Los psicólogos debemos hacer un ejercicio profundo de empatía, sin juzgar a
la persona que tenemos delante. Debemos intentar que el paciente se implique en
la terapia, y explicarle qué cosas se pueden seguir haciendo para ayudarlo, con el fin de establecer una continuidad en la misma. Creemos que en el ámbito comunitario de nuestro país el papel esencial de una intervención terapéutica más profunda y eficaz lo debería desempeñar el psicólogo, en conjunto con el equipo de salud, pues es el más capacitado para modificar actitudes, comportamientos, cambiar la percepción de los estímulos del medio, y modificar así las cogniciones disfuncionales que tienen tan importante papel en los mecanismos psicológicos del suicidio.