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Durante la segunda mitad del siglo XX una multitud de investigaciones ha logra do demostrar
científicamente lo que se sospechaba por datos de la observación diaria. Uno de los primeros
estudios epidemiológicos fue desarrollado en Inglaterra a principio de la década del 50 por
Jeremy Morris, que ejercía su actividad médica entre los empleados públicos de Londres.
Observó durante mucho tiempo a los choferes de ómnibus y comparó sus evoluciones
médicas con la de los guardas, que vendían los boletos y caminaban permanentemente por el
vehículo subiendo y bajando las escaleras. Los choferes, que estaban siempre sentados,
tuvieron un 35% más de infartos de miocardio que los guardas. En Estados Unidos, el
Dr. Paffenbarger siguió durante más de treinta años la evolución de los alumnos de la
Universidad de Harvard y comprobó que aquellos que seguían realizando ejercicios físicos
después de su período de estudiante tuvieron una vida más prolongada, con cerca de un 40%
menos de infartos que los ex-alumnos sedentarios. La década del 70 fue pródiga en
investigaciones sobre los efectos del ejercicio físico en la salud. La Cooper Clinic, de Texas,
lideró proyectos de investigación que fueron cambiando los hábitos de millones de personas
hacia una vida más activa y promovieron programas de prevención en salud pública donde el
ejercicio ocupaba un lugar destacado.
En los últimos años, la atención de los médicos cardiólogos estuvo centrada en un estudio
muy importante realizado en EEUU con más de 70 mil enfermeras. Pudo observarse que,
después de 8 años, las mujeres que caminaban más de 3 horas semanales tenían 35%
menos de enfermedades de las arterias coronarias que sus compañeras sedentarias.
A esta investigación se sumaron recientes publicaciones que demostraron una reducción del
50% en la mortalidad a 12 años entre hombres mayores que realizaban caminatas de 30 0
más cuadras por día.
La variedad de estudios que establecieron la asociación íntima entre actividad física y salud
cardiovascular llevó a la Asociación Americana del Corazón a declarar al sedentarismo
como un factor de riesgo mayor para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
las enfermedades del corazón y las arterias ocupan un triste primer lugar como causa de
mortalidad en el mundo occidental. En su aparición y desarrollo están involucrados múltiples
factores de riesgo dentro de los cuales el tabaquismo, las alteraciones del colesterol, la
hipertensión arterial, el sedentarismo. la diabetes, el estrés mental y la obesidad ocupan un
lugar de relevancia.
El ejercicio físico regular contribuye a combatir todos estos factores y más aún, al actuar
directamente sobre el corazón y los vasos sanguíneos, es uno de los elementos más
eficaces para prevenir la aparición y la progresión de la enfermedad. En las personas que ya
han sufrido una enfermedad cardíaca, se ha comprobado que el ejercicio colabora en el
tratamiento, mejorando la calidad y cantidad de años vividos.
Los beneficios del ejercicio físico no están solamente relacionados con la prevención de las
enfermedades cardíacas. Los individuos que llevan un estilo de vida más activo se "sienten
mejor" y producen en su cuerpo una resistencia superior ante las distintas agresiones que la
vida y el paso de los años provocan. Los adultos que conservan una vida activa llegan a
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edades mayores con mejor predisposición al trabajo y menor dependencia de aquellos que los
rodean.
Los trastornos venosos de las piernas encuentran en la actividad física una de las más
importantes y probadas formas de tratamiento. Las molestias físicas y los problemas
estéticos que genera la insuficiencia venosa en miles de mujeres pueden ser prevenidos y
tratados con programas adecuados de ejercicios físicos.
Pero no todo termina aquí: existe una relación positiva entre el sistema inmunológico (las
defensas del organismo) y la actividad física. Varios estudios epidemiológicos han expuesto la
menor prevalencia de diferentes formas de cáncer entre las personas físicamente activas.
Experiencias recientes han sugerido que las mujeres que realizan ejercicios físicos en forma
regular tendrían menor predisposición a tumores de mama y útero.
