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Ssíe*

Antonio Raimonbi
Colección Estudios Geológicos y Mineros
para la obra «EÍ Perú»

Voíwmen I V

Minerales bel Peru


La búsqueda oe una imaQen republicana ,

CompiíacióM e introducción:
Luis ftfipe vULxorta Ostofaza
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Universidad del Perú. Decana de America
-.¡dad Nacional Mayor de San Marcos
tersidad del Perú. Decana de America
SERIE CLAS.COS SANMARQUINOS: COLECCIÓN E S T A O S GEOLÓQCOS Y MINEROS
P A R A LA OBRA « E L P E R Ü »

VOLUMEN I V : MINERALES DEL PERÚ

Universidad Nacional Mayor de San Marcos


Universidad del Perú. Decana de América
UNIVERSIDAD NACIONAL
MAYOR DE SAN MARCOS
Universidad del Perú, DECANA DE AMÉRICA

Dr. L u i s Izquierdo V á s q u e z
Rector

Dr. Víctor P e ñ a R o d r í g u e z
Vicerrector Académico

Dra. A u r o r a M a r r o u R o l d á n
Vicerrectora de Investigación

Esta edición ha sido posible gracias a l aporte de:

Golder
Associates
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Universidad del Perú. Decana de América
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Universidad del Perú. Decana de América
y
Antonio Raimondi

Colección Estudios Geológicos y Mineros para la obra «El Perú»


—Volumen IV—

Minerales del Perú


y la búsqueda de una imagen republicana

uRSw?
Minerales del Perú (1878)

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Idea general del Perú (1878)

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Apéndice al catálogo razonado de los minerales del Perú
| \ ^ \ ^ V ¿ ^ 8 ^ ^ ^ V Cxi
Compilación y estudio introductorio de
Luis Felipe Villacorta Ostolaza

0BJÜAD NACIONAL MAYOR H SU lUGOt


BIBLIOTECA CENTRAL

Golder
Associates
F O N D O EDITORIAL ASOCIACION
UNIVERSIDAD NACIONAL EDUCACIONAL
MAYOR DE SAN MARCOS ANTONIO RAIMONDI

A^A v
BtiJtaQr de San Marcos
pc c ^ arfeAmérica
c
ISBN: 9972-46-342-6
Hecho el Depósito Legal: 2007-03549

Primera edición
Urna, marzo de 2007.
Tiraje: 1000 ejemplares

© De la compilación: Luis Felipe Villacorta O.

© Golder Associates Perú S.A.

© Asociación Educacional Antonio Raimondi

© Fondo Editorial de la U N M S M

Fotografías y dibujos: © Museo Raimondi, © Archivo Histórico Riva-Agüero P U C P

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619-7000 (anexo 7529)

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jm r^áSS^yf) 9\
Mis deseos serán completamente satisfechos, y daré por bien
empleadas las vigilias que me ha costado este trabajo, si en algo
contribuye a la misión que me he propuesto,
dar a conocer las inmensas riquezas naturales
de este privilegiado país.

Antonio Raimondi
Minerales del Perú, 1878

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Contenido

Presentación 13

Introducción 15

La colección de minerales del Perú de Raimondi en la Exposición


Universal de París de 1878: Una república periférica en los ojos
de la metrópoli 17

MINERALES DEL PERÚ

m
$ \ ( ^
[1878]

O 77
i Introducción [a la primera edición]
VI Consideraciones generales sobre los minerales del Perú 79
O
Restos fósiles de las aves guaneras y sus huevos 87
Minerales de oro 103
Minerales de plata 107
Minerales de cobre 153
Minerales de plomo 193
Minerales de bismuto 219
Minerales de mercurio 223
Minerales de molibdeno 227
Minerales de arsénico 229
Minerales de estaño 233
Minerales de antimonio 237
Minerales de cinc 245
Minerales de níquel 251
Minerales de cobalto 255
Minerales de fierro 259
Minerales de manganeso 277

J Mayor de San Mar


«TERSIDAD MCICm MAYOR I I M I BARCOS •ú. Decana de América
BIBLIOTECA CENTRAL
GS*0*n
Minerales de alúmina 283
Minerales de magnesia 287
Minerales de barita 289
Minerales de cal 291
Minerales de potasa 307
Minerales de soda 315
Minerales que contienen litina 329
Silícidos 331
Silicatos 335
Combustibles 347
Combustibles fósiles 349
Conclusión 355
índice de minerales 357

Idea general del Perú [1878] 367

Apéndice al catálogo razonado de los minerales del Perú [1880] 377

Epistolario 397

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12 Universidad del Perú. Decana de America
Presentación

Hace menos u n a ñ o que nuestro buen amigo L u i s Felipe Villacorta,


director del Museo Raimondi, nos p l a n t e ó el ambicioso proyecto de
reeditar la obra Minerales del Perú publicada por Antonio Raimondi.
G O L D E R ASSOCIATES PERÚ S. A . , por su trayectoria global tan ligada al
quehacer minero, a c e p t ó el reto que p o n d r í a nuevamente en circula-
ción la obra de gran trascendencia para la m i n e r í a y las ciencias na-
turales de nuestro querido país.
Por nuestra naturaleza institucional —ciertamente vinculada al
campo empresarial—, p o d r í a parecer que estamos lejos de involu-
crarnos directamente con los países, s u cultura e historia. N a d a m á s
lejano de la realidad. Por ello hacemos énfasis q u e l a n u e s t r a —como
aparece en s u nombre— es una empresa peruana dirigida e integra-
da mayoritariamente por profesionales peruanos y dedicada a pro-
veer servicios de consultoría de calidad a la industria del país. Así,
los s u e ñ o s de prosperidad que animan el anhelo nacional son tam-
bién los nuestros, porque trabajamos arduamente para alcanzarlos y
hacerlos t a m b i é n de nuestros hijos.
Fue precisamente este mismo s u e ñ o por la prosperidad del P e r ú
lo que m o t i v ó a Antonio Raimondi, hace ciento treinta años, a reali-
zar la selección de una muestra de 652 minerales de nuestro país
a c o m p a ñ a d a de u n exhaustivo estudio científico para la Exposición
Universal de París celebrada en 1878. S u p r o p ó s i t o era certificar, esta
vez de la mano de las ciencias, la proverbial riqueza minera que pres-
tigiaba al P e r ú desde el lejano tiempo de los incas.
De esta manera la riqueza minera nacional alcanzaría una nue-
va dimensión, logrando un sitial internacional — universal— de acuer-
do con los postulados en los que se fundamentaban los paradigmas
que regían el progreso de las naciones en el siglo xix. «Dar a conocer
al mundo las riquezas del Perú» era la frase que animaba los trabajos
del sabio italiano y que a la vez deja entrever s u explícito pensa-
miento universal.

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Universidad del Perti.-fttecana de América
Y es que la definición de u n sitial entre el concierto de naciones del
mundo, es decir, la b ú s q u e d a de una imagen propia, es algo que desde
el siglo xix anima —hasta hoy— los esfuerzos de las naciones america-
nas. Esta identidad tiene diversas aristas, una de cuyas facetas está re-
presentada por los particulares recursos naturales de las naciones y la
capacidad de ellas por hacerlos símbolos de «lo propio» o «nacional».
Así, el esfuerzo de Raimondi en P a r í s tuvo éxito, pues su colec-
ción de minerales del P e r ú , junto con el catálogo que lo a c o m p a ñ ó ,
alcanzó la m á s alta distinción en su categoría. S i n embargo, el esfuer-
zo que d e s p l e g ó tuvo t a m b i é n un impacto en el á m b i t o local, proba-
blemente m á s importante que aquel que esta obra pudo tener en el
exterior. Gracias a ella —y a la medalla de oro que recibió— los pe-
ruanos tomamos conciencia de la importancia de nuestro patrimo-
nio minero, pero especialmente de la propia capacidad para identifi-
car y promocionar lo nuestro. L a f á b u l a de nuestra riqueza, etérea y
fantasiosa hasta ese entonces, se hizo realidad en sólidas apreciacio-
nes científicas, que desde f ó r m u l a s estadísticas y q u í m i c a s certifica-
ron la riqueza minera nacional.
E n ese sentido, la reedición de Minerales del Perú... tiene especial
significación en la historia de la minería nacional porque se trata de la
primera obra de su tipo en la era republicana, que detalla para el P e r ú
y el mundo, la diversidad y potencial de nuestro patrimonio minero.
Igualmente, la publicación de este libro, que aparece como el
volumen iv de una serie dedicada exclusivamente a la labor geológica
y minera de Antonio Raimondi, es motivo de especial satisfacción si
tenemos en cuenta que señala la feliz continuidad de un esfuerzo
que ahora nos vincula con el Museo Raimondi y la Universidad N a -
cional Mayor de San Marcos, instituciones promotoras de esta logra-
da colección. De esta manera los distintos quehaceres de ámbitos como
el a c a d é m i c o , cultural y empresarial aparecen unidos en una entrega
que rinde homenaje a la memoria de un personaje crucial de la histo-
ria del P e r ú republicano.
L a participación de GOLDER ASSOCIATES en la realización de esta
obra es una señal más del creciente espectro de actividades que con
satisfacción asumimos como resultado de nuestra presencia a escala
nacional e internacional. Ella es símbolo de compromiso y arraigo que
a la vez confirma la posibilidad de difundir positivamente los ricos
testimonios de nuestra privilegiada naturaleza e historia desde nues-
tro campo. Porque el futuro del Perú es también el nuestro, nos suma-
mos al esfuerzo colectivo por su progreso como una causa c o m ú n .

Siegfried Arce Heldberg


Presidente de Directorio
GOLDER ASSOCIATES PERÚ 5.A.

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1 4
Universidad del Perú. Decana de América
Introducción

L a idea de modernidad y civilización se posicionó y generalizó en el


imaginario colectivo popular de Occidente a partir del siglo XIX. Des-
de este instante a la fecha, dicho ideal ha animado el progreso de las
naciones, haciendo de los avances de la ciencia y la tecnología —así
como de sus consecuentes beneficios — , los paradigmas materiales
de esta visión.
Tal dinámica se acentuó con la celebración de certámenes que,
desde una pretensión de convocatoria global, daban a conocer —y a
la vez celebraban— los avances del mundo occidental; nacían así las
Exposiciones Universales. E l epicentro de estos certámenes era Euro-
pa, desde cuya posición de dominio de los nuevos conocimientos
científicos y tecnológicos, así como por su creciente capacidad de
consumo, se renovó la relación centro-periferia que condicionaba los
vínculos del viejo continente con el resto del mundo.
E l Perú, como las d e m á s jóvenes naciones americanas de la peri-
feria occidental, no estuvo al margen de esta influencia que se dejó
sentir en dos frentes de acción. Así, en el ámbito externo, el país se
propuso dar a conocerse y alcanzar u n sitial propio entre el concierto
de naciones del cada vez más dinámico orden mundial. La búsqueda
de una identidad propia y cosmopolita, especialmente a tono con los
nuevos paradigmas modernizantes del decimonónico, será proba-
blemente una de las expresiones m á s interesantes y a la vez más con-
tradictorias de este empeño.
En nuestro medio, la imitación de estos certámenes en un for-
mato acorde con las capacidades locales dio origen a las Exposiciones
Nacionales. Si bien puede existir la impresión de que estos esfuerzos
fueron esencialmente «copia y calco de una moda», y por lo tanto
pasajeros, irrelevantes y hasta frivolos, en el caso del Perú merecen
un análisis más detenido. A I respecto consideramos que ellos se cons-
tituyeron en el medio catalizador que permitió mostrar, valorar y
promover los resultados de la inventiva y el trabajo de las ocultas
fuerzas progresistas del país.
El mejor ejemplo de este sentir fue la Exposición Nacional de 1872,
bajo cuyo propósito se construyó el palacio y parque del mismo nom-

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bre. E n la ejecución y desarrollo de este certamen coincidieron factores
económicos, políticos e incluso ideológicos que liberaron a la concien-
cia de la República los logros de sus nacientes burguesías capitalinas y
provincianas. E l país certificó en escenarios, competencias y distincio-
nes públicas el nuevo tiempo del que comenzaba a ser consciente.
E n este contexto, los trabajos de Antonio Raimondi sobre la r i -
queza minera del P e r ú resultan u n esclarecedor hilo conductor de
este proceso. Sus estudios en dicho campo fueron protagonistas prin-
cipales de la Exposición Nacional de 1872 y la Exposición Universal
de París de 1878. L a extendida fama de l a riqueza nacional se hacía
cierta y aparecía validada gracias a l lenguaje universal de las cien-
cias. L a certeza de lo nuestro c u m p l í a con la posibilidad de presentar
una nueva imagen del P e r ú al mundo amparada en el gran potencial
de sus recursos naturales, marcando así u n a distancia no excluyente
de aquella indígena de vena inca a la que se nos asociaba y que do-
minaba el imaginario europeo. ^flH^^J'
L a presente edición compila tres obras de Antonio Raimondi de
gran relevancia; la primera —y m á s importante— es «Minerales del
P e r ú . . . » (Lima-París, 1878), catálogo editado en e s p a ñ o l y f r a n c é s
que a c o m p a ñ ó una muestra de 652 minerales representando a nues-
tro país en la Exposición Universal de P a r í s de 1878. Complementan
este volumen la reedición de «Idea general del Perú», texto prepara-
do especialmente como p r e s e n t a c i ó n de nuestro país para el catálo-
go del certamen f r a n c é s y « A p é n d i c e al C a t á l o g o Razonado de los
Minerales del P e r ú » , a m p l i a c i ó n del primer estudio publicado en los
Anales de Construcciones Civiles y de Minas de 1880.
Esta publicación, a d e m á s , incluye u n estudio con una semblan-
za y a la v e z una discusión sobre las trayectorias y roles cruciales de
Charles Wiener y Henri Martinet —a la s a z ó n franceses— como re-
presentantes oficiales del P e r ú en l a Exposición Universal de París.
Se r e s e ñ a y reflexiona a q u í en torno a s u r e l a c i ó n con Antonio
Raimondi, su papel de intermediarios respecto a la imagen del P e r ú
que cada uno impulsaba y los intereses disímiles que los animaban.
Como es una tradición en esta serie, se incluye una sección episto-
lar que presenta información hasta ahora inédita relacionada con la
temática que desarrolla tanto el estudio preliminar como las obras com-
piladas. Esta perspectiva ha sido enriquecida con el análisis de fuentes
directas de la época, particularmente periódicos. L a suma de estas con-
sideraciones adquiere forma final en la edición que ahora presenta-
mos y que ponemos al alcance de todos los interesados en el tema.

LtliS Felipe Villacorta Ostolaza


Lima, marzo de 2007

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Universidad del Perú. Decana de América
La colección de minerales del Perú de Raimondi
en la Exposición Universal de París de 1878:
Una república periférica en los ojos de la metrópoli

1
Lic. Luis Felipe Villacorta O.

L a s Exposiciones Universales: nuevos paradigmas


y viejos prejuicios de la modernidad d e c i m o n ó n i c a

E l siglo XIX f u e u n p e r í o d o de eclosión de la ciencia y la tecnología.


Invenciones como la m á q u i n a de vapor, el ferrocarril y el telégrafo,
así como la consolidación y e x p a n s i ó n del capitalismo, sustentaron
el nuevo paradigma de l a civilización occidental. Desde el punto de
vista ideológico y político, el liberalismo se e n c u m b r ó como la doctri-
na del progreso, bajo cuya aura la ciencia, sin reparar en límites natu-
rales, políticos o de cualquier otra í n d o l e , se desarrolló vertiginosa-
mente. E n suma, nada d e t e n d r í a su avance y objetivo por alcanzar la
prosperidad c o m ú n a la humanidad. Así, bajo el impulso de la se-
gunda oleada de l a revolución industrial del d e c i m o n ó n i c o , la ex-
p a n s i ó n del capital y las comunicaciones, Occidente vivía el primer
momento de la globalización de la era moderna ( M C E V O Y 2001: 27).
De esta manera, las tradicionales rutas comerciales desde Euro-
pa hacia otras partes del mundo se revitalizaron y sus puntos de
confluencia (mercados y puertos), adquirieron gran dinamismo como
activos escenarios de intercambio tanto de productos y manufactu-
ras como de novedosas ideas y tecnologías. Por otra parte, la apertu-
ra de nuevas rutas comerciales resultado de la independencia de las
naciones americanas de E s p a ñ a f u e otro de los aspectos que apunta-
ló este proceso. Incluso países como J a p ó n , cuyas fronteras estaban
cerradas a Occidente de mutuo propio, se vieron obligados a abrirse al
mundo ante la explícita amenaza de la f u e r z a armada.
1
Director del Museo Raimondi. Av. L a Fontana 755. L a Molina, Lima 12. Perú. Correo
electrónico: <ma^oraimondi@c¡ar.edu.pe>. Web site: <\vww.museoraimondí.org.pc>.
1
L a expedición del comodoro Matthew C . Perry de la Armada de los Estados Unidos
de América obligó a las autoridades niponas del período Meiji a abrir los principales

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Universidad del Perú.'ftetana de América
De esta manera, puertos y ciudades florecieron al amparo del
activo contacto comercial, donde mercados y bazares eran el punto
de encuentro de una amplia gama de productos, así como de perso-
nas con los más diversos bagajes culturales e idiosincrasias. Asimis-
mo, inmensos contingentes emigrantes de Europa se trasladaron al
resto del mundo, especialmente a América. Gracias a los avances de
la tecnología, nunca en la historia de la humanidad se movilizó un
número tan significativo de personas a través de distancias tan lar-
gas y en tan corto tiempo (MCEVOY 2 0 0 1 : 3 8 ) . U n importante segmen-
to del núcleo emigrante estuvo constituido por profesionales imbui-
dos de un gran espíritu emprendedor, lo que les permitió actuar como
verdaderos polinizadores (MCEVOY 2001: 2 4 ) del nuevo conocimiento
en los territorios del nuevo mundo donde se arraigaron.
Este renovado cosmos comercial y los progresos que sobre éste
había operado la revolución tecnológica tuvieron como resultante la
formalización de un tipo de suceso cuyos antecedentes se encontra-
ban en las exhibiciones o ferias de maquinarias que se desarrollaban
en Europa desde la segunda mitad del siglo xvm. Fue así como en
1851 se realizó en Londres la que ha sido considerada la primera
Exposición Universal de la historia y que llevó por título «Great
Exhibition of the Works of Industry of all Nations».
Como deja entrever su nombre, esta exposición fue organizada
con el objetivo de mostrar a un heterogéneo y masivo público euro-
peo los últimos avances que la inventiva del hombre —léase occiden-
tal— había logrado en todas partes del mundo para garantizar su
progreso y elevar su condición moral. De esta manera, las manifesta-
ciones de la tecnología representadas en maquinarias para la indus-
tria, manufacturas de lo más diversas así como el empleo de nuevas
materias primas y sus propiedades particulares estimularon en el
imaginario europeo la percepción de un mundo por descubrir y a la
vez por conquistar. Estas muestras afirmaban la idea de que el pro-
greso de la civilización iba de la mano de las ciencias; quien domina-
ra el nuevo conocimiento que ellas producían estaría en posibilidad de
someter a voluntad a la naturaleza y sus recursos.
Las facilidades que brindaba la sede de la exposición en un úni-
co como grato ambiente resultaban en un valor adicional que iba a
tono con la avidez del público por visitar la gran muestra. Por ello no
es de extrañar que la Exposición Universal de Londres de 1851 reci-

puertos del archipiélago japonés al comercio mundial. (De no indicarse lo contrario,


todas las ñolas de este apartado son del compilador y autor de este estudio.)
3
"Gran exhibición de las obras de la industria de todas las naciones". T. del autor.

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biera m á s de seis millones de visitantes durante los ciento cuarenta
4

días que estuvo abierta al público. De esta manera, las grandes ex-
posiciones no sólo fueron espacios destinados a la exhibición de
maquinarias, manufacturas o exóticas materias primas, sino también
se constituyeron en verdaderos centros de difusión con un profundo
impacto ideológico en la manera como la gente concebía el mundo,
haciendo tangible —y especialmente accesibles— valores antes eté-
reos como la modernidad y el progreso. Desde entonces, las sedes de
las Exposiciones Universales devinieron tanto en verdaderos símbo-
los del progreso como en centros de difusión de la modernidad cuyo
catecismo era el progreso inexorable de las ciencias.
Ello explica el despliegue de infraestructura asociado a la pri-
mera Exposición Universal de la capital londinense, certamen que
tuvo como escenario el famoso Tlie Crystal Palace, excepcional edifi-
cación construida especialmente para esta ocasión y que se ubicó en
el céntrico Hyde Park. Se trató de una estructura que superó los vein-
te metros de altura, emplazada sobre un área de diez hectáreas y que
cubrió una superficie de casi noventa mil metros cuadrados. Elabo-
rada sobre la base de armazones prefabricados de acero y cubierta
con vidrio, su original diseño y construcción en tiempo récord hicie-
ron de esta obra un verdadero alarde de la inventiva occidental, per-
fectamente a tono con los propósitos de la exposición. E l discurso del
progreso se materializaba, así, en una expresión visual de dimensio-
nes monumentales por lo que su ejecución fue motivo de especial
orgullo de la familia real británica y de la consecuente pretensión de
hegemonía victoriana urbi et orbis.
A pesar de que el liberalismo impregnaba estos escenarios, y
por lo tanto la inventiva de los particulares estaba liberada a la con-
dición del laissezfaire como el motor que alimentaba su progreso, el
ordenamiento de los objetos de la muestra se hacía necesario al am-
paro y promoción de la bandera de su país de origen (v. g. produc-
tos, maquinarias, manufacturas, materias primas, obras de arte, an-
tigüedades, etc.).
Esta condición hizo que los países más avanzados fueran los que
más aportaron al certamen. Así, m á s de la mitad del escenario de la
Exposición Universal de Londres de 1851 fue ocupado por materia-
les producidos en el archipiélago Albión, situando a Inglaterra como
la potencia industrial de la época. A su lado las producciones de otras
partes del mundo, especialmente de los países m á s exóticos o leja-
nos del occidente europeo, palidecían ante el despliegue industrial
4
Ver <http://www.bie-paris.org/main/index.php?p=93&m2=19> (10/01/2006: 13:55).

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a n g l o s a j ó n que asomaba en este tiempo. Fue así como a partir de este
instante se hizo posible percibir n í t i d a m e n t e las diferencias entre las
producciones de los países industrializados de E u r o p a con respecto
de aquellos ubicados en los extremos del mundo occidental, inclu-
yendo en este grupo a las jóvenes r e p ú b l i c a s americanas.
E n este instante, las relaciones de centro-periferia entre Europa y
América y a no tenían como condición explicativa la antigua relación
colonial de dependencia político jerárquica (léase metrópoli-colonias);
dicho estatus se explicaba ahora por la brecha tecnológica que separa-
ba a los países industrializados — monopoliza dores de la nueva cien-
cia y tecnología — de aquellos productores de materias primas y cuyo
desarrollo científico aplicado era virtualmente inexistente.
E n ese sentido, la importancia de la participación de los países
americanos o periféricos en estos c e r t á m e n e s era crucial a f i n de en-
gancharse de alguna manera en la cadena del progreso vinculada a la
creciente industrialización europea. L o s escenarios de las Exposicio-
nes Universales brindaban la posibilidad a las naciones menos desa-
rrolladas de captar capitales para la explotación de sus recursos na-
turales necesarios para las industrias europeas, la identificación de
aquellos adelantos tecnológicos que pudieran ser útiles para su rea-
lidad, así como la contratación de cuadros profesionales y técnicos
adiestrados en el uso de las nuevas tecnologías. A esta posibilidad
se sumaba el reto de identificar y posteriormente exhibir objetos
— muchas veces relacionados con s u arte e historia— que contribu-
yeran a definir una personalidad nacional propia, y por lo tanto sus-
ceptible de ser reconocida por los otros (en referencia a los d e m á s
países participantes).
E n ese sentido, el proceso de selección de objetos y muestras a
exhibir en estos c e r t á m e n e s era particularmente sensible teniendo en
cuenta su significación como representativas de las producciones e histo-
ria nacional. De igual manera, los comisionados encargados a s u m í a n
la delicada tarea de desempeñarse como interlocutores oficiales y a
la v e z promotores de sus países. Ello tenía matices delicados si re-
flexionamos en el hecho de que las Exposiciones Universales favore-
cieron la p r o m o c i ó n y d i f u s i ó n de negocios del m á s amplio espectro
en el que se interrelacionaban intereses públicos y privados. E n este
papel, los representantes nacionales d e b í a n superar desde aspectos
prácticos como la barrera del idioma hasta el prejuicio del público
dada su condición periférica —y por lo tanto— de desarrollo inferior.
E l rol de i n t e r m e d i a c i ó n de estos personajes era institucional, econó-
mico e incluso cultural.

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E n síntesis, las Exposiciones Universales eran la «arena» donde
las naciones occidentales — o que pretendían insertarse en su dinámica—
exhibían sus riquezas naturales y producciones industriales. Dichos
certámenes eran a la v e z vitrina internacional y escenario de compe-
tencia. Por ello, los premios que se otorgaban a los mejores productos
en cada una de sus categorías en las que se organizaba la exposición
eran m u y apreciadas distinciones para los participantes. Ellas se cons-
tituían en certificados de validez universal — para el mundo occiden-
tal— de la calidad de los productos así como de las virtudes de sus
propietarios o inventores y, por lo tanto, de sus países de origen.
A pesar de la importancia de estas exposiciones especialmente
para las jóvenes naciones americanas, deficitarias en capital y tecno-
logía, s u participación no parece haber sido m u y decidida, al menos
durante la segunda mitad del siglo xix.
E n el caso del P e r ú , a pesar de s u presencia en l a m a y o r í a de
c e r t á m e n e s de este tipo celebrados antes de l a Guerra del Pacífico,
todo indica que s u participación nunca f u e afortunada. Sobre este
tema Henri Martinet, personaje crucial de la Comisión Peruana en la
Exposición Universal de París de 1 8 7 8 , emitió el siguiente juicio: «El
P e r ú no se ha negado j a m á s a tomar parte en las Exposiciones U n i -
versales: E n Londres en 1 8 5 5 , en París en 1 8 6 7 , en Viena en 1 8 7 3 , en
Filadelfia en 1 8 7 6 , e n París en 1 8 7 8 . . . pero, no hay para q u é ocultarlo,
sus exhibiciones han sido generalmente deplorables y los resultados
que ha conseguido, poco m á s o menos nulos» (MARTINET 1 8 8 0 : 1 0 ) .
Otro aspecto a tener en cuenta respecto a la revolución tecnoló-
gica de la segunda mitad del d e c i m o n ó n i c o es que ella era vista como
el resultado natural que situaba al hombre —europeo y blanco — en
la c ú s p i d e de la cadena evolutiva humana. Resulta interesante com-
prender que las élites europeas eran conscientes del privilegio del
progreso que ostentaban, lo que llevó a sus científicos sociales a i n -
dagar y a l a v e z justificar los orígenes que h a b í a n consagrado a l
mundo occidental como «[...] fundador de la civilización y amo del
progreso» (RIVIALE 2 0 0 0 : 1 2 ) .
Los trabajos de Charles Darwin, y especialmente de E . B. Taylor
y L . H . Morgan, postulaban la evolución unilineal de las sociedades

5
A pesar de que no se ha investigado sobre la participación de otros países americanos
en estos certámenes, todo haría indicar que México sí otorgó la debida importancia en
sus presentaciones, haciendo especial énfasis en la reseña de su pasado prchispánico
(RIVIALE 2000: 3 2 5 ) .
6
On the origins of the species by means of natural selection, 1859.
7
Primitive Culture, 1 8 7 1 .
8
Ancient Society, 1 8 7 7 .

