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Documento marco

Asamblea general XXIII


25 de diciembre de 2019

Contenido

Presentación

Marco: sinodalidad y discernimiento en común

La crisis sacerdotal en la Iglesia y en la Hermandad

La reducción en la Hermandad
La identidad de la Hermandad

Los equipos

La Pastoral con jóvenes


La formación sacerdotal
PRESENTACIÓN

El camino de la Hermandad hacia la Asamblea general XXIII ha cubierto en este


trimestre su primera etapa. El deseo del Consejo general ha sido favorecer una
experiencia sinodal en la que los operarios, reunidos en equipo, reflexionaran en
torno a cuatro temas propuestos para discernir lo que Dios pide hoy a la Hermandad.

Fruto de esta reflexión y discernimiento han sido las aportaciones que se han
compartido: 22 de equipos o de operarios de una zona determinada –que en algunos
casos han enviado incluso dos aportaciones– y 10 a título individual. Conviene
agradecer a todos los operarios el esfuerzo para reunirse y compartir la reflexión
realizada.

Todas estas aportaciones convergen en el presente Documento marco, de cuya


elaboración se ha encargado un equipo de operarios de diversas delegaciones
coordinado por el Secretario general. Se trata de un documento que sistematiza la
reflexión de los dos primeros pasos del proceso del discernimiento (reconocer e
interpretar) en torno a los cuatro temas estudiados y a aquellos señalados por
algunos operarios como «asuntos más importantes de la Hermandad» (Est. art. 62).
Reconocemos los límites y la complejidad de dicho trabajo que ha pretendido recoger
las distintas preocupaciones y sensibilidades de los operarios.

Después de unas consideraciones sobre la sinodalidad y el discernimiento en común,


se presentan los dos temas que interpelan a nuestro ser: la crisis sacerdotal y la
reducción en la Hermandad. Se han incorporado dos temas más debido al peso que
han tenido en las aportaciones de los operarios: la identidad de la Hermandad y el
equipo. Seguidamente aparecen los que se refieren a nuestra misión: la pastoral
juvenil y la formación sacerdotal.
La finalidad del Documento marco es facilitar la reflexión personal y en equipo con
vistas al último paso del proceso de discernimiento: elegir. De este modo, durante el
primer trimestre de 2020 se continuará trabajando en un clima sinodal para discernir
las opciones y las decisiones concretas que el Señor nos está pidiendo a los operarios
y así presentárselas a la Asamblea general.
Los materiales de formación permanente y las aportaciones de los operarios siguen
siendo documentos de referencia. Por ello, sin entrar en valoraciones en torno a la
precisión de los puntos que recoge el presente Documento marco, lo realmente
importante es la reflexión que se haga en este segundo paso.

En cada tema se ofrece una guía que puede orientar las reuniones de los equipos.
Sería recomendable mantener el ritmo mensual de las reuniones de formación
permanente, fijando de antemano el contenido de cada encuentro.

Las nuevas aportaciones que se hagan, tanto por parte de los grupos de operarios
reunidos o los equipos como a título individual, serán un buen reflejo de la

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participación activa a la que todos estamos invitados en la preparación de la próxima
Asamblea general.

La fecha límite para enviar las aportaciones será el 1 de abril. Con ellas se elaborará
el Documento de trabajo que se presentará a la Asamblea general.
No conviene olvidar la necesaria preparación espiritual a la que nos animaba el
Director general en su carta del mes de septiembre:

Durante la celebración de la Asamblea y, de igual modo, a lo largo de los


trabajos preparatorios de la misma, debemos pedir la asistencia del Espíritu,
dejándonos hacer por él, intentando discernir en todo momento cuáles son los
caminos por los que nos quiere conducir, pidiéndole la ayuda necesaria para
reconocer cuál es su voluntad y para cumplirla. Somos sacerdotes que nos
reunimos en Asamblea y que permanecemos en constante disposición para
descubrir lo que el Señor nos pide y obedecerlo con prontitud. Hágase en
nosotros según su palabra. De este modo, en cada operario y en el conjunto
de la Hermandad podremos reconocer el proyecto de Dios.

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MARCO: SINODALIDAD Y DISCERNIMIENTO EN COMÚN

1. La Asamblea, convocada para elegir al Director general y tratar los temas más
importantes para la Hermandad, es una ocasión para orar y ponerse en presencia de
Dios, Señor de la historia, escuchando su voz, asumiendo la cruz y renovando la
esperanza, reconociendo «¡qué bueno es Dios para el justo!» (Sal 72,1).
2. También es un momento para reflexionar, escuchando a nuestro fundador, el
Beato Manuel Domingo y Sol, evaluando la vida y las tareas, y compartiendo ideas,
temores e ilusiones.

RECONOCIENDO LA SINODALIDAD Y EL DISCERNIMIENTO EN COMÚN


3. Como marco general para la preparación de la Asamblea y el estudio de los temas
propuestos, se ofreció a los operarios una reflexión sobre la sinodalidad y el
discernimiento en común. Aunque no se consideraban como cuestiones para ser
tratadas en la Asamblea han suscitado, sin embargo, un profundo diálogo que ha
quedado reflejado en muchas de las aportaciones, tanto de equipos como personales.

4. Hay que comenzar reconociendo que el mismo término «sinodalidad» ha resultado


ambiguo o confuso para algunos. Se utiliza para referirse a conceptos muy diferentes
y es entendido de muy diversas formas, lo cual lleva a aplicaciones muy diferentes e
incluso contrapuestas 1.
5. Han sido varias y variadas las aportaciones que se han referido a la sinodalidad en
conexión con el ejercicio de la autoridad y del gobierno. Desde las que reconocen las
distintas formas en que se da, a las que lo echan en falta.

INTERPRETANDO LA SINODALIDAD Y EL DISCERNIMIENTO EN COMÚN

6. La historia de la Hermandad, desde don Manuel, nos puede ayudar a valorar la


sinodalidad. Así, vemos que muchos aspectos de la sinodalidad podrían aplicarse a lo
propuesto y vivido en esta Asociación desde sus orígenes y en distintos niveles. Por
ejemplo: los encuentros de Mosén Sol y los primeros operarios para elaborar las
Constituciones o asumir seminarios, las consultas habituales a los operarios, la
vivencia de la fraternidad concretada en la supeditación del proyecto personal al
proyecto del equipo, el discernimiento de tareas en encuentros de operarios y su
carácter consultivo…
7. Para acrecentar la sinodalidad, ese «caminar juntos», se recuerda o se reclama la
necesidad de escuchar a todos los operarios sin distinción, buscar el equilibrio entre
centralismo y regionalismo, no caer en el autoritarismo ni en un estilo asambleario…
Se considera ineludible la comunicación y la unidad, evitando que la dispersión

1
Conviene recordar que según el documento La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia de la
Comisión Teológica Internacional, la participación en la sinodalidad es de “todos” (consulta de todos), por
“algunos” (por elección o nombramiento en asambleas diocesanas; en los sínodos de obispos el colegio
episcopal) y con la decisión de “uno” (el obispo en su diócesis o el obispo de Roma en el sínodo de los
obispos). La circularidad entre el sensus fidei, el discernimiento realizado en las diversas instancias y la
autoridad del que ejerce la autoridad pastoral describe la dinámica sinodal (nn. 72. 79. 106).

