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SENTENCIA Nº 166/2010

Ilmo. Sr. Presidente:


D. RICARDO J. GONZÁLEZ GONZÁLEZ En Pamplona/Iruña, a 8 de
noviembre de 2010.

Vista en Juicio Oral y público la presente causa correspondiente al


procedimiento del Tribunal del Jurado nº 1/2010, presidido por el
Ilmo. Sr. Magistrado de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial
de Navarra, D. RICARDO J. GONZÁLEZ GONZÁLEZ, y procedente del
Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Nº 1 de Tafalla , ante el que
se tramitó su instrucción en procedimiento de Tribunal del Jurado nº
1/2009, seguido por un delito de homicidio frente a Dª MARÍA PILAR
MARCOS RUBIO, nacida en Tafalla el día 22 de enero de 1946, hija de
José y de Milagros, con DNI. nº 72624015-C, domiciliada en la calle
Panueva nº 32, 4º-C, de la localidad de Tafalla; sin antecedentes penales
y en situación de libertad provisional por razón de esta causa, de la que
estuvo privada desde el día 3 de noviembre de 2009 hasta el 18 de enero
de 2010, cuya solvencia no consta, representada por el Procurador de los
Tribunales D. EDUARDO DE PABLO MURILLO y defendida por el
Letrado D. ÁNGEL RUIZ DE ERENCHUN OFICIALDEGUI.

Ejerce la acusación pública el MINISTERIO FISCAL.

I.- ANTECEDENTES DE HECHO

PRIMERO.- Con fecha de 3 de junio de 2010 se dictó Auto de


hechos justiciables cuya parte dispositiva, en lo que de interés presenta a
los efectos de la presente resolución, es del siguiente tenor literal:

"1º.- HECHOS JUSTICIABLES.


1.- Hechos alegados por las partes y que el jurado deberá declarar
probados o no.

EL TRIBUNAL DEL JURADO DETERMINARÁ SI:

Sobre las 21:00 horas del día 2 de noviembre de 2.009 encontrándose Mª Pilar
Marcos Rubio con su marido José Antonio Gil Silva, en el domicilio sito en la
c/Panueva 32 de la localidad de Tafalla donde ambos convivían empezaron una
discusión.

Si en el trascurso de la misma, estando en la cocina de la vivienda su marido,


después de decirle a ella “no me extraña que haya hombres de 70 años que maten a
sus mujeres” le propinó una bofetada en la parte izquierda de la cabeza momento en
que ella cogió de la mesa de la cocina un cuchillo de los utilizados para cortar el pan,
con una longitud total de 25 cm., 13 cm. de empuñadura y 12 cm. de filo y
dirigiéndolo contra José Antonio, se lo clavó en la cara antero externa del brazo
izquierdo.

Si tras lo anterior continuó la discusión entre ambos, trasladándose a otra zona


de la cocina y portando la acusada el cuchillo, lo dirigió contra José Antonio
clavándoselo en la zona del pulmón izquierdo, concretamente en la línea medio
clavicular del segundo espacio intercostal, produciendo una herida en la línea medio
clavicular del segundo espacio intercostal que provocó la muerte de José Antonio.

2.- Grado de ejecución.

EL TRIBUNAL DEL JURADO DETERMINARÁ SI:

Si la herida producida cuando el cuchillo penetró en la línea medio clavicular


del segundo espacio intercostal provocó la muerte de José Antonio por hemorragia
masiva ocasionada por la sección del paquete vascular pulmonar del pulmón
izquierdo.

3.- Grado de participación.

El TRIBUNAL DEL JURADO DETERMINARÁ SI:

Si María Pilar Marcos Rubio, clavó el cuchillo en el lugar indicado del cuerpo
de José Antonio Gil Silva.

4.- Delitos que pueden constituir los hechos expuestos en el


nº 1.

EL TRIBUNAL DEL JURADO DETERMINARÁ SI:

Los hechos son constitutivos de un delito de homicidio del art. 138 del Código
Penal.

5.- Circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal

EL TRIBUNAL DEL JURADO DETERMINARA SI:


A).- Si María Pilar Marcos Rubio, tras clavar el cuchillo a José Antonio en la
zona del pulmón izquierdo, apreciando la gravedad de las lesiones que presentaba su
marido, procedió, al tiempo que llamaba por teléfono al número de emergencias
contando lo relatado y a sus hijos, a taponar la herida con una toalla hasta que llegaron
los servicios de emergencias, falleciendo el Sr. Gil a pesar de todos los intentos para
curar la herida.

B).- Si durante el matrimonio la Sra. Marcos recibió múltiples agresiones y


vejaciones de todo tipo que le hacían estar atemorizada y asustada, no atreviéndose
nunca a formular denuncias ante la policía ni a solicitar la separación, padeciendo el
síndrome de la mujer maltratada, teniendo gran miedo a su marido, lo que le impidió
actuar de forma jurídicamente correcta el día de autos.

C).- Si el día 2 de noviembre de 2009 sobre las 9 de la noche mantuvo una


discusión con su marido quien, en estado de gran excitación y de forma muy violenta
le dijo “no me extraña que haya hombres de setenta años que maten a sus mujeres”,
pegándole a continuación una torta seguida de un empujón con la mano derecha en la
parte izquierda de la cabeza y a consecuencia de ellos la Sra. Marcos perdió un poco
el equilibrio golpeándose con la mesa viendo en ese momento, cuando tenía la cara
sobre la mesa, el cuchillo de cocina que se encontraba casi al lado donde ella se apoyó
y lo cogió enfrentándose a su marido diciéndole “no me vas a poner otra vez la mano
encima” con ánimo de defenderse y para evitar la agresión que ya se había iniciado.

El Sr. Gil en ese momento se movió hacia su mujer y esta, para evitar que se le
acercara estiró el brazo con el cuchillo en la mano golpeándole en el hombro.

El Sr. Gil le agarró la mano derecha que es en la que llevaba el cuchillo y Pilar
tuvo pánico de que por su fuerza se lo clavara ya que vio que le salía un poquito de
sangre y dijo “será tonta, mira lo que me ha hecho” y por ello cambió el cuchillo de
mano, para evitar que el Sr. Gil se lo clavara.

A continuación ella retiró hacia atrás el cuchillo aún manteniéndolo en alto y


le dio un empujón que provocó que pasaran a la zona de la fregadera de la cocina. Una
vez allí el Sr. Gil le agarró muy fuerte del brazo izquierdo causándole un hematoma de
gran intensidad. A continuación, para doblegarla el Sr. Gil le pegó un golpe en la
rodilla izquierda, sin porder precisar si fue un rodillazo o una patada y en ese
momento perdió el equilibrio -el Sr. Gil tenía un problema de cadera- y se clavó el
cuchillo en el pecho cuando cayó sobre Mª Pilar. El Sr. Gil se extrajo el cuchillo del
pecho.

D).- Si la Sra. Marcos ha indemnizado a sus hijos y estos han renunciado a las
acciones civiles y penales.

(…)

SEGUNDO.- Celebradas las sesiones del juicio oral y concluida la


práctica de la prueba, por el Ministerio Fiscal se presentó escrito de
conclusiones definitivas del siguiente tenor literal:
"LA FISCAL, en el procedimiento de Jurado 1/09 formula escrito de acusación contra
M PILAR MARCOS RUBIO en base a las siguientes CONCLUSIONES
DEFINITIVAS:
PRIMERA
La acusada M PILAR MARCOS RUBIO mayor de edad y carente de antecedentes
penales, estaba casada con Jose Antonio Gil Silva desde el 20 de octubre de 1965 de
cuyo matrimonio han tenido 5 hijos todos ellos mayores de edad. Ambos, así como la
hija pequeña del matrimonio, convivían en la calle Fanueva 32, de la localidad de
Tafalla. Sobre las 21:00 horas del día 2 de noviembre de 2009, encontrándose el
matrimonio en el domicilio reseñado empezaron una discusión, al parecer por un
problema con su hija. Estando en la cocina de la vivienda y en el transcurso de la
discusión Jose Antonio Gil Silva después de decirle a ella no me extraña que haya
hombres de 70 años que maten a sus mujeres” le propinó un bofetada en la parte
izquierda de la cabeza, momento en que la acusada cogió, con su mano derecha, un
cuchillo de la mesa de la cocina, de los utilizados para cortar el pan, con una longitud
total de 25 centímetros, 13 centímetros de empuñadura y 12 centímetros de filo y
dirigiéndolo contra José Antonio se lo clavo en la cara anteroexterna del brazo
izquierdo. Tras ello continuo la discusión entre ambos y trasladandose hacia otra zona
de la cocina, en un momento determinado José Antonio le agarró el brazo derecho en
el que podaba el cuchillo lo que motivo que la acusada se lo cambiara a su mano
izquierda. En esta posición y podando en alto el cuchillo la acusada lo dirigió contra
Jose Antonio clavándoselo en la zona del pulmón izquierdo, concretamente en la línea
medio clavicular del segundo espacio intercostal, herida que provocó la muerte de
José Antonio por hemorragia masiva ocasionada por la sección del paquete vascular
pulmonar del pulmón izquierdo.
Como consecuencia de estos hechos la acusada sufrió unas lesiones consistentes en un
hematoma en tercio inferior de brazo izquierdo, hematoma en cara lateral externa de la
rodilla izquierda de 4 por 5 cms, herida peringuneal de 0,2 de longitud en dedo de
mano derecha y dos hematomas en el brazo derecho. Lesiones que precisaron para su
sanidad de una primera asistencia facultativa y que tardaron en curar 5 días sin
secuelas y sin incapacidad para sus ocupaciones habituales
Tras lo relatado la acusada procedió, al tiempo que llamaba por teléfono al número de
emergencias contando lo relatado, apréciando la gravedad de las lesiones que
presentaba su marido a taponar la herida con una toalla hasta que llegaron los
servicios de emergencias.
La acusada permaneció en prisión por estos hechos desde el 5 de noviembre de 2009
hasta el 18 de enero de 2010.
Los hijos del matrimonio han renunciado a cualquier indemnización que pudieran
corresponderles por estos hechos.
SEGUNDA
Los hechos relatados son constitutivos de un delito de HOMICIDIO previsto en el
artículo 138 del Código Penal.
TERCERA
Del delito señalado es autor la acusada de acuerdo con lo dispuesto en los artículos 27
y 28 del Código Penal.
CUARTA
Concurre la circunstancia atenuante de ARREPENTIMIENTO ESPONTANEO
prevista en el articulo 21.4 del Código Penal y la circunstancia agravante de
PARENTESCO prevista en el artículo 23 del mismo texto legal.
QUINTA
Procede imponer a la acusada la pena de 11 años de prisión.
Accesorias de inhabilitación para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo durante el
tiempo de duración de la condena y costas procesales.
Pamplona a 22 de Octubre de 2010".

TERCERO.- En el mismo trámite, por la defensa de la acusada se


presentó el siguiente escrito conteniendo sus conclusiones definitivas:

"PRIMERA

1º.- El 20 de octubre de 1965 don José Antonio Gil Silva y doña María Pilar Marcos
Rubio, que tenía 19 años y se encontraba embarazada, contrajeron matrimonio
canónico del que nacieron cinco hijos.
2º.- Desde el principio del matrimonio la Sra. Marcos Rubio ha venido recibiendo por
parte de su marido múltiples agresiones físicas y vejaciones morales de todo tipo y
condición.
3º.- Dichas agresiones y vejaciones se extendieron hasta la madurez de sus cuatro
hijos mayores, con diferente intensidad según los casos.
4º.- Las anteriores agresiones y vejaciones le hacían estar atemorizada y asustada, no
atreviéndose nunca a formular denuncias ante la Policía ni a solicitar la separación o
divorcio, debido a su educación y profundas convicciones religiosas.
5º.- El día 2 de noviembre de 2009 sobre las 21:40 horas mantuvo una fuerte discusión
con su marido quien en un estado de gran excitación y de forma muy violenta y con la
cara desencajada y gritando le dijo “no me extraña que haya hombres de setenta años
que maten a sus mujeres”.
6º.- Al mismo tiempo que le profería dicha amenaza José Antonio Gil Silva se dirigió
hacia ella con las manos colocadas en actitud de estrangulamiento y con la intención
de agredirle, a lo que María Pilar le advirtió que “ni se te ocurra ponerme la mano
encima”.
7º.- En ese momento José Antonio Gil Silva le propinó un fuerte tortazo con la mano
derecha en la parte izquierda de la cabeza, que le hizo perder el equilibrio golpeándose
con la mesa.
8º.- Acto seguido María Pilar cogió un cuchillo de cocina que se encontraba casi al
lado de donde ella se apoyó y cogió el cuchillo con ánimo de defenderse y tratando de
conseguir que José Antonio Gil desistiera de la agresión, le manifestó “no me vuelvas
a poner otra vez la mano encima”.
9º.- José Antonio Gil en ese momento se abalanzó nuevamente sobre su esposa y ésta
para evitar que continuara la agresión estiró el brazo derecho con el cuchillo en la
mano causándole una lesión erosiva en la cara anteroexterna del brazo izquierdo.
10º.- José Antonio Gil le agarró el brazo derecho - en cuya mano llevaba el cuchillo-,
causándole dos hematomas y María Pilar temió que -por su fuerza y envergadura- se
lo clavara y acabara con la vida de María Pilar ya que vio que le salía un poquito de
sangre y dijo, en el mismo tono violento y agresivo: “será tonta, mira lo que me ha
hecho”.
11º.- A continuación ella, cambiándoselo de mano, retiró hacia atrás el cuchillo aún
manteniéndolo en alto y él le propinó un nuevo empujón que le desplazó hasta la zona
de la fregadera de la cocina.
12º.- Una vez allí el Sr. Gil le agredió nuevamente en el brazo izquierdo causándole
un hematoma.
13º.- A continuación para doblegarla el Sr. Gil le pegó una fortísima patada o
rodillazo en la rodilla izquierda y se abalanzó nuevamente hacia María Pilar y en el
fuerte forcejeo el cuchillo acabó en el pecho de José Antonio Gil.
14º.- José Antonio Gil tenía la intención de acabar con la vida de María Pilar.
14º.- bis ALTERNATIVA: María Pilar creyó fundadamente que José Antonio Gil iba
a matarla.
15º.- María Pilar actuó en todo momento para evitar que José Antonio Gil acabara con
su vida
16º.- María Pilar no inició ni provocó en ningún momento la pelea que acaeció en el
domicilio.
17º.- María Pilar temió de forma invencible que José Antonio iba a acabar de forma
inminente con su vida. Dicho temor provocó en María Pilar una total anulación de su
voluntad.
18º.- El único móvil de la actuación de María Pilar fue el profundo temor a que José
Antonio acabara con su vida.
19º.- María Pilar llamó al 112 poniendo en conocimiento de las autoridades los hechos
sucedidos.
20º.- Dicha llamada se produjo antes de que se hubiera iniciado ningún tipo de
procedimiento policial o judicial contra María Pilar.
21º.- María Pilar ha resarcido íntegramente los perjuicios morales y económicos
producidos a los 5 hijos por la muerte de su padre.
22º.- Inmediatamente de haberse producido los hechos, María Pilar taponó la herida
de su marido con trapos y toallas, tratando de evitar la muerte de este, solicitando por
teléfono la presencia de una ambulancia.

SEGUNDA

I. Los hechos no son constitutivos de delito.

II. Alternativamente, los hechos son constitutivos de un delito de homicidio por


imprudencia grave previsto y penado en el artículo 142 del Código penal.

III. Alternativamente, son constitutivos de un delito de homicidio previsto y


penado en el artículo 138 del Código penal.

TERCERA

I. No es menester formularla

II. Es autora la acusada

III. Es autora la acusada

CUARTA
I. No es menester formularla

II. Concurren las siguientes circunstancias:

a. Atenuante muy cualificada de confesión prevista en el artículo 21.4ª


en relación con el artículo 66.1.2ª, ambos del Código penal

i. Alternativamente, la atenuante de confesión, prevista en el


artículo 21.4ª del Código penal.

b. Atenuante muy cualificada de reparación prevista y en el artículo


21.5ª en relación con el artículo 66.1.2ª, ambos del Código penal

i. Alternativamente, la atenuante de reparación, prevista en el


artículo 21.5ª del Código penal.

III. Concurren las siguientes circunstancias:

a. Eximente completa de legítima defensa, prevista en el artículo 20.4º


del Código penal.

i. Alternativamente, concurre la eximente putativa de legítima


defensa del artículo 20.4º en relación con el artículo 14.1 del
Código penal.

ii. Alternativamente, eximente incompleta de legítima


defensa prevista en el artículo 20.4º, en relación con el
artículo 21.1ª, ambos del Código penal.

iii. Alternativamente, atenuante analógica a la eximente


incompleta de legítima defensa, de los artículos 20.4º, 21.1ª
y 21.6ª, todos del Código penal.

b. Eximente completa de miedo insuperable prevista en el artículo


20.6º del Código penal.

i. Alternativamente, eximente incompleta de miedo


insuperable, de los artículos 20.6º, 21.1ª y 21.6ª, todos del
Código penal.

ii. Alternativamente, atenuante analógica a la eximente


incompleta de miedo insuperable, de los artículos 20.6º,
21.1ª y 21.6ª, todos del Código penal.

c. Atenuante muy cualificada de confesión prevista en el artículo 21.4ª


en relación con el artículo 66.1.2ª, ambos del Código penal

i. Alternativamente, la atenuante de confesión prevista en el


artículo 21.4ª del Código penal
d. Atenuante de muy cualificada de reparación prevista en el artículo
21.5ª en relación con el artículo 66.1.2ª, ambos del Código penal.

i. Alternativamente, la atenuante de reparación, prevista en el


artículo 21.5ª del Código penal

QUINTA

I. Procede la libre absolución de la acusada

II. Procede la imposición de una pena de seis meses de prisión

III. Procede la absolución de la acusada

a. Alternativamente, procede la imposición de una pena de un año y seis


meses de prisión.

CUARTO.- En la fecha señalada, 25 de octubre de 2010, tras la


preceptiva audiencia a las partes que previene en el art. 53 de la LOTJ, y
con la expresa conformidad del Ministerio Fiscal a las inclusiones
propuestas por la defensa, a excepción de la efectuada respecto del
hecho número 14 y que, una vez admitida por este Magistrado, “por
resultar más clarificador de los diferentes supuestos en que pudo haberse
producido la muerte del Sr. Gil Silva”, y formulada protesta por dicho
Ministerio Fiscal, se procedió, tras la redacción de un nuevo objeto del
veredicto recogiendo las modificaciones admitidas, conforme a lo
previsto en el art. 54 de la LOTJ, a hacer entrega a los jurados del
escrito con el objeto del veredicto, al mismo tiempo que se les impartió
las instrucciones pertinentes respecto del contenido de la función que
tienen conferida, reglas que rigen en su deliberación y votación y la
forma en que deben reflejar su veredicto; así como a dar las
explicaciones previstas en el art. 54.2 de la LOTJ, en los términos en que
consta en la grabación del acto (CD nº 5), sin que en relación a ello se
hubiese manifestado oposición o protesta alguna por el Ministerio Fiscal
o por la defensa de la acusada.
El referido objeto del veredicto entregado a los miembros del
jurado es del siguiente tenor literal:

"El Ilmo. Sr. Magistrado-Presidente del Tribunal de Jurado, una


vez concluido el Juicio oral, emitidos los informes por el Ministerio
Fiscal y por la dirección letrada de la acusada; después de haberse
concedido la última palabra a la acusada y cumplimentarse el trámite de
audiencia a las partes que establece el artículo 53.1 L.O. 5/1995 del
Tribunal del Jurado, somete al Jurado el siguiente OBJETO DEL
VEREDICTO respecto de dicha acusada MARÍA PILAR MARCOS
RUBIO:

PRIMERO .- HECHOS JUSTICIABLES

1º.- El día 2 de noviembre de 2009, encontrándose María Pilar Marcos Rubio y su


esposo, José Antonio Gil Silva, en su domicilio de la C/Panueva nº 32 de la localidad
de Tafalla, empezaron una discusión, en el trascurso de la cual, y estando en la cocina
de la vivienda, ella cogió, con su mano derecha, de la mesa de la cocina un cuchillo de
los utilizados para cortar el pan, con una longitud total de 25 cm., 13 cm. de
empuñadora y 12 cm. de filo y dirigiéndolo contra José Antonio se lo clavó en la cara
anteroexterna del brazo izquierdo.
Tras ello continuó la discusión entre ambos y, trasladándose hacia otra zona de la
cocina, en un momento determinado, José Antonio agarró a María Pilar del brazo
derecho en el que portaba el cuchillo, lo que motivó que la acusada se lo cambiara a su
mano izquierda. En esta posición y portando en alto el cuchillo la acusada lo dirigió
contra José Antonio clavándoselo en la zona del pulmón izquierdo, concretamente en
la línea medio clavicular del segundo espacio intercostal produciendo una herida que
provocó la muerte de José Antonio por hemorragia masiva ocasionada por la sección
del paquete vascular pulmonar del pulmón izquierdo.
Hecho contrario a la acusada.

 Probado (Necesario 7 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

HECHO INCOMPATIBLE CON EL 14 B)


2º.- El día 2 de noviembre de 2009, la discusión que mantuvieron María Pilar Marcos
Rubio y su esposo, José Antonio Gil Silva, en su domicilio de la C/Panueva nº 32 de
la localidad de Tafalla, fue de carácter fuerte.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

3º.- Durante dicha discusión José Antonio Gil Silva se dirigió a María Pilar Marcos
Rubio diciéndole “no me extraña que haya hombres de 70 que maten a sus mujeres”.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

4º.- Estas palabras las pronunció José Antonio Gil Silva:

A). En un estado de gran excitación.


Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

B). De forma muy violenta, con la cara desencajada y gritando.


Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

C). José Antonio Gil Silva, al tiempo que pronunciaba las palabras anteriormente
trascritas, se dirigió hacia María Pilar Marcos Rubio con las manos colocadas en
actitud de estrangulamiento y con la intención de agredirle, a lo que María Pilar le
advirtió que “ni se te ocurra ponerme la mano encima”.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

5º.- Durante la expresada discusión José Antonio Gil Silva propinó a María Pilar
Marcos Rubio una fuerte bofetada con la mano derecha.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

6º.- La bofetada que recibió María Pilar Marcos Rubio hizo que perdiese el equilibrio
y se golpeara con la mesa.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

7º.- Acto seguido María Pilar, sin buscarlo a propósito, cogió un cuchillo de cocina
que se encontraba casi al lado de donde ella se apoyó.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

8º.- María Pilar cogió el cuchillo con ánimo de defenderse y, tratando de conseguir
que José Antonio Gil Silva desistiera de la agresión, le manifestó “no me vuelvas a
poner otra vez la mano encima”.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

9º.- En ese momento José Antonio Gil Silva se abalanzó nuevamente sobre su esposa
y ésta, para evitar que continuara la agresión, estiró el brazo derecho con el cuchillo
en la mano, causándole una lesión erosiva en la cara anteroexterna del brazo
izquierdo.