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22 Universidad del Perú. Decana de América
pasando por distintos estadios culturales, desde el salvajismo (caza-
dores) y el barbarismo (pequeños agricultores) hasta la civilización
como la c ú s p i d e del desarrollo social (RENFREW y B A H N 1 9 9 1 : 25). Los
albores de las investigaciones arqueológicas en el viejo mundo — con la
formalización de sus m é t o d o s y prácticas — , así como la validación
cronológica del sistema de clasificación de las tres edades (v. g. piedra,
bronce y hierro), contribuyeron a fortalecer en Europa la percepción
evolutiva como una ley natural cuyo alcance involucraba el desarrollo
social del hombre y, por lo tanto, era susceptible de ser generalizada.
9
Ello permitió vislumbrar — a través de la etnografía — una histo-
ria universal desde una perspectiva eurocéntrica, donde las socieda-
des tradicionales periféricas (muertas o vivas) eran vistas como fósiles
o grupos humanos que se encontraban en un estadio particular de la
línea evolutiva. Así «[...] todo lo que se registraba en la historia anti-
gua y la prehistoria de los países europeos estaba " v i v o " entre los paí-
ses americanos [o del resto del orbe]» (LUMBRERAS 2 0 0 6 : 1 2 ) .
11
De esta manera los americanos —como cualquier habitante de
la periferia occidental— fueron vistos como « c o n t e m p o r á n e o s pri-
mitivos» de sus « c o n t e m p o r á n e o s civilizados» europeos. A s í , la
interrelación de estos condicionantes biológicos y tecnológicos, defi-
nió el tamiz ideológico que condicionó los prejuicios bajo los que se
nos apreciaba y a la v e z juzgaba desde la Metrópoli.

L a modernidad en l a periferia:
de l a Exposición I n d u s t r i a l de L i m a de 1869
al Palacio de l a Exposición de 1872

L a bonanza guanera que vivió el Perú desde mediados del siglo xix
situó al país en una posición expectante en el concierto de R e p ú b l i -
cas de esta parte de America. E l flujo de capital había permitido la
aparición de una burguesía cuyo florecimiento económico se s u s t e n t ó
en su participación en la cadena de extracción, comercialización y
venta de este apreciado fertilizante.

Rivíale (2000: 12) postula que esta naciente especialidad era vista como la «ciencia
de las razas», teniendo en cuenta la definición m á s aceptada en Francia del siglo xix.
Para una revisión m á s amplia de los cuestionamientos concernientes al estímulo de la
investigación etnológica para este tiempo ver RIVÍALE 2003: 540-542.
Se excluye aquí a los norteamericanos anglosajones que ocupaban especialmente la
costa atlántica.
Coincidiendo con este fenómeno, aparecían en Lima las primeras asociaciones de
características «proletarias». Para la decada de 1860 estos grupos estaban organizados
por oficios (gremios) cuyo objetivo principal era la asistencia solidaria de sus miembros
ante enfermedad o muerte (FUENTES 1858).

versidad Nacional Mayor de San Marcos


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Ello permitió a l país, y principalmente a L i m a , gozar desde el
privilegio que brinda el dinero de los ú l t i m o s productos de la v a n -
guardia europea, sin duda el referente de modernidad al que aspira-
ban las expectativas locales. Esta d i n á m i c a también involucró a las
clases dirigentes nacionales —integradas mayoritariamente por m i -
litares—, cuyo e m p e ñ o a partir de este instante consistió en asumir
políticas destinadas a la m o d e r n i z a c i ó n de la República, a s u orde-
namiento administrativo, el desarrollo de importantes obras de i n -
fraestructura y a la d i v u l g a c i ó n de una imagen propia en el exterior.
A l respecto es interesante constatar c ó m o este esfuerzo coincide
con otras naciones americanas que se presentaban ante los ojos del
mundo gracias a la edición de elaborados atlas. Esta renovada infor-
mación escrita y gráfica sobre geografía y política realizada por encar-
go y cuenta de los propios Estados americanos —a tono con los proto-
colos científicos de la época que garantizaban su divulgación univer-
sal— devienen en lo característico de sus ilustraciones (p. ej. plantas o
animales endémicos, paisajes naturales, escenas costumbristas o ma-
nifestaciones de su cotidianidad cosmopolita), en una imagen nacio-
nal que se difunde al mundo en elaborados mapas y grabados.
De esta manera, las jóvenes naciones americanas certificaban una
imagen oficial propia, consecuente con s u estatus de Repúblicas i n -
dependientes. Su objetivo —entre otros— era insertarse en el d i n á -
mico concierto de naciones occidentales, d e s m a r c á n d o s e del tradi-
cional perfil periférico en el que estaban relegadas.
E n este contexto regional, la carencia de una imagen actualizada
y propia del Perú, incluyendo s u configuración cartográfica, fue sub-
sanada en 1865 mediante la edición en París del Atlas geográfico del
Peni de Mariano Felipe Paz Soldán. Esta edición incluyó un logrado
Mapa del Perú y de cada uno de sus departamentos, a d e m á s de datos
estadísticos, planos de las principales ciudades y d e m á s información
sobre la República. Su edición fue resultado de un arduo acopio de
información (por cierto serio y riguroso), pero cuyas fuentes prove-
nían de la burocracia estatal. Así, la obra de Paz Soldán fue u n com-
pendio oficial del país en cuya representación gráfica hay u n dominio
hegemónico de nuestro aspecto urbano-occidental, precisamente a tono
con estas políticas y propósitos de inserción internacional del país.

13
Un excelente ejemplo de esta dinámica fue la llegada y generalización del uso de la
fotografía en el Perú ( M A J L U F y WUKTARDEN 2 0 0 1 : 2 0 - 9 1 ) .
14
Ver RAIMONDI 1874: 4-5. Para el caso de Chile ver el excelente estudio de la obra de
Claudio Gay realizado por Rafael Sagredo (2004. tomos i y u).
1 5
En este grupo también ver la obra Lima, apuntes históricos, estadísticos, administrativos,
comerciales y de costumbres de Manuel A. Fuentes, editada en París en 1867.

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24
A I respecto es interesante constatar que este período (segunda
mitad del decimonónico) coincide con los inicios de las grandes Ex-
posiciones Universales en Europa, certámenes en los que el Perú tuvo
presencia activa — aunque no orgánica— como lo deja claro el testi-
monio citado de Martinet. Sin duda fue esta influencia la que motivó
que en nuestro país se organizaran las primeras exhibiciones a seme-
janza de las europeas.
Los antecedentes que expresan la intención de realizar una ex-
posición en Lima se remontan al 15 de septiembre de 1851 durante el
gobierno del general José Rufino Echenique. E n esa fecha, el Ejecuti-
vo envió al Congreso un proyecto de ley para la creación de una
institución dedicada a la instrucción y formación tecnológica. Me-
diante la misma se pretendía

[...] estimular por medios eficaces a los que trabajan en las labores
agrícolas y en artes mecánicas, a fin de que se contraigan a lo mejor el
cultivo de aquellos, y estos las obras de sus oficios. Como el conteni-
do de dicha ley deja ver inmediatamente sus objetivos y consecuen-
cias, omito detenerme en cuanto a la utilidad que en diversos respectos
prepara al país la educación y enseñanza de la juventud en el institu-
to proyectado que puede formar en breve artesanos de mérito por su
16
saber y moralidad. .'xTjfllir

Este proyecto, firmado por Manuel Mendiburu, fue aprobado


por el Congreso de la República, el que formalizó la creación del Ins-
tituto de las Artes que, dependiente del Ministerio de Hacienda, ocu-
paría la sede de la antigua Aduana. E l artículo 7 de esta ley señala-
ba que «En el instituto se reunirán los artefactos de cualesquier ofi-
cio, cuyos operarios quieran remitirlos de todo el territorio nacional,
para ser examinados y premiados». E l artículo 8 agregaba que «El 25
de diciembre se hará todos los años exposición pública de ellos y de
las obras trabajadas en el establecimiento. E l 1 de enero se darán los
premios a los que sean acreedores a ellos».
L a última referencia sobre esta iniciativa corresponde a un ofi-
cio enviado por Manuel Mendiburu a la Cámara de Diputados — el 9
de octubre de 1851 — en el que, a nombre del Presidente, se exhorta a
la promulgación de la ley, «[...] que se traza a favor de la juventud
bien inclinada, para darle un capital seguro en el conocimiento per-
fecto de su industria, y al país artesanos de moral y saber que la pro-
paguen luego en bien de la sociedad».
I e
El Comercio, miércoles 28 de julio de 1869.
17
Ibid.
1 8
Ibid.

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Universidad del Perú. Decana de América
De lo conocido se sabe que esta iniciativa no llegó a materiali-
zarse, ni en la f o r m a l i z a c i ó n del instituto, menos a ú n en lo concer-
niente a la realización periódica de exposiciones industriales. Sin duda
se trató de una iniciativa precursora que daba la pauta de lo que
v e n d r í a dos d é c a d a s d e s p u é s , pero en una coyuntura absolutamente
distinta de nuestra historia republicana, donde las condiciones polí-
ticas, económicas e incluso ideológicas del país estaban por dar un
vuelco sustantivo.
E l primer certamen de estas características se realizó en la capi-
tal de la República en 1869 y llevó por título oficial Exposición Indus-
19
trial de Lima. Se sabe que fue una idea original de Manuel Pardo, en
ese entonces Alcalde de la ciudad; esta iniciativa fue luego aprobada
en sesión d é Consejo metropolitano del 29 de mayo de 1869, nom-
b r á n d o s e a los ciudadanos L u i s Mesones, Jubo Jariez y Manuel
Atanasio Fuentes, reconocidas personalidades de la época, como
miembros de la c o m i s i ó n encargada de acondicionar la sede de la
exposición, ubicada en el local de la Escuela de Artes y Oficios de
ma N
^* " I ~* ^^\'^^
E l p r o p ó s i t o de la exposición era estimular a los artesanos na-
cionales y extranjeros avecindados en L i m a y el Callao a «[...] exhibir
los objetos propios de su arte». Asimismo, «[...] abrir la competen-
cia entre todos los artesanos y p r o d u c t o r e s » y «[...] para dar a cono-
cer al país las fuerzas y progresos de la i n d u s t r i a » ( M C E V O Y 2004:34).
Resultaba claro para los organizadores de este certamen —como se
menciona expresamente en el programa — que esta exposición no
sólo sería la primera de su tipo en el país, sino que t a m b i é n serviría
de ensayo para futuros c e r t á m e n e s similares.
Punto culminante de su o r g a n i z a c i ó n fue la f o r m u l a c i ó n de las
distintas categorías o secciones industriales en la que fue dividida la
exposición, a saber:
19
Ibid.
2 0
Diplomático y político nacional. Desempeñó misiones dipiomáticas en la Santa Sede
y fue diputado por Huancabamba.
2 1
Ingeniero mecánico francés que fue el primer Director de la Escuela de Artes y Oficios
de Santiago de Chile (1849). Autor de importantes libros dedicados a la ciencia aplicada
en el país del sur. Llegado al Perú durante ei segundo gobierno de Castilla, fue también
el primer Director de la Escuela de Artes y Oficios de Lima que funcionó a partir de
1860 en el convento de Santa Teresa de Lima. Viajó a Francia por cuenta del Estado
para proveerse de maquinarias e instrumental para dicha escuela.
2 2
Estadístico, periodista e intelectual limeño de amplia trayectoria y trascendencia en
nuestra historia republicana.
2 3
Artículo 4 del programa de la Exposición. El Comercio, miércoles 28 de julio de
1869.
" Ib¡d.

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26
a
1. Fundiciones de fierro y bronce, maquinarias, obras de fragua y de
cerrajería, plomería y hojalatería, materiales beneficiados.
a
2. Carpintería, ebanistería, tornería, tonelería, carrocería y modelaje.
a
3. Ladrillos, cal, cimientos romanos, betún hidráulico, asfalto, obras
de m á r m o l y piedra, yeso y alfarería.
a
4. Tejidos de algodón, seda, lana y paja.
a
5. C u e r o s curtidos, tejidos de cueros y talabartería.
a
6. O b r a s de costura, bordado, flores artificiales y briscados.
a
7. C a l z a d o , vestidos y sombreros.
a
8. Platería, joyería y relojería.
a
9. Dibujo, pintura, escultura, grabado, litografía, fotografía, caligra-
fía, tipografía, planos y dibujos de establecimientos industriales,
molduras y dorados sobre madera, vidrios.
a
10. Azúcares, chancacas, mieles y sorbetes.
a
11. Vinos, aguardientes y ron, cerveza y cidras.
a
12. Harinas, pan y galletas.
a
13. Aceites, sebo, manteca, jabón y velas.
a
14. Fósforos, pajuelos, p ó l v o r a y q u e r o s é n .

Uno de los aspectos m á s interesantes de estas categorías es que


en un principio no se incluyeron muestras de materias primas, espe-
cialmente minerales. Aparentemente, esta omisión se s u b s a n ó con la
creación de una sección dedicada a los « p r o d u c t o s n a t u r a l e s » , para
lo que se d e s i g n ó como inspector a Antonio Raimondi, quien y a go-
zaba de un gran prestigio público como consultor del Estado y que
a d e m á s acababa de culminar, ese mismo mes, un p e r í o d o de casi
veinte años de viajes por el P e r ú . Este hecho deja traslucir la firme
intención de dar prioridad a las obras de la industria nacional sobre
aquellas tenidas por tradicionales, lo que reafirma el sentido innova-
dor que animaba este certamen.
Mención especial merecen las medallas elaboradas para galar-
donar a los ganadores de cada una de las categorías de la muestra.
Para su confección se siguió el modelo jerárquico instaurado en E u -
ropa que reconocía tres distinciones en orden de mérito, a saber: oro,
plata y bronce. Para la Exposición Industrial de Lima se mandaron a
confeccionar medallas en estos tres metales del t a m a ñ o de una mo-
neda de un sol de la época que «[...] llevará el grabado de la fachada
de la Escuela de Artes y Oficios (reverso), la inscripción siguiente:

" Ibid.
M
Raimondi dio por culminadas sus expediciones el 10 de junio de 1869 (1874: 418).

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Universidad del Perú. Decana de América 27
Primera Exposición Industrial de Lima 1869. Realizada por la H . M
siendo Alcalde el ciudadano D. Manuel Pardo (anverso)».
Fue así como en vísperas de 28 de julio de 1869, los diarios de la
época daban cuenta del programa de actividades para la inaugura-
ción de la Exposición Industrial de Lima, el mismo que había sido
considerado como uno de los principales sucesos de las celebracio-
nes por Fiestas Patrias. La junta directiva encargada de la organiza-
ción, selección de jurados especializados y entrega de premios fue
presidida por Luciano Benjamín Cisneros e integrada por Luis Me-
sones, Manuel Atanasio Fuentes, Julio Jariez, Federico Marriot, Ma-
nuel L Polo, Ramón Azcarate, Pedro Helguero, Andrés Aramburú,
Dionisio Derteano, Manuel Amunátegui, Enrique del Campo, Ramón
Montero, Mariano Arosemena, Manuel Cucalón, Juan de Dios Quinta-
28

na y José Casimiro Ulloa. A l día siguiente, el presidente José Balta


inauguró en los tres patios acondicionados de la Escuela de Artes y
Oficios de Lima la primera exposición de este tipo realizada en Perú.
Acerca de los miembros de la junta directiva, resulta interesante
reflexionar en torno a los orígenes —incluyendo nacionalidades —
así como trayectorias políticas, profesionales, empresariales y aca-
démicas representadas por estos personajes. En sus personas apare-
cía encarnado lo más progresista de la sociedad limeña de la época, y
resulta a la vez ciertamente emblemático que no se incluyera ningún
militar. Más aún, se puede apreciar la pericia de Manuel Pardo como
el líder capaz de identificar y a la vez involucrar a todos estos perso-
najes en un proyecto con capacidad catalizadora como lo fue esta
Exposición Industrial.
La realización de la exposición tuvo un efecto revitalizador en el
ánimo de la ciudadanía capitalina, teniendo en cuenta los terribles efec-
tos de la epidemia de fiebre amarilla que azoló Lima tan sólo un año
antes. En este momento de zozobra ciudadana, Manuel Pardo tuvo
una destacadísima participación en el ejercicio de su cargo como Pre-
sidente de la Sociedad de Beneficencia de Lima, poniéndose al frente
de los servicios de atención médica y negándose a abandonar la ciu-
dad. Esta decisión tuvo un alto costo familiar, ya que uno de sus pe-
queños hijos murió víctima de la enfermedad ( M C E V O Y 2004: 35).
1 1
El Comercio, miércoles 2 8 de julio de 1 8 6 9 .
28
El Comercio, martes 2 7 de julio de 1 8 6 9 .
2 9
E n este caso se aprecia la influencia de las ideas de promoción de la participación
asociativa que proponía Pardo como medio de optimización de las capacidades de
gestión pública y privada ( M C E V O Y 2 0 0 4 : 2 3 - 2 4 ) .
3
" L a fiebre amarilla se desató en Lima en marzo de 1 8 6 8 . Tanto Jorge Basadre ( 1 9 6 9 :
vi, 1 1 0 - 1 1 3 ) como Carmen McEvoy ( 2 0 0 4 : 3 5 - 3 6 ) coinciden en señalar la muerte de
más de cuatro mil quinientos limeños durante esta epidemia.

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L a conciencia cívica de Pardo junto con su sentido del deber le
valieron un amplio y espontáneo aprecio ciudadano (MIDDENDORF 1973
[ 1 8 9 3 ] : 3 8 5 ; BASADRE 1969: vi, 1 1 3 ) . E n suma, el futuro líder civilista
no sólo tuvo la habilidad para sacar a la ciudad adelante en sus mo-
mentos de emergencia, sino que también la dirigió como su alcalde
por un nuevo camino que permitió que todos los líderes de opinión
ciudadana concentren sus esfuerzos y talentos en alcanzar una meta
31

común. El éxito de la Exposición Industrial de Lima de 1869 señaló


el inicio de un nuevo rumbo para la ciudad y el país, descubriendo
ante la naciente opinión pública la propia conciencia de sus ocultas
capacidades (MCEVOY 2004: 3 9 ) .
Sobre este certamen debemos mencionar que fue clausurado en
agosto del mismo año, no sin antes «estimular a los artesanos para
que tomen parte en la próxima exposición de 1 8 7 0 » . Esta frase fue
la antesala de lo que sería el suceso más importante de este tipo rea-
lizado en el Perú de la segunda mitad del siglo xix: la Exposición
Nacional de 1872.
Fue así como antes de culminar la exposición de 1869 — e imbui-
dos por el entusiasmo de la ejecución del primer certamen de este
tipo — , el 2 de agosto, se promulgó un decreto que autorizó la inver-
sión de S / . 250 000 soles para la construcción de un edificio especial-
mente diseñado para alojar una segunda exposición, esta vez de al-
cance nacional. En este mismo documento se estableció como plazo
para el siguiente certamen el 28 de julio de 1870, tan sólo un año
después del primero.
E l proyecto fue encargado a una comisión central dividida en
dos secciones de siete miembros. Los integrantes de cada una de
estas secciones fueron nombrados por el gobierno y la municipali-
dad, respectivamente. En reconocimiento a su iniciativa, Manuel
Pardo fue elegido presidente de ambas secciones. Fue así como el
1 0 de septiembre se oficializó los integrantes de la Comisión Cen-
tral, la que estuvo compuesta por Manuel I . Vivanco, Juan A .
Ribeyro, Juan Oviedo, Manuel A . Fuentes, Manuel Pardo, Julián
Zarancondegui, Antonio Raimondi, Ramón Ascárate, Guillermo
Brauns, Juan Mathison, Luis Portier, Enrique Meiggs y Enrique
33

Pérez Velasco.
En sesión del 1 6 de septiembre se nombró al general Vivanco
como presidente de la comisión de supervigilancia de la obra, la mis-
3 1
Esta exposición convocó a medio centenar de participantes ( M C E V O Y 2 0 0 4 : 3 9 ) .
52
El Comercio, 1 6 de agosto de 1 8 6 9 , p. 5.
3 3
Ibid.

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Universidad del Perú. Decana de América
ma que estuvo integrada por Luis Montier (tesorero) y Manuel A .
Fuentes (secretario).
De a q u í en adelante se dieron por iniciadas las tareas de cons-
trucción de la sede para la exposición nacional. U n a de las primeras
tareas que hubo de realizar fue la selección del terreno donde se efec-
t u a r í a la construcción del edificio. Así, se escogió la sección sur de la
ciudad, en un terreno del Estado colindante con la penitenciaría. E n
aquel momento esta parte de la ciudad h a b í a sido liberada al creci-
miento urbano debido a que Henry Meiggs d e r r u m b ó las antiguas
murallas coloniales de este sector a f i n de realizar un ambicioso pro-
grama de urbanizaciones (BASADRE 1969: vi, 231).
L a concepción y diseño del edificio principal o Palacio de la Expo-
sición estuvo a cargo del arquitecto italiano Antonio Leonardi, quien
resolvió la obra en un estilo propio del renacimiento italiano (BASADRE
1969: vi, 232). Conforme avanzaba el proyecto, éste se hacía cada vez
m á s ambicioso y complejo; ello tuvo un impacto proporcional en su
presupuesto, el que finalmente se elevó en cinco veces el valor origi-
nal estimado. jr^T'k^'*' ""^T^C^'^V
Las crecientes demandas de la obra hicieron necesario adquirir
el predio conocido como « M a t a m a n d i g a » y otros colindantes a f i n
de dar la extensión definitiva al parque. E l resultado final fue alaba-
do al u n í s o n o por la ciudad de L i m a ; así, u n antiguo porrero abando-
nado había sido transformado en u n bello jardín en cuyo interior
prosperaban hermosos invernaderos para plantas del trópico, pabe-
llones multiusos de diversos estilos (v. g. gótico, renacentista, chino,
turco, etc., u n jardín zoológico, caballerías, quioscos para la venta de
refrescos y helados. Asimismo, se d i s p o n í a de u n teatro cerrado para
doscientas personas, glorietas para la instalación de bandas musica-
les y como centro e l imponente edificio de dos pisos del Palacio de la
Exposición, sede principal del parque. Todo este terreno estaba cerca-
do y se accedía a él desde tres entradas, la portada principal, ubicada
frente a la penitenciaria, así como las portadas de Vivanco y Santa
María, ubicadas de cara a la estación del ferrocarril Lima-Chorrillos
{BASADRE 1969: vi, 232). S u realización para la época debió ser simple-
mente impresionante.
De esta manera, el Parque de la Exposición había conciliado en un
mismo escenario un área dedicada tanto al esparcimiento como a la
cultura, siendo el primer espacio p ú b l i c o de la era republicana con-
cebido en el m á s puro estilo de la vanguardia europea.

34
El Comercio, sábado 5 de octubre de 1872.

Universidad Nacional Mayor de San Marcos


30
En lo que respecta a la organización del certamen, se debe indi-
car que se cumplió con todos los requisitos para hacer de su ejecu-
ción un acontecimiento que movilizara a todas las fuerzas producti-
vas de la República. Así, cada categoría en la que estaba dividida la
exposición quedó a cargo de una comisión ad hoc, la misma que se
encargó de la convocatoria de participantes y demás detalles
involucrados en su ejecución. Estas comisiones fueron autorizadas
por el Estado a fin de que pudieran oficiar directamente a las distin-
tas instancias de gobierno interno (v. g. prefectos, subprefectos y al-
caldes) a efectos de difundir y alentar la participación de los ciuda-
danos de sus jurisdicciones.
Este procedimiento incluyó el envío de reglamentos, programas
e instrucciones para que las provincias estuvieran en la mejor posibi-
lidad de remitir a la capital muestras susceptibles de ser expuestas.
Ello se vio apuntalado con el nombramiento de comisarios por de-
partamentos y provincias litorales, quienes se encargaron de super-
visar y a la vez canalizar los envíos a Lima. Resulta de lo más revela-
dor que esta responsabilidad haya recaído en personajes adscribibles
a una burguesía provinciana civil, ilustrada, empresarial y muy acti-
vos en política, entre quienes podemos mencionar a Tadeo Ferry (po-
lítico e industrial de Áncash), Juan José Aráoz (político por Cuzco),
Manuel Almonte Vigueros (minero salitrero de Tarapacá), Manuel
Costas (Puno), entre otros.
En lo que respecta a las categorías de la exposición, éstas se con-
centraron en diez grupos, cuatro menos que la de 1869, a saber:

Grupo i: Artes liberales.


Grupo n: Material y aplicaciones de las artes liberales.
Grupo m: Menaje y otros objetos destinados a la habitación.
Grupo iv: Vestidos tejidos para ropa y otras prendas de uso personal.
Grupo v: Productos brutos y elaborados de las industrias extractivas.
Grupo vi; Instrumentos y procedimientos empleados en las artes
usuales.
Grupo vn: Alimentos frescos y conservados.
Grupo vra: Modelos de construcciones rústicas. Animales vivos.
Grupo ix: Árboles, plantas y modelos con sus correspondientes cultivos.
Grupo x: Objetos destinados a mejorar las condiciones físicas y mora-
les de los pueblos.

