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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN JUAN

FACULTAD DE FILOSOFIA,
HUMANIDADES Y ARTES
DEPARTAMENTO DE HISTORIA
CATEDRA. HISTORIA AMERICANA II
DOCUMENTO DE INFORMACION
BOLILLA 6

BOLILLA 6
PROYECCIÓN DEL RÍO DE LA PLATA EN EL PROCESO DE
INDEPENDENCIA. SAN MARTÍN Y LA CAMPAÑA DE CHILE,
CURSO 2008

6. Conocer a San Martín


6.1. San Martín y el Plan de Consolidación de la Independencia Rioplatense.
6.2. Reiniciación de la vida publica de San Martín. Los Granaderos. San Lorenzo
6.3. San Martín en el Ejercito del Norte. Belgrano. Güemes.
6.4. Origen de su plan continental
6.5. El plan Maitland
6.6. Situación de Chile hasta Rancagua. Los emigrados. Acción de los Carreras
6.7. San Martín en Cuyo. Formación del Ejército de los Andes.
6.7.1. San Martín y las políticas de Alvear y Pueyrredón
6.7.2. El cruce de los Andes. Plan estratégico. Chacabuco
6.8 Consolidación de la Independencia de Chile. Presidencia de O’Higgins
6.8.1. La campaña al Sur. Cancha Rayada y Maipú
6.9. Preparativos y dificultades para la expedición a Lima.
6.9.1. Los frentes de la guerra
6.9.2. El inicio de la armada del Pacífico
6.9.3. Directorio de Rondeau. La desobediencia de San Martín. El acta de Rancagua.

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HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
6. CONOCER A SAN MARTÍN.

EL PERSONAJE. Familia y nacimiento Educación Actuación Militar en España


Regreso a América
Oriundos de Castilla la Vieja eran los antepasados de San Martín, en el pue blo de
Cevatos de esa zona española sus abuelos, labradores, Don Andrés de San Martín y
Doña Isidora Gómez inscribían a Juan, su hijo, el día 3 de febrero de 1728 como recién
nacido; éste que sería el padre del General José de San Martín profesó también la
labranza en sus años juveniles.

Juan de San Martín se incorporó a los dieciocho años al regimiento de Granaderos


de Lisboa en España y con el grado de teniente es destinado al Río de la Plata para
cumplir órdenes de don Pedro CevalIos quien le encomienda la instrucción del Regimiento
de Infantería Buenos Aires, bloqueando con el mismo la Colonia: del Sacramento en
manos de los portugueses.

El gobernador de las Colonias del Río de la Plata era ya Bucarelli que había
reemplazado a Cevallos, envía a don Juan de San Martín para cumplir con la orden
emitida por la Corona de España de expulsar a los jesuitas y para cumplimentada se
instala en Yapeyú (provincia de Corrientes) centro de una de las misiones, con el grado
de Mayor y Administrador de esas posesiones jesuíticas llamadas Las Caleras de las
Vacas. .
Renuncia a dicho cargo en Marzo de 1774 cuando ya era Gobernador Juan José
Vértiz quien reconoce la honradez, hidalguía y celo con que cumpliera esas funciones;
posteriormente se le nombra como gobernador de Yapeyú para dar cumplimiento a
órdenes guerreras y administrativas. .

La madre del Libertador, Doña Gregoria Matorras, nacida también en Castilla la Vieja
se traslada a Buenos Aires en 1767 y en 1770 contrae matrimonio con Don Juan de San
Martín mediante el poder que éste concede a Don Juan Francisco Sumalo. .

En Yapeyú nacen cinco hijos: Manuel Tadeo, Juan Fermín, Justo, José Francisco y
María Elena. En 1784 parte rumbo a España la familia San Martín-Matorras donde los
cuatro hijos varones toman la carrera de las armas.
En Málaga (4-12-1796) fallece don Juan de San Martín. De allí en más su esposa e
hija sufren los padecimientos de una angustiosa situaci6n económica que se remedia con
un reconocimiento de la Corona de España por los importantes servicios prestados por
Don Juan, su esposo.
En el mes de Marzo de 1813 fallece en.Orense la madre del General.

Nacimiento del Prócer


En una ex misión jesuítica, Yapeyú, nace San Martín, cuarto hijo var6n del matrimonio,
el 25 de Febrero de un año que según los historiadores fluctúa entre 1775 y 1779.

Son muy variables las pruebas aportadas sobre esta fecha como variable también la
importancia que sus biógrafos le han dado a la misma; el hecho surge así al no haberse
podido hallar la fe de bautismo en la iglesia de aquél su pueblo natal.
Entre sus cuatro a cinco años de edad su padre decide el retorno a España después
de una estadía en Buenos Aires, al regreso de Yapeyú.

(Ver anexo 1: Polémica sobre el nacimiento de San Martín)


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HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
San Martín en España
La educación del Libertador se efectu6 en Madrid en el Seminario de Nobles cuya
principal misión era formar caballeros cristianos para que fuesen ejemplos do virtud,
piedad y modestia cristiana. Allí ingresó ya cumplidos ocho años bajo una disciplina militar
donde se le impartían lecciones de gramática, retórica, poesía, lengua francesa e italiana,
lógica, filosofía, matemáticas y derecho común complementados por la danza, música y
esgrima.
Egresado del Seminario de Nobles ingresa, a los trece años, como cadete en el
Regimiento de Murcia en 1879.
Su bautismo de fuego fue en la guerra de Africa contra los moros en las pla zas de
Melilla y Oran.
Luego pasó con el regimiento de que formaba parte al Ejército de Aragón, en la
Península Hispánica para defender a España en su guerra con Francia. En el Ejército de
Murcia bajo los órdenes del General Ricardos actuó en la defensa de las baterías Torre
Batera y Creu del Ferro como así también en las acciones de San Marzal, Baterías de
Villalonga, Ermita de San Luc y Banyuls del Mar, en todos estos hechos España resultó
favorecida.
Corría el año 1793 cuando el futuro Libertador cosecha sus primeros galardones al
ser nombrado segundo teniente del Regimiento de Murcia.
Sobreviene luego el triunfo de las armas francesas y la retirada del ejército español.
Posteriormente durante la guerra entre Inglaterra y España la flota inglesa ataca a la
española en el cabo de San Vicente infringiéndole serios daños y poco después
embarcado el Regimiento de Murcia en la fragata La Dorotea es tomada ésta por la
dotación del artillado buque León. La defensa de la fragata merece las más altas
menciones por la bravura de los oficiales entre los que se encontraba San Martín.
Más de un año duró su confinamiento en La Dorotea a bordo de la cual Se familiarizó
con la vida marinera que dejaría en él recuerdos imperecederos y experiencia orientadora
que muchos años después utilizaría. Prisionero de los británicos se especula que pudo
haber conocido a algunos oficiales importantes.
Fue en esta época en que San Martín se notifica de la muerte de su padre en la Plaza
de Málaga ya alejado de toda actividad.
Actúa luego San Martín en la guerra contra Portugal al término de la cual regresa a
Cádiz donde reside hasta 1804 como oficial del Regimiento de Campo Mayor. Allí conoció
a Bernardo O'Higgins llegado de Londres donde pasara muchas peripecias por el
desamparo en que su familia lo dejara. O'Higgins era chileno y su padre, primero,
Gobernador de Chile y luego Virrey del Perú. La historia los uniría luego en acciones,
ideales y amistad profunda. ,
Entre tareas de reclutamiento, su accionar contra la peste desatada en Cádiz y otros
servicios donde destaca su personalidad llega a consagrarse capitán en el Regimiento de
Campo Grande.
En 1807 bajo las órdenes del General Francisco Solano invade Portugal y lo mismo
hacen los ejércitos napoleónicos con España de quien eran aliados en estas
circunstancias.
La invasión pasiva de los ejércitos de Francia, la claudicación total de los reyes
españoles y la constante ofensiva inglesa produjeron reacciones en el pueblo español que
se alzó en armas contra las fuerzas invasoras. Así se produjeron hechos insurrecciónales
como el de Cádiz que costó la vida al General Francisco Solano de quien San Martín era
edecán, de allí en más el Libertador aborrecerá el tumulto. Para él la guerra debía ser
regular, entre ejércitos, y nunca entre ejércitos y ciudadanos, pues fue testigo de la
muerte de Solano en manos de un turbulento levantamiento civil de los mismos
españoles.
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Desde este último destino pasó a Sevilla al frente de su Regimiento de Campo Mayor
para luego ser transferido a Jaén con la misión de dar instrucción militar a los reclutas que
intervendrían contra la invasión napoleónica de Andalucía. Su jefe Antonio Malet lo
distinguió con su amistad.
Acciones combativas sostenidas en Arjonilla le confieren, el grado de capitán del
Regimiento de Caballería Borbón. Luego de otros hechos como el de la Cuesta del
Madero y la Batalla de Baylen lo encuentran con su bravo accionar al frente de sus
soldados, combatiendo a bajo el comando de Guillermo Beresford (Gran Bretaña ya se
había aliado a España); los franceses, vencidos en Baylen se retiran, hacia el interior
dejando liberada a toda Andalucía. Luego de esa batalla el futuro emancipador fue
ascendido a teniente coronel y una medalla ratifica su bravura recibida de manos de su
jefe el Marqués de Coupigny así llamado también el General Malet.
Entra San Martín a Madrid para, después del desastre de Tudela que posibilita el
regreso de Napoleón a la capital de España, incorporarse a las huestes que habrían de
proseguir la resistencia a los franceses bajo el mando del General Castaños. .
Transcurría el año 1809 cuando una afección en las vías respiratorias le obli gan a
tomarse un descanso reparador y vuelve a la lucha formando parte del Ejército de
Cataluña en estos momentos liderado por el General Malet, Conde de Coupigni, de quien
pasa a ser su ayudante de campo.
En 1811 toma parte en la Batalla de Albuera y es nombrado comandante del
Regimiento de Dragones de Sagunto. La guerra contra los franceses ya era seguro que
sería ganada por los España, con auxilio de Inglaterra.
Después de estos hechos San Martín solicita, inesperadamente y pese al alto cargo
que ocupaba, su retiro militar. Solicita se le permita trasladarse a Lima (Perú), a “efectos
de ocuparse de asuntos relacionados con negocios familiares” siendo autorizado para
esa partida e16 de setiembre de 1811, con derecho a uso de uniforme, grado y fuero
militar.
Estas instancias se supone fueron favorecidas por su jefe el General Malet que
actuaba a su vez bajo las órdenes de la Regencia de España instalada en la Isla de León
y a su vez jefe de la defensa de Cádiz junto al General Cook de las fuerzas inglesas que
colaboraban en esa defensa.
Al mismo tiempo que San Martín hacía su experiencia en los ejércitos de la península,
Francisco Miranda iba desarrollando su estrategia para captar hombres útiles a su
proyecto de emancipar a Nuestra América. En este sentido, después de haber creado la
organización política "Gran Reunión Americana", Miranda procedió a organizar filiales de
la misma en España, donde se encontraba un gran número de militares, profesionales y
comerciantes nacidos en nuestro continente. En este marco se creó, en 1807, la logia
"Caballeros Racionales", con sede en Madrid y en Cádiz. Ésta ultima fue la ciudad
española más frecuentada por San Martín cuando integraba las filas del ejercito español,
y fue justamente en ella donde tuvo conocimiento de los acontecimientos ocurridos en
Nuestra América en 1810.
El propio San Martín, en su correspondencia privada, dejó en claro la forma en que
se produjeron aquellos primeros contactos con gente de las organizaciones secretas a
que hemos hecho referencia:

"Como usted, yo serví en el ejercito español, en la península, desde la edad de trece a


treinta y cuatro años, hasta el grado de teniente coronel de caballería. En una reunión de
americanos, en Cádiz y, sabedores de los primeros movimientos acaecidos en Caracas,
Buenos Aires, etc., resolvimos regresar cada uno al país de nuestro nacimiento, a fin de
prestarle nuestros servicios en la lucha, pues calculábamos se había de entablar...". (José
de San Martín).

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El general Rivadaneira, refiriéndose a su reencuentro con el Libertador, en 1821,
contó que "...me estrechó en sus brazos, recordó nuestra amistad antigua, nuestros
trabajos en la sociedad de Cádiz, para que se hiciese la América independiente...".

En 1811, ya totalmente compenetrado con los objetivos de la Emancipación de


Nuestra Patria, y participando activamente en la organización política dirigida por Miranda,
San Martín tomó la decisión de abandonar su carrera en las armas españolas.
Los americanos residentes en España comulgan entre sí contra el absolutismo y el
régimen monárquico disoluto y decadente y resuelven regresar cada uno a sus lugares de
nacimiento para colaborar en las nacientes revoluciones emancipadoras sudamericanas.
Esa fue la resultancia de las decisiones de una logia fundada por Miranda. A la que
conoció San Martín, posiblemente, en la filial de Cádiz, junto a otros americanos que
luchaban por España.

A fines de ese año, San Martín pudo salir clandestinamente de la península ibérica
y pasar a Londres, seguramente con la colaboración de su jefe el Gral Malet. Allí, se
reunió con otros americanos como ser Carlos María de Alvear, Zapiola, Manuel Moreno y
Tomás Guido. Todos pertenecían a la "Gran Reunión Americana", que era matriz de las
organizaciones clandestinas de la península; en ella, también Simón Bolívar acababa de
prestar juramento frente al mismo Miranda, antes de regresar a Venezuela en compañía
del ilustre maestro.
Así se ligaron por un mismo juramento y en el marco de la misma organización, en el
viejo continente, el Precursor y los dos grandes Libertadores.

"En los primeros años del siglo XIX habíase generalizado en España una vasta
asociación secreta, con la denominación de Sociedad de Lautaro o Caballeros
Racionales, vinculada con la sociedad matriz de Londres, denominada "Gran Reunión
Americana", fundada por el general Miranda...en sólo Cádiz, donde residía el núcleo, llegó
a contar en 1808 con más de cuarenta afiliados, entre ellos algunos grandes de
España...". (Bartolomé Mitre).

"San Martín era un americano de raza, un revolucionario por instinto, un republicano por
convicción; era, tal vez sin él saberlo, un adepto de Miranda, que debía realizar el sueño
del maestro...". (Fernández Cabrelli).

San Martín no se embarcó directamente hacia América. Después de una estadía de


tres a cuatro meses en Londres, donde tiene contacto con camaradas de armas ingleses
y americanos, especialmente su amigo el Lord. Mc Duff, quien había combatido como
voluntario en España. También se reunieron con el venezolano Andrés Bello, el
mexicano Fray Servando Teresa de Mier, y los argentinos Tomas Guido y Manuel
Moreno, iniciados en la “Logia Gran Reunión Americana “ o Logia de los Caballeros
Americanos, fundada por Miranda en 1797, Según José Maria Rosas, allí fue admitido
San Martín con el grado 5° que era superior
Emprende su viaje al Río de la Plata en la Fragata George Canning en el mes de
enero de 1812, junto con él lo hicieron: el capitán de infantería Francisco Vera, el alférez
de navío José Zapiola, el capitán de milicias Francisco Chilavert, el alférez de carabineros
reales Carlos María de Alvear, el subteniente de infantería Antonio Arellano y el primer
teniente de Guardias Valonas, Barón de Holmberg, este último experto artillero.

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6.1. SAN MARTIN Y EL PLAN DE CONSOLIDACIÓN DE LA INDEPENDENCIA
AMERICANA

El 9 de marzo de 1812, llegó al puerto de Buenos Aires, desde Londres, la fragata


inglesa "Jorge Canning", a bordo de la cual venían San Martín, Zapiola, Chilavert, Alvear y
Holmberg, entre otros. Apenas llegados, estos hombres crearon la "Logia Lautaro",
entidad secreta a semejanza de la de Londres, con el propósito de ejercer influencia
decisiva en los medios militares y políticos del Río de la Plata.
La Logia Lautaro de Buenos Aires fue creada en 1812 por los cuadros
revolucionarios que pertenecían o estaban relacionados con la "Gran Reunión Americana"
y sus filiales españolas, las cuales, dirigidas desde su sede londinense por Miranda,
trabajaban en la preparación del tercer intento de levantamiento general en Nuestra
América.
A la llegada de San Martín al Río de la Plata, la revolución no se encontraba
consolidada ni mucho menos; es más: tenía serias dificultades de tipo político, militar y
financiero. Montevideo estaba en manos de los realistas, constituida en el reducto de la
reacción.
Los rioplatenses orientales, encabezados por el gran José Artigas, estaban en
conflicto con el gobierno de Buenos Aires, que pretendía imponer su autoridad
desconociendo sus más elementales derechos y la autoridad de sus líderes naturales. En
el norte, los ejércitos españoles enviados desde el Perú para atravesar las provincias
hasta Buenos Aires y aplastar la Revolución estaban en mucha mejor posición que las
fuerzas patriotas.
A tal punto era así, que Pueyrredón, que hasta entonces había tenido el mando del
"Ejército del Norte", renunció a su puesto, siendo reemplazado por Manuel Belgrano,
abogado patriota convertido, por imperio de las circunstancias, en General. Una tropa
desorganizada, sin moral y sin armas fue lo único que recibió para enfrentar a las tropas
de línea españolas.

Dentro del gobierno de Buenos Aires, a su vez, la elite porteña controlaba el poder,
caracterizándose por una política que no iba más allá de sus propios intereses de clase, a
lo cual subordinaban todo, inclusive los destinos de la Revolución.
Podemos decir que la situación se caracterizaba por un caos a todo nivel y, lo que
es peor aún, la más absoluta indecisión por parte de la dirigencia política en cuanto a los
caminos que se debían seguir

6.2. REINICIACION DE LA VIDA PÚBLICA DE SAN MARTIN. LOS GRANADEROS.


SAN LORENZO
Creación del Regimiento de Granaderos a Caballo

El 16 de marzo, a una semana de su llegada, es nombrado, con el grado que ya


ostentaba de Teniente Coronel, comandante del Escuadrón de Granaderos a Caballo que
debía iniciar su organización. Quienes hicieron su presentación al Triunvirato fueron Don
Francisco Javier de Viana y Marcos Balcarce integrantes del Estado Mayor del reciente
Ejército Argentino.
La zona del Retiro fue el lugar elegido para la instrucción de la juventud porteña que
ya se aprestaba a lucir con su jefe la gallarda valentía con que se cubrirían de gloria.
El contacto era directo con sus soldados y al aprendizaje del uso de las armas le
sumaba la constante prédica sobre las condiciones de respeto, nobleza, educación,
ecuanimidad, honor y honestidad que debían adornar la vida de soldado. De allí en más y
en distintas circunstancias pronunciaría San Martín estas frases: "Los soldados de la
Patria no conocen el lujo sino la gloria_ "Administrar recta justicia a todos recompensando
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la virtud y el patriotismo". "No hay juez más parcial que el amor propio; si alguno tengo es
el de haber dirigido bien las operaciones de esta campaña". "Mi indulgencia podrá
extenderse hasta disimular cualquier acto de debilidad, pero nunca jamás, jamás, hubiera
consentido el de infidencia".
San Martín fue el forjador de la combatividad y alma vibrante de un regimiento
formado con lo mejor de la juventud criolla donde se acrisolaban el pundonor, el carácter y
la fuerza de un núcleo humano que vibró frente a la voz, el gesto y el ejemplo de su jefe.
Para ese Regimiento San Martín deseó un distinto y vistoso uniforme, lo crea y por
siempre jamás habrán de usarlo sus granaderos..
Su regimiento debía ser un dechado de virtudes guerreras, morales y de conducta
intachable frente a la sociedad que les rodeaba. Su procedimiento para velar por la
dignidad del cuerpo de oficiales impuso la reunión mensual de todos ellos y el código de
honor, que no solamente penaba la cobardía, sino que enemigo como era San Martín, de
la vigilancia y las denuncias anónimas que fomentaban la irresponsabilidad, impulso un
sistema que obligaba a todo oficial a controlarse e constituirse en celador, fiscal y Juez
de sus pares

REGLAMENTO DE HONOR
“Establecimiento de una reunión mensual: Cada primer domingo del mes todos los
oficiales y cadetes en casa del comandante del regimiento. este abre la sesión, por un
pequeño discurso en el que muestra la utilidad de tal establecimiento, y la obligación que
tiene todo oficial de honor de no permitir en el seno del cuerpo ninguno que no
corresponda a él.
Concluido el discurso mandara salir oficial por oficial a uno que escriba lo que haya
notado en la comportación de algún compañero.
Concluido esto se levantará el Sargento mayor o Capitán más antiguo y correrá el
sombrero en el que cada oficial depositará su papeleta con la mano cerrada para
introducirla: recogidas las pasara al Jefe General, para que las revise en secreto, y si
encontrase alguna acusación, y el acusado se hallase presente, lo hará salir, verificado,
hará presente al cuerpo de oficiales la papeleta que ha dado motivo ala salida.
Cada oficial tiene derecho para hablar sobre el particular, que se propone, lo que
discutido a satisfacción se nombrara una comisión de tres oficiales, que serán a elección
de todo el cuerpo, para la averiguación del hecho. Pero dichos oficiales deberán ser má
antiguos y de superior graduación que el acusado.
Hecha la averiguación se citará a junta extraordinaria, a la que la comisión de
residencia dará parte del encargo que se le ha confiado, y según que resulte de la
exposición se volverá a discutir sobre ello, cuya discusión concluida, se pasará a
votación secreta, por papeleta, y en los mismos términos en que se verifican las
acusaciones; pero firmando cada oficial su dictamen, que poco más o menos deberá ser
concebido en estos términos “ el Teniente (grado) fulano de tal no es acreedor a alternar
con sus honrados compañeros ; o El tnte. (grado) fulano de tal, es acreedor a ser
individuo del cuerpo”
La pluralidad de votos será la que decida la suerte del oficial, y en caso de empate el
Jefe Principal valdrá por dos.
Si el oficial acusado saliese inocente, se le hará entrar a presencia de todo el cuerpo
de oficiales y se le dará una satisfacción por el Jefe Principal.
Si el oficial principal saliese reo, se nombrara una comisión de un oficial por clase,
para anunciarle que el respetable cuerpo de oficiales, manda y pide su licencia absoluta,
y que en el ínterin que esta se le concede, no se presente en público con el uniforme del
regimiento, y en caso de controvertir será arrancado a estocadas por el primer oficial que
lo encuentre.
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Delitos por los que deben ser arrojados los oficiales:
1. Por cobardía en acción de guerra, en el que aún el agachar la cabeza será
reputado como tal.
2. Por no admitir un desafío, sea justo o injusto
3. Por no exigir satisfacción cuando se halle insultado
4. por no defender a todo trance el honor del cuerpo cuando lo ultrajen en su
presencia, o sepa que ha sido ultrajado en otra parte.
5. Por trampas infames como de artesanos
6. Por falta de integridad en el manejo de intereses, como el no pagar a la tropa el
dinero que se haya suministrado para ella
7. Por familiarizarse en grado vergonzoso con los sargentos, cabos y soldados
8. Por poner la mano en cualquier mujer aunque haya sido insultado por ella
9. Por no socorrer en acción de guerra a un compañero suyo que se halle en peligro
pudiendo verificarlo (hacerlo)
10. Por presentarse en público con mujeres conocidamente prostituidas
11. Por concurrir a casas de juego que no sean pertenecientes a la clase de oficiales,
es decir jugar con personas baja, e indecentes.
12. Por hacer uso inmoderado de la bebida en términos de hacerse notable con
perjuicio del honor del cuerpo.
…………………………………………………………………………………………………….
NOTA. El cuerpo de oficiales tiene el derecho de reprender (por voz de su Jefe) a todo
oficial que no se presente con aquel aseo propio del honor del Cuerpo, y en caso
de reincidencia sobre este defecto, quedará comprendido en los artículos de
separación de él.

En todo momento, el Libertador demostró tener cuatro cualidades que son


las que, en definitiva, marcaron la enorme distancia que había entre él y el resto de los
hombres que lo seguían: visión panorámica, resolución firme, cabeza fría y voluntad
terca.

"El primer escuadrón de Granaderos a Caballo fue la escuela rudimental en que se


educó una generación de héroes. En este molde se vació un nuevo tipo de soldado
animado de un nuevo espíritu, como dice Cromwell en la revolución de Inglaterra,
empezando por un regimiento para crear el tipo de un ejército y el nervio de una
situación. Bajo una disciplina austera que no anonadaba la energía individual, y más
bien la retemplaba, formó San Martín soldado por soldado, oficial por oficial,
apasionándolos por el deber, y les inculcó ese fanatismo frío del coraje que se
considera invencible, y es el secreto de vencer...con estos elementos organizó una
academia de instrucción práctica que él personalmente dirigía, iniciando a sus oficiales
y cadetes en los secretos de la táctica, a la vez que les enseñaba el manejo de las
armas en que era diestrísimo, obligándolos a estudiar y a tener siempre erguida la
cabeza ante sus severas lecciones, una línea más arriba del horizonte, mientras
llegaba el momento de presentarla impávida a las balas del enemigo...en cuanto a los
soldados, los elegía vigorosos, excluyendo todo hombre de baja talla. Los sujetaba
con energía paternal a una disciplina minuciosa, que los convertía en maquinas de
obediencia. Los armaba con el sable largo de los coraceros franceses de Napoleón,
cuyo filo había probado en sí, y que él mismo les enseñaba a manejar. Por último,
daba a cada soldado su nombre de guerra, por el cual únicamente debía responder, y
así les daba el ser, les inculcaba su espíritu y los bautizaba...a mediodía dirigíase a la
cocina y elegía dos platos (generalmente puchero y asado), que a veces despachaba
de a pie, y por postre dulce mendocino, tomando dos copas de vino. En seguida daba
un corto paseo fumando un cigarrillo de tabaco negro, si era invierno, y volvía luego a
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la tarea. En verano dormía una siesta de dos horas sobre un cuero tendido en el
corredor de la casa. En ambas estaciones, su bebida habitual era el café que él mismo
preparaba. Después volvía al trabajo, y por la noche inspeccionaba los
establecimientos públicos. Por la noche, recibía las visitas con las que tertuliaba en
variada conversación, de la cual estaba excluida la política o echaba una partida de
ajedrez, juego en que era fuerte, y a las 10 en punto las despedía. A esa hora tomaba
una ligera colación, y descansaba o continuaba su trabajo interrumpido, pasándose
muchas noches en vela y sin acostarse por efecto de las dolencias que le
aquejaban..." (Bartolomé Mitre).
Casamiento de San Martín
En el mes de Setiembre del mismo año de su llegada desposa a la joven Remedios
Escalada, hija de Don Antonio José Escalada y Doña Tomasa de la Quintana,
pertenecientes a distinguidas familias porteñas. Con esto logra un nuevo estatus en la
ciudad de Buenos Aires, ya que su casamiento con la joven Escalada le permite un
ascenso social importante al emparentar con una familia de prestigio.
Al poco tiempo de actuar en Buenos Aires San Martín estuvo convencido que la
consagración de la independencia debía basarse en un ordenamiento renovador de todas
las actividades de los pueblos soberanos y que debía neutralizarse la conducta
excesivamente diplomática y zigzagueante del Triunvirato.

Primera intervención política. La asonada del 8 de octubre de 1812

Mediante los impulsos de la Logia Lautaro y el ritmo impuesto a la tarea militar la


revolución toma cuerpo y empuje para ser llevada a otras latitudes en salvaguarda de
Buenos Aires cuna de la emancipación en las Provincias Unidas del Río de la Plata. A
esta situación le pone fin la actividad de San Martín, junto con Alvear, Pinto y Ocampo, el
8 de octubre de 1812, cuando, con la presencia de sus tropas en la Plaza de la Victoria,
presionan sobre el Triunvirato para obtener cambios en el mismo que con razón y fuerza
consigue. Había que terminar con las ambigüedades y concretar la revolución, este
accionar se sintetiza en una de sus frases: "Hasta hoy las Provincias Unidas han
combatido por una causa que nadie conoce, sin bandera y sin principios declarados que
expliquen el origen. y tendencias de la insurrección. Preciso es que nos llamemos
independientes para que nos conozcan y nos respeten".
Así volvió a reencontrarse la revolución con el ideario de Mayo que San Martín vino a
defender y que estaba enraizado con las aspiraciones populares. Colaborando con el
primer golpe militar, al reclamar al primer triunvirato, volver a la senda revolucionaria de
mayo, terminado con la política ambigua de su Secretario Bernardino Rivadavia, que
oscilaba entre el reconocimiento de las autoridades sustitutas de la monarquía española y
el Carlotismo, y el pactismo desviando el objetivo de la independencia
El 7 de diciembre el nuevo Triunvirato constituido por Juan José Paso, Álvarez Jonte
y Rodríguez Peña lo asciende a coronel.
A nueve meses de su arribo había planificado ya la defensa de Buenos Aires,
organizado el Regimiento de Granaderos, actuado en el cambio del Triunvirato, contraído
nupcias con la Srta. Escalada, además de haber cosechado grandes amigos y divulgado
el ideario revolucionario utilizando también a la Logia.

La estrategia del Libertador


Frente a este difícil cuadro de situación, San Martín identificó los objetivos que se
debían lograr para vencer a los colonialistas y estableció la estrategia a seguir para
conquistarlos.

En lo político, debía asegurarse un mínimo de respaldo en el seno del gobierno de


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Buenos Aires, sin lo cual no tendría marco apropiado para el resto de las tareas
que debía cumplir.
Así, intervino directamente en la destitución del Primer Triunvirato y su reemplazo
por otro, más cercano a sus proyectos, y presionó para imponer la Declaración de
Independencia a todos esos sujetos calculadores e indecisos que ocupaban el
gobierno.

En lo militar, la importante victoria en "San Lorenzo" eliminó definitivamente el


peligro de las incursiones españolas por la cuenca del Río de la Plata; además,
habló con Martín Miguel de Güemes y con Manuel Belgrano para que se hicieran
responsables ante él de impedir como fuera necesario la penetración de los
ejércitos enemigos por el norte argentino. Contenidas las tropas colonialistas que
presionaban por llegar desde el Alto Perú (Bolivia), San Martín se podría dedicar a
organizar el "Ejército de Los Andes" para cruzar la cordillera y dirigirse a Lima,
centro del poder español en América.

Solucionados estos dos aspectos, le faltaba uno que era, tal vez, el más complicado:
consolidar el frente interno de la Revolución en el Río de la Plata, poniendo fin o por lo
menos obligando a postergar la guerra civil entre Buenos Aires y los caudillos de las
provincias. Para ello, estableció contacto directo con José Artigas y con Estanislao López
(los principales caudillos federales) para convencerlos de la necesidad de no pelear entre
hermanos y de ocuparse del enemigo español.
San Martín escribió a Estanislao López lo siguiente:

"Paisano y muy señor mío: el que escribe a usted no tiene más interés que la felicidad de
la Patria. Unámonos paisano mío, para batir a los maturrangos que nos amenazan;
divididos seremos esclavos, unidos estoy seguro que los batiremos. Hagamos un
esfuerzo de patriotismo, depongamos resentimientos particulares y concluyamos nuestra
obra con honor. La sangre americana que se vierte es muy preciosa, y debía emplearse
contra los enemigos que quieren subyugarnos.
Unámonos, repito, paisano mío. El verdadero patriotismo en mi opinión consiste en hacer
sacrificios; hagámoslos, y la Patria sin duda alguna es libre, de lo contrario seremos
amarrados al carro de la esclavitud.
Mi sable jamás saldrá de la vaina por opiniones políticas.
En fin paisano, transemos nuestras diferencias; unámonos para batir a los maturrangos
que nos amenazan, y después nos queda tiempo para concluir de cualquier modo
nuestros disgustos, en los términos que hallemos por convenientes, sin que haya un
tercero en discordia que nos esclavice...". (José de San Martín).

