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Sobre las 21:00 horas del día 2 de noviembre de 2.009 encontrándose Mª Pilar
Marcos Rubio con su marido José Antonio Gil Silva, en el domicilio sito en la
c/Panueva 32 de la localidad de Tafalla donde ambos convivían empezaron una
discusión.
Si María Pilar Marcos Rubio, clavó el cuchillo en el lugar indicado del cuerpo
de José Antonio Gil Silva.
Los hechos son constitutivos de un delito de homicidio del art. 138 del Código
Penal.
El Sr. Gil en ese momento se movió hacia su mujer y esta, para evitar que se le
acercara estiró el brazo con el cuchillo en la mano golpeándole en el hombro.
El Sr. Gil le agarró la mano derecha que es en la que llevaba el cuchillo y Pilar
tuvo pánico de que por su fuerza se lo clavara ya que vio que le salía un poquito de
sangre y dijo “será tonta, mira lo que me ha hecho” y por ello cambió el cuchillo de
mano, para evitar que el Sr. Gil se lo clavara.
D).- Si la Sra. Marcos ha indemnizado a sus hijos y estos han renunciado a las
acciones civiles y penales.
(…)
"PRIMERA
1º.- El 20 de octubre de 1965 don José Antonio Gil Silva y doña María Pilar Marcos
Rubio, que tenía 19 años y se encontraba embarazada, contrajeron matrimonio
canónico del que nacieron cinco hijos.
2º.- Desde el principio del matrimonio la Sra. Marcos Rubio ha venido recibiendo por
parte de su marido múltiples agresiones físicas y vejaciones morales de todo tipo y
condición.
3º.- Dichas agresiones y vejaciones se extendieron hasta la madurez de sus cuatro
hijos mayores, con diferente intensidad según los casos.
4º.- Las anteriores agresiones y vejaciones le hacían estar atemorizada y asustada, no
atreviéndose nunca a formular denuncias ante la Policía ni a solicitar la separación o
divorcio, debido a su educación y profundas convicciones religiosas.
5º.- El día 2 de noviembre de 2009 sobre las 21:40 horas mantuvo una fuerte discusión
con su marido quien en un estado de gran excitación y de forma muy violenta y con la
cara desencajada y gritando le dijo “no me extraña que haya hombres de setenta años
que maten a sus mujeres”.
6º.- Al mismo tiempo que le profería dicha amenaza José Antonio Gil Silva se dirigió
hacia ella con las manos colocadas en actitud de estrangulamiento y con la intención
de agredirle, a lo que María Pilar le advirtió que “ni se te ocurra ponerme la mano
encima”.
7º.- En ese momento José Antonio Gil Silva le propinó un fuerte tortazo con la mano
derecha en la parte izquierda de la cabeza, que le hizo perder el equilibrio golpeándose
con la mesa.
8º.- Acto seguido María Pilar cogió un cuchillo de cocina que se encontraba casi al
lado de donde ella se apoyó y cogió el cuchillo con ánimo de defenderse y tratando de
conseguir que José Antonio Gil desistiera de la agresión, le manifestó “no me vuelvas
a poner otra vez la mano encima”.
9º.- José Antonio Gil en ese momento se abalanzó nuevamente sobre su esposa y ésta
para evitar que continuara la agresión estiró el brazo derecho con el cuchillo en la
mano causándole una lesión erosiva en la cara anteroexterna del brazo izquierdo.
10º.- José Antonio Gil le agarró el brazo derecho - en cuya mano llevaba el cuchillo-,
causándole dos hematomas y María Pilar temió que -por su fuerza y envergadura- se
lo clavara y acabara con la vida de María Pilar ya que vio que le salía un poquito de
sangre y dijo, en el mismo tono violento y agresivo: “será tonta, mira lo que me ha
hecho”.
11º.- A continuación ella, cambiándoselo de mano, retiró hacia atrás el cuchillo aún
manteniéndolo en alto y él le propinó un nuevo empujón que le desplazó hasta la zona
de la fregadera de la cocina.
12º.- Una vez allí el Sr. Gil le agredió nuevamente en el brazo izquierdo causándole
un hematoma.
13º.- A continuación para doblegarla el Sr. Gil le pegó una fortísima patada o
rodillazo en la rodilla izquierda y se abalanzó nuevamente hacia María Pilar y en el
fuerte forcejeo el cuchillo acabó en el pecho de José Antonio Gil.
14º.- José Antonio Gil tenía la intención de acabar con la vida de María Pilar.
14º.- bis ALTERNATIVA: María Pilar creyó fundadamente que José Antonio Gil iba
a matarla.
15º.- María Pilar actuó en todo momento para evitar que José Antonio Gil acabara con
su vida
16º.- María Pilar no inició ni provocó en ningún momento la pelea que acaeció en el
domicilio.
17º.- María Pilar temió de forma invencible que José Antonio iba a acabar de forma
inminente con su vida. Dicho temor provocó en María Pilar una total anulación de su
voluntad.
18º.- El único móvil de la actuación de María Pilar fue el profundo temor a que José
Antonio acabara con su vida.
19º.- María Pilar llamó al 112 poniendo en conocimiento de las autoridades los hechos
sucedidos.
20º.- Dicha llamada se produjo antes de que se hubiera iniciado ningún tipo de
procedimiento policial o judicial contra María Pilar.
21º.- María Pilar ha resarcido íntegramente los perjuicios morales y económicos
producidos a los 5 hijos por la muerte de su padre.
22º.- Inmediatamente de haberse producido los hechos, María Pilar taponó la herida
de su marido con trapos y toallas, tratando de evitar la muerte de este, solicitando por
teléfono la presencia de una ambulancia.
SEGUNDA
TERCERA
I. No es menester formularla
CUARTA
I. No es menester formularla
QUINTA
3º.- Durante dicha discusión José Antonio Gil Silva se dirigió a María Pilar Marcos
Rubio diciéndole “no me extraña que haya hombres de 70 que maten a sus mujeres”.
Hecho favorable a la acusada.
C). José Antonio Gil Silva, al tiempo que pronunciaba las palabras anteriormente
trascritas, se dirigió hacia María Pilar Marcos Rubio con las manos colocadas en
actitud de estrangulamiento y con la intención de agredirle, a lo que María Pilar le
advirtió que “ni se te ocurra ponerme la mano encima”.
Hecho favorable a la acusada.
5º.- Durante la expresada discusión José Antonio Gil Silva propinó a María Pilar
Marcos Rubio una fuerte bofetada con la mano derecha.
Hecho favorable a la acusada.
