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Del intelectual orgánico al intelectual autónomo (apuntes para el ejercicio profesional

en las ciencias sociales)1

Cristian Camilo Renteria Tangarife2

Gramsci se presenta como una figura relevante no sólo del marxismo, sino también como

figura relevante de la cultura italiana del siglo XX. Erich Hobsbawn en el apartado que escribe

sobre Gramsci en Cómo cambiar el mundo (2011) menciona algo que llama la atención, pues

en una carta que escribe en septiembre de 1931 desde la cárcel, Gramsci hace referencia a su

estudio sobre los intelectuales, desarrollando la premisa de que “La sociedad civil es

precisamente el campo especial de acción de los intelectuales”[ CITATION Eri11 \l 9226 ].

Partiendo de este interés me propongo ahondar en el estudio de Gramsci sobre la

formación de los intelectuales. Es de interés entonces, desde la propuesta de Gramsci sobre el

papel del intelectual, hacer un ejercicio de reflexión sobre nuestro propio trabajo y el rol que

se puede desempeñar desde el oficio del intelectual, pudiendo generar un amplio debate sobre

las maneras de reproducción hegemónica que tiene el intelectual en la sociedad y a su vez la

acción que desempeña de acuerdo a la comunidad donde se encuentre trabajando.

Desde allí parte mi reflexión inicial, preguntándose qué es un intelectual y que parte

tiene éste en la sociedad. Gramsci hace un trabajo importante en este sentido para las ciencias

sociales, ubicando el trabajo del intelectual como líder y generador de procesos en diferentes

sentidos dentro de una comunidad específica. Es el intelectual la persona que brinda las

herramientas de conocimiento y orienta perspectivas desde las cuales concretar diversas ideas

1
Trabajo final para el curso de Gramsci y la sociología contemporánea
2
Estudiante de sociología de la Universidad de Caldas. Código: 2061515180.
y en otro sentido, como se dijo anteriormente, reproduciendo un pensamiento filosófico y

social dentro de una comunidad.

El intelectual es aquel que trabaja desde el mundo de las ideas, o como plantea Gramsci

el intelectual en su forma moderna tiene su punto clave en el desarrollo de la teoría de G.W. F.

Hegel, donde se transita de un intelectual que actúa en capas sociales a un intelectual que se

piensa desde las clases sociales y dice Gramsci es necesario tener mucho cuidado con este

planteamiento que hace Hegel. Ya que el intelectual no es solo el que piensa y propone ideas,

sino que, toma acción en el desarrollo práctico de estas. Por lo cual, el intelectual es en un

sentido más amplio un organizador o lo que conceptualizara Gramsci es un intelectual

orgánico, fundamental en la elaboración de ideologías puestas en marcha dentro de una

comunidad determinada. Es así que al intelectual se le atribuye el papel de líder o gestor de

procesos sociales, políticos, culturales, económicos, etc.

Es desde estas premisas sobre el intelectual orgánico que me propongo llevar a cabo

algunos apuntes para el desarrollo del trabajo como sociólogos y la ética que se debe tener en

cuanto a la basta responsabilidad que puede llegar a tener un intelectual dentro de la sociedad

y de allí mismo la importancia de este en los procesos sociales. Es entonces en últimas una

reflexión acerca de nuestro trabajo como intelectuales dentro de la sociedad misma, una

mirada analítica a nuestra propia profesión.

Siguiendo la reflexión inicial “Gramsci expone una consideración genealógica diciendo

que: “en las lenguas neolatinas, el concepto de “intelectual” o de “especialista” se identifica

con el de “clérigo”, correlativo de “laico” en el sentido de profano, de no especialista.”

[ CITATION Rod15 \l 9226 ]


Gramsci empieza por preguntarse si ¿son los intelectuales un grupo social autónomo e

independiente, o bien cada grupo social tiene su categoría propia especializada de

intelectuales?

En este sentido se advierten dos categorías de intelectuales, el primero es la función

esencial que cumplen los grupos sociales en una esfera económica, y que al mismo tiempo

crean orgánicamente una o más capas de intelectuales que le dan homogeneidad y consciencia

de la función que cumplen en el mundo (económica, social y políticamente).

