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Maldita sea la eficiencia

«Mientras los casquetes polares siguen pariendo icebergs del tamaño de pequeños
países, los glaciares se están derritiendo y el agua le está llegando hasta los tobillos
a los isleños del Pacífico, la respuesta dada por los expertos al cambio climático es
virtualmente un coro: apliquen la eficiencia. Desde la fábrica hasta la cocina del
hogar, hacer las cosas más rápido y usar menos recursos haciendo menos trabajo
se ha convertido en las metas universalmente aceptadas y en las soluciones
elegidas para evitar un más grave calentamiento del clima. Los coches con motores
híbridos no usarán tanto petróleo, los hambrientos aparatos eléctricos serán
rediseñados para que sean felices con raciones pequeñas de electricidad, el mejor
aislamiento térmico significará ahorros sustanciales en las casas y en las oficinas, y
todo esto combinado significará un menor uso de energía. En pocas palabras, una
mayor aplicación de la eficiencia nos salvará sin el doloroso sacrificio y sin el ajuste
del estilo de vida que tendría que ser llevado a cabo.

(...)

EXPOLIACIÓN PLANETARIA

Pero la eficiencia no está limitada al uso de la energía. Al emplear las flotas


pesqueras nuevas tecnologías para encontrar y capturar peces más eficientemente,
más gente alrededor del mundo está comiendo más pescado y la provisión de peces
se está acabando más rápidamente. Al pasar la tala de madera de sierras de mano
a moto-sierras y ahora a taladoras-amontonadoras (grandes monstruos mecánicos
que pueden cortar, desramar y amontonar troncos a ritmos asombrosos), los
bosques están siendo devastados a un paso que hace la sustentabilidad imposible.
Al querer llevar a cabo una agricultura más eficiente y desarrollarse medios de
transporte más eficaces, estamos gastando menos para comer más y nuestras
dietas se han expandido desde selecciones limitadas por los climas locales hasta las
posibilidades globales. Las estaciones se han desvanecido al posibilitar  al
consumidor ordinario que pueda considerar el comer frambuesas o espárragos en
cualquier día del año y las aplicaciones mundiales de la eficiencia en la producción y
distribución han hecho que el consumirlos sea una posibilidad que hubiera parecido
salvajemente lujosa hace una generación o dos.

(...)

LA EFICIENCIA: EL PERRO FIEL

La eficiencia es el perro fiel que te sigue a casa después del trabajo. Las multitareas
podrán ser buenas para la economía pero no son divertidas para el resto de la
familia. Los alimentos rápidos son eficientes, pero el cocinar y comer juntos tiene un
valor intrínseco en el establecimiento de la familia.  La agenda al minuto es lo que
hacen los negocios, no los humanos.  Si el tiempo se ha convertido en un tirano,
hay que echarle la culpa al culto a la eficiencia.  La mayoría de las cosas que la
gente disfruta, lo esencial para vivir y amar, no son tan eficientes después de todo.
La eficiencia tiene su lugar en el mundo, vale, pero no va a resolver los problemas
del sobreconsumo de energía por sí sola.  Un replanteamiento de nuestros valores y
una forma de vida más genuina  sí podrían.

(...)

RECUPEREMOS LA TRACCIÓN ANIMAL

He visto con mis propios ojo cómo un buen montón de gente, tanto en los pueblos
como en las ciudades, coge el coche para ir de una calle a la otra. Es una
barbaridad energética y de todo tipo. También escucho diariamente a mis amigos
del ámbito ecologista clamar por la promoción de la bicicleta, por el diseño de más
carriles dedicados a la tracción humana. Correcto. Es necesario y sano. Pero, ¿y qué
me dicen ustedes de la tracción animal? ¿No es una pena que haya caído en el
olvido? En buena parte de nuestra geografía podría recuperarse la tracción animal
para cierto tipo de desplazamientos y no sólo evitaríamos enviar más gases de
efecto invernadero a la atmósfera, sino que conseguiríamos otras cosas también… A
saber:
-Los equinos se podrían alimentar, en buena parte, con nuestros deshechos
domésticos. Con lo cual, evitamos basura en los vertederos o en las incineradoras
(más cambio climático).
-Las heces de los equinos se convierten, siguiendo el proceso adecuado, en un
inmejorable fertilizante natural para los campos. Si nosotros no tenemos siquiera un
huerto ecológico, podemos vender el compost a los agricultores del área.
-Vivir en compañía de equinos puede armonizar nuestras vidas. No en vano, la
palabra “caballero” viene de cuando se utilizaba para apodar a quien, por vivir cerca
de équidos, había tomado sus virtudes: nobleza, elegancia, candidez…
-Recuperar la tracción animal, además, es traer la Naturaleza a casa, su misterio su
gracia, su magia. Es mejor tener contacto con un animal compartiendo el trabajo, el
viaje, que no convertir a la mascota en un ser completamente aislado de la
Naturaleza en una jaula o en un sofá delante de la TV. ¿Por qué el hombre quiere
transformar al animal en un ser tan aburrido como lo es él mismo?»

Tomado de: http://www.theecologist.net/files/articulos/26_art3.asp

Revista: The Ecologist, para España y Latinoamérica, (1-07-2006)

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