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Hay tres órdenes de dificultades según lucia garay. El primero derivado del intento de abordar la
educación y las escuelas desde el análisis institucional como herramienta heurística, que implican
las dificultades de los conceptos con que se piensan las instituciones, las condiciones histórico-
sociales y materiales en que estas herramientas son empleadas.
Por último, el propósito de producir conocimientos articulados con la intención política de generar
proyectos educativos e institucionales, creativos, democráticos, justos y realizables.
Como decíamos anteriormente, la primer dificultad que se presenta, está dada en la falla de las
herramientas, puesto que el análisis institucional tiende más a delimitarse por lo que es, que por la
precisión de su objeto, los fenómenos que aborda o las teorías de que se nutre. En el análisis
institucional, el principio de identidad como disciplina no procede de una convención subjetiva o
de una adopción ideal de identidad, sino de una compleja trama de relaciones, interrelaciones u
oposiciones con otras construcciones teóricas, es decir, de su singular institucionalización como
disciplina y como práctica. Se hallan enfrentan dificultades teóricas a la hora del análisis.
Las instituciones como objeto de conocimiento plantean dos obstáculos de tipo metodológico: que
provienen por un lado debido a la naturaleza intrínseca de los fenómenos institucionales, y por
otro, por el sentido y la función que las instituciones adquieren en la sociedad. Las instituciones,
especialmente las educativas, son formaciones sociales y culturales; sus identidades no son algo
estático, más bien son el resultado de procesos de interrelaciones, oposiciones y transformaciones
de fuerzas sociales. La instituciones, sea cual fuere, no es una institución en relación consigo
misma, sino algo más allá de lo que el discurso enuncia sobre sí misma. Tanto la sociedad en su
conjunto, incluyendo los sectores sociales que la promueven y la sostienen, como los individuos
que con sus prácticas cotidianas las conforman y las cambian, desarrollan sus propias lógicas
definiendo diversas funciones.
Pongamos por caso, la escuela. Además de cumplir y satisfacer, si se puede decir, las funciones
relativas a la educación, cumple también otras funciones, como por ser las económicas, laborales,
de control social, de poder, de prestigio. Así pues, en medio del análisis de la escuela en sus
funciones, nos remitimos inevitablemente a esta multiplicidad previamente enumerada, en un
juego de funciones “primarias y secundarias, explícitas y encubiertas”. Entonces es menester
atender a estas dos instancias a la hora de abordar un análisis: su articulación con la sociedad, y su
articulación con los individuos, que son sus actores.