El Libertador escribió a José Artigas en estos términos:

"Mi más apreciable paisano y señor: no puedo ni debo analizar las causas de esta guerra
entre hermanos. Y lo más sensible es que siendo todos de iguales opiniones en sus
principios, es decir, de la emancipación e independencia absoluta de la España. Pero
sean cuales fueran las causas, creo que debemos cortar toda diferencia y dedicarnos a la
destrucción de nuestros enemigos, los españoles, quedándonos tiempo para transar
nuestras desavenencias como nos acomode, sin que haya un tercero en discordia que
pueda aprovecharse de estas críticas circunstancias. Cada gota de sangre americana que
se vierte por nuestros disgustos me llega al corazón. No tengo más pretensión que la
felicidad de la Patria; en el momento en que ésta se vea libre renunciaré el empleo que
obtenga para retirarme, teniendo el consuelo de ver a mis conciudadanos libres e
independientes ...". (José de San Martín).
10
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
En cuanto a la actitud de San Martín frente a la elite porteña, fue clara y
contundente: los hombres de Buenos Aires estaban más preocupados por lograr
imponerse a las provincias, en una cuestión de disputa doméstica, que de contribuir a la
Emancipación del continente.
Por ello, cuando se vieron en dificultades para alcanzar sus objetivos, tuvieron el
atrevimiento de pretender ordenarle al Libertador que retornara de Chile y utilizara el
Ejército de los Andes para sus propios fines en la vergonzosa guerra civil, en lugar de que
siguiera al Perú y enfrentara a los españoles. El Gran Capitán directamente desobedeció
la orden y desvinculó al Ejército Libertador del gobierno de Buenos Aires, tras lo cual
marchó al Perú, pasando por encima de las pretendidas órdenes de un grupo de traidores
que le hacía el juego a los intereses de España y también de Inglaterra.

San Lorenzo, el bautismo de fuego de los granaderos


Los realistas sitiados en Montevideo era forzoso que buscaran la forma de lograr
romper el cerco que por tierra el ejército patriota le tendía.
En octubre de 1812, los marinos españoles asaltaron y saquearon San Nicolás y
San Pedro, en la costa del Río Paraná, afluente del Río de la Plata. Los impulsaba la
necesidad de procurarse víveres y la de hostilizar a los pueblos ribereños. A mediados de
enero, la escuadrilla realista entró por la boca del Río Guazú, con un total de once
embarcaciones armadas y trescientos cincuenta hombres. El 28, salió San Martín con 125
granaderos escogidos, observándola constantemente desde la costa. Era sólo una parte
del Regimiento de Granaderos a Caballo que el propio Libertador acababa de crear para
defender la Revolución.
Tal fue así que se tuvo conocimiento de la preparación de una expedición fluvial para
invadir las costas del río Paraná a la altura de Santa Fe, fundamentalmente para
mantener el dominio naval de los ríos y abastecer a las tropas realistas que estaban en
Montevideo, por medio de requisas de ganado y alimentos, que les permitieran resistir en
la ciudad oriental y buscar “cabeceras
de playa” para un ataque a Buenos
Aires, comandadas por el Juan Antonio
Zabala. La organización de la
expedición realista se realizó en la Isla
Martín García, utilizando una flotilla con
350 a 400 hombres de desembarco
El gobierno de Buenos Aires tuvo
noticias de la preparación de esta
escuadrilla y luego de reforzar las
baterías de Punta Gorda, envió a San
Martín, el 28 de Enero de 1813, la
orden de movilizarse con su regimiento
rumbo al norte. Así lo hace efectuando
marchas nocturnas para evitar el calor
del día y ser además advertidos por la
escuadra realista que iba ya
remontando el Paraná siguiéndola a su
vez en ese remontar del río hasta la
zona de San Lorenzo (375 Km. En seis
jornadas), lugar donde el porta
estandarte del Regimiento de
Granaderos Ángel Pacheco le notifica
11
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
que la expedición al mando de Juan Antonio de Zabala preparaba el desembarcó invasor.
Los granaderos marchaban de noche, ocultos a los españoles; San Martín, vestido de
poncho y sombrero campesino, vigilaba personalmente desde la costa.
En ese lugar se levantaba la construcción del convento franciscano de San Carlos
que San Martín toma para refugio y descanso de su tropa y además sería punto de
partida para la carga de caballería.
El 31, los españoles anclaron cerca del pueblo de San Lorenzo, donde prepararon una
expedición para "escarmentar" a los lugareños.
San Martín, atento de la situación, ocultó a sus granaderos detrás de los muros del
convento que existe en el lugar y, cuando al amanecer del 3 desembarcaron los 250
españoles con sus dos piezas de artillería y en son de guerra, creyendo que sólo se
encontrarían con civiles, los granaderos desplegados en dos alas salieron de ambos lados
del convento. Los españoles apenas tuvieron tiempo de montar sus cañones y efectuar
algunos disparos; la carga los arrolló en menos de tres minutos. Este fue el bautismo de
fuego del Libertador José de San Martín al mando de sus Granaderos a Caballo.
La estrategia, la herida sufrida en la mejilla, los episodios de los granaderos
Bautista Baigorria, Juan Bautista Cabral y del Capitán Justo Bermúdez, son
suficientemente conocidos; los resultados de la victoria, el desbande del regimiento
realista y su repercusión en Buenos Aires y Montevideo, signaron hechos futuros donde el
jefe de granaderos gravitaría cada vez más en la consolidación de la. independencia.
De regreso a Buenos Aires, se le efectuó un recibimiento triunfal y comenzó a
proponerse a San Martín como futuro Comandante en Jefe del Ejército del Norte, en
reemplazo del General Belgrano, que había sido derrotado en octubre y noviembre en
Vilcapugio y Ayohuma.

Concomitantemente en Buenos Aires es efectivizada ese mismo 3 de Febrero una


revolución en los procedimientos dictada por los delegados a la Asamblea General
Constituyente mediante la cual se excluía de los empleos públicos, eclesiásticos y
militares a todos los españoles que no tomaran la carta de ciudadanos de acuerdo a la ley
ya sancionada. .
Al regreso de San Martín, por disensiones en el seno de la revolución, renunció a sus
funciones de jefe de la defensa de Buenos Aires que no es aceptada; al reiterarla y dando
muestras ya de su grandeza espiritual, solicita se le concediera solamente el mando del
regimiento que él creara, en el convencimiento que sólo la acción militar daría
perdurabilidad a la libertad naciente, y que de las fuerzas, la más apta sería la caballería
para llevar la guerra al enemigo sobre las amplias llanuras, bajo su tutela de disciplina y
valor.

6.3. SAN MARTIN EN EL EJÉRCITO DEL NORTE. BELGRANO. GÜEMES


En el mismo año 1813 comienza la relación epistolar con el General Belgrano y de
esa manera se aconsejan sobre temas guerreros. En mucho estimó Belgrano, en esos
momentos al mando del Ejército del Norte, las sugerencias de San Martín y lo traduce con
estas líneas: "Créame Ud. que jamás me quitará el tiempo y que me complaceré con su
correspondencia si gusta honrarme con ella y darme alguno de sus conocimientos para
que pueda ser útil a la patria, que es todo mi conato, retribuyéndole la paz y tranquilidad
que tanto necesitamos".
Belgrano, a pesar de las órdenes de Buenos Aires, triunfa el 20 de Febrero de 1813,
en la Batalla de Salta como ya lo había hecho en Tucumán. Sin embargo el enemigo
realista, reforzado por el Virrey Abascal, desde Perú, el l de Octubre y 14 de Noviembre
derrotan a Belgrano en Vilcapugio y Ayohuma derrumbándose así las acciones
emprendidas en él Alto Perú. .
12
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
El 3 de Diciembre se le nombra a San Martín y se reitera el 16, Mayor General del
Ejército Auxiliar del Perú que marchará en apoyo del Ejército del Norte; dada la amistad
con Belgrano y la identidad de miras y enfoques revolucionarios, puso el jefe de
granaderos algunas reticencias de las que el propio Be1grano lo libera cuando le escribe
e1 17 de Diciembre:
"No se decir a Ud. cuanto me alegro de la disposición del gobierno para que venga de
jefe. Vuele Ud. si es posible. La patria necesita de que se hagan esfuerzos singulares y
no dudo que usted los ejecute según mis deseos para que yo pueda respir:ar con alguna
confianza y salir de los graves cuidados que me agitan incesantemente". "En fin mi
amigo, espero de usted un compañero que me, ilumine, que me ayude, y que conozca en
mí la sencillez, de mi .trato y la pureza de mis intenciones que Dios sabe no se dirigen, ni
se han dirigido más que al bien general de la patria y sacar a nuestros paisanos de la
esclavitud en que viven" .

Estaba ya preparado e1 encuentro de dos maravillosos seres de la futura República.


La posta de Yatasto fue e11ugar de convergencia; la avanzada de granaderos llega en
auxilió a la ciudad de Salta y posteriormente San Martín en Tucumán daría comienzo a la
reorganización del ejército.
San Martín partió a la cabeza de una "expedición auxiliadora" del Ejército del Norte,
pero sus instrucciones eran claras en cuanto a que no se debía limitar a "auxiliar" a
Belgrano sino que directamente debía hacerse cargo de la situación, reemplazándolo en
el mando. Muy a su pesar, y después de intentar negarse en reiteradas oportunidades,
finalmente San Martín cumplió la orden. El respeto y la admiración que sentía por
Belgrano, vencedor en las batallas de Salta y Tucumán, artífice del "Éxodo Jujeño", eran
demasiado grandes como para sentirse complacido frente a la misión encomendada.
Cuando Belgrano se enteró de que San Martín sería su reemplazante, se apresuró a
escribirle lo siguiente:

"Mi corazón toma nuevo aliento cada instante que pienso que usted se me acerca porque
estoy firmemente persuadido de que con usted se salvará la Patria y podrá el ejército
tomar un diferente aspecto. En fin, mi amigo, espero en usted un compañero que me
ayude y quien conozca en mí la sencillez de mi trato y la pureza de las intenciones que
Dios sabe no se dirigen, ni se han dirigido, más que al bien general de la Patria y a sacar
a nuestros paisanos de la esclavitud en que vivían. Empéñese usted en volar, si le es
posible, con el auxilio y en venir a ser, no sólo mi amigo, sino maestro mío, mi compañero
y mi jefe si quiere...". (Manuel Belgrano).

Durante tres años, los sucesivos comandantes del Ejército del Norte habían estado
peleando palmo a palmo con las tropas realistas sin poder definir la situación. Algunas
victorias, algunas derrotas, pero la cuestión seguía en los mismos términos: los españoles
estaban en permanente amenaza de lograr imponerse y llegar hasta Buenos Aires.
San Martín fue el hombre que vino a terminar con esto. A diferencia de sus
antecesores, él era un militar profesional, lo que es esencial tener en cuenta por su
capacidad para analizar correctamente la situación y plantear la estrategia adecuada. Su
visión abarcó mucho más que la sola situación del norte; en el marco de la concepción
desarrollada con su participación en la "Gran Reunión Americana", el Libertador analizó la
situación de conjunto que se presentaba en todo el continente, identificando la necesidad
de destruir el punto neurálgico del poder español en América: Lima. Él se dio cuenta de
que de nada valía pelear con las tropas realistas en los demás puntos de Nuestra América
si desde Lima les seguían mandando refuerzos; allí era a donde había que ir y derrotar a
los enemigos. Por eso, cuando asumió el mando del Ejército del Norte, se dedicó a una
tarea más que nada "reorganizadora", de tal manera de poder dejar una situación
13
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
mínimamente segura como para impedir el avance del enemigo desde esa región,
mientras él iría luego hacia Lima a través de Los Andes.

La partida
Ya vimos que por decreto del Triunvirato del 3 de diciembre de 1813, San Martín había
sido encargado de una expedición al norte en auxilio de Belgrano, cuya derrota en
Ayohuma e114 de noviembre acababa de conocerse. Lo de la "expedición auxiliadora"
era un pretexto: sus instrucciones lo facultaban a asumir el mando, pero se lo dejaba a su
arbitrio hacerla.
Con el 7 de infantería, fuerte de 700 plazas al mando de Toribio Luzuriaga, dos
escuadrones de granaderos a caballo de 250 componentes y 100 artilleros, partió San
Martín a fines de año. Hemos visto las palabras con que fue despedido por Alvear. Poco
después se encontraba con Belgrano en la posta de Yatasto, entre Salta y Tucumán. San
Martín se presentó como subordinado, y ni siquiera quiso asumir la jefatura del Estado
Mayor que le ofreció Belgrano, para no lastimar a los meritorios oficiales vencidos. Pero el
gobierno no quería la permanencia del jefe vencido -"crea que nos compromete mucho la
conservación de Belgrano", escribe Rodríguez Peña a San Martín e1 27 de diciembre-, y
después de haber insistido Posadas ellO de enero que "cargase con esa cruz", San
Martín debió tomar el mando el 29.

"Me encargo de un ejército que ha apurado sus sacrificios en el espacio de cuatro años
-escribe San Martín el 30-, que ha perdido su fuerza física y solo conserva la moral".

Su primer acto fue poner al día los pagos, valiéndose de una necesaria malversación.
Dispuso de 36.000 pesos en plata y oro que se traían de los caudales potosinos y ya
habían sido ingresados a la Tesorería General y dispuestos por el gobierno. Ordenó que
pasasen a la Caja Militar, y pagó los servicios y salarios atrasados. Como el gobierno le
pidió explicaciones, San Martín contestó que tenía a su frente "los tristes fragmentos de
un ejército derrotado; un hospital sin medicinas, sin instrumentos, sin ropas, que presenta
el espectáculo de hombres tirados en el suelo que no pueden ser atendidos del modo que
reclama la humanidad y sus propios méritos. Mil clamores por sueldos devengados".

"Pase por ahora -le escribirá Posadas e 1° de marzo- el obedecer y no cumplir. Si con
el obedecimiento se exponía V. a quedar en apuros, con el no cumplimiento he quedado
yo aquí como un cochino".

Las guerrillas del Alto Perú. Arenales y el combate de la Florida (24 de mayo).

Pezuela, en persecución de Belgrano, había establecido su cuartel en Tupiza, y llegado


con su vanguardia hasta Salta. Más allá no se atrevía a avanzar sin refuerzos, y menos al
encontrarse con la resistencia de los gauchos de Güemes y no poder dominar las
guerrilla-s de Santa Cruz de la Sierra dirigidas por Arenales y Wames.
Arenales había sido nombrado gobernador de Cochabamba y Warnes de Santa Cruz
de la Sierra durante la ocupación del Alto Perú por Belgrano. El primero, después de
Ayohuma, se retiró con una pequeña fuerza a Valle Grande, equidistante entre
Cochabamba y Santa Cruz: desde allí propagó la insurrección por la zona cordillerana.
Pezuela debió destacar al coronel Blanco con 60'0 veteranos para dominar a los gue-
rrilleros; el 4 de febrero derrotó a Arenales en! San Pedrillo (la guerra se había hecho
implacable y todos los prisioneros fueron degollados), consiguiendo entrar en Santa Cruz
de la Sierra. Al perseguir a Arenales y Wames sería derrotado por éstos en la Florúkt (24
de mayo). Fue mucho el entusiasmo que despertó el pequeño combate de la Florida en

14
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
Buenos Aires; se clio su nombre a la calle antes llamada del Correo, Arenales fue
promovido a general y se votó un escudo "La Patria a los vencedores de la Florida".
Vencedores un día, derrotados otro, Arenales y Warnes consiguieron, junto con el
comandante Manuel Asensio Padilla, sostenerse dieciocho meses mientras llegaba la
tercera expedición al Alto Perú.

San Martín en Tucumán. La "Ciudadela".

El ejército regular retrocedió a Tucumán, donde San Martín había dispuesto el cuartel
general. Sus fuerzas eran 3.000 hombres contando con los refuerzos traídos; pocos para
hacer frente a los 5.000 de Pezuela.

En las inmediaciones de Tucumán construyó un campo atrincherado, la Ciudadela,


donde instruía las tropas. "Nadie vio nunca salir fuerzas de aquel recinto inviolable -dice
Mitre- y con frecuencia entraban gruesos destacamentos... eran los mismos soldados que
salían durante la noche, se engrosaban con algunos reclutas y al cabo de varios días
regresaban al campo atrincherado figurando un nuevo contingente. Con esta
fantasmagoría nadie dudaba que el ejército del norte contaba más de 4.000 hombres",

El objetivo de San Martín era disciplinar a la tropa e instruir a los oficiales mientras
negaban los auxilios que insistentemente pedía a Buenos Aires, y nunca vinieron.
Estableció una academia para enseñar los rudimentos de la táctica; el mismo Belgrano,
reducido a jefe de regimiento, asistía a los cursos.
Mitre cuenta una anécdota: San Martín enseñaba las voces de mando, Belgrano, cuya
voz era débil, las repetía; Dorrego, que tenía bromista el cárácter, hizo mofa de la voz de
Belgrano. San Martín dio un golpe. en la mesa con un candelabro de bronce, y amonestó
a Dorrego confinándole arrestado en Santiago del Estero. Es posible, pero el arresto de
Dorrego no sería largo porque al poco tiempo actúa como jefe de vanguardia.
San Martín impuso disciplina con seriedad y criterio: al ordenar a Lamadrid que le
presentase un piquete de 25 hombres a fin de examinar sus condiciones, éste se permitió
algunas observaciones. San Martín sin contestarlas, le dijo sacando su reloj: "Han pasado
dos minutos desde que di la orden". Nadie le haría más observaciones.
Las guerrillas de Salta. Martín Miguel de Güemes
Mientras preparaba el ejército .en la Ciudadela, San Martín confirmó a Dorrego (cuyo
arresto en Santiago de1 Estero, en caso de ser cierta la anécdota de Mitre, no habrá
durado mucho, ni quitado la estima del jefe por el joven coronel) como jefe de la
vanguardia. Con dos destacamentos: uno sobre Guachipas al mando de Pedro José
Saravia y su hijo Apolinario, y otro sobre el do Pasaje, dirigido por Martín de Güemes, se
dispuso una guerra de incursiones, escaramuzas y sorpresas para impedir el avance
español. Facilitaban este tipo de guerra los gauchos salteños, "hombres extraordinarios,
diestros, altivos e incansables", según la expresión del general español García Camba. Y
la presencia de un jefe que reveló extraordinarias condiciones para conducidos: el
comandante Güemes.
Hijo de un alto funcionario y nieto de un general español, Martín Miguel de Güemes
había nacido en Salta en 1783. Destinado a la carrera militar, sentó plaza como cadete en
el Fijo, y con estas tropas veteranas estuvo en las invasiones inglesas en Buenos Aires en
1806 y 1807. Poco avenido con la disciplina estaba con licencia en su ciudad natal al
estallar la Revolución de 1810, que lo contó entre sus partidarios. Formó como teniente un
cuerpo de caballería -la "Partida de Observación" que tomó parte en Suipacha, pero su
carácter independiente lo disgustó con Balcarce y fue separado del ejército,.Gestionaría
su reposición, consiguiéndola después de Huaqui; con el grado de capitán y al frente de
15
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
su partida de caballería ayudó a Pueyrredón en su retirada; también cooperará con Díaz
Vélez en su excursión a Nazareno. Belgrano, molesto con su indisciplina, pidió su traslado
a la Banda Oriental, donde estuvo un tiempo; pero San Martín lo reintegraría al ejército del
Norte, en diciembre de 1813, como teniente coronel. Pero destinándolo a formar partidas
irregulares y a una guerra de recursos que se avenían mejor con su carácter altivo y poco
disciplinado.

El sitio de Salta.

La población baja de Salta, tanto urbana como rural, era íntegra y fervientemente
patriota; no ocurría lo mismo en la clase "de posibles" (alta), dominada por el elemento
mercantil, donde sólo las familias de arraigo a la tierra estaban con los revolucionarios.
Esto fue una regla en todas las ciudades de la carrera del Perú.
El avance español a Salta produjo un éxodo de la población patriota, que escapó a la
campaña llevándose hasta los badajos de las campanas para que los enemigos no
celebrasen sus triunfos. Sus hombres formaron en las partidas de Güemes y Saravia, que
constituían la vanguardia, al mando superior de Dorrego en un principio. Pero al pedir éste
su baja, Güemes lo reemplazó. San Martín había podido apreciar la ventaja de los
guerrilleros y la "guerra de recursos" en la contienda española de 1808.
San Martín escribiría el 23 de marzo: "Los gauchos de Salta solos, están haciendo al
enemigo una guerra de recursos tan terrible que lo han obligado a desprenderse de una
división con el solo objeto de extraer mulas y ganado". Empleaba la palabra gauchos que
acababa de extenderse por el país; Posadas, evitando usar ese término, encargó a San
Martín el l0 de abril felicitar a "los bizarros patriotas campesinos". Apolinario Saravia, hijo
de Pedro José, por su lado, y Güemes por el suyo, hostilizaron a Saturnino de Castro,
salteño reputado como la primera espada de la caballería española, hasta batirlo en las
proximidades de Salta el 29 de marzo. Este combate le valió a Güemes su promoción a
Jefe de la Vanguardia.
Güemes mantuvo con extraordinaria eficacia el sitio de Salta. Lo favorecía el
pronunciamiento unánime de la campaña por la causa patriota y el coraje y audacia de los
"gauchos". Pezuela, que intentaba un avance contra Tucumán a fin de aliviar la presión
que se hacía contra Montevideo, había trasladado de Tupiza, a Jujuy a mediados de
mayo el cuartel general: tenia 5.000 hombres contra 3.000 mal preparados de San Martín.
Pero la resistencia de los "gauchos" de Güemes, las perturbaciones que le produjo
Arenales en Santa Cruz (el 24 de mayo había ganado el combate de la Florida), la derrota
de la escuadra española por Brown frente a Montevideo el 16 de mayo, y sobre todo la
noticia de la rendición de Montevideo el 23 de junio le hicieron renunciar a su proyecto. A
fines de julio empezada retroceder, abandonando Salta y Jujuy.

Retiro de San Martín del ejercito del Norte.

Pero ya no estaba San Martín al frente del ejército. Había anunciado su propósito de
irse, disgustado porque no le llegaban auxilios de Buenos Aires, cuando el 25 de abril tuvo
un vómito de sangre. Dos días después se retiró a una estancia de Córdoba "para tratar
sobre el estado de mi salud", informaba al gobierno, dejando en el mando al general
Francisco Fernández de la Cruz. Desde Córdoba pedida su relevo y que se lo nombrase
gobernador-intendente de Cuyo.
¿Qué hubo de cierto en la enfermedad de San Martín? Paz en sus Memorias dice que
en el ejército "se dudaba de la certeza de la enfermedad; pero luego fue de evidencia que
era un mero pretexto para separarse de un mando en que creía no deber continuar. La
razón era el convencimiento que adquirió de que la facción que se entronizaba en Buenos
Aires no le era favorable y que le escasearían los recursos con que había de sostener el
16
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
ejército, mientras vendría a suplantarlo cuando fuese el tiempo de obrar ofensivamente, el
joven general Carlos M. de Alvear". Fue, sin duda, la causa principal, con algo que Paz no
podía conocer: la Logia había resuelto la sustitución de San Martín por Alvear apenas
éste se dieran los laureles de Montevideo.
La enfermedad de San Martín era real -una hematemesis, agravada con una
dispepsia y un reumatismo crónico- pero no grave, y aunque le acompañaría toda su vida
no le impidió cumplir las hazañas de liberar Chile y Perú. No era el momento para un
hombre de las calidades de San Martín de pedir licencia y retirarse del ejército cuando
Pezuela iniciaba su invasión. Es cierto que tenía confianza en los gauchos de Güemes,
pero su presencia era indispensable en Tucumán. No debió ser por su voluntad que .se
retiró; debió mediar una orden secretísima y de cumplimiento obligado.

FUENTE, ROSAS, JOSÉ MARIA, Hstoria Argentina T.III 78 a 83

6.4. ORIGEN DE SU PLAN CONTINENTAL DE CONSOLIDACION DE LA


INDEPENDENCIA AMERICANA.
Concepción. Versiones.

San Martín había meditado en las dificultades de una campaña por el Alto Perú y la
posibilidad de llegar a Lima por el lado de Chile; así lo escribe a Rodríguez Peña el 23 de
abril, dos días antes de su postración:

"No se felicite, mi querido amigo, con anticipación de lo que yo pueda hacer en éste; no
haré nada y nada me gusta aquí. No conozco los
hombres ni el país, y todo está tan anarquizado,
que yo sé mejor que nadie lo poco o nada que
puedo hacer. Ríase usted de esperanzas alegres.
La Patria no hará camino por ese lado del norte
que no sea una guerra permanente, defensiva y
nada más; para eso bastan los valientes gauchos
de Güemes con dos escuadrones buenos de
veteranos. Pensar en otra cosa es echar en el
Pozo de Airón hombres y dinero. Así es que yo no
me moveré ni intentaré expedición alguna. Ya le
he dicho a usted mi secreto. Un ejército pequeño y
bien disciplinado en Mendoza, para pasar a Chile
y acabar allí con los godos apoyando un gobierno
de amigos sólido, para acabar también con los
anarquistas que reinan. Aliando las fuerzas
pasaremos por el mar a tomar a Lima; es ese el
camino y no este, mi amigo. Convénzase usted
que hasta que no estemos sobre Lima la guerra
no se acabará...". (José de San Martín”

e, en una posición defensiva hasta que el avance español fuese detenido; entonces
hubiese tomado el camino de Chile con el ejército que mandaba, dejando la custodia del
norte a los gauchos de Güemes y los dos escuadrones, que decía, de tropas veteranas.
Retirarse con pretextos, y en el momento difícil que lo hizo, muestra que no tuvo libertad
de acción.

En Córdoba descansó, real o simuladamente. Su humor estaba malísimo: "¡Esto es


una revolución de carneros", se le oye decir al saber la separación de Rondeau del
17
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
ejército de Montevideo. El lO de agosto fue nombrado "a solicitud suya y para reparar los
quebrantos de su saluden aquella deliciosa temperatura", gobernador-intendente de
Cuyo. En la segunda quincena de julio Rondeau, ascendido a brigadier para paliarle el
retiro de Montevideo, era nombrado Jefe del ejército del Perú.

6.5 EL PLAN MAITLAND.

PLAN MAITTLAND. Las fuentes secretas del plan libertador de San Martín
RODOLFO TERRAGNO En “Todo es Historia”. N° 231. Bs. As. agosto 1986, ps. 8 a 40

En 1980 el doctor Rodolfo H. Terragno inició en Inglaterra una investigación sobre" el


ostracismo del general José de San Martín. Durante su pesquisa descubrió un documento
inédito relacionado con la posible inspiración del plan que el Libertador siguió para
emancipar tres naciones. Se trata del "Plan Mait1and", elaborado en 1800, que preveía
operaciones para ocupar Buenos Aires, establecerse en Mendoza, cruzar los Andes,
derrotar a los españoles en Chile y seguir por vía marítima a Perú para tomar Lima y
acabar con el dominio hispano en América del Sur.
A partir de este hallazgo, Terragno siguió la nueva pista, ahora. en relación con
Maitland y sus contemporáneos. Este trabajo iba a ser publicado en 1982, bajo el auspicio
del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Londres, pero los
sucesos de las Malvinas llevaron al autor a negar su autorización para ello.
Ahora, este importante trabajo, inédito hasta el momento, aparece en las páginas de
TODO ES HISTORIA, precisamente en el mes en que los argentinos recordamos
especialmente la figura y la trayectoria del Libertador.

Al cruzar los Andes para derrotar a los españoles en Chile (1817/1818) y proseguir a
Perú (1820/21) el Libertador José de San Martín; puso en práctica un plan que guarda
asombrosas coincidencias con otro, concebido en Inglaterra a principios de 1800. El plan
británico fue presentado por el Mayor General Sir Thomas Maitland a Henry Dundas (más
tarde primer Vizconde Melville), Secretario de Guerra en el gobierno de William Pitt El
Joven. El documento ha permanecido inédito desde entonces. No hay ninguna referencia
al Plan Maitland en la bibliografía sobre la independencia de Hispanoamérica. 1
Yo tuve la suerte de encontrar una copia original del Plan Maitland en Edimburgo, a
principios de 1981, mientras realizaba una investigación en archivos escoceses. El
objetivo de esa investigación era obtener datos sobre James Duff, cuarto Conde de Fife, y
otros posibles contactos de San Martín.
Muchos oficiales escoceses estuvieron envueltos, durante el siglo XIX en planes para
atacar a España en América o ayudar a las colonias en su lucha por la independencia. La
Compañía de las Indias. Orientales (East India Company), encabezada por el propio
Dundas, tenía su propio ejército y estaba preparada para cumplir un papel protagónico en
cualquier intento británico de realizar operaciones militares en Hispanoamérica.
Cuando encontré el Plan Maitland, yo estaba revisando cartas y documentos de
distintos oficiales escoceses, en busca de referencias a Sudamérica, en particular al Río
de la Plata y, quizás, a San Martín.

1
1. Sir Thomas Maitland, "Letters and memorials, 180-1803, including ... plan to capture Buenos Aires and Chile and
then 'emancipate' Perú and México", Scottish Record omce, Edimburgo, Historical Research Room, papeles Sir Arthur
SteelMaitland (en adelante: SRO, Maitland), GD. 193.7.3, folio .8; GD. 193.6.4, .folios 3 a 8 y 27 a 32. Estoy autorizado
por Mrs. R.M. Stafford, de Stirling, propietaria de estos archivos, para citados en el presente articulo.

