Está en la página 1de 5

LA TIBIA, EL PERONÉ Y EL SKATE

Ahí estaba yo, tendido en una cama, justo en el hospital donde nací, con una lesión
grave agobiándome, mi tibia y peroné rotos en dos partes cada uno. ¿Quién diría que
yo, Damián Sánchez, lloraría desconsolado? Y es que simplemente el no saber que me
deparaba el futuro en el deporte que tanto amo, es algo abrumador. Pero esto no
ocurrió de la nada, todo tiene una historia y empieza así.

Era viernes en la mañana, el mejor día de la semana estaba por comenzar, así que me
dispuse a salir de mi cuarto para hacer un poco de ejercicio fuera de la casa, bajé a la
sala de estar y me encontré con mi madre, quien había preparado desayuno para mí.
Después de saludarla como todos los días, quise sentarme a comer, pero de repente
miré hacia el plato de Lucas, mi hermano canino, y me encontré con que estaba vacío,
así que tomé un poco de dinero de la cartera de mi madre y salí junto con Lucas para
comprar su comida en la tienda de la esquina.

Al recorrer un poco la cuadra, me tope con Erik, mi mejor amigo desde que tengo
memoria hasta hoy con 19 años, nos saludamos como de costumbre y hablamos un
poco sobre lo que estaba pasando en nuestras vidas, de repente Erik soltó una bomba,
diciéndome que al día siguiente habría un spot de skate, donde varios patrocinadores
importantes de la ciudad estarían reunidos con el fin de buscar nuevos talentos y crear
una estrella para este deporte.

Me comentó también que se trataba de un gran salto en rampa hacia otra rampa para
bajar, en mi cabeza sonaba muy sencillo, pues es algo que ya había practicado, pero
no era tan simple. Erik menciono que quien lograra hacer un hardflip en el aire y caer
con normalidad, seria quien más puntos se llevaría y, por ende, lograría ser quien
consiguiera patrocinadores. Finalmente, Erik se despidió diciéndome que practicara, y
que me esperaba allá.

Seguí mi camino lentamente, mientras pensaba en que hacer, mientras lucas caminaba
de mi lado como el compañero fiel que es, después de haber llegado a la tienda,
compre la comida de Lucas y regrese a casa lo más rápido que pude para ver tutoriales
en internet sobre como dominar este truco en el aire, olvide desayunar, pero le serví la
comida a Lucas, me recosté de nuevo a seguir viendo videos, hasta que me cansé y
decidí tomar mi tabla para practicar un poco en el parque central, donde había un skate
park perfecto para aprender un poco como hacerlo.

Debo admitir que pensé mucho si lo realizaría o no, pues peligraba mi salud y se que mi
familia y amigos se preocuparían por mí, pero también supe que no tendría una
oportunidad tan clara como esa, o al menos sin costo alguno, así que decidí que lo
realizaría. Pasé todo el día en el skate park solo, eran las 6 de la tarde y sentí que
había dominado los trucos necesarios para lograr el gran salto, por lo que me dispuse a
regresar a casa para poder descansar bien.

Decidí tomar una ruta alterna con el fin de llegar más rápido y logar descansar bien, en
el camino me encontré con ella, sí, ella, la mujer de mis sueños desde que era solo un
niño, su nombre es Valeria Ramírez, dueña de un gran cuerpo, una personalidad
introvertida y bondadosa que tanto llamaba mi atención, un cabello largo y sedoso de
tonalidad café que brilla con el día y una hermosa piel blanca como perla.

Finalmente le propuse entrar a una panadería, donde hablamos de nuestras vidas, me


contó como estaba marchando todo y de igual manera lo hice yo, pero todo dio un gran
giro al contarle lo que estaba por hacer a tan solo unas horas. Pensé que quedaría
impresionada por lo que le contaba, pero por el contrario vi como su rostro cambiaba a
un modo de decepción.

Valeria escucho todo lo que planeaba hacer sin decir una palabra, pero al finalizar me
tomó de la mano y me dijo que no estaba de acuerdo por dos simples razones, la
primera era que yo no había entrenado lo suficiente, lo cual era cierto y yo sabía en el
fondo, era muy poco tiempo para hacer algo que involucraba tantos riesgos, pero
simplemente era una oportunidad de oro. La segunda y aquella que mas impacto
genero en mí fue el escucharla diciendo que no solo mi futura carrera estaba en peligro,
sino que mi integridad y aquella persona que ella amaba de corazón también lo estaba.
Finalmente me marche a casa despidiéndome de ella y diciéndole cuan orgullosa haría
que se sintiera.
Créanme cuando les digo que lo pensé bastante, pero he escuchado a mis ídolos
desde que era un niño diciendo que aquel que quisiera la gloria, debería arriesgarlo
todo, lo que en cierta medida es verdad, así que, al llegar a casa comí algo ligero y
decidí irme a dormir para estar al máximo, pues en pocas horas, para ser exacto a las 9
am, debía estar saltando para cumplir mis sueños.