6º.- La bofetada que recibió María Pilar Marcos Rubio hizo que perdiese el equilibrio
y se golpeara con la mesa.
Hecho favorable a la acusada.
7º.- Acto seguido María Pilar, sin buscarlo a propósito, cogió un cuchillo de cocina
que se encontraba casi al lado de donde ella se apoyó.
Hecho favorable a la acusada.
8º.- María Pilar cogió el cuchillo con ánimo de defenderse y, tratando de conseguir
que José Antonio Gil Silva desistiera de la agresión, le manifestó “no me vuelvas a
poner otra vez la mano encima”.
Hecho favorable a la acusada.
9º.- En ese momento José Antonio Gil Silva se abalanzó nuevamente sobre su esposa
y ésta, para evitar que continuara la agresión, estiró el brazo derecho con el cuchillo
en la mano, causándole una lesión erosiva en la cara anteroexterna del brazo
izquierdo.
10º.- José Antonio Gil Silva agarró a María Pilar Marcos Rubio del brazo derecho - en
cuya mano llevaba el cuchillo-, causándole dos hematomas.
Hecho favorable a la acusada.
11º.- María Pilar Marcos Rubio temió que -por su fuerza y envergadura- José Antonio
Gil Silva volviera el cuchillo contra ella misma y se lo clavara y acabase con su vida,
ya que José Antonio viendo que le salía un poquito de sangre le dijo, en el mismo tono
violento y agresivo: “será tonta, mira lo que me ha hecho”.
Hecho favorable a la acusada.
12º.- A continuación, María Pilar Marcos Rubio, cambiándoselo de mano, retiró hacia
atrás el cuchillo que mantenia en alto y él le propinó un nuevo empujón que le
desplazó hasta la zona de la fregadera de la cocina.
Hecho favorable a la acusada.
13º.- Una vez allí el Sr. Gil la agredió nuevamente en el brazo izquierdo causándole
un hematoma más.
Hecho favorable a la acusada.
14 C.- A continuación, para doblegarla, el Sr. Gil le pegó una fortísima patada o
rodillazo en la rodilla izquierda, se abalanzó nuevamente hacia Mª Pilar, y en el fuerte
forcejeo el cuchillo acabó clavándose accidentalmente en el pecho de José Antonio
Gil.
Hecho favorable a la acusada.
15.- Como consecuencia de estos hechos la acusada sufrió unas lesiones consistentes
en un hematoma en tercio inferior de brazo izquierdo, hematoma en cara lateral
externa de la rodilla izquierda de 4 por 5 cms, herida peringuneal de 0,2 de longitud en
dedo de mano derecha y dos hematomas en el brazo derecho. Lesiones que precisaron
para su sanidad de una primera asistencia facultativa y que tardaron en curar 5 días sin
secuelas y sin incapacidad para sus ocupaciones habituales.
Hecho favorable a la acusada.
Probado (Necesario 5 votos)
Unanimidad
Mayoría.
Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
No probado.
16º.- Doña María Pilar Marcos Rubio contrajo matrimonio canónico con José Antonio
Gil Silva cuando tenía 19 años y se encontraba embarazada.
Hecho favorable a la acusada.
Probado (Necesario 5 votos)
Unanimidad
Mayoría.
Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
No probado.
17º.- Desde el principio del matrimonio la Sra. Marcos Rubio ha venido recibiendo
por parte de su marido múltiples agresiones físicas y vejaciones morales de todo tipo y
condición.
Hecho favorable a la acusada.
19º.- Las anteriores agresiones y vejaciones hacían que María Pilar Marcos Rubio
estuviese atemorizada y asustada.
Hecho favorable a la acusada.
21º.- José Antonio Gil tenía la intención de acabar con la vida de María Pilar.
Hecho favorable a la acusada.
21º TER.- El cuchillo que se encontraba en la cocina y que cogió Mª Pilar era el
único medio que Mª Pilar tenía de defenderse de la agresión de José Antonio.
Hecho favorable a la acusada.
22º.- María Pilar creyó fundadamente que José Antonio Gil iba a matarla.
Hecho favorable a la acusada.
23º.- María Pilar actuó en todo momento para evitar que José Antonio Gil acabara con
su vida.
Hecho favorable a la acusada.
24º.- María Pilar no inició ni provocó en ningún momento la pelea que acaeció en el
domicilio.
Hecho favorable a la acusada.
25º.- Mª Pilar sintió tal temor al pensar que José Antonio la iba a matar en ese
momento que le provocó una total anulación de su voluntad.
Hecho favorable a la acusada.
28º.- La acusada MARÍA PILAR MARCOS RUBIO estaba casada con José Antonio
Gil Silva desde el 20 de octubre de 1965, y ambos convivían en el domicilio sito en la
calle Panueva 32, de la localidad de Tafalla.
Hecho contrario a la acusada.
Probado (Necesario 7 votos)
Unanimidad
Mayoría.
Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
los votos que forman la mayoría -
_____
No probado.
Especifiquen las Sras y Sres. Jurados,
el nº de votos en base a los cuales se
declara no probado el hecho _____
29º A).- Mª Pilar sintió tal temor al pensar que José Antonio la iba a matar en ese
momento que le provocó una muy importante diminución de su voluntad.
Hecho favorable a la acusada.
29º B).- Mª Pilar sintió tal temor al pensar que José Antonio la iba a matar en ese
momento que le provocó una leve disminución de su voluntad.
Hecho favorable a la acusada.
32º.- Dicha llamada se produjo antes de que se hubiera iniciado ningún tipo de
procedimiento policial o judicial contra María Pilar.
Hecho favorable a la acusada.
33º.- Inmediatamente de haberse producido los hechos, María Pilar taponó la herida
de su marido con trapos y toallas, tratando de evitar la muerte de éste, solicitando por
teléfono la presencia de una ambulancia.
Hecho favorable a la acusada.
B.- María Pilar Marcos Rubio dio muerte a José Antonio Gil Silva cuando,
en el curso de la agresión de que estaba siendo objeto, este para doblegarla le pegó
una fortísima patada o rodillazo en la rodilla izquierda, abalanzándose nuevamente
hacia ella, y durante el fuerte forcejeo clavó el cuchillo en el pecho de José Antonio
Gil produciéndole una herida que provocó su muerte por hemorragia masiva,
ocasionada por la sección del paquete vascular pulmonar del pulmón izquierdo.
CULPABLE (necesario 7 votos)
Unanimidad
Mayoría.
Especifiquen los miembros del
Jurado, el nº de votos que forman la
mayoría _____
SUSPENSIÓN DE LA PENA SI NO
SOLICITUD DE INDULTO SI NO
María Pilar actuó en todo momento para evitar que José Antonio le agrediera.