ESTE HECHO RESULTA COMPATIBLE CON EL 1º EN LA MEDIDA EN


QUE SOLO AÑADE DETALLES AL MISMO.
Hecho contrario a la acusada.

 Probado (Necesario 7 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

10º.- José Antonio Gil Silva agarró a María Pilar Marcos Rubio del brazo derecho - en
cuya mano llevaba el cuchillo-, causándole dos hematomas.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

11º.- María Pilar Marcos Rubio temió que -por su fuerza y envergadura- José Antonio
Gil Silva volviera el cuchillo contra ella misma y se lo clavara y acabase con su vida,
ya que José Antonio viendo que le salía un poquito de sangre le dijo, en el mismo tono
violento y agresivo: “será tonta, mira lo que me ha hecho”.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

12º.- A continuación, María Pilar Marcos Rubio, cambiándoselo de mano, retiró hacia
atrás el cuchillo que mantenia en alto y él le propinó un nuevo empujón que le
desplazó hasta la zona de la fregadera de la cocina.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

13º.- Una vez allí el Sr. Gil la agredió nuevamente en el brazo izquierdo causándole
un hematoma más.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

14º A) .- Mª Pilar se representó como altamente probable que durante el forcejeo se


clavara el cuchillo en el pecho de José Antonio y pese a ello continuó con el forcejeo.

HECHO INCOMPATIBLE CON EL 1º E INCOMPATIBLE CON EL 14 B) Y


EL 14 C)

Hecho contrario a la acusada.


 Probado (Necesario 7 votos)
 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

14º B) .- Mª Pilar se representó como posible que durante el forcejeo se clavara el


cuchillo en el pecho de José Antonio pero creyó que no sucedería.
Hecho contrario a la acusada.

 Probado (Necesario 7 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

HECHO INCOMPATIBLE CON EL 1º, CON EL 14 A) Y CON EL 14 C).

14 C.- A continuación, para doblegarla, el Sr. Gil le pegó una fortísima patada o
rodillazo en la rodilla izquierda, se abalanzó nuevamente hacia Mª Pilar, y en el fuerte
forcejeo el cuchillo acabó clavándose accidentalmente en el pecho de José Antonio
Gil.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____
SI SE DECLARA PROBADO ESTE HECHO 14 C) NO PROCEDERA
CONTESTAR AL RESTO DE LAS PREGUNTAS.

15.- Como consecuencia de estos hechos la acusada sufrió unas lesiones consistentes
en un hematoma en tercio inferior de brazo izquierdo, hematoma en cara lateral
externa de la rodilla izquierda de 4 por 5 cms, herida peringuneal de 0,2 de longitud en
dedo de mano derecha y dos hematomas en el brazo derecho. Lesiones que precisaron
para su sanidad de una primera asistencia facultativa y que tardaron en curar 5 días sin
secuelas y sin incapacidad para sus ocupaciones habituales.
Hecho favorable a la acusada.
Probado (Necesario 5 votos)
 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

SEGUNDO .- HECHOS ALEGADOS QUE PUEDEN DETERMINAR LA


ESTIMACIÓN DE UNA CAUSA DE EXENCIÓN DE LA
RESPONSABILIDAD DE LA ACUSADA.

16º.- Doña María Pilar Marcos Rubio contrajo matrimonio canónico con José Antonio
Gil Silva cuando tenía 19 años y se encontraba embarazada.
Hecho favorable a la acusada.
Probado (Necesario 5 votos)
 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

17º.- Desde el principio del matrimonio la Sra. Marcos Rubio ha venido recibiendo
por parte de su marido múltiples agresiones físicas y vejaciones morales de todo tipo y
condición.
Hecho favorable a la acusada.

Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

18º.- Dichas agresiones y vejaciones se extendieron hasta la madurez de sus cuatro


hijos mayores, con diferente intensidad según los casos.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

19º.- Las anteriores agresiones y vejaciones hacían que María Pilar Marcos Rubio
estuviese atemorizada y asustada.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

20º.- La acusada MARÍA PILAR MARCOS RUBIO no se atrevió nunca a formular


denuncias ante la Policía ni a solicitar la separación o divorcio, debido a la educación
recibida y profundas convicciones religiosas.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

21º.- José Antonio Gil tenía la intención de acabar con la vida de María Pilar.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

21º BIS.- la respuesta de Mª Pilar a la agresión de José Antonio clavándole un


cuchillo fue adecuada y proporcional.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

21º TER.- El cuchillo que se encontraba en la cocina y que cogió Mª Pilar era el
único medio que Mª Pilar tenía de defenderse de la agresión de José Antonio.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

22º.- María Pilar creyó fundadamente que José Antonio Gil iba a matarla.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

23º.- María Pilar actuó en todo momento para evitar que José Antonio Gil acabara con
su vida.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

24º.- María Pilar no inició ni provocó en ningún momento la pelea que acaeció en el
domicilio.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

25º.- Mª Pilar sintió tal temor al pensar que José Antonio la iba a matar en ese
momento que le provocó una total anulación de su voluntad.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

HECHO INCOMPATIBLE CON EL 29 A y CON EL 29 B

TERCERO .- HECHOS QUE CONFIGURAN EL GRADO DE EJECUCIÓN


DEL DELITO.

26º.- La herida producida al clavarse el cuchillo en la línea medio clavicular del


segundo espacio intercostal provocó la muerte de José Antonio por hemorragia masiva
ocasionada por la sección del paquete vascular pulmonar del pulmón izquierdo.
Hecho contrario a la acusada.
 Probado (Necesario 7 votos)
 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

CUARTO .- HECHOS QUE CONFIGURAN LA PARTICIPACIÓN DE LA


ACUSADA.
27º.- María Pilar Marcos Rubio ejecutó directa y materialmente, por sí misma,
la acción de clavar el cuchillo descrito en el hecho 1º en la zona del pulmón
izquierdo, concretamente en la línea medio clavicular del segundo espacio intercostal,
de José Antonio Gil Silva, causándole la muerte.
Hecho contrario a la acusada.
 Probado (Necesario 7 votos)
 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

QUINTO .- HECHOS QUE PUEDEN DETERMINAR LA ESTIMACIÓN


DE UNA CIRCUNSTANCIA DE AGRAVACIÓN DE LA
RESPONSABILIDAD DE LA ACUSADA.

28º.- La acusada MARÍA PILAR MARCOS RUBIO estaba casada con José Antonio
Gil Silva desde el 20 de octubre de 1965, y ambos convivían en el domicilio sito en la
calle Panueva 32, de la localidad de Tafalla.
Hecho contrario a la acusada.
 Probado (Necesario 7 votos)
 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

SEXTO .- HECHOS QUE PUEDEN DETERMINAR LA ESTIMACIÓN DE


UNA CIRCUNSTANCIA DE ATENUACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD
DE LA ACUSADA.

29º A).- Mª Pilar sintió tal temor al pensar que José Antonio la iba a matar en ese
momento que le provocó una muy importante diminución de su voluntad.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

HECHO INCOMPATIBLE CON EL 25 Y CON EL 29 B

29º B).- Mª Pilar sintió tal temor al pensar que José Antonio la iba a matar en ese
momento que le provocó una leve disminución de su voluntad.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

HECHO INCOMPATIBLE CON EL 25 Y CON EL 29 A

30º A).- La discusión que Mª Pilar y José Antonio mantuvieron en el domicilio


conyugal empezó aproximadamente sobre las 21:00 horas.
Hecho favorable a la acusada.

Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____
30º B).- La discusión que Mª Pilar y José Antonio mantuvieron en el domicilio
conyugal empezó aproximadamente sobre las 21:40 horas..
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

LOS HECHOS 30 A) y 30 B) NO PUEDEN SER DECLARADOS


PROBADOS A LA VEZ POR SER INCOMPATIBLES, PERO SÍ PUEDEN
SER DECLARADOS COMO NO PROBADOS LOS DOS.

30 C)º.- (SOLO PARA EL CASO DE QUE LOS DOS HECHOS


ANTERIORES SE CONSIDEREN NO PROBADOS).

La discusión empezó entre las 21 horas y las 21:40 horas.

31º.- María Pilar llamó al 112 comunicando los hechos sucedidos.


Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

32º.- Dicha llamada se produjo antes de que se hubiera iniciado ningún tipo de
procedimiento policial o judicial contra María Pilar.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

33º.- Inmediatamente de haberse producido los hechos, María Pilar taponó la herida
de su marido con trapos y toallas, tratando de evitar la muerte de éste, solicitando por
teléfono la presencia de una ambulancia.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

34º.- María Pilar ha resarcido íntegramente los perjuicios morales y económicos


producidos a los 5 hijos por la muerte de su padre.
Hecho favorable a la acusada.

 Probado (Necesario 5 votos)


 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
 No probado.

 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,


el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____

SÉPTIMO.- HECHOS DELICTIVOS POR LOS CUALES EL ACUSADO


HABRA DE SER DECLARADO CULPABLE O NO CULPABLE.

NO SE PROCEDERA A VOTAR NINGUNO DE ESTOS DOS APARTADOS SI


SE HA DECLARADO PROBADO EL HECHO Nº 14 B
A.- María Pilar Marcos Rubio dio muerte a José Antonio Gil Silva al dirigir
el cuchillo que portaba en su mano izquierda contra él clavándoselo en la zona del
pulmón izquierdo, concretamente en la línea medio clavicular del segundo espacio
intercostal, produciéndole una herida que provocó su muerte por hemorragia masiva,
ocasionada por la sección del paquete vascular pulmonar del pulmón izquierdo.
CULPABLE (necesario 7 votos)
 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen los miembros del
Jurado, el nº de votos que forman la
mayoría _____

NO CULPABLE (Necesario 5 votos.)


 Unanimidad
 Mayoría
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados, los
votos que forman la mayoría _____

B.- María Pilar Marcos Rubio dio muerte a José Antonio Gil Silva cuando,
en el curso de la agresión de que estaba siendo objeto, este para doblegarla le pegó
una fortísima patada o rodillazo en la rodilla izquierda, abalanzándose nuevamente
hacia ella, y durante el fuerte forcejeo clavó el cuchillo en el pecho de José Antonio
Gil produciéndole una herida que provocó su muerte por hemorragia masiva,
ocasionada por la sección del paquete vascular pulmonar del pulmón izquierdo.
CULPABLE (necesario 7 votos)
 Unanimidad
 Mayoría.
 Especifiquen los miembros del
Jurado, el nº de votos que forman la
mayoría _____

NO CULPABLE, (Necesario 5 votos.)


 Unanimidad
 Mayoría
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados, los
votos que forman la mayoría _____

SE ADVIERTE A LOS MIEMBROS DEL JURADO QUE LOS


HECHOS A y B SON INCOMPATIBLES, POR LO QUE NO PUEDEN SER
DECLARADOS COMO PROBADOS LOS DOS.
En caso de ser declarado culpable de alguno de los hechos delictivos, se
recaba del Jurado su criterio sobre la aplicación de los beneficios de suspensión de la
pena privativa de libertad y la petición de indulto, bien total, bien parcial, para
MARÍA PILAR MARCOS RUBIO, en la propia sentencia.

SUSPENSIÓN DE LA PENA SI NO

NECESARIO EL VOTO FAVORABLE DE 5 JURADOS


 Unanimidad
 Mayoría
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados, los
votos que forman la mayoría _____

SOLICITUD DE INDULTO SI NO

NECESARIO EL VOTO FAVORABLE DE 5 JURADOS


 Unanimidad
 Mayoría
 Especifiquen las Sras y Sres. Jurados, los
votos que forman la mayoría _____

Así lo acordó el Ilmo. Sr. Magistrado-Presidente, de lo que yo, la Sra.


Secretaria Judicial, doy fe".

QUINTO.- El 26 de octubre de 2010, tras detectarse un error de


redacción el objeto del veredicto entregado a los miembros del Jurado,
se levantó el siguiente Acta:

“Se constituye el Magistrado-Presidente con mi asistencia como Secretario,


compareciendo el Ministerio Fiscal y el letrado D. Ángel Ruiz de Erenchun.

Abierto el acto se pone de manifiesto por el Ilmo. Sr. Magistrado Presidente la


existencia de un error de transcripción en el escrito que contiene el objeto del
veredicto, en concreto en el apartado SÉPTIMO, en el cual donde dice “NO SE
PROCEDERÁ A VOTAR NINGUNO DE ESTOS APARTADOS SI SE HA
DECLARADO PROBADO EL HECHO Nº 14 B”, debe decir: “NO SE
PROCEDERÁ A VOTAR NINGUNO DE ESTOS APARTADOS SI SE HA
DECLARDO PROBADO EL HECHO Nº 14 C”.

Constatado el error que se pone de manifiesto, por ambas partes se muestra


conformidad a que se advierta del mismo al jurado con el fin de realizar la oportuna
rectificación del mismo, a lo que yo, el Secretario, doy cumplimiento a continuación.
Con lo que se dio por terminado el acto, extendiendo yo, el Secretario Judicial,
la presente que, leída y hallada conforme, es firmada por las partes después del Ilmo.
Sr. Presidente y conmigo, de lo que doy fe.”

SEXTO.- De conformidad con lo previsto en los artículos 62 y 63


de la LOTJ, habiendo apreciado este Magistrado- Presidente del Tribunal
del Jurado motivos para proceder a la devolución del acta de votación
realizada el día 26 de octubre de 2010, se procedió a dar audiencia a las
partes conforme a lo dispuesto en el art. 63.3 y 53 de la LOTJ, en
sesiones que tuvieron lugar el mismo 26 de octubre de 2010 y el 27 de
octubre de 2010 y con el resultado que obra en las correspondientes
actas levantadas y en las correspondientes grabaciones (CD nº 6 y CD nº
7).
Ambas partes, Ministerio Fiscal y Letrado defensor de la acusada,
se mostraron conformes con que se procediese a la devolución del acta
presentada al Jurado, a excepción del motivo de devolución referente al
resultado de la votación respecto de los hechos 14º A), 14º B) y 14º C)
del objeto del veredicto que les fue entregado, indicándoles este
Magistrado que la advertencia de incompatibilidad que en los mismos
consta va dirigida a cada miembro del Jurado y que no se refería tan sólo
al resultado final que pudieran arrojar las votaciones correspondientes
(declaración como probados de dos hechos incompatibles entre sí);
resultando evidente que, conforme al acta de votación entregada, una
misma persona había dado por probado el hecho 14º A) y el hecho 14º C)
que resultaban incompatibles entre sí, por lo que los jurados deberían
resolver esta contradicción que supone que un mismo miembro del
Jurado vote a la vez una cosa y su contraria.

Dadas estas explicaciones, el Ministerio Fiscal manifestó, según


consta en el acta levantada, su oposición a la devolución del acta por
este motivo "al entender que el jurado es un órgano colegiado y tanto en
el hecho 14 A) y 14 C) hay que tener en cuenta si se han alcanzado o no
en cada caso las mayorías necesarias".

Por el Letrado de la Defensa se manifestó su conformidad con la


devolución por este motivo.

Según consta, asimismo, en el acta de la sesión, el Magistrado-


Presidente del Tribunal decidió incluir el controvertido motivo de
devolución conforme a la siguiente argumentación:

"No comparte, en modo alguno la tesis mantenida por la Fiscal


en cuanto supone que reconociéndose la existencia de un error
manifiesto y evidente en la votación de los hechos 14A y 14C del objeto
del veredicto pretenda aferrarse a ese error sin dar oportunidad al jurado
de rectificarlo sea manteniendo los 7 votos en el 14 A, sea rectificando
uno de ellos o a la inversa y consecuentemente con la modificación que
habría de producirse en la votación del hecho 14C.

Si a ello añadimos que en el supuesto de que el error se hubiese


cometido al votarse el hecho 14A de tal manera que solo 6 votos
favorables a esa propuesta la respaldasen significaría que ninguna de las
tesis acusatorias habría obtenido la mayoría necesaria con las
consiguientes consecuencias que de ello se derivan, estima fuera de toda
lógica la oposición mantenida a la devolución del acta al jurado.”
Por la Fiscal se formuló protesta.

Asimismo, constan en las grabaciones efectuadas (CD nº 6 y CD nº


7) las instrucciones impartidas por el Magistrado-Presidente al Jurado
para subsanar los errores/defectos observados, sin que, a este respecto,
ni el Ministerio Fiscal, ni el Letrado de la acusada, hicieran observación
alguna.

SÉPTIMO.- Finalmente, tras la redacción de un nuevo acta de


votación se convocó a las partes para que se diera lectura al veredicto en
audiencia pública por el portavoz del Jurado; lo que así se efectuó:

"PRIMERO.- HECHOS JUSTICIABLES


A) Los Jurados han deliberado sobre los HECHOS sometidos a su resolución y
han encontrado PROBADOS y así lo declaran, los siguientes:

.- Hecho 2 por mayoría de 8 votos

.- Hecho 5 por unanimidad

.- Hecho 6 por mayoría de 7 votos

.- Hecho 7 por unanimidad

.- Hecho 8 por mayoría de 5 votos

.- Hecho 9 por unanimidad

.- Hecho 10 por unanimidad

.- Hecho 12 por unanimidad

.- Hecho 13 por unanimidad

.- Hecho 15 por unanimidad

B) Asimismo han encontrado NO PROBADOS y así lo declaran los siguientes


HECHOS del escrito sometido a su decisión:

.- Hecho 1 se declara no probado por 3 votos.

.- Hecho 3 se declara no probado por mayoría de 5 votos

.- Hecho 4 A) se declara no probado por mayoría de 5 votos

.- Hecho 4 B) se declara no probado por mayoría de 5 votos

.- Hecho 4 C) se declara no probado por mayoría de 5 votos

.- Hecho 11 se declara no probado por mayoría de 5 votos

.- Hecho 14 A) se declara no probado con base en 3 votos

.- Hecho 14 B) se declara no probado por mayoría de 7 votos

.- Hecho 14 C) se declara no probado por mayoría de 8 votos

SEGUNDO.- HECHOS QUE PUEDEN DETERMINAR LA ESTIMACIÓN DE


UNA CAUSA DE EXENCIÓN DE LA RESPONSABILIDAD DE LA ACUSADA

- Hecho número 16 Probado por unanimidad

- Hecho número 17 Probado por mayoría de 7 votos

- Hecho número 18 Probado por mayoría de 6 votos


- Hecho número 19 NO probado por mayoría de 6 votos

- Hecho número 20 Probado por unanimidad

- Hecho número 21 NO probado por unanimidad

- Hecho número 21 BIS NO probado por mayoría de 8 votos

- Hecho número 21 TER. NO probado por mayoría de 8 votos

- Hecho número 22 NO probado por mayoría de 6 votos

El jurado propone como hecho alternativo al 22 el siguiente:

María Pilar creyó fundadamente que José Antonio iba a agredirle.

Hecho alternativo probado por unanimidad.

- Hecho número 23 NO probado por mayoría de 6 votos

El jurado propone como hecho alternativo al 23 el siguiente:

María Pilar actuó en todo momento para evitar que José Antonio le agrediera.

Hecho alternativo probado por mayoría de 5 votos.

- Hecho número 24 Probado por unanimidad

- Hecho número 25 NO probado por mayoría de 6 votos

El jurado no introduce en este caso ningún hecho alternativo porque considera que el
miedo a ser agredida no provocó una total anulación de su voluntad.

TERCERO.- HECHOS QUE CONFIGURAN EL GRADO DE EJECUCION


DEL DELITO.

- Hecho número 26 Probado por unanimidad

CUARTO.- HECHOS QUE CONFIGURAN LA PARTICIPACION DE LA


ACUSADA

- Hecho número 27 Probado por unanimidad

QUINTO.- HECHOS QUE PUEDEN DETERMINAR LA ESTIMACIÓN DE


UNA CIRCUNSTANCIA DE AGRAVACIÓN LA RESPONSABILIDAD DE LA
ACUSADA.

- Hecho número 28 Probado por unanimidad


SEXTO.- HECHOS QUE PUEDEN DETERMINAR LA ESTIMACIÓN DE
UNA CIRCUNSTANCIA DE ATENUACIÓN LA RESPONSABILIDAD DE LA
ACUSADA.

- Hecho número 29 A) NO probado por mayoría de 6 votos

El jurado no introduce en este caso ningún hecho alternativo porque considera que el
miedo a ser agredida no provocó en la acusada una importante disminución de su
voluntad.

- Hecho número 29 B) NO probado con base en 6 votos. El jurado propone como


hecho alternativo al 29 B) el siguiente:

María Pilar sintió tal temor al pensar que Jose Antonio la iba a agredir
físicamente en ese momento que le provocó una leve disminución de su voluntad.

Hecho alternativo probado por mayoría de 5 votos.

- Hecho número 30 A) NO probado por unanimidad

- Hecho número 30 B NO probado por unanimidad

- Hecho número 30 C Probado por unanimidad

- Hecho número 31 Probado por unanimidad

- Hecho número 32 Probado por unanimidad

- Hecho número 33 Probado por unanimidad

- Hecho número 34 Probado por unanimidad

SEPTIMO.- HECHOS DELICTIVOS POR LOS QUE LA ACUSADA HABRA


DE SER DECLARADA CULPABLE O NO CULPABLE.

HECHO A.- NO CULPABLE. (Votos en favor de la culpabilidad 6, votos en favor de


la no culpabilidad 3).

HECHO B.- NO CULPABLE por mayoría de 7 votos.

Los jurados han atendido como ELEMENTOS DE CONVICCION para


hacer las precedentes declaraciones a los siguientes:

1. Se considera NO PROBADO porque se considera que no existen pruebas


suficientes que demuestren que la acusada dirigiese voluntariamente el
cuchillo hacia José Antonio.
2. Se considera PROBADO por las lesiones que presentaba la acusada y por el
resultado de muerte de la víctima.

3. El jurado considera el hecho NO PROBADO porque a pesar de que ha sido


aceptado por las dos partes el jurado no da suficiente credibilidad en este punto
al testimonio de la acusada que es la única prueba de la que se dispone.

4. A, B y C) Igual motivación que el hecho 3.

5. El jurado considera el hecho PROBADO porque las pruebas presentadas


demuestran que María Pilar había recibido un fuerte golpe en la cara.

6. El jurado considera el hecho PROBADO porque considera que la fuerza del


golpe fue suficiente para que María Pilar perdiese el equilibrio y cayese.

7. El jurado considera el hecho PROBADO porque es coherente que María Pilar


encontrase el cuchillo en la mesa sin buscarlo.

8. El jurado considera el hecho PROBADO porque había habido una previa,


inmediata y fuerte agresión por parte de José Antonio.

9. El jurado considera el hecho PROBADO por el informe forense y el relato de


la acusada.

10. El jurado considera el hecho PROBADO por las fotografías de los hematomas
que presentaba María Pilar.

11. El jurado considera el hecho NO PROBADO porque no da suficiente


credibilidad al testimonio de la acusada.