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territorial la obstaculice. Por eso se llega a plantear en algunas aportaciones si son
necesarias las delegaciones o cuál debería ser el papel del delegado.

8. De igual modo se ha recordado que la sinodalidad no es simplemente una


característica de la Iglesia, o un derecho de los individuos o los grupos, sino también
una obligación y un compromiso, que exige escucha, diálogo sincero, transparencia,
corrección fraterna, asistencia a los encuentros…

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LA CRISIS SACERDOTAL EN LA IGLESIA Y EN LA HERMANDAD

PLANTEAMIENTO DEL TEMA EN LA FORMACIÓN PERMANENTE

9. La Iglesia actual está viviendo con profundo dolor el problema de los abusos por
parte de algunos de sus ministros. Estos abusos se han venido manifestando en una
extensión y con un carácter público inéditos, hasta el punto de poderse considerar
como una crisis sacerdotal que afecta profundamente a la misión de la Iglesia.

10. Los abusos se tipifican como abusos de conciencia, de poder y sexuales, con
vínculos mutuos y diversos grados de impacto (especialmente destructivos en los
casos de abusos de personas vulnerables). Suponen una crisis de sentido evangélico
y ministerial en las personas y en las estructuras, que el Santo Padre ha podido
categorizar globalmente como «clericalismo».

11. La inadecuada reacción defensiva que ha venido apelando a motivos sociológicos,


eclesiológicos y jurídicos agudiza y consolida el problema. De igual modo lo ahondan
y enconan a nivel personal las actitudes de autorreferencialidad, el deseo de poder y
necesidad de control, la rigidez, la mundanidad, el exhibicionismo y el machismo
clericalista, etc. Y le dan persistencia y poder de difusión a nivel estructural la
excesiva tolerancia y complicidad, así como la imagen deformada del ministerio como
fuente de ganancias personales y de prestigio elitista.

12. Don Manuel, que conoció, se dolió y se enfrentó a la crisis sacerdotal de su


tiempo, contrapuso consistentemente a esta situación la exigencia de la santidad
para todo sacerdote y especialmente para el operario. Esto quedó bien asentado en
su propia vida, en el mensaje continuo de sus pláticas y hasta en las Constituciones,
convirtiéndose de hecho en un elemento integrante y originario de la Hermandad
como tal: «… para lograr más fácilmente su santificación en medio del mundo» (cf.
Constituciones del Beato Manuel Domingo y Sol, 16a).

13. La predicación frecuente del Papa Francisco y su propuesta sistematizada en


Gaudete et exsultate reaviva el llamamiento a la santidad subrayando su urgencia en
el momento presente, insistiendo en combatir el fariseísmo y el gnosticismo
espirituales e invitando a asumir una actitud de combate, vigilancia y discernimiento
en Cristo.

RECONOCIENDO LA CRISIS

14. Hay sintonía y confirmación entre los operarios sobre el calado, la envergadura
y la relevancia de los problemas de abusos en la Iglesia, que suponen una auténtica
crisis. Los datos que ofrecen los últimos documentos, y que resume el tema formativo
propuesto, resultan, en general, convincentes. Los operarios expresan que los abusos
revisten varias formas y se realizan en diversos terrenos, lo cual los convierte en una
realidad compleja, pero no son nuevos o recientes, aunque en el momento presente
hayan adquirido relieve y carácter público global.

15. Sin embargo, algunos operarios señalan también que se ha dado excesiva
importancia a los casos de abuso y, en algunas ocasiones, se ha remarcado su
prevalencia sobre la normalidad o sobre los aspectos positivos de la Iglesia y sus
ministros, o se ha hecho de ello una lectura ideológica, ofreciendo una imagen

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negativa de la Iglesia y de los sacerdotes que no se ajusta a la realidad. También se
recuerda en alguna aportación la cuestión de las acusaciones falsas.

16. En todo caso, no pueden obviarse estos problemas, pues generan inquietud,
tristeza y dolor por el daño que provocan a las víctimas y por la deslealtad que
significan por parte de los victimarios, así como por la desconfianza que crean acerca
de la Iglesia, su misión y sus ministros. Sobre todo, impulsan a buscar y aplicar
soluciones.

17. La interpretación o diagnóstico de sus causas dentro del campo más general del
«clericalismo» le parece a la mayoría de los operarios bastante adecuada. Es más,
muchos subrayan que el abuso sexual, aunque tenga importancia, no es el más
marcado, sino el abuso de poder. El abuso sexual, a pesar de tener su identidad
propia, se concatena, sin duda, con los de conciencia y poder. Por eso se requiere
reconocer el problema en toda su amplitud y diversidad. El abuso de poder es
bastante común, casi endémico en la Iglesia, puede revestirse de formas muy sutiles
de manipulación, y puede expresarse incluso en las tareas tan delicadas del
acompañamiento personal y grupal.

18. Aunque la Hermandad no ha sufrido de forma extensiva o clamorosa este


clericalismo, según recuerdan algunos operarios, sí existen casos conocidos; y se
debería estar siempre alerta al respecto, tanto a nivel personal como institucional:
cualquier operario podría involucrarse consciente o inconscientemente en algún tipo
de abuso. Esta atención debe prestarse especialmente en los actos y ámbitos de
gobierno.

19. Como posibles causas del clericalismo en la Hermandad se detectan la pérdida


del horizonte evangélico de la vida; de identidad ministerial, en clave de fraternidad,
humildad y servicio; de sentido de Iglesia y de identificación y sentido de pertenencia
con la Hermandad misma.

INTERPRETANDO LA CRISIS

20. En los documentos aportados y en la obra de don Manuel la mayoría de los


operarios percibe una llamada evangélica firme a la santidad que no puede obviarse
y que debe tomarse siempre muy en serio. Consideran que ofrece un horizonte de
talante espiritual, un tenor vital, que se convierte en el fondo ineludible de cualquier
confrontación con el clericalismo y los abusos. Por eso, para la Hermandad será
siempre importante volver a estas fuentes y recuperar la conciencia de la necesidad
y urgencia de un sacerdocio «santo».

