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CUESTIONES DE

DERECHO BANCARIO
Ricardo Olivera García

CUESTIONES DE
DERECHO BANCARIO

fundación de cultura universitaria


1ª edición, octubre de 2015

Diseño de tapa: María Belén Olivera

© FUNDACIÓN DE CULTURA UNIVERSITARIA


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finalidad de lucro, sin la autorización expresa del editor.
PLAN DE LA OBRA

Presentación

Regulación y control del Sistema de Intermediación Financiera

Bodas de plata de la Ley de Intermediación Financiera

Contratos bancarios

El fideicomiso a los 10 años de vigencia de la Ley Nº 17.703

El contrato de leasing en el proyecto de Código Civil argentino.


Una visión desde la experiencia uruguaya

Contrato fiduciario en el proyecto de Código Comercial brasileño:


reflexiones desde el derecho comparado

Contratos de financiamiento empresarial

Apéndice normativo
PRESENTACIÓN

En la obra “Cuestiones de Derecho Bancario” hemos buscado ofrecer al es-


tudioso del tema diversos trabajos en la materia, preparados a través de varias
décadas.
El objeto de esta recopilación de trabajos de nuestra autoría busca facilitar el
acceso a un material, en algunos casos, inédito y en otros de difícil acceso debido
a su dispersión.
La obra comienza con un trabajo denominado “Regulación y control del sis-
tema de intermediación financiera”, el cual fuera publicado en junio de 1985
como una separata de la revista Guía Financiera. El trabajo que realiza una
descripción del régimen jurídico aplicable a la actividad bancaria en el momento,
fue prologado por nuestro querido amigo Eduardo Rocca Couture, por entonces
Presidente de la Asociación de Bancos del Uruguay.
La evolución de este régimen se proyecta hasta el presente, con la reproduc-
ción del trabajo titulado “Bodas de plata de la Ley de Intermediación Financie-
ra”, el cual recoge el estudio preparado al conmemorarse los 25 años de la pro-
mulgación del Decreto-Ley Nº 15.322 de 1982. Si bien ambos trabajos parten del
comentario de la misma norma, la comparación entre ambos permite identificar
la importante evolución ocurrida en la materia, la cual traspasó diferentes acon-
tecimientos ocurridos en este período, en especial la crisis bancaria del año 2002.
La publicación se complementa con un estudio inédito sobre la contratación
bancaria, el cual fue preparado con la finalidad de plantear un panorama global
del estado de los negocios jurídicos celebrados en esta materia, recogiendo las en-
señanzas impartidas en mis cursos de Derecho Bancario y de Derecho Comercial
por más de 30 años. A este se suma, un estudio sobre el negocio de fideicomiso,
preparado al cumplirse 10 años de la vigencia de la ley.
Se adjuntan además dos trabajos relativos al estado de la contratación banca-
ria en otros regímenes de derecho comparado. El primero, se refiere al contrato
de leasing o crédito de uso, recogiendo la conferencia dictada en la Academia de
Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, sobre la regulación de este institu-
to en el entonces proyecto de Código Civil y Comercial argentino, hoy vigente. El
segundo, responde a un análisis realizado sobre el contrato de fiducia, contenido
en el proyecto de Código Comercial brasileño, actualmente a estudio, realizando
8 Ricardo Olivera García

un aporte desde la óptica de la experiencia de la utilización de este negocio jurí-


dico en el derecho comparado.
También se incluye un trabajo sobre los contratos de financiamiento empre-
sarial, analizando la cuestión desde la perspectiva de la empresa que escoge las
diferentes fuentes de financiamiento que le brinda el mercado.
El trabajo se cierra con un apéndice normativo, en el cual se recopilan las
principales normas que disciplinan el funcionamiento de las entidades bancarias
en nuestro país.
Esperamos que esta nueva obra sea de utilidad para quienes aborden el es-
tudio del tema.

Agosto de 2015.
Ricardo Olivera García
–I–

REGULACIÓN Y CONTROL
DEL SISTEMA DE INTERMEDIACIÓN FINANCIERA*

PRÓLOGO

Se nos ha pedido que formulemos el prólogo de este trabajo. Confesamos que


la distinción de poder en esta modesta manera, unir mi nombre al del Profesor
Dr. Olivera García nos permite solemnizar un recuerdo perenne de gratitud como
hijo del Profesor Miguel U. Rocca hacia quien resultó por hecho de vida su último
y más leal discípulo de cátedra. Encuéntrese aquí la única excusa para aceptar
este honor.

Estudia.- El Derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus


pasos, serás cada día un poco menos abogado.
Piensa.- El Derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.

Los preceptos precedentes encierran los dos primeros mandamientos de con-


ducta del abogado que el Maestro Couture legó para los seguidores de su voca-
ción.
Nos hemos permitido transcribirlos porque no se nos ocurre mejor síntesis
para describir la esencia del enfoque de vida profesional y profesoral del autor,
proyectada a este trabajo.
Carnelutti nos ha hablado en la “Muerte del Derecho” de la analogía existente
entre la inflación legislativa y la legislación monetaria. Más crece el número de
las leyes, más disminuye la posibilidad de su cuidada y equilibrada formación;
aumenta el número de leyes, más difícil resulta la interpretación; crecen las
leyes, más necesaria se hace una fina tarea de divulgación e integración del de-
recho por el jurista para el destinatario de las previsiones normativas.
Muchas veces, y pensamos que en nuestro país esa era la circunstancia, debe
hacerse una pausa en el camino entre la creciente velocidad de la vida social y
su repercusión sobre las normas jurídicas. Eso intentó el legislador con la Ley
Nº 15.322 y desde su promulgación los estudios del Dr. Olivera García han re-

* Trabajo publicado en el Suplemento Técnico de la Revista Guía Financiera, junio de 1985.


10 Ricardo Olivera García

sultado los más promisorios en la doctrina nacional para completar la pausa


imprescindible.
Sin embargo no sólo por la sugerencia de senderos de interpretación se en-
cuentra la utilidad de este trabajo, prácticamente necesario, sino que él reúne,
además, la claridad de exposición del docente vocacional que, “sabe hacer fácil o
difícil”.
Aplaudimos la supresión de citas de doctrina, fachada muchas veces de au-
sencia de tiempo para “pensar”. El autor nos entrega el fruto de su estudio y de
su pensamiento meditado.
Por ello pensamos que “Regulación y Control del Sistema de Intermediación
Financiera” está llamado a ser instrumento de consulta y orientación para juris-
tas y para profesionales de la actividad financiera. Es, una pausa de orden en la
interpretación solvente y ponderada del acto normativo que cierra su proyección.
Su método de exposición, la profundidad y variedad de problemas que se enun-
cian y resuelven, así como la coherencia de las soluciones sugeridas, lo aseguran.
No cabe duda que el autor ha eliminado deliberadamente el acopio de doctri-
na o jurisprudencia que pudieren dotar a su trabajo de un rigor académico, en
desmedro de su fácil acceso y comprensión para quienes no tienen por el queha-
cer jurídico su principal preocupación. Es por ello que reúne más aún, si cabe,
calidad de información-formativa.
Después de extraer los conceptos del fenómeno que describe, el trabajo enfoca
los destinatarios como sujetos, su nacimiento, su transformación y en alguna
medida su muerte. Detiene su meditación sobre un fenómeno que ha ocupado
a la prensa especializada y a los estudiosos en economía y en derecho en forma
particular en nuestro país: la banca off shore. Describe asimismo el campo de
actuación de la política financiera y, con valore que nos cabe subrayar, toma
posición sobre las facultades del Banco Central en temas no atacados hasta el
momento: en cuanto a potestades para imponer tenencias preceptivas de valores.
Sinceramente no nos animamos a definirnos si lo que más nos atrae en el estudio
que nos ocupa es su claridad y metodología o el valor de las posiciones sostenidas,
en particular sobre el aspecto que acabamos de reseñar y sobre la legalidad de
las sanciones que legítimamente puede imponer el instituto emisor.
Capítulo especial merece el estudio del secreto bancario, aspecto sobre el cual
el Dr. Olivera García introduce su fe en la esencia jurídica y orienta su exposi-
ción en la profundidad de las definiciones conceptuales. Si todo el trabajo reúne
encomiables méritos antes descritos, destacamos este último capítulo porque nos
parece el colofón acorde al alcance del mismo y a la vocación de su autor. La doc-
trina nacional ha trabajado ya desde mucho tiempo atrás el tema. Naturalmente
antes de normas tan claras en la especie. Pero no conocemos ninguna exposición
que enfoque tan descarnadamente los objetos, los sujetos y las normas de funcio-
namiento de la vida real.
En una tradición nacional que a nivel de empresas y de autores ha sabido con-
jugar el deseo de interpretación racional de la norma jurídica y las situaciones
de hecho, en coyunturas muchas veces difíciles para los sujetos pero, sobre todo
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 11

para la comunidad, las circunstancias históricas y la proyección de este estudio


lo ubican perfectamente.
“El Estado no puede lograr mantener el orden legal más que luchando conti-
nuamente contra la anarquía que le ataca.” No nos enfrentamos a ideas lógicas,
muchas veces, sino a ideas de fuerza.
“La espada sin la balanza, es la fuerza bruta y la balanza sin la espada es
el derecho en su impotencia”. Se complementan recíprocamente. El derecho no
reina verdaderamente “más que en el caso en que la fuerza desplegada por la
justicia para manejar la balanza”. Pensamos que no existe mejor síntesis que
proyecte el estudio cuyo pórtico acabamos de hilvanar que esta cita clásica de la
inolvidable obra de R. Von Ihering.
No podemos concluir estas reflexiones sin trasladar, por todo lo expuesto,
nuestra felicitación reconocimiento a “Guía Financiera” por la decisión de dar
a luz pública este trabajo en nueva demostración de su voluntad de servicio y
al autor por el valor pleno no sólo de su estudio sino fundamentalmente de sus
definiciones.
Eduardo Rocca Couture
Presidente de la Asociación de Bancos
Junio de 1985
12 Ricardo Olivera García

1. CONCEPTO DE INTERMEDIACIÓN FINANCIERA

1.1. Introducción

El primer punto de interés es el relativo al ámbito de aplicación de la ley Nº


15.322, ya que el mismo determina los sujetos alcanzados por el régimen norma-
tivo que la misma impone.
El art. 1 inciso 1 dispone que “a los efectos de esta ley, se considera interme-
diación financiera la realización habitual y profesional de operaciones de inter-
mediación o mediación entre la oferta y la demanda de títulos-valores, dinero o
metales preciosos”.
Si bien las referencias de la ley son realizadas en la gran mayoría de los
casos a la intermediación financiera, el art. 15 que disciplina las facultades de
regulación y control del BCU, dispone en su inciso 2º que “el Banco Central del
Uruguay ejercerá a su vez, por los medios que juzgue más eficaces, la vigilancia
y orientación de la actividad financiera privada...”.
El concepto de intermediación financiera recogido por la ley se plantea como
una especie dentro del género actividad financiera. Proyectos que sirvieron de
base a la presente ley abarcaban toda la actividad financiera, comprensiva tanto
de la intermediación como de la inversión en activos financieros.
La ley Nº 15.322 optó por regular solamente la intermediación dejando fuera
a la inversión financiera. No obstante, en su art. 15, la ley sigue haciendo refe-
rencia a la actividad financiera en forma genérica, con lo cual presuntamente
pretendería ampliarse el ámbito del control del BCU.
A continuación analizaremos brevemente los elementos de la definición legal
de intermediación financiera.

1.2. Intermediación o mediación

Intermediación significa la realización de operaciones en las cuales el agente


financiero actúa directamente y en nombre propio, comprando, vendiendo, pres-
tando, etc. El concepto involucra por lo menos dos actos correlativos: aquel por el
que se obtiene la titularidad de un bien o de un derecho y aquel por el cual dicha
titularidad se transfiere a un tercero.
La mediación abarca aquellas operaciones en que la empresa se limita sim-
plemente a poner en contacto a dos contratantes, o asume una obligación even-
tual o accesoria (otorgamiento de avales y garantías).
Del análisis conjunto de ambos conceptos resultaría, en principio, comprendi-
da en el régimen de la ley toda la actividad económica de interposición entre la
oferta y la demanda de títulos valores, dinero y metales preciosos, con prescin-
dencia de que el intermediario resulte personalmente obligado en las transaccio-
nes que realiza o se limite tan solo a poner en contacto a las partes que concertan
una operación, sin participar personalmente en la misma.
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 13

Quedarían excluidas del régimen de la ley aquellas personas o entidades que


operan con recursos financieros originariamente propios, los cuales no fueran
producto de su captación de terceros.
En un trabajo sobre el tema preparado por el Dr. Juan P. Cajarville, Asesor
Letrado del BCU (Intermediación Financiera. Concepto de la ley Nº 15.322. Ed.
Universidad. 1983), refiriéndose a la propiedad o ajenidad de los recursos cap-
tados por las entidades de intermediación financiera, sostiene que es necesario
distinguir dos puntos de vista: el jurídico y el económico. Analizando la operativa
bancaria desde el punto de vista jurídico, los bancos hacen suyos los recursos fi-
nancieros que reciben mediante las “operaciones pasivas” ya que estos recursos,
salvo casos excepcionales, son bienes fungibles que se confunden en el patrimo-
nio de los bancos y generan una obligación de género. En cambio, si se analiza
la actividad del intermediario financiero desde el punto de vista económico, los
recursos siempre son ajenos, ya que él no hace más que conseguir los recursos de
terceros a quienes pertenecen (ofertantes) y trasladarlos a otros terceros que los
demandan, debiendo devolverlos tarde o temprano.

1.3. Habitualidad y profesionalidad

La ley exige la realización en forma habitual y profesional de las operaciones


de intermediación y mediación.
Habitualidad es la reiteración, en forma más o menos constante y prolongada,
de actos de igual especie y naturaleza.
La profesionalidad, según afirma el profesor español Joaquín Garrigues, in-
volucra además del ejercicio habitual de una determinada actividad, otras notas
tales como la explotación conforme a un plan, el ánimo de lucro y la exterioriza-
ción.
Estos conceptos tienen su antecedente en la definición de comerciante del
Código de Comercio, el cual es definido como la persona que, teniendo capacidad
para contratar, realiza por cuenta propia actos de comercio, en forma habitual y
profesional.

1.4. Oferta y demanda

Son conceptos provenientes de la economía, kcuyo alcance jurídico es preciso


determinar.
El concepto de oferta empleado por la ley hace referencia a aquel sector del
mercado que está dispuesto a desprenderse de determinados bienes a título one-
roso (en este caso títulos-valores, dinero o metales preciosos), mientras que la
demanda estaría representada por aquel sector del mercado dispuesto a absor-
ber los bienes ofrecidos.
14 Ricardo Olivera García

1.5. Instrumentos financieros

La ley Nº 15.322 se refiere a la intermediación entre la oferta y la demanda de


títulos-valores, dinero y metales preciosos. La Exposición de Motivos denomina
genéricamente a estos bienes instrumentos financieros por oposición a los deno-
minados bienes reales.
Resulta necesario determinar el significado de los instrumentos financieros
mencionados por la ley, ya que estos delimitan el alcance del concepto de inter-
mediación financiera.
Dinero es tanto la moneda nacional como la extranjera, es decir el conjunto de
objetos de composición metálica (metal fino o vellón) y de papel, que las normas
jurídicas vigentes nacionales o extranjeras consideran moneda.
Los metales preciosos son definidos por la ley Nº 13.640, la cual considera
tales al oro, la plata, el platino, el paladio, y otros que sean definidos como tales
por la reglamentación.
Finalmente los títulos-valores son definidos por la ley Nº 14.701 como “los
documentos necesarios para ejercitar el derecho literal y autónomo que en ellos
se consigna”. Este concepto incluye tanto los títulos de crédito (letras de cambio,
vales, conformes, pagarés, cheques) como los títulos representativos de mercade-
rías (warrants, conocimientos de embarque) y los títulos de participación (accio-
nes de sociedad anónimas).

1.6. El crédito en el concepto de intermediación financiera

El concepto de crédito implica necesariamente el aplazamiento temporal de


la contraprestación debida en virtud de la transferencia directa o indirecta de
dinero u otros bienes fungibles.
De la definición legal analizada resulta que, contrariando el concepto tra-
dicional de actividad financiera como interposición profesional en el crédito, la
referencia al crédito no aparece incluida en el concepto de intermediación finan-
ciera de la ley Nº 15.322.
En base a esta definición podría sostenerse que el concepto de intermediación
financiera incluye, tanto los casos en que las operaciones de intermediación o
mediación implican una contraprestación diferida en el tiempo con respecto al
momento de transferencia de los instrumentos financieros, como aquellos otros
en que la contraprestación es simultánea.
El Dr. Cajarville en el trabajo citado, sostiene que la intervención del crédito,
por lo menos en cuanto a la obtención o captación de los recursos por el inter-
mediario, está necesariamente implícita en el concepto legal de intermediación.
El tema cobró real importancia por la situación de las casas de cambio. Se
discutió si, en la medida que éstas no intermediaban en el crédito, su operati-
va podía o no ser calificada de intermediación financiera. Si la actividad de las
casas de cambio se considerara encuadrada en la definición legal, las mismas
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 15

requerirían para su instalación la previa autorización del Poder Ejecutivo con el


asesoramiento del Banco Central. En cambio, si la actividad no se considerara
comprendida en el marco de la ley, por entenderse que ésta sólo regula la inter-
mediación crediticia, la autorización para funcionar podría ser otorgada por el
BCU, en virtud de lo dispuesto por la ley Nº 8.729 de 29/5/31.
El Banco Central tomó posición al respecto resolviendo, con fecha 19/5/83, que
las casas de cambio no están comprendidas en el régimen de la ley Nº 15.322,
teniendo el Banco Central facultades para autorizar su funcionamiento.

2. ENTIDADES COMPRENDIDAS

2.1. Régimen de la Ley de Intermediación Financiera

La ley Nº 15.322 modifica la estructura institucional vigente al amparo de


la Ley de Bancos de 1938. No se limita a reglamentar el régimen aplicable a
las entidades bancarias privadas sino que abarca a todos los sujetos de derecho
que realicen, en forma habitual y profesional, una actividad de intermediación
financiera, ya se trate de empresas estatales, públicas no estatales o privadas.
El artículo 1º sujeta al régimen de la ley a toda persona pública no estatal o
privada que realice intermediación financiera, mientras que el artículo 2º otorga
igual tratamiento a las instituciones estatales que, por la índole de sus operacio-
nes, queden igualmente comprendidas en el ámbito de la ley. La mención sepa-
rada tiene trascendencia por el hecho de que varias de las disposiciones de la ley
resultan solamente de aplicación respecto a las personas públicas no estatales y
privadas y no a las instituciones estatales de intermediación financiera.
La ley realiza además otra distinción entre los bancos y las restantes entida-
des comprendidas en su régimen, reservando a los primeros el monopolio para
recibir depósitos en cuenta corriente bancaria y autorizar que se gire contra ellos
mediante cheques, recibir depósitos a la vista y recibir de residentes depósitos a
plazo (art. 17). La misma norma faculta al Poder Ejecutivo a autorizar a recibir
depósitos en moneda extranjera de no residentes a otras empresas comprendidas
en el régimen de la ley.
En ejercicio de esta facultad, con fecha 28/10/82 el Poder Ejecutivo aprobó el
decreto 408/982 por el cual se autorizó a las casas bancarias entonces en funcio-
namiento a recibir depósitos a la vista en moneda extranjera de no residentes.
El mismo decreto definió los depósitos a la vista como aquellos exigibles en cual-
quier momento, exigibles mediante un pre-aviso o constituidos a plazos inferio-
res a 30 días.
Luego de la aprobación del decreto 408/982, el monopolio conferido por la ley
a los bancos queda limitado a las siguientes operaciones:
a. Recibir depósitos en cuenta corriente y autorizar que se gire contra ellos me-
diante cheques;
b. Recibir depósitos a la vista de residentes y depósitos a la vista en moneda
nacional de no residentes; y;
16 Ricardo Olivera García

c. Recibir depósitos a plazo de residentes.


La ley contiene además alguna referencia a las entidades de intermediación
financiera que tengan por objeto exclusivo desarrollar operaciones “off-shore”
(art. 4), así como a las organizadas como sociedades cooperativas (arts. 28 a 30).
Es decir que, si bien la ley define con bastante precisión el concepto de banco,
deja pendiente una categoría residual de entidades de intermediación financie-
ra, las cuales pueden revestir diferentes modalidades operativas.

2.2. La regulación del Banco Central

La necesidad de definir las posibles modalidades operativas que podían reves-


tir las entidades de intermediación financiera determinó que el Banco Central
aprobara la Circular Nº 1.150 de 27/9/83, en la cual se distinguen seis modali-
dades de entidades de intermediación financiera, las cuales se detallan a conti-
nuación:

2.2.1. Los bancos

Los bancos son las empresas de intermediación financiera que cuentan con un
espectro operativo más amplio, pudiendo desarrollar cualquier operación com-
prendida en el concepto de intermediación financiera. Tienen además el monopo-
lio para el desarrollo de las actividades mencionadas en el punto 2.1.
La ley confiere también a los bancos la exclusividad para el uso de las deno-
minaciones “banco”, “bancario”, o similares, situación de la cual sólo se hallan
exceptuadas las casas bancarias, en virtud del régimen transitorio que se anali-
zará más adelante.

2.2.2. Las casas financieras

Se trata de una nueva denominación incorporada al vocabulario financiero,


la cual define a las entidades autorizadas a realizar todo género de operacio-
nes comprendidas en el concepto de intermediación financiera, con excepción de
aquellas reservadas específicamente a los bancos. Dentro de esta categoría la
reglamentación incluye a las casas bancarias, cuyo régimen presenta algunas
peculiaridades especiales.
Las mismas son una tipología financiera no prevista por la Ley de Interme-
diación Financiera sino por la Ley de Bancos de 1938. Al amparo de la nueva ley,
su capacidad operativa y regulación no difieren sustancialmente de las demás
casas financieras.
No obstante, la ley establece un régimen transitorio, de acuerdo con el cual
las casas bancarias en funcionamiento a la fecha de su aprobación contarán con
el plazo que fije el Poder Ejecutivo -nunca inferior a diez años- para transformar-
se en bancos, en empresas de intermediación financiera que no podrán utilizar
denominación bancaria o para disolverse y liquidarse (art. 31).
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 17

En el ínterin, su capacidad operativa no difiere sustancialmente de las demás


casas financieras presentando con las mismas solamente dos diferencias:
a. La posibilidad de continuar utilizando denominación bancaria;
b. La capacidad para recibir depósitos a la vista en moneda extranjera de no
residentes, excepción al monopolio de los bancos que la reglamentación previó
para las casas bancarias en funcionamiento.

2.2.3. Las empresas de intermediación financiera externa

Con esta nueva denominación la reglamentación bancocentralista individua-


liza a las entidades financieras “off-shore”. La ley las define como las empresas
financieras que tengan por exclusivo objeto la realización de operaciones de in-
termediación entre la oferta y la demanda de títulos-valores, dinero o metales
preciosos radicados fuera del país.
En el capítulo siguiente nos referimos más extensamente a este tipo.

2.2.4. Las cooperativas de intermediación financiera

Luego que la Ley de Intermediación Financiera derogó la ley Nº 13.988 de


19/7/71 sobre cooperativas de ahorro y crédito, las sociedades cooperativas que
realizan intermediación financiera pasan a estar sujetas al régimen general en
la materia.
La reglamentación prevé que estas cooperativas pueden desarrollar interme-
diación financiera recibiendo depósitos exclusivamente de sus socios. Esta cir-
cunstancia implica una restricción al monopolio bancario para recibir depósitos
a plazo de residentes.

2.2.5. Las empresas administradoras de consorcios

Estas entidades fueron expresamente incluidas en el régimen de la ley por el


decreto 73/983 de 7/3/83 como forma de sujetarlas a la regulación y control del
Banco Central.
De acuerdo con la reglamentación, se encuentran comprendidas en esta cate-
goría las empresas que organicen o administren agrupamientos, círculos cerra-
dos o consorcios, cuyos adherentes aporten fondos para ser aplicados recíproca
o conjuntamente en la adquisición de bienes o servicios y que realicen en forma
exclusiva dicha actividad.

2.2.6. Los mediadores financieros

La reglamentación deja para el final la mención a los mediadores financieros,


sin definir ni establecer el régimen que les resulta aplicable.
18 Ricardo Olivera García

De acuerdo a lo que surge de los antecedentes de la Ley de Intermediación


Financiera, el concepto de mediación involucra aquellas operaciones en que la
empresa se limita a poner en contacto a dos contratantes, sin obligarse personal-
mente. Comprende los casos de aquellas empresas que, sin recibir depósitos ni
otorgar créditos, actúan como corredores vinculando a los aportantes y tomado-
res de fondos, a efectos de que éstos contraten directamente entre sí.

3. BANCA “OFF-SHORE”

3.1. Concepto y caracteres

La doctrina especializada no proporciona, por lo general, un concepto claro


y definido acerca de centros “off-shore”. Las distintas definiciones que se han
intentado se limitan a hacer referencia a algunas de las características de esta
actividad.
En nuestra opinión el concepto de banca “off-shore” se inscribe en el concepto
más amplio de “centro financiero internacional”.
“Centros financieros” son las plazas donde se encuentran aquellas unidades
que tienen superávit financiero con aquellas otras en situación de déficit finan-
ciero, a efectos de trasladar recursos de unas a otras, con la intervención de
unidades especializadas.
Son centros financieros internacionales aquellos en que el aportante o el to-
mador de fondos, o ambos, son no residentes con respecto al país del intermedia-
rio financiero. El concepto de banca “off shore” define a aquellos centros financie-
ros internacionales en que tanto el aportante como el tomador son no residentes
del país del intermediario financiero.
Estos centros presentan, por lo general, algunas características típicas.
a) Absoluta libertad cambiaria, al menos para las operaciones realizadas con no
residentes.
b) Ausencia o moderada imposición sobre la renta generada por las operaciones
“off-shore”, y sobre los capitales ingresados desde el exterior, así como ausen-
cia absoluta de toda imposición indirecta sobre las operaciones, la cual incide
directamente sobre los “spreads” bancarios.
c) Regulación bancaria liberal, que se traduce en ausencia de encajes y de regu-
lación sobre tasas máximas de interés, razonable exigencia de capital míni-
mo, ausencia de regulación sobre márgenes de endeudamiento y sobre destino
obligatorio de las colocaciones, etc.
d) Garantía del secreto bancario.
Aparte de la peculiaridad del régimen normativo, existen otras condicionan-
tes que son también de gran importancia, tales como estabilidad política y eco-
nómica, fluido sistema de comunicaciones con los principales centros financieros
mundiales, y servicios de alto nivel técnico, acorde con las exigencias de la banca
moderna.
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 19

3.2. Origen y desarrollo

Son muchas las causas que se señalan como determinantes de la aparición de


los centros “off-shore”. Entre ellas cabe señalar básicamente dos:
a) La mayor competitividad de los mercados internacionales de dinero, que se
tradujo en una marcada reducción de los “spreads” bancarios. Esta circuns-
tancia obligó a las entidades financieras a reducir sus costos operativos, des-
plazando su actividad hacia aquellas plazas que ofrecían un ambiente más
propicio y menores costos y trabas operativas.
b) Algunas medidas económicas adoptadas por el Federal Reserve de los Estados
Unidos de Norteamérica. En particular la “Regulation Q” aprobada a princi-
pios de la década del sesenta, la cual estableció las tasas máximas de interés
que los bancos norteamericanos podían pagar a sus depositantes. Estas tasas,
que fueron perdiendo competitividad frente a otros mercados, determinaron
la emigración de muchos capitales y dieron origen al llamado mercado de eu-
rodólares.
Los principales centros “off-shore” funcionan en las plazas de Bahamas, Ba-
hrain, Cayman Islands, Hong Kong, Luxemburgo y Singapur.
Algunas de estas plazas (Bahamas, Cayman Islands) constituyen “booking”
o “paper” centers, limitándose a operar como centros de registración contable de
operaciones efectivamente transadas en otras plazas.
En otros casos (Panamá, Singapur) existen “functional centers” donde las en-
tidades actuantes cuentan con presencia y operativa efectiva, respondiendo a
una actividad financiera sustancialmente propia.
A fines de 1981 el Federal Reserve de los E.E.U.U. concedió importantes be-
neficios en materia de encajes y tasas de interés a los departamentos especiali-
zados de las entidades bancarias ya existentes que desarrollen exclusivamente
operaciones “off-shore”. Estos departamentos reciben el nombre de “Internatio-
nal Banking Facilities” (“IBF”).
La reglamentación no exige que las IBF presenten independencia jurídica
ni que su operativa se encuentre físicamente segregada de la del resto de la
entidad bancaria de la cual forman parte. Sólo se requiere que mantengan una
contabilidad separada de la entidad bancaria, la cual permita individualizar las
operaciones comprendidas en la franquicia bancaria.
Las transacciones entre las IBF y la entidad bancaria a la cual pertenecen son
tratadas por la regulación del Federal Reserve de igual modo que las operaciones
que la entidad bancaria mantiene con sus sucursales o filiales del exterior, tal
como si se tratara de una empresa financiera independiente.

3.3. Regulación de la banca “off-shore” en el Uruguay

La Ley de Intermediación Financiera prevé la constitución de empresas de


intermediación financiera que tengan por objeto exclusivo el desarrollo de ope-
20 Ricardo Olivera García

rativa “off-shore”, a las cuales se les concede una amplia exoneración tributaria,
encomendando al Poder Ejecutivo la reglamentación de dicha norma.
La norma es aplicable a “las empresas financieras que tengan por exclusivo
objeto son la realización de operaciones de intermediación entre la oferta y la
demanda de títulos valores, dinero o metales preciosos radicados fuera del país”.
El criterio empleado por el legislador resulta impreciso y contradictorio.
En la medida que los instrumentos financieros son bienes fungibles, la deter-
minación de su ubicación física (radicación) ha sido siempre objeto de grandes
discrepancias. En el plano fiscal, mientras algunos entienden que dichos ins-
trumentos deben considerarse ubicados en el lugar de su utilización económica,
otros -entre los que se cuenta nuestra Administración fiscal- entienden que debe
atenderse al lugar del domicilio del deudor. Con esta última tesis se llegaría al
absurdo de negar la propia existencia de la actividad financiera “off-shore”, ya
que los recursos captados deberían considerarse ubicados en el domicilio de la
entidad financiera local y no en el exterior.
Consideramos que una forma de superar esta contradicción que plantea la
norma sería interpretar reglamentariamente que existe intermediación entre la
oferta y la demanda de instrumentos financieros radicados fuera del país toda
vez que la operativa sea desarrollada con aportantes o tomadores de recursos
financieros que sean no residentes.
La ley prevé además la existencia de entidades “off-shore” que desarrollen
en forma exclusiva su operativa, de donde podría inferirse que, para nuestro
legislador, estas entidades deben actuar con autonomía formal de cualquier otra
empresa financiera a la cual pudieran hallarse vinculadas económicamente, or-
ganizándose jurídicamente como entidades independientes.
De admitirse esta interpretación nuestra ley se estaría apartando de valiosas
experiencias en el Derecho comparado, como las “Asia Currency Units” de Sin-
gapur, las “Off-shore Banking Units” de Bahrain y la más reciente experiencia
norteamericana, consistente en permitir a los bancos de ese país la constitución
de “International Banking Facilities” (I.B.F.). en todos estos casos, los respecti-
vos regímenes jurídicos permiten la formación de departamentos especializados,
que tienen por objeto exclusivo la realización de operaciones “off-shore” dentro de
las entidades bancarias ya existentes. Estos departamentos no se hallan, por lo
general, separados físicamente del resto de la entidad bancaria, presentando en
cambio autonomía operativa y normativa. En otros términos, se trata de unida-
des económicas a las cuales se otorgan determinados beneficios especiales desde
el punto de vista cambiario, tributario o de regulación bancaria.
Consideramos que la citada experiencia de instalación de departamentos
especializados con operativa “off-shore” dentro de las entidades ya existentes
debería ser tomada en cuenta, interpretándose reglamentariamente que las em-
presas de intermediación financiera con operativa exclusivamente “off-shore”
pueden organizarse bajo la forma de entidades jurídicamente independientes o
de departamentos especializados dentro de las entidades ya existentes.
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 21

Aparte de los beneficios fiscales que la ley otorga específicamente a las em-
presas que tengan por objeto exclusivo realizar operaciones “off-shore”, existe
en nuestro país absoluta libertad cambiaria, una estricta regulación del secreto
bancario y un tratamiento benevolente por las normas bancocentralistas a las
operaciones “off-shore”, a las cuales se les exonera de la obligación de guardar
encaje y gravámenes de análoga naturaleza.
Esto determina que los beneficios que ofrece nuestra plaza a la actividad fi-
nanciera “off-shore” no difieren sustancialmente de los brindados por otros clási-
cos centros financieros internacionales.

4. INSTALACIÓN Y FUSIÓN DE ENTIDADES


DE INTERMEDIACIÓN FINANCIERA

4.1. Instalación

4.1.1. Autorización para funcionar

De acuerdo con lo dispuesto por el art. 6 de la Ley de Intermediación Finan-


ciera, las empresas comprendidas en el art. 1º de esta ley (entidades de derecho
público no estatales y entidades privadas que realicen intermediación financie-
ra) requerirán para su instalación autorización previa del Poder Ejecutivo, el
que deberá expedirse con el asesoramiento del Banco Central. Para dicha auto-
rización se tendrán en cuenta razones de legalidad, de oportunidad y de conve-
niencia.
En el caso de las autorizaciones para la instalación de nuevos bancos, se esta-
blece como limitación que el número de las mismas no supere anualmente el 10%
de los bancos existentes en la plaza el año inmediato anterior (art. 10).
Esta disposición tiene su antecedente en la Ley Nº 15.207 de 6/11/81 que de-
rogó la prohibición de instalar bancos y abrir agencias o sucursales establecidas
por la Ley Nº 13.330 de 30/4/65. La expansión del sistema financiero produci-
da a partir de 1974, como consecuencia de una serie de medidas aperturistas
adoptadas por el Gobierno, determinó que numerosas entidades bancarias in-
ternacionales considerarán la posibilidad de establecer bancos en nuestra plaza.
La primera reacción a esta apertura fue la instalación de casas bancarias cuya
constitución no había sido prohibida por la ley N 13.330, a las que estaba vedado,
sin embargo, recurrir al ahorro público nacional y operar con cuentas corrientes
y cheques.
La Ley Nº 15.207 removió definitivamente la prohibición para la instalación
de nuevos bancos, limitando el número de autorizaciones que podrá otorgar
anualmente el Poder Ejecutivo al 10% de los bancos existentes en la plaza el año
anterior.
A diferencia del régimen anterior, para el otorgamiento de la autorización de
instalación de nuevas entidades de intermediación financiera y para el asesora-
miento correspondiente, tanto el Poder Ejecutivo como el Banco Central deberán
tomar en cuenta razones de legalidad, de oportunidad y de conveniencia.
22 Ricardo Olivera García

Es decir que los citados órganos realizan no solamente un control de legalidad


sino además un control de mérito sobre los referidos procedimientos de consti-
tución.

4.1.2. Procedimiento

Simultáneamente con la solicitud de autorización para instalarse, las empre-


sas de intermediación financiera deberán depositar en el Banco Central el equi-
valente al 20% de la responsabilidad patrimonial neta mínima fijada por dicho
Banco. Este depósito será devuelto, concédase o no la autorización solicitada, al
tomarse la resolución sobre la misma (art. 7).
El decreto Nº 43/983 de 9/2/83 aclara que el depósito podrá ser efectuado en
moneda nacional, en dólares USA o en Obligaciones Hipotecarias Reajustables.
Las empresas de intermediación financiera en funcionamiento que soliciten au-
torización para transformarse en banco estarán exoneradas de efectuar el preci-
tado depósito.
El mismo decreto estableció además el contenido que debían tener las solici-
tudes que para la instalación de nuevos bancos se presentaran al Ministerio de
Economía y Finanzas en el año 1983. Dichas solicitudes, que debían presentarse
el primer día hábil del mes de marzo, debían indicar especialmente:
a. Capital a aportar;
b. Antecedentes de la empresa, así como de los fundadores, directores o adminis-
tradores, según corresponda;
c. Elementos que permitan evaluar la eficiencia eventual de la empresa, así
como las posibilidades reales de canalizar sustanciales aportes financieros del
exterior y realizar una efectiva acción promotora de nuevas exportaciones del
Uruguay; y
d. Monto y demás condiciones de las líneas a mediano y largo plazo que está
dispuesto a colocar en el país.
Aún cuando este decreto estableció las condiciones para las solicitudes que se
presentaran en el año 1983, el mismo encierra los conceptos que seguramente
tendrá en cuenta el Poder Ejecutivo para autorizar la instalación en el país de
cualquier entidad de intermediación financiera.
Una vez obtenida la autorización del Poder Ejecutivo, la resolución de insta-
lación y los estatutos deben ser inscriptos en el Registro Público de Comercio y
publicados en el Diario Oficial y en otro diario o periódico.

4.1.3. Obligaciones posteriores

Para poder comenzar a funcionar, las empresas de intermediación financie-


ra deberán previamente integrar la totalidad de la responsabilidad patrimonial
neta mínima fijada por el Banco Central, dentro de los 30 días siguientes a la
notificación de la autorización respectiva. De no realizarse la integración dentro
de este plazo, quedará sin efecto la autorización otorgada (art. 12).
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 23

Además, dentro de los 180 días siguientes a la notificación de la resolución


que autoriza su funcionamiento, estas entidades deberán iniciar su actividad
quedando igualmente sin efecto dicha autorización si así no lo hicieran (art. 7,
inc. 2).

4.1.4. Situación de las sucursales del exterior

Por lo general se distingue conceptualmente el concepto de filial y de sucur-


sal. Por filial se entiende la sociedad que constituida en el país como una persona
jurídica nacional, pertenece mayoritariamente o resulta controlada por una enti-
dad del exterior. Por su parte, la sucursal es el establecimiento en el país de una
entidad constituida en el exterior, con la que forma un mismo sujeto de derecho,
a la cual los poderes públicos han autorizado a operar localmente.
La ley establece procedimientos y requisitos similares para la radicación en el
país de las filiales y sucursales de entidades del exterior.
No obstante, en el caso de las sucursales de empresas constituidas en el exte-
rior la ley exige además que sus estatutos o reglamentos no prohíban a ciudada-
nos uruguayos formar parte de la gerencia, consejo de administración, directorio
o cualquier otro cargo superior, empleo o destino en la institución dentro del
territorio del Uruguay (art. 8).
Esta norma reduce sensiblemente los requerimientos impuestos por el art.
6 de la ley Nº 9.756 para las autorizaciones de funcionamiento de los bancos y
casas bancarias extranjeras.
Aparte del requisito que se mantiene, dicha ley contenía otras exigencias
como la reciprocidad del país de origen, mínimo de personal uruguayo, etc., que
no son de aplicación bajo el nuevo régimen.

4.2. Fusión, absorción y transformación

El art. 9 de la ley dispone que las fusiones, absorciones y toda transformación


de las empresas de intermediación financiera, requerirán autorización previa del
Poder Ejecutivo otorgada con el asesoramiento del Banco Central.
En el régimen anterior bastaba con la autorización del Banco Central para
realizar dichas operaciones.
Corresponde precisar el concepto de cada una de las figuras previstas por la
ley.

4.2.1. Fusión y absorción

De acuerdo con la terminología empleada corrientemente en el ámbito del


Derecho Comercial, la absorción constituye una modalidad de la fusión de socie-
dades.
La fusión ha sido definida como un contrato por el cual dos o más sociedades
ponen en común su personal y sus bienes para constituir una sociedad única, sea
24 Ricardo Olivera García

que las dos desaparezcan dando nacimiento a una nueva persona, o que una de
ellas subsista y absorba a la otra u otras.
Existen dos modalidades de fusión:
a) por consolidación; o
b) por absorción o incorporación.
En la consolidación, ambas sociedades se disuelven para constituir una nue-
va, cuyo patrimonio es la suma de los patrimonios individuales de las sociedades
fusionadas. En cambio, en la absorción o incorporación; una de las sociedades
fusionadas subsiste y absorbe a la otra, siendo su patrimonio la unión de los pa-
trimonios de ambas sociedades.

4.2.2. Transformación

En materia de Derecho Comercial se entiende corrientemente por transfor-


mación de una sociedad, la adopción por ésta de un nuevo tipo societario. La so-
ciedad cambia su forma jurídica, su “ropaje jurídico” pero sigue siendo el mismo
sujeto de derecho.
No obstante, las resoluciones del Poder Ejecutivo han denominado igualmen-
te “transformación” a reformas en el estatuto jurídico de las entidades bancarias
que no determinan una continuidad en la identidad subjetiva de la entidad. Tal
es el caso del cambio de forma jurídica de sociedad anónima nacional a sucursal
de una persona del exterior y viceversa.
En estos casos cambia la identidad subjetiva del titular de la empresa ban-
caria que pasa de una sociedad nacional a otra constituida en el exterior o vice-
versa.
En cualquiera de estos casos no existiría transformación desde el punto de
vista técnico-jurídico, sino transferencia del establecimiento comercial bancario
de uno a otro sujeto.

4.2.3. Transmisión a título universal

Una de las cuestiones más debatidas en materia de fusión de sociedades co-


merciales, es la relativa a la forma a través de la cual se transmiten los patrimo-
nios de la o las sociedades fusionadas a la sociedad fusionante. Hay dos posicio-
nes encontradas al respecto.
Mientras algunos sostienen que la fusión implica una sucesión de patrimo-
nios entre vivos a título universal, otros afirman que sólo existe un cambio de
la titularidad de los activos a través de la transferencia de un establecimiento
comercial.
Este problema no se plantea en el caso de fusión de entidades bancarias ya
que la ley Nº 14.057 de 3/2/82 en su art. 50 dispuso expresamente que “Las fu-
siones, adquisiciones, absorciones o transferencias aprobadas por los poderes
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 25

públicos, implican transmisión de patrimonio a título universal y a los efectos de


su publicidad, además de su inscripción en el Registro Público y General de Co-
mercio, se otorgará declaratoria que se inscribirá en el Registro de Traslaciones
de Dominio, si existieran inmuebles”.

5. POTESTAD DE REGULACIÓN DEL BANCO CENTRAL

5.1. Principios generales

Uno de los cometidos principales del Banco Central es la regulación de la ac-


tividad de las instituciones que realizan intermediación financiera, así como de
quienes desarrollan actividad financiera, aunque sea en forma accidental.
La ley Nº 15.322 toma en cuenta dos criterios para delimitar el alcance de
este cometido: un criterio formal y otro material. Mientras los artículos 1, 2 y 15
(incisos 1 y 3) someten al control del Banco Central del Uruguay a todas las per-
sonas públicas -estatales o no estatales- y privadas que realicen intermediación
financiera, el art. 15 inc. 2 amplía esta competencia en un sentido sustancial,
al facultarle para ejercer la vigilancia y orientación de la actividad financiera,
fiscalizando el cumplimiento de las leyes y decretos que rijan tal actividad, así
como las normas generales e instrucciones particulares que dicte.
La potestad de regulación del sistema financiero es desarrollada por el Banco
Central a través del dictado de normas generales e instrucciones particulares.
Antes de analizar estos instrumentos corresponde realizar una precisión im-
portante. Toda la actividad financiera (y en la especie la intermediación finan-
ciera) se desarrolla en ejercicio de la libertad de comercio consagrada en el art.
36 de la Constitución.
Esta libertad sólo puede ser limitada por razones de interés general a tra-
vés de la ley. Es también la ley la que determina los cometidos y atribuciones
del Banco Central del Uruguay. Si bien las leyes relacionadas con la actividad
económica y financiera son generalmente del tipo de las llamadas “leyes marco”,
que establecen grandes lineamientos y dejan librada a la Administración las so-
luciones concretas a los problemas técnicos que se plantean constantemente, la
actividad reglamentaria de la Administración debe siempre respetar el principio
de legalidad.
Como lo indica la ley, la potestad banconcentralista de regulación de la in-
termediación financiera se ejerce a través del dictado de normas generales e
instrucciones particulares.
Con la primera expresión la ley se refiere a los reglamentos, estos es los actos
unilaterales de la Administración que crean normas jurídicas generales. La se-
gunda expresión es más difícil de interpretar. Se trata de órdenes dirigidas espe-
cíficamente a determinados sujetos que limitan una situación previa de libertad
del destinatario, imponiéndole una conducta o prohibiéndole la misma.
26 Ricardo Olivera García

5.2. Responsabilidad patrimonial neta

5.2.1. Facultades del Banco Central

El art. 11 de la ley Nº 15.322 faculta al Banco Central del Uruguay para fijar
la responsabilidad patrimonial neta mínima que deberán mantener las empre-
sas de intermediación financiera, la forma de determinarla y demás condiciones
de aplicación. Agrega que dicha responsabilidad patrimonial deberá radicarse
necesariamente en el país y aplicarse al giro de estas empresas.
El Banco Central tiene además la potestad de fijar diferentes montos para
estas responsabilidades patrimoniales netas mínimas, en atención a la especia-
lidad de las operaciones que realicen las diversas empresas.
De acuerdo con la regulación del Banco Central, la responsabilidad patri-
monial neta se determina ajustando la responsabilidad patrimonial contable en
función de aumentos y disminuciones establecidos por la referida reglamenta-
ción.

5.2.2. Responsabilidad patrimonial contable

De acuerdo con la regulación del Banco Central, la responsabilidad patrimo-


nial contable resultará de la suma de los saldos que integran el capítulo “Pa-
trimonial” del balance de saldos consolidado, confeccionado de acuerdo con las
normas y el plan de cuentas integrales dictados por el propio Banco Central.
Corresponde analizar entonces cuál es el contenido de cada una de esas cuen-
tas que integran el capítulo Patrimonial del Plan de cuentas.

a. Capital integrado
Este rubro comprende los recursos efectivamente aportados o aplicados con
destino a capital de la institución.
Debe distinguirse según se trate de entidades bancarias nacionales, organi-
zadas en forma de sociedades anónimas, o de filiales de bancos extranjeros, que
son las alternativas de organización institucional que se presentan en la plaza.
En el primer caso, el rubro comprenderá el monto de los recursos efectiva-
mente aportados o aplicados a la integración total o parcial de acciones. En el se-
gundo caso, comprenderá el capital asignado por la casa matriz y efectivamente
radicado en el país.
En el caso de las sociedades anónimas, el monto del capital integrado no po-
drá superar el límite de capital autorizado contenido en los estatutos. Una vez
que la integración alcance dicho límite, cualquier aumento de capital integrado
requerirá necesariamente de una reforma de estatutos.
En el caso de las filiales de bancos extranjeros, el capital asignado por su casa
matriz es el capital autorizado de la entidad. En consecuencia, toda vez que la
matriz quiera aumentar el capital asignado de la filial deberá reformar el con-
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 27

tenido del acto de autorización a través de los procedimientos requeridos para


la misma. Por el contrario, según vimos, una entidad bancaria organizada como
sociedad anónima nacional puede aumentar la integración de su capital sin que
ello implique necesariamente superar el capital autorizado.

b. Reserva legal
En este rubro debía registrarse la reserva constituida con afectación del 10%
de las utilidades líquidas obtenidas al cierre del ejercicio, hasta completar, el
50% del capital realizado, de acuerdo con lo dispuesto por la ley Nº 9.756 de
10/1/38 (art. 7). Dicha norma fue derogada expresamente por el art. 34 de la ley
Nº 15.322 por lo que, al no existir obligación legal de constituir reserva de esa
clase, la cuenta ha perdido contenido.

c. Reservas estatutarias
Son creadas con cargo a utilidades líquidas obtenidas al cierre del ejercicio
económico de conformidad con las disposiciones estatutarias. Sólo es aplicable
a las entidades bancarias nacionales organizadas en forma de sociedades anó-
nimas.

d. Ajustes por revaluación del activo fijo


En este rubro se computan los importes provenientes de las revaluaciones de
activos fijos realizadas, con sujeción estricta a las normas dictadas por el Banco
Central. Deberán aplicarse los coeficientes de revaluación que fije anualmente
dicho Banco y que rigen desde el 1º de abril de cada año, para los bienes muebles
y para lo bienes inmuebles de uso propio que integran el activo inmovilizado.
De acuerdo con el Plan de Cuentas Bancario, integran el activo inmovilizado
los siguientes rubros:
• Inmuebles de uso propio. Deben ser propiedad de la institución, estar ubica-
dos en el país, y ser asiento de las oficinas u otras dependencias necesarias
para el desarrollo de las actividades bancarias.
• Muebles, útiles e instalaciones que se utilizan para el normal desenvolvi-
miento de las actividades.
• Equipos de computación propiedad de la institución.
• Cajas de seguridad y tesoro.
• Material de transporte de propiedad de la institución, afectado al uso exclusi-
vo de sus actividades.

e. Primas de emisión
En este rubro se incluyen las primas de emisión de acciones o el precio recibi-
do por encima del valor nominal de las mismas, previa deducción de la comisión
abonada por su colocación. El mismo es solamente aplicable a las entidades na-
cionales con forma de sociedad anónima.
28 Ricardo Olivera García

f. Reservas voluntarias
Comprende las reservas voluntarias creadas con cargo a las utilidades líqui-
das obtenidas al cierre del ejercicio económico.

g. Utilidades del ejercicio en curso


Comprende las utilidades líquidas del ejercicio en curso que resulten del es-
tado demostrativo de resultados confeccionado de acuerdo a las normas y el plan
de cuentas dictados por el Banco Central.
Entre los resultados del ejercicio tienen singular importancia los productos
financieros devengados por las colocaciones bancarias.
De acuerdo con las normas del Plan de Cuentas Bancario, no se computan
productos financieros sobre los rubros “Deudores en gestión”, “Deudores en ges-
tión – Renovación con acrecimiento de intereses” y “Deudores en Plan de Abati-
miento”.
En los dos primeros casos, se exceptúan aquellas entidades que hubieran re-
financiado el 30% de su cartera al 31/12/82 de los sectores Agricultura y gana-
dería, Industria, Comercio al por mayor, Comercio al por menor y Servicios, así
como el 48% de sus colocaciones en moneda extranjera, en el marco de la Circular
Nº 1136 de 9/3/83. Estas entidades computarán el 50% de los productos finan-
cieros devengados por los rubros “Deudores en gestión” y “Deudores en gestión
– Renovación con acrecimiento de intereses”.

h. Utilidades acumuladas
Comprende las utilidades líquidas contables del ejercicio a partir de la fecha
de cierre y hasta que se decida su distribución, y las utilidades líquidas de ejer-
cicios anteriores pendientes de distribución o aplicación.

i. Adelantos irrevocables a cuenta de integraciones de capital


Son los recursos efectivamente aportados en forma irrevocable con el objeto
de capitalizar la institución.
En el caso de las entidades bancarias nacionales organizadas como sociedades
anónimas, computarán en este rubro las sumas recibidas y los dividendos a pa-
gar destinados a la integración de acciones de capital, sólo si la autorización del
aumento de capital se halla en trámite.
En el caso de las sucursales de bancos extranjeros, podrán computar toda ra-
dicación de capital asignado por la Casa Matriz, mientras el aumento de capital
se halla en trámite.
La inclusión de los aportes en este rubro se admite por un plazo máximo de
doce meses a contar de la fecha de la efectiva integración. Transcurrido dicho
plazo sin haberse obtenido la autorización pertinente, las sumas deben pasar al
rubro “Depósitos a la vista”.
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 29

5.2.3. Responsabilidad patrimonial neta

Según vimos, la responsabilidad patrimonial neta se determinará aumentan-


do y disminuyendo la responsabilidad patrimonial contable con los saldos de
distintos rubros que se indican.

AUMENTOS
Ajustes acreedores por normas del Banco Central.
El Plan de Cuentas integrales establecido por el Banco Central es solamente
obligatorio para la preparación de la información que las entidades bancarias
presentan al Banco Central, siendo libre la decisión de los criterios de registra-
ción contable que puedan adoptar las instituciones. Esto determina que pueda
resultar necesario efectuar ajustes al balance general a efectos de preparar la
referida información. Los ajustes que determinan altas patrimoniales deben re-
gistrarse en este rubro.
La ley Nº 15.322 en su art. 14 lit. a faculta al Banco Central a dictar normas
para la registración de las operaciones por parte de las instituciones que realicen
intermediación financiera. En caso de ejercerse dicha facultad, este rubro perde-
ría su contenido.

DISMINUCIONES
a. Pérdidas acumuladas
Incluye las pérdidas líquidas contables, a partir de la fecha de cierre del ejer-
cicio económico, y las pérdidas de ejercicios anteriores.

b. Pérdidas del ejercicio en curso


Incluye las pérdidas que surjan del estado demostrativo de resultados confec-
cionado de conformidad con el plan de cuentas del BCU.

c. Dividendos provisorios
Se incluyen en este rubro los dividendos pagados por adelantado, sea en efec-
tivo o en acciones, hasta la fecha en que se resuelva distribuir las utilidades del
ejercicio económico respectivo. Su utilización sólo procede en el caso de entidades
bancarias nacionales organizadas como sociedades anónimas.
Si bien el pago de un dividendo en efectivo implica una reducción patrimonial,
no se aprecia la razón de la deducción del llamado “pago de dividendo en accio-
nes” pues el mismo, lejos de implicar una reducción patrimonial, responde a una
capitalización de utilidades.

d. Inversiones especiales
De acuerdo con el Plan de Cuentas Bancario, este rubro se descompone en los
siguientes sub-rubros:
30 Ricardo Olivera García

– Sucursales en el exterior o dentro del territorio nacional


Comprende el capital asignado a sucursales de la institución en el exterior,
ajustado con las reservas, las utilidades y/o pérdidas de ejercicios anteriores.
La apertura de sucursales en el exterior por las entidades de intermediación
no se halla sujeta a ningún requisito, salvo la comunicación al Banco Central con
no menos de 30 días de antelación.
– Inversiones en el exterior
Sumas invertidas en acciones emitidas por empresas privadas no naciona-
les y cuya posesión implique el dominio o una participación significativa en la
sociedad emisora, en aquellos casos en que la referida tenencia no se encuentra
prohibida por el art. 18 de la ley Nº 15.322.
– Inmuebles propiedad de la institución ubicados en el exterior, por su valor
de adquisición, en los casos en que su tenencia no se halle prohibida por la
referida ley.
– Otras inversiones en el exterior no especificadas.
– Inversiones en el país.
– Sumas invertidas en el marco de las disposiciones vigentes, en acciones
emitidas por empresas nacionales, y cuya posesión implique el dominio o
una participación significativa en la sociedad emisora, en los casos en que
su tenencia no se halle prohibida por el art. 18 de la ley Nº 15.322.
– Las partidas transferidas del rubro “Bienes mobiliarios adjudicados”, que
registre los bienes muebles recibidos en recuperación de créditos. Debe
tenerse presente que, en el caso de acciones, obligaciones negociables y
valores similares, pueden mantenerse en cuanto no se hallen alcanzados
por la citada prohibición de la ley Nº 15.322.
– Inmuebles transferidos de los rubros “Inmuebles de uso propio” o “Inmue-
bles para la venta” en función de las disposiciones contenidas en las de-
finiciones de esos rubros en el Plan de Cuentas bancario (este concepto
perdería contenido luego de la aprobación de la Circular 1.201 que impone
la enajenación preceptiva de estos inmuebles).
– Otras inversiones en el país no especificadas.

e. Ajustes deudores por normas del Banco Central


Representa la contrapartida del rubro Ajustes acreedores por normas del
Banco Central.

OTRAS DEDUCCIONES
La regulación bancocentralista impone igualmente otras deducciones para
determinar la responsabilidad patrimonial neta.
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 31

a. El exceso registrado en el rubro inmovilizaciones de gestión.


El monto de las inmovilizaciones de gestión no podrá superar el 100% de la
responsabilidad patrimonial neta. Se consideran inmovilizaciones de gestión los
siguientes rubros:
– Rubros que integran el activo inmovilizado (“Inmuebles de uso propio”,
“Equipos de computación”, etc.).
– Bienes mobiliarios adjudicados.
El rubro incluye los bienes mobiliarios adquiridos en recuperación de crédi-
tos, como acciones, mercaderías, etc.
– Bienes a dar en arrendamiento financiero.
Son los bienes tangibles propiedad de la institución, destinados a ser cedidos
en arrendamiento financiero, que se debitan al incorporarse a la institución.
– Inmuebles para la venta.
Se incluyen en este rubro los inmuebles ubicados en el país, propiedad de la
institución, que ésta no necesita para su uso propio, así como los recibidos en
recuperación de créditos y los correspondientes a dependencias clausuradas.
– Gastos de fundación e instalación.
Se incluyen los gastos de aprobación del contrato social, autorización para
funcionar, aumentos de capital autorizado, así como el costo de mejoras incorpo-
radas a inmuebles de terceros arrendados para el uso de la empresa.
– Partidas amortizables autorizadas por el Banco Central.
El rubro comprende pérdidas que el Banco Central ha autorizado expresa-
mente al organismo a amortizar en varios ejercicios.

b. Valores mobiliarios no computables


Este rubro comprende los valores públicos no nacionales cuyo monto supere el
5% de la responsabilidad patrimonial neta de la entidad.
Debe tenerse en cuenta que el art. 18, literal d de la ley Nº 15.322 prohíbe
las inversiones en acciones, obligaciones y otros valores emitidos por empresas
privadas.

c. Exceso registrado en el saldo (deudor) del capítulo del activo “Casa Ma-
triz” y “dependencias en el Exterior” con respecto al saldo (acreedor) del capítulo
del pasivo de igual denominación.
Este rubro resulta exclusivamente de aplicación en el caso de aquellas enti-
dades bancarias organizadas bajo la forma jurídica de sucursales. En el activo el
rubro “Dependencias en el Exterior” registra los saldos deudores originados por
operaciones que realicen las sucursales de bancos extranjeros con otras sucursa-
32 Ricardo Olivera García

les de la misma Casa Matriz en el exterior, o los originados por operaciones que
realicen las instituciones bancarias nacionales con sus sucursales en el exterior
(se exceptúan aquellas partidas en tránsito que, por su naturaleza, corresponde
computar en otros rubros específicamente determinados a esos efectos).
Aun cuando el Plan de Cuentas Bancario se refiere a las “filiales” en el ex-
terior, del análisis de la norma se desprende que solamente se hallan incluidos
los saldos con otras dependencias que forman un mismo sujeto de derecho con la
entidad local.
Por su parte, el rubro “Casa Matriz” registra exclusivamente los saldos deu-
dores originados por operaciones realizadas por los bancos extranjeros con sus
casas matrices.

5.2.4. Fijación de la responsabilidad patrimonial

Según vimos, la ley Nº 15.322 en su art. 11 comete en términos amplios al


Banco Central del Uruguay la fijación de las responsabilidades patrimoniales
netas mínimas que deben mantener las empresas públicas no estatales o priva-
das que realicen intermediación financiera.
De acuerdo con el inciso 3º esta responsabilidad patrimonial neta mínima
debe cumplir con dos requisitos: radicación perceptiva en el país y aplicación
al giro de la empresa. Se consideran radicados en el país los bienes materiales
que se encuentren ubicados en el territorio nacional y los derechos exigibles a
residentes.
En el ejercicio de los poderes conferidos por la citada ley, el Banco Central ha
fijado la responsabilidad patrimonial neta mínima de las empresas de interme-
diación financiera a través de varias circulares. El régimen vigente está dado
por la Circular Nº 1.163 de 6/5/84, la cual establece los siguientes mínimos de
responsabilidad patrimonial neta:
a) Bancos: N$ 243.000.000
b) Casas financieras: N$ 145.800.000
c) Cooperativas de intermediación financiera: N$ 12.150.000
d) Empresas administradoras de consorcios: N$ 12.150.000

5.3. Margen de endeudamiento

5.3.1. Facultades del Banco Central

De acuerdo con el art. 16 lit. c) de la ley Nº 15.322, el Banco Central tiene la


facultad de “dictar normas generales tendientes a mantener la liquidez y sol-
vencia de las empresas así como a limitar el riesgo que éstas pudieran asumir”.
Mientras que la obligación de constituir un encaje mínimo obligatorio tiende a
lograr el primer objetivo, la fijación del tope de endeudamiento está directamen-
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 33

te orientada a limitar el riesgo financiero existente a consecuencia de la escasa


proporción del patrimonio respecto del pasivo.

5.3.2. Concepto de endeudamiento

De acuerdo con la regulación bancocentralista, el endeudamiento comprende


a los depósitos y demás obligaciones que se incluyen en los capítulos “Pasivo
Exigible”, “Pasivo Transitorio”, “Pasivo Eventual”, “Casa Matriz y Dependencias
del Exterior”, del balance consolidado de situación patrimonial. Las sucursales
de empresas de intermediación financiera del exterior computan además las ga-
rantías o finanzas otorgadas a nombre de su casa matriz u otras filiales, que am-
paren transacciones financieras o comerciales entre personas físicas o jurídicas
residentes en el país.
No se incluyen en el concepto de endeudamiento el saldo de los rubros que se
detallan a continuación:

a. Acreedores por documentos para compensar.


Este rubro incluye el monto total de los documentos recibidos de clientes con-
tra otros bancos afiliados a la Cámara Compensadora y que van a ser compen-
sados en la misma.

b. Banco Central – Asistencia Crediticia


En este rubro figura el importe de las deudas contraídas con el Banco Central
por dicho concepto.

c. Banco Central del Uruguay – Convenios Especiales, por la parte cubierta


por el Fondo de Garantías de Créditos.
Dicho fondo tiene la finalidad de asegurar a las instituciones financieras con-
tra posibles incobrables que surjan de préstamos otorgados a mediano y largo
plazo. El porcentaje de los créditos cubierto con la garantía de dicho Fondo no
resulta computable para el endeudamiento.

d. Pasivo eventual (garantías) cubierto por contragarantías reales consti-


tuidas en el país.
Se consideran contragarantías reales, hasta el valor venal actual de los bie-
nes afectados los siguientes:
– Hipoteca sobre bienes inmuebles situados en el territorio nacional o sobre
buques o aeronaves matriculados en el país.
– Prendas sin desplazamiento de la cosa.
– Prendas o warrant sobre productos agrícolas, materias primas, productos
semi-elaborados y productos o artículos manufacturados.
34 Ricardo Olivera García

– Prenda o afectación en forma expresa o irrevocable, de depósitos bancarios


y valores depositados en bancos del país.
– Prenda de mercaderías a importar al país cuando la documentación se
mantenga emitida o endosada a favor de la institución bancaria que efec-
tuará la apertura de la respectiva carta de crédito.
– Prenda sobre derechos creditorios de una empresa contratista de obras pú-
blicas, hasta el monto de los certificados de obras realizadas y aprobadas
por la autoridad competente.

e. Garantías a favor de empresas de transporte internacional, relacionadas


con la legítima propiedad de mercaderías, importadas al amparo de un crédito
documentario o de una cobranza avalada.

f. Saldos de capital correspondientes a depósitos y obligaciones contrata-


das por un plazo no inferior a 3 años.

g. Garantías otorgadas a favor del Banco Central originadas en operacio-


nes de venta de créditos (cartera vendida con la responsabilidad de la entidad
bancaria por su cobrabilidad).
Podría plantearse la duda si los saldos adeudados por las entidades bancarias
al Banco Central por operaciones de Convenios especiales a más de 3 años de
plazo, que no se hallan cubiertas por el Fondo de Garantía de Créditos (c), po-
drían igualmente excluirse del tope de endeudamiento en virtud de la exclusión
genérica que realiza la norma de los pasivos a más de tres años (f).
Aun cuando la cuestión puede resultar opinable, el Banco Central ha enten-
dido que los pasivos por operaciones de Convenios Especiales que no resultan
cubiertos por el Fondo de Garantía deben ser computados dentro del tope de
endeudamiento, con prescindencia de su plazo de vencimiento.

5.3.3. Tope de endeudamiento

De acuerdo con la reglamentación, los bancos, casas financieras y cooperati-


vas de intermediación financiera pueden contraer obligaciones en moneda nacio-
nal y extranjera hasta cierto tope.
Ese tope es el equivalente a determinado número de veces su responsabilidad
patrimonial neta, tomada al último día del penúltimo mes anterior, más el enca-
je real en moneda nacional y extranjera, los depósitos a plazo en moneda nacio-
nal y extranjera que mantengan las referidas instituciones en el Banco Central y
los valores públicos nacionales siempre que estén libres de cualquier gravamen.
El referido número de veces la responsabilidad patrimonial neta y demás
partidas mencionadas fijado como tope de endeudamiento depende de la par-
ticipación del volumen operativo en moneda extranjera en el total del volumen
operativo, según la siguiente escala:
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 35

RPN: responsabilidad patrimonial neta


VE: volumen operativo en m/e
VT: volumen operativo total
65% = VE = 80% RPN x 18
VT

80% = VE = RPN x 16
VT
El volumen operativo está formado por la suma de los saldos a fin de cada mes
de penúltimo trimestre calendario, de los rubros del “Activo eventual” del “Activo
exigible” del “Pasivo exigible” y del “Pasivo eventual” y los rubros “Productos
devengados no percibido”, “Deudores por productos financieros documentados”
y “Cargos financieros devengados no pagados” deducido el saldo del rubro “Pro-
ductos financieros documentados no devengados” del Plan de Cuentas Bancario.

5.3.4. Situación de endeudamiento

Para determinar la situación de endeudamiento se toma el promedio diario de


cada mes computando días hábiles e inhábiles. Ese promedio se compara con el
promedio diario del tope de endeudamiento, y la diferencia determina el exceso
o margen de endeudamiento. Es decir que la norma permite entonces una com-
pensación dentro de cada mes.

5.3.5. Sanciones

La infracción a las normas sobre tope de endeudamiento, se sancionará con


una multa diaria del 1‰ de cada exceso incurrido, incluyendo también el regis-
trado en día no hábil.

5.4. Encajes

5.4.1. Facultades del Banco Central

El art. 16 literal a) de la Ley de Intermediación Financiera faculta al Banco


Central a establecer un encaje mínimo obligatorio sobre los depósitos de las enti-
dades de intermediación financiera, el cual debe estar constituido exclusivamen-
te por la tenencia efectiva de billetes y monedas en circulación, por depósitos en
el Banco Central y por la tenencia de metales preciosos.
Haciendo uso de esta facultad, el Banco Central estableció el encaje que de-
bían mantener las empresas de intermediación financiera sobre sus depósitos y
demás obligaciones.
36 Ricardo Olivera García

5.4.2. Concepto de depósitos y obligaciones

A los efectos del régimen de encaje la reglamentación considera que consti-


tuyen depósitos todas las sumas de dinero que reciban las empresas de inter-
mediación financiera a cualquier título de las que derivan derechos a favor de
terceros, salvo las obtenidas de otras empresas de intermediación financiera y
las originadas en operaciones con el Banco Central.
Por su parte, se consideran obligaciones:
a. Los recursos en moneda nacional que, sin constituir depósitos en sentido
estricto, hayan sido captados por cualquier otro procedimiento o sistema de
ahorro, excepto la venta de valores públicos con compromiso irrevocable de
recompra futura.
b. Las originadas en contratos de cambio a término cuya contrapartida sea una
operación al contado.
c. El monto de los compromisos asumidos en las operaciones de mediación fi-
nanciera (aceptaciones bancarias) en moneda nacional, salvo las que contado
con la garantía, el aval o la aceptación de la entidad financiera hayan sido
descontados por éste.
Podría plantearse la duda de si la exclusión de los fondos recibidos de otras
empresas de intermediación financiera del concepto de depósitos comprende so-
lamente a las entidades autorizadas a realizar dicha actividad en el marco de la
ley No. 15.322 o igualmente a las entidades bancarias corresponsales del exte-
rior.
El Banco Central ha aceptado pacíficamente la tesis de que concepto de “em-
presas de intermediación financiera” ha sido utilizado en un sentido sustancial,
comprendiendo igualmente a las entidades financieras del exterior.

5.4.3. Encaje mínimo obligatorio

A) EN MONEDA NACIONAL
a) Bancos Privados
Los bancos privados deben mantener un encaje no inferior al 15% de los de-
pósitos y otras obligaciones en moneda nacional a la vista con preaviso a menos
de 30 días de plazo más el 5% de los depósitos y otras obligaciones en moneda
nacional a plazos comprendidos 30 y 180 días.

b) Casas financieras
Las casas financieras deben mantener en todo momento.
Un encaje no inferior al 15% del monto de las aceptaciones bancarias en mo-
neda nacional con plazo menor de 30 días, no incluyendo las que contando con la
garantía, el aval o la aceptación de la propia casa financiera hayan sido descon-
tados por ésta.
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 37

Un encaje no inferior al 5% de las obligaciones en moneda nacional a plazo


comprendidos entre 30 y 180 días, que se indican a continuación.
El total de los depósitos en moneda nacional recibidos de no resientes dedu-
ciéndole un importe equivalente a las colocaciones en documentos de adeudo en
moneda nacional originados en la financiación de exportaciones.
El monto de las aceptaciones bancarias en moneda nacional, sin computar las
que contando con la garantía, el aval o la aceptación de la propia casa financiera
hayan sido descontadas por ésta.
Las obligaciones originadas en contratos de cambio a término, realizados con
no residentes, cuya contrapartida sea una operación al contado.
Un encaje del 100% de las sumas recibidas en forma transitoria o accidental
(vinculadas a la realización de alguna de las operaciones del giro bancario le-
galmente permitidas) de las que deriven derechos en moneda nacional a favor
de residentes que no sean empresas de intermediación financiera del país, o a
favor de no residentes. Se exceptúan de éste último caso los depósitos captados a
plazos no inferiores a 30 días y los recibidos de otras empresas de intermediación
financiera.

B) EN MONEDA EXTRANJERA
a) Bancos privados
Deben mantener un encaje no inferior al siguiente:
3% de los depósitos y otras obligaciones en moneda extranjera, a la vista, con
preaviso y a plazos de hasta 180 días, excluyéndose los depósitos de no residen-
tes aplicados en colocaciones a no residentes, que corresponda informar en activo
exigible.
10% del incremento registrado en los depósitos y otras obligaciones en mone-
da extranjera, a la vista, con preaviso y a menos de 30 días de plazo, con respecto
al promedio diario registrado durante el mes de febrero de 1984.
3% del monto de los créditos efectuados en moneda extranjera en cuentas de
corresponsales del exterior y de casa matriz y dependencias en el exterior, no
vinculadas con operaciones comerciales, que se encuentren pendientes de con-
firmación.
15% del incremento registrado en el monto de los créditos mencionados en
el literal anterior, con respecto al promedio diario registrado durante el mes de
febrero de 1984.
El concepto de obligaciones a los efectos de este encaje en moneda extranjera,
difiere del utilizado para el encaje en moneda nacional para bancos, ya que en
este caso no se consideran las obligaciones originadas en contratos de cambio a
término cuya contrapartida sea una operación al contado.
El equivalente en dólares USA de la insuficiencia registrada en la tenencia
obligatoria de documentos de adeudo en moneda nacional originados en la finan-
ciación de exportaciones.
38 Ricardo Olivera García

Una cifra equivalente al monto de las Letras de Tesorería en dólares USA


Serie Especial adquiridas por el banco entre el 2 y el 13/4/84.
En los dos últimos casos, se trata de encajes impuestos por el Banco Central
no sólo sobre los depósitos recibidos por los bancos sino sobre bases de cálculo di-
ferentes. En la medida que el art. 16 de la ley No. 15.322 autoriza, según vimos,
al Banco Central a establecer un encaje mínimo sobre los depósitos, es dabel
sostener que en la imposición de estos encajes, el Banco Central está actuando
fuera del ámbito de sus facultades.

b) Casas financieras
Deben mantener un encaje no inferior al siguiente:
3% de los depósitos en moneda extranjera de no residentes, a la vista, con pre-
aviso y a plazos de hasta 180 días, excluyéndose los depósitos de no residentes
aplicados en colocaciones a no residentes que corresponda informar en el activo
exigible.
3% de las aceptaciones bancarias a plazos de hasta 180 días deduciendo las
que contando con la garantía, el aval o la aceptación de la propia casa financiera,
hayan sido descontadas por ésta.
10% del incremento de los depósitos y obligaciones en moneda extranjera a
que refieren los apartados anteriores, a la vista, con preaviso y a menos de 30
días de plazos, con respecto al promedio diario registrado durante el mes de fe-
brero de 1984.
100% de la sumas recibidas en forma transitorio o accidental, vinculadas ne-
cesariamente a la realización de alguna de las operaciones el giro bancario que
les están legalmente permitidas y de las que derivan derechos en moneda ex-
tranjera a favor de residentes que no sean a su vez empresas de intermediación
financiera.
3% del monto de los créditos efectuados en moneda extranjera en cuentas de
corresponsales del exterior y de casa matriz y dependencias en el exterior, no
vinculados con operaciones comerciales, que se encuentren pendientes de confir-
mación. Esta definición pretende incluir fundamentalmente a los denominados
“depósitos chequeados”.
15% del incremento de los créditos mencionados en el aparatado anterior con
respecto al promedio diario registrado en febrero de 1984.
El equivalente en dólares de la insuficiencia registrada en la tenencia obliga-
toria de documento de adeudo en moneda nacional originaos en la financiación
de exportaciones.
Una cifra equivalente al monto de la Letras de Tesorería en dólares USA Se-
rie Especial adquiridas por la casa financiera entre el 2 y el 13/4/84.
En estos dos últimos casos corresponde realizar igual comentario que el for-
mulado respecto al encaje de los bancos.
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 39

5.4.4. Encaje adicional para bancos privados y casas financieras

Deben mantener en todo momento un encaje adicional en moneda nacional,


equivalente al 4% del total de los depósitos en moneda nacional y en moneda
extranjera, excluyéndose los depósitos en moneda extranjera de no residentes,
aplicados a colocaciones en moneda extranjera a no residentes que corresponda
informar en el archivo exigible.
Este encaje adicional debe mantenerse depositado en el Banco Central del
Uruguay y su importe no será computable como encaje real a los efectos de la
constitución del encaje mínimo obligatorio en moneda nacional que deben man-
tener los bancos privados.
La situación mensual de encaje adicional se determina de la misma forma que
la situación de encaje.

5.4.5. Encaje real

a) Encaje en moneda nacional


Debe estar formado por:
Las existencias de billetes y monedas nacionales en circulación, y
Los depósitos a la vista en moneda nacional constituidos en el Banco Central
(se toma el saldo disponible registrado al cierre de casa día con el Banco Central)

b) Encaje en moneda extranjera


Debe estar constituido por:
las existencias de billetes y monedas extranjeras
los depósitos a la vista en moneda extranjera en el Banco Central (se toma el
saldo registrado al cierre de cada día)
la tenencia de metales preciosos radicado en el país, libres de toda afectación
o gravamen

c) Depósito mínimo obligatorio en moneda extranjera en el Banco Central.


Los bancos privados y las casas financieras deben constituir su encaje real
en moneda extranjera con depósitos a la vista en el Banco Central por un monto
no inferior al de las Letras de Tesorería Serie Especial adquiridas entre el 2 y el
13/4/84, más 2/3 del encaje mínimo obligatorio en moneda extranjera respectivo.

5.4.6. Situación de encaje

La situación de encaje debe establecerse tomando en promedio diario de casa


mes, computado días hábiles e inhábiles.
40 Ricardo Olivera García

Ese promedio diario de encaje real se compra con el promedio diario de encaje
mínimo obligatorio, surgiendo así un excedente o deficiencia.
Según el procedimiento descripto, se está admitiendo una compensación de
saldos, siempre que el promedio diario por mes de encaje real sea mayor que
el promedio diario por mes de encaje obligatorio. Pero esa compensación está
limitada porque sólo se permite una situación de déficit de encaje en no más de
dos días hábiles en le mes. Es decir, en caso de que se registre déficit de encaje
en más de 2 días hábiles en el mes, se determinará la situación de encaje día por
día.
Con respecto al depósito obligatorio en moneda extranjera en e Banco Central
y al encaje adicional en moneda adicional, la situación mensual resulta de la
comparación del promedio diario del depósito mínimo obligatorio y el promedia
diario del saldo del depósito constituido en el Banco Central.
Como en el caso anterior, no se admite la compensación si en el mes en que
se anota un excedente en el promedio diario del depósito obligatorio en moneda
extranjera, los días hábiles durante los cuales la empresa registró insuficiencia
en dicha obligación sean más de dos.

5.4.7. Multas por insuficiencia de encaje

Las insuficiencias de encaje son penadas con una multa diaria del 2% sobre la
deficiencia incurrida en casa día.
Resulta dudosa la legalidad de las referidas sanciones ya que el art.79 de la
ley No 13.782 de 3/11/69 el cual no fue derogado por la Ley de Intermediación
Financiera dispone claramente en su numeral 8 que “en caso infracciones conti-
nuadas en el tiempo, el “monto del 0.2 % (2%) diario, que “se calculará sobre las
cantidades que en “cada caso corresponda”.

5.5. Tenencia obligatoria de valores en cartera

La regulación del Banco Central establece los valores públicos y privados de


tenencia obligatoria por las instituciones financieras.

A) Valores Privados
Documentos de adeudo por financiación de exportaciones.

B) Valores Públicos
a) Letras de Tesorería en moneda nacional reajustable
b) Letras de Tesorería en moneda nacional no reajustable (Letras de Regula-
ción Monetaria)
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 41

c) Letras de Tesorería en moneda extranjera


d) Obligaciones Hipotecarias Reajustables.

5.5.1. Facultades del Banco Central

Resulta dudosa la potestad del Banco Central para imponer a las entidades
de intermediación financiera una tenencia preceptiva de documentos de adeudo
por financiación de exportaciones, así como de Letras de Tesorería y Obligacio-
nes Hipotecarias Reajustables.
En el caso de la tenencia preceptiva de documentos de adeudo por financia-
ción de exportaciones, la misma constituye una clara medida de orientación del
crédito que la Ley de Intermediación Financiera habría excluido de la potestad
banco centralista. A diferencia de la ley No. 13.330 que disponía preceptivamen-
te el destino que debían tener los fondos provenientes del ahorro público, la ley
No. 15.322 derogó estas normas, no confiriendo al Banco Central poder alguno
para orientar el crédito.
La situación parece aún más clara en el caso de las disposiciones que im-
ponen a las entidades financieras la tenencia preceptiva de Letras de Tesore-
ría y Obligaciones Hipotecarias Reajustables. Dicha imposición constituye con-
ceptualmente un empréstito forzoso el cual se caracteriza, precisamente, por la
imposición por la Administración al administrado de la obligación de suscribir
títulos de Deuda Pública.
La figura del empréstito forzoso ha sido analizada detenidamente en le ámbi-
to de la doctrina, la cual considera que no se trata propiamente de un préstamo
o empréstito, sino que reviste la naturaleza de un tributo y, como tal, se halla
alcanzado por el principio de legalidad que informa todo nuestro Derecho Tribu-
tario.
Más aún, en el caso de las Obligaciones Hipotecarias Reajustables, el art. 82
de la ley No. 13.728 disponía que las entidades bancarias debían integrar sus en-
cajes en Obligaciones Hipotecarias Reajustables, en las proporciones que fije el
Banco Central. Esta norma fue expresamente derogada por la ley No. 15.322 de
donde cabe extraer la conclusión que fue intención del legislador privar al Banco
Central de la potestad de imponer este tipo de obligaciones.

5.5.2. Documentos de adeudo por financiación de exportaciones

Se establece un tratamiento diferencial para los bancos privados y las casas


financieras.

a) Bancos privados
Los bancos privados deben mantener en cartera documentos de adeudo en
moneda nacional originados en operaciones de financiación de exportaciones por
un monto no inferior al 8% del total de depósitos en moneda nacional y extranje-
42 Ricardo Olivera García

ra, deduciéndose de estos últimos los de no residentes colocados a no residentes


que corresponde informar en el activo exigible.
Para cumplir con esta tenencia, podrán computar documentos de adeudo en
moneda extranjera originados en operaciones de financiación de exportaciones
por un monto no superior al 2% del total de depósitos en moneda nacional y ex-
tranjera, excluyéndose de estos últimos los de no residentes aplicados en coloca-
ciones a no residentes que corresponde informar en el activo exigible.
La reglamentación establece además una serie e requerimientos:
Las operaciones de financiación de exportaciones deberán estar vinculadas
a un contrato de cambio futuro, con igual fecha de vencimiento, por el cual el
exportador se obliga a vender moneda extranjera al banco privado por una can-
tidad y un tipo de cambio acordado, cuyo producto en moneda nacional no sea
inferior al monto adeudado a dicha fecha.
Los documentos de adeudo podrán computarse por un plazo máximo de 180
días dentro del cual deberá verificarse la exportación.
La tasa de interés pactada en los documentos de adeudo en moneda extran-
jera no podrá superar en un 2o/o anual la tasa ofrecida en el mercado inter-ban-
cario de Londres (LIBOR) a 180 días de plazo, vigente al cierre del día hábil
anterior a la fecha de instrumentación de la operación.
No se computarán los documentos de adeudo en moneda nacional o extranje-
ra, por créditos otorgados a los vendedores en destino de mercaderías uruguayas
adquiridas FOB.
Podrá preverse la reliquidación de intereses (para documentos de adeudo en
moneda nacional y extranjera): Cuando no se realice la exportación en el plazo de
180 días, aplicando al capital prestado una tasa no superior al 1.5 de la pactada.
Sobre el exceso de utilización de fondos al amparo de este régimen, cuando el
valor de la exportación fuera inferior a la financiación utilizada.
Los bancos responderán por el incumplimiento de las exportaciones relacio-
nadas con los documentos de adeudo computados.

b) Casas financieras
Deben mantener en cartera documentos de adeudo en moneda nacional origi-
nados en operaciones de financiación de exportaciones por un monto no inferior
al 5o/o del total de depósitos en moneda nacional y extranjera, deduciéndose de
estos últimos los de no residentes colocados a no residentes. Para cumplir con
esta tenencia pueden computar, al igual que los bancos privados, documentos de
adeudo en moneda extranjera en las condiciones fijadas para éstos.
Las condiciones requeridas son las mismas previstas para bancos privados, al
igual que la posibilidad de reliquidación de intereses.
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 43

c) Régimen de sanciones
En caso de insuficiencia de documentos de adeudo en moneda nacional los
bancos privados y casas financieras deberán tener un encaje en moneda extran-
jera no inferior al equivalente en dólares USA de la insuficiencia registrada.
Por su parte, en caso de que las exportaciones financiadas no se cumplan den-
tro del plazo de 180 días, se establece una multa equivalente al 0.8o/oo diario del
capital prestado por el plazo en que fue indebidamente computado para cumplir
con la tenencia obligatoria de dichos documentos.

5.5.3. Letras de Tesorería en moneda nacional reajustables

Los bancos privados y casas financieras deben mantener en todo momento


Letras de Tesorería en moneda nacional reajustables – Serie Especial – por un
monto no inferior al 8o/o del total de los depósitos en moneda nacional y ex-
tranjera a plazos no inferiores a 30 días, excluyéndose los depósitos en moneda
extranjera de no residente aplicados a colocaciones en moneda extranjera a no
residentes que corresponda informar en el activo exigible.
Para el cómputo previsto anteriormente las Letras de Tesorería se tomarán
por su valor nominal, debiendo ser propiedad exclusiva de la empresa de inter-
mediación financiera y estar libres de cualquier afectación.

5.5.4. Letras de Tesorería en moneda nacional no reajustables

Los bancos privados y casas financieras deben mantener en todo momento


Letras de Regulación Monetaria en moneda nacional (no reajustables) Serie Es-
pecial, por un monto no inferior al 2o/o del total de depósitos en moneda nacional
y extranjera, excluyéndose los depósitos en moneda extranjera de no residentes
aplicados a colocaciones en moneda extranjera a no residentes que corresponda
informar en el activo exigible. Las letras se tomarán por su valor nominal, deben
ser propiedad exclusiva de la empresa de intermediación financiera y estar libres
de toda afectación.

5.5.5. Letras de Tesorería en moneda extranjera

Los bancos privados y casas financieras deben mantener en todo momento Le-
tras de Tesorería en dólares USA por un monto no inferior al 80 o/o de la tenencia
de dichas letras que registrarán al 30/9/84 más el equivalente a:
a) El 4o/o de los depósitos y otras obligaciones en moneda extranjera a la
vista, con preaviso y a plazos de hasta 180 días, excluyéndose los depósitos
de no residentes aplicados en colocaciones a no residentes que corresponda
informar en el activo exigible.
44 Ricardo Olivera García

b) El 4o/o del saldo del rubro “Corresponsales en el exterior-Ordenes de pago


pendientes de confirmación”.
c) La disminución registrada en el monto de los depósitos a plazo en moneda
extranjera constituidos en el Banco Central, con respecto al 80 o/o del pro-
medio diario de dichos depósitos registrado durante el mes de setiembre de
1984.
Las Letras de Tesorería en dólares, deben ser propiedad exclusiva de la em-
presa de intermediación financiera, estar libres de toda afectación y se tomarán
por su valor nominal.

5.5.6. Obligaciones Hipotecarias Reajustables

Se establece un tratamiento diferencial de los bancos privados respecto de las


casas bancarias.
Los bancos privados deben mantener Obligaciones Hipotecarias Reajustables
por un monto no inferior al 1o/o de los depósitos en moneda nacional que corres-
ponde informar en los rubros de Pasivo Exigible. “A la vista” y “A plazo”- excepto
“Acreedores por Documentos a Compensar” “Banco de la República Oriental del
Uruguay” y “Corresponsales en el país”.
Las casas bancarias deben mantener Obligaciones Hipotecarias Reajustables
por un monto no inferior al 5o/o de su capital integrado.
Los valores deben ser propiedad exclusiva de la institución bancaria y estar
libres de toda afectación.

5.5.7. Situación de tenencia de Letras de Tesorería, Letras de Regulación


Monetaria y Obligaciones Hipotecarias Reajustables

La situación mensual de cada institución se determina como la diferencia


entre el promedio diario de la tenencia mínima obligatoria y el promedio diario
de la tenencia real de dichos valores (se computan los días calendario). Es decir
que se permite una compensación dentro de cada mes, siempre que en el mes
que se anotó un excedente en el promedio diario de tenencia obligatoria, los días
hábiles durante los cuales la empresa registró insuficiencia en dicha tenencia no
sean más de dos. En el caso entonces que se registre insuficiencia en más de 2
días hábiles de un mismo mes, se determinará la situación de tenencia día a día.

5.5.8. Sanciones

Las infracciones a las normas sobre tenencia obligatoria de Letras de Teso-


rería, Letras de Regulación Monetaria y OHR, serán sancionadas con multa del
1o/o de cada deficiencia diaria incurrida, incluso la registrada en día no hábil.
Dicha multa será del 0.3o/o en caso de infracción a las normas de tenencia obliga-
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 45

toria de Letras de Tesorería en US$. Resulta dudosa la legalidad de las referidas


sanciones ya que el art. 79 de la ley No. 13.782 de 3/11/69 -el cual no fue derogado
por la Ley de Intermediación Financiera- dispone claramente en su numeral 8
que “en caso de infracciones continuadas en el “tiempo, el monto de la multa se
fijará mediante un porcentaje no mayor del 0.20o/o (2 o/oo) diario, que se calcu-
lará sobre las cantidades que en cada caso corresponda”.

5.6. Posición de cambios

5.6.1. Facultades del Banco Central del Uruguay

La ley No. 8.729 de 29/5/31, vigente aún luego de la promulgación de la ley


No. 15.322, estableció el contralor de las operaciones de cambio internacional y
traslado de capitales al exterior, cometiéndolo al Banco de la República Orien-
tal del Uruguay. Actualmente es competencia del Banco Central del Uruguay,
sucesor en los cometidos y atribuciones que correspondían al Departamento de
Emisión del BROU.
En esta disposición funda el Banco Central su potestad de fijar a las entida-
des financieras un tope en su posición de cambios.

5.6.2. Concepto de posición general de cambios.

De acuerdo con la reglamentación, se entenderá por tal la diferencia neta


que resulte entre todos los rubros activos y pasivos en moneda extranjera y en
metales preciosos.
A efecto del cálculo del tope de posición de cambios no se computarán en la
posición general de cambios las partidas en moneda extranjera que se deducen a
los efectos de la determinación patrimonial neta (“Inversiones especiales”; “Va-
lores mobiliarios no computables”, exceso registrado en el saldo del capítulo del
activo “Casa Matriz y Dependencias del Exterior” con respecto al saldo del capí-
tulo del pasivo de igual denominación).

5.6.3. Tope de posición de cambios

La posición general de cambios de los bancos privados y casas financieras no


podrá exceder del tope fijado por el Banco Central del Uruguay.
Este tope, que es fijado mensualmente por el BCU, consiste en el equivalente
de la responsabilidad patrimonial neta, aumentada y disminuida con distintas
partidas, a saber:
Aumentos
a) Tenencia de valores nacionales en moneda extranjera de libre disponibili-
dad (Bonos del Tesoro y Letras de Tesorería), con exclusión de determina-
dos Bonos del Tesoro de series especiales.
46 Ricardo Olivera García

b) Depósitos constituidos en el BCU en moneda extranjera, a plazo, hasta el


monto de las Letras de Tesorería – Serie Especial- adquiridas entre el 2 y
el 13/4/84.
c) Depósitos constituidos en oro en el Banco Central.
Disminuciones
a) El saldo en moneda nacional del rubro “Deudores en plan de abatimien-
to”. En este rubro se incluyen los saldos adeudados por residentes que se
consideren de difícil cobro, definiendo el propio Plan de Cuentas cuales
colocaciones pueden considerarse de difícil cobro.
b) Monto de los créditos en moneda extranjera enajenados al Banco Central
del Uruguay, cuando no se asumió por el enajenante garantía por su recu-
peración.

Forma de determinación
– Responsabilidad patrimonial neta
– Tenencia de valores públicos
– Depósitos a plazo en el Banco Central en moneda extranjera u oro (Prome-
dio diario durante el penúltimo mes)
– Deudores en Plan de Abatimiento en moneda nacional (Saldo al último día
del penúltimo mes)
– Precio por los créditos en moneda extranjera vendidos al Banco Central
(Saldo Permanente)

5.6.4. Tope de posición mínima

La reglamentación establece que el tope de la posición de cambios activo que


fijará mensualmente el Banco Central no será inferior a US$ 500.000. A esta
suma debe agregarse el equivalente al 20o/o del incremento registrado en el tope
de posición de cambios respecto al fijado el 3/7/84.

5.6.5. Regulación del tope de posición de cambios a término

Sin perjuicio del tope en la posición general de cambios la reglamentación es-


tablece un tope para la posición de cambios a término. Dispone que la diferencia
entre activos y pasivos en moneda extranjera originados en operaciones de com-
praventa de moneda extranjera a término, no podrá ser superior a US$ 200.000.
Se encuentran excluidas de este tope las operaciones que se justifiquen como
originadas en compras o ventas futuras de moneda extranjera vinculadas direc-
tamente con operaciones de exportación o importación (cuando se vincule con
una importación deberá verificarse que la denuncia de ésta haya sido cursada y
aprobada por el Banco de la República).
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 47

5.6.6. Sanciones

La reglamentación dispone que las infracciones a las normas sobre tope de po-
sición general de cambios se sancionarán con multas en dólares USA equivalen-
tes al 1o/o de cada exceso diario incurrido, incluso el registrado en día no hábil.
Se plantea la duda si esta multa resulta aplicable en caso de exceso en el tope
de posición de cambios a término, la cual carece de una sanción específica. Se
trata de un olvido de la autoridad bancocentralista que pensamos pretenderá
sancionar dicho exceso con igual multa.

5.7. Tasas máximas de interés

5.7.1. Facultades del Banco Central

La ley No. 14.887 de 27/4/79 dispuso en su art. 1 que el Banco Central po-
drá fijar tasas máximas de intereses, compensaciones, gastos de administración,
comisiones y otros cargos, en las prestaciones de dinero o en otras operaciones
financieras, sean realizadas por instituciones o empresas financieras o por par-
ticulares.
Asimismo, el ente está facultado por la misma norma para establecer tasas
máximas diferentes en razón de la distinta índole de las prestaciones de dinero
u otras operaciones financieras, así como para establecer que dichas tasas serán
las que resulten del libre juego de la oferta y la demanda.
En ejercicio de esta facultad reglamentaria el Banco Central dictó la Circular
No. 990 de 12/9/79, la cual dispuso que “las personas físicas o jurídicas, públi-
cas o privadas, podrán pactar por prestaciones en dinero o en otras operaciones
financieras, en moneda nacional o extranjera, la tasa de interés que resulte del
libre juego de la oferta y la demanda”, con lo cual tanto las entidades financieras
como los particulares quedaron en libertad de pactar las tasas de interés que
surgieran del libre acuerdo de sus voluntades.

5.7.2. Fijación de tasas máximas de interés

Con la aprobación de la Circular No. 1205 de 26/11/84, se restableció la im-


posición de tasas máximas de interés, limitándola a determinadas operaciones
realizadas por las empresas de intermediación financiera.
La Circular limita al 85 o/o efectivo anual la tasa máxima de interés que los
bancos, casas financieras y cooperativas de intermediación financiera podrán
cobrar a sus clientes en las operaciones de préstamo en moneda nacional no re-
ajustables. Con posterioridad esta tasa fue siendo elevada, siendo fijada por la
Circular No. 1213 de 14/2/85 en el 90 o/o. Igual tasa rige para las operaciones de
descuento de documento de terceros.
48 Ricardo Olivera García

Las sumas que se perciben por concepto de compensaciones, gastos de ad-


ministración, comisiones y otros cargos, están igualmente comprendidas en el
porcentaje que se fija para la tasa máxima de interés.
Se hallan excluidas de la limitación impuesta a las empresas de intermedia-
ción financiera:
a) Los préstamos en moneda nacional, no reajustables, otorgados a otras em-
presas de intermediación financiera;
b) Los préstamos en moneda nacional reajustables o en moneda extranjera;
c) Las restantes operaciones financieras de otorgamiento de crédito, en cual-
quier moneda, que no constituyan préstamos o descuento de documentos,
tales como el leasing o el factoring;
d) Las operaciones de mediación financiera en préstamos realizados entre
personas físicas o jurídicas que no sean empresas de intermediación finan-
ciera (aceptaciones bancarias).

5.7.3. Efectos de la superación de la tasa máxima de interés

El art. 2 de la ley No. 14.887 dispone que “los jueces no darán trámite a eje-
cuciones en que se persiga el cobro de obligaciones con intereses u otros cargos
superiores a los máximos que haya fijado el Banco Central del Uruguay”.
Sin perjuicio de la sanción específica dispuesta por esta norma, que priva al
acreedor de acción para reclamar el crédito y los intereses cuando éstos sean
superiores a la tasa máxima, la infracción una vez constatada puede poner en
movimiento la potestad sancionatoria del Banco Central, conferida a éste por el
art. 20 de la ley No. 15.332.

6. LA POTESTAD DE CONTROL DEL BANCO CENTRAL

6.1. Principios generales

La potestad de control del Banco Central le permite verificar si la actividad


de las entidades que integran el sistema de intermediación financiera se ajusta
o no a las reglas que la enmarcan.
La ley No. 15.322 regula la potestad de control del Banco Central sobre las
empresas e instituciones que realicen intermediación financiera, disponiendo en
su art. 15 que las mismas se hallan sujetas a un control anterior, concomitante
y posterior a su gestión.
Agrega la norma que el Banco Central ejercerá a su vez, por los medios que
juzgue más eficaces, la vigilancia orientación de la actividad financiera privada,
fiscalizando el cumplimiento de las leyes y decretos que rijan tal actividad, así
como las normas generales e instrucciones particulares que dicte.
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 49

La citada norma extiende los poderes bancocentralistas a toda la actividad


financiera y no solamente a la actividad de intermediación financiera, como lo
hace el resto de la ley.

