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LA LEY SÁENZ PEÑA (10/02/1912)

La llegada de SAENZ PEÑA al poder

Entre los vaivenes institucionales de la política presidencial de Manuel Quintana y la revolución


radical de 1905, los enemigos de Julio A. Roca superaban en número a sus amigos y aliados.
Es así, que en la elección del 11 de marzo de 1906, nuevamente bajo el sistema de lista
completa, se impuso la coalición "Concentración Popular" a la lista oficialista en medio de
escándalos y protestas por compra de votos. Un frente político de exmodernistas, mitristas, el
conservador Benito Villanueva y radicales bernardistas que postulaba a Carlos
Pellegrini, Emilio Mitre, Roque Sáenz Peña y Ernesto Tornquist en los primeros lugares.

El año 1906 fue el tiempo del ocaso del sistema personalista y del fraude institucional en
Argentina, marcado por la muerte de algunos de sus principales referentes políticos y el
nacimiento de nuevos liderazgos. El 9 de enero falleció Bartolomé Mitre, que aunque había
anunciado su retiro de la política al cumplir la edad de 80 años seguía gozando de cierta
influencia al menos en la Capital y la Provincia de Buenos Aires; el 12 de marzo, menos de 24
horas después de la derrota del oficialismo en la Capital, murió el presidente Manuel Quintana;
el 17 de julio, falleció Carlos Pellegrini; y el 27 de diciembre, murió Bernardo de Irigoyen.

En ese marco fatídico, Roque Sáenz Peña se transformó en el heredero político de Pellegrini y
en el candidato "natural" de los conservadores reformistas para la presidencia en 1910, por su
prestigio internacional y su cercanía política al nuevo presidente de la República, José Figueroa
Alcorta.

El mayor reconocimiento internacional, aunque no exento de críticas en los círculos políticos


de Buenos Aires, provino del Perú por su actuación militar. En 1879, se alistó para combatir por
el Perú en atención a sus convicciones, durante la cruenta guerra que libraba con Chile.
Incorporado con el grado de Teniente Coronel asistió a la Batalla de Tarapacá, donde comandó
el batallón Iquique, trasladándose después a Arica. El 5 de junio de 1880, los chilenos
bombardearon desde mar y tierra esa plaza e iniciaron el asalto el día 7. El combate concluyó
en el Morro y su resultado fue favorable a Chile. El Teniente Coronel Sáenz Peña combatió con
valor en esa acción, viendo caer a su lado a otros jefes peruanos, como los
coroneles Francisco Bolognesi y Juan Guillermo More Ruiz. El 25 de octubre de 1885 el
gobierno del Perú lo ascendió a coronel y años más tarde, el 26 de agosto de 1905, a
propuesta del presidente peruano José Pardo Barreda, el Parlamento le otorgó el cargo de
"General de Brigada" y el 5 de octubre de 1905 se dio la autorización por ley del Congreso
Argentino a Roque Sáenz Peña para aceptar el cargo de "General del Ejército del Perú".

El 6 de noviembre, en la ceremonia de inauguración del monumento al coronel Bolognesi, se le


dio el mando del Ejército del Perú al general Roque Sáenz Peña, durante la ceremonia. Se hizo
tocar llamada de honor y los comandantes de cada una de las unidades hizo entrega de ellas a
Sáenz Peña. El ayudante del ministro de guerra, teniente coronel Dupont, hizo entrega del
mando pronunciando las siguientes palabras: "De Orden Suprema, entrego el mando del
Ejército del Perú al general Roque Sáenz Peña, a quien se obedecerá y respetará". El Perú
honró a Sáenz Peña con los siguientes premios y reconocimientos: Medalla de Plata de
Tarapacá, honras al declararlo Benemérito del Perú y darle el Mando del Ejército Peruano para
la Ceremonia del Monumento al general Bolognesi y Medalla de Oro de esa Ceremonia.

En 1906 el gobierno de José Figueroa Alcorta lo designó representante extraordinario para


asistir a los actos de la boda del rey Alfonso XIIIde España. Allí fue nombrado enviado
extraordinario y ministro plenipotenciario ante España, Portugal, Italia y Suiza. De regreso a la
Argentina, en 1907 fue nombrado para encabezar las misiones diplomáticas en Suiza e Italia.
Llegado a Roma, recibió instrucciones de su gobierno para representar al país en la Segunda
Conferencia de Paz de La Haya junto a Luis María Drago; allí sostuvieron una posición
favorable a la creación de un tribunal internacional de arbitraje. En 1909 formó parte del tribunal
arbitral que lauda las diferencias entre Estados Unidos y Venezuela. Su misión diplomática ante
los gobiernos italiano y suizo se prolongó hasta 1910; en Italia se enteró de su proclamación
oficial como candidato a Presidente de la República.