21. Esto implica una seria y constante conversión personal e institucional que, según
el sentir de muchos operarios, debería realizarse según estas referencias:

– Santidad cierta, francamente deseada y asumida, sin protagonismos


antievangélicos, centrada en Cristo, con su humildad y sentido de servicio.
– Vivencia del sacerdocio con radical actitud de identidad y con solidez e
intensidad ministerial.
– Visión comunional, fraterno-sacramental, del ministerio que es intrínseca al
sacerdocio, realizada en las claves de la sinodalidad y, especialmente, en la
realidad de los equipos.
– Profundidad del amor afectivo y efectivo a la Iglesia y a la Hermandad, con
fuerte sentido de pertenencia.

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22. Muchos operarios aluden a la necesidad de afrontar los abusos y el clericalismo
que los sustenta a partir de los procesos de la formación permanente y en todos sus
momentos. Esto vale para la Iglesia y para la Hermandad. Distintos operarios y
equipos convergen en sugerir estos focos de atención:

– Elección cuidadosa de los formadores que recibirán el encargo de la pastoral


vocacional y los seminarios, para lo cual es fundamental asegurar que tengan
franco y profundo interés y atracción por la misión de la formación sacerdotal.
Y prepararlos adecuadamente para ello. Esta preparación debería cubrir todas
las dimensiones formativas, pero tendría que garantizarse también en el
terreno académico con alta consistencia y profundidad (algunos operarios
sugieren medios concretos: cursos del IPV, licenciaturas, etc., que se pueden
conseguir en la etapa de síntesis vocacional o pastoral o en otros momentos
de la vida ministerial, y que podrían urgirse con cierta obligatoriedad).
– Mejor selección inicial y acompañamiento continuo de los candidatos al
sacerdocio y a la Hermandad.
– Cuidado especial de la pastoral vocacional propia y diocesana, y de toda la
formación inicial (especialmente en los Seminarios), en todas sus
dimensiones e integralidad, pero con atención particular a la dimensión
humana y al campo psicológico. Se subraya en algunas aportaciones la
urgencia actual de cautelas en este terreno. Los aspirantes y seminaristas han
de alcanzar firmemente la madurez afectiva y esto se debe discernir de una
manera particular.
– Atención de la Hermandad a la formación permanente en toda su
integralidad de dimensiones, pero de modo especial a los sacerdotes en
algunos momentos formativos más delicados, como el incorporarse por
primera vez como ministros a la tarea pastoral, en los primeros años de
ministerio y en la vejez.
23. Algunos operarios señalan que los Delegados deberían acompañar local y
globalmente estos procesos formativos.

24. Muchas aportaciones aluden al papel de los equipos como espacios privilegiados
para combatir el clericalismo y promover efectivamente la conversión a la santidad
de los operarios en los procesos de la realidad cotidiana, por ejemplo, evitando las
rencillas, las murmuraciones, etc. y poniendo por obra la fraternidad concreta.

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SUGERENCIAS PARA LA REFLEXIÓN Y EL TRABAJO

1. Causas y manifestaciones de la crisis sacerdotal en la Iglesia y en la


Hermandad.
2. Contenido y metodología de la formación inicial y permanente para afrontar
la crisis en las diversas etapas de la vida. El Plan global de formación de la
Hermandad.
3. Rasgos del clericalismo en la Hermandad, medios para prevenirlo y
afrontarlo.
4. Grado de sensibilización sobre el abuso de conciencia, de poder y sexual, y
recursos para prevenirlo y evitarlo.

9
LA REDUCCIÓN EN LA HERMANDAD

PLANTEAMIENTO DEL TEMA EN LA FORMACIÓN PERMANENTE

25. La disminución del número de sacerdotes que formamos parte de nuestra


Hermandad ha sido notable durante los últimos años. La reducción consiste en
salvaguardar los rasgos esenciales de la Hermandad, cuando contamos con menos
personal y los signos de los tiempos nos exigen una respuesta carismática.
Necesitamos medir con cuidado nuestras fuerzas y prepararnos bien, para ofrecer
con mucha humildad nuestro testimonio fraterno y un auténtico servicio a las
vocaciones.

26. El reconocimiento de los hechos objetivos es un primer paso. Así, se contemplan


diversos factores que confluyen en esta cuestión: el menor número de vocaciones en
la Iglesia, el normal envejecimiento de los operarios, la falta de idoneidad de algunos
y las consecuentes salidas de la Hermandad, los conflictos y la desafección, la
imposibilidad de sostener obras, la falta de preparación…
27. La reducción, que ayuda a concentrarnos en lo esencial, también ha de tener o
provocar efectos positivos, como propiciar una mejor preparación de los operarios,
el discernimiento de tareas, la colaboración en equipos mixtos, la interculturalidad,
la liberación de ciertas cargas y una conveniente purificación.

RECONOCIENDO LA REDUCCIÓN

28. El fenómeno de la reducción se enmarca en un contexto mucho más amplio, pues


afecta a la mayor parte de las diócesis y de las órdenes religiosas desde hace tiempo 2.

Disminución del número

29. La disminución en el número de operarios, particularmente en lo que se refiere a


los disponibles para atender a todas las tareas, tiene diversos orígenes; entre ellos
se han apuntado: fallecimientos; salidas o abandonos de la Hermandad y/o del
ministerio; envejecimiento, enfermedad; falta de disponibilidad; reducido número de
nuevas incorporaciones y falta de vocaciones.
30. Podría ser interesante, según varias aportaciones, contar con estadísticas o
estudios detallados, por ejemplo, sobre los abandonos (causas, edades, formación
previa…), o la procedencia de las incorporaciones (de qué ámbitos vienen, cuántos
son sacerdotes…); siendo conscientes de que los datos desnudos y su análisis pueden
tanto ayudar como, si no son técnicamente correctos, distorsionar la percepción de
la realidad.

2
A modo de muestra, la colección Frontera Hegian publicó hace ya 15 años cuatro cuadernos sobre esta
temática desde diversos enfoques: B. FERNÁNDEZ, La Vida Consagrada ante la crisis de reducción; F.
MARTÍNEZ. Vida religiosa y calidad de vida; C. MACCISE, Vivir en la inseguridad. Desafío espiritual para la
vida consagrada; M. DORTEL-CLAUDOT, Tiempos de reducción, tiempos de refundación. Fusiones,
Uniones, Federaciones.

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Abandonos o salidas de la Hermandad

31. Se trata de un fenómeno que se ha producido en la Hermandad desde sus mismos


orígenes. Basta leer las biografías de los doscientos primeros operarios para
comprobar la gran cantidad de los que dejaron la Hermandad.

32. Es algo que sigue teniendo lugar en nuestro tiempo. Quizá resulta más
preocupante al sumarse a otros factores, así como por la concentración de los casos
en algunas delegaciones en momentos particulares.