35
El Comercio, sábado 5 de octubre de 1872.

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Universidad del Perú. Decana de América 31
Así la Exposición Nacional a s u m i ó cabalmente la d i m e n s i ó n que
le daba su nombre, convocando la participación de todos los ciudada-
nos de espíritu progresista de la República. Incluso la importancia de
este certamen trascendió nuestras fronteras, y a que se recibieron tra-
bajos de «Chile, en primer lugar, Inglaterra, Italia, Francia, Bélgica,
Alemania, Bolivia, Holanda, Ecuador, Estados Unidos de Norte A m é -
rica, Suiza, California, Escocia, San Salvador, J a p ó n y Persia...». E n
este caso t a m b i é n se incluyó Comisarios para las naciones extranjeras.
L a sensación de m o d e r n i z a c i ó n que vivía el país se a c e n t ú o ante
la ejecución de grandes obras públicas que se desarrollaban a lo lar-
go y ancho de la República y cuyo epicentro era L i m a . E n la capital,
la construcción del Palacio de la Exposición tuvo como escenario con-
tiguo la d e s t r u c c i ó n de las antiguas murallas que rodeaban la capi-
tal, especialmente en lo que respecta a su sección sur. E n este mismo
sector se realizó la canalización de acequias y su f o r m a l i z a c i ó n en
una red s u b t e r r á n e a de d e s a g ü e s de las residencias de la ciudad, lo
que sin duda fue u n hito en la p r e v e n c i ó n de la salubridad pública
(BASADRE 1969: vi, 231). L a m a y o r í a de estas obras fueron patrocina-
das — previo acuerdo con el Municipio — por H e n r y Meiggs y ejecu-
tadas desde el punto de vista técnico por el Ing. Ernesto Malinowski.
De esta manera, la antigua ciudad r o m p í a su viejo corsé colonial
para permitir el desarrollo y m o d e r n i z a c i ó n de la urbe. L a antigua
ciudad de L i m a , de calles estrechas y balcones coloniales, comenzaba
a ser percibida como símbolo de u n pasado cada vez m á s lejano. L a
sensación de progreso se respiraba en todos los ambientes de la capi-
tal. Incluso en 1870 se puso la primera piedra del ferrocarril Central
Trasandino, verdadero icono de la m o d e r n i z a c i ó n de la República.
E n lo político, la v i d a nacional h a b í a adquirido t a m b i é n una
nueva d i m e n s i ó n . Se realizó el primer proceso electoral nacional que
e n c u m b r ó como Presidente Constitucional de la República al ciuda-
dano Manuel Pardo, líder del Partido C i v i l . L a elección de Pardo f u e
u n acontecimiento cívico inédito, cuyo lema de la «República prácti-
ca» a g l u t i n ó el m á s variado y masivo espectro popular j a m á s antes
registrado en nuestra historia republicana. Nunca hasta ese momen-
to de la historia del Perú republicano amplios sectores a c a d é m i c o s ,
profesionales, empresariales y populares —de L i m a y provincias —
h a b í a n coincidido tan entusiastamente en sus simpatías políticas. Esta
d i m e n s i ó n nacional se puso en evidencia en la c a m p a ñ a electoral con

El Comercio, sábado 5 de octubre de 1872.


Para un detalle de la relación entre Malinowski y Meiggs ver BARTOWIAK 1998: 151¬
183.

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32 Universidad del Perú. Decana de América
u n activo como inédito sistema de propaganda político-epistolar que
articuló a los principales líderes provincianos en favor de la candi-
datura de Pardo ( M C E V O Y 1999:119-168).
E n este contexto — y como corolario a esta d i n á m i c a moderni-
zante que animaba el ambiente político y e c o n ó m i c o nacional— fue
que el palacio de la Exposición se i n a u g u r ó el 2 de junio de 1872, en
una ceremonia solemne que convocó a lo m á s importante de la socie-
dad nacional. E l presidente Balta —a pocos meses de dejar el poder—
no pudo asistir y fue reemplazado por su ministro Manuel Santa
M a r í a (BASADRE 1969: v i , 234).
Sin embargo, pocos días d e s p u é s , la ciudad de L i m a fue sor-
prendida por una asonada militarista encabezada por los hermanos
G u t i é r r e z . E l p r o p ó s i t o de ellos era hacerse del poder por las armas y
desconocer de esta manera la elección d e m o c r á t i c a de Manuel Pardo
como el primer Presidente electo de la historia del Perú. L a revuelta
t e r m i n ó t r á g i c a m e n t e con la muerte del presidente Balta, así como el
ajusticiamiento popular de tres de los cuatro hermanos conspirado-
res en u n hecho que ejemplifica el hastío que vivía la sociedad limeña
respecto de los r e g í m e n e s militaristas que h a b í a n caracterizado bue-
na parte de nuestra historia republicana.
Este cruento p a r é n t e s i s político no c o n s p i r ó en el éxito de la ex-
posición. A l momento de su i n a u g u r a c i ó n , ésta había centuplicado
la participación de nacionales con respecto a l certamen de 1869. S i
bien no existe una estadística que nos d é una idea exacta del aforo
que recibió el acontecimiento, su éxito se e x p r e s ó t a m b i é n en una
asistencia masiva de los ciudadanos de L i m a .
E l 1 de septiembre, el jurado de l a Exposición Nacional se reu-
nió en sesión a f i n de otorgar los premios del certamen. L a s m á x i m a s
distinciones, denominadas premios de honor, fueron entregadas a:

1. FUENTES, Manuel A. el gran premio de honor común á nacionales y


extranjeros por la dirección del trabajo en la obra del Palacio de la
exposición.

2. RulZ, Pedro, el premio de honor nacional por s u gran reloj de torre.

3.0LAVECOYA, Demetrio, el tercer premio de honor por introducción y


39
propagación de razas extranjera de ovejas y marruecos.

E n lo que respecta a los premios por categorías en los que estuvo


dividido el certamen, tenemos que mencionar e l grupo v ( v . g. Pro-

38
El Comercio, sábado 5 de octubre de 1872.
, 9
Ibid.

idad Nacional Mayor de San Marcos


ersidad del Perú. Decana de América
ductos brutos y elaborados de las industrias extractivas) en donde la
«Colección de minerales del departamento de Ancachs», de Antonio
Raimondi, recibió la medalla de oro.
A estas distinciones se debe sumar una amplia lista de ganadores
en las distintas categorías, entre nacionales y extranjeros, limeños y
provincianos, muchos conocidos y otros virtualmente a n ó n i m o s , que
de esta manera encontraron en este certamen y en el Palacio de la E x -
posición u n escenario de reconocimiento y consagración a sus esfuer-
zos de alcance nacional. Quedaba así premiado el trabajo e ingenio,
relegando a la «obsolescencia» los antiguos valores de distinción 0 re-
conocimiento social - p r o p i o s de nuestra herencia c o l o n i a l - como
títulos nobiliarios o vínculos a linajes de parentesco aristocráticos.
De esta manera, la Exposición Nacional de 1872 puede ser con-
siderada uno de los referentes de lo que p o d r í a m o s llamar el proceso
de construcción ciudadana del P e r ú republicano; u n referente de la
aventura burguesa nacional del d e c i m o n ó n i c o . Así, se p o d r í a postular
que buena parte del sentir ciudadano percibía que a pesar de las tradi-
cionales disputas políticas intestinas y el antiguo orden social de raíz
colonial, el país se abría a un nuevo tiempo.
A l respecto resulta revelador citar u n extracto del discurso pro-
nunciado por Manuel Pardo, esta v e z como Presidente Constitucio-
nal de la República, con motivo de la clausura de la Exposición N a -
cional de 1872. Allí dijo:

El trabajo de cada hombre es la base de la grandeza de los pueblos y


lo es no tanto corno fuente de su riqueza material, sino como condi-
ción de sus virtudes.

De a l l í tanto nacen la verdadera majestad de las fiestas de la industria


como ese profundo sentimiento de simpatía y de respeto con que nos
preparamos á condecorar con un premio nacional, el fruto del esfuer-
zo modesto, quizás oculto, y en apariencia aislado, de cada indus-
trial, y en que no vemos únicamente el resultado de ingenio sobre la
materia, sino antes que eso, una existencia consagrando todas sus
facultades al más perfecto cumplimiento de la tarea que le ha corres-
41
pondido en la grande obra de la prosperidad común.

Cabe indicar que Raimondi compartió esle premio con otros participantes, como Pedro
Hoesgsgaard por su colección de minerales de Tarapacá, Darteano y Gonzáles por su
cochinilla de la hacienda «Puente» de Santa, etc. L a obra El departamento de Ancachs
y sus riquezas minerales de Raimondi (1873) se basó en los resultados de esta
exposición (para una revisión de esla obra ver VILLACORTA 2006a).
El Comercio, sábado 5 de octubre de 1872.

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De esta manera, Manuel Pardo celebraba en el P e r ú el nacimien-
to de u n ciudadano laborioso, que gracias a su propio m é r i t o creaba
riqueza y bienestar para su familia y la sociedad. E n suma, u n nuevo
hombre para un nuevo país.

E l P e r ú rumbo a l a m e t r ó p o l i :
la Exposición Universal de P a r í s de 1878

Como todo acontecimiento de estas características, la realización de


la Exposición Universal de París de 1878 involucró tres etapas sensi-
bles para todas aquellas naciones que decidieron asistir con delega-
ciones oficiales, a saber: la selección de materias a exhibir, el acondi-
cionamiento del pabellón propio y el balance de la participación.
A pesar de lo evidente de este orden, lo que bien hubiera facili-
tado una adecuada planificación, la participación del P e r ú en la E x -
posición Universal de París de 1878 es una historia plena de episo-
dios azarosos —entre anecdóticos y lamentables— cuya detallada
c r ó n i c a ha quedado testimoniada gracias a la p l u m a de H e n r i
Martinet, ciudadano francés afincado en el P e r ú y Director de la Re¬
g ^^¿*4j/ j a|t" \ ! y \ 42
vista de Agricultura de la U n i v e r s i d a d de San Marcos de L i m a .
Martinet señala que la Exposición Universal de París c o m e n z ó
para el P e r ú el mismo a ñ o de su convocatoria oficial, es decir, 1876.
Por él sabemos que el certamen fue convocado en la misma C i u d a d
luz el 4 de mayo de 1876, para desarrollarse entre el 1 de mayo y el 31
de octubre de 1878. E n el Perú, la d i f u s i ó n y liderazgo para la parti-
cipación de nuestro país estuvo a cargo de la Revista de Agricultura,
ó r g a n o difusor de la Facultad de Medicina de San Fernando (MARTINET
1880: 12).
Con injustificable demora, los comisionados de la delegación pe-
ruana fueron nombrados por el Estado recién en noviembre de 1876.
Se designaron dos comisiones: una en L i m a para seleccionar y en-
viar los materiales para la exposición, l a otra en París para recibirlos
y exhibirlos (MARTINET 1880:14). E n la capital se n o m b r ó al prestigio-
so m é d i c o y profesor de San Fernando, Sr. Mariano Arosemena
Quezada como Presidente de la C o m i s i ó n que desde L i m a organiza-
ría el envío de especímenes nacionales para su exhibición en la capi-
tal gala. Mientras tanto, la C o m i s i ó n de París fue presidida por el
4 2
Otra fuente corresponde a las crónicas periodísticas de Emiliano Liona, cuya
compilación fue publicada en 1884. En las páginas 27-29 realiza una reseña de la
lamentable participación peruana en este certamen.
4 3
En carta publicada en El Peruano del viernes 1 de diciembre de 1876, Arosemena
agradece y acepta esta responsabilidad. Se sabe que en este encargo contó con la

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Sr. Juan Goyeneche y Gamio, a quien a poco de ser nombrado se le
a u t o r i z ó la ejecución de una letra de cinco m i l soles para cubrir los
gastos relacionados con este certamen.
L a s mismas resoluciones y otras posteriores sumaron nuevos
miembros a la comisión peruana de París, como los señores Carlos
4
G o n z á l e s de Candamo, Julio Eugenio Albertini y Ulises Delvoy.
Asimismo, mediante decreto supremo del 11 de julio de 1877, se i n -
tegró a este equipo de comisionados nacionales a l Sr. Henri Martinet
en calidad de Comisario.
M e n c i ó n aparte merece el nombramiento como integrante ofi-
cial de la delegación peruana —a propia solicitud, como veremos
m á s adelante— del f r a n c é s Charles Wiener, quien al igual que
Martinet fue nombrado Comisario. Este audaz viajero recorrió el P e r ú
entre 1876 y 1877 como líder de una m i s i ó n científica francesa cuyo
objetivo fue formar colecciones a r q u e o l ó g i c a s y e t n o g r á f i c a s de esta
parte de A m é r i c a (RIVIALE 2000:151-165).
L a oportunidad de la Exposición U n i v e r s a l de París sirvió de
marco para c e r t á m e n e s semejantes de alcance internacional. Así, la
Sociedad de los Agricultores Franceses o r g a n i z ó en esa misma capi-
tal el Congreso Agrícola Internacional y otro de sericultura (cultivo
del gusano de la seda) cuyas invitaciones oficiales llegaron al P e r ú a
t r a v é s de la Revista de Agricultura que dirigía H e n r i Martinet (1880:
15). Fue así como al poco tiempo el Estado a u t o r i z ó la participación
del profesor Martinet como delegado especial del P e r ú para estos
47 \^*^ TJ« p. j
t Pr^^J?gBS^j/
encuentros. Asimismo se le e n c a r g ó la r e d a c c i ó n de una memoria
sobre la agricultura nacional, así como u n posterior informe de todos
aquellos nuevos conocimientos que, vistos en Francia, pudieran be-
neficiar a los agricultores peruanos, tarea que el f r a n c é s a s u m i ó con
48
entusiasmo. ÍTUQ
L a s atribuciones de las que gozaron Arosemena y Martinet en la
fase de i n f o r m a c i ó n y acopio de materiales a enviar a París fueron
a n á l o g a s a las de la Exposición Nacional de 1872, a u t o r i z á n d o s e l o s a
oficiar directamente a alcaldes, prefectos y gobernadores del interior
a f i n de que e n v í e n muestras desde sus provincias y departamentos.

asistencia del Sr. Isidro Mariano Pérez en calidad de Secretario (ElPeruano, lunes 14
de enero de 1878).
44
El Peruano, sábado 25 de noviembre de 1876, tomo 2; semestre 2; n.° 43, p. 168.
45
Resolución Suprema del 27 de diciembre de 1876 (£7 Peruano, lunes 29 de enero de
1877).
46
El Peruano, martes 16 de abril de 1878.
47
Decreto supremo del 11 de septiembre de 1877 (MARTINET 1880: 16).
48
El Comercio, Lima, sábado 22 de septiembre de 1877.

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36
Sin embargo, todo indica que el entusiasmo fue mucho menor que
en 1872. Arosemena sólo pudo conseguir a instancias de las autori-
dades locales algunos objetos de Arequipa, Moquegua, Puno, La L i -
bertad y Tarapacá. En su segundo envío, sólo sumó «dos obras de
filigrana de plata de bastante mérito» de Ayacucho. La suerte de
Martinet fue peor, ya que sólo respondieron a sus requerimientos los
prefectos de Moquegua y Chachapoyas (MARTINET 1880; 19).
A pesar del compromiso y la amplia experiencia de Arosemena
en su rol de acopio y selección de objetos para certámenes de este
tipo, todo indica que múltiples factores confluyeron para que la
mayoría de los objetos enviados a París no estuviera a la altura de las
circunstancias, según el juicio de Martinet.
A l respecto sabemos que la comisión de Lima realizó hasta
tres envíos a París a inicios de 1878; el primero y el más numeroso
— consistente en cuarenta y seis bultos (MARTINET 1880:19)— se rea-
lizó el 1 3 de enero a bordo del vapor «La Oroya» ; el segundo partió
el día 28 del mismo mes y consistió en ocho bultos cargados a bordo
del vapor «Trujillo»; por último, una tercera y apurada remesa de
cinco bultos salió el 1 3 de abril en el vapor «Loa».
Igualmente, se debe mencionar que el 28 de mayo se remitió a
París, por cuenta de dineros fiscales y con la firma de Arosemena, la
colección de «antigüedades peruanas» de la colección de Emilio
Montes a fin de «[...] aumentar el prestigio de nuestra exhibición en
aquel gran concurso del arte y de la industria». Cabe indicar que esta
colección no fue incorporada al pabellón peruano por haber llegado
de forma extemporánea (KIVIALE 2000:324). Asimismo, se sabe que las
verdaderas intenciones de Montes eran vender su colección en una
49
El Peruano, sábado 19 de enero de 1878 (año 36, tomo 1, semestre 1, n.° 16, pp. 61¬

50
62). f j (j| W
El Peruano, viernes 8 de febrero de 1878 (año 36, tomo 1, semestre l, n.°32).
51
Mariano Arosemena era una persona con una amplia experiencia en esta materia, ya
que había desempeñado la misma función al ser el encargado de la remisión de los
objetos de la colección peruana a la Exposición de Filadelfia de 1876 (El Comercio,
15 de abril de 1876) y ¡a Exposición de Chile de 1876. Incluso sus servicios en este
último certamen fueron premiados por el Estado con una medalla de honor (El
Comercio, martes 18 de enero de 1876).
a
El Peruano, sábado 19 de enero de 1878 (año 36, tomo L, semestre 1, n.° 16, pp. 61¬
62).
53
El Peruano, viernes 8 de febrero de 1878.
54
El Peruano, martes 16 de abril de 1878 (año 36, tomo 1, semestre 1 n.° 85, pp. 338).
Cabe indicar que todos ios vapores llegaban a Panamá desde donde se hacía transbordo
de la carga hasta la costa atlántica con rumbo a Europa.
55
En referencia a objetos arqueológicos.
56
Informe de Mariano Arosemena publicado en El Peruano el martes 18 de junio de
1878.

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muy buena suma, y por cierto la vitrina de la Exposición Universal de
París fue el escenario perfecto para un p r o p ó s i t o que no llegó a concre-
57
tar, al menos en este certamen y bajo la bandera peruana.
Nuestra historia tiene como segunda etapa el arribo de las colec-
ciones peruanas a Francia. Así, cuando ellas llegaron a manos de los
comisionados de París, Martinet y a se encontraba en esta ciudad. S u
i m p r e s i ó n respecto a las condiciones en las que llegaron estos obje-
tos es por d e m á s concluyente. A I respecto escribió:

Al abrir los cajones que le llegaron del Perú, la Comisión peruana en


París notó, desde luego, que los objetos que se le mandaban de Lima
habían sido tan mal y mezquinamente embalados, que la mayoría de
ellos, y desgraciadamente los más importantes, como era, por ejem-
plo, la valiosa colección de minerales formada por Raimondi, se ha-
llaban enteramente destrozados. (MARTINET 1880: 2 7 - 2 8 )

Consideraciones de forma y fondo aumentaron la irritación del


f r a n c é s . Entre las primeras podemos citar el desorden sufrido por la
colección de minerales de Raimondi, cuyas muestras h a b í a n perdido
su ubicación original y, por lo tanto, sus rótulos de identificación, el
desperdicio del vidrio roto —que no se fabricaba en el P e r ú — , el
derrame de líquido que e s t r o p e ó otros objetos, especialmente foto-
grafías, y que f r u s t r ó su exhibición, el uso de envases de color oscuro
(verde) que i m p e d í a n observar su contenido y que por este motivo
tuvieron que ser cambiados, etc. (MARTINET 1880: 33).
E n cuanto a las consideraciones de fondo podemos mencionar,
citando sus propias palabras, «[e]I carácter de las muestras casi m i -
croscópicas [liliputienses ] de los productos mandados por la C o -
misión de Lima» (MAKTINKT 1880: 49).
Asimismo, realizó un juicio sobre la falta de esmero en realizar
una adecuada selección de objetos reveladores del potencial natural
del P e r ú , en favor de lo que p o d r í a m o s considerar frivolidades. A l
respecto sentenció con ironía:

El verdadero objeto del Perú, al participar á la Exposición Universal


de París, no era mostrar una o dos máquinas, de muy poca importan-
cia, huacos malos o retratos de «varias señoritas de Lima que van a
ostentar su belleza á la Exposición de París» según dice un periódico
de la capital. El Perú, en efecto importa sus maquinas, y pasará bem-

57
Emilio Montes quería 12 000 francos por las 2 500 piezas de su colección (RIVIALE
2000: 324-325).
58
Termino que usó para ridiculizar el tamaño de las muestras enviadas por la comisión
de Lima.

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38
po hasta que su industria pueda competir con las de otros países más
viejos. En cuanto a la belleza de las señoritas de Lima, es conocida del
mundo entero, y les salió muy mal a algunas de mandar su retrato
ostentarla (sic), porque se embalaron estos retratos junto con tarros
de vidrio llenos de melaza, de sebo, de grasa, etc. que al romperse
pusieron sobre las mejillas de las bellas limeñas, un barniz que las
afeo algo é impidió exponer sus retratos. (MARTINET 1880: 48)

Quedaba así desvirtuado el p r o p ó s i t o de la participación perua-


na en los distintos c e r t á m e n e s de P a r í s (v. g. Exposición Universal,
Congreso Agrícola Internacional, Congreso de Sericultura, etc.), que
como bien lo expresa Martinet era para «[...] favorecer sus propios
intereses, esto es, los del comercio, de su industria, en una palabra,
los m ú l t i p l e s intereses que se relacionan con su riqueza y su situa-
ción económica» (MARTINET 1880:23).

En cuanto a los objetos que el Perú debía presentar en vista de favore-


cer directamente sus intereses á la par que ilustrar al mundo sobre su
verdadera situación económica y sobre las inmensas riquezas natura-
les que encierra su fértil y casi virgen suelo, es fácil, adivinarlo: de-
bían ser los productos de las dos principales industrias a las cuales
deben dedicarse de preferencia los brazos, la inteligencia y los capita-
les, queremos decir, los valiosos productos de la industria minera y el
sin número de los de la industria agrícola y de las industrias anexas.
(MARTINET 1880: 23-24)

E n síntesis, lo llegado de L i m a r e s u l t ó a juicio de Martinet i n -


completo e insuficiente, lo que sumado a las consecuencias de lo de-
fectuoso de s u embalaje —rotura de vidrios, p é r d i d a de rótulos, de-
rramamiento de contenidos, materiales estropeados, etc. — t e r m i n ó
por poner en riesgo inminente no sólo el éxito sino la propia viabili-
dad de la exposición peruana. Ello obligó a los miembros de la dele-
gación a recorrer todo París en f r e n é t i c a b ú s q u e d a diversos objetos
nacionales susceptibles de ser exhibidos (p. ej. libros, tejidos, plan-
tas, fotografías del ferrocarril central, etc.) y cuyos propietarios eran
miembros de la colonia peruana o amigos del P e r ú avecindados en
esa ciudad.
Esta situación parece haber sido especialmente frustrante para
Martinet, pues a su llegada a Francia se e n c a r g ó de hacer entrega a la
comisión organizadora del Congreso Agrícola Internacional como a
5 9
Martinet presenta un detallado listado en el que se puede distinguir entre los objetos
exhibidos que llegaron de Lima y aquellos que los miembros de la delegación peruana
encontraron en París ( M A R T I N E T 1880: 59-67, 74-75, 78-80).

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la de l a Exposición Universal de París de sendas traducciones al fran-
cés de dos tratados sobre temas cruciales para el P e r ú , a saber la
memoria sobre la agricultura en el P e r ú y , poco tiempo d e s p u é s , el
tratado sobre Minerales del Perú de Raimondi.
Cabe indicar que ambas obras fueron publicadas por los comi-
tés organizadores de estos c e r t á m e n e s en cumplimiento con lo ofre-
cido en sus cartillas para los participantes. L a obra de Martinet se
publicó con el título de L'agriculture au Péron y la de Raimondi como
Minéraux du Péron.

E l p a b e l l ó n peruano en París:
el conflicto por l a b ú s q u e d a de una imagen propia
y l a a f i r m a c i ó n de l a imagen que tienen de nosotros

L a Exposición Universal que r e s e ñ a m o s se desarrolló en la capital


gala entre el 20 de mayo y e l 10 de noviembre de 1878 y tuvo como
sede el Campo de Marte y el Palacio del Trocadero, ocupando u n
área total de setenta y cinco h e c t á r e a s y en cuyas instalaciones se
invirtió una suma millonaria para ía época. Este gran certamen con-
vocó a naciones de todas partes del mundo bajo el tema «La Agricul-
tura, Bellas Artes e I n d u s t r i a » . E n este espacio se exhibieron las prin-
cipales producciones de treinta y seis países, acondicionadas espe-
cialmente para ser apreciadas por u n p ú b l i c o que se estimó en m á s
de dieciséis millones de visitantes. L a s naciones de América Latina
que participaron oficialmente en esta exposición fueron Argentina,
Bolivia, Guatemala, Haití, México, Nicaragua, P e r ú , Salvador, U r u -
guay y Venezuela.
Los pabellones de exhibición fueron construidos en el Campo
de Marte y su entrada principal estaba alineada con el puente de lena
y el frontis del Palacio del Trocadero. Francia ocupaba toda el ala
izquierda del gran ambiente de la exposición mientras que el resto

6 0
No se sabe a ciencia cierta cuándo fue que Martinet partió de Lima rumbo a París, sin
embargo debió ser a fines de 1877. Una carta de Raimondi del 24 de enero de 1878
confirma que para esa fecha Martinet ya se encontraba en Europa (INGLESI, INGLESI y
L A T O R R E 2005:601).
6 1
París: A u Siége de la Sociéte, 1878.
6 3
París: Impr. centrales des chemins de fer A. Chaix el Cié, 1878.
6 3
Cifra estimada en once millones de dólares de la época. Fuente: Bureau International
des Expositions (BIE), en <hítp://www.bie-paris.org/main/index.php71ang=1> (09/
01/2006 13:15).
6 4
Ver B I E <http://www.bie-parís.org/main/index.php?lang=l> (09/01/2006 13:15).
" Ver B I E <http://www.bie-paris.0rg/main/pages/f1les/expos/l 878-bis.pdf> (09/01/2006
12:15).

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40
de los países participantes se instaló e n el ala derecha del recinto.
Este espacio aparecía dividido por u n a vistosa v í a de setecientos
metros conocida como la «Calle de las N a c i o n e s » y cuyo trazo daba
la bienvenida a u n masivo como curioso p ú b l i c o venido de todas
partes de E u r o p a (MARTINET 1880: 52-53; L L O N A 1884: 27).