El jurado no introduce en este caso ningún hecho alternativo porque considera que el
miedo a ser agredida no provocó una total anulación de su voluntad.
El jurado no introduce en este caso ningún hecho alternativo porque considera que el
miedo a ser agredida no provocó en la acusada una importante disminución de su
voluntad.
María Pilar sintió tal temor al pensar que Jose Antonio la iba a agredir
físicamente en ese momento que le provocó una leve disminución de su voluntad.
10. El jurado considera el hecho PROBADO por las fotografías de los hematomas
que presentaba María Pilar.
17. El jurado considera el hecho PROBADO por los testimonios de la acusada, los
hijos, el informe pericial psiquiátrico, la hermana y las hijas de la acusada.
19. El jurado considera este hecho NO PROBADO porque en los últimos años las
agresiones físicas graves habían cesado, y hay detalles que el jurado considera
contrarios a este hecho, como puede ser que la mujer jugase regularmente al
parchís con sus amigas y que hablase de jubilarse con José Antonio como su
plan de futuro.
20. El jurado considera este hecho PROBADO por ser coherente con todos los
testimonios escuchados.
22. El jurado considera este hecho NO PROBADO porque entiende que la acusada
no tenía motivos para temer por su vida. El jurado entiende que la acusada no
temió por su vida porque en los últimos años las agresiones físicas graves
habían cesado y porque cree que la situación en el momento y lugar de los
hechos no fue suficiente para que la acusada temiese por su vida.
23. El jurado considera este hecho NO PROBADO porque entiende que María
Pilar no temió por su vida, por las razones explicadas en relación con el hecho
22.
24. El jurado considera este hecho PROBADO porque es coherente con que la
mujer, como declaró, venía contenta de jugar al parchís con sus amigas, así
como con el carácter arisco, cambiante y violento de José Antonio descrito en
multitud de testimonios a lo largo del juicio.
26. El jurado considera este hecho PROBADO porque así lo indicó el primer
médico que acudió al lugar de los hechos y porque así lo confirmó el informe
del médico forense.
28. El jurado considera este hecho PROBADO porque ha sido aceptado por las
dos partes y porque ha sido confirmado por multitud de testimonios
escuchados en el juicio: testimonio de los hijos, la hermana de la acusada y sus
amigas, que demuestran que José Antonio y María Pilar estaban casados, y
testimonio de los policías que acudieron al lugar de los hechos, que confirman
que la dirección del domicilio es la indicada.
32. El hecho se considera PROBADO porque coincide con todos los testimonios
escuchados.
33. El hecho se considera PROBADO porque coincide con todos los testimonios
escuchados.
34. El hecho se considera PROBADO porque todos los hijos así lo han declarado.
INCIDENCIAS DE LA VOTACIÓN:
Ninguna
Con lo cual se da por finalizada esta acta de votación que firman todos los
Jurados conmigo, el Portavoz".
HECHOS PROBADOS
19.- Dicha llamada se produjo antes de que se hubiera iniciado ningún tipo de
procedimiento policial o judicial contra María Pilar.
20.- Inmediatamente de haberse producido los hechos, María Pilar taponó la
herida de su marido con trapos y toallas, tratando de evitar la muerte de éste,
solicitando por teléfono la presencia de una ambulancia.
21.- María Pilar ha resarcido íntegramente los perjuicios morales y económicos
producidos a los 5 hijos por la muerte de su padre.
Asimismo, con arreglo al veredicto emitido por el Jurado, no ha sido
probado: ni que durante la discusión y forcejeo relatados la acusada hubiese dirigido
el cuchillo contra José Antonio; ni que se hubiese representado como altamente
probable o como posible que durante el forcejeo se clavara el cuchillo en el pecho de
José Antonio.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
(...) Por eso interesa retener que la historia del moderno Estado de Derecho es,
en gran medida, una incesante lucha y un tenaz esfuerzo sostenido contra la
arbitrariedad y en favor de la juridización de la actividad estatal en todas sus esferas y
manifestaciones.
Solo así, con llaneza, con ánimo esforzado y sereno, abroquelado en las
virtudes cardinales de la prudencia, fortaleza y templanza, puede ir haciendo, en
humildad, la posible justicia nuestra de cada día".
Estos dos apartados del artículo 6 citado, junto con los derechos que se
recogen en el apartado 3 del mismo, vienen a coincidir, en su significación básica, con
el artículo 24.1 y 24.2 de la Constitución.
Artículo 24.1 CE: Todas las personas tienen derecho a obtener la tutela
efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses
legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión.
Estas son las ideas básicas que configuran las garantías necesarias para poder
decir que un juicio penal es justo y que, como es lógico, han sido desarrolladas por el
Tribunal Supremo, Tribunal Constitucional y Tribunal Europeo de Derechos
Humanos, al interpretar y aplicar los preceptos señalados.
Destacamos, pues, los aspectos más relevantes sobre los que conviene prestar
especial atención: la culpabilidad debe ser demostrada y declarada con arreglo a la
Ley, y no de ningún otro modo, y después de que se desvirtúe racionalmente esa
presunción inicial como resultado, claro está, de la actividad probatoria de cargo que
se hubiere desarrollado en el juicio oral.
"3 Desde nuestras primeras resoluciones, hemos afirmado que el ejercicio por
el Estado del «ius puniendi» ha de llevarse a cabo exclusivamente en un proceso
con todas las garantías, y con rigurosa observancia de las normas que regulan
dicho proceso (SSTC 16/1981, de 18 de mayo [RTC 1981, 16], FF. 5 y 6) ya que el
proceso penal, a través del que el Estado ejerce de forma más intensa su derecho a
castigar, no sólo puede conducir a la imposición de la sanción más grave prevista en el
Ordenamiento jurídico (la sanción criminal), sino también puede comprometer el
derecho a la libertad personal (art. 17.1 CE) del acusado y, en su caso, los derechos
fundamentales de otros intervinientes en el juicio penal; aunque su posición y los
términos en los que disfrutan los derechos fundamentales que extienden su hálito
protector en el proceso penal no sea la misma (STC 70/1999, de 26 de abril [RTC
1999, 70], F. 3).