33. Para intentar entenderlo, se han apuntado diversas causas que podrían provocar
estas salidas, teniendo en cuenta que no todas conllevan un abandono del ministerio.
Enumeramos las que se han señalado:

– Por parte de la Hermandad: la defectuosa selección de los candidatos; la falta


de acompañamiento, tanto en el inicio como a lo largo de la vida del operario;
la falta de escucha y de atención personal; la dispersión de los campos de
trabajo, que causa confusión y desilusión.
– Por parte del operario: la falta de asimilación del carisma; el débil sentido de
pertenencia; la desafección; la falta de comunicación; la falta de
disponibilidad.
– Causas externas y culturales: la cultura líquida en la que vivimos; el
individualismo.

Escasez de vocaciones para la Hermandad

34. Parece constatarse que, de manera general, no son suficientes las


incorporaciones de nuevos miembros a la Hermandad. Apenas se han apuntado
causas, aunque se señala la desaparición de las fuentes de donde procedían muchos
de los operarios, como eran los seminarios en el caso de España.

35. Tal vez se podrían deducir las causas de manera indirecta, a partir de las
sugerencias que se han apuntado como posibles soluciones. Fundamentalmente se
propone ser, con la propia vida y ministerio, modelos de identificación, es decir,
buenos sacerdotes, con lo que caracteriza a los operarios: fidelidad, unión, vivienda
común.

36. Se ha recordado la existencia del Proyecto de pastoral juvenil y vocacional de la


Hermandad. También en diversas propuestas se habla de la Pastoral vocacional
relacionándola con la Pastoral juvenil y los jóvenes, que seguramente pueden
aplicarse a la propia Hermandad: qué proyecto se tiene, qué tipo de Pastoral
vocacional se presenta a las diócesis, qué formación se recibe y se ofrece, medios e
inversiones necesarios…
37. Ante el fenómeno de la reducción se suscitan diversas reacciones y sentimientos,
que van desde el pesimismo, el aislamiento o la desconfianza en quienes tienen la
responsabilidad del gobierno, el deseo de orar más intensamente por las vocaciones
y el esfuerzo por mejorar la pastoral vocacional… O el intento de cambiar el enfoque:
de la reducción a la proyección, promoción, producción, ilusión…

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INTERPRETANDO LA REDUCCIÓN

Reacción ante la reducción


38. En los materiales de reflexión se habla de «reducción» para referirse tanto al
dato como a los efectos y opciones que origina. No obstante, se trata de un término
que para algunos tiene connotaciones negativas o pesimistas. Se proponen entonces
otros, como «concentración» o «repliegue», o buscar los que apunten a un enfoque
positivo de la situación.

39. Para tomar perspectiva, podemos recordar que en algunos momentos de su


historia la Hermandad se ha visto amenazada hasta con la desaparición, como tras
la Guerra Civil en España. Sin ser ilusos ni cerrar los ojos ante la realidad, recordar
aquellos momentos puede ayudar a no asustarse ni desesperar.
40. De hecho, esta situación puede contemplarse desde una mirada creyente y
esperanzada, viendo en ella, por ejemplo, un tiempo de refundación, una ocasión
para recuperar y potenciar el carisma de la Hermandad.
41. La reducción tendrá consecuencias positivas para la Hermandad y los operarios
si lleva a tomar mayor conciencia de la realidad, a asumir una mayor dedicación, a
una mejor elección de las tareas y formación de equipos…

42. Precisamente, algo en lo que muchos han insistido, en uno u otro sentido, ha
sido en que la reducción conduce a la revisión y realización del discernimiento de
las tareas, si bien las concreciones propuestas difieren ampliamente: desde la
concentración en las tareas históricamente más propias a la búsqueda de nuevos
campos no explorados, pasando por nuevos modos de gestionar los actualmente
cultivados.

43. En ello se revelan fundamentales los criterios que se adoptan en el


discernimiento, hasta qué punto son conocidos o deben conocerse por parte de todos,
y el grado de participación de los operarios en este discernimiento (información,
consulta…), teniendo presente el concepto y la práctica de la «sinodalidad».
44. Ese discernimiento no sólo afectaría a la selección de tareas, sino también a la
formación de los distintos equipos: número de operarios, cualidades, condiciones y
formación de sus miembros…

45. En este punto, es fundamental la cuestión de la identidad de la Hermandad, en


cuanto asociación sacerdotal, con los fines, objetos y nervios propios, la forma de
vida y vivienda común, y las concreciones históricas del carisma: la diocesaneidad
del operario y de la propia Hermandad, la búsqueda de la santidad, la fraternidad
como carisma específico…

46. Lo que está en nuestras manos en esta etapa de reducción o concentración es


vivir con intensidad y alegría, personalmente y como Hermandad, el ser sacerdotes
y operarios.
47. Ante los abandonos, todos podemos o debemos sentirnos responsables. De
hecho, el mismo don Manuel nos invitaba a no desentendernos del hermano, sino ser
ángeles unos de otros. Por eso no permanecemos indiferentes, sino que intentamos
o creemos que podríamos reaccionar y responder a este problema desde diversos
ámbitos y en diferentes niveles:

– mejorar el discernimiento y selección de los candidatos a la Hermandad;

12
– probar la asimilación del carisma antes de la vinculación a la Hermandad, con
la experiencia previa de vida en un equipo;
– clarificar la identidad del operario como sacerdote diocesano y miembro de la
Hermandad;
– estar atentos al acompañamiento de cada operario, especialmente desde el
Consejo;
– cuidar y potenciar el sentido de pertenencia;
– preparar a los operarios para las tareas y para las distintas etapas de la vida;
– cuidar la propia fidelidad a los compromisos y obligaciones;
– corrección fraterna, cuidado mutuo;
– no descuidar la comunicación y los encuentros con otros operarios.

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SUGERENCIAS PARA LA REFLEXIÓN Y EL TRABAJO

Actividad previa: estudio personal y reflexión (incluso lectura orante) sobre el


Directorio 2019-2020: tareas, delegaciones, equipos, países, edades, ministerios…

1. Término «reducción»: su contenido y posibles alternativas.

2. Discernimiento de tareas: criterios, argumentos históricos y carismáticos,


racionales y afectivos 3.

3. Apertura y cierre de casas. Sobre su discernimiento, ejecución y


comunicación: papeles y funciones de los operarios y del equipo de gobierno.
4. Abandonos de la Hermandad: causas y medios para prevenirlas.

3
Se puede considerar aquí la conclusión 18 de la Asamblea general XXII, su aplicación y validez: «Son
criterios de discernimiento de nuestras tareas: su conexión con los objetos de la Hermandad; contar con
un equipo que garantice su continuidad; que se atienda a las diócesis más pobres; y que se facilite el
surgimiento de vocaciones para la Hermandad».