5tSH!

Instalaciones de la Exposición Universal de París de 1878

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E l p a b e l l ó n peruano ocupaba u n espacio de cuarenta metros
cuadrados con dos frentes o fachadas que daban hacia los corredores
conocidos como «Galería de los cinco m e t r o s » y «Galería de los tres
66
m e t r o s » ( M A R T I N E T 1880: 53). E l p é s i m o estado de los materiales
llegados de L i m a hizo temer a los miembros de la C o m i s i ó n de París
la dificultad de poder presentar satisfactoriamente este ambiente. Qui-
zá f u e por esta r a z ó n que algunos de los miembros de la delegación
peruana aceptaron exhibir en el p a b e l l ó n nacional productos de las
Repúblicas de Ecuador y Chile, a pesar de la evidente inconvenien-
cia de esta decisión y de las protestas d e l propio Martinet.
Respecto al arreglo del p a b e l l ó n nacional, es el mismo Martinet
quien h a dejado el testimonio m á s detallado de ello. Como todas las
fachadas de los países participantes, la peruana presentaba elemen-
tos distintivos vinculados a su naturaleza y especialmente a su histo-
ria. E l l a f u e obra —al igual que la de las d e m á s naciones participan-
tes— del arquitecto f r a n c é s Vodoyer «[.,.] en u n estilo que se po-
dría llamar etnológico o a r q u e o l ó g i c o y sobre los datos suministra-
dos por la C o m i s i ó n peruana en París» ( M A R T I N E T 1880: 53).
E n esta tarea fue crucial —como lo señala Martinet— la influencia
de Charles Wiener, quien venía rodeado de un aura de experto sobre
nuestra cultura arqueológica como resultado de sus recientes trabajos
en el Perú. Fue así como el ingreso al p a b e l l ó n peruano destacaba por
el arreglo de tres portadas que asemejaban la típica arquitectura
ciclópea de estilo inca a c o m p a ñ a d a con ornamentos de bajorrelieves
que mostraban pumas, parecidos a aquellos representados en H u á n u c o
Viejo. Estos p ó r t i c o s e r a n soportados por pilastras de estilo
trapezoidal, típicas de la arquitectura inca del Cuzco y sobre cuyo din-
tel aparecía la imagen del «Dios Sol de la puerta de Tiahuanaco».
6 6
A este respecto existe una discrepancia con respecto a ¡a versión de Liona (1884: 27¬
28) quien sostiene que el pabeilón peruano sí tenía un frente hacia la Calle de las
Naciones.
6 1
Ninguno de estos dos países participó oficialmente de este certamen, lo que explica
por qué no aparecen en el catálogo particular de! Perú ni en el catálogo general de la
Exposición. A pesar de ello, la muestra de minerales de Chile recibió la medalla de
bronce en su categoría. En el caso del café y cacao de Ecuador, ellos sí superaron a las
muestras peruanas, lo que confirmó la inconveniencia de esta cooperación, como
señalara Martinet (1880: 56-57); ver también el informe de Goycncche publicado en
El Comercio, sábado 14 de diciembre de 1878.
H
E l nombre completo y correcto de este arquitecto era Alfred Vaudoyer (Fuente: Pascal
Ríviale; correo electrónico del 20/03/2007).
M
Resulta interesante indicar que Raimondi publicó en el lomo n de El Perú (1876) un
grabado de las portadas de Huánuco Viejo que bien pudieron servir de modelo para
esta reproducción.
70
MARTINET 1880: 54. A l respecto desconocemos si la delegación de Bolivia realizó
algún tipo de reclamo al Perú por este arreglo teniendo en cuenta que esta portada se

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L a e v o c a c i ó n al tiempo de los Incas se acentuaba en el espacio
interior al predominar una d e c o r a c i ó n con objetos provenientes de
los monumentos a r q u e o l ó g i c o s , así como por la prominente pre-
sencia de dos reproducciones en granito de antiguos ídolos mono-
líticos. A s u vez, u n gran tejido proveniente de Chancay y sendas
pinturas de gran formato representando los edificios p r e h i s p á n i c o s
de Huamachuco, V i l c a s h u a m á n y Pachacamac adornaban cada uno
de los flancos del p a b e l l ó n nacional. Éste era pues el escenario que
s e r v í a de marco para la p r e s e n t a c i ó n de las producciones natura-
les, industriales y culturales del P e r ú del siglo xix {MARTINET 1880:
54-55).
Uno de los aspectos m á s a n e c d ó t i c o s y a la vez m á s reveladores
de la idiosincrasia nacional de aquel tiempo fue el retiro de las facha-
das del pabellón peruano de dos guerreros antiguos que representa-
ban a los pobladores i n d í g e n a s del tiempo anterior a la conquista
(MARTINET 1880: 54). Estos m a n i q u í e s sólo duraron en este lugar dos
semanas luego de la i n a u g u r a c i ó n de la exposición, y a que los miem-
bros de la colonia peruana en París se opusieron a que ellos fueran
exhibidos ante el peligro de que los visitantes de la exposición pu-
dieran confundir que ese era el aspecto ordinario de «los peruanos».
Sobre este episodio nuestros connacionales —imbuidos de u n gran
espíritu c o s m o p o l i t a - manifestaron «[...] que Europa p o d í a pensar
que el P e r ú estaba habitado por gentes pintorescas como esos centi-
nelas, siendo así que, como era notorio, toda la buena sociedad [pe-
ruana] se hacía vestir por A l f r e d Godchau [y otros sastres elegantes
de la capital f r a n c e s a s ] » (MARTINET 1880: 5 4 ) .
Esta p r e o c u p a c i ó n llegó hasta L i m a , donde algunos diarios de
la é p o c a daban espacio a esta noticia r e s e ñ a d a por sus corresponsa-
les parisinos y justificaban como acertada decisión de Goyeneche de
retirar las i m á g e n e s de la discordia. Finalmente este episodio cul-
m i n ó con el traslado de dichos m a n i q u í e s a la Sala de las Exploracio-
nes Científicas financiadas por el Estado f r a n c é s ; ambiente en el que

ubica hoy -como en aquella época-en territorio boliviano. Se debe indicar que Charles
Wiener fue también delegado oficial de Bolivia en este certamen (ver página 52 y
siguientes de este estudio).
71
Martinet no hace referencia al origen de los monolitos que inspiraron estas
reproducciones.
72
Se debe esclarecer que la referencia a Huamachuco no es a la actual ciudad, sino a las
famosas ruinas de Marcahuamachuco que Charles Wiener visitó en su viaje por el
Perú (1993: 157, 160-165).
73
Referencia a una declaración de Charles Wiener citada por Edgardo Rivera Martínez
(1993: xxxi).
74
El Comercio, sábado 6 de julio de 1878.

Universidad Nacional Mayor de San Marcos


44
los materiales arqueológicos del P e r ú colectados por Wiener ocupa-
ron un lugar de privilegio. E n este espacio encontraron un contexto
m á s acorde con lo exótico de la imagen que proyectaban.
Sin embargo, el inconformismo respecto a la imagen del país
continuó. E l espacio libre dejado por las i m á g e n e s de los guerreros
incaicos fue ocupado por sendos m a n i q u í e s que representaban a dos
damas limeñas vestidas con la tradicional — pero anacrónica— saya
y manto. Esta elección t a m b i é n trajo agudas críticas debido «[...] a
dos m a n i q u í s con los que se trataba de imitar a dos mugeres tapadas
— una con el y a olvidado manto, y complemento forzoso de la an-
tigua saya, y la otra con moderna manta— era deplorable, h a l l á n -
dose, claro es, muy distantes esas dos figuras, de dar idea, n i siquie-
ra remota, del proverbial donaire de las hijas de Lima» ( L L O N A 1884:
27-28).
L a i m p r e s i ó n desfasada y v e r n á c u l a de las damas l i m e ñ a s no
c o r r e s p o n d í a a la realidad n i —especialmente— al p r o p ó s i t o de la
imagen que se quería dar de L i m a , sus habitantes y el Perú.
Este inconformismo con lo i n d í g e n a y lo criollo afirma el sentir
de la ideología de las élites peruanas en este momento del decimo-
nónico, pero a la vez gráfica la dificultad de encontrar una imagen
particular de la República —y especialmente de sus habitantes [léase
limeños]— que vaya m á s allá de la imitación de la moda y costum-
bres de la vanguardia europea.
E n ese sentido, el contexto de esta exposición fue particularmente
sensible teniendo en cuenta que se realizó en el continente y la c i u -
dad — París — que eran el referente y modelo obligado de la imagen
a imitar. E l e m p e ñ o de los peruanos era aparecer —y ser reconoci-
dos— como una sociedad progresista, cosmopolita y paritaria a la
europea, lejos de la imagen exótica e i n d í g e n a que dominaba el ima-
ginario del viejo mundo cuando se hablaba de nuestro país; sin em-
bargo, ese esfuerzo no tenía nada de original o «propio», al menos en
esta dimensión.
A l respecto resulta inexplicable la ausencia del Atlas geográfico
del Perú de Mariano Felipe Paz S o l d á n entre los materiales bibliográ-
ficos de la exhibición peruana. Ello resulta por d e m á s e x t r a ñ o te-
niendo en cuenta la impresionante calidad gráfica y descriptiva de
esta obra, su e s t á n d a r internacional y, especialmente, por la imagen
occidental, urbana y de vanguardia que proyectaba del P e r ú . Se tra-
tó de una ausencia especialmente sensible si consideramos, a d e m á s ,

" Ver maniquí de tapada limeña contemplada por ires personas en el dibujo del pabellón
peruano de París que acompaña esta publicación (p. 43).

Universidad Nacional Mayor de San Marcos


45
que este atlas fue grabado y p u b l i c a d o en l a m i s m a C i u d a d l u z e n
1865 por la casa F e r m í n Didot.
L a s preocupaciones respecto a los prejuicios que sobre el P e r ú
se tejían en E u r o p a sí t e n í a n asidero; sobre ello resulta r e v e l a d o r a la
o p i n i ó n de Martinet sobre este tema, a u n q u e por cierto referido a
asuntos m u c h o m á s serios que la m o d a o el aspecto ordinario de los
p e r u a n o s [capitalinos]. Sobre este tema e s c r i b i ó :

Nosotros que conocemos el Perú y, mas ó menos lo que vale, sabemos


á que atenernos sobre estos cuadros pintados en vivos colores, con
mira de producir tal o cual efecto ó de llegar a tal ó cual resultado, en
que el articulista no es siempre desinteresado. Pero en Francia, Ingla-
terra y d e m á s países donde nada o poco se sabe del Perú, de sus ins-
tituciones, de su civilización, de sus riquezas y hasta de las condicio-
nes físicas, climatéricas y geográficas en medio de las cuales se halla,
no sucede lo mismo: las opiniones m á s antojadizas y m á s fantásticas,
á veces, los hechos más inexactos y hasta las herejías m á s calumniantes,
se arraigan y, tarde ó temprano, llegan á dañar al país y á paralizar su
marcha en el sendero del progreso. (MAim>rerl880: 80)

Resulta por d e m á s l l a m a t i v o q u e la c o m i s i ó n p e r u a n a de P a r í s
no h a y a demostrado n i n g u n a s e n s i b i l i d a d a l tipo de arreglo que c a -
r a c t e r i z ó el p a b e l l ó n peruano. E l d i s e ñ o , c o m o y a se h a visto, se f u n -
d a m e n t ó en elementos v i s i b l e s d e n u e s t r o p a s a d o p r e h i s p á n i c o .
Probablemente ello s u c e d i ó e n r a z ó n d e que el resto de los p a í s e s
— especialmente los a m e r i c a n o s como M é x i c o ( R I V I A L E 2000: 326) —
u t i l i z a r o n con impacto elementos d e s u antiguo pasado p a r a distin-
guirse d e l resto de naciones. A s i m i s m o , l a influencia de W i e n e r e n l a
c o m i s i ó n p e r u a n a d e b i ó haberse dejado sentir a fin de consentir esta
« i m a g e n del P e r ú » .
E s t a conducta ambivalente es p r o p i a de u n a crisis de identidad
de u n a é l i t e peruana en su b ú s q u e d a y que p e r m i t i ó que algunos ele-
mentos distintivos de la historia y la cultura peruana sean aceptados y
otros r e c h a z a d o s . A s í « l o s g r a n d i o s o s l o g r o s » de nuestro p a s a d o
p r e h i s p á n i c o fueron considerados el marco ideal para la p r e s e n t a c i ó n
de la n u e v a sociedad nacional, c u y a a s p i r a c i ó n era alcanzar este m i s -
mo estatus de grandeza, pero esta v e z sobre la base de modelos e n los
que se fundamentaba el progreso occidental (de E u r o p a ) .

7 6
Cabe indicar que la obra de Manuel Atanasio Fuentes Lima, apuntes históricos,
estadísticos, administrativos, comerciales y de costumbres fue publicada en París en
1867 por esta misma editorial.
7 7
Una alegoría iconográfica de esta visión (o ideología) puede apreciarse en el «Mapa
del Perú» publicado como integrante del Atlas del Perú de Mariano Felipe Paz Soldán

Universidad Nacional Mayor de San Marcos


46
E n s í n t e s i s los elementos a r q u e o l ó g i c o s de nuestro pasado
p r e h i s p á n i c o c o n s t i t u í a n u n marco adecuado y a la v e z distintivo del
Perú, pero que el país y sus élites —en esta etapa de despegue hacia la
modernidad— no celebraban.

E l catálogo razonado de minerales


y «la idea g e n e r a l » del P e r ú de A n t o n i o R a i m o n d i

E n su obra sobre la participación dol P e r ú en la Exposición U n i v e r s a l


de París, H e n r i Martinet sostuvo en repetidas oportunidades que lo
único serio que llegó desde L i m a f u e la colección de minerales de
Antonio Raimondi. Sin embargo, este esfuerzo casi resulta en vano
debido a los problemas de s u embalaje,

[...] unas seiscientas muestras de minerales, de las cuales algunas


pesaban varios kilogramos, mal fijadas (unas directamente, y otras
en frascos de vidrio) en el fondo de unas 4 0 cajitas, ó cuadros de
madera, tapadas por una ancha hoja de vidrio, con marco dorado,
y, supóngase 1 0 ó 1 5 de estas cajas puestas unas encima de otras en
un cajón de tablas delgadas, gastadas por haber servido á otro uso.
(MARTINET 1 8 8 0 : 3 2 )

E l complejo transporte —y con certeza tosca m a n i p u l a c i ó n —


entre L i m a y París hizo que estas muestras se salieran de sus sopor-
tes y cajas de madera rompiendo todo cuando estuviera a su alcance,
lo que o c a s i o n ó u n desorden absoluto entre estos e s p e c í m e n e s
mineralógicos. Luego de una e v a l u a c i ó n de los destrozos, y a la v e z
del potencial que encerraba esta colección, la comisión de París deci-
dió asumir la tarea de recomponer el orden de estos minerales. Así,
Martinet c o n s a g r ó largos treinta y cinco días a arreglar la colección
de Raimondi mediando el temor de cometer, como él mismo escri-
bió, « a l g u n a herejía mineralógica» (MARTINET 1880: 33).
E l e m p e ñ o del f r a n c é s por recomponer esta muestra, así como la
calidad de la colección de minerales del P e r ú del sabio italiano f u e
reconocida por los corresponsales peruanos en París; al respecto uno
de ellos publicó: «La admirable colección m i n e r a l ó g i c a del Señor
Raimondi ocupa u n costado entero de la sala y puede considerarse
como la joya de la exposición peruana. D e s p u é s de haber llegado
completamente descompuesta, ha sido clasificada de nuevo y per-
fectamente instalada en marcos nuevos por el Sr. Martinet, miembro
78
de la comisión del P e r ú , cuyo celo merece los mayores elogios».
en 1865. Aquí la imagen cartográfica del país tiene como marco la ilustración recurrente
de elementos propios de nuestro patrimonio arqueológico.
78
El Comercio, sábado 6 de julio de 1878.

Universidad Nacit
Unjvcrsicuiu del
E l conocimiento de los percances de los materiales enviados des-
de Lima por parte de la opinión pública obligó a Arosemena a publi-
car una nota en £/ Comercio donde esclarecía las características de la
muestra de minerales de la colección de Raimondi, así como quiénes
participaron y de q u é forma se prepararon estos materiales. A l res-
peto escribió:

Todas las muestras [de minerales] van acompañadas de su nomencla-


tura, análisis químico y situación de la mina á que pertenecen, desig-
nándose en todo caso, si se halla cerca de alguno de los ferrocarriles en
construcción. Este laborioso e inteligente trabajo ha sido ejecutado por
el mismo profesor Raimondi, recibiendo la eficaz cooperación para el
acomodo, arreglo y colocación, en elegantes cuadros con vidrios y mar-
cos dorados, del infatigable químico metalúrgico de la Casa de la Mo-
neda de Lima, Mr. H. Davelouis. Esta colección compuesta de 42 cua-
dros, [...] consiste principalmente en minerales de oro, plata, cobre, plo-
mo, fierro, zinc, bismuto, estaño, antimonio, arsénico, azufre, yodo,
mármoles, alabastro, salitre, carbón de piedra, turba, petróleo y por
último muestras, de huano procedente de todos los depósitos en explo-
tación, con su correspondiente análisis químico.™

De lo aue se expone queda clara la participación de Raimondi y


Davelouis en la preparación de los soportes de exhibición de los
minerales. Su idea era controlar todos los detalles a su alcance res-
pecto a esta muestra de minerales, incluso hasta la manera de ser
exhibidos. Ello debió ser un trabajo arduo y meticuloso, pero sin la
garantía de un buen embalaje, como finalmente ocurrió, resultó en
,
un esfuerzo vano. ^^V£/o '5^^\^/r^^fTÍ^
Sin embargo, no todo fue percances en los preparativos que acom-
pañaron la selección y envío de los minerales del Perú a Francia. Así,
uno de los hechos de mayor brillo de este proceso fue la traducción
al francés del catálogo que escribió Raimondi para acompañar a los
minerales nacionales hasta París, tarea que cumplió de manera so-
bresaliente Henri Martinet y que fue crucial para que esta colección
alcanzara la distinción que logró en su categoría.
Resulta sorprendente saber que Martinet recibió la versión en
español de esta publicación el 27 de mayo de 1878, y que alcanzó a
traducir y publicar en París, en menos de tres meses, las 306 páginas
19
El Comercio, sábado 7 de septiembre de 1878.
m
Héctor Davelouis fue un químico francés que sirvió al Estado peruano en múltiples
asignaturas. Amigo de Raimondi, su estrecha relación se remonta a inicios de la década
de 1850.
8 1
Una semana después de inaugurada la Exposición Universal.

I <
Uni'
48 WYMSrDAD NACIONAL UAYM M SAI HMCOft
BIBLIOTECA C E N T R A L
de esta complejísima obra ajena a su especialidad, llena de formulas
q u í m i c a s y difícil nomenclatura. Gracias a s u esfuerzo, talento y con-
tactos, la versión francesa del catálogo —cuyo tiraje alcanzó los dos
mil ejemplares— estuvo lista para la evaluación del jurado califica-
dor antes de la clausura de este certamen, en octubre del mismo a ñ o
(MARTINET 1880: 6 5 - 6 6 ) .
Este hecho significó la feliz c u l m i n a c i ó n de una cadena de es-
fuerzos que c o m e n z ó con la selección de minerales, su análisis y cer-
tificación q u í m i c a , así como la r e d a c c i ó n del catálogo de l a muestra
en L i m a . Si como se ha visto el P e r ú recién oficializó s u p a r t i c i p a c i ó n
a fines de 1876, no es aventurado pensar que esta tarea debió ocupar
buena parte del a ñ o siguiente de las labores de Raimondi. Esta supo-
sición queda confirmada en la carta que el naturalista m i l a n é s hace
entrega al gobierno, a c o m p a ñ a n d o los manuscritos de esta obra para
su publicación y cuya fecha data de fines de 1877.
Así, a inicios de febrero del a ñ o siguiente, el diario oficinal El
Peruano autorizaba su i m p r e s i ó n en la Imprenta del Estado «[...] a f i n
de que pueda apreciarse el m é r i t o de la colección de minerales que
[h]a formado [Antonio Raimondi] y que se debe remitir a la p r ó x i m a
Exposición de París, de u n catálogo que sirva de guía, en el que ade-
m á s de las consideraciones generales sobre los minerales del P e r ú , se
indiquen los lugares donde se encuentran y la descripción de los m i -
nerales nuevos o poco conocidos [...]».
Esta publicación puso a prueba l a eficiencia de esta dependen-
cia (v. g. Imprenta del Estado) para que esta edición estuviera en
manos de H e n r i Martinet en París a fines de mayo de 1878. Incluso
en L i m a , la noticia de la aparición del Catálogo —en su v e r s i ó n espa-
ñola— fue e x t e m p o r á n e a , y a que se dio a conocer de forma oficial
recién a mediados de junio del mismo a ñ o .
Esta tarea, sumada a los preparativos para la publicación del
tercer v o l u m e n de la serie El Perú, f u e l a r a z ó n que e x o n e r ó a
Raimondi de una participación activa en la Exposición Industrial de
Lima de 1877. Luego del prestigio acumulado a lo largo de su trayec-
toria, el mismo que aparecía certificado en las Exposiciones de 1 8 6 9
y especialmente de 1 8 7 2 , se p o d r í a decir que Antonio Raimondi y a
no tenía nada m á s por demostrar —y ganar — en nuestro país.
S u reto en el plano personal era certificar, ante una instancia
internacional, la idoneidad y calidad de su trabajo. E n ese sentido, la

" Carta al Director de gobierno de! 22 de diciembre de 1877. Ver transcripción de este
documento en la sección epistolar de este volumen.
83
El Peruano, viernes 1 de febrero de 1878.
w
El Peruano, miércoles 12 de junio de 1878.

A.-
Universidad Nacional Ma^ San Marcos
Universidad del Perú. Deccana de America 49

63257
E x p o s i c i ó n U n i v e r s a l de P a r í s d e 1878 e r a e l c e r t a m e n a l a m e d i d a
de s u s e x p e c t a t i v a s ; s u p a r t i c i p a c i ó n p o n d r í a a p r u e b a s u c a p a c i d a d
p r o f e s i o n a l e n u n a de l a s c a p i t a l e s m á s i m p o r t a n t e s d e l c o n t i n e n t e
europeo.
L a p u b l i c a c i ó n d e Minerales del Peni... e n s u s dos v e r s i o n e s
— e s p a ñ o l a y francesa — como complemento de esta m u e s t r a f u e u n
acierto m e t o d o l ó g i c o desde todo punto de vista. Este c a t á l o g o resul-
t ó c r u c i a l n o s ó l o p a r a l a a d e c u a d a p r e s e n t a c i ó n de l a d i v e r s i d a d de
las r i q u e z a s m i n e r a l e s n a c i o n a l e s , s i n o t a m b i é n c o m o u n m e d i o p a r a
la d i v u l g a c i ó n de las particularidades de las formaciones m e t a l í f e r a s
d e los A n d e s p e r u a n o s . A s í

[...] el lector se d a r á cuenta del valor que m u y justificadamente pres-


taba el sabio a la investigación q u í m i c a , a l usar indistintamente el
nombre mineralógico y q u í m i c o , lo que tal vez [h]a podido motivar
críticas. Pero es precisamente por ello, que no obstante el tiempo trans-
currido, s u labor permanece válida y eficiente como lo f u é a l realizar-
la. L a c o m p o s i c i ó n q u í m i c a es indudablemente la que ha servido y
sirve hoy de base para la d e t e r m i n a c i ó n mineralógica, y si bien hay
casos de cuerpos que bajo la misma c o n s t i t u c i ó n elemental ofrecen
diferentes formas y reciben nombres m i n e r a l ó g i c o s distintos, son es-
tos m u y pocos y deben considerarse m á s bien como variedades que
como verdaderas especies. (BROGGI 1939: vil)

E s t a acertada p r e s e n t a c i ó n tuvo u n desenlace feliz para el país,


pues f u e galardonada por e l jurado calificador parisino con la G r a n
M e d a l l a d e O r o e n la c a t e g o r í a V de este c e r t a m e n d e d i c a d a a las pro-
ducciones naturales. D e esta m a n e r a e l P e r ú o b t e n í a u n a p r e s e a inter-
n a c i o n a l q u e c e r t i f i c a b a , d e s d e los p a r a d i g m a s de l a c i e n c i a d e l siglo
xix — lo q u e lo h a c í a de a l c a n c e u n i v e r s a l —, l a d i v e r s i d a d y r i q u e z a de
s u s r e c u r s o s m i n e r a l e s . D e i g u a l f o r m a , e l sabio i t a l i a n o v a l i d a b a s u
s ó l i d o p r e s t i g i o c i e n t í f i c o , esta v e z e n l a a r e n a i n t e r n a c i o n a l .

Gravitante r e s u l t ó p a r a el país la p a r t i c i p a c i ó n de Antonio


R a i m o n d i e n este c e r t a m e n , y a q u e t a m b i é n se e n c a r g ó d e r e d a c t a r
u n a m e m o r i a o Idea general del Perú q u e a p a r e c i ó p u b l i c a d a c o m o

8 1
Se sabe que Raimondi participó de la Exposición Universal de Filadelfia de 1876
enviando un mapa de su obra El Perú grabado por R a v i l l ó n y sus libros El
Departamento de Ancachs y El Perú. Cf. El Peruano, 15 de abril de 1876, año 34,
tomo i, pp. 97-100.
M
Esta noticia lúe recogida por distintos medios de ia capital, como El Peruano en sus
ediciones del miércoles 23 de octubre y el sábado 14 de diciembre de 1878.
a J
E l Perú recibió en este certamen tres medallas de oro; diez de plata; diez de bronce y
trece menciones honrosas. El Peruano, sábado 14 de diciembre de 1878.