6.2. Medios de contralor

6.2.1. Vías de información

Múltiples leyes, circulares y comunicaciones del Banco Central establecen


una amplia gama de rubros sobre los que se obliga a las entidades del sistema
a informar permanentemente. Igual sería posible requerir dicha información en
ausencia de normas positivas dad que , de acuerdo con los principios generales,
dicho poder se reputa implícito en el cometido del contralor.
El suministro de información se ve facilitado por la utilización del sistema
electrónico de comunicación interbancaria (SEDECI)
La reglamentación dispone que el Banco Central tendrá acceso a toda la in-
formación y documentación que estime necesaria para el cumplimiento de sus co-
metidos legales, estableciendo además los distintos tipos de información a brin-
dar por las entidades del sistema y su periodicidad, los principales de los cuales
exponemos a continuación:
a) Información contable
– Balance mensual de saldo
– Balance decaderial de saldos
– Estado mensual demostrativo de resultados
b) Información sobre colocaciones
– Clasificación de las colocaciones según su destino
– Tenencia de valores públicos
– Detalle mensual de los 30 mayores clientes de la entidad (en cuanto al
monto de sus colocaciones), base informativa para la central de riesgos.
c) Información mensual sobre la responsabilidad patrimonial neta diaria de la
entidad
d) Información mensual sobre la situación de encajes
e) Información mensual sobre la situación diaria de endeudamiento
f) Información sobre las tasas de interés pactadas en operaciones activas y pa-
sivas.

6.2.2. Actos de autorización

Otras disposiciones establecen la necesidad de actos de autorización Por ejem-


plo, el art 6º. de la ley No 15.322 para la instalación de entidades de intermedia-
50 Ricardo Olivera García

ción financiera, el art 18 lit. d, para la adquisición de acciones o partes de capital


de instituciones financieras radicadas en el exterior, o que realicen actividades
de banca “off shore”

6.2.3. Inspecciones por funcionarios del Banco Central

Las facultades de estos funcionarios se determinan por remisión a la ley No


12.804 que establece las facultades de los inspectores de la Dirección General
Impositiva. Luego de la ley No. 15.322, éstas son aún más amplias ya que, a
diferencia de los inspectores de la Administración fiscal, no les es oponible a los
funcionarios del Banco Central el secreto bancario.
No existe ninguna disposición que imponga la realización de inspecciones con
determinada periodicidad, tal como lo disponía la derogada ley No. 13.330 que
imponía inspecciones cada tres meses, por lo menos.

6.2.4. Intervención administrativa

Aun cuando aparece dentro del Capítulo de Sanciones (art. 20 numeral 4º de


la ley No 15.322), la intervención es n procedimiento de contralor que intrínse-
camente carece de carácter aflictivo o punitorio. Es un medio de verificar desde
dentro mismo de la empresa, si su actuación se adecua a la normativa vigente.
El numeral 4º del art. 20 que hace referencia a la “intervención” expresa a
continuación que “podrá” ir acompañada de la situación “total o parcial de las
autoridades”
La intervención administrativa también está prevista por el art. 18 lit. c de
la ley No. 9.808 (texto dado por la ley No. 13.243), la cual no hay sido derogada
expresamente por la ley No. 15.322, siendo además invocada en resoluciones del
Banco Central como fundamento. La intervención prevista en esta norma difiere
de la intervención consagrada por la ley No. 15.322 en los siguientes puntos:
a) Mientras la intervención de la ley No. 9.808 es dispuesta por el Banco Central
dando cuenta al Poder Ejecutivo, debiendo estar en definitiva a lo que ésta
resuelva, la intervención de la ley No 15.322 se dispone autónomamente por
el Banco Central, sin participación del Poder Ejecutivo.
b) La Intervención de la ley No. 9.808, puede hallarse motivada tanto por apre-
ciaciones de conveniencia o necesidad (razones de mérito), como por infrac-
ciones a las normas que regulan la actividad. En cambio, la intervención de
la ley No. 15.322 obedece, en principio, solo razones de juridicidad, pues la
medida se justifica en los casos de infracciones de “leyes y decretos “que rijan
la intermediación financiera o las normas generales e “instrucciones particu-
lares dictadas “por el Banco Central del Uruguay”
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 51

6.2.5. Otros medios de contralor

Las medidas de contralor enunciada no son taxativas, ya que el art. 15 inc. 2


de la ley No. 15.322 al cometer el contralor de la actividad financiera al Banco
Central le permite a éste llevarlo a cabo “por los medios que juzgue más eficaces”,
sin limitación alguna, haciéndolo además inoponible el secreto bancario.

6.3. Auditoría de las entidades de intermediación financiera

La reglamentación imponte una auditoría externa obligatoria a los bancos y


casas financieras, la cual deberá estar a cargo de un contador público indepen-
diente.
Se trata de un procedimiento indirecto de control de las entidades de interme-
diación financiera, ya que los informes preparados por auditores independientes
deben ser presentados al Banco Central.
Los informes a ser presentados son los siguientes:
a) Dictamen sobre el balance consolidado de situación patrimonial a cierre
del ejercicio anual de la institución y el estado demostrativo de resultados
correspondientes al referido ejercicio.
b) Informes con las conclusiones de las revisiones limitadas sobre los estados
contables principales (balance consolidado de situación patrimonial) a la
fecha de cierre de cada trimestre calendario, que no coincida con la de cie-
rre de ejercicio anual.
c) Informes sobre las deficiencias y comisiones significativas de los sistemas
de contralor interno vigentes y las recomendaciones para solucionarlas (al
cierre del ejercicio)
No existe ningún registro de auditores externos, bastando teóricamente con-
que el auditor tenga título de contador público. No obstante, las entidades ban-
carias deben informar al Banco Central la identidad ya antecedentes de los au-
ditores designados y, en los hechos, el Banco Central ha rechazado la elección de
auditores sin experiencia o con presunción de falta de independencia respecto a
la entidad a auditar.
Por último es importante agregar que el decreto No. 44/83 de 9/2/83 dispone
en su art. 1º que el deber de guardar secreto profesional, consagrado en el art. 25
de la ley No 15.322 alcanza igualmente a los auditores externos que tengan ac-
ceso a las operaciones e informaciones a que se refiere la disposición legal citada.

7. PROHIBICIONES OPERATIVAS

El art. 18 de la Ley de Intermediación Financiera consagra diversas prohibi-


ciones específicas a la operativa de las empresas públicas no estatales o privadas
52 Ricardo Olivera García

de intermediación financiera, las cuales fueron posteriormente objeto de regla-


mentación por el Poder Ejecutivo y por la autoridad bancocentralista.
Se analizan a continuación cada una de las referidas prohibiciones.

7.1. Operaciones comerciales, industriales, agrícolas


o de otra clase ajena al giro

El lit. a) del art. 18 prohíbe a las entidades de intermediación financiera reali-


zar operaciones comerciales, industriales, agrícolas o de otra clase ajenas al giro.
Esta norma tiene su antecedente en el art. 5 de la ley No. 13.330 de 30/4/65 la
cual, no obstante consagrar un texto similar, se refería a operaciones “ajenas al
giro bancario” La nueva ley suprimió la denominación de “bancario” en función
de que la ley No. 15.322 regula tanto la operativa de las entidades bancarias
como de las no bancarias.
Por lo tanto la referencia a operaciones “ajenas al giro” debe entenderse como
realizada a las operaciones ajenas al giro propio de las entidades intermediación
financiera.
La propia ley exceptúa de ésta prohibición a las operaciones que las empresas
realicen exclusivamente y por el tiempo indispensable para la defensa o recupe-
ración de sus créditos, de acuerdo con las normas que al respecto establezca el
Banco Central.
El Banco Central reglamentó por la Circular No. 1201 de 16/11/84 cuál era
el “tiempo indispensable para la defensa o recuperación de sus créditos”, dispo-
niendo que en una apreciación que podría resultar discutible los establecimien-
tos comerciales, industriales agrícolas o de otra clase deberán ser enajenados, a
lo máximo, en el término de un año a partir de la fecha de su incorporación al
patrimonio.
Antes de la aprobación de la citada Circular, pasado el referido plazo de un
año, los bienes debían ser traspasados al rubro “Inversiones especiales” el cual,
como se vió, era deducido para la determinación de la responsabilidad patrimo-
nial neta de la entidad. Ahora se modifica dicho régimen, imponiendo precepti-
vamente a la entidad financiera la enajenación de dichos bienes, dentro del año
de su incorporación al patrimonio.

7.2. Préstamos con garantía de cuotas de capital o


destinados a la integración o ampliación del mismo

La prohibición a las entidades financieras de conceder préstamos con garan-


tía de su cuota de capital, o destinados a la integración o ampliación del mismo,
que establece el art. 19 en su lit. b) ya se hallaba igualmente contenida en el art.
5 de la ley N° 13.330.
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 53

La misma pretende preservar la intangibilidad del capital de las entidades


financieras, evitando que las integraciones de capital se realicen con activos de
la propia institución.

7.3. Créditos al personal superior o empresas vinculadas

7.3.1. Régimen general

El lit. c) del art. 18 prohíbe a las entidades de intermediación financiera con-


ceder créditos o avales a su personal superior, ya sea Directores, Síndicos, Fis-
cales, asesores o personas que desempeñan cargos de dirección o gerencia en las
mismas, así como a empresas o a instituciones de cualquier naturaleza en las
que estas personas actúen en forma rentada u honoraria, como Directores, Di-
rectivos, Síndicos, Fiscales o en cargos superiores ya sea en Dirección, Gerencia
o Asesoría, sea esta situación directo o indirecta a través de personas físicas o
jurídicas de cualquier naturaleza.
La citada disposición establece medidas mucho más radicales que las dispues-
tas por la ley No. 13.330, la cual prohibía la concesión de créditos por los ban-
cos y cajas populares a sus directores, síndicos o fiscales, excepto con garantía
personal o real y mediando resolución votada unánimemente por los directores
presentes. Posteriormente, la ley No. 13.640 de 26/12/67 dispuso que se informa-
rían trimestralmente al Banco Central los préstamos otorgados por los bancos
privados a sociedades cuyos directorios estuvieran integrados por personas que
a su vez formaran parte de los directorios o gerencias, en las instituciones finan-
cieras acreedoras. Dicha ley permitía al Banco Central, según los casos, ordenar
únicamente una prudente amortización de los mismos.
En la nueva ley, se prohíbe totalmente la concesión de créditos o avales al
personal superior, así como a empresas vinculadas a dicho personal.
El texto de la prohibición legal planteó una serie de dudas respecto a la de-
terminación de las situaciones que resultaban comprendidas en la misma, lo
cual determinó que con fecha 28/5/84 el Poder Ejecutivo aprobara el decreto No.
166/984, el cual pretende dar solución a los principales problemas interpretati-
vos de dicha prohibición. Posteriormente el Banco Central completó dicha regla-
mentación por la Circular No. 1201.

7.3.2. Concepto de créditos o avales

El decreto y la reglamentación bancocentralista definen el concepto de con-


cesión de créditos a los efectos de la prohibición legal, entendiendo por tal todo
negocio en virtud del cual:
a) Una empresa no estatal de intermediación financiera da dinero a una de
las personas o empresas referidas en la disposición legal reglamentada,
con obligación de devolverlo.
54 Ricardo Olivera García

b) Una empresa no estatal de intermediación financiera pone a disposición


de una de las personas referidas en la norma legal reglamentada una
suma de dinero para ser utilizada en cualquier forma, con obligación de
devolverla.
c) Se obtenga un resultado económico semejante a los anteriores, cualquiera
sea la forma jurídica utilizada.
De acuerdo con la precitada norma, serían operaciones de concesión de crédi-
tos los préstamos de dinero, así como las restantes operaciones que, sin hallarse
comprendidas en dichas figuras contractuales típicas, produzcan un efecto eco-
nómico semejante. Tal sería el caso, por ejemplo, de las operaciones de descuento
de documentos o el sobregiro en cuenta corriente.
El decreto establece un concepto amplio de aval, entendiendo por tal toda
obligación que asume una empresa no estatal de intermediación financiera de
pagar por una de las personas comprendidas en la ley en el caso de que ésta no
lo haga. Esta definición difiere del concepto jurídico-cambiario que caracteriza el
aval como una garantía cambiaria típica incorporada literal y autónomamente
en el título-valor. El concepto de aval, en el marco de la reglamentación, alcanza
a todas las garantías personales otorgadas por la entidad financiera por obliga-
ciones contraídas por un cliente.

7.3.3. Concepto de personal superior

Se consideran incluidas en el concepto de personal superior, a efectos de la


aplicación de la prohibición legal, las siguientes situaciones:
a) Las personas que ocupen cargos de directores, síndicos, fiscales o integren
comisiones delegadas del directorio, así como los administradores o inte-
grantes de directorios o consejos de administración locales de entidades
con casa matriz en el exterior.
b) Las personas que ocupen los cargos o cumplan las funciones de gerente
general, subgerente general, gerente de casa central, gerente del depar-
tamento de agencias y sucursales, contador general y el jefe u operador
de cambios, así como las que tengan facultades similares a los referidos
empleados.
c) Los profesionales universitarios que, ocupando cargos o manteniendo una
relación permanente con las empresas de intermediación financiera, ase-
sores internamente al órgano de dirección.
El decreto no resulta claro respecto a las circunstancias en que los profe-
sionales universitarios se encuentran comprendidos en el concepto de personal
superior.
La norma considera comprendidos tanto a los profesionales que ocupan car-
gos como a los que mantienen una relación permanente con las empresas de in-
termediación financiera, de lo cual podría inferirse que resultan alcanzadas, no
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 55

sólo aquellas situaciones en las que existe una relación laboral de dependencia,
sino también aquellas otras en que, sin reunirse todos los rasgos tipificantes de
una relación laboral, existe igualmente un vínculo entre el asesor y la empresa.
No obstante, a continuación el decreto agrega la exigencia de que debe aseso-
rar internamente al órgano de dirección.
El concepto de asesor interno no tiene un sentido preciso en el marco del
Derecho Laboral, definiendo generalmente a aquel profesional que cumple sus
funciones dentro del propio local de la empresa, en un horario preestablecido,
sin desempeñar en ese horario otras tareas, etc. Estas notas serían todas ellas
definitorias de una relación de trabajo, de donde resulta difícil concebir, tal como
lo hace el decreto, la existencia de dos categorías de asesores internos: aquellos
que ocupan cargos en una relación de trabajo subordinada y los que, fuera de una
relación de subordinación, mantienen con la empresa una relación de carácter
permanente, dentro del ámbito interno de la misma.
Consideramos que, a efectos de evitar dudas, hubiera sido preferible entender
que se hallan incluidos en el régimen de la prohibición legal aquellos profesiona-
les sometidos a una relación laboral de dependencia respecto de la empresa de
intermediación financiera, concepto éste que se halla ampliamente elaborado por
la doctrina laboralista.

7.3.4. Empresas o instituciones alcanzadas

El decreto precisa igualmente en su art. 6o. qué empresas o instituciones se


hallan alcanzadas por la prohibición legal de otorgar créditos o avales. Se inclu-
yen en la misma a aquellas empresas o instituciones en las que integrantes de
su personal superior actúen en forma rentada u honoraria, en cualquiera de las
siguientes calidades:
a) Como directores, directivos, síndicos, fiscales o socios en sociedades perso-
nales.
b) Ocupando cargos de gerentes o de administradores superiores.
c) Como asesores internos de la dirección de las empresas, ya sea ocupando
cargos, o manteniendo una relación permanente con ellas.
En el caso de los asesores internos de las empresas o instituciones alcanzadas
por la prohibición legal se plantean los mismos problemas y dudas señalados en
el párrafo anterior respecto a su calificación como personal superior.

7.3.5. Exclusiones de la prohibición legal

El decreto declara que no se hallan comprendidas en la prohibición legal al-


gunas situaciones particulares, respecto de las cuales se habían planteado en el
pasado problemas interpretativos.
56 Ricardo Olivera García

Dichas situaciones son las siguientes:


a) Los saldos en cuenta corriente con instituciones bancarias corresponsales
radicadas en el exterior, resultantes de operaciones comerciales o financie-
ras internacionales corrientes.
b) Los saldos resultantes de la utilización de “tarjetas de crédito”, siempre
que el acreditado deba cancelarlos en su totalidad al fin de cada ejercicio
mensual.
Con respecto a la primera situación, parece razonable sostener que los saldos
acreedores que la entidad bancaria mantenga con sus afiliadas del exterior, pro-
ducto de su operativa bancaria corriente, no constituyen créditos en el sentido
que a este concepto pretende dársele en la disposición legal que se reglamenta.
En consecuencia, el mantenimiento de dichos saldos operativos acreedores no se
hallaría prohibido, aun cuando ambas entidades mantuvieran personal directivo
común.
En cuanto a la segunda situación, resulta igualmente acertado excluir de la
prohibición legal los créditos transitorios que las entidades emisoras de tarjetas
de crédito mantengan contra sus usuarios, producto de la utilización corriente
de las mismas como tarjetas de compra. En cambio, estarían alcanzadas por la
prohibición legal aquellas situaciones en las cuales el usuario recibe de la enti-
dad emisora una línea de crédito para cancelar el monto de su compra en cuotas
periódicas.

7.3.6. Beneficios crediticios a favor del personal

Por último, merece especial consideración por la reglamentación los benefi-


cios crediticios que las entidades financieras otorgan a su personal en el marco
de su relación laboral con la institución.
Una de las mayores dudas que planteaba la interpretación de la prohibición
legal era, precisamente, si la misma alcanzaba a los préstamos que las entidades
bancarias habitualmente realizan a su personal, cuando los funcionarios recep-
tores del crédito se hallaran comprendidos en la categoría de personal superior
que establece la ley.
El decreto excluye expresamente del concepto de créditos y avales los benefi-
cios crediticios otorgados al personal sometido a la relación de dependencia, que
integren la contraprestación por su actividad laboral.
La citada norma dispone textualmente que “No se considera concesión de cré-
ditos, o avales, a los efectos de la disposición legal reglamentada, todo negocio ju-
rídico que, aunque comprendido en los artículos anteriores, se haya realizado en
cumplimiento de normas contenidas en convenciones colectivas o en reglamenta-
ciones emanadas de las instituciones de intermediación financiera, por las cuales
se otorgue a la totalidad, a la generalidad o a ciertas categorías de empleados que
mantengan una relación laboral de dependencia con las empresas, determinados
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 57

beneficios de carácter económico que constituyan, directa o indirectamente, par-


te de la contraprestación recibida por la prestación del trabajo”.
“A los efectos de esta disposición no se considerará que están en relación de
dependencia laboral con las instituciones de intermediación financiera, sus di-
rectores, síndicos o fiscales”.
“Las instituciones de intermediación financiera pondrán en conocimiento del
Banco Central del Uruguay las normas unilaterales o convencionales que consi-
deran comprendidas en este artículo. El Banco Central del Uruguay podrá obje-
tar esa calificación, estándose a su resolución”.
Es decir que, para hallarse excluidos de la prohibición legal, los créditos o
avales concedidos al personal superior de las entidades de intermediación finan-
ciera deben cumplir con los siguientes requisitos:
a) Debe tratarse de un beneficio otorgado en cumplimiento de normas conte-
nidas en convenciones colectivas o en reglamentaciones emanadas de las
instituciones de intermediación financiera.
b) Dichas convenciones o reglamentaciones deberán ser puestas en conoci-
miento del Banco Central y no haber merecido objeciones de parte de dicho
Banco.
c) Debe otorgarse a la totalidad, a la generalidad o a una categoría de em-
pleados que mantenga una relación laboral de dependencia con tales em-
presas. No se considera, a tales efectos, que exista una situación de rela-
ción laboral en el caso de los directores, síndicos y fiscales.
d) Dichos beneficios deben representar, directa o indirectamente, parte de la
contraprestación recibida por la prestación de trabajo.
De acuerdo con los requisitos impuestos por la reglamentación, el otorga-
miento de los referidos beneficios crediticios al personal superior de la entidad fi-
nanciera, el margen de la prohibición legal, implicaría necesariamente el recono-
cimiento de parte de dicha entidad de la naturaleza salarial de tales beneficios.

7.4. Inversiones en valores privados

La ley prohíbe a las entidades de intermediación financiera efectuar inver-


siones en acciones, obligaciones y otros valores emitidos por empresas privadas,
recogiendo una prohibición que para los bancos y cajas populares ya establecía el
art. 5 de la ley No. 13.330.
Sin embargo, la ley excluye de esta prohibición algunas situaciones en parti-
cular:
a) La adquisición de acciones o partes de capital de instituciones financieras
radicadas en el exterior, con autorización del Banco Central.
b) La adquisición de acciones o partes de capital de entidades de intermedia-
ción financiera externa, que tenga por objeto exclusivo operar “off-shore”,
también con la autorización del Banco Central.
58 Ricardo Olivera García

c) Las acciones, obligaciones y otros valores emitidos por empresas privadas


adquiridas exclusivamente y por el tiempo indispensable para la defensa
o recuperación de créditos, de acuerdo con las normas que establezca el
Banco Central.
d) Los títulos adquiridos en el marco de operaciones de prefinanciación de
emisión de obligaciones o las de acciones que impliquen su tenencia tran-
sitoria con fines de capitalización de la entidad emisora (“underwriting”).
La reglamentación del Banco Central reitera en términos generales la norma-
tiva consagrada por la ley, con dos excepciones.
En primer lugar, interpreta el concepto de “tiempo indispensable” de
permanencia en el patrimonio de la entidad, en el caso de acciones, obligaciones
y valores de análoga naturaleza recibidos en recuperación de créditos, disponien-
do que los mismo deben ser enajenados en el término de seis meses a partir de su
fecha de incorporación al patrimonio. La procedencia de este límite merece simi-
lares reparos que los expresados en oportunidad de referirnos a la obligación de
enajenar los establecimientos comerciales, industriales, agrícolas o de otra clase
también recibidos en recuperación de créditos.
En segundo lugar, condiciona la realización de operaciones de prefinanciación
de la emisión de obligaciones y acciones con fines de capitalización de la entidad
emisora (“underwriting”) a la previa autorización del Banco Central. Este re-
querimiento no resulta impuesto por la ley, por lo que entendemos que el Banco
Central carecería de facultades para establecerlo.

7.5. Inversiones en bienes inmuebles

La ley prohíbe finalmente a las entidades de intermediación financiera tener


bienes inmuebles que no fueren necesarios para el uso justificado de la institu-
ción y sus dependencias reiterando, también en este caso, una norma ya conteni-
da en el art. 5 de la ley No. 13.330. al igual que en situaciones anteriores, la ley
excluye de esta prohibición los inmuebles que las entidades reciban en defensa
o recuperación de sus créditos, por el tiempo indispensable, de acuerdo con la
reglamentación del Banco Central.
En el régimen anterior a la aprobación de la citada Circular No. 1201, el Plan
de Cuentas Bancario disponía que las entidades bancarias podían mantener por
el plazo de un año los referidos inmuebles registrados en el rubro “Inmuebles
recibidos en recuperación de créditos”. Vencido dicho plazo, los mismo debían ser
traspasados al rubro “Inversiones especiales”, el cual no resultaba computable
a los efectos de la determinación de la responsabilidad patrimonial neta de la
institución.
La circular No. 1201 consagra un criterio diferente, imponiendo preceptiva-
mente a las entidades de intermediación financiera la obligación de enajenar los
inmuebles recibidos en recuperación de créditos dentro del año de la fecha de su
incorporación al patrimonio.
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 59

Al igual que comentábamos en el caso de los establecimientos comerciales,


industriales, agrícolas o de otra clase y de las acciones, obligaciones y valores de
análoga naturaleza, resulta cuestionable que la imposición que realiza la regla-
mentación de un plazo fijo dentro del cual el bien debe ser enajenado refleje ade-
cuadamente el mandato legal de que el bien puede ser conservado por el “tiempo
indispensable” para la defensa o recuperación del crédito.

8. RESPONSABILIDAD Y SANCIONES

8.1. Régimen sancionatorio general

Para que la potestad de contralor del Banco Central pueda ejercerse en forma
eficaz, requiere como complemento necesario la potestad sancionatoria, que ha-
bilita al ente para castigar las infracciones detectadas. Esta potestad sancionato-
ria conlleva a su vez la posibilidad de adoptar medidas cautelares que aseguren
la realización eficaz de las medidas posteriores.
La ley No. 15.322 (art. 20) hace pasible de las sanciones en ella establecidas
a “las personas privadas que infrinjan las leyes y decretos que rijan la interme-
diación financiera o las normas generales e instrucciones particulares dictadas
por el Banco Central”.
El régimen sancionatorio está establecido en el art. 20 y siguientes de la ley
No. 15.322, sin perjuicio de modalidades específicas previstas en leyes anterio-
res, que deben reputarse vigentes, ya que no fueron objeto de derogación expresa
por la nueva ley (por ej. el art. 79 num. 8o de la ley No. 13.782, que establece
topes a las sanciones por infracciones continuadas en el tiempo).
La ley No. 15.322 otorga al Banco Central la potestad de aplicar las siguientes
sanciones por infracción de normas de derecho que rijan la actividad financiera,
sin perjuicio de denunciar penalmente las mismas cuando así corresponda:
1) Observación (advertencia a la entidad de que debe cumplir determinado
precepto del cual se ha apartado).
2) Apercibimiento (advertencia, unida a la prevención de las medidas que se
adoptarán en caso de reiterarse la falta).
3) Multas de hasta el 50o/o de la responsabilidad patrimonial neta mínima
establecida para el funcionamiento de los bancos.
4) Intervención, que podrá ir acompañada de la sustitución total o parcial de
autoridades.
5) Suspensión total o parcial de actividades con fijación expresa de plazo. El
num. 6o del art. 20 prevé otra sanción que (dada la gravedad de la misma)
será resuelta por el Poder Ejecutivo con informe del Banco Central: la re-
vocación de la autorización para funcionar.
La graduación de estas sanciones permite afirmar que los sujetos activos del
control que se ejerce sobre el sistema de intermediación financiera están limita-
dos por el principio de razonable adecuación de la sanción a la gravedad de la
60 Ricardo Olivera García

falta. Una sanción desmedida sería impugnable por violar este principio general
de derecho consagrado a nivel constitucional.

8.2. Acumulabilidad de sanciones

La ley dispone que la intervención de las empresas de intermediación finan-


ciera es acumulable con una sanción que imponga la suspensión total o parcial
de actividades. Además, dispone que todas las demás sanciones previstas en el
art. 20 pueden acumularse con las multas.
Esta consagración expresa de la posibilidad de acumular sanciones marca
una clara diferencia con su antecedente (art. 79 de la ley No. 13.782) que no dis-
ponía nada al respecto. Ante ese silencio, la doctrina y la jurisprudencia del Tri-
bunal de lo Contencioso Administrativo sostuvieron la tesis de que las sanciones
del art. 79 de la ley no. 13.782 no eran acumulables. Uno de los argumentos que
fundaba la tesis era que pluralidad de sanciones por una misma falta era una
clara violación de la regla “non bis in ídem” (nadie puede ser llamado a responder
más de una vez por un único y mismo hecho).
Es decir que, fuera de los casos de acumulabilidad de sanciones previstos ex-
presamente por la ley, el Banco Central o el Poder Ejecutivo, en su caso carecen
de facultades para sancionar a una misma entidad dos veces por una misma
infracción.

8.3. Procedimiento para la aplicación de sanciones

El procedimiento administrativo que se desarrolla para ejercer la potestad


sancionatoria del Banco Central, si bien no constituye un proceso en el sentido
técnico que se adjudica al término, debe ajustarse a las garantías del “debido
proceso” Este constituye un principio general de derecho, por lo que su violación
puede aparejar la nulidad del acto administrativo que se dicte imponiendo una
sanción.
La reglamentación del Banco Central establece el régimen procesal a seguir
para la aplicación de sanciones a las entidades financieras.
La reglamentación del Banco Central establece el régimen procesal a seguir
para la aplicación de sanciones a las entidades financieras.
La reglamentación bancocentralista establece diferentes etapas en el procedi-
miento para la imposición de sanciones:

a) Vista y manifiesto del expediente


Todo proyecto de resolución que contenga una sanción será dado en vista al
interesado antes de ser resuelto.
El término para evacuar la vista es de cinco a quince días hábiles banca-
rios, extensibles a veinte si el interesado se domicilia fuera del Departamento de
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 61

Montevideo, siempre improrrogable. El plazo será de tres días en el caso de las


multas por insuficiencia de encaje, tenencia de Letras de Tesorería, Obligaciones
Hipotecarias Reajustables, cómputo de documentos por financiación de exporta-
ciones y margen de endeudamiento.

b) Examen del expediente


Dentro del término de la vista, el expediente de manifiesto podrá ser consul-
tado pro el interesado o quien lo representa debidamente autorizado.

c) Presentación de descargos
Dentro del plazo de la vista podrán presentarse los descargos del interesado,
debiendo necesariamente constituirse en Montevideo.

d) Plazo probatorio
Si el Banco Central lo entiende pertinente puede disponer para mejor resolver
la apertura de un término de prueba no superior a diez días hábiles bancarios.
La prueba ofrecida por el interesado debe diligenciarse en los primeros cinco días
hábiles.

e) Manifiesto
Una vez efectuada la notificación el expediente se mantendrá de manifiesto
en el Departamento actuante por el término de diez días corridos. Entendemos
que en esta última para la norma está desactualizada, pues el término en que el
expediente debía ponerse de manifiesto luego de notificada la resolución coinci-
día con el término para interponer los recursos administrativos que correspon-
dieran. Actualmente según el art. 2 de la ley No 15.524 el plazo para interponer
los recursos correspondientes es de veinte días.

f) Archivo de las actuaciones


La etapa de conocimiento también puede terminar con una resolución que
disponga, previa notificación del interesado, el archivo de las actuaciones. Esto
sin perjuicio de la obligación impuesta a las instituciones bancarias privadas
de transcribir en la primer acta de Directorio siguiente a su recepción, el texto
íntegro de las resoluciones del Banco Central emergentes de actos de contralor
y/o vigilancia del cumplimiento de normas legales y reglamentarias de carácter
bancario.

8.4. Realización de actividad financiera prohibida

La ley prevé en su art. 21 que toda vez que el Banco Central presuma que una
persona física o jurídica está ejerciendo actividad de intermediación financiera
sin autorización para ello, podrá exigirle la presentación dentro de diez días, de
62 Ricardo Olivera García

documentos y otras pruebas o informaciones a efectos de comprobar la índole de


su actividad.
Si las personas requeridas omiten poner dichos elementos de juicio a disposi-
ción del Banco Central en el plazo señalado, surge por imperio de la ley una pre-
sunción simple –esto es, que admite pruebas en contrario-, de que se ha realizado
actividad de intermediación financiera sin autorización.
La presunción determinada por la actitud omisa de las personas requeridas o
la prueba que resulte de las informaciones proporcionadas, puede tener distintas
derivaciones:
a) El Banco Central puede aplicarle cualquiera de las medidas disciplinarias
establecidas en el art. 20 de la ley No. 15.322.
b) Sin perjuicio de la aplicación de sanciones, el Banco Central puede orde-
nar, por resolución fundada, el cese de cualquiera de las actividades de
intermediación financiera llevadas a cabo sin autorización.
c) De no acatarse la orden anterior, el Banco Central lo comunicará al Poder
Ejecutivo, quien podrá ordenar la clausura temporal o definitiva de las
empresas en infracción.

8.5. Medidas de no innovar

La ley No. 15.322 establece también en el art. 21 un régimen ágil y efectivo


para evitar que se frustre la actividad de contralor bancocentralista.
El Banco Central podrá solicitar, ante el Juez competente, medidas de no
innovar, a efectos de mantener incambiada una situación que se presume que
infringe las normas del sistema. El Juez deberá pronunciarse dentro de las vein-
ticuatro horas.
Incurren en el delito de desacato los directores, gerentes o administradores en
virtud de cuyas decisiones se haya alterado la situación que se ordenó mantener
incambiada.

8.6. Medidas cautelares

El Banco Central, por resolución fundada, puede solicitar ante el Juzgado


competente, quien lo decretará de plano y sin más trámite, el embargo sobre
bienes, créditos, derechos y acciones de los siguientes sujetos:
a) Empresas privadas comprendidas en el régimen de la ley, cuya estabilidad
económica o financiera estuviera afectada.
b) Personas físicas o jurídicas que, en nombre propio o integrando el Directo-
rio de dichas instituciones o el de otras sociedades, hubieran participado
en operaciones presuntivamente dolosas que directa o indirectamente pu-
dieran haber contribuido a provocar el desequilibrio señalado.
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 63

La medida puede ser dejada sin efecto por el Juez en los casos siguientes: (a)
Si se consideran insuficientes lo fundamentos aportador por el Banco Central; (b)
Cuando en el plazo de 60 días no se aporte la prueba de los hechos que le dieron
mérito; (c) Cuando el embargado acredite, en cualquier momento, la inexistencia
de los hechos que motivaron la medida.
La diferencia más notable con el régimen general de medidas cautelares es-
tablecido en el art. 62 de la ley No. 13.355 es que, en este caso, no se exige con-
tracautela.

8.7. Régimen especial de responsabilidad para los Directores,


Gerentes y personal superior

La ley en su art. 23 faculta al Banco Central a imponer una pena de inhabi-


litación hasta por 10 años a los representantes, Directores, Gerentes, Adminis-
tradores, Mandatarios, Síndicos y Fiscales de las empresas de intermediación
financiera privadas que en el desempeño de sus cargos, aprueben o realicen actos
o incurran en omisiones que impliquen la aplicación de las sanciones previstas
en los numerales 3o. a 6o. del art. 20 de la ley (multas, intervención, suspensión
de actividades, revocación de la autorización para funcionar).
La aplicación de esta sanción no puede resolverse sin la previa instrucción de
un sumario, que no se considerará concluido hasta tanto el imputado no haya
tenido oportunidad de presentar sus descargos y articular su defensa.
También se dispone que el acto de aplicación de la inhabilitación debe ser
fundado y podrá ser objeto de la jurisdicción contencioso administrativa y repa-
ratoria.

8.8. Responsabilidad de las entidades financieras


por el otorgamiento de créditos

La jurisprudencia francesa y la doctrina italiana y argentina han recibido la


tesis de la responsabilidad de las entidades bancarias por otorgamiento de cré-
ditos a empresas privadas cuando, a través de la misma, se crea una apariencia
se solvencia, inexistente en el deudor. El tema adquiere especial importancia en
la etapa concursal, si se comprueba que la entidad bancaria, creando una apa-
riencia de solvencia del fallido, ha perjudicado a los acreedores del mismo que
continúan dándole crédito.
Los presupuestos de este tipo de responsabilidad serían los siguientes:
a) Nexo causal entre el otorgamiento del crédito y el supuesto daño sufrido
por los acreedores de la empresa tomadora del crédito. Sostiene la doctri-
na que esto debe ser apreciado severamente, teniendo en cuenta que el
banco que concede el crédito supuestamente abusivo puede ser la primera
víctima de este hecho y que se encuentra las más de la veces enfrentado a
dilema de negar la renovación de un crédito, precipitando la falencia de su
64 Ricardo Olivera García

deudor, o concederla prolongando artificialmente la existencia de una em-


presa condenada a la quiebra. Además, debe tenerse en cuenta la conducta
del empresario tomador del crédito, no siempre controlable por quien lo
financia, que puede interrumpir ese nexo causal entre el otorgamiento del
crédito y el daño causado a los acreedores de la masa.
b) El segundo presupuesto es el daño, con carácter de colectivo.
c) El tercero es la connivencia en el otorgamiento del crédito entre la entidad
financiera y el prestatario.
En el marco de nuestro derecho positivo si bien nunca se ha planteado el tema
ni existe ninguna jurisprudencia que lo haya recogido, de producirse los extre-
mos señalados podría sostenerse que se configura un caso de responsabilidad
extracontractual de la entidad bancaria, por otorgamiento abusivo de créditos,
al amparo del régimen general consagrado por los arts. 1319 y 1320 del Código
Civil.

9. SECRETO BANCARIO

9.1. Introducción

La ley No. 15.322 en su art. 25 impone a las entidades comprendidas en el


régimen que ella establece, la obligación de guardar secreto profesional.
Dicha obligación reviste un carácter mucho más severo que la impuesta por
otros centros financieros internacionales, brindando a los inversores una mayor
garantía de anonimato.
Antes de comenzar con el examen del texto legal, consideramos importante
realizar una breve descripción del régimen vigente en la materia, antes de la
aprobación de la ley No. 15.322.

9.2. Antecedentes

Antes de la aprobación de la Ley de Intermediación Financiera no existía en


nuestro derecho una regulación del secreto bancario. No obstante lo cual, algu-
nas disposiciones aisladas hacían mención al instituto.

9.2.1. Normas jurídicas

El Código Penal, por ejemplo, tipificaba el delito de revelación de secreto pro-


fesional sancionado con pena de multa al que, sin causa justa, revelare secretos
que hubieran llegado a su conocimiento en virtud de su profesión, empleo o comi-
sión, siempre que el hecho hubiere causado perjuicio.
También el Código Civil, al establecer las obligaciones de las partes del con-
trato de depósito, disponía que el depositario no debe violar el secreto de un
depósito en confianza, ni podrá ser obligado a revelarlo.
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 65

Finalmente, la ley No. 11.924 de marzo de 1953 se refería a “las cuentas


bancarias con denominación impersonal que, amparadas por el secreto bancario,
mantengan los bancos con sus clientes”, a efecto de gravarlas con el impuesto
sustitutivo del de herencias creado por la ley No. 3.648 de 16 de julio de 1910.

9.2.2. La doctrina

Por su parte, la doctrina aceptaba unánimemente la existencia de una obli-


gación a cargo de las entidades bancarias de guardar secreto sobre sus operacio-
nes. Las opiniones variaban en cuanto a cual era la fuente de dicha obligación.
Mientras para algunos, la misma se hallaba en la interpretación extensiva de las
normas citadas anteriormente, que hacían referencia al instituto, para otros se
trataba de un uso bancario que se encontraba tácitamente incorporado en todos
los contratos celebrados entre el banco y sus clientes. En cuanto al alcance de
esta obligación de guardar secreto, se consideraban incluidos todos los hechos
conocidos por el banquero en su relación directa con el cliente, con motivo de
su actividad profesional. Estos hechos comprendían las operaciones activas y
pasivas celebradas por el banco con su cliente, así como toda la información que
hubiera recibido de éste con motivo de su relación negocial.
Se consideraban excluidos de la obligación de guardar secreto, los datos que
se hubieran hecho públicos y la información obtenida al margen de la actividad
profesional. También se consideraba excluida de dicha obligación la información
interbancaria, por considerársela indispensable para el ejercicio de la propia ac-
tividad profesional del banquero.

9.3. El secreto bancario en la ley N° 15.322

En este contexto legal y doctrinario fue aprobada la ley No. 15.322 que regula
expresamente la obligación de las entidades financieras de guardar secreto pro-
fesional. Dispone que las empresas que realicen intermediación financiera “no
podrán facilitar noticia alguna sobre los fondos o valores que tengan en cuenta
corriente, depósito o cualquier otro concepto, pertenecientes a persona física o
jurídica determinada”. Agrega que “tampoco podrán dar a conocer informaciones
confidenciales que reciban de sus clientes o sobre sus clientes. Las informaciones
referidas se encuentran amparadas por el secreto profesional, y solo pueden ser
reveladas por autorización expresa y por escrito del interesado o por resolución
fundada de la Justicia Penal o de la Justicia competente si estuviera en juego
una obligación alimentaria y, en todos los casos, sujeto a las responsabilidades
más estrictas por los perjuicios emergentes de la falta de fundamento de la soli-
citud”, no admitiéndose más excepciones que las establecidas en la ley.
La violación de la obligación de guardar secreto es sancionada con pena de 3
meses de prisión a 3 años de penitenciaría.
La primera duda que plantea la citada norma es la de si la misma regula
íntegramente la obligación de guardar secreto bancario o si, por el contrario,
66 Ricardo Olivera García

existe otro régimen de secreto bancario, basado en las fuentes vigentes antes de
la aprobación de la ley No. 15.322. Tal como surge del texto transcripto, las enti-
dades que realizan intermediación financiera están obligadas a guardar secreto
sobre los fondos o valores que tengan en cuenta corriente, depósito o cualquier
otro concepto, así como sobre las informaciones confidenciales que reciban de
sus clientes o sobre sus clientes. Este alcance de la obligación de guardar secreto
resulta más restringido que el vigente antes de la sanción de la ley No. 15.322,
lo que plantea la duda de si el viejo régimen no continúa aún vigente en todos
aquellos casos no previstos por la nueva ley.
Entendemos que la interpretación correcta del sistema resultante luego de la
aprobación de la ley No. 15.322 es la coexistencia de dos regímenes diferentes de
secreto bancario, con alcances y consecuencias diferentes. Un primer régimen, de
origen legal, que impone la obligación de guardar secreto sobre los fondos y valo-
res en cuenta corriente, depósito y conceptos similares y sobre las informaciones
confidenciales recibidas de los clientes o sobre los clientes, que se encuentra suje-
to a las excepciones que marca la ley y sancionado penalmente en los términos de
la misma. Y un segundo régimen de origen convencional, que dispone la obliga-
ción de guardar secreto sobre todas las restantes operaciones realizadas entre la
entidad bancaria y el cliente, sujeto a limitaciones que los propios usos bancarios
habían venido imponiendo hasta el presente.

9.4. Sujetos de la obligación legal

El art. 25 de la ley hace recaer la obligación de guardar secreto sobre las em-
presas comprendidas en los artículos 1o. y 2o. de la ley, vale decir, las personas
públicas no estatales o privadas que realicen intermediación financiera y las ins-
tituciones estatales que, por la índole de sus operaciones, queden comprendidas
en el régimen de la ley.
La ley utiliza el concepto de empresa, a efectos de determinar el sujeto pasivo
de la obligación de guardar secreto. Dicho concepto no se encuentra definido por
nuestro derecho positivo, por lo que puede plantearse la duda respecto al alcance
de su regulación.
En el caso particular de las empresas de intermediación financiera que enun-
cia la ley consideramos que el concepto de empresa alcanzaría, tanto a la persona
jurídica del empresario como a las personas físicas que integran la organización
y que se hallan vinculados al empresario ya sea como trabajadores, asesores
legales o económicos, técnicos que prestan servicios externos de computación,
auditores, etc. Todas estas personas jurídicas y físicas formarían la organización
empresarial y estarían, consecuentemente, alcanzadas por la obligación de guar-
dar secreto profesional que marca la ley.
Con fecha 9 de febrero de 1983 fue aprobado el decreto No. 44/983 el cual dis-
pone en su art. 1o. que el deber de secreto profesional, consagrado en el art. 25 de
la ley No. 15.322, alcanza, además de las empresas, a todas las personas físicas
que, en virtud de las tareas que desempeñan, relacionadas con la organización,
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 67

funcionamiento y control de las empresas de intermediación financiera, tengan


acceso a las operaciones e informaciones a que se refiere la disposición legal ci-
tada, cualquiera sea la naturaleza jurídica del vínculo que una a tales personas
físicas con los titulares de las empresas de intermediación financiera, incluyendo
a los auditores externos abocados a las mismas.

9.5. Objeto

La ley agrupa el objeto de la obligación de guardar secreto en dos categorías:


por un lado, “los fondos o valores que tengan en cuenta corriente, depósito o
cualquier otro concepto, pertenecientes a persona física o jurídica determinada”
y, por otro lado, las “informaciones confidenciales que reciban de sus clientes o
“sobre sus clientes”.
La primera categoría, incluye solamente las operaciones pasivas celebradas
por la entidad financiera con sus clientes ya que, si bien utiliza la expresión
genérica “cualquier otro concepto”, se refiere inequívocamente a otros conceptos
similares a la recepción de fondos o valores en cuenta corriente o depósito, ope-
raciones típicamente pasivas.
Mayores dudas ha planteado el alcance del concepto de “informaciones confi-
denciales recibidas de sus clientes o sobre sus clientes”.
El Plenario de Abogados de la Asociación de Bancos se pronunció en el sentido
de que la amplitud del giro utilizado por el legislador extiende la obligación de
guardar secreto también a las operaciones activas que las entidades financieras
realicen con sus clientes.
No compartimos esta posición.
En primer lugar, los antecedentes parlamentarios son claros en el sentido de
que el secreto profesional no alcanza a las operaciones activas. En segundo lugar
la norma legal establece, como ya señalara, dos categorías diferentes, que son
las “operaciones” y las “informaciones”. Si el legislador hubiera querido incluir
las operaciones activas dentro de la obligación de guardar secreto profesional,
lo hubiere hecho dentro de la categoría “operaciones” y no dentro de la fórmula
genérica referida a las “informaciones confidenciales”.
Por último la ley habla de informaciones confidenciales “recibidas” de sus
clientes o sobre sus clientes. Este giro no alcanzaría a las operaciones activas que
constituyen una información originaria de la entidad financiera, que no ha sido
recibida de un tercero.
En virtud de lo expuesto entendemos que las operaciones activad no están al-
canzadas por la obligación de guardar secreto profesional establecido por la ley.
La segunda duda que plantea la determinación del objeto de la obligación de
guardar secreto es la relativa al concepto de confidencialidad.
Entendemos que el concepto de confidencialidad debe ser sustancial. En tal
sentido, sería confidencial a los efectos de la ley aquella información recibida
68 Ricardo Olivera García

por las entidades financieras en ocasión de su actividad profesional, la cual no


se encuentre corrientemente a disposición del público, este concepto sustancial
coincide con el de los usos bancarios, que no distinguen a efectos de esta obliga-
ción, si la información fue calificada como confidencial o no.

9.6. Excepciones y casos especiales

La ley establece varios casos en los cuales resulta exceptuada la obligación de


guardar secreto a cargo de las entidades que realizan intermediación financiera.

9.6.1. Autorización del interesado

Las operaciones y las informaciones amparadas en el secreto profesional pue-


den ser reveladas a terceros en caso de mediar autorización expresa y por escrito
del interesado.

9.6.2. Resolución judicial

También admite la ley la exclusión de la obligación de guardar secreto profe-


sional “por resolución fundada de la Justicia Penal o de la Justicia competente
si estuviera en juego una obligación alimentaria” y –agrega luego- “en todos los
casos, sujeto a las responsabilidades más estrictas por los perjuicios emergentes
de la falta de fundamento de la solicitud”.
Esta norma plantea varias dudas.
En primer lugar, no resulta claro qué debe entenderse por resolución fundada
y qué facultades y/o responsabilidades caben a las entidades financieras en caso
de falta de fundamento de la resolución.
Entendemos que no es necesario que el oficio judicial que solicita informa-
ción a la entidad financiera exprese los fundamentos de su solicitud, sino que es
suficiente que diga que se trata de una resolución fundada. El oficio judicial es
un instrumento público emitido por el Actuario del Juzgado –funcionario públi-
co- por lo que hace plena prueba sobre la circunstancia de que se trata de una
resolución fundada.
Como consecuencia de lo expuesto, debe concluirse que la entidad financiera
carece de facultades –y consecuentemente de responsabilidad– para juzgar el
mérito de los fundamentos expuestos, debiendo limitarse a realizar el control de
que se trata de una solicitud de información emanada de los órganos competen-
tes del poder Judicial y que el oficio correspondiente expresa que se trata de una
resolución fundada.
También plantea dudas la referencia que realiza la ley a “las responsabilida-
des más estrictas por los perjuicios emergentes de la falta de fundamento de la
solicitud”.
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 69

De la historia fidedigna de la sanción de la norma surge que la misma está


consagrando solamente la responsabilidad civil de los particulares que se valen
de las vías judiciales para obtener información amparada por el secreto bancario.
Aun cuando entendemos que la responsabilidad judicial no aparece consagrada
en la norma, el Estado será civilmente responsable por los actos de sus jueces
por aplicación de los principios generales que, en materia de responsabilidad por
actos de los funcionarios públicos, se hallan contenidos en los arts. 24 y 25 de la
Constitución de la República.

9.6.3. Banco Central

La ley exceptúa también del secreto profesional a la información suministra-


da al Banco Central.
El art. 15, que regula las facultades de control bancocentralista sobre las en-
tidades que realizan intermediación financiera, dispone que “para el ejercicio de
tales cometidos no le será oponible lo dispuesto en el art. 25 de la presente ley”.

9.6.4. Personas que integran la “empresa”

Por último, las personas que integran la empresa de intermediación finan-


ciera, formando parte de dicha organización, a quienes –según vimos- alcanza
personalmente la obligación de guardar secreto (empleados, directores, asesores
externos, auditores) podrán también tener acceso a la documentación correspon-
diente a las operaciones pasivas y demás información confidencial en poder de
las entidades financieras, sin que este hecho implique una violación de la obliga-
ción de guardar secreto profesional.
El art. 2o. del decreto No. 44/983 dispone que no es violatorio del deber de
secreto profesional, el conocimiento de las operaciones e informaciones cubiertas
por el secreto que las personas físicas que se desempeñen dentro de la organiza-
ción de las empresas de intermediación financiera, adquieran necesariamente
en el cumplimiento de sus tareas relacionadas con la empresa de intermediación
financiera.

9.6.5. Situaciones no excluidas

A los demás organismos que tienen facultades de control sobre las entidades
financieras, tales como la Inspección General de Hacienda y –fundamentalmen-
te- los organismos recaudadores de tributos, les resulta oponible el secreto pro-
fesional.
Respecto a los organismos recaudadores de tributos, la propia ley No. 15.322
deroga el art. 68 literal E del Código Tributario, el cual obligaba a las entidades
bancarias a franquear toda la información disponible a los funcionarios de los
organismos recaudadores de tributos, sin poder oponerles el secreto bancario.
70 Ricardo Olivera García

Después de la derogación de esta norma, las entidades financieras no solo no


podrán suministrar a tales funcionarios información amparada por el secreto
profesional que marca la ley sino que, además, podrán /facultativamente) negar
a los funcionarios de los organismos recaudadores de tributos información sobre
operaciones no comprendidas en los beneficios de la ley, pero amparadas igual-
mente en la obligación convencional de guardar secreto que consagraban los usos
bancarios antes de la vigencia de la ley.

9.6.6. El embargo genérico y su comunicación a la red bancaria

Salvo en materia de obligaciones alimentarias, la justicia civil, está en prin-


cipio, alcanzada por el secreto bancario de la ley No. 15.322. El tenor literal del
inciso 2o. del art. 25 es claro cuando expresa: “No se admitirá otra excepción que
las establecidas en esta ley”.
Un problema que estaba planteado anteriormente, pero en el que ha incidido
el deber de secreto profesional consagrado en la ley No. 15.322, es el tema del
embargo genérico y su comunicación a la red bancaria. Se plantea la interrogan-
te de si el embargo “genérico” o “específico sobre créditos indeterminados” del
deudor en el sistema bancario no contribuye un procedimiento indirecto a través
del cual el acreedor puede tomar conocimiento de información que la ley ampara
celosamente con el secreto bancario. La interrogante es válida en la medida que
la efectivizarían del embargo por las entidades bancarias y su posterior comu-
nicación al Juzgado puede implicar la revelación de información que el acreedor
antes no poseía, violándose así la norma de la ley.
¿Qué actitud debe asumir entonces la entidad bancaria que recibe a través del
Banco Central una comunicación de embargo genérico o específico sobre créditos
indeterminados?
a) La primera duda consiste en si debe cumplirse o no el embargo trabado.
b) En segundo lugar, cabe preguntarse si el embargo trabado genérico o in-
determinado sobre los créditos del deudor alcanza solamente a los fondos
existentes en el momento de comunicación de la medida, o también a los
que ingresen en el futuro.
La doctrina se ha pronunciado con variados argumentos en uno u otro senti-
do, en cuanto a las dos interrogantes expuestas.
En un memorándum del grupo de abogados asesores de la Asociación de Ban-
cos del Uruguay se recoge la opinión de que el secreto bancario debe ceder ante
un mandato judicial de embargo. Como fórmula de conciliación se propone que
una vez cumplido el embargo debía contestarse al Juzgado diciendo solamen-
te que se dio cumplimiento al embargo oficiado y si el embargo se trabó sobre
cantidad suficiente o insuficiente. En un proyecto de reglamentación del secreto
bancario preparado por el Banco Central se propone una fórmula similar.
La jurisprudencia sobre el punto es contradictoria. Algunas sentencias consi-
deran que si el banco actuara como se propone en el memorándum citado en el
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 71

párrafo anterior, estaría violando el secreto bancario. Otras, en cambio conside-


ran que mediante la comunicación del embargo, para su efectividad, no se pide
información propiamente sobre los fondos o valores que tenga el deudor, sino que
meramente y en virtud del principio del art. 2372 del C. Civil, se hace efectivo un
embargo, sobre los fondos o valores existentes en ellas, se individualicen o no en
el oficio correspondiente. En esos casos, la empresa cumplirá con el mandato ju-
dicial y contestará, en su caso, haber procedido a tomar nota y dar cumplimiento
en cantidad suficiente, más sin revelar el monto y características de la cuenta
respectiva.

9.7. Efectos de la violación del secreto bancario

La revelación de secreto profesional en violación de las disposiciones conte-


nidas en la ley, acarrea la responsabilidad del infractor, que puede ser de tres
órdenes: penal, civil y administrativa.

a) Responsabilidad penal. La ley impone una sanción muy severa para los vio-
ladores de las obligaciones de guardar secreto profesional. Dispone que “quie-
nes incumplieren el deber establecido en este artículo, serán sancionados con
tres meses de prisión a tres años de penitenciaría”.
Respecto de esta norma, consideramos de interés realizar tres reflexiones.
En primer lugar, se trata de la tipificación de un delito penal sancionado
con pena privativa de libertad, por lo que su comisión solo será posible por las
personas físicas vinculadas a la organización de la empresa de intermediación
financiera.
En segundo término, la ley guarda silencio sobre el grado de culpabilidad
exigido, por lo que debe concluirse que se trata de un delito perseguible a título
de dolo.
Por último, es importante tener presente que, a diferencia del delito de re-
velación de secreto profesional, tipificado por el Código Penal como un delito de
daño, el delito tipificado por la Ley de Intermediación Financiera es un delito de
peligro, el cual se comete con la sola revelación dolosa de la información sobre
la que se debe guardar secreto, con prescindencia de que este hecho cause algún
perjuicio al cliente.

b) Responsabilidad civil
Tal como vimos recientemente, la ley prevé la responsabilidad civil del parti-
cular que solicita sin fundamento información confidencial a través de la magis-
tratura competente, realizando un uso abusivo de las vías procesales.
Pero, aun cuando la ley no lo prevé expresamente, la responsabilidad civil
por los perjuicios que pudiera causar al cliente la violación de la obligación de
guardar secreto profesional resulta igualmente exigible, por aplicación de los
principios generales que regulan la responsabilidad contractual.
72 Ricardo Olivera García

Esta responsabilidad civil recaerá sobre la persona jurídica titular de la em-


presa de intermediación financiera, cuando la revelación ilícita de información
secreta haya provenido de una decisión de sus órganos sociales. También recaerá
dicha responsabilidad sobre la persona del empresario cuando la revelación de la
información secreta haya sido realizada por una persona física subordinada, por
aplicación de los principios generales que regulan la responsabilidad civil por el
hecho del dependiente.
Sin embargo, entendemos que en aquellos casos en que la revelación de in-
formación sujeta a la protección del secreto profesional es realizada por otras
personas, físicas o jurídicas, que integran la organización empresarial en for-
ma independiente, no estando sometidas a la subordinación del empresario, la
responsabilidad civil no recaerá en el empresario sino en las referidas personas
independientes.

c) Responsabilidad administrativa
Para terminar, queremos analizar la posibilidad de que se genere responsabi-
lidad administrativa, por la violación de las normas que establecen la obligación
de guardar secreto bancario.
El art. 20 de la ley prevé la potestad sancionatoria del Banco Central respecto
de las personas privadas –físicas o jurídicas- que infrinjan las leyes y decretos
que rijan la intermediación financiera o las normas generales e instrucciones
particulares dictadas por el propio Banco Central.
Consideramos que la violación de las disposiciones que imponen la observan-
cia de secreto profesional estarían incluidas en dicho concepto y por lo tanto,
alcanzadas por la potestad sancionatoria del Banco Central.

ANEXO

ESTADOS CONTABLES DE LAS ENTIDADES


DE INTERMEDIACION FINANCIERA

Normas de registración contable


El art. 14 lit. a de la ley No. 15.322 faculta al Banco Central a dictar nor-
mas para la legislación de las operaciones de las entidades de intermediación
financiera, así como para la confección de los estados de situación patrimonial y
de resultados. Hasta el presente, las normas bancocentralistas imponían a las
entidades financieras la obligación de preparar la información a suministrar al
Banco Central, de acuerdo con las normas del Plan de Cuentas Bancario. No
obstante con fecha 25/4/85, en ejercicio de la potestad que le acuerda la ley, el
Banco Central dictó la Circular No. 1.223 según la cual, a partir del 31/23/85, las
empresas de intermediación financiera privadas contabilizarán obligatoriamen-
Regulación y control del sistema de intermediación financiera 73

te sus operaciones y confeccionarán sus estados contables, aplicando las normas


y el plan de cuentas que dicte el Banco Central.

Ajuste por inflación


El art. 5 de la ley No. 15.322 facultaba al Poder Ejecutivo aplicar para el
Impuesto a las Rentas de la Industria y Comercio (IRIC) de las entidades de
intermediación financiera los criterios de castigo y previsiones sobre malos cré-
ditos, de devengamiento de intereses y de ajuste por inflación, establecidos por el
Banco Central. La aplicación a efectos fiscales de las normas bancocentralistas
en materia de castigos, previsiones para malos créditos y devengamiento de inte-
reses fue dispuesta por el decreto 99/983 de 22/3/83 para los ejercicios iniciados a
partir del 1/1/83. El mismo decreto dispuso que serán también aplicables fiscal-
mente las normas sobre ajuste por inflación de los estados contables que dictare
el Banco Central; En la circular No. 1.223 el Banco Central dispuso que, a partir
del 31/12/85, las empresas de intermediación financiera deberán reflejar en sus
estados contables el ajuste por inflación, aplicando las normas que dicte el propio
Banco. Estas normas fueron aprobadas por la Comunicación 85/38 de 23/4/85, lo
cual consagra un sistema inspirado en la metodología de ajuste integral aproba-
da por la IX Conferencia Interamericana de Contabilidad, cuyas pautas princi-
pales son las siguientes:
– Se clasifican las cuentas integrales en monetarias y no monetarias. Las
primeras son aquellas que representan fondos en moneda nacional o dere-
chos u obligaciones a ser satisfechos en una suma fija de tal moneda. Las
no monetarias son todas las demás, incluyendo las cuentas en moneda ex-
tranjera. Dentro del grupo de cuentas no monetarias se distinguen las ya
ajustadas y las ajustables, siendo las primeras aquellas que, por aplicación
de las normas bancocetralistas anteriores a la comunicación No. 85/38, ya
venían siendo expresadas en pesos de poder adquisitivo de fecha del balan-
ce correspondiente (cuentas en moneda extranjera, en metales preciosos,
con cláusula de reajuste y valores mobiliarios).
– Las cuentas no monetarias se ajustan a fin de cada período en base al Índi-
ce de Precios al por Mayor de Productos Nacionales Nivel General (IPPM).
Luego se comparan con el correspondiente valor de mercado, computándo-
se el valor inferior si se trata de un activo, o el superior si se trata de un
pasivo. El valor de mercado se define como el probable importe recupera-
ble a través de la venta.
– El criterio anterior es también aplicable a los bienes de uso cuyo valor re-
valuado neto de amortizaciones supere el 1o/o de la responsabilidad patri-
monial neta mínima para bancos. En ese caso, deberán computarse por el
correspondiente valor de mercado solo si el valor revaluado neto de amor-
tizaciones lo supera en un 25 o/o o más.
– Los resultados del ejercicio son también ajustados por aplicación del IPPM
desde el fin del mes en que se generaron hasta el cierre del período infor-
mado.
74 Ricardo Olivera García

– El resultado por inflación de cada período surge de la siguiente relación:


Activos ajustados – pasivos ajustados – patrimonio ajustado al fin del pe-
ríodo = resultado del período. Resultado del período – ganancias operati-
vas ajustadas del período + pérdidas operativas ajustadas del período =
resultado por inflación.
– II –

BODAS DE PLATA
DE LA LEY DE INTERMEDIACIÓN FINANCIERA*

El 17 de setiembre de 2007 se cumplieron 25 años de la aprobación del De-


creto-ley N° 15.322, también conocido como Ley de Intermediación Financiera
(LIF). Esta norma –aprobada en las postrimerías del régimen militar y en un
momento difícil para la economía nacional– estableció el marco de funcionamien-
to de la actividad bancaria y financiera en nuestro país.
A partir de la LIF muchas cosas pasaron en la plaza financiera uruguaya. Su
régimen, básicamente enmendado en dos oportunidades -por la ley N° 16.327 de
1992 y por la ley N° 17.613 de 2002- sobrevivió diversas circunstancias adversas
y continúa siendo hoy el marco general del sistema regulatorio de la actividad
bancaria y financiera nacional.
Los 25 años de vigencia de la LIF, constituyen un momento especial para
realizar algunas reflexiones respecto a las circunstancias de su aprobación, las
peripecias de su aplicación y la historia de sus reformas.

1. El contexto de la aprobación de la LIF

El régimen anterior a la aprobación de la LIF estaba dado por la ley N° 9.756


de 10 de enero de 1938, que reguló durante más de 44 años el funcionamiento de
la actividad bancaria.
Esta ley, pionera en el contexto regional, fue aprobada en el marco de una
situación de desarrollo económico y financiero muy diferente al producido pos-
teriormente. Sin perjuicio de esto, incorporó avances significativos en nuestra
regulación bancaria1: categorizó a las instituciones bancarias en bancos, casas
bancarias2 y cajas populares3; reguló el procedimiento constitutivo, sujeto a la
* Trabajo publicado en el Anuario de Derecho Comercial, t. 12, Montevideo, 2008, p. 35 y ss.
1 Vé. OLIVERA GARCIA, Casas bancarias y apertura financiera, Montevideo, 1980, ps. 20-22;
DELPIAZZO-OLIVERA GARCIA, Contralor de la banca privada, Montevideo, 1980, ps. 53 y ss.
2 Las casas bancarias eran entidades bancarias a las cuales se les prohibía recibir del público de-
pósitos en dinero y usar el cheque (ley N° 9.756, art. 2).
3 Las cajas populares tenían la misma capacidad operativa que los bancos, pero les estaba prohi-
bido actuar en el Departamento de Montevideo y abrir sucursales en aquellas plazas que permi-
tieran el funcionamiento de una caja popular independiente (ley N° 9.756, art. 5).
76 Ricardo Olivera García

aprobación del Poder Ejecutivo; incorporó un cúmulo de normas prudenciales y


de relaciones técnicas en el funcionamiento de las entidades bancarias; y esta-
bleció las primeras disposiciones en materia de descentralización de la potestad
de regulación y control bancario, conferidas al Banco de la República Oriental
del Uruguay (BROU). Pocos meses después, esta descentralización de la función
bancocentralista en el BROU resultó consolidada4, transformando al Uruguay
en uno de los primeros países de América Latina en crear la figura de un banco
central5.
La Ley de Bancos de 1938 fue sometida durante su existencia a diversos em-
bates, vicisitudes y circunstancias que demostraron que el marco creado por la
misma había sido desbordado por la realidad.
El primero, fue el motivado por la crisis bancaria de 19656, la cual dejó en
evidencia importantes defectos del régimen anterior: excesivo número de entida-
des bancarias7, autorizadas con gran magnanimidad; aplicación de los recursos
provenientes del ahorro público en créditos otorgados a entidades vinculadas a
los bancos o en destinos ajenos a la actividad bancaria; defectos en el control a
cargo del Departamento de Emisión del BROU.
Esta ley tuvo como inmediata respuesta normativa la aprobación de la ley
N° 13.330 de 30 de abril de 1965 que, entre otras, adoptó dos órdenes de me-
didas8: (a) restricciones para el destino de los depósitos del ahorro público, que
solamente podían ser usados para los destinos autorizados expresamente por el
Departamento de Emisión del BROU; y prohibición para que los bancos y cajas
populares realizaran operaciones ajenas al giro bancario, invirtieran en accio-
nes, obligaciones y valores emitidos por empresas privadas, tuvieran inmuebles
innecesarios para su funcionamiento, y un fuerte control sobre el cumplimiento
de los créditos otorgados a empresas vinculadas (arts. 5 y 14); y (b) la prohibición
absoluta de instalación de nuevas sociedades financieras, bancos y cajas popu-
lares, así como la apertura de agencias y sucursales (art. 16)9. Poco tiempo más
tarde, en la reforma constitucional que entró en vigencia en 1967, se aprobó la
creación del Banco Central del Uruguay (BCU), heredero de las facultades del
Departamento de Emisión del BROU10.
4 La ley N° 9.808 de 2 de enero de 1939 confirió al Departamento de Emisión del BROU el come-
tido de vigilancia y fiscalización de la banca privada y de las empresas que reciben depósitos del
público.
5 Vé. declaraciones del Ministro de Hacienda César Charlone en 1944 ante la Cámara de Senado-
res, Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores, t. 178, p. 508.
6 En 1965, la caída del Banco Transatlántico del Uruguay generó una crisis sistémica, provocando
una corrida masiva de depósitos del sistema bancario y la caída en cadena o el enfrentamiento de
una crisis terminal por un gran número de entidades bancarias de plaza.
7 En 1963 llegaron a existir en Uruguay 61 bancos, cifra que se había reducido a menos de 30 en
1972 y a 20 en 1975.
8 Vé. CARVALHO, Contralor de la actividad bancaria, RFDCS, año XVII, N° 2-3-4, ps. 335 y ss.;
CAGNONI, Contralor de la actividad bancaria, RFDCS, año XVII, N° 2-3-4, ps. 327 y ss.; PEREZ
FONTANA, El control de la banca privada en el Uruguay, RSA, año XXII, ps. 23 y ss.; SUPER-
VIELLE SAAVEDRA, Observaciones sobre la reglamentación de la ley N° 13.330 del 30/4/1965,
RSA, año XXI, ps. 3 y ss.
9 Vé. OLIVERA GARCIA, Instalación de bancos en el Uruguay, Montevideo, 1982, ps. 7 y ss.
10 Vë. DELPIAZZO, El Banco Central del Uruguay, 2ª ed., Montevideo, 1998, ps. 46-47.
Bodas de plata de la Ley de Intermediación Financiera 77

La segunda circunstancia fue la apertura del sistema financiero uruguayo,


ocurrida a partir de la histórica medida de liberación del mercado de cambios y
del ingreso y egreso de divisas del territorio nacional, adoptada por el BCU el 24
de setiembre de 1974, por iniciativa del Ministro de Economía de la época, el Ing.
Alejandro Végh Villegas11. Esta medida fue seguida por una serie de disposicio-
nes en materia de legitimación de los pactos en moneda extranjera, liberación de
disposiciones en materia de tasas de interés, encajes y otras normas prudencia-
les, y derogación de varios tributos que gravaban la operativa de las entidades
bancarias, con el efecto de una notable bancarización de la economía y gran de-
sarrollo de la actividad financiera internacional de nuestro país12.
Esta nueva expansión del sistema bancario planteó a los organismos de con-
tralor la dificultad de adecuar las nuevas tendencias normativas al marco poco
flexible de la ley de 1938. Por su parte, se planteó una fuerte demanda de en-
tidades bancarias internacionales para establecerse en nuestro país, la cual se
enfrentó con la prohibición de instalación de nuevos bancos impuesta por la ley
N° 13.330 de 1965. Este último escollo fue superado con la interpretación del
BCU de que la prohibición legal para las casas bancarias de recibir del público
depósitos en dinero no resultaba de aplicación en el caso de los depósitos en mo-
neda extranjera recibidos de no residentes13. Esta interpretación, de muy dudosa
legalidad, permitió la instalación en el país de un muy importante número de ca-
sas bancarias, especializadas en la realización de operaciones con no residentes.
El tercer embate que debió sufrir la normativa bancaria vigente fue la crisis
de 1982, en un contexto internacional adverso, pero profundizada sustancial-
mente por algunas circunstancias particulares de nuestro mercado: (a) El proce-
so de apertura democrática, comenzado a partir del rechazo popular del proyecto
de reforma constitucional propuesto por el régimen militar en 198014, determi-
naba un importante grado de incertidumbre respecto a la continuidad de la po-
lítica liberal en materia financiera, seguida por nuestro país desde 1974. (b) El
agotamiento del sistema tabular en materia de política cambiaria15, mantenido
artificialmente por el gobierno a expensas de una pérdida creciente y sostenida
de reservas, con la finalidad de controlar la inflación, creaba nerviosismo en el
sistema financiero y en sus depositantes respecto a los efectos de su inevitable
quiebre16.
Estas circunstancias hacían aconsejable la revisión del marco legal aplicable
a la regulación de la actividad bancaria; la consolidación del régimen de funcio-
namiento del sistema, carente muchas veces de la seguridad jurídica suficiente;

11 DIAZ, Historia económica del Uruguay, Montevideo, 2003, ps. 408-411.


12 OLIVERA GARCIA, Banca off-shore en el Uruguay, Montevideo, 1991, ps. 39 y ss.
13 OLIVERA GARCÍA, Casas bancarias, cit., ps. 29-31.
14 Vé. COOLIGHAN-ARTEAGA, Historia del Uruguay desde sus orígenes hasta nuestros días,
Montevideo, 1992, ps. 593 y ss.
15 El sistema tabular o sistema de la “tablita” era un sistema de dirigismo del mercado cambiario,
el cual suponía la fijación por parte del BCU, con tres meses de anticipación, del precio al cual
compraría y vendería todos los dólares norteamericanos que le fueran demandados u ofrecidos
por los operadores del mercado.
16 Vé. DIAZ, ob. cit., ps. 435-436.
78 Ricardo Olivera García

y el envío al mercado de un mensaje de continuidad de la política de regulación


liberal del mercado y de promoción de un sistema financiero abierto.

2. El proceso de aprobación de la LIF

Puede afirmarse que, desde el momento mismo de su creación por la Consti-


tución de 1967, el BCU encaró dos proyectos principales en materia de iniciativa
legislativa: el primero, fue la redacción de su propia carta orgánica; y, el segun-
do, la reforma de la ley bancaria.
El BCU nació al mundo jurídico sin una carta orgánica, limitándose a ex-
presar la Disposición Transitoria H) de la Constitución Nacional que “tendrá
los cometidos y atribuciones correspondientes al Departamento de Emisión del
Banco de la República”. Su régimen jurídico pasó a estar dado por un cúmulo de
disposiciones dispersas que constituían lo que dio en llamarse su “carta orgánica
invisible”17. Su carta orgánica recién fue aprobada casi 30 años más tarde, por la
ley N° 16.696 de 30 de marzo de 199518.
El segundo de los proyectos fue, precisamente, la reforma de la ley bancaria.
En este sentido, se elaboraron a lo largo de los años diversos proyectos que cen-
traban su regulación en la “actividad financiera”.
Cabe destacar el Anteproyecto de Ley de Regulación del Sistema Financiero,
aprobado por el Directorio del BCU el 29 de julio de 1969 que disponía que “toda
persona física o jurídica que habitual y sistemáticamente realice préstamos o in-
versiones con recursos propios o provenientes del público o de otras empresas o
desarrolle habitual y sistemáticamente cualquier forma de mediación o interme-
diación dineraria, quedará sujeta a las disposiciones de esta ley y a las normas y
órdenes que dicte el Banco Central del Uruguay para su ejecución”19.
Igual redacción mantuvo el Anteproyecto de Ley de Estructura y Regulación
del Sistema Financiero, preparado de acuerdo con las directivas emanadas de los
Cónclaves de San Miguel y Colonia Suiza20.
Por último, el Anteproyecto de Ley de la Actividad Financiera, preparado por
los servicios del BCU y elevado a su Directorio a fines de 1979 definía la activi-
dad financiera como “la realización habitual y profesional: a) de intermediación
entre la oferta y la demanda de títulos-valores, dinero o metales preciosos; b) de
inversión en o de tales activos financieros”21.
Todos los proyectos señalados establecían su centro de regulación en el con-
cepto de actividad financiera, comprensivo tanto de la intermediación como de la
17 PACCHIOTTI, Proceso y realidad del Banco Central del Uruguay, Memoria 1967/1968 del Banco
Central del Uruguay, Montevideo, 1972, p. 29.
18 Vé. DELPIAZZO, El Banco Central del Uruguay, cit., p. 43 y ss.
19 Banco Central del Uruguay – Asesoría legal, Antecedentes de la Reforma Financiera, Montevi-
deo, 1973, p. 109.
20 Banco Central del Uruguay – Asesoría legal, Antecedentes de la Reforma Financiera 1973-1974,
Montevideo, 1974, p. 68.
21 Vé. OLIVERA GARCÍA, Concepto de intermediación financiera en la Ley N° 15.322, Anales del
Foro, año III, N° 43-44, p. 6.
Bodas de plata de la Ley de Intermediación Financiera 79

inversión financiera. Es decir que se buscaba regular no solamente la actividad


bancaria clásica, definida como la intermediación profesional en el crédito, cap-
tando y recolocando recursos financieros a crédito, sino además cualquier otra
actividad de colocación de recursos financieros, con prescindencia de cual fuera
la fuente de dicho financiamiento.
Tampoco utilizaban estos proyectos el concepto de actividad bancaria, sino
que buscan un concepto más amplio –actividad financiera- acorde con la dinámi-
ca ya alcanzada por el mercado, que no limitaba la actividad del sector financiero
a las entidades bancarias, sino que se desarrollaba a través de otras modalidades
de entidades financieras.
Cuando estalla la crisis financiera de 1982 y nuestro sistema bancario co-
mienza a sufrir una pérdida creciente de depósitos, producto de la desconfianza
en los depositantes frente al desenlace de la política tabular en materia cam-
biaria, el Gobierno adopta la decisión de enviar un mensaje de estabilidad a la
plaza, con la finalidad de tranquilizar al mercado. Dicho mensaje consiste en la
aprobación de la reforma del sistema financiero.
Con este propósito, se recurre a los trabajos realizados por el BCU en ma-
teria de reforma de la legislación bancaria pero, con un concepto conservador,
se decide restringir la nueva regulación solamente a un sector de la actividad
financiera: la intermediación financiera. Como la medida urgía, se ajustan en el
BCU los proyectos existentes y, con fecha 27 de agosto de 1982, resulta aproba-
do el decreto 295/982, que regula el sistema de intermediación financiera. Este
decreto es aprobado en el marco de las potestades otorgadas por la Constitución
al Poder Ejecutivo de tomar medidas prontas de seguridad, en los casos graves e
imprevistos de ataque exterior o conmoción interior (art. 168 n. 17)22. Al mismo
tiempo, el texto del decreto fue enviado al Consejo de Estado como proyecto de
ley.
Con fecha 17 de setiembre de 1982, el referido proyecto se transformó en la
ley N° 15.322 (hoy, Decreto-ley Nº 15.322), la cual introduce modificaciones al
texto del decreto 295/982, variando algunas de sus disposiciones y esclareciendo
otras23.
Es decir que, si bien la LIF llevó casi tres lustros de gestación, siendo materia
de varios proyectos, propuestas y discusiones, el tramo final de su elaboración
fue acelerado por una determinante política: dar tranquilidad y confianza a un
mercado en crisis, enviando un mensaje de seguridad jurídica y estabilidad de
los principios sobre los que se apoyaba el sistema financiero.
La aprobación de la LIF no cumplió el objetivo buscado. La política cambiaria
sostenida por el Gobierno no pudo mantenerse, el 26 de noviembre de 1982 el
BCU incumplió el compromiso derivado del sistema tabular de prefijación del

22 Sobre la facultad del Poder Ejecutivo de adoptar medidas prontas de seguridad de carácter eco-
nómico, véase: BRUNO, Las medidas prontas de seguridad por razones de orden económico,
RFDCS, año XVII, N° 2-3-4, p. 519 y ss.
23 Vé. OLIVERA GARCÍA, Sistema de Intermediación Financiera en el Uruguay, Montevideo,
1982, p. 5.
80 Ricardo Olivera García

tipo de cambio24 y el mercado uruguayo debió enfrentar una grave crisis, pro-
ducto del descontrol del precio del dólar norteamericano, el grave desequilibrio
económico de las personas y las empresas endeudadas en moneda extranjera,
la morosidad generalizada de las carteras bancarias, y la insolvencia técnica de
todo el sistema25.

3. Principales caracteres de la LIF

El análisis de las características de la LIF debe ser realizado a la luz de los


objetivos coyunturales que la misma perseguía: trasmitir al mercado financiero
uruguayo el mantenimiento de un sistema bancario abierto y confiable, con re-
glas de juego claras y estables, y con una intervención bancocentralista subsidia-
ria, que dejaba una amplia libertad a la operativa de los agentes.
La LIF no introdujo, en esencia, cambios sustanciales al régimen anterior, el
cual se preocupó por sistematizar y consolidar.

a) La regulación en torno al concepto de intermediación financiera

La aplicación de la LIF gira en torno al concepto de intermediación financie-


ra. La LIF resulta de aplicación a toda institución estatal, persona pública no
estatal o privada que realice intermediación financiera (arts. 1 y 2). Por inter-
mediación financiera se entiende la realización habitual y profesional de ope-
raciones de intermediación o mediación entre la oferta y la demanda de títulos
valores, dinero o metales preciosos26.
La ley abandona el concepto de actividad financiera, utilizado por proyectos
anteriores, limitándose a regular solamente la intermediación, y excluyendo la
inversión financiera del objeto de su regulación. La regulación se circunscribe a
la regulación de la actividad bancaria, definida como la intermediación profesio-
nal entre la oferta y la demanda de recursos financieros.
No era ciertamente el año 1982 el mejor momento para ensayar una expan-
sión en la potestad regulatoria del BCU sobre otras áreas del mercado financiero.

b) Se reabre la posibilidad de constitución de bancos


bajo el control de legalidad y de mérito del Poder Ejecutivo

Como vimos, la posibilidad de que el Poder Ejecutivo autorizara la constitu-


ción de nuevos bancos y cajas populares había sido conculcada por la prohibición
establecida en el art. 16 de la ley N° 13.330 de 1965. No así la posibilidad de
constitución de casas bancarias, no prohibida por la referida ley. La prohibición

24 Vé. COOLIGHAN-ARTEAGA, ob. cit., p. 594.


25 DIAZ, ob. cit., p. 442.
26 CAJARVILLE PELUFFO, Intermediación Financiera, Montevideo, 1983; OLIVERA GARCÍA,
Manual de Derecho Bancario Uruguayo, Montevideo, 1989, ps. 37 y ss.
Bodas de plata de la Ley de Intermediación Financiera 81

legal había sido ya removida unos meses antes de la LIF por el decreto-ley N°
15.207 de 6 de noviembre de 198127.
Esta restauración de la competencia del Poder Ejecutivo para autorizar el
funcionamiento de entidades de intermediación financiera presenta en la LIF
dos características importantes:
a) En el caso de los bancos, el número de autorizaciones no podrá superar anual-
mente el 10% de los bancos existentes en el año inmediato anterior (art. 10);
y
b) En todos los casos, la autorización del Poder Ejecutivo tendrá en cuenta razo-
nes de legalidad, de oportunidad y de conveniencia (art. 6).
La incorporación del control de mérito en la autorización del Poder Ejecutivo
representó un cambio importante respecto al régimen anterior, en el cual tanto
la doctrina como la jurisprudencia administrativa sostenían que el Poder Ejecu-
tivo sólo podía realizar un control de legalidad28.

c) Consolidación de la situación de las casas bancarias

Las casas bancarias eran una modalidad de entidad bancaria prevista por la
ley N° 9.756, las cuales se caracterizaban por poder realizar cualquier operación
comprendida en el giro bancario, con excepción de aquellas reservadas al mono-
polio de los bancos: recibir del público depósitos en dinero y usar el cheque (art.
2)29.
Estas restricciones operativas determinaron que estas entidades carecieran
de interés como entidades bancarias y, por casi cuarenta años, solamente dos
autorizaciones de casas bancarias fueron concedidas por el Poder Ejecutivo, una
de las cuales se transformó al poco tiempo en banco.
En la crisis de 1965 existía solamente una casa bancaria en nuestra plaza, la
cual no desarrollaba actividad bancaria. Esto determinó que la prohibición del
art. 16 de la ley N° 13.330 no recayera en la autorización de nuevas casas banca-
rias, sino solamente de bancos y cajas populares.
Con la expansión del sistema bancario uruguayo, ocurrida a partir de 1974,
se replanteó el interés de muchas entidades bancarias del exterior en instalarse
en la plaza uruguaya. Este interés confrontó con la restricción legal para la ins-
talación de nuevos bancos.
La solución hallada por el BCU fue aprobar una norma reglamentaria, in-
terpretativa de la prohibición contenida en la ley N° 9.756, según la cual la pro-
hibición de recibir del público depósitos en dinero no alcanzaba a los depósitos

27 OLIVERA GARCÍA, Instalación, cit., ps. 12 y ss.


28 Resolución del Consejo Nacional de Gobierno de 26 de mayo de 1960. Vé. SUPERVIELLE SAA-
VEDRA, El estatuto jurídico y fiscal de los Bancos en el Uruguay, Rev. Economía, año III, N° 18,
ps. 683-684; DELPIAZZO-OLIVERA GARCÍA, ob. cit., ps. 26-27.
29 Vé. OLIVERA GARCÍA, Casas Bancarias, cit., ps. 26 y ss.; Operativa de las casas bancarias en
el Uruguay, Rev. Comercio Exterior, abril 1978, ps. 5 y ss.
82 Ricardo Olivera García

en moneda extranjera de no residentes (circular N° 799 de 29 de diciembre de


1976)30. Esta norma interpretativa determinó que, en menos de tres años, se ins-
talaran en nuestro país más de veinte casas bancarias. Estas casas bancarias,
conscientes de la fragilidad del régimen jurídico al cual estaban sujetas, fueron
fervientes impulsoras del reconocimiento legislativo de su capacidad operativa.
La LIF buscó recoger esta realidad en su normativa, disponiendo en su art.
17 que el monopolio de los bancos alcanzará a: (i) recibir depósitos en cuenta co-
rriente bancaria y autorizar que se gire contra ellos mediante cheques; (ii) recibir
depósitos a la vista; y (iii) recibir, de residentes, depósitos a plazo. Más adelante,
la misma norma agrega que se faculta al Poder Ejecutivo a autorizar a recibir
depósitos a la vista en moneda extranjera, de no residentes, a otras empresas
comprendidas en esta ley. Pocos días después, fue aprobado el decreto 408/982
de 28 de octubre de 1982, el cual dispuso que las casas bancarias que se encon-
traban en funcionamiento quedaban autorizadas a recibir depósitos en moneda
extranjera de no residentes (art. 2). Años más tarde, el decreto 315/987 de 8 de
julio de 1987 extendió esta facultad a todas las casas financieras y bancarias.
Con estas disposiciones se pretendió dar tranquilidad y estabilidad al marco
de funcionamiento de las casas bancarias, cuya viabilidad operativa no habría de
depender ya de una norma reglamentaria –de dudosa legalidad- sino de la nueva
normativa legal.
Paralelamente, se dispuso que estas entidades debían abandonar el uso del
nombre bancario, para lo cual se delegaba en la reglamentación el establecimien-
to de un plazo, que nunca sería inferior a diez años.

d) Flexibilización de la potestad regulatoria del BCU

La crisis del año 1982 había sido precedida por una situación de similares
características en la República Argentina, en la cual dicho Gobierno disconti-
nuó también una política tabular de prefijación del tipo de cambio, análoga a la
implantada en el Uruguay. En esa oportunidad, la reacción de las autoridades
públicas argentinas se tradujo en una fuerte intromisión estatal en el negocio
bancario, la cual llegó a una auténtica nacionalización de los depósitos.
Ante esta situación, era intención del Gobierno trasmitir con la LIF el men-
saje de que la filosofía que inspiraba el funcionamiento del sistema uruguayo se
encontraba en las antípodas de su similar argentino.
Para esto, limitó la potestad regulatoria del BCU a la fijación de la responsa-
bilidad patrimonial neta mínima (art. 11); el establecimiento de encajes mínimos
obligatorios sobre los depósitos; la reglamentación de las modalidades de capta-
ción de recursos; y el dictado de normas generales e instrucciones particulares
tendientes a mantener la liquidez y solvencia de las empresas, así como a limitar
el riesgo que éstas pudieran asumir (art. 17). Y nada más31.

30 OLIVERA GARCÍA, Casas Bancarias, cit., p. 28.


31 Vé. OLIVERA GARCIA, Manual, cit., p. 115 y ss.
Bodas de plata de la Ley de Intermediación Financiera 83

Resultaron también excluidas una serie de facultades de control que el BCU


poseía al amparo del régimen regulatorio anterior, especialmente en materia de
asistencia e intervención de las entidades en dificultades32.
La reducción de las potestades regulatorias y de control de la autoridad ban-
cocentralista impuesta por la LIF determinó que, a partir de su aprobación, pa-
sara a ser un tema de planteo sistemático por el BCU la necesidad de ampliar
dichas potestades.
La ampliación buscada recién se produjo con la aprobación de la ley Nº 16.327
de 11 de noviembre de 1992, que analizaremos más adelante.

e) La banca off-shore como símbolo


de una plaza financiera internacional

En la misma línea anterior, la LIF adoptó una serie de normas conducentes a


trasmitir el mensaje de que nuestro país era una plaza abierta a las transaccio-
nes financieras internacionales, cuyo marco normativo se encontraba alineado
con los estándares en la materia en otras plazas financieras.
Al respecto, dos normas deben destacarse especialmente: la que permite la
instalación de entidades bancarias “off-shore” y la que establece la obligación de
las entidades de intermediación financiera de guardar secreto bancario.
Con respecto a la primera, la LIF previó que las empresas financieras que tu-
vieran por exclusivo objeto la realización de operaciones de intermediación entre
la oferta y la demanda de títulos valores, dinero o metales preciosos radicados
fuera del país, estarían exoneradas de toda obligación tributaria que recayera
sobre su actividad, las operaciones de su giro, su patrimonio o sus rentas. Se
delegaba en el Poder Ejecutivo, con el asesoramiento del BCU, regular el funcio-
namiento de dichas entidades (art. 4).
En realidad, la norma citada consagraba una exoneración tributaria amplia
para la actividad internacional de las entidades de intermediación financiera
que desarrollaran la misma con carácter exclusivo. La misma poco agregaba al
tratamiento tributario que el régimen entonces vigente establecía para toda la
actividad internacional del sistema financiero, en la medida que el régimen tri-
butario uruguayo se apoyaba –y continúa apoyándose actualmente- en los prin-
cipios de la fuente y de la territorialidad para gravar rentas y patrimonios33.
Esta norma demoró muchos años en ser reglamentada por el Poder Ejecutivo
y por el BCU, en alguna medida porque no se percibía la necesidad de incorporar
una modalidad nueva de entidad financiera y, además, por las dudas y cavilacio-
nes provocadas por la definición de cuándo los instrumentos financieros (títulos
valores, dinero y metales preciosos) estaban “radicados fuera del país”. Llegar
a la conclusión de que la correcta interpretación legal suponía entender que la

32 Vé. DELPIAZZO-OLIVERA GARCIA, ob.c it., p. 58 y ss.


33 OLIVERA GARCÍA, Banca off-shore, cit., p. 111 y ss.
84 Ricardo Olivera García

misma se refería a la operativa con no residentes demandó un largo y tortuoso


camino de discusión34.
Finalmente, el régimen de la actividad bancaria off-shore fue puesto en mar-
cha por el decreto 381/989 del 16 de agosto de 1989, denominando a estas en-
tidades “empresas de intermediación financiera externa”. En la práctica, este
nuevo régimen atrajo algunas nuevas entidades interesadas en operar en plaza
y provocó la transformación en esta nueva especie de varias casas bancarias que
habían sido constituidas al amparo del régimen establecido por la ley Nº 9.756.

f) La regulación del secreto bancario

Una consideración separada merece la regulación que realizó la LIF respecto


a la obligación de las entidades de intermediación financiera de guardar secreto
profesional (secreto bancario).
La existencia de una obligación de las entidades bancarias de guardar se-
creto profesional fue tradicionalmente admitida tanto por la ley35 como por la
doctrina36. Sin perjuicio de esto, la LIF buscó explicitar, agravar y establecer un
marco punitivo específico respecto a la obligación de guardar secreto bancario,
con la finalidad de trasmitir el mensaje de que en la plaza uruguaya existía una
auténtica y rigurosa confidencialidad para los depositantes que colocaban sus re-
cursos en el sistema. No debe perderse de vista que la LIF fue coyunturalmente
aprobada con la finalidad de dar tranquilidad al mercado y detener la “corrida”
que el sistema bancario estaba sufriendo como consecuencia de la incertidumbre
planteada el desenlace de la política tabular en materia cambiaria seguida por
el gobierno.
La regulación del secreto bancario establecida por la LIF presentó las siguien-
tes características (art. 25)37:
a) Declaró alcanzadas por esta obligación de guardar secreto profesional a
los fondos o valores que las empresas de intermediación financiera tuvieran en
cuenta corriente, depósito o cualquier otro concepto, perteneciente a personas
físicas o jurídicas determinadas; así como a las informaciones confidenciales que
reciban de sus clientes o sobre sus clientes.
b) Estableció excepciones muy restrictivas al cumplimiento de esta obliga-
ción, disponiendo que las operaciones e informaciones amparadas por el secreto

34 OLIVERA GARCÍA, Algunas ideas sobre la reglamentación de la actividad bancaria off-shore,


Guía Financiera, año VII, Nº 347, agosto 1984, p. 28 y ss.
35 Si bien la ley bancaria no imponía expresamente la obligación de guardar secreto, diversas nor-
mas se referían al mismo: Código Civil (art. 302), Código Penal (art. 302), Código Tributario (art.
68 lit. E), ley Nº 11.924 de 17 de marzo de 1953 (art. 79) sobre cuentas bancarias con denomina-
ción impersonal.
36 SUPERVIELLE SAAVEDRA, El depósito bancario, Montevideo, 1960, p. 195 y ss.; ALBANELL
MAC COLL, Secreto bancario, LJU, t. 51; BAYARDO BENGOA, La tutela penal del secreto,
Montevideo, 1961; AGUIRRE ROSELLÓ, El secreto profesional de los bancos, RDPP, año 1948,
t. VI.
37 Vé. OLIVERA GARCÍA, Manual, cit., p. 189 y ss.
Bodas de plata de la Ley de Intermediación Financiera 85

profesional sólo pueden ser reveladas por autorización expresa y por escrito del
interesado o por resolución fundada de la Justicia Penal o de la Justicia compe-
tente si estuviera en juego una obligación alimentaria.
c) Previó que el incumplimiento de la obligación de guardar secreto profe-
sional será sancionada con pena privativa de libertad: tres meses de prisión a
tres años de penitenciaría.
La nueva normativa sobre secreto bancario cumplió el efecto de traer tran-
quilidad a muchos depositantes no residentes, que percibieron en el rigor del ré-
gimen –muy superior al de otros sistemas de derecho comparado- una atractiva
protección para la confidencialidad de los recursos financieros depositados en
nuestra plaza.
No obstante, el mismo rigor de la norma, sumado a la gravedad de la san-
ción propuesta en caso de trasgresión, determinó una fuerte preocupación en
las entidades financieras y en sus asesores, que llevaron su celo mucho más allá
de los requerimientos impuestos por la ley. De este modo, un secreto bancario
claramente delimitado por el legislador a las operaciones pasivas y a las infor-
maciones confidenciales recibidas de los clientes, se extendió a toda la operativa
bancaria, incluyendo las operaciones activas38. Fue necesario que transcurrieran
más de 23 años y que se interpretara auténticamente la norma39, en el sentido
de que las operaciones activas no están comprendidas en el secreto profesional
regulado por la LIF, para que comenzara a lograrse una progresiva distensión
del pavor causado por el rigor del régimen instaurado. En el ínterin, la dificultad
de los bancos para intercambiar información sobre los créditos otorgados a sus
clientes fue causa de importantes quebrantos en el sistema.
La normativa en materia de secreto bancario planteó innumerables proble-
mas en su implementación práctica. Por ejemplo, debió acudirse a una inter-
pretación reglamentaria del Poder Ejecutivo para que las entidades financieras
se atrevieran a abrir la información protegida por el secreto profesional a sus
asesores externos, a sus auditores o a las empresas en las cuales tercerizaban
servicios40.
38 A poco de aprobarse la LIF, un Plenario de Abogados de la Asociación de Bancos del Uruguay
entendió –consideramos equivocadamente- que el concepto de “informaciones confidenciales”
previsto por la norma incluía a las operaciones activas.
39 La ley Nº 17.948 de 8 de enero de 2006 dispone que el secreto profesional instituido por el artícu-
lo 25 de la LIF ampara exclusivamente las operaciones bancarias pasivas que realizan las insti-
tuciones de intermediación financiera y toda otra operación en la que éstas asumen la condición
de deudores, depositarios, mandatarios o custodios de dinero o de especie respecto de sus clientes,
sin perjuicio del amparo de toda la información confidencial recibida del cliente -tanto en relación
a operaciones pasivas como activas- comprendida también en la citada norma (art. 1).
40 El decreto 44/983 de 9 de febrero de 1983 interpretó que el deber de secreto profesional, consagra-
do en el art. 25 de la LIF, alcanza además de las empresas, a todas las personas físicas que, en
virtud de las tareas que desempeñen, relacionadas con la organización, funcionamiento y contra-
lor de las empresas de intermediación financiera, tengan acceso a las operaciones e informacio-
nes a que se refiere la disposición legal citada, cualquiera sea la naturaleza jurídica del vínculo
que una a tales personas físicas con los titulares de las empresas de intermediación financiera,
incluyendo los asesores externos abocados a las mismas. No resulta violatorio del deber de se-
creto profesional el conocimiento de las operaciones cubiertas por el secreto, que estas personas
adquieran necesariamente para el cumplimiento de las tareas relacionadas con las empresas de
86 Ricardo Olivera García

De todos modos, y a pesar de sus vicisitudes, el secreto bancario fue y sigue


siendo uno de los elementos más emblemáticos de la regulación establecida por
la LIF.

g) Ausencia de normas sobre crisis bancarias

La LIF, en forma consistente con el mensaje optimista que pretendía dar so-
bre la plaza financiera uruguaya, no incluyó previsión alguna respecto a las cri-
sis bancarias. Es más, al derogar la ley Nº 9.756 de 1938, eliminó la única norma
específica en materia de liquidaciones de bancos, la cual preveía la participación
del BROU en dichos procesos, actuando en funciones de liquidador41.
Si bien, en la práctica, esto no alteró la dinámica de actuación del BCU en los
procedimientos de liquidación, estrictamente estaba sometiendo a las entidades
bancarias al régimen general establecido por la ley para la liquidación judicial de
todas las sociedades anónimas42.
La verdadera razón de esta omisión residía en que, ante la crisis de entidades
bancarias, la política asumida por el gobierno no pasaba por la liquidación de las
mismas sino por la venta de la entidad a un tercero por USD 1 y la concomitante
compra de cartera a la entidad por el BCU43.