El acto electoral que llevó a Roque Sáenz Peña a la presidencia de Argentina se llevó a cabo el
13 de marzo de 1910, con gran cantidad de irregularidades habituales en esa época. El nuevo
presidente ni siquiera había participado de la campaña electoral: era el embajador argentino en
Italia. En las elecciones participó una única lista de candidatos a electores, de los cuales diez
—sobre 273— no votaron por Sáenz Peña.[4]
Días antes de asumir la presidencia, Sáenz Peña se encontró con el presidente Figueroa
Alcorta y con el líder de la oposición, Hipólito Yrigoyen. En esta última entrevista el
líder radical se comprometió a abandonar la vía revolucionaria, y Sáenz Peña a promulgar una
ley electoral que modernizara los comicios e impidiera el fraude electoral. Yrigoyen pidió la
intervención de las provincias para impedir que sus gobernadores interfirieran con dicho
proceso, Sáenz Peña se negó pero permitió que el radicalismo formara parte del gobierno

La Ley, que lleva el número 8871, conocida como Ley Sáenz Peña fue un instrumento que
significó un progreso extraordinariamente importante para nuestras instituciones públicas. Fue
sancionada por el Congreso el 10 de febrero de 1912 y promulgada el 13 del mismo mes y año.
Trajo un importante cambio en la modalidad del voto, que ahora pasaba a ser secreto y
obligatorio (aunque no universal, ya que todavía no votaban las mujeres) y debió llamarse en
realidad “Ley  Sáenz Peña-Yrigoyen” ya que el caudillo radical, fue su  principal ideólogo e
impulsor, mientras que fue SÁENZ PEÑA quien la introdujo oficialmente en 1912.

Antecedentes. En 1910, el doctor ROQUE SÁENZ PEÑA asumió la presidencia de la Nación,


luego de efectuados unos comicios bajo el imperio de la Ley Electoral Nº4161, sancionada el
10 de enero de 1902, pero en los que no faltaron nuevamente, el fraude y la violencia, porque,
a pesar de que la Constitución establecía un sistema federal, en la práctica, la oligarquía
gobernaba como en un régimen unitario. Desde el momento en que asumió, ejerciendo ya la
presidencia, en abierto rechazo a las maniobras que lo habían ungido Presidente, SÁENZ
PEÑA  tuvo la firme decisión de cambiar este perverso sistema electoral, que permitía el fraude
y hasta facilitaba maniobras espúreas para lograr el triunfo.
Inmediatamente después de asumir la presidencia, elevó al Congreso Nacional un
memorándum, en el cual aludía a uno de los enunciados de su programa presidencial:
“Garantizar el sufragio y crear el sufragante”, por lo cual adjuntaba un proyecto de Ley, a fin de
que se sancionara el voto obligatorio, estableciendo en los escrutinios electorales, una
adaptación del sistema denominado de lista incompleta”.

El debate de la Ley produjo un alegato histórico en la Cámara de Diputados de la Nación. En


una de esas memorables sesiones, el doctor GÓMEZ confesó abiertamente que, como
miembro, para honra suya, de un gobierno que se proponía afirmar el imperio de las
instituciones, estaba encargado como Ministro del interior de hacer efectivo ese propósito en
las costumbres electorales.

“La nueva ley se propone corregir los vicios del sistema electoral: el sufragio ha de ser
obligatorio (“Quiera el pueblo votar”, dice SÁENZ PEÑA imperativamente) y secreto, para
eliminar muchas de las prácticas corruptas”. Ya se había establecido el uso del padrón
militar.La otra innovación es la “lista incompleta”, que asegura a la primera minoría, un tercio de
los representantes electos, pues se cree que una República necesita oposición y quizás
alternancia. Por otra parte, para interesar a la ciudadanía, los partidos minoritarios deben tener
algún premio asegurado.

