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Las primeras comunicaciones de Dios a los hombres fueron preservadas por la

tradición, único sistema de gobierno desde Adán hasta Moisés, manifestaciones


que determinaron el bien y el mal, manifestaciones que las instituciones
católicorromanas imparten por su catecismo católico desconociendo la palabra.

La consciencia humana, facultad del hombre, que le permite determinar lo que es


y lo que debe ser, que tiene transcendencia en lo moral, lo afectivo, intelectual y
sobre la voluntad, esta última actuando como juez y que sólo se aplica para el no
regenerado porque el regenerado tiene la guía del Espíritu Santo y el privilegio de
ser guiado por él.

Dios otorga la dirección espiritual, sólo es aplicable a cristiano a causa de su nuevo


nacimiento y a que en él mora el Espíritu Santo, entonces es poseedor de una
nueva norma con respecto a los que es bueno y lo que es malo; aunque en el
hombre natural exista la ley moral de lo que es justo e injusto y sólo actúe por el
poder la ley.

La palabra de Dios escrita hará evidente el pecado, la desobediencia, la infracción,


transgresión, iniquidad, error, maldad, impiedad y la falta de fe y una diferencia
abismal entre el pecado de nacido de nuevo y del que no lo ha hecho. Aunque la
ley escrita no tiene por finalidad originar el pecado, sirve para mostrar que había y
hay pecado en el mundo.

El pecado que origina o comete una persona denominado “pecado personal”, cuya
naturaleza es la misma del pecado original, bien sea por comisión, omisión, directo
al objetivo, interno o externo, sólo o acompañado, voluntario e involuntario,
mayores o menores, salvos o no salvos o con referentes, es decir, pecadores en la
práctica universal, tienen un remedio divino “Perdón y Justificación”.

El perdón tomado como remisión de pecados, acto mediante el cual Dios libra al
pecador de la deuda, en el antiguo testamento mediante ofrendas y sacrificios
individuales o colectivos, en el nuevo testamento mediante el sacrificio y posición
en Cristo y cuyo alcance es para todos los pecados pasados, presentes y futuros.
Concluyendo el pecado personal ya no se le carga al pecador sino al sustituto
“Cristo”

La justificación, libre de culpa o inocente de cualquier acusación, la más sublime


obra de Dios, consumada a favor del creyente cristiano no sólo porque es
soberanía de Dios, por la muerte sustitutiva de Cristo, el bautismo del Espíritu
Santo y la fe.

El verbo eterno de Dios se hizo carne y murió muerte de cruz para rescatar al
género humano de la esclavitud del pecado y cuya salvación está en y por Cristo y
quienes fuimos recibidos a misericordia por lo que hicimos por ignorancia en
incredulidad somos perdonados y justificados. Bendito sea el Señor

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