Por esta razón hemos dicho que la primera y más importante garantía
debida del proceso penal, a los efectos de que éste pueda tenerse por un juicio justo,
es indudablemente aquella que impone al Juez (hasta el punto de constituir parte de
su estatuto constitucional, art. 117.1 CE), y en lo que ahora interesa, al Juez penal, la
inquebrantable obligación de someterse de forma exclusiva y sin desfallecimiento
o excepciones al ordenamiento jurídico. Especialmente, a las normas procesales
que establecen la forma en la que debe ejercer su función jurisdiccional en los
procesos penales. Pues su estricta sujeción a la Ley, en este caso, a la Ley procesal,
garantiza la objetividad e imparcialidad del resultado de su enjuiciamiento del
asunto que se someta a su examen.
La estricta sujeción del Juez a la Ley penal sustantiva y procesal que rige sus
actos y decisiones constituye la primera y más importante garantía del juicio justo en
la medida en que dicha sujeción asegura a las partes en el proceso que el Juez penal es
un tercero ajeno a los intereses en litigio y, por tanto, a sus titulares y a las funciones
que desempeñen en el proceso. Alejamiento que le permite decidir justamente la
controversia, situándose por encima de las partes acusadoras e imputadas. Por esta
razón le está vedado constitucionalmente asumir en el proceso funciones de parte
(STC 18/1989, de 30 de enero [RTC 1989, 18], F. 1, con cita de la STC 53/1987, de 7
de mayo [RTC 1987, 53], FF. 1 y 2), o realizar actos en relación con el proceso y
sus partes que puedan poner de manifiesto que ha adoptado una previa posición
a favor o en contra de una de ellas, lo que es aún más relevante cuando se trata del
imputado en el proceso penal (por todas STC 162/1999, de 27 de septiembre [RTC
1999, 162], F. 5).
De ahí que la imparcialidad objetiva del Juez penal resulta sin duda una
garantía esencial y debida del proceso penal justo. El Juez debe garantizar que el
órgano judicial ha actuado de forma que se excluya toda duda legítima sobre su
neutralidad. Hemos tenido ocasión de afirmar que en esta materia «las apariencias
son muy importantes porque lo que está en juego es la confianza que, en una sociedad
democrática, los Tribunales deben inspirar al acusado y al resto de los ciudadanos»
(STC 162/1999, F. 5). También hemos sostenido que aquél puede traspasar el límite
que le impone el principio acusatorio cuando, perdiendo su apariencia de juez
objetivamente imparcial, ha llevado a cabo una actividad inquisitiva encubierta al
desequilibrar la inicial igualdad procesal de las partes en litigio, al respaldar una
petición de una de ellas formulada en clara conculcación de lo dispuesto en la
legalidad sustantiva o procesal y que puede deparar un perjuicio a la otra (STC
188/2000, de 10 de julio [RTC 2000, 188], F. 2).
El derecho a un proceso judicial con todas las garantías (art. 24.2 CE), por lo
tanto, otorga al acusado y procesado el derecho a exigir del Juez penal la observancia
inexcusable de una actitud neutra respecto de las posiciones de las partes en el
proceso, lo que obviamente tiene lugar si actúa en el proceso penal con estricta
sujeción a lo que la normas procesales establecen. Esta estricta sujeción a lo
dispuesto en la Ley procesal garantiza su neutralidad y asegura la igualdad
procesal entre las partes en el proceso. Pues esa igualdad, que constituye un
principio constitucional de todo proceso integrado en el objeto del derecho a un
proceso judicial con todas las garantías (art. 24.2 CE), significa que los órganos
judiciales vienen constitucionalmente obligados a aplicar la Ley procesal de manera
igualitaria de modo que se garantice a todas las partes, dentro de las respectivas
posiciones que ostentan en el proceso y de acuerdo con la organización que a éste
haya dado la Ley, el equilibrio de sus derechos de defensa, sin conceder trato
favorable a ninguna de ellas en las condiciones de otorgamiento y utilización de los
trámites comunes, a no ser que existan circunstancias singulares determinantes de que
ese equilibrio e igualdad entre las partes sólo pueda mantenerse con un tratamiento
procesal distinto que resulte razonable, y sea adoptado con el fin precisamente de
restablecer dichos equilibrio e igualdad (STC 101/1989, de 5 de junio [RTC 1989,
101], F. 4)".
La STC núm. 173/2002 (Sala Segunda), de 9 octubre y la STC
núm. 123/2005 (Pleno), de 12 mayo, reiteran esta misma doctrina.
En primer lugar, respecto del objeto del veredicto presentado a los jurados.
"1. Concluido el juicio oral, después de producidos los informes y oídos los acusados,
el Magistrado-Presidente procederá a someter al Jurado por escrito el objeto del
veredicto conforme a las siguientes reglas:
"1. Antes de entregar a los jurados el escrito con el objeto del veredicto, el
Magistrado-Presidente oirá a las partes, que podrán solicitar las inclusiones o
exclusiones que estimen pertinentes, decidiendo aquél de plano lo que corresponda.
2. Las partes cuyas peticiones fueran rechazadas podrán formular protesta a los
efectos del recurso que haya lugar contra la sentencia".
Afecta, por tanto, esta discrepancia al apartado a) del art. 51 (relato de los
hechos alegados por las partes); y el motivo en que se basa, según cabe comprobar en
la grabación de la audiencia (CD nº 5), es que consideraba que el actual 14 A) (el
presentado por Magistrado-Presidente) ya recogía suficientemente la circunstancia que
se solicita en este momento.
Como cabe comprobar comparando el objeto del veredicto que presentó este
Magistrado a las partes y el definitivamente entregado a los jurados, éste último es
más clarificador, pues si en aquél se recogían como hipótesis posibles unos hechos
que, de resultar probados por la mayoría legalmente exigida, permitirían calificarlos
como un homicidio doloso con dolo eventual y un homicidio imprudente dentro de
una misma proposición (el hecho 14 A inicial), amén de la tesis del caso fortuito (el
14 B inicial), las modificaciones aceptadas presentan tres supuestos distintos (dolo
eventual, imprudencia y caso fortuito) de una forma más detallada, más precisa y más
clara.
(Aunque al Jurado no se le plantean cuestiones jurídicas, los hechos por lo que deben
votar deben contener todos los elementos del tipo penal objeto de acusación: en esta
proposición del Ministerio Fiscal, aunque no exprese que la acusada actuó con ánimo
de matar o acabar con la vida de la víctima, u otra expresión similar, el dolo directo
que le atribuye está implícito en las expresiones resaltadas "lo dirigió y
"clavándoselo")
14º A) .- A continuación, para doblegarla, el Sr. Gil le pegó una fortísima patada o
rodillazo en la rodilla izquierda, se abalanzó nuevamente hacia María Pilar, y en el
fuerte forcejeo el cuchillo acabó en el pecho de José Antonio Gil.