18
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
Uno de los archivos en los cuales trabajé es la colección Steel-Maitland: papeles
privados que se encuentran bajo la custodia del Archivo General de Escocia (Scottísh
Record Office). Había varios oficiales de la familia Maitland para tener en cuenta. Sir
Thomas (1759-1824) era, a primera vista, uno de los menos relevantes para mi
investigación: estuvo en Ceilán desde 1806 y aparentemente no tuvo vinculación alguna
con la guerra de la Península, donde San Martín trabó relaciones con oficiales "británicos.
Con gran sorpresa, entre los papeles de Sir Thomas encontré 47 hojas manuscritas,
sin fecha, que un empleado del Archivo. General de Escocia había registrado bajo el
siguiente título: "Plan para capturar Buenos Aires y Chile y luego 'emancipar' Perú y
México". La mención de México -descubrí más tarde- fue un error: el objetivo del plan es
la emancipación de Perú y Quito (el actual Ecuador)2. La posible fecha del documento,
según la ficha del Archivo General de Escocia, era entre 1800 y 1803. No había indicación
alguna de que ese plan hubiera sido presentado al gobierno británico.
La reconstrucción de la historia me llevó más de un año. La clave estaba en los
archivos del castillo Melville, una colección que contiene muchos de los documentos de
Dundas.
El resultado de mi investigación muestra que, al despuntar el siglo XIX, cuando el
poder colonial de España aún estaba intacto, MaitIand previó que el dominio español en
Sudamérica sólo llegaría a su fin cuando Perú fuera independiente. Su profecía
comenzaría a cumplirse 21 años más tarde, cuando San .Martín .entró en Lima, proclamó
la independencia de Perú y se convirtió en su primer gobernante. 3
En las páginas que siguen mostraré, primero, la extraordinaria similitud entre el plan
concebido por MaitIand en 1800 y la campaña llevada a cabo por San Martín entre 1817 y
1821. Luego examinaré la historia del Plan Maitland y la posibilidad de que San Martín lo
haya conocido,'
En la traducción del Plan Maitland, escrito en el inglés de hace casi dos siglos, he
procurado ser lo más literal posible, absteniéndome de toda modernización o
simplificación de estilo.

El Plan Maitland

A diferencia del venezolano Francisco de Miranda y de otros militares británicos,


MaitIand no creía que un ataque sobre Caracas y Buenos Aires pudiera -aun siendo
exitoso- quebrar el dominio español en América:
"Una Expedición a Caracas desde las Indias Occidentales, y una fuerza enviada a
2
2. Al describir su plan, Maitland cometió dos veces el mismo error: escribió México en lugar de Quito (SRO, Maitland,
GD. 193.6.4, folio 6). El propio Maitland advirtió luego el error y, en ambos casos, tachó "México" y escribió abajo
"Quito". Sin embargo, omitió corregir el mismo error al final del plan, cuando lo sintetizó diciendo que el objetivo seria
"indudablemente la emancipación de Perú y México" (SRO, Maitland, GD. 193.6.4, folio 7). Esto confundió al funcionario
del archivo escocés. En realidad, el Plan MaitIand no se refiere en absoluto a México. No tiene sentido suponer que
Maitland concibió un largo y muy detallado plan para atacar Perú desde Chile y luego, al contemplar una expedición aun
más ambiciosa, de Perú a México, la trató como una mera extensión que no requería planeamiento adicional. Como sus
correcciones al texto lo indican. Maitland estaba pensando en Quito (Ecuador), y no en México. Por lo tanto, ei titulo de
su plan debería ser: "'Plan para capturar Buenos Aires y Chile y luego 'emancipar' Perú y Quito".

3
3. Los españoles retuvieron control de Quito por un tiempo, pero quedaron virtualmente sitiados. El 22 de mayo de
1822, Antonio José de Sucre los derrotó en Pichincha, en las afueras de Quito, con un ejército reforzado por elementos
que le enviara San Martín desde Perú. De ese modo la colonia logró finalmente su independencia, proclamada antes
por Juan Pio Montúfar, Marqués de Selva Alegre, el 10 de agosto de 1809.
En 1824, el presidente peruano José Bernardo de Tagle y Portocarrero, Marqués de Torre Tag1e, se unió a una
rebelión realista, dando lugar a que una fuerza española descendiera de las tierras altas y recuperase Lima, el 21 de
febrero. Sin embargo, los realistas no restablecieron un poder efectivo: usaron la capital como el cuartel general de su
ejército. Finalmente, Bolivar los derrotó en Junín, y Sucre en Ayacucho. Los españoles capitularon en diciembre de
1824.

19
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
Buenos Aires, podrían en verdad tender a la emancipación de los Colonos Españoles en
las posesiones orientales, pero el efecto de tal emancipación, aunque considerable, no
podría jamás ser'tenido por seguro en las más ricas posesiones hacia el occidente, y es
menester observar que la única utilidad y principio por cual los Españoles han asignado
consecuencia a sus posesiones orientales es que, reteniéndolas, ellas actúan como una
defensa para sus más valiosas posesiones al occidente". 4
. A fin de tomar esas "más valiosas posesiones", Maitland propuso:

1. Ganar el control de Buenos Aires. "Debería realizarse un ataque sobre Buenos Aires"
Para eso Maitland calculó que harían falta 4.000 soldados de infantería y 1.500 dé
caballería, "con una proporción de artillería". 5

2. 2. Tomar posiciones en Mendoza. "Subsecuentemente a la captura de Buenos Aires...


(el) objeto debería ser enviar a un cuerpo a tomar posiciones al pie de la ladera
oriental de los Andes, propósito para el que la ciudad de Mendoza es indudablemente
la más indicada".6

3. Coordinar acciones con un ejército en Chile. Este otro ejército debía consistir de 3.000
soldados de infantería y 400 de caballería "con una proporción de artillería". La mitad
de la infantería debía "proceder de Inglaterra al Cabo de Buena Esperanza en barcos
destinados últimamente a... Sudamérica". La otra mitad debía ser "dotada por India y
proceder, cuando esté lista, directamente a la bahía Botany", en Australia, a los
efectos de navegar luego a Sudamérica. El objetivo de tal ejército debía ser
"indudablemente el Reino de Chili" (sic). Debía atacar Valparaíso y Santiago o, "si
encontrara que los Españoles se hallan en fuerza tal como para hacer que un
inmediato ataque sobre Valparese (sic) o St. Iago (sic) sea imposible en el primer
momento, actuar sobre el Río Biobío (sic.) y fortificarse mediante una inmediata
conexión con los Indios". 7

4. Cruzar los Andes. "El cruce de los Andes desde Mendoza a las partes bajas de Chili
es una operación de cierta dificultad... Aun en verano el frío es intenso; pero con
tropas sobre cada lado cuesta suponer que nuestros soldados no pudieran seguir una
ruta que ha sido adoptada desde hace mucho como el más deseable canal para
importar negros al Reino de Chili". 8(8)

5. Derrotar a los españoles y controlar Chile. El objetivo en esta etapa era "aniquilar el
gobierno (español) del Reino de Chili" y convertir a ese reino en "un punto desde el
cual podríamos dirigir nuestros esfuerzos contra las provincias más ricas". 9 (9) Esta
era la tarea a cumplir por las fuerzas unificadas del ejército que debía cruzar los Andes
y el que llegaría por mar.

6. Proceder por mar a Perú. "Si este plan tuviera éxito en toda su extensión, la Provincia
del Perú debería quedar pronto expuesta a una captura segura" y "últimamente
nosotros podríamos extender nuestras operaciones hasta tener certeza de deponer
por completo el sistema colonial, usando la fuerza si fuere necesario". Lo indicado era

4
4.SRO, Maitland,OO. 193.6.4, folio 3.
5
5. SRO, Maitland, OO. 193.6.4, folio 3.
6
6. SRO, Maitland, OO. 193.6.4. folio 4.
7
7. SRO, Maitland, OO. 193.6.4, folio 4.
8
8. SRO, Maitland, OD. 193.6.4, folio '6.
9
9.SRO, Maitland, OD. 193.6.4, folio 7.
20
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
evitar toda violencia innecesaria: "Un coup de main” (“ un golpe de mano” en francés
en el original) sobre el puerto del Callao (sic) y la ciudad de Lima podría en verdad
probablemente ser exitoso y mucha riqueza sería ganada por los captores, pero este
mero éxito, a menos que fuera asistido por nuestra capacidad de mantenemos el
Reino del Perú, podría terminar últimamente excitando la aversión de los habitantes
contra cualquier futura conexión, de cualquier clase, con Gran Bretaña". 10 (10)

7. Emancipar Perú "El fin de nuestra empresa debería ser indudablemente la


emancipación del Perú y (Quito)". 11 (1I)

LA CAMPAÑA DE SAN MARTIN

En 1812, San Martín inició su histórica campaña, que -por coincidencia o no- siguió
los pasos sugeridos doce años antes por Mait1and. 12(12)

La campaña sanmartiniana es bien conocida. No obstante, creo necesario resumirla a


fin de hacer claras las similitudes (y las diferencias incidentales) entre esa campaña y el
plan Maitland.

1. "Control" de Buenos Aires. El Libertador no tuvo que atacar la ciudad: Cuando él llegó
de Londres, el 19 de enero de 1812, Buenos Aires ya tenía gobierno propio: aunque la
independencia aún no había sido proclamada, la antigua colonia estaba de hecho
liberada de España.
Pese a que había sido criado en España y había servido 22 años como oficial al
servicio del Rey, San Martín había nacido en Yapeyú. Nativo del país, partidario de la
independencia y poseedor de una considerable experiencia militar, estaba calificado
para establecer un regimiento. El gobierno aceptó que constituyera un cuerpo de
granaderos a caballo.
Ese cuerpo se convirtió en fuente de poder político. El 8 de octubre de 1812 fue
usado para imponer un cambio de gobierno y establecer "uno afín a la Logia Lautaro,
un partido pseudo-masónico que el propio San Martín y Carlos María de Alvear
establecieron en Buenos Aires como filial de la Gran Reunión Americana, de Londres.
Luego, San Martín presionó por una declaración formal de independencia y la
designación del hermano Juan Martín de Pueyredón como Director Supremo.
2. Emplazamiento en Mendoza. Aunque libró antes el combate de San Lorenzo (1813) y
reorganizó el Ejército del Norte, San Martín dejó pronto en claro que su principal
interés era asegurarse la gobernación de Cuyo: un sitio sin importancia política, en el
cual jamás había estado. La capital de Cuyo, Mendoza, era -como Maitland había
destacado- “ indudablemente indicada" para organizar e iniciar una operación militar
destinada a Chile. Cuando obtuvo la gobernación de Cuyo, en 1814, la convirtió en un
mundo aparte dedicado sólo a preparar el ejército que cruzaría los Andes. San Martín
10
10. SRO, Maitland, OD. 193.6.4, folio 4.

11
11. Ver nota 2.
12
12. La campaña de San Martín, c.f. Bartolotné Mitre. En este trabajo, originalmente realizado en
inglés, sigue la versión traducida y condensada de "Historia de San Martin y de la Emancipación
Americana": The Emancipation of South America, traducción de William Piling (Nueva York, 1969).
También: Ricardo Piccirilli, San Martín y la Política de los Pueblos, (Buenos Aires, 1957).

21
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
hizo requisiciones y movilizó a la población con ese propósito.

3. Coordinación transcordillerana. Los patriotas chilenos habían establecido su propio


gobierno Independiente, como el de Buenos Aires. Sin embargo, después del desastre
de Rancagua (10 de octubre de 1814) los españoles reconquistaron el país y las
fuerzas criollas se dispersaron. San Martín ya no tenía apoyo en Chile, y no recibiría
ayuda por mar (prevista por Maítland en su plan). No obstante, el caudillo chileno
Bernardo O'Higgjns y parte de los patriotas derrotados se unieron a San Martín en
Mendoza. Así se completó el Ejército de los Andes, que quedó compuesto por 3.()(}()
soldados de artillería y 700 de caballería "con una proporción de artillería" (21
cañones).

4. Cruce de los Andes. Maítland había sugerido que, a fin de llegar a Chile, "un perfecto
entendimiento con los Indios debería ocurrir antes de la aparición de nuestras
fuerzas". 13(13) San Martín llegó a un acuerdo con el cacique Neicuñán, según el cual
los toquis permitirían que el Ejército de los Andes, camino de Chile, atravesara sus
dominios en el valle de Uco. 14 (14) Por otra parte, San Martín utilizó a los pehuenches
para propagar falsas informaciones en Chile antes del cruce, y hacer que los
españoles aguardaran un ataque en sitios que no eran los elegidos para atacar.
El cruce de la cordillera fue una empresa más difícil de lo imaginado por Maitland. El
Ejército de los Andes pasó casi un mes atravesando esas montañas, que figuran entre
las más altas del mundo. Muchos soldados y gran cantidad de mulas y caballos
murieron durante la operación.

5. Derrota de los españoles y control de Chile. El Ejército de los Andes invadió la parte
central de Chile por seis puntos. San Martín derrotó al Ejército Realista en la batalla de
Chacabuco (12 de febrero de 1817), después de lo cual el mariscal español Marcó del
Pont huyó de Santiago y San . Martín entró a la ciudad. El cabildo le ofreció plenos
poderes, que él rehusó. Coincidiendo una vez más con las ideas de Maitland, San
Martín pensó que, habiendo tomado control de Chile, ese país debía ser "el punto
desde el cual deberíamos dirigir todos nuestros esfuerzos contra (los realistas de)
Perú".15 (15)
San Martín sugirió que O'Higgins era el hombre para gobernar Chile. De todos modos,
ambos -O'Higgins y San Martín- tenían el control militar del país, sobre todo después
de una nueva victoria en Maipú (5 de abril de 1818) que siguió el traspié de Cancha
Rayada (19 de marzo de 1818). Maipú puso fin al dominio español en Chile. San
Martín entonces dedicó sus energías a preparar su expedición marítima a Perú.

6. Expedición a Perú. Demostrando que nada le parecía. más relevante que quebrar el
dominio español de Lima, San Martín desobedeció al gobierno de Buenos Aires y, en
vez de regresar a Buenos Aires desde Chile, se entregó junto con O'Higgins a armar
una flota; Para eso compró barcos ingleses y reclutó a marinos británicos. La
expedición comenzó el 20 de agosto de 1820, pero San Martín sólo entró en Lima el 10
de julio de 1821, después de haber cercado pacientemente a los españoles, in-
subordinado a la población rural y obligado al Virrey a rendir la hambrienta capital.
Como Maitland había propuesto en su plan, San Martín estaba dispuesto a "deponer el
poder colonial español, recurriendo a la fuerza sí fuere necesario", pero prefería
hacerla de manera pacífica: algo que, habiendo acorralado a los realistas en Lima,
13
13. SRO, Maitland, OD 193.6.4, folio 7.
14
14. Edmundo Correas, "Plan Continental y Campaña Libertadora de San Martin en Chile", en Roberto Levillier
(compilador), Historia Argentina (Buenos Aires, 1968), p. 2199.
15
15. SRO, Maitland, 00 193.6.4, folio 7.
22
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
resultó posible"
Durante la expedición, el jefe de la escuadra, Lord Cochrane (Thomas A. Cochrane,
Conde de Dundonald) quedó resentido porque San Martín le impidió dar lo que
Maitland había descrito peyorativamente como un "coup de main" sobre Callao y Lima.
Ese fue el inició de serios desacuerdos entre ambos comandantes, que por fin llevaron
al retiro de Cochrane.

7. Emancipación de Perú. El 28 de julio de 1821, San Martín proclamó la Independencia


de Perú. Como Maitland, 16(16) él creía que aún faltaba un paso: tomar control de la
provincia de Quito. Su gobierno envió ayuda militar al Libertador de Colombia, Simón
Bolívar, cuyo ejército ya había sitiado a los realistas de Quito. Esa ayuda fue útil a
Antonio José de Sucre, lugarteniente de Bolívar, que derrotó a los españoles en
Pichincha (29 de mayo de 1822).17 (17) Después de eso, San Martín planeó incorporar
Quito a Perú, y sugirió que el ejército de Bolívar podía contribuir a exterminar la
resistencia realista, que tras la liberación de Lima se había hecho fuerte en las
montañas peruanas. Carente del apoyo de Buenos Aires y enfrentado a problemas
políticos en Lima, San Martín consideró que no podría consolidar la Independencia
peruana sin el apoyo de Bolívar. El 20 de setiembre de 1822, decidió retirarse y dejar
que el propio Bolívar concluyera la obra. Después de un año en Mendoza, San Martín
viajó a Inglaterra otra vez (1824).

En los doce años que pasaron entre que zarpó de Londres y volvió a la capital Inglesa,
San Martín llevó a la práctica un plan anticipado, en 1800, por un hombre, MaÍtland, que
murÍó en Ceilán el 21 de enero de 1824 18, pocos meses antes del regreso de San Martín
a Londres.
Nota:(Ver diferencias al final del artículo)

Por qué y cómo Maitland describió su plan

¿Conoció San Martín el Plan Maitland antes de iniciar su campaña? Las


extraordinarias coincidencias que acabo de presentar no significan, necesariamente, que
el Libertador conociera ese plan. Tanto Maitland como San Martín eran estrategas
europeos, acostumbrados a planear sobre mapas e ignorar los obstáculos geográficos.
Una larga campaña a través de distintos países podía parecer sobrehumana a los
compatriotas de San Martín, acostumbrados a la pelea doméstica. 19(19) En cambio, el
Viejo Mundo estaba acostumbrado a tales empresas: los libros de estrategia que debieron
leer Maitland y San Martín estaban inspirados en Alejandro, Ciro, Carlomagno, Aníbal (a
quien San Martín fue más tarde comparado) y Napoleón (contra cuyas fuerzas pelearon,
tanto Maitland como San Martín).. ..
Sin embargo, es probable que el Libertador haya conocido el Plan Maitland. Antes de
16
16. SRO, Maitland, 00 193.6.4, folio 4.

17
17. Simón Bolívar a José de San Martín, Quito, 17 de junio de 1822, Gaceta del Gobierno (Lima, 13 de julio de 1822).
También: informe del coronel Andrés Santa Cruz al Secretario de Guerra Tomás Guido, Quito, 28 de mayo de 1822,
Gaceta Extraordinaria del Gobierno (Lima, 24 de junio de 1822).
18
18. Sir Leslie Stephen and Sir Sidney Lee, The DictiQnary of National Biograpby (en adelante, ONB) (Oxford, 1973),
vol. 12, p. 820.
19
19. Otros ejércitos criollos llevaron a cabo notables campañas en sitios tan distantes de Buenos Aires como el Alto
Perú (hoy Bolivia) y Paraguay, donde actuó el general Manuel Belgrano. Sin embargo, aquellas campañas fueron
conducidas dentro del propio país (al cual pertenecía el actual territorio de Bolivia) o diseñadas para proteger sus
fronteras, en respuesta a un ataque realista o a una rebelión.

23
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
examinar las distintas vías por las cuales el plan pudo haberle llegado, me parece
necesario hacer una breve historia del plan en sí.
¿Quién era Maitland? ¿Por qué se dedicó a planear el control de Sudamérica? ¿Con
quién estaba conectado?
Maitland (1759-1824) fue un oficial escocés, ocupado en asuntos coloniales. Peleó en
la India y poco después fue enviado a Santo Domingo, donde terminó rindiendo Puerto
Príncipe, St. Marc y L'Arcahaiye a Toussaint l'Ouverture.
Miembro del Parlamento y vinculado a Dundas, Maitland recibió a principios de 1800
un encargo de Sir John Coxe Hippisley, otro miembro del Parlamento y, también, un oficial
envuelto en asuntos indios. Hippisley había tornado parte en las discusiones que Dundas
había mantenido acerca de una posible acción militar sobre los asentamientos españoles
en. América. En esa época, España e Inglaterra estaban en guerra. 20 (20)
Hippisley (1748-1825) vivió varios años en Roma: entre 1779 y 1780; luego, entre
1792 y 1796, tras haber servido en la Compañía de las Indias Orientales y haber peleado
-como Maitland contra Hyder Ali y su hijo Tippoo. En Roma, donde desempeñaba tareas
secretas para el gobierno británico, Hippisley trabó amistad con el Papa Pío VI y obtuvo
considerables concesiones del Vaticano a favor del Gobierno de Su Majestad. 21(21)
Hippisley arregló también el matrimonio del Duque de Wurtemberg con la Princesa Real
de Inglaterra.22 (22) Por servicios de esta naturaleza, y el consecuente prestigio que ganó
en los círculos oficiales, Hippisley fue hecho Barón y estaba en contacto directo con Dun-
das y otros miembros del gobierno. 23(23)
En 1779, cuando la ruptura con España empezó a parecer inevitable, Hippisley cultivó
en Roma las sociedades de jesuitas hispano-mexicanos e hispano-peruanos. Los jesuitas
habían sido expulsados de España y otras posesiones de ultramar, y más tarde
confinados al territorio vaticano, cuando el Papa Clemente XIV suprimió la Sociedad de
Jesús, en 1773.
Hippisley quería obtener de los jesuitas "información sobre los modos de atacar las
colonias españolas". "La más importante información fue obtenida del Hermano del Oficio
que gobernaba la costa del Perú, en Arica". 24(24) A la vez que mantenía informado al
Gobierno dé Su Majestad, Hippisley abundó en contactos con los jesuitas y en 1780
algunos de ellos le ofrecieron sus "servicios personales para una expedición". 25(25)
Entre los jesuitas exilados, los más conspicuos conspiradores contra España (y
allegados a los británicos) eran Juan José Godoy y Juan Pablo Viscardo. Godoy era
mendocino y había partido rumbo al exilio junto con dos primos y otros jesuitas -Miguel,
Javier y Bernardo Allende-, todos ellos de Mendoza. 26(26) Hippisley debió recibir de ellos
información muy precisa acerca de Cuyo, incluyendo detalles sobre los pasos
cordilleranos que unían a Mendoza con Chile. Esto explicaría que, más tarde, Maitland
escogiera con tanta confianza Mendoza como "indudablemente indicada".
En 1781 Hippisley fue nombrado oficial del ejército de la Compañía de las Indias
Orientales, un punto de concentración de militares británicos envueltos en proyectos
colonialistas.
La idea de ocupar Sudamérica floreció en ese ambiente durante la guerra de la
independencia norteamericana, cuando Francia y (desde 1799) España prestaron su
20
20.'Summary of transactions referred to in the address of Sir John Hippisley" , Scottish Record Office, 'Edimburgo,
sala de investigación histórica, papeles del Melville Castle (en adelante, SRO, Melville), 00.51.1.555.
21
21. ONB, vol. 9, p. 904.
22
22.ONB, vol. 9, p. 904.
23
23.SRO, Melville, OO. 51.1.555.
24
24. SRO, Melville, OO. 51.1.555.
25
25.SRO, Melville, OO. 51.1.555.
26
26. Miguel Batllori. S.J., "The Role of the Jesuit Exiles", en R.H. Humphreys y John Lynch (compiladores), The
Origiuis of the Latin American Revolutions, 1806-1826 (New York, 1965), pp. 63-64.
24
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
apoyo a los Estados U nidos contra Gran Bretaña. Luego, la idea pareció marchitarse. El
gobierno británico continuó analizando posibles acciones en Hispanoamérica, pero no
tanto por iniciativa propia como a instancias de un lobby hispanoamericano, encabezado
en Londres por Miranda.
A comienzos del siglo XIX, el temor a una invasión francesa del Nuevo Mundo hizo
que la "idea de una acción británica en Hispanoamérica fuera descongelada". 27(27)
A comienzos de 1800, Hippisley escribió un memorial para Dundas, sugiriéndole una
rápida acción sobre las colonias españolas. 28(28) Una copia de ese memorial le fue
entregada por Hippisley a Maitland; junto con el encargo de elaborar un plan militar que
sería elevado al Secretario de Guerra.
Maitland trazó un plan preliminar, sobre la base de la información que le proveyó
Hippisley. Ese plan preliminar consistía de un ataque sobre la Riviere de la Plate (sic). A
ese fin, Maitland sugirió la formación de un ejército de 10.000 hombres, cuyo esqueleto
debía estar formado por regimientos de India. Una flota de la Compañía de las Indias
Orientales, comandada por Sir Richard Husey Bickerton, debía reforzar la expedición,
cuyo objetivo era -según Maitland- asegurarle a Gran Bretaña "nuevos y extensos
mercados para nuestras manufacturas".29 (29)
Dundas recibió el plan y decidió discutirlo con el propio Maitland. El Secretario de
Guerra estaba de acuerdo en la importancia de asegurar nuevos mercados pero, "con
independencia de un beneficio parcial", quería adoptar "una visión general de la cuestión"
y considerar un plan para tomar "toda Hispanoamérica". 30(30)
Fue entonces cuando Maitland concibió su plan definitivo. .
Dundas creía que un ataque sobre Caracas debía complementar el ataque sobre
el Río de la Plata, pero Maitland no estaba de acuerdo. El creía que la clave del poder
español en América era la costa occidental. Tomar control del Río de la Plata y, luego, de
la costa occidental, aseguraría -era su tesis- la derrota de España. Por lo tanto, Maitland
agregó "una fuerza que actúe en la costa occidental" a su idea original, y propuso que a
esa fuerza se uniera el ejército que debía tomar control de Buenos Aires. Eso requería el
cruce de los Andes. Era -en opinión de Maitland- el único modo de ocupar la parte austral
de Sudamérica y proceder a Perú. 31(31)
El plan fue presentado al Gobierno de Su Majestad. No hay registro de su aprobación
o rechazo. El gobierno de Pitt El Joven cayó enseguida, en febrero de 180l.
El Plan Maitland no fue el único de esa clase, ni la contribución de Maitland fue un
hecho casual. La idea de extender el dominio británico a Sudamérica fue recurrente en
Londres, antes y después de 1800. .
Tras perder los Estados Unidos y ante la posibilidad de que Francia se adueñara del
continente europeo. Gran Bretaña sintió la necesidad de expandirse. Había dado origen a
la revolución Industrial y necesitaba mercados para sus productos. Estaba en condiciones
de conquistar esos mercados por medios militares, sobre todo merced a su armada. El
proceso se inició en la India. La Compañía de las Indias Orientales (un ente paraestatal)
cumplió un papel determinante. Su poderosa Junta de Contralor (Board of Control) se
convirtió en el cuartel general de la mayoría de quienes planeaban nuevas conquistas, no
sólo en India sino también en el Caribe y Sudamérica.
Maitland era un oficial naval que había peleado en India y el Caribe, y era, además,
miembro del Parlamento 1790-1796; 1799-1806, integrante de la Junta de Contralor,

27
27. Jobn Lynch, "British Policy and Spanish America, 1783-1808", en Journal of Latin American Studies, 1 (1969), 1 ff
28
28. SRO. Melville. GD. 51.J.555.

29
29. SRO. Maitland. GD. 193.6.4. fol. 28.
30
30. SRO, Maitland. GD. 193.7.3. fol. 28.
31
31. SRO. Maitland. GD. 193.6.4. fol. 28.
25
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
1805-1806 y Consejero Privado de la Corona (desde el 8 de abril de 1807). 32(32)
Por otra parte, Maitland era escocés -como la mayoría de los líderes del nuevo
expansionismo- y estaba especialmente relacionado con Dundas,33 (33) el más firme
promotor de acciones británicas en Hispanoamérica. Dundas era, a su vez, "el íntimo
amigo y hombre de confianza de Pitt", Y él había manejado la Junta de Contralor desde
su constitución, aun antes de ser formalmente designado Presidente del organismo. 34(34)
A eso se agregaba que, en Escocia, Dundas era conocido como "Harry IX, el Rey sin
Corona": un apodo que aludía a su extraordinario poder. Controlaba firmemente las
elecciones en casi todas las circunscripciones, al extremo de que nadie podía llegar a
miembro del Parlamento" si no gozaba de su simpatía.
Todo eso sugiere que Maitland -al igual que otros escoceses a los que me referiré en
este trabajo- era miembro de un grupo político, consagrado a la expansión mercantil y
militar británica, con especial interés en Sudamérica. El Plan Maitland no fue una mera
ocurrencia y, aun cuando no fue puesto en práctica, no pudo caer en el olvido fácilmente.
En realidad, la idea central del Plan Maitland -tomar control de un punto de la costa
atlántica de Hispanoamérica para, luego, iniciar desde allí un ataque sobre Perú- había
sido considerada por el gobierno británico con anterioridad.
Ya en setiembre de 1796, Dundas había recibido un plan, precursor del Plan Maitland.
Su autor era Nicholas Vansittart, un colega de Maitland en el Parlamento, que más tarde
se hizo amigo de Miranda.35 (35)
Aquel plan pionero se titulaba "Proposiciones para una expedición contra
Hispanoamérica por el Océano Pacífico". El objetivo de esa expedición (naval) era. tomar
Buenos Aires y, luego, cuando fuera "la estación adecuada para rodear, el Cabo de
Hornos", establecer "un asentamiento permanente en Chile a fin de interceptar cualquier
fuerza que pudiera ser despachada desde Europa", y más tarde "confluir hacia el Callao".
36
(36) Vansittart destacaba que, "habiéndose adueñado de Chile, los ingleses, que podían
constituir una buena base naval, deberían atacar Callao y Lima con fuerzas combinadas",
esto es, un escuadrón naval procedente de India y otro de Inglaterra. 37(37) Dundas
escribió al dorso del documento que le presentó Vansittart: "Nota relativa a nuestros
presentes modos de atacar Hispanoamérica en el Océano Pacífico".38 (38)
El Plan Vansittart fue aprobado pero luego se lo canceló, no de buena gana, en
febrero de 1797: los crecientes problemas de Europa obligaron a Gran Bretaña a
concentrar esfuerzos en el Viejo Mundo. 39(39) Según la expresión del propio Dundas,
"tanto Trinidad como Buenos Aires" debían considerarse "pobres adquisiciones si fueran a
obtenerse con sacrificio del Mediterráneo". 40(40)
Es probable que Maitland haya tomado en cuenta el Plan Vansittart, que él modificó al
sugerir que, en vez de una mera expedición naval al Pacífico, se previera el desembarco
de un ejército que se apoderase de Buenos Aires y luego cruzara los Andes.
MaitIand recibió abundante información de Dundas y Hippisley. Así, entre sus papeles

32
32. DNB. vol. 12. pp. 818-820.
33
33. Cyril W. Dixon, Tbe Coloni81 Ad. ministrations of Sir Tbomu Maitland (Londres, 1968). pp. 46 Y 64. Cf. W.F. Lord,
"Sir Thomas . Maitland. the Mastery of the Mediterranean". en Builders of Grcater Britain (London. 1897). vol. 2.
34
34. DNB, vol. 5.