4. La primera gran reforma: la ley Nº 16.327 de 1992

La ley Nº 16.327 de 11 de noviembre de 1992, aprobada luego de diez años de


vigencia de la LIF, constituye la primera modificación importante al régimen de
la misma.
Con anterioridad a la aprobación de esta norma, había sido sancionada la ley
Nº 16.131 de 12 de setiembre de 1990, que previó la constitución de bancos de
inversión. Esta norma creaba una nueva modalidad de entidad de intermedia-
ción financiera, la cual no estaba alcanzada por muchas de las prohibiciones que,
para la actividad de inversión, establecía la LIF para las restantes entidades.
La propuesta institucional establecida en esta norma fracasó rotundamente, en
virtud de las restantes restricciones operativas impuestas a la ley, de modo que
ningún banco de inversión fue constituido bajo este régimen.
La ley Nº 16.327 tiene su origen en un proyecto de ley enviado al Parlamento
en 1991, como consecuencia de una iniciativa del BCU. Sin perjuicio de otras
modificaciones propuestas por el proyecto, la iniciativa perseguía dos objetivos
fundamentales: (a) Aumentar las potestades de regulación y control del BCU

intermediación financiera. Esta norma se encuentra hoy reproducida en el art. 17 del decreto
614/992 de 11 de diciembre de 1992.
41 Vé. OLIVERA GARCIA, Liquidación de instituciones bancarias, RDCyE, enero-julio 1980, Nº
13-14, p. 41 y ss.
42 Vé. OLIVERA GARCÍA, Manual, cit., ps. 229-230.
43 Esta fue la política seguida en el caso de las crisis de los bancos Panamericano, del Litoral Aso-
ciados, Financiero Sudamericano y BANFED.
Bodas de plata de la Ley de Intermediación Financiera 87

sobre la totalidad de las entidades bancarias, públicas y privadas; y (b) Remover


las restricciones impuestas a las entidades de intermediación financiera para
operar en los mercados de capitales.
El primero de los objetivos, incluía como innovación más relevante la posibili-
dad de que el BCU aplicara sanciones a las instituciones bancarias públicas que
incurrieran en infracciones a la legislación bancaria, así como a sus representan-
tes, directores, gerentes, administradores, mandatarios, síndicos y fiscales. Con
esta reforma se buscaba equiparar a la banca pública y privada en cuanto a las
consecuencias de su infracción a las normas que bregulan la actividad bancaria.
El segundo de los objetivos perseguidos pretendía obtenerse a través de la
atenuación de muchas de las prohibiciones que la LIF imponía para que las en-
tidades de intermediación financiera realizaran inversiones en inmuebles, accio-
nes, obligaciones y otros valores emitidos por empresas privadas, permitiendo
las mismas hasta un monto equivalente al 25% de su responsabilidad patrimo-
nial neta. Esta limitación desaparecía además en los casos de inversiones en
acciones de sociedades a las cuales se hubiera otorgado financiamiento a largo
plazo, en las condiciones dispuestas por el BCU.
Sin embargo, ambas iniciativas naufragaron en el Parlamento. Se introduje-
ron, en cambio, una serie de modificaciones menores, que sirvieron para ajustar
el régimen de la LIF y otorgar al BCU algunas facultades que, aunque limitadas
a la banca privada, resultaban igualmente demandadas.

a) Asesoramiento vinculante y habilitación del BCU

La ley modificó el procedimiento constitutivo y de modificaciones estructu-


rales de las entidades de intermediación financiera. En el régimen de la LIF, la
autorización para funcionar era otorgada por el Poder Ejecutivo, con el asesora-
miento del BCU. Este asesoramiento, como todo asesoramiento, era no vinculan-
te, correspondiendo al Poder Ejecutivo la facultad de decidir.
En el nuevo régimen se establecen modificaciones importantes al respecto:
a) La autorización del Poder Ejecutivo para funcionar deberá otorgarse con
la opinión favorable del BCU. De este modo, el asesoramiento u opinión del BCU
pasa a tener efecto vinculante. Esta opinión, al igual que la autorización del
Poder Ejecutivo, tendrá en cuenta razones de legalidad, de oportunidad y de
conveniencia (art. 6).
b) Se requiere además para la instalación de la entidad que la misma cuen-
te con la habilitación del BCU, la cual también tendrá en cuenta razones de
legalidad, oportunidad y conveniencia (art. 6).
c) El consentimiento previo y expreso del BCU se suma también a la auto-
rización del Poder Ejecutivo, en los casos de fusiones, absorciones y transforma-
ciones (art. 9).
88 Ricardo Olivera García

d) Se exige la autorización del BCU para la transferencia de las acciones de


las entidades de intermediación financiera constituidas como sociedades anóni-
mas (art. 43)44.
e) Se exige la autorización del BCU para la instalación de sucursales por
las entidades ya autorizadas (art. 6).
Las modificaciones aprobadas buscan todas ellas fortalecer la intervención del
BCU en el proceso de instalación o modificación de la estructura de las entidades
de intermediación financiera. En determinado momento se analizó excluir, al
respecto, la participación del Poder Ejecutivo. No obstante, esta iniciativa encon-
tró el obstáculo de la norma constitucional (art. 168 num. 22) que otorga al Poder
Ejecutivo la potestad de autorizar o denegar la creación de bancos.
Para superar este obstáculo la ley suma, a la autorización del Poder Ejecu-
tivo, el requisito de la opinión favorable del BCU y el requisito de un posterior
acto de habilitación por el BCU. En ambos controles, de existencia necesaria y
vinculante, el BCU ejerce un control de legalidad y de mérito.
Más allá de su técnica legislativa defectuosa, esta reforma tiene por efecto
concentrar en el BCU la fiscalización sobre la instalación de entidades de inter-
mediación financiera y sobre el cambio de sus estructuras jurídicas y de control.

b) Medidas preventivas de las situaciones de crisis

La ley Nº 16.327 desarrolla una gama de soluciones de diversa naturaleza,


tendientes a encarar las situaciones de dificultad económica que pudieran en-
frentar las entidades de intermediación financiera.
El régimen de la LIF se caracterizaba por su extrema parquedad en esta ma-
teria, limitándose a conferir al BCU potestad sancionatoria. Además, las normas
anteriores a la LIF eran de dudosa vigencia y aportaban soluciones parciales a
este tema. Esta imperfecta regulación normativa determinó, en algunas oportu-
nidades, que el BCU debiera recurrir a interpretaciones jurídicas discutibles; y,
en otras, se viera obligado a arbitrar soluciones especiales al margen del marco
jurídico vigente.
Las nuevas normas establecen una gradación que va desde la asistencia fi-
nanciera y la aprobación de medidas de excepción, tendientes a adecuar o sanear
la empresa ante problemas coyunturales, hasta medidas más extremas como la
intervención judicial o la suspensión de actividades:
a) Establece una nueva regulación para la asistencia financiera por el BCU
a las entidades bancarias45, a través de la regulación de la actuación de dicho
44 Con anterioridad a la ley, el decreto 382/989 de 16 de agosto de 1989 –de la misma fecha que
el decreto 381/989 reglamentario de la banca off-shore- había impuesto a las entidades de in-
termediación financiera, organizadas como sociedades anónimas, la obligación de reformar sus
estatutos sociales, expresando su capital por acciones nominativas y previendo en los mismos la
necesaria autorización del BCU para la transferencia de las acciones.
45 En el régimen anterior, la asistencia por el BCU a las entidades bancarias privadas estaba regu-
lada por la ley Nº 13.608 del 8 de setiembre de 1967, la cual en su artículo 29 preveía dos tipos de
asistencia: ordinaria y extraordinaria. Vé. OLIVERA GARCÍA, Manual, cit., p. 211.
Bodas de plata de la Ley de Intermediación Financiera 89

banco como prestamista de última instancia (art. 36) y la concesión de adelantos


a las entidades en dificultades (art. 37).
b) Incorpora algunas medidas de excepción ante situaciones de dificultad
económica de las entidades de intermediación financiera, las cuales fueron toma-
das de la ley argentina Nº 22.529 del 22 de enero de 1982. Dichas medidas pasan
por solicitar a las entidades financieras en dificultades la presentación de planes
de adecuación (en caso de deficiencias de encajes, de responsabilidad patrimonial
o incumplimientos reiterados de normas técnicas), de saneamiento (en caso de
fuertes caídas patrimoniales) o de recuperación (en caso de solicitud de prórroga
para cancelar la asistencia financiera) (arts. 16 y 39).
c) Regula la intervención y la suspensión de actividades de las entidades de
intermediación financiera por el BCU, como medida preventiva de la crisis (art.
35). También prevé el régimen de posterior reincorporación de la entidad inter-
venida (art. 40). En el régimen original de la LIF, que no resulta derogado, la
intervención y la suspensión de actividades estaban previstas únicamente como
una sanción (art. 20).

c) Liquidación administrativa de las entidades financieras

La reforma consagra un régimen de liquidación administrativa de las enti-


dades de intermediación financiera, disponiendo que el BCU será liquidador, en
sede administrativa, de las empresas integrantes del sistema de intermediación
financiera y de sus colaterales (art. 41)46.
La nueva solución legal se alineó con el marco resultante de la aplicación de
la ley Nº 9.756 de 1938, la cual disponía que, cuando procediera la liquidación
de bancos privados o de cualesquiera de las restantes entidades previstas en la
referida ley, por vía de mandato judicial o por imperio de la ley misma, dicha li-
quidación debía llevarse a cabo por intermedio del BROU investido en funciones
de liquidador (art. 11). Este cometido pasó posteriormente al BCU47.
Durante la vigencia de la ley Nº 9.756, en los casos de liquidación judicial de
entidades bancarias, se planteaba la duda respecto a cuáles eran estrictamente
las funciones de liquidador que la ley atribuía a la autoridad bancocentralista.
Mientras algunos autores48 sostenían que simplemente sustituían a los síndicos
definitivos, otros49 entendían que debían considerarse sustituidos por el BCU to-
46 El artículo 34 de la ley Nº 13.608 había ya dispuesto que la liquidación de una institución banca-
ria tendrá fuero de atracción con respecto a la liquidación de sus empresas colaterales, cualquie-
ra sea su naturaleza jurídica y la índole del giro de éstas, facultando al BCU la determinación de
las mismas. Por su parte, el artículo 475 de la ley Nº 13.892 del 19 de octubre de 1970 aclaraba
el alcance del concepto de fuero de atracción, disponiendo que, para el caso de liquidación, la
entidad bancaria y sus colaterales serían consideradas una sola entidad patrimonial, con pres-
cindencia de su diversidad jurídica.
47 Con la creación del BCU, el mismo asumió la totalidad de las competencias atribuidas al Depar-
tamento de Emisión del BROU. Vé. DELPIAZZO, El Banco Central del Uruguay, cit., p. 43 y ss.
48 PEREZ FONTANA, El control de la banca privada en el Uruguay, RDCO, año XXII, Nº 206, ps.
47-48.
49 CARVALHO, Posición de los acreedores en la liquidación de los bancos privados por el Banco
Central, RDJA, t. 66, p. 18 y ss.
90 Ricardo Olivera García

dos los órganos de la liquidación judicial (síndicos provisorios, junta de acreedo-


res y síndicos definitivos). Es decir que, declarada judicialmente la liquidación de
la entidad, se consagraba un régimen de liquidación puramente administrativa.
Esta tesis fue la que prosperó finalmente en la jurisprudencia.
Si bien la LIF derogó expresamente la ley Nº 9.756 y con ella su art. 11, en
la práctica siguió procediéndose en la misma forma prevista por el régimen an-
terior, realizándose la liquidación en vía administrativa de las entidades cuya
liquidación hubiera sido dispuesta judicialmente.
El régimen de liquidación administrativa contenido en la reforma presenta
las siguientes características:
a) La disolución de las entidades y el consiguiente estado de liquidación
serán declarados por el BCU, rigiendo subsidiariamente en cuanto a los proce-
dimientos de liquidación los principios generales y preceptos de la legislación
vigente en materia de liquidación de sociedades.
b) La liquidación comprenderá a la entidad de intermediación financiera y
a sus colaterales, correspondiendo al BCU la determinación de las empresas que
se consideran colaterales.
c) El BCU dispone de los más amplios poderes de administración y dispo-
sición, sin limitaciones de especie alguna, sobre los bienes, acciones, derechos y
obligaciones de las sociedades o empresas comprendidas en la liquidación, a cuyo
efecto podrá levantar los embargos e interdicciones trabados.
d) Al BCU le compete la verificación de créditos, la definición de masa sol-
vente e insolvente, la conversión de obligaciones en moneda nacional o extranje-
ra o en unidades reajustables, la determinación del orden de preferencia en los
pagos, el prorrateo de los fondos y demás competencias que sean necesarias para
el logro de sus fines.
e) Tendrán la calidad de título ejecutivo a las resoluciones firmes del BCU
que liquiden créditos de las empresas en liquidación contra terceros.
f) Las resoluciones del BCU podrán apelarse ante el Tribunal de Apelacio-
nes en lo Civil (ley Nº 13.892 de 19 de octubre de 1970, art. 480).
Este rudimentario régimen de liquidación administrativa demostró su insu-
ficiencia ante la crisis bancaria del 2002 y provocó una importante modificación
legislativa en ese sentido.

d) Irresponsabilidad del Estado por el incumplimiento


de las entidades financieras

La ley Nº 16.327 proclama que “el Estado no es responsable por cualquier in-
cumplimiento en que puedan incurrir las instituciones financieras no estatales”.
Agrega a continuación que “éstas deberán advertir a sus clientes de tal circuns-
tancia en los términos que reglamentará el Banco Central del Uruguay” (art. 42).
Se trata de una norma curiosa, que no hace más que consagrar algo obvio: la
irresponsabilidad del Estado por las obligaciones contraídas por los operadores
Bodas de plata de la Ley de Intermediación Financiera 91

privados. En la medida que no existe ninguna norma que, por la positiva, hu-
biera establecido dicha responsabilidad, consagrar la irresponsabilidad por la
negativa resulta innecesario.
Sin embargo, esta declaración principista tiene su explicación. A partir de la
crisis bancaria de 1965 –y fundamentalmente a partir de la década del 80– el
Estado asumió sistemáticamente la política de evitar que los bancos cayeran y
que los depositantes dejaran de percibir el importe de sus depósitos. Para esto re-
currió a la venta asistida de las entidades en dificultades, con compra de cartera
por el BCU; a la capitalización y gestión de la entidad; y a otros mecanismos de
apoyo económico. Esto determinó que se generalizara la opinión de que el Estado
uruguayo garantizaba los depósitos del sistema, lo cual la ley buscó aclarar que
no era así.
Sin perjuicio de esta norma, la política del Estado de asistir a las entidades
bancarias en dificultades continuó a partir de la ley y, en la crisis del 2002, sólo
se interrumpió cuando el Estado se quedó sin recursos suficientes para seguir
haciéndolo.

e) Forma de organización y transferencia de acciones

El régimen original de la LIF no establecía restricción alguna respecto a la


forma institucional que podían adoptar las entidades de intermediación financie-
ra50. Si bien la mayoría se encontraban organizadas como sociedades anónimas
o como sucursales de entidades constituidas en el exterior, no existía ninguna
previsión al respecto. Solamente la ley societaria les prohibía organizarse como
sociedades de responsabilidad limitada (ley Nº 16.060, art. 518)51. Es más, la ley
Nº 9.989 del 20 de diciembre de 1940 se refería expresamente al procedimiento
a seguir en el caso de la liquidación de los bancos organizados como sociedades
colectivas o en comandita.
La reforma de ley Nº 16.327 dispuso que los bancos deberán organizarse bajo
forma de sociedades anónimas, excepto que fueran sucursal de una sociedad ex-
tranjera (art. 17).
Quedan excluidas de esta norma las cooperativas de intermediación financie-
ra, las cuales son autorizadas por la ley a transformarse en bancos cooperativos,
en cuyo caso se les aplicarán las mismas disposiciones de carácter fiscal y banco-
centralista que a los demás bancos.
En el caso de las entidades de intermediación financiera organizadas como
sociedades anónimas, la ley Nº 16.327 legaliza las restricciones impuestas en vía
reglamentaria por el decreto 382/989 del 16 de agosto de 1989, disponiendo que
deberán expresar su capital por acciones nominativas (art. 43) y previendo en
sus estatutos sociales la necesaria autorización del BCU para la transferencia de
tales acciones (art. 45).
50 Vé. OLIVERA GARCÍA, Manual, cit., ps. 101-102.
51 BUGALLO MONTAÑO, Sociedades de responsabilidad limitada en el Derecho uruguayo, 2ª ed.,
Montevideo, Montevideo, 2007, ps. 72-73.
92 Ricardo Olivera García

f) Ampliación de la capacidad operativa


de las cooperativas de intermediación financiera

La ley Nº 16.327 amplía la capacidad operativa de las cooperativas de inter-


mediación financiera. En el régimen de la LIF, a las cooperativas de interme-
diación financiera les estaba prohibido recibir depósitos a la vista o en cuenta
corriente y autorizar que se gire contra ellos mediante cheques52.
Sin perjuicio de esto, a los efectos de superar la restricción para operar con
cheques, se había desarrollado en la práctica de operar con letras de cambio a
la vista, giradas contra dichas cooperativas (órdenes de pago cooperativas), las
cuales operaban comercialmente como cheques y eran incluso aceptadas en su
compensación interbancaria.
La nueva ley modifica este régimen, otorgando a las cooperativas de inter-
mediación exactamente la misma capacidad operativa que los bancos. Al res-
pecto, la norma contenida en el artículo 17 bis extiende a las cooperativas de
intermediación financiera el régimen de monopolio establecido para los bancos.
La principal incidencia de esta norma consiste en la posibilidad de operar con
cuentas corrientes y cheques, así como la de actuar sin restricciones con terceros
no socios.

5. La Carta orgánica del Banco Central del Uruguay

El 30 de marzo de 1995 fue aprobada la ley Nº 16.696 que otorga al BCU su


primera carta orgánica. El BCU había sido creado por la Constitución Nacional
en su reforma de 1967 como ente autónomo (art. 196)53, la cual dispuso (Dispo-
sición Transitoria H) que, hasta que no se dictara la ley que determinara sus
cometidos y atribuciones estaría dirigido por un Directorio integrado por cinco
miembros (Disposición Transitoria F)54 y tendría los cometidos y atribuciones
correspondientes al Departamento de Emisión del Banco de la República.
La falta de una carta orgánica que sistematizara el régimen aplicable al BCU
determinó que la normativa bancocentralista pasara a estar formada por un en-
jambre de leyes, decretos y resoluciones que habían establecido los cometidos y

52 En el régimen de la LIF las cooperativas de intermediación financiera entraban en la categoría


residual de entidades de intermediación financiera, inhibidas de realizar aquellas operaciones
reservadas al monopolio de los bancos. Tampoco habían sido autorizadas por el Poder Ejecutivo a
recibir depósitos a la vista en moneda extranjera de no residentes, tal como ocurrió con las casas
financieras y bancarias. En cambio, la parte final del artículo 30 –hoy derogada- les autorizaba
a recibir depósitos en caja de ahorro de sus socios, no considerándoles tampoco aplicable la res-
tricción establecida en el artículo 17 literal c) para recibir de residentes depósitos a plazo (Vé.
OLIVERA GARCÍA, Manual, cit., ps. 89-91).
53 Posteriormente, la ley Nº 13.608 de 8 de setiembre de 1967 lo calificó como Ente autónomo comer-
cial.
54 Posteriormente, el decreto-ley Nº 14.173 de 12 de marzo de 1974 redujo de cinco a tres el número
de integrantes del Directorio del BCU.
Bodas de plata de la Ley de Intermediación Financiera 93

atribuciones del Departamento de Emisión del BROU55, y que se les dio en lla-
mar, según vimos, la “Carta orgánica invisible” del BCU56.
Este régimen precario perduró durante casi 30 años, durante los cuales exis-
tieron numerosas propuestas e intentos –todos frustrados- de aprobar una Carta
orgánica.
La discusión de lo que terminaría siendo la ley Nº 16.696 estuvo signada por
dos objetivos fundamentales: la sistematización y modernización de la normati-
va dispersa relativa al BCU, y la profundización de la independencia política del
BCU.
Con respecto al primer punto, además de la profusa normativa referente a las
atribuciones y cometidos del Departamento de Emisión del BROU y a las que se
fueron aprobando sobre aspectos específicos de los cometidos del BCU, se habían
sancionado una serie de normas importantes que involucraban al BCU, entre
las que se contaban la propia LIF y la reforma a la misma introducida por la ley
Nº 16.327, y la ley Nº 16.426 de 14 de octubre de 1993 de Desmonopolización del
Mercado de Seguros.
Con estas leyes se comenzó un proceso de consolidación del BCU como mega-
controlador de la actividad financiera en nuestro país, el cual sería luego comple-
tado con la aprobación de la Ley de Reforma de la Seguridad Social (Nº 16.713 de
3 de setiembre de 1995), que le otorgó el cometido de contralor de las sociedades
administradoras de los fondos de ahorro provisional (AFAPs); de la Ley de Mer-
cado de Valores (Nº 16.749 de 30 de mayo de 1996), que le confirió las atribucio-
nes de una comisión de valores; de la Ley de Fondos de Inversión (Nº 16.774 de
27 de setiembre de 1996), que le asignó el cometido de controlar a las sociedades
administradoras de fondos de inversión); y de la Ley de Fideicomisos (Nº 17.703
de 27 de octubre de 2003) que le dio el control sobre los fiduciarios profesionales
y financieros.
Con respecto a la separación del BCU del poder político, la propuesta formu-
lada al discutirse el proyecto de Carta orgánica fue la de llevar a ocho años la
vigencia del mandato de los directores del BCU. Con esta propuesta se pretendía
que, la no coincidencia temporal del mandato de dichos directores con el período
de un gobierno en particular, determinara que debieran elegirse para dichos
cargos personas que postularan para los mismos, no en función de sus simpatías
políticas, sino de su idoneidad técnica para el cargo.
Esta propuesta se inscribía en la tendencia internacional de separar la banca
central del poder político, como forma de evitar que la dirección monetaria fuera
utilizada como una herramienta de demagogia política, cargando el costo de la
misma en la actividad de los operadores económicos. Para esto, se busca una
mayor profesionalización y tecnificación de las funciones vinculadas al régimen
55 En este sentido, resultó singularmente importante el estudio realizado por DELPIAZZO en la
primera edición de su obra “El Banco Central del Uruguay” (Montevideo, 1983), en la cual realiza
un estudio sistemático de esa normativa dispersa, el cual culmina con un Texto ordenado de la
carta orgánica del BCU, aporte valioso para la posterior tarea de redacción de la actual carta
orgánica.
56 PACCHIOTTI, Proceso y realidad del Banco Central del Uruguay, cit., p. 29.
94 Ricardo Olivera García

monetario y una separación institucional de la banca central del poder político,


como forma de ponerla a salvo de sus influencias. Este modelo, que conoce al
Bundesbank alemán como ejemplo más típico y que ha sido recogida por varios
regímenes de derecho comparado (en Latinoamérica el ejemplo chileno es el más
característico), influyó en la regulación de la banca central y se tradujo en un
incremento sustancial de los poderes que la misma posee57.
Este objetivo no fue logrado, al no estar dispuesto el poder político a resignar
la facultad de designación del directorio del BCU en cada período de gobierno,
perdiéndose la oportunidad histórica de consagrar un régimen de mayor inde-
pendencia del BCU.
En lo que respecta específicamente a la regulación de la actividad de inter-
mediación financiera, la ley Nº 16.696 realiza pocos aportes, limitándose a esta-
blecer que, respecto a las entidades de intermediación financiera, el BCU tendrá
las atribuciones que surgen de la legislación vigente y de la propia ley (art. 34)58.
Realiza además algunos pequeños ajustes al régimen de actuación del BCU como
prestamista de último instancia y al régimen de adelantos de asistencia financie-
ra, contenido en la reforma a la LIF realizada por la ley Nº 16.327 (arts. 36 y 37).
No obstante, el aporte más importante que realiza la ley Nº 16.696 al régimen
de funcionamiento de sistema de intermediación financiera es la creación de Su-
peintendencia de Instituciones de Intermediación Financiera (SIIF), a través de
la cual el BCU ejercerá la supervisión y fiscalización de las instituciones públicas
y privadas que integran el sistema de intermediación financiera (art. 38).
La SIIF depende del Directorio del BCU, contando con autonomía técnica y
operativa. Se encuentra a cargo de un Superintendente, designado por unanimi-
dad del Directorio del BCU, el cual actuará –en este caso sí- por un período de
ocho años.
Entre otros cometidos, la ley otorga a la SIIF, entre otros, los siguientes come-
tidos y atribuciones (art. 39):
a) Dictar normas genéricas de prudencia, así como instrucciones particulares,
tendientes a preservar y mantener la estabilidad y solvencia de las empresas
de intermediación financiera;
b) Habilitar la instalación de empresas de intermediación financiera, una vez
autorizadas por el Poder Ejecutivo;
c) Autorizar la apertura de dependencias de empresas de intermediación finan-
cieras ya instaladas;
d) Emitir opinión sobre los proyectos de fusiones, absorciones y toda otra trans-
formación de empresas de intermediación financiera;

57 Vé. OLIVERA GARCÍA, Prólogo a la obra de DELPIAZZO, El Banco Central del Uruguay, cit., p.
XIV.
58 Interpretando además el alcance del art. 15 de la LIF, la ley Nº 16.696 reconoce al BCU la potes-
tad de reglamentar y controlar la actividad de aquellas empresas que, sin ser instituciones de
intermediación financiera, realicen colocaciones e inversiones financieras con recursos propios o
en cuyo financiamiento no participe el ahorro público, y aquellas que se limiten a aproximar a las
partes en negocios de carácter financiero sin asumir obligación o riesgo alguno.
Bodas de plata de la Ley de Intermediación Financiera 95

e) Autorizar la transferencia de acciones de las empresas de intermediación fi-


nanciera organizadas como sociedades anónimas;
f) Aprobar los planes de recomposición patrimonial o adecuación que presenten
las empresas de intermediación financiera;
g) Requerir a los intermediarios financieros que le brinden información con la
periodicidad y bajo la forma que juzgue necesaria, así como la exhibición de
registros y documentos;
h) Establecer el régimen informativo contable al que deberán ceñirse las empre-
sas de intermediación financiera;
i) Reglamentar la publicación periódica de los estados contables y otras infor-
maciones de las instituciones de intermediación financiera;
j) Realizar el seguimiento de cada integrante del sistema de intermediación fi-
nanciera, a efectos de verificar su situación económica financiera y el cumpli-
miento de las normas vigentes;
k) Proponer al Directorio la aplicación, a los mencionados infractores, de sancio-
nes pecuniarias más graves o de otras medidas, tales como la intervención, la
suspensión de actividades o la revocación de la habilitación para funcionar.
Asimismo, podrá recomendar al Directorio que gestione ante el Poder Ejecu-
tivo la revocación de la autorización para funcionar por razones de legalidad
o de interés público;
Es decir que, tanto por delegación del Directorio del BCU como por ejercicio
de cometidos propios, en calidad de órgano desconcentrado, sujeto a jerarquía
administrativa, la SIIF pasa a concentrar la amplia mayoría de las potestades de
regulación y de control del sistema de intermediación financiera.
Cabe destacar que, revirtiendo parcialmente la batalla perdida en oportuni-
dad de la aprobación de la ley Nº 16.327, la ley Nº 16.696 sujeta a las entidades
de intermediación financiera públicas a la potestad de regulación y de control de
la SIIF (art. 38), aunque las excluye de su potestad sancionatoria (art. 39 lit. K).

6. La crisis financiera del 2002

Resulta imposible realizar un análisis de la aplicación de la LIF y de sus


sucesivas reformas a través de su más de 25 años de vigencia, sin detenernos
a analizar la crisis sufrida en el sistema bancario uruguayo en el año 2002 y el
impacto que la misma tuvo en la normativa posterior.
Durante el año 2002, el sistema bancario uruguayo vivió la más grave crisis
de su último siglo de existencia.
Padeció una crisis de liquidez profunda, de carácter sistémico, que dejó iner-
me al Estado uruguayo, impidiéndole perseverar en la política de sostenimiento
de las entidades bancarias en crisis, que había mantenido en forma consistente
durante las últimas cuatro décadas59.
59 Vé. OLIVERA GARCÍA-BRAGARD-LEIZA ZUNINO, El sistema bancario uruguayo a partir de
la crisis, Punta del Este, 2003, p. 25 y ss.
96 Ricardo Olivera García

A partir de la crisis de 1965, la política seguida por las autoridades públicas


frente a las crisis enfrentadas por las entidades bancarias había sido, en todos
los casos, adoptar diferentes medidas tendientes a evitar la caída de las entida-
des o, al producirse la quiebra de las mismas, procurar la satisfacción íntegra
de sus depositantes. Estas medidas consistieron, en algunos casos, en otorgar
asistencia financiera para procurar la continuación de la entidad60; en otros,
se produjo la liquidación de la entidad, asumiendo el Estado sus obligaciones
y subrogándose a los acreedores en el procedimiento liquidatorio61; en otros, la
solución fue la transferencia de las acciones de la entidad en dificultades a una
entidad bancaria del exterior, interesada en instalarse en nuestra plaza, facili-
tando el BCU la operación a través de la compra de parte de la cartera de ma-
yor riesgo, sustituyéndola por deuda externa uruguaya62; en otros, se produjo la
toma de control de las entidades por el BROU y/o por la Corporación Nacional
para el Desarrollo (CND), a través de la transferencia a su favor de la totalidad o
de parte del paquete accionario y/o de la capitalización de la misma63; finalmen-
te, en otros casos, la solución fue fusionar entre sí a entidades en dificultades,
con la finalidad de que la suma de ambas, a pesar de su situación de dificultad,
permitiera aumentar su solidez y dar cumplimiento a requerimientos técnicos
impuestos por el BCU64.
Es decir que, desde la creación del BCU, las crisis bancarias fueron asumidas
en nuestro país a través de un elenco de opciones diferentes, las cuales tienen
un solo elemento en común: todas ellas suponen excluir a los depositantes de los
efectos de la crisis, asumiendo en última instancia el Estado el riesgo final de las
crisis experimentadas por dichos bancos65.
En la crisis del 2002, el Estado –a través del BCU– procuró mantener la po-
lítica de sustentación de las entidades en crisis, prestando asistencia financiera
60 La ley 13.608 del 8 de setiembre de 1967 otorgó al BCU la facultad de prestar a las entidades
bancarias asistencia financiera ordinaria (hasta el monto del capital y reservas de la empresa
asistida) y extraordinaria (ante situaciones de emergencia, que pongan en peligro la estabilidad
del sistema bancario nacional).
61 Esta fue la solución adoptada en el caso de los bancos Mercantil, de Fomento Industrial y Comer-
cial, de Cobranzas, Sociedad de Bancos, Aldave y Martínez, y del Plata.
62 Esta solución permitió superar la crisis y mantener en funcionamiento al Banco Panamerica-
no, luego Centrobanco y Centro Hispano Banco, y hoy disuelto voluntariamente y retirado de
la plaza; a Bancos del Litoral Asociados, hoy Banco Santander; a Banca Federada del Interior
(BANFED), luego Banco Exterior y Argentaria, y hoy fusionado en Banco de Bilbao y Vizcaya
Argentaria (BBVA); al Banco Financiero Sudamericano, luego NMB Bank e ING Bank, hoy ab-
sorbido por el Banco Comercial. También fue el procedimiento utilizado para la reprivatización
del Banco Comercial y del Banco Pan de Azúcar, luego de haber sido gestionados por el Estado.
63 Este procedimiento fue utilizado en el caso de los bancos Comercial, Pan de Azúcar, de Italia y La
Caja Obrera. Banco de Italia fue absorbido por Banco Pan de Azúcar. Luego de un frustrado pro-
ceso de privatización en 1998 se fusionó con Banco de Crédito. Banco Comercial fue privatizado
en 1990 y Banco La Caja Obrera lo fue en 2001. Estos dos bancos fueron liquidados por el BCU a
fines de 2002, en el marco de la crisis bancaria desencadenada en ese momento.
64 Este fue el caso de la fusión entre Banco de Italia y Banco Pan de Azúcar y de la fusión entre
Banco Pan de Azúcar y Banco de Crédito. En este último caso, el control de la entidad producto
de la fusión fue asumido por la CND por capitalización.
65 En este período no se siguió el mismo el criterio en el caso de otras entidades de intermediación
financiera, ya que fueron liquidadas por el BCU las casas bancarias Sudafricana, Invest-banca e
Hispanoamericana.
Bodas de plata de la Ley de Intermediación Financiera 97

a las mismas. La profundidad de la crisis de confianza en el sistema y la terrible


“corrida” bancaria sufrida por todo el sistema determinaron que se agotaran las
reservas existentes y, consecuentemente, la capacidad de mantenimiento de esta
política.
La crisis se tradujo en una pérdida masiva de depósitos del sistema, los cuales
cayeron 43% entre el 31 de diciembre de 2001 y el 31 de julio de 2002, pasando de
USD 14.868 millones a USD 8.547 millones. La corrida fue sensiblemente mayor
en la banca privada, donde la reducción alcanzó el 48%, mientras que en la banca
pública fue sólo del 28%. Se perdieron el 61% de los depósitos de no residentes y
el 26% de los depósitos de residentes.
La crisis de liquidez del 2002 afectó, en mayor o menor grado, a todo el siste-
ma financiero uruguayo. Fueron reprogramados por decisión legal los depósitos
en moneda extranjera constituidos en los bancos públicos (BROU y Banco Hipo-
tecario del Uruguay - BHU)66, los cuales representaban casi el 33% del total del
sistema. Fueron suspendidos y liquidados, o debieron promover procedimientos
concursales bancos representativos del 30% del total del sistema67. Es decir que
el 63% del sistema bancario entró en cesación de pagos, en tanto que el resto del
mismo debió enfrentar serios problemas de liquidez.
La crisis motivó diversas respuestas en el plano normativo, entre las que de-
ben destacarse la ley Nº 17.523 de 4 de agosto de 2002, denominada Ley de For-
talecimiento del Sistema Bancario (LFSB) y la ley Nº 17.613 de 27 de diciembre
de 2002, denominada Ley de Reestructura del Sistema Bancario (LRSB).
La LFSB fue proyectada durante el feriado bancario decretado por el Go-
bierno el día 20 de julio de 2002 y tuvo como finalidad primordial fortalecer el
sistema bancario uruguayo, imponiendo determinadas soluciones que podrían
calificarse como inéditas, atendiendo a la tradición uruguaya en la materia. Las
principales previsiones establecidas por esta ley fueron las siguientes68:
a) La reprogramación de los vencimientos de los depósitos bancarios cons-
tituidos a plazo fijo en moneda extranjera en los bancos del Estado (BROU y
BHU) con anterioridad al 30 de julio de 2002. La prórroga legal se estableció en
tres años, con vencimientos anuales: 25% el primer año, 35% el segundo año y
40% el tercer año (arts. 3 y 4). Al mismo tiempo, se preveía la documentación de
los depósitos reprogramados en certificados de depósito, a los efectos de que sus
titulares pudieran obtener liquidez de los mismos a través de la negociación del
título en el mercado secundario.
b) La creación del Fondo de Estabilidad del Sistema Bancario (FESB), por
la suma de USD 1.500 millones, con la finalidad de garantizar los depósitos a
la vista (cuenta corriente y caja de ahorros) en los bancos del Estado (BROU y
BHU) (arts. 1 y 2), así como los depósitos a la vista en el sistema bancario priva-
do, sujeto a un sistema de pago con subrogación (art. 9).

66 Dispuesta por la ley Nº 17.523 de 4 de agosto de 2002 (arts. 3 a 5).


67 Se trató de los bancos Comercial, Montevideo, La Caja Obrera, de Crédito y Galicia, de la Com-
pañía General de Negocios S.A.I.F.E. y de la Cooperativa CAYCU.
68 Vé. OLIVERA GARCÍA-BRAGARD-LEIZA ZUNINO, ob.cit., p. 31 y ss.
98 Ricardo Olivera García

c) La transferencia a título universal al BROU de los depósitos en moneda


extranjera del BHU (art. 8).
d) La facultad del BCU de efectuar pagos con subrogación o adelantos a
los ahorristas del sector no financiero de los depósitos en cuenta corriente y caja
de ahorro en moneda nacional y extranjera de las entidades que se encontraran
suspendidas (bancos Comercial, La Caja Obrera, Montevideo y de Crédito), con
la finalidad de mantener la continuidad y liquidez de la cadena de pagos (art. 9).
La LRSB, producto de un análisis ligeramente más detenido, incorporó a
nuestro sistema de regulación bancaria una serie de normas fundamentales, las
cuales pueden agruparse en las siguientes categorías:
a) Normas de fortalecimiento de la supervisión del sistema financiero.
b) Normas sobre liquidación de entidades financieras.
c) Normas específicas para la liquidación de las entidades suspendidas.
d) Normas sobre garantía de depósitos bancarios.
Agregó además algunas normas en materia de subsidio por desempleo para
los trabajadores de las entidades que resultaran liquidadas.

7. La segunda gran reforma: la ley Nº 17.613 de 2002 (LRSB)

Por un curioso hechizo, la LIF se ha venido enfrentando cada 10 años a mo-


dificaciones sustanciales. La primera, según vimos, fue la introducida por la ley
Nº 16.327 en 1992. La segunda, es la realiza la ley Nº 17.613 (LRSB) en las pos-
trimerías del 2002, pretendiendo dar una respuesta jurídica a la crisis sufrida.
Un importante número de normas vinculadas a la actividad bancaria han
sido resultado de crisis sufridas en el sector, al punto que podría afirmarse que
las crisis bancarias han sido en la historia motor de las innovaciones legislativas
en esta materia. Tal es el caso de la ley Nº 2.230 que incorporó el concordato
preventivo y la liquidación judicial de las anónimas; de la ley Nº 13.330, que es-
tableció una serie de normas orientadoras del crédito y limitantes de la operativa
de los bancos; de la propia LIF, que buscó atemperar los efectos sobre el sistema
del quiebre de la política tabular del Gobierno; y de la LRSB, que encaró, por
primera vez en la historia legislativa de nuestro país, el tema de la liquidación
de las entidades financieras.
En algunos casos, las disposiciones de la LRSB modifican expresamente el
texto de la LIF, mientras que en otros –la mayoría- introducen nuevas disposi-
ciones al margen de la LIF, pero referentes a su misma temática.

a) Fortalecimiento del sistema financiero

Bajo este capítulo, la LRSB incorpora una serie de disposiciones vinculadas a


la regulación y control de las entidades de intermediación financiera. En la línea
de las recomendaciones en materia de supervisión aprobadas por el Comité de
Bodas de plata de la Ley de Intermediación Financiera 99

Basilea, se fortalecen los mecanismos de supervisión bajo la órbita del BCU, a


través de la ampliación del ámbito subjetivo de aplicación de sus potestades, en
la incorporación de nuevos medios para ejercer el contralor y el aumento de su
potestad sancionatoria.
Las principales innovaciones incorporadas en esta materia son las siguien-
tes69:
a) La ampliación del ámbito subjetivo de la supervisión del BCU, la cual
alcanza a las empresas que conformen un grupo económico con la entidad de
intermediación financiera controlada, teniendo en cuenta la existencia y situa-
ción del grupo y su incidencia en la actividad, solvencia y liquidez de la entidad
controlada (art. 1); así como a las empresas en las cuales las entidades bancarias
tercericen servicios inherentes a su giro los cuales, de ser prestados por las pro-
pias dependencias de la entidad, habrían estado sujetos a la potestad normativa
y de control del BCU (art. 2).
b) La imposición a los empleados de las empresas controladas por el BCU
de un deber de información respecto de las infracciones a las leyes y decretos
que rigen la actividad bancaria, así como a las normas generales e instrucciones
particulares dictadas por el BCU, que tengan conocimiento en el ejercicio de sus
funciones. Se establecen además garantías de confidencialidad y de protección
para el funcionario informante (art. 3).
c) El otorgamiento al BCU de la potestad de aplicar a los bancos públicos
sanciones como la observación, el apercibimiento y la multa, en similares condi-
ciones que las restantes entidades de intermediación financiera (art. 6).
d) El establecimiento de diversos controles sobre el capital accionario de las
entidades bancarias: dispone que la transferencia de las acciones estará sujeta
a la previa autorización del BCU, que resolverá teniendo en cuenta razones de
legalidad, de oportunidad y de conveniencia; crea un registro público de accio-
nistas en el que deberá establecerse el sujeto de derecho que, a juicio del BCU,
ejerce el efectivo control (art. 8); y concede al BCU la potestad de imponer a las
entidades de intermediación financiera modificaciones en la estructura de su
capital accionario, excluyendo de la sociedad a aquellos accionistas que hubieran
sido sancionados por el BCU (art. 5)70.
e) Se declara de necesidad pública la expropiación por el Estado de las ac-
ciones de las empresas de intermediación financiera con actividad suspendida y
cuyos propietarios hubieran sido sancionados por el BCU (art. 9). La designación
de las acciones a expropiar será decretada por el Poder Ejecutivo, a propuesta
fundada del BCU y la determinación de la justa y previa compensación prevista
por el art. 32 de la Constitución de la República surgirá de la determinación del

69 Vé. OLIVERA GARCÍA-BRAGARD-LEIZA ZUNINO, ob.cit., p. 43 y ss.


70 Vé. OLIVERA GARCÍA, Las acciones de las entidades de intermediación financiera, ADCO, t. 10,
Montevideo, 2004, p. 25 y ss.; también en Estudios de Derecho Societario, Buenos Aires, 2005, p.
227 y ss.
100 Ricardo Olivera García

valor patrimonial de la empresa que realice el BCU, el cual podrá hacer constar
que la empresa tiene un valor patrimonial negativo (arts. 10 y 11)71.
f) El otorgamiento a la Superintendencia de Protección del Ahorro Banca-
rio –a la cual nos referiremos más adelante– la facultad de disposición sobre las
acciones de las sociedades de intermediación financiera que hubieran incum-
plido los planes de saneamiento o de recomposición patrimonial exigidos por o
presentados al BCU (art. 44 num. 5)72.

b) Regulación integral de la liquidación de entidades bancarias

La LRSB aprobó una nueva regulación al régimen especial para la liquidación


de entidades bancarias. Por primera vez en la historia de la legislación banca-
ria nacional el legislador estableció un régimen integral para la liquidación de
entidades bancarias. Si bien este régimen se vio impregnado del subjetivismo
propio de la necesidad de dar solución al problema concreto de la crisis del 2002,
sus normas tienen la generalidad y la abstracción necesarias para realizar una
regulación de los principales problemas que la liquidación bancaria plantea73.
El régimen establecido por la nueva ley presenta básicamente las siguientes
características:
a) Mantiene el principio de la liquidación administrativa de las entidades
por el BCU, siguiendo con la línea normativa marcada desde la Ley de Bancos de
1938 y consagrada explícitamente en la reforma de la LIF introducida por la ley
Nº 16.327 (art. 13).
Este procedimiento abarca todas las etapas de la liquidación de la entidad. La
disolución y el consiguiente estado de liquidación serán declarados por el BCU
(art. 14 inc. 1). A éste compete, como liquidador, la verificación de los créditos,
la definición de la masa solvente e insolvente, la conversión de la moneda de las
obligaciones, la determinación del orden de preferencia de los pagos, el prorrateo
de los fondos y demás competencias necesarias para el logro de sus fines (art. 14
inc. 2). Confiere además al BCU los más amplios poderes de administración y
disposición (art. 15).
b) Elimina todo control judicial, tanto previo como posterior al proceso de
liquidación. Las liquidaciones de empresas integrantes del sistema de interme-
diación financiera se declararán y tramitarán exclusivamente en vía adminis-
trativa, bajo el control jurisdiccional previsto para los actos administrativos (art.
41).
c) La liquidación alcanza no solamente a las entidades de intermediación
financiera, sino también a sus respectivas colaterales (art. 41), manteniendo la

71 OLIVERA GARCÍA, Las acciones, cit., ps. 32-33.


72 OLIVERA GARCÍA, Las acciones, cit., ps. 34-35.
73 Vé. OLIVERA GARCÍA, El nuevo régimen de liquidación de bancos en el Uruguay, Rev. de Dere-
cho, año III (2004), Nº 5, p. 71 y ss.
Bodas de plata de la Ley de Intermediación Financiera 101

solución de la LIF (con la redacción dada por la ley Nº 16.327). Se otorga al BCU
además la potestad de determinar las empresas que se consideren colaterales74.
d) Consagra un régimen de ejecución concursal del patrimonio de las enti-
dades liquidadas fundado en los principios y reglas de los procedimientos concur-
sales. La LRSB dispone que “la liquidación se regirá por las disposiciones de la
presente ley, y subsidiariamente y en lo pertinente, por las normas de liquidación
de sociedades anónimas” (art. 14 inc. 1)75.
e) Sin perjuicio de otorgar al BCU como liquidador los más amplios poderes
de administración y disposición (art. 15 inc. 1), prevé expresamente la posibili-
dad de que se constituyan uno o más fondos de recuperación de patrimonios ban-
carios, que se regirán por las disposiciones en materias de fondos de inversión
(ley Nº 16.774 de 27 de setiembre de 1996 y su modificativa Nº 17.202, de 24 de
setiembre de 1999) (art. 16 inc. 1).
Esta figura concursal permite separar de la entidad de intermediación finan-
ciera en liquidación todo o parte de sus activos, con la finalidad de constituir con
ellos un patrimonio de afectación, el cual será objeto de un proceso de liquidación
independiente. Los créditos contra la sociedad (pasivos) se transformarán en
aportes al fondo y los titulares de los créditos serán considerados cuotapartistas
del patrimonio de afectación a prorrata de ese monto.
La administración de esos fondos a cargo del BCU, o de la entidad bancaria
o sociedades de administración de fondos de inversión que éste designe (art. 17).
f) Prevé que el BCU, como liquidador bancario tendrá la facultad de enaje-
nar, como universalidad, un conjunto de bienes que integren el patrimonio de la
entidad en liquidación (art. 18). Se sustituye el procedimiento concursal tradicio-
nal de venta individual de los bienes, por la venta de un conjunto de ellos como
una universalidad, con la clara finalidad de que se obtengan mejores resultados
económicos en beneficio de la masa.
g) El BCU, como liquidador, con la opinión favorable de la SIIF, podrá cele-
brar acuerdos colectivos con los acreedores de los bancos en liquidación o con ca-
tegorías determinadas de éstos (art. 19). Prevé la posibilidad de que estos acuer-
dos contengan condiciones diferentes para determinadas categorías de créditos,
con lo cual se quiebra el principio de la par conditio creditorum, que informó
tradicionalmente el sistema concursal uruguayo76.
Se requerirá la adhesión de acreedores que representen el 66% de los pasi-
vos afectados por el acuerdo y, en el caso de acuerdos relativos a la emisión de
obligaciones negociables, el consentimiento de tenedores de obligaciones que re-
presenten la mayoría del capital circulante. El acuerdo propuesto, con el consen-

74 Véase comentario en nota 46.


75 La remisión debe considerarse realizada al régimen de la ley Nº 2.230 de 2 de junio de 1893 que
regula el régimen de liquidación judicial de las sociedades anónimas.
76 El establecimiento de soluciones diferenciales para determinados grupos o categorías de acree-
dores fue propuesta en nuestro proyecto de Ley de Concursos para el Uruguay, presentado por
el Poder Ejecutivo al Parlamento. Vé. OLIVERA GARCÍA, Anteproyecto de Ley de Concursos,
Montevideo, 1999, ps. 330 y 396.
102 Ricardo Olivera García

timiento de las mayorías establecidas, será obligatorio para todos los acreedores
alcanzados por el mismo, sean éstos adherentes o no adherentes.

c) Régimen especial de liquidación de las entidades suspendidas

Además de consagrar soluciones generales en materia de liquidación de las


entidades de intermediación financiera, la LRSB estableció también remedios de
aplicación inmediata para las entidades bancarias suspendidas a la fecha de su
vigencia, de forma de atenuar el fuerte impacto que su paralización generó en la
economía uruguaya77.
Para ello se establecieron soluciones tendientes a mantener activas las car-
teras de los bancos suspendidos, dinamizando los mecanismos de liquidación,
flexibilizando el accionar del BCU y aislando esos activos de las posibles acciones
judiciales que pudieran promoverse. Esta solución, previó además la creación de
un nuevo banco, integrado en parte con las estructuras de los bancos suspendi-
dos78.
Este complejo plan se compuso conceptualmente de tres elementos:
a) La constitución, de pleno derecho y como consecuencia de la decisión de
disolución y liquidación, de un Fondo de Recuperación Patrimonial por cada en-
tidad liquidada, administrados por el BCU (art. 24)79.
La misma resolución de disolución y liquidación determinó, también de pleno
derecho, la transferencia a favor de los fondos de todos los derechos y obligacio-
nes del banco disuelto. De esta forma, los depositantes que originariamente eran
acreedores de la entidad bancaria suspendida, vieron modificada su posición ju-
rídica por la de cuotapartistas de cada uno de estos fondos.
b) La oferta parcial de sus activos por parte de cada uno de los Fondos, me-
diante un procedimiento competitivo, a otras entidades de intermediación finan-
ciera autorizadas a operar en el país. Esta oferta resulta realizada por el BCU en
su carácter de liquidador y administrador de los Fondos (art. 25 inc. 1).
La enajenación de los activos de cada Fondo es realizada como universalidad,
con la particularidad que la transferencia a la institución adquirente no implica-
rá sucesión a título universal sino sólo la sustitución en las situaciones jurídicas
activas y pasivas, comprendidas en la universalidad que se determine (art. 38).
c) La creación de una nueva entidad de intermediación financiera, con el
objeto de participar en el proceso competitivo de enajenación de los activos de los

77 OLIVERA GARCÍA, El nuevo régimen de liquidación, cit., ps. 82-84.


78 Esta opción fue utilizada en el proceso de liquidación de los bancos Comercial, Montevideo y La
Caja Obrera.
79 Con fecha 31 de diciembre de 2002 el BCU dispuso la disolución y liquidación de los bancos Co-
mercial, Montevideo y La Caja Obrera. Al mismo tiempo, el BCU declaró constituido los Fondos
de Recuperación de Patrimonios Bancarios de cada una de esas entidades y aprobó el correspon-
diente reglamento de funcionamiento. En esa misma fecha se produjo la transferencia a los Fon-
dos constituidos, de todos los derechos y obligaciones, sus títulos y garantías, incluso los activos
líquidos.
Bodas de plata de la Ley de Intermediación Financiera 103

Fondos de Recuperación de Patrimonios. Con esta finalidad, la ley autorizó al


Estado a constituir una sociedad anónima de giro bancario y ser titular de parte
de sus acciones (art. 32).
En ejercicio de la facultad legal, el 31 de diciembre de 2002, el Poder Eje-
cutivo creó, por acto único, la nueva entidad de intermediación financiera con
la denominación de Nuevo Banco Comercial S.A., realizando la correspondiente
integración de capital.

d) Garantía de los depósitos bancarios

Como parte del elenco de soluciones tendientes a reinstalar la confianza en el


sistema bancario, erosionada gravemente por la crisis del 2002, la LRSB estable-
ció un régimen de garantía de depósitos.
Esta solución reconoce como antecedente la Ley de Emergencia Económica
Nº 13.330 dictada en el año 1965 que preveía la creación de un Fondo Especial
de Garantías para asegurar los depósitos constituidos por el público en la banca
privada, régimen que fue derogado expresamente por la LIF en 1982.
El sistema de garantía de depósitos presenta las siguientes características80:
a) Creación del Fondo de Garantía de Depósitos Bancarios, que se estruc-
tura bajo la forma de patrimonio de afectación independiente, sin personería
jurídica (art. 45).
Este Fondo de Garantía será gestionado por el BCU a través de la Superin-
tendencia de Protección del Ahorro Público, que se crea también por la LRSB
(art. 42). La legitimación de esta Superintendencia para administrar y disponer
de los recursos que integren el Fondo se encuentra limitada al cumplimiento de
los cometidos asignados en la ley.
b) El Fondo se integrará fundamentalmente con los aportes que realizarán
los bancos y cooperativas de intermediación financiera, de acuerdo a los porcen-
tajes que fije el Poder Ejecutivo (art. 47). Se prevé la existencia de un rango de
riesgos por institución, pudiendo existir tarifas diferenciales e incluso exonera-
ción de aportes para determinadas instituciones comprendidas.
c) El objeto del Fondo es garantizar exclusivamente las operaciones de de-
pósito bancario hasta la suma máxima que el Poder Ejecutivo fije a propuesta
del BCU. Esta garantía operará, según establece la ley, cuando se disponga la
liquidación o la suspensión de las actividades de la institución bancaria (art. 49).

8. Una asignatura pendiente: la revisión de la LIF

Durante el último cuarto de siglo, la LIF acompañó la vida y proporcionó un


marco normativo al sistema financiero uruguayo. En este período, fue posible

80 Vé. OLIVERA GARCÍA-BRAGARD-LEIZA ZUNINO, ob.cit., p. 79 y ss.


104 Ricardo Olivera García

apreciar sus virtudes y sus defectos. Algunos de éstos fueron corregidos –o no- a
través de las modificaciones legislativas de las cuales la LIF fue objeto.
El cumplimiento de las “bodas de plata” de la LIF es una oportunidad propicia
para que se reflexione sobre la normativa que ésta contiene, se revean algunas
de sus soluciones y se realicen propuestas para su mejoramiento.
Es importante que estos procesos de revisión se realicen en tiempo de calma,
cuando el sistema financiero no se ve enfrentado a superar crisis específicas, las
cuales motivan soluciones particulares, teñidas por el imperativo de superar un
trance adverso. Por otra parte, ya han transcurrido algunos años desde la crisis
del 2002, lo cual permite mirar con mayor objetividad los problemas regulatorios
del sector.
Esto resulta particularmente importante, ya que –desgraciadamente- la his-
toria normativa de la regulación bancaria fue, desde siempre, una legislación
de crisis, la cual contiene normas de emergencia, muchas veces aprobadas con
carácter transitorio, pero que resultan definitivamente incorporadas al régimen.
En este contexto, el 28 de diciembre de 2005, el Poder Ejecutivo envió un
proyecto de ley al Parlamento, por el cual se propone una serie de modificaciones
a la carta orgánica del BCU. Muchas de estas soluciones tienen incidencia en la
regulación y el funcionamiento de las entidades de intermediación financiera.
El proyecto consagra importantes soluciones largamente postergadas en
nuestra legislación bancaria. Según su propia exposición de motivos, las princi-
pales innovaciones introducidas por el proyecto son las siguientes:
a) Consolida y mejora la autonomía del BCU, definiendo adecuadamente
sus finalidades, formalizando sus decisiones políticas -cabe destacar, en este sen-
tido, la creación de un Comité de Coordinación Macroeconómica- y desvinculan-
do la designación del Directorio del ciclo electoral. En esta línea, se consagra la
duración de ocho años en el mandato de los directores, que no había prosperado
en oportunidad de la discusión parlamentaria de la ley Nº 16.696.
b) Fortalece la supervisión financiera, concentrando en una única superin-
tendencia la supervisión financiera actual y perfeccionando sus relaciones con
el Directorio. Al mismo tiempo, se consolida la supervisión del BCU tanto sobre
las entidades de intermediación financiera privada como de las públicas, en un
proceso que había venido avanzando con las leyes Nº 16.327 y Nº 17.613.
c) Crea la Corporación de Protección del Ahorro Bancario (COPAB) como
persona de derecho público no estatal, independiente del BCU, con el cometido
de administrar el Fondo de Garantía de Depósitos Bancarios, liquidar adminis-
trativamente las entidades integrantes del sistema de intermediación financiera
y sus colaterales, e implementar en las instituciones insolventes soluciones al-
ternativas a la liquidación.
Sin embargo, con independencia de sus aciertos, el proyecto de ley incursiona
desafortunadamente en otros temas vinculados a la intermediación financiera
y deja pendientes una serie de problemas que plantea la legislación vigente, los
cuales no logra superar.
Bodas de plata de la Ley de Intermediación Financiera 105

En consecuencia, el impulso de reforma de la carta orgánica del BCU no ener-


va la necesidad de revisar el régimen en materia de intermediación financiera.
Como corolario del análisis realizado, nos parece importante efectuar algunas
propuestas de revisión del régimen vigente, como aporte para una necesaria dis-
cusión sobre el tema.

a) La definición del concepto de intermediación financiera

Aunque parezca mentira, a pesar del tiempo transcurrido, el concepto de in-


termediación financiera establecido por la LIF en 1982 sigue planteando dudas
respecto de su interpretación y alcance.
La idea de regular la actividad bancaria a partir del concepto de interme-
diación financiera tiene una génesis histórica. La misma procede del desmem-
bramiento de los proyectos originariamente preparados por el BCU, los cuales
regulaban toda la actividad financiera, distinguiendo dentro de la misma: la in-
termediación financiera y la inversión financiera.
No obstante, no debe perderse de vista que el concepto de intermediación
financiera es utilizado por la ley para regular la actividad bancaria, la cual se
caracteriza por la intermediación en el mercado, tomando recursos a crédito de
aquellos operadores que tienen superávit financiero y recolocándolos, también
a crédito, a aquellos operadores que tienen déficit financiero, en una operativa
realizada en forma masiva.
En este sentido, la regulación de la actividad bancaria se caracteriza por la
captación de recursos provenientes del ahorro público. Esta circunstancia es la
que justifica la especial ingerencia del Estado en la regulación y el control de
esta actividad, supliendo la falta de información, de conocimiento y de experien-
cia profesional del inversor por una legislación tuitiva que busca preservar la
solvencia y la liquidez del intermediario. En este sentido, la regulación de la
actividad bancaria tal vez sea el área del derecho donde, desde más antiguo, se
han establecido normas de protección al consumidor.
En este sentido, la intermediación financiera debe ser interpretada como
aquella actividad en la cual la captación se realiza con recursos provenientes del
ahorro público, y no de otros operadores financieros profesionales que cuentan
con información, conocimiento y experiencia suficientes para adoptar sus deci-
siones de riesgo.
Este criterio parece ser el seguido por la ley Nº 16.696 cuando, en su art. 34,
distingue: por un lado, las instituciones de intermediación financiera y, por otro,
las entidades que –sin realizar intermediación– realizan la actividad financiera
a través de la realización de colocaciones o inversiones financieras con recursos
propios o en cuyo financiamiento no participe el ahorro público. De esta norma
parece surgir la interpretación correcta de que, realizar colocaciones o inversio-
nes financieras con recursos de terceros no es intermediación financiera, en la
medida que dichos recursos no resulten captados del ahorro público.
106 Ricardo Olivera García

Sin embargo, en este sentido, el proyecto de ley de reforma de la carta orgá-


nica del BCU parece dar un paso atrás en el proceso de esclarecimiento de este
concepto. Incluye entre las entidades sujetas a la supervisión del BCU, además
de las entidades de intermediación financiera, a diversas entidades que prestan
servicios financieros de cambio, transferencias domésticas y al exterior, servicios
de pago y cobranzas, servicios de cofres, créditos y otras de similar naturaleza.
Agrega que estas entidades sólo podrán financiarse con recursos propios o a tra-
vés de instituciones de intermediación financiera.
De la propuesta contenida en el proyecto parecería surgir que, para el caso de
que estas entidades se financiaran con recursos de terceros, que no provinieran
de dichas fuentes excluyentes, estarían realizando intermediación financiera.
Esto es un error. ¿Qué valor estamos salvaguardando cuando prohibimos a
una casa de cambio, a una empresa de pagos y cobranzas o a una empresa que
alquila cofres de seguridad que se financie con recursos aportados por sus socios,
crédito de sus proveedores o con una emisión de obligaciones negociables? ¿Por
qué discriminar a estas empresas respecto a todos los restantes operadores del
mercado, que realizan otras actividades comerciales, a los cuales no se les ex-
cluye estas fuentes corrientes y normales de financiamiento? ¿Qué deben hacer
estas entidades para acudir a otras fuentes de financiamiento: obtener autoriza-
ción del Poder Ejecutivo, mantener responsabilidad patrimonial mínima, cons-
tituir encajes?
No existe una respuesta lógica a estas interrogantes. La única explicación po-
sible reside en una profunda confusión respecto a lo que es la actividad bancaria
y la actividad de intermediación financiera.
Esto no supone sostener que la actividad financiera que no capta recursos
del ahorro público no deba ser regulada. Simplemente, que la regulación dicta-
da para la actividad bancaria debe ser limitada específicamente a este ámbito,
evitando el error de pretender aplicar a otras actividades normas propias de la
regulación del giro bancario.
De lo expuesto surge que la correcta definición del concepto de intermediación
financiera continúa siendo una asignatura pendiente, que la necesaria revisión
de la LIF debe encarar.

b) La participación de los bancos en otros agentes financieros

El negocio bancario ha determinado la necesaria creación o participación de


los bancos en otros vehículos que realizan actividad financiera: sociedades lea-
sing, emisores de tarjetas de crédito, empresas de crédito al consumo, cajeros
automáticos, etc.
Muchos de estos proyectos, organizados a través de sociedades anónimas, han
encontrado el obstáculo de una equivocada interpretación de la norma del art. 18
lit. d) de la LIF que prohíbe a las entidades de intermediación financiera priva-
das “efectuar inversiones en acciones”.
Bodas de plata de la Ley de Intermediación Financiera 107

La norma prohibitiva citada tiene su origen en una disposición de similar re-


dacción contenida en el art. 5 lit. b) de la ley Nº 13.330 de 1965. Esta restricción
fue establecida en una norma que buscaba limitar los destinos que las entidades
bancarias dieran a los recursos provenientes del ahorro público, con la finalidad
de evitar que realizaran operaciones ajenas al giro, incurriendo en riesgos dife-
rentes a los derivados del negocio bancario.
La participación de una entidad bancaria en un vehículo necesario para el de-
sarrollo de su giro nada tiene que ver con la aplicación de esta norma prohibitiva,
ya que no se trata de “inversiones” ni de la desviación de recursos financieros
en otras actividades no bancarias. Una aplicación inadecuada de la disposición
legal, lejos de cumplir con el objetivo legal de proteger el ahorro público, no hace
más que coartar legítimas posibilidades de negocios bancarios que las entidades
pretenden desarrollar.
Por otra parte, la capacidad que la ley Nº 17.613 brinda al BCU de controlar
los grupos económicos integrados por una entidad de intermediación financiera
evita cualquier posibilidad de que, a través de la participación en estos vehículos,
se eluda el cumplimiento por las entidades controladas normas prudenciales o
relaciones técnicas impuestas por la regulación bancocentralista.
La prohibición de participar en el capital de sociedades anónimas, a través de
las cuales las entidades de intermediación financiera privadas puedan cumplir
actividades vinculadas a su giro, crea además una asimetría inconveniente con
el régimen aplicable al BROU, al cual se le autoriza expresamente a “adquirir
acciones de sociedades anónimas constituirlas o participar en ellas, a los efectos
de cumplir directamente o por intermedio de las mismas negocios que se corres-
pondan con el giro financiero o bancario” (art. 27 de la ley Nº 9.808 de 2 de enero
de 1939, con el agregado incorporado por el art. 751 de la ley Nº 16.736 de 5 de
enero de 1996).
El tema del alcance de la prohibición consagrada por el art. 18 lit. d) de la LIF
se planteó con singular elocuencia en el año 1992, en oportunidad de creación de
la Bolsa Electrónica de Valores del Uruguay S.A. Esta bolsa de valores –anterior
a aprobación de la ley Nº 16.749- se organizó como una sociedad anónima, en
la cual eran operadores las entidades bancarias públicas y privadas de plaza,
y en la que cada entidad sería titular de una acción. Después de una oposición
cerrada de los servicios del BCU, que veían en este hecho una serie trasgresión
a la norma bajo análisis, el Directorio del BCU entendió que la participación en
este vehículo no era un acto de “inversión” y que, en consecuencia, las entidades
participantes podían libremente suscribir el capital accionario de esta nueva en-
tidad.
A partir de este momento, el BCU abrió una pequeña rendija, autorizando
para algunos proyectos en particular la participación en capitales accionarios y
prohibiéndolo en otros, sin un criterio de elección claro y preciso.
Este criterio no se ajusta ni a la letra ni a la finalidad de la ley. Lo que el
legislador quiso prohibir fue, como vimos, que las entidades que captan ahorro
público destinen dichos recursos a la realización de inversiones ajenas al riesgo
108 Ricardo Olivera García

que implica el otorgamiento de crédito o las inversiones financieras. Pretender


extender esta prohibición a la participación de las entidades bancarias en vehí-
culos necesarios para el desarrollo de su giro constituye un apartamiento de la
ley, además de una actitud discriminatoria respecto de la banca pública, a la cual
se le permite este tipo de actos.
Una instancia de revisión de la LIF brinda una excelente oportunidad para
revisar este escollo innecesario para la operativa bancaria.

c) La participación de los bancos en los mercados de capitales

La participación de los bancos en los mercados de capitales constituye un


tema recurrente en los foros bancarios. Después de superado el trauma de la cri-
sis bancaria de 1929, que motivó la aprobación de la Glass-Steagall Act, de efecto
expansivo en la regulación bancaria internacional, hoy ya nadie discute que la
participación en los mercados de valores, dentro de los márgenes establecidos
por las normas prudenciales, constituye una actividad típica del giro bancario.
Esta participación puede consistir en la emisión de valores (certificados de
depósito, obligaciones negociables, acciones), en la prestación de servicios finan-
cieros (underwriting, agente de pago, agente de custodia, fiduciario) y –funda-
mentalmente- en la actuación como inversor. Los bancos son, por naturaleza,
inversores institucionales que dinamizan el funcionamiento de los mercados de
valores y dotan a los mismos de mayor profundidad y transparencia.
No existe ningún obstáculo técnico o conceptual para que los bancos, dentro
de los márgenes prudenciales de manejo del riesgo, apliquen recursos provenien-
tes del ahorro público a invertir en valores.
Sin embargo, nuevamente, esta operativa aparece vedada por la norma del
art. 18 lit. d) de la LIF la cual, como vimos, prohíbe a las entidades de interme-
diación financiera efectuar inversiones en acciones, obligaciones y otros valores
emitidos por empresas privadas.
La Ley de Mercado de Valores Nº 16.749 de 1996 derogó parcialmente esta
prohibición respecto de las obligaciones negociables de oferta pública (art. 46).
No obstante, la misma sigue pendiente con respecto a los restantes valores pri-
vados.
Podría argumentarse que esta especulación carece de sentido en nuestro país,
donde no existe un mercado accionario. Sin embargo, creo que vale la pena que
nos preguntemos si ésta es la causa o la consecuencia. ¿No será que la inexisten-
cia de un mercado accionario está en parte motivada por la ausencia de inver-
sores institucionales que actúen en el mercado? Debe recordarse que la Ley Nº
16.713 de Seguridad Social de 1995 prohíbe además a los sociedades administra-
doras de los fondos de ahorro provisional (AFAPs) invertir los recursos de dichos
fondos en acciones escriturales, preferidas o de goce (art. 124 lit. F), alineándose
con esta política erróneamente restrictiva.
Bodas de plata de la Ley de Intermediación Financiera 109

Como mencionamos antes, la norma bajo análisis reproduce una prohibición


legal contenida en la ley Nº 13.330 de 1965. Esta norma fue aprobada en una
época y en un contexto absolutamente diferente al actual, procurando evitar la
desviación de fondos provenientes del ahorro público en riesgos no bancarios.
Esto nada tiene que ver con la inversión por los bancos en mercados formales
de valores públicos, donde la aplicación de recursos financieros en estas inver-
siones puede brindar oportunidades de negocios, absolutamente compatibles con
el riesgo bancario.
Esta limitación buscó ser superada en 1990 con la ley Nº 16.131 sobre bancos
de inversión –de triste historia– y en 1992, al considerarse el proyecto que culmi-
nó con la ley Nº 16.327, que tampoco recogió la reforma.
No existe ningún fundamento para que se mantenga actualmente la prohibi-
ción del art. 18 lit. d) respecto de las acciones y demás valores privados de oferta
pública. Una revisión de la LIF debería derogar esta norma.

d) El dilema del secreto bancario

El secreto bancario fue durante este cuarto de siglo de vigencia de la LIF el


buque insignia de nuestro sistema financiero. Una y otra vez escuchamos que el
mismo representaba uno de los sólidos pilares sobre los cuales se apoyaba todo el
desarrollo de la plaza financiera uruguaya.
La crisis del 2002 ayudó a relativizar esta idea. La plaza financiera uruguaya
resultó devastada, con el secreto bancario incluido.
No pretendemos con esto desconocer la importancia que el deber de confiden-
cialidad tiene en todo el negocio bancario, sino simplemente ubicar y jerarquizar
el secreto bancario dentro del elenco de componentes que otorgan seriedad y
confiabilidad a un sistema financiero.
En el caso uruguayo, la severidad de la norma de la LIF trasmitió, sin lugar a
dudas, una sensación de protección al ahorrista residente y no residente pero, al
mismo tiempo, transformó al sistema en mucho más opaco, limitando sensible-
mente el acceso por los bancos a la información.
Y, más que la propia norma sobre secreto bancario, lo que dio opacidad al
sistema fue la interpretación que muchas entidades financieras y sus asesores
hicieron de esta norma, sosteniendo que la misma alcanzaba incluso a la infor-
mación propia y originaria de cada banco de cuánto crédito había otorgado a un
determinado cliente.
Si bien, según vimos, la letra de la ley y sus antecedentes parlamentarios
son diáfanamente claros respecto a que el secreto profesional de las entidades
de intermediación financiera alcanza, pura y exclusivamente, a las operaciones
pasivas y a las informaciones confidenciales recibidas de los clientes o sobre los
clientes, este criterio interpretativo conservador extendió dicha obligación de re-
serva igualmente a las operaciones activas.
110 Ricardo Olivera García

La ley Nº 17.948 de 8 de enero de 2006 interpretó auténticamente la LIF


en el sentido de que “[E]l secreto profesional instituido por el artículo 25 del
Decreto-Ley Nº 15.322, de 17 de setiembre de 1982, ampara exclusivamente las
operaciones bancarias pasivas que realizan las instituciones de intermediación
financiera y toda otra operación en la que éstas asumen la condición de deudo-
res, depositarios, mandatarios o custodios de dinero o de especie respecto de sus
clientes, sin perjuicio del amparo de toda la información confidencial recibida
del cliente -tanto en relación a operaciones pasivas como activas- comprendida
también en la citada norma”. No obstante, aun después de esta ley, en algunos
ámbitos, siguen planteándose dudas respecto al alcance del secreto bancario a
las operaciones activas. Continuamos especulando sobre el color del caballo blan-
co de Napoleón.
La consecuencia de esta interpretación no deseada por el legislador fue que
los bancos contaron con mucho menor información respecto a la situación de
endeudamiento de sus clientes, lo cual les impidió muchas veces evaluar adecua-
damente el riesgo. Muchos quebrantos financieros hubieran podido ser evitados
en caso de haberse contado con la información subyacente bajo el manto piadoso
del secreto.
Por su parte, muchos proyectos, iniciativas y negocios dejaron de ser reali-
zados por el temor de que la conducta resultara violatoria del secreto bancario.
¿Cuál fue la razón de este efecto paralizante de la obligación de secreto sobre
el negocio bancario? Consideramos que la respuesta debe buscarse en la grave-
dad de la sanción consagrada por la norma. Con el afán de darle severidad al ré-
gimen y de evitar dudas sobre la seriedad de la obligación impuesta, el legislador
–innecesariamente– transformó el secreto bancario en una norma penal, sancio-
nando la infracción a esta obligación de confidencialidad con pena privativa de
libertad (tres meses de prisión a tres años de penitenciaría).
No creemos necesario que una eventual revisión de la LIF modifique la re-
dacción de las normas que regulan el alcance del secreto bancario. Tanto la LIF
como la norma interpretativa de la ley Nº 17.948 son suficientemente claras al
respecto. Y, en definitiva, no hay peor sordo que el que no quiere oír, máxime
cuando la libertad de los operadores del sistema es lo que está en juego.
Consideramos que la única forma de lograr una aplicación razonable de la
norma sobre alcance del secreto bancario es establecer también una sanción ra-
zonable a su violación. Si el cruzar con la luz roja fuera sancionado con la pena
de muerte, muchos automovilistas eludirían los cruces con semáforos. El temor
es un sentimiento muy humano que muchas veces conspira contra la eficiente
aplicación de los institutos jurídicos.
Mucho nos gustaría avanzar sobre otros puntos de reflexión en torno a la
regulación de las entidades de intermediación financiera. En particular, conside-
ramos que está pendiente el debate sobre la mejor regulación de las crisis banca-
rias y la forma de reducir en las mismas la pérdida de valor de las entidades ban-
carias y de sus carteras de créditos. La regulación vigente está básicamente dada
por la ley Nº 17.613 y las soluciones que la misma estableció fueron aprobadas en
Bodas de plata de la Ley de Intermediación Financiera 111

medio de la catástrofe que por entonces vivía nuestra plaza. En este sentido, es
necesario profundizar el análisis de las alternativas que permitan mantener las
unidades económicas en marcha y reducir el daño para los depositantes.
No obstante, está siendo en estos momentos discutido a nivel parlamentario
el proyecto de reforma de la carta orgánica del BCU que aporta novedosas solu-
ciones en ese sentido. Esto nos motiva a diferir dicha discusión para el momento
en que esta norma resulte definitivamente aprobada. Esperemos que la misma
no se dilate hasta el momento en que la LIF cumpla sus bodas de oro.
– III –

CONTRATOS BANCARIOS

1. Concepto de actividad bancaria

El estudio de los contratos bancarios requiere el previo análisis y comprensión


del concepto de actividad bancaria. Es en el contexto de esta actividad económica
en que habrán de celebrarse y resultarán analizados los negocios jurídicos a tra-
vés de los cuales la misma se lleva a cabo.
No resulta posible establecer un concepto general y absoluto de actividad ban-
caria. Los intentos para alcanzarlo han sistemáticamente fracasado. La deter-
minación de un concepto de actividad bancaria sólo puede alcanzarse a través
de una aproximación empírica, que recoja qué es lo que los bancos hacen en la
realidad de los negocios, circunstancia que ha ido cambiando a través de los
tiempos. En este sentido, tanto el concepto de actividad bancaria como el de con-
tratos bancarios se muestra como una categoría histórica, cuyo contenido estará
determinado por la propia evolución de esta actividad empresarial.
Esto resulta particularmente relevante cuando asistimos a una auténtica re-
volución en el concepto de actividad bancaria, donde conceptos tradicionales son
puestos en crisis y se produce en el mundo de los negocios un auténtico replanteo
de la función que los bancos cumplen en la economía.

1.1. Concepto clásico de actividad bancaria

Si bien se registra en Grecia y en Roma actividad profesional de otorgamiento


de préstamos a interés, la actividad bancaria -con las características clásicas
que hoy la conocemos- recién comienzan a manifestarse en la Edad Media con el
desarrollo de la intermediación de dinero y valores.
El concepto clásico o tradicional de actividad bancaria supone la intermedia-
ción entre aquellos sujetos que tienen superávit financiero y aquellos otros que
tienen déficit financiero. Es decir, la intermediación entre aquellos sujetos que
producen más recursos financieros que los que consumen y aquellos sujetos que
tienen necesidad de más recursos financieros que los que producen.
114 Ricardo Olivera García

La actividad de intermediación se realiza a través de la captación de los re-


cursos financieros a crédito (recibiendo recursos presentes con el compromiso
de devolverlos en un momento futuro en el tiempo) y la recolocación de recursos
financieros a crédito (entregando recursos presentes con el derecho de recibirlos
en el futuro), asumiendo el intermediario el riesgo de la intermediación.
El banco se apropia de los recursos financieros recibidos a crédito, adquirien-
do la capacidad de utilización de los mismos en el otorgamiento de créditos a
terceros, asumiendo personalmente el riesgo de la operación.
Esta actividad es realizada a través de operaciones onerosas, ya que el inter-
mediario paga al aportante de los fondos un precio (tasa de interés pasiva) por
el crédito recibido y cobra al tomador de los fondos un precio (tasa de interés
activa) por el crédito otorgado. La diferencia entre la tasa de interés activa y la
tasa de interés pasiva recibe el nombre de margen o “spread” bancario, del cual
los bancos habrán de deducir los costos que demanda su actividad y obtendrán
los beneficios o sufrirán las pérdidas del negocio.
De esta forma, los bancos cumplen una función de reasignación de recursos
en la economía, estableciendo un sistema por el cual el ahorro de los agentes
económicos llega a quienes requieren de estos recursos para el desarrollo de sus
actividades.
No existe la operación de banco aislada. La actividad bancaria, como activi-
dad de intermediación entre operaciones crediticias de captación y colocación de
fondos solamente es posible si la misma es considerada sobre la base de la ley de
los grandes números, realizada en forma masiva. El negocio bancario es única-
mente viable desde el punto de vista económico sobre la base de la existencia de
un conjunto de operaciones que provocan un flujo de fondos que ingresa al banco
y otro conjunto de operaciones que generan un flujo de fondos que egresa del
banco. La circunstancia de que el banco se apropie de los fondos recibidos a cré-
dito y que los recoloque a su propio riesgo, determina que no exista una relación
entre operaciones de captación y de recolocación específicas, sino que las mismas
deban considerarse en forma global, en función de los flujos de fondos que dichas
operaciones generan.
En este sentido, el negocio bancario se apoya en la existencia de un equilibrio
técnico, de carácter dinámico, entre los flujos de fondos que ingresan y egresan
del mismo, el cual se funda en un comportamiento predecible del mercado. Este
equilibrio dinámico que se encuentra en la propia esencia del concepto tradicio-
nal de actividad bancaria se apoya en la confianza. Los bancos intermedian en
el crédito, y crédito viene del latín “credere”, que significa creer o confiar. Todo
el negocio bancario se apoya en la confianza que el banco pueda despertar en
sus clientes de que los recursos depositados les habrán de ser reintegrados o que
tendrán la posibilidad de disponer de los mismos a su vencimiento.
Contratos bancarios 115

1.2. La crisis del modelo bancario tradicional:


la desintermediación financiera

En los últimos lustros se produjo un cambio revolucionario en el negocio ban-


cario. Diferentes circunstancias propias del mercado determinaron la ocurrencia
de dos fenómenos convergentes, de efectos perversos para el modelo bancario
tradicional: la reducción de los márgenes o spreads bancarios y el incremento de
los riesgos crediticios.
Los mercados financieros internacionales se caracterizan hoy por una mayor
oferta de recursos financieros, lo que produjo una reducción del precio del dinero
(tasa de interés). Además, el avance tecnológico y el mayor acceso a la infor-
mación provocan la globalización de los mercados financieros, aumentando la
competitividad en el acceso a los mismos a nivel internacional. Esta caída en las
tasas de interés provocó una reducción de los márgenes o “spreads” bancarios y
el progresivo fenómeno de desintermediación del negocio financiero.
La desintermediación consiste en la colocación de los recursos financieros por
los inversores en los tomadores finales, sin pasar por la intermediación del ban-
co. Ante la caída de las tasas de interés, muchos inversores están dispuestos a
colocar sus recursos financieros en los tomadores finales (empresas industriales,
comerciales o de servicios), que les ofrezcan tasas de interés más altas, aun cuan-
do el riesgo asumido sea superior al riesgo bancario.
Este proceso de desintermediación se canaliza básicamente por la emisión por
parte de los tomadores de valores de oferta pública (acciones, obligaciones nego-
ciables) o por la creación de fideicomisos financieros de securitización de activos,
los cuales se negocian en los mercados de valores. Los mercados de valores per-
miten armonizar las necesidades de financiamiento a mediano y largo plazo de
las empresas tomadoras, con la preferencia por la liquidez de los inversores, que
pueden siempre negociar los valores adquiridos en el mercado. Este mecanismo
de reasignación de los recursos financieros prescinde de la intermediación ban-
caria y de los costos de dicha intermediación. También supone la asunción por el
inversor de un riesgo diferente al riesgo bancario.
La migración de los clientes bancarios hacia mercados desintermediados, pro-
vocó la revisión de la operativa bancaria. Los bancos descubrieron que, además
de su capacidad de intermediar profesionalmente en el crédito, tenían venta-
jas comparativas para brindar servicios financieros a sus clientes, asesorando
y asistiendo a los mismos en la realización de sus inversiones, desarrollando
productos con un alto grado de sofisticación financiera, canalizando inversiones
de sus clientes, a través de operaciones como la organización y administración
de fondos de inversión o de fideicomisos financieros, o asistiendo a los emisores
de valores de oferta pública como agentes de colocación (underwriters), agentes
fiduciarios, agentes de pago o entidades registrantes.
A través de estas operaciones, los inversores colocan y los tomadores extraen
sus recursos del mercado, con el asesoramiento y asistencia de los bancos, sin
116 Ricardo Olivera García

asumir en estas operaciones riesgo bancario ni incurrir en los costos derivados


de la intermediación.
La crisis en la rentabilidad bancaria y el proceso de desintermediación finan-
ciera determinaron un cambio sustancial en la operativa de los bancos y en la
propia definición del negocio bancario. La operativa bancaria no puede ser ya
definida, en forma exclusiva, como la actividad de intermediación en el crédito,
tomando recursos a crédito y recolocando recursos a crédito, sino que debe acu-
dirse a un concepto mucho más flexible y amplio, como lo es la canalización de
recursos financieros, se realice ésta dentro o fuera de un proceso de intermedia-
ción. El concepto de actividad bancaria se confunde cada vez más con el concepto
más general de actividad financiera, comprensivo tanto de la actividad de inter-
mediación como de cualquier otra actividad de inversión de recursos financieros.

2. Regulación de la actividad bancaria

La importancia fundamental que los bancos tienen en el proceso de reasigna-


ción de los recursos financieros en el mercado ha determinado que la actividad
bancaria haya sido tradicionalmente objeto de una fuerte regulación por parte
del Estado.
Nuestra primera Constitución Nacional de 1830 exigía que la instalación de
cada banco fuera autorizada por ley, facultad que la Ley Villalba de 1865 delegó
luego en el Poder Ejecutivo.
La primera Ley de Bancos Nº 9.756 de 1938, vigente durante 44 años, in-
corporó avances significativos en nuestra regulación bancaria, categorizó a las
instituciones bancarias en bancos, casas bancarias y cajas populares; reguló el
procedimiento constitutivo, sujeto a la aprobación del Poder Ejecutivo; incorporó
regulaciones específicas en materia de normas prudenciales y de relaciones téc-
nicas en el funcionamiento de las entidades bancarias; y estableció las primeras
disposiciones en materia de descentralización de la potestad de regulación y con-
trol bancario, conferidas al Banco de la República Oriental del Uruguay (BROU).
Pocos meses después, esta descentralización de la función bancocentralista en
el BROU resultó consolidada por la Ley Nº 9.808, transformando al Uruguay
en uno de los primeros países de América Latina en crear la figura de un banco
central.
En la actualidad, la actividad bancaria se encuentra regulada por el Decre-
to-ley Nº 15.322 de 1982, conocido con el nombre de Ley de Intermediación Fi-
nanciera (LIF), el cual fue objeto de varias reformas, siendo las principales las
introducidas por la Ley Nº 16.327 de 1992 y por la Ley Nº 17.613 de 2002.
La Constitución de 1967 creó el Banco Central del Uruguay (BCU), con los
cometidos del Departamento de Emisión del BROU, otorgándoles -entre otras
funciones- la supervisión y control de la actividad bancaria. La Carta orgánica
del BCU fue recién aprobada por Ley Nº 16.696 de 1995 y modificada sustancial-
mente por Ley Nº 18.401 de 2008.
Contratos bancarios 117

2.1. Concepto de intermediación financiera

La LIF acude al concepto de intermediación financiera para definir el alcance


de la aplicación de sus normas. La intermediación financiera es definida como “la
realización habitual y profesional de operaciones de intermediación o mediación
entre la oferta y la demanda de títulos valores, dinero o metales preciosos” (art.
1 inc. 2).
La LIF emplea el concepto de intermediación financiera por considerarlo más
comprensivo que el de actividad bancaria, al incluir una serie de actividades
financieras realizadas por entidades que no son bancos.
Las características más importantes de la definición legal son las siguientes:
a) Utiliza los conceptos de “intermediación” y de “mediación”, incluyendo
tanto las operaciones en que la entidad se interpone en la captación y recolo-
cación de recursos financieros a crédito, como cuando la entidad vincula a las
partes para que contraten entre sí, asumiendo o no el riesgo de la operación.
b) Exige que se trate de una actividad habitual y profesional, con lo cual se
excluye la realización de operaciones aisladas de intermediación. Esta idea se
alinea con el carácter masivo de la actividad bancaria.
c) La intermediación se realiza entre la oferta y la demanda de recursos
financieros, recibiendo a crédito los recursos ofrecidos en el mercado y colocando
a crédito los recursos demandados por el mercado.
d) Se consideran recursos financieros susceptibles de inter­me­dia­ción, no
solamente el dinero, sino también los títulos valores y los metales preciosos que
tengan similar fungibilidad que el dinero.
El concepto de intermediación financiera recoge el concepto clásico o tradicio-
nal de actividad bancaria, caracterizada como la actividad profesional de capta-
ción de recursos financieros a crédito del mercado y la recolocación de recursos
financieros a crédito en el mercado.

2.2. Regulación de la actividad de intermediación financiera

Las entidades que realicen intermediación financiera requieren para funcio-


nar de la autorización previa del Poder Ejecutivo, el que deberá resolver con la
opinión favorable del BCU. Deberá contar además para instalarse con la habili-
tación del BCU. Tanto para la autorización como para la habilitación posterior
se tendrán en cuenta razones de legalidad, de oportunidad y de conveniencia
(art. 6).
Se encuentra igualmente sujeta a la aprobación del BCU la designación de
personal superior y la transferencia de sus acciones (art. 38, Ley Nº 16.696).
Las entidades de intermediación financiera deberán organizarse como socie-
dades anónimas por acciones nominativas o como sucursales de entidades de
intermediación financiera constituidas en el exterior (arts. 43 y 8).
118 Ricardo Olivera García

Deberán adoptar además alguna de las formas institucionales admitidas por


la ley y por la reglamentación: bancos comerciales, bancos de inversión, casas
financieras, cooperativas de intermediación financiera, instituciones financieras
externas, administradoras de grupos de ahorro previo.
Las entidades de intermediación financiera se encuentran sujetas a la regu-
lación del BCU, la cual se realiza a través del dictado de normas generales de
prudencia e instrucciones particulares, tendientes a promover la estabilidad, sol-
vencia, transparencia y el funcionamiento ordenado y competitivo de las entida-
des supervisadas y de los mercados en que actúan, así como para la protección de
los consumidores de servicios financieros y la prevención y control del lavado de
activos y el financiamiento del terrorismo (art. 38, A, Ley Nº 16.696). Es interés
del Estado preservar la estabilidad y solvencia de las entidades de intermedia-
ción financiera, con la finalidad de estimular que los agentes económicos cana-
licen sus excedentes financieros a través del sistema bancario, a los efectos de
su reasignación en el mercado mediante el proceso de intermediación crediticia.
Estas normas generales son comunicadas a través de circulares, las cuales se
encuentran incluidas en un texto ordenado denominado Recopilación de Normas
de Regulación y Control del Sistema Financiero. Las principales exigencias im-
puestas por la regulación son: (a) implementar de normas de gobierno corpora-
tivo; (b) contar con un sistema de gestión integral de riesgos; (c) mantener una
responsabilidad patrimonial neta mínima adecuada, en función del monto de sus
activos, ponderados por riesgo de crédito, riesgo de mercado y riesgo operacional;
(d) mantener una liquidez mínima sobre sus obligaciones; (e) cumplir con las
relaciones técnicas en materia de inmovilización de activos de gestión, activos
radicados en el país, posición en moneda extranjera, tope de crédito por deudor
o grupo económico; (f) abstenerse de otorgar créditos a su personal superior o a
empresas vinculadas.
El BCU ejerce además el control de las entidades de intermediación financie-
ra, anterior, concomitante y posterior a su gestión (art. 15), estando facultado
para imponer a las entidades de intermediación financiera, que infrinjan las
leyes y decretos que rigen la intermediación financiera o las normas genera-
les e instrucciones particulares dictadas por el BCU, sanciones de observación,
apercibimiento, multas, intervención, suspensión total o parcial de actividades
y revocación temporal o definitiva de la habilitación. La sanción de revocación
de la autorización para funcionar solamente puede ser impuesta por el Poder
Ejecutivo.
El BCU puede también sancionar al personal superior de las entidades de in-
termediación financiera (directores, gerentes, administradores, representantes,
mandatarios, síndicos, fiscales) con multa o inhabilitación hasta por diez años
para ejercer dichos cargos (art. 23).
Contratos bancarios 119

2.3. Categorías de instituciones de intermediación financiera

Las instituciones de intermediación financiera, constituidas en el marco de la


LIF, pueden adoptar alguna de las siguientes formas jurídicas:
a) Bancos: Son las instituciones autorizadas a realizar todo tipo de operaciones
de intermediación financiera; en especial, las reservadas al monopolio de los
bancos y de las cooperativas de intermediación financiera por el art. 17bis
de la LIF: recibir depósitos en cuenta corriente y operar con cheques; recibir
depósitos a la vista; y recibir de residentes depósitos a plazo.
b) Bancos de inversión: Se trata de una forma de entidad prevista por la Ley
Nº 16.131 de 1990. La ley limita su operativa a la captación de recursos del
exterior y a largo plazo, a los efectos de la realización de inversiones. En tal
sentido podrán: recibir depósitos a plazo de no residentes; emitir obligaciones
negociables o valores mobiliarios similares; realizar operaciones de underwri-
ting; adquirir acciones y otras participaciones sociales de empresas no finan-
cieras; operar en leasing; otorgar préstamos a mediano y largo plazo; asesorar
y prestar servicios de administración de carteras de inversiones; asesorar en
materia de administración de empresas, sobre reorganización, fusión, adqui-
sición e instalación de las mismas: Nunca se constituyó una institución bajo
esta forma jurídica en nuestro país.
c) Casas financieras: Son las instituciones autorizadas a realizar cualquier tipo
de operación de intermediación financiera, con excepción de aquellas reserva-
das al monopolio de los bancos y de las cooperativas de intermediación finan-
ciera.
d) Instituciones financieras externas: Están autorizadas a realizar cualquier
tipo de operación de intermediación financiera, con la limitación de que sola-
mente pueden operar con no residentes.
e) Cooperativas de intermediación financiera: Son las instituciones organizadas
como sociedades cooperativas, autorizadas a realizar cualquier tipo de opera-
ción de intermediación financiera, operando exclusivamente con sus socios.
f) Administradoras de grupos de ahorro previo: Son las empresas que organicen
o administren agrupamientos, círculos o consorcios, cuyos adherentes aporten
fondos para ser aplicados recíproca o conjuntamente en la adquisición de deter-
minados bienes o servicios, pudiendo realizar esta operativa en forma exclusiva.

2.4. Secreto bancario

Las entidades de intermediación financiera están obligadas a guardar secreto


profesional sobre los fondos y valores que tengan en cuenta corriente, depósito o
cualquier otro concepto, pertenecientes a persona física o jurídica determinada,
así como sobre las informaciones confidenciales recibidas de sus clientes o sobre
sus clientes.
La regulación del secreto bancario establecida por la LIF presenta las siguien-
tes características (art. 25):
120 Ricardo Olivera García

a) Declara alcanzados por esta obligación de guardar secreto profesional


a los fondos o valores que las empresas de intermediación financiera tengan en
cuenta corriente, depósito o cualquier otro concepto, perteneciente a personas
físicas o jurídicas determinadas; así como a las informaciones confidenciales que
reciban de sus clientes o sobre sus clientes. La obligación alcanza a las operacio-
nes bancarias pasivas realizadas por las entidades bancarias y toda otra opera-
ción en la que éstas asumen la calidad de deudores, depositarios, mandatarios
o custodios de dinero u otros valores de sus clientes. Las operaciones bancarias
activas no están alcanzadas por el secreto bancario (Ley Nº 17.948).
b) Establece excepciones muy restrictivas al cumplimiento de esta obliga-
ción, disponiendo que las operaciones e informaciones amparadas por el secreto
profesional sólo pueden ser reveladas por autorización expresa y por escrito del
interesado o por resolución fundada de la Justicia Penal o de la Justicia compe-
tente si estuviera en juego una obligación alimentaria. Leyes posteriores dispu-
sieron que el secreto bancario puede ser también levantado en el marco de las
funciones de fiscalización e inspección realizadas por la Dirección General impo-
sitiva (DGI): (i) cuando exista un acuerdo voluntario de acceso a la información
entre el cliente y la DGI (Ley Nº 18.083, art. 53); (ii) en caso de denuncia penal
por defraudación y no medie oposición del Juez o del Fiscal en un plazo de 30
días; (iii) a requerimiento de la DGI ante el Juez civil, cuando existan indicios
objetivos de evasión tributaria, o a los efectos de cumplir con solicitudes expresas
de información de un Estado extranjero, en el marco de convenios internaciona-
les ratificados por la República en materia de intercambio de información o para
evitar la doble imposición (Ley Nº 18.718, art. 15).
c) El incumplimiento de la obligación de guardar secreto profesional es
sancionada con pena privativa de libertad: tres meses de prisión a tres años de
penitenciaría.

2.5. Regulación de las situaciones de crisis

La ley se ha preocupado muy especialmente por regular las situaciones de


dificultad económica por las que puedan atravesar los bancos.
El negocio bancario es un negocio de crédito, y se apoya en la confianza que el
depositante vuelca en el banco de que podrá lograr el rembolso de los importes
depositados. Los quiebres de confianza en el banco son generalmente motivo de
retiros masivos de los depositantes (corridas), que conducen inevitablemente a la
insolvencia de la entidad. Además, las crisis bancarias son generalmente crisis
sistémicas, por lo que los problemas de una entidad en particular tienen normal-
mente un efecto contagio respecto de todo el sistema.
La ley establece diversos mecanismos para prevenir y mitigar los efectos de
las crisis bancarias, normativa que representa además un incentivo para que
los excedentes financieros sean reasignados en el mercado a través del sistema
bancario.
Contratos bancarios 121

a) Asistencia financiera. En casos extremos, la Carta Orgánica del BCU prevé


que el mismo pueda actuar como prestamista de última instancia, otorgando
crédito a los bancos que presenten problemas de liquidez, con garantía del
redescuento de cartera de créditos otorgados por el banco (Ley Nº 16.696, art.
34bis).
b) Planes de adecuación, saneamiento o recuperación. Ante situaciones de difi-
cultad económica, la ley prevé la presentación por las entidades de interme-
diación financiera de planes de adecuación (en caso de deficiencias de encajes,
de responsabilidad patrimonial o incumplimientos reiterados de normas téc-
nicas), de saneamiento (en caso de fuertes caídas patrimoniales) o de recupe-
ración (en caso de solicitud de prórroga para cancelar la asistencia financiera)
(arts. 16 y 39, LIF).
c) Garantía de depósitos bancarios. Con la finalidad de fortalecer la confianza
en el sistema bancario, la ley creó el Fondo de Garantía de Depósitos Banca-
rios, el cual es administrado por la Corporación de Protección del Ahorro Ban-
cario (COPAB), formado por los aportes de los bancos y de las cooperativas de
intermediación financiera. Este Fondo garantiza los depósitos hasta la suma
máxima establecida por el Poder Ejecutivo, cuando se disponga la liquidación
o la suspensión de actividades de una institución bancaria (arts. 45-49, Ley
Nº 17.613).
d) Proceso de Resolución Bancaria. Ante la situación de crisis de una entidad
de intermediación financiera, cuando el BCU entienda que la misma tiene
afectada, en forma irreversible y no subsanable su liquidez, solvencia o capa-
cidad de gestión, deberá declarar el Proceso de Resolución Bancaria, el cual
implica la intervención, el desplazamiento de autoridades y la suspensión
de actividades de la entidad. Este Proceso de Resolución estará a cargo de la
COPAB, la cual realizará las tareas de mantenimiento y conservación de la
entidad y analizará la viabilidad de Procedimientos de Solución, consistentes
en la transferencia de la entidad o de unidades de la misma a otras entidades
financieras, que procuren un mejor grado de satisfacción de los depositantes.
De no ser posible, en un plazo de 120 días lograr un Proceso de Solución, la
COPAB propondrá al BCU la liquidación de la entidad y el pago con cargo al
Fondo de Garantía de Depósitos.
e) Liquidación administrativa. En caso de que no prosperen los Procedimien-
tos de Solución, los bancos son liquidados en vía administrativa por el BCU,
resultando excluidos de los procedimientos concursales previstos para las
empresas que caen en estado de insolvencia. La liquidación por el BCU su-
pone la realización o recuperación de los activos bancarios para el pago de
los acreedores, incluyendo además a las sociedades colaterales. Los depósitos
bancarios son pagados por la COPAB, con cargo y hasta el límite cubierto por
el Fondo de Garantía de Depósitos, el cual se subroga contra la entidad en
liquidación por los importes pagados.
122 Ricardo Olivera García

3. Concepto y caracteres de los contratos bancarios

Los contratos bancarios son los negocios jurídicos a través de los cuales los
bancos realizan las operaciones propias de su giro, tanto aquéllas comprendidas
en el concepto de intermediación en el crédito, como las de servicios financieros.
Los mismos presentan algunas características generales que es importante
destacar:

3.1. Adecuación a la realidad de los negocios

No existen modalidades contractuales específicas de la actividad bancaria.


La contratación bancaria acude, en la mayoría de los casos, a las figuras con-
tractuales típicas de la contratación civil y comercial (mutuo, depósito, mandato,
arrendamiento, compraventa, cesión de créditos, fianza).
Lo característico de la contratación bancaria es que estas figuras contractua-
les típicas son aplicadas y adecuadas en su estructura a servir de soporte jurídico
a operaciones de intermediación en el crédito o de prestación de otros servicios
financieros.
A título de ejemplo, como se verá más adelante, en la operación de reporto,
el otorgamiento entre las partes de dos contratos de compraventa (uno actual y
otro a futuro) sirve de base jurídica para la captación o para la colocación de re-
cursos financieros a crédito. Por su parte, en la operación de leasing o crédito de
uso, el arrendamiento de un bien previamente comprado por el banco, es la base
contractual para una colocación crediticia.
Esto determina que, en materia de contratación bancaria, todas las figuras
contractuales deban ser analizadas de acuerdo con la función económica que las
mismas cumplen en el ámbito de la operativa bancaria.