(Esta proposición obedecía a la tesis del homicidio por imprudencia, pero lo cierto es
que la expresión resaltada, "en el fuerte forcejeo el cuchillo acabó en el pecho",
permitiría también la calificación de un delito de homicidio doloso causado con dolo
eventual).
14º B) .-A continuación, para doblegarla, el Sr. Gil le pegó una fortísima patada o
rodillazo en la rodilla izquierda, se abalanzó nuevamente hacia María Pilar, y en el
fuerte forcejeo el cuchillo acabó clavándose accidentalmente en el pecho de José
Antonio Gil.”
A.- María Pilar Marcos Rubio dio muerte a José Antonio Gil Silva al
dirigir el cuchillo que portaba en su mano izquierda contra él clavándoselo en la zona
del pulmón izquierdo, concretamente en la línea medio clavicular del segundo espacio
intercostal, produciéndole una herida que provocó su muerte por hemorragia masiva,
ocasionada por la sección del paquete vascular pulmonar del pulmón izquierdo.
B.- María Pilar Marcos Rubio dio muerte a José Antonio Gil Silva cuando,
en el curso de la agresión de que estaba siendo objeto, este para doblegarla le pegó
una fortísima patada o rodillazo en la rodilla izquierda, abalanzándose nuevamente
hacia ella, y durante el fuerte forcejeo clavó el cuchillo en el pecho de José Antonio
Gil produciéndole una herida que provocó su muerte por hemorragia masiva,
ocasionada por la sección del paquete vascular pulmonar del pulmón izquierdo.
La redacción del objeto del veredicto que se presentó a las partes era,
ciertamente, más confusa; por ello se admitieron las modificaciones solicitadas por la
defensa; y se entregó a los jurados el definitivo objeto del veredicto en el que, al
menos este Magistrado, en lo que a la única cuestión discutida por el Ministerio Fiscal
se refiere y respecto de la que formuló su protesta por la decisión tomada, no aprecia
defecto alguno, y, menos aún, que pudiera ocasionarle algún tipo de indefensión la
desestimación de las objeciones que planteó.
Y es que, en relación al auto de hechos justiciables y calificaciones definitivas
formuladas por la acusación y la defensa, tampoco cabría apreciar en las
modificaciones admitidas desvío alguno, pues no significan otra cosa que la
proposición a los jurados de las cuatro versiones sobre los hechos que fueron
debatidas por las partes.
Por lo demás, no resulta ocioso señalar que el cuestionado desglose del Hecho
14º, de un lado, abría las posibilidades de la defensa de combatir la única tesis de la
acusación; pero, de otro, también suponía que, rechazada esta tesis, pudiera recaer
una condena por homicidio doloso cometido con dolo eventual y no directo, lo que si
no resulta de relevancia para la calificación jurídica del delito, que en ambos casos
será la de homicidio del artículo 138 CP, sí la puede tener a los efectos de
individualizar la pena que finalmente pudiera imponerse de conformidad con lo
dispuesto en el artículo 72 CP; precepto que obliga a los jueces y tribunales, una vez
aplicadas las reglas generales sobre determinación de las penas, a razonar en la
sentencia el grado y extensión concreta de la impuesta, a cuyo efecto no es
indiferente que el homicidio se hubiera cometido con dolo directo que con dolo
eventual.
Del mismo modo que la narración de unos hechos, a los que no se opuso el
Ministerio Fiscal, que, de resultar probados, permitirían su calificación como un delito
de homicidio imprudente, con la consiguiente reducción de la pena aplicable respecto
de la solicitada por la acusación; también favorecía a los legítimos intereses de la
defensa proporcionar una base fáctica para la apreciación del mencionado dolo
eventual.
Al devolver el acta al Jurado por esta razón este Magistrado estaba velando al
mismo tiempo por dos derechos solo en apariencia contrapuestos que señalo por su
orden de importancia: el de la acusada a no ser condenada en base a un error y el de la
acusación pública a descartar la existencia de cualquier error en la votación, porque no
olvidemos que, como ya hemos destacado, "el ejercicio por el Estado del «ius
puniendi» ha de llevarse a cabo exclusivamente en un proceso con todas las garantías,
y con rigurosa observancia de las normas que regulan dicho proceso"; y que el artículo
24 CE "incorpora, también, el interés público en un juicio justo"; y que "asegurar ese
interés público en que la condena penal, entroncada también con otro interés
constitucional como es el de la persecución del delito (por todas STC 166/1999, de 27
de septiembre [RTC 1999, 166], F. 2, y las allí citadas), resulte de un juicio justo;
interés constitucional en un juicio justo asentado en los principios del Estado de
Derecho y en los valores constitucionales de libertad y justicia (art. 1.1 CE).
Desde el estricto punto de vista de velar por las garantías de un juicio justo, a
este Magistrado le era indiferente en qué sentido se rectificase el error cometido;
aunque no puede dejar de señalar una duda: cómo puede beneficiar al Ministerio
Fiscal una condena obtenida sobre la base de tal error; lógicamente, solo se entiende
su oposición y protesta por haberse acordado devolver el acta de la votación, también
por este motivo, si lo que este Magistrado entiende como error evidente no lo es, o si,
siéndolo, no fue capaz de explicarlo bien.
14 C.- A continuación, para doblegarla, el Sr. Gil le pegó una fortísima patada
o rodillazo en la rodilla izquierda, se abalanzó nuevamente hacia Mª Pilar, y en el
fuerte forcejeo el cuchillo acabó clavándose accidentalmente en el pecho de José
Antonio Gil.
Hecho favorable a la acusada. No probado.
Votaron como probado este hecho 3 jurados.
Votaron como no probado este hecho 6 jurados.
Por la suma de votos favorables; al dar por probados dos hechos incompatibles
entre sí: hubo 7 jurados que votaron probado el 14 A) y 3 jurados que votaron probado
el 14 C). Suman, por tanto, 10; lo que significa que, al menos, un jurado sufrió un
error, al votar como probados dos hechos incompatibles entre sí y así advertido en el
objeto del veredicto que se les entregó.
Y por qué se dice que al menos uno: porque se tiene la seguridad absoluta de
ello; no hay margen alguno para la duda. Puede que hubiese otros jurados más que
también hubiese votado como probados ambos hechos; pero esta posibilidad, con el
resultado de la votación, es absolutamente indetectable.
