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PRUEBAS PALEONTOLÓGICAS

El estudio de los fósiles nos da una idea muy directa de los cambios que sufrieron las especies
al transformarse unas en otras; existen muchas series de fósiles de plantas y animales que nos
permiten reconstruir cómo se fueron adaptando a las cambiantes condiciones del medio.

La evolución biológica es, posiblemente, el proceso más importante que afecta al conjunto de
seres vivos que habitan en la Tierra, aunque este proceso no se dé directamente sobre seres
vivos determinados, ya que es un proceso que se prolonga mucho en el tiempo y tarda miles o
millones de años en manifestarse; a pesar de ello, es un proceso imparable que comenzó con
la aparición de la vida y desde entonces no ha perdido nada de vigor.

Podemos tener una mayor certeza de la existencia de este proceso en el pasado, ya que según
lo que acabamos de ver, la evolución no se puede demostrar en la actualidad por su
extremada lentitud; esta certeza, sin embargo, la podemos obtener a partir de una serie de
hechos que nos van a probar su existencia.

ANTECEDENTES

En 1859, con la teoría sobre el origen de las especies de Charles Darwin, quedaron sentadas las
bases de la evolución biológica. Darwin afirmaba que los seres vivos que habitan nuestro
planeta, son producto de un proceso de descendencia en el que se introducen sucesivas
modificaciones, con origen en un antepasado común. Por tanto, todos partieron de un
antecesor común y a partir de él evolucionaron gradualmente. El mecanismo por el cual se
llevan a cabo estos cambios evolutivos es la selección natural.

Paleontología

La paleontología es una ciencia cuyo objeto de estudio son los


diversos fósiles encontrados en la Tierra que datan de épocas
remotas. Dichos objetos son la única evidencia directa de que
en nuestro planeta ha ocurrido un proceso evolutivo.

La Paleontología permite entender la actual composición (biodiversidad) y distribución de los


seres vivos sobre la Tierra (biogeografía) -antes de la intervención humana-, ha aportado
pruebas indispensables para la solución de las más grandes controversias científicas del pasado
siglo y la evolución de los seres vivos. El estudio de los fósiles nos da una idea muy directa de
los cambios que sufrieron las especies al transformarse unas en otras; existen muchas series
de fósiles de plantas y animales que nos permiten reconstruir cómo se fueron adaptando a las
cambiantes condiciones del medio.

¿Qué es un fósil?

Se trata de contornos de hojas, huellas o impresiones


que han quedado fijados en cualquier sustancia, el
ámbar entre ellas.

Un grupo de fósiles puede ayudar a construir el


registro histórico de un período específico de la vida
terrestre. Asimismo, los estratos rocosos donde yacen
estos ítems arrojan información valiosa sobre su edad,
complementando las posibles conclusiones. El registro fósil nos proporciona fotografías del
pasado que, cuando se encajan, ilustran el panorama del cambio evolutivo durante los últimos
4 000 millones de años. Puede que la foto esté algo manchada y que le falten algunas partes,
pero las pruebas fósiles muestran claramente que la vida es antigua y que ha cambiado con el
tiempo.

Primeros descubrimientos fósiles

En el siglo XVII, Niels Stensen conmovió el mundo de la ciencia al darse cuenta de la similitud
que existía entre los dientes de tiburón y las rocas conocidas comúnmente como «lenguas de
piedra». Esta fue la primera vez que entendimos que los fósiles eran un registro de la vida
pasada.

Dos siglos más tarde, Mary Ann Mantell recogió un diente que su marido Gideon pensó que
era de una iguana grande, pero que resultó ser el diente de un dinosaurio, el Iguanodon. Este
descubrimiento envió el rotundo mensaje de que muchos fósiles representaban formas de
vida que ya no existen.

Dibujo anatómico de Niels Stensen de un


tiburón existente (izquierda) y de un diente fósil
de tiburón (derecha). Stensen dió el salto y
anunció que los dientes fósiles provenían
realmente de las bocas de tiburones que habían
vivido en el pasado.