14
LA IDENTIDAD DE LA HERMANDAD

RECONOCER LA IDENTIDAD

48. Puesto que la Asamblea se reúne, además de para elegir al Director general, para
tratar los asuntos más importantes de la Hermandad, no extraña que la cuestión de
la identidad haya aparecido de diversas maneras en numerosas aportaciones, como
ha quedado de manifiesto al hablar de la crisis en la Hermandad.

49. Se constata que no se conoce suficientemente el pensamiento de don Manuel,


así como el contenido y las consecuencias prácticas de la naturaleza y fines de la
Hermandad, tanto para la vida de los operarios como en lo referente a las tareas.

50. Así mismo existe la necesidad de profundizar en la recepción de la forma


jurídica de la Hermandad como asociación sacerdotal y en las consecuencias
prácticas para superar las adherencias de otras formas de vida más propias de
congregaciones religiosas. Esto tiene implicaciones tanto a nivel de gobierno y
organización como de vivencia personal, y llevará tiempo. (En algunos casos,
convendría que se explicase con claridad la identidad de la Hermandad y de los
operarios a los obispos en cuyas diócesis trabajamos).
51. La llamada a la santidad, recordada por el papa Francisco para todos en Gaudete
et exsultate, forma parte de la naturaleza íntima de la Hermandad y así aparece en
su definición, como uno de sus fines (Estatutos, 1).

INTERPRETAR LA IDENTIDAD

52. Desde lo que ya se ha conseguido, reflejado en la valoración y en el aprecio a los


operarios y a la Hermandad, se ve necesario seguir trabajando, desde la misma
formación inicial y permanente, el cuidado de la calidad de la vida espiritual y
ministerial… Se recuerdan los medios que ya apuntaba el mismo don Manuel:
fidelidad al reglamento y corrección fraterna.

53. También es esencial en la Hermandad la diocesaneidad, que hay que vivir como
operarios, y que exige la integración en la propia diócesis de incardinación y en
aquella en la que se trabaja. Una consecuencia práctica es no hacer nada en paralelo
o al margen de las diócesis. Esta dimensión ha de cultivarse desde la misma etapa
de la formación inicial.

54. Como asociación sacerdotal de derecho pontificio, la Hermandad tiene una


dimensión de universalidad. La dirección común y la pertenencia a la institución
conllevan la necesaria disponibilidad, también a trabajar fuera de la diócesis o el
país de origen.
55. Se recuerda que es fundamental la fidelidad por parte de los operarios, como
individuos y como grupo, al carisma, así como cuidar, fortalecer o recuperar el
sentido de pertenencia a la Hermandad.
56. La escucha, atención, retribución, acompañamiento… en una asociación de
sacerdotes, donde todos somos hermanos e iguales, tendrán que ser consecuentes
con esta realidad. De igual modo la responsabilidad, participación, comunicación… de
cada uno de los operarios.

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SUGERENCIAS PARA LA REFLEXIÓN Y EL TRABAJO

Tarea previa: lectura de los Estatutos de la Hermandad y de las últimas pláticas de


don Manuel a los operarios, de 1902 y 1908, cuando la Hermandad y los operarios
ya tenían años de experiencia.

1. Elementos de nuestra identidad que necesitan ser fortalecidos en el


contexto de reducción.

2. Elementos estructurales y modos de funcionamiento de la Hermandad que


requieren una revisión por ser más propios de un instituto religioso que de
una asociación sacerdotal.

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LOS EQUIPOS

RECONOCER LOS EQUIPOS

57. Una preocupación presente en muchas aportaciones es la cuestión de los equipos.


Siendo la vivienda común algo esencial en la Hermandad, como recogen los Estatutos
(nº 3), preocupa su concreción.

58. En esta forma de vivir la fraternidad sacerdotal se puede encontrar un principio


de solución a los problemas que afectan hoy especialmente a los sacerdotes: el
clericalismo, el individualismo, los abusos…; así como un medio eficaz para la
santificación, la maduración personal, la corrección, la educación…

INTERPRETAR LOS EQUIPOS


59. Existe la duda o el convencimiento, reflejados en varias aportaciones, de que los
equipos con menos de tres operarios cumplan con estas funciones o respondan a la
esencia de esta intuición y propuesta de don Manuel para la Hermandad. Es decir,
que los equipos de dos operarios no serían realmente equipos o tendrían graves
carencias y que la vivienda individual sólo podría justificarse en circunstancias muy
especiales.

60. Esto podría ser un criterio de discernimiento a la hora de aceptar o discernir


tareas.

61. Ciertamente la cuestión del número de miembros de un equipo no es la única.


También se ve necesaria una revisión y revitalización de la vida en común.

62. Se cuestiona en alguna aportación que los equipos mixtos puedan considerarse
de la misma manera que los formados sólo por operarios. Y se apunta a la necesidad
de revisar la proporción de operarios en ellos, o quién debe asumir la dirección.

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SUGERENCIAS PARA LA REFLEXIÓN Y EL TRABAJO

1. Diversas maneras de estructurar el equipo de Hermandad: equipo de vida


y trabajo, equipo de vida, equipo mixto (Directorio, 43) 4. Experiencia de los
operarios e interpretación en el contexto de reducción.

2. Equipos de al menos tres operarios. Consecuencias prácticas que tendría


para la Hermandad y para cada operario la aplicación de este criterio.

4
Para la reflexión y el diálogo podemos tener presente la conclusión 15ª de la Asamblea general XX
(2002), que establece: «Que se consideren válidas como expresión de la vida fraterna en la Hermandad
estas modalidades de equipo: a) Equipos de vida y trabajo, formados por operarios que comparten vida
y tareas. b) Equipos de vida, formados por operarios que viven juntos y desempeñan tareas distintas.
c) Equipos zonales, formados por operarios que realizan actividades pastorales distintas, y las ejercen en
lugares diferentes pero suficientemente cercanos para poderse reunir con regularidad. d) Equipos mixtos,
formados por operarios y miembros de otras instituciones, o personas, que se unen por afinidad de carisma
o mayor eficacia en la tarea pastoral, y que requieren un estatuto propio».

18
LA PASTORAL CON JÓVENES

PLANTEAMIENTO DEL TEMA EN LA FORMACIÓN PERMANENTE


63. La realidad juvenil en la Iglesia ha recobrado protagonismo a raíz del Sínodo
sobre Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. Este acontecimiento resuena
en la Hermandad pues el Beato Manuel Domingo y Sol fue un apóstol de la juventud.
En este contexto surge la necesidad de recuperar la conciencia de que él invirtió
esfuerzos, tiempo y dinero en el apostolado por la juventud organizándolo,
dirigiéndolo y dinamizándolo 5 con el objetivo de buscar el fomento de su piedad y su
formación integral. La Hermandad asumió como uno de sus objetos principales el
fomento de la piedad en la juventud tal como aparece en los actuales Estatutos y
Directorio y en las conclusiones de diversas Asambleas generales.