12. El jurado lo considera PROBADO porque considera razonable esta


descripción del desarrollo de la pelea.

13. El jurado considera el hecho PROBADO porque las pruebas presentadas


demuestran la existencia de dicho hematoma, y porque considera razonable
esta descripción del desarrollo de la pelea.

14. A) El jurado considera el hecho NO PROBADO porque considera que la


acusada estaba en su sano juicio; por la reacción de arrepentimiento
espontáneo que tuvo la acusada; y porque no existe suficiente evidencia para
demostrar que existiese intención de matar; B) El jurado lo considera NO
PROBADO porque considera que la acusada, habiendo acometido ya una vez
con el cuchillo, sí podía imaginarse que ocurriese la muerte de José Antonio.
C) El jurado considera el hecho NO PROBADO por los testimonios y pruebas
periciales.

15. El jurado considera el hecho PROBADO por las pruebas presentadas:


fotografías e informe médico forense.

16. El jurado considera el hecho PROBADO por ser un hecho pacíficamente


aceptado por las dos partes y confirmado por todos los testimonios.

17. El jurado considera el hecho PROBADO por los testimonios de la acusada, los
hijos, el informe pericial psiquiátrico, la hermana y las hijas de la acusada.

18. Igual motivación que el hecho 17.

19. El jurado considera este hecho NO PROBADO porque en los últimos años las
agresiones físicas graves habían cesado, y hay detalles que el jurado considera
contrarios a este hecho, como puede ser que la mujer jugase regularmente al
parchís con sus amigas y que hablase de jubilarse con José Antonio como su
plan de futuro.

20. El jurado considera este hecho PROBADO por ser coherente con todos los
testimonios escuchados.

21. El jurado considera este hecho NO PROBADO porque no hay pruebas


suficientes. Ninguna de las agresiones físicas, aunque éstas fueron fuertes,
puso en peligro directamente la vida de la acusada. 21.BIS) El jurado
considera este hecho NO PROBADO porque considera que no es proporcional
que ante la agresión la acusada clavase el cuchillo. 21.TER) El jurado
considera este hecho NO PROBADO porque la acusada podía haber cogido
otro objeto no mortal para defenderse (el frutero, por ejemplo).

22. El jurado considera este hecho NO PROBADO porque entiende que la acusada
no tenía motivos para temer por su vida. El jurado entiende que la acusada no
temió por su vida porque en los últimos años las agresiones físicas graves
habían cesado y porque cree que la situación en el momento y lugar de los
hechos no fue suficiente para que la acusada temiese por su vida.

23. El jurado considera este hecho NO PROBADO porque entiende que María
Pilar no temió por su vida, por las razones explicadas en relación con el hecho
22.
24. El jurado considera este hecho PROBADO porque es coherente con que la
mujer, como declaró, venía contenta de jugar al parchís con sus amigas, así
como con el carácter arisco, cambiante y violento de José Antonio descrito en
multitud de testimonios a lo largo del juicio.

25. El jurado considera este hecho NO PROBADO porque, si bien el jurado


aprecia que la acusada debió experimentar una situación de miedo por su
integridad física, no estima, en cambio, que se produjese una situación de
miedo hasta el punto de temer por la propia vida.

26. El jurado considera este hecho PROBADO porque así lo indicó el primer
médico que acudió al lugar de los hechos y porque así lo confirmó el informe
del médico forense.

27. Se considera probado por la declaración de la acusada.

28. El jurado considera este hecho PROBADO porque ha sido aceptado por las
dos partes y porque ha sido confirmado por multitud de testimonios
escuchados en el juicio: testimonio de los hijos, la hermana de la acusada y sus
amigas, que demuestran que José Antonio y María Pilar estaban casados, y
testimonio de los policías que acudieron al lugar de los hechos, que confirman
que la dirección del domicilio es la indicada.

29. A) El jurado considera este hecho NO PROBADO porque estima que la


acusada no temió por su vida, por las razones explicadas en relación con el
hecho 22, si bien el jurado considera que sí se produjo una situación de intenso
miedo por su integridad física, como se ha explicado en relación con el hecho
25. B) El jurado considera este hecho NO PROBADO porque estima que la
acusada no temió por su vida, por las razones explicadas en relación con el
hecho 22, si bien el jurado considera que sí se produjo una situación de miedo
por su integridad física, como se ha explicado en relación con el hecho 25.

30. A) El jurado considera el hecho NO PROBADO porque no existen pruebas


suficientes para determinar con exactitud la hora en que comenzó la discusión;
B) El jurado considera el hecho NO PROBADO porque no existen pruebas
suficientes para determinar con exactitud la hora en que comenzó la discusión;
C) El jurado considera el hecho PROBADO porque es razonable situar el
inicio de la discusión en esa franja, de acuerdo con el testimonio de la acusada
y sus hijos y de acuerdo con la hora en que se realizó la llamada al 112.
31. El jurado considera el hecho PROBADO por el testimonio de la acusada y de
los policías forales.

32. El hecho se considera PROBADO porque coincide con todos los testimonios
escuchados.

33. El hecho se considera PROBADO porque coincide con todos los testimonios
escuchados.

34. El hecho se considera PROBADO porque todos los hijos así lo han declarado.

INCIDENCIAS DE LA VOTACIÓN:

Ninguna

Con lo cual se da por finalizada esta acta de votación que firman todos los
Jurados conmigo, el Portavoz".

OCTAVO.- Una vez leído el veredicto por el portavoz del Jurado,


por el Magistrado Presidente, de conformidad con lo previsto en el art.
67 de la LOTJ, se procedió a dictar sentencia "in voce" en el sentido de
declarar a la acusada absuelta del delito de homicidio objeto de
acusación, con todos los pronunciamientos favorables (CD nº 8).

HECHOS PROBADOS

De conformidad con la valoración que de la prueba practicada en Juicio oral y


público han realizado los 9 miembros del Jurado y ateniéndome al resultado del acta
de votación leída en audiencia pública, y que recoge su veredicto, debo declarar y
declaro probados los siguientes hechos:

1.- La acusada, MARÍA PILAR MARCOS RUBIO, contrajo matrimonio


canónico con José Antonio Gil Silva el 20 de octubre de 1965, cuando tenía 19 años y
se encontraba embarazada, y ambos convivían en el domicilio sito en la calle Panueva
32, de la localidad de Tafalla.

2.- Desde el principio del matrimonio la Sra. Marcos Rubio ha venido


recibiendo por parte de su marido múltiples agresiones físicas y vejaciones morales de
todo tipo y condición.
3.- Dichas agresiones y vejaciones se extendieron hasta la madurez de sus
cuatro hijos mayores, con diferente intensidad según los casos.
4.- MARÍA PILAR MARCOS RUBIO no se atrevió nunca a formular
denuncias ante la Policía ni a solicitar la separación o divorcio, debido a la educación
recibida y profundas convicciones religiosas.
5.- Entre las 21 horas y las 21:40 horas del día 2 de noviembre de 2009 María
Pilar Marcos Rubio y su esposo, José Antonio Gil Silva, mantuvieron una fuerte
discusión en su domicilio de la C/ Panueva nº 32 de la localidad de Tafalla.
6.- Durante la expresada discusión José Antonio Gil Silva propinó a María
Pilar Marcos Rubio una fuerte bofetada con la mano derecha.
7.- Dicha bofetada hizo que hizo que María Pilar Marcos Rubio perdiese el
equilibrio y se golpeara con la mesa.
8.- María Pilar no inició ni provocó en ningún momento la pelea que acaeció
en el domicilio.
9.- Acto seguido María Pilar, sin buscarlo a propósito, cogió un cuchillo de
cocina que se encontraba casi al lado de donde ella se apoyó.
10.- María Pilar cogió el cuchillo con ánimo de defenderse y, tratando de
conseguir que José Antonio Gil Silva desistiera de la agresión, le manifestó “no me
vuelvas a poner otra vez la mano encima”.
11.- En ese momento José Antonio Gil Silva se abalanzó nuevamente sobre su
esposa y ésta, para evitar que continuara la agresión, estiró el brazo derecho con el
cuchillo en la mano, causándole una lesión erosiva en la cara antero externa del brazo
izquierdo.
12.- José Antonio Gil Silva agarró a María Pilar Marcos Rubio del brazo
derecho -en cuya mano llevaba el cuchillo-, causándole dos hematomas.
13.- A continuación, María Pilar Marcos Rubio, cambiándose el cuchillo de
mano, retiró hacia atrás el cuchillo que mantenía en alto y él le propinó un nuevo
empujón que le desplazó hasta la zona de la fregadera de la cocina.
14.- Una vez allí el Sr. Gil la agredió nuevamente en el brazo izquierdo
causándole un hematoma más.
15.- Como consecuencia de estos hechos la acusada sufrió unas lesiones
consistentes en un hematoma en tercio inferior de brazo izquierdo, hematoma en cara
lateral externa de la rodilla izquierda de 4 por 5 cms, herida peringuneal de 0,2 de
longitud en dedo de mano derecha y dos hematomas en el brazo derecho. Lesiones
que precisaron para su sanidad de una primera asistencia facultativa y que tardaron en
curar 5 días sin secuelas y sin incapacidad para sus ocupaciones habituales.
16.- En el curso de la discusión descrita, María Pilar creyó fundadamente
que José Antonio iba a agredirle y actuó en todo momento para evitar que José
Antonio le agrediera, sintiendo tal temor al pensar que iba a hacerlo en ese
momento que ello le provocó una leve disminución de su voluntad.

17.- María Pilar Marcos Rubio ejecutó directa y materialmente, por sí


misma, la acción de clavar un cuchillo, de los utilizados para cortar el pan, con una
longitud total de 25 cm., 13 cm. de empuñadora y 12 cm. de filo, en la zona del
pulmón izquierdo, concretamente en la línea medio clavicular del segundo espacio
intercostal, de José Antonio Gil Silva, causándole la muerte por hemorragia masiva
ocasionada por la sección del paquete vascular pulmonar del pulmón izquierdo.

18.- María Pilar llamó al 112 comunicando los hechos sucedidos.

19.- Dicha llamada se produjo antes de que se hubiera iniciado ningún tipo de
procedimiento policial o judicial contra María Pilar.
20.- Inmediatamente de haberse producido los hechos, María Pilar taponó la
herida de su marido con trapos y toallas, tratando de evitar la muerte de éste,
solicitando por teléfono la presencia de una ambulancia.
21.- María Pilar ha resarcido íntegramente los perjuicios morales y económicos
producidos a los 5 hijos por la muerte de su padre.
Asimismo, con arreglo al veredicto emitido por el Jurado, no ha sido
probado: ni que durante la discusión y forcejeo relatados la acusada hubiese dirigido
el cuchillo contra José Antonio; ni que se hubiese representado como altamente
probable o como posible que durante el forcejeo se clavara el cuchillo en el pecho de
José Antonio.

FUNDAMENTOS DE DERECHO

PREVIO.- LA RACIONALIDAD DEL DERECHO FRENTE A LA


ARBITRARIEDAD.

"El Estado de Derecho surge como una construcción jurídica, estructurada y


operativa, una vez que triunfan los principios políticos que están a la base de la
Revolución Francesa y que, fundamentalmente y en lo que aquí interesa, atañen al
reconocimiento y declaración de los derechos del ciudadano, concebidos y afirmados
como previos y anteriores a los del Estado y como límites de la propia actividad
estatal, y a la división de poderes como fórmula básica de estructuración de la
comunidad política. Y latiendo bajo estos principios, como idea rectora, la de que las
formulaciones técnicas del Estado de Derecho tienen el designio de garantizar la
libertad de los ciudadanos. Y, cabalmente, para asegurar esa libertad se consagra el
principio de legalidad de la actividad administrativa. Principio que nace como
reacción contra una de las notas que caracterizaban el anterior Estado Absolutista, al
que desde el punto de vista administrativo acostumbraba a llamarse Estado Policía.
Esa nota es precisamente la arbitrariedad.

Agudamente ha expuesto el profesor Legaz la significación de la arbitrariedad.


Tras definir el Derecho como “forma de vida social en la que se realiza un punto de
vista sobre la justicia, que delimita las respectivas esferas de licitud y deber, mediante
un sistema de legalidad, dotado de valor autárquico”, nos dice dicho autor que el
Derecho puede ser negado en sus exigencias de fondo o en su forma, siendo este
último el momento típico de la arbitrariedad, al consistir en la negación de la
legalidad, en tanto que legalidad, pero no forzosa y constitutivamente de la
justicia. Y cometida esa negación precisamente por el propio custodio de la misma (la
legalidad), es decir, por el poder público. La arbitrariedad es conducta antijurídica de
los órganos del Estado que puede producirse 1º por alteración del procedimiento
con arreglo al cual debe ser establecida una norma determinada; 2º por
desconocimiento del contenido específico de una norma de rango superior al ser
desarrollada por una norma de inferior jerarquía; 3º por trasgresión de la esfera de
propia competencia del órgano actuante.

En último término y con formulación general, cabe decir que el problema de


la arbitrariedad se manifiesta como el desconocimiento de la vinculación de los
órganos del Estado por las normas jurídicas determinantes y condicionantes de
su actividad. (En lo que concierne al ámbito judicial, cabe añadir ahora, a ello
responde el artículo 117.3 CE: El ejercicio de la potestad jurisdiccional en todo tipo
de procesos, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado, corresponde exclusivamente a
los Juzgados y Tribunales determinados por las Leyes, según las normas de
competencia y procedimiento que las mismas establezcan). Sólo en tanto en cuanto
el órgano del Estado, y en lo que aquí importa, la Administración, actúa dentro de su
propia esfera de competencia, en conformidad a las normas que presiden su
funcionamiento y le atribuyen potestades y facultades, y adecuando su obrar al fin que
le viene atribuido específicamente, sólo así se rompe el círculo de la arbitrariedad.

(...) Por eso interesa retener que la historia del moderno Estado de Derecho es,
en gran medida, una incesante lucha y un tenaz esfuerzo sostenido contra la
arbitrariedad y en favor de la juridización de la actividad estatal en todas sus esferas y
manifestaciones.

Esa lucha contra la arbitrariedad se plantea, en primer término, en el campo del


arbitrio judicial.

En las Partidas, por ejemplo, se otorgaba al Juez un amplio arbitrio en el


ámbito jurisdiccional. Decía la Partida 7ª, Título 31, ley 8º: “Catar deben los
juzgadores cuando quieran dar juicio de escarmiento contra alguno, qué persona es
aquélla contra quien lo dan; si es siervo, o libre, o fidalgo, o ome de villa o de aldea, o
si es mancebo, o mozo o viejo; pueden (los juzgadores) crecer, o menguar o toller la
pena, según entendieran que es guisado e lo deben facer”.

La consagración de tamaño arbitrio judicial permitía, por la propia naturaleza


de las cosas, un desconocimiento del valor supremo de justicia – con sus notas
constitutivas de medida, igualdad, proporcionalidad -, y de los valores de seguridad,
orden y en definitiva de la propia libertad.

Porque la arbitrariedad judicial no consiste en permitir al juez el uso y


aplicación de la equidad, la versión latina de la epiqueya aristotélica. Usar de la
equidad es algo que no empaña la virtud misma de la Justicia, sino que permite su más
cabal realización. Se ha podido decir que la dimensión “dramática” de la justicia no se
torna “trágica” precisamente por virtud de la equidad.
(...)
Merkel ha podido afirmar que (...) Mediante la exigencia de una justicia
administrativa se crearon las garantías de que la voluntad popular, que encuentra su
expresión en la ley, habría de manifestarse en los actos administrativos de manera
pura, limpia de todo influjo incontrolable e irresponsable.
(...)
La Jurisdicción consiste, y su raíz etimológica lo muestra claramente, en decir
el Derecho. (...)

La Justicia es, ciertamente, en su más primaria y radical significación, una


virtud que consiste en el hábito operativo de dar a cada uno lo suyo.

Pero contemplar sólo este aspecto supone formalizar y subjetivar su virtualidad


operante. La Justicia es, además, un valor. El valor, para la axiología, no es
simplemente el precio que las cosas tienen. Es el aprecio o estimación que por sí
merecen en función de su propia bondad entitativa. Por eso, háblese de una jerarquía
de valores, o de un "ordo bonorum", es lo cierto que la realización de la justicia
supone en el sujeto esa virtud de dar a cada uno lo suyo, virtud volitiva, que exige al
propio tiempo el "saber" acerca de lo que "es" de cada uno, función ésta que cumple la
prudencia, virtud intelectiva, que nutre de sentido la Jurisprudencia o prudencia del
derecho, el saber acerca del derecho.
(...)
Es cierto, ya para finalizar, que tanto la Administración como los Jueces están
vinculados al Derecho –y dentro de su ámbito deben moverse- pero con la diferencia
fundamental de que sólo a los Jueces corresponde decir lo que es de “justicia” en cada
caso.

A la pregunta de por qué esto ocurre así, el juez norteamericano Cardozo,


respondía: “Ustedes podrán decir que no hay ninguna seguridad de que los jueces
interpretarán las “mores” de su época más sabia y verdaderamente que otros hombres.
No lo voy a negar, pero en mi opinión el problema no es este. La cuestión consiste
más bien en que esta facultad debe ser puesta en algún sitio y la Constitución la ha
puesto en los Jueces.” Hasta aquí las palabras de Cardozo. Pueden encerrar parte de
verdad, pero no son toda la verdad. No se trata de que la Constitución,
salomónicamente, haya resuelto la cuestión atribuyendo ciegamente esa facultad. Se
trata, y este es el fondo del problema, de que resuelve la cuestión de modo que quienes
asumen la función de juzgar estén en las mejores condiciones de hacerlo con justicia,
y para ello cuentan los jueces con su arte y técnica de juzgar, el “offium iudicis” como
por su posición imparcial e independiente.
Pero el juez asume –o debe asumir- su función siendo consciente de sus
limitaciones. Sabe que la plenitud de Justicia es exclusivo atributo divino. Los
hombres participando en la función de juzgar, están siempre atormentados y
angustiados por la duda hamletiana, la tensión radical entre reflexión y decisión.

Es la forzosidad de la decisión judicial, su inexcusable dicción del Derecho


que atenaza al juez, el momento que confiere a la justicia su dimensión dramática. El
juez se enfrenta con un repertorio de problemas y de conflictos y de él se espera la
llegada de una solución justa. El conocimiento del Derecho le ofrece los criterios
directivos del Ordenamiento, pero el tránsito de lo abstracto a lo concreto le enseña
que el juez no se haya instalado en un catálogo de certidumbres que le asegure la
exactitud de las respuestas. Ha de ir buscando el sentido justo de cada una, con
virtud de justicia, con hábito de prudencia, con el amor hacia lo justo que lleva
arropado entre los pliegues de su toga.

Solo así, con llaneza, con ánimo esforzado y sereno, abroquelado en las
virtudes cardinales de la prudencia, fortaleza y templanza, puede ir haciendo, en
humildad, la posible justicia nuestra de cada día".

(Fragmentos extraídos de la Lección 1ª del Curso de Derecho Administrativo que en su día


impartió D. Ángel González Simón, Profesor Asociado de la UN y Magistrado de la Sala de lo
Contencioso-Administrativo de la Audiencia Territorial de Pamplona, de la que llegó a ser su
Presidente, en los que se ha destacado en negrita las ideas claves que irán repitiéndose a lo largo de esta
sentencia.).

PRIMERO.- DERECHO A UN JUICIO JUSTO EN EL ÁMBITO


PENAL. PRESUNCIÓN DE INOCENCIA.

Intentando ser fiel a estas enseñanzas y principios este Magistrado-Presidente


del Tribunal del Jurado debe abordar la siempre difícil tarea de explicar una decisión
judicial en los términos jurídicos, pero también lógicos y racionales, pues sin ellos
esta sentencia carecería de motivación adecuada, que resulten lo más claro posible.

Dificultad que se incrementa en los procesos penales seguidos ante el Tribunal


del Jurado porque debo explicar no sólo decisiones propias, sino también las del
Jurado, de conformidad con el reparto de funciones entre éste, compuesto de 9
miembros, y el Magistrado-Presidente, establecido en la LOTJ.

Y en estas explicaciones, que deben ser el ropaje jurídico de una decisión de


personas no expertas en Derecho, el Magistrado-Presidente debe respetar
escrupulosamente el resultado de la votación en que se sustenta, una vez comprobado
que no concurre en el acta correspondiente causa alguna de devolución al Jurado
conforme a las previsiones del artículo 63.1 de la LOTJ.

Nos dice el Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las


Libertades Fundamentales en su artículo 6.1 que toda persona tiene derecho a que
su causa sea oída equitativa, públicamente y dentro de un plazo razonable, por un
tribunal independiente e imparcial, establecido por la ley, que decidirá los litigios
sobre sus derechos y obligaciones de carácter civil o sobre el fundamento de
cualquier acusación en materia penal dirigida contra ella (...) y en su artículo 6.2
que toda persona acusada de una infracción se presume inocente hasta que su
culpabilidad haya sido legalmente declarada.

Estos dos apartados del artículo 6 citado, junto con los derechos que se
recogen en el apartado 3 del mismo, vienen a coincidir, en su significación básica, con
el artículo 24.1 y 24.2 de la Constitución.

Artículo 24.1 CE: Todas las personas tienen derecho a obtener la tutela
efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses
legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión.

Artículo 24.2 CE: Asimismo, todos tienen derecho al Juez ordinario


predeterminado por la Ley, a la defensa y a la asistencia de letrado, a ser informados
de la acusación formulada contra ellos, a un proceso público sin dilaciones
indebidas y con todas las garantías, a utilizar los medios de prueba pertinentes para
su defensa, a no declarar contra sí mismos, a no confesarse culpables y a la
presunción de inocencia.

Estas son las ideas básicas que configuran las garantías necesarias para poder
decir que un juicio penal es justo y que, como es lógico, han sido desarrolladas por el
Tribunal Supremo, Tribunal Constitucional y Tribunal Europeo de Derechos
Humanos, al interpretar y aplicar los preceptos señalados.

Así (volviendo a destacar en negrita las ideas esenciales), la STS núm.


65/2007, de 5 de febrero, compendia la esencia de todo proceso penal del siguiente
modo: "El derecho a la presunción de inocencia reconocido en el artículo 24 CE
implica que toda persona acusada de un delito debe ser considerada inocente hasta
que se demuestre su culpabilidad con arreglo a la Ley (artículo 11 de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos; artículo 6.2 del Convenio para la
Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, y artículo
14.2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos). Esto supone que es
preciso que se haya desarrollado una actividad probatoria de cargo, cuya iniciativa
corresponde a la acusación, que desvirtúe racionalmente esa presunción inicial, en
cuanto que permita declarar probados unos hechos y la participación del acusado
en ellos".