Los intelectuales orgánicos producidos entonces por cada nueva clase al constituirse ella

misma en su progresivo desarrollo son en su mayor parte “especializaciones” de la actividad

primitiva del tipo social nuevo sacado a la luz por la nueva clase; es decir, que los intelectuales

surgen con un grupo social determinado por una actividad esencial realizada en la sociedad,

los intelectuales son vanguardia y derivaciones de esa actividad del grupo social.

Como segundo elemento se tiene la acepción del intelectual como un concepto especial,

pero nos dice Gramsci: “en cualquier trabajo físico, incluso en el más mecánico y degradado,

hay un mínimo de cualificación técnica, o sea, un mínimo de actividad intelectual creadora”.

[ CITATION Ant13 \l 9226 ] Lo que remite entonces a que todos los seres humanos somos

por cualidad intelectuales, pero la diferencia reside fundamentalmente en que no todos los

hombres tienen la función de intelectual en la sociedad.

Cuando se hace la distinción de intelectuales y “no-intelectuales” se hace alusión única y

exclusivamente a la función social inmediata de la categoría de profesional de los

intelectuales. Lo que indica entonces que, aunque se puede hablar de intelectuales, no se puede

hablar de no-intelectuales, porque es una categoría inexistente, ya que todos los seres humanos

poseemos la capacidad de pensar y de ser intelectuales en un sentido práctico de la vida, como

una función natural de un musculo nervioso como el cerebro.


Estas son las dos categorías a las que Gramsci se aproxima para entender la formación

del intelectual, por una parte, se tiene que los intelectuales nacen a partir de una capa o para

ser precisos, nacen con las clases sociales y las diversas actividades que se ejercen en la

sociedad moderna; la segunda acotación viene respecto a la definición vulgar de intelectual,

poniendo en el debate la capacidad intelectual como una facultad humana que poseemos todos

y haciendo una diferencia clara en cuanto al intelectual como una profesión. Partiendo de estas

categorías, Gramsci plantea un problema respecto a la creación de esa nueva capa intelectual,

que consiste en que tipo de intelectual tenemos en la sociedad y a qué funciones responde

como profesional en este sentido.

Es importante mencionar entonces que el intelectual como especialista construye una

concepción del mundo de acuerdo al grupo social al que pertenece y a su ámbito de ejercicio

práctico. Se trabaja a partir de las ideas que son la fuerza para construir procesos sociales,

culturales, políticos, económicos, etc., expresándose en la construcción de un entramado de

relaciones sociales en las cuales está inmerso todo el tiempo el intelectual.

Por ello Gramsci plantea un problema de cuidado, ya que el intelectual dentro de su

función construye una concepción filosófica del mundo, pero a su vez es influido por el grupo

social dominante y es así mismo reproductor de ideas hegemónicas. Lo que se reclama

entonces del intelectual es la posibilidad de elaborar críticamente la actividad intelectual que

existe en cada individuo, en cuanto elemento de actividad práctica general, para que se

convierta en el fundamento de una concepción del mundo nueva e integral.

Gramsci advierte entonces que “el modo de ser del nuevo intelectual no puede consistir

ya en la elocuencia, motor exterior y momentáneo de los afectos y pasiones, sino en el

mezclarse activo de la vida práctica, como constructor, organizador, “persuasor permanente”


precisamente por no ser puro orador y, sin embargo superior al espíritu abstracto matemático”.

[ CITATION Ant13 \l 9226 ]

Así se formaron históricamente las categorías especializadas para el ejercicio de la

función intelectual, se forman en conexión con todos los grupos sociales, pero especialmente

los grupos sociales más importantes. Hay que tener en cuenta que debido a esta formación de

una capa intelectual dentro de un proceso histórico tradicional concreto, observa Gramsci

(2013) que se han formado capas que tradicionalmente “produce” intelectuales.

La relación entre los intelectuales y el mundo de la producción no es inmediata, sino que

esta mediada por un tejido social, a partir de establecer la complejidad y la amplitud de

elementos que hay entre los intelectuales y la realidad, Gramsci pone dos grandes sobre

estructuras en las cuales el intelectual está moviéndose y relacionándose continuamente: la

sociedad civil por una parte, que se entiende por lo que normalmente se llama lo “privado” y

la sociedad política o Estado concerniente a un orden hegemónico.