En mi afán de querer estar al máximo, olvide poner la alarma la noche anterior, así que
me levante faltando solo media hora antes del gran evento, por suerte había dejado
lista la muda de ropa y los tenis de la suerte que mi abuelo, quien había fallecido, me
regaló para el día de mis cumpleaños numero 17, con tal de poder iniciar en este
mundo del skate. Me bañe de manera apresurada, me vestí con rapidez, salude a mi
madre y a Lucas, desayune a medias y tomé mi skate.

Sabía que no debía realizar desgastes físicos antes de lo que iba a hacer, así que
decidí tomar el primer taxi que vi, al montarme me di cuenta de que era una persona tan
solo un poco mayor que yo, así que aproveché para decirle que fuera lo más rápido que
pudiera, pues estaba a poco tiempo de saltar. El hombre del taxi accedió de manera
amable manejando lo más rápido que pudo, por lo que al bajar decidí darle el cambio y
desearle un gran día.

Recuerdo que en el camino pude ver muchos jóvenes como yo, tratando de llegar
rápido al lugar, lo que me motivo mucho más para saltar, pues entre una multitud de
gente solo saldría victorioso aquel que hiciera la diferencia. En el camino a la rampa,
después de bajarme del taxi, pude ver a mi mejor amigo y eso me causó emoción, pues
a pesar de saber que debía realizar el salto solo, me dio una sensación de calidez el
poder identificar a alguien, más que todo si se trataba de alguien que sé que jamás me
dará la espalda.

Al poco tiempo de subir a la plataforma donde debería dar el gran salto, noté una
vibración extraña en mi maleta, no supe qué era en ese momento, pues por mi cabeza
solo pasaba la idea de tener que saltar de una gran altura y caer vivo por lo menos.
Después de pensarlo, me di cuenta de que esa vibración era mi teléfono que ya tenía
siete llamadas perdidas, cinco de mi madre y dos de Valeria, quienes preocupadas por
lo que estaba a punto de hacer decidieron escribirme y llamarme.

Una vez leídos los mensajes, decidí marcarle a cada una para darles tranquilidad, pues
imagine el miedo que tenían al saber que el ser que amaban quizás podría salir
lastimado. Valeria me contestó primero, y me dijo que me pedía encarecidamente que
tuviera mucho cuidado, que era muy peligroso saltar desde tan alto sin haber si quiera
practicado por lo menos un mes antes, a lo que respondí argumentando que no era la
primera ni la última vez que haría algo tan arriesgado, y le expliqué también que
necesitaba su apoyo para sentirme más seguro.

Valeria sabía que era una oportunidad única, así que decidió ceder ante mis palabras y
hacerme entender que el hecho de decirme que tuviese cuidado no significaba que no
me apoyara, sino que era simple preocupación por ver a la persona que amaba
intentando algo de tal magnitud, y finalmente me sentí un poco más aliviado.

De igual manera ocurrió con mi madre, quien se preocupó y me dijo que no solo mi
familia me esperaba, sino que mi viejo amigo Lucas también estaba ansioso por verme
bien, así que decidí manejar el asunto con madurez y asumir las consecuencias de mis
actos diciéndole a mi madre que no se sintiera atemorizada, sino que más bien pensara
la haría sentir orgullosa. Ella finalmente cedió y me dijo que me amaba con todo su ser,
así que decidí subir la famosa rampa.

Ahí estaba yo, a 20 metros de altura, viendo a cada ser humano como si fuese solo una
hormiga, debo admitir que sentí miedo en un principio, pero recordé que había
superado cosas mucho peores entonces ¡me armé de valor y me lancé! Recuerdo bien
que sentí cómo mi alma se salía de mi cuerpo, pues la velocidad que tome era increíble
y abrumadora, pero era hora de demostrar de qué estaba hecho.

Cuando llegué al final de la rampa a punto de saltar, noté cierta ligereza poco común en
mi tabla, fue ahí que supe que todo iba mal. En mi afán de saltar y lograr demostrarle a
todos lo que podía hacer, olvidé apretar los rodamientos de mi tabla la noche anterior,
pero ya no había tiempo para lamentos, solo que con una falla así era obvio lo que
pasaría.

Sí, imaginan bien, salí disparado de mi tabla, pues una rueda se zafó, solo recuerdo
volar por el aire y estrellarme contra un muro de concreto que estaba al costado de la
rampa. Cuando desperté, estaba ahí, en el hospital donde nací, con la tibia y el peroné
de cada pierna rotas en tres partes, pues al parecer mis piernas recibieron el peor
impacto, lo demás solo eran contusiones.

Gracias a Dios las personas que me amaban estaban ahí en la habitación conmigo,
desde mi mejor amigo, hasta mi madre, solo puedo decir, que debí pensar las cosas
antes de actuar, pues de esa manera estaría bien. Ahora solo espero por mi
recuperación, ya que sigo con las mismas ansias de hacer lo que tanto amo.

Nicolás Alonso Suarez Ramírez.

26/11/2019

También podría gustarte