Destacamos, pues, los aspectos más relevantes sobre los que conviene prestar
especial atención: la culpabilidad debe ser demostrada y declarada con arreglo a la
Ley, y no de ningún otro modo, y después de que se desvirtúe racionalmente esa
presunción inicial como resultado, claro está, de la actividad probatoria de cargo que
se hubiere desarrollado en el juicio oral.

La STC núm. 130/2002 (Sala Primera), de 3 junio, en su


fundamento jurídico 3, analiza la significación y alcance de un juicio
justo en el ámbito penal en los siguientes términos, de los que también
se destacarán en negrita los que merecen mayor atención:

"3 Desde nuestras primeras resoluciones, hemos afirmado que el ejercicio por
el Estado del «ius puniendi» ha de llevarse a cabo exclusivamente en un proceso
con todas las garantías, y con rigurosa observancia de las normas que regulan
dicho proceso (SSTC 16/1981, de 18 de mayo [RTC 1981, 16], FF. 5 y 6) ya que el
proceso penal, a través del que el Estado ejerce de forma más intensa su derecho a
castigar, no sólo puede conducir a la imposición de la sanción más grave prevista en el
Ordenamiento jurídico (la sanción criminal), sino también puede comprometer el
derecho a la libertad personal (art. 17.1 CE) del acusado y, en su caso, los derechos
fundamentales de otros intervinientes en el juicio penal; aunque su posición y los
términos en los que disfrutan los derechos fundamentales que extienden su hálito
protector en el proceso penal no sea la misma (STC 70/1999, de 26 de abril [RTC
1999, 70], F. 3).

En correspondencia con este significado y alcance del proceso penal, la


Constitución ha establecido para este proceso, y a favor del imputado o acusado,
un sistema complejo de garantías vinculadas entre sí en su art. 24 (SSTC
205/1989, de 11 de diciembre [RTC 1989, 205], 161/1994, de 23 de mayo [RTC 1994,
161], y 277/1994, de 17 de octubre [RTC 1994, 277]). De suerte que cada una de las
fases del proceso penal -iniciación (STC 111/1995, de 4 de julio [RTC 1995, 111], F.
3); imputación judicial (STC 135/1989, de 19 de julio [RTC 1989, 135], F. 6);
adopción de medidas cautelares (STC 105/1994, de 11 de abril [RTC 1994, 105], F.
3); Sentencia condenatoria (SSTC 31/1981, de 28 de julio [RTC 1981, 31]; 229/1991,
de 28 de noviembre [RTC 1991, 229], y 259/1994, de 3 de octubre [RTC 1994, 259]);
derecho al recurso y a la doble instancia (STC 190/1994, de 20 de junio [RTC 1994,
190], F. 2)- está sometida a exigencias constitucionales específicas, destinadas a
garantizar, en cada estadio del desarrollo de la pretensión punitiva e incluso antes
de que el mismo proceso penal comience (STC 109/1986, de 24 de septiembre [RTC
1986, 109], F. 1), la presunción de inocencia y otros derechos fundamentales de la
persona contra la que se dirige tal pretensión (por todas STC 19/2000, de 31 de
enero [RTC 2000, 19], F. 3) y, muy en particular, el derecho a un juicio justo, por
emplear la expresión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

El conjunto de derechos establecido en el art. 24 CE, dirigidos a garantizar una


tutela judicial efectiva de los intereses legítimos y derechos de las personas, no se
agota con el mero respeto de las garantías allí enumeradas establecidas de forma
evidente a favor del procesado. El art. 24 CE incorpora, también, el interés
público en un juicio justo, cuya relevancia constitucional no es posible desconocer,
garantizado en el art. 6 del Convenio Europeo de Derechos Humanos (en adelante,
CEDH), instrumento hermenéutico insoslayable para la interpretación de los derechos
fundamentales de nuestra Constitución (art. 10.2 CE), donde quedan intactas las
garantías que asisten a todos sus partícipes y, especialmente, de quien se ve
sometido al ejercicio del «ius puniendi» del Estado (SSTC 116/1997, de 23 de junio
[RTC 1997, 116], F. 5, reiterado en la STC 138/1999, de 22 de julio [RTC 1999, 138],
F. 5).

La función del derecho fundamental a un proceso judicial con todas las


garantías (art. 24.2 CE) en el ámbito de los procesos penales es, precisamente,
asegurar ese interés público en que la condena penal, entroncada también con
otro interés constitucional como es el de la persecución del delito (por todas STC
166/1999, de 27 de septiembre [RTC 1999, 166], F. 2, y las allí citadas), resulte de
un juicio justo; interés constitucional en un juicio justo asentado en los principios
del Estado de Derecho y en los valores constitucionales de libertad y justicia (art.
1.1 CE).

Por esta razón hemos dicho que la primera y más importante garantía
debida del proceso penal, a los efectos de que éste pueda tenerse por un juicio justo,
es indudablemente aquella que impone al Juez (hasta el punto de constituir parte de
su estatuto constitucional, art. 117.1 CE), y en lo que ahora interesa, al Juez penal, la
inquebrantable obligación de someterse de forma exclusiva y sin desfallecimiento
o excepciones al ordenamiento jurídico. Especialmente, a las normas procesales
que establecen la forma en la que debe ejercer su función jurisdiccional en los
procesos penales. Pues su estricta sujeción a la Ley, en este caso, a la Ley procesal,
garantiza la objetividad e imparcialidad del resultado de su enjuiciamiento del
asunto que se someta a su examen.

La estricta sujeción del Juez a la Ley penal sustantiva y procesal que rige sus
actos y decisiones constituye la primera y más importante garantía del juicio justo en
la medida en que dicha sujeción asegura a las partes en el proceso que el Juez penal es
un tercero ajeno a los intereses en litigio y, por tanto, a sus titulares y a las funciones
que desempeñen en el proceso. Alejamiento que le permite decidir justamente la
controversia, situándose por encima de las partes acusadoras e imputadas. Por esta
razón le está vedado constitucionalmente asumir en el proceso funciones de parte
(STC 18/1989, de 30 de enero [RTC 1989, 18], F. 1, con cita de la STC 53/1987, de 7
de mayo [RTC 1987, 53], FF. 1 y 2), o realizar actos en relación con el proceso y
sus partes que puedan poner de manifiesto que ha adoptado una previa posición
a favor o en contra de una de ellas, lo que es aún más relevante cuando se trata del
imputado en el proceso penal (por todas STC 162/1999, de 27 de septiembre [RTC
1999, 162], F. 5).
De ahí que la imparcialidad objetiva del Juez penal resulta sin duda una
garantía esencial y debida del proceso penal justo. El Juez debe garantizar que el
órgano judicial ha actuado de forma que se excluya toda duda legítima sobre su
neutralidad. Hemos tenido ocasión de afirmar que en esta materia «las apariencias
son muy importantes porque lo que está en juego es la confianza que, en una sociedad
democrática, los Tribunales deben inspirar al acusado y al resto de los ciudadanos»
(STC 162/1999, F. 5). También hemos sostenido que aquél puede traspasar el límite
que le impone el principio acusatorio cuando, perdiendo su apariencia de juez
objetivamente imparcial, ha llevado a cabo una actividad inquisitiva encubierta al
desequilibrar la inicial igualdad procesal de las partes en litigio, al respaldar una
petición de una de ellas formulada en clara conculcación de lo dispuesto en la
legalidad sustantiva o procesal y que puede deparar un perjuicio a la otra (STC
188/2000, de 10 de julio [RTC 2000, 188], F. 2).

El derecho a un proceso judicial con todas las garantías (art. 24.2 CE), por lo
tanto, otorga al acusado y procesado el derecho a exigir del Juez penal la observancia
inexcusable de una actitud neutra respecto de las posiciones de las partes en el
proceso, lo que obviamente tiene lugar si actúa en el proceso penal con estricta
sujeción a lo que la normas procesales establecen. Esta estricta sujeción a lo
dispuesto en la Ley procesal garantiza su neutralidad y asegura la igualdad
procesal entre las partes en el proceso. Pues esa igualdad, que constituye un
principio constitucional de todo proceso integrado en el objeto del derecho a un
proceso judicial con todas las garantías (art. 24.2 CE), significa que los órganos
judiciales vienen constitucionalmente obligados a aplicar la Ley procesal de manera
igualitaria de modo que se garantice a todas las partes, dentro de las respectivas
posiciones que ostentan en el proceso y de acuerdo con la organización que a éste
haya dado la Ley, el equilibrio de sus derechos de defensa, sin conceder trato
favorable a ninguna de ellas en las condiciones de otorgamiento y utilización de los
trámites comunes, a no ser que existan circunstancias singulares determinantes de que
ese equilibrio e igualdad entre las partes sólo pueda mantenerse con un tratamiento
procesal distinto que resulte razonable, y sea adoptado con el fin precisamente de
restablecer dichos equilibrio e igualdad (STC 101/1989, de 5 de junio [RTC 1989,
101], F. 4)".
La STC núm. 173/2002 (Sala Segunda), de 9 octubre y la STC
núm. 123/2005 (Pleno), de 12 mayo, reiteran esta misma doctrina.

En el mismo sentido se ha pronunciado el Tribunal Europeo de


Derechos Humanos en STEDH 2005\61, de 2 de junio de 2005 y en STEDH
2000/149, en las que, tras referirse al derecho a un juicio justo, recuerda “que la
reglamentación del procedimiento tiende, en primer lugar, a proteger a la persona
procesada contra los riesgos de abuso de poder, y que es pues la defensa la más
susceptible de sufrir las consecuencias de las lagunas e imprecisiones de tal
reglamentación".

Vemos, pues, que la prohibición de la arbitrariedad, como ya


quedó señalado en el fundamento de derecho previo de esta resolución,
no se reduce exclusivamente al Derecho Administrativo, sino que,
nutriéndose de él, de sus técnicas y de los avances que han conducido a
los actuales Estados de Derecho, alcanza a todos los poderes públicos;
al judicial también; pues evitar esos riesgos de abuso de poder es
cabalmente el propósito de la interdicción de la arbitrariedad que
nuestra Constitución proclama en el artículo 9.3 en los siguientes
términos: "La Constitución garantiza el principio de legalidad, la jerarquía
normativa, la publicidad de las normas, la irretroactividad de las disposiciones
sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales, la seguridad
jurídica, la responsabilidad y la interdicción de la arbitrariedad de los poderes
públicos"; tras señalar en el primer apartado de este precepto que "Los ciudadanos y
los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento
jurídico".

Volveremos sobre esta prohibición de actuar arbitrariamente que


también obliga a jueces y tribunales.

SEGUNDO.-EL PROCEDIMIENTO DEL TRIBUNAL DEL


JURADO QUE NOS OCUPA.

Lógicamente, este Magistrado-Presidente del Tribunal del Jurado


no tiene duda alguna de que el presente procedimiento se haya
desenvuelto conforme a las exigencias de un juicio justo.
Durante el desarrollo de todas las sesiones del Juicio Oral,
porque ninguna de las partes, ni el Ministerio Fiscal, ni el Letrado de la
defensa, han llegado a expresar duda alguna al respecto; ninguna de
ellas llegó a mostrar discrepancia alguna con las decisiones adoptadas
por este Magistrado, ni, en consecuencia, a formular protesta alguna
por vulneración de las garantías propias de un juicio justo.

Sin embargo, terminado el Juicio Oral, el Ministerio Fiscal se ha


mostrado contrario a dos decisiones de este Magistrado, acordadas en
trámites previos a la lectura del veredicto del Jurado que debemos
analizar por si alguna de ellas hubiera supuesto algún tipo de
quebrantamiento de las normas y garantías procesales que le hubiere ocasionado
merma en sus derechos como parte acusadora.

En primer lugar, respecto del objeto del veredicto presentado a los jurados.

Y, en segundo término, respecto de una de las causas de devolución al Jurado


del primer acta de votación.

Procede, en consecuencia, analizar cuáles son esos derechos como parte


acusadora según la jurisprudencia.

Conforme a reiterada jurisprudencia del Tribunal Constitucional


y del Tribunal Supremo, la parte acusadora no tiene un derecho
fundamental constitucionalmente protegido a la condena penal de
otra persona. En este mismo sentido, la STEDH, Sección 1ª, de 22
septiembre 2005, apartado 25.

"Es meramente titular del “ius ut procedatur”, es decir, del


«derecho a poner en marcha un proceso, substanciado de conformidad
con las reglas del proceso justo, en el que pueda obtener una respuesta
razonable y fundada en Derecho», que ha sido configurado por el
Tribunal Constitucional como una manifestación específica del derecho
a la jurisdicción, y que no se agota en un mero impulso del proceso o
una mera comparecencia en el mismo, sino que de él derivan con
naturalidad y necesidad los derechos relativos a las reglas esenciales
del desarrollo del proceso..." (STC núm. 45/2005, Sala Primera, de 28
febrero, mas las que en ella se citan, y, en el mismo sentido, STS
núm. 494/2004, de 13 abril).

En esta misma línea, el Auto del Tribunal Constitucional núm.


467/2006, (Sala Primera, Sección 1), de 20 diciembre: “Como
recordaba recientemente la STC 141/2006, de 8 de mayo 2006, «en
cuanto que pueden sufrir la intervención punitiva del Estado, el
imputado y acusado gozan de unas garantías constitucionales,
procesales y sustantivas, diferentes y mayores que las de otros
participantes en el proceso» (F. 3). En múltiples ocasiones «hemos
marcado la notable diferencia que, desde la perspectiva de los derechos
fundamentales en juego dentro del proceso penal, existe entre las partes
según su posición de acusadoras o de acusadas» (STC 4/2004, de 16 de
enero, F. 4; también, SSTC 41/1997, de 10 de marzo, F. 5; 116/1997, de
23 de junio, F. 5). Esta asimetría se justifica plenamente por la
trascendencia de sus intereses en juego, pues «al proceso penal se
acude postulando la actuación del poder del Estado en su forma más
extrema, la pena criminal, actuación que implica una profunda
injerencia en la libertad del imputado y en el núcleo más "sagrado" de
sus derechos fundamentales» (SSTC 41/1997, F. 5; 88/2003, de 19 de
mayo F. 7), y encuentra plasmación, entre otros, en los derechos a ser
informado de la acusación, a no declarar contra uno mismo, a no
confesarse culpable, a la revisión de la condena, a no ser condenado
dos veces por lo mismo o a la legalidad de las infracciones y
sanciones”.
Asimismo, precisa la STC 141/2006, « (...) Al igual que no
existe "un principio de legalidad invertido", que otorgue al acusador
un derecho a la condena penal cuando concurran sus presupuestos
legales (STC 41/1997, F. 4), " tampoco existe una especie de 'derecho
a la presunción de inocencia invertido' , de titularidad del acusador,
que exija la constatación de una conducta delictiva cuando la misma sea
la consecuencia más razonable de las pruebas practicadas" (STC
141/2006, F. 3) o que demande la nulidad del relato fáctico de signo
absolutorio porque el mismo sea consecuente a una valoración judicial
carente de inmediación. Que el debate procesal deba desarrollarse en
condiciones de igualdad, de modo que todos los intervinientes tengan
plena capacidad de alegación y prueba (SSTC 138/1999, de 22 de julio,
F. 4; 178/2001, de 17 de septiembre, F. 3), y que por ello tanto
acusador como acusado ostenten esta misma garantía, no comporta, en
fin, por lo ya señalado, que sean iguales en garantías, pues ni son
iguales los intereses que arriesgan en el proceso penal ni el mismo es
prioritariamente un mecanismo de solución de un conflicto entre ambos,
sino un mecanismo para la administración del ius puniendi del Estado,
en el que "el ejercicio de la potestad punitiva constituye el objeto
mismo del proceso" (SSTC 41/1997, F. 5; 285/2005, de 7 de
noviembre, F. 4;)». (La negrita es añadida).

Abundando en esta misma idea, la STC núm. 43/2007, (Sala Segunda),


de 26 febrero, con cita de la STC núm. 12/2006 (Sala Primera), de 16
enero, recuerda: “Este deber (preservación de los derechos
fundamentales de las partes y, en especial, la regla o principio de
interdicción de indefensión), se agudiza, desde luego, en el proceso
penal, dada la trascendencia de los intereses en juego ( SSTC 41/1997,
de 10 de marzo [ RTC 1997, 41] ; 102/1998, de 8 de junio [ RTC 1998,
102] ; y 91/2000, de 4 de mayo [ RTC 2000, 91] ), de forma que, aun
en el caso de falta de previsión legal, no queda liberado el órgano
judicial, e incluso el propio Ministerio público, "de velar por el
respeto del derecho de defensa del imputado, más allá del mero
respeto formal de las reglas procesales" (STC 112/1989, de 19 de
junio [ RTC 1989, 112] )”. (La negrita es añadida).

La doctrina del Tribunal Supremo coincide plenamente con la


línea seguida por el Tribunal Constitucional respecto de la inexistencia
de una especie de un “derecho a la presunción de inocencia invertido ”,
de titularidad del acusador.

Se expone claramente en su Sentencia núm. 213/2002 (Sala de lo


Penal), de 14 febrero , y se reitera, entre otras muchas, en las
Sentencias de 4 de julio de 2005, 22 de diciembre de 2004, 4 de
marzo de 2004, 13 de abril de 2004, y 25 de febrero de 2003, y en
Auto de 16 de junio de 2005, conforme a la que “Como regla del juicio
el principio de presunción de inocencia impone a la acusación la carga
de la prueba por encima de cualquier duda razonable. (...) Pero la
Constitución no incluye un principio de presunción de inocencia
invertida ..."; y aunque tal doctrina se elabora a propósito de las
facultades de revisión del Tribunal Supremo con ocasión de los
recursos de casación interpuestos contra sentencias absolutorias,
rechazando que pueda suplantar la falta de convicción condenatoria del
Tribunal de instancia que ha presenciado personalmente la prueba,
revisando la credibilidad de testimonios que no ha contemplado e
introduciendo certeza condenatoria donde el Tribunal sentenciador solo
apreció dudas absolutorias, sirve para ilustrar el alcance del derecho
fundamental a la presunción de que goza todo acusado; y aplicada,
"mutatis mutandis", a los juicios que se desarrollan ante el Tribunal del
Jurado, para reparar en que solo los 9 jurados que lo componen están
legitimados para la valoración en conciencia de las pruebas que
ellos, con inmediación, han presenciado durante el desarrollo de un
Juicio público, oral y sujeto al principio de contradicción; y ello es así
hasta el punto de que esa valoración probatoria será irrevisable ;
cuando desemboque en una sentencia absolutoria porque las partes
acusadoras solo podrán hacer valer alguna causa que de lugar a la
anulación del juicio y celebración de otro nuevo, por más que la
valoración de quien ejercite la acusación pueda resultar también
razonable; cuando se trate de sentencia condenatoria porque el
condenado solo puede alegar la vulneración del derecho a la presunción de
inocencia porque, atendida la prueba practicada en el juicio, carezca de toda base
razonable la condena impuesta.

Y es que, como continua analizándose en esta Sentencia, cuya


doctrina también es aplicable a los juicios con Jurado, "La
jurisprudencia de esta Sala ha señalado que, en estos supuestos, la
posibilidad de una alternativa a la declarada por el tribunal que fuera
igualmente razonable, daría lugar planteamiento de una duda del hecho
( SSTS 390/2003, de 18 de marzo [ RJ 2003, 2670] ), es decir, la
alternativa razonable posibilita la actuación del «in dubio pro reo», y
en consecuencia la absolución de la imputación ”.

En parecidos términos se pronuncian la STS núm. 481/2008 (Sala de


lo Penal, Sección 1), de 18 de julio y la STS núm. 1068/2007, de 20 de diciembre.
Dice esta última: “el derecho a la tutela judicial efectiva comprende entre otros
derechos el de obtener del juez o tribunal ante el que se plantea la pretensión una
respuesta razonada jurídicamente, no una respuesta favorable a la pretensión.
Respuesta razonada en derecho, en la hipótesis de una sentencia penal, es la que no
sólo resuelve motivadamente, de forma positiva o negativa, la posible subsunción de
los hechos en la norma cuya aplicación se postula, sino la que previamente explica, al
menos en sus líneas esenciales, el camino lógico seguido por el tribunal a partir de la
actividad probatoria desarrollada en el juicio hasta llegar a la convicción que refleja la
declaración de hechos probados. Este último aspecto del razonamiento tiene una
importancia mucho mayor cuando la sentencia es condenatoria que cuando es
absolutoria, toda vez que, en el primer caso, el derecho a la tutela judicial efectiva se
ve reforzado por el derecho a la presunción de inocencia, de suerte que la afirmación
de que el tribunal no considera probada la realización del hecho objeto de acusación o
la participación en el mismo del acusado, o la de que no ha superado la duda sobre
tales extremos, en que metódicamente hubo de situarse antes del enjuiciamiento
-afirmaciones que son lógico presupuesto de una sentencia absolutoria-, no estarían
necesitadas en principio de una motivación que no fuese la mera expresión de la
ausencia de prueba o la permanencia de la duda, como se dice en nuestras Sentencias
nº 186 y 1045/1998, entre otras.
Las pruebas directas suministran al tribunal un referente capaz de construir una
resultancia fáctica cuya apreciación únicamente a él incumbe como consecuencia del
principio de inmediación, por lo que un pronunciamiento absolutorio, emitido tras la
práctica de pruebas directas que la acusación estimaba de cargo, no requiere más
explicación sino la de que dichas pruebas no han convencido al tribunal de la
culpabilidad del acusado; a no ser, claro está, que se trate de pruebas apodícticas,
rigurosamente evidenciadoras, no contradichas, en cuyo caso, ciertamente límite, nos
encontraríamos ante una absolución carente de fundamentación racional que
significaría, cuando menos, una flagrante vulneración del derecho a la tutela judicial
efectiva (STS 3-12-2002) por arbitrariedad de la decisión (art. 9-3 C.E.).”
A). OBJETO DEL VEREDICTO.

Artículo 52 de la LOTJ. Objeto del veredicto.

"1. Concluido el juicio oral, después de producidos los informes y oídos los acusados,
el Magistrado-Presidente procederá a someter al Jurado por escrito el objeto del
veredicto conforme a las siguientes reglas:

a. Narrará en párrafos separados y numerados los hechos alegados por las


partes y que el Jurado deberá declarar probados o no, diferenciando entre
los que fueren contrarios al acusado y los que resultaren favorables. No
podrá incluir en un mismo párrafo hechos favorables y desfavorables o
hechos de los que unos sean susceptibles de tenerse por probados y otros no.

Comenzará por exponer los que constituyen el hecho principal de la


acusación y después narrará los alegados por las defensas. Pero si la
consideración simultánea de aquéllos y éstos como probados no es posible
sin contradicción, sólo incluirá una proposición.

Cuando la declaración de probado de un hecho se infiera de igual


declaración de otro, éste habrá de ser propuesto con la debida prioridad y
separación".

La discrepancia mostrada por el Ministerio Fiscal no afecta a los siguientes


apartados de este precepto, "b" a "g", que contienen las restantes reglas a que debe
ajustarse el objeto del veredicto.

