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LA IMPORTANCIA QUE TIENE EL COSTO DE OPORTUNIDAD EN LAS DECISIONES DE INVERSIÓN DE

UNA EMPRESA

Cada día, las empresas se enfrentan a continuas decisiones que tienen trascendencia en su
negocio. Cada acción implica una elección. Las acciones de la empresa se pueden agrupar en dos
grandes bloques.

Acciones habituales

Son los trabajos o tareas que se realizan de forma frecuente, en cada departamento, muchas
veces de modo rutinario. Estas actividades pueden ser más o menos productivas, según vayan
enfocadas hacía la producción, distribución y venta; o hacia la gestión y administración.

En todo caso, son acciones necesarias y que también suponen un coste de oportunidad. Elegir
como hacemos cada trabajo implica renunciar a las otras maneras de llevarlo a cabo. Es una
cuestión que hay que considerar, incluso para los trabajos más implantados o que parecen más
intrascendentes. Todo es mejorable, y mejorar, en términos empresariales, supone hacer las
cosas en menos tiempo y con menos gasto. Ahí radica el coste de oportunidad en este caso, en
todo lo que nos estamos perdiendo al no optar por alternativas más eficientes.

Acciones estratégicas

En momentos puntuales, una empresa puede necesitar planes estratégicos o cambios de rumbo.
Son varios los objetivos que se pueden perseguir: diseñar una nueva línea de producto, una
campaña de marketing, la incorporación de equipos tecnológicos o, incluso, una estrategia de
internacionalización y nuevos mercados.

Son decisiones mucho más importantes, de una cuantía economía elevada y que suponen
riesgos e incertidumbres. En estos casos, la empresa sí es más consciente del coste de
oportunidad, y la valoración de cada alternativa se analiza de forma más cuidadosa.

Son proyectos que necesitan inversión y financiación, además de una planificación y puesta en
marcha bien diseñada para que sea lo más eficiente posible. Lo normal, será que se den
múltiples escenarios y habrá que afrontarlos con las acciones y decisiones que sean necesarias.
Cada opción implica unas ventajas y desventajas, y los procesos de evaluación pueden ser muy
complejos. Por ello, es fundamental tener muy claros los objetivos para determinar qué es lo
que más nos conviene y limitar el coste de oportunidad.

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