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50
introducción de nuestro país en el catálogo que presentaba la sección
88
peruana en esta Exposición Universal. Este escrito hace exclusiva-
mente é n f a s i s en las características de las condiciones medioam-
bientales, orográficas y naturales del país. A pesar de su brevedad,
resulta una p r e s e n t a c i ó n bastante gráfica y sincera de nuestro terri-
torio, mostrada sobre la base de su experiencia y teniendo como refe-
rencia las divisiones geográficas utilizadas en la é p o c a ( v . g. costa,
sierra, m o n t a ñ a [selva] y puna).
E n cuanto a la presentación de recursos naturales, Raimondi hizo
un marcado énfasis en las potencialidades de los sectores agrícola y
minero por sobre cualquier otra actividad e c o n ó m i c a (p. ej. ganade-
ría). E n ese sentido, se nota su c o m u n i ó n de ideas con Martinet, quien
t a m b i é n propone a ambas actividades como aquellas en las que el
P e r ú exhibe mayores posibilidades de desarrollo para los inversio-
nistas (MARTINET 1880: 2 3 - 2 4 ^ ^ ^ ,
A través de sus colecciones mineras y de sus análisis científicos,
Raimondi ejerció la apropiación del patrimonio minero nacional; m á s
a ú n , el encargo por parte del Estado para que redacte esta idea de la
República se f u n d a m e n t ó en el hecho de que el naturalista italiano
era el único que desde su experiencia viajera h a b í a compuesto una
imagen completa del país y sus ingentes recursos naturales.
Este expertise, sumado a su dominio de los novedosos protocolos
científicos universales, expresados en análisis físicos, q u í m i c o s y es-
tadísticos, hizo de él un personaje providencial para el sector m á s
vanguardista de la élite política peruana en s u p r o p ó s i t o por la
internacionalización del país. E n ese sentido fue Manuel Pardo quien
mejor v a l o r ó a Raimondi y la importancia e implicancias de su obra.
A l respecto vale la pena citar el mensaje que como Presidente Cons-
titucional de la República dio al Congreso nacional en 1874: «La i m -
prenta del Estado ha recibido el ensanche necesario para imprimir,
con atlas y grabados, la obra El Perú de Raimondi, cuya publicación
había sido ordenada por una ley del Congreso en años anteriores. E l
gobierno ha querido que obra tal, llamada a suministrar una idea
completa de la naturaleza y riqueza de este país en todos sus ramos,
d é en su i m p r e s i ó n u n testimonio de s u cultura» ( M C E V O Y 2 0 0 4 : 4 4 5 ) .

KS
L a versión de estaldea... —que aparece reproducida en el apéndice de este volumen—
fue publicada en e! diario oficial El Peruano el día 19 de enero de 1878. Ha sido
imposible ubicar el catálogo de !a Exposición Universal de París de 1878 donde debió
aparecer esta memoria.
8 9
E s particularmente relevante la estrecha relación entre Manuel Pardo y Antonio
Raimondi. E l líder civilista apoyó decididamente la obra de naturalista italiano (ver
BONFÍGLIO 2004; V ILL ACORTA 2003; 2004; 2006a y 2006b).

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E n síntesis, la dificultad —y a la v e z l a necesidad— que enfren-
taba e l P e r ú en este p e r í o d o era acceder a la nueva s e m á n t i c a desa-
rrollada por la ciencia para dar a conocer el país a l mundo. Esta m i -
sión era m á s apremiante s i tenemos en cuenta los escasísimos cua-
dros científicos solventes de los que d i s p o n í a m o s y nuestra realidad
como una R e p ú b l i c a virtualmente desconocida para los propios ciu-
dadanos peruanos. E n ese sentido, Antonio R a i m o n d i se constituía
en una de las pocas personalidades h á b i l e s en el empleo de estos
protocolos científicos, pero a la vez en el único que conocía a cabalidad
el P e r ú . S u m é r i t o f u e que en la apropiación que hizo de la naturaleza
nacional a t r a v é s de sus colecciones y conocimiento, siempre puso su
juicio al servicio de los intereses y progreso del p a í s que hizo su se-
gunda patria.

H e n r i Martinet y Charles Wiener:


a p r o p i a c i ó n , i n t e r m e d i a c i ó n y usos de l a imagen del P e r ú

L a historia de la p a r t i c i p a c i ó n de
P e r ú en la Exposición Universal de
París merece t a m b i é n una revisión
a la luz de los roles asumidos por
dos personajes extranjeros —a la
s a z ó n franceses— a l servicio de
nuestro país como Comisarios de la
e x p o s i c i ó n peruana durante este
certamen, a saber H e n r i Martinet y
Charles Wiener. J ^ ^ J ^ A J Y
Con respecto a Jean Baptiste
Henri Martinet se sabe que nació en
Francia en 1840. E n su país natal
tuvo una esmerada educación, gra-
d u á n d o s e como m é d i c o y botánico
discípulo del prestigioso Adolphe Henry Martinet
Brongniart. E n 1871 fue contratado en París por los representantes
del Estado peruano para desarrollar labores a c a d é m i c a s en la Facul-
9 0
Charles Wiener utilizó este argumento para postular como un factor ¡imitante el origen
«costeño» de los miembros comisionados peruanos para la Exposición Universal de
1
París. «Todos los señores que componen la comisión son "Costeños' , probablemente
no conocen el interior». Ver carta del francés de! 17 de febrero de 1877 reproducida
en la sección epistolar de este volumen.
y l
Célebre médico y botánico de la Universidad de París, fue fundador y primer presidente
de la Sociedad Botánica de Francia. Amigo de Alexander von Humboldt, es considerado
el padre de la paieoboíánica francesa.

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tad de Medicina de San Fernando, así como para encargarse del me-
joramiento del J a r d í n Botánico adscrito a esa casa de estudios (INGLESI,
INGLESI y L A TORRE 2 0 0 5 : 3 4 7 ) . A d e m á s fue profesor de la Escuela de
Ingenieros Civiles y de Minas de L i m a , sólido cimiento de lo que se
convirtió a inicios del siglo xx en la U n i v e r s i d a d de Ingeniería.
L a agresiva contratación de profesionales y técnicos extranjeros
(p. ej. ingenieros, q u í m i c o s , profesores, entre otros) venidos princi-
palmente de Francia al P e r ú fue resultado tanto del proceso de incor-
p o r a c i ó n de nuevas tecnologías en el país como debida a la ausencia
de cuadros nacionales i d ó n e o s para s u empleo. Este proceso resul-
tó bastante r á p i d o en r a z ó n de la disponibilidad de ingentes recur-
sos fiscales provenientes de la riqueza guanera.
Sobre este tema es interesante notar la carta dirigida a Raimondi
por Emilio Bonifaz, Representante de Negocios del P e r ú en Francia,
en la que presenta a l joven Martinet a l consagrado naturalista nacio-
nal y cuyo p r o p ó s i t o es formalizar u n a relación de beneficio para el
desarrollo de las ciencias en el Perú.
Se sabe que Martinet llegó al P e r ú en 1 8 7 2 y de inmediato se
puso a trabajar en la m i s i ó n encomendada. Desde e l principio dio
muestras de una gran capacidad de trabajo, por cierto refrendado
por las instituciones de gobierno con las que se v i n c u l ó . Fue así como
al a ñ o siguiente de su arribo (v. g. 1 8 7 3 ) p u b l i c ó Enumeración de los
géneros y especies de plantas que deben ser cultivadas o conservadas en el
jardín botánico de la Facultad de Medicina de Lima bajo el sello de la
Imprenta del Estado. E n esta obra propone, no sin antes excusarse de
s u impericia en el manejo del idioma e s p a ñ o l , la importancia de la
botánica para el desarrollo nacional, así como señala las especies que
d e b e r í a n estar disponibles para la mejor e n s e ñ a n z a de esta ciencia
en el P e r ú , particularmente en lo que se refiere a sus aplicaciones
prácticas en la terapéutica, nutrición e industria.
A partir de este instante su p r o d u c c i ó n editorial es copiosa e ince-
sante. Luego que su permanencia le p e r m i t i ó familiarizarse con el te-
rritorio nacional así como con las distintas problemáticas de la agricul-
tura en el Perú, Henri Martinet —al igual que muchos profesionales
de su tiempo — asume una clara conciencia de los grandes potenciales
que encierra el Perú. Esto lo lleva a participar visiblemente tanto de
los importantes temas de coyuntura (p. ej. el álgido debate sobre el
guano y salitre) como a postular alternativas de desarrollo de cultivos
como la caña de azúcar e incluso plantear visionariamente nuevas
92
La Escuela de Ingenieros es uno de los mejores ejemplos de lo afirmado.
93
Ver la sección epistolar de este volumen.

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posibilidades para la agricultura nacional en el campo del manejo de
bosques o la silvicultura (MARTINET 1875) o el cultivo de árboles de
moras como anfitrión para el gusano de la seda.
Uno de los esfuerzos m á s notables de Martinet —a tono con su
talante reformador — fue la edición de la Revista de Agricultura, me-
dio de la Facultad de Medicina de San Fernando del que fue su único
director y que se editó entre 1875 y 1880. La publicación de esta re-
vista especializada permitió a Martinet difundir los últimos avances
de agricultura y la botánica de su tiempo a la vez de discutir, identi-
ficar y plantear alternativas de desarrollo para esta actividad en el
Perú.
Quizá tan importante como todo lo anterior fue que este medio
Ié permitió convertirse en un líder de opinión, difundiendo también
valores propios de su ideología liberal. A través de artículos de su
firma, la Revista de Agricultura fue también un medio de presión
mediática, como bien lo señala el mismo Martinet, cuando desde sus
páginas animó la participación del Perú en la Exposición Universal
de París entre las distintas instancias de gobierno (1880: 29).
Sin duda, la síntesis de los trabajos y la visión de Martinet con
respecto al agro nacional quedó perennizada en la publicación de su
obra La Agricultura en el Perú (1878). Como ya se ha visto, este libro
fue originalmente escrito en francés para ser publicado como parte
del Congreso Internacional Agrícola de París de 1878. E l aporte sus-
tancial de Henri Martinet fue que, a partir de sus trabajos, la agricul-
tura en el Perú dejó de ser una actividad empírica y se la observó
desde el punto de vista científico. Conceptos como la propiedad de
la tierra, la disponibilidad de mano de obra, el acceso al capital y la
tecnología eran parte del cosmos ordinario de sus propuestas para la
renovación productiva de esta actividad en el Perú.
E l mismo talante progresista que animaba sus actividades aca-
démicas fue el que lo llevó a asumir el reto de la aventura agroindus-
trial en la selva de Chanchamayo. Fue así como junto con una verda-
dera pléyade de personalidades de la naciente burguesía profesional
nacional como Antonio Raimondi, Eduardo de Habich, Charles
D'Aubiny, el cónsul de Francia en el Perú y el ciudadano francés
Louise Marchand, formaron la Sociedad Agrícola «La Esperanza».
Este predio, ubicado en la cuenca del río Tulumayo, en la región de
Chanchamayo, fue una hacienda de 700 hectáreas dedicada al culti-
vo de productos tropicales como el arroz, el café y la caña de azúcar
(BELLQNE 1984; VILLACORTA 2006b). L a apuesta de la «La Esperanza»
estaba depositada en el esfuerzo colonizador patrocinado por el Es-

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54
tado, así como la integración de Chanchamayo al proyecto ferrovia-
rio que uniría esta r e g i ó n con L i m a a t r a v é s de u n ramal del Ferroca-
r r i l Central Transandino.
De esta manera, Henri Martinet manifestaba su identidad con el
P e r ú , al haber hecho suyos sus s u e ñ o s de prosperidad y los proyec-
tos m á s ambiciosos de este p e r í o d o republicano. Este sentido de arrai-
go se expresa t a m b i é n en su m e m b r e s í a a la c o m p a ñ í a de bomberos
conocida como Bomba Francia así como a l a Sociedad Francesa de
Beneficencia. Se sabe también que f u e propietario de la hacienda I n -
fantas, ubicada en la cuenca baja del r í o Chillón, actual distrito de
C o m a s (INGLESI, INGLESI y L A TORRE 2005: 347).
A pesar de la distancia, Martinet debió esforzarse en mantener
vigente sus contactos con s u país natal. Ello q u e d ó demostrado en
su nombramiento como miembro de la junta del jurado Internacional
de Premios por el comité organizador de l a Exposición Universal de
París (MARTINET 1880: 57). E n paralelo, y en una señal de su responsa-
bilidad para con el P e r ú , recibió l a a u t o r i z a c i ó n y s u b v e n c i ó n del
Estado para continuar, desde París, l a publicación de la Revista de
Agricultura, aprovechando de esta manera su presencia en la capital
S s
francesa. /•>/jRj J '^fcT V^A C ^
L a suma de estos hechos comprueba el reconocimiento a su sol-
vencia a c a d é m i c a y profesional en s u propio país, lo que sumado a
su arraigo y creciente prestigio e n e l P e r ú , hizo de él una personali-
dad de dos mundos.
E n lo que respecta al célebre viajero Charles Wiener es mucho lo
que se ha escrito sobre s u e x p e d i c i ó n en el P e r ú , y especialmente s u
habilidad para hacer de la publicidad de sus trabajos u n medio de
r á p i d o y eficaz ascenso social. D e Wiener se sabe que nació en el
seno de u n a familia de origen j u d í o e l 25 de agosto de 1851 en la
ciudad austríaca de Viena. Siguió estudios de lingüística y en 1874
obtuvo s u doctorado en la U n i v e r s i d a d de Rostock, Alemania, con
97

una tesis dedicada a la investigación de las instituciones Incas. La


publicación de este trabajo le o t o r g ó crédito en el naciente mundo de
la americanística europea.
9 4
Para m á s detalles sobre la Hacienda y Sociedad «La Esperanza», ver VILLACORTA
2006b: 41-54.
95
El Peruano, lunes 12 de agosto de 1878 ( a ñ o 36, tomo 2. semestre 2, n.° 34, p. 133).
9 6
Para una detallada y excelente referencia sobre Wiener —cruciales para nuestra
pequeña semblanza— así como para esclarecer las características de su personalidad
y las implicancias de sus trabajos en la historia de la arqueología en el Perú ver
RIVTALE 1993; 2000; 2003.
n
' Essaisur les institutionspolitiques, religieuses, économiques et sociales de /'empire
des Incas. París, 1874.

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Se sabe que se instaló en París como
profesor de alemán mientras en paralelo
tejía hábilmente una red de relaciones ,
acordes con su interés por las antigüe- Jg
dades e historia del país de los incas.
Fue así como en esta capital se relacio-
nó positivamente con el diplomático
Léonce Angrand, principal referente
del Perú prehispánico en Francia, y a la
vez e s t a b l e c i ó s ó l i d o s v í n c u l o s con
Emilio Bonifaz, Encargado de Negocios
del Perú en la República gala (RIVIALE
2000:152).
Con estos antecedentes fue que el 18
Charles Wiener
de junio de 1875 Wiener presentó al Minis-
terio de Instrucción Pública de Francia un proyecto de expedición
cuyo propósito era colectar muestras arqueológicas y etnográficas
de Ecuador, Perú y Bolivia a fin de contribuir al mejor conocimiento
de las civilizaciones prehispánicas. Esta solicitud vino acompañada
de muy auspiciosas y pertinentes caTtas de r e c o m e n d a c i ó n de
Angrand y Bonifaz (RIVIALE 2000:152-153).
A l respecto, Pascal Riviale ha revelado la coherencia de este pro-
yecto, el que planificó un detallado itinerario científico por estos paí-
ses (incluyendo nombres de ciudades y monumentos arqueológicos),
así como un preciso y apretado calendario de diez meses de viajes
para su realización. Más aún, este proyecto proponía como paso pre-
vio al retorno a París, la participación de Wiener en la Exposición
Universal de Filadelfia de 1876, certamen donde se mostraría al mundo
— y a nombre de la ciencia de Francia— los primeros resultados de
su expedición. Si a lo expuesto, consideramos la solvencia académi-
ca demostrada por Wiener en su tesis de 1874, no resulta difícil de
comprender la celeridad con la que las instancias oficiales aprobaron
su proyecto.
Sin embargo, los innegables méritos del proyecto estuvieron
acompañados de una generosa subvención económica, algo inusual
para la época y manifestación inequívoca de las influencias que des-
de tan temprana época hacía sentir entre las distintas instancias de la
burocracia francesa el impetuoso genio de Wiener.
5,8
Angrand fue Cónsul General de Francia en el Perú entre 1 8 3 4 y 1 8 3 8 (NÚÑEZ 1 9 8 9 :
557).
g y
L a subvención fue de catorce mil francos; siete mil para 1 8 7 5 y otros tantos para
1876 (RIVIALE 2000: 154).

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56
A pesar del escrúpulo en la planificación de su proyecto, Wiener
llegó al Perú en febrero de 1876 luego de breves escalas en Brasil y
Chile. Como todo hombre interesado en las ciencias y en conocer el
Perú — además de diestro y simpático diplomático —, el viajero fran-
cés estableció veloz contacto con todos los líderes de opinión de la
ciudad de Lima. Entre estas personalidades existe evidencia con-
creta de que Wiener se interesó especialmente en la obra de Antonio
Raimondi. Para esta época, el naturalista italiano gozaba de gran
prestigio nacional e internacional y, lo más importante, se encontra-
ba en pleno proceso de redacción de su obra.
Charles Wiener debió haber quedado sorprendido del solvente
equipo de técnicos y profesionales, nacionales y extranjeros, que tra-
bajaban a exclusividad en producción de la obra del sabio italiano.
Tal despliegue debió haber sido especialmente inesperado teniendo
en cuenta la ubicación del Perú en la periferia del mundo occidental.
Respecto a la relación de Wiener con Raimondi, ésta se desa-
rrolló en dos escenarios: el científico, en el que el francés requirió
del italiano consejo sobre sus viajes y lugares a visitar en el Perú, y
el político, en el que aprovechó el prestigio e influencia de Raimondi
para que intercediera a su favor ante las distintas instancias del
gobierno nacional a fin de ser nombrado como uno de los miem-
bros de la delegación peruana en la Exposición Universal de París
de 1878, objetivo que finalmente alcanzó. La mediación de Raimondi
debió haber sido especialmente valorada por Wiener, a juzgar por la
efusiva carta de agradecimiento que le dedicó luego de conocido su
103
nombramiento.
Las cartas a Raimondi confirman las apreciaciones de estudios
recientes que muestran a Wiener como un personaje ambicioso y
ubicuo (RIVIALE 2 0 0 0 : 1 6 1 ; 2003: 539-547). Estas fuentes han demos-
trado que la labor del francés correspondió más al perfil de un poco

100
E n este grupo destacan coieccionistas de objetos arqueológicos como Macedo y
Espantoso, así como su colega y compatriota Theodore Bcr, espontáneo arqueólogo
residente en el Perú con quien sostendrá casi desde un inicio una pública y agria
competencia ( R I V I A L E 2 0 0 0 : 1 4 0 - 1 6 5 ) .
101
Para este momento, Raimondi disponía de un equipo de artistas y grabadores venidos
de Francia, así como un naturalista polaco ( C . Jelski) comisionado en el interior del
país. E n aquel momento y a había publicado el primer volumen de la serie ( 1 8 7 4 ) y
estaba a punto de editar el segundo tomo. Para más detalles sobre el equipo de miembros
de la oficina de redacción de El Perú ver VILLACORTA 2 0 0 3 .
102
Ver carta de Wiener a Raimondi escrita en Cuzco, 1 7 de febrero de 1 8 7 7 publicada en
la sección epistolar de este volumen.
1 0 3
Ver carta de Wiener a Raimondi del 5 de mayo de Í 8 7 7 publicada en l a sección
epistolar de este volumen.

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Universidad del Perú. Decana de América 57
cuidadoso colector de materiales arqueológicos que de u n escrupu-
loso viajero científico y que sólo visitó r á p i d a y superficialmente la
m a y o r í a de los sitios por los que p a s ó . Asimismo, omitió intencio-
nalmente en sus reportes y remesas los nombres de e s p o n t á n e o s do-
nantes de numerosos e s p e c í m e n e s arqueológicos para hacerlos pa-
sar como resultado de sus trabajos. Más a ú n , soslayó sistemáticamente
la m e n c i ó n a la ayuda que recibió, en muchos casos cruciales, de au-
toridades nacionales, líderes provincianos y compatriotas residentes
en el P e r ú (RIVIALE 2003: 164-165). E n síntesis, en sus publicaciones
nunca otorgó crédito a nadie m á s que a sí mismo.
Como agregado a estas críticas, podemos postular que la auda-
cia de Wiener también lo llevó al uso de información gráfica ajena.
A l respecto, resulta por d e m á s elocuente el dibujo de la fortaleza
de Paramonga que publicó en s u obra de 1880 y que es muy parecido
— casi idéntico — de aquel grabado que sobre este mismo monumen-
to publicó Raimondi en 1876 en el tomo n de El Perú. S i bien este
caso puede tener atenuantes como el hecho de que se trata de la re-
presentación de un mismo monumento realizada desde el mismo
á n g u l o , las semejanzas entre la imagen de Wiener y la de Raimondi
son m á s que evidentes. L a sospecha aparece refrendada en la baja
calidad de los otros dibujos que Wiener utiliza para mostrar distin-
tos á n g u l o s de la fortaleza ( W I E N E R 1993: 81).
Sin embargo, no existen dudas de que Wiener copió el « M a p a
de historia de la geografía del P e r ú hasta el a ñ o de 1553 (época de la
publicación de Crónica del Peni de Pedro Cieza de León)» elaborado
y publicado en 1876 por Raimondi en el tomo II de El Peni. Wiener
utilizó este mapa como plantilla para trazar sobre él sus itinerarios
por esta parte de América. Fue así como este documento cartográfico
apareció como complemento a su obra de 1880 bajo el título de Pérou
et Bolivie. Itinéraire de Charles Wiener. Misión Scientifique du Ministcre
de rinstruction Publique. 1875, 1876, 1877.
La copia del mapa es tan fiel a aquel original de Raimondi que
no merece mayores comentarios; en ella no se disimulan detalles i d é n -
ticos de la línea litoral como las convenciones gráficas del relieve.
Wiener incluso utilizó los mismos nombres de ciudades que Raimondi

m
E n su obra Perú y Bolivia son graves y numerosos los errores que asignan una
proveniencia equivocada a materiaies arqueológicos. líllo ha sido motivo para que se
ponga en duda el paso de Wiener por muchos de los lugares que menciona en su libro
( R I V I A L E 1993: 851).
105
Antes de retomar a Francia, Wiener estuvo en L i m a hasta agosto de 1 8 7 7 ( R I V I A L E
2000: 158), es decir, luego de la publicación del tomo n de El Perú, por lo que es
seguro que regresó a París con un ejemplar de este libro de Antonio Raimondi.

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58
Dibujo de Paramonga publicado por Wiener en 1880

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reseña en s u carta como lugares históricos y por los que el f r a n c é s
nunca pasó. Por supuesto que no existe ninguna m e n c i ó n o crédito
sobre la verdadera autoría de este mapa.
Cabe indicar que el interés de Wiener por este mapa se manifiesta
desde el momento mismo en que Raimondi se encontraba en la fase
culminante de su elaboración. E n una misiva dirigida al sabio italiano
el 17 de julio 1876, el viajero francés le solicita una copia de su mapa
de «el camino de los incas». Sin duda, se refiere al « M a p a de historia
de la geografía del P e r ú hasta el año de 1553...», documento carto-
gráfico que como y a se señaló apareció publicado pocos meses des-
pués. S u interés por este documento cartográfico durante la fase de
sus recorridos por el Perú tiene coherencia si tenemos en cuenta que
este mapa señala la ruta de los conquistadores de Cajamarca al Cuzco,
precisamente el trayecto que Wiener se aprestaba a iniciar. No sabe-
mos si Raimondi hizo entrega del mapa a Wiener, pero sin duda su
obra fue fuente de inspiración para el viajero francés.
E n s i m u l t á n e o , y como punto culminante a sus excursiones, fue
que Wiener escaló una de las cumbres del monte Illimani, nevado
que domina la ciudad de L a Paz y que el f r a n c é s b a u t i z ó como pico
París. Esta hazaña fue el motivo de grandes comentarios en esta
última ciudad, lo que sumado a sus conocidas habilidades d i p l o m á -
ticas, le sirvió para ser nombrado comisionado oficinal de la R e p ú -
blica de Bolivia para la Exposición Universal de París de 1878 (RIVIALE
2000:158-159). De esta manera Wiener regresaba a E u r o p a no sólo
lleno de materiales arqueológicos que avalaban el éxito de su misión
ante el Estado f r a n c é s , sino también como comisionado oficial de Perú
y Bolivia para el p r ó x i m o gran certamen de la capital gala (RIVIALE
1993: 850).
Así, la participación de P e r ú y Bolivia en la Exposición Univer-
sal de París, a realizarse pocos meses d e s p u é s de culminadas sus
1 1 0

expediciones en estos mismos países, •


constituía j j
una oportunidad
e

excepcional para que Wiener pudiera mostrar a u n p ú b l i c o de todas

106
Riviale (2003: 545) cita el estudio de Gunther Krauskopf que señala que Charles
Wiener reprodujo como suyas fotografías tomadas en Bolivia por el ingeniero austríaco
Georg von Grumbkow.
107
Ver carta en la sección epistolar de este volumen.
IOS Y e t
r c a r Ja sección epistolar de este volumen.
a c n

109
E l cambio del nombre del famoso pico andino demuestra el extremo de ímpetu
explorador de Wiener y su sentido de apropiación, que en este caso también incluyó el
paisaje natural.
110
Charles Wiener partió del Caüao rumbo a Francia cn agosto de 1 8 7 7 (RJVTALE 2000:
159).