3.2. Relación intuitu personae

En la contratación bancaria reviste especial relevancia para el cliente la per-


sona del banco y para el banco, la persona del cliente.
Para el cliente, que confía al banco sus fondos o le encomienda la prestación
de determinados servicios financieros, resulta esencial la persona del banco. El
negocio bancario es un negocio de confianza; el cliente escoge el banco en función
de su solvencia patrimonial y la profesionalidad de su gestión.
Para el banco, resulta sustancial la persona del cliente. Cuando el banco otor-
ga crédito al cliente, está asumiendo el riesgo de que el cliente reintegre los fon-
dos recibidos o que el banco ha pagado por su cuenta. Pero también es esencial
la persona del cliente cuando el banco recibe recursos financieros del mismo o
le presta algún otro tipo de servicios. Los bancos son auxiliares del Estado en la
política de prevención del lavado de activos provenientes de actividades ilícitas
(terrorismo, contrabando, tráfico de drogas, tráfico ilícito de armas, tráfico ilícito
Contratos bancarios 123

de órganos, etc.). A tales efectos, la ley impone a los bancos la obligación de infor-
mar las transacciones que, en los usos y costumbres de la respectiva actividad,
resulten inusuales, se presenten sin justificación económica o legal evidente, o
se planteen con una complejidad inusitada o injustificada, así como también las
transacciones financieras que involucren activos sobre cuya procedencia exis-
tan sospechas de ilicitud (Ley N° 17.835). Estas exigencias imponen al banco
la obligación de conocer a su cliente y de seleccionar las personas con las cuales
celebran los contratos propios de su operativa.

3.3. Contratos en masa

La operativa bancaria es, por su naturaleza, una operación realizada en masa.


No existe la operación de banco aislada. La circunstancia de que los bancos reci-
ban en propiedad recursos financieros a crédito y recoloquen en propiedad a cré-
dito los recursos financieros recibidos, asumiendo el riesgo de la intermediación,
determina que esta operativa sólo resulte técnica y económicamente concebible
cuando la captación y recolocación de los recursos es realizado en masa.
Esto determina que los contratos bancarios que instrumentan estas opera-
ciones sean normalmente realizados en masa, siendo concebidos como productos
estandarizados que son diseñados comercial y jurídicamente para ser colocados
en forma general en el mercado. Se trata, en la mayoría de los casos, de contratos
celebrados por formularios, preparados anticipadamente por el banco.

3.4. Contratos de adhesión

La circunstancia de que los contratos bancarios sean contratos realizados en


masa determina que los mismos sean generalmente contratos de adhesión. Las
cláusulas y condiciones de los contratos son establecidas unilateralmente por el
banco, sin que el cliente pueda discutir, negociar o modificar sustancialmente su
contenido.
Esto determina que el cliente sea considerado normalmente un consumidor y
que resulten aplicables a su respecto las normas de la Ley N° 17.250 sobre Pro-
tección al Consumidor y la normativa específica dictada por el BCU al respecto.
Esto determina que deban estar redactados necesariamente en idioma español
(salvo en el caso de clientes extranjeros de países con un idioma diferente) y que
resulte prohibido la inclusión en los mismos de cláusulas abusivas, que determi-
nen claros e injustificados desequilibrios entre los derechos y obligaciones de los
contratantes, en perjuicio del cliente, así como aquellas que violen la obligación
de actuar de buena fe.

3.5. Contratos profesionales

Los bancos son entidades profesionales del mercado financiero. Como tales,
deben ceñir su actuación general y los contratos que celebran con sus clientes a
124 Ricardo Olivera García

las buenas prácticas bancarias que son razonablemente exigibles para la conduc-
ción responsable y diligente de los negocios, debiendo ajustarse a estándares y
valores éticos.
En tal sentido, en las relaciones contractuales con sus clientes deberán: velar
por los intereses de sus clientes y tratarlos justamente; brindar a sus clientes
toda la información necesaria de los productos y servicios que les ofrezcan, en
una manera clara, suficiente, veraz y oportuna; brindar un asesoramiento dili-
gente de acuerdo con los usos y costumbres bancarias; informar sobre los princi-
pales riesgos en que incurren en el uso de los productos o servicios contratados;
proveer de mecanismos ágiles para la resolución de posibles diferencias con sus
clientes.

3.6. Confidencialidad

La actividad bancaria, como toda actividad profesional, está sujeta a la obli-


gación de confidencialidad. Dicha obligación recae tanto sobre las operaciones
que el banco realiza con sus clientes, como a la información confidencial que
recibe de los mismos, en el marco de la contratación bancaria.
Como vimos, el banco está alcanzado por normas específicas en materia de
secreto bancario, respecto de las operaciones pasivas realizadas con sus clientes,
así como sobre la información confidencial recibida de los mismos. La posibilidad
de brindar información sobre las mismas tiene escasas excepciones (autorización
del cliente, requerimiento de Juez Penal o del Juez competente en materia de
alimentos, información a brindar al BCU, y a la DGI, en los casos y bajo los pro-
cedimientos previstos por la ley).
Sin embargo, aun en el caso de las operaciones no comprendidas en la obliga-
ción legal de guardar secreto bancario (por ejemplo, operaciones activas), existe
igualmente de parte del banco una obligación profesional de confidencialidad,
la cual determina que la información en poder del banco no pueda ser revelada,
salvo justa causa.

3.7. Contratación electrónica

La reciente difusión y masificación de la actividad bancaria determina que


sea creciente la utilización de medios electrónicos, tanto para la celebración de
contratos bancarios como para la ejecución de los mismos.
Los bancos recurren a herramientas tecnológicas para la prestación al cliente
de servicios de caja (depósito y retiro de fondos), para el otorgamiento de crédi-
tos, para la realización de transferencias bancarias de una cuenta a otra, etc. Se
ha difundido cada vez más el uso por los clientes de tarjetas de débito y de cré-
dito, las cuales les permiten realizar pagos electrónicos con los fondos existentes
en su cuenta, o con recursos provenientes de las líneas de crédito abiertas por los
bancos. También se ha generalizado la posibilidad de que el cliente realice con el
Contratos bancarios 125

banco operaciones a distancia, mediante el empleo de medios electrónicos (home


banking).
El Gobierno ha desplegado una política de bancarización de la actividad eco-
nómica, fomentando el pago de prestaciones de seguridad social (jubilaciones,
asignaciones familiares) y de sueldos, a través de medios electrónicos.

3.8. Regulación de la contratación bancaria

La regulación, tanto legal como reglamentaria, establece algunas prohibicio-


nes y limitaciones a la contratación bancaria.

Prohibiciones (art. 18. LIF)


a) Realizar operaciones comerciales, industriales, agrícolas o de otra clase, aje-
nas al giro bancario.
b) Conceder préstamos con garantía de su cuota de capital, o destinados a la
integración o ampliación del mismo.
c) Conceder préstamos o avales a su personal superior, así como a empresas o
instituciones en los cuales los mismos ocupen cargos superiores.
d) Efectuar inversiones en acciones (salvo de entidades financieras del exterior,
instituciones financieras externas, bancos de inversión, sociedades adminis-
tradoras de fondos de inversión, y sociedades administradoras de fondos de
ahorro previsional) y valores emitidos por empresas privadas (salvo obligacio-
nes negociables de oferta pública).
e) Tener inmuebles que no fueren necesario para el uso de la institución y sus
dependencias.

Limitaciones
a) Requisitos de liquidez mínima (limita la disponibilidad de los recursos capta-
dos).
b) Exigencia de radicación mínima de activos en el país.
c) Tope de posición neta en moneda extranjera (diferencia entre activos y pasi-
vos en moneda extranjera)
d) Tope de riesgo crediticio por cliente o conjunto económico.
e) Tasa máxima de interés en las operaciones de crédito activas, por aplicación
de las normas en materia de usura (Ley N° 18.212).

4. Clasificación de los contratos bancarios

Los contratos bancarios se clasifican en función de las operaciones que los


mismos instrumentan o anteceden.
126 Ricardo Olivera García

Tradicionalmente la doctrina ha clasificado a las operaciones bancarias en


activas, pasivos y mixtas (accesorias o complementarias).
Nos parece más ilustrativo de las características actuales de la contratación
bancaria dividir los contratos entre aquéllos que instrumentan o anteceden:
a) Operaciones de intermediación en el crédito dinerario;
b) Operaciones de intermediación en el crédito de firma; y
c) Operaciones de servicios financieros.

4.1. Operaciones de intermediación en crédito dinerario

Las operaciones de intermediación en el crédito dinerario son las que reco-


gen el concepto tradicional y clásico de actividad bancaria. Por las mismas, los
bancos toman recursos financieros a crédito y recolocan recursos financieros a
crédito, asumiendo el riesgo de la intermediación.
Las mismas pueden clasificarse en pasivas y activas.
Son operaciones de intermediación en el crédito dinerario pasivas, aquéllas
por las cuales el banco recibe recursos financieros a crédito. En virtud de estas
operaciones, el cliente transfiere dinero (u otros recursos financieros de similar
naturaleza) en propiedad al banco, el cual se apropia de los fondos recibidos
y contrae frente al cliente la obligación de devolver el importe recibido en un
momento futuro en el tiempo, con más un precio (tasa de interés pasiva), que
remunera la utilización de los recursos.
La operación de intermediación en el crédito dinerario pasiva más típica es el
depósito bancario. No obstante, los bancos captan igualmente recursos financie-
ros a crédito a través de otras operaciones con idéntica causa negocial: emisión
de obligaciones negociables, de certificados de depósito o reportos (venta de valo-
res con pacto de recompra).
Por su parte, son operaciones de intermediación en el crédito dinerario acti-
vas, aquéllas por las cuales el banco coloca recursos financieros a crédito. En vir-
tud de estas operaciones, el banco transfiere dinero (u otros recursos financieros
de similar naturaleza) en propiedad al cliente, el cual se apropia de los fondos
recibidos y contrae frente al banco la obligación de devolver el importe recibido
en un momento futuro en el tiempo, con más un precio (tasa de interés activa),
que remunera la utilización de los recursos. Se trata de operaciones espejadas
con las de intermediación en el crédito dinerario pasivas, con la diferencia de
que, en estos casos, el banco no asume frente al cliente la posición de deudor sino
de acreedor.
La operación de intermediación en el crédito dinerario activa más típica es el
préstamo. No obstante, los bancos colocan igualmente recursos financieros a cré-
dito a través de otras operaciones con idéntica causa negocial: descuento de docu-
mentos, sobregiros en cuenta, emisión de tarjetas de crédito, leasing, factoring).
Contratos bancarios 127

4.2. Operaciones de intermediación en el crédito de firma

Los bancos no solamente intermedian en el crédito cuando captan y recolocan


recursos financieros, sino también lo hacen cuando se obligan por sus clientes en
relaciones jurídicas que éstos tienen respecto de terceros. En estos casos, se dice
que el banco otorga al cliente un “crédito de firma”, ya que se obliga frente a un
tercero a pagar por el cliente, si éste no lo hace.
En estos casos, el banco está otorgando un crédito al cliente, ya que se coloca
en la posición de tener que rembolsarse del cliente por los importes que deba
pagar por él, en exactamente la misma posición en la cual estaría si le hubiera
otorgado un préstamo de dinero.
Es además una operación de intermediación, ya que el banco recibe a su vez
crédito del tercero beneficiario del crédito de firma. Éste admitirá que su deudor
difiera en el tiempo el cumplimiento de sus obligaciones, por la circunstancia de
que es el banco quien se ha obligado a pagar, en el caso de que el deudor no lo
haga. No existen operaciones de intermediación en el crédito de firma activas
y pasivas, como ocurría con el crédito dinerario, sino que una misma operación
presenta, al mismo tiempo, una cara activa y otra pasiva.
La operación de intermediación en el crédito de firma más sencilla es el aval
bancario. No obstante, también son operaciones de intermediación en el crédito
de firma las aceptaciones bancarias y el crédito documentario.
128 Ricardo Olivera García

4.3. Operaciones de servicios financieros

Esta categoría comprende todos aquellos servicios en materia financiera que


los bancos prestan en beneficio de sus clientes, fuera de la actividad de interme-
diación en el crédito. Son actividades onerosas, que resultan retribuidas por el
cliente al banco, a través del pago de una comisión.
Es el área de la actividad bancaria que más ha crecido y desarrollado en las
últimas décadas, como consecuencia del proceso de desintermediación crediticia,
al cual aludíamos anteriormente.
En el pasado, estas operaciones eran denominadas neutras, accesorias o com-
plementarias, y los estudios relativos a las mismas se centraban en el arrenda-
miento de cofres de seguridad y la realización de giros y transferencias.
Actualmente, ésta área de la actividad bancaria ha experimentado un notable
crecimiento, a través de los servicios de administración de carteras, asesora-
miento y custodia de inversiones de los clientes, así como de la estructuración
de operaciones financieras, y la prestación de servicios vinculados con la emisión
de valores de oferta pública (entidad registrante, representante, agente de pago,
etc.).

5. Contratos que instrumentan operaciones de intermediación


en el crédito dinerario pasivas

5.1. Depósito bancario

Los depósitos bancarios son la fuente más importante de recursos con que
cuentan los bancos para el desarrollo de su operativa de intermediación en el
Contratos bancarios 129

crédito. Los mismos se instrumentan a través de contratos de depósito bancario


celebrados entre el banco y el cliente.
El contrato de depósito bancario es un negocio jurídico bilateral por el cual
el cliente transfiere al banco la propiedad de recursos financieros fungibles, ge-
neralmente dinero, asumiendo el banco la obligación de devolver bienes de igual
especie, en un momento futuro en el tiempo.
La expresión “depósito” para describir esta operación es equívoca. Tanto en el
régimen del Código Civil como del Código de Comercio, el depósito es un contrato
por el cual el depositario recibe una cosa ajena, con la obligación de guardarla y
restituirla en especie (art. 2239 CC). No se transfiere en el depósito la propiedad
de la cosa que, con todos los derechos que de ella emanan permanece en el de-
positante (art. 2243 CC). El depositario no puede servirse de la cosa depositada,
sin permiso expreso del depositante (art. 2253 CC, art. 724 C.Co.). Cuando el
depositario tiene permiso de servirse o usar de la cosa depositada, el contrato
cambia de naturaleza y ya no es depósito, sino préstamo o comodato (art. 2254).
El depósito bancario, por su propia esencia, es un contrato en el cual la pro-
piedad de los fondos depositados pasa al banco, quien dispone de los mismos en
el otorgamiento de créditos. Un contrato en el cual el banco no asuma la propie-
dad de los fondos depositados es incompatible con el concepto de intermediación
financiera y con la naturaleza de la propia actividad bancaria. El art. 740 del
Código de Comercio se refiere a los “depósitos hechos en Bancos públicos”, sin
embargo esta referencia es insuficiente para enervar la naturaleza del contrato.
Alguna doctrina se refiere al depósito bancario como un depósito irregular, en
el cual la propiedad de los bienes depositados se transfiere al depositario. Esta
calificación jurídica resulta incompatible con la naturaleza del contrato de depó-
sito, el cual es un negocio de custodia y no un contrato de crédito.
El depósito bancario ajusta su causa jurídica al mutuo o préstamo de consu-
mo. El mutuo o préstamo de consumo es definido por la ley como el contrato “por
el cual se da dinero u otra cosa de las fungibles, con cargo de devolver otro tanto
de la misma especie y calidad” (art. 2197 CC). Por el mismo, “el mutuario se hace
dueño de la cosa mutuada” (art. 2198 CC).
El depósito bancario es normalmente realizado en dinero (moneda nacional
o extranjera). Sin embargo, nada obsta a que el mismo sea realizado en otros
bienes fungibles de carácter financiero con similar función económica (valores o
metales preciosos).
El depósito bancario es un contrato de mutuo, por el cual el banco realiza con
su cliente una operación crediticia pasiva, en virtud de la cual recibe de su clien-
te, en propiedad, dinero u otros recursos financieros de similar naturaleza, obli-
gándose a devolver, en un momento futuro, recursos de igual especie y calidad.
Los depósitos bancarios pueden constituirse a plazo fijo o a la vista. En los
depósitos a plazo fijo, la obligación del banco de reintegrar al cliente los fondos
depositados resulta exigible a partir de la fecha de vencimiento pactada en el
contrato. En los depósitos a la vista, la obligación de reintegro resulta exigible
130 Ricardo Olivera García

en el momento en que el mismo resulta requerido por el cliente. Muchas veces,


el requerimiento por el cliente al banco del pago de un depósito a la vista se rea-
liza a través del libramiento al banco de la orden de que éste pague el importe
depositado a un tercero. Esto ocurre normalmente en el caso de libramiento de
cheques a ser pagados con los fondos que el banco tiene depositados a la vista en
la cuenta corriente del cliente, tal como se verá más adelante.
El depósito bancario es siempre un contrato oneroso. La onerosidad se ma-
nifiesta generalmente en el pago por el banco al cliente de una tasa de interés
(pasiva), la cual retribuye el derecho otorgado por el cliente al banco de utilizar
en beneficio propio los fondos depositados, durante el plazo de la vigencia del
depósito. En algunos casos -como ocurre con los depósitos a la vista en cuenta
corriente- el banco no paga intereses al cliente; en estos casos, la onerosidad se
manifiesta en la prestación por el banco al cliente de un servicio de caja, en vir-
tud del cual atiende las órdenes de pago libradas por el cliente contra el banco, a
través de la emisión de cheques.

5.2. Certificados de depósito bancario

Los bancos captan igualmente los recursos financieros necesarios para su


operativa de intermediación en el crédito, a través de la emisión de certificados
de depósito a plazo fijo. Los mismos son títulos valores emitidos por el banco, los
cuales son suscriptos por los aportantes de los fondos y otorgan a su tenedor un
derecho de crédito contra el banco, exigible a su vencimiento.
Los certificados de depósito pueden emitirse en forma nominativa, al porta-
dor o escritural. Su calidad de títulos valores determina que exista una incor-
poración del derecho de crédito al documento y le otorga vocación circulatoria,
de modo que el banco reconocerá como titular del derecho de crédito a quien sea
tenedor legítimo del certificado de depósito, a su vencimiento, de acuerdo con su
ley de circulación.
En la práctica, los certificados de depósito son normalmente emitidos por los
bancos por oferta pública en bolsa de valores. El objeto de su emisión es acceder a
las colocaciones de fondos que realizan las sociedades administradoras de fondos
de ahorro previsional (AFAPs), a las cuales la ley otorga un margen especial para
sus inversiones en valores emitidos por empresas públicas o privadas que coticen
en un mercado formal (art. 123, D, Ley Nº 16.713).
Los certificados de depósito con oferta pública son necesariamente escritu-
rales (art. 19, Ley Nº 18.627). En los mismos, la emisión del valor antecede la
recepción de los fondos por el banco.

5.3. Emisión de obligaciones negociables

Las obligaciones negociables son títulos de crédito negociables, emitidos en


serie, los cuales documentan un préstamo o empréstito contraído por la entidad
Contratos bancarios 131

emisora. Aun cuando no es una práctica frecuente en nuestro país, los bancos pue-
den emitir obligaciones negociables, las cuales son colocadas a inversores.
Pueden tener oferta pública o privada, de acuerdo con el régimen establecido
por la Ley de Mercado de Valores Nº 18.627.
Son títulos con vocación circulatoria, los cuales permiten transferir los derechos
contra el banco a percibir los intereses y la amortización de su importe, los cuales
habrán de corresponder a quien sea tenedor legítimo de los títulos, de acuerdo con
su ley de circulación. Pueden ser al portador, nominativos o escriturales; en el caso
de obligaciones negociables de oferta pública, deben ser necesariamente escritura-
les (art. 19, Ley Nº 18.627).
La circunstancia de que las obligaciones negociables sean fácilmente transfe-
ribles permite que las mismas puedan ser emitidas a mayor plazo que el pactado
normalmente para los depósitos, permitiendo financiar, a su vez, el otorgamiento
de préstamos a largo plazo.

5.4. Notas de crédito hipotecarias

Son títulos emitidos por los bancos con la finalidad de financiar el otorga-
miento de préstamos hipotecarios para vivienda, en el marco del régimen esta-
blecido por la Ley Nº 18.574. Pueden ser emitidas por un monto equivalente al
95% del activo de cobertura, el cual está formado por el menor de los importes
entre los préstamos hipotecarios otorgados y el 70% del valor de tasación de los
inmuebles dados en hipoteca (art. 8).
En caso de un Proceso de Resolución Bancaria o de liquidación de la entidad,
la ley otorga a los tenedores de las notas de crédito hipotecarias un derecho
preferente para cobrarse con el producido de los préstamos hipotecarios para
vivienda que forman el activo de cobertura (art. 12).

5.5. Reporto

El reporto es una operación por la cual el banco vende valores (públicos o


privados) que tiene en cartera, recomprando en el mismo acto dichos valores a
futuro. Se trata de dos contratos de compraventa, de signo contrario, celebrados
entre el banco y el cliente en el mismo acto. En primera compraventa, las contra-
prestaciones de las partes son actuales, en tanto que en la segunda compraventa,
ambas partes se obligan a futuro. Los valores vendidos por el banco al cliente
en virtud de la primera compraventa, quedan normalmente depositados en el
banco, en garantía del cumplimiento por parte del cliente de su obligación de
trasmitirlos a futuro.
Si bien el reporto reviste formalmente la estructura jurídica de dos compra-
ventas (venta actual y recompra futura), entre las mismas partes, desde el punto
de vista económico cumple la misma función económica que un depósito banca-
132 Ricardo Olivera García

rio. El banco recibe del cliente los fondos derivados de la venta de los valores y
devuelve los fondos al cliente en el momento de la recompra.
La venta y la recompra tienen, entre sí, una diferencia de precio, la cual cum-
ple la función de una tasa de interés.

5.6. Redescuento

El redescuento es una operación bancaria pasiva, en virtud de la cual el banco


recibe un préstamo dinerario de otra entidad financiera entregando, en garantía
del mismo, documentos de su cartera producto de los préstamos otorgados a sus
clientes.
Son celebradas normalmente entre bancos (redescontante y redescontado),
siendo este mecanismo muchas veces utilizado por los bancos centrales para
promover el crédito bancario a determinadas actividades, permitiendo que los
bancos obtengan de la autoridad bancocentralista los recursos aplicados al otor-
gamiento de dichos créditos, con la garantía de los propios documentos que lo
instrumentan.
El redescuento es también utilizado por el Banco Central del Uruguay como
forma de obtener garantía por la asistencia financiera que prestan a los bancos
en situación de dificultad económica.

5.7. Obligaciones subordinadas

Los bancos pueden igualmente contraer obligaciones subordinadas a los de-


más pasivos, con la autorización del Banco Central del Uruguay. La subordi-
nación determina que, en caso de liquidación del banco, los titulares renuncian
a sus derechos de participación en la masa de acreedores y tendrán prelación
exclusivamente con respecto a los accionistas y en igualdad de condiciones con
otros acreedores subordinados.
Las obligaciones subordinadas pueden ser computadas por los bancos para
el cálculo de la responsabilidad patrimonial neta mínima que establece la regla-
mentación bancocentralista.

6. Contratos que instrumentan operaciones de intermediación


en el crédito dinerario activas

6.1. Préstamo

El préstamo es la operación bancaria de intermediación en el crédito activa


más importante, a través de la cual el banco coloca a crédito los fondos captados
de sus clientes, a través de las operaciones de intermediación en el crédito pasi-
vas.
Contratos bancarios 133

Reviste la naturaleza de un mutuo o préstamo de consumo (art. 700 C.Co.;


art. 2197 C.C.), por el cual el banco transfiere al cliente en propiedad fondos u
otros recursos financieros fungibles de similar naturaleza, comprometiéndose
éste a devolver, en un momento futuro, el mismo importe o recursos de igual es-
pecie y calidad, con más un precio por la utilización de los recursos, denominado
interés activo.
El préstamo se perfecciona en el momento en que el banco pone los fondos
a disposición del cliente, entregándolos materialmente o acreditándolos en su
cuenta. Sin perjuicio de que se trata de un contrato consensual, en muchos casos
es objeto de instrumentación escrita y, además, es de estilo la firma por el cliente
de un vale a favor del banco, documentando la obligación de rembolso contraída.
El préstamo bancario es simple una operación onerosa, la cual se retribuye
con el pago de un interés, el cual es proporcional al monto prestado y al plazo
del contrato. La ley regula la tasa máxima de interés que pueda cobrarse en las
operaciones de crédito (incluidos los préstamos bancarios), la cual no podrá su-
perar en determinada porcentaje las tasas medias de interés del mercado publi-
cadas por el BCU. Este interés máximo habrá de depender del monto prestado,
la moneda (moneda extranjera, moneda nacional reajustable o no reajustable),
de que el prestatario sea un consumidor o una empresa (micro empresas, peque-
ñas, medianas o grandes), del plazo del préstamo y de que se trate de intereses
corrientes o moratorios). La Ley Nº 18.212 sanciona las infracciones al cobro de
tasas de interés superiores al máximo permitido con la usura civil, la cual deter-
mina la caducidad del derecho al cobro de los mismos (art. 21), sin perjuicio de los
supuestos previstos para la usura penal (art. 22). En el caso de los bancos, esta
conducta se considera además una infracción a las normas bancocentralistas,
resultando comprendida en la potestad sancionatoria del BCU.
La modalidad de los préstamos normalmente difiere, en su forma de contra-
tarse y en las garantías que le acceden, según se trate de préstamos otorgados a
corto o a largo plazo.
Los préstamos a corto plazo son generalmente tomados por la empresa para
financiar su capital de trabajo. Se trata generalmente de un crédito revolving,
el cual es sucesiva y continuamente cancelado y retomado por el empresario,
según sus necesidades, manteniendo el nivel de endeudamiento en forma esta-
ble a lo largo de su operativa. Este crédito revolving se encuentra generalmente
garantizado por fianzas de los propios directores de la sociedad, o prendas sin
desplazamiento o hipotecas sobre bienes sociales. Se trata, en todos los casos, de
garantías abiertas o genéricas, que cubren la totalidad de los créditos que se van
otorgando en el marco de esta relación crediticia de carácter permanente entre
el banco y el cliente.
Sin embargo, la garantía más corrientemente utilizada en estos casos es el
descuento de documentos. En virtud de la misma, el crédito bancario recibido
por el empresario resulta cubierto por la transferencia por el cliente a favor del
banco de una cartera de documentos comerciales (vales, conformes, cheques de
134 Ricardo Olivera García

pago diferido) provenientes del crédito que el empresario otorga, a su vez, a los
clientes a los cuales realiza ventas a crédito, documentadas de esta forma.
Los préstamos a largo plazo son generalmente tomados por particulares para
la adquisición de bienes (inmuebles, automotores) o por las empresas, para en-
carar proyectos de inversión que producen un retorno diferido en el tiempo. Se
trata generalmente de préstamos amortizables, pagaderos en cuotas uniformes
(método francés) o decrecientes (método alemán), las cuales contienen el pago de
los intereses por el crédito recibido y la cancelación del capital prestado.
Normalmente los préstamos a largo plazo requieren además el otorgamiento
de garantías, sobre bienes del propio deudor o de terceros (prenda sin desplaza-
miento, hipoteca). Más recientemente, se ha desarrollado también la práctica de
garantizar los préstamos a través de la cesión por parte del deudor de créditos
futuros. En el caso de los deudores que tienen un flujo de ingresos uniformes
y relativamente previsibles, la posibilidad de que se transfieran a una escrow
account (cuenta de garantía) los ingresos que vaya obteniendo con su operativa,
como forma de deducir de los mismos los servicios del crédito (capital e intere-
ses), constituye un mecanismo de garantía muy eficiente, muchas veces preferi-
do a la prenda y la hipoteca. Esta cesión de créditos se realiza muchas veces a
favor de la propia entidad bancaria acreedora y, en otros, a favor de un fideico-
miso de garantía, patrimonio de afectación independiente, administrado por un
fiduciario que puede ser un tercero o la propia entidad bancaria beneficiaria (Ley
Nº 17.703, art. 9).

6.2. Apertura de crédito

La apertura de crédito es un contrato preliminar, bilateral y oneroso, por el


cual el banco se compromete frente al cliente a otorgar diferentes operaciones de
otorgamiento de crédito, dinerario o de firma, en determinadas condiciones, a re-
querimiento del cliente. Estas operaciones de otorgamiento de crédito pueden ser
préstamos de dinero, descuento de documentos, sobregiros en cuenta corriente,
otorgamiento de avales, apertura de cartas de crédito, etc.).
Es importante distinguir el contrato de apertura de crédito, como contrato
preliminar, de los contratos específicos de crédito que se otorgan entre el banco y
el cliente, en el marco de la apertura de crédito otorgada. Cuando el banco otorga
al banco un préstamo de dinero (contrato de crédito típico), transfiere fondos en
propiedad al cliente, comprometiéndose éste a devolverlos en un momento futuro
en el tiempo. Cuando el banco celebra con el cliente un contrato de apertura de
crédito, se compromete frente al cliente a otorgar un contrato de préstamo, en
determinadas condiciones, cuando éste lo requiera.
El contrato de apertura de crédito es un contrato a plazo, y el cliente se obliga
a pagarle al banco una comisión de mantenimiento del crédito, hasta tanto el
mismo sea utilizado. Cuando se celebrar negocios de crédito en el marco del con-
trato preliminar de apertura, el cliente pasa a pagar el precio correspondiente al
servicio crediticio recibido.
Contratos bancarios 135

La apertura de crédito puede ser simple o rotatoria (revolving). Es simple


cuando la obligación del banco de otorgar crédito al cliente se agota con la cele-
bración de contratos de otorgamiento de crédito por el monto de la apertura acor-
dada. Es revolving cuando, a medida que el cliente va cancelando las operaciones
de crédito recibidas del banco, se reabre la posibilidad de recibir un nuevo crédito
por el monto cancelado.
El otorgamiento de aperturas de crédito revolving es frecuente en el caso de
aquellas aperturas de crédito otorgadas para el descuentos de documentos, so-
bregiros en cuenta corriente o para su utilización con tarjetas de crédito.
En la práctica, los bancos otorgan a sus clientes “líneas de crédito”; es decir,
definen internamente el monto total del crédito que están dispuestos a otorgar
al cliente. Sin embargo, son normalmente reacios a la hora de contraer la obliga-
ción de mantener este crédito disponible en el tiempo. Esto determina que, o bien
no formalicen esta disposición de otorgar crédito al deudor hasta determinado
importe, o bien dispongan que podrán rescindir unilateralmente el contrato en
cualquier momento.
Las garantías personales (fianza) o reales (prenda e hipoteca) otorgadas por
el cliente a favor del banco, por los créditos recibidos de éste, son muchas veces
contratos abiertos o genéricos, que tienen como contrato principal garantizado a
la apertura de crédito, y alcanzan a todas las operaciones específicas de crédito
que se realicen, entre el banco y el cliente, en el marco del referido contrato.

6.3. Descuento

El descuento es una operación de intermediación financiera en el crédito di-


nerario activa. Se trata esencialmente de una modalidad de préstamo bancario,
utilizado corrientemente por los clientes para financiar su capital de trabajo.
La característica más relevante del descuento es que el préstamo recibido
por el cliente se encuentra garantizado por la transferencia por éste a favor del
banco de una cartera de documentos comerciales (vales, conformes, cheques de
pago diferido) provenientes generalmente de las ventas de bienes o servicios a
crédito que el cliente realiza en el mercado. El cliente garantiza frente al banco
el préstamo recibido con la propia cartera de documentos provenientes de crédito
que el cliente, a su vez, ha otorgado.
En la literatura sobre contratación bancaria se ha escrito mucho sobre el
contrato de descuento y la doctrina ha polemizado sobre su naturaleza jurídica,
cuestionando si se trata de una modalidad de mutuo o de una transferencia a
favor del banco (cesión o prenda) de títulos valores provenientes del giro del
deudor.
Esta polémica confunde la operación de descuento con su garantía. Desde el
punto de vista de la técnica bancaria, el descuento es una operación crediticia
activa, de características similares al préstamo bancario (mutuo oneroso). En la
misma el banco entrega fondos al cliente, comprometiéndose éste a devolverlos
136 Ricardo Olivera García

en un momento futuro en el tiempo, con más una tasa de interés que retribuye la
utilización de los recursos financieros en el tiempo.
La transferencia (endoso) por el cliente a favor del banco de la cartera de
documentos comerciales constituye una forma de garantía del crédito otorga-
do. El deudor principal por el crédito recibido sigue siendo el descontante, y la
transferencia de la cartera de documentos no tiene por finalidad, en situacio-
nes normales, su cobro por el banco, sino que cumple solamente una función de
garantía. En cada momento, será preocupación del banco tener endosada a su
favor una cartera de documentos no vencidos que cubra, con el margen que su
política de riesgo crediticio se lo imponga, el crédito dinerario otorgado al cliente
descontante.

6.4. Sobregiros en cuenta

Los sobregiros en la cuenta corriente bancaria del cliente son igualmente una
forma de otorgamiento de crédito bancario. Cuando el cliente gira contra el banco
una orden de pago, a través del libramiento de un cheque, el supuesto de que el
banco pague el cheque librado es que el cliente tenga fondos suficientes para ello
en su cuenta corriente, o que tenga autorización del banco para girar en descu-
bierto (Decreto-Ley Nº 14.412, arts. 2 y 3).
El sobregiro supone necesariamente una apertura de crédito previa, por la
cual el banco autoriza al cliente a girar cheques en descubierto contra su cuenta
corriente.
El sobregiro supone, en consecuencia, una disposición de fondos del banco por
parte del cliente, el cual contrae la obligación de rembolsar los mismos al banco,
cubriendo el sobregiro de su cuenta. El cliente deberá además pagar al banco los
intereses correspondientes a los fondos utilizados, por el plazo que medie entre
el pago del cheque por el banco y la cobertura de la cuenta por parte del cliente.

6.5. Leasing o crédito de uso

El leasing o crédito de uso (como lo denomina nuestra legislación) es un con-


trato de crédito por el cual el banco (dador) da en uso al cliente (usuario), por un
plazo determinado, un bien generalmente adquirido por el dador bajo instruccio-
nes del usuario, contra el pago de un precio en dinero, de pago periódico.
Al finalizar el plazo contractual, es de estilo que se otorgue por el dador al
usuario una opción de compra final, por la cual éste puede adquirir el bien en
propiedad.
Contratos bancarios 137

En nuestro derecho, el leasing fue regulado por la Ley Nº 16.072 bajo el nom-
bre de “crédito de uso”, poniendo de relieve la naturaleza de contrato de crédito
que el mismo tiene.
La regulación de la Ley Nº 16.072 otorga al crédito de uso una serie de carac-
terísticas que es importante destacar:
a) Limita la calidad de dador a las entidades de intermediación financiera o a
sociedades con objeto especial, autorizadas por el BCU (art. 3).
b) Prevé que pueda recaer en bienes adquiridos por el dador bajo instrucciones
del usuario; sobre bienes propiedad del propio usuario (lease back); o sobre
bienes propiedad del banco (art. 2).
c) Impone la inscripción del contrato en un Registro público (según la natura-
leza del bien), lo cual otorga al usuario un derecho real de garantía sobre el
bien, y le otorga el derecho a lograr la ejecución forzada específica, en caso de
ejercicio de la opción de compra y negativa del dador a otorgarla (art. 8). Esta
inscripción transfiere además al usuario las acciones contra el proveedor del
bien (art. 14).
d) Separa la obligación del usuario al pago de las prestaciones periódicas de las
vicisitudes que pueda tener el bien entregado. El dador no responde por evic-
ción (art. 16), ni por los vicios o defectos de la cosa (art. 19). El usuario debe
hacerse cargo del mantenimiento y las reparaciones del bien (art. 24) y debe
continuar pagando el precio aun cuando la cosa resultara destruida o deterio-
rada (art. 25).
La Ley Nº 17.296 creó la figura del crédito de uso operativo, en virtud de la
cual se habilita a ser dador de bienes en leasing a cualquier persona, eliminando
en estos casos la exclusividad establecida por la ley para las entidades financie-
ras (art. 636).
138 Ricardo Olivera García

En la práctica comercial corriente, el leasing o crédito de uso funciona como


una modalidad contractual alternativa del préstamo amortizable con garantía
real (prenda o hipoteca).
El banco realiza una colocación financiera, a través de la compra del bien
seleccionado por el usuario, y otorga a éste en uso durante todo el plazo de vigen-
cia del contrato, a través del pago de un precio periódico, equivalente al pago de
capital e intereses realizado de un préstamo amortizable. Durante el contrato,
se desplazan del banco al usuario todos los riesgos derivados de la propiedad del
bien, conservando el banco dicha propiedad con una función instrumental de
garantía.
A través del leasing, el banco coloca recursos captados del mercado, a través
de una operación que presenta, desde el punto de vista financiero, similares ca-
racterísticas que las restantes operaciones de intermediación en el crédito dine-
rario activas.

6.6. Factoring o factoraje

El factoring o factoraje es igualmente una forma de otorgamiento de crédito


dinerario, por el cual el banco realiza una colocación financiera en la cartera de
créditos que el cliente la transfiere, producto de la actividad de venta de bienes
o de servicios que el cliente desarrolla. Normalmente, el cliente se desprende
definitivamente de los créditos transferidos, asumiendo el banco el riesgo de la
cobranza de los mismos. En muchos casos, esta operativa supone además un
acuerdo previo entre el banco y el cliente, respecto a las condiciones en que éste
habrá de financiar su venta de bienes o de servicios, de modo de que su cartera
resulte luego transferible al banco.
En nuestro derecho, esta modalidad contractual aparece prevista en la Ley
Nº 17.202, la cual incorporó la regulación de la figura a la Ley Nº 16.774 sobre
fondos de inversión.
El art. 45 de la Ley 16.774 (texto dado por la Ley 17.202) define al factoring
como “la actividad financiera que consiste en adquirir créditos provenientes de
ventas de bienes muebles, de prestación de servicios o de realización de obras,
otorgando anticipos sobre tales créditos y asumiendo o no sus riesgos. La expre-
sada actividad podrá ser complementada con servicios como los de la gestión de
cobro de los créditos o la asistencia técnica, comercial o administrativa, a los ce-
dentes de los créditos aquí referidos. Los créditos deben provenir del giro habitual
de los cedentes”.
Si bien, en nuestro país, las operaciones de factoring son normalmente reali-
zadas por entidades especializadas, que se financian a su vez con pasivos banca-
rios, en muchos casos los bancos realizan directamente esta operativa, siendo los
adquirentes de las carteras de sus clientes.
La ley prevé que el factor puede asumir o no los riesgos de la cartera transfe-
rida. Sin embargo, el elemento que diferencia al factoring respecto del descuento
Contratos bancarios 139

de documentos es que, mientras en el descuento el cliente sigue siendo deudor


del banco y asume el riesgo de los documentos descontados, en el factoring dicho
riesgo es transferido al banco. En el factoring, el banco-factor adquiere la cartera
de documentos de crédito al firme, asumiendo el riesgo de cobro de los mismos.
Esto justifica la mayor injerencia del banco en la política crediticia del cliente,
respecto de lo que ocurre en el crédito bancario corriente. Uno de los atractivos
del factoring como fuente de financiamiento de la actividad empresarial es que
el banco asume el riesgo crediticio del empresario.
El factoring se realiza generalmente sobre créditos futuros, lo cual determina
la necesidad de dotar a la transferencia de los créditos de un mecanismo de ce-
sión operativo y dinámico.
La ley ha buscado contemplar estas circunstancias, previendo expresamente
la posibilidad de que el factoring pueda realizarse a través de una cesión global
de créditos, presentes o futuros, y que el propio contrato de cesión sea suficien-
te para la transferencia de los créditos, sin necesidad de notificación al deudor
cedido (arts. 45-46). Esto determina la existencia de una modalidad especial de
cesión de créditos, la cual se aparta del régimen general de los códigos Civil y
de Comercio, en los cuales la notificación al cedido resulta necesaria para que
se opere tradición. La cesión de créditos en el factoring, en cambio, tiene efectos
dispositivos.

6.7. Emisión de tarjetas de crédito

La operativa de tarjetas de crédito se inscribe dentro de la modalidad más


amplia de la creación de instrumentos de pago, denominados genéricamente “di-
nero plástico”. Por esta operativa, el banco se obliga a pagar a los comercios ad-
heridos al sistema de la tarjeta de crédito específica las compras de bienes o de
servicios realizadas por los tenedores de la tarjeta de crédito que el banco emite
(tarjetahabientes). Esto supone que, como contrapartida de la compra de bienes
o de servicios en los comercios adheridos, el tarjetahabiente suscribe un cupón
que habilita luego al comercio a obtener el pago de dicha compra por parte del
banco emisor. El tarjetahabiente rembolsa luego al banco los importes pagados
por éste, en base a liquidaciones periódicas, pudiéndolo hacer al contado o en
forma financiada.
Existen tarjetas de crédito que operan sobre la base de un sistema cerrado, de
carácter trilateral, en el cual el banco mantiene, por un lado, vínculos contrac-
tuales previos con los comercios adheridos y, por el otro, con los tarjetahabientes
(caso Diners Club o American Express). En cambio, otras operan sobre la base de
un sistema abierto, de carácter cuadrilateral, en el cual las relaciones con los co-
mercios adheridos son mantenidas por una entidad administradora u organiza-
dora del sistema, en tanto que la relación con los tarjetahabientes son mantenida
con el banco (caso Visa o Mastercard). En estos casos, los comercios obtienen de
la entidad administradora u organizadora el pago de las compras de bienes o ser-
vicios de los tarjetahabientes, importe que les resulta rembolsado por el banco.
140 Ricardo Olivera García

El contrato de emisión de la tarjeta de crédito celebrado entre el banco y el


tarjetahabiente constituye una operación de intermediación en el crédito dinera-
rio activa. En virtud de la misma, el banco se compromete a pagar a los comercios
adheridos las compras de bienes o de servicios celebradas por el cliente-tarjeta-
habiente (directamente o a través de la entidad administradora, según los casos),
comprometiéndose luego el cliente a rembolsar al banco el importe pagado, en
función de estado de cuenta que le es comunicado periódicamente por el banco.
Supone una apertura de crédito, en virtud de la cual el banco se obliga a
hacerse cargo del pago de los bienes y servicios adquiridos por el cliente en los
comercios adheridos. Existe una suerte de pago por delegación del banco frente
al comercio, por cuenta y orden del cliente, el cual determina la extinción por
novación de la deuda del cliente frente al comercio contraída por la compra de los
bienes o servicios, y la asunción de dicha deuda frente al comercio por el banco o
la entidad administradora (art. 996 C.Com., art. 1526 C.C.). Este pago otorga al
banco el derecho de repetir contra el cliente por los importes pagados.
El cliente puede acudir a este beneficio de pago por delegación dentro del
margen de la apertura de crédito acordada con el banco, frente al cual se obliga
a reembolsar luego al banco lo pagado por éste en un pago contado, o en el marco
del plan de financiación que el propio contrato de emisión de la tarjeta de crédito
le otorga. La Ley Nº 18.212 sobre tasas de interés y usura -norma de orden pú-
blico- dispone que el banco no podrá cobrar intereses en el caso de que el cliente
cancele íntegramente los importes pagados por el banco, en oportunidad de la
presentación de cada estado de cuenta (art. 6). El cobro de intereses solamente
es posible en caso de que el cliente opte por pagar parcialmente dicho importe y
refinanciar el saldo (arts. 7 y 8).
Contratos bancarios 141

En muchos casos, el contrato de emisión de tarjeta de crédito otorga al cliente


la posibilidad de realizar además del banco retiros de dinero en efectivo, también
en el marco de la apertura de crédito que le fuera otorgada, asumiendo conco-
mitantemente la obligación de reembolsar el importe dichos retiros en la misma
forma que el reembolso de los pagos que el banco hubiera realizado por su com-
pra de bienes o servicios.

7. Contratos que instrumentan operaciones


de intermediación en el crédito de firma

7.1. Aval bancario

El concepto de aval es acuñado por el Derecho de los títulos valores. El mismo


identifica el acto jurídico cambiario, incorporado formalmente a un título valor,
por el cual el avalista garantiza total o parcialmente el pago del título (art. 15,
Decreto-Ley Nº 14.701).
En materia bancaria, el concepto de aval resulta más amplio. El aval bancario
define la operación por la cual el banco se constituye en garante de su cliente por
las obligaciones asumidas por éste frente a un acreedor. La finalidad del aval
bancario es mejorar el acceso al crédito de su cliente, permitiendo a éste acceder
a condiciones de crédito que le estarían vedadas o le resultarían más gravosas,
en el caso de que un banco no se obligara a responder por su cumplimiento ante
el acreedor, beneficiario del aval.
El aval es una operación crediticia, ya que el banco otorga crédito a su cliente.
En caso de que el cliente no pague a su acreedor, el banco deberá hacerlo por él,
adquiriendo en este caso el derecho a ser reembolsado por el cliente por los im-
portes pagados al acreedor, en la misma situación en que hubiera estado en caso
de haberle otorgado un crédito dinerario.
Integra la categoría de los créditos de firma, ya que el crédito otorgado por el
banco al cliente no consiste en entregarle una suma de dinero, sino en obligarse
con él frente al acreedor. El crédito de firma se transformará en un crédito di-
nerario cuando el banco deba pagar el aval al acreedor -por incumplimiento del
cliente frente al mismo- y se coloque en la posición de recuperar los importes
pagados. Esto determina que el riesgo asumido por el banco al otorgar un aval
bancario sea exactamente el mismo que asume cuando otorga un crédito dine-
rario, debiendo tratar esta relación crediticia exactamente en la misma forma.
El aval bancario es además una operación de intermediación, ya que no sola-
mente el banco otorga un crédito de firma al cliente, sino que recibe crédito del
acreedor, quien está dispuesto a otorgar crédito al cliente por la circunstancia de
que, a la obligación de éste, se suma la obligación del banco de pagar cuando el
cliente no lo haga.
La forma jurídica adoptada por el aval bancario puede ser diversa. Puede ins-
trumentarse como un aval cambiario, suscribiendo el banco como avalista el mis-
mo título valor librado o aceptado por el cliente. Puede también instrumentarse
142 Ricardo Olivera García

como un contrato de fianza solidaria o subsidiaria (con beneficio de excusión).


Normalmente, el aval bancario es otorgado por el banco como una garantía a
primera demanda, siendo pagadero a mero requerimiento del acreedor-benefi-
ciario, sin que sea necesario que éste acredite previamente el incumplimiento del
cliente garantizado. Su instrumentación sigue normalmente los Usos y Prácticas
Uniformes de la Cámara de Comercio Internacional (CCI).
El aval bancario es corrientemente retribuido con el pago de una comisión,
que remunera el otorgamiento del crédito y el riesgo asumido por el banco du-
rante su vigencia. En la eventualidad de que el banco deba pagar el aval, y su
crédito de firma se convierta en dinerario, el cliente deberá además los intereses
por el lapso transcurrido entre el pago del aval y el reembolso al banco de los
importes pagados.

7.2. Aceptaciones bancarias

Las aceptaciones bancarias son modalidades de crédito de firma que se utili-


zan normalmente en el marco de operaciones de mediación financiera realizadas
por los bancos.
La mediación financiera es una modalidad de intermediación financiera en la
cual el banco vincula a inversores y tomadores de recursos financieros para que
contraten entre sí. La interposición del banco entre la oferta y la demanda de
recursos financieros no se realiza en este caso a través de la captación y recoloca-
ción de los recursos financieros a crédito, sino a través de la vinculación directa
de ofertantes y demandantes de los mismos, quienes celebran entre sí el contrato
de otorgamiento de crédito dinerario.
Estas operaciones de mediación financiera van normalmente unidas a un cré-
dito de firma otorgado por el banco, el cual garantiza al inversor de los recur-
sos que el tomador habrá de dar cumplimiento a las obligaciones derivadas del
contrato de crédito dinerario. Las consideraciones realizadas respecto del aval
bancario resultan igualmente aplicables a esta modalidad de crédito de firma.
La identificación de estas operaciones como “aceptaciones bancarias” respon-
de a la forma de instrumentación de las mismas. El tomador de los recursos
financieros libra una letra de cambio a su orden (coincide la figura de librador
y tenedor), la cual es aceptada por el banco. La letra de cambio librada por el
tomador y aceptada por el banco es luego endosada por el tomador a favor del
inversor. Esto determina que el inversor de los recursos financieros tenga como
instrumento de su crédito una letra de cambio en la cual el banco y el tomador
son obligados cambiarios, siendo de este modo beneficiario del crédito de firma
otorgado por el banco al cliente-tomador.
Contratos bancarios 143

7.3. Crédito documentario

El crédito documentario es el más importante de los contratos que instru-


mentan operaciones de crédito de firma, y constituye el aporte más relevante del
sistema bancario a las operaciones de comercio internacional.
En su forma más sencilla, en virtud de esta operación, el banco (emisor) se
obliga a pagar por su cliente (ordenante) a un tercero (beneficiario), directamen-
te o a través de un banco corresponsal, una suma determinada de dinero contra
la presentación por parte del beneficiario de determinados documentos estipu-
lados.
Constituye una forma de adaptación de la operación de crédito de firma a la
garantía de las obligaciones asumidas por el ordenante, en virtud de un contra-
to sinalagmático. Su principal aplicación es la compraventa de mercaderías a
distancia, doméstica o internacional. A través de la misma, se asegura al benefi-
ciario al cobro del precio de la compraventa, sujeto a que éste haga entrega de la
cosa comprada. El cumplimiento de la obligación de entregar la cosa es verificado
por el banco a través de un control documentario, de modo que el beneficiario
deberá acreditar en forma documental haber entregado la cosa, como requisito
para percibir del banco el precio de la compraventa.
El crédito documentado se instrumenta a través de la emisión por parte del
banco de una carta de crédito, que resulta entregada al beneficiario, en la cual
constan las condiciones en las que el banco se obliga frente al mismo a pagar el
precio de la compraventa que éste ha celebrado con el ordenante.
El crédito documentario ha permitido superar los riesgos comerciales deri-
vados de las compraventas a distancia, en las cuales no existe simultaneidad
posible en el cumplimiento de las contraprestaciones entre las partes. Sin este
instrumento, en una compraventa a distancia, una de las partes se ve obligada a
adelantar el precio y aguardar la entrega de la cosa; o entregar la cosa y aguar-
dar el pago del precio. Este riesgo representa un obstáculo para el comercio a
distancia, entre partes no dispuestas a otorgarse crédito; especialmente, cuando
las mismas se encuentran ubicadas en jurisdicciones diferentes, que hacen difícil
tanto el conocimiento previo entre los contratantes como cualquier reclamación
jurisdiccional posterior por incumplimiento. Esta dificultad se supera con la in-
tervención de un banco (o un sistema de bancos) que asegura a ambas partes que
el precio será pagado en forma simultánea con la entrega de la cosa.
En el ejemplo de la compraventa internacional de mercaderías, el comprador
de la mercadería (ordenante) solicitará al banco el otorgamiento de un crédito
de firma, el cual consiste en la emisión de una carta de crédito, por la cual se
obligue a pagar el precio de la compraventa al vendedor contra la presentación
por parte de éste de documentos que acrediten la entrega de la mercadería. Estos
documentos serán generalmente la factura comercial, el conocimiento de embar-
que que acredite que la mercadería fue entregada al transportista con destino al
comprador, la póliza de seguro que hace al comprador beneficiario de cualquier
siniestro, y todos aquellos otros recaudos documentales que el comprador consi-
dere necesarios para acreditar la entrega.
144 Ricardo Olivera García

En muchos casos, la recepción de la documentación que acredita la entrega


y el pago correspondiente no es realizado por el propio banco emisor, sino por
un banco corresponsal. Este banco podrá limitarse a recibir la documentación y
hacer el pago (banco notificador) o también puede obligarse, por cuenta del banco
emisor, frente al vendedor (banco confirmador). En este caso, el vendedor tendrá
no solamente la garantía de un banco de la jurisdicción del comprador, sino tam-
bién de uno de su propia jurisdicción.
El crédito documentario es un contrato corrientemente utilizado para ser uti-
lizado entre operadores comerciales ubicados en diferentes jurisdicciones, lo cual
plantea los problemas derivados del conocimiento de la ley y de la jurisdicción
aplicable. A los efectos de superar estos inconvenientes, las cartas de crédito
emitidas por los bancos y las restantes relaciones de crédito documentario se su-
jetan a las disposiciones contenidas en los Usos y Prácticas Uniformes para Cré-
ditos Documentarios (UCP) aprobadas por la Cámara de Comercio Internacional
(CCI). La primera versión de estas normas fue aprobada en 1933 y la actual
(UCP 600) se encuentra vigente desde el 2007. Estas normas recogen los usos y
prácticas uniformes del comercio internacional respecto de estos documentos y
la aplicación de las mismas es incorporada a las cartas de crédito emitidas por
los bancos. La CCI cuenta además con un tribunal arbitral especializado para
resolver las diferencias que puedan plantearse entre las partes por aplicación de
las UCP.
Por el contrato de crédito documentario, el banco otorga al cliente (ordenante)
un crédito de firma, en virtud del cual se obliga a emitir a favor del beneficiario
una carta de crédito, en virtud de la cual se obliga a pagar una suma de dinero
contra un control documentario previo, bajo las normas de la UCP 600. Para el
Contratos bancarios 145

caso de que la carta de crédito sea utilizada por el beneficiario, éste entregue la
documentación requerida en forma correcta y cobre la carta de crédito, el cliente
se obliga frente al banco a reembolsar el importe pagado por éste. El crédito do-
cumentario resulta remunerado por el pago de una comisión. A partir del pago
de la carta de crédito por el banco emisor (directamente o a través de su banco
corresponsal), el cliente deberá al banco intereses por el período que medie hasta
el reembolso de los importes pagados.
Si bien el crédito documentario es corrientemente utilizado en operaciones de
compraventa de mercaderías a distancia, especialmente de carácter internacio-
nal, no existe impedimento alguno para que el mismo sea utilizado como garan-
tía para el pago del precio de cualquier otro contrato sinalagmático.

8. Contratos que instrumentan operaciones de servicios financieros

8.1. Cuenta corriente bancaria

La cuenta corriente bancaria es uno de los más típicos y característicos con-


tratos del negocio bancario. El mismo establece un vínculo de relacionamiento
entre el banco y el cliente, a través del cual se canalizan la mayoría de las opera-
ciones que éste realiza con el banco.
Originariamente, la cuenta corriente bancaria aparece vinculada al otorga-
miento del banco a su cliente de un servicio de caja, en virtud del cual el banco
da cumplimiento a las órdenes de pago a terceros que el cliente da al banco a
través del libramiento de cheques, de donde la cuenta corriente bancaria resulta
históricamente vinculada al concepto de cuenta de cheque. En virtud del contra-
to de cuenta corriente bancaria, el cliente libra contra el banco órdenes de pago,
instrumentadas en un título valor denominado “cheque” y el banco se obliga a
dar cumplimiento a dichas órdenes, en la medida que el cliente tenga fondos
suficientes para atender a dicho pago o autorización para girar en descubierto.
La cuenta corriente bancaria aparece regulada en la Ley Nº 6.895 de 1919,
que fue nuestra primera Ley de Cheques. La actual Ley de Cheques Nº 14.412
de 1972 define el cheque como “una orden de pago, pura y simple, que se libra
contra un banco en el cual el librador debe tener fondos suficientes depositados a
su orden en cuenta corriente bancaria o autorización expresa o tácita para girar
en descubierto” (art. 2).
En tal sentido, el pago de un cheque por el banco, en virtud del contrato de
cuenta corriente bancaria supone la previa existencia de un depósito bancario de
fondos, para atender al pago de los cheques librados por el cliente, o una aper-
tura de crédito por parte del banco, en virtud del cual el banco otorga crédito al
cliente a través de sobregiros en su cuenta.
En virtud de la cuenta corriente bancaria, el banco le presta al cliente un
servicio de caja, permitiendo al cliente realizar el pago de sus obligaciones frente
a terceros, entregando a éstos cheques, lo cuales contienen una orden de pago
librada al banco, para que éste pague el importe correspondiente al tenedor del
cheque.
146 Ricardo Olivera García

El Decreto-Ley Nº 14.412 regula con detenimiento la obligación del banco de


pagar los cheques librados por el cliente, con quien ha celebrado un contrato de
cuenta corriente bancaria, así como los casos en que debe negarse a hacerlo (art.
36), con la finalidad de dotar al cheque de confiabilidad como medio de pago en
el comercio.
La doctrina ha distinguido tradicionalmente la figura de la cuenta corriente
bancaria de la cuenta corriente mercantil, que resulta utilizada entre comer-
ciantes que tienen entre sí relaciones de créditos y deudas recíprocos. La cuenta
corriente mercantil permite diferir la exigibilidad de dichos créditos y deudas,
hasta el momento de cierre de la cuenta y compensación de los créditos y deudas
recíprocos existentes entre las partes.
Sin embargo, la práctica bancaria ha migrado a otorgar a la cuenta corriente
bancaria un uso más amplio y general que la mera cuenta de cheque, funcionan-
do la misma en forma similar a la cuenta corriente mercantil.
La cuenta corriente bancaria se ha transformado en la banca moderna del
instrumento jurídico a través del cual se canaliza toda la relación entre el banco
y el cliente. Cuando el banco otorga un préstamo al cliente, los fondos muchas
veces no le son entregados materialmente sino depositados a la orden del cliente
en su cuenta corriente; los servicios (amortización de capital e intereses) de los
préstamos otorgados por el banco a sus clientes no son pagados directamente
por éste, sino que son debitados por el banco del saldo de su cuenta corriente;
lo mismo ocurre con el reembolso debido por el cliente al banco en función de
los créditos de firma (avales, créditos documentarios) que el banco le hubiera
otorgado; los bancos debitan además de las cuentas corrientes de sus clientes el
importe de los pagos (cuentas de luz eléctrica, telefonía, clubes sociales, etc.) que
el banco realiza por cuenta de los mismos o de los giros y transferencias que el
cliente le hubiera ordenado; el producido del cobro de cheques de terceros que el
cliente hubiera confiado al banco o aun la devolución de un depósito a plazo rea-
lizado por el cliente es realizada poniendo los fondos a disposición del cliente en
su cuenta corriente; lo mismo ocurre con los importes que el banco percibe por los
activos financieros que el cliente le hubiera dado en administración. Además, el
cliente no retira fondos de su cuenta corriente solamente a través del libramien-
to de cheques, sino que lo hace también por órdenes o instrucciones directas, o
mediante el empleo de tarjetas de crédito o de débito.
La práctica señalada determina que la cuenta corriente bancaria refleje toda
la relación de créditos y de deudas que se va produciendo como consecuencia
de la operativa del cliente con el banco, en forma similar a lo que ocurre con la
cuenta corriente mercantil de operadores económicos que tienen relaciones que
generan relaciones de crédito recíproco.
La Ley Nº 6.895 contiene algunas regulaciones destacables respecto a la cuen-
ta corriente bancaria. Prevé que la misma puede cerrarse cuando lo exija el ban-
co o el cliente, previo aviso con diez días de anticipación, salvo convención en
contrario (art. 34). Establece además un régimen de reconocimiento tácito de las
cuentas que el banco pase al cliente trimestralmente o en el período convenido de
Contratos bancarios 147

liquidación, si el cliente no presentada observaciones a las mismas en un plazo


de diez días (art. 35).
La cuenta corriente bancaria puede presentar un saldo acreedor o deudor
para el cliente. Los bancos cobran intereses por los sobregiros en la cuenta co-
rriente. Los bancos no pagan generalmente intereses a sus clientes por los saldos
acreedores que éstos mantienen en sus cuentas corrientes, como contrapartida
del servicio gratuito de caja que prestan a los mismos.

8.2. Giros o transferencias

Los giros o transferencias bancarias son servicios de entrega o remesa de fon-


dos que el banco realiza a un tercero, en cumplimiento de un mandato recibido
del cliente. El banco paga un importe determinado a la persona indicada por el
cliente, con los fondos provistos o contra el crédito otorgado al mismo, en los tér-
minos de la instrucción recibida.
Los giros o transferencias son contratos de mandato, con o sin representación
(comisión), regulados por las normas que al respecto establece el Código de Co-
mercio (arts. 299 y siguientes).
Muchas veces estos pagos son realizados a personas ubicadas en una plaza
diferente a la del cliente, para lo cual el banco utiliza su propia red de sucursales
o el auxilio de bancos corresponsales, a los cuales el banco otorga, a su vez, la
instrucción de que realice el pago.
Los servicios de giros o transferencias bancarias son normalmente retribui-
dos con el pago de una comisión por el cliente al banco.

8.3. Depósitos en custodia

Además de la recepción de depósitos bancarios -operación de intermediación


en el crédito pasiva- los bancos ofrecen también el servicio a sus clientes de reci-
bir bienes o valores en depósito regular, con la finalidad de custodiar los mismos.
A diferencia del llamado depósito irregular o bancario, en este caso, el banco
no adquiere la propiedad de los bienes depositados y, en consecuencia, no está le-
gitimado a utilizar los mismos en el marco de un negocio de intermediación. Los
bienes permanecen en el patrimonio del cliente y la obligación del banco consiste
en custodiar y conservar los mismos, y restituirlos en los términos del contrato
de depósito.
A los efectos de que exista un depósito en custodia es necesario que los bienes
no sean fungibles, de modo que la obligación de restitución por parte del banco
recae en los propios bienes recibidos y no en otros de igual especie y calidad.
Se trata de un depósito regular de carácter comercial, regido por las disposi-
ciones pertinentes del Código de Comercio (arts. 721 y siguientes).
Los depósitos en custodia son corrientemente realizados con la finalidad de
que el banco realice además la administración de los referidos bienes (por ejem-
148 Ricardo Olivera García

plo, el cobro de dividendos, amortizaciones e intereses de valores) o en el marco


de una operación de garantía, en la cual los bienes depositados resultan prenda-
dos a favor del propio banco o de un tercero.
A diferencia del depósito irregular o bancario, el banco no pagará al cliente un
interés, sino que cobrará un precio por el servicio prestado.

8.4. Cofres de seguridad

El sistema de seguridad que mantienen los bancos para custodiar sus propios
recursos financieros, producto de su actividad de intermediación en el crédito,
brinda a los mismos la posibilidad de poner a disposición de sus clientes las
seguridades de este sistema, facultándolos a utilizar cajas fuertes individuales,
ubicadas en el recinto cerrado del banco, en las cuales el cliente puede conservar
a resguardo bienes o valores de su propiedad. Solamente el cliente o las personas
autorizadas por éste tienen acceso a esas cajas o cofres de seguridad, descono-
ciendo el banco el contenido de los mismos. La obligación del banco se reduce a
mantener el sistema de seguridad del recinto, y restringir el acceso a los cofres
de seguridad a las personas autorizadas.
La disponibilidad de los cofres de seguridad es retribuida por el cliente con un
pago fijo, periódico, realizado al banco.
Se ha discutido sobre la naturaleza jurídica de este contrato, existiendo quie-
nes sostienen que se trata de una modalidad de depósito en custodia y quienes
entienden que se trata de un contrato de arrendamiento. Del depósito regular
o de custodia se aparta, porque el banco no recibe del cliente ningún bien ni se
obliga a restituir el mismo. Tampoco se ajusta estrictamente al arrendamiento
ya que, si bien existe la disponibilidad de un espacio físico contra el pago de un
precio periódico, existe una multiplicidad de obligaciones de brindar seguridad y
control de acceso, que desbordan esta figura jurídica. Por otra parte, no resulta
razonable ni adecuado aplicar a este contrato la normativa vigente en materia
de arrendamiento de bienes inmuebles, la cual responde a una realidad comple-
tamente diferente.
Debe entenderse que estamos en presencia de un contrato atípico, en el cual
coadyuvan obligaciones propias del depósito y del arrendamiento, pero que no
puede asimilarse a ninguna de ambas figuras jurídicas.

8.5. Administración de patrimonios

La administración de patrimonios de terceros es un servicio financiero vincu-


lado tradicionalmente al negocio bancario. La confianza que el cliente deposita
en el banco se traduce muchas veces en la disposición de encomendar al banco la
administración de sus bienes.
Esta administración puede limitarse a la mera custodia y conservación, rea-
lizando las tareas de cobro de los servicios financieros generados por los bienes
Contratos bancarios 149

o derechos confiados a la custodia, o puede incluir servicios de mayor alcance y


sofisticación.
El proceso de desintermediación financiera ocurrido en las últimas décadas
impulsó a los clientes deseosos de mejorar la rentabilidad de sus activos a migrar
hacia la realización de otras colocaciones financieras diferentes al depósito ban-
cario. Esta realidad determinó que se profundizara la actividad de prestación de
servicios financieros consistente en crear formas de administración de las colo-
caciones financieras realizadas por los clientes en ese mercado desintermediado.
El desarrollo de la operativa de administración de patrimonios proviene de la
oferta por los bancos a sus clientes del servicio de asesorar a los mismos y asistir
luego a los mismos en la colocación de sus recursos, realizando normalmente in-
versiones en activos financieros de diferente naturaleza (valores públicos, obliga-
ciones negociables, acciones, títulos de deuda, futuros, opciones, etc.), actuando a
nombre propio y por cuenta, orden y riesgo del cliente inversor.
Los recursos financieros no son recibidos por los bancos de sus clientes en
el marco de una operación de intermediación en el crédito, sino que son recibi-
dos para realizar con ellos inversiones que, si bien son realizadas por el banco
actuando a nombre propio, lo hace por cuenta de su cliente. El banco no asume
frente al cliente más que las obligaciones derivadas de la prestación de un ser-
vicio. El cliente no asume el riesgo bancario, sino el riesgo de las inversiones
realizadas por el banco, actuando por su cuenta y riesgo del cliente.
Estas operaciones reciben el nombre de mandato fiduciario, encargo fiducia-
rio o administración fiduciaria de patrimonios, y se encuadran jurídicamente en
la figura del mandato sin representación o comisión, regulada por el Código de
Comercio (arts. 335 y siguientes).
El banco recibe de parte de su cliente la provisión de fondos para el cumpli-
miento del mandato y realiza la inversión actuando a nombre propio. El riesgo
de la inversión recae en el cliente. El banco cobra los servicios de la inversión
realizada por cuenta del cliente, a quien rinde cuentas de los importes recibidos.
El precio cobrado por el banco consiste generalmente en una comisión por el
servicio prestado.

8.6. Estructuración y administración de vehículos de inversión

En muchos casos, el servicio de administración de patrimonios por cuenta de


los clientes es realizado por el banco a través de la creación de vehículos de inver-
sión, administrados directa o indirectamente por el banco, los cuales permiten
agrupar a un cúmulo de clientes demandantes del mismo servicio.
El agrupamiento de clientes, cuyos recursos se canalizan en forma conjunta
a la realización de inversiones permite, a través del manejo de un patrimonio
más importante, acceder a productos vedados para inversores de menor porte.
Además, permite reducir el riesgo de las inversiones a través de una adecuada
150 Ricardo Olivera García

distribución de las mismas en la creación de portafolios de inversiones, que lo-


gren el mejor equilibrio entre la rentabilidad y el riesgo de las mismas.
En esta materia, los bancos cuentan con una importante experiencia en la
estructuración de fondos de inversión o de fideicomisos, creando patrimonios de
afectación con propósito específico, los cuales consolidan los aportes de sus clien-
tes e invierten los mismos en el mercado. La Ley de Fideicomisos Nº 17.703 de
2003 autoriza además a los bancos a recibir bienes en fideicomiso y administrar
los mismos como fiduciario, así como ser titulares de sociedades administradoras
de fondos de inversión que actúen como fiduciarios de fideicomisos o de fondos
de inversión.
En todos estos casos, los bancos estructuran vehículos de inversión (fondos
de inversión, fideicomisos), actuando por sus clientes, realizando inversiones por
cuenta y riesgo de éstos y administrando las mismas. Se trata de un servicio
financiero de alta especialización y sofisticación técnica, retribuido por un precio
o comisión.
– IV –

EL FIDEICOMISO A LOS 10 AÑOS DE VIGENCIA


DE LA LEY Nº 17.703*

1. Introducción

La Ley N 17.703 de 27 de octubre de 2003 introdujo en nuestro régimen jurí-


dico la figura del fideicomiso.
La Ley uruguaya de Fideicomisos fue una de las últimas leyes en Latinoamé-
rica en recoger legislativamente esta figura1. Creación de cuño latinoamericano2,
desarrollado en numerosos países de nuestro continente desde la década de 20
del siglo pasado3, el fideicomiso ha pasado a constituir una figura jurídica tre-
mendamente útil y práctica para la realización de negocios, emulando al trust
del derecho anglosajón4.
En nuestro país, la iniciativa de legislar sobre fideicomisos provino del Banco
Central del Uruguay (BCU), preocupado por desarrollar el mercado de capitales,

*
Trabajo publicado en Revista de Derecho Comercial, Tercera época, N° 6, 2014, p. 161 y ss.
1 Anteriormente lo hicieron: México (1924), Panamá (1925), Puerto Rico (1928), Venezuela (1956),
Costa Rica (1964), El Salvador (1970), Guatemala (1970), Colombia (1972), Bolivia (1977), Argen-
tina (1994), Honduras (1995), Perú (1996), Paraguay (1996), Ecuador (1998), Vé. RODRIGUEZ
AZUERO, Negocios fiduciarios. Su significación en América Latina, Legis, Bogotá-México-Bue-
nos Aires-Caracas-Lima-Santiago, 2005, p. 65 y ss.
2 El mérito de haber sido el precursor de la figura del fideicomiso se atribuye al jurista panameño
Ricardo Alfaro que, en 1920, propuso una fórmula de adaptación de la figura del trust anglosajón.
El Proyecto Alfaro sirvió de fuente a gran parte de la legislación latinoamericana en la materia
(ALFARO, El fideicomiso. Estudio sobre la necesidad y conveniencia de introducir en la legisla-
ción de los pueblos latinos una institución nueva semejante al trust del Derecho Inglés, Panamá,
1920).
3 La primera consagración de esta figura en Latinoamérica debe atribuirse a la Ley General de
Instituciones de Crédito y Establecimientos Bancarios de México del año 1924 (Vé. BATIZA, El
fideicomiso, teoría y práctica, Ed. Porrúa, México, 1980, p. 50; VILLAGORDOA LOZANO, Doctri-
na general del fideicomiso, Ed. Porrúa, México, 1982, p. 39). El propio Ricardo Alfaro fue el autor
de la primera Ley panameña de Fideicomisos en 1925.
4 La adopción del fideicomiso por el Derecho continental europeo es un fenómeno mucho más re-
ciente. Si bien Liechtenstein lo había regulado en 1926, Luxemburgo lo hizo en 2003 y el Código
Civil francés recién lo recogió en la reforma introducida por la Ley Nº 2007-211 (arts. 2011-2031).
En Italia, que no regula estrictamente el fideicomiso, la reforma del Código Civil introducida en
el año 2006 previó el atto di destinazione, que crea un régimen de afectación patrimonial, oponi-
ble a terceros (art. 2465ter).
152 Ricardo Olivera García

a través de la creación de un vehículo apto para estructurar operaciones de secu-


ritización de carteras de créditos, generadoras de flujos de fondos5.
Sin embargo, con muy buen criterio, el legislador optó por no limitar el impul-
so normativo a la creación de un vehículo de securitización, sino que reguló en
forma integral y sistemática el negocio de fideicomiso. Éste ha demostrado ser
una herramienta fecunda para la estructuración de negocios de diferente natu-
raleza: administración de patrimonios, construcción de inmuebles, canalización
de inversiones públicas y privadas, procesos de privatizaciones y concesiones
públicas, constitución de garantías, reestructuración de empresas en crisis y, por
supuesto, la obtención de financiamiento a través de la securitización de flujos
de fondos.
El fideicomiso viene a quebrar con un paradigma de nuestro sistema jurídico
patrimonial, el cual se basaba en el supuesto de la existencia de una correlación
necesaria e ineludible entre persona y patrimonio: cada persona es titular de un
solo y único patrimonio, integrado por bienes que son la garantía de sus acree-
dores6.
Contrariando este paradigma, el fideicomiso incorpora el concepto axial de
propiedad fiduciaria, el cual supone que cualquier persona puede ser titular,
además de su patrimonio personal, de uno o más patrimonios separados o inde-
pendientes –patrimonios de afectación con un fin específico- los cuales recibe con
un propósito especial (propiedad fiduciaria), cada uno de los cuales está formado
por sus propios activos (bienes y derechos) y pasivos.
A partir de esta figura innovadora, el fideicomiso ha demostrado ser un ex-
traordinario mecanismo de reasignación de los riesgos en el mercado, permi-
tiendo blindar determinados bienes y derechos, a los efectos de aplicarlos a una
finalidad negocial específica.
Los 10 años de vigencia de la Ley Nº 17.703 constituye una excelente instan-
cia para repasar los perfiles más relevantes de esta figura, así como para realizar
una evaluación de la aplicación que la misma ha tenido en el mundo del derecho
de los negocios.

5 El Banco Mundial nos contrató en el año 2000, a instancias del Banco Central del Uruguay, para
preparar un proyecto de Ley de Fideicomisos para Uruguay, que sirvió de base a la actual Ley Nº
17.703. En el proceso de preparación de este proyecto se contó además con el asesoramiento del
profesor colombiano Sergio Rodríguez Azuero y de la consultora norteamericana Ellen Marshall
del estudio Morrison & Foerster.
6 AUBRY-RAU vinculaban la idea de patrimonio a la personalidad, como una manifestación de la
aptitud o capacidad de la persona para adquirir bienes y contraer obligaciones (Cours de Droit
Civil Français d’après la méthode de Zaccharie, Paris, 1873). Según la doctrina clásica francesa:
sólo las personas pueden tener patrimonio; ninguna persona puede carecer de patrimonio; toda
persona tiene sólo un patrimonio; y la persona no puede desprenderse de su patrimonio en vida
(PLANIOL-RIPERT, Tratado práctico de Derecho Civil, trad. esp., La Habana, 1930, t. III, p. 24).
El fideicomiso a los 10 años de vigencia de la Ley Nº 17.703 153

2. ¿Qué es el fideicomiso?

Como expresáramos, el fideicomiso es una modalidad de negocio de significa-


tivo desarrollo en muchos países de derecho continental –en especial latinoame-
ricanos- que busca recoger y adaptar el instituto del “trust” gestado en el seno
del derecho anglosajón7.
Resulta concebido como un negocio jurídico en virtud del cual una persona
(fideicomitente) crea un patrimonio de afectación sujeto al régimen de propiedad
fiduciaria (fideicomiso), del cual pasa a ser titular otra persona (fiduciario), tras-
mitiendo ciertos bienes o derechos a este patrimonio del fiduciario. El fiduciario
está obligado a disponer de los bienes y/o ejercitar los derechos para la realiza-
ción de ciertos fines preestablecidos por el fideicomitente, en beneficio de una o
más personas (beneficiarios)8.
En consecuencia, el fideicomiso supone conceptualmente la concurrencia de
tres sujetos:
a) Fideicomitente, es quien crea el fideicomiso y trasmite al fiduciario los bienes
o derechos objeto del negocio, instruyéndolo sobre los fines a cuya consecución
los mismos han de ser aplicados;
b) Fiduciario, es quien recibe como propiedad fiduciaria los bienes fideicomiti-
dos, con la finalidad de cumplir el fin establecido en el acto constitutivo del
fideicomiso; y
Beneficiario o beneficiarios, son quienes reciben los beneficios que el fideicomiso
genera, y los bienes y derechos que lo forman, una vez cumplido el plazo o con-
dición resolutoria del mismo. Puede ser beneficiario el propio fideicomitente
o un tercero.
La nota más relevante del negocio de fideicomiso es que los bienes o derechos
fideicomitidos no ingresan al patrimonio del fiduciario, sino que éste los recibe en
“propiedad fiduciaria”, conformando con los mismos un patrimonio de afectación.
Dichos bienes o derechos pasan a estar excluidos de la garantía común de los
acreedores del fideicomitente, del beneficiario y del propio fiduciario.
El negocio de fideicomiso incide directamente en la asignación de los riesgos
crediticios, permitiendo la realización de operaciones que, de otro modo no po-
drían ser realizadas, o lo serían con un costo sensiblemente mayor.

7 Para ser precisos, deberíamos referirnos al derecho inglés y norteamericano, ya que Escocia
(Trusts Act) y la Provincia canadiense de Québec (Code civil) son países de derecho continental
(Civil Law) y consagran el concepto de patrimonio de afectación y propiedad fiduciaria, con
soluciones similares a la figura del fideicomiso.
8 La doctrina distingue, con acierto, entre el acto de creación de la propiedad fiduciaria, como
acto de separación patrimonial, y la transferencia de los bienes o derechos al patrimonio de
afectación creado. Vé. DE CORES, Segmentación patrimonial y autonomía privada, Doctrina y
Jurisprudencia de Derecho Civil, año I, tomo I, Montevideo, 2013, p. 65 y ss. Si bien ambos actos
pueden coincidir cronológicamente, los mismos resultan conceptualmente separables.
154 Ricardo Olivera García

3. Modalidades de fideicomiso

La doctrina ha planteado diversos criterios de clasificación de los fideicomi-


sos, distinguiendo entre fideicomisos públicos y privados, contractuales y testa-
mentarios, onerosos y gratuitos, revocables e irrevocables, etc.
No obstante, resulta relevante la clasificación realizada en función de los fi-
nes perseguidos por el fideicomiso, los cuales han llevado a distinguir entre fidei-
comisos de administración, de inversión y de garantía9.
El fideicomiso de administración es la modalidad en virtud de la cual el fidei-
comitente transfiere al fiduciario, en propiedad fiduciaria, determinados bienes
o derechos para que éste proceda a realizar las operaciones de guarda, conserva-
ción, o cualquier otra actividad específica que suponga la aplicación de los mis-
mos, entregando luego los frutos o rentas de los mismos al beneficiario.
El fideicomiso de inversión se caracteriza por la circunstancia de que los re-
cursos transferidos por el fideicomitente al fiduciario, en propiedad fiduciaria,
deben ser aplicados por éste a la adquisición de bienes o a la realización de co-
9 Antes de la vigencia de la Ley Nº 17.703, analizando el incipiente régimen uruguayo, ya adelan-
tábamos esta clasificación (OLIVERA GARCÍA, El Fideicomiso y sus perspectivas en la actividad
bancaria, Anales del Foro (1981), Nº 23-24, ps. 37-38). Vé. también BATIZA, El Fideicomiso, cit.,
p. 143 y ss.
El fideicomiso a los 10 años de vigencia de la Ley Nº 17.703 155

locaciones. En estos casos, cobra especial relevancia el rendimiento que el fidu-


ciario logre con los recursos transferidos, en provecho del beneficiario o, muchas
veces, del propio fideicomitente.
El fideicomiso de garantía, por su parte, busca asegurar el cumplimiento de
una obligación del fideicomitente frente al beneficiario. El fideicomitente afecta
bienes de su propiedad, transfiriéndolos en propiedad fiduciaria al fiduciario, con
instrucciones de que, en caso de incumplimiento, proceda éste a su venta y pague
con el producido de la misma al beneficiario.
Sobre estas modalidades básicas se han desarrollado diversas variantes y
empleos. En muchos países han tenido gran importancia los fideicomisos de de-
sarrollo, formados con recursos aportados por el Estado y por organismos inter-
nacionales, los cuales son empleados en beneficio de determinado sector de la
economía. En otros casos, los llamados fideicomisos inmobiliarios han sido de
gran utilidad para coordinar la diversidad de intereses en juego en proyectos de
infraestructura de gran volumen. Finalmente, en otras situaciones, los fideico-
misos fueron un instrumento adecuado para la administración del patrimonio de
empresas en crisis o sujetas a procedimientos concursales10.
Modernamente, en numerosos países, se recurre cada vez con mayor frecuen-
cia al fideicomiso como un instrumento para el financiamiento de las empresas,
a través de procesos de securitización o titulización de sus activos, actuales o
futuros, los cuales se transfieren a un fideicomiso y se transforman en títulos
transables, lo que hace que esta figura represente una herramienta de gran uti-
lidad para el acceso de los operadores económicos a los mercados de capitales11.

4. Algunos ejemplos de negocios de fideicomiso

La novedad introducida por el fideicomiso de poder constituir patrimonios de


afectación con un fin específico, y la ductilidad negocial que la figura brinda, ha
provocado que el mismo resulte utilizado con los más diversos propósitos.
Con carácter ilustrativo, habremos de plantear algunos casos hipotéticos de
utilización de fideicomisos, con la finalidad de mostrar las diversas y variadas
aplicaciones que el mismo puede tener.

Primer caso:
Supongamos que A, propietario de un inmueble, decide realizar un acto de
liberalidad con C, entidad de enseñanza. La liberalidad consiste en donarle los
arrendamientos del inmueble durante 20 años, vencidos los cuales, el inmueble
pasará a su sobrino D. El régimen de fideicomiso brinda la posibilidad de que A
10 La Ley Nº 18.387 de Concursos y Reorganización Empresarial del año 2008 prevé el fideicomiso
como uno de los contenidos posibles del convenio a ser celebrado entre el deudor y las mayorías
de acreedores que exige la ley, como forma de reestructurar la empresa en estado de insolvencia
(art. 139).
11 Vé. OLIVERA GARCÍA, Contratos de financiamiento empresarial, Revista de Derecho Comer-
cial, tercera época, Nº 5, 2012, p. 179.
156 Ricardo Olivera García

cree un fideicomiso y transfiera el inmueble a B, en propiedad fiduciaria, dán-


dole además la instrucción que arriende el inmueble y pague mensualmente el
producido de los arrendamientos a C, durante los próximos 20 años. Vencido este
plazo, B deberá transferir el inmueble en propiedad a D.
Esta figura, brinda a A la seguridad de que el inmueble estará en un patri-
monio independiente, no pudiendo ser perseguido ni por sus propios acreedores,
ni por los de B, C o D. Tiene además la certeza de que, en la medida que se trata
de un patrimonio de afectación, B no tendrá facultades para dar al inmueble un
destino diferente al que le fuera instruido. Finalmente, otorga a C y a D el dere-
cho de exigir directamente a B el cumplimiento del fideicomiso.
Esta es la estructura típica de un fideicomiso de administración.

Segundo caso:
En este caso A, propietario de un capital importante, desea invertir el mismo
en valores ofrecidos en el mercado. Sin embargo, carece de la experiencia y de
la información suficiente para realizar este tipo de inversiones. El régimen del
fideicomiso le permite transferir los recursos que desea invertir, en propiedad fi-
duciaria, a B que es un especialista en inversiones. El fin del fideicomiso es que B
realice las inversiones, siguiendo los criterios generales previamente acordados
con A, y vencido un determinado plazo, reintegre a A –o a quien éste designe- el
producido de las inversiones realizadas.
Esta figura, supone que A sea al mismo tiempo fideicomitente y beneficiario
del fideicomiso. Otorga a A la certeza de que el capital transferido a B no podrá
ser perseguido por los acreedores personales de B. Le asegura además que B de-
berá sujetar su plan de inversiones a los criterios establecidos en el fideicomiso.
Le brinda finalmente el derecho a exigir, al vencimiento del plazo, la devolución
de los bienes fideicomitidos.
Esta es la estructura típica de un fideicomiso de inversión.

Tercer caso:
A es deudor de C por un préstamo recibido del mismo. En garantía del pago
del préstamo, A transfiere un bien de su propiedad a B, en propiedad fiduciaria,
con la instrucción de que, una vez que A le haya pagado a C el préstamo contraí-
do, el bien le será devuelto por B. En cambio, en caso de incumplimiento por A
de la obligación de pagar a C, B deberá vender el bien recibido en fideicomiso al
mejor postor y, con el producido de la venta, pagar la deuda que A mantiene con
C, reintegrando luego a A el saldo remanente.
En este caso, C cuenta con una garantía sobre determinados bienes aportados
por A, la cual surge de la tenencia de los mismos por B en propiedad fiduciaria.
Esta es la estructura típica de un fideicomiso de garantía.
El fideicomiso a los 10 años de vigencia de la Ley Nº 17.703 157

Las aplicaciones del fideicomiso pueden ser muchas otras y de muy diversa
índole. La circunstancia de poder crear patrimonios de afectación con un propó-
sito específico, brinda una multiplicidad de opciones en el mundo de los negocios.

5. Origen del fideicomiso

La mayoría de los autores coinciden en remontar los orígenes del fideicomiso


al derecho romano, el cual lo concebía como una liberalidad de última voluntad,
hecha en forma de encargo por el difunto en un testamento o en un codicilo. En
virtud del mismo, una persona transfería a otra, por un negocio mortis causae
la propiedad de uno o más bienes, con la finalidad de que ésta, los empleara, a
su vez, en beneficio de otra u otras personas a las cuales, si ello fuera posible,
debían serles trasmitidos en el futuro los bienes12.
En un comienzo, el fideicomiso implicaba solamente un compromiso moral,
basado en la fides. Sin embargo, la situación de indefensión en que se encontra-
ban los beneficiarios determinó que Augusto hiciera cumplir, con la intervención
de los cónsules, ciertos fideicomisos particularmente dignos de interés. Claudio
designó dos pretores permanentes (praetor fideicommissarius) con la finalidad
de vigilar el cumplimiento de los fideicomisos. Las reclamaciones para requerir
el cumplimiento de un fideicomiso no se seguían por el procedimiento común,
sino por el procedimiento extra ordinem.
Además, del fideicomiso –de carácter eminentemente sucesorio- los romanos
conocieron también el pacto o acuerdo fiduciario (pactum fiduciae) como negocio
entre vivos. El mismo consistía en la transferencia a una persona de un bien,
por acto entre vivos, con la obligación del adquirente de retrasmitir los bienes
en determinadas circunstancias. Se conocieron dos modalidades de pactum fidu-
ciae: la fiduciae cum creditore (por la cual se trasmitía el bien a un acreedor, con
la obligación de devolverlo una vez satisfecha la deuda) y la fiduciae cum amico
(por la cual se trasmitían los bienes con la obligación del receptor de adminis-
trarlos y/o trasmitirlos según las instrucciones del dador de los mismos)13.
Por muchos siglos, el antecedente romano fue ignorado por el derecho con-
tinental. No así en el derecho anglosajón, donde la figura del trust –forjada a
partir de este concepto- tuvo un notable desarrollo.
En Inglaterra el trust reconoció como antecedente inmediato al use, figura
creada en la época feudal como forma de eludir el estatuto de manos muertas,
aprobado por el Parlamento inglés en 1217, el cual prohibía a las corporaciones
eclesiásticas la posesión de tierras. En virtud del use se trasmitían dichas tierras
por acto entre vivos o por testamento a un prestanombre (feofee to use), quien las
poseía en provecho del beneficiario (cestui qui use). Sin embargo, el feofee con-

12 El Código Civil uruguayo (art. 865) prohíbe la llamada “sustitución fideicomisaria”, entendida
como la disposición por la cual el testador encarga a un heredero o legatario, de conservar toda su
vida los bienes que le deja, para trasmitirlos a una persona designada también en el testamento.
Vé. VAZ FERREIRA, Tratado de las Sucesiones, Montevideo, 1967, t. I, p. 488.
13 Vé. DI PIETRO, Derecho privado romano, Depalma, Buenos Aires, 1996, p. 155.
158 Ricardo Olivera García

traía solamente una obligación moral, careciendo el beneficiario de facultades


para exigir el cumplimiento del use14. Recién en el siglo XV, los tribunales de
equidad comenzaron a reconocer ciertos derechos a los beneficiarios, los cuales
se consolidaron años más tarde con un sistema de propiedad equitativa a favor
de los cestui qui use.

6. El trust anglosajón

Nacido a partir del use, el trust resulta consagrado en el derecho inglés –y


más tarde por el norteamericano- como una modalidad de negocio jurídico en
virtud del cual una persona, denominada settlor, transfiere determinados bie-
nes a otra persona, denominada trustee, en quien tiene confianza, para que ésta
cumpla con los mismos un fin lícito a favor de sí mismo o de una tercera persona
(cestui qui trust). El trustee estará obligado, contractualmente o por disposición
de la ley, a administrar y utilizar los bienes recibidos en beneficio del cestui qui
trust, el cual tendrá derecho a exigir el cumplimiento de dicha obligación.
Como garantía del cumplimiento de la obligación del trustee, los tribunales de
equidad acordaron al cestui qui trust un derecho de persecución sobre los bienes,
basado en la existencia de una propiedad de equidad sobre los mismos.
Como se ha afirmado15: The essence of a trust is the imposition of an equita-
ble obligation on a person who is the legal owner of property (a trustee) which
requires that person to act in good conscience when dealing with that property in
favour of any person (the beneficiary) who has a beneficial interest recognised by
equity in the property. The trustee is said to “hold the property on trust” for the be-
neficiary. There are four significant elements to the trust: that it is equitable, that
it provides the beneficiary with rights in property, that it also imposes obligations
on the trustee, and that those obligations are fiduciary in nature.
La característica típica del trust reside, fundamentalmente, en esta forma
dual de derecho de propiedad: mientras al trustee corresponde el título legal de
propiedad, de acuerdo con el derecho estricto, el cestui qui trust mantiene la pro-
piedad emanada del derecho de equidad.
Es decir que coexisten en el trust anglosajón dos derechos de dominio sobre
el mismo bien, cada uno de los cuales surge de una fuente de derecho diferente
y cada uno de los cuales corresponde a un sujeto diferente: una trust ownership,
configurada como un legal estate, la cual pertenece al trustee; y una beneficial
ownership, configurada como una equitable estate, la cual pertenece al cestui qui
trust.
De este modo ambos sujetos, el trustee y el cestui qui trust tienen sobre el bien
un derecho real, oponible frente a terceros.

14 FRANCESCHELLI, Il trust nel diritto inglese, Cedam, Padova, 1935, p. 23 y ss.


15 THOMAS-HUDSON, The Law of Trust, Oxford University Press, 2004, sections 2.1 y 2.2.
El fideicomiso a los 10 años de vigencia de la Ley Nº 17.703 159

7. Fideicomiso y negocio fiduciario

Antes de la consagración del fideicomiso como figura legal diferenciadas, en


los regímenes de derecho continental se desarrolló –muchas veces sin base nor-
mativa específica- la figura del negocio fiduciario, heredero directo del pactum
fiduciae del derecho romano.
El mismo constituye un acuerdo de voluntades cuya finalidad es la transmi-
sión de ciertos bienes o derechos de un otorgante a otro, con la obligación asumi-
da por éste de destinarlos a una finalidad específica.
Siguiendo a la mejor doctrina16 puede sostenerse que el negocio fiduciario es
una forma compleja que resulta de la unión de dos negocios de índole y efectos
diferentes, colocados en oposición recíproca:
a) Un contrato real positivo: la transferencia de la propiedad o del crédito, que
se realiza de modo perfecto e irrevocable;
b) Un contrato obligatorio negativo: la obligación del fiduciario de usar tan solo
en una cierta forma el derecho adquirido, para restituirlo después al transfe-
rente o a un tercero.
Si bien en el negocio fiduciario se asemeja al trust, en la medida que existe
igualmente una transferencia de bienes al fiduciario (trustee) y la obligación de
éste de dar a los mismos un destino determinado, existen entre ambos institutos
diferencias muy marcadas.
En el negocio fiduciario, los bienes transferidos ingresan al patrimonio del
fiduciario, pasando a formar parte de la garantía común de sus acreedores, sin
que el beneficiario tenga ninguna posibilidad de oponerse a la persecución de
tales bienes por los acreedores del fiduciario.
Además, el vínculo entre el fiduciario y el beneficiario es meramente obliga-
cional. Esto determina que, ante el incumplimiento del fiduciario, el beneficiario
tenga contra el mismo solamente una acción personal, careciendo de todo dere-
cho específico sobre el bien transferido.
Estas dificultades no se plantean en el trust, en la medida que el derecho an-
glosajón otorga al beneficiario (cestui qui trust) una beneficial ownership, la cual
le permiten la persecución del bien dado en trust, en manos del aquél en que el
mismo se encuentre.
Para superar los inconvenientes del negocio fiduciario y dar mayores seguri-
dades a los sujetos involucrados, muchos regímenes jurídicos optaron por regular
el instituto del fideicomiso.

16 FERRARA, La simulación de los negocios jurídicos, trad. esp., Ed. Revista de Derecho Privado,
Madrid, 1953, p. 66. En nuestro derecho, el negocio fiduciario, con similares características, fue
estudiado por GAMARRA, Tratado de Derecho Civil uruguayo, tomo XIII, AMF, Montevideo,
1971, p. 135 y ss.
160 Ricardo Olivera García

8. Concepto legal de fideicomiso

El negocio de fideicomiso fue regulado en nuestro país por Ley Nº 17.703 de


27 de octubre de 2003. La norma legal toma como fuentes las leyes de Colombia,
México, Perú, Argentina y de la Provincia de Québec (Canadá). En su primera
parte, la ley regula el régimen legal aplicable a todos los negocios de fideicomiso;
mientras que la segunda se encuentra destinada a regular una modalidad espe-
cial: el fideicomiso financiero17.
El fideicomiso es definido por la ley como “el negocio jurídico por medio del
cual se constituye la propiedad fiduciaria de un conjunto de derechos de propie-
dad u otros derechos reales o personales que son transmitidos por el fideicomiten-
te al fiduciario para que los administre o ejerza de conformidad con las instruc-
ciones contenidas en el mismo, en beneficio de una persona (beneficiario), que es
designada en el mismo, y la restituya al cumplimiento del plazo o condición al
fideicomitente o la transmita al beneficiario” (art. 1º).
La definición legal presenta algunas características a ser destacadas:
a) Define al fideicomiso como un “negocio jurídico”, categoría que incluye tanto
los actos jurídicos de carácter contractual como aquellos emanados de la ma-
nifestación unilateral de voluntad del constituyente. Como se ha sostenido18,
la esencia del fideicomiso reside en el acto de segregación o separación patri-
monial, el cual parte de una manifestación de voluntad del fideicomitente, sea
por acto entre vivos o mortis causa.
b) La estructura básica del fideicomiso se apoya conceptualmente en la existen-
cia de tres partes: fideicomitente, fiduciario y beneficiario. La norma no dis-
tingue entre beneficiario y fideicomisario, como lo hacen las leyes argentina,
colombiana o panameña19. Admite, sin embargo, la existencia de una plurali-
dad de beneficiarios con diferentes beneficios. Por ejemplo, el destinatario del
producido de la administración de los bienes fideicomitidos durante la vida
del fideicomiso y el receptor final de los bienes al terminar el mismo.
Puede existir pluralidad de fideicomitentes y de beneficiarios. También puede
coincidir en la misma persona la calidad de fideicomitente y de beneficiario.
En cambio, se prohíbe que se designe beneficiario al fiduciario, salvo en el
caso de los fideicomisos en garantía constituidos a favor de una entidad de
intermediación financiera20.
Se prevé también la figura del fideicomiso unilateral, donde el fideicomitente
y el fiduciario coinciden en la misma persona, previsto para el caso del fidei-
comiso financiero con oferta pública.

17 El funcionamiento del régimen legal de la Ley Nº 17.703 fue reglamentado por el Decreto 516/003
de 11 de diciembre de 2003.
18 DE CORES, Segmentación patrimonial, cit., ps. 68-69.
19 FLAH-SMAYEVSKY, La securitización y la promoción de la vivienda, Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 1996, p. 24 y ss.
20 Vé. CARREGAL, Fideicomisos de garantía, en AA.VV., Derecho Empresarial actual. Homenaje
al Dr. Raymundo L. Fernández, Depalma, Buenos Aires, 1996, p. 257.
El fideicomiso a los 10 años de vigencia de la Ley Nº 17.703 161

c) Se incorpora el concepto de propiedad fiduciaria, la cual recae sobre un patri-


monio de afectación al cual ingresan los bienes recibidos por el fiduciario en
fideicomiso. Este patrimonio de afectación se encuentra separado y es inde-
pendiente de los patrimonios de los demás sujetos participantes del negocio
(fideicomitente, fiduciario, beneficiario) y se encuentra destinado al cumpli-
miento del fin del fideicomiso.
d) Se limita la legitimación del fiduciario para disponer de los bienes o ejercer
los derechos que tiene en propiedad fiduciaria, a las facultades que le fueron
otorgadas en el fideicomiso21.