Y ante tal evidencia, un jurado votó al mismo tiempo como probadas una
proposición que recoge los elementos del tipo de un homicidio doloso (con dolo
eventual técnicamente) y otra incompatible insalvablemente con la anterior, como es
la que recoge un homicidio causado accidentalmente, este Magistrado-Presidente, so
pena de incurrir en arbitrariedad, debía, conforme a ley, devolver el acta de la
votación para la subsanación del defecto/error detectado, pues tal era su obligación de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 63.1.e de la LOTJ, según el cual, el
Magistrado-Presidente devolverá el acta al Jurado si, a la vista de la copia de la
misma, apreciase, entre otras circunstancias que no son del caso, que se ha incurrido
en algún defecto relevante en el procedimiento de deliberación y votación, como así
ocurrió por lo ya explicado.
Adecuada, porque lo que se debe justificar por el Jurado son las razones por las
que un hecho se declara probado o no probado.
Así, la STS núm. 701/2008 (Sala de lo Penal, Sección 1), de 29 octubre (RJ
2008\6442), desestima un motivo del recurso de casación interpuesto por la acusación
particular, cuya finalidad era que se condenase a dos acusados absueltos por el
Tribunal del Jurado (un tercer acusado fue condenado), y en el que se alegaba
"vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva por falta de motivación de las
resoluciones judiciales", en los términos siguientes:
(...).
E) Así pues, la única motivación fáctica legalmente exigible para justificar los
pronunciamientos absolutorios es la que tiene que expresar el acta del veredicto, que
ha de consistir, como ya ha quedado dicho en una "sucinta explicación" -art. 60.1 d)-,
lo que fue debidamente cumplido en el caso presente cuando en la mencionada acta,
en su apartado D), nos dice que, con relación a Ernesto y Jose Ángel, "no hemos
hallado pruebas claras y/o contundentes en su contra"."
Pero motivar la absolución, en este caso, exige aún más. Exponer, desde la
racionalidad del derecho, procurando ser fiel al leitmotiv de esta resolución, por qué
este Magistrado ha optado por una determinada decisión.
Y es natural que ello sea así porque, para los jurados, la firma del acta de
votación por cada uno de ellos equivale a la firma de las sentencias por jueces y
magistrados; y, como hemos señalado al final del anterior fundamento de derecho,
"Los tribunales no podrán variar las resoluciones que pronuncien después de
firmadas, pero sí aclarar algún concepto oscuro y rectificar cualquier error material
de que adolezcan"; amén de que "Los errores materiales manifiestos y los aritméticos
en que incurran las resoluciones judiciales podrán ser rectificados en cualquier
momento" (art. 267. 1 y 3 LOPJ).
Nada dice, sin embargo, sobre a qué se refiere esa regla de unanimidad "para
tener por producido el veredicto". Porque, evidentemente, este veredicto puede ser de
culpabilidad o inculpabilidad. Por fuerza (es impensable, siquiera, exigir unanimidad
para obtener un veredicto de inculpabilidad, pues supondría exigir certeza para la
absolución) se está refiriendo a que la unanimidad es requisito para un veredicto de
culpabilidad en algunas legislaciones en que existe el Jurado. Pero al legislador le ha
parecido demasiado exigente esta regla y ha optado por otra que lo sea menos, y en
lugar de ella establece la necesidad de 7 votos; de tal manera que si en otros
ordenamientos un solo jurado que sea contrario a la culpabilidad (en sentido genérico)
del acusado es suficiente para impedir tal veredicto (porque se entiende que su voto ya
es expresión de la duda razonable que posibilita la absolución), en el nuestro serán
suficientes 3, que es lo que ha ocurrido en este caso.
Según estas opiniones, cuando no se consiga "la mayoría precisa para dar por
probados los hechos y para darlos por no probados, procederá la devolución del acta
del veredicto del Jurado, conforme previene el art. 63.1.c) de la LOPJ, y a la tercera
devolución sin obtenerse las mayorías necesarias, se procederá a la disolución del
jurado y a la repetición del juicio ante uno nuevo, según lo prevenido en el art. 65.1
de la LOTJ, y si con el nuevo jurado, no se consiguen las mayorías necesarias, el
Magistrado-Presidente dictará sentencia absolutoria, conforme a lo dispuesto en el
ap. 2 del art. 65 citado."
Pero para que este pronunciamiento del Jurado sea relevante es absolutamente
necesario, porque constituye su presupuesto lógico, que antes se haya dado por
probado alguno de los hechos "justiciables" contrarios al acusado que luego pueda ser
calificado como "delictivo", porque lo que se le pide al Jurado, a este respecto, es que
se pronuncie no sobre cualquier hecho, sino, única y exclusivamente, sobre los
"delictivos".
Así consta en el encabezamiento del apartado séptimo del objeto del veredicto
("HECHOS DELICTIVOS POR LOS CUALES EL ACUSADO HABRA DE
SER DECLARADO CULPABLE O NO CULPABLE") y así se desprende
claramente del artículo 3 de la LOTJ cuando, refiriéndose a la "función de los
jurados" (no del Jurado), dice en su primer apartado que "Los jurados emitirán
veredicto declarando probado o no probado el hecho justiciable que el Magistrado-
Presidente haya determinado como tal, así como aquellos otros hechos que decidan
incluir en su veredicto y no impliquen variación sustancial de aquél", y en el segundo
que "También proclamarán la culpabilidad o inculpabilidad de cada acusado por su
participación en el hecho o hechos delictivos respecto de los cuales el Magistrado-
Presidente hubiese admitido acusación" (se destaca en negrita las diferentes
expresiones "hecho justiciable" y "hecho delictivo" empleadas en el texto legal).
Porque si no hay hecho delictivo probado ¿de qué otro hecho se puede decir
que un acusado es culpable o no culpable?
En nuestro caso, tal premisa supondría que los Hechos Justiciables 1, 14 A), 14
B) y 14 C) agotan todas las posibilidades sobre la forma en que pudo producirse la
muerte de D. José Antonio Gil Silva, de modo que, forzosamente, una de ellas debería
haberse declarado como probada.
Pero es que, aunque así fuera, debería afirmarse también que la defensa tiene la
obligación de demostrar su inocencia (Hecho 14 C) para obtener su absolución.
Ello es así porque, aunque en lenguaje coloquial pueda tener otro significado,
contradictorio/ria significa, en lógica formal, "Cada una de las dos proposiciones, de
las cuales una afirma lo que la otra niega, y no pueden ser a un mismo tiempo
verdaderas ni a un mismo tiempo falsas" (DRAE); lo que presupone que esas dos
proposiciones agotan todas las posibilidades. Así, "llover o no llover" no pueden ser al
mismo tiempo verdaderas, pero tampoco falsas.