35
35. William Spencer Robertson. "Francisco de Miranda and the Revolu. tionazing of Spanish America", Annual Report
of the American Historica1 Association for the year 1907 (Washington. 1908). vol. 1. pp. 810-811.
36
36. SRO. MelviUe. GD. 51.1.520.2.
37
37. Robertson, "Francisco de Miranda". pp. 810-811.
38
38. SRO. Melville, GD. 51.1.520.1.
39
39. Lynch, "British Policy and Spanish America", p. 12.
40
40. C.R. Fay, Huskisson and bis Aae (London. 1951). p. 68. Fay cites a letter fron Dundas to Huskisson. 14 de junio
de 1796.
26
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
aparecen algunos documentos dirigidos a Dundas, tales como informes sobre el clima de
Sudamérica a información sobre la tripulación de un buque inglés capturado por los
franceses en las costas de Brasil y conducido al Río de la Plata a principios de 1799. 41
(41)
Maitland sacó provecho, asimismo, de la información que Hippisley obtuvo de los
jesuitas en . Roma, y tuvo acceso a un memorial escrito por el ingeniero jefe de la
expedición comandada por lean Francisque de la Perousse a Sudamérica, en 1788. 42(42)
La Perousse había sido enviado a esta parte del mundo por Luis XVI "para examinar qué
puertos o estaciones de Hispanoamérica serían más convenientes para Francia y más
deseables para ocupar". 43(43)
Desde principios de 1806, Hippisley presionó al Secretario de Guerra William Windham
para que llevara a cabo los planes de una expedición para atacar Hispanoamérica y
establecer su independencia, "reservando sólo el Puerto a Inglaterra". 44 (44)
Al año siguiente, el general Robert Craufurd (ver más adelante) fue nombrado para
ejecutar un plan con notorias reminiscencias del Plan Maitland. Tenía que tomar control
de Chile y Perú, en coordinación con otras fuerzas que se encargarían de ocupar Buenos
Aires. Este plan fue abortado por la expulsión de los ingleses de Buenos Aires, pero es
claro que la idea de atacar a los españoles simultáneamente en el Río de la Plata y Chile,
y luego en Perú, se había afirmado entre los estrategas británicos en 1807.
Aquel fracaso cambió el rumbo de la estrategia británica. Hasta entonces se había
discutido, en Londres, si Inglaterra debía procurar la conquista o la emancipación de
Hispanoamérica. 45(45) Luego de ser expulsados de Buenos Aires, los ingleses sintieron
que la cooperación de los pueblos de las colonias era indispensable. Como el líder de la
fallida expedición al Río de la Plata lo diría más tarde, conquistar Hispanoamérica era una
"ilusión"; la única idea sensata era "una oferta de independencia". 46(46) Eso era lo que
había previsto Maitland en 1800. En el documento que le presentó a Dundas subrayó la
necesidad de "la emancipación de esas inmensas y valiosas posesiones y la apertura de
fuentes de... beneficio para nosotros por vía de inducir a los habitantes a abrir sus puertos
para la recepción de nuestras manufacturas y de las materias primas de la India". Si el
propósito era simplemente reemplazar a España en el dominio de estos territorios -advirtió
Maitland al Secretario de Guerra- eso derivaría en "la aversión de los habitantes".
Inglaterra necesitó un desastre en el Río de la Plata para advertir que la política sugerida
por Maitland era la más atinada.
Aún después de aquel desastre, una expedición a Hispanoamérica no quedó
completamente descartada. Empezó a especularse que conquista y emancipación podían
combinarse. Tomar control de una sola colonia podía ofrecer una base de operaciones
desde la cual brindar apoyo efectivo a los movimientos independentistas de otras
colonias. El General Sir Arthur Wellesley, luego Duque de Willington -que años más tarde
derrotaría a Napoleón en Waterloo- fue designado al frente de un ejército de 10.000
hombres, estacionado en Cork, Irlanda. La intención era que esa fuerza se uniera a la del
General (más tarde Sir) Brent Spencer -5.000 hombres estacionados en Cádiz- y que
ambas partieran rumbo a Hispanoamérica. La expedición había sido planeada por Lord
41
41. SRO, Maitland. GD. 193.7.2. fol. 23.
42
42. SRO, Maitland, GD. 193.6.4. fol. 5.
43
43. Lord St. John a Sir John Coxe Hippisley, 24 de marzo de 1806, Museo Británico, Departamento de Manuscritos
(en adelante. MB) Add. 37849, ff. 294-297.
44
44. Lynch, "British Policy and Spanish América". p. 18. La referencia al puerto aparece ya en una carta de Hippisley a
Windham, el 22 de agosto de 1794: MB. Add. 37849, fol. 97-103.

45
45. Lynch, "British Policy and Spanish America". p. 2.
46
46. William Carr Beresford a Lord Castlereagh. 23 de enero de 1808, Public Record Office, London (en adelante,
PRO). WO 1/354.
27
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
Castleragh (ex Presidente de la Junta de Contralor) con la ayuda de Dundas. El objetivo
era invadir México, enviar un escuadrón a controlar el Río de la Plata, y luego promover
en toda Hispanoamérica la constitución de gobiernos independientes "bajo nuestra
protección y en conexión con nosotros". 47(47) Dundas prefería una expedición a Buenos
Aires, pero luego de dos fracasos 48 (48) era imposible convencer al gobierno británico, y a
los propios militares, de intentar otra vez la captura de Buenos Aires. El propio Dundas
sugirió la acción contra México, sintiéndose "en la obligación de abandonar" la expedición
al Río de la Plata, muy a su pesar. 49(49).
En el verano de 1808, después de la invasión napoleónica de España y Portugal,
Inglaterra cesó las hostilidades contra España, terminando así una larga confrontación. El
ejército que debía venir a invadir Hispanoamérica fue derivado a la Península para
ayudar a la resistencia portuguesa y española.
Fue el Secretario de Guerra George Canning (ver más adelante), un discípulo de Pitt y
un ardiente partidario de la independencia sudamericana, quien convenció al gobierno de
la necesidad de cancelar la expedición a Sudamérica hasta que Wellesley detuviera a
Napoleón en la Península. 50(50) Wellesley entró en la Península en agosto de 1808,
iniciando así una campaña de seis años contra los franceses en Portugal y España.
Examinemos cómo la asociación de la resistencia ibérica con Inglaterra pudo proveer
a San Martín -entonces un capitán español- la oportunidad de familiarizarse con planes
británicos relativos a Hispanoamérica, en particular el Plan Maitland.

La Conexión peninsular

Fueron muchos los oficiales británicos que pelearon bajo Wellesley en la Península.
Como el propio Wellesley, gran parte había estado antes en la India y, luego, había tenido
alguna participación en diferentes iniciativas que tenían a Hispanoamérica como objetivo.
Wellesley había sido consultado en diversas oportunidades por los ministros de Su
Majestad, sobre todo por Lord Castlereagh, acerca de modos de atacar las posesiones
coloniales de España. Hay más de un memorial de Wellesley sobre la materia. 51(51)
Un año antes de iniciar la preparación de su expedición a Hispanoamérica y,
finalmente, pasar a la Península, Wellesley había dirigido la expedición a Dinamarca, con
Sir Home Riggs Popham como capitán de la flota. Después de la batalla de Kioge, tanto
Wellesley como Popham, junto con un tercer comisionado británico, discutieron los
términos de la capitulación de Copenhague.52 (52) .
Popham acababa de llegar del Río de la Plata, adonde había conducido la flota que
trajo a los hombres de Beresford (ver más adelante). Antes, Popham había participado, en
Londres, de varias discusiones con Pitt, Dundas y Miranda acerca de posibles
expediciones a Sudamérica, destinadas a promover la independencia de las colonias es-
pañolas. 53(53) Popham conocía todos los planes que se habían considerado a ese efecto.
Cuando Wellesley entró en España. San I Martín formaba parte de un batallón que
actuaría codo a codo con los ingleses y, en ocasiones, bajo el mando británico. El futuro
Libertador trabó relación con oficiales de ese ejército, hasta entonces enemigo, que

47
47. Lord Castlereagh al Vizconde Melville, Londres, 3 de junio de 1808. SRO. Melville. GD. 51.1.520.10
48
48. Beresford, en 1806 (después de ocupar Buenos Aires durante 46 dlas) y luego lohn Whitelocke, en 1807.
49
49. Vizconte Melville a Lord Castlereagh, 1808. SRO, Melville, GD. 51.1.520.13.

50
50. DNB. vol. 3. p. 874.
51
51. DNB, vol 20, p. 1986. A Wellesley sin embargo, no le atraía la idea de fomentar la rebelión hispanoamericana. Las
rebeliones le desagradaban, donde quiera ocurriesen. Prefería las acciones militares.
52
52. DNB, Vol. 16, p. 146.
53
53. DNB. vol. 16.
28
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
ahora venía a reforzar la resistencia contra Napoleón. Directa o indirectamente, San
Martín tomó contacto con ingleses que habían participado en planes para atacar
Sudamérica, y aun con oficiales que habían participado en los intentos frustrados de
controlar Buenos Aires.
El siguiente detalle muestra las relaciones británicas de San Martín en España, desde e!
arribo de Wellesley en 1808 hasta el momento en ,que San Martín , repentinamente
decide abandonar el ejército español y, con la ayuda de algunos de esos contacto
británicos, se embarco para Lóndres para, desde allí venir á iniciar en Buenos Aires su
memorable campaña.. .

JAMES DUFF{más tarde, cuarto Conde de Fife) 54. (54) Este escocés jugó un papel de
gran importancia en la decisión de San Martín de venir a Sudamérica a pelear por la
independencia. Aunque británico, Duff estaba incorporado al ejército español, donde
conoció a San Martín. Los dos hombres pelearon hombro a, hombro, y desarrolla ron “
una profunda y duradera amistad", 55 (55).San Martín terna en gran estima a Duff, a quien
consideraba "sereno, frío y valiente, simpático, osado y romántico"56. (56)
Se ha sugerido que fue Duff quien urgió a San Martín a abandonar España, ir a
Londres y de allí embarcarse para Buenos Aires a fin de iniciar la lucha por la
independencia sudamericana. El historiador británico J.C.J. Metford especula: "Una
explicación para este asombroso abandono de lealtad de parte de un soldado que había
jurado fidelidad a España es que San Martín fue impulsado al movimiento independentista
hispanoamericano por simpatizantes británicos, y que fue reclutado merced a Jámes Duff,
cuarto Conde Fife" .57(57) Es una hipótesis demasiado atrevida: en diversas oportuni-
dades, San Martín dio prueba de su independencia respecto de Gran Bretaña, y se opuso
decididamente a todo proyecto colonial de los ingleses en Suda mérica.58 (58).
No obstante, es un hecho que Duff ayudó a San Martín a salir de España: merced a
aquel escocés, el futuro Libertador obtuvo un pasaporte para. Londres y un pasaje en un
barco inglés. Duff le dio, asimismo, cartas de presentación y letras de crédito (que San
Martín no uso)59.(59)
Años más tarde, cuando San Martín regresó a Gran Bretaña tras su campaña
54
54. James Duff fue conocido en la península al principio. como Lord Macduff: en 1809 al recibir su
padre (Alexander) el condado de Fife, él lo sustituyó como Vizconde Macduff. Su padre murió el 14 de abril de 1811 (es
decir, ante de la batalla de Albuera y el sitio de Badajoz) y Duff se convirtió así en Lord Fife. Eso no
lo hizo retornar a Gran Bretaña: permaneció en la Península hasta 1813. Para evitar confusiones, en este artículo me
refiero a él llamándolo Duff, salvo cuando el contexto hace apropiado -o una cita exige- el uso de alguno de sus otros
nombres.
En general, empleo los apellidos, no los títulos nobiliarios, para evitar las dificultades a que puede dar origen la
usanza inglesa. En Inglaterra, cuando alguien recibe un condado o vicecondado, pasa a ser conocido como Lord (más
el nombre del condado o vicecondado; por ejemplo Lord Wel1ington). Cuando alguien recibe el título honorario de Sir,
pasa a ser llamado por ese título más su nombre de pila (por ejemplo, Sir Arhtur). Esto ha ce que, según la época a que
uno se refiere, se hable sucesivamente de Arthur Wellesley, Sir Arthur y Lord Wellington, que en realidad era una sola
persona.

55
55. Farquharson, "General José de San Martín en 57 o 40" North (artículo inédito relativo a la estadía. de San Martín
en Banff en 184; 1974), Peterhead Arbuthnot Museum, Peterhead, Escocia.
56
56. Farquharson, "General José de San Martín".
57
57. J.C. Metford, "San Martín, José de", en Enciclopedia Británica (Chicago, 1974) vol. 16, p. 225,
58
58. El mismo Metford reconoce que en 1845, cuando la escuadra anglofrancesa bloqueó el Río de la Plata
permaneció alli (los británicos hasta 1849, los franceses hasta 1850), "San Martín tomó desde el principio partido por
Rosas y escribió cartas llenas de admiración y consejos para el dictador argentino". "San Martín admiraba a Rosas por
su firme actitud frente a la intervención extranjera en los asuntos argentinos" y "en su testamento dejó a Rosas el sable
que lo había acompañado en sus campañas, como testimonio de la satisfacción que, como argentino, sintiera al ver la
firmeza con la que Rosas había mantenido el honor de la República contra los injustos reclamos de extranjeros que
trataron de humillarla . Una Sudamérica independiente, libre de toda atadura a Europa, fue el ideal de San Martín hasta
el fin de sus días". Metford, San Martin, the Liberator (Oxford, 1950), pp. 127-129.
59
59. Mitre, The Emancipation of South America, p. 36.
29
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
sudamericana, en 1824, Duff
(ya entonces Lord Fife) lo recibió, lo alojó por unos días en Duff House, Banff (Escocia), e
hizo que se lo nombrara ciudadano honorario de Baff 60(60)
Duff estaba relacionado con el Príncipe Regente, el futuro Rey Jorge IV.61 (61) Tenía,
además, numerosas amistades en el gobierno británico. En la Península, Duff había
trabado óptimas relaciones con Wellesley, a punto tal que, poco después de abandonar
San Martín España, cuando Duff también se retiró y volvió a Escocia, Wellesley le regaló
un sable con incrustaciones de piedras preciosas que él había recibido en la India. 62(62)
Duff tenía una estrecha relación con oficiales británicos que habían participado
activamente en planes para separar a Hispanoamérica de España: su propio hermano, el
General Sir Alexander Duff, había comandado el 88 Regimiento, Connaught Rangers,
durante la ocupación británica de Buenos Aires en 1806. Sir Samuel Ford Whittingham
(ver más adelante), un amigo de toda la vida de Duff, había tomado parte en el segundo
intento de tomar Buenos Aires, en 1807. Whittingham, que pasó del Río de la Plata a la
Península, salvó a Duff de caer prisionero de los franceses en 1809, tras la batalla de
Talavera, donde Duff fue seriamente herido.

SIR SAMUEL FORD WITTHINGHAM. Tanto Whittingham como San Martín participaron
en la batalla de Bailén (18 de julio de 1808), después de lo cual Whittingham fue
promovido a coronel de caballería 63(63) y San Martín a teniente coronel de caballería.
64
(64)
Whittingham se había relacionado con Pitt y en 1806 partió de Inglaterra como
asistente de una fuerza comandada por el Brigadier General Roberto Craufurd (ver más
adelante), que debía ir a Lima. Cuando la expedición arribó al Cabo de Buena Esperanza,
el 15 de marzo de 1807, supo que su destino había sido cambiado. Zarpó entonces para
Montevideo, adonde llegaría el 13 de junio, poco después de que la ciudad fuera
capturada por Sir Samuel Auchmuty. En 1806 el Brigadier General William Carr Beresford
(ver más adelante) había tomado posesión de Buenos Aires, pero luego había tenido que
rendirse. El gobierno británico había enviado a Montevideo 5.000 hombres al mando de
Auchmuty, y luego una fuerza mayor bajo John Whitelocke. Este último había asumido el
mando de las fuerzas conjuntas para intentar la recaptura de Buenos Aires. Whitelocke
nombró a Whittingham como uno de sus ayudantes de campo.65 (65) Whitelocke había
conducido en 1793 la columna principal en el ataque de Puerto Príncipe, y había
permanecido al frente de los acantonamientos británicos en la costa occidental de Santo
Domingo hasta 1794, cuando entregó el mando al Brigadier General Whyte, bajo el cual
Maitland servía como teniente coronel. 66(66)
Después de tomar parte en la fallida recaptura de Buenos Aires, Whittingham se
embarcó con destino a Inglaterra y, al año siguiente, pasó a Gibraltar.67 (67) San Martín
servía entonces en la división de Castaños. 68(68) Whittingham se convirtió pronto en sub-
asistente de la fuerza al mando de Wellesley, aun cuando permaneció en el ejército de
60
60. William Gramond (compilador), The AnnaIs of Banff (Aberdeen, 1891), vol. 2, p. 433. También: Conde de Fife a
Richard Warton Duff, Banff, 18 de agosto de 1824, biblioteca de la universidad de Aberdeen, sección manuscritos y
archivos, Aberdeen, Escocia, papeles Duff of Braco, MSS 2727/94.
61
61. Alistair y Henrietta Tayler (compiladores), The Book of tbe Outfs (Edimburgo, 1914), p. 206.
62
62. James Imlach, History of Banff and Familiar Account of its Inhabitants and belongings (Banff, 1868), p.40

63
63. DNB, vol. 21, p. 149.
64
64. José Pacifico Otero, Historia del Libertador Don José de San Martín (Buenos Aires, 1932), vol. 1, p. 122.
65
65. DNB vol 21 p.149
66
66 DNB vol 21 p.119; DNB, vol.12, p.819
67
67. DNB, vol. 21, p. 149.
68
68. Otero, Historia del Libertador, vol. 1, p. 109.
30
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
Castaños69 (69)

WILLIAM CARR BERESFORD. El 15 de mayo de 1811, tanto San Martín como Duff
tomaron parte en la batalla de Albuera, a las órdenes de Beresford. 70(70) Un mes más
tarde, Beresford condujo el segundo sitio de Badajoz y, otra vez, ambos hombres sirvieron
a sus órdenes. Esta fue la última acción de San Martín en la Península; enseguida se
retiró y, el 14 de setiembre de 1811, se embarcó en el buque inglés que lo llevó a
Londres.71 (71) ,
Beresford; que había peleado en la India, se embarcó en 1806 en el Cabo de la Buena
Esperanza, con destino a Buenos Aires, llevando 1.200 hombres. Como en el Plan
Maitland, el Cabo fue usado en esa ocasión como el punto de partida de una expedición a
Sudamérica.72 (72) Beresford gobernó la ciudad ocupada desde el 25 de junio de 1806
hasta el 12 de agosto de 1806, cuando él y su ejército se rindieron a los líderes de la
resistencia. Hecho prisionero, Beresford escapó más tarde con la ayuda del criollo
Saturnino Rodríguez Peña, 73(73) cuyo hermano Nicolás se convertiría en amigo de San
Martín. 74(74)
Tras dejar el Río de la Plata, Beresford pasó a la Península, donde fue segundo de
Wellesley en la línea de mando. EI futuro ,Wellington lo distinguió en estos términos:
"Beresford es el hombre más capaz que yo haya visto en el ejército". 75(75)

ROBERT CRAUFURD. "Impar -comandante de la tropa ligera”, 76(76) Craufurd peleó en la


guerra de la Península desde 1809 hasta su muerte en el sitio de Ciudad Rodrigo, (1812)
con la excepción de un corto período en Londres, entre 1810 y mayo de 1811. Luego de
servir en India como Maitland (1790-1792) había sido colega de Maitland en el
Parlamento. (1799-1806)
En 1807, Craufurd fue enviado. a tomar control de Chile y Perú. Partió para
Sudamérica con órdenes de bordear el Cabo de Hornos y tomar Valparaíso, ganar control
de Chile y establecer por el cruce de los Andes- comunicación con un ejército bajo el
Mayor General Sir Samuel Auchmuty que debía esperarlo en Buenos Aires. Como hemos
visto, esa expedición fue finalmente desviada a Montevideo, después de la capitulación y
prisión de Beresford en Buenos Aires. Tras el fracaso de la operación, Craufurd se
embarcó junto con Sir David, Baird para la Península. 77 (77) .
SIR DA VID BAIRD. Peleó en -India al mismo tiempo que Maitland, en 1795 sucedió a Sir
Davis Dundas como Brigadier General. 78(78) En 1801, Baird, con Sir Samuel Auchmuty
como general adjunto, comandó una fuerza que marchó de India a Egipto, cruzando el
desierto en verano "en Una épica campaña mi1ilitar. 79(79) Habiendo competido sin éxito

69
69. DNB, vol. 21, p. 149.
70
70. Otero, Historia del Libertador, vol. 1, pp. 132-133; Farquharson, "General Don José de San Martín",
f.2.
71
71. A.J. Pérez Amuchástegui, Ideología y Acción de San Martín. (Buenos Aires, 1979), p. 18.
72
72. DNB, vol. 2, p. 331; SRO Maitland, GD. 193.6.4, fol. 4.
73
73. R.A. Humphreys, Libcration in SouthAmerica, 1806-1807. TheCareer of Jamcs Paroissien (Londres,
1952), p. 22.
74
74. Cuando San Martín y sus amigos impusieron un cambio de gobierno en Buenos Aires (8 de octubre
de 1812), Nicolás Rodríguez Peña fue nombrado miembro del nuevo gobierno (Triunvirato).

75
75. DNB, vol. 2, p. 332.
76
76. DNB,.vol, 2, p. 42.
77
77. DNB, vol. 2, p. 42.
78
78. DNB, vol. 1, p. 914.
79
79. DNB, vol. 1, p. 916.
31
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
con el propio WelIesley por el comando general de Indias, Baird regresó a Inglaterra en
1802, y, tres años más tarde, fue nombrado comandante del ejército que en 1806
recapturó el Cabo Buena Esperanza, entonces en manos de los holandeses. 80(80)
Popham, comodoro de esa expedición, convenció a Baird de participar en la expedición a
Buenos Aires como jefe de una de las brigadas de Beresford.
Baird también fue parte, junto con WelIesley y Popham, en la invasión de Dinamarca,
e integraba el ejército estacionado en Cork, que estaba destinado a Sudamérica y fue
derivado a la Península en 1808.81 (81)

SIR CHARLES STUART (más tarde Barón Stuart de Rotbesay). Diplomático británico,
amigode Duff, que servía en la Península. Le otorgó a San Martín el pasaporte para
Londres, en 1811.82 (82) Stuart era, junto con Beresford, miembro de la regencia
portuguesa.83 (83) Un miembro de su familia, el General James Stuart, había servido en
India bajo Hippisley.
Después de Trafalgar y Austerlitz, Inglaterra emergió como señora de los mares y
Napoleón quedó dueño de Europa continental.
La resistencia hispano-portuguesa era, aun después de la incorporación de. Inglaterra,
una tarea difícil y a menudo desesperanzada. .
San Martín tenía motivos para sentir que todo estaba perdido en España y era tiempo
de perseguir nuevos objetivos en América, de donde él procedía. En la época se temía
que, tras adueñarse definitivamente de España, Napoleón se hiciera de las colonias
españolas.
La decisión de pasar a América pudo ser espontánea u obedecer a sugerencias que
San Martín pudo recibir en aquel medio. El hecho es que él discutió sus planes con Duff, y
obtuvo la ayuda del propio Duff y Sir Charles Stuart. 84(84) .
Por otra parte, es claro que San Martín tuvo innumerables oportunidades de conocer
los objetiv6s británicos en Hispanoamérica. Había estado rodeado de personajes que
jugaron papeles centrales en la formulación de proyectos y estaban familiarizados con
todas las alternativas que, durante más de 20 años, se habían analizado en Londres.

La conexión londinense

Desde que llegó de España hasta la fecha en que zarpó para el Río de la Plata (19 de
enero de 1812), San Martín pasó casi cuatro meses en Inglaterra.
Apenas llegado a Londres, visitó la casa de 28 Grafton Street (ahora, 58 Grafton
Way), que había sido residencia de Miranda y estaba ocupada por Andrés Bello,
revolucionario venezolano con quien San Martín trabó amistad.
Bello, miembro de la Gran Reunión Americana (ver La Conexión Masónica, más
abajo) estaba al corriente de todas las conversaciones que Miranda había mantenido con
Pitt, Dundas y Popham acerca de Hispanoamérica. 85 (85)
Por otra parte, Bello había ido a Londres como Secretario de una misión encabezada
por Bolívar. Luís López Méndez, que más tarde sería responsable de re chutar una Legión
Británica que tuvo destacado papel en la lucha de Venezuela contra los realistas, también
había formado parte de aquella misión Bolívar creía “que solo Inglaterra, ama de los

80
80. DNB, vol. 1, p. 914.
81
81. ONB, vol. 21, p. 149. DNB, vol 1, p.914.
82
82. Mitre, The EmancipatioD of South America, p. 35.
83
83. C.K. Webster, The Forei¡n Policy of Castlereagh, 1812-1814 (London, 1931), p. 73.

84
84. SRO, Melville, GD. Sl.l.SS5; Farquharson, "General Don José de San Martín", f. 1.
85
85. Metford, San Martin de Liberator, . pp. 29-30.
32
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
Mares” podía defender a Hispanoamérica “ contra las fuerzas unidas de la reacción
europea”86(86)
Cuando San Martín llegó a Londres, tanto Miranda como Bolívar, habían partido
rumbo a Caracas, pero Bello y López Méndez debieron proveerle de detallada información
de planes y posibilidades.
Ya en 1790 Miranda le había presentado a Dundas un plan según el cual Inglaterra
debía mandar una flota a bloquear Cartagena (hoy Colombia), “el único sitio de resistencia
y desembarco para cualquier refuerzo que pudiera ser despachado desde España o
desde La Habana”. Tras el Bloqueo un nuevo país, llamado Santa Fe seria constituido por
los criollos. 87(87)
Aunque no le dio apoyo para sus planes, el gobierno británico, mantuvo vivas las
esperanzas de Miranda. En diversas oportunidades el venezolano recibió garantías de
ayuda, cuando la oportunidad fuera propicia. Inglaterra debía esperar el momento
indicado para ayudar a las colonias hispanoamericanas sin poner innecesariamente en
peligro su posición en Europa.
Miranda se mantuvo en contacto con Popham y a través de él con Dundas y Pitt.
Durante un tiempo ambos hombres trabajaron con la idea de ataques simultáneos sobre
Caracas y Buenos Aires: la iniciativa con la cual Maitland expresaría su discrepancia.
Según Maitland, el principal interés de España era, conservar las ricas posesiones
occidentales.88 (88)
Después de una reunión con Pitt, Dundas y Pophan el 12 de octubre de 1804,
Popham quedó encargado de preparar un plan de ataque sobre Hispanoamérica: una
tarea para la cual contó con la ayuda de Miranda. Además de desembarcos simultáneos
en Nueva Granada y el Río de la Plata, ese plan incluyó una expedición a Valparaíso y
Lima por una fuerza que debía llegar desde India. Esto coincidía con el Plan Maitland
que tanto Popham como Miranda, como consultores del gobierno británico en este
aspecto, debían conocer'"89
En 1806, cuando el propio Miranda intentó la invasión de Venezuela con una
fuerza que zarpó de Estados Unidos, recibió en Granada el apoyo del gobernador de la
isla: Frederick Maidand, primo de Sir Thomas 90.(90) En las Indias Occidentales Miranda
consiguió también el apoyo del Almirante Thomas A. Cochrane: el que seria segundo de
San Martín en la expedición a Perú91 (91). Cochrane era entonces el comandante en jefe
de las fuerzas estacionadas en las Islas de Sotavento. 92{92)
En Londres. Miranda estuvo también en contacto con algunos de los jesuitas
hispanoamericanos que habían buscado la cooperación de Inglaterra para promover la
insurrección de las colonias. En 1791, le propuso a Pitt que Inglaterra aprovechara la
disposición de los jesuitas, y él mismo entró en contacto con Viscardo, quien llegó en
1792 a Londres "a requerimiento del gobierno británico" . Viscardo concluyó en la capital
inglesa su famosa "Carta a los Hispanoamericanos", un documento que Miranda usaría
profusamente como material de propaganda. 93(93)
Aparte de sus relaciones con revolucionarios hispanoamericanos. San Martín pudo
tomar contacto en Londres con algunos notables británicos a quien Duff lo había referido.
86
86. Miriam Blanco-Fombona de Hood, Andres Bello, Committee. for the Bicentenary Celebrations (London,1981), p: 4.
87
87. SRO, Melville, GD. 51.1.520.3.
88
88. SRO, Maitland, GD. 193.6.4, fol. 3.

89
89. Sir Home Riggs Popham a Lord Melville, Londres, 14 de octubre de 1804, PRO, WO 1/161.
90
90. Frederick Maitland a William Windham, Granada (Caribe), 12 de abril de 1806 y 29 de mayo de 1806. PRO,
Grenada, 35.
91
91. WiIliam Spencer Robertson, Rise of the Spanish.American Republics (NewYork, 1918), p. 46.
92
92. Morning Post, Londres, 6 de junio de 1806.
93
93. Humphreys y Lynch (compiladores), The Origins of the Latín American Revoluti ODS, p. 60.
33
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
En aquel momento, como aliada de España, Inglaterra no podía entrar en tratos
formales con revolucionarios hispanoamericanos. Por otra parte, San Martín era un
personaje desconocido, nadie podía sospechar su futura importancia, y la misión que se
había propuesto debía ser mantenida en el más estricto secreto. No es sorprendente, por
todo eso, que no haya registro de las conversaciones que el Libertador pudo haber tenido
en Londres durante los meses que pasó allí antes de zarpar para Sudamérica.
Sin embargo, es posible construir una lista de personalidades con las cuales,
verosímilmente, San . Martín pudo tener contacto directo o indirecto:

George Canning. "El heredero de Dundas" había jugado un papel protagónico en todo
proyecto oficial relativo a Hispanoamérica 94(94) y Duff estaba vinculado a él poco
después de que San Martín dejara Inglaterra, en 1812, San Martín recibió el mismo honor
que San Martín recibiría a su regreso a Gran Bretaña, doce años más tarde: el título de
ciudadano honorario de Banff, la pequeña ciudad escocesa que era, en realidad, un feudo
de los Duff.95 ( 95)
En 1811 Canning era miembro del Parlamento (como lo había sido sin interrupción
desde 1794) y Consejero Privado de la Corona, junto con Maitlarid. 96 (96) Once años
antes, cuando Maitland. escribió su plan, Canning -amigo de Dundas- era comisionado de
la Junta de Contralor.97(97) Uno de los más fervorosos partidarios de la independencia de
Hispanoamérica -considerada por él esencial al interés británico- Canning fue canciller
entre 1807 y 1809, por recomendación de Wellesley. 98(98)

Lord Castléreagh. Ex Presidente de la Junta de Contralor (1802-1806) y Secretario de


Estado de Guerra y Colonias (1807-1809), Castlereagh compartía con Dundas algunas
ideas sobre el modo de llevar a cabo un ataque sobre Sudamérica. En una carta al propio
Dundas (para entonces Lord Melville), Castlereagh confesó en 1808: "...la cuestión de
separar a las Provincias Hispanoamericanas de España, (que) por tanto tiempo ha
ocupado vuestra mente... nunca ha cesado de ser el objeto de mi más ferviente atención".
99
(99) En otra ocasión, Castlereagh escribió: "La liberación de Hispanoamérica debe ser
alcanzada a través del deseo y los esfuerzos de sus habitantes, pero el cambio sólo podrá
operarse bajo la protección y con el apoyo de una fuerza auxiliar Británica .100(100)

Robert Saunders Dundas, segundo Vizconde Melville. Dundas murió el 28 de mayo de


1811, pocos meses antes de la llegada de San Martín a Londres. Su único hijo, Robert
Saunders, había sido secretario privado de su padre entre 1794 y 1801, incluyendo el
período cuando Maitland le presentó su plan a Dundas.101(10l) Por otra parte, en ese
mismo período Robert Saunders había sido colega de su padre y del propio Maitland en el
Parlamento. Los tres eran escoceses. Como veremos en la conexión masónica (más
94
94. Sobre la ulterior política de Canning, ver Harold Temperley, The Foreign Policy of Canning, 1822-1827 (Londres,
1925). En enero de 1812 cuando San Martín partió rumbo al Río de la Plata, lo hizo junto a otros revolucionarios, como
Alvear y Zapiola, a bordo de la fragata George Canning, bautizada así en honor del ex canciller. Años más tarde,
Canning hizo su famoso comentario: "He dado vida a un mundo nuevo para restablecer el equilibrio en el viejo mundo".
95
95. William Gramond (compilador), The AnnaIs of Banff (Aberdecn, 1891). p, 433.
96
96. DNB, vol. 3, p. 876.
97
97. DNB, vol. 3, p. 873.
98
98. DNB. vol 21, p. 1105.