Artículo 53 LOTJ. Audiencia a las partes.

"1. Antes de entregar a los jurados el escrito con el objeto del veredicto, el
Magistrado-Presidente oirá a las partes, que podrán solicitar las inclusiones o
exclusiones que estimen pertinentes, decidiendo aquél de plano lo que corresponda.

2. Las partes cuyas peticiones fueran rechazadas podrán formular protesta a los
efectos del recurso que haya lugar contra la sentencia".

Como ya se ha hecho constar en el antecedente de hecho cuarto de esta


sentencia, con ocasión de dar la preceptiva audiencia a las partes antes de entregar a
los jurados el objeto del veredicto, el Ministerio Fiscal se opuso únicamente a que el
Hecho 14º se desglosara en tres apartados, conforme proponía la defensa, en lugar de
los dos que figuran en el inicialmente redactado por este Magistrado (folios 401 y 402
del Rollo de Sala), aceptando el resto de inclusiones que proponía.

Afecta, por tanto, esta discrepancia al apartado a) del art. 51 (relato de los
hechos alegados por las partes); y el motivo en que se basa, según cabe comprobar en
la grabación de la audiencia (CD nº 5), es que consideraba que el actual 14 A) (el
presentado por Magistrado-Presidente) ya recogía suficientemente la circunstancia que
se solicita en este momento.

Este Magistrado decidió aceptar las modificaciones propuestas por la defensa,


incluido el nuevo desglose que se introduce en el hecho nº 14, por
resultar más clarificador de los diferentes supuestos en que pudo
haberse producido la muerte del Sr. Gil Silva.

Consta también en la grabación de esta audiencia (CD nº 5) que


fue este Magistrado quien, tras resolver, preguntó al Ministerio Fiscal
si quería hacer constar su protesta a efectos de un posible recurso, a lo
que asintió, haciéndose constar así en el acta levantada.

Como cabe comprobar comparando el objeto del veredicto que presentó este
Magistrado a las partes y el definitivamente entregado a los jurados, éste último es
más clarificador, pues si en aquél se recogían como hipótesis posibles unos hechos
que, de resultar probados por la mayoría legalmente exigida, permitirían calificarlos
como un homicidio doloso con dolo eventual y un homicidio imprudente dentro de
una misma proposición (el hecho 14 A inicial), amén de la tesis del caso fortuito (el
14 B inicial), las modificaciones aceptadas presentan tres supuestos distintos (dolo
eventual, imprudencia y caso fortuito) de una forma más detallada, más precisa y más
clara.

OBJETO DEL VEREDICTO INICIAL

1º.- El día 2 de noviembre de 2009, (...) .

En esta posición y portando en alto el cuchillo la acusada lo dirigió contra José


Antonio clavándoselo en la zona del pulmón izquierdo, concretamente en la línea
medio clavicular del segundo espacio intercostal (...).

(Aunque al Jurado no se le plantean cuestiones jurídicas, los hechos por lo que deben
votar deben contener todos los elementos del tipo penal objeto de acusación: en esta
proposición del Ministerio Fiscal, aunque no exprese que la acusada actuó con ánimo
de matar o acabar con la vida de la víctima, u otra expresión similar, el dolo directo
que le atribuye está implícito en las expresiones resaltadas "lo dirigió y
"clavándoselo")

14º A) .- A continuación, para doblegarla, el Sr. Gil le pegó una fortísima patada o
rodillazo en la rodilla izquierda, se abalanzó nuevamente hacia María Pilar, y en el
fuerte forcejeo el cuchillo acabó en el pecho de José Antonio Gil.
(Esta proposición obedecía a la tesis del homicidio por imprudencia, pero lo cierto es
que la expresión resaltada, "en el fuerte forcejeo el cuchillo acabó en el pecho",
permitiría también la calificación de un delito de homicidio doloso causado con dolo
eventual).

14º B) .-A continuación, para doblegarla, el Sr. Gil le pegó una fortísima patada o
rodillazo en la rodilla izquierda, se abalanzó nuevamente hacia María Pilar, y en el
fuerte forcejeo el cuchillo acabó clavándose accidentalmente en el pecho de José
Antonio Gil.”

(Estos hechos, de resultar probados, no serían punibles a tenor de los dispuesto en el


artículo 5 del Código Penal: "no hay pena sin dolo o imprudencia").
Estos hechos, a su vez, condicionaban la redacción del apartado Séptimo, relativo a
los hechos delictivos, del Objeto inicial:

SÉPTIMO.- HECHOS DELICTIVOS POR LOS CUALES EL ACUSADO


HABRA DE SER DECLARADO CULPABLE O NO CULPABLE.

NO SE PROCEDERA A VOTAR NINGUNO DE ESTOS DOS APARTADOS SI


SE HA DECLARADO PROBADO EL HECHO Nº 14 B”

A.- María Pilar Marcos Rubio dio muerte a José Antonio Gil Silva al
dirigir el cuchillo que portaba en su mano izquierda contra él clavándoselo en la zona
del pulmón izquierdo, concretamente en la línea medio clavicular del segundo espacio
intercostal, produciéndole una herida que provocó su muerte por hemorragia masiva,
ocasionada por la sección del paquete vascular pulmonar del pulmón izquierdo.

B.- María Pilar Marcos Rubio dio muerte a José Antonio Gil Silva cuando,
en el curso de la agresión de que estaba siendo objeto, este para doblegarla le pegó
una fortísima patada o rodillazo en la rodilla izquierda, abalanzándose nuevamente
hacia ella, y durante el fuerte forcejeo clavó el cuchillo en el pecho de José Antonio
Gil produciéndole una herida que provocó su muerte por hemorragia masiva,
ocasionada por la sección del paquete vascular pulmonar del pulmón izquierdo.

SE ADVIERTE A LOS MIEMBROS DEL JURADO QUE LOS HECHOS A y B


SON INCOMPATIBLES, POR LO QUE NO PUEDEN SER DECLARADOS
COMO PROBADOS LOS DOS.

La redacción del objeto del veredicto que se presentó a las partes era,
ciertamente, más confusa; por ello se admitieron las modificaciones solicitadas por la
defensa; y se entregó a los jurados el definitivo objeto del veredicto en el que, al
menos este Magistrado, en lo que a la única cuestión discutida por el Ministerio Fiscal
se refiere y respecto de la que formuló su protesta por la decisión tomada, no aprecia
defecto alguno, y, menos aún, que pudiera ocasionarle algún tipo de indefensión la
desestimación de las objeciones que planteó.
Y es que, en relación al auto de hechos justiciables y calificaciones definitivas
formuladas por la acusación y la defensa, tampoco cabría apreciar en las
modificaciones admitidas desvío alguno, pues no significan otra cosa que la
proposición a los jurados de las cuatro versiones sobre los hechos que fueron
debatidas por las partes.

A posteriori se puede comprobar, además, que la tesis de la acusación, tal y


como fue presentada, nunca alcanzó válidamente mayoría suficiente para ser
declarada probada.

De otro lado, si el propio Ministerio Público mostró conformidad con la


redacción inicial del objeto del veredicto, en la que resulta obvio que se introdujeron
dos posibilidades no contempladas por la acusación y que fueron planteadas por la
defensa, no se acaba de entender qué razón habría para rechazar el desglose propuesto
y admitido cuando este responde con mayor exactitud al propio planteamiento de la
defensa, al igual que el Hecho 1º del objeto del veredicto responde y se ajusta, con
igual exactitud, al del Ministerio Fiscal.

Por lo demás, no resulta ocioso señalar que el cuestionado desglose del Hecho
14º, de un lado, abría las posibilidades de la defensa de combatir la única tesis de la
acusación; pero, de otro, también suponía que, rechazada esta tesis, pudiera recaer
una condena por homicidio doloso cometido con dolo eventual y no directo, lo que si
no resulta de relevancia para la calificación jurídica del delito, que en ambos casos
será la de homicidio del artículo 138 CP, sí la puede tener a los efectos de
individualizar la pena que finalmente pudiera imponerse de conformidad con lo
dispuesto en el artículo 72 CP; precepto que obliga a los jueces y tribunales, una vez
aplicadas las reglas generales sobre determinación de las penas, a razonar en la
sentencia el grado y extensión concreta de la impuesta, a cuyo efecto no es
indiferente que el homicidio se hubiera cometido con dolo directo que con dolo
eventual.

Del mismo modo que la narración de unos hechos, a los que no se opuso el
Ministerio Fiscal, que, de resultar probados, permitirían su calificación como un delito
de homicidio imprudente, con la consiguiente reducción de la pena aplicable respecto
de la solicitada por la acusación; también favorecía a los legítimos intereses de la
defensa proporcionar una base fáctica para la apreciación del mencionado dolo
eventual.

No se aprecia, en definitiva, razón alguna para consentir el relato de unos


hechos que podrían dar lugar a la calificación de un delito de homicidio imprudente y
rechazar otro de homicidio doloso en el que tuviera cabida el dolo eventual; ambos
introducidos por la defensa de modo subsidiario respecto de su tesis principal, la
inexistencia de hechos delictivos.

Ambos son hechos contrarios a la acusada, porque su admisión como


probados por el Jurado conllevaría la existencia del delito correspondiente. La
circunstancia de que su inclusión en el objeto del veredicto se deba a la iniciativa de la
defensa y no de la acusación no altera su naturaleza.

Dicho en otros términos, con el planteamiento de la defensa se abrían unas


posibilidades de condena que de otro modo no existirían por falta de apoyo fáctico,
pero, al mismo tiempo, de resultar probada cualquiera de las dos proposiciones que
introdujo, y abstracción hecha del resultado de la votación sobre eximentes y
atenuantes, se aseguraba una pena inferior a los 11 años solicitados por el Ministerio
Fiscal, tanto si la condena era por homicidio doloso, pero con dolo eventual, como a
título de homicidio imprudente.

Por lo demás, se trata de un planteamiento absolutamente correcto y que


corresponde decidir al Letrado de la defensa según estime más conveniente a los
intereses de su defendida.
En este sentido, STS núm. 343/2008 (Sala de lo Penal, Sección 1), de 12
junio (RJ 2008\3652), que, entre otras consideraciones, rechaza una posible
calificación de los hechos probados como homicidio imprudente razonando en su
fundamento de derecho sétimo del siguiente modo:

Sucede, además, que en el trámite de determinación del objeto del veredicto se


planteó (...). La defensa del acusado mantuvo como línea permanente y exclusiva de
defensa que el acusado no participó en esos hechos, sino que la muerte de la mujer se
produjo al arrojarse ésta al vacío desde el balcón por propia decisión, voluntaria y
libre. No se planteó ninguna alternativa, como podía ser el homicidio imprudente, ni,
en consecuencia, se interesó que se incluyera en el objeto del veredicto una
proposición sobre el elemento intencional que guiara la conducta del acusado al
agredir a la víctima en esa otra alternativa, que no se produjo.

El art. 52 LOTJ dispone las proposiciones que conforman el objeto del


veredicto que se somete al Jurado, que serán "los hechos alegados por las partes",
siendo así que la defensa del acusado nada propuso sobre el elemento subjetivo del
delito que se le imputaba (precisamente por negar la mayor, es decir, que el ahora
recurrente hubiera sido el autor de los golpes que provocaron el fallecimiento), ni
tampoco hizo uso del art. 53 que le permite solicitar al Magistrado-Presidente las
inclusiones que estimare pertinentes en el escrito de éste sobre el objeto del veredicto.
Por todo ello, la queja que ahora se formula carece de todo fundamento y debe ser
desestimada".

B). CAUSA CUESTIONADA DE LA DEVOLUCIÓN AL JURADO DEL


PRIMER ACTA DE VOTACIÓN.

Como ya se ha hecho constar en el antecedente de hecho sexto de la presente


resolución, en aplicación de los dispuesto en los artículos 62 y 63 de la LOTJ, este
Magistrado-Presidente del Tribunal del Jurado procedió a la devolución
del primer acta de votación realizada por el Jurado, con la conformidad
de ambas partes, Ministerio Fiscal y Letrado defensor de la acusada,
quienes también se mostraron conformes con los motivos de devolución
a excepción del referente al resultado de la votación respecto de los
hechos 14º A), 14º B) y 14º C) del objeto del veredicto que les fue
entregado, indicándoles que la advertencia de incompatibilidad que en
los mismos consta va dirigida a cada miembro del Jurado y que no se
refería tan sólo al resultado final que pudieran arrojar las votaciones
correspondientes (declaración como probados de dos hechos
incompatibles entre sí); resultando evidente que, conforme al acta de
votación entregada, una misma persona había dado por probado el hecho
14º A) y el hecho 14º C) que resultaban incompatibles entre sí, por lo
que deberán resolver esta contradicción al haber votado un mismo
miembro del Jurado a la vez una cosa y su contraria.

Dadas estas explicaciones, el Ministerio Fiscal manifestó, según


consta en el acta levantada, su oposición a la devolución del acta por
este motivo "al entender que el jurado es un órgano colegiado y tanto en
el hecho 14 A y 14 C hay que tener en cuenta si se han alcanzado o no en
cada caso las mayorías necesarias".

Examinada la grabación de la sesión (CD nº 7), en lo que resulta


claramente audible, la oposición del Ministerio Fiscal se razonó en los
siguientes términos: entendemos que el Jurado es un órgano colegiado,
adopta sus decisiones por unas mayorías exigidas en la ley, aquí tenemos
que la capacidad por mayoría exigida por la ley que son 7 votos, y en el
14 C que es la cuestión que se plantea un hecho no probado (…) mayoría
sobrepasada porque la ley exige 5, tenemos 6 votos; por ello entendemos
que si hay que creer, suponer que una persona ha votado dos veces es
suponer, tener mucha suposición, por lo que tenemos que adoptar el voto
de la mayoría que (…) o se refleja en el acta (…).

Tras la decisión de devolver el acta de la votación, por el


Ministerio Fiscal se formuló protesta, después de que este Magistrado le
preguntase si deseaba formularla.

Al devolver el acta al Jurado por esta razón este Magistrado estaba velando al
mismo tiempo por dos derechos solo en apariencia contrapuestos que señalo por su
orden de importancia: el de la acusada a no ser condenada en base a un error y el de la
acusación pública a descartar la existencia de cualquier error en la votación, porque no
olvidemos que, como ya hemos destacado, "el ejercicio por el Estado del «ius
puniendi» ha de llevarse a cabo exclusivamente en un proceso con todas las garantías,
y con rigurosa observancia de las normas que regulan dicho proceso"; y que el artículo
24 CE "incorpora, también, el interés público en un juicio justo"; y que "asegurar ese
interés público en que la condena penal, entroncada también con otro interés
constitucional como es el de la persecución del delito (por todas STC 166/1999, de 27
de septiembre [RTC 1999, 166], F. 2, y las allí citadas), resulte de un juicio justo;
interés constitucional en un juicio justo asentado en los principios del Estado de
Derecho y en los valores constitucionales de libertad y justicia (art. 1.1 CE).

Como tampoco debemos olvidar cuál es la posición constitucional del


Ministerio Fiscal que se diseña en el artículo 124 de la Constitución: "... tiene por
misión promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de
los ciudadanos y del interés público tutelado por la Ley, de oficio o a petición de los
interesados, así como velar por la independencia de los Tribunales y procurar ante
éstos la satisfacción del interés social"; funciones que ejerce "por medio de órganos
propios conforme a los principios de unidad de actuación y dependencia jerárquica y
con sujeción, en todo caso, a los de legalidad e imparcialidad"; y todo ello significa
que también debe velar por los derechos fundamentales del acusado, incluso
cuando la única acusación sea la del propio Ministerio Fiscal.

Así lo han señalado la STC núm. 43/2007, (Sala Segunda), de 26


febrero, y la STC núm. 12/2006 (Sala Primera), de 16 enero , al
recordar, como hemos visto anteriormente, que el deber de preservar los
derechos fundamentales de las partes y, en especial, la regla o principio
de interdicción de indefensión, se agudiza, desde luego, en el proceso
penal, dada la trascendencia de los intereses en juego, de forma que,
aun en el caso de falta de previsión legal, no queda liberado el
órgano judicial, e incluso el propio Ministerio público , "de velar por
el respeto del derecho de defensa del imputado, más allá del mero
respeto formal de las reglas procesales".

Acordada la devolución del acta de votación, también por esta


causa que se cuestiona, las explicaciones e instrucciones que, a este respecto, se
dieron al Jurado, y basta para ello examinar la grabación de la correspondiente sesión
(CD nº 7), fueron escrupulosamente imparciales y neutrales; aunque solo fuese
porque, obviamente, este Magistrado ni sabía ni podía saber si el error cometido, una
vez subsanado, iba a "beneficiar" a una u otra parte.

Por lo demás, debe presumirse, necesariamente, que las partes, Ministerio


Fiscal y Letrado de la acusada, también lo entendieron así, pues, estando presentes
cuando se explica al Jurado esta causa de devolución del acta de la votación y la forma
de proceder a rectificar el error detectado, ningún reparo u objeción expresaron; y si,
como se indica en la Exposición de la LOTJ, "En la medida en que las instrucciones
tienen consustancial transcendencia en la determinación del veredicto, parece
oportuno que se sometan al control de las partes para que éstas resulten convencidas
de la imparcialidad de aquéllas y, si no, dispongan de la oportunidad de combatir la
infracción", ningún sentido tendría no hacer ver al Magistrado-Presidente, en ese
momento, cualquier desvío en el que, respecto de su deber de neutralidad e
imparcialidad, hubiere podido incurrir, para reservarse esta facultad que la Ley les
concede en algún trámite posterior.

Las indicadas instrucciones que el Magistrado-Presidente da a los jurados en


presencia de las partes están sujetas, por tanto, a su control; pudiendo las partes, en
todo momento, pues para ello se les brinda esta oportunidad, plantearle cualquier
queja o duda sobre su imparcialidad, como también cualquier sugerencia para aclarar
algún extremo o añadir alguna explicación omitida.

Desde el estricto punto de vista de velar por las garantías de un juicio justo, a
este Magistrado le era indiferente en qué sentido se rectificase el error cometido;
aunque no puede dejar de señalar una duda: cómo puede beneficiar al Ministerio
Fiscal una condena obtenida sobre la base de tal error; lógicamente, solo se entiende
su oposición y protesta por haberse acordado devolver el acta de la votación, también
por este motivo, si lo que este Magistrado entiende como error evidente no lo es, o si,
siéndolo, no fue capaz de explicarlo bien.

Dice un pasaje de la STS núm. 294/2002 (Sala de lo Penal), de 18 febrero:


"La evidencia no necesita explicaciones más allá de su propia presencia".

Sin embargo, habrá que añadir, siempre que no se cuestione.

Uno de los principios básicos de la lógica, asumido universalmente y tenido


como un axioma, sin el cual todo nuestro discurrir racional se desmoronaría, es el
llamado " principio de contradicción".

Según el DRAE se trata de un "enunciado lógico y metafísico que consiste en


reconocer la imposibilidad de que una cosa sea y no sea al mismo tiempo"; y es un
axioma porque se trata de una "proposición tan clara y evidente que se admite sin
necesidad de demostración"; de suerte que, por tratarse de una evidencia, nos
proporciona una "certeza clara y manifiesta de la que no se puede dudar".

El primer acta de votación del Jurado, tal y como se ha indicado en el


antecedente de hecho sexto de esta sentencia, arrojaba unos resultados que, en lo que
de interés tiene para explicar su devolución contra la oposición y protesta formulada
por el Ministerio Fiscal, fue el siguiente, expresado, para facilitar y comprender mejor
esta explicación, colocando los votos correspondientes a cada apartado de los hechos
justiciables 14 A); 14 B) y 14 C) del objeto del veredicto:

14º A) .- Mª Pilar se representó como altamente probable que durante el


forcejeo se clavara el cuchillo en el pecho de José Antonio y pese a ello continuó con
el forcejeo.
HECHO INCOMPATIBLE CON EL 1º E INCOMPATIBLE CON EL 14
B) Y EL 14 C)
Hecho contrario a la acusada. Probado.
Votaron como probado este hecho 7 jurados.
Votaron como no probado este hecho 2 jurados.

14º B) .- Mª Pilar se representó como posible que durante el forcejeo se clavara


el cuchillo en el pecho de José Antonio pero creyó que no sucedería.
Hecho contrario a la acusada. No probado.
Votaron como probado este hecho 2 jurados.
Votaron como no probado este hecho 7 jurados.

HECHO INCOMPATIBLE CON EL 1º, CON EL 14 A) Y CON EL 14 C).

14 C.- A continuación, para doblegarla, el Sr. Gil le pegó una fortísima patada
o rodillazo en la rodilla izquierda, se abalanzó nuevamente hacia Mª Pilar, y en el
fuerte forcejeo el cuchillo acabó clavándose accidentalmente en el pecho de José
Antonio Gil.
Hecho favorable a la acusada. No probado.
Votaron como probado este hecho 3 jurados.
Votaron como no probado este hecho 6 jurados.

SI SE DECLARA PROBADO ESTE HECHO 14 C) NO PROCEDERA


CONTESTAR AL RESTO DE LAS PREGUNTAS.

Y llegado a este punto me veo en la obligación de demostrar lo evidente.


Que al menos un jurado, el mismo jurado, votó como probado el hecho 14 A) y
el hecho 14 C).

Por la suma de votos favorables; al dar por probados dos hechos incompatibles
entre sí: hubo 7 jurados que votaron probado el 14 A) y 3 jurados que votaron probado
el 14 C). Suman, por tanto, 10; lo que significa que, al menos, un jurado sufrió un
error, al votar como probados dos hechos incompatibles entre sí y así advertido en el
objeto del veredicto que se les entregó.

Y por qué se dice que al menos uno: porque se tiene la seguridad absoluta de
ello; no hay margen alguno para la duda. Puede que hubiese otros jurados más que
también hubiese votado como probados ambos hechos; pero esta posibilidad, con el
resultado de la votación, es absolutamente indetectable.

Pero en nuestro caso la evidencia de que esto ocurrió es insoslayable.

Y ante tal evidencia, un jurado votó al mismo tiempo como probadas una
proposición que recoge los elementos del tipo de un homicidio doloso (con dolo
eventual técnicamente) y otra incompatible insalvablemente con la anterior, como es
la que recoge un homicidio causado accidentalmente, este Magistrado-Presidente, so
pena de incurrir en arbitrariedad, debía, conforme a ley, devolver el acta de la
votación para la subsanación del defecto/error detectado, pues tal era su obligación de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 63.1.e de la LOTJ, según el cual, el
Magistrado-Presidente devolverá el acta al Jurado si, a la vista de la copia de la
misma, apreciase, entre otras circunstancias que no son del caso, que se ha incurrido
en algún defecto relevante en el procedimiento de deliberación y votación, como así
ocurrió por lo ya explicado.