No cabe duda que la actividad física regular ofrece una serie de posibilidades para "verse y
sentirse mejor" .Estos son algunos de los beneficios con que el ejercicio físico contribuye a
mejorar la calidad de vida de las personas:
Sobre el corazón
*Disminuye la frecuencia cardíaca de reposo y, cuando se hace un esfuerzo, aumenta la
cantidad de sangre que expulsa el corazón en cada latido. De esta manera la eficiencia
cardíaca es mayor "gastando" menos energía para trabajar.
*Estimula la circulación dentro del músculo cardíaco favoreciendo la "alimentación" del
corazón.
Sobre el metabolismo:
*Aumenta la capacidad de aprovechamiento del oxígeno que le llega al organismo por la
circulación.
*Aumenta la actividad de las enzimas musculares, elementos que permiten un mejor
metabolismo del músculo y por ende una menor necesidad de exigencia de trabajo
cardíaco.
*Aumenta el consumo de grasas durante la actividad con lo que contribuye a la pérdida de
peso.
*Colabora en la disminución del colesterol total y del colesterol LDL ("malo") con aumento del
colesterol HDL ("bueno").
*Mejora la tolerancia a la glucosa favoreciendo el tratamiento de la diabetes.
*Incrementa la secreción y trabajo de diferentes hormonas que contribuyen a la mejoría de
las funciones del organismo.
*Colabora en el mantenimiento de una vida sexual plena.
*Mejora la respuesta inmunológica ante infecciones o agresiones de distinto tipo.
Sobre el tabaquismo:
*Los individuos que realizan entrenamiento físico dejan el hábito de fumar con mayor
facilidad y hay una relación inversa entre ejercicio físico y tabaquismo.
A pesar de todos los beneficios probados, el sedentarismo sigue siendo muy importante
entre las poblaciones de diferentes países.
Las facilidades que aporta la vida moderna llevan a las personas a adoptar estilos de vida
menos activos. La mayor parte de las tareas laborales no están relacionadas con ejercicios
vigorosos y los grandes adelantos técnicos tienden a favorecer la falta de actividad física. La
gente se moviliza en automóvil u ómnibus y mira televisión o se sienta frente a su
computadora en los ratos libres. Todo esto ha llevado al hombre de hoy a un alejamiento
progresivo de la actividad física.
Las encuestas muestran que la población fisicamente activa en Argentina alcanza apenas
el 15 o 20%, es decir que de cada diez personas 8 son sedentarias. Este fenómeno está
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influenciado por pautas culturales e históricas que no han sido modificadas y convierten a la
sociedad argentina en mayoritariamente sedentaria.
En países donde las políticas de prevención y promoción masiva del deporte y el estilo de
vida activa tienen mayor desarrollo, el sedentarismo no es tan alto. De todas maneras
presentan tasas que alcanzan del 50 a 60% de la población.
El conocimiento de los enormes beneficios que provoca el ejercicio y la comprensión del
elevado nivel de sedentarismo de la población debería llevar a esfuerzos individuales y
comunitarios para inducir a cambios en el estilo de vida. Países como Brasil, Canadá, Cuba,
Estados Unidos e Inglaterra están aplicando programas destinados a promover la actividad
física entre sus habitantes tratando de concientizar a la gente sobre los beneficios de una vida
activa.
PROGRAMA DE ACTIVIDADES
Consideraciones generales
Una vez tomada la decisión de incorporar el ejercicio a la vida es conveniente desarrollar
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una planificación del trabajo físico. Esta actitud puede contribuir a una mayor adherencia al
programa ya conocer los progresos logrados.
Puede resultar muy importante planificar días y horarios que serán dedicados a mejorar la
aptitud física y mejorar la salud. Una simple planilla donde se anote la fecha y los minutos
que se dediquen a cada actividad es una buena alternativa.
Si Ud. estuvo inactivo muchos años deberá iniciar su entrenamiento con bajas intensidades
de esfuerzo. Las caminatas son una excelente manera de comenzar, pero también existen
actividades recreativas y deportivas adecuadas para todas las edades y para todos los físicos.
No es necesario ser un gran deportista para efectuar juegos grupales con pelota o andar en
bicicletas de paseo. Si tiene la posibilidad de utilizar piletas de natación, recuerde que
caminar en el agua es un excelente ejercicio y, si se anima, puede comenzar con
movimientos de flotación siguiendo los consejos de un profesor.