64. El trabajo de la Hermandad con los jóvenes se llevó de forma diferente en cada
Delegación, lo que hace difícil definir elementos comunes. A pesar de ello, se puede
explicar a partir de dos ejes, referidos a los agentes y a la actividad pastoral. En el
eje personal-institucional se comprueba que hay operarios con sensibilidad juvenil,
con nombramiento en un grupo o movimiento concreto, con nombramiento
diocesano, en plataformas de la Hermandad, en estructuras de Delegación y en las
redes sociales. En el eje proceso-experiencia, se constata que hay operarios que
trabajan en ámbitos donde se sigue un proceso y otros que se centran en eventos
aislados. Entre los jóvenes que acompañan, que van de los 16 a los 29 años, algunos
están en la etapa del primer anuncio y otros en el periodo de formación; y con
respecto al tema vocacional algunos no se hacen el planteamiento vocacional, otros
están en proceso de discernimiento y algunos de ellos ya tomaron una decisión
vocacional.

RECONOCIENDO LA PASTORAL CON JÓVENES

65. En las aportaciones se mencionan los diversos trabajos realizados por los
operarios en las más diversas realidades y latitudes al servicio de las juventudes 6:
Acción Católica, los colegios, la Pastoral Juvenil Parroquial, los movimientos, los
Scouts, los campamentos, los retiros, las Jornadas Mundiales de la Juventud y el
mismo Sínodo de los Jóvenes. A lo largo de la historia reciente algunos operarios
asumieron coordinaciones y asesorías en las plataformas propias, en los ámbitos
diocesanos y hasta nacionales. Entre las experiencias propias valoradas por varias
aportaciones se encuentran los Centros de Orientación Vocacional (COV) y los
Campamentos.

66. Al mismo tiempo que se reconoce la vida de los operarios entregada por los
jóvenes, también se invita a tomar conciencia de que últimamente esa presencia en
medio de ellos no viene siendo una prioridad institucional. De este modo el trabajo
con los jóvenes se limita en muchas ocasiones a la dedicación particular y/o al
carisma del operario concreto. En este sentido algunas aportaciones sostienen que
todos los operarios deben asumir el trabajo con los jóvenes, mientras que otras
señalan que es una misión para aquellos que tienen un carisma particular. De

5
La Juventud Católica de Tortosa, la Congregación de San Luis de Tortosa, la revista El Congregante de
San Luis, la Escuela nocturna de obreros y artesanos, el Gimnasio para la recreación y la peregrinación de
jóvenes a Roma en 1891.
6
La existencia de una pluralidad de mundos juveniles lleva a utilizar el término “juventudes” en lugar de
«juventud» y a tener en cuenta que la franja de edad utilizada (16 a 29 años) no representa un conjunto
homogéneo (cf. Christus Vivit, 68).

19
cualquier manera, se reconoce un llamado a realizar un trabajo de sensibilización y
formación de todos los operarios para retomar el segundo objeto de la Hermandad:
la formación cristiana de la juventud (cf. Estatutos n° 6). Esta dinámica de vuelta a
las fuentes de la Hermandad asume la invitación de la Iglesia a una conversión
pastoral a los jóvenes.

67. Al aproximarse a la realidad de los jóvenes se pueden percibir algunos elementos


globales de la cultura contemporánea que influyen de manera especial en ellos y que
son asimilados de manera diversa: la liquidez, el ethos digital y la vivencia de la fe
como peregrinos o como convertidos 7. Y para que la mirada no esté marcada por el
pesimismo que paraliza, esa aproximación a los jóvenes debe ser gratuita y amorosa,
con los ojos de la fe que ayudarán a percibir los signos de esperanza presentes en
medio de las diversas juventudes.

68. Entre las aportaciones se perciben algunas miradas marcadas por las propias
experiencias juveniles o de trabajos en otras épocas y hasta de preconceptos.
También aparece la necesidad institucional en la línea del «reclutamiento
vocacional». Otras sensibilidades, en cambio, buscan estar en medio de los jóvenes
de manera gratuita como pastores que asumen el desafío de un fuerte, cuidadoso y
cálido acompañamiento con vistas a sanar sus heridas y descubrir/realizar su
proyecto de vida.

INTERPRETANDO LA PASTORAL CON JÓVENES

69. Los textos del magisterio y del Beato Manuel Domingo y Sol que aparecen citados
en diversas aportaciones nos dan algunas claves para interpretar esta realidad. En la
mayoría de ellas se hace referencia a la Exhortación Apostólica Postsinodal Christus
vivit. En ella el papa Francisco invita a reconocer el embate de los cambios sociales
y culturales en la pastoral juvenil (cf. CV, 202) por lo que se hace necesario asumir
el protagonismo de los jóvenes en la pastoral para que sea iluminada por su
sensibilidad y lenguaje (CV, 203).

70. Los operarios valoran que la Exhortación trate temas como la llamada a la
vivencia personal y comunitaria del ser joven cristiano, la necesidad de una
espiritualidad viva y el protagonismo del joven acompañado. Hay cierto consenso en
la preocupación que aparece en varias aportaciones de que la pastoral juvenil esté
animada por la fe y tenga como meta la dimensión vocacional en un sentido amplio,
esto es, no reducida a lo sacerdotal. Por otro lado, algunas de ellas invitan a tener
cuidado con una pastoral juvenil marcada por lo afectivo y emotivo, mientras otras
aportaciones van en la línea de cuidar de esas experiencias juveniles.

71. Las referencias a don Manuel y a la Hermandad que aparecen remiten, en la


mayoría de los casos, a lo presentado en la formación permanente. Pero se recuerda
el Directorio cuando explicita el segundo objeto de la Hermandad: «la formación
cristiana de la juventud se concreta en ayudar a los jóvenes a descubrir a Jesucristo,
para seguirle y colaborar con Él en la tarea evangelizadora como laicos, religiosos o
sacerdotes… La pastoral juvenil sólo es completa, eficaz y verdaderamente cristiana
cuando se abre a la dimensión vocacional» (Directorio n° 11).

7
El peregrino busca estructuras ligeras y abiertas, vive con autonomía su fe buscando un lugar donde ser
acogido y donde sentirse identificado. El convertido asume formas rígidas de vivir la fe que le dan una
fuerte identidad y pertenencia institucional; pero eso no quiere decir que las realidades formativas sean
asumidas por convicción y transformen su sensibilidad, su pensar y su estilo íntimo de vida; son formas
con raíces líquidas.

