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Barbero resalta a lo largo de este subtítulo, que la televisión transforma los modos
de circulación de la información en el hogar, modificando la división social y de
poder entre adultos y niños. Deslocalizando saberes y deslegitimando sus
segmentaciones. Especialmente porque los adultos ya no son para los niños
(según esa realidad revelada en la televisión) esos seres ideales que,
posiblemente, si se encuentren inscritos en los textos escritos.
Es así que, el autor enuncia que nos encontramos en la contemporaneidad ante
sujetos con una elasticidad, incluso cerebral, que da apertura a diversos contextos
y culturas, desordenando, también, las secuencias del aprendizaje por etapas,
ligadas a los procesos de enseñanza de la lectura.
Es en ese contexto donde, a manera de propuesta de enseñanza, Barbero
menciona que “emerge un proyecto pedagógico que cuestiona radicalmente el
carácter monolítico y transmisible del conocimiento, que revaloriza las prácticas y
las experiencias, que alumbra un mosaico de saberes hecho de objetos móviles y
fronteras difusas, de hipertextualidades y bricolajes” (Barbero, 1996). Dicho de
otra manera, donde se abre la posibilidad de dejar de pensar antagónicamente la
escuela (educación) y la comunicación (medios audiovisuales), teniendo en cuenta
que la visualidad electrónica ha pasado a ser parte esencial de la visualidad
cultural contemporánea.
La imagen, entonces, como un lugar estratégico de batalla cultural y de mediación
cognitiva tiene razones de ser contundentes frente a la manera en que
comprendemos el mundo que nos rodea, y que nos atraviesa. De aquí que, a lo
largo del tercer subtítulo: “De la magia de la imagen al pensamiento visual”,
Barbero recorra desde el punto de vista histórico, las maneras en que el ser
humano ha intentado darle sentido al mundo. Mostrando que, en suma, la esencia
de la comprensión del mundo para el ser humano, ha estado enraizada en las
imágenes y lo que aprendemos de ellas.
La imagen, entonces, ha fungido como medio de expresión, comunicación,
adivinación, etc. De manera que los procesos que movilizaron la guerra de
imágenes no son fortuitos, como sucedió entre los didactistas franciscanos y
barroquistas visionarios jesuitas expresado, por ejemplo, en la imagen de la virgen
de Guadalupe con sus diversas reinterpretaciones transmitidas por las imaginerías
electrónicas de Televisa: que mantienen elementos del pasado, mostrando a la
vez lo nuevo y emergente.
De esta manera el autor logra evocar la emergencia, incluso, de lo sobrenatural y
lo autóctono a través de la imagen, en conjunto con lo nuevo. Y aunque la imagen
parezca aún antagonista a los procesos de aprendizaje actuales en América
Latina, hay campos que, históricamente, se han atrevido a reubicar la imagen en
su relación con el pensamiento: el arte, la semiótica, el psicoanálisis, la
fenomenología y la epistemología.
De manera que el arte comienza a ver y percibir componentes de obras que
después podrían ser racionalizados y convertidos en ciencia. Posteriormente, la
sociosemiótica se pone a la tarea de dilucidar la calidad significante de la imagen,
pero también, indagando sobre el vaciamiento simbólico de la misma, al ser
sometida a las lógicas mercantiles del discurso publicitario. Situación que,
retomando el psicoanálisis, nos lleva a comprender que aquel discurso “transforma
el deseo de saber en mera pulsión de ver”; cosificando de manera fetichista al
sujeto: convirtiéndolo en objeto. Finalmente, la epistemología fenoménica resuelve
en las elaboraciones de M. Merleau-Ponty en su análisis de la obra De Cezanne,
el antagonismo tanto racionalista como empirista entre la sensación y el
pensamiento.
Por otra parte, Foucault en conjunción con el análisis del cuadro Las meninas,
examina la crisis de la representación, encontrando en el cruce de la economía
discursiva y la operatividad lógica, la emergencia de “otra figura de la razón”. Es a
partir de esta trama significante que se tejen los discursos y modelos, y se explica
la emergencia de disciplinas como las ciencias humanas, rehaciendo las
relaciones entre el orden de lo discursivo (la lógica) y de lo visible (la forma) en la
cimentación de un nuevo paradigma: una nueva episteme cualitativa que nos abre
los ojos ante la imagen (tecnificada) en el proceso del saber (Barbero, 1996),
Para que, así, emerja un nuevo modelo de leer con base en la creación de otros
modos de estimulación imaginativa y afectiva que funjan a manera de estrategia
pedagógica o metodología de educación ciudadana. Como lo puede ser lo que
Barbero propone a manera uso creativamente pedagógico y crítico de las
tecnologías, como lo es la televisión educativa, ya sea en modelos escolares, de
contexto, de enseñanza directa o a distancia.