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partes del mundo los primeros resultados de sus trabajos en esta parte
de los Andes.
Nuestro viajero no p e r d i ó n i u n minuto luego de su retorno a
E u r o p a y se dedicó a difundir en cuanto foro fuera posible y publicar
en todo tipo de medios a su d i s p o s i c i ó n sus primeras impresiones
sobre sus itinerarios americanos. Ello le t e r m i n ó por causar pro-
blemas con el propio Estado peruano, quien le retiró oficialmente el
nombramiento como delegado por el P e r ú en virtud de atribuirle
una nota injuriosa publicada en u n diario vienés que mellaba la ima-
gen de nuestro país.
Este episodio, que no hemos podido esclarecer del todo, encen-
d i ó u n a polémica que llegó hasta L i m a con algunas notas periodísti-
cas que d e f e n d í a n a Wiener desde P a r í s y calificaban el hecho como
114
u n malentendido. A pesar de la situación, esta circunstancia no f u e
impedimento para que Wiener monopolizara — a través de s u inter-
m e d i a c i ó n y a costa de su interés — l a imagen del P e r ú en dicho cer-
tamen. Esta apropiación fue realizada a través de los materiales que
m á s llamaron l a atención del gran p ú b l i c o europeo: sus colecciones
arqueológicas del Perú.
E l gran capital de prestigio personal que pudo acumular Wiener
en este certamen alcanzó su cénit en l a exhibición de objetos arqueo-
lógicos peruanos que se realizó en la Sala Francesa de Misiones Cientí-
ficas (MARTINET 1880: 54). E n este escenario «[...] Wiener c o n s e r v ó u n
papel mayor, gracias a una espectacular escenografía de sus colec-
ciones (con reconstrucciones de monumentos, paisajes pintados y una
impresionante p i r á m i d e de huacos en el centro de la sala» ( R I V I A L E
2003:543). J & l ^ ^ ^
Todo este protagónico despliegue escenográfico, su d i f u s i ó n en
u n certamen de convocatoria masiva, así como el infatigable p r o p ó -
sito de Wiener por promocionar sus descubrimientos arqueológicos
en cuanto medio o foro fuese posible (v. g. círculos académicos, diplo-
máticos o público en general) dieron pronto sus frutos. A l respecto,
la apreciación de Riviale es esclarcccdora:
111
Riviale (2000: 158-159) señala que durante su estancia en Bolivia, Wiener escaló uno
de los picos del famoso IHimani, hecho que causó gran suceso en la capital altiplánica
y que le valió ser nombrado representante de Bolivia en la Exposición Universal de
París de 1878.
112
Riviale (2000: 160). Asimismo, el diario El Comercio del sábado 6 de julio de 1878
hace una pequeña semblanza de las conferencias y publicaciones positivas que sobre
el Perú hizo Wiener a su llegada a Europa,
iij y resolución de El Peruano (Lima, jueves 22 de noviembre de 1877) publicada en
e r

la sección epistolar de esta publicación.


J
" El Comercio, sábado 6 de julio de 1878.

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Estos esfuerzos «publicitarios» fueron ampliamente beneficiosos: el 23
de enero de 1878, en la inauguración especial de las misiones, el explo-
rador fue condecorado con la Legión de Honor; se le concedió además
la medalla de oro de la Exposición Universal, por la importancia de las
colecciones presentadas. En fin, a ejemplo de su brillante predecesor
Francis de Castelnau, y con el apoyo del Ministerio de Instrucción Pú-
blica, Charles Wiener llegó a obtener el puesto de Vice-Cónsul en Gua-
yaquil, en octubre de 1879; y desde entonces no dejó sus funciones di-
plomáticas hasta su muerte en 1913. (RIVIALE 2000:160-161)

Esta resonante fortuna tuvo influencia incluso en s u estatus ciu-


dadano, ya que a poco de su retorno a Francia, el 1 0 de agosto de 1878,
se le extendió la nacionalidad francesa, «[...] haciendo uso probable-
mente de sus relaciones y del éxito de su misión» {RIVIALE 1993: 851).
Dos a ñ o s d e s p u é s (v. g. 1880), Charles Wiener publicó la obra
que lo hizo célebre: Pérou et Bolivia, lo que t e r m i n ó por afirmar s u
prestigio científico en Francia (RIVIALE 2 0 0 0 : 1 6 0 ) . Luego de ello, nun-
ca m á s se volvió a ocupar del Perú.
Así, mientras Henri Martinet se esforzaba desesperadamente en
presentar de la mejor manera y con el mayor detalle posible las rique-
zas naturales peruanas y sus respectivos protagonistas (p. ej. institu-
ciones, autoridades, empresarios, etc.), Wiener soslayó toda participa-
ción o ayuda recibida por instituciones o personajes peruanos en sus
trabajos, en r a z ó n de elevar los méritos personales de s u expedición.
E l compromiso de Martinet por el P e r ú llegó a tales extremos que
durante su estancia en París para estos certámenes tradujo y publicó el
catálogo de minerales de Raimondi, así como redactó y publicó algu-
nos n ú m e r o s de la Revista de Agricultura —desde c u y a s p á g i n a s
parisinas fustigó agriamente la ligereza de actuar de l a C o m i s i ó n de
L i m a (MARTINET 1880: 28-30). A d e m á s dejó inédito u n informe de m i l
páginas y 2 5 0 grabados de m á q u i n a s agrícolas de la Exposición U n i -
versal de 1878 «[...] y que pueden introducirse a l Perú» (MARTINET 1880:
2 1 ) para s u uso en provecho de la agricultura nacional.
Las iras de H e n r i Martinet son comprensibles si reflexionamos
en las altas expectativas personales que h a b í a depositado en la exhi-
bición peruana. Él era representante oficial de nuestro país, y esta-

1!S
Incluso se sabe que luego del final de la Exposición Universal de París, dejó en el
abandono, en gran desorden y con muchos falcantes, las colecciones arqueológicas
que con tanto orgullo exhibió pocos meses antes. Estos materiales fueron una de las
fuentes para la creación del Museo Etnográfico de E! Trocadero de París (RIVIALE
1993: 8 5 2 : 2 0 0 3 : 544). Actualmente lo que queda de e l l a — 9 1 5 objetos—se conserva
en el Museo del Hombre de !a capital gala (RIVIALE 2000: 162).

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62 ica
Colecciones arqueológicas presentadas por Charles Wiener en el marco de la exposición del servicio de misiones científicas
Ministerio de la Instruccón Pública, Exposición Universa, de París, 1878. Grabado publicado en la revista ZZ^e^^trierte»
del 26 de octubre de 1878. Cortesía del Dr. Gunther Krauskopf.
mos seguros que h a b r í a utilizado su sólido prestigio en los círculos
a c a d é m i c o s galos para promocionar con gran entusiasmo «lo que se
venía» en favor de la participación nacional en este certamen. L o re-
cibido no sólo parece haberle causado c o n m o c i ó n , sino a la vez ver-
g ü e n z a , al ver su palabra defraudada ante lo inadecuado y desilu-
sionante de las remesas de la Comisión de L i m a .
Por lo expuesto, se puede afirmar que los intereses de Martinet
y Wiener eran distintos —incluso se p o d r í a decir antagónicos— en
lo que respecta a los p r o p ó s i t o s de la p r o m o c i ó n del P e r ú en Europa.
H e n r i Martinet estaba e m p e ñ a d o en mostrar una imagen nove-
dosa del P e r ú que, sin negar s u rica historia, mostrara u n país pleno
de potencialidades expresadas en su gran diversidad y riqueza de
producciones naturales. Complementaba su visión optimista la cer-
teza de que la élite de la sociedad peruana estaba asimilando de for-
ma acelerada los valores del progreso. Por otra parte, era consciente
de su calificación profesional superior y la misión modernizante que
c u m p l í a a l servicio de las instituciones a c a d é m i c a s y de gobierno del
país que hizo suyo como segunda patria. Fue esta visión la que trató
de imprimir -terca y desesperadamente- en los cuarenta m e t r o s
cuadrados del p a b e l l ó n del P e r ú de París de 1878.
Por otra parte, Wiener f u e el audaz viajero cuyo cálculo en bene-
ficio propio era l a mayor de sus virtudes. C u l t i v ó la imagen de
aplicado modelo de explorador oficial al servicio del Estado francés
y cuyo éxito fue avalado por las diez toneladas de objetos a r q u e o l ó -
gicos recolectados durante su e x p e d i c i ó n al P e r ú y Bolivia (RIVIALE
2000:156). Este hecho, así como su gran capacidad mediática, le otorgó
un gran prestigio en las instancias de gobierno, especialmente en el
segmento d i p l o m á t i c o , asegurando de esta manera una trayectoria
profesional al servicio de Francia que no dejó hasta su muerte.

Final

Por lo expuesto resulta evidente que la modernidad d e c i m o n ó n i c a


e n c o n t r ó en l a c e l e b r a c i ó n de las Exposiciones Universales los es-
cenarios ideales para la c o n s a g r a c i ó n y c e l e b r a c i ó n de la inventi-
v a humana. S u r e a l i z a c i ó n cíclica (espaciada cada tres a cinco a ñ o s
en sus inicios) y s u c e n t r a l i z a c i ó n m a y o r i t a r i a en E u r o p a , a f i r m a -

1 1 6
Para una semblanza de los aportes positivos de Charles Wiener ver NÚÑEZ 1989: 562¬
566.
117
Charles Wiener murió en 1 9 1 3 (RIVIALK 1993: 8 5 1 ; 2 0 0 0 : 1 6 1 ) mientras desempeñaba
un cargo diplomático al servicio del Estado francés en Brasil.

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64
ron la impresión de u n vertiginoso como inexorable avance de
la tecnología y de la supremacía del viejo mundo en la carrera
del progreso. L a universalización de esta doctrina tuvo como fun-
damento a las ciencias y como medio de transmisión el idioma
francés. Todos aquellos que quisieran insertarse o expresarse ade-
cuadamente en esta d i n á m i c a cosmopolita d e b í a n ser diestros
en al menos alguna de estas herramientas. L a carrera por el pro-
greso había comenzado; ella involucraba por igual a personas,
pueblos, ciudades y países.
En el ámbito local, la influencia y eclosión de este proceso inter-
nacional coincidió con un período de profundos cambios ideológi-
cos y políticos en el Perú, en donde un inusitado como extendido
sentir popular cuestionaba casi medio siglo de vida republicana de
grandes sobresaltos políticos y cuya expresión visible era la casta
militar gobernante. En este contexto surgió la iniciativa de realizar
certámenes similares a los de Europa (v. g. exposiciones) pero ade-
cuados a nuestra realidad; como novedad, se debe mencionar que
esta propuesta se generó en un escenario de gobierno y discusión
esencialmente civil: la municipalidad de Lima.
Este proceso alcanzó su cúspide en la celebración de la Exposi-
ción Nacional de 1872 y que a la vez sirvió de excusa para la inaugu-
ración del Parque de la Exposición. E l alcance nacional de esta exhi-
bición, así como la concepción de dicho espacio como un escenario
de consagración de la misma dimensión (v. g. nacional) merecen una
consideración especial en nuestro análisis.
U n a de las novedades de este certamen fue que las salas del Pala-
cio de la Exposición resultaron un ambiente en el que las élites provin-
cianas demostraron al país su existencia, así como su ímpetu por desa-
rrollarse e integrarse productivamente en el núcleo nacional. Así,
este escenario y exhibición devinieron también en un inédito como
necesario espacio institucional y público de socialización e integración
en beneficio de la relación entre los habitantes de Lima y los represen-
tantes más progresistas del interior de la República. E n este certamen,
limeños y provincianos exponían y competían en cada una de sus ca-
tegorías por igual, teniendo como único requisito su estatus ciudadano.
Ello debió ser una circunstancia inédita en su propósito y alcan-
ces, si tenemos en cuenta que las provincias eran «la periferia de la
periferia» y, por lo tanto, tenidas por menos por la metrópoli limeña.

118
Luego de la elección de Manuel Pardo como Presidente de la República, José María
Aza, líder regional de Taima «[...] pone de manifiesto el interés de las burguesías
provincianas por la expansión de la frontera económica» ( M C E V O Y 2004: 53).

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AI respecto se debe mencionar aquí el rol que cumplió la «ciencia
objetiva», y particularmente Raimondi como líder de opinión, al ser-
vicio del desarrollo e integración nacional.
Un aspecto crucial de esta coyuntura fue la validación científica
de las potencialidades y riquezas naturales del interior de la Repú-
blica realizada desde los mismos paradigmas de la modernidad
decimonónica. Esta labor fue realizada por aquel numeroso grupo
de profesionales, principalmente ingenieros, que asumieron el reto
del desarrollo vial de la República, particularmente en lo que se re-
fiere a las redes ferroviarias. En su camino hicieron un reconocimiento
exhaustivo del territorio, levantaron mapas, evaluaron recursos y pu-
blicaron sus resultados, los que fueron cruciales para convalidar las
ilusiones de progreso que animaban a las formativas élites provin-
cianas. En varias oportunidades, y como sucedió muchas veces
con el mismo Raimondi, estos profesionales tuvieron como media-
dores de su labor en estos lejanos territorios nacionales a los propios
líderes o protagonistas locales.
De esta manera la ciencia y la tecnología no sólo eran medio de
«certificación», sino también de «inclusión». Gracias a ellas las pro-
vincias y sus riquezas «aparecían» en Lima, de forma análoga a como
el Perú «apareció» ante los ojos del mundo en París. Las distinciones
o medallas otorgadas en las Exposiciones reconocían en un certamen
público y oficial de alcance nacional el triunfo de la inventiva y fuer-
za del trabajo ciudadano como el motor de los pueblos. Ello hizo a
los portadores de estas medallas los representantes —símbolos v i -
vos— de las cualidades burguesas que estos certámenes pretendían
estimular entre los participantes.
Así como la inauguración de archivos, museos y bibliotecas na-
cionales vinieron de la mano de la Independencia como manifesta-
ciones inequívocas y visibles de instituciones fundamentales para
refrendar nuestra nueva condición política republicana, soberana y
nacional, se podría postular que el Palacio de la Exposición fue el
espacio de consagración que señaló la «mayoría de edad» del estatus
ciudadano y burgués que comenzaba a prosperar en el Perú.
En este contexto, la Gran Medalla de Oro que recibió Antonio
Raimondi en París resultó un espaldarazo para su sólido prestigio en
el Perú. Por ello, la comparación con la presea de oro que recibió
por su muestra de «Minerales del departamento de Ancachs» en la
Exposición Nacional de 1872 resulta ineludible. Lo que Antonio
119
Para una semblanza de las élites provincianas y el impacto de la guerra con Chile en
ellas ver MARKHAM 1922: 45-60.

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66
Raimondi d e m o s t r ó en París fue que los peruanos eran capaces de
lograr su c o n s a g r a c i ó n en la misma m e t r ó p o l i europea. E n su modo
de pensar, esta distinción debió ser la c o m p r o b a c i ó n de que la senda
seguida por los líderes progresistas locales era la correcta.
E n lo que respecta al fuero íntimo, la distinción por los «Minera-
les del P e r ú . . . » debió tener un significado especial para el Sabio, te-
niendo en cuenta aspectos relevantes relacionados a su formación y
121
origen. E n el primer caso es conocida su condición autodidacta; la
que m a t i z ó con conocimientos básicos de Botánica, Geología y Q u í m i -
ca, probablemente adquiridos en el J a r d í n Botánico de Brera (RAIMONDI
122
1874: 2-3) y en el Museo Cívico de Historia Natural de Milán. E n
aquella época era usual en Europa que instituciones de este tipo ofre-
cieran cursos dirigidos a los interesados en las ciencias aplicadas y es-
pecialmente a aquellos que deseaban formarse como naturalistas co-
rresponsales de estas instituciones. Si bien Raimondi llegó a situarse
en mérito a su talento y esfuerzo como el referente científico del P e r ú
en el extranjero, " su trabajo y prestigio estaban ligados a un país que
era muy poco conocido en el viejo mundo y cuya condición periférica
hacía m á s difícil la internacional rzación de s u trabajo.
E n cuanto a su origen italiano, debemos considerar que la situa-
ción política de la P e n í n s u l a durante buena partes del siglo xix, divi-
dida al antojo de las potencias europeas de la época, la h a b í a n rele-
gado a u n segundo plano. Esta condición hizo que Italia y sus ciuda-
danos sean percibidos como una n a c i ó n periférica enclavada en la
misma m e t r ó p o l i europea. Esta s i t u a c i ó n sólo llegó a superarse tras
la dilatada y compleja c a m p a ñ a política y militar que t e r m i n ó cuan-
do Italia alcanzó su reunificación e independencia definitiva el 2 0 de
septiembre de 1 8 7 0 . A partir de entonces los italianos dejaron de ser
«[...] vistos como europeos de segunda categoría frente a franceses,
alemanes e ingleses» (BONFIGLIO1993: 127). Haber superado estas con-
diciones y prejuicios, a l a vez de cumplir con su p r o p ó s i t o de dar a
conocer el P e r ú al mundo, resultó uno de los mayores logros de A n -
tonio Raimondi en el certamen de París.
1 1 0
Creo que no exagero cuando «nacionalizo» a Antonio Raimondi en esta frase. Si bien
nunca adoptó la nacionalidad peruana, su condición de «compatriota» ya no podía ser
puesta en duda para esta época.
121
Ello no fue impedimento para que, luego de demostrar en la praxis su solvencia
académica y científica, la Universidad de San Marcos le otorgara e¡ grado de Doctor
en 1 8 6 2 , diploma que se conserva en el Museo Raimondi de Lima.
m
Recientemente se han publicado cartas que demuestran que Raimondi se mantuvo en
estrecho contacto con Emilio Comalia, científico que llegó a ser Director de este
Museo (INGLESI, INÜLESI y L A T O R R E 2 0 0 5 ) .
m
Para una semblanza de los vínculos científicos internacionales que cultivó Raimondi
ver SEINER 2 0 0 3 .

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En este empeño existe también una comunión de ideales con los
propósitos de intermediación que motivaron los trabajos de Henri
Martinet y Charles Wiener. Luego de lo expuesto es por demás evi-
dente que el botánico francés y el naturalista italiano se encontraban
en la misma orilla, es decir, en un decidido esfuerzo por impulsar
una renovada imagen del Perú cuya carta de presentación estaba
avalada por el gran potencial de sus recursos naturales.
Por otra parte, Charles Wiener desarrolló una estrategia que si
bien lo mostraba como el protagonista de una expedición científica
de gran suceso, ella afirmaba —y a la vez promocionaba — uno de
los pocos aspectos que para la época habían dado un consistente re-
nombre internacional a nuestro país: su patrimonio arqueológico.
Así, mucha de la labor de difusión de la imagen nacional apare-
ce reservada a extranjeros competentes y profesionales, capaces de
reconocer los elementos distintivos de nuestro patrimonio histórico
y natural con el suficiente potencial para enrumbarnos por la senda
del progreso y la modernidad. Su labor aparecía incentivada por la
vanguardia de élite progresista nacional; sin embargo, la conciencia
de «lo nuestro» y por lo tanto de la imagen que queríamos dar al
mundo, no era siquiera una preocupación relevante para los segmen-
tos más extendidos de nuestra población, incluyendo buena parte
del soporte institucional del Estado. Respecto a esta situación, Henri
Martinet emitió el juicio siguiente:
I — \>QíTr LflM 2#
[...] los peruanos valen más de lo que ellos mismos suelen á veces
decir. Sus instituciones, lejos de estar en decadencia, han entrado en
una ancha vía do progreso y su país es cien veces, mil veces más rico
de los que muchos de ellos piensan. No todos, en efecto, conocen las
riquezas del Perú y las aprecian debidamente. Sucede con los Perua-
nos lo que con muchos otros pueblos: el país último que se estudia y
124
que menos se conoce, es casi siempre el propio.

Agradecimientos

La edición del volumen iv de esta colección dedicada a los estudios


geológicos y mineros de Antonio Raimondi se realizó bajo el patroci-
nio de GOLDER ASSOCIATES PERÚ S.A. Gracias a la sensibilidad y con-
fianza del Ing. Siegfried Arce Heldberg es que esta publicación ve la
luz y señala un camino de continuidad que nos anima a persistir en

124
Intervención de Henri Martinet en el Congreso Agrícola de París de ! 878 (MARTINET
1880: 42).

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nuestro e m p e ñ o institucional de d i f u n d i r la obra del sabio italiano.
Nuestro agradecimiento especial considera afectuosamente a l Dr.
Antonio Inope y el Lic. L u i s Felipe Mejía, profesionales y amigos de
GOLDER que nos brindaron desde u n inicio su apoyo incondicional en
la ejecución de este proyecto editorial.
Como siempre, el Colegio Italiano Antonio Raimondi, sede del
Museo Raimondi, nos ha a c o m p a ñ a d o en nuestra m i s i ó n de mante-
ner v i v a la memoria del sabio m i l a n é s . E n esta institución debemos
agradecer el apoyo permanente de la Directora General, señorita Iris
Orbegoso V i d a l y el Preside Franceso Sepe; agradecimiento que hace-
mos extensivo al gran equipo del querido colegio italiano de L i m a .
Asimismo, debemos hacer u n reconocimiento especial al Ing. Edoardo
Soldano y la junta directiva que preside, por el apoyo a la labor del
Museo. Gracias a este invaluable soporte institucional ha sido posi-
ble publicar cinco libros compilatorios que revelan, en logradas edi-
ciones, distintos aspectos de la trayectoria científica y ética del sabio
italiano.
De la misma manera queremos expresar nuestro agradecimien-
to a Adriana Urrutia Pozzi-Escot, quien se e n c a r g ó de traducir al
castellano todas las cartas de Charles Wiener que aparecen en la sec-
ción epistolar de este volumen. Por su parte, Patricia Borda contribu-
y ó al registro y t r a n s c r i p c i ó n de muchas de las notas periodísticas
que fueron utilizadas como fuentes para nuestro estudio preliminar.
E n el Instituto Francés de Estudios Andinos ( I F E A ) debemos agrade-
cer la colaboración de A l i n a Wong, así como Valérie Marocco en la
b ú s q u e d a de bibliografía e ilustraciones fundamentales en la redac-
ción de nuestro estudio. E l archivo histórico del Instituto R i v a A g ü e -
ro nos b r i n d ó , en la persona de A d a Arrieta, todas las facilidades
para obtener las fotos del Palacio de la Exposición que publicamos
en nuestro estudio.
Igualmente, deseo expresar m i especial agradecimiento al Dr.
Pascal Riviale del M u s é e d'Orsay, quien desde Francia nos remitió
importantes ilustraciones que enriquecieron significativamente nues-
tra investigación y que ahora a c o m p a ñ a n esta publicación.
Por ú l t i m o —y como siempre— debo manifestar m i especial
agradecimiento al Fondo Editorial de la Universidad Nacional M a -
yor de San Marcos Iiderado por su director, el Mg. José Carlos Bailón
e integrado por O d í n , Erminia, Gino y Miriam. De alguna manera
puedo afirmar que me considero u n e s p o n t á n e o integrante de este
excelente equipo editorial.

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P o r ú l t i m o , d e b o a d v e r t i r q u e e l a u t o r se h a c e r e s p o n s a b l e e x -
clusivo de lo escrito e n estas p á g i n a s y del criterio de c o m p i l a c i ó n
que a g r u p a a l a s o b r a s d e R a i m o n d i e n este c u a r t o v o l u m e n d e esta
colección.

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MINER.\IJX 1)U PÉR01


CATALOGUE ÜAISONNE
D'ÜNE COLLECTION DES PRINCIPAÜX T Y P E S MINERAUX DE L A RÉPUBLIQDE

" i M r - B E W S T AL'SSI |

m KCH VN'TÍLÍ.aXS U E fíOAXO F T O E S DKURLS F O S S I L I S E S

OES O . S K U ' X i j l j L'ONT PIIODl'IT

"
uit de l'espagnol

z- b-^sl^cSw)r ^
J.-B. I I . M A H T I N E T
r^i.trjMi.-^ifixcE. (dt it in.ii.tí ft Mt"„ fit(Hfi.il •'lUbfitE,
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PARIS
IMPRIMERIK C E N T R A L E D E S CHEM1NS DE PER
A. C H A I X ET C"
U L E BEROÉRE, 20, PRE3 liL' B O U L E V A R D MONTBAUTilS

IHT8

Universidad Nacional Mayor de San Marcos


Universidad del Perú. Decana de América
A. RAIMONDI.

M I N E R A L E S D E L PERÚ
ó

CATÁLOGO RAZONADO

LIMA.
I M P R E N T A D E L E S T A D O , C A L L E D E L A R I F A , N Ú M E R O 58.
POS J . ENRIQUE D E L CAMPO.

1878.

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Universidad del Perú. Decana de América
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Universidad del Perú. Decana de America
Introducción
[a la primera edición]

Cumpliendo con la misión que me he impuesto de dar a conocer las


grandes riquezas naturales del Perú, me decidí a arreglar una colec-
ción de todos los principales minerales de la República, para enviar-
la a la Exposición Universal de París, que se abrirá en el próximo mes
de mayo. Pero, calculando que la mayor parte de los minerales pe-
ruanos muy raras veces afectan la forma cristalina que Ies es caracte-
rística, y que los hace distinguir a primera vista los que se ocupan de
su estudio; que muchos de estos minerales, principalmente los de
plata, bajo un aspecto enteramente terroso, que los haría despreciar
por cualquier mineralogista que no estuviese familiarizado con ellos,
tienen, sin embargo, una elevada ley de este metal; y, por último,
que otros de los minerales del Perú son enteramente desconocidos
en la ciencia, y no podrían a simple vista, en una exposición, ser
reconocidos, mé pareció indispensable redactar un catálogo razona-
do que sirviese como de guía a los que se interesan en conocer los
minerales del Perú.
Por otro lado, este trabajo puede prestar algún servicio al país
mientras se publica la parte mineralógica de mi extensa obra El Peni,
parte que tardará todavía algún tiempo en ver la luz. Para hacerlo
más útil a todos los peruanos que se dedican al interesante estudio
de la mineralogía, he dado en el curso de este libro el resultado de
los análisis de muchos minerales metálicos y materias salinas; he
anotado el nombre y la localidad de algunos minerales que no están
representados en la colección, y he indicado, por cada mineral, los
principales lugares donde se encuentra, además de las localidades
citadas en las muestras de la colección.
A pesar de mis múltiples ocupaciones y del tiempo limitado que
tenía para publicar este libro oportunamente, con atrevida resolu-
ción puse manos a la obra, y hoy tengo el placer de verla concluida.

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Universidad del PeRZI ina de América
Mis deseos serán completamente satisfechos, y daré por bien
empleadas las vigilias que me ha costado este trabajo, si en algo con-
tribuye a la misión que me he propuesto, de dar a conocer las inmen-
sas riquezas naturales de este privilegiado país.