Compartir con amigos o familiares las actividades físicas diarias es una buena forma para
incentivarse mutuamente. y si no hay alguien para convencer, en el parque cercano
probablemente encontrará mucha gente con las mismas inquietudes. No olvidar que el
ejercicio físico es una excelente manera para acrecentar los vínculos sociales.
Las caminatas son una buena alternativa para muchas personas, sobre todo después de
tiempos prolongados de inactividad. Los ejercicios dinámicos están también incluidos en la
natación, el ciclismo, el trote, el golf, el tenis, el remo, el baile. Aquellas personas con
capacidad y mejor aptitud física podrán iniciarse con niveles de mayor intensidad e incluir
deportes de más exigencia (fútbol, basket, voley, etc).
Las recomendaciones que se darán en este fascículo están dirigidas, en forma primordial, a
las personas que van a iniciar un programa de ejercicios.
Ya vimos que para alcanzar beneficios para la salud no son necesarios ejercicios vigorosos.
Existen diferentes formas para medir la intensidad del esfuerzo. Quizás la más
frecuentemente utilizada sea el registro de los latidos cardíacos por minuto (frecuencia
cardíaca). Los ejercicios de moderada intensidad se desarrollan con niveles de frecuencia
cardíaca entre el 50 a 75 % de la máxima que corresponde a la persona.
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Si bien el valor preciso sólo puede conocerse a través de una prueba de ejercicio máximo
realizada por el médico, es posible inferirlo por medio de fórmulas. La más difundida es la
siguiente: frecuencia cardíaca máxima = 220 - edad. Una vez conocido ese valor se
toman los porcentajes descriptos.
Un ejemplo...
Una persona de 40 años tiene una frecuencia cardíaca máxima teórica (según la fórmula)
de 180 latidos por minuto. Para que el ejercicio sea de moderada intensidad y conveniente
para la salud deberá ejercitarse con una frecuencia entre 90 y 135 latidos por minuto.
El porcentaje adecuado para comenzar depende del nivel de aptitud física previo, la edad,
el tiempo de inactividad o la presencia de alteraciones físicas o enfermedades de distinto tipo.
Para personas de mayor edad y con períodos prolongados de inactividad es conveniente
comenzar con porcentajes del 50%. El aumento a 60% puede ser rápido, según la tolerancia.
Esos niveles de frecuencia cardíaca deben mantenerse la mayor parte del tiempo en que se
desarrolle la actividad.
Este es un método sencillo para una propia evaluación y para observar la evolución. A
medida que el entrenamiento vaya aportando beneficios se necesitará mayor intensidad de
esfuerzo para lograr la misma frecuencia cardíaca. Para utilizar esta metodología es necesario
aprender a tomarse el pulso o bien utilizar pequeños instrumentos que permiten medir la
frecuencia cardíaca mientras se desarrolla el ejercicio.
También conviene tener en cuenta que ciertos medicamentos pueden impedir o enlentecer
el aumento de la frecuencia cardíaca durante el ejercicio. En estos casos se debe consultar al
médico acerca de otras formas de programar la actividad.
Los accesos más fáciles son: A) el cuello (pulso carotídeo). Deben apoyarse(sin apretar)
los dedos mayor e índice sobre la zona lateral del cuello, 2 cm, aproximadamente, por debajo
de la mandíbula. B) el canal del pulso en la zona donde se flexiona la muñeca del lado del
pulgar. Los mismos dedos se apoyan sobre una hendidura (canal) donde es posible palpar el
latido de la arteria radial. Una vez localizado el pulso deben contarse los latidos durante 6
segundos y multiplicar por 10. Ese es el valor de la frecuencia cardíaca por minuto.
Es importante que al realizar las actividades se sienta placer y no sufrimiento. Esto
significa que si aparecen síntomas como fatiga o falta de aire se entienda que el ejercicio está
siendo demasiado fuerte y tal vez sea necesario disminuir su intensidad.
Para muchas personas es dificultoso tomarse el pulso. Una alternativa válida para tener
idea sobre la intensidad del esfuerzo es observar el ritmo respiratorio. Si Ud. puede hablar o
cantar mientras camina, el esfuerzo no es intenso. Si nota que su respiración se acelera o
dificulta, probablemente el ejercicio sea muy intenso para Ud.