9. Constitución del fideicomiso

En la constitución del fideicomiso cobra un rol protagónico la voluntad del


fideicomitente, quien resuelve la creación de un patrimonio de afectación sepa-
rado, establece los fines del mismo, y le trasmite los bienes y derechos en propie-
dad fiduciaria. Este fideicomiso puede ser constituido por acto entre vivos o por
testamento (art. 2).
El fideicomiso por acto entre vivos es definido por la ley como un “contra-
to innominado”, aseveración contradictoria, ya que el contrato innominado es
conceptualmente aquél que no tiene regulación legal, cosa que no ocurre con el
fideicomiso a partir de la Ley Nº 17.703. No obstante, destaca la circunstancia de
que, en el fideicomiso por acto entre vivos, el consentimiento del fiduciario forma
parte del negocio de fideicomiso.
El contrato de fideicomiso es título hábil para producir la transferencia de la
propiedad o de la titularidad de los derechos reales o personales (bienes fideico-
mitidos), transferidos en propiedad fiduciaria del fideicomitente al fiduciario,
que constituyen su objeto.
La ley prevé igualmente la figura del fideicomiso testamentario, establecien-
do al respecto diversas estipulaciones:
a) Puede ser constituido por testamento abierto o cerrado, superando al
respecto los problemas interpretativos que planteaba el art. 865 del Código Civil,
que declaraba nulo todo fideicomiso.
b) Se confiere al fiduciario derecho personal a reclamar de los herederos la
entrega de los bienes y derechos que constituyan el objeto del fideicomiso, ex-
cepto en caso de recaer sobre una especie cierta, donde el fiduciario adquiere la
propiedad fiduciaria de pleno derecho desde la muerte del causante.
c) Prohíbe y declara nulos los fideicomisos testamentarios en los que se de-
signen diversos beneficiarios en forma sucesiva, procediendo la sustitución a la
muerte del beneficiario anterior (art. 9.a). Esta norma recoge lo que la doctrina
consideraba que era el real alcance de la norma del art. 865 del Código Civil, que
buscaba prohibir la sustitución fideicomisaria.

21 Vé. DE CORES, La legitimación del fiduciario, Doctrina y Jurisprudencia de Derecho Civil, año
II, tomo II, Montevideo, 2014 (en prensa).
162 Ricardo Olivera García

d) El fideicomitente no podrá valerse de la figura del fideicomiso para violar


las normas de orden público en materia sucesoria. En tal sentido, los fideicomi-
sos testamentarios no podrán afectar el carácter intangible de las legítimas ni
perjudicar los derechos de los restantes asignatarios forzosos (art. 10).
La ley exige que el negocio de fideicomiso sea otorgado por escrito como re-
quisito de solemnidad, sin perjuicio de las restantes formalidades que el negocio
deba observar, en virtud de la naturaleza de los bienes fideicomitidos. Si el bien
fideicomitido fuera un inmueble o un establecimiento comercial, debería obser-
varse el requisito formal de la escritura pública para que el fideicomiso fuera
título hábil para su transferencia.
Impone además la registración del negocio, la cual debe realizarse en el Re-
gistro de Actos Personales (Decreto 516/003), como requisito de oponibilidad res-
pecto de terceros de las restricciones impuestas a las facultades del fiduciario.
Sin perjuicio de la incorporación de otras estipulaciones, el instrumento de
fideicomiso (contrato o testamento) deberá contener (art. 4):
a) La individualización de los bienes objeto del fideicomiso o descripción de
los requisitos y características que deberán reunir los mismos.
b) La determinación del procedimiento por el cual los bienes serán incorpo-
rados al fideicomiso.
c) El plazo o condición al que está sujeto el fideicomiso. En ausencia de
fijación de plazo, éste será de 30 años.
d) El destino de los bienes al finalizar el fideicomiso.
e) Los derechos y obligaciones del fiduciario y el modo de sustituirlo si éste
cesare.

10. Objeto del fideicomiso

Pueden ser objeto de fideicomiso cualquier tipo de bienes, corporales o incor-


porales, muebles o inmuebles, derechos reales o personales, presentes o futuros,
que se encuentren en el comercio de los hombres, incluyendo las universalidades
de bienes (establecimiento comercial) (art. 5). Solamente no podrán ser objeto de
fideicomiso los derechos personalísimos.
Los bienes fideicomitidos son recibidos por el fiduciario en propiedad fiducia-
ria e integran el patrimonio de afectación del fideicomiso.
Un tema de especial destaque es la posibilidad de que sean objeto de fideico-
miso los derechos personales de crédito futuros que el fideicomitente transfiera
al fiduciario. Los fideicomisos de créditos futuros son corrientemente utilizados
en la actividad empresarial como medio de garantía para acceder al financia-
miento bancario o a otras formas de crédito financiero, así como para garantizar
la emisión de valores de oferta pública o privada, colocados en el mercado22.

22 Vé. OLIVERA GARCÍA, Contratos de financiamiento empresarial, cit., ps. 186-187.


El fideicomiso a los 10 años de vigencia de la Ley Nº 17.703 163

La Ley Nº 17.703 admite que los bienes futuros puedan ser objeto de fidei-
comiso, como antes lo había admitido la Ley Nº 17.202 de 1999, que reguló el
contrato de factoraje o factoring.
En el caso de las Intendencias Municipales, en el marco de fideicomisos con de
obra pública, la ley las habilita especialmente a ceder en fideicomiso los créditos
derivados de tributos departamentales, dando cuenta a la Junta Departamental
(art. 3).

11. Propiedad fiduciaria

El concepto de propiedad fiduciaria es la idea central sobre la cual reposa todo


el instituto del fideicomiso.
Entre la multiplicidad de soluciones propuestas en el derecho comparado: pa-
trimonio de afectación del fiduciario (Colombia, México, Panamá), patrimonio
autónomo sin sujeto (Québec), persona jurídica independiente (Ecuador), propie-
dad fiduciaria (Argentina, Perú), la ley opta por esta última solución.
La propiedad fiduciaria es definida como el patrimonio de afectación, formado
por los bienes y derechos fideicomitidos, separado e independiente de los patri-
monios del fideicomitente, del fiduciario y del beneficiario (art. 6).
El concepto de propiedad fiduciaria carecía de antecedentes en el derecho
uruguayo. Sin perjuicio de esto, la figura del patrimonio de afectación había sido
ya empleada por la Ley de Seguridad Social Nº 16.713 de 1995, al regular la
creación de los fondos de ahorro provisional, y por la Ley de Fondos de Inversión
Nº 16.774 de 1996.
Se ha debatido en la doctrina si la propiedad fiduciaria es una modalidad del
derecho de propiedad, o se trata de un derecho real diferente. El cuestionamiento
se basa en que la misma carecería del rasgo de perpetuidad -ya que está sujeta
a plazo o condición- y que no existe dominio pleno, ya que los bienes y derechos
que la componen no están sometidos a la voluntad del fiduciario, sino afectados
al cumplimiento de los fines del fideicomiso23. Otros, en cambio, han sostenido
que las características anotadas determinan que no exista un derecho de domi-
nio pleno sino un derecho de dominio imperfecto24. Finalmente, otros sostienen
que no existen diferencias esenciales entre la propiedad normal y la propiedad
fiduciaria que constituye objeto del fideicomiso25.
La polémica se torna retórica, en cuanto la ley define la propiedad fiduciaria,
utiliza el concepto de propiedad y establece las consecuencias específicas que
provienen de esta segmentación patrimonial.

23 FUNES, El fiduciario en la Ley 24.441, Fideicomiso, Depalma, Buenos Aires, 1996, p. 83.
24 KIPER-LISOPRAWSKI, Tratado de Fideicomiso, Lexis Nexis, Buenos Aires, 2003, p. 41; ORDO-
QUI CASTILLA, El Fideicomiso, Ed. del Foro, 2ª ed., Montevideo, 2004, p. 39.
25 DE CORES, “Trust”, “fideicomiso”, “fiducie”, “atto di destinazione”. Aspectos de la propiedad
fiduciaria en el derecho comparado, Annales de droit privé, (Gandolfi, dir.), 2010/2011, Giuffré,
Milano, 2011, p. 115.
164 Ricardo Olivera García

La propiedad fiduciaria produce los siguientes efectos respecto al derecho de


persecución de los acreedores sobre los bienes fideicomitidos (arts. 7 y 8):
a) Los bienes fideicomitidos sólo responden por las obligaciones contraídas
por el fideicomiso.
b) Los bienes fideicomitidos quedan exentos de la acción singular o colecti-
va de los acreedores del fiduciario.
c) Los acreedores del beneficiario no pueden perseguir los bienes fideicomi-
tidos mientras éstos se encuentren en el patrimonio del fiduciario, sin perjuicio
del derecho de accionar contra los frutos que dichos bienes generen y de subro-
garse en los derechos de beneficiario.
d) En el fideicomiso por acto entre vivos, los acreedores del fideicomitente
no pueden perseguir los bienes objeto del negocio, pudiendo ejercer tan solo las
acciones por fraude previstas por la ley.
e) En el fideicomiso testamentario que diera origen a una sucesión a título
particular, el fiduciario responderá frente a los acreedores hereditarios sólo con
los bienes fideicomitidos, en la misma forma prevista por el Código Civil para los
legatarios. Sin perjuicio de esto, si los herederos comunicaran personalmente a
los acreedores hereditarios su intención de cumplir el fideicomiso, y éstos no se
opusieran en el plazo de diez días, perderán su acción contra dichos bienes.
f) En el caso de una sucesión a título universal, el fiduciario responde con
el patrimonio objeto del fideicomiso.
g) Los bienes personales del fiduciario no responden por las obligaciones
contraídas en la ejecución del fideicomiso, las que sólo son satisfechas con el pa-
trimonio fiduciario.
El principio general que informa todas las características apuntadas para la
propiedad fiduciaria es que el fideicomiso constituye un patrimonio de afectación
separado e independiente, por lo que los bienes que integran el mismo solamente
responderán por las obligaciones del fideicomiso, con exclusión de las obligacio-
nes de los demás sujetos participantes en el negocio.

12. Estatuto jurídico de los sujetos intervinientes

12.1. El Fideicomitente

No existen restricciones para que cualquier persona física o jurídica, con ca-
pacidad para disponer, pueda ser fideicomitente. En el caso de las sociedades
comerciales, la legitimación de los administradores para crear un fideicomiso
estará supeditada, en lo interno, a las restricciones que impongan sus propios
estatutos, y en lo externo, a que no se trate de actos notoriamente extraños al
objeto social (art. 79 inc. 3, Ley Nº 16.060). La Ley Nº 17.703 contiene además
una serie de restricciones específicas respecto a las Intendencia Municipales,
Caja Notarial de Jubilaciones y Pensiones, Caja de Jubilaciones y Pensiones de
El fideicomiso a los 10 años de vigencia de la Ley Nº 17.703 165

los Profesionales Universitarios, Caja de Jubilaciones y Pensiones Bancarias, y


las Administradoras de Fondos de Ahorro Previsional (art. 3).
El fideicomitente es el constituyente del fideicomiso por contrato celebrado
con el fiduciario o por testamento. En todos los casos su voluntad debe mani-
festarse por escrito, salvo que la ley exija mayores requisitos de solemnidad o
publicidad, en función de la naturaleza del acto o de los bienes a ser transferidos.
El fideicomitente puede ser también beneficiario del fideicomiso, lo cual ocurre
habitualmente en los fideicomisos de inversión. Al terminar el fideicomiso es
además el destinatario natural de los bienes que lo integran, salvo que otra cosa
se hubiera establecido en el mismo (art. 33 inc. 2).
El fideicomitente es el propietario original de los bienes sobre los cuales se
constituye la propiedad fiduciaria. Estos son transferidos por el fideicomitente
al fideicomiso creado, por el propio negocio de fideicomiso o por un acto jurídico
independiente26.
Durante el proceso de aprobación de la Ley Nº 17.703 se polemizó mucho
respecto a si la aprobación de la figura del fideicomiso no implicaba crear un
instrumento de fraude. Se temía que, a través del fideicomiso, el fideicomitente
pudiera vaciar su patrimonio, extrayendo bienes que formaban la garantía de
sus acreedores. Finalmente, primó el criterio de que la posibilidad de fraude se
encuentra presente en todos los negocios jurídicos, para lo cual derecho se ha
preocupado de establecer una batería de mecanismos de protección.
En caso de que el fideicomiso sea creado en fraude a los acreedores, éstos po-
drán promover las acciones de fraude previstas por la ley (pauliana, simulatoria,
revocatoria concursal) (art. 7). En el caso de la acción pauliana, bastará acreditar
el fraude del fideicomitente, salvo en casos en los que deba excluirse su ánimo
de liberalidad directo o indirecto27. También prevé la ley la posibilidad de aplicar
las normas sobre prescindencia de la personalidad jurídica, previstas para las
sociedades comerciales por la Ley Nº 16.060 (arts. 189-191)28.
El fideicomiso será irrevocable e inmodificable por el fideicomitente, salvo que
éste se hubiera reservado dicha facultad (art. 33.e) o que cuente con el consenti-
miento del beneficiario (art. 33.c).
El fideicomitente mantiene un derecho de control sobre el cumplimiento del
fideicomiso por parte del fiduciario. A tales efectos estará legitimado para pro-
mover judicialmente la remoción del fiduciario por incumplimiento de sus obli-
gaciones (art. 22.d), la revocación de actos del fiduciario que fueran notoriamente
extraños al fin del fideicomiso (art. 17 inc. 3), exigir la rendición de cuentas (art.
26 Vé. CAFFERA, El contrato de fideicomiso, AEU, Montevideo, 2003, p. 13.
27 Vé. BERDAGUER, Fundamentos del Derecho Civil, t. III, Montevideo, 2012, p. 27.
28 Vé. OLIVERA GARCÍA-OLIVERA AMATO, El “disregard of legal entity” en la jurisprudencia,
Anuario de Derecho Comercial, t. 10, Montevideo, 2004, p. 359; y en Estudios de Sociedades
Comerciales, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2005, p. 159; también OLIVERA GARCÍA,
Prescindencia de la personalidad jurídica en el derecho uruguayo, AA.VV., XI Congreso Argentino
de Derecho Societario – VII Congreso Iberoamericano de Derecho Societario y de la Empresa,
Fundación para la Investigación y Desarrollo de las Ciencias Jurídicas, Buenos Aires, 2010, p.
449.
166 Ricardo Olivera García

18), ejercer acciones en sustitución del fiduciario en caso de incumplimiento de


sus obligaciones (art. 15 inc. 2) y promover, contra el fiduciario, acción de respon-
sabilidad (art. 16 inc. 2). También podrá reservarse en el acto de constitución del
fideicomiso las facultades de remoción del fiduciario y designación de sustituto
(art. 22.c).

12.2. El Fiduciario

El fiduciario es quien recibe los bienes o derechos fideicomitidos en propiedad


fiduciaria, y tiene a su cargo la administración de los bienes o el ejercicio de los
derechos, en cumplimiento del fin del fideicomiso.
Como expresáramos, el fiduciario es titular de su patrimonio personal y, ade-
más, de tantos patrimonios de afectación como fideicomisos tenga en propiedad
fiduciaria. Cada uno de esos patrimonios estará formado por sus propios bienes,
derechos y obligaciones, sin que exista confusión entre los mismos, ni posibilidad
de comunicación de sus obligaciones (art. 8). En consecuencia, el eventual con-
curso del fiduciario no incluirá los bienes fideicomitidos, sino que será una causal
de cese en su función (art. 22.b). Por su parte, la insolvencia de un fideicomiso no
tendrá efecto alguno en el patrimonio del fiduciario ni en los demás fideicomisos
que éste tenga en propiedad fiduciaria.
La ley no establece ningún requisito especial para ser fiduciario. Podrá serlo
cualquier persona física o jurídica (art. 11). Sin embargo, para actuar como fi-
duciario en forma habitual y profesional (fiduciario profesional), la ley requiere
su registración en el Registro de Fiduciarios Profesionales del Banco Central del
Uruguay (art. 12)29. Se considera fiduciario profesional a quien participa en cinco
o más negocios de fideicomiso en cualquier año calendario. En el caso de los fidei-
comisos financieros, sólo podrán ser fiduciarios las entidades de intermediación
financiera y las sociedades administradoras de fondos de inversión (art. 26).
El fiduciario es designado por el fideicomitente en el acto de constitución del
fideicomiso. En caso de constitución por contrato será parte en el mismo. En
caso de constitución por testamento, deberá recabarse su aceptación para que el
fideicomiso se considere creado. Si éste no aceptara y no se hubiera designado un
sustituto, el mismo será designado judicialmente entre las entidades autoriza-
das a actuar como fiduciarios en forma habitual y profesional. Podrá designarse
varios fiduciarios para actuar en forma conjunta o sucesiva (art. 13).
El fiduciario recibe los bienes o derechos fideicomitidos en propiedad fidu-
ciaria para administrarlos o ejercerlos de acuerdo con las instrucciones conte-
nidas en el fideicomiso. La ley otorga al fideicomitente la facultad de realizar la
segmentación patrimonial para un fin determinado que el fideicomiso implica y
de establecer las reglas de funcionamiento de ese patrimonio de afectación. No

29 Los requisitos que los fiduciarios profesionales deben cumplir están contenidas en el Libro I,
Título VI, arts. 95 y siguientes de la Recopilación de Normas de Mercado de Valores del Banco
Central del Uruguay.
El fideicomiso a los 10 años de vigencia de la Ley Nº 17.703 167

obstante, dentro del marco limitado del fin establecido para el fideicomiso y de
las reglas que en la constitución del mismo se hubieran establecido, el fiduciario
tiene un derecho de propiedad fiduciaria, el cual le otorga los atributos del do-
minio30.
A diferencia de la Ley de Sociedades Comerciales, que realiza un uso promis-
cuo de conceptos de administración y representación31, la Ley Nº 17.703 distin-
gue claramente las obligaciones y responsabilidades derivadas de la actuación
del fiduciario respecto del patrimonio fideicomitido de los poderes de representa-
ción del mismo respecto de terceros.
Con respecto a sus funciones de administración, la ley impone al fiduciario la
obligación de desarrollar sus cometidos y cumplir las obligaciones impuestas por
la ley y por el negocio de fideicomiso, con la prudencia y diligencia de un buen
hombre de negocios que actúa sobre la base de la confianza depositada en él (art.
16 inc. 1). Se trata de una expresión similar a la establecida por la Ley Nº 16.060
cuando dice que los administradores de sociedades comerciales deberán actuar
con lealtad y con la diligencia de un buen hombre de negocios (art. 83).
La Ley de Fideicomisos no habla de la existencia de una obligación de lealtad
del fiduciario. Sin embargo, debería entenderse que la existencia de esta obliga-
ción se extrae de las normas que prohíben al fiduciario: realizar operaciones, ac-
tos o contratos con los bienes fideicomitidos, en beneficio propio, de sus directores
o personal superior, de sus parientes directos o de las personas jurídicas donde
éstos tengan una posición de dirección o control (art. 20.b); o realizar cualquier
otro acto o negocio jurídico con los bienes fideicomitidos respecto del cual tenga
un interés propio, salvo autorización conjunta y expresa del fideicomitente y del
beneficiario (art. 20.c).
En principio, consideramos que recaen en el fiduciario los mismos deberes
de lealtad y diligencia que la legislación societaria ha venido imponiendo a los
administradores societarios32. Si el fiduciario faltare a sus obligaciones será res-
ponsable frente al fideicomitente y frente al beneficiario por los daños y perjui-
cios que resultaren de su acción u omisión (art. 16 inc. 2).
Un tema a analizar es el relativo al grado de culpa que determina la respon-
sabilidad del fiduciario. En principio, la responsabilidad de los directores o admi-
nistradores de sociedades comerciales responden por dolo o culpa grave (art. 391,
Ley Nº 16.060)33. Sin embargo, la Ley de Fideicomisos dispone que, en ningún
caso, el fiduciario podrá exonerarse de responsabilidad por los daños provocados
por su dolo o culpa grave, así como el causado por el de sus dependientes (art.

30 Vé. DE CORES, La legitimación del fiduciario, cit.


31 OLIVERA AMATO (MC), El poder de representación social, AA.VV. Dinamismo y desafíos del
Derecho Comercial, FCU, Montevideo, 2013, p. 204.
32 Vé. OLIVERA GARCÍA, Lealtad 12 - Diligencia 3, AA.VV. Tres pilares del moderno Derecho
Comercial, FCU, Montevideo, 2011, p. 163; PAZ-ARES, La responsabilidad de los administradores
como instrumento de gobierno corporativo, Revista de Derecho de Sociedades, Nº 20 (2003), p. 67
y ss.
33 Vé. OLIVERA GARCÍA, Lealtad 12-Diligencia 3, cit., ps. 167-169.
168 Ricardo Olivera García

16 inc. 3). De esta norma debería inferirse que el fideicomiso puede establecer
un régimen de exoneración de responsabilidad del fiduciario por culpa leve; pero
que, faltando este pacto, el fiduciario será responsable también por este grado
de culpa.
Además de las previstas en el negocio constitutivo y las mencionadas prece-
dentemente, son obligaciones del fiduciario (art. 19):
a) Mantener un inventario y una contabilidad separada de los bienes, dere-
chos y obligaciones que integran el patrimonio fideicomitido.
b) Transferir los bienes al fideicomitente o al beneficiario al concluir el fi-
deicomiso o al fiduciario subrogante en caso de sustitución o cese.
c) Rendir cuentas al beneficiario con una periodicidad no mayor a un año,
sin perjuicio de lo dispuesto en el negocio.
d) Guardar reserva respecto de las operaciones, actos, contratos, documen-
tos e información que se relacionen con el fideicomiso.
Estará prohibido al fiduciario: afianza, avalar o garantizar de algún modo al
fideicomitente o al beneficiario el resultado del fideicomiso; realizar operaciones,
actos o contratos con los bienes fideicomitidos, en beneficio propio o de personas
relacionadas; y realizar actos o contratos con los bienes fideicomitidos en los que
tenga un interés propio, salvo autorización conjunta del fidecomitente y del be-
neficiario (art. 20).
Si el fideicomiso hubiera sido inscripto en el Registro de Actos Personales,
las restricciones a las facultades del fiduciario establecidas en el fideicomiso se-
rán oponibles por el fideicomitente o por el beneficiario ante cualquier tercero.
En cambio, si no hubiera habido inscripción registral, el fiduciario vinculará al
patrimonio fiduciario por todos los actos y contratos que celebre y que no sean
notoriamente extraños al fin del fideicomiso, salvo que el tercero tuviera conoci-
miento de la infracción (art. 17).

12.3. El Beneficiario

El beneficiario es el destinatario de las ganancias, de los frutos o de los bienes


que integran el fideicomiso. En algunas legislaciones se distinguen las figuras
del beneficiario y del fideicomisario, siendo éste el destinatario de los bienes
fideicomitidos al terminar el fideicomiso. En nuestro derecho, todos los destina-
tarios de beneficios del fideicomiso se denominan “beneficiarios”.
Pueden ser beneficiarios todos aquellos que pueden adquirir por acto entre
vivos o por testamento, según los casos. En el fideicomiso contractual, puede ser
beneficiaria una persona futura, que no exista a la fecha de otorgamiento del
fideicomiso o incluso no estar determinada la identidad del beneficiario, a condi-
ción de que se establezcan con precisión las condiciones y características que el
mismo debe tener (art. 23).
El fideicomiso a los 10 años de vigencia de la Ley Nº 17.703 169

Pueden designarse dos o más beneficiarios que gocen de sus derechos en for-
ma conjunta o sucesiva, con excepción del fideicomiso testamentario donde esta-
rá prohibida la designación de beneficiarios sustitutos (art. 24).
El beneficiario tiene derecho de control sobre el cumplimiento del fideicomi-
so por parte del fiduciario. A tales efectos está legitimado para promover judi-
cialmente la remoción del fiduciario por incumplimiento de sus obligaciones, la
designación de uno nuevo, la revocación de actos del fiduciario que fueran noto-
riamente extraños al fin del fideicomiso, la rendición de cuentas y la acción de
responsabilidad del fiduciario.

13. Fideicomiso financiero

La Ley Nº 17.703 otorga una especial consideración al fideicomiso financiero.


Es más, es la única modalidad de fideicomiso que es objeto de una regulación
legal especial.
La explicación de este especial tratamiento se encuentra en que el objetivo
original de incorporar la figura del fideicomiso a nuestro marco normativo fue
crear una modalidad de fideicomiso financiero que aportara una fuente de finan-
ciamiento adicional a las ofrecidas por el mercado.
El fideicomiso financiero es una modalidad de fideicomiso, la cual se carac-
teriza por la circunstancia de que la calidad de beneficiario se encuentra repre-
sentada por títulos negociables34. La naturaleza financiera del fideicomiso no
surge entonces por la circunstancia de que el mismo sea utilizado para realizar
un negocio de financiamiento, sino por la representación cartular de la calidad
de beneficiario.
La ley da un especial tratamiento a la figura del fideicomiso financiero, el cual
define como aquél cuyos beneficiarios sean titulares de certificados de participa-
ción en el dominio fiduciario, de títulos representativos de deuda garantizados
con los bienes fideicomitidos, o de títulos mixtos que otorguen derechos de crédito
y derechos de participación sobre el remanente (art. 25).
Los certificados de participación son “títulos de renta variable”, otorgando
a sus titulares un beneficio aleatorio, dependiente de los resultados obtenidos
por el fideicomiso. En cambio, los títulos de deuda son “títulos de renta fija”,
que otorgan a sus titulares el derecho a recibir la amortización y el interés que
los mismos devengan. Finalmente, los títulos mixtos confieren a su tenedor una
renta fija, y un resultado variable sobre el remanente.
La circunstancia de que la calidad de beneficiario esté representada por títu-
los negociables facilita la comercialización en el mercado de los derechos sobre
el patrimonio fideicomitido. Estos títulos pueden tener oferta pública o privada.
En el primer caso, la emisión estará sujeta a las normas de la Ley Nº 18.627 de

34 KENNY, Titulización y fideicomiso financiero, Errepar, Buenos Aires, 2002, p. 3.


170 Ricardo Olivera García

2009 sobre Mercado de Valores, que regula la oferta pública de valores (art. 2)
y a la reglamentación de esta ley por el Decreto 302/011 y por las normas sobre
mercado de valores dictadas por el Banco Central del Uruguay.
La ley dispone que tanto los certificados de participación como los títulos de
deuda (debe entenderse que también los títulos mixtos) son títulos valores, por
lo que resultan de aplicación a su respecto el régimen establecido por el Decre-
to-Ley Nº 14.701 de 1977. En este sentido, estarán sujetos a los principios de
incorporación, autonomía y literalidad que establece dicha normas, y a la forma
de circulación que la misma dispone, según sean nominativos, a la orden o al
portador. En el caso de los valores de oferta pública, la Ley Nº 18.627 dispone
que deberán ser preceptivamente emitidos en forma escritural y representarse
mediante anotaciones en cuenta (art. 19).
Sin perjuicio de la amplitud del concepto, el fideicomiso financiero persigue
fundamentalmente el objetivo de servir de vehículo a las operaciones de securiti-
zación o titulización de activos; especialmente, de carteras de créditos35.
El fideicomiso financiero presenta algunas características peculiares que se
apartan del régimen general establecido por la ley para los restantes fideicomi-
sos:
a) Puede constituirse por acto unilateral, en el cual coincidan las personas
de fideicomitente y fiduciario, cuando se solicite autorización para ofrecer pú-
blicamente los títulos que el mismo emita (art. 25). En estos casos, coincidirá la
persona del fideicomitente y del fiduciario, en la medida que el fideicomitente
transfiere los bienes o derechos a un patrimonio de afectación que él mismo ad-
ministra en propiedad fiduciaria.
b) Solamente podrán ser fiduciarios las entidades de intermediación finan-
ciera, las sociedades administradoras de fondos de inversión (constituidas de
acuerdo con la Ley Nº 16.774 de 1996) y las sociedades fiduciarias que cumplan
con los requisitos que establezca la reglamentación (que nunca fue dictada) (art.
26).
c) Tanto el fideicomiso como el fiduciario se encuentran sujetos a la regula-
ción y control del Banco Central del Uruguay (art. 29).
d) Resultan de aplicación las normas generales en materia de cesión y
transferencia de créditos a favor de las sociedades administradoras de fondos
de inversión, establecidas para los fondos de inversión cerrados de crédito por la
Ley Nº 16.774 (redacción dada por la ley N° 17.202 de 1999).
Esto es particularmente importante en el caso de los fideicomisos financieros,
ya que la mayoría de ellos, los bienes fideicomitidos son créditos presentes o fu-
turos transferidos al fideicomiso.

35 KENNY, Titulización y fideicomiso financiero, cit., ps. 4-6.


El fideicomiso a los 10 años de vigencia de la Ley Nº 17.703 171

14. Securitización de créditos

La securitización o titulización es una operación propia de los mercados finan-


cieros, la cual consiste en la transformación de un conjunto de flujos financieros
provenientes de contratos de crédito en valores negociables en el mercado36.
Si bien, estrictamente, cualquier bien es securitizable -es decir, transforma-
ble en valores negociables- normalmente la operación recae en derechos de crédi-
to provenientes del giro de los operadores económicos: cuotas a percibir del pago
de un crédito hipotecario, cupones de tarjetas de crédito, cuentas a cobrar por la
venta de mercaderías, peajes, etc. Estrictamente, cualquier conjunto uniforme
de derechos de crédito, capaces de generar un flujo de fondos predecible y cons-
tante, puede ser objeto de un negocio de securitización37.

La securitización permite a los titulares de esos créditos generadores de flu-


jos de fondos futuros financiarse con recursos provenientes del mercado, con el
respaldo de dichos derechos de crédito, cosa que les sería imposible realizar sin
el concurso de esta figura.
La técnica de la securitización consiste en transferir los derechos de crédito a
un vehículo especial (sociedad anónima, fondo de inversión, fideicomiso), el cual
emite a su vez valores que son colocados en el mercado, los cuales serán suscritos
por quienes inviertan en los mismos y repagados por el vehículo especial con el
producido del cobro de los créditos que le fueron cedidos.
Para el operador originante es una forma de financiar su actividad, sin nece-
sidad de acudir al crédito bancario, accediendo directamente al mercado inver-

36 Vé. ALMOGUERA GÓMEZ, La titulización crediticia, Bolsa de Madrid-Civitas, 1995, p. 31. FA-
BOZZI-MODIGLIANI destacan cómo la financiación tradicional es suplantada por un sistema
en el que las operaciones individuales (activos crediticios en el balance de las entidades) son
agrupadas y empleadas como colateral para la emisión de valores negociables (Mortgage and
mortgage-backed securities markets, Harvard Business School Press, Boston, 1992, ps. 2-3).
37 Vé. OLIVERA GARCÍA, Fondos de inversión. Securitización, AA.VV., Actualidades del derecho
comercial uruguayo, Jornada académica, Montevideo, 1996, ps. 125-134.
172 Ricardo Olivera García

sor. Para el inversor es una forma de colocación financiera que limita su riesgo
a la cobrabilidad de la cartera de derechos de créditos transferida al vehículo
especial, con prescindencia del riesgo general del originante. Tiene además su
inversión documentada en un valor negociable, el cual le permite transferir su
participación a un tercero.
En los diferentes sistemas jurídicos, son utilizados como vehículos especiales
para la securitización de créditos a las sociedades anónimas, los fondos de inver-
sión o los fideicomisos.
La reforma a la Ley Nº 16.774, introducida por la Ley Nº 17.202, regula la
securitización, previendo que puedan constituirse fondos de inversión cerrados
de crédito cuyo objeto específico de inversión consista en conjuntos homogéneos o
análogos de derechos de crédito, con garantías hipotecarias, cuya titularidad se
trasmita a favor del fondo. Con cargo a estos fondos la sociedad administradora
podrá emitir diversas clases de valores, a ser colocados a inversores (art. 30).
En la práctica, los fondos de inversión no han sido utilizados para realizar ne-
gocios de securitización de carteras de crédito, sino que este negocio se estructu-
ra normalmente a través de fideicomisos financieros de oferta pública o privada.
En estos casos, el fideicomitente cede al fiduciario, en propiedad fiduciaria,
créditos presentes o futuros derivados de su giro. El fiduciario emite, con car-
go al patrimonio del fideicomiso, dos valores diferentes: títulos de deuda (títu-
los de renta fija), que son colocados en el mercado a los aportantes de recursos
para financiar con su producido la operativa del fideicomitente; y certificados de
participación (títulos de renta variable), que son corrientemente retenidos por
el propio fideicomitente, como forma de recibir del fideicomiso el excedente del
producido de la cesión de créditos, una vez pagados los servicios de los títulos de
deuda, a los cuales se encuentran subordinados.
El inversor en los títulos de deuda tiene como garantía de repago de la inver-
sión realizada el flujo de los recursos provenientes de la operativa del fideicomi-
tente, los cuales pasan por un patrimonio separado y están fuera de la garantía
de sus acreedores. Los fondos cedidos superan por lo general largamente los ser-
vicios de los títulos de deuda, de modo que los créditos futuros cedidos deberían
experimentar una caída muy importante para que el fideicomiso careciera de
fondos suficientes para el pago.
Por su parte, el fideicomitente logra acceder al crédito utilizando como garan-
tía el propio flujo de fondos derivado de su operativa, alcanzado directamente el
mercado a través del fideicomiso, y obteniendo generalmente condiciones de tasa
y plazo más convenientes que aquellas que le brindan otras fuentes de financia-
miento.
El fideicomiso a los 10 años de vigencia de la Ley Nº 17.703 173

15. Cesión y transferencia de créditos

Un tema importante en el régimen de aplicable a los fideicomisos financieros


de flujos de fondos es el relativo a la cesión y transferencia de créditos que realiza
el fideicomitente al fideicomiso.
Las normas incorporadas por la Ley Nº 17.202 a la Ley de Fondos de Inver-
sión Nº 16.774, establecieron normas especiales para la transferencia de créditos
a favor de los fondos de inversión cerrados de crédito. Estas normas resultan
igualmente aplicables a los fideicomisos financieros, en virtud de la remisión que
hace la Ley Nº 17.703 a este régimen (art. 30).
Estas normas regulan tres temas básicos: (a) Las formas de transferencia de
los créditos; (b) El régimen de transferencia de las garantías; y (c) La notificación
al cedido.
En materia de transferencia de créditos, sin perjuicio de los mecanismos de
transferencia previstas por el Derecho común38, la ley prevé que la transferencia

38 En el régimen de los códigos Civil (art. 1757 y ss.) y de Comercio (art. 563 y ss.), la cesión de
créditos es un negocio tendiente a realizar la transferencia de créditos a título particular (Vé.
GAMARRA, Tratado de Derecho Civil Uruguayo, tomo 4, Montevideo, 1971, p. 185.
174 Ricardo Olivera García

pueda producirse por la mera inclusión del crédito y su individualización precisa,


en el contrato de fideicomiso, con el consentimiento por escrito del originador
cedente expresado en el contrato. La transferencia así realizada tiene efectos
dispositivos39, por lo que determina la transferencia del derecho de propiedad
(fiduciaria) a favor del fideicomiso, por el mero de hecho de la celebración del
contrato, sin requerirse para ello ningún acto posterior. Esto implica un apar-
tamiento del régimen general en materia contractual, donde la transferencia de
dominio requiere título y modo.
Además, la transferencia puede recaer en créditos actuales o futuros. Resulta
posible transferir créditos inexistentes a la fecha de celebración del fideicomiso.
Es más, pueden transferirse créditos de los cuales no se conozca aún su causa
originante40, ya que no será posible determinar quién habrá de ser el deudor ce-
dido ni cuál será el negocio concreto a partir del cual se generará el crédito que
se transfiere.
La transferencia del crédito implica también la de sus garantías (fianzas,
prendas e hipotecas), no requiriéndose el cumplimiento de los requisitos formales
exigidos por la ley para la cesión de las mismas41. Respecto de las garantías rea-
les inscriptas en registros públicos, no será necesario el otorgamiento de cesiones
de garantías. La transferencia será oponible a terceros a partir de la publicidad
registral producida de la siguiente forma: dentro de los quince días de otorgado
el contrato, el fiduciario inscribirá en los registros públicos que corresponda las
cesiones de las garantías reales, según los bienes y los derechos de garantía de
que se trate mediante certificaciones notariales, que contendrán la relación y la
individualización precisas de las hipotecas o prendas sin desplazamiento cedidas
y de los bienes a que refieran, nombres de los hipotecantes o prendantes, en su
caso, y datos de las inscripciones registrales correspondientes.
Por último, se consagra para la transferencia de créditos un mecanismo efi-
ciente de notificación al cedido. Este requisito resulta esencial para el correcto
funcionamiento de un sistema de cesión global de créditos futuros. Los deudores
de los créditos integrados al fideicomiso podrán ser notificados por telegrama
colacionado o cualquier otro medio hábil, sin requerirse la exhibición del título
a que refiere el inciso segundo del artículo 1757 del Código Civil. La fecha de
las notificaciones se podrá probar por todos los medios de prueba admitidos por
nuestra legislación.
La Ley Nº 16.774 distingue según se hubiera o no obtenido previa y expresa-
mente el consentimiento del deudor cedido para prescindir de dicha notificación
y su renuncia al derecho de oponerse a la cesión y conservar contra el cesionario

39 Vé. DE CORES, El contrato de factoring, Anuario de Derecho Civil, t. XXIX, Montevideo, 1998,
ps. 429-430.
40 Vé. MANTERO-CHALAR, La transferencia de créditos: innovaciones normativas al régimen clá-
sico, Anuario de Derecho Comercial, tomo 10, Montevideo, 2004, ps. 256-258.
41 En el régimen del Código Civil (art. 1761), la cesión de un crédito comprende sus accesorios, como
las fianzas, prendas, hipotecas o privilegios. No obstante, esto no excluye la necesidad de cumplir
respecto de cada crédito con los requisitos formales exigidos para la cesión de la garantía. La
misma solución surge de la normativa del Código de Comercio (art. 566).
El fideicomiso a los 10 años de vigencia de la Ley Nº 17.703 175

las excepciones personales que mantenía contra el cedente. En caso de consen-


timiento del deudor cedido, éste paga bien si lo hace al cedente y las cesiones de
crédito, así como sus garantías, serán oponibles a terceros desde su otorgamien-
to, pudiéndose probar su fecha por todos los medios de prueba admitidos por
nuestra legislación. En caso de no mediar consentimiento del deudor cedido, la
cesión de créditos será oponible a terceros desde su perfeccionamiento con excep-
ción del cedido. En caso de no ser este notificado de la cesión, se liberará pagando
su obligación al cedente, aunque el mismo no fuera ya titular del crédito.

16. Insuficiencia patrimonial del fideicomiso

Como todo patrimonio, integrado por bienes, derechos y obligaciones, el fi-


deicomiso puede encontrarse en situación de insuficiencia patrimonial o aun de
insolvencia para dar cumplimiento a estas últimas.
Esta situación puede producirse en el caso de cualquier fideicomiso, pero re-
sulta especialmente relevante en el caso del fideicomiso financiero, el cual es
corrientemente creado con la finalidad de endeudarse, a través de la emisión de
títulos de deuda.
La Ley Nº 17.703 disponía que, en los fideicomisos comunes, la insuficiencia
de los bienes fideicomitidos para atender a las obligaciones del fideicomiso no
dará lugar a la declaración de quiebra, concurso o liquidación judicial. En tales
casos, a falta de recursos provistos por el fideicomitente o el beneficiario, según
disposiciones contractuales, procederá la liquidación privada del fideicomiso, la
que estará a cargo del fiduciario, quien deberá enajenar los bienes que lo inte-
gren y entregar el producido a los acreedores conforme al orden de privilegios
previsto para la quiebra (art. 8).
En el caso de los fideicomisos financieros, la ley prevé, en cambio, un procedi-
miento de reestructuración del fideicomiso por los acreedores, a través de deci-
siones tomadas en asamblea de tenedores de títulos de deuda (art. 31).
Esta asamblea es convocada por el fiduciario, aplicándose a su respecto las
restantes disposiciones que la Ley Nº 16.060 de Sociedades Comerciales sobre
convocatoria, funcionamiento, toma de decisiones e impugnación de las asam-
bleas de accionistas de sociedades anónimas.
La asamblea, por el voto conforme de tenedores de títulos de deuda que repre-
senten por lo menos la mayoría absoluta del valor nominal del total de los títulos
de deuda emitidos y en circulación, podrá resolver (art. 32):
a) Transferir a otro fiduciario el patrimonio fideicomitido como unidad;
b) Modificar el contrato de emisión, que podrá comprender la remisión de parte
de las deudas o la modificación de los plazos o condiciones iniciales;
c) Continuar la administración de los bienes fideicomitidos hasta la terminación
del fideicomiso;
d) Consagrar la forma de enajenación de los bienes del patrimonio fiduciario;
176 Ricardo Olivera García

e) Designar a la persona que tendrá a su cargo la enajenación del patrimonio


como unidad;
f) Disponer cualquier otro tema relativo a la administración o liquidación del
patrimonio fiduciario;
g) La extinción del fideicomiso en caso de insuficiencia patrimonial.
Lo resuelto por la asamblea de tenedores de títulos de deuda será oponible al
fideicomitente, fiduciario, beneficiario, y a los restantes tenedores de deuda que
no hubieran adherido a la resolución.
Luego de la aprobación de la Ley de Concursos y Reorganización Empresarial
Nº 18.387 se plantean dudas respecto de la vigencia de este régimen especial,
para los casos de insolvencia del fideicomiso. Cuando el fideicomiso no puede
cumplir con sus obligaciones se configuran respecto al patrimonio de afectación
del fiduciario los presupuestos objetivo y subjetivo que marca la ley para la de-
claración de concurso. Aun conociendo la existencia de un régimen especial an-
terior para la insolvencia del fideicomiso, la Ley Nº 18.387 no lo excluyó de los
efectos de la ley, como hizo con otros sujetos (art. 2 inc. 3).
En consecuencia, se plantea la interrogante de si el régimen de la Ley Nº
17.703 sigue representando un régimen concursal especial, que se mantiene se-
parado del sistema creado por la Ley Nº 18.387; o si, por el contrario, este régi-
men especial del fideicomiso resultó tácitamente derogado por el nuevo régimen
concursal.
La Ley Nº 18.387, la cual brinda un marco normativo perfectamente adecuado
para asegurar la formación de la masa activa y la determinación de la masa pa-
siva, y lograr soluciones adecuadas para dar solución a los casos de insolvencia
de todas las estructuras patrimoniales, incluido el fideicomiso, con un escaso es-
fuerzo de interpretación de la ley. Sin embargo, debería tenerse presente que, en
el caso de los fideicomisos financieros, la Ley Nº 17.703 consagra un sistema aún
más audaz que el establecido por la Ley Nº 18.387, otorgando a los acreedores
poderes que superan a los de los acreedores concursales respecto a las soluciones
que pueden adoptarse sobre el patrimonio del fideicomiso, a los efectos de impe-
dir la destrucción de valor propia de su situación de insolvencia.

17. Valoración de una década de fideicomisos

Realizado este rápido repaso de las principales características de la figura


del fideicomiso y de las notas más relevantes de la regulación que del mismo
realizó la Ley Nº 17.703, corresponde efectuar una valoración de la aplicación
que esta figura ha tenido en nuestro sistema jurídico en sus primeros diez años
de vigencia.
Puede afirmarse que el fideicomiso ha contado con una amplia y total acepta-
ción en el mundo económico y empresarial como herramienta adecuada para la
realización de negocios. A diferencia de muchas otras formas jurídicas creadas
por el legislador que la práctica de los agentes económicos ha condenado al ostra-
El fideicomiso a los 10 años de vigencia de la Ley Nº 17.703 177

cismo, el fideicomiso ha venido siendo ampliamente utilizado. Ha demostrado ser


una forma de blindaje patrimonial, más flexible que la sociedad anónima, para
la estructuración de muchos negocios, sustituyéndola en numerosas situaciones.
Lograron superarse además, en ese sentido, los temores iniciales, planteados
durante el trámite parlamentario de aprobación de la ley, de que el fideicomiso
se convirtiera en un instrumento de fraude.
El fideicomiso ha mejorado el acceso al crédito financiero y no financiero de
muchos operadores económicos; y ha permitido a algunos de ellos acceder exito-
samente al mercado de capitales. Su utilización ha demostrado ser muy adecua-
da en operaciones de administración de patrimonios, inversiones comerciales y
financieras, negocios inmobiliarios, garantías de emisiones de oferta pública, o
créditos financieros, securitización de activos presentes o futuros.
A modo de ejemplo, puede destacarse que la mayoría de los negocios inmobi-
liarios de cierta envergadura e importancia se organizan hoy en día como fidei-
comisos de administración. La utilización del fideicomiso permite que los apor-
tes realizados por los inversores, financistas, y aún por quienes compran las
unidades en el período de construcción, resulten protegidas en un patrimonio
de afectación separado, administrado por un fiduciario independiente. Esta cir-
cunstancia reduce notablemente los riesgos del negocio y representa un estímulo
innegable para el desarrollo del sector.
Gran parte del ahorro de los uruguayos se encuentra colocado en valores es-
tructurados con la utilización de un fideicomiso. Existen actualmente más de 750
millones de dólares de valores de oferta pública en el mercado, emitidos a partir
de operaciones estructuradas con utilización de fideicomisos, los cuales se en-
cuentran mayoritariamente en el patrimonio de los fondos de ahorro previsional,
creados por la Ley Nº 16.713.
Muchas empresas generadoras con su operativa de flujos de fondos regulares
y predecibles, han logrado acceder al crédito bancario y parabancario mediante
el sencillo procedimiento de garantizar dichos créditos con la transferencia a
un fideicomiso de dichos flujos de fondos. Esta nueva forma de garantía abre la
posibilidad de lograr financiamiento para muchas empresas que no cuentan con
activos susceptibles de ser prendados o hipotecados como forma de garantía.
Existen casos paradigmáticos de estructuras financieras, realizadas a partir
de fideicomisos, que han permitido llevar adelante proyectos de gran significa-
ción.
La construcción del nuevo Aeropuerto de Carrasco por la empresa concesio-
naria se financia a través del juego de dos fideicomisos: el primero de garantía,
sobre la totalidad de los flujos derivados de la explotación en garantía del pago
de los servicios de una obligación negociable emitida; y el segundo, de adminis-
tración de los recursos financieros obtenidos, de forma de asegurar su aplicación
a la realización de las obras.
Están en funcionamiento varios fideicomisos de inversión forestal, los cuales
emiten certificados de participación el producido de cuya suscripción es aplicado
178 Ricardo Olivera García

a la adquisición de tierras para forestación. Los mismos funcionan económica-


mente como auténticos fondos de inversión cerrados, aplicados a la actividad fo-
restal, logrando llevar adelante un negocio que no resultaba posible estructurar
al amparo de la Ley Nº 16.774 y sus modificativas.
La reestructuración financiera de CASMU IAMPP –luego de su escisión del
Sindicato Médico del Uruguay- se logró a través de la creación de varios fideico-
misos financieros destinados, los unos, a refinanciar con sus acreedores los pasi-
vos existentes, en el marco de un acuerdo privado de reorganización; y los otros,
a obtener fondos frescos para llevar adelante un proyecto de mejoramiento de los
servicios, racionalización edilicia y mejoramiento de la eficiencia.
El desarrollo alcanzado por el fideicomiso en el período ha movido la sensi-
bilidad pública para resolver con rapidez y eficiencia los problemas planteados
por la aplicación práctica de la ley. Cuando la jurisprudencia realizó una inter-
pretación equivocada de la posibilidad de rescindir los fideicomisos de flujos de
fondos en caso de concurso, los poderes públicos uruguayos fueron diligentes en
aprobar una ley interpretativa, estableciendo el correcto alcance de la norma
y despejando rápidamente esta amenaza para la eficiencia del instrumento42.
Cuando los criterios de valuación de los créditos cedidos determinaron un gra-
vamen irrazonable e injusto para los fideicomisos financieros, la reglamentación
fue igualmente presta en solucionar esta cuestión, adecuando razonablemente
el criterio43.
La evaluación del funcionamiento del fideicomiso durante esta primera dé-
cada de vigencia del régimen plantea, sin embargo, algunas dificultades en su
regulación, que limitan o restringen su utilización.
La primera de ellas es el tratamiento tributario de los fideicomisos finan-
cieros. El legislador tomó la decisión de considerar al fideicomiso como contri-
buyente de los tributos que gravan a los agentes económicos y no una entidad
transparente desde el punto de vista tributario, como acontece en otros regíme-
nes jurídicos. Ha establecido además un régimen de neutralidad tributaria, de
acuerdo con el cual –salvo algunas circunstancias muy específicas- el fideicomiso

42 La Ley Nº 18.937 de 20.07.2012 interpretó el alcance del art. 68 de la Ley concursal, entendiendo
que el mismo no permitía, en caso de concurso, rescindir los contratos de cesión de créditos fu-
turos otorgados a favor un fideicomiso. Esto ocurrió luego de que ambos Juzgados de Concursos
hicieran lugar a la rescisión de créditos futuros, dispuestas por síndicos concursales, en garantía
de acreedores del deudor, y que el Tribunal de Apelaciones actuante considerara que este fallo
era inapelable. Vé. OLIVERA GARCÍA, Cesiones de créditos en garantía en los procedimientos
concursales, AA.VV., Sociedades y concursos en un mundo en cambio, FCU, Montevideo, 2010, p.
523; CAFFERA-MANTERO MAURI, Negocios de garantía sobre créditos futuros: carácter inme-
diato de la transferencia al acreedor e inaplicabilidad de la facultad de receso del art. 68 de la Ley
de Concursos, AA.VV., Tres pilares del moderno Derecho Comercial, FCU, Montebideo, 2011, p.
277; OLIVERA GARCÍA, Ley interpretativa del art. 68 de la ley concursal y su alcance temporal,
AA.VV., Hacia un nuevo Derecho Comercial, FCU, Montevideo, 2012, p. 549.
43 El Decreto 222/011 de 23.06.2011 modificó el tratamiento por IRAE e IVA de las cesiones de
crédito, permitiendo que los mismos sean valuados por su costo de adquisición y que la renta deri-
vada entre su valor nominal y el precio de adquisición se devengue hasta la fecha de vencimiento
del crédito (reforma a los Decretos 150/007 de 26.04.2007 y 220/998 de 12.08.1998.
El fideicomiso a los 10 años de vigencia de la Ley Nº 17.703 179

se encuentra sujeto a exactamente el mismo tratamiento tributario al que se en-


cuentra sometido cualquier otro sujeto que realice la misma actividad.
Este tratamiento tributario plantea problemas importantes en el costo fiscal
de los fideicomisos financieros de flujos de fondos. En los mismos, la necesaria so-
brecolateralización de los mismos, como forma de mejorar su nivel de riesgo y la
tasa a obtenerse por los títulos de deuda emitidos, determina que se encuentren
sujetos a un gravamen por IRAE, que no responde a la existencia de una utilidad
real del negocio44. Esto determina que muchas operaciones de securitización de
flujo de fondos no puedan ser realizadas a través de fideicomisos financieros,
debiendo acudirse a otras estructuras más complejas.
Otra cuestión a revisar es el tratamiento de los fideicomisos de garantía por
las normas bancocentralistas que regulan el tratamiento de los riesgos crediti-
cios de las entidades de intermediación financiera. Si bien estas normas prevén
al fideicomiso sobre determinados bienes como garantía computable para el cré-
dito bancario, no existe una aceptación generalizada del fideicomiso como medio
de garantía, tal como ocurre con las garantías reales o personales clásicas.
Esta innecesariamente tímida postura del Banco Central del Uruguay en el
reconocimiento de este medio de garantía se traduce en una restricción para el
acceso al crédito bancario de determinados operadores económicos e impide que
la figura del fideicomiso despliegue todas sus potencialidades como mecanismo
de garantía eficiente.
Las mismas normas bancocentralistas establecen requerimientos de respon-
sabilidad patrimonial excesivos para los fiduciarios financieros. Los mismos son
muy superiores a los impuestos a otros operadores del mercado –como los inter-
mediarios de valores- que igualmente manejan recursos de terceros en un patri-
monio de afectación separado (art. 109, Ley Nº 18.627). Además, las garantías
exigidas por la propia regulación cubren suficientemente las responsabilidades
derivadas del desempeño de su cargo.
Este exceso en los requisitos patrimoniales constituye una auténtica barrera
para el ingreso de fiduciarios financieros al mercado, reduciendo la oferta de ser-
vicios en esta área y produciendo una innecesaria e inconveniente concentración
en unos pocos operadores.
Por último, la práctica de algunos fideicomisos de inversión ha planteado los
problemas derivados de la tercerización de funciones técnicas que el fiduciario
realiza en un administrador, a los efectos de desempeñar funciones esenciales
en el marco del objeto del fideicomiso. Esta práctica, que pretende separar con-
tractualmente las responsabilidades del fiduciario de aquéllas del administrador
del fideicomiso crea un régimen de responsabilidad compartida, que complica
innecesariamente el funcionamiento del fideicomiso.
Resulta necesario regular adecuadamente este régimen de tercerización de
las funciones del fiduciario, con la finalidad de evitar que –más allá de los servi-
44 Para este tema y las propuestas de solución al problema: OLIVERA GARCÍA, Obstáculos fiscales
al fideicomiso financiero, AA.VV., Dinamismo y desafíos del Derecho Comercial, FCU, Montevi-
deo, 2013, p. 415.
180 Ricardo Olivera García

cios técnicos a los cuáles éste deba acudir para cumplir el fin del fideicomiso- no
resulte indirectamente diluida la responsabilidad de quien es el propietario fidu-
ciario de los bienes fideicomitidos, y el responsable de dar a esos bienes el destino
específico propio del encargo fiduciario que implica el fideicomiso.
El balance –altamente positivo- de la aplicación del fideicomiso en los diez
años de vigencia del régimen constituye una instancia ideal para realizar aque-
llos ajustes que mejoren la utilización de la figura. Estos ajustes permitirán ade-
más proteger esta novel figura del fideicomiso en el marco de nuestro sistema ju-
rídico, permitiéndole continuar cumpliendo la provechosa función que la misma
ha desempeñado hasta el presente.
–V–

EL CONTRATO DE LEASING
EN EL PROYECTO DE CÓDIGO CIVIL ARGENTINO
Una visión desde la experiencia uruguaya*

1. Introducción

Es para nosotros un motivo de inmenso placer y del máximo honor compa-


recer ante el Instituto de Derecho Empresarial de esta Academia Nacional de
Derecho, tribuna máxima de la ciencia jurídica argentina.
Hace pocos meses fui honrado con la designación como miembro de este Ins-
tituto y agradezco al mismo esta primera oportunidad de compartir con todos
ustedes reflexiones sobre uno de los numerosos temas que forman parte de este
fermental y polémico proyecto de Código Civil, en proceso de aprobación en este
país.
Celebro además que el tema de esta primera presentación haya podido ser el
Contrato de Leasing, ya que se trata de una materia a la cual me unen muy gra-
tos recuerdos y emociones, ya que fue –hace más de 30 años- el tema de mi tesis
para acceder a la condición de Profesor Adscripto de Derecho Comercial en la
Facultad de Derecho de Universidad de la República1, lo cual me brindó además,
prematuramente, la posibilidad de colaborar en la redacción del marco legal vi-
gente para esta modalidad contractual, que el próximo año está cumpliendo en
mi país 25 años de vigencia.
El estudio del leasing nos introduce al apasionante tema de la globalización
del Derecho2 y de los problemas que plantea la adaptación por los regímenes de
derecho continental de aquellos institutos jurídicos que resultan originariamen-
te cincelados bajo los principios del common law.
A diferencia de los regímenes de Derecho continental, existe en el derecho
anglosajón un sistema binario de propiedad que permite realizar una suerte de
disociación en el derecho de dominio, reconociendo una propiedad sustancial,

* Trabajo publicado en Contratos Comerciales, Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales


de Buenos Aires. Instituto de Derecho Empresarial, Buenos Aires, 2014, p. 139 y ss.
1 Esta tesis fue publicada bajo el nombre de “El Leasing. Análisis de su régimen jurídico”, Ed.
Amalio M. Fernández, Montevideo, 1985.
2 Vé. Alegría, H., “Globalización y Derecho”, Buenos Aires, 2012.
182 Ricardo Olivera García

estructurada sobre el goce y disponibilidad del bien (equity ownership) y una


propiedad formal (legal ownership), que cumple otras funciones que, en el caso
del leasing, como security transaction, es una función de garantía3.
Como veremos más adelante, en el caso del leasing, el lessor tiene una legal
ownership y sólo le interesa el bien como garantía del crédito otorgado (security
interest), del cual es deudor el titular de la equitable ownership, quien tiene dere-
cho a usar y gozar del mismo y padece los riesgos propios de la cosa4.
Un fenómeno similar se produce en el caso del trust, donde igualmente opera
la división entre la legal ownership que mantiene el trustee y la equitable owner-
ship, correspondiente al beneficio (cestui qui trust)5.
La inexistencia de este posible desdoblamiento del derecho de dominio en
los regímenes continentales ha determinado que, cuando se pretende trasladar
institutos creados en el marco de dicho sistema a un sistema legal diferente,
deban realizarse desarrollos normativos, al margen de las figuras contractuales
tradicionales, con la finalidad de contemplar los mismos efectos6.

2. El negocio de leasing

El leasing constituye una manifestación elocuente de un cambio trascendente


operado en las costumbres psicológicas de los adquirentes de bienes de equipo.
Varias generaciones llevó a los operadores económicos llegar a internalizar la
idea de que –salvo en las actividades especulativas– el elemento generador de
riqueza o de satisfacción no proviene de la propiedad de un bien sino de la capa-
cidad de utilización del mismo; en el caso de la actividad industrial, de su aplica-
ción a un proceso productivo.
La explosión tecnológica, que caracterizó a la segunda post-guerra, impulsó
notablemente este cambio a hábitos. Puso en el mercado bienes de un mayor ni-
vel de sofisticación, con rápida obsolescencia tecnológica, y un significativo costo.
Esto impulsó a las empresas productoras e importadoras de dichos bienes a crear
mecanismos de financiamiento que permitieran a sus clientes, no solamente ali-
near el pago del precio con el producto de la utilización del bien, sino además
mantenerse a la vanguardia tecnológica, prestando el servicio de sustitución del
bien objeto de la transacción, por los nuevos modelos que se fueran lanzados al
mercado.

3 Blengio, J., “Leasing. Problemas de trasplante de figuras del common law. Naturaleza y régimen
jurídico. Contrato y operación económica”, Anuario de Derecho Civil, t. XXV, Montevideo, 1994,
ps. 438-440.
4 Para las características del leasing en el derecho anglosajón, véase: Highton, E., “El leasing en
el common law y traslación de la noción al derecho argentino”, Contratos modernos, Revista de
Derecho Privado y Comunitario, Nº 3, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1993, p. 255 y ss.
5 Vé. Franceschelli, R., “Il trust nel diritto inglese”, Cedam, Padova, 1935, p. 23 y ss.; Rodríguez
Azuero, S., “Negocios fiduciarios. Su significación en América Latina”, Legis, Bogotá, 2005, p. 25;
Olivera García, R., “El fideicomiso y sus perspectivas en la actividad bancaria”, Anales del Foro,
año 1981, Nº 23-24, ps. 33-34.
6 En el derecho uruguayo, la Ley Nº 16.072 de 9.10.1989 reguló el crédito de uso, mientras que a
Ley Nº 17.703 de 27.10.2003 reguló el fideicomiso.
El contrato de leasing en el proyecto de Código Civil argentino 183

Esta modalidad de contratación –que más adelante la doctrina denominó


“leasing operativo”- representaba una alternativa de comercialización de bienes.
Se apoyaba fundamentalmente en la figura del arrendamiento, ya que el dador
en leasing aseguraba al usuario la utilización del bien, a cambio de un precio
pagadero durante la vigencia del contrato. A este arrendamiento de bienes se
agregaba generalmente una opción de compra, permitiendo al usuario apropiar-
se del bien, cuando no deseara ya seguir contratando este servicio, imputando al
precio final parte de los pagos realizados.
Esta circunstancia determinó que el leasing apareciera genéticamente vin-
culado al arrendamiento. En el derecho norteamericano, esta modalidad con-
tractual quedó subsumida en el “lease”7, figura proteiforme que en el régimen
anglosajón abarca negocios con causas y naturalezas jurídicas muy diversas8.
Un cambio trascedente en el leasing se produjo con el ingreso a este mercado
de los operadores financieros9. Éstos nada tenían que ver con el negocio de pro-
ducción, importación y comercialización de bienes, pero tenían la capacidad de
financiar la obtención de los bienes y el uso de los mismos. Se produce la interpo-
sición de un tercer actor en este proceso, que es el financiador, cuyo rol se limita
a suministrar los recursos financieros para que la operación resulte posible10.
Este paso fundamental en el desarrollo de la figura da lugar al denominado
“leasing financiero”. Quien otorga el derecho de usar el bien y la opción de com-
pra final no es ya el productor o el importador, sino una entidad financiera, ab-
solutamente ajena al proceso de fabricación y comercialización del bien, la cual
–necesariamente– no incluye entre sus prestaciones la de asegurar al usuario su
utilización.
En el leasing financiero, la figura se aparta definitivamente del arrendamien-
to, y se perfila como un negocio exclusivamente financiero.
En el derecho continental, la aparición del leasing financiero tuvo el efecto
de poner en crisis las modalidades jurídicas tradicionales, generar innúmeras

7 El Black’s Law Dictionay define el “lease” como un contrato por el cual el poseedor legítimo de la
propiedad real otorga el derecho de uso y ocupación del bien a cambio de una contraprestación,
generalmente una renta (9ª ed., 2009, p. 970).
8 El Uniform Commercial Code (UCC) regula el Lease en el art. 2A. El UCC es una ley modelo (soft
law), preparada por la National Conference of Commissioners on Uniform State Laws, en colabo-
ración con el American Law Institute. Ha sido adoptado, con variantes menores, por 50 Estados
de los Estados Unidos, el Distrito de Columbia, Puerto Rico y Virgin Islands.
9 Cuenta la historia que la paternidad del leasing como negocio financiero se debió a D.P. Boothe
Jr., quien en 1952 fundó la United States Leasing Corporation. Tres años más tarde, el mismo
precursor fundaba la Boothe Leasing Corporation. En los siguientes 10 años se fundaron en los
Estados Unidos 800 sociedades leasing. Las primeras experiencias europeas fueron, en Inglate-
rra, la Mercantile Leasing Company (1960); y, en Francia, Locafrance (1962).
10 Vé. Ruozi, R.,- Mottura, P. – Carretta, A., “Leasing ’80”, Giuffré, Milano, 1977, p. 1-27; Mirabe-
lli, G., “Il Leasing e il Diritto Italiano”, B.B.T.C., año XXXVII, 1974, parte I, p. 228 y ss.; Vailati,
G., “Aspetti giuridici del leasing finanziario”, Rivista del Notariato, año XXVII, parte I, p. 213; De
Nova, G., “Contratto di leasing e controllo delle condicioni generale di contrato”, Riv. Dir. Comm.,
año LXXI (1973), parte II, ps. 332-334.
184 Ricardo Olivera García

discusiones doctrinarias, determinar ríos de tinta sobre el tema, y motivar una


explosión legislativa tendiente a regular este novel fenómeno11.
La expansión de la figura motivó incluso que el leasing financiero interna-
cional fuera objeto de regulación en la Convención de UNIDROIT celebrada en
Ottawa en 198812.
Este negocio responde básicamente al esquema por el cual el dador del bien
en leasing (sociedad leasing) adquiere a un tercero (proveedor) un bien, previa-
mente designado por el usuario, y lo entrega a éste en uso, durante el plazo del
contrato, contra el pago de cánones periódicos, otorgando además al usuario la
opción de comprar el bien, a la fecha de terminación del contrato, contra el pago
de un valor final (valor residual).

No obstante, el carácter financiero del dador del bien en leasing y su absolu-


ta y total desvinculación con el bien financiado, determina que la figura pase a
revestir una serie de características, que lo perfilan como un auténtico contrato
de crédito.

3. Características fundamentales del leasing financiero

El leasing financiero presenta algunas características comerciales básicas


que condicionan su estructura jurídica.

11 Francia (1966), Brasil (1974, 1983), Bélgica (1977), España (1977, 1980, 1988), Portugal (1979),
Perú (1979), México (1982, 1985), Turquía (1985), Argentina (1994, 2000), Uruguay (1989).
12 La Convención de UNIDROIT afirma que las normas que regulan el contrato tradicional de
arrendamiento deben ser adaptadas a la característica relación triangular creada por la transac-
ción de leasing financiero.
El contrato de leasing en el proyecto de Código Civil argentino 185

3.1. Ajenidad del dador respecto al bien locado

La primera característica del leasing financiero es que el dador tiene total


ajenidad con relación al bien locado, a lo que se suma su información asimétrica
respecto del tomador. Desconoce absolutamente las características técnicas, el
estado en que se encuentra y la aptitud que éste tiene para satisfacer las nece-
sidades del usuario. Su rol habrá de limitarse a adquirir al proveedor designado
por el usuario el bien que éste le instruya adquirir, en las condiciones que éste le
solicita que lo haga13.
El dador no selecciona al proveedor, no selecciona el bien, no negocia el precio,
ni negocia tampoco ninguna de las prestaciones accesorias o complementarias,
vinculadas a la adquisición del mismo. En su relación con el proveedor, el dador
se limita a comprar el bien y pagar el precio14.
Esto determina que el dador no esté en condiciones de asegurar al tomador la
utilización del bien, como ocurre en el contrato de arrendamiento. El sinalagma
contractual no está dado por entregar el uso a cambio de un precio. El dador no
entrega el uso, porque no está en condiciones de asegurar el uso. El dador entre-
ga en o para el uso, financia el uso. El bien no es entregado para que el tomador
lo revenda –lo cual le está prohibido- pero que pueda usar o no satisfactoriamen-
te el bien no constituye una circunstancia que afecte la validez o la vigencia del
contrato.
Esta ajenidad del dador respecto al bien locado determina que no tenga el
dador la obligación de conservar la cosa con aptitud para el uso convenido, ni
realizar reparaciones o mejoras; que no esté obligado al saneamiento por vicios
ocultos (no así por evicción); y que el contrato no se extinga en caso de destruc-
ción del bien o de frustración en el uso del mismo por caso fortuito, fuerza mayor
o hecho de un tercero.
El dador tampoco está interesado en recibir el bien del tomador a la fecha
de terminación del contrato. De ahí que se otorgue a éste una opción de com-
pra final, por un valor residual que constituye generalmente un precio vil, muy
inferior al precio de ese bien en el mercado. Es decir que, salvo excepciones, la
decisión económicamente correcta y predecible del tomador, a la fecha de termi-
nación del contrato, es el ejercicio de la opción de compra15.

13 Vé. Crémieux-Israël, D., “Leasing et crédit-bail mobiliers”, Dalloz, Paris, 1975, p. 63; Hémard, J.,
“Ventes, transports et autres contrats commerciaux”, Chroniques de legislation et jurisprudence
françaises, R.T.D.C., t. XXX, año 1977, p. 578.
14 Al definir el Financial Lease, el UCC (art. 2A-103, 1, g) se preocupa de aclarar que el dador
(lessor) no selecciona, manufactura ni suministra los bienes; adquiere los bienes a los efectos
del contrato; somete el contrato de adquisición de los bienes a la previa aprobación del tomador
(lesee); informa al tomador de las obligaciones y garantías brindadas por el proveedor y le otorga
el derecho a reclamar por las mismas.
15 Se ha discutido en la doctrina la esencialidad de la opción de compra para que se configure la
figura contractual del leasing. Alguna doctrina se pronuncia en forma afirmativa: Calandra Buo-
naura, V., “Orientamenti della dottrina in tema di locazione finaziaria”, Riv. Diritto Civile, año
XXIV, 1978, parte II, p. 205; Vincent, L. – Dehan, P., “Le statut legal du leasing”, Journal des
Tribunaux, 1968, p. 233. Otros, en cambio, se pronuncian por la no esencialidad: Tabet, A., “La
186 Ricardo Olivera García

También es posible que se acuerde la prórroga del contrato, aunque difícil-


mente el tomador esté dispuesto a continuar pagando por la utilización de algo
que puede adquirir en propiedad por un precio vil.
Pero, si el tomador no deseara ejercer la opción de compra ni retener el bien a
la fecha de terminación, los contratos de leasing financiero suelen estipular que
el bien será vendido públicamente al mejor postor, debiendo soportar el tomador
la diferencia entre el precio obtenido y el valor residual que se hubiera pactado
en el contrato16.
Es decir que, en el leasing financiero, el bien no tiene jamás vocación de retor-
nar a su propietario-locador.
Este cúmulo de características de la contratación permiten sostener que, en el
leasing financiero, el centro de la contratación no recae sobre el bien locado sino
sobre el financiamiento que se otorga para obtener el mismo.

3.2. El dador realiza una colocación financiera

Desde el punto de vista del dador, el leasing financiero constituye una coloca-
ción financiera, de similares características que el otorgamiento de un préstamo
amortizable, pagadero en cuotas17.
Al adquirir el bien al proveedor designado por el tomador, en los términos que
éste previamente indica, el dador realiza una inversión de fondos. A diferencia
de un mutuo oneroso, estos recursos no son entregados al tomador, sino que son
aplicados a la adquisición del bien que éste indica y que recibirá en uso.
Como contrapartida de esa aplicación actual de fondos, el dador pacta con el
tomador la percepción, a lo largo de la vigencia del contrato de leasing, de una
serie de pagos periódicos, de monto fijo y predeterminado, que constituyen la
contraprestación por la inversión realizada. Cada uno de estos pagos tendrá un
componente de amortización de la inversión y un componente de tasa de interés,
que remunera la aplicación de los fondos en el tiempo.
Estos pagos periódicos, que remuneran el crédito otorgado, incluyen el pago
del valor residual, lo cual justifica que el dador deba asegurarse dicho importe, a
través del ejercicio por el tomador de la opción de compra, o a través de la cober-
tura por éste de la diferencia entre el valor residual establecido y el precio que
eventualmente se obtenga por la venta pública del bien.

locazione di beni strumentali (leasing)”, B.B.T.C., año XXXVI, 1973, p. 290; Vailati, G., ob. cit., p.
218.
16 Es además frecuente encontrar disposiciones que prevén que, si el precio obtenido en la venta
pública del bien es superior al valor residual, el beneficio derivado de la diferencia corresponde al
tomador.
17 Leo, E., “L’essenza del crédito e il leasing finanziario”, Riv. delle Società, año 23, enero-febrero
1978, fasc. 1, p. 82; Gargiullo, S., “Aspetti giuridici del contratto di Leasing”, Foro It., 1971, año
CXCVI, vol. CXCIV, t. II, parte 5, ps. 39-43; Vailati, ob. cit., ps. 250-253.
El contrato de leasing en el proyecto de Código Civil argentino 187

Este flujo de fondos predeterminado será pagado por el tomador con total y
absoluta prescindencia de las vicisitudes que puedan ocurrir en la utilización del
bien durante la vigencia del contrato.
Esto resulta muy claro cuando nos trasladamos al mundo de las normas con-
tables que disciplinan la forma de registración de las operaciones de leasing fi-
nanciero18. En estos casos, será el tomador quien –a pesar de no ser su propie-
tario- registrará el bien como un activo y computará su depreciación durante la
vida útil esperada. Correlativamente, registrará un pasivo por el valor actual
de los cánones periódicos adeudados, incluido el valor residual. Por su parte, el
dador del bien –su propietario- computará como activo solamente un derecho de
crédito por el valor actual de los pagos a ser recibidos (incluido el valor residual).
En oportunidad de cada pago, la porción de cada cuota correspondiente a amorti-
zación de capital representará una reducción del activo y la parte correspondien-
te a intereses será un cargo a resultados19.
Desde el punto de vista del dador, la registración contable es exactamente la
misma que hubiera correspondido dar al otorgamiento de un préstamo de dinero,
pagadero en cuotas. Desde el punto de vista del tomador, es la misma que hubie-
ra correspondido en caso de una compra a crédito o de una compra financiada con
un préstamo amortizable.
Para comprender cabalmente el leasing financiero resulta esencial tener pre-
sente el carácter de crédito financiero que presenta la operación, y analizar la
misma como un negocio alternativo al préstamo amortizable con garantía pren-
daria, utilizado corrientemente en la actividad financiera.

3.3. Asunción de los riesgos dominiales por parte del tomador

De lo expuesto anteriormente surge que es propio y característico del leasing


financiero que la totalidad de los riesgos propios del derecho de dominio sobre el
bien resulten desplazados del dador (propietario) al tomador (usuario).
Normalmente, la propiedad de un bien implica la asunción de los riesgos pro-
pios del derecho de dominio. El bien se deteriora, se destruye, gana o pierde valor
para su propietario. El propietario es quien asume además el riesgo de su obso-
lescencia. Esto ocurre en la compraventa, en el arrendamiento, en el comodato,
en el depósito.
Esto no ocurre en el contrato de leasing financiero. Existe en este caso un
desplazamiento, en todos los casos, convencional y, en algunos regímenes, legal
del dador al tomador de todos los riesgos inherentes al dominio. Como vimos, el
18 El Financial Accounting Standard Board (FASB) y el International Accounting Standard Board
(IASB) están, en estos momentos, revisando los criterios de registración contable, por dadores
y tomadores, de las operaciones de leasing operativo y financiero, a los efectos de que, en estas
últimas, activos y pasivos resulten adecuadamente reflejados en los estados contables.
19 En el derecho uruguayo, este tratamiento es impuesto al leasing financiero a efectos tributarios
desde el año 1981 y a los efectos de las normas banconcentralistas aplicables a las entidades de
intermediación financiera desde el año 1982. Véase: Olivera García, R., “El Leasing”, cit., ps. 24-
26; también: “El leasing frente al impuesto a las rentas”, Rev. Tributaria, t. VII, Nº 34, p. 15.
188 Ricardo Olivera García

dador no será responsable por el deterioro o la destrucción del bien. Tampoco del
hecho de que no sea adecuado a las necesidades del tomador. En todos los casos,
el tomador deberá seguir pagando los cánones periódicos, teniendo a lo sumo
acción contra el proveedor, pero sin que éste afecte el leasing20.
Tampoco soporta el dador el riesgo de la pérdida de valor del bien, producto de
su eventual obsolescencia tecnológica. Al finalizar el plazo contractual, en dador
percibirá el valor residual del bien, ya sea por el ejercicio de la opción de compra
por el tomador, ya por la venta pública del mismo, soportando el tomador el ries-
go de que se obtenga un precio equivalente al valor residual pactado.
Este desplazamiento de los riesgos dominiales del dómino al non-dómino que,
en principio, puede parecer inequitativo, aberrante y abusivo, es una caracterís-
tica esencial del leasing financiero. Esto no llama tanto la atención cuando se
acude a la genética anglosajona del leasing y se percibe que el tomador tiene una
auténtica equitable ownership que le legitima a utilizar el bien como si fuera su
propietario (con la sola restricción de enajenarlo).
Por otra parte, no debe perderse de vista que, en cualquier actividad económi-
ca, el riesgo es un elemento de costo. El desplazamiento de los riesgos dominiales
del dador al usuario libera al primero de incorporar estos costos en el precio de
su financiamiento y permite al tomador acceder a condiciones crediticias que, en
otras circunstancias no podría tener.
Si el leasing financiero constituye, según vimos, una modalidad de crédito
financiero alternativo al préstamo con garantía, no debe existir en el mismo una
asignación de riesgos diferente del existente en dichas modalidades crediticias.

3.4. El dominio del dador con función de garantía

El leasing despoja al dador de todos los atributos propios del derecho de do-
minio. No habrá de usar y gozar del bien. El bien tampoco permanecerá en su
patrimonio a la terminación del contrato. También lo despoja de los riesgos inhe-
rentes al dominio (deterioro, destrucción, obsolescencia).
El dador tiene solamente el riesgo de que el tomador pague el precio pactado y
de percibir el valor residual al terminar el contrato. Es sustancialmente el riesgo
de recuperar el capital invertido más sus intereses, como ocurre con cualquier
crédito financiero.
En este contexto, la retención del derecho de dominio por parte del dador
cumple, pura y exclusivamente, la función de garantía del cumplimiento del to-
mador de las obligaciones asumidas. En lugar de apelar a las garantías reales
clásicas (prenda, hipoteca), el leasing apela a una garantía más intensa y efecti-
va, el propio dominio del bien locado21.

20 Tabet, A., ob. cit., ps. 291-293; Sagreda Ribas, M. – Martorell De Balanzo, J., “Hacia un mayor
conocimiento del contrato de leasing”, Rev. Jurídica de Cataluña, julio-setiembre 1972, Nº 3, p.
564.
21 Caladra Buonaura, V., ob. cit., p. 198; Mirabelli, G., ob. cit., p. 250.
El contrato de leasing en el proyecto de Código Civil argentino 189

Este tema nos introduce en el mundo insondable de los negocios de garantías,


en franca evolución en el derecho privado.
El derecho continental se mostró tradicionalmente reacio a ampliar el elen-
co de las garantías reales más allá de la prenda y la hipoteca, desarrollando la
teoría del numerus clausus de tales garantías, prohibiendo la compraventa con
pacto de reserva de dominio y cuestionando la validez de la fiducia cum creditore.
En esta materia ha resultado importante la influencia del derecho anglosajón
que consagra un concepto mucho más amplio de garantía22, admitiendo que el
derecho de dominio pueda ser utilizado con dicha finalidad.
La influencia de esta normativa y de los institutos creados al amparo de la
misma ha ido provocando una revisión de estos conceptos, lo cual se aprecia en la
recepción generalizada de la figura del fideicomiso, la cual admite la transferen-
cia de un bien en propiedad fiduciaria, con una finalidad de garantía23.
El leasing es una manifestación elocuente de este proceso de transformación.
En el leasing la única función que cumple el derecho de dominio en cabeza del
dador es garantizar el crédito que el mismo ha otorgado al tomador. El perfil
adquirido por esta figura contractual se ha encargado de desvincular el derecho
de dominio que mantiene el dador de un bien en leasing de toda otra función,
atributo, o riesgo, que no sea el propio del titular de un derecho de garantía.

3.5. Necesidad de publicidad y oponibilidad del leasing financiero

En el leasing financiero se dan acumulativamente dos circunstancias carac-


terísticas: por un lado, el pago de una contraprestación amortizando de la in-
versión realizada por el dador; y, por otro, el despojamiento del dador de todas
las obligaciones derivadas de su condición de propietario. Ambas circunstancias,
determinan la necesidad de un fuerte régimen de publicidad y oponibilidad del
contrato.
A diferencia del arrendamiento, donde el arrendatario paga por el uso del
bien, en el leasing, el tomador paga la totalidad de la inversión, en el plazo del
contrato. En el arrendamiento existe una suerte de sinalagma entre el uso del
bien por el arrendatario y el precio, el cual se calcula teniendo en cuenta la
depreciación técnica del bien (en función de su vida útil) y en valor del capital
asignado a lo largo del tiempo. En el leasing financiero, en cambio, cada canon
periódico contiene la amortización de la inversión total. La totalidad de la in-
versión del dador y sus intereses están comprendidos en las contraprestaciones
realizadas por el tomador.

22 El Uniform Commercial Code regula genéricamente los negocios de garantía como secured tran-
sactions (art. 9), incluyendo al lease entre aquellos contratos en los cuales existe un secured
interest (art. 9 – 110). Vé. Highton, E., “Panorama del régimen de las garantías en el derecho
estadounidense”, RDPyC, Nº 2, Santa Fe, 1994, p. 189.
23 Ferrarini, G., “Esperienze straniere in tema di locazione finanziaria”, en Bunocore-Fantozzi-Al-
derighi-Ferrarini, Il Leasing. Profili privatistici e tributari, Quaderni di Giurusprudenza Com-
merciale, Nº 3, Giuffré, Milano, 1975, p. 211 y ss.
190 Ricardo Olivera García

En cada pago de su canon periódico, el tomador está “pagando” una parte del
bien locado, el cual tendrá derecho a adquirir a la fecha de finalización del con-
trato por un precio vil, muy inferior normalmente al valor del mercado.
Si a esto sumamos la exclusión para el dador de todas las responsabilidades
de asegurar el uso del bien por el tomador, resulta imperioso dotar al leasing
financiero de un régimen de publicidad y de oponibilidad erga onmes.
Así como las vicisitudes del bien locado resultan irrelevantes para el mante-
nimiento de las obligaciones del tomador derivadas del contrato, las vicisitudes
económicas del dador deben serlo para el derecho del tomador de seguir teniendo
el derecho de utilización del bien, que le otorga el contrato celebrado.
El tomador debe mantenerse indemne de las enajenaciones, afectaciones,
embargos, interdicciones y aún de los procedimientos concursales que puedan
recaer sobre el dador del leasing. Su derecho debe ser oponible no solamente al
dador sino también a cualquier tercero, ya que es normal que –en cualquier mo-
mento del contrato- que el tomador haya pagado más que el valor que ha recibi-
do, de modo que el despojamiento del contrato le habrá de provocar un perjuicio
económico indebido.
Esto determina que el derecho del tomador a seguir usando del bien locado y
de apropiarse del mismo contra el pago de un valor residual debe de primar sobre
el de cualquier tercero. Esto supone un adecuado régimen de publicidad.

4. La separación del leasing operativo y del leasing financiero

Las características señaladas determinan que se haya producido una separa-


ción radical y definitiva entre el leasing operativo y el leasing financiero.
Mientras el leasing operativo sigue vinculado a la figura del arrendamiento,
aun cuando se adicione al mismo una opción de compra, el leasing financiero
ingresó al mundo de los negocios de crédito financiero24.
En el leasing operativo el dador sigue siendo un propietario con todas las
barbas: mantiene un vínculo funcional con el bien, asegura su buen uso por el
tomador, lo garantiza, lo mantiene, y busca fidelizar al tomador para luego susti-
tuirlo el bien locado por un nuevo producto más moderno, sofisticado y caro. Está
comercializando su producto, está colocando el mismo en el mercado.
En el leasing financiero, en cambio, la desvinculación del dador con el bien
es total. Su único interés es mantener la propiedad del bien con la finalidad de
garantizar el crédito otorgado. El dador no está comercializando un bien. No está
comprometiendo frente al tomador asegurarle el uso del bien. Está simplemente
otorgándole un crédito financiero, afín a un préstamo con interés, a un mutuo
oneroso.
La relación promiscua entre estas dos figuras jurídicas, producto de su génesis
anglosajona común –el lease– ha sido causa de un debate doctrinario infecundo

24 Ruozi, R.,- Mottura, P. – Carretta, A., ob. cit., p. 2.


El contrato de leasing en el proyecto de Código Civil argentino 191

sobre su naturaleza jurídica. La tesis que asocian el leasing con el arrendamien-


to o con la compraventa, incluso quienes lo analizan como un negocio trilateral,
no logran desprenderse del lastre del leasing operativo que se encuentra en la
génesis del instituto, y no ingresan en la esencia conceptual del instituto.
Leasing operativo y leasing financiero son dos tipos contractuales diferentes,
con una función económica diferente, con causas jurídicas diferentes, que mere-
cen una regulación autónoma.

5. El leasing en el derecho positivo uruguayo

En el Uruguay, el leasing recién fue regulado por la Ley Nº 16.072 de 9 de


octubre de 1989, la cual el año próximo está cumpliendo 25 años.
Antes de esta ley, el leasing se apoyaba en una base estrictamente conven-
cional, existiendo discrepancias en la doctrina respecto a su debía aplicársele la
normativo del arrendamiento, de la compraventa o de los contratos de crédito.
Enfrentaba asimismo los cuestionamientos derivados de la prohibición del pacto
comisorio, de la nulidad del pacto de reserva de dominio en la compraventa, y de
la ausencia de un procedimiento de ejecución adecuado25.
Sin perjuicio de esto, las normas tributarias regularon el tratamiento del lea-
sing desde el año 1981, previendo que cuando no hubiera valor residual, éste
fuera inferior al 75% del valor del bien amortizado en el plazo del contrato, o
se pusiera al tomador la carga de compensar al dador por la diferencia entre el
valor residual y el precio de venta pública del bien al finalizar el contrato, el to-
mador debía computar fiscalmente el bien locado como un activo y su deuda como
un pasivo, y el dador debía computar solamente su crédito contra el tomador.
Un año más tarde, las normas bancocentralistas aplicables a las entidades
de intermediación financiera preveían la figura del “arrendamiento financiero”,
estableciendo que el dador debía computar el leasing como un crédito, al cual se
le daba el mismo tratamiento tributario que a un préstamo amortizable.
La Ley Nº 16.072 fue elaborada en el seno del Banco Central del Uruguay,
apoyado por una consultoría del Banco Mundial. La redacción de la ley no se
apoyó en ninguno de los modelos legales existentes en la época, sino en el intento
de sistematizar legalmente la práctica contractual ya muy difundida en ese mo-
mento. Esto determina que la ley terminara siendo tremendamente detallista y
casuística, tal como lo era la normativa contractual utilizada.
La regulación pretendió alcanzar exclusivamente al leasing financiero, al cual
se le denominó “crédito de uso”, separando deliberadamente esta denominación
de la figura del arrendamiento.

25 Vé. Ferro Astray, J., “Aspectos jurídicos del leasing financiero en el Uruguay”, Seminario sobre
Leasing Financiero, Banco Central del Uruguay, Montevideo, 1980, t. I, parte IV; Gorfinkiel, I.,
“Perspectivas jurídicas del leasing”, Estudios jurídicos en memoria del Dr. Oscar Arias Barbé,
L.J.U., t. LXXXI, p. 139 y ss.; Gaggero, E. – Borra Roccatagliata, J., “El leasing financiero y sus
proyecciones en la aeronáutica”, en Contratos de Empresa, Segundas Jornadas Rioplatenses de
Derecho, Acali Editorial, Montevideo, 1977, p. 47 y ss.; Olivera García, R., ob. cit., p. 24 y ss.
192 Ricardo Olivera García

Las características más relevantes del régimen uruguayo son las siguientes:
a) Define el crédito de uso como un contrato de crédito;
b) Lo caracteriza como aquél por el cual una institución financiera se obliga
frente al usuario a permitirle el uso de un bien durante un plazo determinado
y el usuario se obliga a pagar por esa utilización un precio en dinero periódi-
camente.
c) La opción de compra, la opción de prórroga o la venta por el dador del bien,
soportando el usuario la diferencia entre el precio de venta y el valor residual,
aparecen como cláusulas no esenciales en la figura.
c) Solamente pueden actuar como dadores (entidades acreditantes), las entida-
des de intermediación financieras o empresas con giro exclusivamente finan-
ciero, autorizadas por el Banco Central del Uruguay (no habiéndose creado
ninguna en 25 años).
e) Prevé que pueda recaer en bienes adquiridos por el dador bajo instrucciones
del usuario; sobre bienes propiedad del propio usuario (lease-back); o de bie-
nes propiedad de la entidad acreditante, recibidos en defensa o recuperación
de créditos.
f) Pueden ser objeto de crédito de uso todos los bienes muebles no fungibles y
los inmuebles. No obstante, en este caso –con la finalidad de separarlo del
arrendamiento de inmuebles- se dispone que, para hallarse comprendido en
el régimen de la ley, debe de existir opción de compra a favor del usuario, y el
precio de la misma no podrá exceder, a la fecha del contrato, el 25% del valor
real del bien, fijado por la Dirección General de Catastro.
g) El contrato debe otorgarse en instrumento público o privado, aun cuando re-
caiga sobre bienes inmuebles.
h) Impone la inscripción del crédito de uso en un Registro público, según la na-
turaleza del bien. Esta obligación es puesta a cargo de la institución acre-
ditante, cuyo incumplimiento es sancionado con una multa en beneficio del
usuario, sin perjuicio de los daños y perjuicios.
i) La inscripción confiere al usuario un derecho real respecto a cualquier enaje-
nación o gravamen posterior. Se adopta la figura del derecho real de garantía,
consagrada anteriormente por la ley uruguaya para las promesas de enaje-
nación de inmuebles a plazos (1931) y para las promesas de enajenación de
establecimientos comerciales (1975).
j) El derecho real derivado de la inscripción otorga además al usuario el derecho
a recuperar el bien, si hubiera sido desposeído del mismo, y a exigir su trans-
ferencia forzada si se hubiera pactado la opción de compra.
Estrictamente, la ley no consagra una opción de compra sino una opción de
promesa de compra, de modo que, ejercida la opción de compra, el dador está
obligado a vender el bien por el valor residual pactado. Si no pudiere o se ne-
gara a hacerlo, esta prestación puede ejecutarse forzadamente en vía judicial,
estando el Juez facultado para sustituir al enajenante.
El contrato de leasing en el proyecto de Código Civil argentino 193

k) La notificación del contrato de crédito de uso al proveedor realizada por la


institución acreditante, transfiere al usuario todos los derechos y acciones
contra el mismo, derivados del contrato de compraventa.
l) Salvo excepciones, la institución acreditante no garantiza al usuario por evic-
ción u otras vías de hecho; no responde de los vicios o defectos de la cosa; no
asume responsabilidad alguna por el mantenimiento y las reparaciones del
bien, las cuales son de cargo del usuario.
m) El usuario deberá pagar el precio estipulado aun en caso de destrucción o
deterioro de la cosa, por caso fortuito, fuerza mayor o hecho de un tercero.
n) Recae exclusivamente en el usuario la responsabilidad por los daños causados
por la cosa locada.
o) En caso de incumplimiento del usuario, el dador puede optar por la acción eje-
cutiva o la rescisión del contrato. En estos casos, se acude al juicio de entrega
de la cosa, procedimiento monitorio que comienza por el secuestro del bien y
limitación en las excepciones oponibles.
p) Se consagra un cautelar especial -luego adoptado por la Ley de Prendas- en
virtud del cual, luego de haber secuestrado el bien, otorgando garantía su-
ficiente, la entidad acreditante puede promover la cancelación registral del
crédito de uso y enajenar el bien durante la vigencia del proceso de ejecución.
La Ley Nº 16.205 de 1991 amplió a algunos organismos de seguridad social
(cajas Notarial, Bancaria y Profesionales Universitarios) para celebrar contratos
de crédito de uso de bienes inmuebles con sus afiliados.
En la ley Nº 17.296 de 2001 –una Ley de Presupuesto, norma ómnibus que
contiene un variopinto elenco de disposiciones aplicables a la Administración Pú-
blica y a la actividad privada- aparecieron dos artículos (636 y 637) que regulan
el crédito de uso operativo. Estas dos normas definen el crédito de uso operativo,
admitiendo que pueda ser dador cualquier persona física o jurídica.
El crédito de uso operativo se rige por la Ley Nº 16.072, con excepción de
aquellas que limitan la calidad de dador a las entidades financieras, y las que
prevén la obligación de compra por el dador al proveedor y la transferencia de los
derechos y acciones contra el proveedor, del dador al usuario.
Se trata de una disposición infeliz, ya que transfiere al leasing operativo todo
un régimen de asignación de riesgos que resulta propio de un negocio de crédito
financiero.

6. El leasing en el Proyecto de Código Civil argentino

Con la modestia y el pudor que provoca a un extranjero hablar de derecho


argentino, a la luz de los comentarios precedentes, queremos realizar algunas
breves reflexiones sobre las normas sobre leasing contenidas en el Proyecto de
Código Civil argentino.
194 Ricardo Olivera García

El derecho argentino fue precursor a nivel internacional en esta materia. Tal


vez puedan indagarse antecedentes más viejos, pero ya en 1969, la Ley Nº 18.061
preveía la posibilidad de que las entidades financieras realizaran “operaciones
de locación de bienes de capital adquiridos con tal efecto” (arts. 17, 18 y 20)26.
Esta disposición se mantiene en la Ley Nº 21.526 de 197727.
El primer cuerpo legislativo, conteniendo una regulación específica del lea-
sing fue la Ley Nº 24.441 de 1994, denominada de Financiamiento de la vivienda
y la construcción. En sus primeros artículos, esta ley regulaba el fideicomiso y el
leasing, ahora bajo este nombre. La regulación del leasing en la Ley Nº 24.441
perfila fundamentalmente una figura de leasing financiero –con matices- limi-
tando la operativa a las entidades financieras o sociedades que tengan por objeto
la realización de este tipo de contratos28.
El régimen vigente a la fecha está dado por la Ley Nº 25.248 del año 200029.
Esta norma recoge, con ligeras variantes, el texto del capítulo V del Libro de los
Contratos en particular, del proyecto de Código Civil (unificación de la legisla-
ción civil y comercial) creado por el decreto 685/95.
A su vez, el texto de la Ley Nº 25.248 resulta recogido -también con escasas
modificaciones- por el Proyecto de Código Civil, actualmente a estudio.
Los tres textos normativos se encuentran sustancialmente alineados, por lo
que puede afirmarse que la normativa sobre leasing, contenida en el Proyecto de
Código Civil argentino, recoge el estado del arte en la materia en los últimos 20
años.
Se trata de 24 artículos (1227-1250), contenidos en el capítulo 5 del título des-
tinado a los Contratos en particular, a continuación del capítulo 4 referente a la
locación, y mantiene para el contrato el nombre en inglés de “Leasing”.
Sin pretender realizar un análisis exegético de este articulado, que excedería
en tiempo y esfuerzo los objetivos de esta presentación, nos parece importante
destacar algunas notas características de esta regulación.

7. Caracteres de la regulación del leasing


en el Proyecto de Código Civil

Las principales características de la regulación bajo análisis pueden sinteti-


zarse en las siguientes:
a) Se define el leasing como el contrato por el cual el dador conviene transferir
al tomador la tenencia de un bien cierto y determinado para su uso y goce,

26 Vé. Rovira, A., “Contrato de leasing o locación financiera. Necesidad de legislarlo”, Jurispruden-
cia argentina, t. IV (1976), p. 633; Marzoratti, O., “El leasing como forma de inversión extranje-
ra”, RDCO, Nº 35 (1973), p. 715.
27 Vé. Barreira Delfino, E., “Leasing. Aspectos jurídicos, contables, impositivos y operativos”, Ed.
Cangallo, Buenos Aires, 1978, p. 26 y ss.
28 Vé. Barreira Delfino, “Leasing financiero”, Roberto Guido Ed., Buenos Aires, 1996, p. 139 y ss.
29 Vé. Acquarone, M. – Embón, L., “El leasing. Su instrumentación y encuadre en la actual financia-
ción empresaria”, 2ª ed., Ed. Ábaco, Buenos Aires, 2004, p. 99 y ss.
El contrato de leasing en el proyecto de Código Civil argentino 195

contra el pago de un canon y le confiere la opción de compra por un precio (art.