Lima, 20 de marzo de 1878

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78
Consideraciones generales
sobre los minerales del Perú

E l P e r ú es, sin duda alguna, uno de los países m á s ricos en produc-


ciones minerales, y verdaderamente asombra a l ver la abundancia y
variedad de estas materias diseminadas en todas las regiones de la
República. E n la Costa existen, sin contar el valioso guano, abundan-
tes minas de cobre e inmensos d e p ó s i t o s de salitre o nitrato de soda,
de sal c o m ú n o cloruro de sodio, de nafta o petróleo. E n los ramales
de la gigantesca Cordillera, y en esta misma gran cadena de monta-
ñ a s , los minerales metálicos son tan comunes que materialmente no
hay parte donde no se encuentre a l g ú n mineral de plata, cobre, plo-
mo o fierro, o a l g ú n d e p ó s i t o de combustible. A d e m á s , en la parte
oriental del Perú, numerosas vetas de cuarzo con oro se han introdu-
cido entre las capas de pizarra, que forman la masa principal de la
Cordillera de los Andes, dando origen t a m b i é n a muchos lavaderos
del precioso metal.
Aunque el P e r ú es m u y rico en minerales, son en él muy escasos
los cristalizados; y rara vez una especie mineral se presenta en el
estado puro, sino que casi siempre está mezclada con otra. Parece
que los distintos elementos o combinaciones que forman los minera-
les no han tenido el tiempo suficiente para separarse y afectar la for-
ma que Ies es propia.
Se diría que tanto las rocas como los minerales han salido, en
m u c h í s i m o s casos, del seno de la tierra, en el estado de un magma
complexo, en cuya composición entran muchos elementos.
Esta escasez de cristalización y estas continuas mezclas íntimas
de distintos minerales en uno solo hace el estudio de la mineralogía
del P e r ú mucho m á s difícil que de ordinario; pues faltando el princi-
pal de los caracteres físicos, cual es la cristalización, que sirve por sí

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Universidad del Peni. Decana de América
sola para distinguir m u c h í s i m o s minerales, se hace necesario, en el
mayor n ú m e r o de los casos, recorrer al análisis q u í m i c o para cono-
cer su naturaleza.
A u n así, no se puede f á c i l m e n t e resolver la cuestión, pues si se
hace el análisis q u í m i c o del modo ordinario, se encuentra en cada
mineral muchos elementos, de manera que es muy difícil saber cuá-
les constituyen la especie mineral y cuáles se hallan allí de u n modo
accidental.
Sin embargo, continuando por algún tiempo el estudio detenido
de estos minerales tan complexos, poco a poco se v a viendo con m á s
claridad hasta que se llega a descubrir que, en el mayor n ú m e r o de
los casos, hay como verdaderas asociaciones de varios minerales en
uno solo; y ayudado con el análisis cuantitativo y el cálculo, se llega
a conocer cuáles son los que se hallan tan í n t i m a m e n t e mezclados
para formar una pasta h o m o g é n e a , fa. j f \
Para el estudio de estos minerales, que se escapan a toda clasifi-
cación, he tenido que emplear u n m é t o d o analítico m u y distinto. Este
se p o d r í a llamar análisis inmediato de los minerales, por la analogía
que tiene con el análisis inmediato que se usa en q u í m i c a orgánica,
para aislar los distintos principios. W v j <
Dicho m é t o d o analítico está fundado sobre la acción disolvente
que tienen ciertas soluciones á c i d a s o salinas sobre tal o cual mine-
ral, y permite reconocer su presencia, y muchas veces aislarlo com-
pletamente para el análisis cuantitativo.
E s en los minerales oxidados, conocidos en el P e r ú con el nom-
bre vulgar de pacos, que este m é t o d o analítico se hace muy necesario,
pues muchas materias de aspecto terroso, m á s o menos coloradas,
amarillentas o pardas, que han pasado como óxidos de fierro, contie-
nen a veces distintos minerales de plomo, de cobre y de plata, tales
como: carbonato, sulfato, antimoniato y cloruro de plomo; carbona-
to, sulfato básico, oxicloruro y ó x i d o de cobre; por ú l t i m o , cloruro y
antimoniato de plata.
Todos estos minerales que forman los pacos, no son sino el re-
sultado de la oxidación de los sulfuros; acción que en el P e r ú se ha
verificado en la mayor escala, y no es debida como se cree c o m ú n -
mente en Europa a los agentes exteriores, sino a u n gran f e n ó m e n o
geológico que ha tenido lugar durante el p e r í o d o volcánico. Este gran
f e n ó m e n o de oxidación no sólo ha transformado el azufre, arsénico y
antimonio en ácido s u l f ú r i c o , arsénico y a n t i m ó n i c o , y a los metales
en óxidos; sino que a veces ha puesto en movimiento las moléculas
de las distintas combinaciones, d i s p o n i é n d o l a s de distinto modo del

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que d e b í a n tener. Se p o d r í a decir que ha habido un verdadero
metamorfismo de los minerales, como el que se ha verificado en
m u c h í s i m a s rocas. A u n q u e no es a q u í el lugar de entrar en detalles
sobre este gran f e n ó m e n o —del que trataré detenidamente en e l l u -
gar correspondiente de m i obra El Perú —, sin embargo, para dar de
él alguna ligera idea diré que si en Europa el sulfato de plomo o
anglesita forma p e q u e ñ a s costras o cristales sobre la galena o sulfuro
de plomo, o en las vetas de este mineral, en el P e r ú forma a veces
d e p ó s i t o s de muchos metros de espesor, o vetas que se c o n t i n ú a n
hasta una profundidad de m á s de 30 metros antes de llegar al sulfuro
o galena.
Pero lo que hace conocer patentemente que la t r a n s f o r m a c i ó n
de la galena en sulfato de plomo o anglesita no se debe a la acción
ordinaria de los agentes exteriores, sino a un f e n ó m e n o mucho m á s
poderoso, lo tenemos en la galena antimonial a r g e n t í f e r a de Chilete;
ésta, a l oxidarse y transformarse en sulfato de plomo, no h a formado
una masa h o m o g é n e a de este ú l t i m o mineral, sino que ha dado ori-
gen a una masa concrecionada dispuesta en capas concéntricas, de
distinta naturaleza y color, a veces alrededor de un solo centro y
otras veces con muchos centros, formando dibujos m u y caprichosos,
como se puede notar en la muestra n.° 273 de la colección.
Estas masas de anglesita muestran patentemente, en la distinta
naturaleza de las capas concéntricas, una transposición de las m o l é -
culas del mineral; pues no es raro el caso de ver casi toda la plata que
contenía la galena, hallarse reunida en manchas o zonas de color
negruzco, formadas de sulfato de plomo con cloruro de plata; y el
antimonio en manchas o fajas de color amarillo, formadas en su ma-
yor parte por antimoniato de plomo, mezcladas con u n poco de
sulfato.
Algunas masas conservan t o d a v í a u n n ú c l e o de galena, y en
los puntos de contacto de esta ú l t i m a con el sulfato se observa u n a
materia de color gris, que se puede considerar como u n oxisulfuro
de plomo.
Una gran parte de los minerales metálicos oxidados que en el
P e r ú se comprenden bajo la d e n o m i n a c i ó n general de pacos, tienen
como elemento de s u c o m p o s i c i ó n u n a cierta p r o p o r c i ó n de agua, y
todo induce a creer que estos minerales han sido formados bajo la
influencia del vapor de agua y de u n a gran presión.
S e g ú n m i modo de ver, casi todos los puntos del P e r ú donde se
hallan en abundancia los minerales metálicos oxidados, en la é p o c a
de s u oxidación, se hallaban cubiertos por e l agua, de modo que este

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gran fenómeno se habría verificado bajo la influencia ejercitada tan-
to por arriba, por el agua que cubría el terreno, cuanto por debajo,
por los vapores volcánicos comprimidos.
Lo que me lleva a creer que la oxidación de los sulfuros para
formar los pacos se ha verificado durante el período volcánico es la
presencia de las rocas traquíticas o de naturaleza volcánica en las
inmediaciones de la mayor parte de los asientos o centros minerales;
asimismo, el ver que casi todos los minerales oxidados, cuando pre-
sentan alguna forma o estructura cristalina, ésta no es la que corres-
ponde al mineral oxidado, sino a la del sulfuro de que ha tomado
origen, esto es, los pacos o minerales oxidados tienen formas o es-
tructuras cristalinas pseudomórficas o mejor dicho epigénicas.
En efecto, no es raro el caso de ver la limonita (peróxido hidratado
de fierro) conservar la forma de la pirita (sulfuro de fierro); la estiblita
(ácido antimonioso o antimoniato de óxido de antimonio) tener la
estructura prismática o fibrosa de la estibina (sulfuro de antimonio);
el antimoniato de cobre conservar la forma tetraédrica de la panabasa
(sulfuro de cobre y antimonio), de cuya oxidación proviene, etc., etc.
Si ahora se considera que la mayor parte de los filones o vetas
metálicas del Perú son de formación reciente, por haberse introdu-
cido en el terreno jurásico y en varios lugares, haber solevantado
hasta las capas del terreno cretáceo y, por otra parte, que por la for-
ma epigénica de los minerales, este gran fenómeno de oxidación ha
sido posterior a la formación de los sulfuros, de donde han tomado
origen los pacos minerales oxidados del Perú, se deduce con facili-
dad que dicha oxidación debe haberse verificado después del
solevantamiento del terreno cretáceo, cuya época no puede corres-
ponder sino al período volcánico.
Un fenómeno análogo al que ha producido los pacos, ha dado
también lugar a la formación de los distintos minerales de plata co-
nocidos con los nombres de kerargira, bromita, embolita y yodita;
esto es al cloruro, bromuro, clorobromuro y yoduro de plata, que se
encuentran en las minas de Huantajaya en el Sur del Perú, y con más
abundancia en Chile; y también al mineral de cobre llamado atacamita
(oxicloruro de cobre) que se encuentra en toda la región de la costa
del Perú y Chile.
Aunque algunos creen que el cloro, yodo y bromo han venido
de abajo con las vetas metálicas, yo estoy plenamente convencido de
que en la formación de dichos minerales ha habido intervención del
agua del mar; además, que dichos minerales no son sino el resultado
de las reacciones posteriores de los sulfuros metálicos que vinieron

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de abajo en la época del solevantamiento de las vetas, con el cloro,
yodo y bromo contenidos en el agua del mar que cubría en otra épo-
ca toda la costa del Perú y Chile.
Muchos argumentos podrían aducir en favor de mi opinión; pero
básteme por ahora citar el mineral al que he dado el nombre de
huantajayita en recuerdo del lugar donde fue hallado, y que consiste
en un cloruro doble de sodio y plata. La gran cantidad de cloruro de
sodio y otras sales, que acompaña casi siempre a este mineral, prue-
ban la relación que existe entre la huantajayita y los elementos del
agua del mar; pero lo que hace ver del modo más patente que este
mineral no puede tampoco haberse formado en la época actual, y
que en su formación ha debido necesariamente intervenir una fuerte
presión, es la elevada proporción de cloruro de plata que se halla
combinada con el cloruro de sodio. En efecto, en la época actual o
bajo la presión ordinaria, el cloruro de sodio no puede disolver sino
menos de una milésima parte de cloruro de plata, para formar un
cloruro doble de sodio y plata, mientras que la huantajayita, contie-
ne once por ciento de cloruro de plata, esto es una cantidad más de
cien veces mayor que la indicada.
Sabiendo que el cloruro de sodio, a una temperatura o presión
más elevada, disuelve una mayor proporción de cloruro de plata que
a la temperatura y presión ordinaria se concibe que para la forma-
ción de la huantajayita debe haber intervenido una elevada tempera-
tura o una gran presión; condiciones que se realizan en la hipótesis
que he admitido para la formación de los minerales llamados pacos,
esto es, en la lucha producida por los fenómenos volcánicos y la pre-
sión del agua que cubría el terreno, que en este caso sería la del mar.
Otro hecho que demuestra que la kerargira o cloruro de plata
proviene de la cloruración de la plata del sulfuro, se puede observar
en la muestra n.° 84 de la colección, en la que se nota en la kerargira
un núcleo de argirosa o sulfuro de plata.
Por último, observando que dichos minerales de plata van fre-
cuentemente acompañados de limonita o peróxido hidratado de fie-
rro, de atacamita u oxicloruro de cobre, de malaquita o carbonato de
cobre y de crisocola o silicato de cobre, minerales todos en cuya com-
posición entra el agua, se ve patentemente la influencia que ha teni-
do el agua y el calor en su formación.
Los minerales metálicos más abundantes en el Perú, y de los
cuales se extrae casi toda la plata que produce esta República, no son
los que tienen por base principal la plata, los que a pesar de ser muy
ricos son relativamente muy escasos; sino los distintos minerales de

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cobre y plomo argentífero tales como las diversas clases de cobre
gris, conocidos en el país con el nombre de pavonado; la bournonita
argentífera llamada pavonado plomizo; la galena y los variados pro-
ductos de la oxidación de estos sulfuros, a los que en el Perú se les da
indistintamente el nombre general de pacos.
Estos últimos minerales, no necesitando para su beneficio, se-
gún el método americano de amalgamación llamado por crudo, de
previa calcinación, son los que de preferencia sirven a la extracción
de la plata en el país, exportándose una gran parte de los demás en
su estado bruto.
Un hecho digno de la atención del mineralogista es la abundan-
cia, en el Perú, de los minerales antimoniales, y la casi constante aso-
ciación del antimonio con los minerales metálicos que contienen plata.
Así, entre los minerales metálicos sobre la base de plata que contienen
antimonio, se nota en el Perú: la cñañarcillita (arsenoantimoniuro de
plata), la pirargirita (sulfuro de plata y antimonio) conocida en el país
con el nombre vulgar de rosicler; la psaturosa o estefanita (sulfoanti-
moniuro de plata); la poiibasita (sulfuro de plata, arsénico, antimonio
y cobre y a veces fierro y cinc) y la freieslebenita (sulfuro de plata,
antimonio y plomo). Entre los minerales de cobre argentífero con an-
timonio tenemos la panabasa (sulfuro de cobre, antimonio y arsénico
con plata), la malinowskita (sulfuro de cobre, plata plomo, fierro y
cinc); la dürfeldtita (sulfuro múltiple en el que entra también una no-
table proporción de manganeso). Entre los minerales de plomo
argentífero con antimonio podemos citar la bournonita (sulfuro de
plomo, cobre y antimonio con plata), la boulangerita (sulfuro de plo-
mo y antimonio con plata). En cuanto a los minerales argentíferos que
tienen por base el antimonio, citaremos el antimonio nativo que a ve-
ces tiene plata; la estibina argentífera (sulfuro de antimonio con plata),
la berthierita (sulfuro de antimonio y fierro); la jamesonita argentífera
(sulfuro de antimonio y plomo con plata). Por último, varios
antimoniatos, que resultan de la oxidación natural de los minerales
que acabamos de citar, y entre los cuales se puede señalar como tipo la
estibUta (ácido antimonioso o antimoniato de óxido de antimonio.)

Un país tan rico en minerales como el Perú, y al mismo tiempo


tan poco conocido, debía naturalmente ofrecer algunas nuevas espe-
cies. Por los estudios que he practicado hasta ahora de más de cuatro
mil muestras de minerales, todos del Perú, he podido descubrir once
nuevas especies; y si es verdad que una parte de ellas no he podido
hallarlas hasta hoy en día bajo formas cristalinas, presentan sin em-
bargo por su composición química y algunos caracteres físicos un
medio bastante seguro para distinguirlas fácilmente de las demás.

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Si no hubiera hecho un estudio tan prolijo de todos los minerales
del Perú, que he podido recoger durante 25 años, habría sin duda caí-
do en el error de multiplicar las nuevas especies; pues una gran canti-
dad de minerales amorfos, a pesar de presentar una pasta homogé-
nea, no son sino mezclas íntimas de distintos minerales; de modo que
fundado tan sólo en el número de los elementos que da el análisis
químico ordinario, hubiera podido creer que fuesen nuevas especies.
Para dar un ejemplo tan sólo de los minerales de cobre, he halla-
do mezclas íntimas de malaquita y atacamita (carbonato y oxicloruro
de cobre); de atacamita y brochantita (oxicloruro y sulfato básico de
cobre); de malaquita, atacamita y crisocola (carbonato oxicloruro y
silicato de cobre); de malaquita, brochantita y limonita (carbonato y
sulfato básico de cobre con peróxido hidratado de fierro); por últi-
mo, de chalkosina, brochantita y atacamita (sulfuro, sulfato básico y
oxicloruro de cobte). ^ ^ ^ ^ ^ j f \
Aunque no es imposible que algún día se encuentre alguna de
estas combinaciones en el estado cristalino y que constituya verda-
deramente una nueva especie mineral —habiendo notado, por los
numerosos análisis que he practicado de estas distintas asociaciones,
que su composición no es fija, variando continuamente las propor-
ciones de los distintos minerales que entran en su formación —, no he
considerado a estos minerales como nuevas especies, como proba-
blemente lo habrían hecho muchos mineralogistas, sino que los he
indicado simplemente como mezclas de distintos minerales, a pesar
de que hayan perdido completamente todos los caracteres físicos que
comúnmente sirven para distinguirlos.
En cuanto a la disposición sistemática de las distintas especies
minerales, he adoptado por base los metales. Esta clasificación es la
más propia para los minerales del Perú por ser, como he dicho, muy
escasos los que presentan formas cristalinas bien determinadas, y
para cuya clasificación es preciso, en el mayor número de los casos,
basarse sobre los caracteres químicos.
Esta clasificación es, además, la más propia para las perso-
nas que no han hecho un estudio especial de la mineralogía; porque
pueden, por esta disposición, ver reunidas las distintas formas y as-
pectos que afecta en la naturaleza un mismo metal, en sus variadas
combinaciones.
Comúnmente, los que no poseen conocimientos mineralógicos
tienen una muy falsa idea del modo como se encuentran los metales
en la naturaleza, y por el conocimiento más o menos superficial que
tienen de un metal, v. g. el plomo, creen que éste se encuentra en las
entrañas de la tierra, con su peso y brillo característico. AI ver, pues.

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en una colección los distintos minerales de plomo con sus colores y
aspectos tan variados — unos con brillo metálico muy vivo, otros blan-
cos y hasta casi transparentes, otros de color amarillo o verde sin
brillo metálico alguno y, por fin, algunos de aspecto enteramente te-
rroso —, adquieren ideas que no tenían, ideas que Ies pueden ser muy
útiles y ayudarles a descubrir nuevas riquezas minerales, que tal vez
h a b r í a n pasado para ellos enteramente inapercibidas.
Sólo por los silicatos y combustibles se h a n hecho grupos a par-
te, siendo éstos adoptados en casi todos los sistemas de mineralogía.
Como el guano — aunque de origen o r g á n i c o — se puede consi-
derar hoy como una materia fósil, esto es u n coprolito o excremento
fósil, lo he colocado entre los minerales. Atendiendo a s u gran im-
portancia, pues constituye la principal riqueza natural de la Nación,
he empezado la colección de los minerales del P e r ú con dicha sus-
tancia; y para que se conozca patentemente su origen, he colocado a
la cabeza de todo, dos momias naturales de las aves guaneras, con
sus huevos en el estado fósil.
Muchos de los minerales que forman esta colección son bien co-
nocidos, por ello no h a r é m á s que citar s u nombre mineralógico, se-
guido del nombre q u í m i c o y del vulgar, si lo tienen; indicaré, ade-
m á s , la localidad o lugar donde se encuentra. Para los minerales poco
conocidos o que merezcan alguna explicación d a r é algunos detalles.
Para ios minerales enteramente nuevos o desconocidos en la ciencia,
p r o p o r c i o n a r é la descripción completa a f i n de que se conozcan sus
caracteres físico-químicos.
L a colección de que me ocupo está formada por 652 muestras,
que representan casi todos los tipos minerales del P e r ú . Estas mues-
tras han sido escogidas entre m á s de cuatro m i l que actualmente for-
man la colección general de minerales del nuevo Museo, que se de-
berá construir en el local del Jardín Botánico, colección que se irá
sucesivamente aumentando con las nuevas adquisiciones.
E n cuanto a l a n o m e n c l a t u r a , o los n o m b r e s p u r a m e n t e
mineralógicos castellanos, para los minerales conocidos he adopta-
do los empleados por el profesor don Felipe Naranjo y Garza en su
Manual de mineralogía, modificando ligeramente unos pocos que, por
ser derivados de u n nombre propio, deben escribirse de distinto
modo.

NARANJO Y GARZA, Felipe. Manual de mineralogía general, industrial y agrícola:


para el uso de las Escuelas profesionales... Madrid: Viuda de Antonio Yenes, 1862.
(N. del E . )

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Restos fósiles de las aves guaneras
y sus huevos

A pesar de que todos los historiadores y viajeros que visitaron el Perú


en la época del coloniaje hablan del guano y de su origen, haciendo
conocer que esta sustancia consiste en excrementos de aves marinas y
que se empleaba desde tiempo inmemorial en el Perú como abono; a
2 3
pesar también, de que desde 1804 los químicos Fourcroy y Vauquelin
hicieron el análisis químico del guano que les había remitido del Perú
el célebre Humboldt, con cuyo trabajo demostraron patentemente, la
analogía que existe entre el guano y los excrementos de las palomas y,
por consiguiente, que el guano era exclusivamente de aves; no por eso
faltaron autores que intentaron explicar su formación con las más ab-
surdas hipótesis, que no reproduciremos aquí para no envolver en ti-
nieblas el fenómeno más natural, el cual, aunque en mucha menor
escala, se reproduce todavía en la actualidad.
Los restos de las aves guaneras y sus huevos que figuran en la
presente colección, hallados a distinta profundidad en el guano, tan-
to de la Punta de Lobos en la provincia de Tarapacá, como en las
islas de Guañape y de Chincha, son la prueba más elocuente del ori-
gen de este precioso abono. 0 - 9
He aquí las interesantes muestras que figuran en la colección.

N.° 1. MOMIA NATURAL DE ALCATRAZ (Peleamus); hallada a ocho pies


de profundidad en el guano. Punta de Lobos, provincia de
Tarapacá.
2
Antoinc Francois, conde de Fourcroy (1755-1809), químico francés alumno de Bucquet
en la Escuela Médica de París, produjo más de cincuenta memorias, aparte de otros
escritos en coautoria. Llegó a ser director general de Instrucción Pública durante el
reinado de Napoleón Bonaparte. (N. del E.)
3
Nicolas Louis Vauquelin (1763-1829) químico y farmacéutico francés. Profesor en el
Colegio de Francia y en la Facultad de Medicina. Sus trabajos versaron sobre las
propiedades químicas de muy diversas sustancias de origen animal o vegetal. Se le
debe el descubrimiento del cromo. (N. del E . )

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Esta momia es de un ejemplar bastante joven y no parece pertenecer
a la misma especie que habita actualmente la Costa del Perú.
L a piel en muchas partes está bien conservada, pero no tiene
plumas, y toda el ave es del mismo color del guano, esto es, de color
amarillento rojizo m á s o menos oscuro s e g ú n la mayor o menor pro-
porción de agua que absorbe de la a t m ó s f e r a .

N.° 2. MOMIA NATURAL DE PATO DE MAR (Carbo); hallado a ocho o diez


pies de profundidad en el guano. Punta de Lobos, provincia
de T a r a p a c á .

Esta momia tiene e l mismo color y aspecto de l a precedente, esto es,


conserva la mejor parte de la piel sin plumas, y parece pertenecer a
la misma especie de c o r m o r á n que habita actualmente el mar que
b a ñ a la Costa del P e r ú ; conocida en el país con el nombre vulgar de
Pato de mar (Carbo Gaymardü).

N.° 3 . HUEVO DE ALCATRAZ; hallado a cuatro pies de profundidad


en el guano. Islas de Lobos de afuera.

Este huevo no se puede considerar como fósil, pues está sólo ligera-
mente momificado. Tras abrir uno, he hallado su parte interior hueca
en gran parte, con una materia pastosa de color amarillo que corres-
ponde a la yema y clara algo mezcladas y que exhala u n olor fétido,
pero distinto del de los huevos podridos; siendo m á s bien igual al que
daría una mezcla de ciertos ácidos grasos volátiles m u y hediondos,
con amoniaco.
Sería sin duda m u y interesante conocer el tiempo que ha perma-
necido este huevo enterrado en el guano.

N.° 4. HUEVO FÓSIL DE ALCATRAZ; hallado a diez pies de profundidad


en el guano. Islas de Lobos de afuera.

Este huevo es m á s pesado, lo que hace conocer que es macizo, y aun


su cáscara está m u y momificada, de manera que puede considerar-
se, como un verdadero huevo fósil.

N.° 5. HUEVO FÓSIL PARTIDO (para hacer ver la estructura interior).


Fue hallado con el anterior, a diez pies de profundidad en el
guano. Islas de Lobos de afuera.

Esta interesante muestra merece una especial m e n c i ó n .

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88
A u n q u e me ha sido remitido como huevo de Alcatraz, creo,
por la igualdad que tienen con otros que recogí yo mismo, en las islas
de Chincha, que es del ave llamada en e l P e r ú pájaro niño (Spheniscus
Humboldtii.)
Partido este huevo con una sierra muy fina, para no destrozarlo,
resultó ser enteramente sólido, sin cavidad ninguna, y formado de par-
tes de aspecto distinto. L a m á s abundante, que corresponde a la clara
del huevo, tiene u n color blanco amarillento; es bastante tenaz, y cuando
se rompe, las superficies de fractura son dirigidas en distintos senti-
dos y ofrecen caras llanas o ligeramente convexas con brillo nacarado.
E n la parte que corresponde a l a yema, se nota una p e q u e ñ a
cantidad de materia negruzca, que no es proporcional al volumen
que ocupa ordinariamente la yema en los huevos. Esta materia se
halla entremezclada con otra de color amarillento, casi igual a la blan-
ca y que parece ser una mezcla de las dos.
Es preciso notar que, h a l l á n d o s e l a yema en este huevo en posi-
ción excéntrica, no q u e d ó igualmente repartida en las dos mitades
del huevo y , por consiguiente, e l medio huevo que figura en la colec-
ción tiene sólo una p e q u e ñ a cantidad de ía yema que le corresponde.