Los intelectuales son los gestores del grupo dominante para el ejercicio de unas

funciones subalternas de la hegemonía social y del gobierno político. Es en esta cuestión

donde se encuentra uno de los problemas más inquietantes en el ejercicio de la intelectualidad,

ya que históricamente como lo menciona Gramsci desde la época de Hegel los intelectuales

son la clase aristocrática de la modernidad, fungiendo el papel de reproductores, organizadores

y gestores del orden social determinado.

El trabajar con el Estado o para el Estado se convierte entonces en un problema ético, de

acuerdo a los intereses que se estén propugnando y dependiendo a qué motivos se estén

ofreciendo los servicios como intelectuales.

En el entendido de la teoría gramsciana, los intelectuales pertenecen a una clase o un

grupo social en el cual se forman y a su vez ejercen dentro de su actividad el poder de


homogeneizar y de formar conciencia de la clase y por ende son los abanderados de cierto

grupo social dentro de un sistema de relaciones sociales. Siendo así el intelectual organiza su

trabajo de acuerdo a su propio grupo social y fija estrategias para posicionarse como grupo

hegemónico dentro de la sociedad. Esta noción de intelectual presentada por Gramsci puede

llegar a tener ciertos problemas en cuanto a la propia libertad e independencia de los

intelectuales, ya que, si un intelectual históricamente ha estado sujeto a un grupo social y a

partir de esto es el encargado de generar todo un proceso de identificación y posicionamiento

hegemónico, el intelectual puede llegar a perder incluso hasta su propio sentido crítico

convirtiéndose simplemente en un político profesional.

La relación entonces entre poder y conocimiento es compleja si se introduce el concepto

de libertad y autonomía dentro del ejercicio profesional del intelectual y los intereses que debe

o no debe defender, ya nos dirá Pierre Bourdieu “los intelectuales no tienen que justificar su

existencia a los ojos de sus compañeros ofreciéndoles servicios –aunque se tratara de los más

nobles, al menos a sus ojos-, como los servicios teóricos. Tiene que ser lo que son, producir su

visión del mundo social, y dar a sus ideas toda la fuerza de la cual son capaces”. [ CITATION

Pie15 \l 9226 ]

Considero entonces que la noción ofrecida por Gramsci del intelectual orgánico pude

resultar interesante por una parte en cuanto a la necesidad de un intelectual mezclado con la

realidad social, que sea el gestor, el organizador de procesos sociales que nos brinden un

entendimiento y una inteligibilidad individual de la sociedad, suscitando una concepción ética

y crítica del mundo, empero la condición histórica del intelectual como portavoz de un grupo

social determinado es problemática en el sentido de que se reduce el campo de visión del

intelectual respecto del mundo, es decir plantear el intelectual como el gestor dentro de
procesos hegemónicos dentro de un partido, tipo el “nuevo príncipe” puede resultar ser una

limitación que puede llevar al dogmatismo y al sesgo ideológico.

Si bien el intelectual surge de una capa social, también se puede abogar por un intelectual

colectivo que sea independiente y autónomo de los grupos sociales, estableciéndose más que

como parte de un grupo social determinado, como un puente entre la realidad social y los

diversos actores sociales, se trataría entonces de que exista un dialogo entre dos grupos, v.gr.,

movimientos sociales, culturales e intelectuales.

Para concluir pienso que se debe analizar la posibilidad de pasar de un intelectual

orgánico a un intelectual colectivo independiente, es decir que los intelectuales se establezcan

como un grupo social independiente, teniendo así la libertad necesaria para ejercer un trabajo

crítico y autónomo sin responder a intereses más que los de una sociedad mejor y la amplitud

del conocimiento que nos lleve hacia el entendimiento de una sociedad ética y dialógica.

Siendo así, un intelectual tendría “la autonomía más completa respecto de todos los poderes es

donde reside el único fundamento posible de un poder estrictamente intelectual,

intelectualmente legítimo”[ CITATION Pie15 \l 9226 ], haciendo posible la conformación de

una comunidad internacional de intelectuales que trabajen en pro de una sociedad mejor en

varios aspectos.
Referencias

Bourdieu, P. (2015). Intervenciones políticas. Un sociólogo en la barricada . Buenos Aires: Siglo

veintiuno editores.

Gramsci, A. (2013). Antología Antonio Gramsci. Madrid: Akal .

Hobsbawn, E. (2011). Cómo cambiar el mundo. Barcelona : Crítica.

Santofimio, R. (2015). Antonio Gramsci y la sociología contemporánea . Manizales: Universidad

de Caldas .

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