99
99. Lord Castlereagh a Lord Melville, 3 de junio de 1808, SRO, Melville, GD. 51.\.520.10. Sobre la ulterior política de
Castlereagh, ver. Webster, The Foreip Policy of Castlereagh. San Martín no pudo haberse entrevistado con Canning y
Castlereaghal mismo tiempo; estos dos hombres eran enemigos irreconciliables que, en 1809, se habían batido a duelo.
100
100. Charles W. Vane, Marqués de Londonderry' (compilador)" Correspondence, Despatches and other Papers of
Viscount Castlereagh. Second Marquess of Londonderry (Londres, 1848-1853), -vol. 7, p. 385.
101
101. DNB, vol. 6, p. 195.
34
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
adelante), Robert era masón, al igual que Duff, 102(102)
En 1811, Robert Saunders Dundas era Presidente de la Junta de Contralor: un puesto
para el cual había sido nombrado el 6 de abril de 1807 y, otra vez, el 13 de noviembre de
1809.103 (103)

Sir Home Riggs Popham : El y Beresford -superior de San Martín en la Península-


habían lanzado el ataque sobre el Río de la Plata en 1806. Popham estaba en Londres en
1811. A fines de ese año partió hacia la costa norte de España, al mando de un
escuadrón destinado a apoyar desde el mar los esfuerzos que su amigo Wellesley hacía
en tierra.104(104) Como hemos visto, Popham había asesorado al gobierno británico sobre
posibles acciones en Sudamérica, y era el oficial británico más estrechamente vinculado a
Miranda.

Thomas A. Cochrane (más tarde Conde de Dundonald). En 1806, como ya vimos,


Cochrane ayudó a Miranda en las Indias Occidentales, cuando el venezolano planeaba su
fallido desembarco en Venezuela. . Como Maitland, Cochrane era escocés, marino,
miembro del Parlamento (desde 1806) y hombre interesado en la expansión de
Inglaterra105. (105) Un pariente de Maitland, Sir Frederick Lewis Maitland, fue enviado en
1809 en auxilio de Cochrane, quien libraba con la Imperiesus una decisiva batalla contra
la flota Napoleónica en Aix. El mismo Maitland había servido previamente bajo George
Duff, pariente del amigo de San Martín. 106(106)
En 1817, luego de tomar control de Chile, San Martín envió a José Alvarez Condarco a
Londres, a fin de contratar un jefe para la flota que debía llevar al ejército libertador a
Perú. Alvarez contrató a Cochrane. 107(107)

Sir John Coxe Hippisley. El hombre que le pidió a Maitland que elaborase un plan para
tomar Sudamérica. En 1811, Hippisley era miembro del Parlamento: había ocupado una
banca entre 1790 y 1796, lo habían reelegido en 1802 y conservaría su puesto hasta
1819.108(108)

Sir Thomas Maitland. Cuando San Martín llegó a Londres, el propio Maitland acababa de
regresar a Inglaterra, tras cinco años de servicio como Teniente General y Comandante
en Jefe de Ceilán. Enseguida fue promovido a Mayor General. Retenía el cargo de
Consejero Privado de la Corona, para el cual había sido designado el 8 de abril de 1807.
109
(109)

La conexi6n masónica

Al tiempo de la guerra de la Península, Inglaterra se debatía entre dos objetivos


contradictorios. El principal era, por supuesto, detener a Napoleón, y a estos fines España
y Portugal eran los únicos aliados que Inglaterra tenía en Europa. Por otro lado, un clamor
público demandaba, en Inglaterra, que la corona extendiera "sus conquistas al Nuevo
Mundo, de modo de mantener un equilibrio", lo cual era importante tanto desde el punto
102
102. Ver nota 127.
103
103. DNB, vol. 6, p. 195.
104
104. DNB, vol. 16, p. 143.
105
105. Donald Thomas, Cochtane. Britannia's last Sea-king (Londres, 1978), ,p. 243 ff.
106
107. Derry, Cochrane. p. 243.
107
107. Derry, Cochrane. p. 243.

108
108. DNB, vol. 9, p. 904.
109
109. DNB, vol. 12, p. 819.
35
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
de vista militar, como comercial.110 (110)
Napoleón había impuesto un bloqueo del continente e Inglaterra se sentía en la
necesidad de encontrar nuevos mercados cuanto antes. Hispanoamérica ofrecía la
oportunidad más promisoria, pero los españoles se aferraban a su monopolio: estaban
convencidos de que todo esfuerzo por preservar sus colonias de ultramar se volvería inútil
si otras potencias quedaban en libertad de comerciar con esas colonias. Revolucionarios
como Miranda sabían que era esa renuncia española lo que más inquietaba a Ingla terra.
Por lo tanto, esos revolucionarios prometían libre comercio, y aún facilidades territoriales,
a cambio de la ayuda militar que Inglaterra pudiera prestar a los movimientos
independentistas. La oferta tentaba. a Inglaterra, pero la necesidad de no irritar a sus
aliados europeos frenaba toda acción práctica.
Como asociación consagrada a la Libertad, Igualdad y Fraternidad, portadora de ideas
supranacionales y amparada por el más estricto secreto, la moderna masonería (fundada
en Londres en 1717) era ideal para prestar asistencia indirecta a los revolucionarios
hispanoamericanos. Esto no pudo pasar inadvertido a los masones británicos, entre los
cuales había figuras de tanta prominencia como el Príncipe Regente, opuesto a la idea de
que Gran Bretaña diera apoyo formal a movimientos subversivos en Hispa noamérica. El
futuro Jorge IV había sido iniciado en 1787 por su tío Henry Frederick, Duque de Cum-
berland, en la Logia Príncipe de Gales, 259EC, Londres. En 1811, el príncipe era Gran
Maestre de la Moderna Masonería Constitucional Inglesa. 111(111)
Duff había sido admitido a la masonería en la Logia St Andrew No. 52, en Banff, el 28
de enero de 1802112.(112) A su regreso de la Península sería nombrado Maestre de Culto
de la misma logia, el 30 de noviembre de 1813113.(113) Exactamente un año después, el
30 de noviembre de 18J4, sería electo Gran Maestre Encargado de la Gran Logia de
Escocia, Edimburgo, cuyo Gran Maestre era el Príncipe Regente. 114(1l4) .
Pitt también era masón 115(115), y la masonería pudo ser el canal que Miranda utilizó
para llegar a él. Hay indicios de que Miranda pertenecía a una logia llamada La Paz 116.
(1l6) En su propio diario, Miranda menciona varias visitas a logias europeas, y su
biblioteca privada contenía gran número de obras masónicas.
Fue el mismo Miranda quien, aparentemente, introdujo a Bolívar. El 27 de diciembre
de 1805 el futuro Libertador de Colombia fue iniciado en una rama francesa de la logia
escocesa ST. Andrew117(117)
En 1807, Miranda fue a Cádiz para establecer una logia en ese puerto español: el
único abierto al comercio con las colonias tras la invasión napoleónica de la Península118.
(118) De acuerdo con Mitre, a principios del siglo XIX la Sociedad de Lautaro, o de los .
Caballeros Racionales, tenía ramificaciones por toda España y estaba afiliada a la Gran
110
110. Arthur Bryant, Years of Victory, 1802-1812 (Londres, 1944), p. 207.
111
111.William Alexander Laurie, The History of Free-Masonry and the Orand Lodse of Scotland. (Edimburgo, 1909), p.
18.
112
112. George D. Hipburn, General Secretary of the Lodge St. Andrew No. 52, Banff, febrero de 1982. Comunicación
personal.
113
113. Hipburn, comunicación personal.
114
114. Kenneth S. Ryrie, Famous Scottish Freemasons (Edimburgo, 1965); Hon. Vicary Gibbs y H.A. Doubleday
(compiladores), The Complete Peerage of England, Scotland, Ireland, Great Britain and the United Kingdom (Londres,
1921), vol. 5, p. 378.
115
115.. Miriam Blanco-Fombona de Hood, "La Masonería y Nuestra Independencia", El Repertorio Americano, 1
(Londres, Julio, 1979), p. 63.

116
116. Blanco-Fombona de Hood, "La Masonería y Nuestra Independencia", p. 63. El principal biógrafo de Miranda, sin
embargo, confiesa que le fue imposible hallar la prueba de que el venezolano fuera masón, aunque reconoce que
"sería perfectamente congruente con el resto de las actividades de Miranda". Robertson, "La vida de Miranda", p. 338,
n.f
117
117. Blanco-Fombonade Hood, "La Masonería y Nuestra Independencia", p. 66.
118
118. Mitre, The Emancipation of South America, p. 33.
36
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
Reunión Americana, establecida en Londres por Miranda. En Cádiz solamente -precisa
Mitre- la sociedad tenía, en 1808, más de 40 miembros, incluyendo algunos notables
españoles. Los miembros del primer grado juraban trabajar por la independencia de
Hispanoamérica; los de segundo grado se obligaban a no reconocer en Hispanoamérica
otro gobierno que aquel establecido por la voluntad libre y espontánea de los pueblos, de
acuerdo con los principios republicanos. Mitre nos asegura que San Martín fue miembro
de esa sociedad,119 (119) .
Fue en Cádiz, por otra parte, que San Martín decidió retirarse del ejército español en
1811. Un autor masónico sostiene que todos los miembros de la logia mirandina "tenian
que ser masones".120 (120)
El agente de Miranda en el Río de la Plata era Saturnino Rodríguez Peña, el hombre
que liberó a Beresford después de la capitulación de los invasores británicos, en 1807 121.
(121) Rodríguez Peña recibía "una asignación del General Whitelocke y una pensión del
gobierno británico"122. (122)
En Londres, San Martín participó en reuniones de la Gran Reunión Americana,
organizadas por Bello y López Méndez en 28 Grafton Way. Allí, el futuro Libertador fue
promovido al quinto grado.123(123) Carlos María de Alvear y Matías Zapiola; con quien
finalmente San Martín se embarcó para Sudamérica en 1812, también estaban en
Londres y se unieron a la logia. 124 (124) Otro revolucionario presente, a quien me referiré
más tarde, era Tomás Guido.
No hay prueba de que Maitland fuera masón. El único indicio, es que era parroquiano
de la Taberna de los Masones (Freemason's Tavem), punto de reunión de los Amigos del
Pueblo (Frieds of the People), un grupo parlamentario del cual el propio MaitIand era un
miembro prominente. El líder del grupo era Sir James Mackintosh, un famoso masón 125
(125) y abogado de la independencia sudamericana. Mackintosh, otro escocés, era íntimo
amigo de Cochrane.126 (126)

Tampoco hay prueba. de que Dundas fuera masón. Sin embargo, no hay dudas sobre el
carácter masón de Robert Saunders Dundas, su hijo y secretario privado: en 1801 fue
designado Gran Maestre delegado de la Logia Hoyrood House (Saint Luke) No. 44 de
Escocia.127

Fue la masonería escocesa, más que la inglesa, la que se vinculó a los


revolucionarios hispanoamericanos. Es posible que Duff haya puesto a San Martín en
contacto con miembros de la orden escocesa. .
La confirmación de las vinculaciones de San Martín con la masonería parece emerger
de sus actos posteriores. Apenas llegado a Buenos Aires, fundó junto con Alvear y
Zapiola, la Logia Lautaro , donde “los neófitos eran iniciados con el ritual de las logias
masónicas. En los grados superiores "eran iniciados en los más elevados propósitos de la
sociedad" y tras esta logia se "escondía la Logia Matriz", en la cual residía el poder
119
119. Mitre; The Emancipation of South America, p. 47-48.
120
120. J. Heron Lepper, "Review", en Trasactions of the Quatuor Coronati Lodge, vol. 64 (Londres, 1951; publicado en
1953), p. 81.
121
121. Humphreys, Liberation in South America, p. 22.
122
122. Humphreys, Liberation in South America, p. 22.
123
123. Pérez Amuchástegui, Ideologia y Acción, p. 18.
124
124. Mitre. The Emancipation of South America, p. 34.
125
125. Laurie, The History of FreeMasonry, p. 78.
126
126. Thomas. Cochrane, p. 262.

127
127. Ryrie, Famous Scottish Freemasons.

37
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
supremo.128(128) La Logia Matriz estaba en Londres.

O'Higgins, discípulo -de Miranda en Londres, que también estuvo en Cádiz, formó una
logia similar en Chile. Luego-de que San Martín y O'Higgins cruzaran los Andes y tomaran
control de Chile, el Libertador envió a José Antonio Álvarez de Condarco, masón, 129(129)
a Londres, donde Álvarez Condarco contrató a Cochrane.
Una vez convertido en Protector del Perú, en 1822 San Martín envió a Juan García
del Río y James Paroissien (ver más adelante) como enviados personales a Londres. El
objetivo de la misión era persuadir al Príncipe de Saxe-Coburg, casado con la Princesa
Carlota, o en su defecto al Duque de Sussex, de que aceptara la corona del Perú. 130(130)
Leopoldo, futuro rey de Bélgica, sería proclamado más tarde Protector de la Masonería
Nacional por los masones belgas, 131(l3l) una de cuyas logias, La Perfecta Amistad (La
Parlaite Amitié), acuñó en 1825 una medalla con la imagen de San Martín. 132 (132) El
Duque de Sussex era, a la época en que San Martín pensó en él. con relación a sus
planes monárquicos para Perú, Gran Maestre de la Gran Logia Unida de Inglaterra, en
reemplazo de su hermano, el Príncipe Regente, quien en 1813 había expresado el deseo
de no ser reelecto, a fin de asumir como Gran Maestre de la Gran Logia de Escocia, con
Duff como segundo.133(133)
Es obvio que, aún cuando no haya hecho requerimiento alguno, San Martín tuvo que
tomar conocimiento en Inglaterra de todas las posibilidades de asistencia británica a sus
esfuerzos por promover lo que la Logia Lautaro llamaba "la independencia y felicidad de
América" 134(134) Sus lazos con la masonería le facilitaban el acceso a gente como Robert
Dundas. Las recomendaciones de Duff, así como los vínculos de Miranda y Bello, pueden
haberlo puesto en contacto con los distintos planes británicos para "hacer una impresión"
en Sudamérica.135(135)

Los británicos en Sudamérica

Aún después de dejar Inglaterra, pero antes de iniciar su campaña continental, es


probable que San Martín haya recibido información sobre planes británicos relativos a
Sudamérica. En Córdoba, conoció a otro inglés, James Paroissien, quien más tarde sería
su ayudante de campo y, a quien el Libertador haría general peruano. .
Paroissien había sido auxiliar de cirugía, con rango de subteniente, en el ejército de

128
128. Mitre, Tbe Emancipation of South America, p. 47.
129
129. Fabián Onzari, San Martín, la Logia Lautaro y la Francmasonería (Buenos Aires, 1964), p.
109. Onzari lo llama, erróneamente, Manuel.
130
130. Humphreys, Liberation in South America, p. 101; John Lynch, Gran Bretaña, San Martín y
la Independencia Latinoamericana. (Buenos Aires, 1978), p. 480.
131
131. Gran-Orient de Belgique, Ceremonie Funebre en memoire du Frere Leopold de Saxe-
Cobourg, Premier Roi des Belges, Protecteur de la Franc-Maconnerie Nationale (Bruselas, 1866).
132
132. Pérez Amuehásteguí, Ideología y Acción, p. 97.
133
133. Masonic Offering to H.R.H. Princc Augostos Frederiek, Duke of Sussex, KG, Grand Master
of the Freemasons in EngIand (London, 1838).
134
134. Mitre, The Emancipation of South América, p. 47.
135
135. "To make an impression" (eufemismo que significa atacar) es una frase usual en Maitland.
38
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
Whitelocke, que no pudo tomar Buenos Aires en 1807. 136(136) En 1808, Paroissien había
conocido a Satumino Rodríguez Peña en Río de Janeiro, donde ambos se convirtieron en
"agentes confidenciales" del Almirante Sir Sidney Smith, Comandante en Jefe de la es-
tación sudamericana de la Armada Real. Smith había sido colega de Maitland en el
Parlamento británico, después de 1802.137(137) El almirante recibió a Paroissien y
Rodríguez Peiía "como un hermano recibe a otro hermano" 138.(138)
En 1814, San Martín y Pueyrredón se reunieron en Córdoba, donde Paroissien -en
esa época comisionado en el ejército criollo, después de haber sido el primer extranjero
que solicitó la naturalización en nuestro país 139(139) dirigía una fábrica militar de pólvora.
Fue en Córdoba que San Martín discutió en secreto el llamado Plan Continental con
Tomás Guido, para el cual consiguió luego el apoyo de Pueyrredón 140. (140) Luego, San
Martín fue a Mendoza a establecer el Ejército de los Andes, en el cual Parois sien actuaría
como cirujano jefe (nombrado el 24 de septiembre de 1814). Paroissien cruzó los Andes,
peleó en Chacabuco (como ayudante de campo del General Soler), Cancha Rayada y
Maipú, y en 1820 se embarcó en la expedición a Perú como ayudante de campo del
propio Libertador. Una vez proclamada la independencia de Perú, Paroissien fue
nombrado Consejero de Estado y Brigadier General (21 de diciembre de 1821), y pronto
fue enviado junto con García del Río a Londres, en aquella misión secreta en busca de un
rey.
Cuando San Martín dejó Sudamérica y volvió a Londres a iniciar su ostracismo en 1824
fue recibido .por Paroissien y Duff (ahora Lord Fife) 141.(141)

En el Ejército de los Andes, San Martín contó además con los servicios del General
William Miller, un masón que había peleado en la Península, bajo Wellesley, desde poco
después que San Martín abandonara España hasta 1814.142(142) Miller sirvió como
comandante de la infantería naval, a las órdenes de Cochrane.
Todos los comandantes de la escuadra sanmartiniana eran súbditos británicos:
Willinson, que había estado al servicio del ejérci to de la Compañía de Indias
Orientales, era el capitán del "San Martín".143 (143)
El Comandante Robert Foster estaba a cargo del "Independencia". .
El Comandante Guise era capitán del "Valdivía"; el Subteniente J. Topoker Spry, del
"Galvarino"; el Subteniente T. Sackville Crosbie, del "O'Higgins"; Casey, del Chacabuco;
el Subteniente Carter, deJ "Araucano"; Young, del "Montenzuma"; Cobbet, del "Potrillo"; el
Subteniente James Esmonde', del "Valdivia". El Comisario y Juez de la flota era el
Sobrecargo Henry Dean. 144(144)
En Buenos Aires, San Martín se mantuvo en contacto con el Comodoro William
Bowles, Comandante en Jefe de la estación sudamericana de la Armada Real, a quien el
Libertador confió sus planes y problemas. En una conversación, San Martín sugirió a
Bowles que Gran Bretaña enviara buques de guerra a la costa peruana - para ejercer una
oportuna intimidación, al tiempo que el ejército libertador avanzara por tierra- y prometió la
136
136. Humphreys, Liberation in South America, p. 5.
137
137. DNB, vol. 28, p. 574.
138
138. James Paroissien, Diario, 19 de mayo de 1808 (el subrayado es mío). Essex Record offiee, Chelmsford, Essex
(en adelante, ERO), D/DOG.
139
139. Andrew Graham-YoolI, .Tbe For_ gotten Colony (Londres, 1981), p. 64.
140
140. Pérez Amuehástegui, Ideología y Acción, p. 43.
141
141. Paroissien, Diario, ERO, D/DOG; Benjamin Vicuña Maekena, El Genera! Don José de San Martin
(Buenos Aires), p. 142.
142
142. DNB, vol. 13, p. 426.
143
143. DNB, vol. 13, p. 427.

144
144. Gerald S. Graham Y R.A. Humphreys (compiladores), Tlie Navy and South America (Londres, 1962), p. 227.
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HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
ulterior apertura de los puertos peruanos al comercio británico. 145(145)
En 1818, San Martín gestionó a través de Bowles la mediación de Gran Bretaña en la
lucha de las antiguas colonias contra España. Con ese fin, convenció a O'Higgins de
dirigir, en su condición de jefe del estado chileno, una carta al Príncipe Regente. El propio
San Martín, por su parte, envió una carta similar a Castlereagh (12 de enero de 1818). Por
lo demás, San Martín informó a Bowles que el agente del gobierno chileno en Londres,
Antonio José de Irisarri, estaba facultado para ofrecer a Gran Bretaña la ce sión de la isla
Chiloé y el puerto de Valdivia, así como una reducción de derechos para todos los buques
británicos durante 30 años, a cambio de asistencia militar. San Martín agregó que un
príncipe de la familia real británica sería bienvenido como monarca sudamericano, a
condición de que la monarquía a establecer fuera de orden constitucional. 146 (146)
San Martín mantuvo, también, contactos con John Parish Robertson, un escocés que
llegó al Río de la Plata en la época de las invasiones ingleses y, años más tarde, sería
representante de Perú en Londres. Por invitación del Libertador, Robertson asistió en
1813, como testigo, al combate de San Lorenzo.
Es indudable que San Martín tuvo estrechas relaciones con los ingleses, primero en
España, luego en Gran Bretaña y por último en Sudamérica. Algunos años después de su
gesta, el Libertador confió a su hermano Justo que "de no haber sido por los es fuerzos del
gobierno británico él no habría podido hacer lo que hizo en Sudamérica. San Martín an-
ticipó sus planes a los ingleses solcito ayuda y, hasta cierto punto, la recibió. Estaba en
contacto con militares, hombres de gobierno y diplomáticos británicos. Tuvo, por lo tanto,
innumerables oportunidades de conocer un plan como el de Maitland que -como hemos
visto- no fue fruto de una idea espontánea y aislada de un aficionado, sino la obra de un
destacado estratega, ubicado en el riñón del imperio británico, que actuó a pedido de su
gobierno.

La discusión sobre la originalidad del plan continental

Varios historiadores argentinos han sostenido que la idea de cruzar los Andes y
proseguir a Perú a destruir el corazón del imperio español fue exclusiva de San Martín.
Esos historiadores han querido defender a San Martín, no de la sospecha de haber se-
guido el Plan Maitland (desconocido hasta ahora), sino de un reclamo de co-autoría,
.dentro de la Argentina misma. .
El 20 de mayo de 1816, Tomás Guido -en esa época funcionario del Ministerio de
Guerra-presentó al Director Supremo interino, Antonio González Balcarce, un memorial
por el cual -habiendo discutido el plan con San Martín- Guido propuso la expedición a
Chile: "Ocupar el Reino de Chile es el principal objetivo a ser perseguido por el
Gobierno... Esta es la más corta, fácil y segura forma de liberar a las provincias del Alto
Perú".
El memorial de Guido pudo ser considerado, hasta hoy, el antecedente documental
más remoto del Plan Continental. Entre los documentos argentinos que se refieren a ese
plan, sigue siendo el más antiguo.
En 1864, Carlos Guido Spano,- hijo del general Guido, reclamó para su padre el
derecho de, ser considerado co-autor del Plan Continental. San Martín, como hemos
visto, había estado con Guido en Londres (1812), donde Guido estaba "en misión especial
para obtener ayuda para el rebelde Virreynato del Río de la Plata", donde Miranda lo inició
en la Gran Reunión Americana. En Buenos Aires, se hizo miembro activo de la Logia
145
145. (Robert P.) Staples a Hamilton, 2S de mayo de 1807, PRO, F.O. 72202, fol. 48.
146
146. Bowles a Crocker, 14 de febrero de 1818, citado por Graham y Humphreys, comp., The Navy and South
America, p. 227.

40
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
Lautaro. Como San Martín (o junto con el Libertador) Guido bien pudo conocer en detalle
algunos de los planes británicos sobre Sudamérica.
Con el propósito de atribuir todo el mérito del Plan Continental al Libertador, Vicente
Fidel López publicó en su libro "La Revolución Argentina" (188l) el texto de una carta,
atribuida a San Martín y supuestamente enviada el 22 de abril de 1814 a Nico lás
Rodríguez Peña. Nadie vio jamás el original de esa carta, en la cual San Martín aparece
confiando su "secreto": el Plan Continental. Forzado a defender la autenticidad del
documento, López dijo en su momento, con escaso poder de convicción, que el texto de
la supuesta carta -entre comillas en su libro- era en verdad' un trasunto de memoria". La
mayoría de los historiadores argentinos ha "legitimado" el documento, reproduciéndolo y
comentándolo como si fuera auténtico, pese a la casi certeza de que es apócrifo.
San Martín "dice" en la carta de López que su objetivo es "un ejército pequeño y bien
disciplinado en Mendoza para pasar á Chile y acabar allí con los godos", aliar fuerzas con
"amigos sólidos" e ir "por el mar á tomar á Lima": "Hasta que no estemos sobre Lima la
guerra no se acabará".
. Según Mitre, ese plan, que era secreto en 1814, no habría podido revelarse sin que
su autor fuera acusado de loco. Fue ese plan secreto -dice Mitre- lo que dio a San Martín
un sitial en 1a historia mundo.
El Plan Continental fue, según Pacífico Otero, "idea primigenia" de San Martín “una
inspiración genial” que nadie había tenido antes
A.J. Pérez Amuchástegui es el único sanmartiniano que ha reconocido la co-autoria de
Guido. Más aún Pérez Amuchástegui sostuvo que San Martín habría visto en Tucuman
un proyecto de Enrique Paillardelle que proponía un ataque sobre Tacna (hoy Perú) y
Arica (en Chile) con un escuadrón despachado desde Valparaíso, cuya acción debía
coincidir con una ofensiva argentina sobre el Alto Perú. Este era hasta finales de 1980 el
antecedente más remoto del plan continental en la historiografía argentina. Los
historiadores “ortodoxos” habían mantenido silencio, lo mismo que Otero, quien aseguró
que nadie salvo San Martín, podía haber pensado “que esa masa ciclópea (Los Andes)
pudiera ser la vía del triunfo.

San Martín no fue un agente inglés

Todos los datos consignados mas arriba sugieren que San Martín debió conocer el
Plan Maitland.
Esto viene a perturbar hipótesis que nuestra historia ha mantenido más de un siglo y
medio, pero a mi juicio no disminuye en nada la significación histórica del Libertador.
La mayoría de los biógrafos se esfuerza por mostrar a San Martín como un iluminado
que no estaba en deuda con las circunstancias de su época, sino solamente con Dios. En
mi opinión esa falsa beatificación no hace si no desdibujar la figura de San Martín, ya que
al negarle todo mérito político se lo convierte en un mero instrumento del Destino.
San Martín fue un gran estratega y si se inspiró en el Plan Maitland no fue por
incapacidad, sino por el contrario, por que tomó seriamente la empresa que se disponía a
realizar. La estrategia consiste, justamente, en el planeamiento y conducción de
operaciones de gran escala: una ciencia que no se basa ni puede asentarse en la
improvisación. El Estratega busca todas las alternativas posibles y examina todos los
antecedentes disponibles.
El Plan Maitland tampoco era original en el sentido que historiadores como Otero dan
al adjetivo aplicado al Plan Continental. Era original en tanto ofrecía, tras el examen del
conocimiento existente y planes previos, algunas ideas distintas
San Martín habría incurrido en imperdonable negligencia si, antes de venir a Sudamérica,
hubiese desperdiciado las oportunidades que tuvo de conocer las iniciativas de otros
estrategas que –como miembros de una de las principales potencias de la época- habían
41
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
estudiado formas de poner fin al imperio español en América.
Según algunos autores, una vez concebida la idea de ir al Perú por Chile, la genialidad de
la idea se hizo evidente. Ciertos relatos sugieren, que la ejecución del plan dio a San
Martín la mitad de su gloria, que no estaría completa si no hubiese sido suya la
“inspiración”
Con la sabiduría que dan las visiones retrospectivas, todo paree obvio: llevar un
ejército por mar a Lima, para rodear a los españoles en el corazón de su imperio, era la
forma de lograr la intendencia de estos países. Sin embargo, si San Martín conoció y
adoptó el Plan Maitland, demostró una sabiduría que le faltó al propio gobierno británico.
La idea de una expedición continental tampoco era obvia para el gobierno de Buenos
Aires, aun después de que San Martín iniciara esa expedición y obtuviera un apreciable
éxito en Chile. Ese gobierno, que durante años se había empeñado en enviar, una tras
otra, inútiles expediciones al Alto Perú -una barrera, antes que un camino a Lima- en 1818
instó a San Martín a abandonar su intento y regresar a Buenos Aires.
El Libertador desafió la sabiduría convencional, y resistió las presiones, porque él
sabía que estaba en la buena senda. Es esta congruencia lo que nos permite valorar su
capacidad estratégica, no la idea de una inspiración recibida de alguna musa militar.
Semejante musa, atrae a algunos historiadores porque, entre otras cosas, ahuyenta
toda posibilidad de que una potencia extranjera haya tenido influencia alguna en la
independencia criolla. La misma actitud sé nota respecto de Bolívar, en Venezuela.
San Martín, como hemos visto, buscó el apoyo británico. Esto no lo hace menos
patriota. La conducción de toda guerra requiere una política de alianzas. Esto no significa
identificarse con los ideales o los intereses de los aliados.
El propio San, Martín había aprendido en España que las alianzas son necesidades
transitorias. Durante años, arriesgó su vida junto a los franceses, en lucha contra aquellos
ingleses de los cuales había sido prisionero durante cuatro meses a fines del siglo XVIII.
(158). Luego, terminó peleando al Lado de los ingleses contra el invasor francés.
Al iniciarse la segunda década del siglo XIX, nadie podía lanzar una guerra continental
en Hispanoamérica -enfrentando tanto la reacción de los ejércitos realistas como el riesgo
de una invasión napoleónica- sin establecer previamente ciertos lazos con una potencia
capaz de prestar ayuda. En 1808, cuando Napoleón invadió dos tercios de España, los
superiores de San Martín no vacilaron en pedir la ayuda de la "Pérfida Albión", y no por
eso se volvieron pro-británicos. En 1811, San Martín bien pudo sentir que el interés
comercial británico y el interés político sudamericano tenían una ocasional coincidencia.
Eso explicaría la búsqueda de apoyo. La discusión de todas las alternativas posibles para
atacar al poder colonial español en América era, por cierto, una de las ayudas que Gran
Bretaña podía prestarle al Libertador en esta etapa preliminar de su expedición
sudamericana. .
Por otra parte, el gran mérito de San Martín es la proeza en sí. Cruzó, con un ejército
precario, una de las cadenas montañosas más altas de la Tierra, sorprendió y derrotó a
un ejército superior, armó una flota de la nada y obligó al poderoso poder colonial español
a entregar Lima sin lucha. Es aquella gesta, no el copyright del plan, lo que da a San
Martín su lugar en la historia.
Cualesquiera fueran las bondades del concepto estratégico, hay que admitir que es
fácil realizar grandes campañas sobre un mapa. En cambio, hace falta un formidable
genio organizativo para llevar a cabo, en el terreno, una campaña de la magnitud que tuvo
la realizada por San Martín.
El propio Maitland conoció por experiencia la brecha que separa a los planes de la
realidad. Primero, fue a asegurar el dominio británico en Santo Domingo (Haití), con la
esperanza de tomar control de toda la isla, y terminó rindiendo todas las posesiones
británicas a Toussaint l'Ouverture. Más tarde, sufrió un revés en la costa francesa, cuando
su intento de tomar Bellisle terminó en fracaso. (
42
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
Además, si las coincidencias entre el Plan Maitland y la campaña de San Martín son
asombrosas, las diferencias no son menos significativas:

1. San Martín no contó con un ejército de 8.900 hombres, (160) sino sólo con 3.700
voluntarios. No eran soldados entrenados en academias europeas, sino entusiastas
criollos.
2. San Martín no tenía, por otra parte, reserva alguna a la que recurrir en caso de ne-
cesitar refuerzos.
3. Cuando ese ejército cruzó los Andes, no había del otro lado una poderosa escuadra
naval esperando para unírsele. Maitland había considerado que no -se podía vencer a
los españoles en Chile si no se los atacaba "de ambos lados"; San Martín se vio
obligado a atacar sólo desde el lado andino.
4. San Martín no tenía, esperándolo en el Pacífico. una flota lista para transportar su
ejército a Perú.
5. El cruce de los Andes, que según Maitland tomaría "cinco o seis días", demoró más de
un mes. La magnitud de los Andes sólo empezó a apreciarse en Europa después de
1824, cuando el Barón Alexander von Humboldt reveló el aspecto físico de América y
se pudo comprender entonces que "el pasaje de los Alpes y el Monte San Bernardo,
por Aníbal y Napoleón respectivamente, no es comparable a la empresa (de San
Martín)".) El Libertador condujo un ejército de 3.000 infantes, 700 hombres montados y
21 cañones a través de los pasajes nevados de los Andes. a alturas que van de 3.000
a 5.000 metros.
6. San Martín no pudo emplear el factor sorpresa. Con recursos escasos, necesitó más
de cinco años para completar su campaña. Lo que Maitland imaginó como una serie
de golpes rápidos y decisivos, a cargo de una de las naciones más poderosas del
mundo dueña de los mares - y de una incomparable experiencia militar- fue en
realidad la tarea paciente de un puñado de criollos que necesitaron media década para
alcanzar el objetivo.
7. Por último, la campaña de San Martín no fue sólo una magnífica empresa militar. El
Libertador presionó por la independencia del Río de la Plata. contribuyó a la creación
de Chile. proclamó la independencia de Perú y gobernó ese país. Combinó propósitos
políticos y militares, y los llevó a cabo al mismo tiempo.