No se trata, por tanto, de ninguna suposición, como expuso el Ministerio Fiscal


al justificar su oposición, sino de una certeza, y a buen seguro que demostrable con
alguna fórmula matemática que no está al alcance de los conocimientos de este
Magistrado. Una de esas certezas que se conocen como "certeza lógica", esto es, la
clase de conocimiento que es posible alcanzar mediante unas relaciones matemáticas
que no pueden inducir a error.
Del Hecho 14 A) o del Hecho 14 C) hay que restar, al menos, un voto; del que
sea, pero de uno de ellos.

En caso contrario siempre persistiría la duda de si el voto


afirmativo sobrante es el del 14 A) o el del 14 C).

Y es que la exigencia de que el poder público se conduzca de


forma racional alcanza también, como no podía ser de otra manera, a
todos y cada uno de los 9 miembros del Jurado (art. 3.3 de la LOTJ: "
Los jurados en el ejercicio de sus funciones actuarán con arreglo a los principios de
independencia, responsabilidad y sumisión a la Ley, a los que se refiere el artículo 117
de la Constitución para los miembros del Poder Judicial"); como, sobra decirlo, a
este Magistrado.

De no haberse devuelto el acta de la primera votación por la causa que


cuestiona el Ministerio Fiscal, en estos momentos, se estaría redactando una sentencia
condenatoria a la que se habría llegado en base a un error en la votación que, por todo
lo que he tratado de explicar, es innegable.

Si un solo jurado puede prescindir de estas advertencias, también lo podrán


hacer otros, pues el resultado global que presenten dando por probados dos hechos
incompatibles entre sí siempre debe ser el producto de errores individuales, cualquiera
que fuese su número.

En definitiva, si deben respetarse en todo caso las garantías


constitucionales establecidas en el art. 24. 2 CE ( STC núm. 230/2002
-Sala Segunda, de 9 diciembre, que recuerda lo dicho por la STC
167/2002 en su Fundamento jurídico 11), una sentencia condenatoria
que se hubiere fundamentado en el referido error se habría dictado sin
sujeción al proceso legalmente establecido (art. 117.3 de la CE; art. 1
de la LECrim; y art. 63.1.e de la LOTJ), y, por tanto, obtenida en un
juicio viciado de nulidad y no en el marco de un juicio justo; más aún,
con la consecuencia añadida de que la imposición de la pena privativa
de libertad consiguiente supondría también una flagrante violación del derecho a
la libertad personal, "que no sólo es un valor superior del Ordenamiento jurídico (art.
1.1 CE), sino también un derecho fundamental (art. 17.1 CE) que garantiza el derecho
a no ser privado de la misma salvo «en los casos y en la forma previstos en la Ley»
(STC -Sala Segunda- de 4 octubre 2010 - JUR 2010\351755- y las que en ella se
citan).

Si este Magistrado, tras comprobar el error analizado, no hubiese procedido a


la devolución al Jurado del acta de votación habría incurrido en una sinrazón absoluta,
porque habría actuado "contra justicia y fuera de lo razonable o debido".

Por lo demás, la decisión de devolver el acta de la votación solo compete


adoptarla al Magistrado-Presidente y es irrevisable en apelación, pues no está
contemplada la "indebida devolución del acta de votación" como uno de los posibles
motivos en el artículo Artículo 846 bis c. de la LECrim., a diferencia del supuesto
contrario: que concurriendo motivos de los que debieran haber dado lugar a su
devolución al Jurado, ésta no hubiera sido ordenada. En relación a dicha devolución el
único motivo que puede hacerse valer, como ya hemos señalado, es que el
Magistrado-Presidente hubiese incurrido en parcialidad en las instrucciones dadas al
Jurado .

Finalmente, no resultará ocioso recordar el artículo 267 de la LOPJ, que, en


su apartado 1, dispone que "Los tribunales no podrán variar las resoluciones que
pronuncien después de firmadas, pero sí aclarar algún concepto oscuro y rectificar
cualquier error material de que adolezcan"; añadiendo en el apartado 3 que " Los
errores materiales manifiestos y los aritméticos en que incurran las resoluciones
judiciales podrán ser rectificados en cualquier momento".

Similares previsiones encontramos también en el artículo 105 de la Ley


30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y
del Procedimiento Administrativo Común.

TERCERO.- PRESUNCIÓN DE INOCENCIA Y


ABSOLUCIÓN.

Corresponde ahora motivar la decisión de absolver.

Como no puede ser de otra forma, la razón de absolver es que los


hechos declarados probados en el apartado correspondiente de esta
sentencia, redactados de estricta conformidad con el resultado del acta
de votación del Jurado (a quien por Ley corresponde, en exclusiva, " la
responsabilidad de la valoración probatoria sobre la veracidad de la
imputación", según expresión utilizada en la Exposición de Motivos de la LOTJ), y a
la que se dio lectura en audiencia pública, no son constitutivos del
delito de homicidio doloso tipificado en el artículo 138 del Código
Penal; único delito objeto de acusación por parte del Ministerio Fiscal;
y ello es así porque el Hecho 1º del objeto del veredicto que contiene
la descripción fáctica y típica de tal delito, conforme a las conclusiones
definitivas de dicho Ministerio, no se ha considerado probado por la
mayoría legalmente exigida, 7 miembros del Jurado, expresándose en el
acta de la votación que "Se considera NO PROBADO porque se considera que
no existen pruebas suficientes que demuestren que la acusada dirigiese
voluntariamente el cuchillo hacia José Antonio".

Y lo mismo cabe decir respecto de la alternativa planteada en el hecho 14 A),


que recogía la modalidad del homicidio doloso con dolo eventual (por no existir
suficiente evidencia para demostrar que existiese intención de matar), o la del 14 B)
(el Jurado ofrece como explicación que la acusada, habiendo acometido ya una vez
con el cuchillo, sí podía imaginarse que ocurriese la muerte de José Antonio); tesis
esta última, Hecho 14 B), en la que se recoge un supuesto de homicidio imprudente,
que, por las reglas de incompatibilidad establecidas en el objeto del veredicto,
tampoco podía obtener respaldo suficiente para darse como probada.

Esto es, admitida desde un principio por la acusada su participación en la


muerte de sus esposo, y declarado por unanimidad de los 9 miembros del Jurado tanto
la muerte de D. José Antonio, como dicha participación, la tesis de la acusación, que
no es otra que la afirmación de que la acusada acabó con su vida con intención de
hacerlo; esto es, con dolo directo o de primer grado, implícito en la expresión "lo (el
cuchillo) dirigió contra Jose Antonio clavándoselo en la zona del pulmón
izquierdo ...", pues tal expresión encierra ya un dominio pleno de la acción y que la
intención de la acusada se encaminó tanto a un lugar concreto del cuerpo de D. José
Antonio (a un órgano vital como es el pulmón), como a un determinado fin (acabar
con su vida), el único extremo negado por la acusada, la referida intención, y único
que debía probarse, en realidad, por la acusación, para poder fundamentar una
condena por homicidio doloso, ha resultado no probado.
Porque lo que de verdad se juzga en este caso no es la muerte de una persona
en la que ha tenido participación otra, la acusada; sino la afirmación de que tuvo
ánimo de matarla; afirmación que no se ha dado por probada por la mayoría de
jurados que exige la LOTJ; únicos que están legitimados para valorar en conciencia, la
de cada uno de ellos y no una inexistente conciencia colectiva, libremente las pruebas
de cargo y descargo practicadas en su presencia, protegidos y amparados en esta labor,
como cualquier juez, por el principio de la independencia judicial; esto es, "la
independencia de cada juez a la hora de impartir justicia" (STC 108/1986, de 29 de
julio).

Y es que, la comisión de un delito de homicidio doloso, como el que es objeto


de acusación, requiere necesariamente la prueba de que concurre también un requisito
o elemento subjetivo: el ánimo homicida o dolo de matar, en cualquiera de sus formas,
dolo directo o eventual; y en el caso enjuiciado no se ha dado por probado tal ánimo
por la mayoría de miembros del Jurado que exige la LOTC.

La motivación que, a este respecto, se recoge en el acta de votación del Jurado,


aunque esté expresando la opinión de una minoría de sus miembros, es adecuada y
suficiente.

Adecuada, porque lo que se debe justificar por el Jurado son las razones por las
que un hecho se declara probado o no probado.

Suficiente para absolver, porque responde a lo que es exigible al Jurado.

Así, la STS núm. 701/2008 (Sala de lo Penal, Sección 1), de 29 octubre (RJ
2008\6442), desestima un motivo del recurso de casación interpuesto por la acusación
particular, cuya finalidad era que se condenase a dos acusados absueltos por el
Tribunal del Jurado (un tercer acusado fue condenado), y en el que se alegaba
"vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva por falta de motivación de las
resoluciones judiciales", en los términos siguientes:

"A) Hemos de distinguir, en primer lugar, entre motivación del veredicto, a la


que se refiere el art. 61.1 d) de la Ley del Jurado (RCL 1995, 1515) cuando nos dice
que en su apartado cuarto (el veredicto) "contendrá una sucinta explicación de las
razones por las que se han declarado o rechazado declarar determinados hechos como
probados"; y por otro lado la motivación de la sentencia, pues como dice el art. 70.2
"si el veredicto fuese de culpabilidad, la sentencia concretará la existencia de prueba
de cargo exigida por la garantía constitucional de la presunción de inocencia".

(...).

C) Conforme a lo que acabamos de decir, el mencionado art. 70.2 solo requiere


motivación en la sentencia que redacta el magistrado-presidente "cuando el veredicto
fuese de culpabilidad" no así respecto de los veredictos de inocencia. Esto es, en los
casos como el aquí examinado, solo exige la Ley que la sentencia del Tribunal del
Jurado razone sobre la prueba existente contra el condenado Casimiro, sin que la Ley
del Jurado imponga la obligación de razonar en lo relativo a la prueba respecto de los
pronunciamientos absolutorios.

D) Por tanto, si la acusación particular aquí recurrente denuncia en este motivo


3º la falta de motivación de la resolución, esto es, de la mencionada sentencia a
redactar por la magistrada-presidente, hemos de responder simplemente diciendo que
no tenía obligación legal en este punto.

E) Así pues, la única motivación fáctica legalmente exigible para justificar los
pronunciamientos absolutorios es la que tiene que expresar el acta del veredicto, que
ha de consistir, como ya ha quedado dicho en una "sucinta explicación" -art. 60.1 d)-,
lo que fue debidamente cumplido en el caso presente cuando en la mencionada acta,
en su apartado D), nos dice que, con relación a Ernesto y Jose Ángel, "no hemos
hallado pruebas claras y/o contundentes en su contra"."

En este mismo sentido se pronuncia la STS núm. 1466/2005 (Sala de lo


Penal), de 28 noviembre (RJ 2006\146):

"En suma, cuando se trata de sentencias absolutorias, exigir exteriorizar los


motivos que avalen la exigencia (parece que debiera decir "existencia") de pruebas
suficientes para declarar la inocencia, supone invertir el entendimiento del derecho
fundamental a la presunción de inocencia. Es la culpabilidad la que debe demostrarse,
no la inocencia y, mientras no se haga, se le presume al acusado inocente,
correspondiendo a la acusación la carga constitucional de aportar pruebas de la
culpabilidad del imputado, bastándole al juzgador para absolver con dudar
razonadamente sobre la suficiencia de la prueba de cargo para la condena. Por otro
lado, el sistema de implantación del Jurado, debe descansar en la confianza en el
mismo, de modo que no puede por esta vía de la defectuosa motivación, anularse
indiscriminadamente juicios celebrados por los cauces de la LOTJ ( RCL 1995, 1515)
, por lo que, no basta simplemente con no compartir su criterio, aunque se juzgue
desacertado, del colegio popular sobre la valoración de los elementos de prueba que
tuvo en consideración, sino que se ha de detectar un auténtico vacío motivador del
veredicto, cuya sucinta explicación debe intentar comprenderse, por encima de las
rituales formas en que pueda éste expresarse por los integrantes del Jurado, al levantar
el correspondiente acta".

Pero motivar la absolución, en este caso, exige aún más. Exponer, desde la
racionalidad del derecho, procurando ser fiel al leitmotiv de esta resolución, por qué
este Magistrado ha optado por una determinada decisión.

La cuestión abierta al debate doctrinal y jurisprudencial es si con los


resultados del acta de la votación del Jurado a la que se dio lectura era procedente una
sentencia absolutoria, como entiende este Magistrado, o, por el contrario debería
haberse procedido a su devolución.

Se trata de una cuestión ciertamente compleja, como es fácilmente


comprobable a través de la lectura de artículos doctrinales y de las muchas sentencias
que se han dictado ya en las causas del Tribunal del Jurado.

El Tribunal Supremo también se ha pronunciado sobre esta cuestión en la


reciente Sentencia núm. 595/2008 (Sala de lo Penal, Sección 1), de 3 de octubre,
que expresamente citó este Magistrado al pronunciar sentencia absolutoria "in voce"
tras darse lectura al veredicto.

Pero, en este momento del discurso razonador, este Magistrado entiende


preferible exponer sus propios argumentos, al hilo de lo ocurrido en este caso
concreto, y elaborados necesariamente a partir de la lectura de otras sentencias y otros
argumentos, coincidentes y discrepantes, para dar cuenta finalmente de los
precedentes judiciales en que se fundamenta la decisión de dictar una sentencia
absolutoria.

El problema se plantea en relación con la causa de devolución del acta al


Jurado prevista en el artículo 63.1.c de la LOTJ: "que no se ha obtenido en alguna de
las votaciones sobre dichos puntos (la totalidad de los hechos y el pronunciamiento
sobre la culpabilidad o inculpabilidad del acusado y respecto de la totalidad de los
hechos delictivos imputados) la mayoría necesaria".

La devolución procederá, por tanto, cuando ... no se haya conseguido la


mayoría necesaria; y la siguiente pregunta que debemos responder es necesaria para
qué?.

Si se examinan las causas de devolución recogidas en el artículo 63.1 de la


LOTJ, se puede apreciar que todas ellas apuntan a lo mismo: a algún tipo de error.

La devolución al Jurado de su acta de votación solo estará justificada cuando


en ella hubiere un error.

Y es natural que ello sea así porque, para los jurados, la firma del acta de
votación por cada uno de ellos equivale a la firma de las sentencias por jueces y
magistrados; y, como hemos señalado al final del anterior fundamento de derecho,
"Los tribunales no podrán variar las resoluciones que pronuncien después de
firmadas, pero sí aclarar algún concepto oscuro y rectificar cualquier error material
de que adolezcan"; amén de que "Los errores materiales manifiestos y los aritméticos
en que incurran las resoluciones judiciales podrán ser rectificados en cualquier
momento" (art. 267. 1 y 3 LOPJ).

Pues si un juez profesional no puede variar sus pronunciamientos, lo mismo


sucede con los jurados; no hay razón alguna para que en este extremo sus decisiones
estén sujetas a un tratamiento distinto; por eso la función que la LOTJ atribuye al
Magistrado-Presidente del Tribunal del Jurado se limita a velar por la corrección del
acta de la votación; no por su acierto.

Y es que, como dispone el artículo 3.3 de la LOTJ, "Los jurados en el


ejercicio de sus funciones actuarán con arreglo a los principios de independencia,
responsabilidad y sumisión a la Ley, a los que se refiere el artículo 117 de la
Constitución para los miembros del Poder Judicial".
El problema, en opinión de este Magistrado, se resuelve si se tiene en debida
cuenta que la LOTJ, en lo que a los hechos desfavorables o contrarios al acusado se
refiere, requiere una mayoría especialmente cualificada para tenerlos por probados.
No es suficiente con 5 frente a 4; tampoco 6 frente a 3. El mínimo requerido es el de 7
jurados que voten como probado el hecho desfavaroble/contrario al acusado de que se
trate. Si no se alcanza esta mayoría el hecho resultará no probado o improbado.

La razón de que sea así la encontramos en la propia Exposición de Motivos de


la LOTJ cuando, al abordar el tema de la “deliberación y votación”, dice:

"Sin duda la regla de decisión que exige la unanimidad en el sentido de la


misma para tener por producido el veredicto, se presenta como la más adecuada para
compeler a los jurados a un debate más rico. Sin embargo tal regla lleva implícito un
elevadísimo riesgo de fracaso de no alcanzarse tal unanimidad. Una adecuada
transacción entre los objetivos de una deliberación indirectamente orientada a la
votación desde su inicio, por formación de fáciles mayorías simples, y la evitación de
excesivas disoluciones del Jurado, que puedan venir motivadas por la simple e
injustificable obstinación de uno o pocos jurados, ha aconsejado, al menos en el
inicio del funcionamiento de la Institución, una regla de decisión menos exigente".

Nada dice, sin embargo, sobre a qué se refiere esa regla de unanimidad "para
tener por producido el veredicto". Porque, evidentemente, este veredicto puede ser de
culpabilidad o inculpabilidad. Por fuerza (es impensable, siquiera, exigir unanimidad
para obtener un veredicto de inculpabilidad, pues supondría exigir certeza para la
absolución) se está refiriendo a que la unanimidad es requisito para un veredicto de
culpabilidad en algunas legislaciones en que existe el Jurado. Pero al legislador le ha
parecido demasiado exigente esta regla y ha optado por otra que lo sea menos, y en
lugar de ella establece la necesidad de 7 votos; de tal manera que si en otros
ordenamientos un solo jurado que sea contrario a la culpabilidad (en sentido genérico)
del acusado es suficiente para impedir tal veredicto (porque se entiende que su voto ya
es expresión de la duda razonable que posibilita la absolución), en el nuestro serán
suficientes 3, que es lo que ha ocurrido en este caso.

Hay opiniones, como la sostenida por el Ministerio Fiscal en el Recurso de


Casación núm. 36/2001-P (luego veremos que rechazada por el Tribunal Supremo en
la Sentencia de 18 de febrero de 2002), que consideran que debe devolverse al Jurado
el acta de votación cuando el Jurado "no alcanza la mayoría de 7 votos para dar por
probado un hecho contrario al acusado, o la de 5, para entender probado un hecho
favorable, para dar por no probados tales hechos se requerirá una votación en que se
obtenga la misma mayoría, entendiendo el Ministerio Público que para dar por no
probado un hecho contrario al acusado se necesitarán por tanto siete votos".

Según estas opiniones, cuando no se consiga "la mayoría precisa para dar por
probados los hechos y para darlos por no probados, procederá la devolución del acta
del veredicto del Jurado, conforme previene el art. 63.1.c) de la LOPJ, y a la tercera
devolución sin obtenerse las mayorías necesarias, se procederá a la disolución del
jurado y a la repetición del juicio ante uno nuevo, según lo prevenido en el art. 65.1
de la LOTJ, y si con el nuevo jurado, no se consiguen las mayorías necesarias, el
Magistrado-Presidente dictará sentencia absolutoria, conforme a lo dispuesto en el
ap. 2 del art. 65 citado."

Idéntica postura mantienen cuando no se consigan las mayorías


("supuestamente") requeridas para decidir si el acusado es "culpable" (7 votos) o "no
culpable" (5 votos).

Pero para que este pronunciamiento del Jurado sea relevante es absolutamente
necesario, porque constituye su presupuesto lógico, que antes se haya dado por
probado alguno de los hechos "justiciables" contrarios al acusado que luego pueda ser
calificado como "delictivo", porque lo que se le pide al Jurado, a este respecto, es que
se pronuncie no sobre cualquier hecho, sino, única y exclusivamente, sobre los
"delictivos".

Así consta en el encabezamiento del apartado séptimo del objeto del veredicto
("HECHOS DELICTIVOS POR LOS CUALES EL ACUSADO HABRA DE
SER DECLARADO CULPABLE O NO CULPABLE") y así se desprende
claramente del artículo 3 de la LOTJ cuando, refiriéndose a la "función de los
jurados" (no del Jurado), dice en su primer apartado que "Los jurados emitirán
veredicto declarando probado o no probado el hecho justiciable que el Magistrado-
Presidente haya determinado como tal, así como aquellos otros hechos que decidan
incluir en su veredicto y no impliquen variación sustancial de aquél", y en el segundo
que "También proclamarán la culpabilidad o inculpabilidad de cada acusado por su
participación en el hecho o hechos delictivos respecto de los cuales el Magistrado-
Presidente hubiese admitido acusación" (se destaca en negrita las diferentes
expresiones "hecho justiciable" y "hecho delictivo" empleadas en el texto legal).

La culpabilidad o inculpabilidad de un acusado solo se puede predicar respecto


de un hecho delictivo previamente probado.

Porque si no hay hecho delictivo probado ¿de qué otro hecho se puede decir
que un acusado es culpable o no culpable?

En nuestro caso, la inexistencia de un hecho delictivo declarado probado por


un mínimo de 7 jurados hace completamente irrelevante el pronunciamiento y
resultado obtenido sobre la culpabilidad (6 votos) o inculpabilidad (3 votos) de la
acusada.

A la vista de los resultados recogidos en el acta de votación de 27 de octubre,


segunda efectuada, este Magistrado-Presidente dio paso a la lectura del veredicto del
Jurado porque entendía y entiende que no había ninguna causa de devolución.

Solamente desde un "a priori" que, por imposible, es indemostrable, tendría


sentido la devolución del acta de la votación por no haberse alcanzado las mayorías
legalmente requeridas para declarar probados los hechos justiciables presentados a los
jurados.

En nuestro caso, tal premisa supondría que los Hechos Justiciables 1, 14 A), 14
B) y 14 C) agotan todas las posibilidades sobre la forma en que pudo producirse la
muerte de D. José Antonio Gil Silva, de modo que, forzosamente, una de ellas debería
haberse declarado como probada.

Para comprobar que no es así, baste una simple consideración: es


perfectamente posible y razonable que los hechos hubiesen ocurrido de tal manera que
la intención de la acusada, al repeler la agresión de que fue objeto y así se ha
declarado probada por una mayoría suficiente de jurados, hubiera sido, única y
exclusivamente, la de lesionar, sin que, en momento alguno, hubiere tenido la de
matar, ni directamente, ni eventualmente. Esta posible proposición fáctica (que
conduciría a calificar los hechos como constitutivos de un delito doloso de lesiones en
concurso ideal con un homicidio imprudente) no se presentó al Jurado, pero siendo
razonablemente posible, desmonta el "a priori" señalado.

Pero es que, aunque así fuera, debería afirmarse también que la defensa tiene la
obligación de demostrar su inocencia (Hecho 14 C) para obtener su absolución.

Es importante subrayar que en el objeto del veredicto entregado a los jurados


no se emplea el término "contradictorio" para advertir a los miembros del Jurado que
determinados hechos no pueden resultar probados al mismo tiempo, sino el de
"incompatible".

Ello es así porque, aunque en lenguaje coloquial pueda tener otro significado,
contradictorio/ria significa, en lógica formal, "Cada una de las dos proposiciones, de
las cuales una afirma lo que la otra niega, y no pueden ser a un mismo tiempo
verdaderas ni a un mismo tiempo falsas" (DRAE); lo que presupone que esas dos
proposiciones agotan todas las posibilidades. Así, "llover o no llover" no pueden ser al
mismo tiempo verdaderas, pero tampoco falsas.

