Vommaro. Primera edición CLACSO.
Orlas Carlos Andres.Ponencia: Legión del Afecto y construcción de paz: una mirada desde
la Ciencia Política. Congreso de ciencia política ACCPOL 216.