Es importante destacar que una de las razones por las cuales Gran Bretaña nunca se
decidió a aplicar un plan como el de Maitland fue, precisamente, la falta de un líder de las
características de San Martín. En 1806, cuando Hippisley aún pugnaba por lograr que su
gobierno ayudara a los criollos a liberarse de España y formar estados nuevos dispuestos
al comercio con Inglaterra-, Thomas Douglas, quinto Conde Selkirk, observó que no había
hombre capaz de llevar adelante esa empresa: "Nuestro ejército no tiene abundancia de
oficiales que tengan, siquiera, talento militar. ¿Cómo podemos esperar encontrar un
hombre que una ese talento a los que se necesitan para ser estadista y legislador?". San
Martín demostró ser un líder con esas virtudes.
En todo caso, el mérito de Maitland también debe ser reconocido. Así San Martín no
hubiera conocido su plan, el caso es que aquel oficial escocés concibíó, dos décadas
antes de la expedición y sin conocimiento directo de Sudamérica, un plan que –está
demostrado- era factible y eficaz. La caída de Perú, que ocurrió de un modo similar al
sugerido por Maitland, marcó -como él lo previera- el fin del dominio español en
Sudamérica.

43
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
6.6. SITUACION DE CHILE HASTA RANCAGUA. LOS EMIGRADOS. ACCION DE
CARRERAS

Fuente: LINCH, Jonh, Las Revoluciones Hispanoamericanas 1808-1826.Barcelona, Ariel,


1986. p.145-156

CHILE, LIBERTADO Y LIBERTADOR

LA PATRIA VIEJA

Chile consiguió la independencia más tarde que el Río de la Plata pero antes que el Alto
Perú. Alejada de los grandes focos de la revolución en el sub-continente, la colonia se
hallaba bajo la sombra amenazadora del Perú realista, al alcance de las armas y los
navíos virreinales.' Pero el sentido de identidad de Chile estaba más desarrollado que en
el. A1to Perú y su clase dominante tenía menos miedo de la revolución. La sociedad era
racialmente homogénea. Tenía no más que 800.000 habitantes, alrededor de la mitad de
dos cuales eran mestizos, con una poderosa élite criolla de terratenientes, comerciantes y
propietarios de minas.147 Mientras que rebalsaba ampliamente en número a los 20.000
españoles, los criollos apenas sufrían presión demográfica de los sectores de color. Había
solamente 20.000 negros, zambos y mulatos, de los cuales alrededor de 5.000 eran
esclavos empleados especialmente en el servicio doméstico 148 Y los indios eran un
problemas más militar que social, concentrados como estaban -unos cien mil de ellos- al
otro lado del río Bío- Bío y formando de hecho un estado independiente y hostil.
Esta sociedad mestiza estaba encerrada dentro del estrecho valle central entre los
Andes y el Pacífico; Coquimbo señalaba la frontera del desierto en el norte, y el Bío-Bío la
frontera india en el sur.
La actividad económica se basaba en la producción y venta de productos agrícolas,
especialmente carnes y cereales para el mercado peruano, mientras que una pequeña
cantidad de cobre encontraba un mercado en Buenos Aires y en Europa. En una limitada
economía de este tipo, el comercio libre no era un gran problema. La geografía, no los
monopolios, era quien dificultaba las perspectivas de Chile y lo mantenía alejado de las
principales rutas marítimas. El monopolio colonial se había flexibilizado bajo los últimos
Borbones; el acceso a los mercados internacionales era más fácil y había abundantes
mercancías extranjeras. La dificultad de Chile era ganar lo suficiente como para pagar las
crecientes importaciones; el no poder hacerlo significaba que, el mercado se saturaba,
eran frecuentes las bancarrotas, la industria local declinaba, y los metales preciosos
salían del país149.
Al final del imperio la economía chilena necesitaba de la libertad, pero no del libre
comercio; más que nada necesitaba libertad para imponer su propia protección, arreglar
sus propios impuestos, controlar su propio crecimiento. Sobre todo, de acuerdo con la
economía política de la Ilustración, quería libertad para expansionarse, para desarrollar
los recursos olvidados por la metrópoli, ganar más para producir más 150. Peticiones de
este tipo, sin embargo, eran hechas especialmente por intelectuales que hablaban sólo
para sí mismos. Chile carecía de una fuerte clase empresarial capaz de representar los

1471
Francisco A. Encina, Historia de Chile desde la prehistoria hasta. 1891, 20 vols. Santiago, 1942-1952, V, pp. 159-169; para el
censo. de 1813, véase, Raúl Silva Castro, Egaña y la Patria Vieja 1810-1814, Santiago, 1959, pp. 135-148.
148
Guillermo Feliú Cruz, La abolición de la esclavitud en Chile, Santiago, 1942, pp. 39-40.
149
Sergio Villailobos R., El comercio y la crisis colonial. Un mito de la independencia, Santiago, 1%8, pp. 248 y 258-263.
150
Hernán RamÍrez Necochea, Antecedentes económicos de la independencia de Chile, Santiago, 1967, pp. 95-127.
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HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
intereses comerciales o desafiar la preponderancia de la aristocracia rural.
La estructura social estaba edificada en torno a la tierra, que estaba en posesión de
unos pocos afortunados, y que era trabajada por una miserable mayoría. Los propietarios
rurales del valle central eran el, grupo social dominante, encabezado por alrededor de 200
familias criollas, reforzado por gentes procedentes del comercio y de la minería, seguros
de sus propiedades y de su situación, y que se volcaban hacia otras ocupaciones 151.5
Durante el siglo XVIII las grandes estancias ganaderas tuvieron una gran expansión con
el desarrollo de los cultivos agrícolas. Las haciendas, como se las llamaba, eran
empresas comerciales que producían para los mercados de ganado y de cereales de la
Sudamérica de la costa del Pacífico 152. Eran explotadas directamente por los hacendados,
dirigidas por un administrador, mientras que el propietario vivía en Santiago, cuidando de
sus intereses legales, volviendo a la hacienda en la época de la cosecha o en la de la
matanza. Las grandes haciendas llegaron a monopolizar casi toda la tierra del valle
central, y entonces entraron en un periodo de notable estabilidad que llegó hasta
alrededor de 1850. El crecimiento de la agricultura y de la exportación de cereales al Perú
aumentó las demandas de mano de obra. Los esclavos negros eran caros, y una
hacienda podía emplear sólo a unos pocos como domésticos o artesanos. La hacienda
prefería contratar a sus trabajadores, para reducirlos a la situación de dependientes
vinculados, cediéndoles lotes de terreno a cambio de pago en moneda o en especie, pero
sobre todo a cambio del trabajo personal en la hacienda. Eran éstos los inquilinos, que ya
no eran arrendatarios, sino siervos, productos del aumento de la comercialización y de la
«cerealización»(plantación masiva de cereales) de la agricultura en el siglo XVIII, y quizá
víctimas de una creciente conciencia de clase 153. La mayor parte de los inquilinos eran
mestizos y en menor grado castas y blancos pobres. Su situación era peor que la de los
esclavos, porque éstos al menos trabajaban en una casa o en oficios semi especializados;
y después. de la independencia, mientras que la esclavitud fue abolida, los inquilinos
fueron sujetos a unos servicios laborales más claramente especificados y más onerosos.
Entretanto, su nivel de vida era penosamente bajo: «Nada es más común que ver en los
mismos campos que acaban de producir pingües" cosechas, extendidos para pedir de
limosna el pan, los mismos brazos que las recogieron» 154.
Era lógico que los aristócratas criollos, amos del campo, aspiraran a ser amos del país.
En primer lugar, en una época de impuestos crecientes, necesitaban poder político para
proteger sus intereses económicos. Desde cincuenta años antes de 1810 los criollos
mantenían una constante oposición a los impuestos imperiales, que alcanzó el grado más
alto de hostilidad al producirse las exigencias del tiempo de guerra de 1805-1806 155. En
segundo lugar, era vital para ellos controlar la clientela al igual que la administración: en
una colonia pequeña y subdesarrollada, donde .las oportunidades para hacer carrera eran
pocas, lo más importante de todo era monopolizar los nombramientos. Aunque los
chilenos tenían cada vez más cargos públicos dentro del mundo hispánico, querían más
que eso: querían cargos públicos en su país, y los querían todos 156.
Las exigencias de los criollos revelaban una actitud de espíritu que era básicamente
151
. Alberto Edwards Vives, La fronda aristocrática. Historia política de Chile, Santiago, 1966, pp. 15-19 y 22-23. Para una
interpretación clásica aunque quizá demasiado rígida de la sociedad chilena en términos de tierra, véase G. M. McBride, Chile: land
and society, Nueva York, 1936, pp. 11-
152
cJean Borde y Marío[Góngora, Evolución de la propiedad rural en el Valle del Puangue, ,2 vols., Santiago, 1956, l, pp. 55-58.
153
Marío Góngora, Origen de los «inquilinos» de Chile central, Santiago, 1960, pp. 83:104; Borde y Góngora, op. cit., pp. 74-76.
Para la búsqueda de un status aristocrático, véase Domingo Amunátegui Solar, La sociedad chilena del siglo XVIII, Mayorazgos y
títulos de Castilla, 3 vols., Santiago, 1901-1904.
154
Representación, 10 de enero de 1796, en Manuel de Salas, Escritos de don Manuel de Salas y documentos relativos a él y a su
familia, 3 vols., Santiago, .1.9101914, l, p. 152.
155
Sergio Villalobos R., Tradición y reforma en 1810, Santiago, 1961, i>P. 89-100. 10. ' Ibid., pp. 100-104
156
Jaime Eyzaguirre, Ideario y ruta de la emancipación chilena, Santiago, 1957, pp. 52-58; Javier González, «Notas sobre la
'lternativa' en las provincias religiosas de Chile indiano», Historia, II, Santiago, 1963, pp. 178-196.
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HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
subversiva ante el dominio imperial. Por detrás de la oposición ajos impuestos y a las
demandas de cargos públicos había un nuevo sentido de la identidad chilena 157 Y el
crecimiento de éste se dirigía en primer lugar contra la más próxima manifestación del
poder extranjero, Perú. Víctima de su alejamiento geográfico y de la escasez de
mercancías de exportación, Chile dependía totalmente del mercado peruano para vender
sus cereales. La superior influencia, riqueza y poder, del Perú, le permitía forzar la baja de
los precios, habitualmente con apoyo virreinal. Los chilenos sufrían por su condición de
satélites y combatían contra ella158. En primer lugar, Lima perdió su tradicional monopolio
del comercio trasatlántico y del comercio de la costa del Pacífico, y en 1795 los chilenos
consiguieron su propio consulado. En 1778 Chile ascendió de la categoría de provincia a
la de capitanía general, y en 1798 consiguió la independencia administrativa del Perú. En
1810 Chile-se emancipó práctica-mente de la tutela peruana; en, el proceso ganó en
madurez y consiguió más conciencia de sí mismo.
La autoconciencia regional se expresó .en la literatura chilena. Entre los primeros
exponentes literarios de este espíritu estaban jesuitas chilenos exiliado s como Felipe
Gómez de Vidaurre y Juan Ignacio Molina, que escribían con orgullo sobre su patria, sus
recursos humanos y naturales, su historia y sus instituciones. Estos escritos jesuíticos
articularon un incipiente sentido de la nacionalidad que ya había arraigado en los espíritus
chilenos. Una generación entera de criol1os, Manuel de Salas, José Antonio de Rojas,
Juan Egaña, rindieron tributo literario a su país y afirmaron su patriotismo en una prosa
elegante aunque exagerada 159. Después de un largo período de desarrollo, el crecimiento
de la identidad chilena fue repentinamente acelerado por los acontecimientos. La crisis de
1808, obligó a los líderes criollos a actuar como nacionalistas, y en 1810 el concepto de
patria había empezado a significar en Chile más que el mundo hispánico como un todo 160
Ya en 1811 el periodista chileno Camilo Henríquez consideraba la existencia de la
.nacionalidad chilena como probada, diciendo que en aquellas circunstancias Chile podía
ser considerado como una nación y que todo lo empujaba a buscar su seguridad y su
felicidad por sí. mismo161. Bernardo O'Higgins creía que la identidad nacional era evidente,
que Chile se emancipaba por su edad y su madurez. Estos sentimientos, por supuesto, no
eran compartidos por las clases bajas, que como no tenían nada que ganar en la nación
carecían de sentido de la nacionalidad. Muchos de sus miembros combatieron en las filas
realistas, y O'Higgins los arengó en términos francamente nacionalistas: “¿Cómo os
habéis olvidado que sois chilenos, hermanos nuestros, de una misma patria y religión y
que debéis de ser libres a pesar de los tiranos que os engañan?” 162

El incipiente nacionalismo minó los supuestos básicos del dominio español y aflojó
los lazos entre la clase dominante chilena y su soberano. Cuando en 1808, el soberano
fue depuesto por Napoleón, la fábrica del imperio empezó a caerse. Después de una
experiencia de buen gobierno, Chile cayo luego bajo el despótico dominio del gobernador
Francisco Antonio García Carrasco, cuya política chapucera en los últimos dos años
siguientes agravó la crisis163.Gobernando con el apoyo de una facción española y de los

157
Gonzalo Vial, «La formación de nacionalidades Hispanoamericanas como causa de la independencia», Boletín de la Academia
Chilena de la Historia, XXXIII (1966), pp. 110-144; Vial, «Historiografía de la independencia de Chile», en La emancipación
latinoamericana. Estudios bibliográficos, México, 1966, pp. 86-92; Villalobos, Tradición y reforma, pp. 56-7L
158
Villalobos, El comercio y la crisis colonial, pp. 222-235; Ramírez Necochea, Antecedentes económicos, pp. 86-94; Inge Wolff,
«Algunas consideraciones sobre causas económicas de la emancipación chilena», Anuario de Estudios Americanos, XI (1954), pp.
169-196.
159
Simon Collier, Ideas and politics o/ Chilean independence 1808-1833, Cambridge, 1967, pp. 24-27.
160
Néstor Meza Villalobos, La conciencia política chilena durante la monarquía, Santiago, 1958, pp. 226-269.
161
Citado por Collier, op. cit., p. 207.
162
. Archivo de don Bernardo O'Higgins, Santiago, 1946, 1, p. 251.
163
Villalobos, Tradición y reforma, pp. 157-160.
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HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
intereses de ésta, pronto se enajenó a la aristocracia criolla. Su reacción ante la
Revolución de Mayo en Buenos Aires fue aplicar una represión mayor y, para dar un
ejemplo, metió en la cárcel a tres conocidos y respetados criollos. Angustiados por sus
vidas y propiedades los 'aristócratas" chilenos se prepararon para intervenir, y el cabildo
de Santiago intentó deponer al gobernador mediante la fuerza. Para conservar algún tipo
recontrol la propia audiencia. Depuso a Carrasco el 16 de julio de 1810 y lo reemplazó
por un chileno, Mateo del Zambrano conde de la Conquista, un rico e inofensivo
octogenario, qué claramente era un hombre de paja de la aristocracia 164. Pero esta acción
no podía canalizar el flujo de soluciones más radicales o la presión de su principal
abogado, el cabildo de Santiago, que se había convertido en un vehículo de ideas
reformistas criollas165. Se desarrollo un gran debate político, y en él se dijo que el pueblo
español no tenia soberanía sobre América, que las juntas españolas no tenían validez y
que los funcionarios españoles no tenían credenciales. Se convocó un cabildo abierto (18
de setiembre de 1810), se estableció una Junta de Gobierno y se hicieron preparativos
para un congreso nacional. La junta estaba compuesta de criollos de clases altas y de
españoles, y al dar a los criollos cinco de los siete puestos reflejó el nuevo equilibrio de
poder. Por otra parte no era un organismo realmente radical, sino que representaba más
bien una mezcla de «tradición y reforma»166.
Santiago seguía así el ejemplo de Buenos Aires. Y lo hizo en forma de un torrente
de abierto lealismo, a Fernando VII: ¿Pero qué significaba esto y cuanto duraría?
¿Podrían los funcionarios españoles sobrevivir sin fuente de autoridad? ¿No era de flacto
la separación una situación revo1uéionaria por sí misma? Había más o menos dos
respuestas a estos problemas, la reformista y la revolucionaria. Los reformistas querían
terminar con la opresión colonial y con las restricciones económicas y establecer una
autonomía dentro de una armazón española; por ello pedían un congreso y una
constitución. Los revolucionarios iban más lejos: para ellos la lealtad a Fernandino era
más que una máscara tras la cual disimulaban su intención real -acabar con el dominio
colonial en cualquier forma, y la independencia completa de Chile. La justificación era
nada menos que una declaración de soberanía popular. El autor anónimo del Catecismo
_político cristiano (1810), largo argumento en favor del gobierno republicano y de las
instituciones independientes, mantenía que, en caso de disolución del gobierno por
muerte o prisión del rey, «la autoridad vuelve al pueblo de donde salió» y sólo éste tiene
el derecho a formar un nuevo gobierno 167. En 1810 los revolucionarios eran una minoría.
Futuros independentistas como Juan Egaña y Manuel de Salas no llevaban su posición a
sus últimas consecuencias. José Antonio de Rojas y Juan Mar1ínez de Rozas, dirigían a
los que buscaban la verdadera liberación; pero quizá el menos equívoco de los
revolucionarios" ,era Bernardo O'Higgins.
Bernardo era hijo de Ambrosio O'Higgins, un irlandés del servicio colonial español
que, al nacer Bernardo en l778, era intendente de Concepción, y posteriormente
gobernador de Chile y virrey del Perú. Bernardo fue separado de su madre chilena y
recibió la mayor parte de su educación en Inglaterra. Allí, en 1798, bajo 1a influencia de
Miranda, se convirtió a la causa de la independencia y llegó a estar «nutrido ya en los
principios liberales y amor a la libertad que entonces ardía demasiado en-los corazones
de la juventud europea»168. Volvió a Chile en 1802 para hacerse cargo de la hacienda
Canteras que había heredado de su padre, y para vivir la vida de un rico te rrateniente, un
164
Jaime, Eyzaguirre, El. conde de la Conquista, Santiago, 1951.
165
Julio Alemprte, El cabildo en Chile colonial, Santiago, 1940, p. 405;' Néstor Meza Villalobos, Le actividad política del reino de
Chile entre 1806 y 1810, .Santiago, 1958, p. 94.
166
Villalobos, Tradición y reforma, p. 236.
167
Ricardo Donoso, El catecismo político cristiano, Santiago, 1943, p. 100.
168
22. «Memorias útiles para ia historia de la revolución sudamericana», Arch. O'H., l, p. 27; véase también 'O'Higgins a Mackenna,
5 de enero de 1811, ibid., l, p.63.
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HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
dirigente de la sociedad sureña. En 1810 se unió al partido de Martínez de Rozas en
Concepción, formó una fuerza de milicias para la junta, y se preparó para dejar el
aislamiento y la seguridad de su hacienda. En 1811 fue diputado por Los Ángeles al
congreso nacional en Santiago 169. O'Higgins entró en la política revolucionaria con alguna
reserva, prefiriendo la vida de hacendado; pero, una vez tomada, su decisión fue
absoluta. Estaba convencido de que el movimiento de 1810 era una revolución y de que
había que apoyarlo. Escribió a su amigo argentino Terrada que desde el 25 de mayo su
único objeto había sido la independencia de España y el establecimiento de instituciones
republicanas, pero en Chile ni su tío, ni Rozas ni él mismo se habían atrevido a declarar
abiertamente que ése era su verdadero propósito desde el principio de ola revolución. 170
O'Higgins expresaba el punto de vista de la vanguardia de los revolucionarios en
Santiago y en Concepción. ¿Pero podría esta minoría movilizar a una mayoría? ¿Cómo
los revolucionarios convertirían a los reformistas?. En primer lugar, el dominio por, parte
de España significaba en realidad el dominio por parte del Perú, que en las circunstancias
de 1810 se convirtió de modo natural en la base del poder español en Sudamérica. Chile
no podía tolerar el dominio por parte de este ajeno y tradicionalmente hostil vecino. En
segundo lugar, los revo1ucioúarios sin duda tenían razón y los propios españoles lo
demostraron. Ningún gobierno español podría ofrecer la autonomía o un estatuto de
igualdad; ni los liberales ni los absolutistas tenían otra política para América que la
rendición incondicional a la autoridad imperial. De este modo no había sitio para el
reformismo, y en los años que siguieron a 1810 los reformistas se arrojaron en brazos de
los revolucionarios y ayudaron a formar un más amplio grupo de «patriotas». Pero éstos
tuvieron que prevalecer sobre el resto de la sociedad chilena, que estaba profundamente
dividida en cuanto a las cuestiones políticas del día.

Entre 1810 y 1814 Chile era una nación incipiente con gobierno e instituciones propias.
Sin una declaración formal de independencia, se zafó del imperio español, se empeñó en
una discusión política, hizo sus experiencias con un gobierno representativo, y adquirió
los hábitos de independencia. Fue ésta la Patria Vieja, que abrió el camino hacia la
nacionalidad. La junta de 1810, dominada por el experto funcionario criollo Juan
Martínez de Rozas, inauguró una serie de reformas liberales, incluyendo el decreto del 21
de febrero de 1811 que abrió los puertos de Chile al comercio internacional, un decreto
que, fueran los que fueran sus efectos prácticos, fue ciertamente "un ejercicio" de
autonomía171. La audiencia, centro de los intereses españolistas, fue disuelta. Y la
constitución provisional de 1812; declaró que «ningún decreto promulgado por cualquier"
autoridad o tribunal de fuera de1 territorio de Chile puede tener efecto a1gúno». El
progreso de la revolución, sin embargo, no afectó a todos los sectores de la clase
dominante de Chile, y sería una equivocación considerar a la aristocracia rural como un
grupo unido o un partido.
O'Higgins identificaba -tres sectores: los godos, que eran los españoles y los realistas
criollos; los indiferentes, que ocupaban una posición' de no compromiso en el centro, Y
los 'patriotas, que eran 'partidarios de la total independencia 172. La reunión del congreso
nacional, a partir del 4 de julio de 1811, fue la primera vez que en Chile se pudo oír una
opinión, sacando a relucir claramente estas divisiones. La asamblea estaba dominada
por la rama conservadora de la aristocracia rural dirigida por la familia Larraín, y los
169
Jaime Eyzaguirre, O'Higgins, Santiago, 1965", pp. 44.51. Sobre O'Higgins, verse también Benjamin Vicuña Mackenna, Vida de
O'Higgills, en Obras completas, V, Samiag.:l, 1936; J. Kinsbruner,' Bernardo O'Higgins, Nueva York, 1968; S. Clisso.1d, Bernardo
O'Híigins and tbe independence 01 Chile, Londres, 1968.
170
Vicuña Mackenna, O'Higgins, p. 129.
171
Véase infra, pp. 169-170.
172
«El primer congreso», Arch.. O'H., I., p. 144-146; véase también Julio" Alemparte, Carrera y Freire; fundadores de la
Republica, Santiago, 1963. pp. 96-100.
48
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
radicales de la facción de Rozas se encontraron rebasados por el número. El congreso
empezó a frenar el cambio político, y formó una segunda junta ejecutiva a su gusto. En
estas circunstancias, Rozas y los radicales se .retiraron a Concepción, donde formaron
una junta provincial e intentaron mantener viva la revolución. Pero el congreso fue a su
vez rebasado, porque fue primeramente purgado y luego disuelto por un recién llegado a
la escena revolucionaria, José Miguel Carrera, un joven de veintiséis años, veterano de la
guerra en la península.
Carrera volvió a Chile convencido que «ha llegado la época de la independencia
americana; nadie puede evitarla» 173. Lo apoyaba en una poderosa familia de
terratenientes y militares que consideraban a Chile casi como un asunto privado, y lo
movía su ambición por el poder personal. Éste lo consiguió mediante un virtual golpe de
estado (15 de noviembre) que tenía como objeto la independencia; pero poco más,
porque no tenía programa político. Pero tenía más seguidores militares que cualquiera de
sus rivales, y esto le permitió enfrentarse a Rozas en la primera mitad de 1812 y
deportarlo. El campo estaba ahora libre. En cierto sentido, Carrera respondía a la
necesidad de la revolución de un caudillo militar; ésta no había tenido tiempo para
desarrollar unas instituciones robustas y se tambaleaba por .falta del liderazgo. Carrera se
lo proporcionó. Fue capaz de controlar el ejército patriota, y dar a la revolución la orga-
nizaci6n.militar que .necesitaba; y como aristócrata tranquilizó, aunque sólo por un
tiempo, a la clase dominante criolla. Gozaba también de apoyo general, y su .régimen
tuvo matices populistas. Pero éstos fueron decepcionantes. .Para un hombre que
declaraba que «el pueblo .nunca ha sido oído», Carrera fue singularmente reticente en
expresar sus necesidades174. Sin embargo, bajo su dirección revolución consiguió un
nuevo ímpetu político, y nuevos reclutas, especialmente en los campos del periodismo y
de la propaganda. Y fue en ese momento, en las páginas de la Aurora de Chile., cuando
Camilo Henríquez se hizo eco de las exigencias básicas y de las esperanzas de la revo-
lución chilena. Pero era casi inevitable que un caudillo militar provocara facciones rivales
entre la aristocracia . Un grupo de oposición se centró en torno los Larraín una poderosa
y amplia red familiar y la rama «constitucional» de la revolución miró hacía O'Higgins,
quien en el sur era el heredero "político" de Quiroga Rozas. Fina1mente, mientras
destruía la revolución interior, Carrera también invitaba a la represalia contra los realistas
del Perú
A principios de 1813 el virrey: Abascal estaba convencido de que los patriotas
chilenos perseguían la independencia y de que no tenían un apoyo de mansas. Por lo
tanto envió una pequeña fuerza bajo el mando del brigadier Antonio Pareja para aplastar
a los insurgentes y obligarlos a someterse sin condición al dominio español. Los chilenos
no eran fuertes militarmente, estaban debilitados por sus luchas intestinas y no poseían
poder naval. Así la expedición española pudo desembarcar en el sur, tomar Concepción y
avanzar hacia el norte por el valle central, donde se le unieron muchos simpatizantes
chilenos, iniciando una guerra civil. El punto muerto militar generó una oposición mayor a
Carrera, quien a pesar de sus poderes dictatoriales se mostró incapaz de derrotar a los
realistas. La oposición puso sus esperanzas en O'Higgins, que ya se había distinguido en
algunos pequeños encuentros, y le ofreció la dirección. Pero O'Higgins continuaba
prefiriendo obedecer a dirigir; objetando que un cambio en el mando perjudicaría el
esfuerzo de guerra vaciló mucho antes de aceptar (9 de diciembre de 1813) el
nombramiento de comandante en jefe175. Tenía muy poco sobre lo que mandar, y en el
ínterin se había debilitado la posición patriota. Abascal golpeó de nuevo, enviando una
segunda fuerza para reforzar a los realistas chilenos a principios de 1814. O'Higgins era
un novato comparado con los profesionales que tenía en frente; se vio obligado a ceder
173
Alemparte,Carrera y Freire, pp. 39-41. 28. Ibid., p. 41.
174
Ibid., p.41
175
Eyzaguirre, O'Higgins. pp. 97-98.
49
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
Talca y limitarse a una frágil defensiva. La hubiera encantado aceptar (3 de mayo de
1814) un armisticio mediante el cual Chile tendría cierta autonomía y comercio libre como
pago por 1a aceptación de la constitución española de 1812 y la soberanía de Fernando
VII. Pero los patriotas tenían muy poco con lo que negociar, debilitados como estaban por
la guerra civil entre las fuerzas de O'Higgins y Carrera, que había logrado situarse como
jefe de gobierno en Santiago.
Abascal rechazó el armisticio y despachó una tercera oleada de refuerzos bajo el
mando del general Mariano Osorio; ésta estaba formada por tropas veteranas recién
llegadas de la guerra peninsular, y por supuesto formaban una fuerza unida. O'Higgins y
Carrera, por otro lado, no pudieron reunir sus fuerzas de modo eficaz para enfrentarse a
los realistas; los revolucionarios, fueron decisivamente derrotados en la batalla de
Rancagua (1 y 2 de octubre de 1814), donde, a pesar de los heroicos, esfuerzos de
O’Higgins, sufrieron un, gran desastre y perdieron la mayor parte de sus fuerzas176. .
Después de Rancagua, O'Higgins y Carrera huyeron a través de los Andes hacia
Mendoza, mientras Osorio entraba en Santiago triunfalmente, jactándose ante el Virrey
del Perú de que su entusiástica recepción le convencía de que «los caudillos de la
insurrección y sus alucinados secuaces jamás tuvieron imperio en los corazones.
Rancagua recordará su nombre con horror hasta el :fin de los siglos»177. Desmanteló la
Patria Vieja y restauró el orden anterior a 1810. Pero no podía restaurar la prístina
inocencia política de Chile. La Patria Vieja había sido el foro de un gran debate
ideológico, y fue en esos años cuando la conciencia política de la clase dominante sufrió
una gran transformación»178. Teóricos como Juan Egaña y Camilo Henríquez elaboraron
las puras doctrinas liberales de soberanía del pueblo, gobierno representativo,
constitución escrita, derechos de libertad, seguridad, propiedad e igualdad. Y lo que los
ideólogos de la independencia dejaron por hacer, lo completaron los españoles. Porque lo
que siguió a la victoria de Rancagua no fue una política de reconciliación, sino de
represión. Las campañas militares de 1813-1814, desafortunadas para los criollos a corto
término, sirvieron a la larga a la causa de la independencia al hacer más profunda la
separación entre patriotas y realistas. Este fue el primer error de cálculo del virrey
Abascal. El segundo fue la contrarrevolución. En 1815 Osorio .fue sucedido como
gobernador por Francisco Casimiro Marcó del Pont, que inmediatamente impuso un reino
de terror sobre el país acorralado 179. Los criollos eran llevados a rastras ante tribunales
especiales para que demostraran su lealtad. Los líderes revolucionarios fueron
encerrados en la isla de Juan Fernández mientras que sus juicios se hacían
interminables. Se confiscaron propiedades; se destruyeron casas, se impusieron
préstamos forzosos. La indiscriminada represión, que cayó sobre los criollos de todas las
opiniones políticas, hizo que el dominio español fuera objeto de universal repulsa. La
degradante experiencia de 1814-1817 enajenó a la inmensa mayoría de los chilenos del
dominio español y elevó al máximo el deseo de independencia 180. En el campo
empezaron a operar bandas de guerrilleros, que se infiltraban en las ciudades. Y al otro
lado de los Andesse estaba formando un gran ejército de liberación.