Caracteres y composición de la materia que corresponde a la clara del


huevo

Esta materia, como se ha dicho, ofrece u n color amarillento; es algo


tenaz, se parte de un modo irregular, y en las superficies de fractura
presenta u n ligero brillo entre sedoso y nacarado. A la acción del
calor, primero se vuelve negruzca, pero luego se blanquea y deja u n
residuo fijo, blanco, salino, enteramente soluble en el agua y que ocupa
casi el mismo volumen de la materia primitiva. L a p r o p o r c i ó n de las
materias volátiles es solamente de 15,4%.
L a materia que corresponde a la clara del huevo ha dado al
análisis:

Oxalato de amoniaco 2,855


Fosfato de amoniaco 12,645
Cloruro de amonio 0,827
Fosfato de potasa 8.298
Sulfato de potasa 64,005
Sulfato de soda 8,000
Agua higrométrica 3,200
Materias orgánicas trazas
99,830

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el Perú. Decana de Amé 89
Verificado esté análisis, me sorprendió ver esta gran cantidad
de sulfato de potasa que había venido a reemplazar la clara del hue-
vo, y que sin duda alguna, para entrar en el interior del huevo debía
haber atravesado la cascara por una especie de endósmosis.
Creyendo que esta enorme cantidad de sulfato de potasa, que
ha reemplazado a la clara de huevo, fuese debido a alguna influen-
cia local, tomé otro huevo fósil de una localidad muy distinta, esto
es, de las islas de Chincha, y habiendo buscado tan sólo las propor-
ciones de las sales de potasa, obtuve cerca de 62% de sulfato de esta
base, lo que me hizo conocer que este fenómeno, esto es la sustitu-
ción del sulfato de potasa por la clara del huevo, no es producida por
una causa enteramente local, sino que hay algo de inherente a la na-
turaleza y disposición de estas materias, obrando allí la cascara del
huevo como una especie de filtro que deja pasar mayor cantidad de
sulfato de potasa que de otras sales.
Es posible también que la gran cantidad de ácido sulfúrico uni-
da a la potasa tenga su origen, en parte, en el azufre contenido en la
albúmina del huevo. De todos modos, es éste un hecho muy intere-

modificada; pues además de tener un color más o menos oscuro, que a


veces pasa hasta el negruzco, no está formada casi de puro carbonato de
cal como en los huevos ordinarios, sino que contiene un poco de carbo-
nato; junto con fosfato y oxalato de cal. La dificultad de aislarla de las
otras materias, y la pequeña cantidad de materia de que disponía, no
me ha permitido hacer de ella un minucioso análisis cuantitativo.

Caracteres y composición de la materia negruzca que corresponde a la


yema del huevo

Esta materia, como acabamos de decir, se halla formada de dos sus-


tancias distintas: una de color negruzco y otra amarillenta. Esta últi-
ma se halla entremezclada con la primera, y por sus caracteres quí-
micos parece ser una mezcla de la sustancia que corresponde a la
yema, con la que corresponde a la clara; de modo que para conocer
la composición de la verdadera materia que ha reemplazado a la yema
del huevo he tratado, antes de todo, de escoger con mucho cuidado
una pequeña parte de la sustancia negruzca.
He aquí sus caracteres:
Es muy frágil, poco coherente, deshaciéndose bajo la presión de los
dedos en un polvo que parece cristalino. Examinado este polvo al mi-
croscopio, se nota que no tiene formas determinadas; sino que aparece

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90 Universidad del Perú. Decana de América
bajo el aspecto de pequeños fragmentos angulosos, de color chocolate
negruzco, con brillo resinoso. S i se somete a la acción del calor, sobre
una lámina de platina, se ve que se enciende y quema con una llama
clara y brillante como la de los cuerpos grasos. Continuando la acción
del fuego, se nota, que la materia carbonosa arde con dificultad, dejan-
do por residuo una ceniza, formada de fosfato de cal con trazas de mag-
nesia y cloruros de potasio y sodio, con trazas apenas de sulfatas.
Si en la materia blanquizca, que corresponde a la clara del hue-
vo, hay 84,6% de sustancias fijas y 15,4% de sustancias volátiles; en
la materia negruzca que corresponde a la yema sucede todo lo con-
trario, pues hay solamente 16,2% de sustancias fijas y 83,8% de sus-
tancias volátiles.
L a s materias fijas e s t á n formadas de sulfato de potasa, cloruro
de sodio y potasio, y fosfato de cal con un poco de magnesia. L a s
materias volátiles se constituyen en s u mayor parte por principios
grasos solubles en el éter y de sustancia de color negruzco casi inso-
luble en el éter, poco soluble en el alcohol y agua fría, pero soluble en
agua caliente y m á s t o d a v í a en una disolución alcalina, de la que los
ácidos la precipitan nuevamente. Esta sustancia, que por sus carac-
teres p o d r í a creerse ácido único, no d a sin embargo con el ácido n í -
trico y el amoniaco la reacción característica de este ácido, esto es, no
produce murexida.
Por los estudios que h a sido posible hacer sobre una muy peque-
ña cantidad de la materia que ha reemplazado a la yema del huevo,
he obtenido la composición siguiente:

Sulfato de potasa -Vpxj ¡jr^


Cloruro de sodio y de potasio 1,40
Fosfato de cal con un poco de magnesia 8,20
Principios grasos solubles en e! éter 24,50
Materia negruzca soluble en una solución
alcalina 36,50
Agua y materia orgánica indeterminada 24.80
100,00
Ázoe contenido en 100 partes de dicha
materia 2,40

N.° 6. HUEVO FÓSIL; hallado a 1 5 pies de profundidad en guano.


Islas de Chincha.

Este huevo es sólido y tiene una c o m p o s i c i ó n análoga a la del ante-


rior. Sus dimensiones son m á s p e q u e ñ a s , pues pertenece a otra ave.
Por la c o m p a r a c i ó n hecha con los huevos de las aves que habitan
actualmente las islas de Chincha, este huevo debe pertenecer al ave

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91
Universiada del Perú. Lccana de America
que se conoce en la Costa del Perú con el nombre vulgar de Potoyunco,
y que Lesson ha descrito bajo el nombre de Puffinuria Garnotii.

MUESTRAS DE GUANO

Bien conocido es por todos la útil materia que lleva el nombre de gua-
no, modificación del nombre indígena o quechua Hnanu que significa
excremento, y que por sí solo indica el origen del precioso abono que
ha dado tantas riquezas al P e r ú , y c o n c u y o uso se multiplican
prodigiosamente las cosechas en los limitados terrenos de la populosa
Europa. Aunque se han publicado muchos análisis de esta valiosa
materia fertilizante, casi todos se refieren al rico guano de las islas de
Chincha, el que y a puede decirse, ha desaparecido. Pero variando algo
la naturaleza de esta sustancia, s e g ú n los lugares de donde se extrae;
variación que está en relación con la naturaleza del clima m á s o menos
seco de los distintos lugares de la Costa del Perú, por la tendencia que
tiene la humedad a descomponer el ácido úrico, que entra como prin-
cipio constituyente del guano, he creído conveniente dar a conocer los
tres tipos principales provenientes de localidades las m á s distintas,
tales son las islas de Chincha, situadas en la parte central de la Costa
peruana, Chana vaya (provincia de Tara paca) situ ada en el sur del Perú,
y las islas de G u a ñ a p e , en el norte de la República.
Comparando los resultados que ha dado el análisis de estos tres ti-
pos de guano, y conociendo la climatología de los citados lugares, se ve
luego que, cuanto m á s escasas son las lluvias y la atmósfera del lugar es
m á s seca, la proporción del ácido úrico en el guano es mayor; y al contra-
rio disminuye la cantidad de agua higrométrica. E n otras palabras, la can-
tidad de ácido úrico contenida en el guano, es casi siempre en proporción
inversa de la cantidad de agua higrométrica que contiene.
E n las islas de G u a ñ a p e , donde caen a veces algunas lluvias y
donde la a t m ó s f e r a es mucho m á s h ú m e d a que en la provincia de
T a r a p a c á , el guano contiene una m u y p e q u e ñ a cantidad de á c i d o
úrico y u n a fuerte p r o p o r c i ó n de agua. A l contrario en los guanos de
la provincia de T a r a p a c á , tales por ejemplo, los de Chanavaya y P a -
bellón de Pica, la p r o p o r c i ó n de á c i d o ú r i c o es m u y elevada y la can-
tidad de agua higrométrica es m u y p e q u e ñ a , como se puede ver en
los análisis que siguen.

* René Primcvére Lesson (1794-1849), cirujano y naturalista francés. Fue cirujano de


la Armada durante las Guerras napoleónicas. Fue el primer naturalista en ver vivas a
las llamadas «Aves del paraíso», en las Molucas y en Nueva Guinea. Entre otros
estudios, es autor de Manuel d'Ornithologie (1828), Traite d'Ornithologie (1831),
Centurie Zoologique (1830-32) e Illustrations de Zoologie (1832-35). (N. del E . )

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N.° 7. GUANO DE LAS ISLAS DE CHINCHA.

Contiene:

Ácido úrico 12,000


— oxálico 4,464
— fosfórico 12,100
— carbónico 0,600
— sulfúrico 2.060
Cloro 2.966
Cal 13.930
Magnesia 0,520
Potasa 2.100
Soda 0,900
Amoniaco (existente en el guano) 11,100
Sílice 1,900
Agua higrométrica 10,500
Materia orgánica indeterminada
(por diferencia) 24,860
100,000
A-, l
* *ysBSPS 14,47%

N.° 8. GUANO DE CHANAVAYA (provincia de T a r a p a c á ) .

Contiene:

Acido úrico
— oxálico
— fosfórico
— sulfúrict
Cloro
Cal ¿5
Magnesia
Potasa
Soda
Amoniaco (existente en el guano)
Sílice
Agua higrométrica
Materia orgánica indeterminada
(por diferencia) 22,400
100,000
Ázoe total 12,18%

Este guano es notable por la fuerte p r o p o r c i ó n de ácido úrico y, ade-


más, por tener una regular cantidad de ácido fosfórico en el estado
soluble; pues la p r o p o r c i ó n de cal que entra en su composición no es
suficiente para saturar todo el á c i d o fosfórico en el estado de fosfato
tribásico.

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N.°9. GUANO DE LAS ISLAS DE GUAÑAPE.

Contiene:

Ácido úrico 0,900


— oxálico 3,810
— fosfórico 12,560
— sulfúrico 2,000
— carbónico 3,700
Cloro 1,500
Cal 14,640
Magnesia 0,400
Potasa 2,200
Soda 1,100
Amoniaco (existente en el guano) 9,100
Sílice 1,100
Agua higrométrica 20,000
Materia orgánica indeterminada
(por diferencia) 26,990
100,000
Ázoe total 10,29%

Como se ve, este guano a pesar de tener una proporción de ázoe


inferior al precedente contiene, sin embargo, más amoniaco; pero esta
anomalía se debe a que este guano, por la excesiva humedad, ha per-
dido casi todo su ácido úrico cuyo ázoe se ha transformado en gran
parte en carbonato de amoniaco, aumentando por consiguiente la
proporción del amoniaco existente en el guano.

N.° 10. GUANO LÍQUIDO; hallado en una cavidad de la roca debajo del
guano. Islas de Guañape.
«1» W
Un litro de este líquido pesa 1,21860 kilos y contiene:

Por litro Por %


Potasa Gramos 36,76 3,02
Soda » 13,34 1,09
Amoniaco » 90,50 7,43
Acido sulfúrico » 61,10 5,01
— carbónico » 31,00 2,54
— fosfórico » 57,20 4,70
Cloro » 25,70 2,11
Ácidos grasos, materias orgánicas
indeterminadas y agua » 903,00 74,10
1218,60 100,00

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Esta muestra particular forma un líquido de color oscuro que en
su aspecto se asemeja a la tintura de yodo. Tiene un olor amoniacal
muy pronunciado, debido al carbonato de amoniaco que tiene en diso-
lución; pero además del olor amoniacal tiene otro muy fétido, debido a
algunos ácidos grasos volátiles. Esta materia se halló al sondear el gua-
no en las islas de Guañape y es producto, sin duda alguna, de la disolu-
ción del guano por las aguas de lluvia; las que infiltrándose a través de
las capas de este abono, disolvieron las partes solubles, y se reunieron
en una cavidad de la roca sobre la que descansa el depósito de guano.

SALES AMONIACALES HALLADAS EN EL GUANO

Aunque generalmente el guano se presenta bajo la forma de un pol-


vo o masa homogénea, cuando se observa en los mismos depósitos
se notan a veces capas de distinta naturaleza o pequeñas cavidades
rellenadas de distintas sales amoniacales debidas a reacciones poste-
riores a la época de su formación, verificadas tal vez por el agua de
algunas lluvias que ha disuelto ciertas materias, dando lugar de este
modo a cavidades que se han rellenado más tarde por otros princi-
pios del mismo guano.
Estas reacciones han debido naturalmente verificarse con más
fuerza en los depósitos de guano situados en los lugares en donde no
son muy escasas las lluvias, o también en los depósitos situados a
poca elevación sobre el nivel del mar, por ser alcanzados por el olea-
je en la época de las más elevadas mareas, o por alguna inundación
de las aguas de mar en algún terremoto.
Lo cierto es que las sales amoniacales aisladas, y muchas veces
bajo formas cristalinas, se hallan en más abundancia en las islas de
Guañape, donde no son tan raras las lluvias y en cuya localidad, como
se ha visto, se ha hallado el guano en el estado líquido, o sea una
disolución muy concentrada de las partes más solubles del guano.
Sin embargo, aunque en menos abundancia, se han hallado sa-
les amoniacales aisladas en casi todos los depósitos de guano, como
se puede ver por las siguientes muestras.

N.° 11. TESCHEMACHERITA AMORFA O carbonato de amoniaco; hallado


en el guano. Islas de Chincha.
5
Esta sal, dedicada a M. Teschemacher que la encontró por primera
vez en el guano de las islas de Chincha, es la más conocida; pues se
5
Frederick Edward Teschemacher (1761-1863), químico inglés. (N. del E . )

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descubre fácilmente por su fuerte olor amoniacal, lo que le ha valido
en el país el nombre vulgar de amoniaco. Sin embargo, debo decir
que las muestras que yo he hallado, tanto en las islas de Chincha
como en las de Guañape, no tienen la misma composición que se
atribuye a la encontrada por Teschemacher, que contiene:

Amoniaco 33
Ácido carbónico 56
Agua U_
100

Correspondería, por consiguiente, al sesquicarbonato de


amoniaco; mientras que la muestra recogida por mí y que figura en
la colección, contiene:

A mo n i acó (\^JÉ0f^L^f\^2í^9
Ácido carbóni^^^^Y|V**55.70
Agua 22,80
100,00

Así, por consiguiente, corresponde al bicarbonato de amoniaco.

N . ° 12. TKSCHEMACIIERITA PRISMÁTICA o carbonato de amoniaco de es-


tructura cristalino-prismática, coloreado por materias orgá-
nicas; hallado en las cavidades del guano. Islas de Guañape.

La parte más pura ha dado al análisis:

Amoniaco 21,90
Ácido carbónico
Fosfato de amoniaco 0,70
Fosfato de cal 0,11
Agua por diferencia 21,40
100,00

N . ° 1 3 . FOSFAMITA o fosfato de amoniaco; hallado en el guano. Islas


de Chincha.

Esta sal se presenta en pequeñas masas de color blanco a veces lige-


ramente amarillento, con estructura fibrosa o prismática poco mar-
cada. No es pura, pues, va siempre unida a un poco de cloruro y
sulfato de amoniaco. Sometida a la acción del fuego en una cápsula
de platina todo el amoniaco, el cloro y el ácido sulfúrico, se volatilizan,

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quedando por residuo e l á c i d o f o s f ó r i c o en el estado de á c i d o
metafosfórico, transparente e incoloro como el agua.

N.° 14. ESTERCORITA o fosfato de soda y amoniaco; hallado en el gua-


no. Islas de G u a ñ a p e .

Esta sal encontrada por la primera vez en los d e p ó s i t o s de guano de


la bahía de Saldanha en África, se ha hallado ahora pocos a ñ o s tam-
bién en las islas de G u a ñ a p e ; se presenta casi en la misma roca en
grandes trozos cristalinos, casi transparentes e incoloros, de color
a m a r ñ l e n t o claro, algunos de los cuales ofrecen una estructura pris-
mática muy poco aparente.
Habiendo analizado esta sal, he obtenido una c o m p o s i c i ó n casi
idéntica con la del fosfato de soda y amoniaco artificial, que se em-
plea en los ensayos al soplete y se conoce con el nombre de sal de
fósforo; c o m p o s i c i ó n que por otra parte es casi igual t a m b i é n a la que
halló M . Kerapat por la estercorita hallada en el guano de África.
H e a q u í e l resultado del a n á l i s i s que he practicado de la
estercorita hallada en el guano de las islas de G u a ñ a p e .

Ácido fosfórico W j f l j J ^If V9K64^?


H k
Soda m**-* 1
AmoniacM _^
Agua ílfife : 14,50
8,48
42,48
100,00

Esta sal fue descubierta al dar u n taladro en la roca del cerro,


para la construcción de un camino de fierro, h a b i é n d o s e s i n duda
introducido por infiltración del agua cargada de sales amoniacales.

N.° 15. S A L AMONIACO FIBROSA o cloruro de amonio de estructura


fibrosa; hallado en el guano. Caleta de Chanavaya, provin-
cia de Tarapacá.

Esta muestra tiene alguna analogía con la sal amoniaco artificial, so-
lamente que ésta no ofrece el cloruro de amonio en grandes trozos de
estructura fibrosa, como e l del comercio, sino que se halla en fibras
aisladas y a veces encorvadas y torcidas.
Hasta ahora se h a b í a hallado la s a l amoniaco, en el estado natu-
ral, tan sólo en las inmediaciones de los volcanes y en algunas minas
de c a r b ó n de piedra en c o m b u s t i ó n ; de manera que el guano consti-
tuye otra clase de yacimiento de esta sal.

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N.° 16. S A L AMONIACO CÚBICA O cloruro de amonio cristalizado en cu-
bos; hallada en algunas cavidades del guano. Islas de Chincha.

Si la muestra precedente presenta u n nuevo modo de yacimiento de


la sal amoniaco, la presente ofrece a d e m á s una nueva forma cristali-
na de esta sal puesto que aunque es m u y sabido que la sal amoniaco,
tanto artificial como natural, cristaliza en el sistema regular, las for-
mas cristalinas que afecta casi siempre son el octaedro, el dodecaedro
romboidal y esta última forma con el trapezoedro. Pero en esta rara
muestra, la sal amoniaco, se presenta bajo la forma de cubos bien
definidos, idénticos a los que ofrece el cloruro de sodio o sal gema,
con la que la he confundido a primera vista, Pero su volatilización
completa por la acción del calor, el fuerte olor amoniacal que despi-
de cuando se muele con potasa o cal v i v a , y el precipitado coposo de
cloruro de plata, que da la s o l u c i ó n de esta sal en el nitrato de plata,
hacen conocer su naturaleza.

N.° 17. GUAÑAFITA u oxalato de amoniaco; hallado en el guano. Islas


de G u a ñ aipe
W * ^ \ T \
Sabido es que el guano contiene una cierta proporción de ácido oxálico
combinado con el amoniaco bajo la forma de oxalato de amoniaco.
Pero ninguno h a b í a s e ñ a l a d o la existencia del oxalato de amoniaco
enteramente aislado, n i menos bajo la forma cristalina.
Desde el a ñ o 1852, en la é p o c a que visité por primera v e z las
islas de Chincha y p e r m a n e c í en ellas m á s de u n mes, h a b í a podido
notar en algunas cavidades del guano una materia de color blanquizco
amarillento, en p e q u e ñ a s p a r t í c u l a s o escamas de brillo nacarado,
que mediante los reactivos pude conocer que estaban formadas en
su mayor parte por oxalato de amoniaco, el que señalé en una peque-
ñ a memoria que escribí sobre el guano.
Fue el a ñ o de 1869 que tras recibir varias muestras de guano de
las islas de G u a ñ a p e , que en aquella fecha se empezaba a explotar,
pude descubrir el oxalato de amoniaco en el estado casi puro y com-
pletamente aislado de los otros elementos que componen el guano.
Esta nueva sal natural, aunque de origen orgánico por el estado
casi fósil del guano en el que se encuentra, constituye una nueva
especie mineral, a la que he dado el nombre de giiañapita, para recor-

(
' Esta memoria, con otras sobre las islas de Chincha y la de Guañape, está publicada en:
RAIMÜNDI, Antonio. Informes y polémicas sobre el guano y el salitre. (Perú: ¡854-1877).
Lima: Fondo Editorial UNMSM, Serie Clásicos Sanmarquinos, 2003. (N. del E.)

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98 Universidad del Perú. Decana de América
dar el nombre del lugar donde se halla, y que desgraciadamente no
se podrá encontrar de nuevo en el mismo lugar, por haberse extraído
casi todo el guano que existía en dichas islas.
L a guañapita, tal como la describí, forma pequeñas masas
blanquizcas de volumen muy variado, pero siempre reducidas y en-
tremezcladas con otras de mascañina o sulfato de amoniaco, del que
es a veces muy difícil de distinguir.
La guañapita pura no se halla sino en pedacitos de unos cuatro o
cinco milímetros de largo, generalmente algo planos, con estructura
lamelar bastante pronunciada, de color blanquizco amarillento y con
brillo sedoso nacarado.
A l observar al microscopio esta sustancia pude descubrir unos
cristalitos alargados, casi completamente transparentes, de forma pris-
mática romboidal; y con un poco de paciencia pude aislar varios,
cuyas dimensiones varían de uno a tres milímetros de largo, y de
medio a un milímetro de ancho, los que son bastante netos para po-
der asegurar que la guañapita cristaliza en el sistema ortorrómbico.
Como he dicho, hallándose la guañapita entremezclada con
sulfato de amoniaco, era preciso asegurarse que estos cristales son
realmente de guañapita u oxalato de amoniaco, y para ello fue preci-
so recurrir a los caracteres químicos.
Con tal objeto, basta tomar un cristalito o partícula de guañapita
en un vidrio de reloj y disolverla en una gota de agua; vaciando so-
bre esta gota otra de cloruro de bario se forma un precipitado, carác-
ter que es común también al sulfato de amoniaco mascañina; pero si
se añade una gota de ácido clorhídrico, el precipitado de la guañapita
siendo formado de oxalato de barita se disuelve completamente,
mientras que si es producido por la mascañina, siendo formado de
sulfato de barita, queda completamente insoluble.
Ahora, como también el fosfato y el carbonato de amoniaco pro-
ducen con el cloruro de bario un precipitado soluble en los ácidos,
vamos a dar los caracteres generales y completos para distinguir to-
das estas sales.
En primer lugar, la guañapita es inodora, lo que la distingue del
carbonato de amoniaco o teschemacherita, que tiene un fuerte olor
amoniacal. Sometido un pequeño fragmento de guañapita a la ac-
ción del calor sobre una lámina de platina, se volatiliza completa-
mente, lo que la distingue del fosfato de amoniaco o fosfamita, que
deja por residuo al ácido fosfórico que es bastante fijo.

7
En el original decía «recorrer». (N. del E . )

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Estos caracteres juntos con los indicados por la mascañina bas-
tan para distinguir la guañapita de las demás sales amoniacales; pero
para completar el cuadro diremos que la guañapita no hace eferves-
cencia con los ácidos, carácter que la distingue del carbonato; la solu-
ción de guañapita en el agua se precipita por el nitrato de plata pero
el precipitado se disuelve en el ácido nítrico; lo que la distingue del
cloruro de amonio o sal de amoniaco, que da un precipitado de clo-
ruro de plata insoluble en los ácidos; por último, el precipitado for-
mado por el cloruro de bario en una solución de guañapita no se
disuelve en el ácido acético, carácter que sirve también para distin-
guirla del fosfato de amoniaco o fosfamita.
La guañapita, en estado puro, es muy rara; pues además de ha-
llarse en muy pequeña cantidad, se puede decir que ha desaparecido
casi completamente, por haberse exportado casi todo el guano de [la
isla de] Guañape en donde se encuentra.

N.° 18. MASCAÑINA O sulfato de amoniaco; hallado en el guano. Islas


N<
de G u a ñ a r ^ Q ^ ^ T '* ÍV-^X
Hasta ahora se había encontrado el sulfato de amoniaco, en el estado
natural, solamente en terrenos volcánicos; sea en eflorescencias so-
bre algunas lavas o en disolución en las aguas donde se condensa el
ácido bórico en Toscana.
Desde el año 1852, había reconocido en el Perú la existencia de
esta sal, bajo la forma de pequeñas escamas amarillentas en el inte-
rior de un huevo fósil hallado a mucha profundidad en el guano de
las islas de Chincha. Más tarde, en 1869, descubrí esta misma sal en
el guano de Guañape, junto con el oxalato o guañapita.
A simple vista, es algo difícil distinguir la mascañina — o sulfato
de amoniaco— de la guañapita u oxalato de la misma base; sin em-
bargo, diré que por medio dei microscopio y un poco de cuidado se
puede aislar las dos sales; pudiéndose distinguir la mascañina: 1.°
por su mayor dureza; 2 ° por no tener el brillo sedoso-nacarado de la
guañapita y por carecer de estructura lamelar; estando formada por
la reunión de pequeños prismas imperfectos y poco aparentes, que
tienden a una estructura radiada.
Pero el carácter principal de la mascañina es el de dar, su solu-
ción, con la adición del cloruro de bario, un precipitado insoluble en
los ácidos, siendo formado de sulfato de barita.

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N . ° 19. GUAÑAPITA CON MASCAÑiNA u oxalato con sulfato de amoniaco;
hallado en el guano. Islas de Guañape.

Esta muestra ofrece las dos sales entremezcladas, como se han en-
contrado en las cavidades del guano.

N.° 20. GUAÑAPITA PULVERULENTA U oxalato de amoniaco en polvo; ha-


llado en el guano.

Esta variedad de guañapita se presenta bajo la forma de un polvo


muy liviano, de color amarillento, un poco más claro del que tiene
ordinariamente el guano y con olor ligeramente amoniacal. Este últi-
mo carácter podría hacer confundir la presente variedad de guañapita
con el guano, a no ser su liviandad y la propiedad de volatilizarse
casi completamente por la acción del fuego.
Sin embargo, esta variedad de guañapita no es pura, pues contie-
ne poco más de cinco por ciento de materiasfijas,consistentes en fosfato
de cal y una pequeña cantidad de sales de soda y potasa. Además,
contiene una muy pequeña cantidad de ácido úrico, una fuerte pro-
porción de materia orgánicay un poco de sulfato y cloruro de amoniaco.
A pesar de toda esta mezcla, considero a la presente materia
como una variedad de la guañapita, por estar formada en su mayor
parte por oxalato de amoniaco y tener una composición muy distinta
de la del guano, como se puede ver por el siguiente resultado del
análisis:
WA 24.80
Ácido oxálico *' icfy??""^^^!
Amoniaco 17,82
Agua higrométrica y de combinación 26,95
Ácido úrico 0.50
— sulfúrico 2,60
— carbónico 1,30
— fosfórico soluble 0,10
Cloro 1,20
Soda y potasa 0,80
Fosfato de cal insoluble 4,90
Materia orgánica indeterminada. 19.03
100,00

Esta extraña materia fue descubierta en 1869 en las islas de


Guañape, por medio de una sonda para explorar la profundidad del
guano; de tal operación resultó formar dicha materia una capa de 6 a
7 pies de espesor, en medio de otras de guano.

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