Para aquellas personas que están comenzando un plan de ejercicios con caminatas o
bicicleta se aconseja que la intensidad del esfuerzo sea tal que permita conversar mientras se
lo realiza.
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Para iniciar los programas se aconseja realizar los ejercicios a un nivel 3, con
breves períodos de nivel 4.
Muchas personas pueden haberse efectuado una prueba de ejercicio (ergometría). En ellas
la intensidad del esfuerzo tendrá relación con los datos obtenidos y el médico podrá planificar
con mayor precisión.
Se debe tener como meta realizar actividad física de moderada intensidad durante 30 a 40
minutos todos los días. Sin embargo, para muchas personas esta frecuencia puede ser muy
difícil de planificar. Es posible, entonces, programar un ejercicio progresivo con tiempos e
intensidades que se irán incrementando. Una de las formas de iniciar el programa consiste en
la realización durante 3 veces por semana de planes de caminatas. La iniciación es con un
tiempo total de 30 minutos divididos de la siguiente forma: 1) 8 minutos de entrada en calor
(incluye caminata lenta inicial de 3 minutos, 2) 15 minutos de caminatas a ritmo moderado a
nivel 3 de la escala o 60% de la máxima frecuencia cardíaca teórica; 3) vuelta a la calma con
ejercicios de elongación. El tiempo de ejercicio se incrementa cada semana para llegar a los
60 minutos totales con 10 minutos de entrada en calor, 40 minutos de caminatas y 10 de
vuelta a la calma y elongación.
A partir de estos niveles podrán realizarse diferentes ejercicios complementarios de mayor
intensidad. Para estas planificaciones podrá consultar a su médico y a los entrenadores.
Si bien en una época estuvieron contraindicados para personas con alteraciones cardíacas
o de edad avanzada, se ha demostrado que cumplen una función importante en la
preparación del individuo para las actividades diversas de la vida diaria, colaborando en la
promoción de la salud. Por otra parte, generan un mejor tono muscular y pueden favorecer el
mejoramiento de la capacidad aeróbica. Estos ejercicios pueden realizarse con aparatos
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especiales, presentes en todos los gimnasios, para estimular la mayoría de los músculos del
cuerpo. Es conveniente utilizar cargas bajas, que no necesiten de grandes esfuerzos para
movilizarlas, con mayor número de repeticiones.
Para las personas que se inician es conveniente esperar unas cuatro semanas con el plan
de caminatas antes de comenzar con los ejercicios de sobrecarga muscular.
Ya vimos que el trote, el ciclismo y la natación pueden ser alternativas válidas para
comenzar. No debemos olvidar que el baile es una actividad que puede resultar muy divertida
y producir gastos energéticos que lo hacen un excelente ejercicio. El tipo de danza, como
cualquier otro ejercicio, se debe adaptar a las características de cada persona. En nuestro
país, el Tango tiene muchos adeptos, sobre todo entre gente de mayor edad que podría
beneficiarse con ejercicios poco bruscos y de intensidad baja a moderada.
Se han estudiado las modificaciones cardiorrespiratorias que se generan al bailar Tangos y
Milongas. Puede considerarse como un ejercicio de baja-moderada intensidad que, practicado
en forma continua y durante tiempos similares a los descriptos para las caminatas, puede
tener efectos beneficiosos para la salud.
Un programa estructurado de actividad fisica puede dividirse en las siguientes tres fases:
1.Entrada en calor
2. Ejercicio propiamente dicho (caminata, trote, bicicleta. baile o el deporte elegido, ejercicios
de fuerza muscular, recreación)
3. Vuelta a la calma (elongación) Ya hemos visto las características de la segunda fase.
A continuación se describirán algunos de los ejercicios más utilizados para flexibilidad y
elongación que forman parte, junto con la caminata inicial, de la importante fase de
"entrada en calor". En la "vuelta a la calma", los movimientos pueden ser similares. Esta
última fase tiene también gran importancia en la prevención de lesiones, adaptación
cardiovascular y regeneración de las sustancias que aportan la energía al músculo que
trabaja.