Si bien Rancagua fue una derrota más, los años de 1814-1816 fueron años de
represión para la totalidad del movimiento revolucionario en Sudamérica. Terminada la
guerra peninsular y restaurado Fernando VII, España empezó a golpear fuertemente en

176
Sobre esta batalla controvertida, véase Diego Barros Arana, Historia general deChile, 16 vols., Santiago, '1884.1902, IX, pp.
547-584.
177
Citado por Alemparte, Carrera " Freire, p. 129
178
Collier, op. cit., pp. 129-178.
179
Sobre esta contrarrevolución represiva y los prisioneros de Juan Fernández, véase Arch. O'H., XIX, ; y Juan Egaña" El chileno
consolado en los presidios, ibid., XX.
180
Villalobos, Tradición y reforma, pp: 237-241
50
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
América. En el norte el ejército del general Morillo aplastó a los venezolanos y a los
neogranadinos. En el Alto Perú, los realistas hicieron retroceder al último ejército porteño
de liberación y parecían dispuestos a descender hasta Tucumán. En Chile dominaba la
contrarrevolución. En 1816, un observador británico decía: «Es imposible que las apa-
riencias puedan ser más desfavorables para la causa revolucionaria» 181. Pero sobre las
ruinas de la primera revolución, los libertadores levantaron una segunda oleada de
emancipación, y ésta tomó la forma de un movimiento de pinza a vasta escala continental,
convergiendo sobre Perú desde el norte y desde el sur. El movimiento del norte fue
dirigido por Bolívar, el del sur por San Martín. En enero de 1814 San Martín fue nombrado
comandante en jefe del batido ejército del norte. Enseguida empezó a trabajar en el
mejoramiento de las defensas de Tucumán, y fue entonces cuando empezó a mostrar
aquella capacidad organizadora que fue la clave de sus éxitos militares 182. Fue entonces
también cuando se convenció de la absurda estrategia septentrional de la revolución. En
abril se le otorgó permiso para retirarse a Córdoba por razones de salud y abandonó el
mando del ejército del norte. En agosto solicitó, y le .fue concedido por la administración
de Posadas, el gobierno de Cuyo; y a principios de septiembre puso su cuartel general en
Mendoza. Había dejado el ejército del norte; ahora iba a crear el ejército de los Andes. Su
estrategia se basaba en la tesis de que la revolución sudamericana no estaría segura
hasta que el corazón del poder español en Perú no fuera destruido.

6.7. SAN MARTIN EN CUYO. FORMACION DEL EJERCITO DE LOS ANDES


San Martín gobernador intendente de Cuyo
Con fecha 10 de agosto Posadas nombró al coronel José de San Martín para
ocupar el cargo de gobernador intendente de Cuyo, en sustitución de Marcos Balcarce,
cuya presencia en Chile sé estimaba necesaria. Al nombramiento de San Martín, hecho
“a su instancia y solicitud:', .se lo justificaba con el doble propósito de permitirle “
continuar los distinguidos servicios que tiene hechos a la Patria y el de lograr la
reparación de su quebrantada salud en aquel delicioso temperamento". Es evidente que
San Martín, al hacerse cargo del puesto, el 12 de setiembre, no podía pensar en
aislamiento alguno, ni de la situación de Chile ni de las sinuosidades de la política interna
y externa del gobierno de Buenos Aires, que en aquella hora confiaba en que, mediante
el «famoso Alvear, él su genio y actividad" -como dijo Posadas en carta a Juan José
Paso-, pronto se! terminaría con el centro reaccionario de Lima.
Posadas y la situación militar.
Por carta de 16 de setiembre Posadas informó a San Martín que había sido
aceptada la propuesta de Pezuela de un armisticio, lo que no era verdad. Se alegraba de
que con ello se lograría respirar un tanto y preparar un ataque al Alto Perú hasta llegar a
Lima, lo que le comunicaba «reservadísimamente", si bien destacando que en el día "todo
nuestro ojo debe estar fijo por la vanguardia de este río". Diego Luis Molinari dice: «Era
difícil a Posadas explicar el alcance del plan en que se había embarcado el gobierno ar-
gentino. San Martín, como Posadas mejor que nadie lo sabía, había roto en el seno de la
Logia ,porque la Asamblea no declaraba la independencia, y mal se avendría a estas
combinaciones en que se arriaba la bandera de la Revolución", puesto que no ignoraba
la: misión confiada al coronel Ventura Vázquez de ofrecer un armisticio a Pezuela.
Con fecha 24 de setiembre Posadas volvió a escribir a San Martín, exponiéndole,
el plan general de defensa del país. A los chilenos había que mantenerlos con promesas,

181
Bowles a Croker, 22 de junio de 1817, en NSA, pp. 202-203.
182
. José P. Otero, Historia del Libertador don José de San Martín, 4 vols.,Buenos Aires, 1932, 1, pp. 234-260. . .

51
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
ya que no se podía disponer de los mil quinientos hombres que Balcarce había pedido
angustiosamente para .hacer frente a Osorio, puesto que «estando como estamos
empeñados en la campaña del Perú, no podemos divertiruna considerable parte de
nuestra fuerza como la de 1.500 hombres hacia el Estado de Chile”' Anunciaba que
habían marchado al Norte los cazadores de Igarzábal, el regimiento de Pagola,
aumentado con los prisioneros tomados en Montevideo; el de Soler, aumentado con
negros en Montevideo, y mil cincuenta hombres más del Regimiento N° 2;”.. faltan por
salir los artilleros y algún restito -agregaba Posadas- que siempre barrerá Alvear cuando
concluya la campaña de la Banda Oriental y emprenda su viaje al Ejército de interior”. El
resto de las fuerzas que quedaba para "hacer frente a la señora España" se limitaba,
según Posadas, a los granaderos de infantería, los de a caballo, los dragones de
Rondeau y los negros del regimiento N° 10 de Holmberg, quienes guarnecían a
Montevideo y su campaña. En Buenos Aires sólo quedaban el regimiento N° 3 de French,
el N° 8 de negros mandados por Balvastro, algunos artilleros y los doscientos hombres de
guardia del mando de Larrea. Después de este balance Posadas preguntaba: “.. ¿. y en
este estado, repito, podemos desprendernos de 1.500 hombres?"
Pero la carta de Posadas tenía un final interesante. Decía as!: "Sírvase Vd. decir al
paisano Balcarce que tenga ésta por suya" que nuestros objetos por esta parte son
muchos y de preferente atención, que nos hace muchísima cuenta batir con tiempo y
aniquilar todas las fuerzas del Perú o del mando de Pezuela, y que nuestros VASTOS
PROYECTOS SOBRE CHILE los hemos de realizar si la fortuna nos sopla, no para
subyugar a esos mancarrones como inicuamente se lo presumen, sino para entrarlos en
el sendero de la unidad de sentimientos y conformidad de ideas, a fin de establecer un
gobierno sólido y estable contra todos los ultramarinos."
Este párrafo ha hecho suponer que la referencia a a los "vastos proyectos sobre
Chile" se refería al planteo de utilizar a ese país como cabeza de puente para atacar a
Lima, pero tal cosa no surge del texto, sino algo mucho más relativo. Lo importante era
que, mientras Posadas escribía esta carta, viajaba, rumbo a Río de Janeiro el aviso
anunciando que se mudaba de política y que pronto acudirían dos diputados a besar la
mano de Fernando VII; y a los pocos días Osorio se apoderaba de Chile. Para peor, la
situación de la Banda. Oriental no resultaba tan fácil como se había supuesto.

Chile en poder de Osorio. Éxodo chileno a Mendoza.

El 30 de setiembre José Miguel Carrera supo qué Osorio avanzaba hacia los vados
de Cachapoal y, suponiéndolo con fuerzas superiores a las suyas, resolvió retirarse hacia
el Norte, en procura de Coquimbo, á fin de salvar la tercera división y los elementos
destacados en Tapocalma, Valparaíso y Santiago. Es lo que explica el primer pedido a
Las Heras para que pasara con su gente a Valparaíso. En las primeras horas del el día si -
guiente (19 de octubre), mientras O’Higgins enfrentaba a Osorio, Carrera se ocupaba
reorganizar la retirada. Fue entonces cuando Uribe comprendió que Las Heras hacía más
falta en Santiago.
Ya en la tarde del 3 de octubre comenzaron a llegar a Santa Rosa de los Andes los
primeros fugitivos de la capital de Chile. Juan José Paso, que se encontraba en dicho
lugar, supo por boca del Pbro. Camilo Henríquez la verdad de la situación y comprendió
que el plan de Carrera de retirarse a Coquimbo era un desvarío propio de quien confesó
en sus memorias, que se sintió "como paralizado", ante lo que ocurría. Paso se dedicó de
lleno a preparar el éxodo de los chilenos hacia Mendoza, operación erizada de
dificultades, dado que la cordillera permanecía cerrada por los hielos.
Las Heras, entre tanto, había emprendido el camino de Santiago, pero al llegar a la
cuesta de Chacabuco se encontró con las columnas de los que huían, de forma que optó
por regresar a Santa Rosa de los Andes. En este punto un pequeño escuadrón chileno al
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HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
mando del coronel Andrés de Alcázar, se había puesto a las órdenes de Paso para
organizar la travesía a Mendoza de los fugitivos. Tarea ímproba, en cuanto éstos,
dominados por el pánico, se internaban en el macizo andino en confuso tropel, sin
respetar disposiciones que Paso y Las Heras daban para evitar lo que se produjo, o sea,
que muchos- dejaron sus vidas entre los hielos de los Andes; en la tarde del 5 de octubre
llegó José Miguel Carrera a Santa Rosa de los Andes, y protestó por estimar que era un
desconocimiento de su autoridad derivar hacia Mendoza a los, fugitivos sin haber sido
consultado. Instó, a, Las Heras y a Alcázar a que -lo evitaran, pero ambos se negaron,
abandonándolo, no sin que Las Heras le señalara el camino que le convenía seguir para
pasar a Mendoza. Era demasiado militar Las Heras para no advertir que los empeños de
Carrera de hacerse fuerte en Coquimbo eran una simulación, pues- si el propósito de
resistir tomando como apoyo las provincias del Norte hubiera sido efectivo, no se
explicaba que hubiese dejado perder lastimosamente el tiempo entre el 2 y el 5 de
octubre, tres días que significaban siglos en la confusión y desastre de aquellas horas."
La verdad es que Carrera careció de plan concreto alguno posterior a-la derrota. La idea
de pasar a Coquimbo le fue dada por el cónsul británico Poinsett.
Javiera, hermana de Carrera, tomó la vía de la cordillera, de donde se le dijo que
volviera. Quiso entonces Carrera hacerse fuerte en Los Andes, la que era otra locura. Es
que su soberbia se sintió herida al tener que depender de la división auxiliar argentina,
"que poca antes había despreciada, para salvar lo que se podía del desastre pasando a
Mendoza
Hasta el 7 de octubre, Carrera permaneció en Santa Rosa de Los Andes a la
espera de la guarnición de Valparaíso. Lo que llegó, fue la noticia de que se había
disuelto, con lo que tuvo que admitir que la única salida era cruzar la cordillera. Pidió
entonces a Las Heras que protegiera su retirada, pero nada podía hacer éste, dado. que
su fuerza había quedado limitada a cincuenta hombres. En tales circunstancias Carrera
adoptó una medida que revela su ofuscación. Despachó a Bernardo. Vera y Pintado con
un urgente pedido de apoyo militar dirigido al gobierno de Buenos Aires.

"Mil hombres resueltos -dijo Carrera en su petitorio-- nos hemos reunido sobre los
Andes y aunque el armamento está muy maltratado nos haremos fuertes, y nos
sostendremos hasta sabe la_ determinaciones de V.E., sin cuya 'generosa protección,
confesamos penosamente, es imposible cualesquiera empresa de avanzar. Ábranse
Extmo. Señor, las puertas de la fábrica de Buenos Aires y de Córdoba. Monten la
Cordillera los hijos del Río de la Plata." La nota terminaba pidiendo que las tropas de
Buenos Aires pasaran "a situarse con, nosotros en la ladera de los Papeles, donde
.somos fuertes por la naturaleza, por nuestras circunstancias y por la debilidad, misma del
invasor; que no se atreve ni puede perseguirnos."

El planteo era absurdo. Ni el lugar elegido era adecuado para resistir, y menos apoyado
en un grupo desmoralizado y sin armas útiles; ni era exacta que el enemigo fuera débil.
Aún suponiendo que Buenas Aires hubiera podido desprenderse de mil' hombres, nada
habrían podido hacer contra Osorio, que disponía de cuatro mil, susceptibles de ser ele-
vados a seis mil en el plazo de una semana.
El 11 de octubre una avanzada al mando de Quintanilla batió a la colocada por
Carrera, al mando de Molina en la cuesta de Chacabuco, con lo que Carrera inició la fuga
a Mendoza.
Cuando los avisos del desastre patriota, que había puesta fin a la batalla de
Rancagua llegaron a Mendoza, hacía un mes que San Martín ocupaba la gobernación
intendencia de Cuyo..Ante la gravedad de los hechos, lanzó un bando incitando a los
mendocinos a la solidaridad con los patriotas de Chile. En él decía:

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HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
"Chile ha caído; sus 'habitantes, sus familias enteras, con ancianos, mujeres y niños
vienen porlas ásperas cordilleras buscando en vuestros brazos como salvarse de la saña
y de la barbarie de los enemigos de la independencia argentina: venid conmigo y
corramos a darles auxilio de la hospitalidad, mientras nos armamos y les llevemos el . de
nuestros soldados para reponerles en la posesión del suelo de que los tiranos extranjeros
pretenden desalojar los. ¡Sea ésa la gloria de Cuyo!"

San Martín había sido bien recibido en Cuyo. El Cabildo de Mendoza advirtió que
se trataba de a1go distinto .a todo lo que había visto hasta entonces pasar por su gobier-
no, de manera que fue siempre el mejor apoyo que San Martín tuvo en esa ciudad. Su
bando conmovió a la población y puso en acción a los cabildantes. Antes de las vein -
ticuatro horas partían por el camino de Uspallata mil trescientas mulas, ciento ochenta
cabezas de ganado, doscientos líos de charque, frutas secas, vino, aguardiente, víveres
diversos y ropas. Como el problema de alojar a los fugitivos era apremiante, con fecha 10
de octubre San Martín ofició al Cabildo haber resuelto que se repartieran “ por tres días
entre los, vecinos de esta ciudad a los que sucesivamente vayan llegando con proporción
al rango que hayan tenido". Él Cabildo debía cuidar el cumplimiento de la disposición.

San Martín y los inmigrados chilenos de Rancagua


Despachados los primeros socorros, el 11 de octubre, San Martín comunicó al
Cabildo de Mendoza que la seguridad de la provincia le impelía a separarse unos días de
la ciudad “para adquirir conocimientos indispensables a su defensa", por lo cual había
acordado dejar el mando político a cargo del asesor general y el militar al del coronel ma -
yor. Marcos Balcarce; hecho lo cual se puso en marcha hacia Uspallata, donde a poco
tuvo la visión de la tragedia chilena, al enfrentar las primeras desordenadas columnas de
fugitivos. Lo que más le impresionó fue la soldadesca saqueando a los civiles y a las
misiones de socorro. Al encontrarse con' O'Higgins le confió la tarea de poner orden. En
su informe a Posadas dijo:

"Allí se presentó a mI vista el cuadro de desorden estremecedor que puede figurarse.


Una soldadesca dispersa, sin jefes ni oficiales y, por tanto, sin el freno de la
subordinación, salteando, insultando y cometiendo toda clase de excesos, hasta inutilizar
los víveres. Una porción de gentes azoradas que clamaban a gritos venganza contra los
Carrera, 'a quienes llamaban los perturbadores y destructores de la patria. Una multitud
de viejos, mujeres y niños que lloraban de cansancio y de fatiga, de sobresalto y temor.
Un número crecido de ciudadanos que aseguraban con firmeza que los Carrera habían
sacado de Chile más de un millón de pesos pertenecientes al Estado y que los traían
repartidos entre las cargas de sus muchos faccionario ,pidiéndome no permitiera la
defraudación de fendos tan necesarios para la empresa de reivindicar lá patria. . ."
En UspalIata se acercó a San Martín Juan José Carrera para notificarle que" en
una choza vecina se hallaban los tres individuas que lo componían [al gobierno de Chile]
por si yo quería ir a verlos. Le conteste que me era muy satisfactorio que hubiesen
llegado buenos y mandé inmediatamente a mi ayudante con un recado de atención". Lo
correcto habría sido que los integrantes del gobierno de Chile se hubieran adelantado a
saludar al gobernador intendente de Cuyo. No fue por descortesía que aspiraran a que
ocurriera lo contrario, sino por la absurda pretensión de ser recibidos y considerados
como gobierno de los chilenos en tierra extranjera, al estilo, de esos gobiernos "en exilio",
que el resentimiento trocado en estupidez ha puesto de moda en nuestros días en
algunas partes.
Como, además, San Martín ignoraba, o no tenía por qué tenerlo en cuenta, salvo

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HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
por razones de orden público, que los emigrados llegaban divididos por profundos odios
de partido, al dirigirse a O'Higgins para que pusiera orden en la soldadesca, la que en su
mayor parte respondía a los Carrera, hizo que algunos jefes y oficiales se quejaran a José
Miguel, de haber sido separados del ejército y nombrado a su rival. Como O'Higgins y
sus partidarios, a su vez, formulaban cargos contra los Carrera, entre otros, haber
abandonado a su suerte a la primera y segunda división, rodeada por el enemigo en
Rancagua, mientras él huía con la tercera hasta la capital; en la que no trató de otra cosa
sino de completar el saqueo cargando con todos los cauda1es que su rapacidad había
reunido en la Casa de Moneda, cabe inferir que, si por una parte los Carrera no
simpatizaron con San Martín desde el primer momento, éste no vió con buena opinión a
los Carrera desde que supo de ellos. Los enemigos de los famosos hermanos, en una
representación elevada a San Martín, entre muchas otras cosas, dijeron:

.Por tanto: a V. S. Pedimos y suplicamos se proceda a la aprehensión y confiscación


de los bienes de los tres hermanos, don Juan José, don José Mi_ y don Luis Carrera, de
los ex vocales Uribe y Muñoz, del coronel de milicias don Fernando V ega su hijo don
Manuel, del ayudante don Bartola Araos, de don Juan José Pacol, de los .frailes Beltrán y
García,, de los Villalobos, de e Marcos Triqueros, , de los dos Gaetes, de los do.
Cervantes, y del oficial de artillería dan Servando Jordán; estos quince últimos por
ladrones públicos y principales autores de la ruina de Concepción.. Asimismo,
confiscación de bienes de doña Javiera Carrera y doña Mercedes Fuentesilla, de los
cuatro hermanos Benavente, de don Rafael Saeta, de los tres hermanos Rodríguez, de
don Manuel Manterola, don Manuel Serrana, de don Miguel y don Juan de Dios Uret, , de
don Francisca y dan Manuel Cuevas, y dan Esteban Manzano, en cuyo poderse debe
encontrar !as reliquias públicas del tesoro de Chile; en lo cual está interesada la causa
general de América, como el honor del desgraciado Chile." Entre las muchas firmas de
esta representación, se destacan las de Bernardo O’Higgins, Juan de Dios Vial, Juan
Mackenna, Andrés del Alcázar, Fernando Márquez de Plata, Santiago Bueras, Antonio
José de Irizari, Enrique Larenas, José Cienfuegos, Miguel Zañartú, Lorenzo Ruedas,
José Ai1tonio Huici, etcétera.

San Martín consideró que debía evitar la entrada furtiva de caudales


pertenecientes al tesoro público de Chile, y destacó a un vista de aduana, con un oficial y
tropa correspondiente, para hacer el registro de los equipajes prevenido por las leyes. El
vista, Eugenio Corvalan, comunicó desde Villavicencio que los Carrera habían pretextado
que preferían echar sus equipajes a las 'llamas' antes que permitir que fueran registrados.
San Martín ofició de inmediato a José Miguel y a Juan José Carrera, transcribiendo el
comunicado de Corvalán y agregando:

".. se me hace muy duro creer este proceder, pero en el caso de que así sea, estén V.
S. S. seguros no permitiré quede impune un atentado contra las leyes de este Estado, y
disposiciones de este Gobierno." Anunciaba que el oficial de contaduría Andrés Escala
salía con el oficio y orden de realizar el registro prevenido. El documento terminaba
diciendo: "Yo espera después de la llegada de V. S. S..a ésta, una contestación
terminante sobre este hecho." .
Desde los "Arrabales al Norte de Mendoza, el 17 de dicho mes contestó Juan José
Carrera:
. "No la amenaza de V. S., sino el deseo de conservar mi opinión, acallando la indigna voz
de los caudales que traiga escondidos y que V.S ligeramente se ha creído para tomar
una providencia tan extraña: me ha obligado a hacer revisar mi equipaje con la mayor
prolijidad. … En fin, sólo la antedicha consideración y el anhelo a la vindicta pública pudo
reducirme a tolerar este paso. De lo contrario habría quemado, antes que sufrirlo, cuanto
55
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
tenía, sin que V. S. pudiese de modo alguno impedírmelo.'

El mismo día San Martín ofició a Carrera, diciéndole:

. "V. S. ha hecho una conocida injuria a la representación de este Gobierno con el poco
decoroso, ligero oficio que le pasó con esta fecha. El registro que el mismo ha mandado
ejecutar no es ceñido al equipaje de V. S.; es comprensible a todos los emigrados sin
distinción de ciases; la renta del Estado no puede ser defraudada por los artículos de
derecho que podía contener: V. S. con más que ligereza ha imputado a este Gobierno la
creencia de que tenía caudales escondidos, y que sus órdenes sobre el registro no tenían
más objeto que el de su averiguación. Los representantes de la suprema Autoridad de
las Provincias Unidas no se valen jamás de subterfugios, ni medios indirectos para dar
valor a un procedimiento; si se creyese con derecho a la indagación de los caudales
extraídos sabría hacerlo con franqueza que siempre ha caracterizado sus operaciones."
Terminaba diciendo: "Yo doy parte a mi gobierno del procedimiento de 'V.'S: y en el
ínterin le prevengo que en esta Provincia no hay más autoridad que la que represento y
que sabré sostener/a como corresponde."
El mismo día San Martín recibió dos oficios, uno de Juan José y otro de José Miguel
Carrera. El primero negaba haber injuriado a San Martín con su oficio, declarando que
no era capaz de pretender una relajación en el buen orden, ni de mirar sin la debida
consideración la autoridad de las Provincias Unidas de Buenos Aires, ni de ignorar
tampoco sus derechos personales. El sentido de su oficio, había, sido manifestar el
absoluto dominio que tenía sobre su equipaje para reducido al fuego si le paresia antes de
verlo registrar. La puerilidad del argumento es evidente.
El oficio de José Miguel decía que no se había negado al cumplimiento de las leyes,
pues su equipaje fue conducido a la aduana, después de muy registrado el de su
hermano. Las llaves del suyo se habían perdido en una carga de baúles que le había sido
robada en el camino, y .para que se le pudiera remitir con la brevedad, que exigía su
desnudez, despachaba a su asistente José Conde, para que, a su presencia, se
rompieran las cerraduras. San Martín inmediatamente comunicó a José Miguel que si no
había menospreciado las leyes del país no comprendían a su persona las reconvenciones
que había hecho. .
Del incidente nació un resquemor que los Carrera nunca olvidaron, y que se acrecentó
cuando vieron fallido su propósito de seguir actuando como gobernantes de los chilenos
emigrados, hasta suponer que San Martín, puesto bajo sus ordenes, se encargaría de
entregarles maniatados a los opositores. La orden de revisar el equipaje, de los Carrera
no fue feliz. Mitre acotó que deslumbraba la hospitalidad y por ser inexacto o no poder
comprobar el motivo, expuso a San Martín al ridículo; pero el hecho se explica si se tiene
en cuenta que éste no era un agente neutral, tenía a su lado a Paso y a Balcarce, que
conocían profundamente la política chilena y sus más íntimos secretos, de manera que
tomó posición en ella. Su error en el caso 'fue creer' que los caudales de Chile ve nían en
el equipaje de los Carrera. De todas maneras, lo cierto es que una profunda anti patía los
separó, al punto que hasta los actos más simples y claros de San Martín, fueron
torpemente juzgados por los Carrera como acciones deliberadas para ofenderlos o com-
batirlos.
Por oficio 17 de octubre, José Miguel decía: "Apenas pisé este territorio cuando
conocí que mi autoridad y mi empleo eran atropellados se daban órdenes a mis
subalternos, y se hacía a mi vista y sin mi anuencia cuanto me era privativo: a mis
oficiales se ofrecían sablazo, o rodeados de bayonetas eran bajados a la fuerza de unas
miserables mulas, que habían tomado en la marcha por absoluta necesidad,… Quiero
que V. S. se sirva decirme cómo somos recibidos para arreglar mi conducta: hasta hora
me creo jefe del resto de la tropas chilenas: creo que hasta no entenderme con el
56
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
'Gobierno Supremo de estas Provincias nadie está facultado para alterar lo menor. Yo
debo sabe lo que existe todavía del Ejército Restaurador y de los intereses que he
retirado, pertenecientes en todo tiempo a Chile. Quiero conservar mi honor y espero
que V. S. no se separe en nada de las Leyes que deben ,regirle."

No necesitó, San Martín más que el tiempo material para su respuesta,


estableciendo las razones de su conducta. Reconociendo la jerarquía de José Miguel,
preguntó: "de buena fe, ¿Si en un país extranjero hay más autoridad que las que el
gobierno y las Leyes del país constituyen?"
A renglón seguido, refiriéndose a las órdenes que se daban, dijo: "Nadie daba
órdenes más que el Gobernador Intendente de esta provincia. A mi llegada a Uspallata
las repartí porque estando en mi jurisdicción: una caterva de soldados dispersos cometían
los mayores excesos: se saqueaban los víveres, y se tomaban con un desorden
escandaloso los recursos que remitía este Gobierno para nuestros hermanos los
emigrados: los robos eran multiplicados y en este estado mandé reunir a los sol dados
dispersos: bajó las órdenes del general de Chile Dn. B. O'Higgins y otros oficiales del
mismo estado. V. S. no se hallaba presente, y aun en este caso estaba en mi deber
contener a una muchedumbre que se hallaba en la comprensión de mi mando. San
Martín se adelantaba a declarar que reconocía a José Miguel Carrera como jefe de las
tropas chilenas, "pero bajo la autoridad del [gobierno] de esta provincia".

Ya no quedaba- acota Encina- , sino que Carrera depusiese a San Martín del
mando; o que éste desarmara a los Carrera que contaban con más fuerzas que él, lo
que le hizo comprender que debía actuar con energía. El 19 de octubre pidió a los
Carrera, por intermedio de Juan José Paso, que pasaran a San Luis en beneficio de la
tranquilidad de Mendoza. La respuesta, a la que se unieron Uribe y Muñoz, fue negativa.
A tal extremo llegó la situación que, prácticamente, Mendoza contó con dos gobiernos: el
de su gobernador intendente y el del jefe chileno, instalado en el cuartel de San Agustín,
que San Martín le había facilitado para reunir a su gente.

Dispuesto a poner fin a tales extremos, San Martín logró hábilmente reunir un
fuerte núcleo de soldados chilenos, auxiliado por O' Higgins, Mackenna, Freire y
Alcázar, ,al que reforzó con la división del comandante Las Heras y algunas milicias lo -
cales, con cuya .fuerza el 30 de octubre , rodeo el cuartel de San Agustín y logró que los
Carrera se entregaran. José Miguel y Juan José Carrera, sus respectivas esposas,
Mercedes Fontecilla y Ana .María Cotazos, así como la hermana de aquéllos Javiera
Carrera y los ex vocales Uribe y Muñoz fueron despachados A San Luis el 13 de no-
viembre.

