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muestra la siguiente preocupante situación:

1. El 40% de los suelos del país correspondiente a 45’379.057 hectáreas (ha), están
afectadas por algún grado de erosión, 2.9% presenta erosión desde severa hasta muy
severa en 3’334.594 ha, 16.8% erosión moderada en 19.222.575 ha y 20% erosión ligera en
22.821.889 ha. En las áreas afectadas por erosión severa a muy severa los servicios
originales de los suelos como la fertilidad, la regulación y almacenamiento de agua y la
biodiversidad, entre otros, están completamente destruidos, su restauración es muy difícil,
muy costosa y requiere de mucho tiempo. En las áreas con erosión moderada, de no
tomarse los correctivos oportunos y adecuados, de manera inexorable la degradación de
los suelos agudizará hasta un estado de severidad donde su corrección se vuelve inviable.
2. Todos los departamentos del país presentan algún grado de degradación por erosión de
suelos. Los que presentan más del 70% de su área afectada es decir mayor “magnitud de
degradación por erosión”, son: El Cesar (81,9%), Caldas (81,9%), Córdoba (80,9%),
Cundinamarca (80,3%), Santander (79,4%), La Guajira (79,3%), Atlántico (77,9%),
Magdalena (76,9%), Sucre (75,1%), Tolima (73,7%), Quindío (72,7%), Huila (72,5%) y
Boyacá (72,1%). Los departamentos que presentan mayor proporción de su área afectada
por erosión severa a muy severa son: La Guajira (28,1%), Magdalena (16,5%), El Cesar
(12%), Huila (8,4%), Sucre (7,6%), Santander (7,6%), Tolima (7,5%), Boyacá (6,8%),
Atlántico (6,4%), Norte de Santander (5,7%) y Valle del Cauca (5,4%).

Ahora miremos lo que sucede con la tala de los bosques, es decir con la pérdida del
vestido que cubre la piel de nuestro territorio. Como bien se sabe, la función del follaje
boscoso es esencial para la conservación de los horizontes más superficiales del suelo,
ya que amortigua el impacto de las gotas de lluvia.
Según el Ministerio del Ambiente, en el período 1990-2015 Colombia perdió 6 millones
de hectáreas originalmente cubiertas de bosque y, por otro aspecto, durante los dos
últimos años la desforestación se está concentrando en la Amazonía y en el pacífico
nariñense, principalmente por causa del incremento de los cultivos ilícitos.
De acuerdo con el profesor León Sicard, de la Universidad Nacional, una de las
regiones más afectadas por erosión en Colombia es la promisoria Orinoquía y el
proyecto agroindustrial de la altillanura, esto por causa de la fragilidad de sus suelos,
que los hace vulnerables a procesos erosivos de origen natural.
En la macro cuenca hidrográfica Magdalena-Cauca, donde se concentra la mayor
cantidad de la población colombiana, un 73% de su superficie está afectada con algún
grado de erosión, en el cual se incluyen 2 millones de ha (7,5% de área total de la macro
cuenca) con afectaciones de severas a muy severas. Según Enrique Forero, actual
presidente de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, el
río Magdalena pasó de transportar anualmente 144 millones de toneladas de
sedimentos entre los años 70 y 2000, a 188 millones de toneladas/año hoy; de este
total, 9,5 millones de toneladas se depositan en la bahía de Cartagena. Uno de los graves
efectos de esta sedimentación es la muerte de los corales, hasta el punto que Parques
Nacionales Naturales calcula que el arrecife coralino se ha reducido en más del 35%.
Lea además: La sedimentación del embalse de Hidroituango
Otra de las causas que están agravando los procesos de erosión es la minería ilegal,
tal como sucede en las cuencas de los ríos Porce y Nechi en el Departamento de
Antioquia, igual que en varias zonas del Departamento del Chocó.
Según la ONU, América Latina tiene las reservas de tierra cultivable más grandes
del mundo, por lo que el cuidado y preservación de sus suelos es fundamental para
que la región alcance su meta de erradicar el hambre y mantenga sus reservas de
biodiversidad, “El hecho de que los suelos no sean un recurso renovable, hace que su
preservación sea un reto todavía más urgente", dice Eve Crowley, representante de la
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Esperemos que la llegada del colega geólogo Ricardo Lozano al Ministerio del
Ambiente, un especialista en Cambio Climático y conocedor de la situación de
deterioro de los suelos por efecto de la erosión, signifique la implementación de
acciones urgentes en las siguientes directrices: 1.Control de la tala de bosques en la
Amazonia, para lo cual se requiere un decidido apoyo de nuestras fuerzas armadas. 2.
Control de la erosión de los suelos en la Orinoquia, que incluya también planes de
manejo de la cuenca alta del río Meta situada en la zona cordillerana y 3. Un gran plan
de manejo de la macrocuenca Magdalena-Cauca, donde además de la mayor parte del
parque de generación hidroeléctrica nacional se tiene el proyecto de navegabilidad del
río Magdalena e Hidroituango, temas estos a los cuales me he referido en anteriores
columnas. Todo esto tiene que estar acompañado por programas de educación
ambiental, extensivos a todos los niveles de nuestra población.

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