20
72. Al mismo tiempo se hace una referencia explícita al amor que el Beato Mosén Sol
tenía por los jóvenes y cómo esa experiencia puede ser una motivación para esta
misión. Este amor y dedicación se fue ratificando tanto en la historia de la Hermandad
como en las conclusiones de las diversas asambleas. Finalmente, es importante decir
que se menciona el Proyecto de pastoral juvenil-vocacional de la Hermandad del año
1994 aunque sin hacer una valoración de su contenido.

73. Por todo ello urge recuperar la vocación del operario que descubrió don Manuel
con visión profética, consagrando su vida al servicio de la formación de la juventud
y de los futuros sacerdotes.

74. La Hermandad está llamada a buscar una síntesis frente a la tensión existente
entre la falta de vocaciones, la necesidad de una selección rigurosa de los candidatos
para la Hermandad y la presencia gratuita que sabe servir a los jóvenes
desinteresadamente.

75. Las propuestas de las aportaciones que interpelan a la Hermandad y responden


a los diversos desafíos que experimentan los operarios en sus realidades son
aproximadamente veinticinco 8. Intentando distinguir las que son nucleares y que
pueden garantizar la realización de las otras en los equipos, las delegaciones y la
Hermandad en general, en comunión las Iglesias particulares y Conferencias
Episcopales, llegamos a cuatro propuestas que han sido redactadas como objetivos:

– Renovar y actualizar el Proyecto de Pastoral Juvenil Vocacional de la


Hermandad y, a partir de este, el de cada Delegación, con la participación de
los laicos que trabajan con jóvenes en las diferentes plataformas.
– Animar, ilusionar y formar a los aspirantes y operarios en el acompañamiento
de la Pastoral Juvenil, tanto en sus diversas expresiones como en lo referente
a las dimensiones comunitaria y personal.
– Divulgar y compartir los eventos y experiencias relevantes en el trabajo con
los adolescentes y jóvenes que se realizan en la Hermandad.

8
A continuación se transcriben las diferentes propuestas recogidas de las aportaciones integrando las que
se repiten y redactados en forma de objetivos: animar e ilusionar a los operarios con la formación de la
juventud para vivir la misión de presentarles el evangelio de la vocación con creatividad; vivir y dar
testimonio de vida cristiana y sacerdotal para suscitar la pregunta vocacional; fomentar el compromiso
con los jóvenes de cada sacerdote operario, considerando la realidad personal; preparar y formar nuestros
seminaristas en los servicios vocacionales y juveniles, ya sea por cursos del IPV o por medio de estudios
académicos; divulgar más información sobre la pastoral juvenil en las diversas casas; involucrar a los
laicos que trabajan en la Hermandad en la dinámica sinodal; socializar los materiales y experiencias validas
en el ámbito juvenil (por ejemplo, Encuentro de Identificación Vocacional, Ejercicios Espirituales para
jóvenes, Proyecto de Vida, etc.); favorecer una formación integral sin reducir la propuesta a lo afectivo,
personal y emotivo; transmitir la fe como adhesión a Dios, cultivando la vida de oración; valorar los valores
presentes en los jóvenes, como la búsqueda del sentido de la vida, la fidelidad y el compromiso; proponer
la vocación personal dentro de las diversas vocaciones (ministros ordenados, laicos y consagrados), sin
reducirla a lo sacerdotal; ofrecer una formación integral para hacer de los jóvenes protagonistas de sus
comunidades al estilo de los operarios; acompañar a los jóvenes en la elaboración de su proyecto de vida
en la lógica de la fe como lo especifico de la Hermandad; estar en sus eventos, aunque no haya nada para
propiciar los diálogos y el acompañamiento; fortalecer la figura del asesor en la Pastoral Juvenil para
mejorar el acompañamiento, asumida y animada por los operarios; conocer y renovar el Proyecto de
pastoral juvenil-vocacional de la Hermandad vigente con la colaboración de los jóvenes presentes en
nuestras plataformas; crear algunas herramientas nuevas con el espíritu de la Hermandad que sean
comunes a todos los operarios; elaborar en cada plataforma un proyecto de pastoral juvenil; crear y/o
fortalecer el equipo de pastoral juvenil vocacional de cada delegación; formar los lideres para garantizar
la continuidad de la propuesta en la ausencia del Operario; elaborar itinerarios formativos juveniles para
la vivencia de la fe; promover de manera planificada oportunidades de formación, intercambio de
experiencias y la producción de materiales en pastoral juvenil entre los diferentes equipos y delegaciones;
incluir la pastoral de adolescentes como la pastoral de monaguillos, la Infancia y Adolescencia Misionera,
entre otras; realizar los trabajos al servicio de los jóvenes en comunión y coordinación con las diócesis;
atender a los jóvenes trabajadores.

21
– Preparar y proponer materiales, desde la mentalidad, sensibilidad y necesidad
del joven contemporáneo, en la línea de la formación integral y el
discernimiento vocacional según el espíritu de la Hermandad.

22
SUGERENCIAS PARA LA REFLEXIÓN Y EL TRABAJO

1. Proyecto de Pastoral Juvenil Vocacional de la Hermandad: conocimiento,


vigencia, aplicación…

2. Prioridades en la Pastoral juvenil: tipo de jóvenes, edad, estructuras,


presencias…

3. Implicación de los operarios y la Hermandad en la Pastoral Juvenil.

4. Plataformas, tareas y experiencias en Pastoral Juvenil.

5. Medios, materiales, publicaciones, comunicaciones… en nuestra Pastoral


Juvenil.

23
LA FORMACIÓN SACERDOTAL

PLANTEAMIENTO DEL TEMA EN LA FORMACIÓN PERMANENTE

76. La reflexión en la Iglesia sobre la formación al sacerdocio ha ocupado un lugar


cada vez más relevante en las últimas décadas, como respuesta a los cambios
culturales y a los retos nuevos de la evangelización, en cuanto afectan
particularmente a la vida y misión de los presbíteros. Las intervenciones
magisteriales para iluminar este tema han ido expresándose a través de una rica
secuencia de documentos que, finalmente, ha desembocado en la nueva Ratio.
77. Este documento, de referencia obligatoria, presenta un sentido íntegro de la
identidad sacerdotal centrada en Cristo Cabeza, Pastor, Siervo y Esposo de la Iglesia,
como punto de partida y horizonte formativo; y en la caridad pastoral como espíritu
de la vida y la misión del sacerdote. La Ratio ofrece también una idea renovada y
amplia de la gradualidad formativa, que guarda una fundamental unidad en sus
diversas etapas y momentos. Destaca como pauta formativa el discernimiento
vocacional en la formación inicial, y el discernimiento personal y pastoral en la
formación permanente. Finalmente, presenta las líneas principales de la formación
sacerdotal en las claves de la integralidad de sus dimensiones, el sentido comunitario
de toda la formación y su aliento misionero.