Finalmente el proyecto fue aprobado y en el discurso que SÁENZ PEÑA dio en la ocasión, dijo:
“No es bastante garantizar el sufragio sino que necesitamos crear al sufragante, sacándolo del
oscuro rincón del egoísmo a la luz vivificante de las deliberaciones populares; y si cada nación
ha de adoptar las instituciones conducentes a reparar sus infortunios, yo no encuentro ninguna
reacción más apremiante que la que tiene por objeto el voto público”. El país, por medio de sus
representantes, trataba así de dejar en el pasado una larga historia de matones y caciques
políticos que, por medio del crimen, la amenaza y la compra de votos, habían burlado siempre
la voluntad popular.

En la República Argentina de los comienzas de la primera década del siglo XX, donde  más de
la mitad de la población adulta era extranjera y un xx% era analfabeta, no se identificaba a los
votantes, por lo que era posible acaparar las libretas cívicas y por lo tanto, su utilización
fraudulenta, SÁENZ PEÑA dispuso que el Ministerio de Guerra, procediera al enrolamiento
general de los ciudadanos, para confeccionar luego un nuevo padrón electoral del que se
eliminarían los que estuvieran privados del derecho al voto y para evitar manipulaciones
tendenciosas, el enrolamiento quedó a cargo de ese Ministerio. Además se quitó al Poder
Ejecutivo el cuidado del Padrón Electoral y se encargó al Poder Judicial la organización de los
comicios para evitar manipulaciones tendenciosas.

La Ley electoral que intentaba erradicar el fraude había sido aprobada hacía menos de dos
meses, después de largos y afiebrados debates y fue en la provincia de Santa Fe donde se
estrenó aplicándose por primera vez en los comicios que se realizaron el 1º de abril de 1912. El
país dejaba en el pasado una larga historia de matones y caciques que, por medio del crimen,
la amenaza y la compra de votos, habían burlado la voluntad popular.

Seis días después, la nueva Ley se aplicó en la Capital Federal, para la elección de diputados
nacionales y la victoria correspondió a ocho diputados radicales de la mayoría, a dos socialistas
y a dos independientes. Aquellos socialistas fueron nada menos que JUAN BAUTISTA JUSTO
y ALFREDO LUIS PALACIOS, quienes lograron derrotar por primera vez la política del fraude,
impugnando a los electos por la provincia de Buenos Aires, donde, siguiendo las viejas
costumbres se había intentado la compra de votos y se habían manipulado las elecciones.

Curiosamente, aunque quienes sancionan esta ley, estaban convencidos de que las minorías
corresponderían a las nuevas fuerzas (a la UCR, el PS y la Liga del Sur), ya en estas primeras
elecciones que se realizan bajo el imperio de la “Ley Sáenz Peña”, son los partidos nuevos los
que obtienen una resonante victoria y los radicales ven exultantes la proclamación de los
vencedores. Con la Ley Sáenz Peña, el radicalismo saldría de veinte años de abstención.

Para lograrlo, YRIGOYEN recorría el país en un tren con centenares de correligionarios. Entre
ellos iba el legendario payador GABINO EZEIZA, aquel hombre de color, invencible en mil
“payadas”. En Córdoba Yrigoyen es visitado por el mítico “Cura Gaucho” el padre BROCHERO,
queridísimo sacerdote, quien al salir de la entrevista, emocionado, dijo en relación a
Yrigoyen: “Es un buen hombre”
En Salta el radicalismo con JOAQUÍN CASTELLANOS, venció a ROBUSTIANO PATRÓN
COSTAS, pero el Colegio Electoral anuló la cantidad suficiente de mesas como para cambiar el
resultado. En Tucumán el enfrentamiento fue con mayor altura moral. El vencedor, ERNESTO
PADILLA, otro millonario azucarero, cuando salió de votar y ante la pregunta de por quién lo
había hecho, dijo: “Por el adversario digno y caballeresco”
GONZÁLEZ CALDERÓN ha dicho que la “Ley Sáenz Peña”, es “la obra política más notable
que las Cámaras del Congreso hayan realizado en nuestros días”. Fue su inspirador, su
creador y realizador, el ex presidente de la República doctor ROQUE SÁENZ PEÑA, que contó
con la invalorable colaboración de su ministro del interior doctor INDALECIO GÓMEZ.

Poco después de hacerse realidad su proyecto, tras algunas licencias para reponerse, SÁENZ
PEÑA muere en 1914 y lo reemplaza en el cargo el salteño VICTORINO DE LA PLAZA, el
vicepresidente que venía de residir treinta años en Inglaterra y contaba por ese entonces con
un marcado acento londinense

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