Esto no ocurre con los hechos justiciables objeto del veredicto respecto de los
que se hizo la advertencia de su incompatibilidad: 1, 14 A), 14 B) y 14C), porque no
pueden ser ciertos a la vez; pero sí uno de ellos y los otros no, o inciertos todos.

Son hechos excluyentes o incompatibles, porque no pueden darse a la vez.

En consecuencia, si el Jurado no ha declarado probado, por falta de la mayoría


legal requerida (7 votos), ninguno de los hechos justiciables en los que se expresaban
los elementos precisos para poder ser calificado como hecho delictivo (homicidio
doloso, sea con dolo directo, sea con dolo eventual; o, en su caso, homicidio
imprudente) la sentencia habrá de ser necesariamente absolutoria, pues, no habiendo
motivo alguno para devolver al Jurado su acta de votación de nuevo, habrá que
respetar su resultado.

No puede erigirse en obstáculo para la absolución que ninguno de tales hechos


se declarase probado, como tampoco que se rechazase el Hecho 14º C), favorable a la
tesis del caso fortuito (muerte producida sin dolo ni culpa de la acusada), pues no es la
defensa la que debe probar sus tesis defensivas para obtener una absolución, sino que
le basta y sobra con que no salgan adelante las de la acusación, y que en el caso que
nos ocupa, como ya hemos dicho, se limitaba a la imputación de un delito de
homicidio doloso causado con dolo directo.

Los jurados, aunque integrados en un órgano colegiado, a diferencia de los


Magistrados que componen un Sala, no tienen por obligación la de expresar una
decisión común o acordada; no tienen la forzosidad de llegar a acuerdo o consenso
alguno; su única obligación legal es la deliberar y, tras agotar las deliberaciones, votar,
cada uno de ellos, sobre los distintos hechos que se les proponen según hayan
apreciado, cada uno de ellos, con responsabilidad individual y en conciencia, las
pruebas practicadas en el juicio; cada jurado forma libremente su convicción, apoyada
o enriquecida, si fuera el caso, en las opiniones y argumentos de otros miembros del
Jurado, pero sin obligación de acordar nada con ellos.

En este sentido, repárese en la exigencia de que las sentencias dictadas por un


tribunal colegiado sean firmadas por todos los Magistrados que han formado parte de
la Sala (art. 260.1 LOPJ); en el régimen establecido para dirimir las discordias (arts.
262 y ss LOPJ) y en la posibilidad de formular votos particulares a la opinión mayoría
(art. 260. 1 y 2 LOPJ), que es la que conforma, en definitiva, la sentencia o resolución
de que se trate.

La decisión, veredicto, que el portavoz del Jurado da a conocer mediante su


lectura en audiencia pública no refleja una voluntad común, que nunca lo será aunque
se haya votado por unanimidad, sino el resultado de la votación de 9 jurados; votos
individuales que conformarán o no las mayorías requeridas legalmente para cada
cuestión sometida a su pronunciamiento.

Al Jurado no se le pide que haga una redacción de hechos probados y no


probados sino que, individualmente, cada miembro del mismo vote sobre cada uno de
los que se le han presentado en el objeto de veredicto sometido a su deliberación y
votación.

Si en relación a estos hechos justiciables no se han alcanzado las mayorías


exigidas por la ley para darlos por probados, según el carácter contrario o favorable al
acusado de cada uno de ellos, no hay fuerza humana, moral, constitucional, legal o
judicial admisible que pueda obligarles a cambiar lo que en conciencia han valorado y
votado.
Pretender otra cosa, en mi opinión, y no se tome la siguiente expresión sino
como puro énfasis, es someterles a un acto de violencia psíquica intolerable.

Ningún miembro del Jurado tiene la opción, reconocida en los órganos


colegiados a cada uno de los Magistrados que los componen, de salvar su conciencia,
por razones estrictamente jurídicas, emitiendo un voto particular discrepante con la
opinión mayoritaria que conforme la decisión adoptada, y que, como hemos señalado,
también viene obligado a firmar.
Y ello es así con toda lógica, porque ningún jurado puede discrepar de sí
mismo, de la valoración que en conciencia haya hecho de las pruebas practicadas, ni
del sentido de su voto en consonancia con ello.

Entiende, por tanto, este Magistrado, que no se puede devolver al Jurado un


acta de votación como la que nos ocupa porque no se hayan obtenido las mayorías
requeridas por la Ley para declarar probado cualquiera (pero solo uno de ellos) de los
hechos contrarios a la acusada antes referidos ni el favorable expresado como Hecho
14 C).

Tal devolución significaría que cada jurado debería reconsiderar su libre


convicción ya formada y expresada en el acta de la votación, forzando la obtención de
una mayoría no alcanzada sobre la base de hacer desaparecer la certeza o duda que a
cada jurado le llevó a votar probado o no probado cada hecho en cuestión, o, en su
caso, la disolución del Jurado.

En definitiva, ha ocurrido lo que tantas veces sucede; que la acusación no ha


probado la concurrencia de todos y cada uno de los elementos exigidos en el tipo
penal objeto de imputación; en nuestro caso el ánimo de matar, que resulta
indispensable para calificar unos hechos como constitutivos del delito de homicidio
doloso tipificado en el artículo 138 CP. Por eso, entre otras razones, existen las
sentencias absolutorias.

A la vista del resultado del acta de la votación del Jurado podría parecer
llamativo que la sentencia, ya pronunciada "in voce", sea absolutoria.

Pero esto también tiene su explicación lógica y jurídica.


A los jurados se les ha planteado en el objeto del veredicto una serie
("articulación secuencial", dice la Exposición de Motivos) de proposiciones sucesivas;
pero su consideración por los jurados es global; de ahí las llamadas de atención sobre
hechos incompatibles entre sí, y que venían motivadas porque la defensa planteó una
tesis principal y otras alternativas de carácter subsidiario.

Si la acusación hubiere tomado la iniciativa a este respecto y hubiere propuesto


los hechos justiciables de manera sucesiva y subsidiaria, de forma tal que solo para el
caso de resultar no probado el Hecho 1º se pasase a votar el Hecho 14 A), y en igual
supuesto el 14 B), los jurados hubiesen podido votar sobre estos tres hechos (los
únicos que podrían calificarse como delito) de este modo eventualmente sucesivo.

Pero al no haber hecho uso de la facultad que le brindan los artículos 29.3 de
la LOTJ y 653 de la LECrim. ("Las partes podrán presentar sobre cada uno de los
puntos que han de ser objeto de la calificación dos o más conclusiones en forma
alternativa, para que si no resultare del juicio la procedencia de la primera, pueda
estimarse cualquiera de las demás en la sentencia"), su acusación, la única formulada
en este juicio, quedó reducida a la hipótesis de un delito de homicidio causado con
dolo directo; única, en exclusiva, de la que tenía que defenderse la acusada.

Y, en el ejercicio del derecho fundamental a defenderse de una acusación (art.


24.2 CE), la dirección letrada de la acusada optó por hacer uso de la posibilidad (que
se brinda por igual a las acusaciones y a las defensas) de plantear sus conclusiones de
forma subsidiaria en los términos que constan en su escrito de conclusiones
definitivas: hecho accidental; hecho constitutivo de homicidio imprudente y hecho
constitutivo de homicidio doloso, pero con dolo eventual.

Como se ve claramente a la inversa de lo que pudo y no se planteó por el


Ministerio Fiscal.

Pero con una diferencia que resulta de capital importancia para entender el
resultado finalmente producido en este juicio.

Y es que, aunque la presentación de estas dos hipótesis de condena, desde un


punto de vista objetivo, pudiera haber sido igual si se hubieren planteado por el
Ministerio Fiscal, su significación es radicalmente distinta según quién las
presente, pues la defensa, con tal planteamiento, no está acusando, sino defendiendo a
la acusada; y lo hace mediante la proposición de unos hechos que, aun siendo
contrarios a la acusada, le resultan relativamente favorables respecto de la única
acusación formulada.

Obviamente, con esas proposiciones subsidiarias tampoco está admitiendo los


hechos que relatan.

Y es que, todo proceso, como recuerda el Tribunal Supremo en muchas de sus


resoluciones, es un decir y un contradecir.

En el proceso penal, un decir de la parte que formula la acusación y un


contradecir de la persona acusada.

Con una particularidad que conviene destacar: Así como la parte que acusa
está obligada a decir (sería inconcebible su silencio), y decir todo aquello que sustente
su acusación, la parte que es acusada contradice tanto cuando afirma hechos opuestos
o contrarios a los previamente afirmados por la acusación, como cuando introduce
hechos omitidos o silenciados por la acusación, como, finalmente, cuando en el
ejercicio de su derecho constitucional ha decidido guardar silencio, pues, en derecho
penal, el silencio de un acusado nunca puede tomarse como reconocimiento de las
afirmaciones hechas por la acusación; por el contrario, significa su completa
contradicción.

Si esa mismas proposiciones se hubiesen planteado por el Ministerio Fiscal en


la forma subsidiaria antes señalada, dado que su tesis principal no fue aceptada por la
mayoría legalmente requerida, los votos de los miembros del Jurado que considerasen
probada alguna de tales proposiciones subsidiarias por la propia acusación no se
hubiesen dispersado (6 para el delito de homicidio doloso y 2 para el imprudente);
mientras que en el caso que nos ocupa esta dispersión sí ha sido posible por la labor de
la defensa.

Pero sin que podamos perder de vista por ningún momento que la acusación
formulada nunca obtuvo válidamente mayoría suficiente para salir adelante.

De haber optado la defensa por otra estrategia defensiva, por ejemplo, si se


hubiera limitado a defender su tesis principal, a semejanza de lo hecho por el
Ministerio Fiscal, nunca se podrá saber si los dos 2 jurados que siguieron la tesis del
homicidio imprudente se hubiesen sumado a los 6 jurados que siguieron la del
homicidio doloso o al jurado que dio por probada la tesis de una muerte accidental
(caso fortuito), esto es, producida sin dolo ni culpa de la acusada.

Pero recordando, también, que el derecho fundamental reconocido a todo


acusado en el artículo 24.2 de la CE a no declarar contra sí mismo y a no confesarse
culpable comprende también el de guardar silencio; tanto cuando es interrogado como
cuando, a través de su dirección letrada, debe presentar sus escritos de conclusiones,
por lo que bien pudo la defensa dejar de plantear sus tesis alternativas y limitarse a
negar que la acusada tuvo intención de matar como se afirmaba por la acusación.

En definitiva, una sola tesis para que prosperase la acusación y, en buena


lógica, tres jurados que la rechazarían, con la consiguiente absolución.

En cualquier caso, lo que resulta indiscutible y decisivo es que la acusación


por homicidio doloso formulada por el Ministerio Fiscal no ha prosperado; y que,
habiendo votado por tal clase de homicidio 6 jurados, por las reglas de
incompatibilidad expresadas en el objeto del veredicto, era imposible de alcanzar la
mayoría requerida legalmente para dar por probado cualquier otro hecho justiciable
contrario a la acusada.

Por lo demas, la tesis favorable a la devolucion del acta de


votacion en casos como el presente, en opinion de este Magistrado
supondría, frente a lo proclamado en la propia Exposición de Motivos
de la LOTJ (“ … no se trata de instaurar una Justicia alternativa en paralelo y
menos aún en contradicción a la de los Jueces y Magistrados de carrera a que se
refiere el artículo 122 de la Constitución, sino de establecer unas normas
procedimentales que satisfagan al mismo tiempo y en paralelo todas las exigencias de
los procesos penales con el derecho-deber de los ciudadanos a participar
directamente en la función constitucional de juzgar”), que el derecho
fundamental a la presunción de inocencia no rige por igual en estas
causas del Jurado que en los demás procesos penales, habida cuenta de
que, según dicha tesis, no le es suficiente al acusado con que en una
ocasión la acusación no hubiere prosperado por no haber alcanzado la
mayoría legalmente requerida, sino que se le otorga, a quien acusa, una
una nueva oportunidad para que los jurados vuelvan a reconsiderar su
posición, votada y firmada; y, en el caso de que ni en esta segunda
ocasión, ni aún en otra tercera, se variase la situación, se disolvería el
Jurado para celebrar un nuevo juicio con otro Jurado, en el que, de
reproducirse las mismas circunstancias, el Magistrado-Presidente
acabaría por pronunciar una sentencia absolutoria (art. 65.2 LOTJ).

Supondría, en definitiva, una restricción del derecho a la


presunción de inocencia del artículo 24.2 CE.

En casos como el presente, la acusación podría llegar a disponer


de hasta 6 ocasiones para probar los hechos delictivos imputados al
acusado.

El principio de igualdad de armas se resquebrajaría en perjuicio,


precisamente, de la parte que tiene reconocida las mayores garantías
constitucionales.

Finalmente, para justificar esta tesis, me remitiré a la STS núm.


595/2008 (Sala de lo Penal, Sección 1), de 3 de octubre, que expresamente cité al
pronunciar sentencia absolutoria "in voce" tras darse lectura al veredicto.

Se trata de un caso similar al presente en el que el Tribunal Supremo estima el


recurso de casación interpuesto por el acusado contra la STSJC y confirma el criterio
del Magistrado-Presidente del Tribunal del Jurado de la Audiencia Provincial de
Barcelona de absolverle.

Por su importancia y relevancia para el caso que nos ocupa se reproduce a


continuación de forma extensa en lo que de coincidencia tienen los dos supuestos:

“2) Otra cosa acontece, sin embargo, con el Segundo de los motivos del
Recurso que sí que merece estimación.

En efecto, la situación procesal que dará origen a la ulterior controversia,


resumidamente expuesta, no es otra que la derivada del hecho de que el Magistrado
Presidente del Jurado no exigiera al Cuerpo de Jueces legos, mediante el mecanismo
de devolución del Acta de votación y veredicto (art. 63 LOTJ), la obligación, en
principio establecida en el artículo 60.1 de la Ley procesal especial, del necesario y
expreso pronunciamiento sobre la culpabilidad o inculpabilidad del ahora recurrente.

Los argumentos de dicho Magistrado Presidente, en justificación de un


comportamiento procesal semejante, quedan expuestos extensamente a lo largo de las
diez páginas en las que desarrolla el Fundamento Jurídico Segundo de su Resolución
y, a su vez, rebatidos por el Tribunal Superior de Justicia, en el Quinto de la suya.

1) Para el Presidente del Jurado la improcedencia de la devolución del Acta en


la que se declaraba la falta de acreditación de la participación en los hechos
enjuiciados del acusado Federico y su consiguiente absolución, a pesar de no incluirse
en ella expreso veredicto de inculpabilidad referido a dicho acusado, se desprende de
la incongruencia que supondría una interpretación literalista del artículo 63.1 b) de la
Ley del Jurado, cuando parece exigir, en todo caso, la necesidad de un
pronunciamiento expreso acerca del veredicto de culpabilidad o inculpabilidad del
acusado, con sus lógicas consecuencias en la ulterior Sentencia, tanto para la primera
(art. 68) como para la segunda (art. 67) de tales alternativas, toda vez que, aplicando
un criterio sistemático a la hermenéutica de dicho precepto, habría que entender que la
frase condicional que lo encabeza, a saber, "Si se hubiese obtenido la mayoría
necesaria en la votación sobre los hechos...", no significa sino que en aquellos
supuestos en los que, como en el presente, tal mayoría no se obtiene ni en uno ni en
otro sentido, pues el resultado de la votación sobre la premisa fáctica inculpatoria fue
de seis favorables (menos de los siete necesarios para aceptarla) y tres contrarios (que
no alcanzan tampoco los cinco que serían exigibles para la declaración de
inculpabilidad), no es factible someter al Jurado el referido pronunciamiento acerca de
la culpabilidad del acusado.

La devolución del Acta, por consiguiente, vendría obligada tan sólo cuando se
diera esa condición, dado que la inclusión en el precepto habrá de responder a alguna
razón lógica, de la previa existencia de una "...mayoría necesaria en la votación sobre
los hechos...".

Lo que, por otra parte, también resulta razonable, al tener en cuenta que el
juego de las mayorías para tener o no tener "por probado" un determinado hecho, en el
caso de las proposiciones desfavorables, no supone tanto la de alcanzar un
determinado número de votos cuanto el de no obtenerse los siete exigidos por la Ley,
de manera que con sólo alcanzarse el número de tres de carácter negativo, aunque
fueran seis los miembros del Jurado partidarios de la aprobación, el hecho resulta no
acreditado, según la doctrina de esta misma Sala (STS de 18 de febrero de 2002 [RJ
2002, 3182] y 11 de noviembre de 2004 [RJ 2004, 7649], a la que más adelante
volveremos, entre otras).

De ello deduce nuestro Magistrado Presidente que esa "mayoría necesaria" a la


que se refiere el artículo 60.1 como requisito para la obligatoriedad del
pronunciamiento acerca de la culpabilidad/inculpabilidad del acusado, ha de ser
distinta de la que determina que el hecho resulte probado o no probado, a la vista de
que con tan sólo tres votos, el desfavorable es considerado como no acreditado.

De modo que la devolución del Acta al Jurado, una vez que no ha existido
mayoría suficiente para declarar como probado el hecho desfavorable base en el que
se apoya inexcusablemente la tesis de la Acusación, cuando se advierte asimismo una
división de criterio entre los miembros del Tribunal que tampoco permitiría alcanzar
el número de cinco partidarios de la prosperidad de un ulterior veredicto de
inculpabilidad, conduciría, se llevase a cabo una primera vez o hasta las tres que la
Ley permite antes del acuerdo definitivo de la disolución de ese Jurado, a un
verdadero "callejón sin salida" (sic) que, evidentemente, no puede constituir nunca un
objetivo previsto ni buscado por la Ley.

Pues también nos recuerda en este supuesto el Magistrado que el hecho cuya
acreditación no pudo afirmarse por insuficiencia de votos en su apoyo no hacía
referencia a una cuestión accesoria, circunstancial o prescindible para la declaración
de culpabilidad sino, antes al contrario, al hecho mismo sustentador de la
responsabilidad criminal del acusado, en concreto el de si fue él precisamente quien
entregó al autor material del homicidio el arma con la que éste lo cometió.

Y a partir de ahí, el propio redactor de la Sentencia se formula la siguiente e


interesante, a la par que inquietante, pregunta:

"Si un Tribunal de Jueces profesionales dicta siempre sentencia absolutoria


ante una imputación delictiva asentada en un hecho que no se considera probado por
mor del juego del principio "in dubio pro reo" ¿cabría realizar una interpretación de la
norma reguladora del procedimiento ante el Tribunal del Jurado que, por razones
estrictamente formalistas, impidiese llegar a la misma solución jurídica en un caso en
que dicho Tribunal, en su función soberana de valoración de la prueba, declarase no
probado el hecho base de la posible responsabilidad criminal del acusado?"

Incluso se nos ofrece una posible solución que, desde el punto de vista
interpretativo respetuoso con la norma, diera contenido a la literalidad del referido
artículo 60.1, en el sentido de que por "...mayoría necesaria en la votación sobre los
hechos..." para conducir a un obligado pronunciamiento en el ámbito de la
culpabilidad habría que entender la existencia de un reparto de votos que arrojase un
resultado de siete o más a favor de la admisión del hecho desfavorable, base de la
responsabilidad criminal, o de cinco o más contrarios a esa admisión, lo que haría
factible un pronunciamiento posterior congruente sobre la culpabilidad/inculpabilidad
del acusado.

En cualquier caso, el Magistrado Presidente concluye insistiendo en que el


veredicto del Jurado, lejos de ser defectuoso y por ello merecedor de devolución, fue
del todo correcto al rehuir los Sres. miembros del Tribunal, con la escueta pero
enjundiosa justificación de "no votado al no haberse probado el hecho base de esta
culpabilidad", un prácticamente inconcebible pronunciamiento de inculpabilidad,
forzado por la ausencia de probanza del hecho base de la responsabilidad, pero
incongruente a su vez con el resultado mayoritario, aunque legalmente insuficiente
para producir efectos probatorios positivos, de seis votos frente a tres en relación con
el hecho desfavorable para el acusado, que además no alcanzaría tampoco los cinco
necesarios para ser aprobado como tal veredicto de inculpabilidad según las
exigencias del propio artículo 60.2, o, lo que aún hubiera sido más extravagante y
grave, una declaración de culpabilidad cuando tres de los nueve miembros del Jurado
habían determinado ya la decisión de no poder tenerse por probado aquel hecho
incriminatorio y, por cierto, como consecuencia de ello sin haber sido posible tampoco
entrar a partir de allí en el análisis de las siguientes proposiciones encaminadas a
centrar los aspectos relativos a la concreta calificación de la participación en el hecho
del acusado que, siguiendo las instrucciones previas del Presidente, quedaron
irresueltos al faltar aquella inicial y genérica premisa fáctica que habría
necesariamente de servirles como base.

2) Por su parte, el Tribunal de Apelación (ARP 2008, 38), al estimar el


Primero de los motivos que en su Recurso ante él formuló el Fiscal, rectifica esa
decisión del Magistrado Presidente del Jurado, revocando la absolución del ahora
recurrente, anulando el Juicio celebrado, en lo que a él respecta, y ordenando la
celebración de un nuevo Juicio ante un Tribunal con distinta composición, a partir de
argumentos tales como que le asiste la razón al Ministerio Público cuando afirma
"...que es absolutamente necesario e ineludible que el Jurado vote y se pronuncie
sobre la culpabilidad o inculpabilidad del acusado, mediante el sistema de mayorías
que (en este caso sí) se halla establecido legalmente, es decir, como mínimo siete
votos para declarar la culpabilidad o cinco votos para declarar la no culpabilidad", que
"...los argumentos utilizados por el Magistrado-Presidente para llegar a esta
conclusión, se fundan sólo (sic) en la interpretación literal del condicional "si" que
encabeza el precepto del art. 60.1 LOTJ (RCL 1995, 1515)...", con lo que dicho
Presidente "...obvia que es función del Jurado pronunciarse sobre la culpabilidad o
inculpabilidad del acusado (art. 3.2 LOTJ) y que, en este aspecto no puede disentir del
parecer de aquél (art. 67 y 68 LOTJ), sin perjuicio de la función técnica de subsunción
que le corresponde a él".

A continuación también se razona que "...permitir que el Jurado no se


pronuncie sobre la culpabilidad o inculpabilidad del acusado por cualquier razón,
además de suponer una flagrante vulneración de lo dispuesto en el art. 63.1 b) LOTJ,
que no condiciona la obligación de aquel de resolver tanto sobre la culpabilidad como
sobre la totalidad de los hechos delictivos imputados, implica también el
desconocimiento del sistema previsto legalmente para resolver los conflictos que
pudieran surgir respecto a la formación de las mayorías en las votaciones del Jurado
(art. 63.1 c) LOTJ), que de seguir un criterio como el propugnado carecerían de toda
virtualidad".