78. La Hermandad, desde su origen, ha tenido la formación sacerdotal como objeto


de un aprecio profundo de su corazón y como aspecto integrante de su identidad y
misión. Este interés ha quedado plasmado en las Constituciones y en nuestros
Estatutos. El pensamiento de don Manuel, expresado en multitud de pláticas y
escritos y la historia de la Hermandad lo fundamentan y avalan. Se ha hecho
paradigmática y casi un lema la expresión «Es la llave de la cosecha el tener clero
mucho y bueno» y, con ello, la más alta valoración de la formación sacerdotal, que
Mosén Sol considera como «remedio universal de las almas» (Escritos I, 5°, 23).

79. La Hermandad ha procurado consolidar su presencia en la formación sacerdotal,


especialmente en los Seminarios y mantenerla en sintonía con las líneas formativas
de toda la Iglesia. Incluso ha procurado actualizar todo el proceso formativo propio
hasta plasmarlo en un sistemático Plan Global de Formación (PGF), que debe ser
conocido y realizado por todos.

RECONOCIENDO LA FORMACIÓN SACERDOTAL

80. La formación de los candidatos al sacerdocio es considerada por la mayoría de


las aportaciones como una misión importante y delicada de la Iglesia, ante la cual la
Hermandad se sitúa casi de modo completamente connatural, y siente como algo que
le incumbe profundamente en su identidad y misión.
81. Existe un generalizado afecto especial general por esta tarea, gozo y satisfacción
en los que continúan en ella, y nostalgia y gratitud en los que alguna vez la realizaron.

82. Varios aportes de los operarios discuten los datos estadísticos ofrecidos acerca
de la presencia de la Hermandad en los Seminarios. Algunos alertan sobre la caída
en la atención y presencia de la Hermandad en ellos, particularmente en número de
operarios dedicados a esta tarea en estos últimos años, y el aumento correlativo de
los equipos mixtos. Algún operario recuerda también que la intención original de

24
Mosén Sol respecto a la formación sacerdotal no se limitaba a esta tarea formativa
particular.

INTERPRETANDO LA FORMACIÓN SACERDOTAL

83. Los operarios, en general, valoran mucho la tradición del trabajo de la


Hermandad, el mensaje de Mosén Sol sobre este campo prioritario de misión y la
evolución iluminadora de la Iglesia al respecto, que ha culminado en la Ratio actual.
Y consideran que la Ratio es un documento pertinente, adecuado y de ineludible
referencia de cara al proceso formativo de los futuros ministros. Varias aportaciones
sugieren que todos los operarios deberían estudiarlo personalmente.

84. Algunos operarios señalan que tienen problemas para comprender la separación
conceptual de la etapa de discipulado y la de configuración. También hay quienes
indican que el enfoque de la Ratio es poco realista cuando parece presuponer que los
seminarios en general tienen muchos seminaristas, cuando en la mayoría de los casos
reales no es así (especialmente en Europa).
85. El momento actual es una oportunidad importante y valiosa para que la
Hermandad renueve su propuesta formativa en los Seminarios con un estilo
institucional característico, propositivo, en profunda sintonía con la Ratio, más allá
de algunas interferencias externas a la formación. De hecho, actualmente los
seminarios en los que está la Hermandad han asimilado de modo muy apropiado la
Ratio y observan una muy buena sintonía con su marco formativo.

86. Para conseguir esta aportación especial, es necesario preparar adecuadamente a


operarios para esta tarea formativa (principalmente a partir de la etapa pastoral o
de síntesis vocacional).

87. Es también conveniente y deseable que los equipos de los seminarios tengan al
menos tres operarios y que preferiblemente retengan la dirección cuando se integren
en equipos mixtos.
88. Respecto al estilo formativo algunos operarios aluden a la necesidad de abordar
de modo principal el problema del clericalismo en el momento de la formación inicial.
Hay que lograr la integración verdadera de la vida cristiana en el candidato como un
presupuesto ineludible para el buen resultado de la formación, pero también como
un preventivo necesario del clericalismo.

89. Dentro del marco de la Ratio, se acentúan algunos aspectos formativos:

– Aplicar en toda la formación el sentido sinodal y la clave del discernimiento.


– Incidir en la forma radicalmente eclesial y comunitaria del ministerio
ordenado, con los vínculos de comunión que funda y exige con respecto al
pueblo de Dios, especialmente los más necesitados, y con el presbiterio y sus
pastores y superiores.
– Mantener la armonía e integridad de las dimensiones formativas alrededor de
la configuración con Cristo y de la asimilación de la caridad pastoral.
– En el momento actual es importante atender de modo especial la dimensión
humana para garantizar la madurez personal y social, la asunción positiva del
celibato y la tolerancia a la frustración y al sufrimiento.
– Formar al seminarista con una mirada positiva hacia el mundo para el que se
prepara a servir y orientándolo hacia el hombre actual y su contexto de vida.

25
90. Algunas aportaciones sugieren que la dedicación de la Hermandad a la formación
permanente de los sacerdotes se concentre de algún modo en la etapa que se abre
al finalizar la formación inicial, normalmente más desatendida. Y presentar esta
atención con un talante de cercanía, comunión fraterna y visión de futuro.

91. A bastantes operarios les preocupa en gran medida garantizar que todo esto se
realice también en la formación de nuestros aspirantes. Y a algunos inquieta que
estas cosas quizás no se estén aplicando suficientemente dentro de la Hermandad.
Señalan algunos focos importantes de cuidado al respecto: nuestra Pastoral juvenil
y vocacional, el modo en que está organizado en el momento presente el Teologado
común y la efectiva aplicación de la Ratio en todo nuestros aspirantados. Algún
operario propone también integrar la formación de nuestros aspirantes a los
seminarios diocesanos, y prever algún tipo de atención a las vocaciones para la
Hermandad que surgen en los mismos seminarios, tanto entre los seminaristas como
entre los formadores.

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SUGERENCIAS PARA LA REFLEXIÓN Y EL TRABAJO

1. Presencia de la Hermandad en los seminarios: cómo fundamentarla,


renovarla y promoverla.
2. Nueva Ratio Fundamentalis: conocimiento y aplicación práctica.

3. Propuestas para la formación sacerdotal inicial en la Hermandad.

4. Formación permanente de los sacerdotes diocesanos. Participación de la


Hermandad. Formas, medios materiales y personales.

5. Preparación de los formadores y de los mismos operarios. Participación de


la Hermandad en esta prioridad eclesial.

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