* Entrada en calor:
Todas las actividades dinámicas deben estar precedidas por movimientos de calentamiento
y elongación de articulaciones y grupos musculares. Tienen una importancia fundamental
para prevenir lesiones y preparar al aparato cardiovascular para el ejercicio.
* Cuello:
Movimientos suaves y circulares del cuello entre 5 a 10 veces. Si
hay artrosis cervical o los ejercicios provocan mareos, el ejercicio
puede realizarse sólo con movimientos laterales, sin llevar la
cabeza atrás. Se realizan 3 repeticiones con un período de
reposo intermedio de 15 segundos.
* Hombros y espalda:
1) elevar ambos brazos extendidos;
2) con uno de los brazos tomarse la parte de atrás de la cabeza
(zona cervical);
3) con el otro brazo agarrar el codo del primer brazo;
4) realizar movimientos laterales del tronco hacia uno y otro lado
con los pies fijos en el piso. Vaya diciendo: " uno, uno
(derecha - izquierda), dos, dos...". Complete 2 series de 5
movimientos con un período de 15 segundos entre cada una.
* Hombros:
Ejercicio A:
1) párese paralelo a una pared y extienda su brazo hacia ella
apoyando la palma de la mano;
2) gire la cabeza hacia el lado opuesto a la pared manteniendo el
otro brazo flexionado sobre la espalda;
3) mantenga la posición durante 5 segundos y repita el
movimiento 5 veces;
4) realice el mismo ejercicio con el brazo opuesto. Tres series
con cada brazo.
Ejercicio B:
1) agarre una toalla sobre su cabeza con los brazos extendidos;
2) vaya bajando la toalla hacia su espalda flexionando los codos
hasta donde pueda hacerlo sin dolor;
3) repita el movimiento 5 veces.
Ejercicio C:
1) extienda los brazos sobre su cabeza con los dedos
entrelazados y las palmas hacia arriba;
2) baje y suba los brazos por detrás de la cabeza flexionando los
codos. Tres series de 5 repeticiones.
Ejercicio D:
1) ponga las manos entrelazadas por detrás de su espalda;
2) eleve los brazos extendidos. Repita el movimiento 5 veces.
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* Espalda:
Ejercicio A:
1) colocarse a una distancia de un paso desde la pared;
2) apoyar las dos manos sobre la pared flexionando la cintura y
mirando hacia el piso. Las rodillas deben permanecer con una
leve flexión;
3) realizar movimiento de la cintura llevando el pecho hacia
abajo hasta que los hombros queden por debajo de la altura
de las manos.
Ejercicio B:
1) acuéstese en el piso boca abajo;
2) eleve el tórax apoyando las palmas de las manos en el piso y
dejando la zona abdominal sobre el piso. Sentirá el
estiramiento en la zona lumbar y en la parte baja de la
espalda. También se estirarán los hombros.
Ejercicio C:
1) acuéstese boca arriba;
2) extienda los brazos hacia atrás y estírese lo más que
pueda. Las piernas deben permanecer extendidas.
* Tronco:
Ejercicio A:
1) acuéstese boca arriba;
2) flexione una pierna y pase por encima de la rodilla de la
pierna que queda extendida;
3) tome con la mano opuesta a la rodilla flexionada el hombro
del otro lado;
4) gire el tronco hacia la dirección del hombro garrado. Realice
5 repeticiones y cambie de pierna y de rotación.
Ejercicio B:
1) póngase de espaldas a una pared a una distancia de medio
paso;
2) rote su cintura hasta apoyar sus manos sobre la pared. Su
cabeza también gira para mirar las palmas apoyadas;
3) el movimiento se completa con la rotación hacia el lado
opuesto. Pueden realizarse 3 series de 5 repeticiones.
Ejercicio C:
1) siéntese con las piernas extendidas;
2) flexione una pierna y pásela sobre la rodilla de la otra;
3) flexione el brazo correspondiente a la pierna extendida
tocándose el hombro de ese lado;
4) lleve el codo hacia el lado contrario (rotación del tronco)
mientras la rodilla flexionada hace el movimiento opuesto.
Con la otra mano extendida hacia atrás tiene el punto de
apoyo. Se efectúan 5 movimientos y se cambia al lado
opuesto.