Se menciona así mismo una Sentencia de esta Sala (STS de 11 de noviembre


de 2004 [RJ 2004, 7649]) en la que se concluye que "...en lo que se refiere a la
culpabilidad o inculpabilidad se prevé que serán precisos 7 votos para establecer la
primera y 5 para la segunda y por tanto el Jurado, por voluntad del legislador que
prevé expresamente ese diferente régimen de votación deberá continuar sus
deliberaciones hasta obtener una de estas dos mayorías."

Finalizando el Tribunal Superior (ARP 2008, 38) su argumentación con una


reflexión que pretende ser definitiva, pero en la que no alcanzamos a ver la relación
concreta que guarda con el problema aquí planteado, cuando dice: "Por lo demás, si
acudiéramos a una interpretación realmente sistemática e integradora de la LOTJ
(RCL 1995, 1515), habría que convenir que, al margen de las precauciones adoptadas
inicialmente por el legislador con miras a facilitar la implantación de un Tribunal que
ha levantado suspicacias, el propósito que animó a la previsión de un régimen de
mayorías en la formación de la voluntad del Jurado, fue por un lado evitar los
bloqueos derivados del régimen de la unanimidad (hang jury) y, por el otro, procurar
que tanto los pronunciamientos sobre culpabilidad fueran producto de un amplio
consenso como que los pronunciamientos de inculpabilidad no fueran impuestos por
una minoría sino, al menos, por una mayoría simple, evitando la figura odiosa del
inocente sospechoso".

3) Ante tales argumentos contradictorios, nuestra postura sin duda ha de


aproximarse mucho más a los sólidos, pormenorizados y razonables argumentos de la
Sentencia del Tribunal del Jurado (JUR 2007, 111932), frente a la parca respuesta
ofrecida en réplica de aquella y como fundamento para su revocación, que casi en su
literalidad hemos transcrito, contenida en la Resolución que resolvió el Recurso de
Apelación, que no sólo no entra en el examen minucioso de las importantes y
sugestivas cuestiones, paradojas y consecuencias incongruentes planteadas por el
Magistrado-Presidente, sino que deriva hacia consideraciones de carácter genérico
acerca de la filosofía y los principios que inspiran la Ley procesal objeto de análisis,
que poco aportan en orden a una correcta solución de la cuestión planteada, llegando
incluso a mencionar una Resolución de este mismo Tribunal que en modo alguno
hacía referencia a un supuesto que se asemejase efectivamente al que ahora nos ocupa,
pues, en realidad, lo que allí se trataba era una cuestión tan diferente como la que
revela la siguiente trascripción de parte de su Fundamento Jurídico Quinto:

"...la sentencia recurrida, esto es, la dictada por el Tribunal Superior de Justicia
de Cataluña (ARP 2008, 38), lo que no comparte es que si el párrafo 1 del art. 60
(RCL 1995, 1515) dice que si se hubiese obtenido la mayoría necesaria en la votación
sobre los hechos, se someterá a votación la culpabilidad o inculpabilidad de cada
acusado por cada hecho delictivo imputado, y en el párrafo 2 se exigen 7 votos para
establecer la culpabilidad y 5 votos para establecer la inculpabilidad, se haya dictado
sentencia absolutoria, en relación a Elsa a pesar de no haberse pronunciado 5 jurados a
favor de su inculpabilidad, que no fue votada, pues solo se votó la culpabilidad con
resultado de 6 votos a favor y tres en contra, con infracción del art. 63.1 b) al no
haberse pronunciado sobre la inculpabilidad de la acusada y del art. 63.1 c) al no
haberse obtenido las mayorías exigidas en la Ley por cada una de las votaciones y por
ello y además por no haberse alcanzado tampoco la mayoría exigida de 5 votos en
relación a hechos favorables a Elsa (por ejemplo proposición 22 c) que solo fue votada
a favor por 3 jurados y proposición 21 b) que fue rechazada por los 9 jurados),
procedía que el Magistrado Presidente devolviera el acta al Jurado (art. 63 c) y si
después de una tercera devolución (art. 65.1) no hubiera sido posible la obtención de
las mayorías necesarias la Ley exige la devolución del Jurado y la convocatoria de
nuevo juicio oral con un nuevo jurado".

Es decir, que lo realmente debatido en aquella ocasión era si, una vez dado
paso a la votación acerca de la culpabilidad o inculpabilidad del acusado, con la
concurrencia lógicamente de base fáctica suficiente previamente aprobada para ello, lo
que aquí no se ha producido, podría tenerse por válido resultado para excluir la
culpabilidad el que no se alcanzasen los siete votos necesarios para declararla, sin
entrar a comprobar que sí que se contaba, por el contrario, con los cinco que la Ley
(art. 60.2 LOTJ [RCL 1995, 1515]) en este caso exige para afirmar la inculpabilidad, a
diferencia de las previsiones para tener por probados o no probados los hechos
desfavorables.

Evidentemente, el objeto de nuestro debate es otro, más complejo y, por


supuesto, inicialmente opinable, a saber, si el resultado de la votación acerca del
hecho desfavorable que constituye la base imprescindible para la declaración de
culpabilidad es contrario a tenerle por acreditado, de acuerdo con el régimen de
mayorías del artículo 59.1, ello priva o no de sentido a la necesidad a que alude el
artículo 60 de un pronunciamiento acerca de la culpabilidad/inculpabilidad del
acusado, cuando se da además la circunstancia especial de que los votos contrarios a
la consideración como probada de aquella proposición fáctica incriminatoria no llegan
a los cinco precisos para afirmar posteriormente la inculpabilidad.

Y, en ese sentido, asumiendo, por consiguiente, el criterio de la Sentencia


dictada en la primera instancia (JUR 2007, 111932) y los lógicos razonamientos en los
que aquella se apoyó, tan sólo nos restaría aquí poner de relieve, para reforzar
semejante conclusión, alguna de las graves consecuencias a las que nos conduciría las
tesis de la del Tribunal Superior (ARP 2008, 38), secundadas por la Fiscalía y el resto
de las Acusaciones.
En efecto, la anulación del Acta del veredicto y repetición del Juicio ante un
nuevo Jurado, más allá de los graves inconvenientes de todo orden que ello reporta y
lo contraria que resulta respecto del régimen propio del procedimiento seguido ante la
Justicia técnica, habida cuenta de que el defecto apreciado se referiría, en ese caso, a
un quebrantamiento formal "in iudicando", no "in procedendo", y, por ello los efectos
de tal anulación se retrotraerían, tan sólo, al momento de la comisión de ese vicio
formal, es decir, al de la devolución del Acta por el Presidente al Jurado para que éste
prosiguiera su deliberación respetando los pronunciamientos ya alcanzados
correctamente en ella, constituye, no obstante, la solución prevista expresamente y de
manera especial en la Ley del Jurado (RCL 1995, 1515), aunque exclusivamente para
el Recurso de Apelación (arts. 846 bis f) en relación con el 846 bis a)), toda vez que el
correspondiente precepto de la Casación lo que establece, a semejanza de lo ya dicho
para la generalidad de los procedimientos, es que "Cuando la Sala estime haberse
cometido el quebrantamiento de forma en que se funda el recurso, declarará haber
lugar a él y ordenará la devolución de la causa al Tribunal de que proceda para que,
reponiéndola al estado que tenía cuando se cometió la falta, la sustancie y termine con
arreglo a derecho".

Precepto que en principio es el que había que aplicar si fuera este Tribunal
(ARP 2008, 38) y no el de Apelación (JUR 2007, 111932) quien acordase la anulación
del procedimiento de instancia

Solución ésta de la repetición íntegra del Juicio en casos como el presente, sin
previsión expresa en la regulación del Recurso de Casación, que, no obstante, se vería
por supuesto mucho más aconsejada y facilitada, a pesar de todos los inconvenientes
legales y prácticos existentes, si la decisión última del Jurado hubiere conducido a una
Resolución condenatoria pues, en ese caso, la expectativa de un resultado distinto y
más favorable para el reo podría avalar su razón de ser, desde el reconocimiento a éste
de su derecho a un Juicio con todas las garantías (art. 24 CE [RCL 1978, 2836]), para
depurar la integridad del enjuiciamiento.

Pero no podemos olvidar que aquí nos hallamos ante una absolución, apoyada
en el dato incontestable de un pronunciamiento sobre los hechos, ya correctamente
alcanzado por el Juzgador legalmente constituido en el progresivo discurrir lógico de
su decisión, que excluye la base fáctica necesaria para la declaración de culpabilidad y
que las Acusaciones, en buena lógica y en el nuevo Juicio, pretenderían sustituir con
la obtención de una futura condena.

Porque de optar por la repetición íntegra del Juicio ante un nuevo Jurado,
como hace la Sentencia recurrida (ARP 2008, 38), sin duda en su caso y por tratarse
de una Apelación aplicando con la previsión de la Ley especial para esta clase de
supuestos, nos encontraríamos con que quien ya fue juzgado, con todas las garantías y
requisitos legales para ello, tanto materiales como formales, obteniendo un
indiscutible pronunciamiento fáctico, adoptado también de acuerdo a los requisitos
establecidos en la propia Ley, que declaraba la insuficiencia de acreditación de su
participación delictiva en los hechos enjuiciados, todo ello conforme a la convicción
de un Jurado compuesto expresamente para ese enjuiciamiento, ahora se enfrentaría a
la eventualidad contradictoria de ser hallado partícipe en ellos, por un nuevo y distinto
Tribunal, y lo que pudiera resultar aún más insoportable, incluso con una nueva
calificación jurídica de lo acaecido como delito de Asesinato, cuando dicha hipótesis,
que era la inicial de las Acusaciones, ya se encuentra rechazada con plena firmeza
para el otro acusado, objeto de condena como autor material de un Homicidio.

Así decía a propósito de esta cuestión, la STS de 14 de noviembre de 2001 (RJ


2002, 3485): "Ha de tenerse en cuenta que la estimación de este motivo de recurso
conlleva la anulación del juicio y su íntegra repetición ante un nuevo jurado. La
anulación determina que el nuevo Jurado deba pronunciarse sobre la totalidad de las
cuestiones suscitadas, con posibilidad de que la nueva sentencia resulte incluso más
gravosa para el recurrente: por ejemplo en el caso actual un nuevo juicio podría
determinar una condena por asesinato y no por simple homicidio. Por ello la
estimación de este motivo debe producirse en supuestos muy excepcionales, como
expresa la propia norma legal, pues no es suficiente con que el Tribunal de Apelación
haya apreciado alguna infracción de las normas y garantías procesales sino que es
imprescindible que dicha infracción haya ocasionado indefensión...

...Esta indefensión, concebida como la denegación de la tutela judicial en su


conjunto y para cuya prevención se configuran los demás derechos instrumentales
contenidos en el art. 24.2 de la Constitución Española (RCL 1978, 2836), ha de ser
algo real, efectivo y actual, nunca potencial o abstracto, por colocar a su víctima en
una situación concreta que le produzca un perjuicio, sin que sea equiparable cualquier
expectativa de un peligro o riesgo. Por eso, en materia de derechos fundamentales, ha
de hablarse siempre de indefensión material y no formal, para la cual resulta necesaria
pero no suficiente la mera transgresión de los requisitos configurados como garantía,
no bastando la existencia de un defecto procesal si no conlleva la privación o
limitación, menoscabo o negación, del derecho a la defensa en un proceso público con
todas las garantías, en relación con algún interés de quien lo invoca (SSTC 181/1994,
de 20 de junio [RTC 1994, 181], 316/1994, de 28 de noviembre [RTC 1994, 316],
137/1996, de 16 de septiembre [RTC 1996, 137] y 105/1999, de 14 de junio [RTC
1999, 105], y STS núm. 243/2001 de 21 de febrero [RJ 2001, 372], entre otras)".

Razones, en definitiva, que nos llevan a confirmar, aún más si cabe, el acierto
del Magistrado-Presidente del Jurado en el criterio aplicado para la resolución de un
problema procesal tan complejo y difícil como el abordado en esta ocasión.

Por ello, el Segundo motivo como ya quedó dicho y, con él, el Recurso
parcialmente, deben estimarse, procediendo, como consecuencia de tal estimación, el
dictado de la correspondiente Segunda Sentencia (ARP 2008, 38).”

El mismo criterio se mantuvo en la ya citada STS de 18 de febrero de 2002


(RJ 2002,3182):

“PRIMERO El Ministerio Fiscal en el motivo único del recurso de casación


alega quebrantamiento de forma del art. 851.5º de la LECrim, por haberse dictado la
sentencia sin la concurrencia del número de votos exigidos por la Ley.

Se critica en el recurso que el Magistrdo-Presidente del Tribunal de Jurado


hubiese dado por válido el veredicto del Jurado, en el que no se había considerado
probado el hecho 2º A) que expresaba: «El acusado Mohammad F., al asestar las
puñaladas a su esposa doña Lila N. S. aumentó deliberada e inhumanamente su
sufrimiento, causándole padecimientos innecesarios para el resultado mortal
perseguido». Sobre ese extremo recayeron seis votos a favor de «probados» y tres a
favor de «no probados». Y el Ministerio Público entendió que el Magistrado no
debería haber dado por válido dicho veredicto, sino que debería de haberlo devuelto,
conforme exige el art. 63.1.c de la LOTJ (RCL 1995, 1515), ya que no se había
obtenido la mayoría necesaria. Y el Magistrado Presidente, sin consultar a ninguna de
las partes, dictó sentencia en cuyos hechos probados se incluyeron los aprobados en el
veredicto, eliminándose de la narración histórica el propuesto como hecho 2º A, que
no había sido aprobado en la votación por el jurado. Contra la sentencia del Tribunal
de Jurado dictada el 12 de junio de 2000, recurrió en apelación el fiscal ante la Sala de
lo civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de la comunidad de Madrid, que
desestimó la alzada por sentencia de 7 de diciembre siguiente, al aceptar la
interpretación dada por el Magistrado-Presidente del Tribunal de Jurado sobre la
formación de las mayorías del veredicto.

El Ministerio Fiscal, analizados los arts. 59 y 61 de la LOPJ (RCL 1985, 1578,


2635 y ApNDL 8375), llega a la conclusión de que, si el penado (Jurado, debiera
decir) no alcanza la mayoría de 7 votos para dar por probado un hecho contrario al
acusado, o la de 5, para entender probado un hecho favorable, para dar por no
probados tales hechos se requerirá una votación en que se obtenga la misma mayoría,
entendiendo el Ministerio Público que para dar por no probado un hecho contrario al
acusado se necesitarán por tanto siete votos.

Si no se consigna la mayoría precisa para dar por probados los hechos y para
darlos por no probados, procederá la devolución del acta del veredicto del Jurado,
conforme previene el art. 63.1.c) de la LOPJ, y a la tercera devolución sin obtenerse
las mayorías necesarias, se procederá a la disolución del jurado y a la repetición del
juicio ante uno nuevo, según lo prevenido en el art. 65.1 de la LOTJ, y si con el nuevo
jurado, no se consiguen las mayorías necesarias, el Magistrado-Presidente dictará
sentencia absolutoria, conforme a lo dispuesto en el ap. 2 del art. 65 citado.

En el supuesto enjuiciado entiende el Fiscal que, al no haberse obtenido los


siete votos necesarios para no dar por probado el hecho principal segundo, lo correcto
hubiera sido que el Magistrado Presidente hubiera devuelto el acta para que el hecho
se hubiese sometido a nueva votación.

A juicio del Fiscal, si se acepta la interpretación de la sentencia de la Sala de lo


Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, conforme a la cual si el
hecho principal desfavorable no ha obtenido el número de siete votos hay que
considerar que el mismo no está probado, se llegaría al absurdo de que las previsiones
del art. 65.1 de la LOPJ, jamás tendrían lugar.

SEGUNDO La Comunidad Autónoma de Madrid, personada en el


procedimiento en representación de Patricia F., formalizó el recurso de casación por el
mismo motivo que el Ministerio Fiscal, por quebrantamiento de forma, basado en el
art. 851.5º de la LECrim («cuando la sentencia haya sido dictada por un menor
número de Magistrados que el requerido por la Ley, o sin la concurrencia del número
de votos conformes que por la misma se exigen»), en relación a los arts. 63.1 c), 59 y
60 de la LO 5/1995, de 22 de mayo, del Tribunal de Jurado.

Entiende la recurrente que el error producido tuvo lugar respecto del hecho
principal segundo («ensañamiento», calificador del asesinato) que seis jurados
consideraron probado y sólo tres negaron acreditado, tal y como se desprende del acta
de la votación, teniéndose por no probado, al interpretarse en un sentido que se
considera erróneo las reglas sobre formación de la voluntad del Tribunal de Jurado y
mayorías de los arts. 59 y 60 de la LOPJ.

La tesis interpretativa que se mantiene en el recurso es la que entiende que de


conformidad con el art. 59 de la LOPJ., no sólo deberá votarse si el hecho sometido a
la consideración del jurado queda probado, sino también su carácter de hecho «no
probado», en cuanto ello tenga relevancia en la calificación de los hechos principales.

Con apoyo en los términos del art. 59.1 de la LOTJ, llega el recurrente a la
conclusión de que la mayoría de siete votos para las tesis desfavorables, y de cinco,
para las favorables, son aplicables para dar por probados los hechos, y para darlos por
no probados.

En el supuesto enjuiciado se hizo prevalecer incorrectamente la voluntad de los


tres jurados que no apreciaron el ensañamiento, frente a los seis que lo apreciaron. En
tal supuesto al ser favorable al acusado, el rechazo del ensañamiento, debió exigirse
para que esa tesis prosperase, que estuviera apoyada por lo menos por cinco votos.

Según el recurso, la incorrecta valoración de las mayorías respecto de los


hechos principales determinó que el jurado no se pronunciara sobre la culpabilidad o
inculpabilidad del acusado respecto del asesinato.

Finalmente, señala el recurrente que el quebrantamiento de forma señalado en


el motivo no pudo ser denunciado ante el Magistrado Presidente del Tribunal de
Jurado, por no existir trámite adecuado a tal fin; habiéndose declarado en la sentencia
de esta Sala núm. 567/1998 de 28 de abril (RJ 1998, 4139), que no será exigible la
previa protesta, para poder denunciar el vicio procesal de la falta de devolución del
acta de veredicto al jurado, cuando concurra cualquiera de los defectos señalados en el
art. 63 de la LOTJ.

TERCERO.- El recurso del Ministerio Fiscal y de la acusación particular,


ejercida por la Comunidad Autónoma de Madrid, en representación de Patricia F.,
ambos con el mismo contenido, deben ser desestimados.

No se considera vulnerado el art. 851.5º de la LECrim, porque se hubiese dado


por no probada la preposición del objeto del veredicto señalada con los indicativos
A2, partiendo de que votaron estimando probado el hecho reflejado en tal propuesta
seis jurados, y otros tres votaron en el sentido de no estimar probado el hecho. La Sala
estima ajustados a la lógica los razonamientos de la sentencia de la Sala de lo Civil y
Penal del Tribunal superior de Justicia de Madrid, en su Fundamento tercero, para
entender que la repetida proposición no había sido probada. Efectivamente, según lo
argumentado en la sentencia del Tribunal Superior, al señalarse en el ap. 1 del art. 59
de la LOTJ que «Para ser declarados tales, se requieren siete votos, al menos cuando
fuesen contrarios al acusado, y cinco, cuando fuesen favorables», el Legislador se esta
refiriendo a lo hechos tenidos por probados, y no a los tenidos por no probados, puesto
que no resultaría coherente que se exigiese más mayoría para dar por no probado un
hecho desfavorable para el acusado, que para dar por no acreditado un hecho que le
pueda beneficiar.

De los términos del apartado 1 del art. 59 de la LOTJ, hay que concluir que si
no se alcanza el «quorum» para dar por probados los hechos contrarios o favorables,
tales hechos habrán de estimarse improbados. Por ello, como el «hecho A», de cuya
apreciación se derivaría la aceptación de la agravante de ensañamiento, era claramente
desfavorable, exigía para ser estimado como probado la concurrencia de siete votos, y
como sólo obtuvo seis, la consecuencia es que el hecho no fue declarado probado por
el Jurado, por lo que el Magistrado Presidente procedió correctamente al no devolver
el acta y dictar sentencia de conformidad con el resultado de la votación.

Estima la Sala que no procedía en el supuesto enjuiciado el juego del art. 63.1
c) de la LOTJ, que previene la devolución del acta del veredicto al jurado cuando no
se ha obtenido en algunas de las votaciones la mayoría necesaria sobre la culpabilidad
o inculpabilidad de los acusados o respecto de los hechos delictivos, puesto que la
culpabilidad de Mohammad F. por el delito de homicidio se habría aprobado por
unanimidad, según refleja el acta de votación, al folio 106, y los hechos delictivos del
objeto de veredicto declarados probados, el A1, el B3 y el C5, lo habían sido con la
mayoría necesaria, al obtenerse unanimidad en la votación. Respecto a lo hechos A2 y
C4, no se declararon probados, porque en la votación de los mismos no se alcanzó la
mayoría precisa. Así se refleja en el acta del veredicto, obrante a los folios 105 a 110
del Rollo 20002/1999. Entiende la Sala que el art. 63.1 C) de la LOTJ hubiera sido de
aplicación, si los hechos A2 y C4 se hubiesen considerado probados, pese a no haber
obtenido la mayoría necesaria de siete y cinco votos respectivamente. También
hubiera procedido la devolución del acta si se hubiese declarado culpable o inculpable
el acusado pese a no haberse votado una y otra opción por siete y por cinco votos,
según lo prescrito en el art. 60 de la LOTJ”.

En conclusión, por todo lo anteriormente expuesto y razonado procede dictar


sentencia absolutoria tal y como ya se pronunció “in voce”

CUARTO.- De conformidad con lo dispuesto en el art. 123 del Código Penal


y 240.1 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, procede declarar de oficio las costas
procesales.

Vistos los preceptos legales citados y demás de pertinente y general aplicación,

FALLO

Debo ABSOLVER Y ABSUELVO, con toda clase de pronunciamientos


favorables, a Dª MARÍA PILAR MARCOS RUBIO del delito de
homicidio del que venía acusada por el Ministerio Fiscal en esta causa, cuyas
costas se declaran de oficio.

Asimismo, debo acordar y acuerdo dejar sin efecto cuantas


medidas cautelares se hubiesen dispuesto contra la misma.

Notifíquese esta sentencia al Ministerio Fiscal, personalmente a la acusada y a


su Procurador, haciéndoles saber que la misma no es firme y que contra ella cabe
recurso de apelación dentro de los diez días siguientes a la última notificación
practicada, ante este Magistrado y para ante la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal
Superior de Justicia de de la Comunidad Foral de Navarra, y por los motivos
expresados en el artículo 846 bis c) de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
Así por esta mi sentencia, de la que se unirá certificación a la causa,
definitivamente juzgando en esta instancia, la pronuncio, mando y firmo.

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