Esto no ocurre con los hechos justiciables objeto del veredicto respecto de los
que se hizo la advertencia de su incompatibilidad: 1, 14 A), 14 B) y 14C), porque no
pueden ser ciertos a la vez; pero sí uno de ellos y los otros no, o inciertos todos.
A la vista del resultado del acta de la votación del Jurado podría parecer
llamativo que la sentencia, ya pronunciada "in voce", sea absolutoria.
Pero al no haber hecho uso de la facultad que le brindan los artículos 29.3 de
la LOTJ y 653 de la LECrim. ("Las partes podrán presentar sobre cada uno de los
puntos que han de ser objeto de la calificación dos o más conclusiones en forma
alternativa, para que si no resultare del juicio la procedencia de la primera, pueda
estimarse cualquiera de las demás en la sentencia"), su acusación, la única formulada
en este juicio, quedó reducida a la hipótesis de un delito de homicidio causado con
dolo directo; única, en exclusiva, de la que tenía que defenderse la acusada.
Pero con una diferencia que resulta de capital importancia para entender el
resultado finalmente producido en este juicio.
Con una particularidad que conviene destacar: Así como la parte que acusa
está obligada a decir (sería inconcebible su silencio), y decir todo aquello que sustente
su acusación, la parte que es acusada contradice tanto cuando afirma hechos opuestos
o contrarios a los previamente afirmados por la acusación, como cuando introduce
hechos omitidos o silenciados por la acusación, como, finalmente, cuando en el
ejercicio de su derecho constitucional ha decidido guardar silencio, pues, en derecho
penal, el silencio de un acusado nunca puede tomarse como reconocimiento de las
afirmaciones hechas por la acusación; por el contrario, significa su completa
contradicción.
Pero sin que podamos perder de vista por ningún momento que la acusación
formulada nunca obtuvo válidamente mayoría suficiente para salir adelante.
“2) Otra cosa acontece, sin embargo, con el Segundo de los motivos del
Recurso que sí que merece estimación.
La devolución del Acta, por consiguiente, vendría obligada tan sólo cuando se
diera esa condición, dado que la inclusión en el precepto habrá de responder a alguna
razón lógica, de la previa existencia de una "...mayoría necesaria en la votación sobre
los hechos...".
Lo que, por otra parte, también resulta razonable, al tener en cuenta que el
juego de las mayorías para tener o no tener "por probado" un determinado hecho, en el
caso de las proposiciones desfavorables, no supone tanto la de alcanzar un
determinado número de votos cuanto el de no obtenerse los siete exigidos por la Ley,
de manera que con sólo alcanzarse el número de tres de carácter negativo, aunque
fueran seis los miembros del Jurado partidarios de la aprobación, el hecho resulta no
acreditado, según la doctrina de esta misma Sala (STS de 18 de febrero de 2002 [RJ
2002, 3182] y 11 de noviembre de 2004 [RJ 2004, 7649], a la que más adelante
volveremos, entre otras).
De modo que la devolución del Acta al Jurado, una vez que no ha existido
mayoría suficiente para declarar como probado el hecho desfavorable base en el que
se apoya inexcusablemente la tesis de la Acusación, cuando se advierte asimismo una
división de criterio entre los miembros del Tribunal que tampoco permitiría alcanzar
el número de cinco partidarios de la prosperidad de un ulterior veredicto de
inculpabilidad, conduciría, se llevase a cabo una primera vez o hasta las tres que la
Ley permite antes del acuerdo definitivo de la disolución de ese Jurado, a un
verdadero "callejón sin salida" (sic) que, evidentemente, no puede constituir nunca un
objetivo previsto ni buscado por la Ley.
Pues también nos recuerda en este supuesto el Magistrado que el hecho cuya
acreditación no pudo afirmarse por insuficiencia de votos en su apoyo no hacía
referencia a una cuestión accesoria, circunstancial o prescindible para la declaración
de culpabilidad sino, antes al contrario, al hecho mismo sustentador de la
responsabilidad criminal del acusado, en concreto el de si fue él precisamente quien
entregó al autor material del homicidio el arma con la que éste lo cometió.
Incluso se nos ofrece una posible solución que, desde el punto de vista
interpretativo respetuoso con la norma, diera contenido a la literalidad del referido
artículo 60.1, en el sentido de que por "...mayoría necesaria en la votación sobre los
hechos..." para conducir a un obligado pronunciamiento en el ámbito de la
culpabilidad habría que entender la existencia de un reparto de votos que arrojase un
resultado de siete o más a favor de la admisión del hecho desfavorable, base de la
responsabilidad criminal, o de cinco o más contrarios a esa admisión, lo que haría
factible un pronunciamiento posterior congruente sobre la culpabilidad/inculpabilidad
del acusado.
"...la sentencia recurrida, esto es, la dictada por el Tribunal Superior de Justicia
de Cataluña (ARP 2008, 38), lo que no comparte es que si el párrafo 1 del art. 60
(RCL 1995, 1515) dice que si se hubiese obtenido la mayoría necesaria en la votación
sobre los hechos, se someterá a votación la culpabilidad o inculpabilidad de cada
acusado por cada hecho delictivo imputado, y en el párrafo 2 se exigen 7 votos para
establecer la culpabilidad y 5 votos para establecer la inculpabilidad, se haya dictado
sentencia absolutoria, en relación a Elsa a pesar de no haberse pronunciado 5 jurados a
favor de su inculpabilidad, que no fue votada, pues solo se votó la culpabilidad con
resultado de 6 votos a favor y tres en contra, con infracción del art. 63.1 b) al no
haberse pronunciado sobre la inculpabilidad de la acusada y del art. 63.1 c) al no
haberse obtenido las mayorías exigidas en la Ley por cada una de las votaciones y por
ello y además por no haberse alcanzado tampoco la mayoría exigida de 5 votos en
relación a hechos favorables a Elsa (por ejemplo proposición 22 c) que solo fue votada
a favor por 3 jurados y proposición 21 b) que fue rechazada por los 9 jurados),
procedía que el Magistrado Presidente devolviera el acta al Jurado (art. 63 c) y si
después de una tercera devolución (art. 65.1) no hubiera sido posible la obtención de
las mayorías necesarias la Ley exige la devolución del Jurado y la convocatoria de
nuevo juicio oral con un nuevo jurado".
Es decir, que lo realmente debatido en aquella ocasión era si, una vez dado
paso a la votación acerca de la culpabilidad o inculpabilidad del acusado, con la
concurrencia lógicamente de base fáctica suficiente previamente aprobada para ello, lo
que aquí no se ha producido, podría tenerse por válido resultado para excluir la
culpabilidad el que no se alcanzasen los siete votos necesarios para declararla, sin
entrar a comprobar que sí que se contaba, por el contrario, con los cinco que la Ley
(art. 60.2 LOTJ [RCL 1995, 1515]) en este caso exige para afirmar la inculpabilidad, a
diferencia de las previsiones para tener por probados o no probados los hechos
desfavorables.