1227).
Se habla de transferencia de la tenencia para su uso y goce, y no de otorgar a
otro el uso temporario de la cosa, como ocurre en el contrato de locación (art.
1187).
b) La opción de compra del bien por un precio forma siempre parte de la figura
contractual.
c) Se trata de una figura comprensiva tanto del leasing operativo como del fi-
nanciero. Las únicas diferencias en el régimen jurídico provienen de la obli-
gación de entrega y saneamiento, según la procedencia de los bienes.
d) Se aplican subsidiariamente las normas de la locación, en cuanto sean compa-
tibles, salvo las que establezcan plazos mínimos y máximos, u otras normas
de orden público, las cuales pueden ser excluidas convencionalmente. Luego
del ejercicio de la opción de compra, se aplican las normas del contrato de
compraventa (art. 1250).
e) La celebración de contratos de leasing está abierta a todos los operadores
económicos, sin restricción por su objeto ni su especialidad.
f) Puede recaer en cualquier bien cierto y determinado (art. 1227), mueble o
inmueble, marcas, patentes o modelos industriales y software (art. 1228). No
existe ningún régimen que separe el leasing del arrendamiento de inmuebles,
más allá de la opción de compra.
g) La modalidad de elección del bien es amplia, ya que puede recaer en bienes:
(i) designados por el tomador que sean adquiridos o cuya adquisición sea asu-
mida por el dador a efectos del contrato; (ii) bienes que ya sean propiedad del
dador o estar a disposición de éste (lo cual da amplio ingreso al leasing opera-
tivo), o (iii) bienes propiedad del tomador, entregados al dador en garantía de
su crédito (lease-back) (art. 1231).
h) Con respecto a las responsabilidades y garantías vinculados a la adquisición
del bien, las soluciones se dividen en función de la modalidad de elección del
bien a ser locado (art. 1232):
(i) En caso de bienes adquiridos por el dador, a efectos del contrato:
• El dador cumple adquiriendo los bienes;
• El tomador puede reclamar del vendedor, sin necesidad de cesión, los
derechos emergentes de la compraventa;
• El dador puede liberarse convencionalmente de la responsabilidad de
entrega y de la obligación de saneamiento.
(ii) En caso de bienes propiedad del dador, o cuando éste sea fabricante, im-
portador, vendedor o constructor:
• El dador no puede liberarse de la obligación de entrega y de la obligación
de saneamiento.
(iii) En caso de bienes propiedad del tomador (lease-back):
196 Ricardo Olivera García

• El dador no responde por la entrega y por saneamiento, salvo pacto en


contrario.
i) Con respecto a la forma del contrato, se prevé que debe instrumentarse en
documento público o privado. Se requiere escritura pública en los casos de
inmuebles, buques o aeronaves (art. 1234). Esto es razonable, en la medida
que el leasing contiene preceptivamente una opción.
j) El leasing debe inscribirse a los efectos de su oponibilidad frente a terceros
(art. 1234). Estos terceros podrían ser tanto los acreedores del dador (art.
1237) como el adquirente de los bienes. Parecería que la carga de inscribir
recae en el tomador, ya que es quien se beneficia con la misma.
k) Se prevé que el tomador puede ejercer la opción de compra una vez pagado
¾ partes del canon total, o antes si lo convinieron las partes (art. 1240). La
trasmisión del dominio nace con el ejercicio de la opción y el pago del precio
de la misma (art. 1242).
l) Se incluye la responsabilidad del dador de contratar un seguro de responsabi-
lidad civil que cubra riesgos y montos razonables. La responsabilidad objetiva
por el hecho de las cosas recae en el tomador (art. 1757) y sobre el dador si no
hubiera contratado seguro o resultara irrazonable la cobertura (art. 1243).
m) Prevé la cancelación de la inscripción del leasing sobre cosas muebles no re-
gistrables y software, por orden judicial, a pedido del dador o su cesionario
(art. 1244) o a pedido del tomador (art. 1245-1246) que hubiera cumplido con
sus obligaciones. En el caso de los bienes registrables, asumimos que se apli-
can las normas generales en materia registral.
n) Se prevé la cesión de los créditos actuales o futuros por canon o precio de la
opción, incluyendo los casos de titulización (art. 1247).
ñ) En caso de incumplimiento del contrato de leasing, se prevé un régimen de
desalojo –con diferentes plazos de gracia, en función del porcentaje del canon
que se hubiera pagado- y un régimen de secuestro y ejecución, en el caso de
los muebles (arts. 1248-1249).

8. Reflexiones sobre el leasing en el Proyecto de Código Civil

El Proyecto de Código Civil argentino contiene una normativa armónica y


sistemática en materia de leasing, regulándolo como una figura independiente.
Como vimos, esta norma recoge, con muy ligeras variantes la normativa de la
Ley Nº 25.248 que, a su vez, toma la solución contenida en el proyecto de unifi-
cación de la legislación civil y comercial, propuesta por la comisión creada por el
decreto de 1995. Es decir que la propuesta presentada representa el estado del
arte en materia de regulación del leasing en la República Argentina casi en los
últimos 20 años.
Sería una osadía imperdonable pretender realizar comentarios sobre este tex-
to.
El contrato de leasing en el proyecto de Código Civil argentino 197

No obstante, apelando a vuestra indulgencia, me voy a permitir realizar tres


reflexiones sobre la propuesta argentina.
La primera reflexión se refiere a la conveniencia de realizar una regula-
ción conjunta de todas las modalidades de leasing -incluyendo tanto el leasing
operativo como el financiero- sin establecer ningún matiz o diferencia, más allá
de las diferentes responsabilidades y garantías derivadas de las modalidades de
elección del bien (art. 1232).
Como hemos sostenido, leasing operativo y financiero son dos figuras contrac-
tuales, con causas jurídicas diferentes. El leasing operativo es sustancialmente
un contrato de locación, donde el dador asegura al tomador el uso y goce de la
cosa, el cual es la causa de la contraprestación; o, alternativamente, una com-
praventa a plazo con pacto de reserva de dominio. El leasing financiero es un
contrato de crédito, en el cual el dador realiza una aplicación actual de fondos,
destinada a la adquisición de un bien, la cual reembolsa a través del pago de los
cánones periódicos y del precio de la opción final.
Quedan pendientes puntos de definición que no vemos resueltos en el proyec-
to. ¿Qué ocurre en los casos de deterioro o destrucción del bien locado, que hagan
imposible su uso? En especial cuando dicho deterioro provenga de caso fortuito,
fuerza mayor o hecho de un tercero.
Si, en ausencia de previsión legal, nos remitimos a las normas de la locación,
¿no deberíamos entender que se produce una causa de resolución del contrato?
Esto no parece congruente con un régimen de leasing financiero, en el cual, una
vez comprado y entregado el bien al tomador, éste asume todos los riesgos domi-
niales.
Lo mismo ocurre en el caso de responsabilidad objetiva por el hecho de la cosa.
El proyecto equipara todas las hipótesis de leasing y atribuye la responsabilidad
siempre al tomador, al cual se suma el dador si éste no hubiera cumplido con la
obligación de contratar un seguro o la cobertura del mismo no fuera razonable.
En estos casos, ¿es razonable el traslado de responsabilidad del dador al to-
mador en el leasing operativo? En el leasing operativo, el propietario desde el
punto de vista formal y económico es el propietario. En cambio, ¿por qué dejamos
al dador vinculado con la obligación de contratar seguro en el leasing financiero?
Para el dador, la propiedad del bien cumple exclusivamente una función de ga-
rantía, que no justificaría atribuirle ninguna responsabilidad.
La búsqueda de soluciones uniformes para institutos tan diversos obliga a
realizar concesiones en el régimen jurídico que pueden resultar distorsivas para
el funcionamiento de los institutos.
La segunda reflexión se refiere a la regulación del leasing inmobiliario. La
única diferencia entre el leasing y el arrendamiento inmobiliario es la existencia
o no de una opción de compra.
Si la opción de compra en un leasing inmobiliario fuera realizada a un valor
de mercado -incluso expresando esto explícitamente- ¿podemos seguir sostenien-
do que nos encontramos técnicamente frente a un leasing?
198 Ricardo Olivera García

En este caso, los cánones periódicos pagados por el tomador estarían retribu-
yendo exclusivamente el costo de disponer del bien durante el plazo contractual.
El canon se formaría por la depreciación del bien más el precio de utilización
temporal del capital. No se estaría reembolsando la inversión durante el plazo
del contrato.
Para poder distinguir el leasing del arrendamiento no debería ser suficiente
contar con una opción de compra final, sino que el precio de la misma debería ser
otorgado por un precio sensiblemente inferior al valor final de mercado.
Esta reflexión, que podría extenderse al leasing de los restantes bienes, cobra
especial relevancia en el caso del leasing inmobiliario, en atención a que su con-
trapartida –el arrendamiento inmobiliario- es muchas veces objeto de normas
legales tuitivas de la posición jurídica del arrendatario, las cuales no existirían
en el leasing.
La tercera –y última– reflexión se refiere al procedimiento de ejecución
previsto en el proyecto para los casos de incumplimiento. Más allá de los regíme-
nes progresivos de gracia que el proyecto va dando en el leasing inmobiliario, en
función del porcentaje pagado, la solución final –tanto en el caso de inmuebles
como de muebles- es el desapoderamiento del tomador (desalojo o secuestro) y la
pérdida de los importes pagados.
Además, se otorga al dador la facultad de reclamar en vía ejecutiva los impor-
tes pendientes de pago hasta el momento del lanzamiento.
Sin perjuicio de que las partes son libres de pactar, para los casos de incum-
plimiento, las cláusulas penales que consideren pertinentes, en el caso del pro-
yecto se establece, como solución de principio, una solución que puede, en mu-
chos casos, resultar injusta.
La asunción de la ley de la existencia de un correlato entre el uso del bien go-
zado y los pagos realizados o devengados, de acuerdo con el leasing, no es necesa-
riamente correcto. Esto es así en una locación común, pero no es así en el leasing.
No lo es en el leasing financiero y no lo es en muchos casos de leasing operativo.
En el leasing financiero –siempre- y en leasing operativo –en muchas oca-
siones- el valor total del bien resulta pagado por el tomador durante el plazo de
vigencia del contrato. Esto se demuestra en la circunstancia de que las opciones
finales son generalmente otorgadas a precio vil.
Si hacemos el paralelo de un leasing inmobiliario con un crédito con garantía
hipotecaria vemos que, ante el incumplimiento del deudor, el acreedor ejecuta el
bien hipotecado, cobra la deuda con el importe obtenido, y devuelve el remanente
al deudor. Lo mismo ocurre en el caso de una compraventa financiada.
En ambos casos, el deudor no pierde –como solución de principio- el valor de
los pagos realizados. También mantiene la deuda por los pagos comprometidos.
La mecánica establecida por el proyecto, más propia de una locación que de
un leasing, crea un régimen de inequidad económica que consideramos debería
repensarse.
*****
El contrato de leasing en el proyecto de Código Civil argentino 199

Señores, anuncié al principio de mi exposición que el leasing es un tema al


cual me unen recuerdos y emociones. Sepan disculpar Uds. si algunos de ellos
me traicionaron durante la exposición, haciéndome poner en el planteo una ve-
hemencia desmedida.
Agradezco nuevamente a la Academia Nacional de Derecho la oportunidad de
compartir con todos Uds. estas reflexiones, y a Uds. por haber acompañado esta
exposición.
Muchas gracias!!!
– VI –

CONTRATO FIDUCIARIO EN EL PROYECTO


DE CÓDIGO COMERCIAL BRASILEÑO:
REFLEXIONES DESDE EL DERECHO COMPARADO*

1. Introducción

El Proyecto de Código Comercial, actualmente a estudio del Senado brasileño,


propone –entre otras muchas acertadas soluciones– la incorporación a su siste-
ma comercial de la figura del “contrato fiduciário” (arts. 540-543). Con esta incor-
poración, Brasil pasará a estar incluido en el elenco, cada vez más importante,
de los países que establecen la posibilidad de crear patrimonios de afectación con
propósito específico, como herramienta para las transacciones empresariales.
La regulación de los negocios fiduciarios no constituye una novedad para el
régimen jurídico brasileño. El Código Civil (Ley Nº 10.406 de 2002) consagra la
figura del fideicomiso testamentario o sustitución fideicomisaria (arts. 1951 a
1960). Además, desde la década del 60, la ley ha regulado la alienación fiduciaria
de bienes muebles en garantía (Ley Nº 4728/65, modificado por el Decreto-Ley
Nº 911/69), régimen luego incorporado al Código Civil (arts. 1361-1368A), como
regulación de la propiedad fiduciaria. El régimen de alienación fiduciaria se ex-
tendió también a los créditos derivados del financiamiento de inmuebles, como
mecanismo de titulización de los mismos (Ley Nº 9514/97).
Sin perjuicio de esto, el Proyecto de Código Comercial tiene la enorme virtud
de proponer, en esta instancia, una normativa global de los negocios fiduciarios,
estableciendo una regulación sistemática de los mismos, bajo el nombre del “con-
tráto fiduciário”.
Nos parece un aporte valioso poder realizar un análisis de la normativa del
Proyecto, partiendo de su comparación con diferentes antecedentes de derecho
comparado. En particular, habremos de referirnos a la experiencia latinoameri-
cana del fideicomiso1, desarrollada por diversos países de este Continente desde

* Trabajo publicado en Novas reflexões sobre o Projeto de Código Comercial, Fábio Ulhoa Coelho,
Tiago Asfor Rocha Lima, Marcelo Guedes Nunes (coord.), Saraiva, São Paulo, 2015, p. 385.
1 El mérito de haber sido el precursor de la figura del fideicomiso se atribuye al jurista panameño
Ricardo Alfaro que, en 1920, propuso una fórmula de adaptación de la figura del trust anglosajón.
El Proyecto Alfaro sirvió de fuente a gran parte de la legislación latinoamericana en la materia
(ALFARO, El fideicomiso. Estudio sobre la necesidad y conveniencia de introducir en la legisla-
202 Ricardo Olivera García

la década del 20 del siglo pasado2, y a otras experiencias de segregación patri-


monial3. Uruguay fue uno de los últimos países latinoamericanos en recoger esta
figura4, la cual cuenta ya con diez años de vigencia5.
El fideicomiso ha pasado a constituir una figura jurídica tremendamente útil
y práctica para la realización de negocios, emulando al trust del derecho angloa-
mericano6. Viene a quebrar con un paradigma del derecho continental, el cual se
basaba en el supuesto de la existencia de una correlación necesaria e ineludible
entre persona y patrimonio: cada persona es titular de un solo y único patrimo-
nio, integrado por bienes que son la garantía de sus acreedores.
Contrariando este paradigma, incorpora el concepto axial de propiedad fi-
duciaria, el cual supone que cualquier persona puede ser titular, además de su
patrimonio personal, de uno o más patrimonios separados o independientes –pa-
trimonios de afectación con un fin específico– los cuales recibe con un propósito
especial (propiedad fiduciaria), cada uno de los cuales está formado por sus pro-
pios activos (bienes y derechos) y pasivos.
La experiencia ha revelado que representa un extraordinario mecanismo de
reasignación de los riesgos en el mercado, permitiendo blindar determinados bie-
nes y derechos, a los efectos de aplicarlos a una finalidad negocial específica.

2. Origen del instituto

La mayoría de los autores coinciden en remontar los orígenes del fideicomiso


al derecho romano, el cual lo concebía como una liberalidad de última voluntad,

ción de los pueblos latinos una institución nueva semejante al trust del Derecho Inglés, Panamá,
1920).
2 La primera consagración de esta figura en Latinoamérica debe atribuirse a la Ley General de
Instituciones de Crédito y Establecimientos Bancarios de México del año 1924 (Vé. BATIZA, El
fideicomiso, teoría y práctica, Ed. Porrúa, México, 1980, p. 50; VILLAGORDOA LOZANO, Doctri-
na general del fideicomiso, Ed. Porrúa, México, 1982, p. 39). El propio Ricardo Alfaro fue el autor
de la primera Ley panameña de Fideicomisos en 1925.
3 La adopción del fideicomiso por el Derecho continental europeo es un fenómeno mucho más re-
ciente. Si bien Liechtenstein lo había ya regulado en 1926, Luxemburgo lo hizo en 2003 y el
Código Civil francés recién lo recogió en la reforma introducida por la Ley Nº 2007-211 (arts.
2011-2031). En Italia, que no regula estrictamente el fideicomiso, la reforma del Código Civil
introducida en el año 2006 previó el atto di destinazione, que crea un régimen de afectación
patrimonial, oponible a terceros (art. 2465ter). Es importante también destacar el Código Civil
de la provincia canadiense de Québec que regula la fiducie (arts. 1260-1298) como una forma de
patrimonio de afectación.
4 Anteriormente lo hicieron: México (1924), Panamá (1925), Puerto Rico (1928), Venezuela (1956),
Costa Rica (1964), El Salvador (1970), Guatemala (1970), Colombia (1972), Bolivia (1977), Argen-
tina (1994), Honduras (1995), Perú (1996), Paraguay (1996), Ecuador (1998), Vé. RODRIGUEZ
AZUERO, Negocios fiduciarios. Su significación en América Latina, Legis, Bogotá-México-Buenos
Aires-Caracas-Lima-Santiago, 2005, p. 65 y ss.
5 El Banco Mundial nos contrató en el año 2000, a instancias del Banco Central del Uruguay, para
preparar un proyecto de Ley de Fideicomisos para Uruguay, que sirvió de base a la actual Ley Nº
17.703. En el proceso de preparación de este proyecto se contó además con el asesoramiento del
profesor colombiano Sergio Rodríguez Azuero y de la consultora norteamericana Ellen Marshall
del estudio Morrison & Foerster.
6 Vé. HUDSON, Equity & Trusts, Routladge-Cavendish, Abingdon, 2010.
Contrato fiduciario en el proyecto de Código Comercial brasileño 203

hecha en forma de encargo por el difunto en un testamento o en un codicilo. En


virtud del mismo, una persona transfería a otra, por un negocio mortis causae
la propiedad de uno o más bienes, con la finalidad de que ésta, los empleara, a
su vez, en beneficio de otra u otras personas a las cuales, si ello fuera posible,
debían serles trasmitidos en el futuro los bienes7.
En un comienzo, el fideicomiso implicaba solamente un compromiso moral,
basado en la fides. Sin embargo, la situación de indefensión en que se encontra-
ban los beneficiarios determinó que Augusto hiciera cumplir, con la intervención
de los cónsules, ciertos fideicomisos particularmente dignos de interés. Claudio
designó dos pretores permanentes (praetor fideicommissarius) con la finalidad
de vigilar el cumplimiento de los fideicomisos. Las reclamaciones para requerir
el cumplimiento de un fideicomiso no se seguían por el procedimiento común,
sino por el procedimiento extra ordinem.
Además, del fideicomiso –de carácter eminentemente sucesorio– los romanos
conocieron también el pacto o acuerdo fiduciario (pactum fiduciae) como negocio
entre vivos. El mismo consistía en la transferencia a una persona de un bien,
por acto entre vivos, con la obligación del adquirente de retrasmitir los bienes
en determinadas circunstancias. Se conocieron dos modalidades de pactum fidu-
ciae: la fiduciae cum creditore (por la cual se trasmitía el bien a un acreedor, con
la obligación de devolverlo una vez satisfecha la deuda) y la fiduciae cum amico
(por la cual se trasmitían los bienes con la obligación del receptor de adminis-
trarlos y/o trasmitirlos según las instrucciones del dador de los mismos)8.
Por muchos siglos, el antecedente romano fue ignorado por el derecho con-
tinental. No así en el derecho anglosajón, donde la figura del trust –forjada a
partir de este concepto– tuvo un notable desarrollo.
En Inglaterra el trust reconoció como antecedente inmediato al use, figura
creada en la época feudal como forma de eludir el estatuto de manos muertas,
aprobado por el Parlamento inglés en 1217, el cual prohibía a las corporaciones
eclesiásticas la posesión de tierras. En virtud del use se trasmitían dichas tierras
por acto entre vivos o por testamento a un prestanombre (feofee to use), quien
las poseía en provecho del beneficiario (cestui qui use). Sin embargo, el feofee
contraía solamente una obligación moral, careciendo el beneficiario de faculta-
des para exigir el cumplimiento del use9. Recién en el siglo XV, los tribunales de
equidad comenzaron a reconocer ciertos derechos a los beneficiarios, los cuales
se consolidaron años más tarde con un sistema de propiedad equitativa a favor
de los cestui qui use.

7 El Código Civil uruguayo (art. 865) prohíbe la llamada “sustitución fideicomisaria”, entendida
como la disposición por la cual el testador encarga a un heredero o legatario, de conservar toda su
vida los bienes que le deja, para trasmitirlos a una persona designada también en el testamento.
Vé. VAZ FERREIRA, Tratado de las Sucesiones, Montevideo, 1967, t. I, p. 488.
8 Vé. DI PIETRO, Derecho privado romano, Depalma, Buenos Aires, 1996, p. 155.
9 FRANCESCHELLI, Il trust nel diritto inglese, Cedam, Padova, 1935, p. 23 y ss.
204 Ricardo Olivera García

3. El trust angloamericano

Nacido a partir del use, el trust resulta consagrado en el derecho inglés –y


más tarde por el norteamericano- como una modalidad de negocio jurídico en
virtud del cual una persona, denominada settlor, transfiere determinados bie-
nes a otra persona, denominada trustee, en quien tiene confianza, para que ésta
cumpla con los mismos un fin lícito a favor de sí mismo o de una tercera persona
(cestui qui trust). El trustee estará obligado, contractualmente o por disposición
de la ley, a administrar y utilizar los bienes recibidos en beneficio del cestui qui
trust, el cual tendrá derecho a exigir el cumplimiento de dicha obligación.
Como garantía del cumplimiento de la obligación del trustee, los tribunales de
equidad acordaron al cestui qui trust un derecho de persecución sobre los bienes,
basado en la existencia de una propiedad de equidad sobre los mismos.
Como se ha afirmado10: The essence of a trust is the imposition of an equita-
ble obligation on a person who is the legal owner of property (a trustee) which
requires that person to act in good conscience when dealing with that property in
favour of any person (the beneficiary) who has a beneficial interest recognised by
equity in the property. The trustee is said to “hold the property on trust” for the be-
neficiary. There are four significant elements to the trust: that it is equitable, that
it provides the beneficiary with rights in property, that it also imposes obligations
on the trustee, and that those obligations are fiduciary in nature.
La característica típica del trust reside, fundamentalmente, en esta forma
dual de derecho de propiedad: mientras al trustee corresponde el título legal de
propiedad, de acuerdo con el derecho estricto, el cestui qui trust mantiene la pro-
piedad emanada del derecho de equidad.
Es decir que coexisten en el trust angloamericano dos derechos de dominio
sobre el mismo bien, cada uno de los cuales surge de una fuente de derecho
diferente y cada uno de los cuales corresponde a un sujeto diferente: una trust
ownership, configurada como un legal estate, la cual pertenece al trustee; y una
beneficial ownership, configurada como una equitable estate, la cual pertenece al
cestui qui trust.
De este modo ambos sujetos, el trustee y el cestui qui trust tienen sobre el bien
un derecho real, oponible frente a terceros.

4. Del negocio fiduciario a la segregación patrimonial

Con anterioridad a la consagración del fideicomiso y otras formas de segre-


gación patrimonial como figuras legales diferenciadas y especiales, en los regí-
menes de derecho continental se desarrolló –muchas veces sin base normativa
específica- la figura del negocio fiduciario, heredero directo del pactum fiduciae
del derecho romano.
El mismo constituye un acuerdo de voluntades cuya finalidad es la transmi-
sión de ciertos bienes o derechos de un otorgante a otro, con la obligación asumi-
da por éste de destinarlos a una finalidad específica.
10 THOMAS-HUDSON, The Law of Trust, Oxford University Press, 2004, sections 2.1 y 2.2.
Contrato fiduciario en el proyecto de Código Comercial brasileño 205

Siguiendo a la mejor doctrina11 puede sostenerse que el negocio fiduciario es


una forma compleja que resulta de la unión de dos negocios de índole y efectos
diferentes, colocados en oposición recíproca:
a) Un contrato real positivo: la transferencia de la propiedad o del crédito, que
se realiza de modo perfecto e irrevocable;
b) Un contrato obligatorio negativo: la obligación del fiduciario de usar tan solo
en una cierta forma el derecho adquirido, para restituirlo después al transfe-
rente o a un tercero.
Si bien en el negocio fiduciario se asemeja al trust, en la medida que existe
igualmente una transferencia de bienes al fiduciario (trustee) y la obligación de
éste de dar a los mismos un destino determinado, existen entre ambos institutos
diferencias muy marcadas.
En el negocio fiduciario, los bienes transferidos ingresan al patrimonio del
fiduciario, pasando a formar parte de la garantía común de sus acreedores, sin
que el beneficiario tenga ninguna posibilidad de oponerse a la persecución de
tales bienes por los acreedores del fiduciario.
Además, el vínculo entre el fiduciario y el beneficiario es meramente obliga-
cional. Esto determina que, ante el incumplimiento del fiduciario, el beneficiario
tenga contra el mismo solamente una acción personal, careciendo de todo dere-
cho específico sobre el bien transferido.
Estas dificultades no se plantean en el trust, en la medida que el derecho an-
glosajón otorga al beneficiario (cestui qui trust) una beneficial ownership, la cual
le permiten la persecución del bien dado en trust, en manos del aquél en que el
mismo se encuentre.
Para superar los inconvenientes, los regímenes de derecho continental fueron
creando diferentes figuras, las cuales reconocen la titularidad por el fiduciario de
un patrimonio de afectación independiente, con bienes, derechos y obligaciones
propios, los cuales se diferencian del patrimonio del fiduciario y de otros patri-
monios de afectación que éste administre. La legitimación del fiduciario sobre los
bienes y derechos que forman este patrimonio se encuentra limitada a los fines
de su creación.
Esta es la solución del fideicomiso, incorporado por diversos regímenes la-
tinoamericanos, a partir del Proyecto Alfaro de 192012 y de la Ley Mexicana de
192413. En la misma línea se encuentra la regulación del trust en Escocia, régi-
men de derecho continental, diferente del trust inglés y norteamericano, el cual

11 FERRARA, La simulación de los negocios jurídicos, trad. esp., Ed. Revista de Derecho Privado,
Madrid, 1953, p. 66. En Uruguay, el negocio fiduciario, con similares características, fue estudia-
do por GAMARRA, Tratado de Derecho Civil uruguayo, tomo XIII, AMF, Montevideo, 1971, p.
135 y ss.
12 ALFARO, El fideicomiso, cit.
13 En la misma línea se encuentran las legislaciones de Panamá, Puerto Rico, Venezuela, Costa
Rica, El Salvador, Guatemala, Colombia, Bolivia, Argentina, Honduras, Perú, Paraguay, Ecua-
dor y Uruguay.
206 Ricardo Olivera García

se apoya igualmente en la figura del patrimonio de afectación14. También reco-


gieron este concepto Luxemburgo, en su Ley de 27 de julio de 2003 (art. 5)15 –bajo
la denominación de contrat fiduciaire- y el Código Civil francés, que introdujo
la fiducie en la reforma realizada por la Ley Nº 2007-211 (arts. 2011-2031)16.
También recoge el concepto de fiducie el Código Civil de la Provincia canadiense
de Québec (arts. 1260-1298), traduciendo al derecho continental la figura del
trust17. Finalmente Italia, que si bien no regula estrictamente el fideicomiso, en
la reforma del Código Civil de 2006 prevé el atto di destinazione, por el cual se
crea un régimen de afectación patrimonial, oponible a terceros (art. 2465 ter)18.
De los antecedentes reseñados surge que la emulación del trust angloameri-
cano a través de la creación por los particulares de un propósito especial es una
realidad global19.

5. El concepto de “contrato fiduciário” en el Proyecto brasileño

El Proyecto de Código Comercial brasileño regula en el contrato fiduciário en


el capítulo VII (arts. 540-553) del Título II (Dos contratos empresariais) del Libro
II (Das obligaçoes dos empresarios).
Comienza por definir el instituto (art. 540), diciendo que “O contrato fidu-
ciário é o instrumento pelo qual um instituidor transfere, em caráter de proprie-
dade fiduciária, bens e direitos a um administrador, para que os administre na
extensão dos poderes e deveres estabelecidos no contrato, para a realização de um
propósito específico, em proveito de um ou mais beneficiários”.
Agrega que el contrato puede tener el propósito de constitución de garantía,
en cuyo caso se aplica el régimen ya vigente de propiedad fiduciaria de cosas no
fungibles, con finalidad de garantía, establecido por los artículos 1361 a 1368-A
del Código Civil (Ley Nº 10.406 de 2002 y sus modificativas).

14 GRETTON, Trust and Patrimony, AA.VV., Scots Law into the 21st Century: Essays in Honour
of W.A. Wilson, W Greens, 1996, p. 501; REID, Patrimony Not Equity: the trust in Scotland, 8
European Review of Private Law, 2000, p. 427.
15 La Ley luxemburguesa recoge la figura al ratificar la Convención de La Haya sobre trust de
1985. Vé. HOSS-SANTER, Le contrat fiduciaire en droit luxembourgeois, http://www.ehp.lu/
uploads/media/Contratfiduciairedroitluxembourgeois.pdf.
16 Dossiers pratiques Francis Lefebvre, La fiducie. Mode d’emploi, 2ª ed., Paris 2009, p. 13.
17 CANTIN CUMYN, La propriété fiduciaire, une réalité ou un mythe?, 15 Revue de droit Iniversité
de Sherbrooke, 1984, ps. 7-23; también Reflections regarding the diversity of ways in which the
trust has been received or adapted in civil law countries, AA.VV., Reimagining the Trust, Trust in
Civil Law, Cambridge University Press, New York, 2012, p. 6 y ss.
18 Vé. PETRELLI, La trascrizione degli atti di destinazione, Riv. dir. Civ., 2006, II, p. 162; PERTI-
LE, La nuova disciplina degli atti di destinazione. L’art. 2645 ter CC, Tesis de doctorado, Univer-
sidad ca’ Foscari, Venezia. Dottorato di ricerca dei contratti civili, commerciali e del lavoro, 23º
Ciclo, aa 2008-2010, p. 55.
19 La Convención de La Haya de Derecho Internacional Privado de 1985 estableció disposiciones
relativas a la ley aplicable al trust y a su reconocimiento, aplicable a los países del common law,
así como a los restantes regímenes que han adaptado esta figura a sus respectivos regímenes
jurídicos.
Contrato fiduciario en el proyecto de Código Comercial brasileño 207

A diferencia del régimen vigente, que limita esta forma contractual a los ne-
gocios de garantía, la nueva redacción propuesta por el Proyecto plantea gene-
ralizar la figura.
El régimen que establece el Proyecto debe ser completado con las normas
contenidas en los arts. 80 a 85, las cuales prevén además la posibilidad de que
el empresario individual ejerza su actividad en régimen fiduciario, a través de
la constitución de un patrimonio separado con los activos y pasivos relacionados
directamente con su actividad empresarial.
Las regulaciones propuestas siguen las líneas generales de los regímenes que
prevén sistemas de segregación patrimonial, con la finalidad de recoger, en el
marco de los sistemas de derecho continental, los efectos del trust angloameri-
cano.
La definición legal del “contráto fiduciário” presenta algunas características
que deben destacarse:
a) Utiliza el concepto de “contrato” para definir la figura, tal como lo hizo el Có-
digo Civil el prever la constitución de una propiedad fiduciaria con finalidad
de garantía (art. 1361). La definición como un contrato es congruente además
con su inclusión en el Título II del Libro II (Dos contratos empresariais).
Esta definición conceptual determina que su creación proceda solamente por
acto entre vivos, descartándose el negocio mortis causa.
Esta solución se aparta del antecedente de la mayoría de los regímenes la-
tinoamericanos que prevén la constitución del fideicomiso tanto por acto entre
vivos como por testamento (Argentina, Colombia, Chile, México, Perú, Uruguay);
también prevé ambas formas de constitución para la fiducie el Código Civil de
Québec. En cambio, se alinea con la legislación de Francia y de Luxemburgo que
prevén solamente la forma contractual de creación de la propiedad fiduciaria.
b) No utiliza la expresión “fideicomiso”, difundida entre los regímenes latinoa-
mericanos, con alguna excepción como Colombia que habla de “fiducia mer-
cantil”.
La expresión “fideicomiso” es reservada por el régimen brasileño para la
sustitución fideicomisaria establecida por testamento, por la que se instruye a
herederos y legatarios la trasmisión a un fiduciario de determinados bienes o
derechos, para que los trasfiera posteriormente a un fideicomisario (art. 1951 y
ss. del Código Civil).
Esto incide además en la denominación legal de los sujetos participantes. En
lugar de “fideicomitente” o “fiduciante” y de “fiduciario”, el Proyecto habla de
“instituidor” (constituyente) y administrador.
c) La estructura básica del contrato fiduciario supone la existencia de tres suje-
tos: el instituidor, el administrador y el beneficiario (uno o más).
Algunos regímenes latinoamericanos (Argentina, Colombia, Panamá) distin-
guen entre beneficiario y fideicomisario, según se trate del destinatario de los
frutos y rendimientos del patrimonio fiduciario, durante la vida del fideicomiso,
208 Ricardo Olivera García

o del destinatario final de los bienes fideicomitidos, al finalizar el mismo. El Pro-


yecto no realiza esta distinción. No obstante, más allá de la terminología emplea-
da, el régimen propuesto por el Proyecto admite la existencia de una pluralidad
de beneficiarios, no existiendo impedimento para que los mismos resulten titula-
res de derechos diferentes (a los frutos y a los bienes del patrimonio fiduciario),
en diferentes momentos de la vigencia del contrato.
El Proyecto prevé que el beneficiario pueda ser también el administrador del
patrimonio fiduciario, en el caso de contratos fiduciarios celebrados con finalidad
de garantía. La posibilidad de la constitución de fideicomisos unilaterales, en los
cuales el acreedor es además el administrador fiduciario de los bienes, ha sido
un tema muy debatido por la doctrina latinoamericana20. Esta posibilidad está
prevista en la ley uruguaya para los casos en los cuales el acreedor-beneficiario
de un fideicomiso de garantía es una entidad de intermediación financiera21.
El Proyecto no prevé la posibilidad de que constituyente (fiduciante o fideico-
mitente) y administrador (fiduciario) sea la misma persona. La naturaleza con-
tractual del negocio impediría además la celebración de un negocio consigo mis-
mo. No obstante, no debe perderse de vista que, en otra parte, el Proyecto prevé
el ejercicio de la empresa en régimen fiduciario (art. 80), pudiendo el empresario
crear unilateralmente un patrimonio separado con los activos y pasivos rela-
cionados directamente a su actividad empresarial, el cual administra en forma
fiduciaria (art. 81). En este régimen fiduciario, la figura del constituyente y del
administrador coincide necesariamente en la misma persona.
Nuevamente, la ley uruguaya regula esta figura de fideicomiso unilateral
para los casos de fideicomisos financieros, en los cuales los títulos emitidos ten-
gan oferta pública. Estos fideicomisos, en los cuales sólo pueden ser fiduciarias
las entidades de intermediación financiera o las entidades administradores de
fondos de inversión –ambas sujetas a la regulación y al control del Banco Central
del Uruguay- el fideicomitente o constituyente del fideicomiso puede ser fiducia-
rio del fideicomiso, a través del cual securitiza sus propios activos.
d) El concepto legal incorpora además la idea de propiedad fiduciaria. El contra-
to fiduciario es el instrumento por el cual el constituyente (instituidor) trans-
fiere bienes y derechos al administrador en propiedad fiduciaria. El concepto
de propiedad fiduciaria es la idea central sobre la cual giran todas las regu-
laciones de derecho continental que han procurado consagrar un régimen de
afectación patrimonial que sustituya en sus efectos al trust angloamericano.
El administrador recibe los bienes y derechos del instituidor en carácter de
propiedad fiduciaria, formándose con ellos un patrimonio fiduciario, autónomo y
segregado del patrimonio propio, sobre el cual habrá de tener los poderes y facul-
tades que le otorga el contrato.

20 Vé. CARREGAL, Fideicomisos de garantía, en AA.VV., Derecho Empresarial actual. Homenaje al


Dr. Raymundo L. Fernández, Depalma, Buenos Aires, 1996, p. 257.
21 Vé. OLIVERA GARCÍA, El fideicomiso a los 10 años de la Ley Nº 17.703, Revista de Derecho
Comercial, 3ª época, Nº 6, Montevideo, 2014 (en prensa).
Contrato fiduciario en el proyecto de Código Comercial brasileño 209

La solución del Proyecto se ajusta a los antecedentes de los regímenes de


derecho continental, mejorando la solución del Código Civil que regulaba la pro-
piedad fiduciaria como un desdoblamiento de la posesión (art. 1361).
Se ha debatido en la doctrina latinoamericana si la propiedad fiduciaria es
una modalidad del derecho de propiedad, o se trata de un derecho real diferente.
El cuestionamiento se basa en que la misma carecería del rasgo de perpetuidad
-ya que está sujeta a plazo o condición- y que no existe dominio pleno, ya que los
bienes y derechos que la componen no están sometidos a la voluntad del fiducia-
rio, sino afectados al cumplimiento de los fines del fideicomiso22. Otros, en cam-
bio, han sostenido que las características anotadas determinan que no exista un
derecho de dominio pleno sino un derecho de dominio imperfecto23. Finalmente,
otros sostienen que no existen diferencias esenciales entre la propiedad normal y
la propiedad fiduciaria que constituye objeto del fideicomiso24.
Más allá de reconocer que la propiedad fiduciaria presenta algunas notas ca-
racterísticas que la diferencian de la propiedad plena, derivadas de las restriccio-
nes a la legitimación del administrador, la polémica se torna retórica, en cuanto
la ley define la propiedad fiduciaria, utiliza el concepto de propiedad y establece
claramente las consecuencias específicas que provienen de esta segmentación
patrimonial y los poderes y deberes que corresponden al administrador.
e) Limita la legitimación del administrador sobre los bienes y derechos recibidos
en propiedad fiduciaria, los cuales deberá administrar en la extensión de los
poderes y deberes establecidos en el contrato, para la realización del propósito
específico que el mismo establece y en provecho de los beneficiarios.

6. Régimen jurídico del contrato fiduciario

El contrato fiduciario es un contrato y como tal surge del acuerdo de volunta-


des del instituidor y del administrador (art. 540). No se prevé el negocio unilate-
ral, sujeto a una aprobación posterior del fiduciario, como se plantea en aquellos
regímenes que prevén el fideicomiso testamentario.
El contrato fiduciario aparece regulado como un contrato bilateral. Podría
ser trilateral o plurilateral si el o los beneficiarios fueran parte del contrato. Sin
embargo, los beneficiarios no aparecen como partícipes necesarios, debiendo ser
identificados en el contrato o aportarse los elementos que permitan su identifi-
cación (art. 541, I, III).
El contrato podría ser oneroso o gratuito, como ocurre en la mayoría de los
antecedentes de derecho comparado, a excepción de la ley francesa, que prevé

22 FUNES, El fiduciario en la Ley 24.441, Fideicomiso, Depalma, Buenos Aires, 1996, p. 83.
23 KIPER-LISOPRAWSKI, Tratado de Fideicomiso, Lexis Nexis, Buenos Aires, 2003, p. 41; ORDO-
QUI CASTILLA, El Fideicomiso, Ed. del Foro, 2ª ed., Montevideo, 2004, p. 39.
24 DE CORES, “Trust”, “fideicomiso”, “fiducie”, “atto di destinazione”. Aspectos de la propiedad fi-
duciaria en el derecho comparado, Annales de droit privé, (Gandolfi, dir.), 2010/2011, Giuffré,
Milano, 2011, p. 115.
210 Ricardo Olivera García

la nulidad del contrato si procede de una intención de liberalidad para con el


beneficiario.
El contrato fiduciario cumple una doble función: crea un patrimonio fiduciario
y sirve de instrumento para la transferencia de los bienes o derechos al adminis-
trador. No obstante, a pesar de la distinción conceptual de ambos actos, parece
no existir posibilidad de separarlos en el tiempo, ya que el patrimonio fiduciario
recién se constituye con la transferencia de los bienes y derechos por el institui-
dor (art. 544). Los bienes y derechos componentes del patrimonio deben ser iden-
tificados en el contrato, así como el modo en que otros bienes y derechos pueden
ser incorporados posteriormente (art. 541, VI).
El Proyecto no establece restricciones respecto a los bienes y derechos trasfe-
ribles en propiedad fiduciaria. El Código Civil se refiere exclusivamente a cosa
mueble no fungible (art. 1361). El Proyecto es mucho más amplio y se refiere
genéricamente a bienes y derechos, sin distinción de especie alguna. Es más, el
art. 541 en si parágrafo final se refiere expresamente al contrato fiduciario que
tenga por objeto bienes inmuebles y el art. 543 hace referencia a la registración
de la transferencia de activos financieros y valores mobiliarios en forma indivi-
dualizada o en carácter de universalidad. En consecuencia, sería posible concluir
que el Proyecto prevé que el contrato fiduciario puede recaer en cualquier bien o
derecho, mueble o inmueble, fungible o no fungible.
No existen, en cambio, previsiones sobre la posibilidad de crear un patrimonio
fiduciario trasfiriendo bienes futuros, como lo hacen Argentina, Panamá y Uru-
guay, así como la ley francesa de 2007. La posibilidad de transferir al patrimonio
fiduciario bienes futuros facilita notablemente la utilización del patrimonio como
vehículo para la securitización de flujos de fondos provenientes de créditos futu-
ros del instituidor.
Se exige que el plazo del contrato sea determinado (art. 541, II), sin estable-
cerse un plazo máximo. En el derecho comparado, es frecuente encontrar pla-
zos máximos: Colombia, 20 años; 30 años, Argentina, México, Perú y Uruguay;
80 años, Ecuador; 99 años, Francia; 100 años, Québec. En el caso de Colombia,
Ecuador y Québec, se prevé la posibilidad de que el plazo sea indeterminado en
caso de entidades de beneficencia pública o utilidad común.
Se establece el contenido que debe tener el contrato fiduciário, estableciendo
una larga nómica de previsiones que incluyen, tanto los elementos esenciales que
hacen a la estructura del negocio (partes, plazo, objeto, propósito), como la regu-
lación del funcionamiento del contrato, incluyendo los derechos y poderes del ad-
ministrador, su forma de control y el destino a dar a los bienes a la terminación
del contrato (art. 541). Se trata de una propuesta flexible, carente mayormente
de normas imperativas, que brindan un margen importante a la autonomía de la
voluntad de los contratantes. El reconocimiento de un amplio margen de libertad
a los operadores económicos en la utilización de esta figura ha determinado que
el fideicomiso se haya transformado en el derecho comparado es una herramien-
ta mucho más adecuada que los fondos de inversión o las sociedades comerciales
para la estructuración de negocios empresariales.
Contrato fiduciario en el proyecto de Código Comercial brasileño 211

Si bien el Proyecto no define al contrato fiduciário como un negocio solemne,


prevé que sea otorgado en instrumento público o privado (escritura pública en
caso de inmuebles) y registrado en el Cadastro Nacional de Pessoas Jurídicas do
Ministerio da Fazenda (art. 544), sin perjuicio de los procedimientos registrales
correspondientes a los bienes objeto del contrato, según la naturaleza de los mis-
mos (art. 543.2).
Prevé además que el contrato fiduciário sea hecho público durante un período
de 90 días, para eventual impugnación por terceros perjudicados. El contrato
fiduciário producirá efectos a partir de su publicación (art. 543).
Se trata de una norma muy interesante, que apunta a la preocupación de
que la creación de un patrimonio de afectación separado del instituidor pueda
transformarse en un instrumento de fraude, en perjuicio de derechos de terceros.
Durante el proceso de aprobación de la Ley uruguaya de Fideicomisos se po-
lemizó mucho respecto a si la aprobación de la figura del fideicomiso no impli-
caba crear un instrumento de fraude. Se temía que, a través del fideicomiso, el
fideicomitente pudiera vaciar su patrimonio, extrayendo bienes que formaban la
garantía de sus acreedores. Finalmente, primó el criterio de que la posibilidad
de fraude se encuentra presente en todos los negocios jurídicos, para lo cual de-
recho se ha preocupado de establecer una batería de mecanismos de protección.
En caso de que el fideicomiso sea creado en fraude a los acreedores, éstos podrán
promover las acciones de fraude previstas por la ley (pauliana, simulatoria, re-
vocatoria concursal)25. También prevé la ley la posibilidad de aplicar las normas
sobre prescindencia de la personalidad jurídica, previstas para la Ley uruguaya
de Sociedades Comerciales Nº 16.06026.

7. El patrimonio fiduciario

Los conceptos de propiedad fiduciaria y patrimonio constituyen las ideas cen-


trales del contrato fiduciário, así como de las demás soluciones de segregación
patrimonial adoptadas en el derecho comparado.
Estos conceptos implican superar la histórica identidad entre sujeto y patri-
monio27. Su adopción por los regímenes de derecho continental requiere nece-

25 Vé. BERDAGUER, Fundamentos del Derecho Civil, t. III, Montevideo, 2012, p. 27.
26 Vé. OLIVERA GARCÍA-OLIVERA AMATO, El “disregard of legal entity” en la jurisprudencia,
Anuario de Derecho Comercial, t. 10, Montevideo, 2004, p. 359; y en Estudios de Sociedades Co-
merciales, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2005, p. 159; también OLIVERA GARCÍA, Prescindencia
de la personalidad jurídica en el derecho uruguayo, AA.VV., XI Congreso Argentino de Derecho
Societario – VII Congreso Iberoamericano de Derecho Societario y de la Empresa, Fundación
para la Investigación y Desarrollo de las Ciencias Jurídicas, Buenos Aires, 2010, p. 449.
27 AUBRY-RAU vinculaban la idea de patrimonio a la personalidad, como una manifestación de la
aptitud o capacidad de la persona para adquirir bienes y contraer obligaciones (Cours de Droit
Civil Français d’après la méthode de Zaccharie, Paris, 1873). Según la doctrina clásica francesa:
sólo las personas pueden tener patrimonio; ninguna persona puede carecer de patrimonio; toda
persona tiene sólo un patrimonio; y la persona no puede desprenderse de su patrimonio en vida
(PLANIOL-RIPERT, Tratado práctico de Derecho Civil, trad. esp., La Habana, 1930, t. III, p. 24).
212 Ricardo Olivera García

sariamente su consagración normativa, no siendo posible introducir el mismo


efecto a través de la vía contractual.
Entre la multiplicidad de soluciones propuestas en el derecho comparado:
patrimonio de afectación del (Colombia, México, Panamá, Francia), patrimonio
autónomo sin sujeto (Québec), persona jurídica independiente (Ecuador), pro-
piedad fiduciaria (Argentina, Perú, Uruguay), el Proyecto opta por esta última,
disponiendo que este derecho de propiedad fiduciaria nace con la transferencia
de bienes y derechos por el instituidor a favor del administrador, formándose con
los mismos un patrimonio autónomo del administrador, segregado de su patri-
monio general y sujeto al régimen establecido en el contrato.
Este patrimonio tendrá una contabilidad propia –que reflejará sus propios
activos y pasivos- y tendrá un registro específico en el Cadastro Nacional de Pes-
soas Jurídicas do Ministerio de Fazenda (art. 544).
Sin perjuicio de la representación contable y del registro específico del patri-
monio fiduciario, no se trata de una persona jurídica diferente, sino que se trata
de un patrimonio autónomo del administrador, sobre el cual éste tiene propiedad
fiduciaria.
La consecuencia natural de que el patrimonio fiduciario sea autónomo deter-
mina que los bienes y derechos que lo integran sólo puedan ser perseguidos por
las obligaciones contraídas por el administrador con cargo al patrimonio fidu-
ciario, en el marco de las facultades conferidas por el contrato fiduciario. Estos
bienes o derechos no podrán ser perseguidos por los acreedores del instituidor,
del administrador o del beneficiario, en la medida que no se encuentran en el
patrimonio de ninguno de ellos.
Este especial régimen de afectación patrimonial permite a los operadores eco-
nómicos una reasignación de los riesgos derivados de sus transacciones empre-
sariales, limitando riesgos operativos y mejorando, muchas veces, el acceso al
crédito.
El Proyecto establece específicamente algunos efectos de esta segregación pa-
trimonial provocada por la creación del patrimonio fiduciario:
a) Los frutos y rendimientos de los bienes y derechos transferidos al patrimonio
fiduciario serán integrados a éste, salvo que algo diferente se hubiera dis-
puesto en el contrato fiduciario (art. 545).
b) Los bienes y derechos integrantes del patrimonio fiduciario no podrán ser ob-
jeto de ninguna afectación patrimonial (penhora, arresto, busca e apreensao o
cualquier otro acto de contriçao) por deudas del administrador o del institui-
dor (art. 546).
c) Los bienes y derechos integrantes del patrimonio fiduciario no estarán alcan-
zados por los regímenes de intervención, liquidación extrajudicial, adminis-
tración especial temporaria o cualquier otro régimen de quiebra y concurso
de acreedores al que pueda estar sujeto el administrador o el instituidor (art.
547).
Contrato fiduciario en el proyecto de Código Comercial brasileño 213

Al término del contrato, producido éste por el cumplimiento del plazo, el cum-
plimiento del propósito del negocio fiduciario o cumplidas las condiciones esta-
blecidos en el contrato, el patrimonio fiduciario tendrá el destino que el propio
contrato fiduciario hubiera dispuesto. Si nada se hubiera establecido, el patrimo-
nio fiduciario será transferido al instituidor o a sus sucesores (art. 548).
Las consecuencias jurídicas establecidas por el Proyecto se alinean con las es-
tablecidas por los regímenes de derecho comparado que han adoptado diferentes
soluciones de segregación patrimonial.

8. El administrador del patrimonio fiduciario

En el régimen previsto por el Proyecto, el administrador es una parte necesa-


ria en el contrato fiduciario. Es quien recibe en propiedad fiduciaria los bienes y
derechos transferidos por el instituidor, con la finalidad de administrarlos en los
términos de los poderes y deberes establecidos en el contrato, en cumplimiento
del propósito específico que el mismo establece. Los bienes y derechos serán ad-
ministrados en provecho del o de los beneficiarios, previendo el Proyecto que, en
los contratos fiduciarios con propósito de garantía, el administrador podrá ser
beneficiario del contrato (art. 540).
La mayoría de los regímenes de derecho comparado identifican a este sujeto
como “fiduciario”, destacando el carácter de encargo fiduciario de la función que
éste debe cumplir.
El administrador (fiduciario) es titular de su patrimonio personal y, además,
de tantos patrimonios autónomos como contratos fiduciarios de los cuales sea
administrador. Cada uno de estos patrimonios estará formado por sus propios
bienes, derechos y obligaciones, sin que exista confusión entre los mismos, ni
posibilidad de comunicación de sus obligaciones.
El Proyecto –siguiendo la línea de los antecedentes de la alienación fiducia-
ria– limita la calidad de administrador de patrimonio fiduciario a las institucio-
nes financieras autorizadas a funcionar por el Banco Central do Brasil (art. 553).
En esta materia, las soluciones varían en los diferentes regímenes de derecho
comparado.
Tanto el régimen escocés como el establecido por el código civil de la Provincia
de Québec, establecen que cualquier persona física o jurídica puede ser fiduciario
(trustee).
También puede ser fiduciario cualquier persona física o jurídica en Argenti-
na, Panamá y Uruguay, con algunas peculiaridades. En Argentina, para realizar
oferta pública de sus servicios o realizar fideicomisos financieros deben contar
con una autorización especial de la Comisión Nacional de Valores. En Panamá,
la autorización de la Comisión Bancaria Nacional es requerida para ser fiducia-
rio profesional. Y, en Uruguay, solamente pueden ser fiduciarios de fideicomisos
financieros las entidades de intermediación financiera y las sociedades adminis-
tradoras de fondos de inversión.
214 Ricardo Olivera García

En Francia, después de la reforma al régimen de la fiducie del año 2008, la


condición de fiduciario se encuentra limitada a los establecimientos de crédito,
las instituciones de servicios financieros, las empresas de inversión, las empre-
sas de seguros y a los miembros de la profesión de abogado.
Las restantes legislaciones analizadas reservan la calidad de fiduciario a en-
tidades especializadas del sector financiero: entidades de crédito y sociedades
fiduciarias (Colombia); instituciones autorizadas legalmente (México); COFIDE,
empresas de operaciones múltiples, servicios fiduciarios, seguros y reaseguros
(Perú); y sociedades anónimas con objeto exclusivo (Ecuador).
El administrador (fiduciario) es titular de un derecho de dominio sobre los
bienes que componen el patrimonio fiduciario28. No obstante, este derecho de do-
minio (propiedad fiduciaria) presenta la por característica de estar limitada por
la extensión de los poderes y deberes, y por la realización del propósito específico
establecido en el contrato (art. 540).
El Proyecto prevé que el contrato establezca, entre otras estipulaciones (art.
541): (a) la extensión de los poderes y deberes del administrador en la gestión del
patrimonio fiduciario; en especial, en lo referente a realizar y gravar los derechos
transferidos (par. VIII); (b) el destino que el administrador debe dar a los frutos
y rendimientos del patrimonio fiduciario y a los bienes y derechos que lo forman,
a la terminación del contrato (par. VII y XI); (c) los criterios de remuneración del
administrador (par. X); (d) las hipótesis de sustitución del administrador (par.
XIII); (e) la posibilidad del administrador de contratar, por su cuenta y riesgo, y
bajo su responsabilidad, a terceros para ejercer la gestión del patrimonio fiducia-
rio, así como adoptar estructuras financieras o societarias, con el mismo objeto
(par. XV).
El régimen general de actuación del administrador está basado en la autono-
mía de la voluntad de las partes y surge de lo dispuesto en el contrato fiduciario,
no existiendo normas imperativas que limiten la legitimación de las partes para
disponer al respecto.
En la medida que el contrato fiduciario es objeto de publicidad registral, las
estipulaciones contenidas en el mismo resultan oponibles respecto de terceros.
Esto permite que el Proyecto disponga que es nula la transferencia a terceros del
patrimonio fiduciario, en violación al contrato fiduciario registrado (art. 552).
El régimen de contabilidad, publicidad del contrato, e hipótesis de sustitución
del administrador habrá de regirse por lo dispuesto por la Ley Nº 6.385 de 1976
sobre mercado de valores mobiliarios, la cual crea la Comissão de Valores Mobi-
liários (art. 553).
Con muy buen criterio, el Proyecto somete al administrador del patrimonio
fiduciario a los mismos deberes y responsabilidades establecidos por la Ley Nº
6.404 de sociedades por acciones (arts. 153-156) para los administradores de so-
ciedades anónimas (art. 549). Estará sujeto a los mismos deberes de lealtad y

28 Vé. DE CORES, La legitimación del fiduciario, Doctrina y Jurisprudencia de Derecho Civil, año
II, tomo II, Montevideo, 2014 (en prensa).
Contrato fiduciario en el proyecto de Código Comercial brasileño 215

de diligencia, así como a la prohibición de actuar en conflicto de intereses con el


patrimonio fiduciario29. Aun cuando se trata del administrador de un patrimo-
nio fiduciario del cual es titular, el mismo se encuentra compuesto por bienes y
derechos de los cuales existen terceros beneficiarios. En consecuencia, resulta
racional y congruente aplicarle el mismo régimen establecido por la ley para
los administradores de sociedades anónimas, los cuales gestionan el patrimonio
social en beneficio de terceros30.
Está además obligado a guardar el patrimonio fiduciario, realizando su defen-
sa activa o pasiva, en vía judicial o extrajudicial (art. 550).
El administrador es civilmente responsable, con su propio patrimonio, por los
efectos de los actos y omisiones derivados de su mala gestión, gestión temeraria,
conflicto de intereses e incumplimiento, culposo o doloso, de sus obligaciones
legales y contractuales (art. 551).

9. El fideicomiso financiero

Por fideicomiso financiero o de titulización se entiende en varios regímenes


latinoamericanos aquel fideicomiso en el cual los derechos de los beneficiarios se
encuentran representados por títulos negociables: certificados de participación
(títulos de renta variable) o títulos de deuda (títulos de renta fija)31. La represen-
tación de participaciones en títulos negociables tiene por objeto facilitar la co-
mercialización en el mercado de los activos que forman el patrimonio fiduciario.
Muchas veces, los títulos emitidos por los fideicomisos financieros son de oferta
pública.
Normalmente, los operadores económicos acuden a los fideicomisos financie-
ros como forma de financiar su operativa, a través de la securitización o tituliza-
ción de sus activos32.
La securitización o titulización es una operación propia de los mercados finan-
cieros, la cual consiste en la transformación de un conjunto de flujos financieros
provenientes de contratos de crédito en valores negociables en el mercado33. Si
bien, estrictamente, cualquier bien es securitizable -es decir, transformable en
valores negociables- normalmente la operación recae en derechos de crédito pro-
venientes del giro de los operadores económicos: cuotas a percibir del pago de un
crédito hipotecario, cupones de tarjetas de crédito, cuentas a cobrar por la venta
de mercaderías, peajes, etc. Estrictamente, cualquier conjunto uniforme de de-
29 Vé. ULHOA COELHO, Curso de Direito Comercial, vol. 2, 13ª ed., Saraiva, Sao Paulo, 2009, p.
253; EIZIRIK, A Lei das S/A comentada, Quartier Latin, Sao Paulo, 2011, vol. II, p. 248.
30 Vé. RODRIGUEZ AZUERO, Negocios fiduciarios, cit., p. 341 y ss.
31 KENNY, Titulización y fideicomiso financiero, Errepar, Buenos Aires, 2002, p. 3.
32 Vé. OLIVERA GARCÍA, Contratos de financiamiento empresarial, Revista de Derecho Comercial,
tercera época, Nº 5, 2012, p. 179.
33 Vé. ALMOGUERA GÓMEZ, La titulización crediticia, Bolsa de Madrid-Civitas, 1995, p. 31. FA-
BOZZI-MODIGLIANI destacan cómo la financiación tradicional es suplantada por un sistema
en el que las operaciones individuales (activos crediticios en el balance de las entidades) son
agrupadas y empleadas como colateral para la emisión de valores negociables (Mortgage and
mortgage-backed securities markets, Harvard Business School Press, Boston, 1992, ps. 2-3).
216 Ricardo Olivera García

rechos de crédito, capaces de generar un flujo de fondos predecible y constante,


puede ser objeto de un negocio de securitización34.
Cuando se analiza la evolución del fideicomiso en América Latina es posible
identificar dos etapas bien diferentes35.
La primera, corresponde a los desarrollos ocurridos durante la primera mitad
del siglo XX, siguiendo la influencia de las legislaciones de México y de Colombia.
Este desarrollo se produjo en América del Norte, Central y el norte de América
del Sur, incluyendo a países como Colombia, México, Venezuela, Panamá, Costa
Rica, El Salvador, Honduras y Guatemala.
La regulación del fideicomiso en estos países estuvo fundamentalmente orien-
tada a la regulación del fideicomiso con propósitos de administración, inversión
y garantía.
La segunda, se produce a partir de la década de los 90 y coincide con la pro-
fundización del proceso de desintermediación financiera. En este proceso, si bien
el fideicomiso aparece regulado en forma general, la legislación pone especial én-
fasis en la figura del fideicomiso financiero, como instrumento de securitización
de los flujos de fondos provenientes de las carteras de créditos de las empresas.
Este es el caso de las legislaciones de Argentina, Perú, Ecuador, Bolivia y Uru-
guay.
Al regular el contrato fiduciário, el Proyecto de Código Comercial no incluye
la figura del fideicomiso financiero, ni prevé que los derechos de los beneficiarios
puedan ser representados por títulos negociables. Expresa que el contrato fidu-
ciário puede no identificar a los beneficiarios, debiendo en este caso establecer
los elementos que permitan la identificación (Art. 541, III). Cabría preguntarse
si, en el amplio marco para la autonomía de la voluntad que brinda el Proyecto,
no sería posible que el contrato previera la emisión por el administrador, con car-
go al patrimonio fiduciario, de títulos atípicos, regidos por los principios estable-
cidos en los arts. 22 a 25, y la regulación contenida en los arts. 565 y siguientes
del Proyecto, que otorguen a sus tenedores los derechos propios del beneficiario
del contrato fiduciario.
A pesar de que, en el régimen brasileño, los negocios de securitización son
corrientemente realizados utilizando fondos de inversión36, no debe desdeñarse
la posibilidad de acudir para ello al contrato fiduciário como forma de financiar
a las empresas, a través de la transferencia por el instituidor al patrimonio fi-
duciario de parte de su cartera de créditos, como forma de que éste obtenga fi-
nanciamiento en el mercado, a partir del flujo de fondos generado por los activos

34 Vé. OLIVERA GARCÍA, Fondos de inversión. Securitización, AA.VV., Actualidades


del derecho comercial uruguayo, Jornada académica, Montevideo, 1996, ps. 125-
134.
35 OLIVERA GARCÍA, The trust in the Mercosur, AA.VV., Le trust en droit international privé.
Perspectives suisses et étrangères, Institut suisse de droit comparé, Lausanne, 2005, p. 44.
36 CORREA LIMA-PIMENTA, Fundos de Investimento, AA.VV., Sociedades Anonimas e Mercado
de Capitais. Homenagem ao Prof. Osmar Brina Correa-Lima (Wald-Gonçalves-de Castro, coord.),
Quartier Latin, Sao Paulo, 2011, p. 653.
Contrato fiduciario en el proyecto de Código Comercial brasileño 217

transferidos. En muchos países latinoamericanos, la securitización de carteras


de créditos es la aplicación más importante de la figura del fideicomiso.

10. Reflexión final

Vemos con beneplácito que el Derecho brasileño avance en el camino de gene-


ralizar la posibilidad de crear patrimonios segregados, como forma de desarro-
llar actividades económicas.
En este sentido, se alinea con el resto del Derecho latinoamericano que ha
desarrollado la figura del fideicomiso como patrimonio de afectación separado,
así como con la más moderna legislación italiana y francesa.
El fideicomiso cuenta con una amplia y total aceptación en el mundo econó-
mico y empresarial como herramienta adecuada para la realización de negocios.
A diferencia de muchas otras formas jurídicas creadas por el legislador, que la
práctica de los agentes económicos ha condenado al ostracismo, el fideicomiso ha
venido siendo ampliamente utilizado. Ha demostrado ser una forma de blindaje
patrimonial, más flexible que la sociedad anónima, para la estructuración de
muchos negocios, sustituyéndola en numerosas situaciones.
El fideicomiso ha mejorado además el acceso al crédito financiero y no fi-
nanciero de muchos operadores económicos; y ha permitido a algunos de ellos
acceder exitosamente al mercado de capitales. Su utilización ha demostrado ser
muy adecuada en operaciones de administración de patrimonios, inversiones co-
merciales y financieras, negocios inmobiliarios, garantías de emisiones de oferta
pública, o créditos financieros, securitización de activos presentes o futuros.
Esperamos que la figura del contrato fiduciario logre sanción legislativa, ha-
ciendo accesible a los operadores comerciales y financieros brasileños de esta
poderosa herramienta de negocios.
– VII –

CONTRATOS DE FINANCIAMIENTO EMPRESARIAL*

1. Introducción

La función de financiamiento es una de las funciones esenciales en toda es-


tructura empresarial. A través de la misma se busca la obtención de los recursos
económicos necesarios para que la empresa pueda desarrollar el fin para el cual
fue creada.
La actividad empresarial se cumple utilizando los bienes y derechos (activos)
necesarios para el fin (inmuebles, maquinarias, marcas, inventarios, derechos
de crédito, efectivo). Esos bienes y derechos necesarios para el desarrollo de la
actividad empresarial se financian con recursos propios del dueño o de los socios,
a través del aporte de capital o del sacrificio derivado de la no distribución de
utilidades (reservas, utilidades acumuladas), y con recursos obtenidos de ter-
ceros, a través de diversos contratos que la entidad realiza para obtener dicho
financiamiento.
Esta circunstancia determina que, en la presentación de los estados de situa-
ción patrimonial de las empresas, los bienes y los derechos aparezcan sumados a
la izquierda, y las fuentes de financiamiento de los mismos (pasivo y patrimonio)
aparezcan a la derecha. En función del principio de partida doble que utiliza la
técnica contable, la sumatoria de estos rubros que componen el activo empresa-
rial siempre coincide con la sumatoria de los rubros que registran los recursos de
terceros (pasivo) y los recursos propios (patrimonio), con los cuales se financian
los activos. De ahí la ecuación contable básica:

Activo = Pasivo + Patrimonio

Si bien, como solución de principio, todo el Activo empresarial resulta finan-


ciado por todo el Pasivo y el Patrimonio sumados, sin que pueda realizarse, en la

*
Trabajo publicado en Revista de derecho Comercial, Tercera época, N° 5, 2012, p. 179 y ss..
220 Ricardo Olivera García

mayoría de los casos, una imputación directa de los mismos, una buena técnica
financiera aconseja que los activos más líquidos (Disponibilidades, Inventarios,
Créditos) resulten financiados con pasivos de corto plazo (con vencimientos in-
feriores a un año), en tanto que los activos menos líquidos (Inmuebles, Maqui-
naria, Marcas) resulten financiados con pasivos de largo plazo o con recursos
patrimoniales.
Esta correlación entre la liquidez de los activos y la exigibilidad de los recur-
sos que los financian busca aumentar la rentabilidad empresarial, y acotar la
incertidumbre derivada del costo de los recursos.
Cada una de las operaciones a través de las cuales la empresa obtiene finan-
ciamiento, sea de terceros sea de sus propios socios, supone la celebración de
contratos, los cuales presentan diferentes modalidades y diferentes formas de
instrumentación.
Algunos de ellos resultan más adecuados para el financiamiento de los activos
más líquidos, los cuales representan el capital de trabajo de la empresa, y otros
más adecuados para el financiamiento de activos menos líquidos.
A los efectos de nuestra exposición, habremos de distinguir tres categorías de
contratos: contratos de financiamiento de capital de trabajo (pasivos corrientes);
contratos de financiamiento a largo plazo (pasivos no corrientes); y contratos de
financiamiento con recursos patrimoniales.

2. Contratos de financiamiento de capital de trabajo


(Pasivos corrientes)

El capital de trabajo de las empresas, constituido por sus activos más líqui-
dos, resulta corrientemente financiado por créditos obtenidos de terceros.
Por más conservadora que resulte la política de financiamiento empresarial y
por mayor aversión al endeudamiento que la misma tenga, su capital de trabajo
resulta normalmente financiado por pasivos de corto plazo.
Las principales fuentes de financiamiento de corto plazo son:
a) Crédito de proveedores;
b) Pasivos bancarios (descuento de documentos);
c) Factoring o factoraje;
d) Warrants.

2.1. Crédito de proveedores

La primera fuente de financiamiento empresarial son los propios créditos que


el empresario recibe de sus proveedores de bienes y servicios, a los que realiza
la compra a crédito de los insumos aplicados al desarrollo de su actividad pro-
ductiva.
Contratos de financiamiento empresarial 221

El crédito entre comerciantes o empresarios ha sido tradicionalmente un ele-


mento esencial del comercio, siendo fundamental para el desarrollo de una acti-
vidad empresarial la capacidad de obtener crédito en el mercado.
En situaciones de crisis empresarial, cuando el empresario pierde su capaci-
dad de obtener crédito, y debe salir a comprar al contado los insumos necesarios
para desarrollar su giro, esta restricción implica normalmente serios problemas
de funcionamiento y determina muchas veces un agravamiento de la situación
de crisis ya existente. En los casos de concurso, uno de los problemas más im-
portantes para continuar el giro de los negocios lo constituye, precisamente, la
pérdida o la disminución significativa del crédito comercial.
Desde el punto de vista jurídico, estos contratos son formalmente compra-
ventas o arrendamientos de obra o de servicios, en los cuales la entrega del bien
o la prestación del servicio preceden al pago. El pago se realiza en un momento
posterior en el tiempo.
Si bien es difícil establecer criterios generales en la materia, la práctica revela
que estos contratos no son corrientemente celebrados por escrito. La documen-
tación normalmente utilizada es la factura comercial, que cumple además con
requerimientos impuestos por las normas tributarias, y el remito, que acredita
la entrega de la mercadería.
Existe, en cambio, documentación escrita de la relación contractual cuando
los contratos de compraventa son realizados en el ámbito de un contrato marco,
en el cual se regula la relación global entre las partes. Esto ocurre en los casos de
contratos de suministro, de distribución, de concesión o de franquicia. Estos con-
tratos suelen establecer las condiciones generales que habrán de regir la relación
entre las partes y muchas veces prevén también el otorgamiento por parte del
deudor de alguna garantía genérica (fianza, prenda, hipoteca) que cubra todas
las operaciones realizadas en el marco del mismo.
La deuda contraída por la compraventa a crédito no resulta muchas veces
tampoco documentada a través del libramiento de un título de crédito. En otros
casos, la documentación consiste en la conformación de la factura por parte del
deudor (lo cual otorga a la factura conformada la calidad de título ejecutivo), o la
suscripción de un conforme o cheque de pago diferido.

2.2. Financiamiento bancario

A los efectos de financiar el capital de trabajo, es corriente también que las


empresas recurran al crédito bancario.
El crédito bancario de corto plazo, para financiar el capital de trabajo de las
empresas, es corrientemente un crédito revolving. Esto supone o bien la existen-
cia de un contrato de apertura de crédito celebrado con el banco, que asegura
al cliente el mantenimiento de un crédito disponible, para ser utilizado con di-
cha finalidad, o bien simplemente la concesión unilateral por parte del banco al
cliente de una línea de crédito. Esto supone que el crédito bancario sea sucesiva
222 Ricardo Olivera García

y continuamente cancelado y retomado por el empresario, manteniendo el nivel


de endeudamiento en forma estable a lo largo de su operativa.
A diferencia de los créditos a largo plazo, que están generalmente asociados a
planes de amortización, los créditos de corto plazo tienen por finalidad financiar,
en forma permanente el capital de trabajo del empresario. La exigencia de su
cancelación o de una importante disminución es mucha veces causa de trastor-
nos en el funcionamiento empresarial.
Este crédito revolving se encuentra generalmente garantizado por fianzas de
los propios directores de la sociedad, o prendas sin desplazamiento o hipotecas
sobre bienes sociales. Se trata, en todos los casos, de garantías abiertas o genéri-
cas, que cubren la totalidad de los créditos que se van otorgando en el marco de
esta relación crediticia de carácter permanente entre el banco y el cliente.
Sin embargo, la garantía más corrientemente utilizada en estos casos es el
descuento de documentos. En virtud de la misma, el crédito bancario recibido
por el empresario resulta cubierto por la transferencia por el cliente a favor del
banco de una cartera de documentos comerciales (vales, conformes, cheques de
pago diferido) provenientes del crédito que el empresario otorga, a su vez, a los
clientes a los cuales realiza ventas a crédito, documentadas de esta forma.
En la literatura sobre contratación bancaria se ha escrito mucho sobre el
contrato de descuento y la doctrina ha polemizado sobre su naturaleza jurídica,
cuestionando si se trata de una modalidad de préstamo bancario o de una trans-
ferencia a favor del banco de títulos valores provenientes del giro del deudor.
Desde el punto de vista de la técnica bancaria, el descuento es una operación
crediticia activa, de características similares al préstamo bancario (mutuo one-
roso). En la misma el banco entrega fondos al cliente, comprometiéndose éste a
devolverlos en un momento futuro en el tiempo, con más una tasa de interés que
retribuye la utilización de los recursos financieros en el tiempo.
La transferencia (endoso) por el cliente a favor del banco de la cartera de
documentos comerciales constituye una forma de garantía del crédito otorga-
do. El deudor principal por el crédito recibido sigue siendo el descontante, y la
transferencia de la cartera de documentos no tiene por finalidad, en situacio-
nes normales, su cobro por el banco, sino que cumple solamente una función de
garantía. En cada momento, será preocupación del banco tener endosada a su
favor una cartera de documentos no vencidos que cubra, con el margen que su
política de riesgo crediticio se lo imponga, el crédito dinerario otorgado al cliente
descontante.

2.3. Factoring o factoraje

El factoring o factoraje es igualmente una forma de financiamiento de la car-


tera de créditos que el empresario otorga a su vez a los adquirentes de los bienes
o servicios que ofrece al mercado.
Contratos de financiamiento empresarial 223

En nuestro derecho, esta modalidad contractual aparece prevista en la Ley


Nº 17.202 de 24.09.1999, la cual incorporó la regulación de la figura a la Ley Nº
16.774 de 27.09.1996 sobre fondos de inversión.
El art. 45 de la Ley 16.774 (texto dado por la Ley 17.202) lo define como “la
actividad financiera que consiste en adquirir créditos provenientes de ventas de
bienes muebles, de prestación de servicios o de realización de obras, otorgando
anticipos sobre tales créditos y asumiendo o no sus riesgos. La expresada acti-
vidad podrá ser complementada con servicios como los de la gestión de cobro de
los créditos o la asistencia técnica, comercial o administrativa, a los cedentes de
los créditos aquí referidos. Los créditos deben provenir del giro habitual de los
cedentes”.
En nuestro país, las operaciones de factoring no son habitualmente realiza-
das por los bancos, sino por entidades especializadas en la realización de este
tipo de operaciones, las cuales se financian, a su vez, con pasivos bancarios.
Si bien la ley prevé que el factor (otorgante del crédito) puede asumir o no
los riesgos, la transferencia del riesgo del empresario al factor es lo que carac-
teriza normalmente la operativa y la diferencia del descuento de documentos.
En el factoring, el factor adquiere la cartera de documentos de crédito al firme,
asumiendo el riesgo de cobro de los mismos. Esto supone una ingerencia mucho
mayor del factor en la política crediticia de la empresa, de lo que ocurre en el
crédito bancario corriente. Uno de los atractivos del factoring como fuente de
financiamiento de la actividad empresarial es que asume el riesgo crediticio del
empresario.
El factoring se realiza generalmente sobre créditos futuros, lo cual determina
la necesidad de dotar a esta operativa de certeza jurídica de un mecanismo de
cesión operativo y dinámico.
La ley ha buscado contemplar estas circunstancias, previendo expresamente
la posibilidad de que el factoring pueda realizarse a través de una cesión global
de créditos, presentes o futuros, y que el propio contrato de cesión sea suficien-
te para la transferencia de los créditos, sin necesidad de notificación al deudor
cedido (arts. 45-46). Esto determina la existencia de una modalidad especial de
cesión de créditos, la cual se aparta del régimen general de los códigos Civil y
de Comercio, en los cuales la notificación al cedido resulta necesaria para que
se opere tradición. La cesión de créditos en el factoring, en cambio, tiene efectos
dispositivos.

2.4. Warrants

La utilización de certificados de depósito y warrants, emitidos ambos por una


entidad depositaria, constituye una modalidad de obtención de financiamiento
por la empresa, con garantía prendaria sobre su stock de mercaderías, sin que
–como consecuencia de esta afectación- dicha mercadería pierda su capacidad de
comercialización.
224 Ricardo Olivera García

La operativa supone el depósito de la mercadería con un depositario, el cual


emite contra el depósito dos títulos valores diferentes: (a) el certificado de depó-
sito, titulo valor representativo de mercaderías, que acredita la propiedad sobre
los bienes depositados; y (b) el warrant, título de crédito, que habilita la obten-
ción de crédito con garantía prendaria sobre la mercadería depositada.
El warrant permite la obtención de crédito a través de su transferencia a un
acreedor financiero, el cual mantiene la garantía sobre la mercadería depositada
en la entidad depositaria. Esta no habrá de liberar la mercadería hasta tanto el
warrant no haya sido cancelado. Por su parte, el titular de la mercadería pren-
dada podrá comercializarla durante su depósito, a través de la transferencia del
certificado de depósito, título valor representativo de mercaderías.
En nuestro derecho, la operativa de warrants aparece regulada en la Ley Nº
17.781 de 03.06.2004.

3. Contratos de financiamiento a largo plazo (Pasivos no corrientes)

Los activos menos líquidos (inmuebles, instalaciones, maquinaria, material


de transporte) son corrientemente financiados con pasivos de largo plazo o con
recursos patrimoniales.
Esta práctica de financiamiento responde a que los mismos están llamados a
producir un rendimiento a lo largo del tiempo, excediendo normalmente el propio
ejercicio en el cual son adquiridos. En consecuencia, resulta una técnica financie-
ra incorrecta financiar los mismos con pasivos corrientes.
Las principales fuentes de financiamiento de largo plazo son:
a) Préstamos bancarios de largo plazo (amortizables);
b) Leasing o crédito de uso;
c) Securitización de activos (fideicomisos financieros);
d) Emisión de obligaciones negociables.

3.1. Préstamos bancarios de largo plazo

La principal fuente de financiamiento a largo plazo es el crédito bancario,


otorgado a través del otorgamiento de préstamos.
Normalmente los préstamos a largo plazo requieren además el otorgamiento
de garantías, sobre bienes del propio deudor o de terceros (prenda sin desplaza-
miento, hipoteca).
Más recientemente, se ha desarrollado también la práctica de acudir a la
cesión por parte del deudor de créditos futuros. En el caso de los deudores que
tienen un flujo de ingresos uniformes y relativamente previsibles, la posibilidad
de que se transfieran a una escrow account (cuenta de garantía) los ingresos que
vaya obteniendo con su operativa, como forma de deducir de los mismos los ser-
Contratos de financiamiento empresarial 225

vicios del crédito (capital e intereses), constituye un mecanismo de garantía muy


eficiente, muchas veces preferido a la prenda y la hipoteca.
Esta cesión de créditos se realiza muchas veces a favor de la propia entidad
bancaria acreedora y, en otros, a favor de un fideicomiso de garantía, patrimonio
de afectación independiente, administrado por un fiduciario que puede ser un
tercero o la propia entidad bancaria beneficiaria (Ley Nº 17.703, art. 9).
Los préstamos bancarios de largo plazo son generalmente préstamos amorti-
zables, pagaderos en cuotas uniformes (método francés) o decrecientes (método
alemán), las cuales contienen el pago de los intereses por el crédito recibido y la
cancelación del capital prestado.

3.2. Leasing o crédito de uso

El leasing o crédito de uso (como lo denomina nuestra legislación) es un con-


trato de crédito por el cual una parte, generalmente una institución financiera
(dador), da en uso a la otra parte (usuario), por un plazo determinado, un bien
generalmente adquirido por el dador bajo instrucciones del usuario, contra el
pago de un precio en dinero, de pago periódico.
Al finalizar el plazo contractual, es de estilo que se otorgue por el dador al
usuario una opción de compra final, por la cual éste puede adquirir el bien en
propiedad.

SELECCIÓN DEL BIEN

PROVEEDOR GARANTIA POR VICIOS USUARIO

PRECIO ENTREGA
DEL BIEN

ENTREGA
DEL BIEN CANON
BANCO PERIODICO

COMPRAVENTA LEASING

En nuestro derecho, el leasing fue regulado por la Ley Nº 16.072 de 9.10.1989,


bajo el nombre de “crédito de uso”, poniendo de relieve la naturaleza de contrato
de crédito que el mismo tiene.
226 Ricardo Olivera García

La regulación de la Ley Nº 16.072 otorga al crédito de uso una serie de carac-


terísticas que es importante destacar:
a) Limita la calidad de dador a las entidades de intermediación financiera o
a sociedades con objeto especial, autorizadas por el BCU (art. 3).
b) Prevé que pueda recaer en bienes adquiridos por el dador bajo instruccio-
nes del usuario; sobre bienes propiedad del propio usuario (lease back); o
sobre bienes propiedad del banco (art. 2).
c) Impone la inscripción del contrato en un Registro público (según la natu-
raleza del bien), lo cual otorga al usuario un derecho real de garantía sobre
el bien, y le otorga el derecho a lograr la ejecución forzada específica, en
caso de ejercicio de la opción de compra y negativa del dador a otorgarla
(art. 8). Esta inscripción transfiere además al usuario las acciones contra
el proveedor del bien (art. 14).
d) Separa la obligación del usuario al pago de las prestaciones periódicas de
las vicisitudes que pueda tener el bien entregado. El dador no responde
por evicción (art. 16), ni por los vicios o defectos de la cosa (art. 19). El
usuario debe hacerse cargo del mantenimiento y las reparaciones del bien
(art. 24) y debe continuar pagando el precio aun cuando la cosa resultara
destruida o deteriorada (art. 25).
La Ley Nº 17.296 de 21.02.2001 creó la figura del crédito de uso operativo, en
virtud de la cual se habilita a ser dador de bienes en leasing a cualquier persona,
excluyendo la exclusividad establecida por la ley para las entidades financieras
(art. 636).
En la práctica comercial corriente, el leasing o crédito de uso funciona como
una modalidad contractual alternativa al otorgamiento del crédito con garantía
real (prenda o hipoteca).
El banco realiza una colocación financiera, a través de la compra del bien se-
leccionado por el usuario, y otorga a éste en uso durante todo el plazo de vigencia
del contrato, a través del pago de un precio periódico, equivalente al pago reali-
zado de un préstamo amortizable. Durante el contrato, se desplazan del banco
al usuario todos los riesgos derivados de la propiedad del bien, conservando el
banco dicha propiedad con una función instrumental de garantía.

3.3. Securitización de activos (fideicomiso financiero)

La securitización es un negocio financiero por el cual el originante crea una


estructura financiera para transformar un activo de difícil comercialización en
un bien transable en el mercado. Esto se logra a través de la transferencia del
bien a ser securitizado a un vehículo especial (SPV), el cual emite títulos de deu-
da o certificados de participación para ser colocados en el mercado.
Como SPV se recurre, según las legislaciones, a sociedades anónimas, fondos
de inversión o fideicomisos.
Contratos de financiamiento empresarial 227

La securitización es utilizada por muchas empresas para la obtención de fi-


nanciamiento a mediano y largo plazo, cediendo al SPV su flujo de fondos futuro
a un SPV, el cual emite luego títulos de deuda o certificados de participación, a
través de los cuales se obtiene dicho financiamiento.
En nuestro derecho, la securitización es realizada a través de la figura del
fideicomiso financiero, utilizando para ello el régimen de la Ley de Fideicomisos
Nº 17.703 de 27.10.2003.
El fideicomiso es un negocio jurídico por el cual una persona (fideicomitente)
transfiere a otra (fiduciaria) bienes o derechos en propiedad fiduciaria, para que
los administre o ejerza en beneficio de una tercera persona (beneficiario).
El eje central del fideicomiso se encuentra en el concepto de propiedad fidu-
ciaria. La misma constituye un patrimonio de afectación independiente del fidei-
comitente, del beneficiario y del propio fiduciario, sobre quien se constituye, de
modo que los bienes recibidos en fideicomiso se encuentran fuera de la garantía
de los acreedores de cualquiera de los sujetos intervinientes (art. 6).
El fideicomiso financiero es una modalidad de fideicomiso, caracterizada por
la circunstancia de que la calidad de beneficiario se encuentra documentada por
la emisión de títulos valores: títulos de deuda, certificados de participación o
títulos mixtos (art. 25).
Esta circunstancia permite que los títulos emitidos por el fideicomiso puedan
ser colocados y transados en un mercado formal, a través del los procedimientos
de oferta pública.
228 Ricardo Olivera García

El fideicomiso financiero es utilizado por muchas empresas, que generan un


flujo de fondos constante y previsible, como forma de financiar su operativa a me-
diano y largo plazo. Para esto, crean como fideicomitente un fideicomiso finan-
ciero, al cual ceden sus créditos futuros, a cambio de un precio. Este fideicomiso
financiero emite luego títulos de deuda o certificados de participación, a través
de cuya colocación se obtienen los recursos necesarios para el financiamiento
empresarial.
La circunstancia de que los créditos futuros hayan sido cedidos a un fideico-
miso determinan que se encuentren en un patrimonio de afectación separado,
afectado específicamente al pago de los títulos emitidos por el fideicomiso finan-
ciero, y excluido de la posibilidad de persecución por los restantes acreedores del
fideicomitente.

3.4. Emisión de obligaciones negociables

La emisión de obligaciones negociables es una forma de financiamiento em-


presarial, a través de la emisión en serie de títulos de renta fija, títulos de deuda,
que pagan una tasa de interés y prevén un régimen de amortización, los cuales
son generalmente colocados en el mercado, a través de procedimientos de oferta
pública.
No estamos estrictamente en presencia de un contrato, sino que se trata de
un acto unilateral del emisor, que libra los títulos de deuda y convoca a los even-
tuales interesados para que suscriban e integren los mismos. Por eso se habla de
que no existe en estos casos un préstamo, sino un empréstito.
Contratos de financiamiento empresarial 229

En nuestro derecho, el régimen de las obligaciones negociables está dado por


la Ley de Mercados de Valores Nº 18.627 de 2.12.2009 (arts. 63 y ss.).
Las emisiones de obligaciones negociables son muchas veces garantizadas a
través de fideicomisos de garantía sobre los flujos de fondos futuros del emisor,
del cual los obligacionistas son los beneficiarios.

4. Contratos de financiamiento con recursos patrimoniales

Las empresas financian igualmente su operativa con recursos propios aporta-


dos por el propio empresario, tanto en el comienzo de la actividad empresarial,
como durante el desarrollo de la misma. También se financia con los propios
recursos empresariales que la propia actividad empresarial genera (utilidades) y
que no son extraídas por el empresario del giro empresarial.
En el caso de adoptar la empresa una estructura societaria, los recursos patri-
moniales provienen del aporte de capital realizado por los socios, así como de las
utilidades generadas por el giro social y que no son distribuidas entre los socios
a título de dividendos (autofinanciamiento societario).
La retención de utilidades para aplicarlas al autofinanciamiento societario es
una decisión del órgano de gobierno de la sociedad (Ley Nº 16.060, arts. 98 y 342),
por lo que no supone ninguna relación contractual diferente de la que ya emana
del contrato de sociedad comercial. Podría existir un convenio de socios o de ac-
cionistas en el cual se pactara una cierta política de dividendos para la sociedad
(art. 331). No obstante, se trataría de un pacto parasocial, en el cual la sociedad
no es parte y del cual no extrae recursos financieros de carácter patrimonial.
En cambio, la aportación de capital supone la celebración de un negocio entre
el socio y la sociedad (contrato de suscripción de capital), en el cual el socio se
obliga a integrar capital y la sociedad a reconocerle su estatuto jurídico de tal. En
el caso de las sociedades anónimas, la obligación social consiste en la emisión por
la sociedad de los títulos representativos de la integración de capital realizada
(acciones).
La Ley de Sociedades Comerciales regula expresamente la obligación de in-
tegrar capital en una sociedad anónima, estableciendo el alcance de dicha obli-
gación (art. 317) y las consecuencias en caso de mora en el aporte (art. 318). No
existen disposiciones similares para los restantes tipos sociales, aun cuando las
normas aplicables a la generalidad de las sociedades comerciales prevén la ex-
clusión del socio en caso de falta de integración del capital comprometido (art.
147). En todos los casos, estamos en presencia de manifestaciones del régimen
general que establece la ley civil para los casos de incumplimiento de las obliga-
ciones derivadas de los contratos sinalagmáticos (art. 1431 CC).
La decisión de financiarse con capital propio o con recursos de terceros es una
decisión empresarial, en principio libre. No obstante, en el caso de las sociedades
en las cuales no existe responsabilidad personal de los socios por las obligaciones
sociales (limitadas, anónimas), se ha sostenido que existe una obligación de los
230 Ricardo Olivera García

socios de capitalizar la sociedad adecuadamente, atento a las necesidades de la


actividad que se propone realizar.
La falta de una capitalización adecuada es susceptible de generar responsabi-
lidad por infracapitalización.
La infracapitalización puede ser absoluta o relativa. Es absoluta cuando los
socios aportan recursos insuficientes para el desarrollo de la operativa que la
sociedad se propone realizar. La infracapitalización es relativa, cuando los socios
aportan los recursos a la sociedad a título de préstamo, en vez de hacerlo a título
de capital, buscando sacar provecho de la preferencia que los acreedores tienen
sobre los socios respecto del patrimonio social.
Mientras la doctrina ha sostenido que la infracapitalización absoluta tiene
como consecuencia la responsabilidad de los socios por las obligaciones sociales;
en el caso de la infracapitalización relativa, la consecuencia es la subordinación
del crédito.
La Ley de Concursos y Reorganización Empresarial Nº 18.397 de 23.10.2008
incluye la infracapitalización absoluta como una presunción absoluta de culpabi-
lidad del concurso (art. 193.2). Por su parte, los préstamos de los socios o accio-
nistas que tengan más del 20% del capital social son considerados por la misma
ley como créditos subordinados en el concurso (art. 112).

5. Reflexión final

La presentación que antecede se limita a dar un primer panorama, necesa-


riamente preliminar, de las principales estructuras contractuales a las cuales
pueden acudir las empresas para la obtención de los recursos necesarios para el
desarrollo de su operativa.
Cada uno de los contratos mencionados plantea su propia problemática y
amerita desarrollos más profundos. Por otra parte, la dinámica de la actividad
comercial y la imaginación de los operadores económicos determinan que el plan-
teo realizado resulte necesariamente parcial e incompleto.
El planteo realizado no tiene otra pretensión que la de plantear la necesaria
correspondencia que existe entre los institutos del ordenamiento mercantil y los
requerimientos de las empresas de acudir al mercado para obtener los recursos
que les permitan financiar su operativa.
Se trata solamente de un menú. La preparación del banquete queda sujeta a
la demanda del gourmet y a la habilidad del chef.
– VIII –

APÉNDICE NORMATIVO

–1–
INTERMEDIACIÓN FINANCIERA

Decreto-ley Nº 15.322, de 17 de setiembre de 1982,


regula la intermediación financiera
(anotado)

Capítulo I
ACTIVIDADES Y EMPRESAS COMPRENDIDAS
Artículo 1º.- Toda persona pública no estatal o privada que realice inter-
mediación financiera quedará sujeta a las disposiciones de esta ley, a los regla-
mentos y a las normas generales e instrucciones particulares, que dicte el Banco
Central del Uruguay para su ejecución.
A los efectos de esta ley, se considera intermediación financiera la realización
habitual y profesional de operaciones de intermediación o mediación entre la
oferta y la demanda de títulos valores, dinero o metales preciosos.
1. El decreto 614/992de 11 de diciembre de 1992 dispone en su artículo 1º: “Todas
las personas públicas, estatales o no estatales y las personas privadas, que realicen inter-
mediación financiera quedarán sujetas a las disposiciones del Decreto-Ley Nº 15.322 con
las modificaciones introducidas en el mismo por la Ley No. 16.072 [debió decir, la ley Nº
16.327], a este Decreto Reglamentario, a las normas generales e instrucciones particulares
que dicte el Banco Central del Uruguay para su ejecución”.
“Se considera intermediación financiera la realización habitual y profesional de ope-
raciones de intermediación o mediación entre la oferta y la demanda de títulos, valores,
dinero o metales preciosos”.
2. El decreto 614/992 dispone en su artículo 19: “Las empresas acreditantes en los
contratos de crédito de uso, que regula la Ley No. 16.072 de 9 de octubre de 1989, con
las modificaciones introducidas por la Ley No. 16.205 estarán sometidas al contralor del
Banco Central del Uruguay, siéndoles aplicables los artículos 11º a 15º, 16º literal, 18º, 20º
a 24º inclusive del Decreto-Ley No. 15.322 con las modificaciones establecidas en la Ley
No. 16.327”.
3. El decreto 614/992 dispone en su art. 20: “Las empresas físicas o jurídicas, que
organicen o administren agrupamientos, círculos cerrados o consorcios, cualesquiera sea
su forma jurídica o la operativa que realicen, cuyos adherentes aporten fondos para ser
232 Ricardo Olivera García

aplicados reciproca o conjuntamente, en la adquisición de determinados bienes o servicios,


están comprendidos por el artículo 1º del Decreto-Ley Nº15.322 y salvo que fueren empre-
sas de intermediación financiera, requerirán para su instalación la autorización previa
del Poder Ejecutivo”.
4. La Ley Nº 16.131de 12 de setiembre de 1990 dispone en su artículo 1º que: “Los
Bancos de Inversión se regularán por las disposiciones de la presente ley, aplicándose en
subsidio las normas del decreto-ley 15.322, de 17 de setiembre de 1982, sus concordantes,
complementarias y modificativas”.

Artículo 2º.- Las instituciones estatales que por la índole de sus operaciones


queden comprendidas en esta ley, estarán igualmente sujetas a sus disposicio-
nes, a los reglamentos y a las normas generales e instrucciones particulares que
dicte el Banco Central del Uruguay.
Artículo 3º.- Queda prohibido el uso de las denominaciones “banco”, “banca-
rio”, derivados o similares, a las empresas privadas que no hubieran obtenido la
autorización para realizar las operaciones del artículo 17 de esta ley.
La denominación que utilicen las empresas financieras no deberá dejar dudas
acerca de su naturaleza e individualidad, a juicio del Banco Central del Uruguay.
El Banco Central del Uruguay podrá proponer al Poder Ejecutivo las medidas
correctivas correspondientes frente a cualquier empresa, financiera o no, cuya
denominación ofrezca dudas acerca de su naturaleza o posible actividad finan-
ciera.
El Banco Central del Uruguay podrá disponer la clausura temporal de las
empresas en infracción o su clausura definitiva, previa autorización del Poder
Ejecutivo.
1. Texto del inciso final dado por el artículo 1º de la ley Nº 16.327 de 11 de noviembre
de 1992. La redacción original establecía: “El Poder Ejecutivo podrá disponer la clausura
temporal o definitiva de las empresas en infracción.
2. El decreto 614/992 de 11 de diciembre de 1992 dispone en su artículo 2: “Queda
prohibido el uso de denominaciones “banco”, “bancario”, derivados o similares, a las em-
presas privadas que no hubieran obtenido la autorización para realizar las operaciones
previstas en el artículo 17 bis a que se refiere el artículo 2º de la ley No. 16.072 [debió decir,
la ley Nº 16.327].
El Banco Central del Uruguay podrá proponer al Poder Ejecutivo las medidas correc-
tivas que estime del caso frente a cualquier empresa, financiera o no, cuya denominación
ofrezca dudas acerca de su naturaleza o posible actividad financiera, incluso solicitar au-
torización para disponer la clausura temporal o definitiva de las empresas en infracción”

Artículo 4º.- Las empresas financieras que tengan por exclusivo objeto la


realización de operaciones de intermediación entre la oferta y la demanda de
títulos valores, dinero o metales preciosos radicados fuera del país, estarán exo-
neradas de toda obligación tributaría que recaiga sobre su actividad, las opera-
ciones de su giro, su patrimonio o sus rentas.
Su funcionamiento será regulado por la reglamentación que dicte el Poder
Ejecutivo con el asesoramiento del Banco Central del Uruguay.
1. Este artículo fue reglamentado por el decreto 381/989 de 16 de agosto de 1989, el
cual dispone en su artículo 1º que “Las empresas de intermediación financiera externa ten-
drán por único objeto la realización de operaciones de intermediación o mediación finan-
Apéndice normativo 233

ciera entre la oferta y la demanda de títulos valores, dinero o metales preciosos, radicados
fuera del país, de acuerdo a la reglamentación que dicte el Banco Central del Uruguay.
Las empresas de intermediación financiera externa solo podrán operar con no resi-
dentes”.
2. El decreto 381/989 fue sucesivamente reformado por el decreto 521/990 de 14 de
noviembre de 1990, por el decreto 540/990 de 30 de noviembre de 1990, por el decreto
266/991 de 22 de mayo de 1991, por el decreto 189/994 de 3 de mayo de 1994 y por el de-
creto 227/002 de 18 de junio de 2002.

Artículo 5º.- Se faculta al Poder Ejecutivo a disponer la aplicación antici-


pada, total o parcial del régimen establecido en el artículo 19 del Título 2 del
Texto Ordenando 1979 a las empresas comprendidas en el artículo 1º de esta ley.
Asimismo, el Poder Ejecutivo queda facultado a aplicar para la liquidación de los
impuestos a la Renta de la Industria y el Comercio y al Patrimonio, los criterios
de castigo y previsiones sobre malos créditos, de devengamiento de intereses de
los mismos y de ajuste por inflación, establecidos por el Banco Central del Uru-
guay.
1. El inciso 1º de este artículo fue derogado por el artículo 3º de la ley Nº 15.768 de 13
de diciembre de 1985. El texto de dicho inciso establecía: “Las personas físicas o jurídicas
residentes o no residentes en el país que no sean contribuyentes del Impuesto a la Renta
de la Industria y Comercio, estarán exoneradas de toda obligación tributaria que grave la
tenencia, la renta y la circulación interna de títulos valores, dinero a metales preciosos”.