Fuente: SIERRA, Vicente D., Historia de la Argentina. Independencia y Anarquia (1813-


1819), Segunda edición, Bs. As., 1970, p.228-232

6.7. SAN MARTIN Y LAS POLITICAS DE ALVEAR Y PUEYRREDON


Cuando San Martín pidió ser nombrado gobernador intendente de Cuyo juzgaba
con desconfianza la marcha del gobierno, pero, a la par, no desconocía la gravedad de la
situación de Chile y cuánto podía significar tanto para Mendoza como para la causa
americana. Ya hemos adelantado que el objetivo esencial era el propósito de llevar la
guerra al Perú. Antes de pensar en eso había que domeñar de alguna manera el
antiargentinismo chileno, cuya' más fuerte representación eran los Carrera. Dice Pacífico
Otero:”La Revolución -pedía una alianza de corazón y de espíritu, más que de estrategia y
de armas, y los Carrera, antiargentinos por instinto y por cálculo, no ,eran los indicados
57
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
para sellarla." No pretendemos penetrar en el fuero íntimo de San Martín, pero
sospechamos que al visitar por primera vez el gran macizo andino por el valle de
UspalIata, en momentos que las columnas de fugitivos seguían la ruta salvadora de Cuyo,
comprendió que la Providencia le ponía en las manos a aquellos hombres para que
aprendieran a amarlo o respetarlo, pues habría de ser quien les devolviera la patria
perdida y, con el apoyo de ésta, afianzaría en el Perú la independencia americana.
Porque providencial es que ocurriera en el momento que Buenos Aires procuraba
armisticios con Pezuela y acuerdos con Fernando V1I, mientras en la Banda Oriental
Alvear volvía a enarbolar la bandera española a la cabeza de los regimientos, a algunos
de los cuales integró con prisioneros españoles tomados en Montevideo. Esos hechos no
conjugaban con el bando que San Martín emitió incitando a los mendocinos a socorrer a
los chilenos, en cuyo texto, sin subterfugios, expresó su posición en favor de «la
independencia argentina", empleando por primera vez la voz "argentina" con un sentido
nacional.
No escapó a San Martín que lo que dividía, a los chilenos no era fácil de soldar., de
manera que había que plegarse a una de las tendencias en pugna, dotándola de un gran
ideal que actuara como instrumento de unificación de la voluntad del país, y supo elegir.
«Su preferencia por O'Higgins -dice Otero- y por los que con él simbolizaban la causa de
Chile era lógica, era la armónica, lo que la ley de un común destino imponía a argentinos
y chilenos/' Chile necesitaba su hombre, y ése podía ser él, no para gobernarla, sino para
hacer de ella el trampolín necesario para asegurar la independencia de América, ideal que
le había devuelto a su tierra nativa.
No fue lo que vio Posadas. Aprobó la conducta de San Martín con los Carrera, por
entender que la autoridad suprema de las Provincias Unidas no podía permitir en su
territorio abusos despreciativos de sus leyes y poder, pero por oficio de 29 de octubre,
anunciando el envío de doscientos cuarenta hombres de tropa, aconsejó a San Martín
una prudente neutralidad entre los bandos chilenos, una «impasibilidad decorosa, sin
dejar de abrir confianza á los emigrados de uno y otro partido", hasta disponer de las
fuerzas, «que van ya en camino", para hacer sentir con firmeza «el respeto que se debe a
las autoridades de estas Provincias, si alguno osase atacarlas”. San Martín supo hacerse
respetar, y Posadas, mejor informado sobre la situación de Mendoza, cambió de pensar
en pocas horas, y por oficio reservado lo autorizó a debilitar a los Carrera y su partido. Ya
entonces San Martín había logrado que éstos pasaran a San Luis, y a poco, a raíz de otro
incidente, que siguieran rumbo a Buenos Aires.
San Martín organizo una eficiente comisión de ayuda a los emigrados chilenos,
distribuyó la tropa del Chile, alguna de la cual envió a Buenos Aires. Y se dispuso a
defender la gobernación de un posible ataque de Osorio, tarea en que se encontraba en
el comienzo de 1815.
No era San Martín hombre de tácticas defensivas. Desde un primer momento
comprendió que su papel no era defenderse, sino hacer de las provincias de Cuyo la base
de la empresa liberadora americana. Su conocimiento castrense no lo podía engañar.
Para defender el frente cuyano bastaba con los cuatrocientos fusiles y los doscientos
cuarenta libertos que le había enviado Posadas, unidos a las tropas de Las Heras y la
tropa que pudiera organizar localmente. Como dijo entonces “ eso era suficiente para
rechazar a cuantos Osorios lo quisieran incomodar.” Su plan secreto era otro, llegar al
Perú y destruir el núcleo realista, aunque para ello tuviera que recuperar Chile para la
revolución americana.

Mendoza resiste la sustitución de San Martín.

El mismo día en que se hizo cargo del mando, Alvear ascendió a coroneles
mayores a Soler, Terrada, Ocampo y San Martín. No adoptó represalia alguna contra los
58
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
jefes del Ejército del Norte. Procuró organizar las fuerzas armadas, lo que hizo por
decreto de 18 de enero de 1815, dividiéndolas en tres cuerpos: el primero, compuesto con
las tropas existentes .en Buenos Aires, Cuyo, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes,
lo puso bajo su mando; el segundo, integrado con las fuerzas que componían el Ejército
en acción contra el Alto Perú, lo dejó bajo el mando del brigadier José Rondeau, y bajo el
del coronel mayor Miguel Estamislao Soler,' el tercero; o sea el destacado sobre la Banda
Oriental. Como consecuencia de este nombramiento se designó gobernador dé Mon-
tevideo al coronel Ignacio Álvarez Thomas. El campamento de Olivos fue declarado cuar-
tel general del cuerpo de ejército al mando de Alvear.
Los hermanos Carrera habían pasado a Buenos Aires, donde en noviembre Luis
Carrera mató en duelo al brigadier Juan Mackenna, hecho que produjo indignación y
consternación en la ciudad, hasta obligar a que el victimario fuera procesado. Alvear era
amigo de José .Miguel Carrera. Se habían conocido en España. Elevado a director
supremo, puso en libertad al preso. Si al encontrarse en Buenos Aires, entre José Miguel
Carrera y Carlos M. de Alvear se formularon o no las bases de una comandita anti
sanmartiniana, como dice Pacífico Otero, para anular la acción, y la influencia del
gobernador intendente de Cuyo, es una cuestión que no se ha establecido de manera fe-
haciente. Que Carrera y Alvear habían nacido 'para entenderse lo demostró la posterior
azarosa vida de ambos, pero lo cierto es que no se conocen testimonios de que en opor-
tunidad de encontrarse ambos en Buenos Aires, se conviniera: sacar a San Martín del
mando que ocupaba. Que lo desearan -Carrera por odio y Alvear por prevención- es
admisible, y el primero en advertirlo fue el propio San Martín, quien el 20 de enero pre-
sentó un pedido de licencia por razones de salud. Sin dilación alguna, el 8 de febrero
Alvear designó para sucederle al coronel Gregorio Perdriel, oficial de mérito.
Mendoza conoció el 15 de febrero la remoción del gobernador y el inmediato arribo
de Perdriel. La reacción se manifestó espontánea mediante carteles de protesta y solici-
tudes de cabildo abierto, acompañadas por manifestaciones tumultuosas, que obligaron a
San Martín a confiar a BaIcarce la tarea de poner orden en la ciudad. Al día siguiente, y
con la firma de José Antonio González, Gregorio Villanueva, Antonio Suárez, Igna cio
Bombal, MeIchor Corvalán y Marcelirio Vela, integrantes del Ayuntamiento, se invitó a
San Martín a asistir a la Sala Capitular alegando que «afuera dé ella el pueblo estaba
reunido". Accedió San Martín, quien según el acta correspondiente procuró demostrar que
lo que ocurría era consecuencia de la renuncia que había presentado por decadencia de
su salud, que era necesario recibir a quien había de sucederle, pero que, dada la
confianza con que se lo honraba de parte del pueblo, prometía no hacer uso de su licen-
cia hasta que no desapareciese el riesgo de enemigos «con la obstrucción del camino de
los Andes con las nieves próximas". Los capitulares acordaron, en consecuencia, dirigir
una solicitud al director supremo para que dejara sin efecto el relevo, la que fue
comunicada a Perdriel. San Martín se negó a aceptarla, y dirigió al Cabildo un oficio en el
que decía que el pueblo de Mendoza no podía exigirle que no recibiera al nuevo go-
bernador intendente, ni su honor podía permitirle tal acto. "Las reclamaciones que tienen
hechas al supremo director tendrán su resultado", entre tanto, agregaba, "debemos, como
buenos americanos, sujetarnos a sus órdenes". .
El 21 de febrero, alas diez de la mañana, Perdriel debía tomar su cargo. A esa hora
el pueblo se congregó de nuevo dispuesto a impedido, pero los empeños de San Martín
para calmar la efervescencia popular lograron que, a eso de la una de la tarde, la multitud
comenzara a dispersarse. Por su parte, el Cabildo despachó dos oficios. Uno a San
Martín, que. decía: «Todos creemos que se compromete la seguridad del Estado y nues-
tra existencia civil si se procede a la recepción del jefe provisional antes de obtenida esta
suprema resolución, y esperamos que constándole a V. S. mismo la justicia de esta
solicitud, está en la necesidad de sostener tan noble empeño." El otro oficio, dirigido a
Perdriel, decía: «V. S., como tan interesado en la causa de América creemos conformará
59
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
sus ideas con las de este noble vecindario, y se resolverá a esperar la resolución del
señor Director Supremo, que protestamos obedecer." Nadie quería aparecer en actitud de
rebeldía. La resolución había sido apelada por el Cabildo, y de acuerdo con normas
esenciales del régimen capitular bajo los reyes de la Casa de Austria, aunque un poco
perimida bajó el absolutismo borbónico, no podía entrar a actuar el nuevo gobernador
hasta no resolverse la apelación capitular.
San Martín perseveró en su posición y convocó al Cabildo para las cuatro de la
tarde, a fin de que fuera recibido Perdriel. A esa hora la Casa Capitular fue rodeada por
numeroso pueblo, advirtiéndose entre la multitud a soldados de un escuadrón de caballe-
ría, sin armas. A pesar de las protestas, que iban cada vez en aumento, fueron despacha-
dos dos corregidores en busca de Perdriel, quienes regresaron acompañados por San
Martín; éste insistió inútilmente en su punto de vista, pero para evitar que la situación
degenerara, no tuvo otra salida que aceptar la imposición popular.
Con fecha 23 del citado mes San Martín elevó al director supremo un informe
circunstanciado de lo sucedido. Alvear ya conocía la situación por el primer petitorio que
le había enviado el Cabildo mendocino. Comprendió que remover a San Martín podía ser
un grave yerro, con fecha 22 de febrero, respondió dando entera satisfacción a la
demanda.
"No hay nadie en todas las Provincias Unidas -decía Alvear en su nota- que conozca
mejor que yo las cualidades inapreciables que reviste el Coronel don José de San Martín.
Mi amistad con este jefe empezó desde Europa y desde entonces ha sido cultivada, ya
por haber, mandado juntos un mismo regimiento, ya por la inmediación que proporciona
la milicia en el servicio del Estado. Descansaba enteramente en la actividad y celo de
este individuo para defender esa provincia, en las críticas circunstancias en que ahora se
halla cuando me vi precisado a relevarlo del desempeño del cargo de gobernador
intendente, cediendo a las repetidas instancias que a este efecto había dirigido a mi
antecesor, y últimamente me hizo a mí, no sólo de oficio, sino también en cartas particula-
res que conservo. En ellas me aseguraba hallarse su salud en tal peligro, que si no salía
de ese temperamento perecería indefectiblemente, y me rogaba en términos más
encarecidos se le concediese licencia para pasar a curarse al Rosario. Ni como primer
magistrado, ni como amigo, pude negarme a condescender a una solicitud tan justa. En
su consecuencia le despaché el permiso pedido y nombré para subrogarlo interinamente
en el mando al coronel don ,Gregorio Ignacio Perdiel … Pero por un extraordinario he
recibido la noticia de que trasmitida a este pueblo la nueva de que el coronel San Martín
se separaba de esa provincia, se juntó el pueblo a pedir su continuación... Después de
otros detalles, terminaba diciendo que, si San Martín se avenía a continuar en el mando,
lo podía libremente ejecutar "en el concepto de que por la opinión que guardaré siempre
hacia su persona soy el primero en aplaudir que el estado de su salud sea tal que lo
habilite nuevamente a reasumir las fatigas del cargo que antes le fueron insoportables,
según sus mismas cartas, las cuales si fuera preciso remitiría en la ocasión a V. S. para
conocimiento de esos habitantes y su tranquilidad ulterior."
Por oficio de 28 de febrero se comunicó a San Martín el decreto que disponía su
continuación en el cargo, resolución que fue recibida con alegre alborozo por los vecinos
de Mendoza, y que San Martín aceptó, declarando que, "luego que con las nieves próxi-
mas" quedara cerrada la cordillera, «cesando así el riesgo de la invasión del enemigo",
haría uso de la licencia que tenía concedida, protestando que" en el instante que se acer-
que el tiempo del ,riesgo por- su allanamiento", volvería a ponerse "nuevamente frente"
del gobierno.
La carta de Alvear al Cabildo de Mendoza se refiere a la salud de San Martín con
cierto dejo irónico que denota resentimiento. Y es que, de acuerdo o no con Carrera, es
notorio que el pedido de licencia de aquél fue aceptado con sospechoso apresuramiento.
El pronunciamiento mendocino fue para. AIvear una derrota. Si suponía que para sus
60
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
planes era importante dejar a San Martín sin mando de tropas, los hechos tardaron pocas
semanas en darle la razón.

Los emigrados chilenos en Buenos Aires.

Cuando en diciembre de 1814, Bernardo O'Higgins abandonó a Mendoza y pasó a


menos Aires, San Martín pudo considerar que había librado a su gobernación de los
inconvenientes, los gastos y las incomodidades en que se traducía la presencia de una
emigración dividida entre sí por profundas diferencias políticas. En Buenos Aires los chi-
lenos fueron bien atendidos por el gobierno, que los repartió entre los españoles de la ca -
pital, a quienes se puso la obligación de albergado gratuitamente. Dice. F. A. Encina que
su verdadera providencia fue el comerciante chileno Diego Antonio Barros, miembro del
Cabildo de Buenos Aires. Barros procuró el pan a los más necesitados, sin distinción de
carreristas u o'higginistas; colocó al Pbro. Camilo Henríquez al frente de la redacción de
"La Gaceta del Gobierno" con mil pesos anuales de sueldo. Más tarde el Pbro. Henríquez
se hizo cargo de la redacción de "El Censor". Barros instaló una imprenta y una fábrica de
naipes a Manuel José Gandarillas y Diego José Benavente. Otros chilenos se colocaron
en actividades privadas, muchos en empleos de gobierno y casi tódos los soldados, y
muchos oficiales, ingresaron en el ejército que se destacó sobre Santa Fe.
Al producirse la deposición de Alvear, entre los detenidos por sus vinculaciones
con el caído se contó José Miguel Carrera, pronto puesto en libertad. Carrera había
confiado en que Alvear le diera elementos para ponerse al frente de una expedición
chileno- argentina destinada a reconquistar a Chile. El cambio de situación no lo amilanó,
de manera que puso todas sus dotes de seductor de hombres para alcanzar una posición
de prestigio en el ánimo de Álvarez Thomas, Rondeau y los hombres de la nueva
situación; pero su pretensión de obtener el apoyo del gobierno argentino para dirigir
personalmente la recuperación de Chile tropezó con la oferta de O'Higgins y su bando de
ponerse a las órdenes de San Martín o del jefe que el gobierno designara para
expedicionar sobre Chile. .
En mayo de 1815 José Miguel Carrera elevó a consideración del gobierno de
Buenos Aires un plan de operaciones para recuperar a Chile, propósito que, según él, ya
habría sido un hecho si, cuando él y sus partidarios llegaron a Mendoza, se les hubiera
permitido pasar a Coquimbo. El plan de Cartera carecía de sentido militar, pues se
apoyaba en puras consideraciones literarias. «Yo puedo lisonjearme -dice-, sin
equivocación, de un ascendiente grave en la campaña y que faltarían armas para llenar
los deseos de los patriotas." No bien se presentara en Chile-según él- todos los patriotas
correrían a él, para lo cual le bastaban «quinientos soldados chilenos y mil fusiles de
reserva". La población se alzaría en masa y podría reunir un ejército de treinta mil
milicianos desmontados capaces de vencer a los cinco mil hombres de Osorio; y eso se
costearía "«con toda la inmensa riqueza del Huasco", que serviría a Buenos Aires «de un
nuevo auxilio contra los peninsulares".
Dos días después de presentado el plan, Álvarez Thomas lo despachó a Mendoza
en procura de la opinión de San Martín, mientras que por oficio se le decía a Carrera que
no sería considerado «hasta que se reciban nuevas noticias de la expedición Peninsular,
e instruido de ellas pueda fijarse el plan de operaciones militares, según el suceso de las
del Ejército del Perú, que por momentos se espera".
La respuesta de San Martín, de 19 de junio, fue concreta: el plan era irrealizable.
La cordillera se hallaba cerrada por la nieve, de manera que no existía camino fácil alguno
para pasar a Coquimbo; los esfuerzos parciales que se hicieran serían costosos e inútiles,
y debían emplearse todos los posibles en una empresa efectiva para la reconquista de
Chile No aceptaba las hipótesis optimistas de Carrera. Si era posible reunir inme-
diatamente treinta mil hombres, era «de admirar" que con semejante fuerza potencial
61
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
disponible «hubiera sido conquistado Chile por dos mil quinientos hombres de mala tro-
pa". Es un delirio, dijo San Martín, persuadirse que los patriotas y los soldados se unirían
en número suficiente para acabar con el enemigo. No consideraba prudente, además,
poner en manos de José Miguel Carrera fuerza alguna, pero tampoco en un jefe “ de
estas Provincias": pues no sería obedecido. «Con sentimiento mío digo a V. E. que, en lo
general de los Chilenos, preferirían ser mandados por los enemigos que por cualquiera
individuo de las Provincias Unidas." En cuanto a Carrera, San Martín le negó prestigio.
Consideraba imposible «el, que un hombre mantenga su opinión después de haber
perdido un Estado".
San Martín puso fin a su informe ofreciendo una visión concreta del plan de
campaña que habría de desarrollar más tarde y constituir el pedestal incólume de su
gloria, al decir:

"Chile, Excmo. Señor, debe ser reconquistado: limítrofe a nosotros no debe vivir un
enemigo dueño despótico de aquel país envidiable por sus producciones y situación. De
la fraternal comunicación con él, ganamos un comercio activo que forma la felicidad de
nuestros conciudadanos, y gran masa del fondo público. Si Señor: es de necesidad, esta
reconquista, pero para ella se necesitan 3.500 o 4.000 brazos fuertes y disciplinados,
único modo de cubrirnos de gloria, y dar la libertad a aquel Estado; pero esto podrá
verificarse cuando V. E. haya destrozado la expedición Peninsular, y Pezuela haya
abandonado nuestro territorio."

Por aquellos mismos días Bernardo O'Higgins también presentó un plan para la recu-
peración de su patria. Más sensato que el de Carrera, comenzaba diciendo:

"Cuando el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, resuelva atacar y
destruir a los tiranos usurpadores de Chile, el general en jefe del ejército argentino
empleará todos los medios que estén a sus alcances para apoderarse de tan interesante
país, moviendo todos los resortes ofensivos a la conclusión de tan vasto plan, sin el que
no podrá jamás la América del Sur contar con su segura independencia."

O'Higgins estimaba que eran necesarios cuatro mil hombres de infantería y dos mil
de caballería, y una acción naval de bloqueo de los puertos de Talcahuano, Valparaíso y
Coquimbo. Su planteo revela una justa apreciación de las dificultades de la campaña,
pero desde el punto de vista estratégico constituía una serie "de errores operativos y tác-
ticos, que obligaban a su rechazo. Por otra parte; tanto O'Higgins como sus partidarios,
con sentido realista, se ponían a las órdenes incondicionales de San Martín o del jefe que
el gobierno argentino designara para la expedición a Chile.

Nuevo escenario. Marcó del Pont al frente del gobierno de Chile.

En la "Gaceta del Gobierno" de Lima del 12 de noviembre de 1814, el virrey del


Perú, José Fernando. de Abascal, hizo escribir lo siguiente: "La guerra. de Chile se mira
en el día terminada con la mayor rapidez y cordura, no habiéndose apartado el jefe a
quien fue encomendada [Osorio] del camino .trazado por el genio de nuestro virrey, y
concurriendo con su más infatigable constancia y buen deseo a la consumación de los
vastos planes que le habían sido confiados." Como lo destaca el historiador chileno F. A.
Encina, no le faltaban motivos a Abascal para sentirse satisfecho; había sofocado las
rebeliones de Quito y del Cuzco, preparado la reconquista de Chile y mantenido a raya a
los, revolucionarios del Plata, sin más auxilios de España que el regimiento de Talavera,
pero la vanidad lo dominaba. Osorio contestó en la misma "Gazeta del Gobierno":
"'He leído con bastante admiración la "Gaceta" del 12 del pasado que, entre otras cosas,
62
HISTORIA AMERICANA II (B. 6)
dice el camino trazado. .. vastos planes que le habían sido confiados. Este camino estos
planes, que ni fueron sanos ni finos, no se me dieron, ni los traje, y si estaban hechos, sin
duda se quedaron en ésa en poder de V., pues que mi precipitada salida no dio lugar a
recogerlos. ¡Ah, y cuánto puede la adulación! Soy enemigo declarado de ella; así, suplico
a V. se sirva remitírmelos para mi gobierno, ." para contestar cuando sea necesario a los
cargos que pudieran hacérseme por haberme Separado de lo que se me prescribió, si es
que así haya sucedido …"

Abascal, que había designado a Mariano Osorio gobernador interino de Chile y


recomendándolo a la corte para serlo en propiedad, reaccionó para señalar que el éxito lo
había mareado, hasta mostrarlo inepto para gobernar un pueblo, Los oficios hicieron su
efecto, y el designado para gobernador de Chile fue Francisco Casimiro Marcó del Pont,
mariscal de campo a los cuarenta y cinco años de edad, se ignora: en razón de qué
méritos, pues en Chile, al decir de Encina, sólo dio testimonios de cobardía física y moral
e infelicidad cerebral.

El 26 de diciembre de 1815 entró en Santiago el nuevo gobernador, cuyo nombra-


miento consternó a todos pues hasta de afeminado fue tachado. Osorio había podido
gobernar un año, ganándose la estimación general, a pesar de la miseria reinante, debido
tanto a la tenacidad inteligente de su actuación como a la profunda desilusión por la
independencia que se generalizó entre los chilenos en los últimos días de la Patria Vieja.
La reacción en favor de ella habría de ser provocada por la ineptitud de Marcó del Pont y
de los realistas exaltados que lo rodearon.

San Martín y la defensa de Cuyo. Guerra de zapa en Chile.

Desde el primer momento San Martín comprendió la importancia del problema chi-
leno e inició una verdadera guerra de zapa, destinada por una parte a vincularse a la efi -
ciente red de espionaje del enemigo y por la otra a alentar el fervor de los patriotas de
Chile, a la par que a difundir noticias falsas que influyeran sobre la moral del enemigo,
manteniéndolo en constante inquietud.

Encina informa de algunos de sus métodos, como el de fingir un altercado con


Pedro Aldunate Toro nieto del conde de la Conquista, y con el mayor Pedro A. de la
Fuente, ambos del partido de los Carrera, a los que confinó en San Luis. De allí se
fugaron separadamente a Chile y se presentaron a Osorio, exponiendo los malos tratos
recibidos y su arrepentimiento por haber servido la causa patriota.

Más adelante pasaron a Chile, con el mismo pretexto, los oficiales Diego Guzmán y
Ramón Picarte. Casi todos estos fueron recibidos con desconfianza por Osorio, pero
dejados en libertad. A ellos se unieron, sin recurrir a estratagemas, mu chos otros
chilenos, dirigidos todos por San Martín, quien personalmente se ocupaba de las rela-
ciones con ellos: Llegó al punto de entablar correspondencia con el propio Osorio
"valiéndose para conseguirlo -dice en un informe- participarle algunas noticias, bajo la
firma de un europeo español bien conocido como enemigo de la sagrada causa de
nuestra regeneración, que obtuve por la circunstancia de un oficio que pasé a éste".
Osorio le contestó el 21 de enero de 1815 con cautela; pero, a través de su respuesta,
San Martín creyó advertir que no se realizaría en ese verano ningún intento contra
Mendoza, Los espías que mantenía en Chile habían informado que era indudable una
expedición de Osorio, por lo que, con fecha 8 de febrero, San Martín se dirigió al
gobierno de Buenos Aires pidiendo, como de necesidad absoluta, se le enviaran por la
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posta ciento cincuenta soldados de caballería para servir de base a las operaciones de
los escuadrones de Mendoza, "inútiles por su poca disciplina sin este apoyo". Agregaba el
petitorio de vestuarios para el batallón N° 11, que se encontraba prácticamente desnudo,
declarando que el gobierno podía estar seguro del fracaso de cualquier intento del
enemigo. Pero a mediados de junio supo por un emigrado chileno que Osorio se ocupaba
seriamente de llevar una ofensiva sobre las Provincias Unidas. San Martín consideró que,
en caso de producirse, el intento no se lo haría hasta octubre. Así lo hizo saber a Álva rez
Thomas por oficio de 14 de junio, en el que destacó que podía asegurar que no se
correría peligro alguno si se ponía en Mendoza una fuerza integrada por ciento veinte
artilleros buenos, con ocho piezas de tren volante: ochocientos infantes y cuatrocientos
caballos, aun cuando el ejército invasor fuera de dos mil quinientos hombres. Lo
importante era que se le enviaran los elementos para organizar tales fuerzas antes del
mes de octubre; significando que los escuadrones de granaderos a caballo, que se
hallaban en buen pie, podían servir de base para la organización e instrucción de sus
tropas.
Proponía reemplazar el batallón N° 11, "compuesto en la mayor parte de chilenos,
cuyo carácter voluble da mérito a desconfianzas", por el N° 8, o el que dispusiera el
gobierno. Agregaba que el tren volante existente en Mendoza no era adecuado al terreno.
Lo que hacía mucha falta eran seiscientos caballos del Litoral " para engordarlos en los
potreros de esta ciudad", y tres maestros herradores, con dos mil pares de herraduras.
Álvarez Thomas le contestó en 30 de junio, que se esperaba el resultado de la expedición
peninsular para atender sus demandas.
El 27 de julio San Martín delegó el mando político y militar en el Cabildo de Men-
doza y en el comandante Manuel Corvalán, respectivamente, y se entregó a recorrer pro-
lijamente la: cordillera y los campos del sur de Cuyo, hasta el fuerte dé San Carlos, tarea
que desmejoró su salud, al punto de que en 27 de agostó solicitó una licencia de cuatro
meses para reponerse. “Yo bien sé- decía en su petitorio- que tal vez los díscolos o los
descontentos de esa Capital no dejarán de esparcir la voz de que mi solicitud es hija de
algún resentimiento particular. Pero ya es demasiado exigente mi necesidad y mi vida
peligra. La respuesta, de 9 de setiembre, no hizo lugar a la demanda. El Ejército Auxiliar
del Norte se preparaba para llevar una nueva ofensiva contra Pezuela; la necesidad de
"adelantar la unión y armonía que ya felizmente asoma en algunos pueblos disidentes y
debemos fomentar como ,base única de nuestra salvación", y la necesidad de prepararse
a repeler la expedición peninsular (Expedición de Pablo Morillo, que finalmente fue
desviada a Venezuela y Nueva Granada), no permitían la remoción de San Martín sin
aventurarlo todo: “Si la Patria exige alguna vez imperiosamente el sacrificio de la vida de
un oficial, éste es, precisamente, el caso fortuito en que nos hallamos, atenta la crisis que
por momentos se espera… ." San Martín obedeció.
El 26 de dicho mes, en vista de la próxima apertura de la cordillera, “ en razón de
los calores excesivos que han empezado a manifestarse", solicitó del gobierno le comu-
nicara el plan de campaña a que debía ajustarse. Lógicamente, tal plan no podía ser sino
defensivo. Así lo comunicó en 9 de octubre expresando que mientras no se tuvieran no -
ticias de Rondeau no se podían comprometer fuerzas fuera del país. Ya entonces se
habían armado algunos buques corsarios para actuar sobre el Pacífico, de lo que se
informó a San Martín, el cual envió a Talcahuano al chileno Juan Pablo Ramírez a efecto,
de que tales buques se encontraran con noticias para poder actuar. A tal fin San Martín
comunicó al Directorio un plan de señales para que los corsarios pudieran comunicarse
con tierra. '
Por aquellos días el servicio de espionaje que mantenía en Chile le permitió
descubrir la organización de los espías de Osorio que había en Mendoza, en general a
cargo de individuos del pueblo. Desgraciadamente, el desastre de Sipe-Sipe, o de Viluma,
como lo llaman los historiadores españoles, cerr6 una vez más el camino a Lima por el
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Desaguadero. La realidad ponía el destino de la Revoluci6n en manos del gobernador
intendente de Cuyo.
La guerra de espionaje tuvo una de sus más osadas expresiones en a mediados
de diciembre de 1816, en que San Martín encargó a su compadre el ingeniero-cartógrafo
Álvarez Condarco la riesgosa misión de encaminarse a Chile por el paso de Los Patos en
calidad de parlamentario, con la excusa de entregarle a aquel mandatario una copia oficial
del acta de la independencia de las Provincias Unidas, dando por descontado que el
funcionario realista lo despacharía con cajas destempladas de regreso por el camino más
corto, el de Uspallata, de tal suerte que ello le permitiría a su emisario realizar el
reconocimiento de las dos rutas por donde marcharía el ejército. En efecto, el
comisionado no pudo permanecer en el país trasandino más que 48 horas y los
documentos que portaba fueron mandados quemar en la plaza pública por el ofuscado
Marcó, quien pretendió fusilar a quien consideraba un espía encubierto, pero fue salvado
de tal suerte por la solidaridad masónica de algunos jefes españoles. El mandatario debió
pues conformarse con expulsarlo, pero antes le entregó una violenta contestación a los
oficios que le remitiera San Martín, en la que le manifestaba que cualquier otro enviado no
merecería la misma inviolabilidad y atención. Y al estampar su rúbrica el general realista
manifestó: "Yo firmo con mano blanca y no como la de su general que es negra",
aludiendo a su traición a la causa del rey. Cuando después de Chacabuco Marcó del Pont
fue apresado y llevado ante la presencia de San Martín, éste recordó aquella agria alusión
y no pudo reprimir gastarle una ironía que dejó balbuceante a su interlocutor. Se le acercó
y extendiendo su diestra le dijo: "Señor general, venga esa mano blanca", episodio
narrado por quien fuera testigo presencial (Cfr. G. ESPEJO, op. cit., págs. 14.044-14.051).

6.7.2. EL CURCE DE LOS ANDES. PLAN ESTRATÉGICO. CHACABUCO.

Un pedido del Cabildo de Mendoza y un planteamiento de San Martín,

En 16 de, diciembre de 1815 Manuel Ignacio de Molina, en su carácter de


representante del Cabildo de Mendoza, elevó al Directorio un oficio instando el envío de
una expedición militar al otro lado de los Andes, destinada "a fijar ciertamente la época de
nuestra existencia nacional". El mes de febrero era el más indicado para tal empresa.
El director contestó al comisionado por intermedio de su ministro de Guerra, gene-
ral Tomás Guido, diciendo que, aun cuando se trataba de una idea plausible, "el gobierno
que giraba sus combinaciones en presencia de la situación de Europa, de las rentas
nacionales y de los peligros del Estado, había creído siempre que la expedición de, Chile
era por entonces inoportuna y peligrosa; pero que, sin embargo, para formar su juicio, ha-
bía convocado una junta de las autoridades más respetables en el orden civil, político y
militar, y que todos unánimemente habían declarado que tal expedición no podía llevar se
a cabo sin correr los riesgos de una absoluta disolución al menor contraste".
El escrito de Molina, junto con la respuesta del director, fue comunicado a San Martín,
quien respondió concisamente que quedaba impuesto de todo; pero el Cabildo de
Mendoza no se sintió satisfecho y protestó, diciendo:

"Los pueblos que componen la provincia se han sacrificado en la persuasión de que en,
este verano el enemigo limítrofe sería destruido. Si por un año más sufrie