Precepto que en principio es el que había que aplicar si fuera este Tribunal
(ARP 2008, 38) y no el de Apelación (JUR 2007, 111932) quien acordase la anulación
del procedimiento de instancia
Solución ésta de la repetición íntegra del Juicio en casos como el presente, sin
previsión expresa en la regulación del Recurso de Casación, que, no obstante, se vería
por supuesto mucho más aconsejada y facilitada, a pesar de todos los inconvenientes
legales y prácticos existentes, si la decisión última del Jurado hubiere conducido a una
Resolución condenatoria pues, en ese caso, la expectativa de un resultado distinto y
más favorable para el reo podría avalar su razón de ser, desde el reconocimiento a éste
de su derecho a un Juicio con todas las garantías (art. 24 CE [RCL 1978, 2836]), para
depurar la integridad del enjuiciamiento.
Pero no podemos olvidar que aquí nos hallamos ante una absolución, apoyada
en el dato incontestable de un pronunciamiento sobre los hechos, ya correctamente
alcanzado por el Juzgador legalmente constituido en el progresivo discurrir lógico de
su decisión, que excluye la base fáctica necesaria para la declaración de culpabilidad y
que las Acusaciones, en buena lógica y en el nuevo Juicio, pretenderían sustituir con
la obtención de una futura condena.
Porque de optar por la repetición íntegra del Juicio ante un nuevo Jurado,
como hace la Sentencia recurrida (ARP 2008, 38), sin duda en su caso y por tratarse
de una Apelación aplicando con la previsión de la Ley especial para esta clase de
supuestos, nos encontraríamos con que quien ya fue juzgado, con todas las garantías y
requisitos legales para ello, tanto materiales como formales, obteniendo un
indiscutible pronunciamiento fáctico, adoptado también de acuerdo a los requisitos
establecidos en la propia Ley, que declaraba la insuficiencia de acreditación de su
participación delictiva en los hechos enjuiciados, todo ello conforme a la convicción
de un Jurado compuesto expresamente para ese enjuiciamiento, ahora se enfrentaría a
la eventualidad contradictoria de ser hallado partícipe en ellos, por un nuevo y distinto
Tribunal, y lo que pudiera resultar aún más insoportable, incluso con una nueva
calificación jurídica de lo acaecido como delito de Asesinato, cuando dicha hipótesis,
que era la inicial de las Acusaciones, ya se encuentra rechazada con plena firmeza
para el otro acusado, objeto de condena como autor material de un Homicidio.
Razones, en definitiva, que nos llevan a confirmar, aún más si cabe, el acierto
del Magistrado-Presidente del Jurado en el criterio aplicado para la resolución de un
problema procesal tan complejo y difícil como el abordado en esta ocasión.
Por ello, el Segundo motivo como ya quedó dicho y, con él, el Recurso
parcialmente, deben estimarse, procediendo, como consecuencia de tal estimación, el
dictado de la correspondiente Segunda Sentencia (ARP 2008, 38).”
Si no se consigna la mayoría precisa para dar por probados los hechos y para
darlos por no probados, procederá la devolución del acta del veredicto del Jurado,
conforme previene el art. 63.1.c) de la LOPJ, y a la tercera devolución sin obtenerse
las mayorías necesarias, se procederá a la disolución del jurado y a la repetición del
juicio ante uno nuevo, según lo prevenido en el art. 65.1 de la LOTJ, y si con el nuevo
jurado, no se consiguen las mayorías necesarias, el Magistrado-Presidente dictará
sentencia absolutoria, conforme a lo dispuesto en el ap. 2 del art. 65 citado.
Entiende la recurrente que el error producido tuvo lugar respecto del hecho
principal segundo («ensañamiento», calificador del asesinato) que seis jurados
consideraron probado y sólo tres negaron acreditado, tal y como se desprende del acta
de la votación, teniéndose por no probado, al interpretarse en un sentido que se
considera erróneo las reglas sobre formación de la voluntad del Tribunal de Jurado y
mayorías de los arts. 59 y 60 de la LOPJ.
Con apoyo en los términos del art. 59.1 de la LOTJ, llega el recurrente a la
conclusión de que la mayoría de siete votos para las tesis desfavorables, y de cinco,
para las favorables, son aplicables para dar por probados los hechos, y para darlos por
no probados.
De los términos del apartado 1 del art. 59 de la LOTJ, hay que concluir que si
no se alcanza el «quorum» para dar por probados los hechos contrarios o favorables,
tales hechos habrán de estimarse improbados. Por ello, como el «hecho A», de cuya
apreciación se derivaría la aceptación de la agravante de ensañamiento, era claramente
desfavorable, exigía para ser estimado como probado la concurrencia de siete votos, y
como sólo obtuvo seis, la consecuencia es que el hecho no fue declarado probado por
el Jurado, por lo que el Magistrado Presidente procedió correctamente al no devolver
el acta y dictar sentencia de conformidad con el resultado de la votación.
Estima la Sala que no procedía en el supuesto enjuiciado el juego del art. 63.1
c) de la LOTJ, que previene la devolución del acta del veredicto al jurado cuando no
se ha obtenido en algunas de las votaciones la mayoría necesaria sobre la culpabilidad
o inculpabilidad de los acusados o respecto de los hechos delictivos, puesto que la
culpabilidad de Mohammad F. por el delito de homicidio se habría aprobado por
unanimidad, según refleja el acta de votación, al folio 106, y los hechos delictivos del
objeto de veredicto declarados probados, el A1, el B3 y el C5, lo habían sido con la
mayoría necesaria, al obtenerse unanimidad en la votación. Respecto a lo hechos A2 y
C4, no se declararon probados, porque en la votación de los mismos no se alcanzó la
mayoría precisa. Así se refleja en el acta del veredicto, obrante a los folios 105 a 110
del Rollo 20002/1999. Entiende la Sala que el art. 63.1 C) de la LOTJ hubiera sido de
aplicación, si los hechos A2 y C4 se hubiesen considerado probados, pese a no haber
obtenido la mayoría necesaria de siete y cinco votos respectivamente. También
hubiera procedido la devolución del acta si se hubiese declarado culpable o inculpable
el acusado pese a no haberse votado una y otra opción por siete y por cinco votos,
según lo prescrito en el art. 60 de la LOTJ”.
FALLO