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* Glúteos:
1) siéntese con las piernas extendidas;
2) flexione una pierna y tómese el tobillo;
3) empuje su tobillo hacia el pecho. Cinco repeticiones con cada
pierna.
* Caderas:
Ejercicio A:
1) agáchese con una pierna extendida hacia atrás y la otra
flexionada adelante;
2) empuje su cadera hacia adelante apoyando su peso en la
pierna flexionada;
3) vuelva hacia atrás. Repita el ejercicio cambiando de pierna.
Notará el estiramiento de los músculos posteriores de la
pierna junto con los movimientos de las caderas.
* Pantorrilla:
1) póngase enfrente de una pared;
2) apoye las palmas de las manos;
3) ponga una pierna más adelante con leve flexión de la rodilla;
4) la pierna que queda atrás se extiende apoyándose en la punta
de los dedos;
5) empuje contra la pared y mantenga esta acción 5 segundos.
Repita varias veces el movimiento con ambas piernas.
ejercicio realizado con regularidad superan ampliamente a los eventuales riesgos. Más aún,
los pocos frecuentes eventos cardíacos se producen en su mayoría ante ejercicios vigorosos,
para los cuales, por otra parte, es necesario tener un examen cardiovascular previo.
El dolor en el pecho, cuello, brazo u hombro izquierdo es uno de los más importantes. La
palidez, transpiración fría, palpitaciones, la súbita debilidad o la falta de aire no deben ser
ignoradas. Ante la presencia de estos síntomas es necesario detener el ejercicio y consultar al
médico.
Los ejercicios deben realizarse por lo menos 2 a 3 horas después de la última comida.
1. Si el esfuerzo fue muy intenso, es preferible no comer hasta pasados 30 minutos de su
terminación.
2. El proceso digestivo necesita sangre para llevarse a cabo y el hecho de efectuar esfuerzos
durante su transcurso provoca dificultades ya que la sangre se desvía hacia los músculos
que se están ejercitando. Por otra parte, esta mayor demanda de sangre puede producir
un "robo" de la sangre que debería dirigirse al corazón y provocar, en personas
predispuestas, un problema a nivel cardíaco.
3. ¡OJO! No fumar antes del deporte: Las personas fumadoras deben evitar el cigarrillo
durante las 3 horas previas a la actividad física. El tabaco incrementa el riesgo de padecer
un accidente cardíaco durante el desarrollo del esfuerzo físico.
4. Consulte a su médico si desea iniciar una actividad física intensa después de mucho
tiempo de inactividad.
5. Respete los períodos de "entrada en calor" previo al inicio del ejercicio.
6. Al finalizar la sesión no detenga bruscamente el ejercicio: continúe con caminatas o
esfuerzos mínimos hasta que haya recuperado un ritmo respiratorio normal.
7. Detenga el ejercicio si aparecen síntomas no habituales para Ud.: dolor de pecho,
cansancio más intenso que el habitual, palpitaciones, mareos.
8. Evite las horas del día con intenso calor o excesivo frío. La hidratación en los días
calurosos es de vital importancia.
9. No use fajas o ropas pesadas para transpirar más pues, además de no obtener beneficios,
favorecen la deshidratración y los riesgos que ella acarrea.
Los riesgos más frecuentes de la actividad física y los deportes están relacionados con las
lesiones musculares, óseas y articulares. Estos eventos ocurren, por lo general, cuando el
ejercicio es demasiado intenso para esa persona o bien cuando se comienza un deporte
después de mucho tiempo de inactividad.
Es necesario tomar ciertas precauciones destinadas a la prevención de este tipo de lesiones.
Uno de los puntos más importantes se relaciona con el período de calentamiento previo al
inicio de la actividad y la "vuelta al frío" antes de suspenderla.
También es de suma importancia no imponerse metas demasiado exigentes para los primeros
tiempos de la actividad. Esto lo llevaría a realizar ejercicios bruscos y muy intensos que
pueden producir lesiones.
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En días fríos:
*Utilice varias prendas para abrigarse. De esta manera le será más fácil quitarse alguna
cuando la temperatura de su cuerpo comience a aumentar.
*Utilice guantes para proteger las manos y gorras y bufanda para evitar la pérdida de calor
por cabeza y cuello.