Capítulo II
AUTORIZACIÓN PARA FUNCIONAR
Artículo 6º.- Las empresas comprendidas en el artículo 1º requerirán para
funcionar autorización previa del Poder Ejecutivo, el que deberá resolver con la
opinión favorable del Banco Central del Uruguay. Deberán contar, asimismo,
para poder instalarse, con habilitación otorgada por el Banco Central del Uru-
guay. Para dicha autorización así como para la citada habilitación se tendrán en
cuenta razones de legalidad, de oportunidad y de conveniencia. Los actos debe-
rán ser fundados, apreciando especialmente la solvencia, rectitud y aptitud de la
empresa solicitante.
Para la apertura de sucursales de las entidades de intermediación financiera
ya autorizadas deberá recabarse exclusivamente la autorización previa del Ban-
co Central del Uruguay. Si este no se pronunciara sobre el particular en un plazo
de noventa días, se tendrá por concedida tal autorización.
1. Texto dado por el artículo 2 de la ley Nº 16.327 de 11 de noviembre de 1992. El tex-
to anterior establecía: “Las empresas comprendidas en el artículo 1º de esta ley, requerirán
para su instalación, autorización previa del Poder Ejecutivo, el que deberá expedirse con
el asesoramiento del Banco Central del Uruguay. Para dicha autorización se tendrán en
cuenta razones de legalidad de oportunidad y de conveniencia”.
2. El decreto 614/992 de 11 de diciembre de 1992 dispone en su artículo 3: “Toda
persona pública no estatal o privada que desee realizar intermediación financiera deberá
presentar su solicitud ante el Ministerio de Economía y finanzas.
En la solicitud, la empresa peticionante deberá indicar especialmente:
a) El capital a aportar;
234 Ricardo Olivera García

b) Sus antecedentes, así como de los fundadores, directores o administradores, según


corresponda;
c) Los elementos que permitan evaluar la eficiencia eventual de la empresa, así como
las posibilidades reales de canalizar sustanciales aportes financieros del exterior y realizar
una efectiva acción promotora de nuevas exportaciones del Uruguay;
d) Monto y demás condiciones de las líneas de financiamiento a mediano y largo plazo
que está dispuesta a colocar en el país.
Simultáneamente con la solicitud de autorización para instalarse, la empresa peticio-
nante depositará en el Banco Central del Uruguay el equivalente al 20% (veinte por ciento)
de la responsabilidad patrimonial mínima para bancos.
El depósito podrá ser efectuado en moneda nacional, en dólares USA, o en Obliga-
ciones Hipotecarias Reajustables. Las empresas de intermediación financiera en funcio-
namiento que soliciten autorización para transformarse en banco, estarán exoneradas de
efectuar el precitado depósito.”
3. El decreto 614/992 dispone en su artículo 8: “El Poder Ejecutivo autorizará el fun-
cionamiento de las Empresas de intermediación Financiera teniendo en cuenta la limita-
ción establecida en el artículo 10 de la ley 15.322, por razones de legalidad, oportunidad y
conveniencia, siempre que cuente con la opinión favorable del Banco Central del Uruguay.
Las empresas autorizadas deberán empezar su actividad dentro de los 180 días si-
guientes a la notificación que autoriza su funcionamiento, quedando sin efecto dicha auto-
rización si así no lo hiciera”.
4. El decreto 614/992 dispone en su artículo 10: “Para poder instalarse las empresas
autorizadas para funcionar por el Poder Ejecutivo deberán contar con la habilitación otor-
gada por el Banco Central del Uruguay, fundada en razones de legalidad, de oportunidad
y de conveniencia.
Para la apertura de sucursales de las entidades de intermediación financiera ya au-
torizadas, deberá recabarse exclusivamente la autorización previa del Banco Central del
Uruguay. Si éste no se pronunciara sobre el particular en un plazo de noventa días, se
tendrá por concedida tal autorización”.

Artículo 7º.- Simultáneamente con la solicitud de autorización para insta-


larse, las empresas comprendidas en el artículo 1º de esta ley depositarán en el
Banco Central del Uruguay el equivalente al 20% (veinte por ciento) de la res-
ponsabilidad patrimonial neta mínima fijada por dicho Banco, de acuerdo con lo
establecido en el artículo 11 de esta ley. Este depósito será devuelto, concédase o
no la autorización solicitada, al tomarse resolución sobre la misma.
Las empresas autorizadas deberán iniciar su actividad dentro de los ciento
ochenta días siguientes a la notificación de la resolución que autoriza su funcio-
namiento, quedando sin efecto dicha autorización si así no lo hicieran.
Artículo 8º.- Las autorizaciones para la instalación en el país de sucursales
o agencias de empresas constituidas en el extranjero, que desarrollen algunas de
las actividades previstas en el artículo 1º de esta ley, estarán sujetas al requisito
de que sus estatutos o reglamentos no prohiban a ciudadanos uruguayos formar
parte de la gerencia, consejo de administración, directorio, o cualquier otro cargo
superior, empleo o destino en la institución, dentro del territorio del Uruguay.
Artículo 9º.- Las fusiones, absorciones y toda transformación de las empre-
sas comprendidas en el artículo 1º, requerirán autorización previa del Poder Eje-
cutivo al mero efecto de la prosecución de actividades o confirmación del giro.
Apéndice normativo 235

Deberá recabarse, asimismo, respecto de tales actos, el consentimiento previo y


expreso del Banco Central del Uruguay.
1. Texto dado por el artículo 2 de la ley Nº 16.327 de 11 de noviembre de 1992. La redacción
original establecía: “Las fusiones, absorciones y toda transformación de las empresas comprendidas
en el artículo 1º de esta ley, requerirán autorización previa del Poder Ejecutivo otorgada con el aseso-
ramiento del Banco Central del Uruguay”.
2. El decreto Nº 614/992 de 11 de diciembre de 2002 dispone en su artículo 11: “Las fusiones, ab-
sorciones y toda transformación de las empresas comprendidas en el artículo 1 del decreto ley 15.322,
requerirán autorización previa del Poder Ejecutivo al mero efecto de la prosecución de actividades
o confirmación del giro, la que se otorgará siempre que existiere consentimiento previo y expreso del
Banco Central del Uruguay”.

Artículo 10.- Texto derogado por la ley Nº 18.041 de 24 de octubre de 2008.


El texto original expresaba:
El número de autorizaciones para el funcionamiento de nuevos bancos no podrá su-
perar anualmente el 10% (diez por ciento) de los existentes en el año inmediato anterior.

Capítulo III
RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL, DOCUMENTACIÓN,
CONTABILIDAD E INFORMACIÓN
Artículo 11.- El Banco Central del Uruguay fijará las responsabilidades pa-
trimoniales netas mínimas que deberán mantener las empresas comprendidas
en el artículo 1º de esta ley, la forma de determinarlas y demás condiciones de
aplicación.
El Banco Central del Uruguay sólo podrá fijar diferentes montos en atención
a la especialidad de las operaciones que realicen las diversas empresas.
Dicha responsabilidad patrimonial neta mínima deberá radicarse necesaria-
mente en el país y aplicarse a su giro.
Artículo 12.- Para poder comenzar a funcionar las empresas comprendidas
en el artículo 1º de esta ley, deberán previamente integrar la totalidad de la res-
ponsabilidad patrimonial neta mínima fijada por el Banco Central del Uruguay
dentro de los treinta días siguientes a la notificación de la autorización respec-
tiva. De no realizarse la integración dentro de este plazo, quedará sin efecto la
autorización otorgada.
Artículo 13.- Sin perjuicio de lo establecido en la ley 14.701, de 12 de se-
tiembre de 1977, el Banco Central del Uruguay podrá establecer los caracteres
materiales y las enunciaciones mínimas que deberán contener los documentos
que utilicen las empresas e instituciones comprendidas en los artículos 1º y 2º de
esta ley.
Artículo 14.- Con respecto a las empresas e instituciones comprendidas en
el artículo 1º de esta ley, el Banco Central del Uruguay podrá:
• Dictar normas para la registración de sus operaciones así como para la confec-
ción de los estados de situación patrimonial y demostrativos de resultados;
• Requerir que le brinden información con la periodicidad y bajo la forma que
juzgue necesaria;
• Establecer una fecha única para el cierre de sus ejercicios económicos.
236 Ricardo Olivera García

El decreto Nº 614/992 de 11 de diciembre de 2002 dispone en su artículo 25: “El


Banco Central del Uruguay reglamentará la forma en que las empresas de intermediación
financiera constituidas en el país, deberán consolidar sus estados contables con sus socie-
dades subsidiarias y con sus sucursales del exterior”.

Capítulo IV
CONTROL, ORIENTACIONES EN EL FUNCIONAMIENTO,
LIMITACIONES Y PROHIBICIONES
Artículo 15.- Las empresas e instituciones comprendidas en el artículo 1º de
esta ley, estarán sometidas al control del Banco Central del Uruguay, anterior,
concomitante y posterior a su gestión.
El Banco Central del Uruguay ejercerá a su vez, por los medios que juzgue
más eficaces, la vigilancia y orientación de la actividad financiera privada, fisca-
lizando el cumplimiento de las leyes y decretos que rijan tal actividad así como
las normas generales e instrucciones particulares que dicte. Para el ejercicio de
tales cometidos no le será oponible lo dispuesto en el artículo 25 de la presente
ley.
Con respecto a las instituciones comprendidas en el artículo 2º de la presente
ley, el Banco Central del Uruguay podrá ejercer las mismas facultades señaladas
en el presente artículo y en el anterior, limitadas a la actividad de intermedia-
ción financiera, sin perjuicio de las que correspondan a los órganos constitucio-
nales de control de su gestión financiera.
Para el cumplimiento de todos los cometidos que las disposiciones legales y
reglamentarias confieren al Banco Central del Uruguay, este:
a) Dispondrá de amplias facultades inspectivas y de fiscalización e investiga-
ción.
b) Sus funcionarios tendrán, debidamente autorizados al efecto, iguales fa-
cultades, en lo pertinente, que los de la Dirección General Impositiva, pudiendo
especialmente ejercer las prerrogativas y facultades establecidas en el artículo
53 de la Ley Nº 12.804 de 30 de noviembre de 1960, en la redacción dada por el
artículo 1 de la Ley Nº 13.032 de 7 de diciembre de 1961.
1. Texto dado por el artículo 3º de la ley Nº 16.327 de 11 de noviembre de 1992, el cual
incorporó los incisos 3 y 4 a la redacción original.
2. El artículo 53 de la ley Nº 12.804 con la redacción dada por el artículo 1º de la ley
13.032 dispone lo siguiente: “La Administración dispondrá de amplias facultades de fis-
calización e investigación, pudiendo especialmente:
a) Exigir a los contribuyentes y responsables la exhibición de sus libros, documentos
y correspondencia comerciales e intimarles su comparecencia ante la autoridad adminis-
trativa;
b) Incautarse de dichos libros y documentos hasta por un lapso de seis días hábiles
de sólo podrá prorrogarse mediante resolución judicial cuando sea indispensable para
salvaguardar los intereses de la Administración; en todos los casos se deberá labrar el
acta pertinente;
c) Practicar inspecciones en bienes inmuebles y muebles ocupados a cualquier título
por contribuyentes y responsables. Sólo podrán inspeccionarse domicilios particulares con
previa orden judicial, que se otorgará cuando se acredite semiplena prueba de la infrac-
ción y de la necesidad del procedimiento;
Apéndice normativo 237

d) Requerir informaciones a terceros, pudiendo intimarles su comparencia ante la


autoridad administrativa cuando ésta lo considere conveniente o cuando aquéllas no sean
presentadas en tiempo y forma.
Cuando sea necesario para el cumplimiento de las diligencias precedentes, la Admi-
nistración requerirá orden judicial de allanamiento.
La no comparecencia de los citados podrá ser tomada en cuenta como elemento pre-
suncional en contra de los imputados.
Las facultades de la administración se entienden sin perjuicio de las normas que
consagran el secreto de los profesionales universitarios”.
3. La ley Nº 16.696 de 30 de marzo de 1995 dispone en su artículo 34: “El Banco tiene,
respecto a las instituciones de intermediación financiera, todas las atribuciones que la
legislación vigente y la presente ley le atribuyen.
El Banco, de acuerdo con lo dispuesto en el inciso segundo del artículo 15 del Decreto
Ley Nº 15.322, de 17 de setiembre de 1982, también podrá reglamentar y controlar la acti-
vidad de aquellas empresas que sin ser instituciones de intermediación financiera, realicen
colocaciones e inversiones financieras con recursos propios o en cuyo financiamiento no
participe el ahorro público y aquellas que se limiten a aproximar a las partes en negocios
de carácter financiero sin asumir obligación o riesgo alguno”.
4. La ley Nº 17.613 de 27 de diciembre de 2002 dispone en su artículo 1º: “El Banco
Central del Uruguay ejercerá sus potestades normativas, de control y sancionatorias sobre
las entidades de intermediación financiera que integren un grupo económico con otras
empresas, teniendo en cuenta la existencia y situación del grupo y su incidencia en la
actividad, solidez y solvencia de la entidad controlada. El Directorio del Banco Central
del Uruguay declarará, mediante resolución fundada, la existencia del grupo económico e
integración a él de la entidad controlada.
Con la finalidad de consolidar la supervisión atendiendo al grupo económico del cual
forme parte la entidad controlada, el Banco Central del Uruguay a través de sus depen-
dencias especializadas podrá ejercer las potestades previstas en el literal b) del artículo 14
y en el inciso cuarto del artículo 15 del Decreto-Ley Nº 15.322, de 17 de setiembre de 1982,
en la redacción dada por el artículo 3º de la Ley Nº 16.327, de 11 de noviembre de 1992, y
en su caso en el literal G) del artículo 7º de la Ley Nº 16.426, de 14 de octubre de 1993, y en
el literal G) del artículo 39 de la Ley Nº 16.696, de 30 de marzo de 1995, respecto a todas
las empresas integrantes del grupo, cualquiera sea su giro”.

Artículo 16.- Con respecto a las empresas e instituciones comprendidas en


los artículos 1º y 2º de esta ley, el Banco Central del Uruguay podrá:
a) establecer un encaje mínimo obligatorio sobre los depósitos. El encaje sólo
podrá estar constituido por la tenencia efectiva de billetes y monedas en circula-
ción, por depósitos en el Banco Central del Uruguay, por la tenencia de metales
preciosos y por otros activos líquidos que autorice el Banco Central del Uruguay;
b) reglamentar las modalidades de captación de recursos;
c) dictar normas generales e instrucciones particulares tendientes a mante-
ner la liquidez y la solvencia de las empresas y limitar los riesgos que pudieran
asumir fijándoles los topes que estime necesarios; a exigirles planes de adecua-
ción, de saneamiento o de recomposición patrimonial, o adecuación de su monto;
a requerirles reestructuras de su organización, y desplazamientos o sustitucio-
nes de su personal superior.
El Banco Central del Uruguay podrá requerir de las empresas comprendidas
en el artículo 1º de esta ley modificaciones en la estructura y composición del
238 Ricardo Olivera García

capital accionario, si los propietarios de las acciones correspondientes hubieran


sido sancionados de conformidad con el artículo 23 del Decreto-Ley Nº 15.322, de
17 de setiembre de 1982, y sus modificativas.
La resolución del Banco Central del Uruguay que imponga la adopción de las
modificaciones referidas se adoptará otorgando previamente a los accionistas
afectados adecuada oportunidad de presentar sus descargos y articular su defen-
sa, y deberá fijar un plazo prudencial para la realización de los procedimientos
societarios que puedan corresponder para su cumplimiento.
El quórum de presencia y la mayoría de votos necesarios para que los órganos
sociales adopten las decisiones requeridas conforme a lo previsto en el inciso
precedente se computarán prescindiendo de los accionistas y de sus acciones al-
canzados por las resoluciones del Banco Central del Uruguay a que ese inciso se
refiere. Las decisiones sociales consiguientes necesarias para cumplir la resolu-
ción del Banco Central del Uruguay, no generarán derechos de preferencia o de
acrecer (Ley Nº 16.060, de 4 de setiembre de 1989, artículos 326 a 330) ni tam-
poco derecho de receso (Ley Nº 16.060, citada, artículos 108, 109, 129, 130, 139,
166, 284, 319, 330 y 362 a 364 y concordantes), en beneficio del o de los accionis-
tas alcanzados por las antedichas resoluciones del Banco Central del Uruguay.
Si no se diera cumplimiento a las modificaciones en la estructura y composi-
ción del capital accionario requeridas en el plazo prudencial que hubiera fijado,
el Banco Central del Uruguay podrá anular los derechos de los accionistas alcan-
zados por el requerimiento (Ley Nº 16.060, de 4 de setiembre de 1989, artículo
319)
Texto dado por el artículo 5º de la ley Nº 17.613 de 27 de diciembre de 2002. El texto
original establecía: “Con respecto a las empresas e instituciones comprendidas en los artí-
culos 1º y 2º de esta ley, el Banco Central del Uruguay podrá:
a) Establecer un encaje mínimo obligatorio sobre los depósitos. El encaje sólo podrá
estar constituido por la tenencia efectiva de billetes y monedas en circulación, por depósitos
en el Banco Central del Uruguay y por la tenencia de metales preciosos;
b) Reglamentar las modalidades de captación de recursos;
c) Dictar normas generales e instrucciones particulares tendientes a mantener la li-
quidez y solvencia de las empresas, así como a limitar el riesgo que éstas pudieran asumir.”

Artículo 17.- Los Bancos deben organizarse bajo forma de sociedades anó-


nimas, excepto que sean sucursal de una sociedad extranjera. Las cooperativas
de intermediación financiera podrán ser autorizadas a transformarse en Bancos
cooperativos, en cuyo caso se les aplicará las mismas disposiciones de carácter
fiscal bancocentralistas que a los demás Bancos.
En materia de aportes a la seguridad social los Bancos cooperativos optarán
por continuar con el régimen que se le aplica a las cooperativas de ahorro y cré-
dito o pasar al correspondiente a los restantes Bancos.
1. Texto incorporado por el artículo 2º de la ley Nº 16.327 de 11 de noviembre de 1992.
2. El decreto 614/992 dispone en su artículo 4: “Los Bancos deben organizarse bajo
forma de sociedades anónimas, excepto que sean sucursales de una sociedad extranjera.
Las cooperativas de intermediación financiera podrán transformarse en Bancos Coo-
perativos, en cuyo caso se les aplicarán las mismas disposiciones de carácter fiscal y ban-
cocentralistas que a los demás bancos”.
Apéndice normativo 239

Artículo 17 bis.- Sólo los Bancos y las cooperativas de intermediación finan-


ciera podrán:
a) Recibir depósitos en cuenta corriente bancaria y autorizar que se gire con-
tra ellos mediante cheques.
b) Recibir depósitos a la vista.
c) Recibir de residentes depósitos a plazo.
d) Las cooperativas podrán asociarse con instituciones de similar naturaleza
pertenecientes a los países signatarios del Tratado de Asunción, en los términos
de la reglamentación que dicte el Banco Central del Uruguay.
El Banco Central del Uruguay podrá restringir las operaciones que los bancos
y las cooperativas de intermediación financiera pueden realizar en forma exclu-
siva, mediante el establecimiento de distintos tipos de habilitación.
1. El texto del inciso 1º fue dado por la ley Nº 16.327 de 11 de noviembre de 1992. El
texto original, que llevaba el artículo 17, disponía: “Sólo los Bancos podrán:
a) Recibir depósitos en cuenta corriente bancaria y autorizar que se gire contra ellos
mediante cheques;
b) Recibir depósitos a la vista;
c) Recibir de residentes, depósitos a plazo.
El Poder Ejecutivo, con el asesoramiento del Banco Central del Uruguay, determina-
rá las condiciones que deberán reunir los depósitos para ser considerados a la vista.
Asimismo, se faculta al Poder Ejecutivo a autorizar a recibir depósitos a la vista en
moneda extranjera, de no residentes, a otras empresas comprendidas en esta ley”.
2. El inciso final fue incorporado por el artículo 14º de la ley Nº 17.523 de 4 de agosto
de 2002.
3. El decreto 614/992 de 11 de diciembre de 1992 establece en su artículo 15: “A efec-
tos de lo dispuesto en el artículo 17 bis del decreto ley 15.322, en la redacción dada por el
artículo 2 de la ley 16.327, sólo se consideran depósitos a la vista aquellos cuya devolución
es exigible en cualquier momento a partir de su constitución. Los demás depósitos se con-
sideran a plazo”.

Artículo 18.- Las empresas comprendidas en el artículo 1º de esta ley que


realicen actividad de intermediación financiera, no podrán:
a) Realizar operaciones comerciales, industriales, agrícolas o de otra clase,
ajenas a su giro;
b) Conceder préstamos con garantía de su cuota de capital, o destinados a la
integración o ampliación del mismo;
c) Conceder créditos o avales a su personal superior, ya sea Directores, Síndi-
cos, Fiscales, asesores o personas que desempeñan cargos de dirección o gerencia
en las mismas, así como a empresas o a instituciones de cualquier naturaleza en
las que estas personas actúen en forma rentada u honoraria, como Directores,
Directivos, Síndicos, Fiscales o en cargos superiores ya sea en Dirección, Geren-
cia o Asesoría, sea esta situación directa o indirecta a través de personas físicas
o jurídicas de cualquier naturaleza;
d) Efectuar inversiones en acciones, obligaciones y otros valores emitidos por
empresas privadas. Podrán sin embargo, adquirir acciones o partes de capital
de instituciones financieras radicadas en el exterior del país o de empresas que
realicen las actividades previstas en el artículo 4º de esta ley, en ambos casos,
con autorización del Banco Central del Uruguay;
240 Ricardo Olivera García

e) Tener bienes inmuebles que no fueran necesarios para el uso justificado de


la institución y sus dependencias.
Se exceptúan de las prohibiciones establecidas en los literales a), d) y e) aque-
llas operaciones que las empresas realicen exclusivamente y por el tiempo in-
dispensable para la defensa o recuperación de sus créditos de acuerdo con las
normas que al respecto establezca el Banco Central del Uruguay. Asimismo, se
exceptúan de la prohibición establecida en el literal d) las operaciones de pre-
financiamiento de emisión de obligaciones o las de acciones que impliquen su
tenencia transitoria con fines de capitalización de la entidad emisora.
1. La ley Nº 17.513 de 30 de junio de 2002 dispone en su artículo 2: “Será aplicable al
Banco Hipotecario del Uruguay y al Banco de la República Oriental del Uruguay el artí-
culo 18, literal c) del Decreto-Ley Nº 15.322, de 17 de setiembre de 1982, sus concordantes
y modificativas.
La incompatibilidad dispuesta en el artículo 18, literal c) del Decreto-Ley Nº 15.322,
de 17 de setiembre de 1982, se mantendrá hasta un año después del abandono del cargo
por el funcionario correspondiente”.
2. El numeral tercero del artículo 27 de la ley Nº 9.808, de 2 de enero de 1939, en la
redacción dada por el artículo 2º de decreto-ley Nº 14.623, de 4 de enero de 1977, refirién-
dose a las facultades del Banco de la República Oriental del Uruguay, dispone: “Asimismo
podrá adquirir acciones de sociedades anónimas constituirlas o participar en ellas, a los
efectos de cumplir directamente o por intermedio de las mismas negocios que se correspon-
dan con el giro financiero o bancario”.
3. La ley Nº 16.749 de 30 de mayo de 1996 dispone en su artículo 47: “Las empresas
comprendidas en los Artículos 1º y 2º del Decreto-Ley 15.322, de 17 de setiembre de 1982,
con las modificaciones introducidas por la Ley 16.327, de 11 de noviembre de 1992, que
realicen actividades de intermediación financiera, podrán efectuar inversiones en obliga-
ciones negociables objeto de oferta pública.
El Banco Central del Uruguay, sin perjuicio de lo dispuesto por el Decreto-Ley citado,
limitará y controlará dichas inversiones en las condiciones que determine la reglamenta-
ción.”
4. El decreto Nº 614/992 de 11 de diciembre de 1992 establece en su artículo 16 que
“Para la interpretación de lo dispuesto en el artículo 18, apartado c) de la ley 15.322, re-
girá lo dispuesto en el decreto 166/984 de 4 de mayo de 1984”. El decreto 166/984 de 4 de
mayo de 1984 reglamenta la prohibición de otorgamiento de créditos al personal superior
y a empresas vinculadas”.
5. El decreto Nº 614/992 de 11 de diciembre de 1992 establece en su artículo 24: “Los
recursos aplicados por las empresas de intermediación financiera en la adquisición de ac-
ciones o partes de capital de instituciones financieras radicadas en el exterior, de empresas
de intermediación financiera externa y de bancos de inversión no podrán ser computados
a efectos de cumplir con los indicadores de solvencia y otras relaciones técnicas requeridas
por el Banco Central del Uruguay”.

Artículo 19.- Todas las instituciones públicas, estatales o no estatales, debe-


rán efectuar sus depósitos en los bancos del Estado.
El Poder Ejecutivo, por resolución fundada, podrá autorizar excepciones.
Apéndice normativo 241

CAPITULO V
Responsabilidad y Sanciones
Artículo  20.- Las personas privadas que infrinjan las leyes y decretos que
rijan la intermediación financiera o las normas generales de instrucciones par-
ticulares dictadas por el Banco Central del Uruguay, podrán ser pasibles de las
siguientes medidas sin perjuicio de la denuncia penal si correspondiera:
• Observación;
• Apercibimiento;
• Multas de hasta el 50% (cincuenta por ciento) de la responsabilidad patrimo-
nial neta mínima establecida para el funcionamiento de los bancos;
• Intervención, la que podrá ir acompañada de la sustitución total o parcial de
las autoridades. Cuando la intervención vaya acompañada de la sustitución
total de autoridades, implicará la caducidad de todas las comisiones o man-
datos otorgados por ellas y la suspensión, durante veinte días hábiles, de todo
tipo de plazo que pueda correrle a la empresa intervenida;
• Suspensión total o parcial de actividades con fijación expresa de plazo;
• Revocación de la autorización para funcionar.
Las medidas previstas en los numerales 1º) a 6º) serán aplicadas por el Banco
Central del Uruguay.
Las medidas establecidas en los numerales 4º) y 5º) así como las demás res-
pecto de la señalada en el numeral 3º) serán acumulables.
La revocación de la autorización para funcionar será resuelta por el Poder
Ejecutivo y deberá contar además en forma concurrente con expreso consenti-
miento en tal sentido del Banco Central del Uruguay. Ello sin perjuicio de la
facultad de este último órgano público de proponer dicha revocación al Poder
Ejecutivo por razones de legalidad o de interés público.
El Banco Central del Uruguay pondrá en conocimiento del Poder Ejecutivo
las infracciones a las leyes y decretos que rijan la intermediación financiera o a
las normas generales e instrucciones particulares que hubiera dictado, cometi-
das por instituciones estatales, así como las resoluciones dictadas en aplicación
de lo dispuesto en el inciso siguiente, a fin de que considere la adopción de recti-
ficaciones sobre la gestión o los actos de la institución infractora, o de correctivos
sobre los miembros de su Directorio, de conformidad con el artículo 197 de la
Constitución de la República.
Las instituciones infractoras serán pasibles de las medidas previstas en los
numerales 1), 2) y 3) del inciso primero de este artículo”.
Las remisiones de la legislación vigente al artículo 20 del Decreto-Ley Nº
15.322, de 17 de setiembre de 1982, en la redacción dada por el artículo 2º de la
Ley Nº 16.327, de 11 de noviembre de 1992, se entenderán referidas a la redac-
ción que se le atribuye por este artículo.
[Los tres últimos incisos fueron incorporados por el artículo 6º de la ley Nº 17.613 de
27 de diciembre de 2002].

Artículo 21.- Toda vez que el Banco Central del Uruguay presuma que una
persona física o jurídica está ejerciendo la actividad a que se refiere el artícu-
242 Ricardo Olivera García

lo 1º de esta ley, podrá exigirle la presentación dentro de diez días, de documentos
y otras pruebas o informaciones a efectos de comprobar la índole de su actividad.
La omisión de poner dichos elementos de juicio a disposición del Banco Cen-
tral del Uruguay en el plazo señalado constituirá presunción simple de haber
realizado actividad de intermediación financiera sin autorización.
Basado en esa presunción el Banco Central del Uruguay podrá, sin perjuicio
de la aplicación de las medidas establecidas en el artículo 20, ordenar por reso-
lución fundada el cese de cualquiera de las actividades previstas en el artículo 1º
llevadas a cabo sin autorización. En caso de no acatarse la orden de cese, el Ban-
co Central del Uruguay lo comunicará al Poder Ejecutivo quien podrá ordenar la
clausura temporal o definitiva de las empresas en infracción.
Artículo 22.- El Banco Central del Uruguay podrá solicitar medidas de no in-
novar ante Juez competente, quien deberá pronunciarse dentro de las 24 horas.
Serán responsables de desacato los directores, gerentes o administradores en
virtud de cuyas decisiones se haya alterado la situación que se ordenó mantener
incambiada
Artículo 23.- Los representantes, directores, gerentes, administradores,
mandatarios, síndicos y fiscales de las empresas de intermediación financiera
comprendidas en la presente ley, que actúen con negligencia en el desempeño
de sus cargos, o aprueben o realicen actos o incurran en omisiones que puedan
implicar o impliquen la aplicación de las sanciones previstas en los numerales 3º)
a 7º) del artículo 20 de la presente ley, podrán ser pasibles de multas entre UR
100 (cien unidades reajustables) y UR 10.000 (diez mil unidades reajustables) o
inhabilitados para ejercer dichos cargos hasta por diez años, por el Banco Cen-
tral del Uruguay.
También podrán ser inhabilitados para el ejercicio de dichos cargos los con-
cursados comerciales y civiles, los inhabilitados para ejercer cargos públicos, los
deudores morosos de empresas de intermediación financiera y los inhabilitados
para ser titulares de cuentas corrientes.
 La aplicación de la inhabilitación deberá resolverse previa instrucción de un
sumario, que no se considerará concluido hasta tanto el imputado haya tenido
oportunidad de presentar sus descargos y articular su defensa.
La aplicación de la multa deberá resolverse previa vista de las respectivas
actuaciones al interesado por diez días hábiles.
1. El texto del primer inciso está dado por el artículo 7º de la ley Nº 17.613 de 27 de
diciembre de 2002. El texto de los restantes incisos está dado por el artículo 2 de la ley Nº
16.327 de 11 de noviembre de 1992.
El texto original establecía: El texto original del inciso 1º establecía: “Los Represen-
tantes, Directores, Gerentes, Administradores, Mandatarios, Síndicos y Fiscales de las
empresas privadas comprendidas en esta ley, que en el desempeño de sus cargos aprueben
o realicen actos o incurran en omisiones que impliquen la aplicación de las sanciones pre-
vistas en los numerales 3º a 6º del artículo 20 de esta ley, podrán ser inhabilitados para
ejercer dichos cargos hasta por diez años por el Banco Central del Uruguay.
La aplicación de la inhabilitación deberá resolverse previa instrucción de un suma-
rio, que no se considerará concluido hasta tanto el imputado no haya tenido oportunidad
de presentar sus descargos y articular su defensa. El acto de la aplicación de la inhabilita-
Apéndice normativo 243

ción que deberá ser fundado, podrá ser objeto de la jurisdicción contencioso administrativa
y reparatoria”.
2. El artículo 9 de la ley Nº 17.613 de 27 de diciembre de 2002 establece: “Declárase
de necesidad pública la expropiación por el Estado de las acciones de las empresas de
intermediación financiera con actividad suspendida y cuyos propietarios hayan sido san-
cionados de conformidad con el artículo 23 del Decreto-Ley N° 15.322, de 17 de setiembre
de 1982 y sus modificativas”.

Artículo 24.- El Banco Central del Uruguay por resolución fundada, podrá


solicitar como medida cautelar ante el Juzgado competente, quien decretará de
plano y sin más trámite, el embargo sobre los bienes, créditos, derechos y accio-
nes de las empresas privadas comprendidas en esta ley, cuya estabilidad econó-
mica o financiera, estuviera afectada y sobre los de aquellas personas físicas o ju-
rídicas que, en nombre propio o integrando el Directorio de dichas instituciones
o el de otras sociedades, hubieran participado en operaciones presuntivamente
dolosas que directa o indirectamente pudieran haber contribuido a provocar el
desequilibrio señalado.
El Juzgado podrá disponer el levantamiento del embargo cuando considerare
insuficientes los fundamentos aportados por el Banco Central del Uruguay o
cuando en el plazo de sesenta días no se aportara la prueba de los hechos que le
dieron mérito o cuando el embargado acredite, en cualquier momento la inexis-
tencia de los hechos que motivaron la medida.

Capítulo VI
SECRETO PROFESIONAL
Artículo 25.- Las empresas comprendidas en los artículos 1º y 2º de esta
ley no podrán facilitar noticia alguna sobre los fondos o valores que tengan en
cuenta corriente, depósito o cualquier otro concepto, pertenecientes a persona
física o jurídica determinada. Tampoco podrán dar a conocer informaciones con-
fidenciales que reciban de sus clientes o sobre sus clientes. Las operaciones e in-
formaciones referidas se encuentran amparadas por el secreto profesional y sólo
pueden, ser reveladas por autorización expresa y por escrito del interesado o por
resolución fundada de la Justicia Penal o de la Justicia competente si estuviera
en juego una obligación alimentaria y en todos los casos, sujeto a las responsa-
bilidades más estrictas por los perjuicios emergentes de la falta de fundamento
de la solicitud.
No se admitirá otra excepción que las establecidas en esta ley.
Quienes incumplieren el deber establecido en este artículo, serán sancionados
con tres meses de prisión a tres años de penitenciaría.
1. El decreto reglamentario 614/992 de 11 de diciembre de 1992 dispone en su artí-
culo 17: “El deber de secreto profesional, consagrado en el artículo 25º de la ley 15.322 de
17 de setiembre de 1982, alcanza además de las empresas, a todas las personas físicas que
en virtud de las tareas que desempeñen, relacionadas con la organización, funcionamiento
y contralor de las empresas de intermediación financiera, tengan acceso a las operaciones
e informaciones a que se refiere la disposición legal citada, cualquiera sea la naturaleza
jurídica del vínculo que una a tales personas físicas con los titulares de las empresas de
intermediación financiera, incluyendo a los auditores externos abocados a las mismas.
244 Ricardo Olivera García

Declárase que no es violatorio del deber de secreto profesional, consagrado por el ar-
tículo 25º de la ley 15.322 de 17 de setiembre de 1982, el conocimiento de las operaciones
e informaciones cubiertas por el secreto que las personas físicas, referidas en el artículo
anterior, adquieran necesariamente en el cumplimiento de sus tareas relacionadas con las
empresas de intermediación financiera”.
2. La ley Nº 15.799 de 30 de diciembre de 1985dispuso que no regirán en vía judicia-
llas limitaciones probatorias establecidas en el artículo 25 del decreto-ley Nº 15.322 en los
procedimientos de rebaja de alquiler. (arts. 16 a 19 y 63 del decreto-ley Nº 14.219 de 4 de
julio de 1974 y art. 7 de la ley Nº 15.799).
3. La ley Nº 16.696 de 30 de marzo de 1995 dispone en su artículo 22: “El Banco es-
tará obligado a guardar secreto, en los términos establecidos en el artículo 25 del Decreto
Ley Nº 15.322, de 17 de setiembre de 1982, cuando ejerza actividad financiera. En todos
los demás casos los miembros del Directorio deberán ajustar la divulgación de sus infor-
maciones y opiniones a las reservas propias de la materia objeto de competencia del Banco,
sin perjuicio de su inherente transparencia pública propia de la responsabilidad que les
compete”.
La misma ley Nº 16.696 dispone en su artículo 23: “Los funcionarios del Banco tienen
el deber de guardar el más estricto secreto y la más absoluta reserva sobre cada uno de los
asuntos bancarios que lleguen a su conocimiento en el ejercicio o en ocasión del ejercicio de
sus funciones, bajo la más severa responsabilidad administrativa, civil, y penal, si fuere
del caso (artículo 25 “in fine” del Decreto Ley Nº 15.322, de 17 de setiembre de 1982, y ar-
tículo 163 del Código Penal)”.
4. La ley Nº 17.948 de 8 de enero de 2006 dispone en su artículo 1º: “El secreto profe-
sional instituido por el artículo 25 del Decreto-Ley Nº 15.322, de 17 de setiembre de 1982,
ampara exclusivamente las operaciones bancarias pasivas que realizan las instituciones
de intermediación financiera y toda otra operación en la que éstas asumen la condición
de deudores, depositarios, mandatarios o custodios de dinero o de especie respecto de sus
clientes, sin perjuicio del amparo de toda la información confidencial recibida del cliente
-tanto en relación a operaciones pasivas como activas- comprendida también en la citada
norma”.
5. La ley Nº 18.083 de 27 de diciembre de 2006 de Reforma Tributaria, consagra va-
rias disposiciones en materia de secreto profesional.
El artículo 53 (levantamiento voluntario del secreto bancario) dispone: “La Dirección
General Impositiva (DGI) podrá celebrar acuerdos con los contribuyentes en los que éstos
autoricen, para un período determinado, la revelación de operaciones e informaciones am-
paradas en el secreto profesional a que refiere el artículo 25 del Decreto-Ley Nº 15.322, de
17 de setiembre de 1982.
La autorización conferida por los contribuyentes en los términos del inciso anterior
tendrá carácter irrevocable y se entenderá dirigida a todas las empresas comprendidas en
los artículos 1º y 2º del Decreto-Ley Nº 15.322, de 17 de setiembre de 1982.
Para quienes otorguen la autorización referida en el inciso anterior, la DGI podrá
reducir el término de prescripción de sus obligaciones tributarias. En tal caso, los términos
de cinco y diez años establecidos por el artículo 38 del Código Tributario, podrán reducirse
a dos y cuatro años respectivamente”.
El artículo 54 (levantamiento del secreto bancario) dispone: “Cuando la adminis-
tración tributaria presente una denuncia fundada al amparo del artículo 110 del Código
Tributario, y solicite en forma expresa y fundada ante la sede penal el levantamiento del
secreto bancario a que refiere el artículo 25 del Decreto-Ley Nº 15.322, de 17 de setiembre
de 1982, las empresas comprendidas en los artículos 1º y 2º de dicha norma quedarán
relevadas de la obligación de reserva sobre las operaciones e informaciones que estén en
su poder, vinculadas a las personas físicas y jurídicas objeto de la solicitud, siempre que
Apéndice normativo 245

no medie en un plazo de treinta días hábiles, pronunciamiento en contrario del Fiscal


competente o del Juez de la causa. En tal hipótesis, el levantamiento del referido secreto
alcanzará exclusivamente a las operaciones en cuenta corriente y en caja de ahorro.
Transcurrido el plazo a que refiere el inciso anterior, o mediando resolución judicial
expresa favorable en las condiciones generales del artículo 25 del Decreto-Ley Nº 15.322,
la Sede dará curso a la solicitud comunicando dicha determinación al Banco Central del
Uruguay, el que a su vez recabará de los sujetos regulados la información que pueda existir
en poder de éstos”.
El artículo 55 (alcance del secreto bancario) dispone: “Interprétase que no está in-
cluida en el secreto profesional a que refiere el artículo 25 del Decreto-Ley Nº 15.322, de
17 de setiembre de 1982, la información que la administración tributaria solicite a las
instituciones de intermediación financiera comprendidas en dicha norma, en relación a las
obligaciones tributarias originadas en su condición de contribuyentes. Dicha información
no podrá ser utilizada por la Administración en relación a terceros”.

Capitulo VII
BOLSAS DE VALORES, MERCADOS A TÉRMINO,
COMPAÑÍAS DE SEGUROS
Artículo 26.- Derogado por la Ley Nº 16.749 de 30 de mayo de 1996.
El texto original establecía: “El Banco Central del Uruguay podrá reglamentar y con-
trolar la organización y el funcionamiento de los mercados a término. La organización y
el funcionamiento de las bolsas de valores serán reglamentados por el Poder Ejecutivo con
asesoramiento del Banco Central del Uruguay”.

Artículo 27.- El Banco Central del Uruguay podrá reglamentar y controlar


la actividad financiera de las empresas de seguros.
La actividad de seguros fue desmonopolizada del Banco de Seguros del Estado por
ley Nº16.426 de 14 de octubre de 1993, la cual consagró la libre elección de las empresas
aseguradoras para la celebración de contratos de seguros contra todos los riesgos. Esta ley
fue reglamentada por el decreto 354/994 de 17 de agosto de 1994.

Capítulo VIII
DE LAS COOPERATIVAS DE AHORRO Y CRÉDITO
Artículo 28.- Las empresas comprendidas en esta ley que se organicen como
sociedades cooperativas se regirán además y en lo pertinente, por lo dispuesto
en los artículos 1º a 9º, inciso 1º y 14 de la ley 10.761, de 15 de agosto de 1946 no
rigiendo para estas cooperativas la prohibición establecida en el artículo 11 del
decreto de 5 de marzo de 1948.
Dichas sociedades gozarán del plazo de 24 meses para adecuarse a las dispo-
siciones de esta ley.
La prohibición establecida en el literal c) del artículo 18 de esta ley no se aplicará a
los socios que integren cargos de dirección, fiscalización o asesoramiento de las empresas
a que se refiere este artículo.

Artículo 29.- Las cooperativas de ahorro y crédito no comprendidas en las


disposiciones de esta ley, en cuanto no reciben depósitos de sus socios ni de ter-
246 Ricardo Olivera García

ceros, se regirán por lo dispuesto en los artículos 1º a 9º, 10 inciso 1º y 14 de la


ley 10.761, de 15 de agosto de 1946, no rigiendo para estas cooperativas, la pro-
hibición establecida en el artículo 11 del decreto de 5 de marzo de 1948.
Artículo 30.- Las sociedades a que refiere este Capítulo mantendrán las exo-
neraciones tributarias vigentes para el régimen cooperativo.
[El párrafo final de este artículo fue derogado por el artículo 5º de la ley Nº 16.327 de
11 de noviembre de 1992].

Capítulo IX
DISPOSICIONES TRANSITORIAS
Artículo 31.- El Poder Ejecutivo podrá fijar el plazo de que dispondrán las
casas bancarias en funcionamiento para adecuarse a lo establecido en el artícu-
lo 3º de esta ley o disolverse y liquidarse. Dicho plazo no podrá ser inferior a diez
años a partir de la vigencia de la presente ley.
Las casas bancarias que cambien de denominación o que se disuelvan y li-
quiden dentro del plazo de dos años a partir de la vigencia de la presente ley,
estarán exoneradas de los tributos que se generen a esos fines.
Igual exoneración gozarán las adjudicaciones de bienes que se hagan a los
socios o accionistas en pago de sus haberes dentro del plazo referido en el inciso
anterior.
Artículo 32.- Los recursos que integran el Fondo Especial de Garantías crea-
do por el artículo 9º de la ley 13.330, de 30 de abril de 1965, serán vertidos en la
cuenta Tesoro Nacional.
Artículo 33.- Las empresas comprendidas en el artículo 1º autorizadas a fun-
cionar con anterioridad a la fecha de promulgación de esta ley, deberán regu-
larizar las situaciones existentes que colidan con la prohibición establecida en
el literal c) del artículo 18 antes del 31 de diciembre de 1982. Dichos créditos, o
avales deberán ser convertidos a dólares americanos a la cotización cambiaria
establecida por el Banco Central del Uruguay al 27 de agosto de 1982, generando
la tasa media de interés del mercado de operaciones corrientes del crédito ban-
cario vigente a dicha fecha.

Capítulo X
DEROGACIONES
Artículo 34.- Deróganse las siguientes leyes: 9.756, de 10 de enero de 1938; 10.421,
de 16 de abril de 1943; 11.885, de 2 de diciembre de 1952; 12.373, de 15 de enero de
1957; 13.330, de 30 de abril de 1965; artículo 37 de la ley 13.608, de 8 de setiembre de
1967;  artículo 82 de la ley 13.728, de 17 de diciembre de 1968, 13.988, de 19 de julio
de 1971 (salvo el inciso tercero de su artículo 2º en la redacción dada por el artículo 1º de
la  ley 14.919, de 15 de agosto de 1979 y elartículo 6º, siempre que las cooperativas se
organicen de acuerdo con lo dispuesto por las leyes 13.988 o 10.761, de 15 de agosto de
1946); inciso segundo del literal E) del artículo 68 de la ley 14.306, de 29 de noviembre
de 1974 (Código Tributario); y 15.207, de 6 de noviembre de 1981.
Apéndice normativo 247

Capítulo XI
SITUACIÓN DE CRISIS EN LAS INSTITUCIONES FINANCIERAS
MEDIDAS PREVENTIVAS Y LIQUIDACIÓN ADMINISTRATIVA
Capítulo incorporado por la ley Nº 16.327 de 11 de noviembre de 1992

Artículo 35.- Será, además, función del Banco Central del Uruguay la adop-
ción de medidas preventivas que pueden llegar a la intervención o a la inmediata
suspensión de actividades de las instituciones comprendidas en el artículo 1º de
la presente ley, informando a la brevedad al Poder Ejecutivo. Para las actua-
ciones de esta índole podrá solicitar el auxilio de la fuerza pública, si ello fuere
necesario.
Artículo 36.- El Banco actuará como prestamista de última instancia res-
pecto de las instituciones de intermediación financiera y, en tal carácter, en los
términos y condiciones que el Directorio determine, podrá comprar, vender, des-
contar y redescontar a las instituciones de intermediación financiera:
a) Letras de cambio, vales y pagarés girados o ejecutados con fines comer-
ciales, industriales o agrícolas, que lleven dos o más firmas autorizadas, de las
cuales por lo menos una sea la de una institución de intermediación financiera y
que venzan dentro de los ciento ochenta días siguientes a la fecha de su adquisi-
ción por el Banco.
b) Letras de Tesorería u otros valores emitidos o garantizados por el Go-
bierno, que formen parte de una emisión pública y que venzan dentro de los tres-
cientos sesenta y cinco días siguientes a la fecha de su adquisición por el Banco.
c) Valores emitidos por el Banco Central del Uruguay.
La ley Nº 16.696 de 30 de marzo de 1995 dispone en su artículo 36: “(Préstamos de
última instancia). El Banco actuará como prestamista en casos extremos respecto de las
instituciones de intermediación financiera y, en tal carácter, en los términos y condiciones
que el Directorio determine por unanimidad de sus miembros podrá comprar, vender, des-
contar y redescontar a las instituciones de intermediación financiera:
A) Letras de cambio, vales y pagarés girados o ejecutados con fines comerciales, in-
dustriales o agrícolas, que lleven dos o más firmas autorizadas, de las cuales, por lo menos
una sea la de una institución de intermediación financiera y que venzan dentro de los
ciento ochenta días siguientes a la fecha de su adquisición por el Banco;
B) Letras de Tesorería u otros valores emitidos o garantizados por el Poder Ejecuti-
vo, que formen parte de una emisión pública y que venzan dentro de los trescientos sesenta
y cinco días siguientes a la fecha de su adquisición por el Banco;
C) Valores emitidos por el Banco Central del Uruguay.
Las operaciones referidas en el literal A) deberán contar con la garantía personal o
real, de solvencia comprobada, por parte del Banco asistido, y no podrán superar el monto
de su patrimonio neto”.

Artículo 37.- Asimismo, y en igual carácter, el Banco podrá en las condicio-


nes que en cada caso determine el Directorio, conceder adelantos a las institu-
ciones de intermediación financiera, por plazos no superiores a los noventa días,
siempre que ellos sean adecuadamente garantizados por:
a) Algunos de los instrumentos previstos en el artículo anterior.
248 Ricardo Olivera García

b) Cualquier otro valor emitido o garantizado por el Poder Ejecutivo y que


forme parte de una emisión pública.
c) Certificados de depósitos y documentos de título emitidos con respecto a
productos básicos y otros bienes debidamente asegurados.
d) Tenencias de los activos que el Banco pueda legítimamente comprar,
vender o negociar.
e) En casos excepcionales, el Banco podrá, asimismo, realizar tales adelan-
tos con garantías reales distintas a las previstas en este artículo o con garantía
personales. La resolución respectiva deberá contar con el voto conforme de la
unanimidad de los miembros del Directorio del Banco.
La ley Nº 16.696 de 30 de marzo de 1995 dispone en su art. 37: “(Adelantos de asis-
tencia financiera). Asimismo, y en igual carácter, el Banco podrá en las condiciones que
en cada caso determine el Directorio, conceder adelantos financieros a las instituciones de
intermediación financiera, por plazos no superiores a los noventa días, siempre que ellos
sean adecuadamente garantizados por:
A) Alguno de los instrumentos previstos en el artículo 36;
B) Por cualquier otro valor emitido o garantizado por el Poder Ejecutivo y que forme
parte de una emisión pública;
C) Certificados de depósito y documentos de títulos emitidos con respecto a productos
básicos y otros bienes debidamente asegurados;
D) Tenencia de los activos que el Banco puede legítimamente comprar, vender o nego-
ciar conforme al literal D) del artículo 27 de la presente Ley”.

Artículo 38.- Las operaciones previstas en el literal A) el artículo 36 y en


los literales A) y E) del artículo 37 de la presente ley, en su conjunto, no podrán
superar un monto equivalente al 100%(cien por ciento) de la responsabilidad
patrimonial neta de la institución asistida.
El artículo 18 del decreto Nº 614/992 de 11 de diciembre de 1992 establece: “Declárase que no
se encuentra comprendida por el régimen previsto en los artículos 37 y 38 del decreto ley 15.322 en la
redacción dada por el artículo 4 de la ley 16.327, la apertura de líneas de crédito que autorice el
Banco Central del Uruguay a las empresas de intermediación financiera, para facilitar el adecuado
funcionamiento de las operaciones interbancarias, hasta un monto que no supero el 25% de la respon-
sabilidad patrimonial neta respectiva”.

Artículo 39.- En caso que una institución de intermediación financiera hu-


biese sido destinataria de la asistencia prevista en los artículos 36 y 37 de la
presente ley y solicitare prórroga del crédito recibido, por encima de los plazos
pactados originariamente, deberá presentar ante el Banco un plan de recupera-
ción y el Directorio podrá acceder a la prórroga gestionada, requiriéndose para
ello el voto conforme de todos sus miembros.
Artículo 40.- En caso que la empresa intervenida haya recuperado su solven-
cia, el Banco Central del Uruguay estará facultado a reincorporarla a sus titula-
res, pudiendo exigir las cautelas y garantías que estime necesarias en cada caso.
Al operarse la citada reincorporación a los titulares, el Banco Central del
Uruguay verificará efectivamente la previa recuperación de todos los préstamos
y adelantos que hubiera realizado y de los costos incurridos en el proceso de la
intervención.
Apéndice normativo 249

Cuando la intervención haya sido declarada por el mal desempeño de las


funciones de los Directores, si se procediera a la venta de la entidad intervenida
no podrán ser adquirentes las personas integrantes o representantes del grupo
accionario mayoritario que hubiera participado de la administración o dirección
de la entidad intervenida, así como las entidades formales o integradas, total o
parcialmente por tales personas o por las sociedades controladoras, controladas
o vinculadas con ellas.
Artículo 41.- El Banco Central del Uruguay será liquidador, en sede admi-
nistrativa, de las empresas integrantes del sistema de intermediación financiera
y de sus respectivas colaterales. A tales efectos, determinará las empresas que
se consideran colaterales.
El Banco Central del Uruguay ejercerá sus potestades como liquidador de
entidades de intermediación financiera con la finalidad primordial de proteger el
ahorro por razones de interés general.
1. Texto dado por el artículo 13 de la ley Nº 17.613 de 27 de diciembre de 2002.
2. La ley Nº 17.613 regula a continuación las potestades del Banco Central del Uru-
guay como liquidador de sociedades de intermediación financiera:
“Artículo 14. La disolución de las sociedades y el consiguiente estado de liquidación
serán declarados por el Banco Central del Uruguay, en los casos en que proceda conforme
a la legislación vigente en materia de sociedades de intermediación financiera y la demás
aplicable a las sociedades anónimas. La liquidación se regirá por las disposiciones de la
presente ley, y subsidiariamente y en lo pertinente por las normas de liquidación de socie-
dades anónimas.
Compete al Banco Central del Uruguay, como liquidador, la verificación de créditos,
la definición de masa solvente e insolvente, la conversión de obligaciones en moneda nacio-
nal o extranjera o en unidades reajustables u otros procedimientos de actualización mone-
taria, la determinación del orden de preferencia en los pagos, el prorrateo de los fondos y
demás competencias que sean necesarias para el logro de sus fines.
Los actos del Banco Central del Uruguay previstos en el inciso precedente y sus ante-
cedentes se pondrán de manifiesto por el término de diez días hábiles, lo que se hará saber
por edictos publicados en el Diario Oficial y en dos diarios de circulación nacional. Venci-
do el término de diez días, se considerarán notificados a todos los interesados, a los efectos
del inciso primero del artículo 317 de la Constitución de la República. Dentro del término
de diez días previsto en la disposición constitucional recién citada, deberá deducirse cual-
quier reclamación contra esos actos, incluso las que deriven de la invocación de nulidad o
anulabilidad de actos anteriores de la sociedad en liquidación.
Artículo 15. El Banco Central del Uruguay, como liquidador, dispondrá de los más
amplios poderes de administración y disposición, sin limitaciones de especie alguna, sobre
los bienes, acciones, derechos y obligaciones de las sociedades o empresas comprendidas en
la liquidación, a cuyo efecto podrá levantar los embargos e interdicciones trabadas.
En su carácter de liquidador, el Banco Central del Uruguay tendrá las facultades
necesarias para la mejor gestión y recuperación de los créditos contra terceros, incluyendo
la de efectuar quitas y esperas, renovar créditos y celebrar acuerdos de pago referidos a
los créditos, y mantener operativas las carteras de tarjetas de crédito y similares según la
reglamentación que establecerá el propio Banco Central del Uruguay; debiendo adoptar
la solución que en cada caso posibilite la mejor recuperación en beneficio de la masa en
atención a las circunstancias.
250 Ricardo Olivera García

Las resoluciones consentidas o definitivas del Banco Central del Uruguay dictadas en
su calidad de liquidador por las cuales se liquiden créditos de las empresas en liquidación
contra terceros, constituirán título ejecutivo.
Artículo 16. El Banco Central del Uruguay, en su carácter de liquidador, podrá dispo-
ner que con activos y pasivos del intermediario en liquidación que a tal efecto determine, se
constituyan uno o más fondos de recuperación de patrimonios bancarios, que se regirán en
lo pertinente por la Ley N° 16.774, de 27 de setiembre de 1996 y su modificativa N° 17.202,
de 24 de setiembre de 1999.
Los fondos de recuperación de patrimonios bancarios estarán constituidos por el
aporte de créditos contra la sociedad en liquidación, invertidos en los créditos de la misma
sociedad contra terceros; no regirán a estos efectos los requisitos de homogeneidad o ana-
logía ni de garantía contenidos en el inciso primero del artículo 30 de la Ley N° 16.774,
de 27 de setiembre de 1996, en la redacción dada por el artículo 1° de la Ley N° 17.202, de
24 de setiembre de 1999. Los créditos contra la sociedad se transformarán en aportes al
fondo por su importe calculado con valor a la fecha de constitución del fondo de acuerdo a
lo pactado originariamente con la sociedad de intermediación, o en su caso de conformidad
con lo previsto en el artículo 19 de la presente ley, y sus titulares serán cuotapartistas del
patrimonio de afectación a prorrata de ese monto. Podrán emitirse cuotapartes de condo-
minio, de crédito o mixtas, según se establezca en el reglamento respectivo. Los deudores
de la sociedad de intermediación financiera pasarán a serlo del patrimonio de afectación
en las condiciones pactadas con la entidad en liquidación.
Los reglamentos de los fondos de recuperación de patrimonios bancarios podrán es-
tablecer los tipos de medios de pago o valores que los cuotapartistas recibirán en virtud de
sus cuotas.
El Banco Central del Uruguay publicará la constitución del fondo de recuperación en
el Diario Oficial y en dos diarios de circulación nacional. Con esa publicación, se entende-
rán transferidos al fondo de pleno derecho, en la fecha de la última publicación, todos los
derechos y obligaciones, sus títulos y garantías, que ya sea como aportes al fondo de recu-
peración o como el objeto de su inversión, resultaren de su constitución, transferencia que
se hará constar expresamente en todas las publicaciones; y desde ese momento, todas las
referencias documentales y registrales relativas a los derechos y obligaciones transferidos
al fondo de recuperación se entenderán hechas a éste.
La denominación del fondo de recuperación permitirá identificar su origen en las
operaciones de la institución intermediaria de la cual procede.
Los patrimonios de los fondos de recuperación de patrimonios bancarios no respon-
derán por las deudas de los cuotapartistas, de las sociedades administradoras o deposita-
rias, ni por las demás deudas de la sociedad de intermediación financiera en liquidación.
Artículo 17. El Banco Central del Uruguay podrá administrar por sí los fondos a que
refiere el artículo anterior, o encomendar esa administración o la de activos incluidos en el
fondo mediante un procedimiento competitivo a una institución bancaria, o a una de las
sociedades reguladas por los artículos 5° y siguientes de la Ley N° 16.774, de 27 de setiem-
bre de 1996. La remuneración de la entidad administradora será con cargo a los fondos
administrados; su monto se acordará con el Banco Central del Uruguay.
Al encomendarle la administración, el Banco Central del Uruguay determinará las
facultades de que el administrador del fondo estará investido para la mejor gestión y
recuperación de los créditos contra terceros, pudiendo incluir la de efectuar quitas y espe-
ras, renovar créditos y celebrar acuerdos de pago referidos a los créditos, y vender como
universalidades o formando parte de ellas activos o pasivos comprendidos en el fondo que
a tal efecto determine; debiendo adoptar la solución que en cada caso posibilite la mejor
recuperación en beneficio del fondo en atención a las circunstancias del caso.
Apéndice normativo 251

La responsabilidad de los administradores de fondos de recuperación de patrimonios


bancarios se regirá, según corresponda, por los artículos 24 y 25 de la Constitución de la
República, o por lo dispuesto en el artículo 11 de la Ley N° 16.774, de 27 de setiembre de
1996.
Artículo 18. En el mismo carácter de liquidador, el Banco Central del Uruguay podrá
vender como universalidades, cuotas partes del patrimonio de las sociedades en liquida-
ción que a tal efecto determine, pudiendo incluir activos líquidos. Las ventas se realizarán
por el procedimiento competitivo que determine el Banco Central del Uruguay por razones
de buena administración, respetando los principios de igualdad de los interesados y publi-
cidad, y se adjudicarán al oferente que proponga la mejor contraprestación.
Si activos o pasivos comprendidos en la o las cuotas vendidas se hubieran incluido en
un fondo de recuperación de patrimonios bancarios de los previstos en el artículo 16 de la
presente ley, el Banco Central del Uruguay, como liquidador, o en su caso el administrador
del fondo conforme al inciso segundo del artículo anterior, podrá proceder a desglosarlos
del mismo y transferirlos al comprador en la forma que corresponda conforme a derecho,
siempre que se mantenga razonablemente la proporción entre aportes y activos del fondo
existente al momento de su constitución, ya sea volcando el precio percibido en el fondo de
recuperación que esos activos y pasivos integraban, o mediante otra compensación, todo
ello apreciado conforme a las reglas de contabilización y valoración de activos y pasivos de
las entidades de intermediación financiera del Banco Central del Uruguay y, en su defecto,
las demás generalmente admitidas.
A los efectos del inciso anterior, no regirá para la sociedad administradora del fondo
de recuperación de patrimonios bancarios o de activos incluidos en él, la prohibición del
inciso primero del artículo 12 de la Ley N° 16.774, de 27 de setiembre de 1996.
Artículo 19. Con la finalidad de transferir los respectivos pasivos a otro intermediario
financiero, de aportarlos para la constitución de un fondo de recuperación de los previstos
en el artículo 16 de la presente ley, o de desglosarlos de un fondo ya constituido respetando
la proporción entre aportes y activos prevista en el inciso segundo del artículo 18 de esta
ley, el Banco Central de Uruguay en su carácter de liquidador y el intermediario financie-
ro destinatario de esa transferencia, o en su caso y en su lugar el administrador del fondo,
podrán proyectar de común acuerdo, para proponerlos a los acreedores de la sociedad en
liquidación o a categorías determinadas de ellos, acuerdos colectivos de sustitución de deu-
dor, de quitas o reprogramación de los vencimientos de sus créditos con el nuevo deudor,
de aportación de sus créditos a la constitución de fondos de inversión, de capitalización de
sus créditos, o de tales soluciones acumulativamente. Las propuestas podrán contemplar
soluciones diferenciales en beneficio de ciertas categorías de acreedores o de créditos hasta
cierto valor absoluto, respetando la igualdad entre los acreedores de la misma categoría y
sin alterar el prorrateo que en definitiva corresponda a todos los acreedores.
Las propuestas sólo podrán ser presentadas a los acreedores afectados cuando cuen-
ten con la opinión favorable de la Superintendencia de Instituciones de Intermediación
Financiera del Banco Central del Uruguay, fundada en la viabilidad actual y futura de
la entidad destinataria.
El Banco Central del Uruguay, en su calidad de liquidador, convocará a adherir al
acuerdo colectivo a los acreedores a los que se refiere la propuesta, mediante publicaciones
en el Diario Oficial y en dos diarios de circulación nacional por lo menos, determinando la
forma y el plazo en que los acreedores podrán formular su consentimiento.
Los acuerdos colectivos serán obligatorios para todos los acreedores a los quese refie-
ren, adherentes o no, cuando hubieran adherido a ellos acreedores alcanzados que repre-
senten el 66% (sesenta y seis por ciento) del total de los pasivos afectados por el acuerdo.
En el caso de las obligaciones negociables se requerirá el consentimiento de tenedores que
representen la mayoría del capital circulante. Se excluirá de la obligatoriedad general de
252 Ricardo Olivera García

los acuerdos colectivos, en cuanto contengan capitalización de sus créditos, a los acreedores
a los que esté legal o reglamentariamente prohibido invertir en acciones de instituciones
de intermediación financiera.
Artículo 20. Declárase que la suspensión de actividades de las entidades de inter-
mediación financiera comprendidas en el artículo 1° del Decreto-Ley N° 15.322, de 17 de
setiembre de 1982 dispuesta por el Banco Central del Uruguay, tendrá por efecto la sus-
pensión de la exigibilidad de todos los créditos contra la entidad suspendida por todo el
plazo de duración de esta medida.
Artículo 21. En el ejercicio de sus facultades como liquidador, el Banco Central del
Uruguay tendrá presentes los privilegios de ciertos créditos legalmente establecidos y la
igualdad entre los acreedores de la misma categoría
No se entenderá por sí misma lesiva de la igualdad la determinación de categorías de
acreedores para incluirlas o no en fondos de recuperación de patrimonio bancarios, en el
alcance de acuerdos colectivos conforme al artículo 19 de la presente ley, o en universalida-
des transferidas a terceros, en tanto exista razonable equivalencia entre activos y pasivos
transferidos o la diferencia se compense con el precio incorporado a la masa o mediante
otra compensación, todo ello apreciado conforme a las reglas de contabilización y valora-
ción de activos y pasivos de las entidades de intermediación financiera del Banco Central
del Uruguay y, en su defecto, las demás generalmente admitidas”.

Artículo 42.- El Estado no es responsable por cualquier incumplimiento en


que puedan incurrir las instituciones financieras no estatales. Estas deberán
advertir a sus clientes de tal circunstancia en los términos que reglamentará el
Banco Central del Uruguay.

Capítulo XII
DE LAS SOCIEDADES ANÓNIMAS QUE DESARROLLEN
ACTIVIDADES DE INTERMEDIACIÓN FINANCIERA

Capítulo incorporado por la ley Nº 16.327 de 11 de noviembre de 1992

Artículo 43.- Las sociedades anónimas que desarrollen actividades de inter-


mediación financiera deberán consagrar preceptivamente en sus estatutos que
sus acciones serán necesariamente nominativas y sólo transmisibles previa au-
torización del Banco Central del Uruguay.
Texto dado por el artículo 8º de la ley Nº 17.613 de 27 de diciembre de 2002.

Artículo 44.- Dentro del término que fije la reglamentación, dichas socieda-
des deberán tener aprobadas por el Poder Ejecutivo las modificaciones estatuta-
rias necesarias para dar cumplimiento con lo establecido en la presente norma.
A tal efecto, estarán exoneradas del pago de todo tributo que se devengue por
dichos actos.
Artículo 45.- El Banco Central del Uruguay llevará un registro público de los
accionistas de las sociedades anónimas a que se refiere el artículo 43.
Las sociedades anónimas de intermediación financiera deberán declarar ante
el Banco Central del Uruguay quiénes son sus accionistas, para su inscripción
en el registro respectivo. Si los accionistas son a su vez sociedades por acciones,
Apéndice normativo 253

deberá establecerse en la declaración la identidad de los accionistas de esta so-


ciedad; si la situación se reiterara, se ampliará la declaración hasta llegar al
sujeto de derecho que, a juicio del Banco Central del Uruguay, ejerce el efectivo
control de la sociedad que cumple sus actividades en el país.
Los representantes de las entidades financieras constituidas en el exterior,
sean o no sociedades anónimas, deberán registrarse ante el Banco Central del
Uruguay, en las condiciones que establezca la reglamentación.
Texto dado por el artículo 8º de la ley Nº 17.613 de 27 de diciembre de 2002.

Artículo 46.- Toda emisión o transferencia de acciones de una sociedad anó-


nima que desarrolle actividad de intermediación financiera deberá ser previa-
mente autorizada por el Banco Central del Uruguay, que tendrá en cuenta al
resolver razones de legalidad, de oportunidad y de conveniencia. La solicitud de
autorización deberá precisar la identidad del o los adquirentes.
La emisión o transferencia realizada en violación de lo dispuesto en este ar-
tículo será nula.
Texto dado por el artículo 8º de la ley Nº 17.613 de 27 de diciembre de 2002.

Capítulo XIII

Capítulo incorporado por la ley Nº 16.327 de 11 de noviembre de 1992.

Artículo 47.- Las entidades a que refiere el artículo 17 del decreto-ley Nº


15.322, de 17 de setiembre de 1982, en la redacción dada por el artículo 2º de la
presente ley, que lo soliciten, quedan autorizadas a poseer acciones de Bancos
de inversión    
254 Ricardo Olivera García

–2–
BANCO CENTRAL DEL URUGUAY

Ley Nº 16.696, de 30 de marzo de 1995,


Carta Orgánica del Banco Central del Uruguay1
(anotada)

Capítulo I
NATURALEZA JURIDICA, FINALIDADES,
DOMICILIO, REPRESENTACION
Artículo 1º.- (Naturaleza jurídica). El Banco Central del Uruguay, creado
por el artículo 196 de la Constitución de la República, es un Ente Autónomo y
dotado de autonomía técnica, administrativa y financiera en los términos de la
Constitución y de la presente Ley Orgánica, sus complementarias y modificati-
vas.
Cada vez que en la presente ley se use la expresión «Banco” se entenderá que
se alude al Ente público mencionado en este artículo.
[Texto dado por el art. 1º de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008].

Artículo 2º.- (Persona Jurídica, domicilio, sucursales). El Banco es persona


jurídica capaz de todos los derechos y obligaciones y tendrá su domicilio legal y
principal asiento en la ciudad de Montevideo. Podrá establecer y cerrar sucursa-
les y agencias en todo el país, designar representantes y Bancos corresponsales
en la República y en el exterior y actuar como representante o Banco correspon-
sal de entidades extranjeras o internacionales.
Artículo 3º.- (Finalidades). El Banco Central del Uruguay tendrá como fina-
lidades primordiales:
A) La estabilidad de precios que contribuya con los objetivos de crecimiento
y empleo.

1 El Banco Central del Uruguay, siguiendo el mandato dado por la ley Nº 18.401 ha elaborado un
texto ordenado de las normas de su carta orgánica, el cual se encuentra situado en la página
web de dicha institución. Esta presentación difiere con dicho texto ordenado. Para la misma se
ha buscado ser fiel a las derogaciones y sustituciones previstas por la ley, sin realizar ninguna
sistematización o ajuste que no surja de la voluntad expresa del legislador.
Apéndice normativo 255

B) La regulación del funcionamiento y la supervisión del sistema de pagos y


del sistema financiero, promoviendo su solidez, solvencia, eficiencia y desarrollo.
[Texto dado por el art. 1º de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008].

Artículo 4º.- (Poderes Jurídicos). El Banco está facultado para realizar todos
los actos jurídicos y contraer todas las obligaciones conducentes al cumplimiento
de los cometidos que le asignan la Constitución de la República y la ley.
Artículo 5º.- (Representación). La representación del Banco y del Directorio
estará confiada al Presidente, asistido del Secretario General.
[Texto dado por el art. 1º de la ley 18.401 de 24 de octubre de 2008]

Artículo 6º.- (Garantía del Estado). Todas las obligaciones del Banco goza-
rán de la garantía del Estado. El Banco estará exento de toda clase de tributos
nacionales, aun de aquellos previstos en leyes especiales, exceptuadas las contri-
buciones de seguridad social.
[Texto dado por el art. 5º de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008]

Capítulo II
ATRIBUCIONES ESPECIALES
Artículo 7º.- (Atribuciones). Las atribuciones del Banco serán conducentes al
logro de las finalidades indicadas en el artículo 3º.
En tal sentido, el Banco:
A) Tendrá a su exclusivo cargo la emisión de billetes, acuñación de monedas
y retiro de circulación de billetes y monedas en todo el territorio de la República.
En lo que respecta a la acuñación de monedas se estará a lo dispuesto por el nu-
meral 10) del artículo 85 de la Constitución de la República;
B) Aplicará los instrumentos monetarios, cambiarios y crediticios que fue-
ren necesarios para cumplir las finalidades que le asigna el artículo 3º;
C) Actuará como asesor económico, banquero y representante financiero del
Gobierno;
D) Administrará las reservas internacionales del Estado;
E) Actuará como banquero de las instituciones de intermediación financie-
ra;
F) Podrá representar al Gobierno de la República en los organismos finan-
cieros internacionales y ejecutará las transacciones financieras relacionadas con
la participación del Estado en dichos organismos;
G) Regulará normativamente y supervisará la ejecución de aquellas reglas
por parte de entidades públicas y privadas que integran el sistema financiero.
A tal efecto, podrá autorizar o prohibir, en todo o en parte, operaciones en gene-
ral o en particular, así como fijar normas de prudencia, buena administración
o método de trabajo e informará, en el caso de las entidades públicas, al Poder
Ejecutivo, a sus efectos.
H) Promoverá y desarrollará la educación y la cultura económica y financiera.
[Texto dado por Ley Nº 18.996 de 7 de noviembre de 2012, artículo 334]
256 Ricardo Olivera García

Capítulo III
CAPITAL, UTILIDADES Y RESERVAS
Artículo 8º.- (Capital). El capital del Banco se fija en 5.000:000.000 UI (cinco mil
millones de unidades indexadas).
La diferencia entre esta suma y el patrimonio neto de la Institución, según su estado
de situación patrimonial a la fecha de entrada en vigor de la presente ley, será aportada
por el Poder Ejecutivo.
 Por decisión unánime del Directorio del Banco y previa autorización del Poder Ejecu-
tivo podrán incorporarse al capital las reservas a que refiere el artículo siguiente.
En caso que el patrimonio del Banco cayera por debajo del monto establecido prece-
dentemente, el Poder Ejecutivo capitalizará al ente de acuerdo con un plan de capitaliza-
ción que informará al Parlamento no más allá del ejercicio siguiente.
[Texto dado por el art. 1º de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008. El inciso cuarto
está dado por la ley Nº 18.670 de 20 de julio de 2010].

Artículo 9º.- (Reserva). Al cierre del ejercicio se cuantificarán las utilidades


netas. Con posterioridad al cierre del ejercicio, las utilidades netas provenientes
del ajuste en el valor de los activos y pasivos en moneda extranjera, oro y dere-
chos especiales de giro u otras canastas de monedas, resultantes de la variación
de las cotizaciones de la unidad de cuenta en que se encuentran nominados, será
destinada a crear una reserva especial, como máximo hasta la suma concurrente
con las utilidades netas del ejercicio.
El remanente de las utilidades netas, una vez cumplido lo dispuesto en el
inciso anterior, se destinará por su orden a:
1) Cubrir los déficit que se hubieran acumulado en ejercicios anteriores.
2) Reservas hasta una cantidad equivalente al 25% (veinticinco por ciento) de
las utilidades netas del ejercicio.
El saldo remanente de las utilidades netas se acreditará a la cuenta Tesoro
Nacional del Poder Ejecutivo, previa compensación de los créditos impagos que
este último mantenga con el Banco.
[Texto dado por el art. 5º de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008]

Artículo 10.- [Derogado por el art. 58 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de


2008]

Capítulo IV
GOBIERNO, ADMINISTRACION Y CONTROL
Artículo 11.- (Control de gastos y pagos). El Banco estará sujeto al control
constitucional del Tribunal de Cuentas, de conformidad con los artículos 211 y
siguientes de la Constitución de la República.
[Reubicado por disposición del art. 60 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008]

Artículo 12.- (Directorio). El gobierno y dirección del Banco estarán a cargo


de un Directorio, que será responsable por la política y de la administración ge-
neral del Banco.
Apéndice normativo 257

Corresponde al Directorio:
A) Ejercer las atribuciones y hacer cumplir las funciones que la ley enco-
mienda al Banco;
B) Proyectar el Presupuesto de sueldos, gastos e inversiones conforme con
lo dispuesto en el artículo 221 de la Constitución de la República;
C) Proyectar las normas estatutarias relativas a los funcionarios del Banco,
de acuerdo con el artículo 63 de la Constitución de la República.
D) Designar, promover, trasladar, sancionar, y destituir al personal, respe-
tando las normas y garantías estatutarias, pudiendo realizar las contrataciones
que fueran necesarias;
E) Aprobar reglamentos, resoluciones y órdenes, a fin de hacer efectivas
las disposiciones de la presente ley y hacer posible el funcionamiento normal y
regular del Banco;
F) Delegar atribuciones por unanimidad de sus miembros y pudiendo avo-
car por mayoría simple los asuntos que fueron objeto de delegación.
[Texto del literal C) dado por el art. 5 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008]

Artículo 13.- (Reglamento). El funcionamiento administrativo del Banco es-


tará regido por un Reglamento General, que será dictado por el Directorio, y
abarcará todos los aspectos relativos a la organización administrativa de la ins-
titución y a sus atribuciones, así como a las diversas funciones y deberes de los
funcionarios de mayor jerarquía del Ente y de las divisiones administrativas no
especificadas en la presente ley.
[Texto dado por el art. 5 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008].

Artículo 14.- (Integración del Directorio). El Directorio del Banco estará in-
tegrado por tres miembros que serán designados conforme al artículo 187 de la
Constitución de la República, entre ciudadanos que, por sus antecedentes per-
sonales, profesionales y conocimiento de la materia, aseguren independencia de
criterio, eficiencia, objetividad e imparcialidad en su desempeño.
[Texto dado por el art. 1º de la ley Nº 18.670 de 20 de julio de 2010].

Artículo 15.- (Presidente del Directorio). El Presidente será el encargado de


ejecutar y dar cumplimiento a las resoluciones del Directorio, debiendo respon-
der ante el mismo por el desempeño de sus funciones.
Son cometidos y atribuciones del mismo, entre otros:
A) Convocar y presidir las reuniones del Directorio y darle cuenta de todos
los asuntos que puedan interesar a la institución;
B) Actuar, contratar y firmar instrumentos y documentos en representación
del Banco, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 5º, con sujeción a las resolu-
ciones del Directorio;
C) Adoptar las resoluciones administrativas y aprobar las órdenes requeri-
das por el buen funcionamiento y el orden interno del Banco;
D) Realizar los demás actos y gestiones necesarios para asegurar la marcha
del Banco y la continuidad de su gestión;
258 Ricardo Olivera García

E) Firmar el balance anual luego de su aprobación por el Directorio y remi-


tirlo al Tribunal de Cuentas para su visado conforme al artículo 191 de la Cons-
titución de la República, a efectos de su publicación dentro de los siguientes 120
(ciento veinte) días corridos desde el cierre del ejercicio..
[Texto del literal E) dado por el art. 5 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008]

Artículo 16.- (Vicepresidente). En caso de ausencia o incapacidad del Presi-


dente o si quedare vacante el cargo, las funciones y cometidos del mismo serán
asumidas transitoriamente por el Vicepresidente.
Artículo 17.- (Incompatibilidades). Los miembros del Directorio dedicarán
toda su actividad profesional al Servicio del Banco y mientras ocupen el cargo,
no podrán participar en ninguna actividad comercial, industrial, agropecuaria
o financiera, ni ejercer otra profesión o empleo, ya sean remunerados o no, pero
podrán:
a) Formar parte de comisiones nombradas por el Poder Ejecutivo;
b) Ser nombrados gobernadores, directores o miembros de cualquier orga-
nismo financiero, internacional, creado en virtud de acuerdo o convenio al que la
República se haya adherido o al que haya dado su apoyo o aprobación;
c) Dedicarse, a tiempo parcial, a la enseñanza en instituciones docentes.
Artículo 18.- (Remuneración de Directores). Las remuneraciones de los
miembros del Directorio se fijarán en el presupuesto del Banco, en función de las
especiales características de la gestión bancocentralista y estarán sujetas a los
términos y condiciones que sean propuestos por el Directorio y aprobados por el
Poder Ejecutivo.
Artículo 19.- (Inelegibilidades). No podrán ser nombrados miembros del Di-
rectorio ni mantenerse en dicho cargo:
a) Las personas que no estén en ejercicio de la ciudadanía natural o que no
tengan al menos cinco años de ejercicio de la ciudadanía legal;
b) Los menores de veinticinco años de edad;
c) Las personas en régimen de quiebra o concurso o que fueran directores
o administradores de sociedades en situación de quiebra, liquidación o concurso,
siempre que hubieran sido encontrados responsables de acciones fraudulentas o
de ocultamiento de información;
d) Las personas que hayan incurrido en irregularidades comprobadas o no-
torias en el medio financiero;
e) Las personas que hayan sido condenadas por delitos que pudieran tener
conexión con la función pública.
f) Las personas que a la fecha de su designación sean propietarias, accio-
nistas, directores, socios, administradores o empleados de instituciones regula-
das por el Banco.
[Texto dado por el art. 1º de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008]

Artículo 20.- (Declaración de intereses). Los miembros del Directorio decla-


rarán ante el mismo sin reserva alguna todos los intereses de carácter privado
que puedan tener en asuntos que deban ser tratados o resueltos por el Directorio
Apéndice normativo 259

y se abstendrán de intervenir o votar en los acuerdos y resoluciones del Directo-


rio que se relacionen con dichos intereses. No obstante, si se han declarado ante
el Directorio, dichos intereses no inhiben al interesado a efectos de la constitu-
ción del quórum.
La declaración a que refiere el inciso precedente se efectuará en oportunidad
de iniciarse la reunión de Directorio en que sean considerados o resueltos dichos
asuntos.
Artículo 21.- (Responsabilidades). Sin perjuicio de lo dispuesto por el artí-
culo 24 de la Constitución de la República los miembros del Directorio son per-
sonal y solidariamente responsables de las resoluciones votadas en oposición a
la Constitución, a las leyes o a los reglamentos. Quedan dispensados de ésta
responsabilidad:
A) Los presentes que hubieran hecho constar en actas su disentimiento con
la resolución adoptada y el fundamento que lo motivó;
B) Los ausentes de la sesión en que se adoptó la resolución, siempre que
hagan constar en actas su disentimiento en la primera oportunidad en que sea
posible.
En ambos casos el Secretario General del Banco deberá remitir al Poder Eje-
cutivo testimonio del acta respectiva.
Artículo 22.- (Secreto y reserva). El Banco estará obligado a guardar secreto,
en los términos establecidos en el artículo 25 del Decreto Ley Nº 15.322, de 17 de
setiembre de 1982, cuando ejerza actividad financiera. En todos los demás casos
los miembros del Directorio deberán ajustar la divulgación de sus informaciones
y opiniones a las reservas propias de la materia objeto de competencia del Banco,
sin perjuicio de su inherente transparencia pública propia de la responsabilidad
que les compete.
Artículo 23.- (Obligación de secreto). Los funcionarios del Banco tienen el
deber de guardar el más estricto secreto y la más absoluta reserva sobre cada
uno de los asuntos bancarios que lleguen a su conocimiento en el ejercicio o en
ocasión del ejercicio de sus funciones, bajo la mas severa responsabilidad admi-
nistrativa, civil, y penal, si fuere del caso (artículo 25 «in fine» del Decreto Ley Nº
15.322, de 17 de setiembre de 1982, y artículo 163 del Código Penal).
Artículo 24.- (Auditoría Interna-Inspección General).- El Directorio nom-
brará un Auditor Interno-Inspector General, que dependerá de dicho órgano y
desarrollará una actividad independiente y objetiva destinada a asesorar, dar
seguridad y agregar valor a las operaciones del Banco en un contexto de mejora-
miento continuo, procurando asegurar los procesos de gestión, administración de
riesgos y sistema de control interno, y se hará cargo de:
A) Analizar y evaluar las operaciones, procedimientos, actividades y siste-
mas del Banco así como su consistencia con las políticas del Organismo y con el
marco normativo aplicable.
B) Examinar y evaluar la confiabilidad e integridad de los estados conta-
bles, el presupuesto y el balance de ejecución presupuestal remitidos por el Di-
rectorio y hacer recomendaciones sobre los mismos.
C) Monitorear el cumplimiento de las leyes y reglamentos aplicables.
260 Ricardo Olivera García

D) Verificar la existencia y protección de los activos del Banco.


E) Realizar las investigaciones y sumarios administrativos dispuestos en la
órbita del Banco.
F) Señalar a la atención del Directorio todos los asuntos que, a su juicio,
deban ser considerados y hacer recomendaciones sobre cualquier asunto que el
Directorio le remita.
[Texto dado por el art. 5 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008]

Capítulo V
POLITICA MONETARIA Y ADMINISTRACION DE RESERVA
Artículo 25.- (Mercado de dinero y de cambios).- El Banco regulará el funcio-
namiento del mercado de dinero y de cambios.
[Texto dado por el art. 5 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008]

Artículo 26.- (Curso legal y Poder Cancelatorio). Los billetes emitidos y las
monedas acuñadas por el Banco tendrán curso legal en todo el territorio nacio-
nal.
El Poder Cancelatorio de esos billetes para toda clase de obligaciones en mo-
neda nacional no tendrá límite alguno. El Banco determinará el monto hasta el
cual tendrán pleno poder cancelatorio las monedas que acuñe.
Artículo 27.- (Otros instrumentos de política monetaria).- Corresponde al
Banco ejecutar la política monetaria en forma acorde con las finalidades enun-
ciadas en el artículo 3º de la presente ley, para lo cual podrá:
A) Realizar operaciones de mercado abierto en valores negociables de oferta
pública, sean públicos o privados.
B) Fijar los encajes mínimos que deberán mantener los bancos y otras insti-
tuciones receptoras de depósitos en el Banco Central en relación a sus depósitos
y otras obligaciones análogas, tanto en moneda nacional como extranjera, así
como los activos que podrán componerlos y demás condiciones pertinentes.
C) Comprar y vender moneda extranjera, metales preciosos y otros activos
financieros externos.
D) Aplicar mecanismos de descuentos, redescuentos, adelantos, repos y re-
pos revertidos, así como todo instrumento financiero conducente al logro de las
señaladas finalidades.
[Texto dado por el art. 5 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008]

Artículo 28.- [Derogado por el art. 58 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de


2008]
Artículo 29.- (Servicios bancarios por cuenta y orden). El Banco, tanto en
nombre propio como por cuenta y orden del Poder Ejecutivo, podrá celebrar con-
venios de pagos y compensación o cualquier otro tipo de contrato con fines simi-
lares o relacionados con instituciones públicas y privadas, que proporcionen esos
servicios.
Apéndice normativo 261

Artículo 30.- (Reservas internacionales del Banco).- El Banco determinará


el nivel adecuado y administrará los activos externos de reserva, los que estarán
compuestos por activos aceptados para tal fin por la práctica internacional. Para
ello, el Banco tomará debidamente en cuenta el riesgo, la liquidez y la rentabili-
dad de los distintos activos que la compongan.
El Banco podrá percibir un arancel en el caso de gestionar activos externos de
reserva por cuenta de otras entidades públicas o privadas.
[Texto dado por el art. 5 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008]

Artículo 31.- (Nivel de los activos de reserva).- Si las reservas internacio-


nales disminuyen o si el Directorio considera que es inminente su disminución,
al punto de resultar inadecuadas a las transacciones internacionales de la Re-
pública, el Banco deberá informar inmediatamente al Poder Ejecutivo sobre la
posición de reservas y de las causas que han motivado o puedan motivar ese
descenso, así como las recomendaciones que considere necesarias para remediar
la situación.
[Texto dado por el art. 5 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008]

Artículo 32.- (Inventario de compromisos externos).- El Banco se encargará


de mantener un inventario actualizado de todas las obligaciones financieras ex-
ternas contraídas o garantizadas por el Estado. Asimismo, podrá recopilar datos
sobre los préstamos externos a otros Entes públicos y personas privadas, resi-
dentes en el territorio nacional.
[Texto dado por el art. 5 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008]

Artículo 33.- (Comité de Política Monetaria).- Dentro del Banco habrá un


Comité de Política Monetaria, el cual estará integrado por los tres miembros del
Directorio y otros tres funcionarios de jerarquía designados por el Directorio en
atención a sus tareas específicas en materia monetaria.
Las funciones de dicho Comité serán:
A) El asesoramiento al Directorio para la determinación de los lineamientos y
los parámetros de la política monetaria.
B) El seguimiento y la evaluación del mercado monetario, la situación macro-
económica de corto plazo y el programa financiero.
[Texto dado por el art. 5 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008. El inciso prime-
ro está dado por el art. 4 de la ley Nº 18.670 de 20 de julio de 2010].

Capítulo VI
PRESTAMISTA DE ÚLTIMA INSTANCIA
[Título dado por el art. 6 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008]

Artículo 34.- (Contralor sobre instituciones de intermediación financiera). El


Banco tiene, respecto a las instituciones de intermediación financiera, todas las
atribuciones que la legislación vigente y la presente ley le atribuyen.
262 Ricardo Olivera García

El Banco, de acuerdo con lo dispuesto en el inciso segundo del artículo 15 del


Decreto Ley Nº 15.322, de 17 de setiembre de 1982, también podrá reglamentar y
controlar la actividad de aquellas empresas que sin ser instituciones de interme-
diación financiera, realicen colocaciones e inversiones financieras con recursos
propios o en cuyo financiamiento no participe el ahorro público y aquellas que se
limiten a aproximar a las partes en negocios de carácter financiero sin asumir
obligación o riesgo alguno.
Artículo 34 bis. (Préstamos de última instancia).- El Banco es el prestamista
de última instancia de las instituciones de intermediación financiera y en casos
extremos podrá actuar como tal. En tal carácter podrá comprar, descontar, re-
descontar o realizar préstamos garantizados sobre la base de letras de cambio,
vales y pagarés girados o librados con fines comerciales, industriales o agrícolas,
que venzan dentro de los siguientes 180 (ciento ochenta) días y que lleven dos o
más firmas autorizadas, de las cuales, por lo menos una sea la de una institución
de intermediación financiera.
Los términos y condiciones de estas operaciones serán determinados por la
unanimidad de los miembros del Directorio, no pudiendo exceder los 90 (noven-
ta) días en el caso de los préstamos garantizados. En todos los casos deberá con-
tarse con la garantía personal o real de solvencia comprobada por parte de la
institución asistida, no pudiendo dichas operaciones superar una vez y media el
monto de su patrimonio neto.
Para poder considerar un préstamo de las características establecidas en este
artículo, el Directorio deberá contar con informes de la Superintendencia de Ser-
vicios Financieros y de la Corporación de Protección del Ahorro Bancario. Esta
última podrá, con la debida fundamentación, solicitar al Directorio del Banco la
limitación de la asistencia a porcentajes menores al tope anteriormente estable-
cido.
[Incorporado como art. 34 por la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008. En la medida
que el art. 34 de la ley Nº 16.696 se mantiene vigente, se le ha incorporado como 34 bis. El
inciso segundo está dado por el art. 5 de la ley Nº 18.670 de 20 de julio de 2010].

Capítulo VII
SUPERINTENDENCIA DE SERVICIOS FINANCIEROS
[Título dado por el art. 8 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008]

Artículo 35.- (Control de las actividades de las empresas de seguros). El Ban-


co tendrá las atribuciones señaladas en la Ley Nº 16.426 de 14 de octubre de
1993.

Capítulo VIII
NORMAS DE SUPERVISIÓN UNIFICADA
[Título dado por el art. 12 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008]
Artículo 36.- (Organización y funcionamiento de la supervisión).- Habrá una
Superintendencia de Servicios Financieros que estará a cargo de un Superin-
Apéndice normativo 263

tendente con adecuada formación profesional, prestigio e idoneidad técnica, que


actuará por un período de ocho años en sus funciones y cuya designación y cese
serán dispuestos por la unanimidad del Directorio del Banco.
Dicha Superintendencia dependerá directamente del Directorio del Banco y
actuará con desconcentración y con autonomía técnica y operativa.
No obstante, el Directorio del Banco podrá avocar en cualquier momento el
dictado de normas generales relativas al sistema financiero a que refiere el lite-
ral A) del artículo 38 y la aprobación de los planes de recomposición patrimonial
o adecuación que presenten las empresas supervisadas a que refiere el literal G)
del artículo 38, así como podrá revocar de oficio y modificar los actos adminis-
trativos que dicte la Superintendencia en el ejercicio de la competencia que le
atribuyen dichos literales.
La Superintendencia establecerá la organización funcional de sus servicios,
y tendrá iniciativa ante el Directorio para la designación de su personal, previa-
mente seleccionado, así como para disponer su destino interno, conforme a las
normas presupuestales y al Estatuto del funcionario del Banco.
Asimismo, podrá delegar atribuciones en funcionarios de su directa depen-
dencia mediante resolución fundada, pudiendo avocar en cualquier momento los
asuntos que fueron objeto de delegación.
[Texto dado por el art. 9 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008. El inciso prime-
ro está dado por el art. 6 de la ley Nº 18.670 de 20 de julio de 2010].

Artículo 37.- (Entidades supervisadas).- El Banco ejercerá la regulación y


fiscalización de las entidades que integran el sistema financiero, cualquiera sea
su naturaleza jurídica y dispongan o no de personería jurídica, a través de la
Superintendencia de Servicios Financieros.
A estos efectos se definen como entidades integrantes del sistema financiero
las siguientes:
A) Las instituciones que integran el sistema de intermediación financiera.
B) Entidades que presten servicios financieros de cambio, transferencias do-
mésticas y al exterior, servicios de pago y cobranzas, servicios de cofres, créditos
y otras de similar naturaleza, exceptuando a las reservadas a las instituciones de
intermediación financiera. Estas entidades sólo podrán financiarse con recursos
propios o con créditos conferidos por:
a) Personas físicas que sean directores o accionistas de las mismas, según la
definición que al efecto establezca la Superintendencia de Servicios Financieros.
b) Instituciones de intermediación financiera nacionales o extranjeras.
c) Organismos internacionales de crédito o de fomento del desarrollo.
d) Fondos previsionales del exterior o fondos de inversión sujetos a una au-
toridad reguladora, en los cuales el o los créditos conferidos a cada entidad a la
que refiere este literal no representen más de un porcentaje de las inversiones
del fondo a ser determinado por la reglamentación de la Superintendencia de
Servicios Financieros.
e) Toda otra persona jurídica de giro financiero, fideicomiso financiero o pa-
trimonio de afectación de análoga naturaleza, que -reuniendo los requisitos es-
tablecidos en el literal d) precedente- sea autorizado por la Superintendencia
264 Ricardo Olivera García

de Servicios Financieros a tal efecto, la que tendrá un plazo de sesenta días


para expedirse al respecto. En caso que transcurra el plazo sin que se emita
la autorización expresa, se considerará fictamente autorizada la operación. El
plazo precedente se suspenderá si la Superintendencia de Servicios Financieros
requiriera información adicional, reanudándose su cómputo cuando se hubiera
presentado la misma.
Las entidades comprendidas en este literal que desarrollen actividad de cré-
dito están habilitadas a actuar como contraparte en las operaciones definidas
por el literal F) del artículo 123 de la Ley N° 16.713, de 3 de setiembre de 1995.
C) Las casas de cambio, que podrán realizar actividades de cambio y conexas,
transferencias domésticas, venta de cheques de viajero y servicios de cobranza
y pagos.
D) Las Administradoras de Fondos de Ahorro Previsional y los fondos que
administran.
E) Las empresas de seguros y reaseguros y las mutuas de seguros.
F) Las bolsas de valores, los intermediarios de valores y las entidades de cus-
todia o de compensación y de liquidación de valores.
G) Las administradoras de Fondos de Inversión, los fiduciarios profesionales,
los Fondos de Inversión y los fideicomisos financieros de oferta pública.
La Superintendencia de Servicios Financieros también reglamentará y con-
trolará a los emisores de oferta pública de acuerdo a lo establecido en la Ley Nº
16.749, de 2 de mayo de 1996.
La Superintendencia de Servicios Financieros también reglamentará y con-
trolará la actividad de aquéllas entidades no incluidas en la enunciación prece-
dente que:
I) Realicen colocaciones e inversiones financieras con recursos propios o con
créditos conferidos por los siguientes terceros:
a) Personas físicas que sean directores o accionistas de las mismas, según la
definición que al efecto establezca la Superintendencia de Servicios Financieros.
b) Instituciones de intermediación financiera nacionales o extranjeras.
c) Organismos internacionales de crédito o de fomento del desarrollo.
d) Fondos previsionales del exterior o fondos de inversión sujetos a una au-
toridad reguladora, en los cuales el o los créditos conferidos a cada entidad a la
que refiere este literal, no representen más de un porcentaje de las inversiones
del fondo a ser determinado por la reglamentación de la Superintendencia de
Servicios Financieros.
e) Toda otra persona jurídica de giro financiero, fideicomiso financiero o pa-
trimonio de afectación de análoga naturaleza, que -reuniendo los requisitos es-
tablecidos en el literal d) precedente- sea autorizado por la Superintendencia
de Servicios Financieros a tal efecto, la que tendrá un plazo de sesenta días
para expedirse al respecto. En caso que transcurra el plazo sin que se emita
la autorización expresa, se considerará fictamente autorizada la operación. El
plazo precedente se suspenderá si la Superintendencia de Servicios Financieros
requiriera información adicional, reanudándose su cómputo cuando se hubiera
presentado la misma.
Apéndice normativo 265

Las entidades comprendidas en este numeral están habilitadas a actuar como


contraparte en las operaciones definidas por el literal F) del artículo 123 de la
Ley N° 16.713, de 3 de setiembre de 1995.
II) Se limiten a aproximar o asesorar a las partes en negocios de carácter
financiero sin asumir obligación o riesgo alguno.
III) Presten servicios de transferencias de fondos.
IV) Personas físicas o jurídicas comprendidas en el artículo 20 de la Ley N°
17.835, de 23 de setiembre de 2004.
V) Presten servicios auxiliares para el sistema financiero, tales como las au-
ditorías externas, calificadoras de riesgo y procesadoras de datos.
La reglamentación y fiscalización de las entidades comprendidas en los nu-
merales I) y II) del inciso precedente se limitarán a otorgar la adecuada infor-
mación a los consumidores, procurar la protección de los mismos respecto a las
prácticas abusivas y la prevención en el lavado de activos y financiamiento del
terrorismo. La reglamentación y fiscalización de actividades de las entidades
comprendidas en los numerales III) y IV) del inciso precedente se limitarán a
la prevención del lavado de activos y financiamiento del terrorismo. La regla-
mentación y fiscalización de las entidades comprendidas en el numeral V) del
inciso precedente se harán en tanto las mismas realicen trabajos para entidades
supervisadas.
Las disposiciones del presente artículo se establecen sin perjuicio de lo dis-
puesto para las cooperativas de ahorro y crédito de capitalización, en el numeral
3) del artículo 165 de la Ley N° 18.407, de 24 de octubre de 2008. Las ampliacio-
nes a las fuentes de financiamiento que la Auditoría Interna de la Nación pudie-
se disponer al amparo de dicha norma, requerirán opinión previa y favorable del
Banco Central del Uruguay.
La Superintendencia de Servicios Financieros determinará la inclusión en el
régimen de regulación y control previsto en el numeral I) del inciso cuarto del
presente artículo, de las cooperativas de consumo, asociaciones civiles y otras
personas jurídicas con giro no financiero, que emitan en forma habitual y profe-
sional órdenes de compra, cuando la importancia relativa de tal actividad dentro
del conjunto de actividades que conforman el giro de la empresa o institución de
que se trate así lo justifique, a juicio de dicha Superintendencia.
Declárase que lo dispuesto en el inciso anterior respecto de las cooperativas
de consumo definidas en la Ley N° 18.407, de 24 de octubre de 2008, no modifica
su régimen actual de aportación a los organismos de seguridad social que corres-
pondan.
[Texto dado por el art. 9 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008. El texto del
literal B) está dado por el art. 1; el texto del numeral I) está dado por el art. 2; y los tres
últimos incisos fueron dados por el art. 3 de la ley Nº 18.643 de 9 de febrero de 2010].