EVOLUCIÓN DE UN CABALLO

La evolución del caballo puede seguirse a través del registro fósil hasta llegar a Eohippus, un
pequeño mamífero herbívoro que vivió durante el Eoceno, hace 55 millones de años, en
América del Norte
Tenía un tamaño que oscilaba entre los 20 y los 40 cm de altura, con cuatro dedos en las
extremidades anteriores. A primera vista era similar a un perro pequeño. La evolución
posterior de Eohippus le hizo aumentar su altura hasta los 115 cm y perder sus dedos hasta
hacerse monodáctilo. Diversos hallazgos en cuevas de Europa indican que el caballo era un
animal muy abundante durante la Edad de Piedra en dicho continente; se han encontrado
suficientes restos de esqueletos de caballos.

Pistas adicionales procedentes de los fósiles

En la actualidad damos por sentada la existencia de los fósiles, pero seguimos aprendiendo de
ellos. Cada nuevo fósil contiene pistas adicionales que hacen que aumente nuestra
comprensión de la historia de la vida y nos ayudan a responder a preguntas sobre la historia
evolutiva. Algunos ejemplos son:

Indicación de interacciones

Este fósil de amonite muestra unas perforaciones que algunos


científicos han interpretado como la marca de un mordisco de
mosasaurio, un tipo de reptil marino depredador que vivió en la misma
época que el amonite. Se ha relacionado el daño causado al amonite
con las formas y capacidades de los dientes y las mandíbulas del
mosasaurio, aunque otros han sostenido que los agujeros los
produjeron lapas que se fijaban al amonite. Los investigadores
examinan los fósiles de amonites, los fósiles de los mosasaurios y el
comportamiento de las lapas para explorar estas hipótesis.

Pistas al nivel celular celulares

Los fósiles nos proporcionan información sobre los patrones de


crecimiento de animales primitivos. A la izquierda se muestra un corte
transversal del hueso del muslo de un ejemplar subadulto del
dinosaurio «pico de pato» Maiasaura. Los espacios blancos muestran
que había muchos vasos sanguíneos que atravesaban el hueso, lo cual
indica que era un hueso de crecimiento rápido, y la línea negra
horizontal ondulada a media foto es una línea de crecimiento, que
refleja una pausa estacional en el crecimiento del animal.

Archaeopteryx

Aquí tenemos al Archeopterix, un buen ejemplo de las pruebas paleontológicas.

A lo largo de la historia se han recogido fósiles con características intermedias entre especies
del mismo grupo taxonómico diferentes. El Archeopterix, es un buen ejemplo de ello, un
animal entre ave y reptil. A partir de los fósiles hemos podido reconstruir la historia evolutiva
de muchos animales, como, por ejemplo, los caballos. Los fósiles nos demuestran como las
especies han ido evolucionando o como se han ido separando y diferenciando en la gran
variedad de especies actuales. Sus características permiten convertirlo en el modelo más claro
para estudiar la transición entre dinosaurios y aves. Era similar en tamaño a una urraca,
aunque los mayores individuos posiblemente llegaban al tamaño de un cuervo,6 midiendo tan
solo 50cm de longitud, muy pequeño comparado con el rango usual de los dinosaurios no
avianos.

Los paleontólogos han


pensado durante mucho tiempo que los
fósiles de Archaeopteryx, incluyendo este descubierto en Alemania, colocaron al dinosaurio en
la base del árbol evolutivo de aves. La evidencia reciente sugiere que la bestia pudo haber sido
un dinosaurio parecido a un pájaro.

(Imagen: © Museo Humboldt de Naturkunde Berlin)

Referencias

https://www.livescience.com/24745-archaeopteryx.html

https://www.sesbe.org/evosite/lines/Ifossil_ev.shtml.html

https://es.khanacademy.org/science/biology/her/evolution-and-natural-selection/a/lines-of-
evidence-for-evolution

https://prezi.com/rxicc6f07r0u/pruebas-y-evidencias-paleontologicas-de-la-evolucion/

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