Artículo 38. (Cometidos y atribuciones de la Superintendencia).- La Super-


intendencia de Servicios Financieros tendrá, respecto de las entidades super-
visadas, todas las atribuciones que la legislación vigente y la presente ley le
atribuyen según su actividad.
266 Ricardo Olivera García

En especial, corresponderá a la Superintendencia de Servicios Financieros:


A) Dictar normas generales de prudencia, así como instrucciones particula-
res, tendientes a promover la estabilidad, solvencia, transparencia y el funciona-
miento ordenado y competitivo de las entidades supervisadas y de los mercados
en que actúan, así como para la protección de los consumidores de servicios fi-
nancieros y la prevención y control del lavado de activos y el financiamiento del
terrorismo.
B) Habilitar la instalación de entidades supervisadas a que refieren los lite-
rales A), D) y E) del inciso primero del artículo anterior, una vez autorizadas por
el Poder Ejecutivo.
C) Otorgar la autorización para funcionar de las entidades supervisadas a
que refieren los literales B), C) y F) del inciso primero del artículo anterior, de
acuerdo con razones de legalidad, de oportunidad y de conveniencia, revocarla en
caso de infracciones graves, y reglamentar su funcionamiento.
D) Autorizar la apertura de dependencias de entidades supervisadas ya ins-
taladas.
E) Emitir opinión o decidir según corresponda sobre los proyectos de fusio-
nes, absorciones y toda otra transformación de entidades supervisadas, debiendo
contar para ello con la opinión al respecto de la Corporación de Protección del
Ahorro Bancario, con respecto a aquellas entidades que realizan aportes al fondo
administrado por ésta.
F) Autorizar la emisión y transferencia de acciones de las entidades supervi-
sadas organizadas como sociedades anónimas, debiendo contar para ello con la
opinión al respecto de la Corporación de Protección del Ahorro Bancario, con res-
pecto a aquellas entidades que realizan aportes al fondo administrado por ésta.
G) Aprobar los planes de recomposición patrimonial o adecuación que pre-
senten las entidades supervisadas, debiendo contar para ello con la opinión al
respecto de la Corporación de Protección del Ahorro Bancario, con respecto a
aquellas entidades que realizan aportes al fondo administrado por ésta.
H) Requerir a las entidades supervisadas que le brinden información con la
periodicidad y bajo la forma que juzgue necesaria, así como la exhibición de re-
gistros y documentos.
I) Establecer el régimen informativo contable al que deberán ceñirse las enti-
dades supervisadas.
J) Reglamentar la publicación periódica de los estados contables y otras infor-
maciones de las entidades supervisadas.
K) Evaluar periódicamente la situación económico-financiera de las entidades
supervisadas, el permanente cumplimiento de las normas vigentes y la calidad
de la gestión de dichas entidades.
L) Aplicar sanciones de observaciones, apercibimientos y multas de hasta el
10% (diez por ciento) de la responsabilidad patrimonial básica de los bancos, a
las entidades enumeradas en el artículo anterior que infrinjan las leyes y decre-
tos que rijan su actividad o las normas generales o instrucciones particulares
dictadas a su respecto.
M) Proponer al Directorio la aplicación de sanciones pecuniarias más graves
o de otras medidas, tales como la intervención, la suspensión de actividades o la
Apéndice normativo 267

revocación de la autorización o de la habilitación para funcionar a las entidades


enumeradas en el artículo anterior que infrinjan las leyes y decretos que rijan
su actividad o las normas generales o instrucciones particulares dictadas a su
respecto, pudiendo también recomendar al Directorio que gestione ante el Poder
Ejecutivo la revocación de la autorización para funcionar cuando corresponda.
N) Disponer la instrucción de sumarios al personal superior de cualesquiera
de las entidades supervisadas y proponer al Directorio la adopción de las sancio-
nes que puedan corresponder en caso de infracciones, con las facultades previs-
tas en el artículo 23 del Decreto-Ley Nº 15.322, de 17 de setiembre de 1982 y sus
modificativos.
O) Otorgar la no objeción para la designación del personal superior de cuales-
quiera de las entidades supervisadas en los casos que establezca la reglamenta-
ción que se dicte atendiendo a la jerarquía funcional de los sujetos comprendidos.
P) Requerir a las entidades supervisadas reestructuras de su organización y
desplazamientos o sustituciones de su personal superior así como modificaciones
a la estructura y composición del capital accionario.
Q) Ejercer el control en base consolidada de las entidades supervisadas, te-
niendo en cuenta su operativa en el país y en el exterior.
R) Llevar los registros que las leyes establecen y habilitar los que estime ne-
cesarios para el adecuado funcionamiento del sistema financiero, autorizando la
inscripción en los mismos de quienes cumplan los requisitos correspondientes y
disponiendo la cancelación de la misma cuando corresponda por la finalización
de su objeto o cuando se infrinjan las leyes y decretos que rijan su actividad o las
normas generales o instrucciones particulares dictadas a su respecto.
S) Acordar bases de entendimiento con la Corporación de Protección del Aho-
rro Bancario a fin de coordinar acciones tendientes al eficiente funcionamiento
del sistema financiero y cabal cumplimiento de los fines que les son comunes.
T) Divulgar la información sobre personas, empresas e instituciones conteni-
da en los registros que se encuentren a su cargo, lo que en ningún caso implicará
dar noticia sobre fondos y valores que se encuentren depositados en el sistema
financiero nacional, o custodiados en las entidades supervisadas, ni tampoco so-
bre las declaraciones juradas presentadas por los accionistas, los directores y el
personal superior de las entidades supervisadas.
U) Suscribir acuerdos de cooperación con organismos financieros internacio-
nales u organismos de supervisión de países extranjeros en las áreas propias de
sus cometidos y atribuciones.
V) Desarrollar las funciones encomendadas legalmente al Banco con la finali-
dad de combatir los delitos de lavado de activos y de financiamiento del terroris-
mo previstos por la normativa vigente.
W) Atender los reclamos de los consumidores de las empresas supervisadas.
[Texto dado por el art. 11 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008].

Artículo 39.- (Planificación de Actividades).- La Superintendencia deberá


proponer al Directorio para su aprobación:
A) Los criterios y políticas que aplicará en el ejercicio de sus competencias.
268 Ricardo Olivera García

B) Un plan de trabajo anual que guiará su accionar, incluyendo la evaluación


del plan de trabajo del año anterior, sobre el cual deberá rendir cuentas.
[Texto dado por el art. 11 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008].

Artículo 40. (Memoria y Plan de Actividades de la Superintendencia).- La


Superintendencia publicará, con una periodicidad al menos anual, una Memoria
y Plan de Actividades, que incluirá:
A) Un análisis de la situación del sistema financiero.
B) La evaluación de las actividades desarrolladas en función de las metas
establecidas.
C) La política de regulación y supervisión.
D) Un plan anual que incluya metas y actividades para el siguiente año.
[Texto dado por el art. 11 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008].

Artículo 41.- (Comité de Regulación y Supervisión).- Dentro del Banco, ha-


brá un Comité de Regulación y Supervisión, el cual estará integrado por dos
miembros del Directorio, el Superintendente de Servicios Financieros y otros dos
funcionarios de ese servicio designados por el Directorio.
Las funciones del Comité serán:
A) Brindar el asesoramiento que requiera el Directorio para tomar las decisio-
nes que correspondan en materia de regulación y supervisión.
B) Analizar y asesorar al Directorio sobre las propuestas de políticas y planes
preparados por la Superintendencia de Servicios Financieros.
C) Monitorear la aplicación de las políticas establecidas y el desarrollo de los
planes de trabajo aprobados.
D) Opinar sobre las propuestas de Memoria y Plan de Actividades.
[Texto dado por el art. 11 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008]

Capítulo IX
RELACIONES CON EL PODER EJECITUVO
Y CON EL PODER LEGISLATIVO
[Título dado por el art. 3 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008]

Artículo 42.- (Asesoría).- El Banco asesorará al Poder Ejecutivo en los asun-


tos relacionados con las finalidades y cometidos del Ente.
Artículo 43.- (Informe de Política Monetaria).- El Banco publicará, al menos
trimestralmente en ocasión de la reunión del Comité de Política Monetaria, un
Informe de Política Monetaria, el cual incluirá:
A) Un análisis de inflación.
B) Los fundamentos y metas instrumentales de su política monetaria durante
el horizonte de planificación.
C) Un análisis del contexto macroeconómico, incluyendo crecimiento y em-
pleo, y del balance de riesgos en el cual éste se desarrolla.
Apéndice normativo 269

D) La evaluación de la gestión monetaria en el período anterior, en función de


las metas proyectadas y alcanzadas.
[Texto dado por el art. 5 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008].

Artículo 44.- (Otros informes económicos). El Banco informará detallada-


mente al Poder Ejecutivo de toda circunstancia, factor o situación que esté en su
conocimiento y que pueda afectar gravemente a la economía nacional y propon-
drá al mismo tiempo las medidas y correctivos apropiados que podrían adoptarse
al respecto.
Artículo 45.- [Derogado por el art. 58 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de
2008]
Artículo 46.- (Suministro de información). El Poder Ejecutivo, los Entes Au-
tónomos, los Servicios Descentralizados y los Gobiernos Departamentales debe-
rán suministrar toda la información, documentación económica y financiera, que
razonablemente le sea solicitada por el Banco y que éste requiera para cumplir
sus finalidades, funciones y cometidos. Los restantes Poderes del Estado y los de-
más órganos de la administración pública y personas de derecho público presta-
rán al respecto la colaboración del caso, en relación a los pedidos de información
que les solicite razonablemente el Banco.
Artículo 47.- (Límite de valores públicos).- El Banco sólo podrá dar créditos
al Poder Ejecutivo o a cualquier persona jurídica pública a través de la compra,
por cuenta propia, de valores de emisión pública.
 Las compras de dichos valores en cada año por parte del Banco no podrán
superar el equivalente al 10% (diez por ciento) de los egresos del Presupuesto
Nacional, efectivamente realizados en el ejercicio anterior. Tampoco podrá su-
perar dicho monto la tenencia de dichos valores en cualquier momento. A los
efectos de este cálculo se computarán los valores a su valor nominal y respecto
al máximo no se incluirán los egresos correspondientes al servicio de la Deuda
Pública (Inciso 30 - Amortización de la Deuda Pública).
[Texto dado por el art. 5 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008].

Artículo 48.- (Informe al Poder Legislativo).- El 1º de marzo de cada año, el


Directorio del Banco presentará a la Asamblea General un informe escrito, que
podrá ser ampliado verbalmente, rindiendo cuenta de su actuación, la que inclui-
rá un detalle de las actividades realizadas en el año anterior, una evaluación de
los resultados obtenidos en relación a las finalidades perseguidas, y los planes
para el año en curso.
[Texto dado por el art. 4 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008]

Artículo 49.- (Prohibición). El Banco sólo adquirirá, directa o indirectamen-


te, valores públicos u otorgará adelantos al Poder Ejecutivo, o adelantos o servi-
cios de crédito a cualesquiera personas jurídicas públicas, incluyendo en su caso
Gobiernos Departamentales, de conformidad con las disposiciones de la presente
ley.
270 Ricardo Olivera García

Artículo 50.- (Administración de la deuda pública y préstamos). El Banco


se encargará, en los términos y condiciones que acuerde con el Poder Ejecutivo,
de la emisión y gestión de los valores públicos con garantía del Estado y, en este
sentido, podrá negociar directamente con el público.
El Banco desempeñará los cometidos de administración de los Servicios de
la Deuda Pública interna y externa, Letras de Tesorería y Bonos del Tesoro y
préstamos internacionales.

Capítulo X
CUENTAS Y ESTADOS CONTABLES
Artículo 51.- (Ejercicio Financiero). El ejercicio financiero del Banco coinci-
dirá con el año civil.
Artículo 52.- (Presentación del Presupuesto). El Presidente del Banco pre-
sentará a consideración del Directorio el Proyecto de presupuesto para el ejerci-
cio financiero siguiente, a mas tardar el 30 de junio de cada año.
Tras su aprobación por el Directorio, el Banco presentará el proyecto de pre-
supuesto al Poder Ejecutivo y al Tribunal de Cuentas, de conformidad con el
artículo 221 de la Constitución de la República.
Artículo 53.- (Estados contables anuales).- El Banco presentará al Poder
Ejecutivo el estado de situación patrimonial al cierre de cada ejercicio financiero
anual y el estado de resultados correspondiente a dicho ejercicio dentro de los
tres primeros meses del ejercicio siguiente, elaborados de acuerdo con criterios
técnicos adecuados a la naturaleza de un Banco Central, y acompañados de un
dictamen de auditoría externa.
Los mencionados estados contables serán publicados, de conformidad con lo
previsto en el artículo 191 de la Constitución de la República, una vez comunica-
dos al Poder Ejecutivo y visados por el Tribunal de Cuentas.
[Texto dado por el art. 5 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008]

Artículo 54.- (Balances monetarios mensuales). El Banco confeccionará el


balance monetario al cierre de cada mes, lo comunicará al Poder Ejecutivo y lo
divulgará, con la mayor brevedad, por los medios que considere más adecuados.

Capítulo XI
DISPOSICIONES GENERALES
Artículo 55.- (Emisión de valores, comisiones e intereses). El Banco también
estará facultado para:
A) Emitir valores en nombre y por cuenta propios;
B) Fijar y percibir comisiones por prestación de servicios;
C) Cobrar intereses por los créditos que otorga.
Artículo 56.- [Derogado por el art. 58 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de
2008].
Apéndice normativo 271

Artículo 57.- (Información con fines estadísticos). A los efectos del cumpli-
miento de la presente ley y en ejercicio de las funciones y cometidos conferidos
por la misma, el Banco podrá requerir, con carácter obligatorio y con fines es-
tadísticos, de cualquier individuo o persona jurídica, ya sea pública o privada,
toda la información que necesite para cumplir en debida forma sus funciones y
cometidos. Dicha información estará amparada por el secreto administrativo y
será estrictamente confidencial.
El Banco podrá aplicar multas a toda persona o entidad que no presente la
información legalmente requerida por el mismo, o que presente información in-
completa o inexacta. El monto de la multa oscilará entre 10.000 UI (diez mil
unidades indexadas) y 20.000 UI (veinte mil unidades indexadas), tratándose de
personas jurídicas, y será de 4.000 UI (cuatro mil unidades indexadas) en caso
de personas físicas. El pago de la multa no exonera de la obligación de presentar
la información solicitada.
[Texto del inciso 2 dado por el art. 5 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008]

Capítulo XII
DISPOSICION TRANSITORIA Y ESPECIAL
Artículo 58.- (Estado de situación patrimonial).- El Banco elaborará un es-
tado de situación patrimonial al último día del mes de entrada en vigencia de la
presente ley, visado por el Tribunal de Cuentas, a fin de determinar el patrimo-
nio de la Institución a esa fecha.
[Texto dado por el art. 5 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de 2008]

Capítulo XIII
DEROGACIONES Y MODIFICACIONES
Artículo 59.- [Derogado por el art. 58 de la ley Nº 18.401 de 24 de octubre de
2008]
Artículo 60.- (Derogaciones). Deróganse expresamente las siguientes dispo-
siciones: artículo 12 de la Ley Nº 13.243, de 20 de febrero de 1964; artículo 29 de
la Ley Nº 13.608, de 8 de setiembre de 1967; artículo 483 de la Ley Nº 13.892,
de 19 de octubre de 1970, y en cuanto se refiere al Poder Ejecutivo se deroga el
artículo 131 de la Ley Nº 13.241, de 31 de enero de 1964, en la redacción dada por
el artículo 225 de la Ley Nº 13.320, de 28 de diciembre de 1964.
272 Ricardo Olivera García

–3–
FIDEICOMISO

Ley N° 17.703, de 27 de octubre de 2003, sobre Fideicomiso

Capítulo I
CONCEPTO Y PRINCIPIOS GENERALES
Artículo 1º. (Definición).- El fideicomiso es el negocio jurídico por medio del
cual se constituye la propiedad fiduciaria de un conjunto de derechos de pro-
piedad u otros derechos reales o personales que son transmitidos por el fidei-
comitente al fiduciario para que los administre o ejerza de conformidad con las
instrucciones contenidas en el fideicomiso, en beneficio de una persona (benefi-
ciario), que es designada en el mismo, y la restituya al cumplimiento del plazo o
condición al fideicomitente o la transmita al beneficiario.
Podrá haber pluralidad de fideicomitentes y de beneficiarios.
Artículo 2º. (Constitución).- El fideicomiso puede ser constituido por acto
entre vivos o por testamento.
El fideicomiso por acto entre vivos es un contrato innominado que deberá
otorgarse por escrito so pena de nulidad, cualquiera sea el objeto sobre el que
recaiga, requiriéndose la escritura pública en los casos en que dicha solemnidad
es exigida por la ley. La publicidad frente a terceros se regirá por lo dispuesto en
la ley de Registros Públicos.
El fideicomiso por acto entre vivos es título hábil para producir la transfe-
rencia de la propiedad o de la titularidad de los derechos reales o personales que
constituyen su objeto.
El fideicomiso testamentario podrá constituirse por testamento abierto o ce-
rrado. En el certificado sucesorio se hará constar la constitución de la propiedad
fiduciaria, debiendo inscribirse en los casos que así lo disponga la ley de Regis-
tros Públicos.
El fideicomiso testamentario confiere al fiduciario derecho personal a recla-
mar de los herederos la entrega de los bienes y derechos que constituyan su ob-
jeto, excepto en caso de recaer sobre una especie cierta. En tal caso, el fiduciario
adquiere la propiedad de la misma desde la muerte del causante, conforme a
los artículos 937 y 938 del Código Civil. El fiduciario heredero sucede conforme
a los principios generales.
Apéndice normativo 273

Artículo 3º. (Habilitación de inversiones).- Cuando el fideicomiso tenga por


fin la realización de una obra pública municipal, las Intendencias Municipales
podrán constituirlo mediante la cesión de derechos de créditos de tributos depar-
tamentales, dándose cuenta a la Junta Departamental.
La Caja Notarial de Jubilaciones y Pensiones, la Caja de Jubilaciones y Pen-
siones de los Profesionales Universitarios, la Caja de Jubilaciones y Pensiones
Bancarias y las Administradoras de Fondos de Ahorro Previsional podrán inver-
tir en fideicomisos, siempre que su objeto refiera a actividades desarrolladas,
bienes situados o derechos utilizados económicamente en la República, así como
créditos originados en exportaciones realizadas desde el Uruguay.
[Inciso final derogado por el artículo 3 de la Ley 18.673 de 23 de julio de 2010]

Artículo 4º. (Estipulaciones del instrumento constitutivo del fideicomiso).-


Sin perjuicio de la incorporación de otras estipulaciones, el instrumento de fidei-
comiso también deberá contener:
• La individualización de los bienes objeto del fideicomiso. En caso de no resul-
tar posible tal individualización a la fecha de la celebración del fideicomiso,
constará la descripción de los requisitos y características que deberán reunir
los bienes.
• La determinación del procedimiento en que los bienes podrán ser incorpora-
dos al fideicomiso.
• El plazo o condición a que se sujeta la propiedad fiduciaria.
• El destino de los bienes a la finalización del fideicomiso.
• Los derechos y obligaciones del fiduciario y el modo de sustituirlo si éste cesa-
re.
Artículo 5º. (Objeto).- El fideicomiso por acto entre vivos puede ser constitui-
do sobre bienes o derechos de cualquier naturaleza presentes o futuros, incluyén-
dose las universalidades de bienes.
El fideicomiso testamentario podrá recaer sobre toda la herencia o una cuota
parte de la misma, o sobre bienes, derechos, universalidades de bienes, y demás
relaciones jurídicas activas que compongan el patrimonio sucesorio.
Artículo 6º. (Propiedad Fiduciaria).- Los bienes y derechos fideicomitidos
constituyen un patrimonio de afectación, separado e independiente de los patri-
monios del fideicomitente, del fiduciario y del beneficiario.
El conjunto de bienes y derechos fideicomitidos deberá individualizarse en el
instrumento que los determine. El mismo deberá ser inscripto en la Dirección
General de Registros del Ministerio de Educación y Cultura.
El Poder Ejecutivo, con el asesoramiento de la Dirección General de Registros
del Ministerio de Educación y Cultura, determinará las regulaciones que orga-
nicen la inscripción y demás condiciones registrales de los fideicomisos, dando
cumplimiento a la Ley Nº 16.871, de 28 de setiembre de 1997, y sus modificativas
y concordantes.
Si el fiduciario fuera una persona casada bajo el régimen legal de sociedad
conyugal, los bienes y derechos fideicomitidos, no ingresarán a la masa de ga-
nanciales, rigiéndose a todos los efectos por las normas que regulan los bienes
274 Ricardo Olivera García

propios. La retribución que el fiduciario casado perciba por su actividad se rige


por los principios generales.
Artículo 7º. (Derecho de Persecución de los Acreedores).- Los bienes fideico-
mitidos quedarán exentos de la acción singular o colectiva de los acreedores del
fiduciario.
Los acreedores del beneficiario no podrán perseguir los bienes fideicomitidos
mientras éstos se encuentran en el patrimonio del fiduciario, pero podrán per-
seguir para la satisfacción de sus créditos los frutos que dichos bienes generen,
pudiendo asimismo subrogarse en los derechos de aquél.
Habiéndose constituido el fideicomiso por acto entre vivos, los acreedores del
fideicomitente no podrán perseguir los bienes fideicomitidos, pudiendo ejercer
tan solo las acciones por fraude previstas por la ley. A los efectos del ejercicio
de la acción pauliana, a los acreedores les bastará con acreditar el fraude del
fideicomitente, salvo en casos en los que deba excluirse el ánimo de liberalidad
directo o indirecto del fideicomitente.
Si el fideicomiso testamentario diera origen a una sucesión a título particular,
el fiduciario responderá frente a los acreedores hereditarios sólo con los bienes
fideicomitidos, en los casos y en la forma en que responden los legatarios (artícu-
los 1175 y 1178 del Código Civil). No obstante ello, si los herederos comunicaran
personalmente en forma fehaciente o por vía judicial al acreedor hereditario su
intención de cumplir el fideicomiso testamentario, y éstos no se opusieran al
cumplimiento dentro de los diez días inmediatos siguientes, hasta tanto no se le
pague o garantice su crédito, perderán su acción contra los bienes fideicomitidos.
Si el fideicomiso testamentario diera origen a una sucesión a título universal,
el fiduciario responderá con el patrimonio fideicomitido. En todos los casos ten-
drá la carga de realizar un inventario solemne y completo del patrimonio o cuota
patrimonial fideicomitido, citando a los acreedores hereditarios.
Decláranse aplicables a la propiedad fiduciaria las disposiciones contenidas
en los artículos 189, 190 y 191 de la Ley Nº 16.060, de 4 de setiembre de 1989,
en lo pertinente.
El ejercicio de las acciones previstas en los incisos tercero y sexto del presente
artículo no podrá afectar los derechos de los titulares adquirentes de buena fe de
certificados de participación en el dominio fiduciario, de títulos representativos
de deuda garantizados con bienes que integren el fideicomiso, o de títulos que
otorguen derechos de crédito y derechos de participación sobre el remanente,
siempre que cualesquiera de dichos valores sean o hayan sido objeto de oferta
pública en los términos previstos en el artículo 28 de la presente ley.
Artículo 8º. (Alcance de la responsabilidad).- Los bienes del fiduciario no res-
ponderán por las obligaciones contraidas en la ejecución del fideicomiso, las que
sólo serán satisfechas con los bienes fideicomitidos. La insuficiencia de los bienes
fideicomitidos para atender a estas obligaciones, no dará lugar a la declaración
de quiebra, concurso o liquidación judicial. En tal supuesto y a falta de otros
recursos provistos por el fideicomitente o el beneficiario según disposiciones con-
tractuales, procederá su liquidación privada, la que estará a cargo del fiduciario,
Apéndice normativo 275

quien deberá enajenar los bienes que lo integren y entregará el producido a los
acreedores conforme al orden de privilegios previstos para la quiebra.
Si se tratase de fideicomiso financiero regirán en lo pertinente las normas de
los artículos 31 y 32 de la presente ley. En los casos de conflicto entre las partes
y si se tratare de fideicomiso financiero se recurrirá al proceso arbitral previsto
en los artículos 472 y siguientes del Código General del Proceso y si se tratase de
fideicomiso no financiero, se podrá recurrir al proceso arbitral citado o a la vía
judicial, siguiéndose el trámite del proceso extraordinario previsto en los artícu-
los 346y 347 del Código General del Proceso.
Artículo 9º. (Prohibiciones).- Quedan prohibidos, siendo absolutamente nu-
los:
• Los fideicomisos testamentarios en los que se designen diversos beneficiarios
en forma sucesiva, procediendo la sustitución a la muerte del beneficiario
anterior.
• El fideicomiso en el cual se designe beneficiario al fiduciario salvo en los casos
de fideicomiso en garantía constituidos a favor de una entidad de intermedia-
ción financiera.
Artículo 10.- Los fideicomisos testamentarios no afectarán el carácter intan-
gible de la legítima (artículo 894 del Código Civil), ni perjudicarán el derecho de
los restantes asignatarios forzosos.
Si se vulnerara el derecho de los legitimarios, del porcionero, o del beneficia-
rio de los derechos reales de habitación y de uso, el asignatario forzoso cuyo de-
recho fuera lesionado podrá ejercer la acción de reforma de testamento conforme
a los artículos 1006 y siguientes del Código Civil.
El heredero forzoso que fuera beneficiario de un fideicomiso por acto entre
vivos deberá colacionar el valor de los bienes que le hayan sido trasmitidos por fi-
deicomiso, excepto en caso de haber sido dispensado de colación (artículos 1100 y
siguientes del Código Civil). Respecto de los frutos rige el artículo 1111 del Có-
digo Civil.

Capítulo II
DEL FIDUCIARIO
Artículo 11. (Requisitos del Fiduciario).- Podrá ser fiduciario cualquier per-
sona física o jurídica. La persona física deberá tener la capacidad legal exigida
para ejercer el comercio.
Sin perjuicio de los requisitos establecidos para los fiduciarios de los fidei-
comisos financieros en el Capítulo IV de la presente ley, las entidades de in-
termediación financiera y los fiduciarios profesionales sólo podrán actuar como
fiduciarios en forma habitual y profesional.
Artículo 12. (Registro Público de Fiduciarios).- Créase en el Banco Central
del Uruguay un registro público de fiduciarios profesionales, personas físicas o
jurídicas. La información registrada en él será de libre acceso para cualquier
interesado. El funcionamiento del Registro y los mecanismos a través de los que
los fiduciarios darán cumplimiento a las obligaciones dispuestas por este artículo
276 Ricardo Olivera García

serán dispuestos por la reglamentación. En los casos en que el fiduciario no sea


una persona física, los socios o accionistas, administradores o directores deberán
determinarse precisamente. Tratándose de sociedades anónimas, éstas deberán
emitir acciones nominativas o escriturales. En todos los casos se inscribirá la res-
ponsabilidad patrimonial de los fiduciarios, sus socios o accionistas, administra-
dores y directores. Los fiduciarios inscriptos deberán actualizar la información
proporcionada al registro con la periodicidad que establezca la reglamentación,
así como inmediatamente de producida cualquier modificación en la información
registrada. Los fiduciarios inscriptos serán responsables de la información origi-
nal y las actualizaciones proporcionadas.
El incumplimiento de las obligaciones de registración y de información esta-
blecidas en este artículo será sancionado conforme a lo dispuesto por los artícu-
los 20 a 24 del Decreto-Ley Nº 15.322, de 17 de setiembre de 1982.
Artículo 13. (Actuación sucesiva).- En caso que el fideicomitente designe va-
rios fiduciarios para que sucesivamente desempeñen el fideicomiso, deberá esta-
blecer el orden y las condiciones en que hayan de sustituirse.
Artículo 14. (Sustitución).- En el instrumento de fideicomiso, el fideicomi-
tente podrá designar uno o más sustitutos para que reemplacen al fiduciario que
no acepte o cese en sus funciones. Podrá también reservarse el fideicomitente,
en dicho negocio, esta facultad de sustitución para ser ejercida en cualquier mo-
mento.
Artículo 15. (Acciones).- El fiduciario está obligado a ejercer todas las accio-
nes que correspondan para la defensa de los bienes fideicomitidos, tanto contra
terceros como contra el beneficiario.
El Juez podrá autorizar al fideicomitente o al beneficiario a ejercer acciones
en sustitución del fiduciario, cuando éste no lo hiciere en violación de sus obli-
gaciones.
Artículo 16. (Responsabilidad interna).- El fiduciario deberá desarrollar sus
cometidos y cumplir las obligaciones impuestas por la ley y el negocio de fideico-
miso, con la prudencia y diligencia del buen hombre de negocios que actúa sobre
la base de la confianza depositada en él.
Si faltare a sus obligaciones será responsable frente al fideicomitente y al
beneficiario, por los daños y perjuicios que resultaren de su acción u omisión.
En ningún caso podrá exonerarse de responsabilidad al fiduciario por los da-
ños provocados por su dolo o culpa grave, así como por aquellos causados por el
de sus dependientes.
Artículo 17. (Relación externa).- El fideicomiso que haya sido inscripto en
el Registro Público correspondiente, de conformidad a lo previsto en los artícu-
los 2º y 6º de la presente ley, será oponible a terceros conforme a los principios
generales. En consecuencia, los actos y contratos celebrados por el fiduciario en
infracción de las restricciones dispuestas o excediendo sus facultades, serán in-
oponibles en perjuicio del fideicomitente y del beneficiario.
Tratándose de fideicomisos no inscriptos, las restricciones a las facultades del
fiduciario no serán oponibles a terceros, salvo que los actos realizados por éste
Apéndice normativo 277

sean notoriamente extraños a la finalidad del fideicomiso o que el tercero tenga


conocimiento de la infracción.
Cuando el fiduciario celebre un acto que es inoponible al fideicomitente o al
beneficiario en su caso, el interesado podrá solicitar ante el juez competente la
revocación del acto.
Artículo 18. (Rendición de Cuentas).- En el negocio de fideicomiso no se po-
drá dispensar al fiduciario de la obligación de rendir cuentas, la que podrá ser
solicitada por el fideicomitente o el beneficiario, con las formalidades que se es-
tablezcan en el instrumento de fideicomiso y en la reglamentación respectiva.
En todos los casos el fiduciario deberá rendir cuentas al beneficiario con una
periodicidad no mayor a un año, sin perjuicio de lo dispuesto en el fideicomiso.
Si no se objetaren las cuentas en el plazo establecido en el instrumento de
fideicomiso y, a falta de ello, dentro del plazo de noventa días desde la notifica-
ción fehaciente, las cuentas se tendrán como tácitamente aprobadas, salvo que
se hubiera incurrido en falsedad u ocultamiento doloso.
Aprobadas las cuentas en forma expresa o tácita, el fiduciario quedará libre
de toda responsabilidad, frente a los beneficiarios presentes o futuros y a todos
los demás ante los que se hubieran rendido cuentas, por todos los actos ocurridos
durante el período de la cuenta y el instrumento de fideicomiso.
Artículo 19. (Obligaciones del fiduciario).- Además de las previstas en el ne-
gocio constitutivo y en los artículos precedentes, son obligaciones del fiduciario:
• Mantener un inventario y una contabilidad separada de los bienes, derechos
y obligaciones que integran el patrimonio fiduciario. En caso que sea fiducia-
rio en varios negocios de fideicomiso, deberá llevar contabilidad separada de
cada uno de ellos. En todos los casos la contabilidad deberá estar basada en
normas adecuadas.
• Transferir los bienes del patrimonio fiduciario al fideicomitente o al beneficia-
rio al concluir el fideicomiso o al fiduciario subrogante en caso de sustitución
o cese.
• Guardar reserva respecto de las operaciones, actos, contratos, documentos e
información que se relacione con el fideicomiso.
Artículo 20. (Prohibiciones del fiduciario).- Estará prohibido al fiduciario:
• Afianzar, avalar o garantizar de algún modo al fideicomitente o al beneficia-
rio el resultado del fideicomiso o las operaciones, actos y contratos que realice
con los bienes fideicomitidos.
• Realizar operaciones, actos o contratos con los bienes fideicomitidos, en bene-
ficio propio, de sus directores o personal superior, de sus parientes directos
o de las personas jurídicas donde éstos tengan una posición de dirección o
control.
• Realizar cualquier otro acto o negocio jurídico con los bienes fideicomitidos
respecto del cual tenga un interés propio, salvo autorización conjunta y expre-
sa del fideicomitente y del beneficiario.
Artículo 21. (Derechos del fiduciario).- Salvo estipulación en contrario, el fi-
duciario tendrá derecho al reembolso de los gastos incurridos en beneficio del
patrimonio que integra su dominio fiduciario y a una remuneración. Si ésta no
278 Ricardo Olivera García

hubiere sido fijada en el contrato, la fijará el Juez teniendo en consideración la


naturaleza del fideicomiso encomendado y la importancia del patrimonio fidu-
ciario.

Artículo 22. (Cese del fiduciario).- El fiduciario cesará en el ejercicio de su


cargo en los siguientes casos:
• Por muerte o incapacidad judicialmente declarada, así como por la pérdida
de alguna de las condiciones exigidas para el ejercicio del comercio. En estos
casos, la propiedad fiduciaria se transmitirá de pleno derecho de acuerdo con
lo estipulado en el instrumento de constitución del fideicomiso.
• Por disolución, quiebra, concurso o liquidación judicial.
• Por remoción por el fideicomitente, cuando éste se hubiera reservado dicha
facultad en el negocio constitutivo.
• Por remoción judicial, a instancia del fideicomitente o del beneficiario, en caso
de incumplimiento de las obligaciones impuestas por la ley o por el negocio
constitutivo. También procederá la remoción judicial, por las mismas causa-
les, a instancia de los acreedores que representen más del 50% (cincuenta por
ciento) de los créditos.
• Por renuncia, cuando sea autorizada en el negocio constitutivo y por las cau-
sas en éste establecidas. Cuando el negocio constitutivo nada establezca, sólo
podrá renunciar en caso de negativa del beneficiario a recibir las prestacio-
nes o en caso de insuficiencia del producto del fideicomiso para el pago de su
remuneración y siempre que el fideicomitente o el beneficiario se nieguen a
pagarla. La renuncia tendrá efecto después de la transferencia del patrimonio
objeto del fideicomiso al fiduciario sustituto.
• Por la cancelación de la inscripción en el registro dispuesta por el Banco Cen-
tral del Uruguay, de acuerdo con lo previsto por el artículo 12 de la presente
ley.

Capítulo III
DEL BENEFICIARIO
Artículo 23. (Beneficiario).- El acto constitutivo del fideicomiso, deberá de-
signar al beneficiario quien podrá ser una persona física o jurídica.
En caso de fideicomiso testamentario rigen los principios del Código Civil
(artículos 1038, 835, 841).
El beneficiario puede ser una persona futura que no exista al tiempo del otor-
gamiento del fideicomiso contractual, en cuyo caso deberá establecerse con pre-
cisión las características que permitan su identificación futura. El fideicomiso
contractual quedará en tal caso, sujeto a la condición suspensiva de existencia
de la persona beneficiaria y quedará sin efecto de no verificarse la misma dentro
del plazo del año a partir del otorgamiento.
Artículo 24. (Designación conjunta o sucesiva).- Se podrá designar dos o más
beneficiarios que gocen de sus derechos en forma conjunta o sucesiva, sin per-
juicio de lo dispuesto en el literal a) del artículo 9º de la presente ley. En caso de
Apéndice normativo 279

designación conjunta, salvo disposición en contrario, se repartirán los beneficios


obtenidos por partes iguales.
Para el caso que alguno de los beneficiarios designados en forma conjunta no
acepte, no llegue a existir o no pueda ser determinado, los beneficios que éstos
debieran percibir se repartirán por partes iguales entre los demás beneficiarios,
salvo que otra cosa se dijere en el instrumento de fideicomiso.
Pueden también designarse beneficiarios sustitutos para el caso de no acep-
tación.

Capítulo IV
FIDEICOMISO FINANCIERO
Artículo 25. (Concepto).- El fideicomiso financiero es aquel negocio de fi-
deicomiso cuyos beneficiarios sean titulares de certificados de participación en
el dominio fiduciario, de títulos representativos de deuda garantizados con los
bienes que integran el fideicomiso, o de títulos mixtos que otorguen derechos de
crédito y derechos de participación sobre el remanente. Los certificados de par-
ticipación y títulos de deuda se regirán por el Decreto-Ley Nº 14.701, de 12 de
setiembre de 1977, en lo pertinente.
El fideicomiso financiero podrá constituirse por acto unilateral, en el cual
coincidan las personas del fideicomitente y del fiduciario, cuando se solicite au-
torización para ofrecer públicamente (artículo 28 de la presente ley) los certifica-
dos de participación, los títulos representativos de deudas o los títulos mixtos a
los que refiere el inciso precedente.
Artículo 26. (Fiduciarios).- Solamente podrán ser fiduciarios en un fideico-
miso financiero las entidades de intermediación financiera o las sociedades ad-
ministradoras de fondos de inversión. De acuerdo con los fideicomisos de que se
trate y las modalidades de sociedades fiduciarias, la reglamentación podrá auto-
rizar a estas últimas a actuar como fiduciarios en fideicomisos financieros. A los
efectos de la presente disposición, no regirá la limitación del objeto de las socie-
dades administradoras de fondos de inversión dispuesta por la Ley Nº 16.774, de
27 de setiembre de 1996. Las instituciones de intermediación financiera regidas
por el Decreto-Ley Nº 15.322, de 17 de setiembre de 1982, y sus modificativas, el
Banco de la República Oriental del Uruguay y el Banco Hipotecario del Uruguay,
podrán constituir o integrar, como accionistas, sociedades fiduciarias de acuerdo
con el régimen de la presente ley.
Artículo 27. (Títulos valores).- Los certificados de participación y títulos de
deuda serán considerados títulos valores.
Artículo 28. (Oferta pública).- La oferta pública de los certificados de partici-
pación, de los títulos de deuda y de los títulos mixtos a los que refiere el artículo
precedente se regirá por las disposiciones de la Ley Nº 16.749, de 30 de mayo de
1996.
Artículo 29. (Regulación y sanciones).- La reglamentación podrá dictar nor-
mas a las que deberán sujetarse el fideicomiso y los fiduciarios financieros. Tam-
280 Ricardo Olivera García

bién podrá requerir el establecimiento de garantías respecto de determinados


fideicomisos financieros.
El Banco Central del Uruguay tendrá respecto de los fiduciarios financieros
las facultades que le confiere el Decreto-Ley Nº 15.322, de 17 de setiembre de
1982, y sus modificativas.
En los casos en que se constaten transgresiones a la presente ley por parte de
los fiduciarios financieros serán de aplicación, en lo pertinente, los artículos 20
a 24 del Decreto-Ley Nº 15.322, de 17 de setiembre de 1982, y sus modificativas.
Artículo 30. (Transferencia de créditos).- En la transferencia de créditos que
se integren a un fideicomiso financiero, será de aplicación, en lo que corresponda,
lo dispuesto por los artículos 33 y 34 de la Ley Nº 16.774, de 27 de setiembre de
1996, con la redacción dada por la Ley Nº 17.202, de 24 de setiembre de 1999.
Artículo 31. (Insuficiencia patrimonial).- En el caso de insuficiencia del pa-
trimonio del fideicomiso financiero para dar cumplimiento a las obligaciones
contraídas por el fiduciario frente a terceros, o en el caso de otras contingencias
que pudieran afectar dicho cumplimiento, el fiduciario citará a los tenedores de
títulos de deuda a los efectos de que, reunidos en asamblea resuelvan sobre la
forma de administración y liquidación del patrimonio.
La convocatoria de la asamblea de tenedores de títulos de deuda, se regirá por
las normas de la Ley Nº 16.060, de 4 de setiembre de 1989, en cuanto a la convo-
catoria de asambleas de sociedades anónimas, en lo pertinente.
Artículo 32. (Facultades de la Asamblea).- La asamblea de tenedores de títu-
los de deuda, por el voto conforme de tenedores de esos títulos, que representen
por lo menos la mayoría absoluta del valor nominal de los títulos emitidos y en
circulación, podrá resolver:
• Transferir el patrimonio fiduciario como unidad a otro fiduciario.
• Modificar el contrato de emisión, que podrá comprender la remisión de parte
de las deudas o la modificación de los plazos o condiciones iniciales.
• Continuar la administración de los bienes fideicomitidos hasta la terminación
del fideicomiso.
• Consagrar la forma de enajenación de los bienes del patrimonio fiduciario.
• Designar a la persona que tendrá a su cargo la enajenación del patrimonio
como unidad de los bienes que lo conforman.
• Disponer cualquier otro tema relativo a la administración o liquidación del
patrimonio fiduciario.
• La extinción del fideicomiso en los casos previstos en el artículo 31 de la pre-
sente ley.
Lo resuelto por la asamblea de tenedores de títulos de deuda será oponible al
fideicomitente, fiduciario, beneficiario, y a los restantes tenedores de deuda que
no hubieran adherido a la resolución.
Apéndice normativo 281

Las asambleas de tenedores de títulos de deuda se regirán por las disposicio-


nes de la Ley Nº 16.060, de 4 de setiembre de 1989, en materia de asambleas de
accionistas, en lo pertinente.

Capítulo V
DE LA EXTINCIÓN DEL FIDEICOMISO
Artículo 33. (Causas de extinción).- Serán causas de extinción del fideicomi-
so:
• El cumplimiento total de sus fines o la imposibilidad absoluta de cumplirlos.
• El cumplimiento del plazo o condición resolutoria a que se hubiese sometido.
En caso de no haberse dispuesto plazo alguno, el máximo legal será de 30
años. Toda condición resolutoria de que penda la restitución de los bienes
fideicomitidos que tarde más de treinta años en cumplirse, se tendrá por ve-
rificada llegado dicho plazo.
• El acuerdo entre fideicomitente y beneficiario, sin perjuicio de los derechos
del fiduciario.
• La cesación en el pago de sus obligaciones, salvo el caso del fideicomiso finan-
ciero.
• La revocación del fideicomitente si se hubiere reservado expresamente esa
facultad en el negocio de fideicomiso.
• Por resolución de la asamblea de tenedores de títulos de deuda, adoptada en
los términos y condiciones establecidas en el artículo 32 de la presente ley.
• Por muerte o incapacidad judicialmente declarada del fiduciario, salvo que en
el instrumento de constitución del fideicomiso se haya designado fiduciario
sustituto.
• Por cualquier otra causa establecida expresamente en el instrumento de fidei-
comiso.
Producida la extinción del fideicomiso, el fiduciario estará obligado a entregar
los bienes fideicomitidos al fideicomitente o a sus sucesores, salvo que otra cosa
se hubiera establecido en el negocio constitutivo. En el caso de cese del fiduciario
y si no se hubiere designado sustituto, dicha entrega operará de pleno derecho.
Queda excluida de esta situación el caso de terminación del fideicomiso por ce-
sación de pagos.
En ningún caso el fiduciario podrá adjudicarse, en forma definitiva, los bienes
recibidos en fideicomiso.
Artículo 34. (Derogación).- Se deroga el artículo 865 del Código Civil.
Artículo 35.- Sustitúyese el artículo 866 del Código Civil, que quedará redactado en
los siguientes términos:
• Serán nulas en la sustitución fideicomisaria las cláusulas que dispongan:
• Declarar inalienable todo o parte de la herencia.
• Llamar a un tercero al todo o parte de los que reste de la herencia al morir
el heredero.
• La que, sin cumplir los requisitos previstos por la ley de fideicomiso, tenga
por objeto dejar a uno el todo o parte de los bienes hereditarios, para que
282 Ricardo Olivera García

los aplique o invierta según las instrucciones que le hubiere comunicado el


testador (artículo 783)”.

Capítulo VI
DISPOSICIONES TRIBUTARIAS
Artículo 36. (Sujeto Pasivo).- El fideicomiso será contribuyente de todos los
tributos que gravan a las sociedades personales, en tanto se verifiquen a su res-
pecto los restantes aspectos del hecho generador de los respectivos tributos.
El fideicomiso tendrá asimismo la calidad de responsable en iguales condicio-
nes que las sociedades personales, siempre que se cumplan las hipótesis que dan
origen a dicha responsabilidad.
Artículo 37. (Igualdad de tratamiento).- Los fideicomisos del exterior, que
no actúen en el país mediante sucursal, agencia o establecimiento, tendrán el
mismo tratamiento tributario que el aplicable a los fideicomisos locales.
Artículo 38. (Remuneración de los fiduciarios).- Los ingresos que obtengan
los fiduciarios como remuneración de su actividad tendrán el mismo tratamiento
tributario que el asignado a las Sociedades Administradoras de Fondos de In-
versión.
Artículo 39. (Fideicomisos financieros).- A los efectos de fomentar el crédito
destinado a la inversión, otórgase a los fideicomisos financieros cuyos certifica-
dos de participación en el dominio fiduciario, de deuda o títulos mixtos, se emitan
mediante oferta pública, los siguientes beneficios:
• Exoneración del Impuesto a las Trasmisiones Patrimoniales a la parte enaje-
nante y a la parte adquirente, por las transmisiones de bienes realizadas en
cumplimiento del fideicomiso.
• Exoneración de los Impuestos al Valor Agregado, de Contribución al Finan-
ciamiento de la Seguridad Social y Específico Interno, a las enajenaciones de
bienes y derechos realizadas en virtud del referido cumplimiento.
El Poder Ejecutivo establecerá la forma en que habrá de hacerse efectiva la
oferta pública a efectos de gozar de la exoneración y de lo dispuesto en el artícu-
lo 41 de la presente ley.
Artículo  40. (Fideicomisos financieros).- Los fideicomisos financieros cuyo
objeto específico de inversión consista en conjuntos homogéneos o análogos de de-
rechos de crédito cuya titularidad sea transferida al fideicomiso, tendrán el tra-
tamiento tributario establecido para los fondos de inversión cerrados de crédito.
El Poder Ejecutivo podrá fijar tasas diferenciales del Impuesto a los Activos
de las Empresas Bancarias en relación a aquellos créditos que no hubieran esta-
do gravados por dicho impuesto antes de su cesión al fideicomiso.
Artículo 41. (Certificados de participación y títulos de deuda).- Los certifica-
dos de participación y títulos de deuda emitidos mediante oferta pública, tendrán
a efectos fiscales el mismo tratamiento respectivamente que las acciones que
cotizan en Bolsa y que las obligaciones emitidas mediante suscripción pública y
cotización bursátil.
Apéndice normativo 283

Artículo 42. (Fideicomisos de garantía).- Exonérase del Impuesto a las


Transmisiones Patrimoniales a las transmisiones de bienes gravadas realizadas
en cumplimiento de un fideicomiso de garantía.
Dicha exoneración se aplicará a la parte enajenante y a la parte adquirente,
tanto en la transmisión original de los bienes al fideicomiso, como en la transmi-
sión posterior al fiduciante.
Artículo 43. (Exoneraciones a los fideicomisos en general).- No será aplica-
ble a los fideicomisos el Impuesto de Control a que refiere el Título 16 del Texto
Ordenado 1996, ni el Impuesto a las Rentas de la Industria y Comercio corres-
pondiente al hecho generador a que refiere el literal D) del artículo 2º del Título
4 del Texto Ordenado 1996.
Facúltase al Poder Ejecutivo a:
• Otorgar a los fideicomisos que no cumplan con la condición de oferta pública a
que refiere el artículo 39 de la presente ley, los beneficios fiscales establecidos
en los literales a) y b) de dicho artículo. Esta facultad será otorgada en rela-
ción a actividades productivas por sectores específicos.
• Exonerar de tributos a los fideicomisos cuyos beneficiarios sean los Fondos
de Ahorro Previsional, la Caja Notarial de Jubilaciones y Pensiones, la Caja
de Jubilaciones y Pensiones de Profesionales Universitarios y la Caja de Ju-
bilaciones y Pensiones Bancarias. En este caso se requerirá que los títulos de
participación en el dominio fiduciario, de deuda o mixtos, sean nominativos y
la exoneración se aplicará durante el período en que el fondo de ahorro previ-
sional o las cajas antes dichas sean titulares de los mismos y en la proporción
que guarden con el monto total de títulos emitidos, de acuerdo con lo que
establezca la reglamentación.
• Exonerar de tributos en iguales condiciones que las establecidas en el lite-
ral anterior a los fideicomisos cuyos beneficiarios sean entidades asegurado-
ras, siempre que los títulos nominativos de participación en el dominio fidu-
ciario, de deuda o mixtos, integren los activos respaldantes de las obligaciones
previsionales a que refieren los artículos 54 y siguientes de la Ley Nº 16.713,
de 3 de setiembre de 1995.
Artículo 44. (Responsabilidad tributaria).- El fiduciario responderá por las
obligaciones tributarias del fideicomiso, en los términos del artículo 21 del Códi-
go Tributario.
Artículo 45. Se declara que las citas a las disposiciones del Texto Ordenado
1996 se refieren a las normas legales que le dan origen.
Artículo 46. La presente ley entrará en vigencia a los treinta días de su pro-
mulgación.
En el mismo plazo el Poder Ejecutivo procederá a reglamentarla.
284 Ricardo Olivera García

–4–
CRÉDITO DE USO (LEASING)

Ley Nº 16.072, de 9 de octubre de 1989,


regula el contrato de crédito de uso

Capítulo I
DISPOSICIONES GENERALES
Artículo 1º.- El crédito de uso es el contrato de crédito por el cual una insti-
tución financiera se obliga frente al usuario a permitirle la utilización de un bien
por un plazo determinado y el usuario se obliga a pagar por esa utilización un
precio en dinero abonable periódicamente.
Podrá pactarse, en favor del usuario, una opción irrevocable de compra del
bien al vencimiento del plazo y mediante el pago de un precio final.
Sin perjuicio de esa opción de compra, podrá también pactarse en favor del
usuario, la opción irrevocable de prorrogar el plazo de contrato por uno o más
períodos determinados y por un nuevo precio que también se estipulará en el
contrato.
Asimismo podrá convenirse que finalizado el plazo del contrato o el de la
opción de prórroga, en su caso, y si el usuario no tuviere la opción de compra, el
bien será vendido por la institución acreditante en remate público y al mejor pos-
tor, correspondiendo al usuario el excedente que se obtuviera por sobre el precio
final estipulado y obligándose al usuario a abonar a la institución acreditante la
diferencia si el precio obtenido en el remate fuera el menor.
[Texto dado por Ley Nº 16.205 de 6 de setiembre de 1991]

Artículo 2º.- El contrato podrá recaer:


• Sobre un bien elegido por el usuario que la institución acreditante se obliga a
adquirir a un proveedor determinado;
• Sobre un bien que, a la fecha del contrato, sea de propiedad del usuario, pac-
tándose simultáneamente su venta a la institución acreditante;
• Sobre un bien que, a la fecha del contrato, sea de propiedad de la institución
acreditante, adquirido para la defensa o recuperación de sus créditos.
Artículo 3º.- Sólo podrán actuar como instituciones acreditantes en los con-
tratos de crédito de uso:
Apéndice normativo 285

• Los intermediarios financieros (decreto ley 15.322, de 17 de setiembre de


1982);
• Las empresas de giro exclusivamente financiero, especialmente autorizadas
por el Banco Central del Uruguay para la celebración de este contrato.
Artículo 4º.- El Banco Central del Uruguay reglamentará el otorgamiento
de la autorización y el funcionamiento de las empresas a que refiere el literal b)
del artículo 3º de la presente ley, siéndoles aplicables los artículos 11 a 15, 16
literal C), 18, 20 a 24 inclusive del decreto ley 15.322, de 17 de setiembre de 1982.
Artículo 5º.- Pueden ser objeto del contrato los bienes muebles no fungi-
bles y todos los inmuebles, cualquiera sea su destino. Cuando el objeto sea un
inmueble, el contrato se regirá por las disposiciones de la presente ley siempre
que exista opción de compra a favor del usuario (artículo 1º inciso segundo) y que
el precio final estipulado a tal efecto no exceda a la fecha del contrato del 25%
(veinticinco por ciento) del valor real, fijado por la Dirección General de Catastro
Nacional y Administración de Inmuebles del Estado.
[Texto dado por Ley Nº 16.205 de 6 de setiembre de 1991]

Artículo 6º.- El contrato deberá otorgarse en instrumento público o privado


con firmas certificadas por Escribano Público y en triplicado.
Artículo 7º.-  El contrato se inscribirá, a pedido de la institución acreditante:
A) Si recae sobre inmuebles, en el Registro Único de Promesas de Enajena-
ción de Inmuebles a Plazos;
B) Si recae sobre aeronaves, en el Registro Nacional de Aeronaves;
C) Si recae sobre automotores, en el Registro de Vehículos Automotores;
D) Si recae sobre naves, en el Registro de Escribanía de Marina;
E) Si se tratare de otros bienes, concretamente identificables, en el Registro
de Prenda Agraria e Industrial.
Si la Institución acreditante omitiera la presentación del contrato al Registro
respectivo para la inscripción dentro de los cinco días hábiles siguientes al de su
otorgamiento, incurrirá en una multa en beneficio del usuario, equivalente al im-
porte de la primera cuota periódica pactada en el contrato y responderá, además,
por los daños y perjuicios que pueda sufrir el usuario por su incumplimiento, sin
perjuicio del derecho del usuario a solicitar su inscripción.
La inscripción caducará cada cinco años y podrá reinscribirse por períodos
iguales, a solicitud de cualesquiera de las partes, sin otro requisito que la pre-
sentación del contrato original y una fotocopia firmada por la institución acre-
ditante.
Las partes podrán, además, pactar otras formas de publicidad de la existen-
cia del contrato.
[Texto dado por Ley Nº 16.205 de 6 de setiembre de 1991]
[Texto del inc. 3 dado por Ley Nº 16.320 de 1 de noviembre de 1992]

Artículo 8º.- La inscripción en el Registro confiere al usuario, derecho real


respecto de cualquier enajenación o gravamen posterior, le acuerda acción para
recuperar la utilización del bien y, cuando haya pagado su prestación y cumplido
286 Ricardo Olivera García

con todas las obligaciones estipuladas, para exigir su transferencia forzada si se


hubiere pactado la opción de compra, cuando circunstancias posteriores a la ins-
cripción del contrato inhibieren o impidieren el ejercicio de la opción de compra
o sus efectos.
El Juez competente, previa citación con emplazamiento en forma, restituirá
al usuario en la utilización del bien u otorgará, en su caso, el consentimiento
para el contrato de compraventa en representación del enajenante; en caso de
oposición, se seguirá el procedimiento de los incidentes.
Artículo 9º.- Durante el plazo del contrato, no es lícito a la institución acredi-
tante retirar la cosa del poder del usuario, ni a éste devolverla antes de concluir-
se el tiempo convenido, a no ser pagando la totalidad de las cuotas periódicas
estipuladas, con el descuento racional compuesto sobre las cuotas no vencidas.
Artículo 10.- Salvo estipulación en contrario, el usuario no tiene la facultad
de ceder a ningún título la utilización del bien objeto del contrato.
Artículo 11.- Durante la vigencia del contrato el bien sólo podrá ser enajena-
do a una institución comprendida en el artículo 3º de la presente ley.
La enajenación voluntaria o forzosa realizada en contravención a lo dispuesto
en el inciso anterior será inoponible al usuario, siempre que el contrato estuviere
registrado.
Si el bien fuere enajenado conforme con el inciso primero, la institución que
suceda en el derecho a la contratante, estará obligada personalmente a cumplir
el contrato, siempre que estuviere registrado.

Capítulo II
DE LAS OBLIGACIONES DE LA INSTITUCIÓN FINANCIERA
Artículo 12.- La institución acreditante está obligada:
• A entregar la cosa, si es de su propiedad, o a adquirir la cosa al proveedor
acordado y en las condiciones estipuladas en el contrato:
• A notificar fehacientemente al proveedor, al celebrar el contrato de compra-
venta, la existencia del contrato de crédito de uso;
• A no turbar o embarazar al usuario en la utilización del bien objeto del con-
trato.
Artículo 13.- El contrato en el caso previsto en el literal a) del artículo 2º de
la presente ley, se extinguirá sin responsabilidad para ninguna de las partes si el
proveedor indicado por el usuario no consiente la venta del bien a la institución
acreditante, en las condiciones acordadas en el contrato.
Esta disposición no será aplicable:
• Si así se pactare expresamente;
• Si el usuario cede al acreditante, en el momento del contrato, una propuesta
firme de venta otorgada por el proveedor.
Artículo 14.- Por la notificación fehaciente de la existencia del contrato de
crédito de uso realizada por la institución acreditante al proveedor, quedarán
Apéndice normativo 287

transferidos de pleno derecho al usuario todos los derechos y acciones correspon-


dientes al comprador contra el proveedor.
La institución acreditante no será responsable frente al usuario de ningún in-
cumplimiento en que pueda incurrir el proveedor, salvo que éste se excepcionara
justificadamente en la falta de cumplimiento por el acreditante de sus obligacio-
nes como comprador.
Artículo 15.- La institución acreditante no podrá, sin consentimiento del
usuario, mudar la forma de la cosa ni hacer en ella obras o trabajos algunos que
puedan turbarle o embarazarle en su goce.
Sin embargo, si se tratare de reparaciones indispensables que no puedan di-
ferirse hasta la conclusión del contrato, el usuario que no las realizara por sí,
será obligado a tolerarlas aunque le priven del goce de la cosa y a reintegrar a
la institución acreditante lo que ésta hubiere desembolsado por tal concepto, sin
poder exigir rebaja de precio o compensación alguna.
Artículo 16.- La institución acreditante no está obligada a garantir al usua-
rio de las vías de hecho de terceros que no pretendan derecho a la cosa. En este
caso, el usuario, a nombre propio, perseguirá a los autores del daño, y aunque
éstos fuesen insolventes, no tendrá acción contra la institución acreditante.
Artículo 17.- La acción de terceros que pretendan derecho a la cosa se dirigi-
rá contra la institución acreditante.
El usuario será sólo obligado a notificarle por cualquier medio hábil, la tur-
bación o molestia que reciba de dichos terceros, por consecuencia de los derechos
que aleguen, y si lo omitiere o dilatare culpablemente, será responsable por los
daños y perjuicios que de ello se sigan a la institución acreditante.
Si la institución acreditante no compareciere a defender la cosa, podrá soste-
ner el juicio el usuario, quedando aquélla responsable de la evicción y sus con-
secuencias.
Si la institución acreditante comparece, se seguirá contra ella sola la acción;
pero el usuario podrá siempre intervenir en el juicio en guarda de sus derechos.
La acción para recuperar la utilización de la cosa contra terceros que preten-
dan un derecho anterior a la inscripción del contrato de crédito de uso, será ejer-
cida por la institución acreditante y mientras la utilización no sea recuperada, el
usuario quedará liberado del pago de las cuotas periódicas estipuladas.
Artículo 18.- Si la institución acreditante fuese vencida en juicio sobre la
totalidad o sobre una parte de la cosa, podrá el usuario reclamar la rescisión del
contrato si se le priva de la totalidad o de una parte principal de la cosa, o una
disminución del precio en cualquier caso; podrá reclamar también los daños y
perjuicios que le sobrevivieren, salvo que al otorgar el contrato, hubiese conocido
por cualquier medio idóneo para ello, el peligro de evicción.
Artículo 19.- La institución acreditante no responderá de los vicios o defectos
se la cosa; la acción del usuario deberá dirigirse contra el proveedor, conforme
al artículo 14 de la presente ley.
Pero si el bien fuere de propiedad de la institución acreditante a la fecha del
contrato (artículo 2º, literal c), responderá de los vicios o defectos graves de la
288 Ricardo Olivera García

cosa existentes al tiempo de su celebración que impidieron la utilización y el


usuario podrá pedir la disminución del precio o la rescisión del contrato, salvo
si hubiere conocido los vicios o defectos de la cosa. Si el vicio o defecto era cono-
cido de la institución acreditante al tiempo del contrato, o era tal que debiera
conocerlo, tendrá además derecho el usuario a que se le indemnicen los daños y
perjuicios.

Capítulo III
DE LAS OBLIGACIONES DEL USUARIO
Artículo 20.- El usuario está obligado:
• A usar de la cosa según los términos del contrato;
• A emplear en su conservación, el cuidado de un buen padre de familia;
• A pagar el precio periódico;
• A pagar el precio final o, en su caso, devolver el bien.
Artículo 21.- No podrá el usuario destinar la cosa a otros objetos que los
convenidos, o a falta de convención expresa, a aquellos a que la cosa es natural-
mente destinada o que deben presumirse de las circunstancias del contrato o de
la costumbre del país.
Si el usuario contraviniere esta regla, podrá la institución acreditante recla-
mar la rescisión del contrato con indemnización de daños y perjuicios, o limitarse
a esta indemnización dejando subsistir el contrato.
Artículo 22.- Si el usuario no usare de la cosa como un buen padre de familia,
responderá de los daños y perjuicios, y aún tendrá derecho la institución acre-
ditante para demandar la rescisión del contrato en caso de un grave y culpable
descuido.
Artículo 23.- Lo dispuesto en los artículos anteriores no tendrá lugar se el
usuario ejerce la opción de compra pactada para la terminación del contrato y
paga las cuotas pendientes y el precio final, con el descuento racional compuesto
previsto en el inciso tercero del artículo 30 de la presente ley.
Artículo 24.- El mantenimiento y todas las reparaciones de cualquier natu-
raleza que deban realizarse en la cosa durante su utilización por el usuario serán
de cargo de éste, sin perjuicio de las acciones que en virtud del artículo 14 pue-
dan corresponderle contra el proveedor, y sin perjuicio también de lo dispuesto
por el inciso segundo del artículo 19 de la presente ley.
Salvo pacto en contrario, todas las mejoras que se realicen en la cosa por el
usuario durante el contrato, beneficiarán a la institución acreditante, pero se
considerarán comprendidas en las opciones del artículo 1º de la presente ley, sin
derecho a compensación para ninguna de las partes.
Artículo 25.- El usuario deberá pagar el precio periódico estipulado, aunque
durante el contrato la cosa fuese destruida en su totalidad o sólo en parte o se
deteriora, por caso fortuito, fuerza mayor o hecho de un tercero que no se preten-
da derecho a la cosa.
Apéndice normativo 289

Lo mismo ocurrirá si por caso fortuito, fuerza mayor o hecho de un tercero que
no pretenda derecho a la cosa el usuario es obligado a no usar o gozar de la cosa,
o ésta no puede servir para el destino convenido.
Artículo 26.- Cuando por culpa del usuario se rescinde el contrato, la ins-
titución acreditante podrá optar entre el reclamarle el pago de todo el precio
periódico por el tiempo transcurrido y el que falte para cumplirse el término pac-
tado más el precio final, abonando el bien en beneficio del usuario; o recuperar
el bien reclamando al usuario el precio periódico devengado hasta la fecha de la
devolución efectiva con más los intereses moratorios y una multa que no podrá
exceder del cincuenta por ciento del monto de las cuotas periódicas por el tiempo
que falte para cumplirse el término pactado. En ambos casos, podrá reclamar
también la indemnización de los daños y perjuicios que el incumplimiento del
usuario le haya ocasionado.
Artículo 27.- La restitución forzada de la cosa por falta de pago de las cuotas
periódicas estipuladas, no podrá requerirse sino cuando el usuario cayere en
mora en el pago de dos cuotas consecutivas, si fueren por períodos no mayores de
un mes y de una cuota en los demás casos.
[Texto dado por el art. 22 de la Ley Nº 16.906 de 7 de enero de 1998]

Artículo 28.- La obligación de reparar el daño causado a terceros por la cosa


objeto del contrato, conforme al artículo 1324 del Código Civil; recaerá exclusi-
vamente sobre el usuario, cuando el hecho dañoso haya ocurrido después de la
recepción y antes de la devolución del bien por dicho usuario.
Lo mismo ocurrirá respecto a cualquier responsabilidad administrativa en
que pueda incurrirse por la utilización del bien.
Artículo 29.- Finalizado el plazo del contrato o el de la opción de prórroga en
su caso, si no hiciere uso de la opción de compra o ésta no existiere, el usuario
debe devolver la cosa en el mismo estado en que se le entregó, tomándose en con-
sideración el deterioro ocasionado por el uso y goce legítimos.
Si así no lo hiciere, luego de requerido para ello será condenado al resarci-
miento de daños y perjuicios y a lo demás que contra él corresponda como deten-
tador.
Artículo 30.- Si el usuario ejercitare alguna de las opciones contenidas en el
contrato, deberá hacerlo saber a la institución acreditante antes del vencimiento
del plazo.
Ejercida la opción de compraventa por el usuario y pagado el precio a la insti-
tución acreditante, se otorgará el contrato de compraventa cancelándose la ins-
cripción del contrato de crédito de uso en el Registro respectivo.
El usuario podrá en cualquier momento durante el transcurso del plazo del
contrato, darlo por terminado ejerciendo la opción de compra pagando la totali-
dad de las cuotas pactadas con el descuento racional compuesto sobre las cuo-
tas no vencidas, teniendo en cuenta su respectivo vencimiento, a la tasa que se
hubiere pactado para dicho descuento, o en su defecto a la tasa a que refiere el
290 Ricardo Olivera García

inciso final del artículo 15 de la ley 14.095, de 17 de noviembre de 1972, en la


redacción dada por el artículo 3º del decreto ley 14.887, de 27 de abril de 1979.
Si la opción fuera la de prórroga del plazo, la aceptación por el usuario se ins-
cribirá conforme a lo dispuesto en el artículo 7º de la presente ley.
El usuario no podrá ejercitar válidamente ninguna opción, si estuviere en
mora en el cumplimiento de alguna obligación a su cargo. La mora a estos efectos
se configurará mediante intimación con plazo de tres días hábiles por telegrama
colacionado.
Los embargos trabados a la institución acreditante posteriores a la inscripción
del contrato de crédito de uso, no obstarán a la compraventa ni a la transferencia
de la propiedad en favor del usuario debiéndose descartar dichos embargos.

Capítulo IV
NORMAS PROCESALES
Artículo 31.- La institución acreditante tendrá acción ejecutiva para perse-
guir el cobro de las cuotas periódicas vencidas, sus intereses y multas; así como
el de todo el precio periódico pactado y del precio final si optare por hacer aban-
dono del bien conforme con lo dispuesto en el artículo 26 de la presente ley.
La acción de daños y perjuicios reclamados por cualquiera de las partes se
sustanciarán en juicio ordinario.
Artículo 32.- El procedimiento para obtener la restitución forzada en los ca-
sos previstos en los artículos 27 y 29 de la presente ley, será el del proceso de
entrega de la cosa. Sólo serán admitidas como excepciones: la de falsedad del
instrumento en que se funda la acción; la falta de algunos de los requisitos esen-
ciales para la validez de los contratos; pago o compensación de crédito líquido y
exigible que se prueben por escritura pública o por documento privado emanado
del actor; prescripción; caducidad; espera o quita concedidas por el demandante
que se prueben por escritura pública o por documento privado emanado del actor
y la excepción de haberse ejercido válidamente alguna de las opciones previstas
por el artículo 29 de la presente ley. Las excepciones inadmisibles serán rechaza-
das sin sustanciación (artículo 355.2 del Código General del Proceso).
Si los escritos en que se deduzcan las excepciones no van acompañados de los
documentos probatorios respectivos, se procederá conforme a lo dispuesto en el
artículo 355.2 del Código General del Proceso.
[Texto dado por el art. 23 de la Ley Nº 16.906 de 7 de enero de 1998]

Artículo 33.- La institución acreditante podrá acompañar con la demanda,


o posteriormente, fianza bancaria o certificado de depósito de títulos de deuda
pública en el Banco de la República Oriental del Uruguay, por el importe equiva-
lente al monto total del contrato de crédito de uso, para asegurar la reparación
de los daños y perjuicios que pudieran producirse al usuario por la restitución
forzada de la cosa objeto del contrato. En tal caso podrá solicitar, mandamiento
de apremio, que se hará efectivo con la entrega de la cosa objeto del juicio así
como la cancelación de la inscripción del contrato de crédito de uso. Una y otra
Apéndice normativo 291

medida deberán decretarse por el Juez y no admitirán recurso alguno aún cuan-
do se hubieran opuesto excepciones admisibles.
[Texto dado por Ley Nº 16.205 de 6 de setiembre de 1991]

Artículo 34.- Si en el juicio de entrega de la cosa promovida por la causal


prevista en el artículo 27 de la presente ley no se pusieran excepciones por el
demandado, hecha entrega de la cosa, se entenderá rescindido el contrato por
culpa del usuario, cancelándose la inscripción.
Si se opusieran excepciones, la sentencia que recaiga sobre las mismas se
pronunciará así mismo sobre la rescisión del contrato por incumplimiento, can-
celándose la inscripción en su caso.
[Texto dado por Ley Nº 16.205 de 6 de setiembre de 1991]

Artículo 35.- Sin perjuicio de lo establecido en el artículo 18 de la presente


ley, los embargos en juicio contra la institución acreditante con posterioridad a
la inscripción del contrato de crédito de uso, no impedirán la utilización del bien
por el usuario no pudiendo disponerse en secuestro del mismo.

Capítulo V
NORMAS PENALES
Artículo 36.- El usuario que haga abandono de los bienes objeto del contrato
ocasionando un perjuicio económico a la institución acreditante será castigado
con pena de tres a veinticuatro meses de prisión.
El usuario que se apropie de los bienes objeto del contrato disponiendo de
ellos en su provecho o en el de un tercero, será castigado con doce meses de pri-
sión a cuatro años de penitenciaría.
Artículo 37.- Además de la responsabilidad penal por las conductas descritas
en el artículo anterior, el usuario será responsable civilmente, haciéndose exigi-
bles sus obligaciones contractuales.

Capítulo VI
NORMAS TRIBUTARIAS
Artículo 38.- Los contratos de crédito de uso estarán sujetos al régimen tri-
butario que se establece en los artículos siguientes y a las demás disposiciones
vigentes que no se opongan al mismo.
Artículo 39.- Los contratos de crédito de uso tendrán el tratamiento tribu-
tario que se establece en el artículo 41 de la presente ley, en cuanto cumplan
cualquiera de las siguientes condiciones:
• Cuando se pacte en favor del usuario una opción irrevocable de compra me-
diante el pago de un valor final cuyo monto sea inferior al 75% (setenta y cinco
por ciento) del valor del bien que haya sido amortizado en el plazo del contra-
to. A tales efectos la comparación se realizará en la forma que se establece en
el artículo siguiente;
292 Ricardo Olivera García

• Cuando se pacte en favor del usuario una opción irrevocable de compra sin
pago de valor final;
• Cuando se pacte, que, finalizado el plazo del contrato o de la prórroga en su
caso, si el usuario no tuviera o no ejerciera la opción de compra, el bien deba
ser vendido y el usuario soportara la pérdida o percibiera el beneficio que re-
sulte de comparar el precio de la venta con el valor residual.
Artículo 40.- La comparación a que refiere el literal a) del artículo 39 de la
presente ley se realizará teniendo en cuenta lo que se dispone a continuación:
• Por valor del bien se entenderá el costo de adquisición del bien elegido por el
usuario que la institución acreditante se obliga adquirir a un proveedor de-
terminado. En el caso de un bien que a la fecha del contrato sea propiedad del
usuario, y se pactare simultáneamente su venta a la institución acreditante,
por valor del bien se entenderá el precio pactado. En el caso de bienes que a
la fecha del contrato sean propiedad de la institución acreditante, adquiridos
para la defensa o la recuperación de sus créditos, por valor del bien se enten-
derá el que resulte de su tasación por persona idónea. La Dirección General
Impositiva podrá impugnar dicha tasación;
• El valor final se actualizará, a la fecha del contrato, a la tasa de interés que
se hubiere pactado. En caso de no haberse estipulado la tasa, se calculará
en base a la última publicada de acuerdo a lo dispuesto por el inciso cuarto
del artículo 15 de la ley 14.095, de 17 de noviembre de 1972, en la redacción
dada por el decreto ley 14.887, de 27 de abril de 1979;
• La amortización a considerar será la normal atendiendo a la vida útil proba-
ble del bien con exclusión de cualquier régimen de amortización acelerada.
Artículo 41.- En los casos mencionados en el artículo 39 las instituciones
acreditantes tendrán, a todos los efectos fiscales, el siguiente tratamiento:
• No computarán dentro de su activo fijo los bienes objeto del contrato;
• El monto actualizado de las prestaciones a recibir, incluso el de la opción de
compra, constituirá activo computable fiscalmente. El monto de las prestacio-
nes previstas en el contrato se actualizará a la tasa de interés que se hubiere
pactado. En caso de no haberse estipulado la tasa, se calculará en base a la
última publicada de acuerdo a lo dispuesto por el inciso cuarto del artículo 15
de la ley 14.095, de 17 de noviembre de 1972, en la redacción dada por el de-
creto ley 14.887, de 27 de abril de 1979;
• La ganancia bruta a los efectos de la liquidación del Impuesto a la Renta de la
Industria y el Comercio estará constituida por la diferencia entre las presta-
ciones totales y la amortización financiera de la colocación al término de cada
ejercicio, sin perjuicio de computar también las diferencias de cotización, si la
operación estuviese pactada en moneda extranjera y los reajustes de precio si
la operación estuviere pactada en moneda nacional reajustable.
Artículo 42.- En los casos en que no se verifique ninguna de las condiciones
del artículo 39 de la presente ley, las instituciones acreditantes de los contratos
de crédito de uso tendrán, a todos los efectos fiscales, el siguiente tratamiento:
• Computarán dentro de su activo fijo los bienes objeto del contrato;
Apéndice normativo 293

• Dichos bienes podrán amortizarse en el plazo del contrato siempre que éste no
sea inferior a tres años. En los casos en que exista opción de compra, el valor a
amortizar será la diferencia entre el valor del bien para la institución acredi-
tante y el valor final (precio de la opción), actualizado, ajustada la diferencia,
con el índice revaluación que corresponda;
• La ganancia bruta a los efectos de la liquidación del impuesto a la Renta de
la Industria y el Comercio, estará constituida por las contraprestaciones de-
vengadas en cada ejercicio, sin perjuicio de computar también las diferencias
de cotización si la operación estuviere pactada en moneda extranjera y los
reajustes de precios, si la operación estuviere pactada en moneda reajustable.
Artículo 43.- Los usuarios de bienes en que se verifique alguna de las condi-
ciones indicadas en el artículo 39 de la presente ley, tendrán a todos los efectos
fiscales, el siguiente tratamiento:
• Computarán en su activo fijo los bienes objeto del contrato. El costo será de-
terminado en base a los criterios establecidos en el literal a) del artículo 40 de
la presente ley;
• Los pagos a realizar, incluso el de la opción de compra, disminuidos en los
intereses a devengar en los ejercicios siguientes constituirán pasivo computa-
ble;
• Los intereses devengados se incluirán en los gastos financieros sin perjuicio
de computar también las diferencias de cotización, si la operación estuviere
pactada en moneda extranjera y los reajustes de precios en su caso.
Artículo 44.- En los casos en que no se verifique ninguna de las condiciones
del artículo 39 de la presente ley, los usuarios computarán como gasto del ejerci-
cio, las contraprestaciones devengadas en el mismo. Cuando haya opción de com-
pra y ésta se ejerza, el usuario computará el bien en su activo fijo, considerando
como costo el precio de la opción.
Artículo 45.- Las contraprestaciones resultantes de contratos de crédito de
uso, estarán exoneradas del Impuesto al Valor Agregado, siempre que se cum-
plan simultáneamente las siguientes condiciones:
A) Que el contrato tenga un plazo no menor a tres años.
B) Que los bienes objeto del contrato no sean vehículos no utilitarios, ni bienes
muebles destinados a la casa-habitación.
C) Que el usuario sea sujeto pasivo del Impuesto a las Rentas de la Industria
y Comercio, Impuesto a las Rentas Agropecuarias o Impuesto a la Enajenación
de Bienes Agropecuarios.
En caso de que no se cumpla alguna de las condiciones establecidas en los
apartados anteriores, el Impuesto al Valor Agregado se aplicará sobre la amor-
tización financiera de la colocación, salvo que el bien objeto de la operación se
encuentre exonerado por otras disposiciones.
La diferencia entre las prestaciones pactadas y la amortización financiera
de la colocación y los reajustes de precio estarán exentos del Impuesto al Valor
Agregado, salvo que la operación estuviera pactada con quien no sea sujeto pa-
294 Ricardo Olivera García

sivo del Impuesto a las Rentas de la Industria y Comercio, del Impuesto a las
Rentas Agropecuarias o del Impuesto a la Enajenación de Bienes Agropecuarios.
[Texto dado por el art. 20 de la Ley Nº 16.906 de 7 de enero de 1998]

Artículo 46.- Acuérdase a las instituciones acreditantes un crédito por el


Impuesto al Valor Agregado incluido en las adquisiciones de los bienes que sean
objeto de contratos de crédito de uso, siempre que los citados contratos cumplan
con las condiciones establecidas en el inciso primero del artículo anterior. El
crédito se anulará cuando el contrato pierda la exoneración del Impuesto al Va-
lor Agregado. El Poder Ejecutivo establecerá la forma y condiciones en que las
instituciones acreditantes harán efectivo el crédito anteriormente indicado o su
pérdida cuando corresponda.
En caso de cancelaciones anticipadas que reduzcan el plazo a menos de tres
años, el Impuesto al Valor Agregado deberá liquidarse de conformidad con lo
establecido en el artículo 45 de la presente ley. En tales casos deberá abonarse
dicho impuesto más el recargo mensual indemnizatorio a que hace referencia el
inciso segundo del artículo 94 del Código Tributario.
En caso de rescisiones judiciales y homologadas judicialmente que signifi-
quen una reducción del plazo pactado a períodos de menos de tres años, se man-
tendrá la exoneración del Impuesto al Valor Agregado, aplicable a los contratos
de más de tres años de plazo.
[Texto dado por el art. 21 de la Ley Nº 16.906 de 7 de enero de 1998]

Artículo 47.- En los contratos de crédito de uso que participen de cualquiera


de las características del artículo 39, se entenderá que el hecho generador se
verifica en la fecha de entrega del bien. En los restantes casos se entenderá que
el hecho generador se verifica en la fecha en que se devenga la contraprestación
respectiva.
[Texto dado por Ley Nº 16.205 de 6 de setiembre de 1991]

Artículo 48.- Los créditos que se generen por la celebración de contratos de


créditos de uso, estarán exentos del Impuesto a los Activos de las Empresas Ban-
carias (Título 15 del Texto Ordenado 1987).
Artículo 49.- Estas normas se aplicarán a los contratos que se celebren a
partir de la vigencia de la presente ley.

Capítulo VII
DISPOSICIONES FINALES
Artículo 50.- A los efectos del contrato de crédito de uso, no regirá la prohi-
bición de adquirir propiedades raíces establecida en el numeral 3º del artículo 27
de la ley 9.808, de 2 de enero de 1939 (Carta Orgánica del Banco de la Repú-
blica Oriental del Uruguay), en la redacción dada por el artículo 2º del decreto
ley 14.623, de 4 de enero de 1977, ni la de tener bienes inmuebles establecida en
el artículo 18 literal e) del decreto ley 15.322, de 17 de setiembre de 1982.
Apéndice normativo 295

Finalizado el plazo del contrato, si el usuario no ejercitare la opción de com-


pra, ni se hubiere incluido en el contrato el convenio previsto en el inciso cuarto
del artículo 1º de la presente ley, el inmueble será vendido por la institución
acreditante en remate público y al mejor postor, dentro de los plazos que esta-
blezca la reglamentación que dicte el Banco Central del Uruguay, atendiendo a
las condiciones del mercado inmobiliario.
Artículo 51.- Los bienes muebles que fueron objeto de un contrato de crédito
de uso y cuya propiedad, finalizado el contrato, permaneciera en el patrimonio
de la institución acreditante, deberán ser enajenados o colocados mediante un
nuevo contrato de crédito de uso, dentro de los plazos y en las condiciones que es-
tablezca el Banco Central del Uruguay, atendiendo a la naturaleza de los bienes
y a las respectivas condiciones del mercado.
Artículo 52.- No se considerará contrato de crédito de uso, ni podrá inscribir-
se como tal aquel que contenga estipulaciones que contravengan las disposicio-
nes de la presente ley.
[Texto dado por Ley Nº 16.205 de 6 de setiembre de 1991]
296 Ricardo Olivera García

–5–
FACTORAJE (FACTORING)

Ley Nº 16.774, de 27 de setiembre de 1996,


regula el contrato de factoraje

Capítulo V
FACTORAJE («FACTORING»)
Artículo 45. (Factoraje; «factoring»).- El presente Título consiste en adquirir
créditos provenientes de ventas de bienes muebles, de prestación de servicios o
de realización de obras otorgando anticipos sobre tales créditos y asumiendo o
no sus riesgos. La expresada actividad podrá ser complementada con servicios
como los de la gestión de cobro de los créditos o la asistencia técnica, comercial
o administrativa a los cedentes de los créditos aquí referidos. Los créditos deben
provenir del giro habitual de los cedentes.
En los contratos de factoraje será válida la cláusula por la que se pacte la
cesión global, de parte o de todos los créditos del cedente, tanto existentes como
futuros. En este último caso se requerirá que tales créditos futuros sean deter-
minables. También podrá convenirse que el acuerdo de cesión de los créditos
futuros a favor de la empresa de factoraje sea título suficiente de trasmisión.
[Texto dado por el artículo 1º de la Ley Nº 17.202 de 24 de setiembre de 1999]

Artículo 46. (Formas de la cesión de créditos. Notificación de la cesión).- La


cesión global de todos o de parte de los créditos del cedente con sus garantías
otorgada en favor de una empresa de factoraje a causa de un convenio de fac-
toraje, podrá efectuarse válidamente y notificarse por cualquiera de las formas
previstas por los artículos 33 y 34 del Título V de la presente ley.
[Texto dado por el artículo 1º de la Ley Nº 17.202 de 24 de setiembre de 1999]
ÍNDICE

Plan de la obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

–I–
REGULACIÓN Y CONTROL DEL SISTEMA
DE INTERMEDIACIÓN FINANCIERA
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
1. Concepto de intermediación financiera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
1.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
1.2. Intermediación o mediación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
1.3. Habitualidad y profesionalidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
1.4. Oferta y demanda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
1.5. Instrumentos financieros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
1.6. El crédito en el concepto de intermediación financiera . . . . . . . . . 14
2. Entidades comprendidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
2.1. Régimen de la Ley de Intermediación Financiera . . . . . . . . . . . . . 15
2.2. La regulación del Banco Central . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
2.2.1. Los bancos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
2.2.2. Las casas financieras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
2.2.3. Las empresas de intermediación financiera externa . . . . . . 17
2.2.4. Las cooperativas de intermediación financiera . . . . . . . . . . 17
2.2.5. Las empresas administradoras de consorcios . . . . . . . . . . . 17
2.2.6. Los mediadores financieros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
3. Banca “off-shore” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
3.1. Concepto y caracteres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
3.2. Origen y desarrollo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
3.3. Regulación de la banca “off-shore” en el Uruguay . . . . . . . . . . . . . 19
4. Instalación y fusión de entidades de intermediación financiera . . . . . 21
4.1. Instalación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
4.1.1. Autorización para funcionar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
4.1.2. Procedimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22
4.1.3. Obligaciones posteriores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22
298 Ricardo Olivera García

4.1.4. Situación de las sucursales del exterior . . . . . . . . . . . . . . . . 23


4.2. Fusión, absorción y transformación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
4.2.1. Fusión y absorción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
4.2.2. Transformación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
4.2.3. Transmisión a título universal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
5. Potestad de regulación del Banco Central . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
5.1. Principios generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
5.2. Responsabilidad patrimonial neta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
5.2.1. Facultades del Banco Central . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
5.2.2. Responsabilidad patrimonial contable . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
5.2.3. Responsabilidad patrimonial neta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
5.2.4. Fijación de la responsabilidad patrimonial . . . . . . . . . . . . . 32
5.3. Margen de endeudamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
5.3.1. Facultades del Banco Central . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
5.3.2. Concepto de endeudamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
5.3.3. Tope de endeudamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
5.3.4. Situación de endeudamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
5.3.5. Sanciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
5.4. Encajes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
5.4.1. Facultades del Banco Central . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
5.4.2. Concepto de depósitos y obligaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
5.4.3. Encaje mínimo obligatorio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
5.4.4. Encaje adicional para bancos privados y casas financieras 39
5.4.5. Encaje real . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
5.4.6. Situación de encaje . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
5.4.7. Multas por insuficiencia de encaje . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
5.5. Tenencia obligatoria de valores en cartera . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
5.5.1. Facultades del Banco Central . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
5.5.2. Documentos de adeudo por financiación de exportaciones . 41
5.5.3. Letras de Tesorería en moneda nacional reajustables . . . . 43
5.5.4. Letras de Tesorería en moneda nacional no reajustables . . 43
5.5.5. Letras de Tesorería en moneda extranjera . . . . . . . . . . . . . 44
5.5.6. Obligaciones Hipotecarias Reajustables . . . . . . . . . . . . . . . . 44
5.5.7. Situación de tenencia de Letras de Tesorería, Letras de Re-
gulación Monetaria y Obligaciones Hipotecarias Reajusta-
bles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44
5.5.8. Sanciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44
5.6. Posición de cambios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
5.6.1. Facultades del Banco Central del Uruguay . . . . . . . . . . . . . 45
5.6.2. Concepto de posición general de cambios. . . . . . . . . . . . . . . 45
5.6.3. Tope de posición de cambios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
5.6.4. Tope de posición mínima . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46
5.6.5. Regulación del tope de posición de cambios a término . . . . 46
5.6.6. Sanciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
5.7. Tasas máximas de interés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
5.7.1. Facultades del Banco Central . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
Índice 299

5.7.2. Fijación de tasas máximas de interés . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47


5.7.3. Efectos de la superación de la tasa máxima de interés . . . . 48
6. La potestad de control del Banco Central . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
6.1. Principios generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
6.2. Medios de contralor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
6.2.1. Vías de información . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
6.2.2. Actos de autorización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
6.2.3. Inspecciones por funcionarios del Banco Central . . . . . . . . 50
6.2.4. Intervención administrativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
6.2.5. Otros medios de contralor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
6.3. Auditoría de las entidades de intermediación financiera . . . . . . . 51
7. Prohibiciones operativas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
7.1. Operaciones comerciales, industriales, agrícolas o de otra clase
ajena al giro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
7.2. Préstamos con garantía de cuotas de capital o destinados a la in-
tegración o ampliación del mismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
7.3. Créditos al personal superior o empresas vinculadas . . . . . . . . . . 53
7.3.1. Régimen general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
7.3.2. Concepto de créditos o avales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
7.3.3. Concepto de personal superior . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54
7.3.4. Empresas o instituciones alcanzadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
7.3.5. Exclusiones de la prohibición legal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
7.3.6. Beneficios crediticios a favor del personal . . . . . . . . . . . . . . 56
7.4. Inversiones en valores privados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
7.5. Inversiones en bienes inmuebles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
8. Responsabilidad y sanciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
8.1. Régimen sancionatorio general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
8.2. Acumulabilidad de sanciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
8.3. Procedimiento para la aplicación de sanciones . . . . . . . . . . . . . . . 60
8.4. Realización de actividad financiera prohibida . . . . . . . . . . . . . . . . 61
8.5. Medidas de no innovar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62
8.6. Medidas cautelares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62
8.7. Régimen especial de responsabilidad para los Directores,
Gerentes y personal superior . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
8.8. Responsabilidad de las entidades financieras por el otorgamiento
de créditos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
9. Secreto bancario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
9.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
9.2. Antecedentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
9.2.1. Normas jurídicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
9.2.2. La doctrina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
9.3. El secreto bancario en la ley N° 15.322 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
9.4. Sujetos de la obligación legal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66
9.5. Objeto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
9.6. Excepciones y casos especiales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68
9.6.1. Autorización del interesado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68
300 Ricardo Olivera García

9.6.2. Resolución judicial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68


9.6.3. Banco Central . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
9.6.4. Personas que integran la “empresa” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
9.6.5. Situaciones no excluidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
9.6.6. El embargo genérico y su comunicación a la red bancaria . 70
9.7. Efectos de la violación del secreto bancario . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
Anexo. Estados contables de las entidades de intermediacion financiera . 72

– II –
BODAS DE PLATA DE LA LEY DE INTERMEDIACIÓN FINANCIERA
1. El contexto de la aprobación de la LIF . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
2. El proceso de aprobación de la LIF . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
3. Principales caracteres de la LIF . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
a) La regulación en torno al concepto de intermediación financiera 80
b) Se reabre la posibilidad de constitución de bancos bajo el control
de legalidad y de mérito del Poder Ejecutivo . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
c) Consolidación de la situación de las casas bancarias . . . . . . . . . . 81
d) Flexibilización de la potestad regulatoria del BCU . . . . . . . . . . . . 82
e) La banca off-shore como símbolo de una plaza financiera interna-
cional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
f) La regulación del secreto bancario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84
g) Ausencia de normas sobre crisis bancarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86
4. La primera gran reforma: la ley Nº 16.327 de 1992 . . . . . . . . . . . . . . . 86
a) Asesoramiento vinculante y habilitación del BCU . . . . . . . . . . . . 87
b) Medidas preventivas de las situaciones de crisis . . . . . . . . . . . . . . 88
c) Liquidación administrativa de las entidades financieras . . . . . . . 89
d) Irresponsabilidad del Estado por el incumplimiento de las entida-
des financieras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90
e) Forma de organización y transferencia de acciones . . . . . . . . . . . 92
f) Ampliación de la capacidad operativa de las cooperativas de inter-
mediación financiera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92
5. La Carta orgánica del Banco Central del Uruguay . . . . . . . . . . . . . . . 92
6. La crisis financiera del 2002 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
7. La segunda gran reforma: la ley Nº 17.613 de 2002 (LRSB) . . . . . . . . 98
a) Fortalecimiento del sistema financiero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98
b) Regulación integral de la liquidación de entidades bancarias . . . 100
c) Régimen especial de liquidación de las entidades suspendidas . 102
d) Garantía de los depósitos bancarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
8. Una asignatura pendiente: la revisión de la LIF . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
a) La definición del concepto de intermediación financiera . . . . . . . . 105
b) La participación de los bancos en otros agentes financieros . . . . . 106
c) La participación de los bancos en los mercados de capitales . . . . 108
d) El dilema del secreto bancario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
Índice 301

– III –
CONTRATOS BANCARIOS
1. Concepto de actividad bancaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113
1.1. Concepto clásico de actividad bancaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113
1.2. La crisis del modelo bancario tradicional: la desintermediación
financiera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115
2. Regulación de la actividad bancaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116
2.1. Concepto de intermediación financiera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
2.2. Regulación de la actividad de intermediación financiera . . . . . . . 117
2.3. Categorías de instituciones de intermediación financiera . . . . . . 119
2.4. Secreto bancario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
2.5. Regulación de las situaciones de crisis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120
3. Concepto y caracteres de los contratos bancarios . . . . . . . . . . . . . . . . . 122
3.1. Adecuación a la realidad de los negocios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122
3.2. Relación intuitu personae . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122
3.3. Contratos en masa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
3.4. Contratos de adhesión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
3.5. Contratos profesionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
3.6. Confidencialidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124
3.7. Contratación electrónica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124
3.8. Regulación de la contratación bancaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
4. Clasificación de los contratos bancarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
4.1. Operaciones de intermediación en crédito dinerario . . . . . . . . . . . 126
4.2. Operaciones de intermediación en el crédito de firma . . . . . . . . . 127
4.3. Operaciones de servicios financieros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
5. Contratos que instrumentan operaciones de intermediación en el cré-
dito dinerario pasivas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
5.1. Depósito bancario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
5.2. Certificados de depósito bancario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130
5.3. Emisión de obligaciones negociables . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130
5.4. Notas de crédito hipotecarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131
5.5. Reporto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131
5.6. Redescuento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132
5.7. Obligaciones subordinadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132
6. Contratos que instrumentan operaciones de intermediación en el cré-
dito dinerario activas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132
6.1. Préstamo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132
6.2. Apertura de crédito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134
6.3. Descuento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
6.4. Sobregiros en cuenta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136
6.5. Leasing o crédito de uso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136
6.6. Factoring o factoraje . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138
6.7. Emisión de tarjetas de crédito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
302 Ricardo Olivera García

7. Contratos que instrumentan operaciones de intermediación en el cré-


dito de firma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141
7.1. Aval bancario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141
7.2. Aceptaciones bancarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142
7.3. Crédito documentario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
8. Contratos que instrumentan operaciones de servicios financieros . . . 145
8.1. Cuenta corriente bancaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
8.2. Giros o transferencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
8.3. Depósitos en custodia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
8.4. Cofres de seguridad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148
8.5. Administración de patrimonios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148
8.6. Estructuración y administración de vehículos de inversión . . . . . 149

– IV –
EL FIDEICOMISO A LOS 10 AÑOS DE VIGENCIA
DE LA LEY Nº 17.703
1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151
2. ¿Qué es el fideicomiso? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153
3. Modalidades de fideicomiso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 154
4. Algunos ejemplos de negocios de fideicomiso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155
5. Origen del fideicomiso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
6. El trust anglosajón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 158
7. Fideicomiso y negocio fiduciario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159
8. Concepto legal de fideicomiso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 160
9. Constitución del fideicomiso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161
10. Objeto del fideicomiso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162
11. Propiedad fiduciaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163
12. Estatuto jurídico de los sujetos intervinientes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164
12.1. El Fideicomitente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164
12.2. El Fiduciario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166
12.3. El Beneficiario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 168
13. Fideicomiso financiero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
14. Securitización de créditos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171
15. Cesión y transferencia de créditos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173
16. Insuficiencia patrimonial del fideicomiso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175
17. Valoración de una década de fideicomisos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 176

–V–
EL CONTRATO DE LEASING
EN EL PROYECTO DE CÓDIGO CIVIL ARGENTINO
Una visión desde la experiencia uruguaya
1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181
2. El negocio de leasing . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 182
Índice 303

3. Características fundamentales del leasing financiero . . . . . . . . . . . . . 184


3.1. Ajenidad del dador respecto al bien locado . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185
3.2. El dador realiza una colocación financiera . . . . . . . . . . . . . . . . . . 186
3.3. Asunción de los riesgos dominiales por parte del tomador . . . . . 187
3.4. El dominio del dador con función de garantía . . . . . . . . . . . . . . . . 188
3.5. Necesidad de publicidad y oponibilidad del leasing financiero . . . 189
4. La separación del leasing operativo y del leasing financiero . . . . . . . . 190
5. El leasing en el derecho positivo uruguayo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 191
6. El leasing en el Proyecto de Código Civil argentino . . . . . . . . . . . . . . . 193
7. Caracteres de la regulación del leasing en el Proyecto de Código Civil 194
8. Reflexiones sobre el leasing en el Proyecto de Código Civil . . . . . . . . . 196

– VI –
CONTRATO FIDUCIARIO EN EL PROYECTO
DE CÓDIGO COMERCIAL BRASILEÑO:
REFLEXIONES DESDE EL DERECHO COMPARADO
1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201
2. Origen del instituto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 202
3. El trust angloamericano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 204
4. Del negocio fiduciario a la segregación patrimonial . . . . . . . . . . . . . . . 204
5. El concepto de “contrato fiduciário” en el Proyecto brasileño . . . . . . . 206
6. Régimen jurídico del contrato fiduciario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209
7. El patrimonio fiduciario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211
8. El administrador del patrimonio fiduciario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213
9. El fideicomiso financiero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215
10. Reflexión final . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217

– VII –
CONTRATOS DE FINANCIAMIENTO EMPRESARIAL
1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219
2. Contratos de financiamiento de capital de trabajo (Pasivos corrientes) 220
2.1. Crédito de proveedores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 220
2.2. Financiamiento bancario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221
2.3. Factoring o factoraje . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 222
2.4. Warrants . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 223
3. Contratos de financiamiento a largo plazo (Pasivos no corrientes) . . . 224
3.1. Préstamos bancarios de largo plazo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 224
3.2. Leasing o crédito de uso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225
3.3. Securitización de activos (fideicomiso financiero) . . . . . . . . . . . . . 226
3.4. Emisión de obligaciones negociables . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 228
4. Contratos de financiamiento con recursos patrimoniales . . . . . . . . . . 229
5. Reflexión final . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 230
304 Ricardo Olivera García

– VIII –
APÉNDICE NORMATIVO
1. INTERMEDIACIÓN FINANCIERA
Decreto-ley Nº 15.322, de 17 de setiembre de 1982, regula la interme-
diación financiera (anotada) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231
2. BANCO CENTRAL DEL URUGUAY
Ley Nº 16.696, de 30 de marzo de 1995, Carta Orgánica del Banco
Central del Uruguay (anotada) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 254
3. FIDEICOMISO
Ley N° 17.703, de 27 de octubre de 2003, sobre Fideicomiso . . . . . . . . 272
4. CRÉDITO DE USO (LEASING)
Ley Nº 16.072, de 9 de octubre de 1989, regula el contrato de crédito de
uso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 284
5. FACTORAJE (FACTORING)
Ley Nº 16.774, de 27 de setiembre de 1996, regula el contrato de facto-
raje . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 296

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